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Sinopsis
D espués de seis años de “ángeles” viniendo del cielo y llevándose a la
gente de su ciudad, Riley Carver de 16 años de edad, ha
prácticamente vivido con miedo constante. Cuando uno decide
aterrorizarla en su propio patio trasero, es el colmo. Ella toma la escopeta
de su madre y le dispara a la cosa. Así que está muerto. ¿O... no? En lugar
de la criatura a la que disparó, hay un chico. Un chico muy ardiente. Un
chico realmente caliente, vivo y respirando. Oh, y él está totalmente
desnudo.

Insegura de qué hacer, ella arrastra su cuerpo inconsciente al cobertizo de


herramientas y lo ata. Después de todo, él es un ángel y tienen trucos.
Cuando vuelve en sí ella está totalmente lista para interrogarlo acerca de
por qué los ángeles vienen a la ciudad, y cómo recuperar a su mejor amigo
(y casi novio) Chris, que fue llevado el año anterior. Pero resulta que el
chico desnudo en su cobertizo está tan confundido acerca de todo como lo
está ella.

Él piensa que es 1956.

Situado en el profundo sur, OUTCAST es una historia de amor, confianza,


y la mayoría de edad. También es una historia acerca de lo sobrenatural,
una chica con un extraño sentido del humor quién tiene finalidad
perversa, un engrasador de los años 50, y un ejército de inadaptados que
se unen con un propósito: Patear algunos serios traseros de ángel.

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Índice
Sinopsis................................................................................................. 2

Uno ....................................................................................................... 6

Dos ........................................................................................................ 9

Tres ..................................................................................................... 16

Cuatro ................................................................................................. 22

Cinco ................................................................................................... 27

Seis ..................................................................................................... 33

Siete .................................................................................................... 44

Ocho.................................................................................................... 59

Nueve .................................................................................................. 65

Diez ..................................................................................................... 74

Once .................................................................................................... 82

Doce .................................................................................................... 88

Trece ................................................................................................... 93

Catorce .............................................................................................. 101

Quince ............................................................................................... 108

Dieciséis ............................................................................................ 118

Diecisiete ........................................................................................... 123

Dieciocho ........................................................................................... 128

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Diecinueve ......................................................................................... 135

Veinte ................................................................................................ 144

Veintiuno ........................................................................................... 152

Veintidós ........................................................................................... 155

Veintitrés ........................................................................................... 164

Veinticuatro ....................................................................................... 173

Veinticinco......................................................................................... 179

Veintiséis ........................................................................................... 191

Veintisiete.......................................................................................... 198

Veintiocho ......................................................................................... 208

Veintinueve........................................................................................ 215

Treinta ............................................................................................... 219

Treinta y uno ..................................................................................... 227

Treinta y dos ...................................................................................... 234

Treinta y tres ..................................................................................... 249

Treinta y cuatro ................................................................................. 253

Treinta y cinco ................................................................................... 260

Treinta y seis ..................................................................................... 264

Treinta y siete .................................................................................... 271

Treinta y ocho .................................................................................... 281

Treinta y nueve .................................................................................. 290

Cuarenta ........................................................................................... 298

Cuarenta y uno.................................................................................. 305

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Cuarenta y dos .................................................................................. 313

Cuarenta y tres .................................................................................. 318

Cuarenta y cuatro .............................................................................. 325

Cuarenta y cinco................................................................................ 338

Cuarenta y seis .................................................................................. 347

Cuarenta y siete................................................................................. 354

Cuarenta y ocho ................................................................................ 362

Cuarenta y nueve .............................................................................. 372

Cincuenta .......................................................................................... 380

Cincuenta y uno ................................................................................ 388

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Uno
Traducido por Aяia

Corregido por Mari NC

V ienen del cielo y te llevan.

Todo el mundo sabe eso.

¿Por qué? Nadie podría responder a eso. No realmente. No cuando


pensabas en ello. Seguro que la conclusión era que era una Gloria, pero
¿qué pasaba después de que vinieran, después de que tomaran, después
de que se fueran? Nadie podía decir eso con seguridad.

La primera vez que pasó, asustó a todos. Esta era una tierra temerosa de
Dios. Lo decía muy bien en el cartel de la ciudad. Sabías al segundo de
pasar a nuestra comunidad que este era un lugar maldito por Dios y
temeroso de Dios.

Siempre me había preguntado si tal vez vinieron porque temíamos tanto a


Dios.

De todas formas, la gente de aquí no podía entender por qué venían


cuando la gente iba a la iglesia todos los domingos. Todos culpaban a
todos los demás. No era culpa de nadie, sin embargo. Bueno, por lo que a
mí respectaba.

Empezaron a venir hace seis años, simplemente un día, justo después de


que se pusiera el sol. Vinieron, tomaron, se fueron. Asustaron a todos.
Cuando vinieron el año siguiente, el mismo día, a la misma hora y todo,
entonces fue cuando la gente empezó a pensar que podía estar pasando
algo más. Entonces fue cuando se construyó la iglesia. Quiero decir,
siempre hemos tenido iglesias aquí, pero se construyó la otra iglesia. La
que fue dedicada a ellos.

La Iglesia de los Ángeles.

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Verás, la gente estaba en conflicto y la única forma de reconciliarlo todo
fue verlo como una Gloria. No podía ser que estuviéramos siendo
castigados. Quiero decir, algunos habían especulado exactamente que…
que aquellos que habían sido llevados eran malos. Pero entonces alguien
señaló que Georgia Banks había sido llevada. No había nada de Georgia
Banks que fuera pecador.

Luego un recién llegado, un hombre con el nombre de Pastor Warren, nos


lo explicó. Señaló lo mucho que el pueblo temía a Dios y que tal vez todo
esto era una santa bendición o algo así. Quiero decir, ¿son ángeles, no? ¿Y
les llevan directos arriba, no? No era como si fueran a… ya sabes… abajo.
Tal vez lo estábamos viendo todo mal.

Y se construyó la nueva iglesia.

El Pastor Warren se encargó de que se construyera la iglesia.

La gente iba a la nueva iglesia porque sostenían que querían agradecer a


los ángeles por escogernos. Sostenían que había que rezar por que la
próxima vez pudieran ser llevados ellos también. Pero eso no fue así al
principio. Al principio iban a la iglesia y rezaban porque les dejaran en paz.
Dejaban ofrendas y esperaban que si decían justo lo correcto los ángeles
les dejarían quedarse en esta tierra un poco más de tiempo.

El tercer año hubo una celebración. En vez de encerrarnos en nuestras


casas, con las ventanas tapiadas como si un huracán se dirigiera hacia
nosotros, todos nos dirigimos al mirador en el Parque Codghill. Fue como
el 4 de Julio, banderas ondeando, fuegos artificiales y todo. Perritos
calientes. Y los niños pequeños jugando a juegos de feria. Cuando llegó la
hora y no pudimos estar seguros de si venían, nos quedamos de pie y
esperamos y miramos hacia el cielo. El silencio estaba destinado a ser
reverencial, pero yo pude sentir el terror. Los perros también lo pudieron
sentir, nerviosos y aullando, tirando de sus correas. Buster se escapó de
su cadena, y Buster era un buen perro la mayor parte del tiempo.

Entonces hubo un grito, y Bernie Wilcox fue volando hacia el cielo. Él fue
el primero que cogieron aquel año. Vimos la sombra tras él, fuertes brazos
se envolvían fuertemente alrededor de su pecho, y las alas se extendían a
seis metros en el cielo.

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Nunca los veías bajar, pero siempre los veías volar hacia arriba. Algunos
contaban que tenía algo que ver con el peso extra, pero eran ángeles y yo
simplemente no los imaginaba encontrando las cosas particularmente
pesadas.

Yo pensaba que no querían ser vistos cuando venían porque entonces


podríamos ser capaces de escapar. Pero querían que los viéramos irse.
Porque querían que supiéramos que habían sido ellos.

El cuarto año hubo otra celebración. Para entonces el Pastor Warren había
empezado a convencernos realmente de la Gloria. Bueno, a la mayoría de
nosotros. Así que esta vez intentamos algo diferente. Pensamos que tal vez
podíamos pensar dos pasos por delante, que tal vez si les dábamos
algunos individuos, al menos de esa forma podíamos tener algo de control
sobre la situación. Fue una celebración realmente extraña aquel año.
Tenías, de pie en el escenario improvisado, estos criminales condenados a
cadena perpetua o peor. Pero luego también tenías a los voluntarios, los
que querían la Gloria. Santos y pecadores podías decir, pero yo no podía
entender completamente por qué, cuando decidimos que los ángeles
estaban llevando a gente a la Gloria, por qué enviarías a pecadores. No
creía que ellos quisieran mucho a esa parte del escenario.

No lo quisieron.

Ni quisieron a los santos para el caso. Se llevaban a quién les placía de la


multitud y se iban.

Decidimos después de eso simplemente volver a la idea de la celebración.


Simplemente intentar pasarlo bien. Intentarlo bastante, la verdad. Aunque
dábamos un buen espectáculo.

El quinto año se llevaron a Chris, mi mejor amigo desde que éramos


pequeños y con quien acababa de tener mi primer beso la semana
anterior.

El sexto año, le disparé a un ángel en la cara.

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Dos
Traducido por Aяia

Corregido por Mari NC

—N o voy a ir a la celebración. No sé cómo ser más clara.

Mi madre me miró con esos ojos muy abiertos suyos. Esos ojos grandes y
azules que yo no había heredado.

—Riley…

—No vienen por mí. —En mi mente, nadie nunca se interesaba por mí.
Entonces: ¿está bien puedes ser más patética? En un intento de hacerla
sentirse mejor, me levanté y me acerqué a ella—. No vas a perder a tu hija
esta noche. No tienes que pasar ningunos preciados últimos pocos
momentos conmigo. —Obviamente no había forma de que pudiera saber
eso realmente, aun así…

—Tu madre solo tiene miedo por ti. —Mi papi. Siempre endosando el
miedo a mi madre. La cosa es que él estaba igual de asustado que
nosotras dos. Pobre pragmático profesor de física.

—No es solo por ella —respondió Madre—. Si se llevan a uno de nosotros,


¿entonces qué?

Papá se rio.

—Eres la mujer más hermosa de Hartwich y definitivamente no pareces


tener la edad que tienes, pero, querida, no vienen por ti.

Era la verdad. A los ángeles no parecía gustarles mucho nadie de más de


35 años. Y también la cosa sobre mi madre no pareciendo tener la edad
que tenía y siendo la mujer más bonita de Hartwich.

Supongo que desde lejos nos parecíamos bastante, pero de cerca te dabas
cuenta pronto que te habías equivocado. Ambas teníamos el cabello rubio

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pálido natural y ondulado, pero ahí era realmente donde terminaban las
comparaciones. Ella era alta, delgada, esbelta y elegante. Yo… no lo era.
Era, supongo, de altura media, más… redondeada. Madre siempre decía
que era curvilínea, como las glamurosas actrices de Hollywood en las
películas en blanco y negro. Las había visto. Esas actrices siempre
parecían grandes comparadas a los estándares de hoy en día. Está bien,
lógicamente sabía que los estándares de hoy en día eran estúpidamente
delgados, pero emocionalmente… mira yo era una chica adolescente
lidiando con inseguridades tanto como los demás.

De niña había sido muy parecida a mi padre, un poco escuálida. Y


entonces vino la pubertad, y eso simplemente lo estropeó todo. Ya no me
parecía nada a mi padre. De alguna forma siempre había querido su
cabello marrón profundo, que parecía tan rico, incluso ahora salpicado por
canas en las sienes. Pero no, parecía ser esta criatura de mi propia
creación. Diablos, ambos tenían ojos azules. Los míos eran marrones.

—Bueno —respondió Madre, pegándole a papá juguetonamente en el


brazo—, entonces definitivamente tampoco vienen por ti.

—Oh, absolutamente no. —Y la besó en la nariz.

Era agradable que mis padres se gustaran tanto. ¿Pero tenían que ser tan
adorables todo el rato? ¿Especialmente hoy? Sabía que no lo estaban
haciendo a propósito, pero verlos hizo que mi estómago se sintiera incluso
más vacío de lo que ya lo estaba. Tenía ese tipo de relación con Chris. Eso
era nosotros. Solo que no estábamos casados. O incluso saliendo. Pero a
punto. A punto.

—No voy a ir —dije otra vez, ahora desesperadamente luchando contra las
lágrimas.

—Entonces no vas a ir —dijo papi antes de que Madre pudiera decir algo—
. Tal vez nosotros tampoco deberíamos.

—Tenemos que ir. —La voz de Madre sonó delgada, con pánico—. Es una
regla.

—En realidad no lo es —respondí—. No hay ninguna regla que declare que


tengas que ir a la Toma. Simplemente no puedes salir del pueblo.

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Madre me fulminó con la mirada. Sabía que había más en ello que alguna
estúpida ley de pueblo. Mi madre era bastante genial, pero se preocupaba
un poco demasiado por la reputación familiar. Siempre asumí que era una
cosa del sur, una excusa que ella me daba mucho, como si no lo supiera,
como si no hubiera vivido aquí casi toda mi vida. Su familia había estado
aquí durante siglos, y que ella se mudara y se casara con algún científico
del norte había sido un escándalo bastante grande en su momento.
Cuando nos trajo de vuelta aquí cuando yo era un bebé, tuvo mucho que
compensar. Añade a eso el hecho de que no íbamos a la Iglesia de los
Ángeles… la Toma era un evento importante en el que dejarse ver.

Mira, entendía la lógica. Simplemente no me gustaba la premisa. ¿A quién


le importaba lo que la gente pensaba de nosotros?

—Deberían quedarse en casa. ¿Cuánto quieren apostar a que la familia de


Chris se queda? —añadí.

—Amor… tenemos que…

—Está bien. Vayan ustedes, salven la reputación de la familia. Pero yo me


quedo.

Papi abrió la puerta delantera entonces. Fue una señal de que la


conversación había terminado. Madre le miró y luego a mí. Luego me
atrajo en un abrazo apretado.

—Te quiero —susurró en mi oído.

—Lo sé —le respondí.

Cuando terminó, papi repitió la acción, y luego, finalmente, mis padres se


fueron. Escuché mientras el auto se alejaba por la calzada y a la carretera.
Suspiré. Gracias a Dios que había terminado. Se sentía bien estar
finalmente sola, y aun así, al mismo tiempo, tuve que admitir que estaba
un poco asustada. ¿Y si los ángeles venían por mí? ¿No debería
simplemente aguantar ir a la Toma y estar con el resto de mi pueblo para
que al menos pudiera estar con mis padres? ¿Por si acaso?

Pero la idea de ser una de la multitud hacía que mi estómago se retorciera,


y supe que había tomado la decisión correcta. Este último año me había
vuelto muy buena en ser reservada. Las escusas iban de prácticas a

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ridículas, pero al menos con la Toma tenía la mano ganadora. Mis padres
me había visto llorar por Chris todo el año, y el aniversario de su llevada
no era exactamente algo que pudieran esperar que celebrara. Pero creo
que estaban preocupados por mí, por lo aislada que me había vuelto en los
últimos meses.

También estaba el pequeño asunto de que pensaba total y completamente


que el Pastor Warren estaba lleno de mierda y cómo verlo de pie delante de
todos nosotros como algún dios o algo siempre me enfadaba de verdad.
Podrías pensar que esa sería una extraña reacción considerando que el
pueblo se estaba enfrentando a algo bastante obvio y real.

Pero.

Deja que te diga algo sobre el Pastor Warren.

Cuando el Pastor Warren vino al pueblo después de que esto sucediera el


primer año, con nosotros todos asustados, te diré, algunos se fueron. Se
fueron inmediatamente. Pero la mayoría de nosotros nos quedamos. No
pensamos que pasaría otra vez. Y cuando pasó… bueno, hace falta mucho
para convencer a la gente de que se vaya de su casa para siempre.
Especialmente cuando algo pasa solo una vez al año. Es como la gente que
vive bajo un volcán o junto a una falla: las probabilidades están a tu favor.
Técnicamente. Y cuando tienes tantas familias que han estado aquí antes
de la Guerra Civil, es difícil convencer a la gente para que simplemente
recojan y se vayan.

Por supuesto, el hecho de que pasara lo mismo cada vez, y que seguiría
pasando, bueno, hizo falta un par de años para que la realización se
arraigara. Curiosamente, hicieron falta esos mismos dos años para que el
Pastor Warren se afianzara. Para cuando la mayoría de nosotros nos dimos
cuenta de lo serio que era el asunto, el Pastor Warren había conseguido
oficialmente su posición en la comunidad.

No era solo un líder religioso, no como el Padre Peter en la Iglesia Católica.


Era más que eso. Para entonces se había convertido en el héroe del pueblo,
en más de una forma. Fue el Pastor Warren quien le dio al pueblo la
confianza de que los ángeles vinieran era una Gloria. Fue el Pastor Warren
quien hizo que la gente no se sintiera asustada, quien convenció a todos
que no deberíamos tener miedo a ser llevados ya que era un gran honor.

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Quitar el miedo de esa forma era una gran cosa. Sentirse a salvo… ¿quién
no quiere eso? También fue el Pastor Warren quien nos dijo que éramos
especiales, nuestro pueblo, por haber sido elegidos. Y a todo el mundo le
gusta sentirse especial.

Luego estaba la cosa de lidiar con los medios de comunicación, lo cual


también fue idea suya. El segundo año cuando pasó otra vez, los equipos
de noticias nos visitaron la semana siguiente cuando se dieron cuenta de
que no fue solo un golpe de suerte. Aunque a nuestro pueblo era muy
difícil llegar, lo consiguieron. No nos gustaba ser el centro de atención, y
en este punto todavía no estábamos convencidos de la Gloria. Todavía
mirábamos a los ángeles como si fueran algo malo, como si aquellos que
habían sido llevados habían muerto contrariamente a haber sido elegidos.
No nos gustaba que los medios de comunicación se aprovecharan de eso.

Fue el Pastor Warren quien resolvió el problema.

Mentimos. Todo el maldito pueblo. Mentimos. El tercer año estábamos


planeando esta enorme celebración de todas formas, así que el Pastor
Warren arregló todo para que lo hiciéramos una semana antes. No era
como si los medios de comunicación estuvieran siguiendo las fechas. Lo
organizamos todo, invitamos a todas estas personas de las noticias para
que vinieran y lo comprobaran, y todos ellos acamparon alrededor del
pantano para llegar a nuestro pequeño pueblo. Preparamos la celebración,
incluso preparamos los fuegos artificiales, y cuando se puso el sol, todos
esperamos con anticipación. Bueno, los de comunicación lo hicieron.
Nosotros sabíamos la verdad. No pasó nada, por supuesto, por ser el día
equivocado y todo eso. El Pastor Warren fue proclamado un farsante,
nuestro pueblo fue llamado buscador de atención, incluso llegamos al top
diez de los fraudes del año en la CNN.

Eso sí, todavía había unos pocos fuera de nuestro pueblo que seguían
creyendo, que todavía se mudaron aquí o al menos vinieron al final de
agosto para verlo por ellos mismos. Quiero decir, la gente intentaba sacar
fotos cuando la Toma ocurría, pero eran como las fotos del Yeti, borrosas,
desenfocadas. Incluso los pocos videos que habían sido grabados no se
veían mucho. Era difícil capturar lo que estaba pasando en video cuando
no sabías dónde iban a aparecer o a quién se llevarían. Incluso había un
par de páginas web devotos a la cosa de los ángeles. Uno contenía

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adoradores online del Pastor Warren y su iglesia. Otro intentaba explicar
que todo era una conspiración. Pero eran pequeñas páginas web hechas en
casa, y nadie importante se preocupaba por ellos. Los medios de
comunicación habían sido humillados, y querían olvidarnos tan rápido
como fuera posible. Así que en la mayor parte nos dejaban solos.

El Pastor Warren hizo que la gente se sintiera segura, protegida, y especial.


Nos dijo que era mejor si nos dejaban solos porque nadie más lo
entendería realmente, que lo mantuviéramos en secreto porque eso era lo
que querían los ángeles. Nos habían elegido. No habían elegido a nadie
más. Eso tenía que significar algo.

Y aun así el día de la Toma vendría. Y la gente estaría nerviosa. Pensarías


que sería fácil de evitarlo, ¿no? Meter algunas cosas en una bolsa, salir de
New Adamstead por la noche, olvidarse de toda la cosa, y volver por la
mañana. Fácil.

No con el Pastor Warren a cargo. Empezó a predicar a los nerviosos.


Debemos hacer honor a los ángeles como ellos a nosotros, explicó. Nos dijo
que el día más grande del año era la Toma, que debemos adorar juntos en
ese día. Que si llenas tu auto y te vas, no puedes volver nunca. Porque si
te vas ese día no eres un verdadero creyente. Irse en ese día es herejía.

Si te vas…

Douglas Earl lo intentó. Se llevó a su familia, se fue durante el día y la


noche y volvió la mañana siguiente. El pueblo no estuvo muy contento con
eso. La tercera noche sus ventanas estaban rotas. No se pudo probar
quién lo hizo. Las ruedas de su auto fueron rajadas, un fuego empezó en
su basura. La gente en el pueblo ya pretendía que él y su familia no
existían, así que los policías no ayudaron. Y todo esto hubiera sido
suficiente castigo para cualquiera. Pero entonces el Pastor Warren
convenció al ayuntamiento para poner una regla. Ahora si te ibas del
pueblo, no se permitía volver. Ya no era cuestión de ser excluido, o
considerado hereje. Ahora era cuestión de ley.

Douglas Earl y su familia fueron forzados a irse.

Puedes irte de Hartwich. Puedes irte de Hartwich cualquier día del año.
Puedes irte de vacaciones. Puedes irte a la ciudad a cenar. Puedes enseñar

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física en Tulane en Nueva Orleans. Y si vienes de una antigua familia, si tu
madre tiene un estatus especial en la comunidad y es muy guapa, incluso
se te permite no asistir la Iglesia de los Ángeles cada semana.

Pero no te vas el día de la celebración. Es la voluntad de los ángeles.

Y eso es algo bueno. Recuerda, y siempre recuerda, los ángeles son una
cosa buena.

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Tres
Traducido por Aяia

Corregido por Mari NC

F ui arriba a mi habitación y me cambié a una camiseta grande que


usaba de pijama. Mi plan era intentar poner la celebración fuera de mi
cabeza y leer un libro hasta que me durmiera. Pero cuando me di cuenta
de que había estado leyendo el mismo párrafo una y otra vez, supe que eso
no iba a pasar.

Mi estómago estaba vacío.

Yo estaba vacía.

Sabía que se suponía que tenía que venerar a los ángeles, pero todo en lo
que podía pensar era en cuánto los odiaba.

Pude sentir cómo se aceleraba mi pulso y me invadía una familiar


ansiedad. Tenía que calmarme. Así que hice lo que siempre hacía cuando
mi mente daba vueltas con pensamientos: fui abajo y al jardín para
sentarme en el columpio.

Normalmente me encantaban las noches de verano. Me encantaba lo


pesado y pegajoso que estaba el aire. Sabía que algunas personas lo
podían ver como incómodo, algunos incluso encontraban que les pesaba.
Chris dijo una vez que era como tener una capa permanente de sudor
cubriendo tu cuerpo. Pero para mí era como un abrazo cálido, como si
hubiera esta constante presencia reconfortante.

Caminé descalza a través del césped y me senté en el columpio, el que hice


que papá construyera para mí cuando tenía nueve años porque lo vi en
una película una vez. Tuve mi primer beso en ese columpio. Mi único beso.
¿Cómo de triste era eso? Dieciséis y había tenido un beso virginal en toda
mi vida. Pero no fue como si pensara que eso sería todo en aquel

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momento. Quiero decir, era el principio de algo. La promesa de algo más.
No pensé que la siguiente semana él no estaría.

Mi única oportunidad de felicidad se había ido.

La gente se reía de eso, me decía que todavía era joven y todo eso. Seguro
se sentían mal por mí después de que Chris fuera llevado. Todos me
miraban con ojos tristes. Pero después de un año, bueno, estoy bastante
segura de que todos pensaban que era hora de empezar de nuevo. Sabía
que su madre, padre y hermana, Sissy, no les gustaba mucho el hecho de
que yo pasé más tiempo en duelo por él que ellos. Pero nunca le
conocieron como yo. No habían pasado cada momento libre con él,
escalado el viejo roble, o sentado durante horas solo hablando sobre cosas
como lo habíamos hecho.

Habíamos sido amigos desde el primer día de la escuela a los cinco años.
Él fue quien me buscó. Nunca supe realmente por qué le gusté tanto en
aquel entonces, con muchas pecas y una masa de pelo amarillo. En
realidad, nunca estuve realmente segura de por qué le gustaba tanto en
general. Él era tan fácil consigo mismo, estaba tan cómodo en su piel.
Guapo, pero no demasiado. Solo el tipo de look fácil, normal, americano.
Cabello marrón suave y rizado, unos músculos ligeros que a medida que
crecía, se convirtieron en perfectos para jugar como quarterback. Bueno,
suplente. Probablemente habría llegado a ser el quarterback principal si no
hubiera sido… si hubiera llegado a ser de último año. Entonces mi novio
habría sido el quarterback. Yo habría estado saliendo con el quarterback.

Yo.

Probablemente la mayoría de la gente habría encontrado eso muy raro.

Yo era lo totalmente opuesto a Chris. Nunca en paz conmigo, nunca


entendiendo cómo vestirme. Siempre un poco tensa alrededor de los
extraños. Y estar relajada tampoco ayudaba mucho. Entonces solo era…
rara. Cuando estaba realmente cómoda con alguien, hacía estos chistes
que nadie entendía de verdad. Y luego estaba la forma en que veía el
mundo, mis pequeñas filosofías que siempre quería compartir, la gente
simplemente no las entendía.

Excepto Chris.

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A él le gustaban mis chistes. Se reía de ellos porque eran graciosos. No
porque fueran “raros”. Lo cual era lo que la mayoría de la gente pensaba.

Tal vez al ser él tan normal y yo no nos compensábamos el uno al otro. Lo


que sea que fuera, nos llevábamos genial. Nunca realmente le consideré
como material para novio cuando empezó todo; éramos tan buenos
amigos. Pobre chico, teniendo que aguantar todos mis enamoramientos y
todas mis lágrimas durante los años. Y entonces finalmente me dijo la
verdad. Cómo se sentía. Y luego me besó.

Fue asombroso.

Desde donde estaba sentada en el columpio, a través de los árboles, podía


ver el centro del pueblo a lo lejos, las luces parpadeando cuando las ramas
se mecían suavemente hacia atrás y hacia delante brevemente
oscureciendo mi vista. Luego no. Podía oír las voces, el sonido
construyéndose mientras todos llegaban al recinto ferial. No podía ver a
nadie, pero como con los ángeles, sabía que estaban ahí.

Pasaría pronto.

Por la forma en que lo he estado contando, suena como si se llevaran


cientos de personas al año, pero eso no es verdad. No podía ser verdad,
sino no nos quedaría nadie. Pero me había dado cuenta, y creo que otros
también, que cada año los ángeles parecían llevarse a más gente.
Realmente me asustaban. Pensarías que asustarían a todos. Pero sabía
que mucha gente en el pueblo realmente esperaba que les llevaran una vez
que el Pastor Warren les hubo convencido de que era una cosa buena.

Te preguntarás por qué mi familia no se fue cuando algunos de los otros lo


hicieron. No era como si estuviéramos realmente de acuerdo con toda la
cosa de la adoración a los ángeles como la mayoría de la gente en el
pueblo. Pero Madre había mudado a la familia aquí cuando yo era un bebé
por una razón.

Verás, cuando sus padres murieron, la antigua finca de la familia la


heredó ella. Si no hubiera vuelto para vivir aquí, el testamento estipulaba
que el pueblo podría hacer lo que quisiera con la casa. También había algo
sobre como el mayor deseo de sus padres era que su nieta creciera en este
sitio. Eran un último viaje de culpabilidad desde más allá de la tumba.

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Mi madre ya se sentía mal por mudarse para estar con papá. Le encantaba
Hartwich, tenía una de esas conexiones especiales que tenía la gente que
tenía generaciones enterradas en el cementerio del pueblo. Se había
mudado porque había quedado embarazada fuera del matrimonio y sus
padres la habían desheredado. Aunque se hubiera casado con papá casi
seguido, no importó. Pero entonces, finalmente, dos años después, algo
pasó y contactaron con ella de la nada. Dijeron que querían llegar a
conocerme, dijeron que la echaban de menos. Dijeron que la familia es lo
más importante. Iban a venir para visitarnos por primera vez al norte
cuando el hombre que había tomado demasiados tragos cruzó la línea
media y chocó de frente contra su auto.

Madre siempre se culpó por eso.

Cuando el testamento fue leído y escuchó su última súplica… bueno, eso


fue todo. Papá se puso al teléfono inmediatamente, consiguió un trabajo
en Tulane, y recogimos y nos dirigimos a “casa”.

De todas formas, cuando la cosa de los ángeles empezó a pasar, ella


estaba lista para irse por la noche, claro. No le importaba lo que pensaba
nadie. Pero cuando se puso la nueva ley que si te ibas entonces nunca
podrías volver…

Fue una dura elección para ella. Pero simplemente no podía abandonar a
sus padres. No otra vez.

Le destrozaba cada año. Y creo que estaba empezando a debilitarla. Creo


que su determinación se estaba haciendo más blanda. No iba a durar
muchos años más de esto. Nos mudaríamos. Lo veía en ella. Tal vez no el
año que viene o el año siguiente a ese. Pero nos mudaríamos.
Decepcionaría a sus padres por mi bien.

Se sentía como mucho peso para ponerlo sobre mis hombros.

Así que éramos un poco diferentes de la mayoría de la gente aquí que se


había quedado por su veneración a los ángeles y a la iglesia del Pastor
Warren. Realmente nunca habíamos sido de ir a la iglesia incluso antes de
que ocurriera la Toma. Cuando volvimos, madre nos hizo asistir
regularmente para crear una impresión en el pueblo. Pero eventualmente
papá dijo que no podía hacerlo más:

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—Perder el tiempo adentro de esa forma en una perfecta mañana de
domingo. Pudo apreciar mejor el milagro del mundo yendo a dar un paseo.

Sí que fuimos a la Iglesia de los Ángeles una vez, sin embargo. Los tres.
Incluso papá. Fue por curiosidad, por supuesto. Sé que papá pensó que la
Iglesia de los Ángeles sería algo pasajero, pero una vez que todos en el
pueblo comenzaron a recitar sus dogmas, comenzaron a entregarnos
panfletos y explicando la Gloria, bueno, la curiosidad sacó lo mejor de
nosotros.

Esa fue la primera vez que realmente logramos ver al Pastor Warren hacer
lo suyo. Era un hombre muy sudoroso, mucho más que la mayoría.
Parecía un poco debilucho, pero esa era yo proyectando mi opinión sobre
él. Otros simplemente dirían delgado. También estaba perdiendo su
cabello, intentando pretender que no. Llevaba un sombrero todo el tiempo,
incluso adentro. Sus ojos eran ojerosos. Muchas de las señoras del pueblo
le llamaban apuesto. Chris y yo simplemente pensábamos que era extraño.

Pensábamos que toda la maldita cosa era extraña.

El Pastor Warren empezó el sermón con la oración a los ángeles,


agradeciéndoles por elegirnos, y bendiciéndolos como ellos nos habían
bendecido. Luego se volvió y nos habló durante un estúpido largo tiempo.
Diciéndonos cuál era nuestro deber para con los ángeles. Fue realmente
espeluznante, pero se podía oír estos sonidos por la iglesia, difícil de
describir, como una especie de gemidos creo. Asumí que tenía que ver con
la forma en que la iglesia estaba construida y el aire pasando a través de
ella, pero sonaba espiritual claramente. De hecho, hubo una sección del
servicio donde simplemente nos sentamos en silencio y escuchamos esos
sonidos. Mensajes, explicó el Pastor Warren.

Luego se pasó una libreta de papel. Cogías un trozo y escribías tus


pecados en él y luego lo dejabas en el plato de cobre que sus asistentes, los
cuales eran llamados “discípulos”, te presentarían. La ceremonia terminó
con uno de ellos subiendo a la alta torre anexada a la iglesia y tiró los
papeles volando al viento.

Chris y yo pasamos el resto del día caminando alrededor recogiendo los


papeles, leyendo los pecados. Recogimos un montón y nos sentamos en la
hierba, intentando averiguar a quién en el pueblo le pertenecía cada uno.

20
Casi nos morimos de la histeria cuando leímos que Sissy tenía un gran
enamoramiento con el Sr. Malone el profesor de álgebra.

Así era con Chris.

Cogía un día realmente raro y lo convertía en uno bueno.

Ahora sentada en ese estúpido columpio, sentí la familiar sensación vacía


otra vez en mi estómago. Los recuerdos que el columpio evocaba eran
demasiado para manejarlos. Me levanté con frustración y me volví hacia la
casa, caminando por la pequeña colina hacia la puerta lateral.

Fue entonces cuando lo vi.

21
Cuatro
Traducido por Lizzie

Corregido por Mari NC

P or el rabillo de mi ojo.

No me había dado cuenta de que lo había visto hasta que estuve dentro de
la casa, pero me detuve en seco, el corazón en mí garganta, cuando caí en
la cuenta. Mi mano estaba moviéndose sobre el interruptor de luz del
pasillo principal, pero lo pensé mejor y no la encendí.

Tan silenciosamente como pude subí a mi habitación. A pesar de que no


había encendido ni una sola luz, todavía sentía la necesidad de
arrastrarme por el suelo de mi habitación para evitar ser vista a través de
las ventanas. Bueno, podría haber parecido una cosa ridícula para hacer,
pero mi respuesta de lucha o huida era perspicaz. Sentía esta fuerte y loca
necesidad de sobrevivir incluso si me parecía una tontería hacerlo. Cuando
por fin llegué al otro lado, me levanté con la ayuda del asiento de la
ventana, centímetro a centímetro, hasta que apenas podía ver el exterior
Esto no hizo casi nada ya que estaba al nivel de la línea de los árboles. Así
que me impulsé aún más. Y un poco más lejos. Hasta que finalmente
estuve sentada, medio oculta por la pared, mirando hacia abajo en el
césped.

Y ahí estaba, mirando directamente hacia mí.

¡Santa Mierda! Mi corazón entonces dio un saltó directo a mi cerebro, y me


caí del asiento.

Un segundo, eso es todo lo que tomó procesar lo que había visto. Menos
que eso, no es que pudiera contar nada. Una silueta negra. Enorme, más
de dos metros, supongo. Y alas. Por Dios que eran alas, abiertas
ampliamente en mi dirección.

22
Se sostenía en dos pies como una persona, pero su cabeza no tenía la
forma correcta, el cuerpo demasiado amplio. Más cerca de un minotauro,
diría yo. Aunque sin cuernos, sin cabeza de toro. Bueno, no sé de dónde
vino la idea de un minotauro, pero se sentía precisa incluso si no era
verdad. Y, sí, sucedía que sabía lo que era un minotauro.

Todo en un segundo.

Santa Mierda.

Negué con la cabeza ante ese pensamiento. Santa mierda de hecho. Muy
santa.

Demasiadas emociones estaban corriendo a través de mí. Entonces un


pensamiento. Mejor asegurarme de que sigue allí.

Todavía está allí.

Y sin dejar de mirar directo hacia mí.

Con mi espalda contra la pared, mis rodillas levantadas y presionadas


juntas, y las lágrimas formándose en mis ojos, traté de averiguar qué
hacer a continuación. No podía entender por qué estaba allí de pie, por
qué no me había llevado ya. Por qué podía verlo en primer lugar.

Como he dicho antes, en mi opinión, la única razón por la que los ángeles
se manifiestan es porque quieren ser vistos.

¿Qué es lo que quiere de mí?

Entonces algo cambió dentro de mí. Solo así. Nunca entendería qué pasó.
Todo lo que sé es que lo hizo. Sentada allí, en un rincón de mi habitación,
temblando y asustada y esas cosas, simplemente me pareció muy injusto.
Esta era mi casa, maldita sea. Este era el lugar en donde crecí, aquí era
donde creció mi madre, y su padre antes de eso. ¿Y esa criatura solo iba a
estar fuera de mi ventana y aterrorizarme? ¿Asustarme en mi propia casa?

Ya era bastante malo que esta cosa fuera responsable de asustarme cada
día de mi vida. Preguntándome y preocupándome por Chris. Me hizo llorar
casi todas las mañanas y me hizo insensible a casi cualquier otra cosa. Me
hizo bajar mis notas, afectó mi futuro. ¿Qué demonios hacía sentada
temblando en la esquina?

23
Estaba cansada de él. Cansada de todo.

No.

Estaba malditamente enfadada.

Chris me había enseñado cómo disparar una escopeta el año pasado. Me


había llevado afuera a altas horas de la noche, en el fondo del último
rincón de su propiedad, y me dijo que apuntara el viejo roble. El pobre fue
acribillado, la historia de los chicos Hamilton como se demostraba a través
de los agujeros de bala. Rifles, pistolas, escopetas. Todos de diferentes
épocas.

“¿Ves esto? Es de la Guerra Civil.” Chris pasó el dedo sobre un agujero que
ahora era poco más que un surco, cubierto de musgo.

Me mostró cómo cargar la cosa, apuntar y disparar. La primera vez me


asustó como el infierno. No esperaba el retroceso o el sonido. Pensé que
despertaríamos a toda la ciudad. Pero Chris dijo que estaba impresionado.

“¿Por qué? ¡Estoy totalmente desviada del objetivo!”

“Sip, pero no por mucho. Y no vacilas, no tropiezas con nada. Eso es


realmente impresionante”, dijo, y sonaba como que lo decía en serio. Pero
estaba bastante segura de que estaba siendo su típicamente dulce él. En
cualquier caso, la próxima vez estuve lista, y me las arreglé para disparar
al árbol. En realidad, fue una locura, me las arreglé para llegar a ese
mismo surco de la Guerra Civil. Chris me había felicitado por mi objetivo a
pesar de que sabía que había sido un accidente. En cierto modo tuve que
admitir que me gustaba la sensación de disparar. Pero cuando Chris me
preguntó si quería ir a cazar con él la próxima temporada, le dije que no.
No podía soportar la idea.

Es diferente, disparar a animales.

Los ángeles no son animales.

Teníamos una escopeta. Mi madre no podía vivir cómodamente sin una.


Papi no podía vivir cómodamente con una. Pero mi madre ganó esa ronda.

Estaba malditamente enfadada.

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Salté a la planta baja. Ya no sentía la necesidad de ocultarme. Hice mi
camino hacia el gabinete de las armas, lo abrí, agarré el arma. Luego fui a
la caja fuerte en el despacho de papi por las balas y la cargué. Se sentía
más pesada que la de Chris. Parecía más peligrosa.

Mi estómago se revolvió, y pensé que podría estar enferma. Pero entonces


la rabia volvió, y me sentí bien otra vez.

Cuando llegué al pasillo de atrás, tomé una respiración profunda y aplasté


mi espalda contra la pared. Me deslicé por el pasillo manteniendo un ojo
en la ventana de la puerta. No podía ver nada más que oscuridad a través
de ella. El ángel no podía estar muy lejos. Mi habitación estaba casi
directamente por encima de la puerta. A menos, por supuesto, que el ángel
se hubiera ido y eso sería bueno, ¿cierto?

¿Cierto?

Llegué a la puerta y seguí hacia la izquierda. Miré por la ventana, pero era
difícil ver en ese ángulo. Si yo iba a seguir adelante con esto, no podía solo
permanecer en el interior. A la cuenta de tres, entonces, a la cuenta de
tres abriría la puerta, apuntaría la escopeta y saldría. Ese era el plan. A la
cuenta de tres.

Uno.

Ese era el plan.

Dos.

Porque podría estar perdiendo la razón.

Tres.

Estaba afuera, una caliente cámara cargada en mis manos, antes de que
pudiera procesar la idea de girar la perilla de la puerta. Mi adrenalina
estaba surgiendo.

Ningún ángel a la vista.

—¿Dónde estás? —grité. Tenía algo de nervios, por llamarlo así—. ¡Sé que
estás aquí, y será mejor que te muestres! —¿O si no qué?

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Obviamente, me estaba provocando. Probablemente de pie a dos metros de
mí, del tipo todo invisible y riéndose de mí. Debía parecer una maldita loca
allí de pie en la vieja camiseta de Columbia de papi, apuntando un arma
en la oscuridad del patio.

Fue entonces cuando empezaron los gritos. No mis gritos. Todavía estaba
lidiando con el problema del ángel invisible. No, los gritos a través del
bosque, al otro lado del río, y en la ciudad. Los gritos donde las luces
todavía brillaban por entre los árboles.

Estaban de regreso. Y era algo normal, por lo que parecía.

Sacándome de quicio.

—¡Muéstrate, tú hijo-de-puta!

Debes venir conmigo.

La voz estaba en mi cabeza, pero no era un pensamiento. Me volví y estaba


justo allí, de pie allí tan cerca que hubiera podido ver el blanco de sus ojos.
Si él hubiera tenido algo más que los profundos agujeros negros donde los
ojos deberían haber estado. Me tambaleé hacia atrás. Creo que el instinto
se hizo cargo porque la escopeta se disparó en la dirección opuesta, y él
desapareció.

Buen intento.

—¡No creo que el sarcasmo esté ayudando en tu situación ahora mismo! —


le grité a nadie mientras disparaba mi segundo tiro. El sonido era
reconfortante.

Reapareció a unos tres metros de distancia frente a mí. Lo oí reír en mi


cabeza.

Eres extraña.

Esa es la última burla, amigo.

—Sí, bueno, estás muerto.

Y le disparé a ese ángel directo en la cara.

26
Cinco
Traducido por Mari NC

Corregido por Anjhely

C erré el armario de las armas con manos temblorosas y apoyé mi


frente contra el frío cristal. ¿Qué había hecho? Oh Dios mío, ¿qué
había hecho? Las lágrimas se formaban en mis ojos, lágrimas de pánico y
confusión. No podía ir a cazar con Chris, oh no, eso sería cruel. ¿Pero
disparar a ángeles en la cara? No hay problema.

Oh Dios mío.

No quería volver ahí fuera. No podía volver ahí afuera. Después de que
había disparado el arma y él había caído hacia atrás, alas extendidas
debajo de él, una en un ángulo divertido, bueno, después de eso, yo
simplemente corrí adentro. Reacción de lucha o huida. ¿Qué hay de la
reacción de lucha y luego huida? ¿Qué hay de la reacción: disparar a un
ángel en la cara y luego huir tan rápido como puedas?

Ay, hombre. Acababa de dispararle a un ángel en la cara.

Me dirigí al vestíbulo y me senté en las escaleras. Levanté la vista hacia el


grande y viejo reloj de péndulo. Eran casi las diez. Mis padres estarían en
casa pronto.

“¿Cómo estuvo tu noche, amor?”

“Maté a un ángel.”

“Bueno, eso no es agradable.”

Eso no sucedería. A papi nunca le gustaron las armas en primer lugar,


mamá solo lo pretendía que lo hacía. Yo estaba tan castigada.

Me puse de pie. Tenía que deshacerme de él. Lo llevaría al bosque, a


enterrarlo o algo así. ¿Puedo hacer eso? Era enorme, después de todo, y yo

27
no estaba precisamente súper en forma ni nada. Podría conseguir la
carretilla del cobertizo, y lo único que tendría que averiguar era cómo
ponerlo en ella. Yo podría hacer eso.

Tenía que hacer eso.

Salí por la puerta trasera esta vez, tratando de evitar la escena del crimen
por el mayor tiempo posible. Bajé por el porche de atrás a lo largo del
camino del jardín al pequeño cobertizo en la parte trasera, lo abrí con la
llave escondida debajo de la tortuga de cerámica. Agarré la carretilla y me
abrí paso por el costado de la casa.

El aire estaba extrañamente silencioso. No más gritos, no más celebración.


La “veneración” silenciosa, como la llamaba el Pastor Warren, después de
una Toma. Sí. Veneración. Eso es lo que era.

Sabía que me estaba acercando. Al pasar por el columpio, tomé un


profundo suspiro y centré mi mirada por delante de mí. Mis entrañas se
tensaron. ¿Dónde estaba? Al principio estaba segura de que él se las había
arreglado de alguna manera para sobrevivir y desapareció de nuevo. ¿Y
luego qué? Tendría a un ángel bastante enfadado en mis manos. Pero
entonces vi una figura tendida de espaldas en el suelo. Él estaba distinto
de cierto modo. Sentí una mezcla de alivio y consternación. Quiero decir,
yo no quería ningún ángel enojado volviendo a la vida y buscando su
venganza. Al mismo tiempo, me sentía mal al pensar que había matado a
alguien. Algo.

Pero era extraño. La figura en el suelo no lucía bien de alguna manera. No


tan... grande. Cuando me acerqué a él, parecía mucho más humano que
nada. Y entonces me di cuenta. No había alas. Ninguna. A la figura le
faltaban totalmente las alas.

Me acerqué entonces, y me detuve, colocando la carretilla a un lado. Me


preparé para la horripilante visión de una criatura con su cara, y
probablemente cabeza, estallada.

Lo que vi me asustó como el demonio incluso más que eso.

Un chico desnudo.

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Total y completamente desnudo. Tendido de espaldas. La cabeza
ligeramente inclinada hacia un lado, pero el rostro y todo absolutamente
allí, sin una marca para ser vista. Y había otras cosas absolutamente allí
también, más abajo, y me di la vuelta y comencé a entrar en pánico de
nuevo.

Bueno, perdóname, pero nunca antes había visto a un chico desnudo. Hija
única y todo eso, sin hermanos, y sí sé que tal vez debería haber sido un
alivio que yo no tuviera que preocuparme por la horripilante posibilidad de
no encontrar una cabeza, pero todo en lo que podía pensar era que tenía
que poner a este chico desnudo en mi carretilla, y si iba a hacer eso,
tendría que tocarlo.

De repente oí un gemido. Me di la vuelta, cuidando de mantener la mirada


en su rostro, y observé mientras él rodaba su cabeza lentamente de un
lado a otro, y otro gemido escapó de sus labios.

Oh dios. No estaba muerto. Esa era algo bueno, ¿no? Yo no era una
asesina. Esto era algo bueno.

Pero, ¿qué demonios hago ahora? Tengo un ángel que perdió sus alas y de
repente es un chico desnudo en mi patio, y simplemente no sé cómo
explicarle nada de esto a nadie.

Necesitaba tiempo para pensar. Lo cual que realmente no tenía. ¿Cómo iba
a ganar más tiempo?

Miré a la carretilla.

Pensé en el cobertizo.

¿En serio? ¿Este era el lugar a donde el hilo de mis pensamientos me


conducía?

Pero me compraba algo de tiempo al menos.

Traje la carretilla hacia él. Fui y me puse de pie detrás de su cabeza y lo


miré. Realmente no parecía demasiado mayor que yo, pero eso no tenía
mucho sentido. Y sus facciones eran una especie de agradable mandíbula
cuadrada y nariz recta. Tenía buenos hombros, también. Oh, ¿qué
importaba? Ponlo en la maldita carretilla ya, Riley.

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Me agaché y lo levanté desde debajo de los omóplatos. Era un peso muerto
y estúpidamente pesado. Pero me las arreglé para deslizar mis brazos bajo
sus axilas y tirarlo a lo largo de la orilla del borde de la carretilla. Yo no
quería pensar lo que la tierra y piedras en la hierba estaban haciéndole a
su trasero, siendo arrastrado así. Me recordé a mí misma que a pesar de
que parecía un caliente chico desnudo, él era realmente un ángel hijo de
puta, ya sabes, como los que se llevaron a Chris, y luego ya no me
importaba cómo de raspado terminaba su trasero.

Este pensamiento fue realmente muy útil, ya que me devolvió un poco de


esa rabia de antes, y la rabia me ayudó a llegar a meterlo en la carretilla y
empujar la maldita cosa de vuelta al cobertizo. Esto me ayudó a sentirme
más satisfecha que preocupada cuando lo dejé en el interior, y él rodó
sobre el duro cemento, con la cabeza chocando contra la podadora
manual.

Yo sabía qué hacer a continuación. Estaba en un cobertizo bien surtido,


así que cogí un poco de soga y até sus manos. Luego sus pies. Había un
viejo bloque de cemento en el cobertizo por alguna razón, así que até un
largo trozo de cuerda de sus manos al bloque, algo así como atar a un
perro. Finalmente había algunos trapos viejos de limpieza cubiertos de
aceite colgando en la esquina, así que tomé uno de esos y, con mucho más
esfuerzo de lo que crees que tomaría, forcé su boca a abrirse y lo
amordacé. Luego tomé cualquier instrumento afilado que pude encontrar,
los metí en una bolsa, los llevé fuera del cobertizo y los escondí a la vuelta.
Solo por si acaso. Porque él era un ángel, y ellos tienen trucos.

Examiné mi trabajo y me pregunté exactamente cómo me las había


ingeniado para llevar todo eso a cabo. Entonces oí un vehículo viniendo
por el camino y rápidamente cerré la puerta del cobertizo y le puse llave.
Esta vez me quedé con la llave.

Llegué a mi habitación justo a tiempo, me zambullí debajo de la sábana,


encendí la luz de mi mesita, y tomé mi libro. La puerta se abrió.

Miré hacia arriba.

—Todavía aquí —dije.

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Mamá se acercó a mí en un apuro y me atrajo en un fuerte abrazo. Su
barbilla descansaba sobre la parte superior de mi cabeza, y yo podía sentir
sus lágrimas en mi cabello.

—Estoy bien —le dije en su pecho. Pero podía oír su corazón latiendo y
sabía que necesitaba esto.

Después de un largo rato, finalmente me soltó. Me cogió la cara entre las


manos y apartó un mechón de cabello detrás de la oreja. Frunció el
entrecejo.

—Te ves sonrojada.

—¿Sí? —pregunté tratando de sonar confundida.

—Sí. —Ella puso la palma de su mano en mi frente—. No hay fiebre.

—Solo tengo calor —le contesté. Eché un vistazo al ventilador de la


esquina—. Creo que estoy tan metida en mi lectura que me olvidé de
encender el ventilador.

—Tal vez —respondió ella, acercándose y encendiéndolo. La brisa se sentía


bien—. Las ventanas están cerradas también.

—Ese es probablemente el motivo.

Abrió las tres tanto como permitían, y miró hacia el patio. Yo tenía la
esperanza de que no hubiera dejado ninguna evidencia detrás. Ella se giró
y me miró con una mirada final de escrutinio.

—Hazme saber si te sientes mal mañana.

—Por supuesto.

Se acercó y me dio un beso en la frente y se dirigió a la puerta. Papá


estaba allí de pie, en silencio, después de haber estado observándonos.

—¿Cómo fue? —le pregunté mientras mamá caminaba junto a él hacia el


pasillo.

—El año que viene creo que voy a seguir tu ejemplo y quedarme en casa.

—Eso está mal.

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—Se llevaron a Jonah Richards.

—¡Pero él tiene tan solo ocho años de edad!

Papá asintió. Era su turno para venir y darme un beso de buenas noches.
Luego desapareció, y yo estuve sola de nuevo.

Aparté la sábana de mi cuerpo. Estaba demasiado caliente para nada de


eso. Me levanté y me acerqué a la ventana, sentándome en el asiento y
mirando fijamente hacia donde todo había sucedido hacía tan solo unos
minutos.

Jonah Richards.

Eso es todo, chico ángel. No tienes ni idea de en lo que te has metido.

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Seis
Traducido por Celemg

Corregido por Lexie'

N o necesité la alarma de mi reloj para despertarme la mañana


siguiente. Había dormido bastante y estuve mirando fijamente el
techo por quince minutos antes de que se apagara. Cinco de la mañana.
Había olvidado que había un cinco en la mañana.

Me lancé sobre el mismo vestido del día anterior. Realmente tenía tres
vestidos exactamente iguales que podría haber elegido, que es como
compro. Eso deprimía a mi madre. Éste aún colgaba sobre la silla y estaba
perfectamente bien para vestirlo de nuevo. Rápidamente tiré mi cabello en
una cola de caballo y me deslicé en mis sandalias antes de hacer mi
camino tan tranquilamente como era posible atravesando la casa para
salir al patio.

Había niebla tapizando el césped, y el aire ya era muy caliente. Era difícil
creer que la escuela comenzaba la semana próxima. Se sentía como si el
verano sólo estuviera empezando. Había sido particularmente lluvioso éste
año. Aunque todavía locamente caluroso. Mi sien ya estaba goteando de
sudor en el momento en que fui al cobertizo, aunque ésta mañana no creí
lograrlo con ese clima.

Había demasiados pensamientos yendo a través de mi cabeza. El más


grande era probablemente una estupidez: miedo a ser atrapada. No: “tengo
atado y amordazado a un ángel desnudo en el cobertizo de mi padre.” No:
“¿ese ángel va a encontrar el modo de herirme?” No: “¿Qué si está
muerto?” No, mi más grande preocupación era: “¿Qué si mis padres se
despiertan temprano y descubren lo que he hecho?

No oculto cosas a mis padres. Tengo una relación bastante buena con
ellos, más que muchos adolescentes, supongo. No es que no tengamos
nuestros problemas, pero estamos bien. En general. Nunca les oculté nada

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grande. Nunca les oculté algo como esto. Aunque no creo haber tenido
nunca éste problema en particular.

Antes de abrir de nuevo el cobertizo, fui por atrás y abrí la bolsa de


herramientas afiladas que había recogido esa noche y agarré las tijeras de
jardín. Y antes de abrir la puerta, esperaba que él no estuviera muerto.

Miré sobre mi hombro. Tenía suerte de que el descuidado seto verde


bloqueaba la vista del cobertizo, pero tenía una conciencia seriamente
culpable en proceso, e incluso a las cinco de la mañana me preocupaba
que mis padres estuvieran de pie justo detrás de mí.

No había nadie.

A salvo y sola.

Bueno, sola de cualquier forma.

Sólo hazlo ya.

Desbloqueé las puertas y las abrí a lo amplio, blandiendo las tijeras de


podar y encendí la lámpara junto a la puerta. Me tomó un momento antes
de ver realmente lo que estaba frente a mí. Fuera del hecho de que había
un chico desnudo atado en el piso del cobertizo, todo parecía bastante
normal. Me preocupé por un segundo de tener que inclinarme sobre él y
tomarle el pulso, pero reaccionó hacia la lámpara encendida, y supe que
estaba vivo.

¿Debería despertarlo?

Bueno, no podía sólo pararme a mirarlo así fijamente. Era algo


escalofriante.

—¿Hola? —pregunté suavemente. Probablemente muy suavemente. No se


movió. Aclaré mi garganta un poco, sintiendo el pánico comenzando a
crecer—. ¿Hola? —pregunté de nuevo. Ésta vez debe haber sido un poco
más fuerte.

El chico me oyó. Él volteó su cabeza hacia el sonido y abrió sus ojos un


poco. Los cerró de nuevo, alejándolos un poco de la luz. Ésta vez abrió sus
ojos mirando la parte oscura del cobertizo. Creo que ahí fue cuando se dio
cuenta de que estaba atado y amordazado porque de pronto se sacudió

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violentamente tratando de levantarse y cayó más duro. Se volteó y me miró
de nuevo, moviéndose hacia mí.

—¡No lo hagas! —dije apuntando las tijeras en su dirección y dando un


paso atrás. Miró las tijeras y luego levantó la vista hacia mí. Entrecerró los
ojos un poco y luego se recostó.

—Ahora voy a quitarte la mordaza de la boca, pero no puedes llamar la


atención o ser ruidoso o cualquier cosa. Y si intentas herirme voy a usar
estas, lo juro. —Para qué las usaría no tenía idea.

El joven, por otro lado, pareció encontrar las largas tijeras que yo estaba
blandiendo ante él particularmente amenazadoras y las observó con obvia
preocupación. Asintió hacia mí y dijo:

—Está bien, bueno.

Las mantuve arriba delante de mí mientras entraba al cobertizo de nuevo.


Eso fue bastante estúpido de mi parte cuando piensas en eso. Quiero
decir, está bien, él no lucía demasiado como un ángel ahora, pero no era
como si fuera solamente algún tipo atado. Éste chico tenía poderes. Lo
había visto desaparecer justo delante de mis ojos. Luego otra vez, aún
estaba atado después de todo, no había ido a ningún lado en la noche.

¿Era todo esto un gran engaño?

Bueno, lo descubriría lo suficientemente pronto.

Me incliné sobre él y tomé la mordaza quitándola de su boca. Lo segundo


que hice, corrí hacia atrás a mi posición ante la puerta frente a la lámpara.

El joven abrió y cerró su boca un poco. Luego se detuvo y me miró de


nuevo. Nos miramos fijamente el uno al otro en total silencio. No hablaría
yo primero. Además no sabía que decir.

Luego sonrió. Fue la primera vez que lo vi sonreír, y eso me derribó. Fue
de algún modo… impresionante.

Dijo:

—Puedo ver a través de tu vestido.

—¿Qué? —dije automáticamente.

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—La luz viene desde detrás de ti así. Puedo ver justo a través. —La sonrisa
se ensanchó.

—Yo…

—Mira, no me estoy quejando. Y como no te has movido, supongo que no


te importa que mire.

No tenía idea de qué hacer, así que di un traspié más lejos en el cobertizo y
caminé a un lado hacia la oscuridad así no estaría iluminada desde atrás.

—Y estás entrando, así que quieres acercarte a mí.

—¡No! —grité demasiado alto. Y para probar que “no” lo estaba, apunté mis
tijeras hacia él.

—¿Vas a cortarlo? —Él levantó una ceja.

—¿Cortar qué? —Demonios. Tenía que dejar de preguntarle


automáticamente así. Piensa antes de hablar, Riley. ¡Piensa!

El joven bajó la mirada hacia sí mismo, y casi seguí su mirada hasta que
recordé que estaba totalmente desnudo, y luego entendí lo que quería
decir.

¡Dios, no, ni siquiera pensé eso! ¿Quién creía que era?

Quizás la chica que le disparó en la cara ¿quizás?

Pero yo no era ese tipo de persona normalmente. Luego de nuevo… él no lo


sabía…

—Quizás —respondí finalmente—. Depende.

Hizo una pequeña risa.

—¿Oh sí?, ¿de qué?

—De si respondes mis preguntas y no haces un escándalo.

—Mira, cariño, si quieres pedirme salir la respuesta es sí. No tienes que


amenazarme. Aunque, está bien, lo admito, es algo sexy.

—¡Cállate, sólo cállate! —Podía sentir las lágrimas quemando mis ojos de

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nuevo. No era justo y me ponía realmente incómoda, y no tenía nada para
replicarle—. No tienes que decir cosas como esa, sólo detente.

—Cariño, soy el único que está atado, no sabe dónde está, que tiene una
chica loca amenazándolo privándolo de su virilidad, ¿y tú eres la única que
llora?

—¡Para de hablar, sólo para de hablar! —Me giré y miré fijo fuera del
cobertizo en el jardín. No podía pensar. No sabía qué decir. Ese no era un
comportamiento angelical, y yo estaba completamente derrumbada de
nuevo. No es que supiera qué era un comportamiento angelical. Debí
haberlo planeado primero, debí haber llegado con una lista de preguntas
así estaría preparada.

—No sé por dónde empezar —dije tranquilamente, aun dándole la espalda.

—Como diciéndome qué hago aquí, como llegué aquí en primer lugar.

—Yo hago las preguntas.

—Está bien. Tú haces las preguntas, luego yo hago las preguntas, ¿qué
dices?

Me volteé de nuevo hacia él y lo miré. Él parecía encontrar mi expresión


divertida, y sonreía ampliamente.

—¿Dónde está Chris? —Es todo lo que pude pensar, y es todo lo que
quería saber.

—¿Quién diablos es Chris?

—¿Qué has hecho con él? —Podía sentir la rabia comenzando a nacer, y
mi voz comenzando a temblar.

—¿Estás loca?

—¿Dónde está? —Di un paso hacia él.

—Espera, detente —dijo y me detuve—. Creo que arruinamos nuestras


reglas. Uno de nosotros tiene que responder una pregunta antes de
preguntar una nueva.

—¡¿Dónde está Chris?! —Con un instinto que no sabía que tenía, abrí las

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tijeras, arrodillándome, y puse el borde de la hoja a lo largo de su cuello.

—Muñequita, juro por todo lo sagrado, no tengo ni una maldita pista de


quién estás hablando. —Pareció tomar mi amenaza seriamente. Su
respiración superficial y su expresión mortalmente seria.

No le creía. Pero no creí que hubiera alguna forma de que me lo dijera. Al


menos no ahora. Al menos no con esas tácticas. Suspiré. Por ahora, sólo
por ahora, probablemente tendría sentido jugar conforme a sus reglas. Eso
es, hasta que me dijera lo que quería saber.

—Intenta preguntar de nuevo —dije mientras bajaba las tijeras.

—¿Dónde estoy?

—En mi cobertizo. ¿Dónde están tus alas?

—Las dejé en mi armario. ¿Por qué estoy en tu cobertizo?

—No, no me respondiste en serio.

—¿Era una pregunta de verdad?

—¿Qué pasó con tus alas? ¿Qué pasó contigo? No te ves como cuando te
disparé.

—¿Me disparaste?

Hubo silencio después de eso. No podía responder. Me sentía terrible.

—¿Me disparaste? —preguntó de nuevo, mirándose a sí mismo—. ¿Dónde?

—En tu cara. —Me senté, inclinándome contra un lado de la pared.

—¿Fallaste?

—No. No lo hice.

—Cariño. Estás loca.

—No. No lo estoy.

—Me tienes desnudo, atado y amordazado en tu cobertizo, y dices que me


disparaste en la cara, pero está bastante claro que no lo hiciste. Dulzura.
Encajas en una institución mental. Eso es demasiado malo, eres un poco

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apetecible.

Sacudí la cabeza.

—No digas eso.

—Nena, es la verdad, estás loca.

—No eso, lo otro.

—¿Lo otro?

—No importa. Mira. No estoy loca. Eres un ángel y…

Él rio.

—¿Un ángel?

—… y estabas en mi patio, e ibas a tomarme, excepto que no lo hiciste.


Decidiste divertirte conmigo en su lugar, y luego te disparé. Y pensé que
estabas muerto, excepto que cuando volví no lo estabas. También eras un
poco más alto…

—Oye, ahora…

—Y no tenías ningunas alas. Y es cuando te encerré en el cobertizo y te até


en caso de que trataras de escapar porque estaba asustada. Y porque
quería descubrir dónde estaba Chris. Y porque estaba furiosa.

—Lo entiendo por mi resumen. Estás loca.

—Y tú estás tratando de engañarme. Conozco a los de tu tipo.

—¿Quiénes? ¿Nosotros los ángeles?

—Sí. Quiero decir, no los conozco bien, pero he visto lo que hacen, cuán
descorazonados son. Sé que no te detendrías ante nada para conseguir lo
que quieres.

—Cariño… puedo ser llamado muchas cosas, pero no soy un ángel.

—¿Qué eres entonces? —No estaba funcionando. Él sólo estaba


ocultándolo o negándolo. Todo era tan estúpido. ¿Qué se supone que debía
hacer con él?

39
—Un chico.

—¿Sí? ¿Y de dónde eres?

—Hartwich.

Comencé a reír. Sacudí mi cabeza.

—Esa es la mentira más tonta. ¿Crees que no conozco a cada persona de


ésta ciudad? ¿Incluso a todos los recién llegados? Éste no es un lugar tan
grande.

—Mira, nací aquí, crecí aquí. Fui a la escuela aquí. Bueno, hasta que la
abandoné.

—¿Cuándo abandonaste?

—A fines del año pasado.

Comencé a reír a carcajadas.

—¿Por qué hiciste eso? Esa es la mentira más estúpida. Creo que te
recordaría si hubiéramos ido a la escuela juntos.

—No fuimos a la escuela juntos.

—No, definitivamente no.

—Entonces finalmente concordamos en algo. —Él inclinó su cabeza a un


lado y me evaluó cuidadosamente—. ¿Me dices que aún estamos en
Hartwich?

—Eso es lo que te estoy diciendo. Y aquí sólo hay una escuela. Usted,
señor, es un completo fracaso.

—¿Secundaria Hartwich?

Bueno, sí, ese era obviamente el nombre de la escuela. Si conoces el


nombre de la ciudad, es bastante fácil imaginártelo. Él estaba intentando
algo pero obviamente no lo había pensado detenidamente.

—Por supuesto.

—¿El director Anders?

40
—¿El Sr. Anders? No hay ningún Sr. Anders. Es la Sra. Johnson.

—Bueno, veamos, eso no está bien. ¿A quién tienes en matemáticas?

—La Sra. White.

—No. ¿Ciencias?

—El Sr. Shuterland.

—Fue el Sr. Hope para mí.

Me detuve. Bueno, quizás era sólo una coincidencia. Quizás un engaño.

—Él se retiró hace dos años.

—¿Se retiró? Tenía veinte años.

—Dios no, él es un anciano.

—¿Estamos hablando del Sr. Hope cierto? Realmente alto, se mudó desde
Boston…

—…Sí. Hace años.

—Él comenzó apenas el año pasado.

Ésta vez nos miramos fijo el uno al otro, y era bastante obvio que ambos
estábamos súper confundidos.

—¿Qué está pasando? —preguntó.

—No lo sé —respondí.

—Creo que estás loca.

—Sí, eso lo sé.

Nos miramos fijo el uno al otro por un largo rato.

—¿Cómo te llamas? —preguntó finalmente.

Parecía como una pregunta personal. No veía por qué le importaba.

—Riley.

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—Riley. —Se desplazó un poco en el lugar. Supongo que tratando de
ponerse más cómodo—. Soy Gabe.

Reí. No podía evitarlo, fue una reacción espontánea.

—¿Qué hay de gracioso acerca de eso?

—Gabe. ¿Puede que sea tan corto por algo?

Se tomó un momento, luego rodó los ojos.

—Cállate.

—Eres un ángel.

—Eso es, muñequita. Me descubriste. Lo soy. ¿Ahora puedes desatarme?

—Si admites ser un ángel, entonces no, no puedo. Porque no confío en los
ángeles, y aún no acabas de responder mis preguntas.

—Está bien, lo retiro. No lo soy. ¿Ahora puedes desatarme?

—Y si lo niegas, entonces no, no puedo. Porque entonces tratarás de


engañarme, y puedes ser más peligroso de lo que admites.

—¿Te estás divirtiendo, cariño?

Lo estaba.

—No, realmente no.

—Entonces ¿Qué pasa después? —preguntó con un suspiro.

Esa fue definitivamente la pregunta del momento. ¿Qué pasa después? No


podía dejarlo atado en mi cobertizo porque no es mi cobertizo. Es el
cobertizo de papá, y él estaría realmente consternado al encontrar a un
hombre desnudo atado allí.

Pero no podía dejar que Gabe se fuera tampoco.

Realmente no tenía idea. Así que dije:

—Después tú te quedas aquí y yo trato de pensar qué pasa después. —Me


levanté—. Bien, ahora voy a amordazarte de nuevo. ¿Vas a hacer un
berrinche?

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—Voy a ser un buen chico —replicó con una sonrisa—. Con una condición.

—¿Sí?

—Me traes algo de ropa. A menos, por supuesto, que te guste más así, y
entonces estoy bien con eso.

Fue mi turno de rodar los ojos. Bueno, no tenía opción, ¿o sí? No podía
dejar que él pensara que me gustaba mirarlo.

Especialmente porque lo hacía.

—Seguro, lo que sea.

Así que lo amordacé y lo dejé, entrando en pánico sólo un poco sobre...


bueno, sobre todo.

43
Siete
Traducido por Jo

Corregido por Lexie'

U n par de cosas realmente afortunadas pasaron a continuación. La


primera, y más afortunada, fue que papá tenía que irse. No me
malinterpreten. Cuando papá se iba siempre era triste, pero aun así era
una cosa realmente afortunada para mí. Ya ves, la única persona que
usaba el cobertizo era papá.

Casi entró en este para darle al jardín un último corte antes de irse, pero
lo detuve con una pobre excusa de querer estar con él, prometiendo que lo
podaría cuando él no estuviera. Nunca había tocado ese cortacésped en mi
vida, pero papá no recordó eso.

De hecho no me había molestado pasar ese tiempo con él, sabiendo que no
lo vería mucho en los siguientes meses. Papá se mudaba a Nueva Orleans
cada otoño cuando el semestre comenzaba en Tulane. Venía a casa en los
fines de semana una vez que las cosas se normalizaban. A veces nosotros
iríamos a verlo, hasta lo miraríamos enseñar. Así era como nos
comportábamos desde antes de que pudiera recordar. Parecía funcionar
para nuestra familia. Pero aun así no significaba que madre y yo no lo
echáramos de menos.

Papá se fue el lunes a primera hora. Para entonces, solo había tenido al
ángel en nuestro cobertizo por un día así que no había tenido tiempo para
notar la comida faltante. O sus jeans y una de sus camisetas blancas
faltantes. Y sus zapatos. Lo viejos que ya nunca usaba. Al menos esperaba
que ya nunca los usara.

Me preocupé de que mi prisionero estuviera planeando algo. Un escape o


algo. Esa primera vez cuando se puso su ropa y tuve que desatarlo y todo,
vamos, esa primera vez fue realmente tensa. Había traído la escopeta
conmigo. Y, como con las tijeras de jardín, él parecía pensar que estaba

44
completamente dispuesta a dispararle (de nuevo). Tenía sentido, supongo.
Después de todo, él sí creía que yo estaba completamente loca. Así que era
bastante pasivo. Por supuesto, tenía que mantener mi vista en él todo el
tiempo mientras se estaba vistiendo, no podía darme vuelta en caso de que
se aprovechara de ese momento.

Fue bastante embarazoso de hecho.

Al menos, me refiero a que, al menos para mí lo fue. Realmente no creo


que a Gabe le hubiera importado pasar su tiempo en el cobertizo desnudo,
a pesar del hecho de que fue su idea buscar la ropa. Era lo
suficientemente cálido después de todo, y él parecía bastante cómodo en
su propia piel… en su propio… todo lo demás. De pie en frente de mí,
poniéndose la ropa… se tomó demasiado su tiempo es todo lo que estoy
diciendo.

En fin.

La siguiente cosa afortunada pasó cuando fui a recoger mi horario para la


escuela ese mismo día. Fue un asunto bastante grande, de hecho, lo que
pasó a continuación, me hizo sentir algo estúpida. Ya ves, la cosa es que
soy bastante inteligente, no solo con las cosas que vienen de los libros, si
no que aplicando las cosas que vienen de los libros. Resuelvo bastante
bien los problemas, eso es a lo que me refiero.

Pero aun así.

Había llegado muy temprano. Me había levantado a primera hora para


chequear a Gabe. Él había estado profundamente dormido, así que no
había demorado mucho. Sin tener nada mejor que hacer, caminé hasta la
ciudad y me senté en el banco en la plaza. El que estaba junto a la fuente
en frente del ayuntamiento. Me gustaba sentarme allí, al menos cuando
estaba libre. Era perfecto para observar a la gente. Desde ese banco podías
ver el corazón de nuestra pequeña comunidad. El ayuntamiento con su
blanqueada torre. Las tiendas y la tienda de abarrotes. Las veredas
alineadas con pequeños arboles encerrados con alambre en la base. La
Iglesia Católica viéndose completamente fuera de lugar.

A primera hora en una mañana de lunes, las cosas estaban lentamente


viniendo a la vida. Mucha gente viajaba a trabajar en New Adamstead, que

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era casi tres veces más grande. Pero los dueños de las tiendas pronto
abrirían. Los conocía a todos. Pam, que trabajaba en la tienda de flores.
Dan en la vieja librería. George Smith Sr. que se encargaba de la oficina de
correo y George Smith Jr. que se encargaba de la licorería. Todos ellos.

Finalmente el reloj en el ayuntamiento dio las nueve, y caminé por la calle


principal, tomé una izquierda y luego una derecha, y me encontré mirando
la escuela. Se veía desértica y realmente pequeña. Supuse que eran
probablemente los estudiantes normalmente vagando en el campus lo que
la hacía verse más grande, pero justo ahora, completamente sola, con solo
dos autos en el estacionamiento, se veía un poco patética. Recordaba
haber hecho un tour en la escuela de mi primo en Rochester. Ladrillo rojo,
dos veces más grande, con una cancha de futbol completamente nueva en
la parte de atrás.

Entré.

—Riley Carver, llegaste temprano. ¿Impaciente por comenzar? —La Señora


Jackson era la secretaria de la escuela, siempre usando su peluca rubia, y
a veces un poco loca de felicidad. Pensé que tal vez tenía que ver con que
usara la peluca en nuestro clima húmedo y cálido, con solo el ventilador
del techo para mantenerla fresca. Pero ella era agradable y bastante buena
en su trabajo, hasta donde podía saber.

—Supongo. ¿Puedo solo tomar mi horario?

—Claro que sí. Déjame ir atrás, sin embargo. Todavía no estamos listos.

Asentí y tomé asiento en el pequeño banco en la esquina mientras la


Señora Jackson desaparecía en la oficina del vice director.

Me senté y esperé, sintiéndome un poco ansiosa de volver con Gabe. Para


intentar relajarme, me concentré en la listas de honores colgando a mi
lado. Noté que ya habían hecho la del año pasado. Mi estómago se apretó
cuando me di cuenta de que no estaba en ella por primera vez. No
importaba. Este año arreglaría eso. Lo haría. Me mantendría concentrada.
Sin preocuparme por Chris. O el ángel amarrado y amordazado en mi
cobertizo. Eso no era una distracción. Ninguna distracción.

Esto no estaba ayudando a calmarme. En su lugar me puse de pie con


frustración para mirar algunas de las fotos de las antiguas clases

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graduadas.

Entonces fue cuando la segunda cosa afortunada sucedió.

Me gustaba mirar fotos antiguas. Me gustaba la ropa, como de irreal


pareciera que las personas realmente usaran esas cosas, y que no fueran
solo actores actuando personajes en películas. Así que comencé con los
graduados de 1941 en vez de la más reciente. Fue encones cuando llegué a
1949 y lo vi.

Sr. Anders. Director.

—Mierda.

—¿Disculpe?

Me giré para ver a una muy descontenta Sra. Jackson.

—Eh, lo siento, Sra. Jackson.

—Eres lo suficientemente inteligente como para no usar ese tipo de


lenguaje, Riley.

—Lo sé, lo sé… solo estaba… —Me giré hacia las fotografías—. Solo estaba
mirando las fotos.

—¿Sí?

—¿Cuánto tiempo fue director el Sr. Anders?

—¿Quién, querida?

Apunté hacia la pequeña fotografía en blanco y negro encima de la clase de


1949.

—Oh, el Sr. Anders. No lo sé realmente, querida. Veamos. —Dio la vuelta


al escritorio y se paró a mi lado. Juntas revisamos las fotos hasta que nos
detuvimos en 1961—. Bueno, allí lo tienes: Sr. Rupert.

Mi corazón estaba en mi garganta. Si lo que Gabe me había dicho era


verdad, entonces él estaba en la escuela cuando el Sr. Anders fue director,
y si ese era el caso entonces…

—Sra. Jackson, qué hay del Sr. Hope.

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—¿Qué hay sobre él, querida?

—¿Cuándo vino a la escuela?

—Hace años —respondió.

—¿Puede ser más específica?

La Sra. Jackson me miró, y podía decir que estaba un poco confundida. Y


acalorada. Su rostro se estaba sonrojando, y se estaba abanicando con lo
que asumía era mi horario.

—Bueno, querida… —Volvió a su lado del escritorio y comenzó a escribir


en su computador—. No tenemos realmente ese tipo de archivos aquí, pero
puedo buscar el discurso de retiro de la Sra. Johnson para él. Eso podría
ayudar.

Asentí y crucé hacia el largo mostrador que escondía su escritorio y me


incliné contra él para esperar.

—Aquí lo tengo… —Se demoró un momento para escanear el discurso—.


Comenzó en el otoño de 1955. Vaya, no me había dado cuenta de cuánto
tiempo había enseñado aquí. Debería haberse tomado su retiro hace años.
Él amaba a sus estudiantes, sin embargo…

—¿Y tienen algún anuario de ese año? —la interrumpí demasiado ansiosa.
Creo que la asusté.

—En la biblioteca.

—¿Puedo ver? —No le vi demasiado el punto a pretender que esto no era


emocionante para mí. Ella probablemente no podría haber adivinado por
qué. Además todos en el pueblo sabían que yo era un poco rara. No
pensaba que lo fuera realmente. Solo era bastante honesta con cosas como
pensamientos y emociones. Aun así, supongo que la mayoría de las
personas sentían que eso me hacía extraña.

—Bien…

La Sra. Jackson me llevó a la biblioteca, la abrió para mí, y me guio hacia


los anuarios guardados en la parte trasera, la sección que básicamente era
usada para sesiones de besuqueo y no realmente para algún tipo de

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investigación. Tenía sentido que nunca los hubiera notado antes.

—Aquí los tienes. Ahora Riley, ¿puedo solo darte tu horario y volver a la
oficina? Puede que otros estudiantes aparezcan.

—Por supuesto, Sra. Jackson.

—Dejaré la puerta sin seguro. Solo asegúrate de cerrarla por completo


cuando te vayas.

—Síp. —Ya estaba sentada en el suelo repasando el anuario. No vi o


escuché a la Sra. Jackson irse, solo supe que se había ido cuando levanté
la mirada y ya no estaba, en su lugar yacía en el suelo mi horario.

Así que regresé al libro y comencé con los de primer año. Por supuesto que
los nombres estaban alfabetizados por apellido, lo que hacía más difícil las
cosas, ya que no sabía cuál era el de Gabe, pero podía ser muy sistemática
si lo necesitaba. Algo que había heredado por tener un papá científico.

Lo vi, en la segunda página de los de tercer año.

Oh Dios mío.

Gabe McClure.

McClure.

Mi ángel tenía un apellido.

Se veía igual, en una camiseta abotonada, abierta arriba, sin corbata a


diferencia de la mayoría de sus compañeros hombres. Cabello con gel y
hacia atrás, totalmente retro. Era él.

Era él.

Me puse de pie rápidamente, me mareé, y saqué 1954 de la repisa para


poder verlo como un chico de primer año. Me reí en voz alta cuando miré
la fotografía. Esta vez estaba usando una corbata, su cabello estaba
separado a un lado, con su flequillo peinado a través de su frente. Se veía,
en búsqueda de una palabra mejor, como un completo nerd.

Bajé 1957.

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Pero no pude encontrarlo.

Y entonces recordé.

Dijo que había abandonado: “A finales del año pasado.”

Lo que significaba…

Lo que significaba que él pensaba que todavía estaba en 1956.

Excepto que no era como si tuviera amnesia o algo, y no era como si fuera
un tipo que había estado en coma y despertado más de cincuenta años
después y no sabía qué año era.

Gabe se veía como el Gabe de las fotos. Excepto que su cabello no era todo
lindo y ordenado. Aparte de eso se veía como si todavía estuviera en
secundaria. Gabe no se veía como si estuviera… hice los cálculos… en sus
tempranos setentas.

Oh Dios mío.

Era viejo.

Excepto que por supuesto no lo era.

Pero debería serlo.

Oh Dios mío.

Así que robé el anuario y corrí a casa. Bueno, corrí y caminé, era un largo
camino a casa. Pero caminé realmente rápido cuando no estaba corriendo.
De todas formas, eso no importaba. El punto es que llegué a casa lo más
rápido que pude.

El auto de madre no estaba. Probablemente se había ido para hacerse el


cabello. La hacía sentir mejor hacer algo así cuando papi se iba. La
distraía. Era bueno saber que se había ido por un par de horas. No estaría
tan paranoica al ir a hablar con Gabe.

—Hola, cariño. —Era la primera cosa que siempre decía después de que
sacaba la mordaza de su boca.

—Traje algo de cereal.

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—Mi parte favorita del día. La parte en la que me alimentas. —La misma
broma. Solo que un poco más resentida ahora. Aun así le di algunos
puñados y él tomó un sorbo de agua obedientemente.

—¿Has tenido suficiente? ¿Necesitas… ir? —Esa era probablemente la cosa


más embarazosa de tener un prisionero, tomar a Gabe al otro lado del
cobertizo, sostener la cuerda como si fuera un perro. También era la cosa
más riesgosa, preocuparme por si alguien viera. Si él intentaría escapar.
Pero nunca lo hacía. ¿Por qué no? ¿A qué estaba jugando?

Pero Gabe solo sacudió su cabeza, y estuve aliviada. Realmente quería solo
soltarlo todo, todo lo que había descubierto, pero no estaba segura de
cómo lo tomaría. Si siquiera me creería. Eso es por lo que también había
traído un periódico de hoy con la fecha, mi anuario de cuando iba en
primer año, y mi laptop, todo todavía escondido en el bolso de la esquina.
Creí que pensaría que el computador era bastante genial. Bueno, al menos
yo lo haría, si hubiera venido del pasado.

No sabía dónde empezar así que solo hice lo que siempre hacía, dije
exactamente lo que estaba en mi mente.

—Crees que estamos en 1956, ¿no?

Me dio la mirada que siempre me daba cuando creía que estaba loca.

—Claro que sí. Por qué. —No dijo “por qué” como una pregunta. Era más
como una amenaza.

Respiré profundamente y le pasé el anuario, abierto en su fotografía.

—¿Eres tú? —le pregunté.

La miró.

—Sí.

Era él.

Oh Dios mío.

—Bien, así que esta es la cosa entonces. —Me levanté y tomé el bolso, volví
y me senté frente a él—. Esta es la fecha de hoy. —Saqué el periódico y se
lo pasé a él.

51
Gabe puso el anuario a un lado, con dificultad, ya que todavía tenía sus
manos atadas, y tomó el periódico. Lo miró. Por mucho tiempo. Levantó la
vista hacia mí con esa mirada de nuevo, luego sonrió.

—Buen intento —dijo lanzándolo a un lado.

¿Qué?

—No, en serio lo es. Quiero decir, piénsalo. —Me acerqué hacia él, y él
levantó sus cejas—. Mencionaste que el Sr. Anders fue tu director,
mencionaste todos estos profesores de los que nunca había escuchado. Y
luego al Sr. Hope. El Sr. Hope que vino a la escuela mientras estabas allí,
pero se retiró mientras yo había estado allí. Todos tus profesores están en
tu anuario, y todos mis profesores —saqué mi anuario—, están en el mío.
Mira.

Ya había marcado la página. Sostuvo el libro abierto en sus manos y miró.


Miró y miró. No me di cuenta de que había estado sosteniendo mi aliento
hasta que él me miró, con sus ojos amplios, y dijo:

—Mierda.

—El Sr. Hope. Es mucho más viejo, pero es él. Es totalmente él. ¿Lo ves,
cierto?

Gabe asintió y dejó que el anuario cayera de sus manos.

—¿Ves? No eres de este tiempo.

Gabe siguió mirándome. De pronto ya no quería decir más, no me sentía


tan emocionada. Él se veía… bueno, se veía asustado. No… no asustado.
Aterrado. Y me había acostumbrado tanto a su confianza arrogante. Con
todo junto de pronto me empecé a sentir asustada también.

—Yo… eh… traje esto para mostrártelo… creí que podrías pensar que es
genial... —Saqué la laptop y lo puse a un lado para que ambos pudiéramos
mirarla.

—¿Qué demonios es eso?

—Es un computador.

—¿Eso es un computador? Me estás molestando.

52
—No… no lo hago… —Lo encendí. Mientras le mostraba a Gabe diferentes
características, cosas como el reproductor de DVD y algo de Photoshop,
observé su expresión. Estaba sorprendido. También parecía como que todo
podría ser un poco demasiado para él. Era probablemente bueno que no
estuviera conectada a la Internet, eso podría haber sido demasiado para
introducirlo. Esto tal vez no había sido una muy buena idea después de
todo. Lo apagué y lo puse a un lado.

—¿Por qué…? —Gabe se detuvo.

—¿Sí? —pregunté en voz baja. El humor en el cobertizo era sombrío.

Gabe me miró con esa mirada penetrante suya.

—¿Por qué esto no te asusta hasta el bejebus?

—Bueno, primero no estoy segura de que alguna vez haya tenido un


bejebus para comenzar… —Broma estúpida, Riley. Honestamente este
realmente no es el momento—. Y segundo, bueno, cuando has pasado la
mayor parte de tu vida lidiando con ángeles y esas cosas, te acostumbras a
que pasen cosas raras.

—Ángeles.

—Sí.

Gabe se inclinó hacia atrás en la pared.

—Cuéntame esa historia de nuevo.

—¿Acerca de ti?

—Sí. Dijiste algo acerca de dispararme en el rostro.

—Sí.

—Cuéntame esa historia de nuevo.

Así que le conté la historia de nuevo. Esta vez con muchos más detalles,
tantos como podía recordar acerca de cómo se veía antes, acerca de
cuándo pasó todo. Cuando había terminado, solo se sentó allí, pensando.

—No recuerdo nada de eso —dijo finalmente—. No de esa noche. No de los

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cincuenta años que han pasado.

—¿Qué recuerdas?

—Recuerdo que estaba caminando a casa. Era tarde. Estaba borracho. Me


había metido en una pelea. Recuerdo… sentirme mareado. Pensé que me
había desmayado, ocurría un montón, he estado bebiendo un montón este
verano. Luego me desperté aquí.

—¿Dónde está tu casa? —Tenía una casa. Por supuesto que tenía una
casa.

—Al este. En el borde del pantano. Solo yo y mi ma… —Se detuvo—. Está
muerta.

Lo miré, sin saber realmente qué decir.

—Supongo… quiero decir, sí, debe estarlo. Lo siento mucho…

Me miró entretenido por un momento y luego soltó una risa irónica.

—Sí, supongo que debería estarlo ahora, sí. Pero no. No, ella murió hace
un par de meses, es la razón por la que dejé la escuela. Bueno, una de las
razones.

—Te refieres a en 1956.

Gabe se detuvo.

—Dijiste hace un par de meses. Pero te refieres a en 1956.

—Bueno, para mí, cariño —sonaba enojado—, me refiero a hace un par de


meses. Siento que no esté del todo acostumbrado a la cosa de viajar por el
tiempo todavía.

Me sentí estúpida, e insensible.

—Lo siento, Gabe…

—Dejemos el tema.

—Dejémoslo.

Nos sentamos en silencio un poco más. Había mucho que procesar. De

54
pronto la magnitud de todo se enfocó para mí. Gabe había tenido una vida
en 1956… bueno, bien, si estaba diciendo la verdad acerca de quién era, y
solo parecía que estaba haciéndolo. Todavía había una parte de mí que no
podía creer totalmente en él. Había una parte de mí que pensaba que tal
vez este era un ángel tomando la forma de un chico de los 50s, a pesar de
que no tenía idea de por qué un ángel haría eso.

Pero lo había visto. Había tenido alas, y había venido a la hora de la


Toma…

—Puede ser algo bueno —dijo Gabe repentinamente.

—¿Qué puede serlo?

—Puede ser algo interesante. Darle una oportunidad a ser una persona
nueva.

—Supongo…

—¿No lo crees, cariño?

Me encogí de hombros.

—Supongo que podría ser algo interesante, sí. Pero creo que necesitamos
concentrarnos más en descifrar qué te pasó, ya sea si eres un ángel o no, y
más importante por qué hay gente siendo capturada.

—Especialmente tu chico Chris.

—Sí, tengo un interés conferido, sé eso, pero podríamos totalmente…

—Toda esta charla de “nosotros”, querida. Pareciera que para mí, tú estás
tomando todas las decisiones.

—Gabe…

—Mira, todavía me tienes amarrado en tu cobertizo. ¿Por qué no


desciframos una forma de arreglar esta situación antes de descifrar toda la
cosa de los ángeles?

—Yo…

—Un día a la vez. Justo ahora, ¿tal vez podrías dejarme ir?

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Bajé la mirada.

—Vas a dejarme ir ahora, ¿no?

—No sé si pueda. Podrías estar mintiendo.

Gabe suspiró fuerte.

—Tienes la maldita evidencia en ese anuario de que no lo estoy haciendo.

—No confío en ángeles.

—Lo que es un poco basura porque pensé que los ángeles usualmente
eran considerados los tipos buenos.

—No estos ángeles.

—Pensé que todos en este maldito pueblo adoraban estos ángeles.

—Bueno, ¡yo no!

—¿Y qué te hace tan especial, cariño? ¿Sabes algo que todos ellos no
sepan?

—¡Sí! —Me detuve—. Quiero decir. No. —¿Por qué dije eso?

—¿Qué sabes, muñequita? —Su voz era más suave. Él parecía creer que
sabía algo cuando no. No sabía nada. Solamente siempre había sentido
que algo estaba mal.

—No lo sé. No sé nada. Solo sé que no puedes confiar en ellos. Y cualquier


cosa que apartaría a un niño pequeño de sus padres…

—¿A quién?

—Jonah Robinson. Un niño. Fue capturado la semana pasada. Mira.


Quiero creerte, en serio. Infierno, realmente quiero que me gustes, pareces
bastante agradable…

—Tienes que aprender a confiar en las personas.

—Bueno, eres un ángel…

—Me siento tan especial.

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—Lo eres.

Gabe sonrió.

—Bueno ahora, el primer paso es admitirlo. Buena chica.

—Bien, mira. Si voy a dejarte ir, y no estoy segura de que lo haga, pero si
lo hago, entonces necesitas saber un poco acerca de lo que ha pasado en el
mundo desde que desapareciste.

—Buena decisión.

—Así que, ¿qué tal si paso el día contigo, y hacemos eso? Y entonces tal
vez mañana sabré qué hacer.

Gabe suspiró de nuevo.

—Sigues posponiéndolo, cariño. Algún día tendrás que tomar una


decisión.

—Lo sé, lo sé. Normalmente soy buena con las decisiones.

—Pero yo soy especial.

—Así que, ¿tenemos un acuerdo?

—¿Tengo elección?

—No.

—Entonces tenemos un acuerdo.

Pasé el resto del día contándole tanto como pude. Fui a la biblioteca y
saqué algunos libros y videos. Tenía suerte de que normalmente era una
nerd en la escuela. A nadie parecía importarle que estuviera tan interesada
en historia actual. Le hablé y le mostré cosas acerca de la Guerra de
Vietnam, acerca de la Muralla de Berlín. Le mostré videos: hombres
caminando en la luna, el asesinato de JFK, hippies, marchas por los
derechos civiles, los derechos de las mujeres, todas las cosas de la Guerra
del Golfo. Acerca de cosas locales, también, y especialmente la Iglesia de
los Ángeles. Le mostré todo acerca de computadores y un par de escenas
de películas de efectos especiales. A él le gustaban los de dinosaurios:

57
—Se ven reales. ¡Cariño, eso es asombroso!

Los últimos automóviles. A él le gustaba eso. Pero parecía decepcionado de


que no voláramos alrededor usando mochilas cohetes o que tuviéramos
nuestro propio avión.

En intercambio de todo esto, me contó lo que era ser un niño durante la


Segunda Guerra Mundial. Perder a su Pa. Vivir al borde de la ciudad, ser
un marginado. Sin embargo, no habló mucho acerca de ser un
adolescente. Parecía querer mantener eso para sí mismo. Todo lo que
compartía parecía fuera de este mundo para mí. Pero suponía que el
sentimiento era mutuo.

Entonces fue la hora de que fuera adentro para cenar y luego a la cama.
Después de todo, mañana sería el primer día de escuela y como que
necesitaba el descanso. Normalmente cuando había tenido un día loco, no
podía quedarme dormida. Tendría demasiados pensamientos corriendo en
mi cabeza. Pero hoy había sido casi demasiado. Mi cuerpo se apagó, y caí
dormida casi instantáneamente.

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Ocho
Traducido por PaulaMayfair

Corregido por niki26

A pesar de cómo de loca mi vida había estado últimamente, el primer


día de clases fue más o menos como todos los primeros días de
clase. De hecho, fue extra extraño este año, en que todo era tan normal.
Incluso me sentí un poco normal, también, a pesar de que mis
pensamientos siempre volvían a Gabe en el cobertizo. Me tomó un poco
más de tiempo hacerme lucir linda como siempre lo hacía el primer día. De
hecho, pensé que me veía bastante bien hasta que realmente llegué a la
entrada principal. Me di cuenta que mi vestido sencillo de verano parecía
demasiado anticuado en comparación con los jeans de diseñador y
camisetas sin mangas de las otras chicas. También me veía demasiado
maquillada, como si hubiera puesto demasiado esfuerzo. No era que las
demás no se vieran producidas, pero lo hacían parecer sin esfuerzo, como
si simplemente se hubieran acostado con su cabello y maquillaje hecho
así.

Estúpida autoconfianza, siendo así de frívola. No era fea. Lo sabía.


Objetivamente. Lo sabía. Pero en comparación con algunas de las chicas
de mi escuela, era bastante incompetente. Y, ya sabes, lo que me molestó
más fue que el primer pensamiento que tuve cuando las vi fue cómo,
cuándo Gabe las conozca, se dará cuenta de que no era realmente nada
especial que ver, y dejará de coquetear conmigo.

No es que me gustaba su coqueteo. Es sólo que... era agradable tener un


poco de atención. Incluso de ángeles. Incluso si todo era un truco.

Además, este era el primer año en que me sentiría preocupada por mis
calificaciones. Por lo general, eso era de lo único que no tenía qué
preocuparme. Pero debido a que mi promedio había caído el año pasado

59
por la llevada de Chris, estaba extra determinada a que todo volviera a la
normalidad.

Normal. Vaya broma.

Nunca en mi vida me había sentido normal. No es que fuera una


marginada ni nada. Le gusto a gente lo suficiente. A veces, incluso estaría
invitada a una fiesta, si era una grande, aunque siempre rechazaba las
invitaciones. Y podía hablar con la gente, y a veces decían: “Oye” en los
pasillos.

Pero nunca había tenido a nadie realmente cerca. Nadie como en las
películas, alguien con quien compartes todo y tienes pijamadas. Me
culpaba a mí misma. Nunca había realmente querido dejar entrar a nadie.
Chris había sido el único, y desde que se había ido me cerré aún más, ni
siquiera hablaba con mis padres acerca de cosas de la manera que solía
hacerlo. No sé por qué. Supongo que realmente era así de desconfiada.
Como Gabe había dicho.

Deja. De. Pensar. En. Gabe.

Subí por la escalinata y me detuve cerca de Lacy Green. Se veía increíble.


Quiero decir, llevaba su traje de porrista, y seguro que como el demonio no
había un juego por lo menos durante un par de semanas. Pero aun así
totalmente le funcionaba. Se veía simplemente perfecta en general. Rubia,
con esa cola de caballo impresionante, tan alegre, esa linda naricita
respingona suya, la cara en forma de corazón. Era un estereotipo vivo y
respirando, y totalmente me confundía. Lo que era más loco era que
parecía amar ser este estereotipo. Incluso más que eso, nadie más parecía
darse cuenta de que era un estereotipo. Era como si nadie más en mi
escuela viera películas.

—Hola, Riley.

—Hola, Lacy.

—Lindo vestido.

—Gracias.

Me dejó pasar indemne. No valía su tiempo. Sin embargo, lo sentí por


Amber, viniendo detrás de mí. Lacy la aterrorizaba. Iba a ser objeto de

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burlas de seguro. En todo caso, siempre estaba su cabello para burlarse.
Apestaba tener un cabello que se rizaba con nuestro clima húmedo. Hice
una nota mental para sentarme con Amber en el almuerzo hoy.

Dentro de la escuela, todo era un caos total. Dado que ya habíamos


recogido nuestros horarios, todos supuestamente sabían dónde estaba su
salón de clases, pero aun así, era como si nunca hubieran estado en la
escuela antes. Es curioso como los estudiantes de primer año eran
siempre los primeros en encontrar su camino a clase, y no sabían bien su
camino todavía.

No es que la escuela fuera tan grande ni nada. Teníamos cuatrocientos


niños. Todo el mundo se conocía. Pero cuatrocientos niños todavía pueden
ser realmente caóticos.

Me dirigí al salón de clases y sólo tuve que aguantar un par de "Holas".


Unas pocas personas parecían haberme genuinamente extrañado, lo que
era agradable. La cosa era que, durante el verano, como que me aislé.
Estuve con mis padres en Rochester durante un mes para ver a mis
abuelos y parientes allí. Luego estuve escondida en la casa por el resto del
mes de agosto. Había una parte de mí que no quería estar con la gente
todo el tiempo.

El salón de clases estaba en la biblioteca este año. Me gustaba eso. Dejé


mi bolso en una mesa y deambulé delante de otras personas que
comenzaron a aparecer. Era agradable y tranquilo en la biblioteca. Por
supuesto, una vez que tuve un momento para pensar, pensé acerca de
Gabe, que no era una cosa tan agradable. Él realmente me estresaba.
Cada vez que lo dejaba solo, me preocupaba lo que iba a encontrar a mi
regreso.

—Hola, Riley. —Era Amber. Que estaba en la sección de fantasía de la


biblioteca, una bastante pequeña sección. Había leído todos. Algunas
pocas veces.

—Hola, Amber. ¿Cómo estuvo tu verano?

—Nada mal. Trabajé para mi padre durante la mayor parte. ¿Vas a la fiesta
esta noche? —Se apoyó contra la estantería y parecía abatida.

—No sabía que había una. ¿Estás bien?

61
—Sí. No me han invitado.

—Bueno, no dejes que eso te afecte. No fui invitada tampoco, obviamente.

—Pero no te preocupas por cosas como esa. —Hizo una pausa y suspiró
con fuerza. Entonces me miró con timidez—. Y apuesto a que te invitarían
si les preguntas.

La miré y comprendí la naturaleza de su visita ahora. Eché un vistazo al


reloj. Ni siquiera las nueve todavía y ya estaba en la política de la escuela.

—¿Me quieres para preguntar? ¿Para las dos? —No quería ir en absoluto.
De hecho, incluso si le preguntara, probablemente no iría de todos modos.

Amber sonrió, y sabía que era un sí. Con todo lo que había experimentado
en el último par de días, me sentía un poco demasiado vieja para todo
esto. Había cosas más grandes en la vida, cosas más importantes.

—¿A quién le pregunto?

—Adivina.

Suspiré y di un vistazo al salón. Fue bastante fácil identificar a Lacy de pie


con sus compañeras porristas, el resto de ellas en ropa normal. Genial, me
tendría que acercar al grupo. Podría haber sido un poco indiferente a la
política de la escuela, pero no era una idiota. Y cualquiera que no
encontrara atemorizante acercarse a un grupo de porristas para preguntar
si podían ir a su fiesta era un gran idiota.

Crucé la habitación. Me vieron venir y me miraron con sonrisas


desconcertadas en sus rostros.

—Hola, Lacy.

—Hola, Riley.

—He oído que estás teniendo una fiesta.

Lacy sonrió y miró por encima de mi hombro. Estaba bastante segura de


que estaba mirando a Amber.

—Lo estoy. —Las otras chicas rieron. No sé por qué. Sólo hacían eso a
veces.

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—¿Puedo ir?

Lacy me miró.

—Hay algo diferente en ti, Riley.

—¿Sí?

Pensó por un momento, me dio una buena mirada y luego la sostuvo.

—¿La perdiste este verano?

Eso fue inesperado.

—¿Perderla?

—Sí.

Ahora esto era una situación interesante que no había esperado encontrar.
A la mayoría de la gente no le importa mi vida privada, era tan aburrida.
No había pensado que tal vez la gente especulaba sobre lo que hacía en mi
tiempo libre. Supongo que había escrito virgen por mi frente en letras de
neón brillantes entonces. Sin embargo, no creía que actuara toda virginal.
Quiero decir, no usaba ropa blanca en la escuela ni nada.

Supongo, sin embargo, que había pasado por un poco recientemente.


Había visto a un hombre desnudo, y eso era nuevo. También lo había
atado y amordazado. Y le disparé en la cara. No sé lo que me obligó a
hacerlo, pero me encontré diciendo:

—En realidad, sí. ¿Es eso un problema?

Lacy chilló, y algunos de los otros estudiantes ya sentados nos miraron.

—Oh, Dios mío —dijo, enganchando sus brazos con los míos. Eso fue
raro—. ¡Por fin! Quiero decir, honestamente, Riley, no eres tan fea. Esto
debería haber ocurrido mucho antes.

—Bueno...

—Está bien, vas a venir a la fiesta, y tienes que venir, porque tienes que
contarnos todo sobre eso.

Qué incentivo.

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—Claro. Y Amber va también.

—Bueno, lo que sea. ¿Con quién fue?

—¿Con quién fue qué?

—¿No fue Dan cierto?

Dan, ¿mi compañero de laboratorio Dan? ¿El tipo que me miraba cada vez
que miraba a través de un microscopio como si fuera la cosa que estaba
siendo observada? ¿El chico que siempre parecía que estaba oliendo algo
desagradable? ¿El tipo que olía desagradable?

—Uh, no. Y eso es un poco insultante.

Lacy se rio de nuevo. Su manada se rio.

—Él es bastante asqueroso. ¿Quién fue entonces?

Un ángel, pensé. Y luego pensé, bueno, no, eso no es ni remotamente cierto.


De acuerdo, ese había sido un pensamiento realmente vergonzoso. ¿De
dónde siquiera vino eso?

Lacy podía sentir mi malestar y parecía disfrutar el momento aún más a


causa de ello.

—Tú no lo conoces —dije.

—Vamos, no puedes guardar el secreto para siempre. ¿Es realmente


escandaloso?

Imaginé que ahora estaba pensando que había sido un tipo casado viejo o
algo así. Pero fui salvada por la proverbial campana. Bueno, en realidad,
no en absoluto. Fui salvada por la literal campana, e hice una rápida
carrera para tomar el asiento que Amber estaba guardando para mí.

—¿Bueno? —preguntó en voz baja mientras el Sr. Williams comenzaba a


tomar asistencia.

—Estamos bien. —No lo estoy. No estoy bien en absoluto.

64
Nueve
Traducido por Lizzie

Corregido por niki26

L o mejor sobre el primer día de clases era que siempre era un medio día.
Esto significaba que no tenía que soportar las miradas de reojo de Lacy
por mucho tiempo, o Amber yendo de un lado para otro sobre lo que iba a
usar. La campana sonó, y estuve fuera de allí como un disparo. Acababa
de estar íntimamente familiarizada con el poder de un disparo, sabía cómo
era.

Tomó alrededor de media hora caminar a casa. Era una de las desventajas
de vivir en una vieja casa aislada. Pero nunca me importaba, excepto
cuando el tiempo era muy malo. La mayor parte del tiempo era bueno para
pensar. Esta vez fue bueno para estar enojada conmigo misma.

Todavía no podía entender por qué le había mentido así a Lacy. Y no


estaba segura de lo que haría en la fiesta. ¿Continuaría con la mentira?
¿La haría crecer? ¿O debería solo confesar? Sabía muy bien que las
mentiras salían a la luz. Por otra parte, al parecer últimamente era
bastante buena para contarlas. Aun así, ¿cuánto tiempo podría mantener
una mentira acerca de hacer algo que no tenía ni idea de cómo hacer, con
alguien, y aquí estaba el truco, que no existía? Quiero decir, este era un
pueblo muy pequeño. No podía simplemente inventar a alguien. Excepto si
dijera que había ocurrido en Rochester…

Podría decir eso.

Realmente.

Podría decir eso.

Le di una patada al suelo, enviando el polvo al aire, y aumenté mi ritmo.


Odiaba que pudiera realmente tal vez hacer esto funcionar, este

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fingimiento. Odiaba aún más que se había sentido un poco agradable
fingir ser interesante.

Finalmente llegué a casa y me giré en el camino de entrada. Pude ver a mi


madre sentada en el porche bebiendo una limonada. Ella parecía bastante
contenta. Qué bien por ella.

—Entonces, ¿cómo te fue? —preguntó mientras pisoteaba los escalones y


me desplomaba a su lado. Examinó mi ceño y sonrió—. ¿Así de bien?

—Ha sido un día muy duro.

—Riley, es solo tu primer día de regreso. ¿Qué pudo haber pasado? ―Mi
madre, a pesar de su constante temor a la fatalidad y pesimismo, nunca
podía ver el mal y el peligro inherente en la escuela secundaria. La
secundaria había sido el mejor momento de su vida. ¿Por qué no habría de
ser así para todos los demás?

—Todo el mundo en este pueblo es tan estúpido. —Estaba haciendo


pucheros. Lo sabía. Era buena en una regresión a una niña de diez años
cuando se me daba la gana.

—Oh, vamos. Dime algo bueno.

Algo bueno. No había nada bueno. Lo único que ella consideraría bueno
asustaba como el infierno.

—Fui invitada a la fiesta de esta noche de Lacy Green.

—¡Bueno, ahí lo tienes! —Mi madre envolvió su brazo alrededor de mi


hombro y me atrajo hacia ella—. ¡Eso es algo muy bueno ahora, si!

—¿Alguien mencionó una fiesta?

Al momento en que escuché la voz me senté recta. Mi corazón latía tan


rápido que pensé que podría estallar fuera de mi pecho. Esto no puede
estar sucediendo en serio... era la única manera en que tenía sentido, que
en realidad nada de esto estaba sucediendo…

Y entonces dio la vuelta en la esquina tan casual como podía ser, llevando
las mismas tijeras que había utilizado para amenazarlo un par de días
antes. En los jeans que le había dado. Pero sin camisa. Se la había

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quitado, compartiendo ese muy esculpido torso suyo alegremente con el
mundo. ¿Por qué estaba tan a gusto en su cuerpo de esa manera, y por
qué se me ponía tan incómoda?

Más importante aún, ¿cómo diablos hizo para escapar del cobertizo y qué
demonios iba a hacer ahora?

No dije nada. No tenía nada que decir. Estaba casi paralizada por el miedo.
Razoné que tenía que ver con un peligroso ángel habiendo escapado de sus
ataduras, pero en el fondo sabía que estaba más asustada de mantenerlo
prisionero que de la cosa siendo revelada a mi madre.

Pero ella no pareció inmutarse por su apariencia. De hecho, sonrió cuando


lo vio, se puso de pie y sirvió otro vaso de limonada.

—Riley, este es Gabe McClure. Gabe va a estar haciendo un poco de


trabajo en el jardín mientras tú papá está fuera.

Di algo, Riley, di algo, parecerá sospechoso si no lo haces. Olvídate de eso,


parecerá que eres tímida por conocerlo. Me tomó hasta la última gota de
fuerza de voluntad exprimir un:

—Ah.

—Encantado de conocerte, Riley. —Gabe limpió su mano en sus jeans y


me la extendió para sacudirla. La miré fijamente. ¿Qué debería hacer?
¿Debería seguirle el juego?

¿Había algo más que hacer?

Me puse de pie lentamente, mis piernas débiles y apenas me sostenían de


pie, caminé hasta el borde del porche, y tomé su mano en la mía. Era la
primera vez que realmente nos habíamos tocado, aparte de los pocos
rasguños cuando lo había desatado y vuelto a atar, y se sentía casi como si
tuviera uno de esos zumbadores de broma en su palma enviando
electricidad a través de mí. Me hizo jadear, lo que fue algo vergonzoso, y
retiré mi mano rápidamente. Hicimos contacto visual por un momento, y
me guiñó un ojo. El guiño más rápido que he visto nunca.

—Entonces, ¿qué es eso de una fiesta? —preguntó mientras tomaba el


vaso de limonada de mi madre—. Gracias, señora.

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—No hay de qué. —Ella se sentó de nuevo y le sonrió. Luego se volvió
hacia mí con exactamente la misma sonrisa, pero cambió un poquito a
una advertencia: Sé amable y responde a la ardiente ayuda contratada.

Me las arreglé para hacer mi camino de regreso al banquillo y sentarme al


lado de ella. Hice contacto visual con Gabe, una vez más. Me miró por
encima del borde del vaso, esos ojos azul brillante centelleando hacia mí.
Era un reto. ¿Quién podría ser más normal? Bueno, no iba a dejar a un
ángel ganar esa.

—Lacy Green tendrá una fiesta. Estoy segura que la conoces.

Gabe sacudió la cabeza.

—Nuevo en la ciudad, cariño, llegué la semana pasada. Pensé que podría


ser obvio para ti, ya que no nos conocemos.

Maldita sea.

Ángel 1. Chica estúpida 0.

—Oh. Bueno, Lacy Green tiene una fiesta de regreso a clases todos los
años. —Crucé los brazos sobre mi pecho y me recosté en el banquillo.

Gabe asintió y terminó su limonada, colocándola en el borde de la


veranda. Empujando su sudoroso cabello rubio arena fuera de sus ojos,
dijo:

—Bueno, ¿no acaba de sonar solo como el evento del año?

—No lo creo.

—Riley. —Miré a mi madre. ¿Qué había hecho mal esta vez?

—¿Sí, madre? —No pude evitar hacer hincapié en “madre” en esa manera
que realmente llegaba a ella.

—¿Por qué no invitas a Gabe a ir contigo? Estoy segura de que lo


apreciaría, ya que no conoce a nadie en la ciudad. Sería bueno para él
conocer a algunos niños de su misma edad.

Odiaba cuando mi madre se refería a los adolescentes como niños. Pero


odiaba aún más que me pusiera en esta situación.

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—Estoy segura de que Gabe no quiere ir. Solo voy porque no pude pensar
en una excusa para no hacerlo. Es realmente una multitud odiosa —le dije
a él.

—Bueno, tal vez, cariño, no soy tan crítico como tú. Me encantaría ir
contigo a la fiesta de regreso a clases de Lacy Green. —Sonrió
ampliamente, y podría haberle dado un puñetazo en la mandíbula por ello.

—¡Maravilloso! —Mi madre aplaudió de alegría como un niño pequeño y se


levantó—. Ahora que van a salir a cenar, los dos, creo que llamaré a
Marcie, para ver si quiere venir esta noche. ¡Diviértanse hasta que se
conozcan el uno al otro! —Y desapareció en la casa un poco demasiado
rápido, dándome otra sonrisa.

¿En serio? ¿Realmente pensaba Gabe y yo haríamos una buena pareja? A


pesar de que tenía un mano a mano con ella. Teniendo en cuenta todas las
estúpidas clases de problemas en este pueblo, mi madre era bastante
abierta de mente ante el pensamiento de que su hija debería salir con el
jardinero. Por otra parte, ella era la mujer que se había casado con algún
científico del Norte.

Aun así.

¿En serio?

Gabe había vuelto a recortar los setos, y era bastante obvio que estaba
teniendo el momento de su vida. Bajé los escalones, así que estaba de pie
junto a él. Mi miedo había sido sustituido por una bonita rabia familiar, y
me di el gusto de liberarla.

—¿Qué está pasando? —le pregunté con un borde en mi voz.

Mantuvo su intención de centrarse en los setos en frente de él.

—¿Con qué?

—¿Cómo llegaste a dar forma a los setos de mi madre cuando te había


encerrado en el cobertizo de herramientas?

—Me escapé. —Tijeretazo, tijeretazo. Constante y rítmico.

69
—¿Cómo? —Vi las tijeras hacer lo suyo y me pregunté por un momento si
debería estar preocupada por mi seguridad. Pero no me sentía amenazada
por él.

—Me escapé y luego me di cuenta que no tenía a dónde ir. Así que solo
estuve allí de pie, como un idiota, y luego tu madre se presentó ahí
gritándome, tal madre, tal hija. Amenazando con llamar a la policía, por
eso dije que tu papá me contrató para hacerme caso de las cosas, pero que
cuando llegué al cobertizo de herramientas estaba cerrado. Así que tuve
que reventar la cerradura para abrirlo.

Dejó de cortar, se dio vuelta y me miró.

—¿Cómo escapaste? —le pregunté de nuevo. Trabajé muy duro para


mantener el contacto visual con él.

—La hoja de la podadora manual.

—¿En serio?

—En serio.

—Eso es…

—Ingenioso. —Miró hacia la casa y luego a mí.

Lo miré. Parecía muy orgulloso de sí mismo.

—¿Por qué no huiste?

—Como he dicho, no tengo a donde ir. Este no es más mi pueblo, cariño.


Incluso en las últimas horas, trabajando aquí, observando a tu mamá
charlando en su pequeño teléfono. Me refiero a hablar, afuera, sin cables
ni nada. Todo esto es solo un gran recordatorio de que no pertenezco a
aquí. No que siquiera lo haya hecho.

Mi enojo fue amainando poco a poco. Incluso si todo era un truco, no pude
evitar sentir un poco de pena por él.

—¿Dónde vas a vivir?

—Bueno, cariño, mi siguiente plan es tirar de la cuerda al corazón de tu


madre. Ver si me tomaría como inquilino.

70
¿Qué?

—¡No puedes vivir con nosotros!

—¿Por qué no?

Porque simplemente no puedes, ¿de acuerdo?

—Yo... mira, todo esto es muy complicado, nuestra situación, lo que eres,
cómo llegaste aquí. Y simplemente no sé cómo podemos mantener todo en
secreto.

—Te voy a decir algo, muñequita —dijo apoyado en la veranda—. Somos


realmente afortunados. Esta cosa que tenemos en marcha, no es como que
estemos ocultando una gran historia de amor. Eso es algo de lo que la
gente siempre se entera. Pero, mira, nuestra situación actual hace que sea
fácil. Dices que soy un ángel. Y sé que la última cosa que puedo recordar
ocurrió hace más de cincuenta años. También sé que me veo malditamente
bien para alguien de más de setenta años. Así que estoy pensando que,
aunque les digamos la verdad a todos, ellos no nos creerían.

Negué con la cabeza.

—Tal vez no creerían la cosa de viajar en el tiempo. Pero lo del ángel es


muy real para nosotros aquí, incluso si no lo es para ti. Si vamos a hacer
esto, si vas a vivir con nosotros, no puedes hacer ni siquiera sutiles
bromas de ángel. Porque van a sospechar de eso.

Gabe asintió, parecía estar de acuerdo con mi punto.

—Es un trato. Ahora en asuntos más importantes. ¿Qué pasa con la fiesta
de esta noche?

Estúpida fiesta a la que no quiero ir en primer lugar, y, oh, por Dios…

—Oh, por Dios. No puedes venir conmigo.

—¿Por qué no? ¿No crees que impresionarías a tus amigos si yo fuera tu
cita? —Él era todo sonrisas de nuevo.

—En primer lugar no son mis amigos. En segundo lugar, no te des


demasiado crédito. Y en tercer lugar... oh Dios... eso no es lo que me
preocupa.

71
—¿Qué es lo que te preocupa?

Podía sentir el color apresurarse a mí mejillas, y le di una advertencia con


mi mirada.

—No puedo hablar de eso... mira puedes venir a la fiesta, pero no podemos
ir juntos porque entonces la gente hablará.

—Déjalos.

Suspiré con enojo.

—Mira... he dicho algo hoy, dije algo... y si vienes conmigo entonces se


extraerán conclusiones, y eso va a complicar todo para nosotros. Y todavía
tenemos un montón de investigación que hacer.

Gabe ladeó la cabeza hacia un lado y me dio una de sus miradas.

—Cariño, tengo que decirte, me gustaría que a veces acabaras de decir lo


que estabas tratando de decir.

—No puedo. No sobre esto. Es demasiado personal. Por favor.

Suspiró.

—Preferiría ir contigo. Pero si te gustaría que fuera por mi cuenta, puedo


hacer eso también. Algo sobre pasar el tiempo de todos modos, para pasar
un buen rato, si sabes lo que quiero decir.

Sí, sé lo que quieres decir.

—De acuerdo, bien. Gracias.

—No hay problema.

—Te daré las direcciones.

—Genial.

—Y por favor —añadí—, lleva una camisa.

Se echó a reír.

—Cariño, eres la única chica que he conocido que me ha querido mantener


la ropa puesta.

72
—No te preocupes, estoy segura que te encontrarás con un montón esta
noche que van a sentir todo lo contrario.

—Estoy contando con ello.

73
Diez
Traducido por Kellylc

Corregido por niki26

A hora, mi casa era grande. No estoy negando eso. Y mi madre venía


de una familia de dinero, tampoco voy a negar eso. Pero no estamos
rodando exactamente en él. La mitad de nuestra casa estaba en mal
estado, y aunque papá disfrutaba de arreglar las cosas, solo lo hacía
cuando tenía tiempo. Y cuando una cosa era arreglada, bueno entonces,
algo más podía romperse. Y era un ciclo sin fin. Me gustaba como las
vides, desordenadas y salvajes, se torcían a lo largo de las paredes en la
torre superior del lado oeste, también como la pintura blanca
descascarada hacía que parecieran más desgastadas por el amor que por
la edad. Supongo que era romántico en cuanto la vista de nuestra casa, la
cual, con toda la honestidad, estaba más sin uso y desnuda a un lado. No
es que me quejara diciendo nada de esto. Simplemente estoy haciendo
comparaciones aquí.

Si veías, la casa de Lacy también era grande. Pero la casa de Lacy estaba
sin defectos.

La última vez que estuve dentro de ella era una niña cuando nuestras
madres pasaban tiempo juntas. Habían sido amigas cuando eran niñas y
trataron de mantener la amistad cuando mi madre regresó a la ciudad.
Ellas habían intentado sólidamente, muchos años, pero eventualmente se
dieron por vencidas. Eran demasiado diferentes, probablemente había sido
desde el principio. Seguían actuando amablemente o como sea cuando se
reunían en funciones y esas cosas, pero es no hizo a la madre de Lacy más
predispuesta a extendernos invitaciones para las fiestas de su hija.

No es que me importara.

Mierda. Yo iba a una fiesta de Lacy Green.

74
Bueno, siempre hay una primera vez para todo.

Me encontré con Amber en la plaza del pueblo, y caminamos juntas fuera


de la ciudad. Probablemente podría haber pedido prestado el auto de mi
madre, pero me gustaba caminar cada vez que podía. Me tranquilizaba. Y
realmente necesitaba calmarme ahora.

Me alegraba de que por lo menos tuviera a alguien con quien ir a esta


fiesta, especialmente alguien que no fuera Gabe. Era un poco extraño.
Amber y yo no hemos pasado realmente mucho tiempo juntas antes, y
ahora repentinamente, en un día, era como si fuéramos mejores amigas.
Me preguntaba si esto duraría todo el año. No estaba segura cómo me
sentía respecto a eso.

—Te ves bien —le dije mientras se acercaba a mí. Ella lo hacía. Estaba
usando esos pantalones muy muy cortos que solo se verían bien si
realmente tienes piernas delgas, y ella las tenía, y un top rosa brillante. Se
había tomado muchas molestias para poner en orden su cabello, y fue un
éxito relativo. De hecho, me hizo sentir un poco desaliñada. Yo estaba, otra
vez, vistiendo uno de mis vestidos veraniegos de algodón. Del tipo que
apenas llegaban debajo de la rodilla y ceñido a la cintura.

—Así como tú. —Ella lo decía en serio, lo que era agradable.

Comenzamos nuestro camino y caminamos en silencio. Fue muy


agradable, no bochornoso como los últimos días. Y los árboles con un
dosel tupido hacían agradables sombras verdes y amarillas a lo largo del
camino.

Finalmente sentí que debía decir algo.

—Realmente no quiero ir a esta cosa.

—¿En serio? —preguntó Amber.

—¿Por qué quieres ir? Quiero decir, ¿usualmente vas?

—No, nunca.

—Entonces ¿Por qué?

75
Amber se detuvo y me vi forzada a hacerlo también. Se veía realmente
emocionada de que le haya hecho la pregunta.

—Brett y yo pasamos mucho tiempo juntos este verano.

—¿Me estas tomando el pelo? —Brett estaba en el equipo de futbol.


También era hijo del Pastor Warren. Digamos que Brett tenía una alta
expectativa de él mismo. Aunque, pensé, que tal vez Gabe puede darle una
buena competencia en el departamento del ego.

—Lo sé, loco, ¿cierto? —Amber estaba sonriendo a su pesar—. Mis padres
decidieron que lo necesitábamos para poder ser miembros oficiales de la
Iglesia de Los Ángeles este verano, como directamente de la nada, así que
están trabajando arduamente para reponer el tiempo perdido. Íbamos los
domingos por la mañana, claro. Y luego a las lecciones del Pastor Warren
en la tarde. Cada almuerzo que él y su esposa celebraron, estuvimos allí.
Incluso fuimos a la congregación el miércoles en la noche.

—¿A la Congregación? ¿En serio?

—Sí, nunca había ido antes. Es realmente tarde, y te sientas en la iglesia y


hacen esa cosa de la respiración, y se toman de las manos, y te comunicas
con los ángeles.

—Espera un momento. —Esto podría ser útil—. ¿Realmente tienen


comunicación con ellos?

—Bueno —dice Amber avergonzadamente—. Yo nunca lo he hecho. Pero


otros totalmente lo hicieron. Tú nunca los ves, claro, pero ellos hablan a
través de ti. ¿Como cuando los fantasmas usan a las personas para decir y
hacer cosas?

Lo dijo como si fuera una cosa común.

—Sí, supongo. —Sonaba bastante inusual para mí.

—Es realmente espeluznante a veces, sobre todo porque los ruidos


espeluznantes son más fuertes en la congregación. A veces incluso
escuchas voces. Y los ángeles hablan a través del Pastor Warren más que
todo. Todo el tiempo. Sabes, puedo ver por qué él es tan devoto a los
ángeles. Ellos realmente lo respetan.

76
—Amber, honestamente, suena cursi. ¿Quiero decir cómo sabes que él no
está simplemente actuando?

Amber sacudió la cabeza.

—No soy estúpida, pensé eso en un primer momento. Pero se veía


demasiado real. Y una vez… —Se inclinó como para contarme un secreto a
pesar de que estábamos totalmente solas—, Mirabel Jennings flotó.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir que ella se suspendió del suelo por un momento. Incluso el
Pastor Warren estaba sorprendido. De hecho, se veía un poco enojado, en
realidad.

Eso era interesante.

—Mira, como sea, no tienes que creerlo. Mi punto era que Brett siempre
estuvo allí y en esas cosas, y pasamos mucho tiempo juntos. Y una vez, en
la torre, incluso me dio un beso.

—Eso es grandioso. —Asumí que era genial, al menos para Amber.

—Sí. Pero ahora la escuela empezó y él estará de vuelta cerca de otras


chicas, solo me tengo que asegurar que sigue interesado, y yo no iba a
dejarlo por su cuenta en una fiesta.

—Tiene sentido. ¿Así que tienes un plan?

Amber se encogió de hombros y empezó a caminar de nuevo.

—No realmente. Solo voy a ver qué pasa.

Asentí pero no le dije nada. Todavía estaba intentando procesar todo lo


que había dicho acerca de la congregación.

—Solo hazme un favor —continuó Amber. Hizo una pausa.

—Claro —le dije, pero me molestaba tener que estar de acuerdo con el
favor antes de que me dijera qué era.

—Solo asegúrate de que no me emborrache demasiado. No quiero que


Brett me vea de esa forma.

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—Sí, no hay problema. —¿Amber se emborrachaba? ¿Cómo…
frecuentemente?

—Gracias.

Volvimos a caminar en silencio, lo que era una cosa buena. Comencé a


formular un plan para llevar a Gabe a la congregación. No era como si
fuera escéptica ni nada, pero el hecho de que el Pastor Warren se había
enojado cuando Mirabel “flotó” me puso curiosa. Él siempre fue demasiado
petulante, demasiado superior. La única razón por la que pensaría que él
se haya enojado es si se sentía que el centro de atención se le era robado.
No quiere decir que Mirabel tuvo alguna conexión real, por supuesto, pero
valía la pena investigar lo que hacía la Congregación. A este punto, por lo
menos será un buen lugar para comenzar.

—¡Hola, chicas! —Mis ojos se movieron enfocando. Hablando de líderes


religiosos…

—Padre Peter —dijo Amber, y sonrió radiantemente.

La mayoría de las chicas sonríen alegremente al ver al Padre Peter. Incluso


yo. En ese momento, mirándolo deslizarse y detenerse en su bicicleta y
apenas evitando caerse encima, incluso provocó una risita.

Pobre Padre Peter, él era una rareza en la ciudad. Después de todo, no


habían quedado muchos católicos. Todos ellos habían evacuado una vez
que la Iglesia de los Ángeles tuvo su punto de apoyo. El padre Peter había
sido enviado a nosotros hace tres años. Era joven, un poco despistado, y
era, por desgracia, bastante bien parecido. Tenía uno de esos cortes de
cabello casi-rapado que la mayoría de los chicos en la escuela estaban
usando últimamente. También pasaba la mayoría del tiempo con las
mangas de la camisa arremangadas por lo que podías decir que cuidaba
bien de sí mismo. Luego siempre estaba esa permanente expresión de
cachorro triste que tenía, incluso era generalmente agradable, lo que lo
hacía demasiado adorable.

De cualquier manera digo “por desgracia” ya que eso lo convirtió en el


blanco de algunas de las chicas más ambiciosas de la escuela. Ahora, no
era como que quisieran convertirlo en realidad o algo, estaban demasiado
asustadas para ir más lejos. Pero en la forma que se burlaban y

78
coqueteaban con él, bueno, digamos que pobre Padre Peter se sonrojaba
casi siempre de forma permanente. La Iglesia Católica no hubiera
aprobado eso. Si hubieran estado realmente interesados en nuestra
ciudad.

Verán, el Padre Peter fue enviado aquí porque ellos no enviarían a alguien
con la verdadera experiencia. Había salido recién del seminario cuando le
dieron su asignación. Había aparecido y se había dado cuenta que no tenía
mucho más que un rebaño que atender. Todavía tenía un equipo bastante
decente. Y una preciosa, si vacía, iglesia. Un pequeño apartamento justo
por encima de la heladería. Otra desafortunada coincidencia. A las niñas
les gustaban mucho las heladerías.

Sin embargo era verdaderamente agradable en todo. Tomando todo con


calma, tenía un buen humor a pesar de todo, y el pueblo lo adoptó
fielmente. Era invitado a cenas la mayoría de los días de la semana por
buen intencionadas amas de casa que sentían lastima por él. Ayudaba a
organizar las fiestas de la ciudad e incluso había dirigido en show de la
escuela el año pasado. Tenía que mantenerse ocupado de alguna manera y
nadie podía culparlo.

—¿Chicas irán a la fiesta de Lacy Green? —preguntó cuando nos reunimos


con él.

—¿Cómo lo sabe? —preguntó Amber, de repente comportándose muy


tímida.

—Este camino no conduce a demasiados lugares. Además ella tiene una


cada año. —Sonrió y se dirigió hacia mí—. ¿Cómo estas, Riley?

—Bien.

Él asintió.

—Bien. —Asintió de nuevo.

—¿Desea venir con nosotros? —preguntó Amber deslizándose a su lado.

El padre se rio a carcajadas.

—Gracias por la invitación, pero no creo que sea realmente mi lugar.

79
—Debería de conocer a las jóvenes de su comunidad.

—Amber, tienes un buen punto. Pero creo que estoy llegándolas a conocer
muy bien a mi manera.

—Sí lo llevamos, ¡usted va a ser la persona más popular del lugar!

El Padre Peter rio de nuevo.

—Está bien, Amber, me has alagado lo suficiente. Gracias. Igualmente no


voy a ir, pero gracias. —Saltó en su bicicleta—. ¡Ustedes chicas vayan a
divertirse!

—Gracias, Padre —respondió Amber.

Le sonreí, y me dio un saludo. Mientras se alejaba, tambaleándose un poco


al principio, me pregunté lo que él debe de haber hecho de todo esto.
Nuestra ciudad. Nuestras circunstancias bizarras. Quizá no le importaba.
Parecía del tipo de persona que estaba feliz solo con estar vivo, lo que
probablemente supongo que era una cualidad importante en un sacerdote.
Aun así. Debía ser muy duro para él. En lo más profundo.

—Es muy lindo para ser sacerdote —dijo Amber volviendo a mi lado y
mirándolo también.

—Claro que lo es. Vamos, ya casi llegamos.

Llegamos a casa de Lacy quince minutos después. Aunque en realidad no


llegamos a la casa hasta cinco minutos después. El camino de entrada era
enorme, lleno de robles que se elevaban por lo alto. Me hizo sentir como si
estuviera caminando el camino de una catedral. Se enroscaba alrededor de
un camino de hierba bien cuidada hasta el final de su casa que finalmente
quedaba a la vista. Inmaculada. Blanca. Era una casa de doble terraza,
dos veces más grande que cualquier cosa en la ciudad. Ambas terrazas se
mantenían impecablemente con características de diseños arremolinados
que coronaba cada columna de soporte. Con el sol posándose por detrás
de ella me sentía como en el set de Lo que el viento se llevó1. En tecnicolor
perfecto. Ya sabes: Dios siendo mi testigo, nunca vuelvo a ir a una fiesta
de Lacy Green otra vez…

1 Lo que el viento se llevó: (Gone With the Wind) es una de las películas más famosas de
la historia del cine. Basada en la novela del mismo título de Margaret Mitchell.

80
No fuimos dentro de la casa, imaginando, que la fiesta estaba en la parte
de atrás.

En la piscina.

Sí. Piscina. Me había olvidado que ella tenía una de esas.

81
Once
Traducido por Little Pig

Corregido por Gabba

U na fiesta en la piscina. No sabía que sería eso. Por la expresión en la


cara de Amber, ella tampoco. Lacy, convenientemente, no mencionó
esa información importante.

Ya habían llegado veinte de nuestros compañeros, todos en traje de baño.


Los chicos, obviamente, parecían idiotas dentro de la piscina, salpicándose
y alardeando, haciendo balas de cañón y demás. Hannah y Faith estaban
con ellos.

El resto de las chicas estaban sentadas al borde de la piscina, con los pies
colgando, riéndose tontamente cuando las salpicaban, o sino sentadas en
sillas de playa. Miré a Amber, quien parecía que iba a vomitar.

—¡Riley, Amber, vinieron! —Lacy vino hacia nosotras saltando, estaba


vestida con una bikini azul con puntos blancos—. Las dos están muy
lindas.

—Gracias —dije—. Entonces, ¿es una fiesta en la piscina?

—Obviamente, ese era el punto. —Lacy pestañeo varias veces—. ¡Oh no!
No sabían, ¿o sí?

—Nop.

—Bueno, tendré que prestarles alguno de mis trajes de baño.

Mis entrañas se tensaron.

—No, está bien, así estoy perfecta.

—Yo también —dijo Amber tan bajo, que estoy segura de que fui la única
que la escuchó.

82
—¡No sean estúpidas! ¡Vengan conmigo!

No íbamos a poder decir que no. En realidad sí podríamos, pero no valía la


pena la escena que causaría. Lacy era muy buena haciéndolas. Como
cuando se sacó una A menos en su informe de laboratorio el año pasado y
no se calló hasta que el Sr. Sutherland le dio la A.

Seguimos a Lacy a través de la multitud y, mientras pasábamos, recibimos


miradas llenas de odio. Entramos por una cocina enorme que parecía un
vestíbulo de un hotel, la atravesamos hasta que llegamos al frente de la
casa y subimos las escaleras hasta su dormitorio.

—Oh Dios mío —dijo Amber.

—¿Qué? —preguntó Lacy mientras cruzaba su habitación hasta su


armario.

“¿Qué?” Era la monstruosidad a la que acabábamos de entrar. Todo era de


felpa y rosado, y tenía una cama matrimonial. Incluso un dosel. Era obvio
que su habitación se encontraba en el centro de la galería del segundo piso
y más allá de las puertas dobles francesas se podía ver el balcón. No tenía
idea de cómo hacía Lacy para vivir una vida digna de una muñeca Barbie.
Bueno, capaz que no entendía el concepto de la ironía. ¿O todo esto se
suponía que fuera irónico?

Amber y yo nos dirigimos donde Lacy acababa de desaparecer en el


armario.

—Oh Dios mío —dijo Amber otra vez.

El armario de Lacy no era un armario. Era una habitación. Era una


habitación dedicada a la ropa. Y los zapatos. Y los accesorios. Hasta tenía
un sillón rojo oscuro y un espejo para guardar su maquillaje con un
pequeño banco violeta. ¿El espejo de vanidad? Tenía pequeñas lucecitas
enmarcadas.

Oh Dios mío, de hecho.

—Entonces —dijo Lacy dándose vuelta para mirarnos. Arrugó su cara para
demostrar lo que pensaba—. ¿Cuáles son sus talles?

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—¿Tienes diferentes tallas? —pregunté rápidamente, así Amber no se
sentiría obligada a responder.

Se rio.

—En realidad no. Buen punto. Miren, pueden elegir cualquier cosa de este
perchero. Son todas cosas viejas. Y en la casa de la piscina de afuera hay
toallas. Les buscaré algunas.

Pude escuchar a Amber contener el aliento. Sí, pensé lo mismo. Era claro
que Lacy quería que fuéramos enfrente de todos sin ninguna protección.
Todo el mundo sabía que no había nada más reconfortante que una toalla
envuelta alrededor de tu cintura.

—Gracias —dije.

—No hay problema. —Lacy fue hasta la puerta—. Ustedes cámbiense y las
veremos afuera. —Sonrió por última vez y nos dejó solas.

—Esa perra —dijo Amber.

—No te preocupes —dije, aunque yo lo hacía. Estaba muy preocupada. No


podía recordar la última vez en la que me puse un traje de baño.

—Tienes suerte —dijo Amber, mientras miraba lentamente los trajes de


baño.

—¿Qué?

—Mírate.

—¿Qué pasa conmigo?

—Lacy solo tiene trajes de baño de dos piezas, y tú tienes un hermoso


vientre plano. Tendría que haber hecho abdominales todo el verano para
prepararme para esto. —Sacó un traje de baño deportivo de dos piezas y
suspiró.

—Está bien, es verdad. Pero tus piernas son mucho más delgadas que las
mías. No quiero esto más que tú.

Lo que no mencioné fue el problema con mis senos. Es que, esta es la


cuestión: muchas personas creen que tener tetas debe ser impresionante.

84
Es decir, miren todas las cirugías que se hacen cada año. ¿Pero tetas de
verdad? Esas no son divertidas. Si lo que te vas a poner no tiene cintura,
te ves gorda, y no puedes ponerte nada lindo, nunca. Siempre lucen
embutida. O peor. Verás, un adorable y lindo top se vería recatado y lindo
en Lacy. Si yo me lo pusiera, me vería indecente, como si fuera algún tipo
de conejita Playboy. Básicamente, las tetas grandes hacen que las
personas piensen que eres una puta.

Así que yo intentando ponerme alguna de los lindos y tiernos pequeños


bikinis de Lacy era una gran broma. Iba a parecer una estrella porno o
algo así. Las lágrimas ya estaban haciendo su camino hacia mis ojos. Pero
no lloraría. No dejaría que Lacy ganara.

Lacy tenía suficientes trajes de baño para abrir una tienda. Pero todos casi
no cubrían nada. Amber ya había tomado el que era medio deportivo y se
lo estaba probando, subiéndose la parte de abajo lo más que podía para
tapar su vientre, que no estaba tan mal.

Vi todos los trajes de baño una vez, y después me puse a verlos otra vez.
Me detuve en el rojo estilo halter. Tenía un poco más material que los otros
y la tira que iba alrededor del cuello era bastante gruesa. Tuve una idea.
Agarré el rojo, pero también el halter negro.

Me quité mi vestido y ropa interior. Podía sentir la mirada de Amber en mí,


pero qué más daba. La parte de abajo del rojo no fue un problema, era
simple, un poco alto, pero hacía que mis muslos se vieran más delgados.
Estúpidos muslos. Después me puse el top negro. Era bastante pequeño, y
lo até bien apretado, tan apretado que podría sentir el nudo clavándose en
mi cuello. Luego, me puse el top rojo encima de ese. Este era más grande,
y, gracias al negro que tenía abajo, no sentía que se me fueran a salir.
También me lo ate alrededor de mi cuello muy apretado.

—De acuerdo, ¿dónde está el espejo? —pregunté mientras iba al espejo


para maquillarse. Me miré, e hice todo lo posible para no llorar. No estaba
horrible. Pero me veía tan... tan como una de esas chicas de las revistas
para hombres. Excepto que no lo estaba haciendo a propósito. Y no me
habían borrado mis imperfecciones.

—Te ves genial —dijo Amber, y enserio creía que ella pensaba eso.

85
—No puedo hacer esto —dije, y me senté en la pequeña silla.

—¡Pero te ves genial!

—Me veo… para una revista de hombres.

—No lo haces.

—Sí. Lo hago.

Amber se sentó en el silloncito, cubriéndose el vientre con un almohadón.


Estábamos tan calladas que por primera vez podía escuchar el ruido de
afuera. Todos se reían y la estaban pasando genial. Podría haber asesinado
a Amber por meterme en esta situación. Y después recordé como conseguí
la invitación.

—Eso es todo —dije, levantándome—. A la mierda Lacy. No vamos a salir


así. —Fui hasta su armario, escaneando los percheros en el camino—. ¡Ha!
—Encontré lo que buscaba. Camisetas grandes. No estarán a la moda,
pero todo el mundo, todo el mundo tiene camisetas grandes. Para dormir o
para hacer cualquier cosa. Le tiré una amarilla a Amber y me quedé con
una blanca de un equipo de futbol.

Amber sonrió, y nos las pusimos. No me gustaba que mis piernas


estuvieran tan expuestas, pero me sentía mucho mejor.

—Vamos, vamos a terminar con esto.

A través de la casa, fuimos afuera. Hubo algunas risitas de las chicas


mientras pasábamos. Era obvio que intentábamos cubrirnos, pero era
muchísimo mejor que si no lo hubiéramos hecho.

—Hola Lacy —dije acercándome a ella.

Se dio vuelta y nos miró.

—¿Por qué tienen mis camisetas?

—¿Te molesta? No creí que lo haría. Es que son solo camisetas —le
contesté riéndome.

Puso los ojos en blanco.

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—Sí, como sea. Aquí tienen sus toallas. —Me dio dos toallas, y las agarre.

—Gracias.

Lacy no contestó, y siguió caminando hacia sus amigas. Francamente,


estaba aliviada de que se molestara conmigo ahora. Significaba que me
podría escapar sin necesidad de tener que tener “la conversación” con ella.

—¿Nos tenemos que sentar en otro lado?

—Sí, supongo.

Escaneamos el área. Pero no había lugar que no pareciera estar lleno.


Llegaron más personas cuando estuvimos en el armario.

—¿Sabes qué? Quedémonos aquí. —Dejamos nuestras cosas al lado de la


casa de la piscina y nos sentamos. Se sentía bien por fin poder relajarse y
ser el observador, en vez de ser la observada. Todos en la fiesta parecían
estar muy felices con sus pequeños roles. Los chicos presumían para las
chicas; y éstas fingían que no se daban cuenta. Siempre me molestó que
ninguno de ellos tuviera ganas de dejar de ser así. Como estaban
contentos con solo ser “adolescentes” y dejaban que todo lo predecible
pasara.

—¿Alguna vez sentiste como si no encajaras? —me preguntó Amber.

—Todos los días.

—Bien, bien, bien —dijo una voz familiar—. Me pongo una camiseta y
miren lo que pasa.

87
Doce
Traducido por PaulaMayfair

Corregido por Gabba

¿C ómo hizo eso, este acto de aparición? Levanté la vista y vi a Gabe


de pie a un par metros de distancia, en jeans oscuros y una
camisa de botones. Ni siquiera iba a molestarme en preguntar dónde
consiguió la ropa nueva, aunque sospechaba que mi madre estaba detrás
de esto. Estaba lo suficientemente lejos de nosotros que en realidad no
pareció como si me hablara. Pero lo hacía. Miré al lugar donde Lacy se
sentaba para ver si había notado su llegada.

Se había dado cuenta.

—Ooh, mira —dijo Gabe—. Porristas.

Lo vi caminar para reunirse con Lacy, mientras se levantaba de su sillón


para darle la bienvenida. Rezumaba confianza, y envidiaba eso. Nadie en
esta fiesta sabía quién era, pero no le importaba en absoluto. Por otra
parte si me viera así de bien, quiero decir, como el equivalente a una chica,
probablemente también habría rezumado confianza.

—¿Quién era ese? —preguntó Amber mirándolo.

—Ni idea —contesté. En mis entrañas sentía un hueco, mientras veía a


Gabe hablando tranquilo con Lacy. Se veían tan bien juntos, como si
hubieran salido directamente de alguna sesión de fotos. No estaría
coqueteando conmigo nunca más, eso es seguro.

Ahora Lacy reía, entrelazaba su brazo con el suyo y comenzó a presentarlo


a las otras chicas. Estaban sonriendo. Algunas incluso se quitaron sus
gafas de sol, un honor de verdad. La actividad en la piscina se detuvo
cuando los chicos notaron que ya no eran el centro de atención. Lacy hizo
un gesto hacia la casa, pero Gabe sacudió la cabeza. Luego se volvió y
comenzó a caminar derecho hacia mí, desabrochándose la camisa.

88
Mientras cuidadosamente se la quitaba, me maravillé de lo bronceado que
se había vuelto en el transcurso de una tarde de trabajo en el jardín,
claramente no se puso protector solar, pero supuse que el cáncer de piel
no había sido un problema tan grande en los años 50. Riley, deja de mirar.
Pero no podía apartar la mirada, sus abdominales eran una maravilla, sus
hombros, sus brazos... y apuesto a que no iba al gimnasio ni nada, como
en los viejos tiempos. Al igual que Lacy, verse perfecto llegaba a él
fácilmente. La vida era tan injusta.

Cuando llegó a la esquina de la piscina se detuvo por un breve instante y


me tiró su camisa.

—Aquí, cariño, toma esto. —Y me dio uno de sus guiños rápidos. Se quitó
los zapatos y luego, con un poco de vuelo, se zambulló en el agua. Subió a
la superficie y apartó el cabello de sus ojos. Dio media vuelta, nadó hacia
el lado de la piscina y me miró.

—¿Quieres venir a nadar —preguntó. Negué con la cabeza, pero tenía que
admitir que me gustaba que me prestara atención. Me gustaba la
expresión del rostro de Lacy mientras lo veía prestarme atención.

—Cariño, ¿cómo te llamas? —preguntó, cruzando los brazos sobre el borde


de la piscina.

—Riley.

—Riley, ven a la piscina. —Me dio una mirada de complicidad. Conocía el


juego que quería jugar. Y tenía muchas ganas de jugar también. Solo una
vez, solo una vez quería hacer que Lacy no fuera el centro del mundo. Y
ahora mismo, bueno, ahora mismo sabía que todo el mundo me miraba.

—Yo... no puedo... —dije en voz baja.

—Riley —dijo Gabe. Puso las palmas de sus manos en el borde de la


piscina y se empujó fuera del agua. No podía haber sido más caliente si lo
hubiera hecho en cámara lenta. Se acercó, chorreando agua sobre mí. Sus
pantalones se aferraban a su cuerpo, como si hubieran sido pintados.

—No puede ser cómodo nadar así, en jeans —dije tranquilamente.

—¿Quieres que me los quite? —Tomó su bragueta.

89
Amber se quedó sin aliento.

—¡Dios no! —dije rápidamente, y se rio.

—Riley —extendió su mano hacia mí—. Entra en el agua.

Miré a Amber, que me miraba con los ojos abiertos. Sabía que no habría
dudado de esta manera. Pero no lo conocía como lo hacía yo. No conocía
sus trucos. Maldita sea, estúpido Gabe. ¿Por qué no podía sentirme tan
cómoda con él como él lo estaba conmigo? ¿Por qué era tan infantil? En el
fondo sabía cuál era mi problema. Él me asustaba como la mierda con esta
estúpida cosa del sex appeal que tenía.

Pude ver a Lacy hacer su camino hacia nosotros. No. De ninguna manera,
ella no iba a arruinar esto para mí. Tomé su mano, y me ayudó a ponerme
de pie.

—Está bien —dije. Sonrió. Esperé a que me escoltara a la piscina, pero no


lo hizo—. ¿Vamos o no?

—¿No estamos olvidando algo? —preguntó mirándome.

—¿Qué?

—¿El código de vestimenta?

¡Oh, no! No. No, no, no.

—Oye, Riley, ¿qué está mal? —preguntó Lacy viniendo al lado de Gabe.

—Nada.

—Genial. Ah una cosa.

—¿Sí?

—Debería haber mencionado esto antes, pero la verdad es que no quiero


que mis camisetas queden cubiertas de cloro. Estoy segura de que
entiendes. —Sonrió dulcemente. Gabe la miró y luego me miró. Su
expresión se puso seria.

—¿Sabes qué? —dijo—. Siento mucho frío ahora. No importa.

Mierda.

90
—Bueno, yo estoy bastante caliente —dije tratando de sonar confiada. Y
entonces me incliné, saqué la camiseta por encima de mi cabeza, y la dejé
caer en el suelo—. Pero tú puedes quedarte aquí si quieres. —Puse mis
manos en mis caderas y lo miré.

—De ninguna maldita manera —dijo con una amplia sonrisa. Me tomó la
mano de nuevo y me dirigió hacia el lado de la piscina—. ¿Lista?

—Lista. —Fui capaz de procesar las expresiones de los rostros que me


miraban por un momento antes de que Gabe y yo saltáramos al agua. El
frío se sentía increíble, y el silencio era aún mejor. Pero el fuerte agarre de
Gabe en mi mano, incluso bajo el agua, fue la mejor parte.

Subimos a la superficie al mismo tiempo, y me sonrió. Le sonreí de vuelta.


Y entonces me di cuenta de que probablemente era un poco extraño que
estuviéramos tomados de la mano así, por lo que me solté rápidamente
fingiendo que necesitaba usar las dos manos para flotar.

—Mírate, toda fanfarrona —dijo Gabe, con esa voz baja que parecía
guardar solo para mí.

—Estaba caliente.

—Eso es malditamente seguro.

—Cállate.

—Cariño, ¿no te gusta un cumplido?

—No.

—A todo el mundo le gusta un cumplido.

—A mí no.

Gabe sacudió la cabeza y miró a su alrededor. Mis brazos estaban


cansándose un poco, pero estaba frente a un enigma. Unos segundos en
traje de baño de Lacy en público antes de saltar al agua, era una cosa.
Pero subir, agarrar una toalla, tratar de hacer las cosas con calma para
actuar como que no me importaba, eso era otra cosa. Y nadar al lado de la
piscina no era un plan tampoco. No cuando todo el mundo estaba allí,
esperando.

91
—Tengo que decir, los trajes de baño han cambiado un poco en cincuenta
años —dijo Gabe volviéndose hacia mí—. No es que me esté quejando.

—No hables de la cosa del tiempo —dije rápidamente.

—Nadie me puede oír.

Miré a mí alrededor. Lacy charlaba con Charlotte, pero sabía que estaba
manteniendo su atención en nosotros. Sin embargo, algunas de las otras
chicas eran descaradas en sus miradas. Incluso algunos de los chicos.

—Hemos estado hablando mucho tiempo —dije—. Todo el mundo está


sospechando.

—¿A quién le importa?

—No podemos hacer una escena, no podemos llamar la atención.

—Pero es muy divertido.

Mis brazos estaban demasiado cansados. Tuve que tomar un riesgo y


nadar hacia un lado. Empecé a patalear mi camino. También justo a
tiempo, mientras Brett Warren se tiraba, justo donde había estado. Brett,
gracias por la advertencia.

Me aferré con una mano, me volví y miré de nuevo hacia la piscina. Brett
salió a la superficie junto a Gabe, quien le dio los cinco. ¿Cómo los chicos
siempre saben cómo comunicarse unos con otros con tan poco esfuerzo?

Supongo que era fácil cuando con todo lo que tenías que trabajar eran
gruñidos y gestos de la mano.

—Así que, Riley.

Suspiré y me di la vuelta.

92
Trece
Traducido por Little Pig

Corregido por Gabba

—A sí que, Lacy —dije, mirándola.

—Parece que le gustas a alguien. —Rompió el contacto visual, y seguí su


mirada, mientras Gabe salía de la piscina con Brett e iba hacia el extremo
lejano otra vez.

—¿Tan shockeante es? —pregunté.

Ninguna de nosotras miraba realmente a la otra cuando Gabe y Brett


corrieron y después saltaron, peligrosamente cerca del otro, dentro de la
piscina. Sus salpicadas fueron bastante iguales, y a las dos nos mojaron.
Claro, como yo estaba dentro de la piscina, no me importo. Parecía que a
Lacy sí. Aunque cuando los chicos salieron de abajo del agua se rio
tontamente y aplaudió sus esfuerzos.

—¡Eso estuvo genial! —dijo. Después se sentó y dejó que sus pies cayeran
dentro de la piscina, al lado de mi cabeza. Estaban perfectamente
cuidados—. Probablemente es porque perdiste tu virginidad. Los chicos se
dan cuenta de esas cosas.

—Quizás.

—Riley, tienes que tener cuidado —dijo Lacy, finalmente mirándome otra
vez—. Una vez que los chicos saben que lo hiciste, van a hacer todo lo
posible para que lo hagas con ellos. Te harán sentir que piensan que eres
especial. Y no lo eres.

Me tendría que haber ofendido con ese comentario, pero al examinar la


expresión facial de Lacy, me pregunté cuánto de lo que acaba de decir
había sido para mí.

93
—Gracias por la advertencia.

Lacy se encogió de hombros.

—Tómalo o no, solo te digo. —Balanceó sus pies para adelante y para
atrás—. ¿Vas a decir con quién fue?

Estaba lista.

—Podría, pero no te importaría. Fue con un chico que conozco desde hace
un tiempo en Rochester. Uno de los amigos de mi primo.

—Oh. —Lacy se mordió su labio inferior por un rato. Era una historia
bastante creíble. No había muchas personas en la escuela que supieran
mucho de mí y de mi familia. Lo que más sabían era que mi papá era del
norte y no era rico. La mayoría conocía a mi mamá, y eso era suficiente
para que no me observaran tanto. Así que lo de Rochester tenía sentido.

—Bueno Riley —dijo Lacy—, debería ser una buena anfitriona e ir hablar
con las otras personas también. No te lo quedes toda la noche. —Gabe iba
por su tercera bala de cañón.

—No creo que pudiera. Parece que encuentra saltar a la piscina más
divertido.

Lacy sacudió la cabeza.

—Chicos.

¿Ahora éramos amigas?

Se levantó.

—Hablaremos después. Sigo queriendo los detalles. —Me dio una de sus
famosas sonrisas, y pensé que quizás pudo haber sido realmente sincera.
Pero no quería ir por ese camino. Era mejor nunca confiar completamente
en una persona así.

—¡Hola cariño!

—¿Quién? ¿Yo? —Me giré y alcé mis cejas, mientras Gabe nadaba hacia
mí.

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—¿Quién más?

—Pensé que podrías estar hablando con Brett.

Gabe se rio.

—¿Estamos teniendo una pelea de enamorados?

Me sentí un poco avergonzada por hacer esa broma. Creí que sería
divertida. No pensé cómo le parecería a él.

Aunque si mostraba que me dio vergüenza, podría empeorar las cosas.

—Absolutamente. Ni siquiera me trajiste flores cuando llegaste a la fiesta.


Que caballero.

—Eso fue horrible de mi parte. —Sonrió y flotó más cerca, apoyando una
mano en el borde de la piscina al lado mío. Oh Dios. ¿Yo estaba
coqueteando? Nunca sabía cuando coqueteaba. Decidí seguir como si nada
a pesar de las mariposas en mi estómago y su proximidad.

—¿Y te pusiste una camiseta? —dije—. Quiero decir, ¿qué pasó para que lo
hicieras?

Gabe me lanzó una mirada de enojo juguetón.

—¿Discúlpame?

—¿Quién te dijo que te pusieras una camiseta? Especialmente para una


fiesta en la piscina. Eso está mal.

—Mira pequeña… —Y antes de que me pudiera hundir para cubrirme, se


empujó de la pared y me lanzó agua, una y otra vez.

—Basta, basta… —Escupí. Lo empecé a mojar y me sentí ridícula pero a la


vez genial.

—Lo siento, ¿qué dijiste?

—Dije ¡basta! —Me solté con ambas manos y le tiré una cantidad masiva
de agua. Gabe paró y se puso a toser. Más que toser, era como si se
estuviera ahogando o algo.

Nadé hacia él.

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—¿Estás bien?

Asintió, pero siguió tosiendo.

—¿Seguro?

—Estoy seguro, estoy seguro. —Finalmente paró y me miró—. Tienes


buena puntería.

—¡Oye! ¡También me salpicabas!

—Me diste justo en la nariz, en las orejas, y en la garganta. Debe haber


sido el chapuzón del siglo, cariño.

—Lo siento.

Ignoró mi disculpa y nadó hasta la escalera. Mientras salía del agua y


agarraba la toalla que le ofrecía Lacy, me sentí mal. No creí que fuera justo
que me estuviera sintiendo tan mal por salpicarlo, pero creo que lo
molesté. Estaba sacudiendo su cabeza hacia los costados para sacarse el
agua de las orejas.

Dios, no fue como si lo hubiera hecho apropósito.

Por suerte, todos estaban concentrados en Gabe con sus jeans apretados y
mojados, así que pude salir de la pileta, secarme y ponerme la camiseta
sin ninguna risita.

Me senté al lado de Amber otra vez.

—Oh dios mío, totalmente le gustas.

—No, no le gusto —dije. No le gustaba. Era su juego, y casi lo había


ahogado. Estaba más seguro afuera del agua y en los brazos de una
porrista.

—Te prestaba muchísima atención.

—Un poco, pero míralo ahora.

—Bueno, por lo menos te prestó un poco de atención —lo dijo con


amargura.

Ahí me acordé, la razón por la que estábamos en esta fiesta.

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—Oye, mira, Brett ha estado distraído por la piscina, no por las chicas.
Estás bien.

—Eso creo.

La simple charla de chicos era buena para distraerme de sentirme mal al


ver a Gabe, Lacy y al resto del equipo, así que hablamos un poco más
sobre Brett y si pasaba el tiempo con Hannah porque le gustaba o porque
intentaba poner celosa a Amber. Claramente concluimos que era lo último.

La mamá de Lacy nos trajo unas hamburguesas alrededor de las siete, y


esa fue otra buena distracción. Me pregunté hasta cuando iba a tener que
quedarme en esta fiesta. También me pregunté si había alguna forma en la
que me podía ir de la fiesta sin que Lacy me interrogara sobre “perderla”.
Había pensado en ni siquiera levantarme para conseguir una
hamburguesa, me había quedado en mi esquina por tanto tiempo que casi
me había vuelto invisible. Pero tenía bastante hambre, y no era una de
esas personas que se saltaban las comidas.

Amber y yo nos levantamos y fuimos juntas. Parecía que se estaban


acostumbrando a nosotras, porque casi no dijeron nada mientras
pasábamos. Aunque la mayoría ya estaba un poco achispado, y no creo
que prestaran demasiada atención a algo más que seguir tomando.

Lacy, como buena anfitriona, nos pasó a cada una de nosotras una
hamburguesa.

—¿Quieren una cerveza? —preguntó—. Todavía no tomaron nada.

—No gracias —dije, pero Amber agarró una—. ¿A tu mamá no le importa


que tomemos?

Lacy sacudió la cabeza.

—Le importa, pero sabe que somos adolescentes, ¿cierto? Dice que prefiere
que lo hagamos bajo su techo donde sabe lo que estamos haciendo.

—Entonces, ¿has tenido alcohol en todas tus fiestas? ¿Desde hace cuánto
tiempo?

97
—Bueno, esta es la primera vez oficialmente… antes siempre hacía como si
no nos veía. —Lacy Sonrió. Después se giró en dirección a donde Gabe
descansaba en una silla rodeado por chicas y le dijo—: Gabe, ¿cerveza?

—Lánzala. —Lo hizo y agarró la lata hábilmente con una mano. Me di


cuenta de que las chicas pensaban que eso fue súper genial porque todas
hicieron “ohh” cuando la atrapó. Ah, y porque una dijo “eso fue súper
genial”. Él me guiñó el ojo y después volvió a sus chicas. Creo que esa fue
su forma en decirme que me perdonaba por haberlo salpicado. Gracias
Gabe.

Volví a mirar a Lacy para encontrarme con una sonrisa de satisfacción.

—¿Segura que no quieres una?

—Estoy segura.

Amber y yo nos fuimos hasta la mesa con los condimentos y las ensaladas.
Era obvio que su mamá se esforzó mucho en preparar esta fiesta, pero
para mí era esforzarse por algo estúpido, considerando lo rápido en lo que
los chicos se devoraban todo. Era como un truco de magia: “¡Miren como
desaparece la mesa de comida!”

Pudimos agarrar un poco de ensalada de papa antes de que se acabara, y


unos palitos de zanahoria con aderezos. La bandeja con vegetales fue
sacada de la mano de Amber y ésta estuvo a punto de insultar a la
persona que se la quitó cuando se dio cuenta de que era Brett.

—Oh, hola, Brett —dijo, su voz subiendo una octava y poniéndose un poco
más callada.

—Hola Amber —respondió Brett, con su boca llena de zapallo—. No sabía


que estabas aquí.

—Sí. —Amber tomó un sorbo de su cerveza y no dijo nada más.

Brett se giró hacia mí.

—Te ves bien en traje de baño.

—Em, gracias —respondí.

—Sí, te lo tendrías que poner más seguido.

98
—No me convence, no sería muy práctico…

—Bueno, sabes a lo que me refiero.

—En realidad no.

Hubo una pausa en nuestra conversación, mientras Brett masticaba. Lo


miré. Cuando tragó, volvió a hablar.

—Gabe es genial.

—Claro.

Esta vez nos quedamos en silencio porque no teníamos nada más que
decir. Miré a Amber, esperanzada de que tenía suficiente valor para mirar
a Brett a los ojos. Al parecer la parte de arriba de su cerveza era más
interesante.

—Oye, mira —dije—, espero que a ustedes no les importe, pero tengo
que… ir por allá… ahora. —Enserio no estaba hecha para esto. Por suerte,
no creo que Brett se diera cuenta de mi espectacular plan para que estén
solos.

—Sí, no pasa nada —dijo.

—¿Le harás compañía a Amber?

—Sí, seguro.

—De acuerdo. Así que, me voy a ir a hablar con… —Miré al otro lado de la
piscina—… Eddie.

—Genial.

—Amber, ¿está bien?

—Sí.

Bueno, eso había sido como arrancar dientes. Me alejé de los tortolos y me
uní a Eddie en el borde de la piscina. Eddie era el emo de la clase, popular
solo porque publicó un poema en una revista indie el año pasado. También
porque su papá era un fotógrafo libre que trabajaba para Playboy en los
ochenta.

99
Me senté al lado de él, balanceando mis pies en el agua y apoyando mi
plato en mis rodillas.

—Hola, Eddie.

—Hola.

—Nunca me imaginé que te gustaran las fiestas en la piscina.

—No estoy aquí de verdad.

De acuerdo…

—Eso es genial. Entonces ¿no tenemos que hablar?

—¿Podríamos no hacerlo?

—Genial.

100
Catorce
Traducido por Selene

Corregido por Gabba

R esultó ser que Eddie era la persona perfecta con la cual pasar una
fiesta en la piscina. Nos sentamos y comimos nuestra comida en
silencio, de vez en cuando hacíamos alguna observación sobre algo
irrelevante. Era agradable sentarse y ver como los demás se ponían cada
vez más borrachos. Bueno, en realidad no era agradable ver como todos se
emborrachaban, pero era agradable no estar involucrada. Amber y Brett
por fin habían sacado sus sillas de la sala y se sentaron juntos. Una vez
que comenzaron a hablar se veían como si en realidad se gustaran.

Sin embargo, Gabe seguía siendo el centro de atención. Ahora, algunos de


los chicos se unieron a su pequeño harem, el grupo empezaba a ponerse
muy ruidoso. Algunos de ellos se empujaban los unos a los otros, sin
razón aparente, riendo a carcajadas como burros.

Eddie, después de un rato, finalmente se puso de pie y dijo:

—Voy por una cerveza. ¿Quieres una?

—No, gracias —¿Me estás dejando?

Estaba por mi cuenta. El sol casi se había puesto y las luces nocturnas se
encendían. A Lacy le resultaba hilarante que no pudiera encender las
antorchas y cuando Julia llegó a ayudarla, ambas colapsaron en un
ataque de risa.

Negué con la cabeza y miré a Gabe, que se besaba con una chica cuya
espalda no reconocí.

Eso me dolió. Realmente dolió. No era que estuviera celosa, no realmente...


bueno... quiero decir... el punto era que se besaba con alguna loca
animadora, pensaba que tenía un mejor gusto.

101
Un par de sillas abajo, Brett y Amber parecían estar inspirados por su
brillante idea y también comenzaron a hacer el tonto. Me di cuenta ahora
que el punto de vista del cual disfrutaba bastante hace un momento, se
había convertido de asientos de primera fila para algún tipo de fiesta de
pornografía leve, y me sentía un poco incómoda. Así que me puse de pie,
pero no me ayudaba mucho ya que no tenía un lugar a dónde ir. Me salvé
de la parálisis total cuando un grupo pasó rápidamente corriendo junto a
mí y dos chicos cayeron al agua. Salté a un lado para no mojarme con su
chapoteo y casi caigo a la derecha de Hannah, quien se lanzaba a la
piscina justo detrás de ellos.

De repente todos se dieron cuenta que había una piscina y esto era una
fiesta en una. Mike y Rob tomaron a Annie de sus piernas y brazos y la
arrojaron al agua. Protestó, pero no me sonó muy convincente, teniendo en
cuenta que sus argumentos consistían en nada más que risas. Luego,
estaba debajo del agua y ellos se acercaron por detrás. La mayoría de los
otros chicos se lanzaron tras ellos excepto Gabe, por supuesto, que seguía
teniendo un tiempo de amor con... Charlotte, evidentemente.

La piscina se convirtió en una sopa de adolescentes ruidosos, el agua


estaba revuelta mientras chapoteaban y se subían unos sobre otros. Se
veía tan opuesto a la diversión para mí, claustrofóbico.

—Alguien se va a ahogar —dijo una voz detrás de mí. Miré y resultó ser
Lacy. Agarró mi hombro para mantener su equilibrio—. Son tan estúpidos.

—Están borrachos. Al igual que tú.

—No me voy a lanzar al agua borracha. Eso es peligroso.

—Tienes razón.

—Por supuesto que tengo razón. —Cambió su enfoque a las sillas de la


sala—. Ugh y tu estúpido novio conectó con Charlotte. Es una puta.

—Si ella lo es, entonces él también. No lo está haciendo sola.

Lacy se volvió hacia mí y me miró a través de una mirada desenfocada.

—Riley, eres tan rara.

—Estoy al tanto de eso.

102
Realmente no sabía qué decir a mi respuesta, por lo que volvió a su
pensamiento inicial.

—Y Amber tiene gusto gravemente estúpido. ¿Le gusta Brett Warren? Ew.
Su padre es realmente espeluznante.

Eso fue un poco sorprendente. No había notado que otra persona sintiera
eso.

—¿Lo crees?

—Totalmente. Esos ojos, todos saltones y esas cosas. Personalmente


siempre he pensado que la Iglesia de los Ángeles es algo súper tonto.

—¿En serio?

—Sí, es decir, piensa en ello. ¿Cuánto sabemos acerca de estos ángeles?


¿Por qué estamos adorándolos? Pero shhh... —Sostuvo su delgado dedo
sobre su boca—. No deberíamos hablar de esto. Mi madre enloquecería.

—Está bien. No lo haremos. —Pero me sorprendió. En la familia de Lacy


eran prominentes figuras en nuestra ciudad. Su padre manejaba el banco,
su madre era la cabeza de la APF2. En cada evento, siempre estaban junto
al Pastor Warren. Por lo que entendía, se sentaban en el primer banco de
la Iglesia de los Ángeles. Y Lacy siempre me pareció el tipo de chica a la
que le gustaba seguir las normas. Se deleitaba con su estereotipo de
animadora. Había entrado en el concurso de belleza del condado esta
primavera.

Supongo que se le permitía tener una mente propia. Es solo que no me di


cuenta que tenía una mente en primer lugar.

Lo cual era realmente algo prejuicioso de mi parte por pensarlo.

Todavía tenía un firme agarre sobre mi hombro, cuando finalmente


preguntó. Tal vez había dicho todas esas cosas del Pastor Warren para
desarmarme, para hacerme pensar que en realidad podría ser interesante.
Quiero decir, por supuesto que no tenía que ser así. Estaba demasiado
borracha como para hacer un plan complicado como ese. Aun así, me
tomó por sorpresa.

2 APF: Siglas para Asociación de Padres de Familia.

103
—Riley, entonces, qué tienes que decir sobre perderla —dijo ella.

Sentí pánico.

—¿Tengo que hacerlo?

—Lo prometiste.

Sí, lo sé, he estado pensando en eso todo el día.

—¿Qué quieres saber?

—¿Quién fue?

—Te lo dije, un amigo de mi primo, Jeff, en Rochester este verano. —Pensé


que si lanzaba un nombre casualmente parecería más real. Funcionó.

—¿Qué piensas?

—¿Sobre qué?

—Eso.

Oh… eso.

—Está bien. —Empezaba a sentirme bastante ridícula. Tuve un estúpido


beso en toda mi vida y todos los de mi edad querían hablar de sexo.

—Riley. —Agarró mis hombros con sus manos y me miró con seriedad.

—¿Sí? —Quería reírme por su expresión tan intensa.

Ella parpadeó un par de veces.

—¿Qué?

—Sonó como que ibas a decir algo.

Asintió.

—Oh sí. Riley, se pone mejor.

—¿Qué cosa?

—El sexo.

104
—Está bien.

—La primera vez siempre es un poco... duele ¿sabes?

—Lo sé. —En teoría.

—Pero se pone mejor. Pero asegúrate de querer hacerlo, porque si no


quieres, no es divertido.

—Obviamente.

—No, no es “obvio”, no seas tan perra.

—Lacy...

—Oh, cállate, eres tan inteligente, ¿verdad? No me importa lo que piensen


los demás, con sus estúpidos trajes y sin dejar de fijarse en los demás.
Nunca tendrás que tratar. Solo trataba de ayudar, pero lo que sea. Por lo
menos no la perdí con algún perdedor en el norte.

—Lacy...

Se alejaba tambaleante antes de que pudiera decir nada. No sabía qué


decir. Sentía como si hubiera caído en una emboscada, pero una especie
de emboscada inversa, si es que eso tenía sentido. Me sentí como si de
alguna manera me hubiera hecho lastimarla y no me gustaba la idea de
enojarla, especialmente cuando no quise hacerlo. Era tan raro. Una breve
y bizarra conversación de borrachas con una animadora y toda mi
perspectiva de la vida había cambiado. Bueno, en una porrista en todo
caso.

¿Quién diablos era Lacy Green? ¿Quién diablos era alguno de ellos?

Volví a ver a mis compañeros de clase. Algunos habían salido del agua,
ahora, dos de los chicos jugaban bruscamente de una forma que parecía
que en cualquier momento se convertiría en una pelea real. ¿Quiénes eran
estas personas? Había crecido con ellos, pero casi no pasaba tiempo con
ellos. Los conocía como una lista de características, pero eso era todo. No
sabía nada de ellos en absoluto. No realmente. Me sentía un poco estúpida
por eso. Un poco mal.

105
Por otra parte, no era como si alguno de ellos hubiera tratado de
conocerme.

Mi cerebro se sentía mareado. ¿Estaba borracha por ósmosis? De todos


modos, ¿cómo se sentía estar borracho? Había tantas cosas que los
adolescentes normales sabían. Lacy actuando celosa de mí, no tenía ni
idea de que no valía la pena, que solo era una loca chica que no tenía idea
de cómo se siente ser una adolescente real. Debería beber y acabar con
esto de una vez. Debería tener sexo.

A pesar de que no quería... no... ¿todavía?

—Hola, cariño.

Respiré hondo.

—Oye, Gabe.

Y aquí estaba él apareciendo de la nada de nuevo. Había venido detrás de


mí y sentí un par de brazos envolverse alrededor de mi cintura. Estaba
completamente tensa.

Tengo que pensar que es solo un abrazo. Es solo un abrazo amistoso, nada
más. Cuando su barbilla golpeó mi hombro creo que morí un poco.

—Pareces un poco triste —me dijo.

—No lo estoy —le contesté tratando de sonar casual—. Solo estoy cansada.
Odio las fiestas.

—Este es un lindo ángulo, eso es seguro.

Negué con la cabeza, aproveché la oportunidad para apártame y lo miré,


con las manos en las caderas.

—¿De qué estás hablando? ¡Estabas totalmente liándote con Charlotte!

—Besa como un pez. —Lo dijo como si fuera de conocimiento público.

—¿Cómo besa un pez?

—Todo fruncido. Y demasiada succión.

—Oh.

106
—¿Quieres ir a casa? —preguntó, estirando los brazos por encima de él,
los músculos de su torso respondían adecuadamente.

—Casa. No vives con nosotros ¿recuerdas?

—Muñequita, confía en mí, mañana por la mañana vamos a ser


compañeros de cuarto. Tú, yo, esa caliente madre tuya...

De acuerdo, todo el mundo sabe que está buena, pero no llegan y lo dicen
así.

—No hables de mi madre de esa manera.

—Sí, supongo que es demasiado joven para mí de todos modos.

Me eché a reír. No pude evitarlo.

—Oye, mira, te hice reír. —Gabe sonrió. Dio un paso hacia mí. Ahora podía
sentir el calor de su cuerpo irradiándome—. Nos hemos divertido haciendo
que todos se pongan celosos, ¿no?

—Sí. Entonces tuviste a todos molestos cuando te salpiqué.

Alzó una mano y empujó unos mechones de mi cabello que habían caído
delante de mis ojos detrás de mí oreja.

—Sí, lamento eso. Sentí como si lo hubieras hecho a propósito o algo así,
tratar de ahogarme, pero sé que no lo hiciste. He sido derrotado por un
bebé. —Miró hacia el caos de la piscina—. ¿Podemos irnos a casa ahora?
Los adolescentes son tan molestos como lo fueron en mis días.

No podría haberlo dicho mejor.

—Sí, está bien. Vamos a casa.

107
Quince
Traducido por Selene

Corregido por Nony_mo

M e cambié rápidamente y salimos juntos por el serpenteante camino


hacia casa. Era agradable tener alguien con quien caminar. No es
que me sintiera insegura caminando a casa en la oscuridad, es solo que
era espeluznante andar por algunos caminos de tierra. Tan oscuros. La
gente de la ciudad no siempre entendía lo oscuro que podrían llegar a ser.

Pero la vía a casa de Lacy tenía un par de casas a lo largo del camino, así
que no era negro azabache. Y había una pequeña luna creciente en el
cielo. Se podía ver a varios metros hacia delante mientras caminábamos.
Aun así, caminar con Gabe se sentía bien. Una confesión que me dolía un
poco, como cuando caminaba con Chris. No es que él y yo tuviéramos
muchas fiestas de las que caminar juntos. Tampoco vivíamos juntos. No es
que Gabe y yo viviéramos juntos. No de esa manera. Se sentía cómodo,
como si nos hubiésemos conocido de toda la vida, de la manera en que
Chris y yo nos relacionábamos. Me hacía sentir segura. De la misma forma
que me ocurría con Chris. Deseé que esa molestia desapareciera,
dejándola a un lado traté de concentrarme en no caerme debido a la
oscuridad.

Él comenzó a cantar hacía unos cinco minutos. Me gustaba. Era algo que
disfrutaba cuando caminaba. Pero por mi cuenta. No delante de todos.
Creo que frente a la única persona que he cantado es Chris y solo porque
él me lo pidió. Me había atrapado cantando mientras caminaba a casa
desde la escuela un día que pensaba que estaba sola. Me había sentido
súper avergonzada, pero él había pensado que era impresionante.

De todos modos, la mayoría de la gente no hacía eso por aquí. Bueno, no


las personas jóvenes. Algunas de las personas mayores en la ciudad sí. En
realidad, tampoco muchos de ellos lo hacían. Tal vez solo pensaba en Etta

108
Mae. Tenía una voz gutural increíble, un poco inquietante y cantaba
canciones de sus abuelos. “Las cantas para recordar” me había explicado
una vez. Eso había causado escalofríos en mi columna vertebral. Pero en
un buen sentido. Uno la sentía acercarse. La observabas al pasar.
Escuchabas la música disiparse cuando seguía su camino.

Cantar pa’ recordar.

Sin embargo, Gabe estaba cantando una canción diferente. Su canción me


hacía pensar en una película como Grease o algo así. Supongo que era una
de cuando era adolescente. Quiero decir, todavía era un adolescente, pero
antes, cuando había vivido... antes.

Mi nena tiene un Cadillac azul brillante

Ella conduce tan rápido que pienso que podría volar

Y algún día iremos a la luna

Donde ese Cadillac azul brillante atravesará el cielo.

—Tomemos un atajo —dije.

Gabe dejó de cantar, no pretendía que lo hiciera. Tenía una linda voz. Sin
entrenamiento, pero tenía la esencia sobre la cual trabajar. Era cálida.

—Está bien.

Me salí de la carretera y comencé a hacer mi camino a través de la maleza.


No era un bosque espeso ni algo parecido, en la distancia se podía ver el
centro de la ciudad. A lo lejos. Claro que por la noche no podrías ver las
zarzas y otras cosas. Así que era un poco difícil transitar.

—¿No conocías este atajo? —le pregunté, mientras él me seguía de cerca.

—Nope. Pero nunca creí necesitar llegar a tu casa antes. —Hizo una
pausa—. Es divertido. Ahora que pienso en ello. Creo que conocía a tu
abuelo.

Me detuve y me di la vuelta. Realmente no podía mirarlo a los ojos, pero


fingí hacerlo.

—¿En serio?

109
—Vivía en tu casa, ¿verdad?

—Sí.

—¿Apellido, Fowler?

—Sí.

Gabe se echó a reír.

—¿Qué es tan gracioso?

—Él estaba unos años después de mí en la escuela. Soy más viejo que tu
abuelo.

Ese era un raro pensamiento.

—¿Eran amigos?

—Nah, él era mucho más joven y proveníamos de diferentes tipos de


familias. ¿Dónde está ahora?

—Muerto. Ambos murieron, mi abuela y mi abuelo. No eran tan viejos. —


Siempre sentía que tenía que explicarlo—. Fue un accidente de auto. Es
una de las razones por las que volvimos aquí.

—¿Tú eras bebé?

—Realmente nunca los conocí.

Gabe se quedó en silencio. Así fue. Era una especie de enorme revelación
que conociera a mi abuelo. Aunque también era obvio. Había gente en la
ciudad que tal vez lo recordara. Pero todos ellos deberían ser viejos ahora.
Él debería ser viejo. Si no hubiera pasado lo que pasó. Debería ser viejo.

No podía ver su rostro, como dije, pero traté de todos modos, para
observar si podía hacerme una idea de lo que él estaba pensando. Algo
llamó mi atención. Un poco más allá de él, por encima de su hombro
derecho. Había algo blanco o quizás no, pero había algo de luz en la
oscuridad. Lo que la reflejaba era difícil de decir. Supongo que la luna
podría haber ayudado, pero...

—¿Qué es eso?

110
Gabe se volvió. Los dos nos quedamos mirando hacia atrás fuera del
camino.

—No tengo idea.

Supongo que siempre he sido curiosa, probablemente debido a mi papá.


Comencé a caminar hacia esa extraña cosa, pasando a Gabe. Él agarró mi
brazo ligeramente cuando me alejé, pero me sentí obligada a seguir
adelante y me sacudí de su agarre.

—Riley —dijo obligado a seguirme una vez más—: No creo que esto sea
una buena idea.

No podía dejar de reír. ¿El Sr. Chico Duro3 estaba nervioso?

—Se siente mal, incorrecto —dijo él.

No me importaba. En este momento no se me había ocurrido lo extraño


que estaba actuando. Pero más tarde lo recordé y me asusté. Nunca he
estado borracha, así que no sabía qué era perder el control. A medida que
me acercaba a esa cosa blanca, lo sentía. Lo estaba haciendo no porque
quisiera, sino porque tenía que. No tenía otra opción.

Nos encontramos de nuevo en la carretera y empecé a caminar en ella. Se


convirtió en algo parecido a una figura. Una forma humana. Alguien
estaba de pie en medio de la camino. Mirándonos. ¿O estaba de espaldas?
No podía distinguir una cara. Seguí adelante y me di cuenta que había
empezado a correr y que Gabe estaba a pasos detrás de mí. Manteniéndose
cerca.

Y luego me detuve.

Y luego me quedé allí.

Alguien me observaba.

Me di cuenta de que estaba viendo su parte delantera, no su espalda.


Quizás a unos seis metros de distancia, con un brazo colgando de un lado,
los pies ligeramente separados, su cara estaba mirándome directamente.
Vestía una especie de túnica de color blanco, o tal vez no. Sin zapatos.

3En el original se utiliza la palabra “tough” la cual tiene varias traducciones: resistente,
duro, fuerte.

111
Algo cubría su rostro, era una tela blanca delgada, pero no transparente.
La tela que envolvía su cara se agitaba suavemente detrás de él en una
brisa que no existía. Todo lo que podía ver era una huella de una cara, una
elevación para la nariz, huecos para los ojos.

No podía decir qué lo estaba alumbrando. Pero podía verlo claro como el
día.

No se movió. No hablo.

Hubo un violento tirón en mi codo y me echó hacia atrás mientras Gabe se


interponía entre nosotros.

—¡Aléjate de ella!

Empecé a sentir frío. Lo cual no estaba bien. A pesar de que era tarde por
la noche, se mantenía bastante el calor en esta época del año. No había
ninguna razón por la que debería sentirme así. Pero el frío se arrastraba en
mí, filtrándose. Asentándose dentro de mí.

Sentí a Gabe dar un paso hacia atrás, empujándome, obligándome a hacer


lo mismo.

Tanto frío. Todo se sentía tan frío.

—Corre Riley —oí susurrar a Gabe.

—¿Qué?

—Solo corre.

Se dio la vuelta.

—No sin ti —le dije.

—Obviamente.

Me agarró la mano y nos pusimos a correr. Pero me sentía tan divertida.


Como si estuviera en uno de esos sueños en el que tratas de correr, pero
no puedes. Tus piernas son pesadas como si estuvieran atrapadas en un
barro invisible o algo así.

—No puedo —le dije y comencé a reducir la velocidad.

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Gabe no se detuvo, siguió corriendo, prácticamente me arrastraba hasta
que finalmente me derrumbé en el suelo. Obligándolo a detenerse.

Miré detrás de mí, para ver si nos habíamos alejado.

La figura nos había seguido, o al menos eso parecía, ya que estaba


exactamente a la misma distancia que cuando comenzamos a correr. Aun
así, no había evidencias de que hubiera corrido tras nosotros.
Simplemente estaba allí.

—No podemos dejarlo atrás —le dije, mi voz muy fina.

Gabe se inclinó.

—¿Estás bien?

—¿Qué es lo que quiere?

—¿Cómo voy a saberlo?

Miré a Gabe que me ayudó a levantarme. Él parecía tan asustado como yo


me sentía.

—¿Tienes frío? —le pregunté cuando estaba sobre mis pies.

—No.

Nos dimos la vuelta y nos encontramos con la figura.

Se quedó allí. Haciendo nada.

Y luego, en un momento, estaba justo en frente de nosotros, casi nos


tocaba. Ambos nos tambaleamos hacia atrás, como empujados por una ola
o algo así. Se quedó cerca. La fina tela que cubría su rostro se movió un
poco con su aliento. Entonces estaba de pie a varios metros de distancia
de nosotros de nuevo, como si hubiera estado allí todo el tiempo.

Luego se fue unos metros más lejos.

Luego desapareció.

No es que desapareciera. A pesar de que lo había hecho. Pero no era como


que se hubiera desvanecido. Era casi como si nunca hubiera existido.
Maldita sea, era tan frustrante explicar todo.

113
—¿Qué demonios fue eso? —preguntó Gabe.

Negué con la cabeza. Por supuesto que no tenía absolutamente ni idea,


pero me sentía mal. Exhausta, fría... y era como si supiera qué demonios
era.

—Vamos a casa.

Volvimos sobre nuestros pasos de regreso al bosque. Él caminó detrás de


mí, en silencio, mientras yo caminaba con dificultad, tratando de que la
sangre fluyera, tratando de calentarme.

—¿Era un ángel? —preguntó Gabe de repente.

—No —le contesté—. Los ángeles tienen alas.

—¿Así que nunca has visto algo como eso antes?

—No.

—Solo ángeles.

—Solo ángeles.

Gabe se quedó en silencio de nuevo. No pude evitar sentirme un poco


enojada. Sea lo que fuese, no era humano. Obviamente, tenía que tener
alguna conexión paranormal con algo. Y Gabe había sido un ángel una
vez, después de todo. Aunque era probable que no supiera qué era esa
cosa. Era tan frustrante que él no pudiera recordar nada.

—Espero que no me estés mintiendo, sabes. —Empujé una rama fuera de


mi cara y la lance lejos. Sin embargo, pareció no llegar a Gabe o por lo
menos él no respondió al ser golpeado.

—¿Mintiendo?

—No lo sé, me resulta difícil creer que simplemente no puedas recordar


nada acerca de quién eres o de dónde vienes.

—Te dije la verdad, cariño. No me acuerdo de nada. Demonios, debería ser


yo quien no confié sobre todo el asunto de los ángeles, pero lo hago.

Me detuve y me di media vuelta.

114
—No sé a qué estás jugando, realmente no lo sé.

—¿De qué estás hablando?

—Con este asunto de que confíes en mí. ¿Y cómo actuaste en la fiesta


coqueteándome y protegiéndome esta noche como si te importara cuando
nos acabamos de conocer? Tal vez estás tratando de que baje la guardia o
algo así, pero no lo haré. Sé lo que eres.

—Me alegro de que lo hagas, cariño. Uno de nosotros debería.

—Es realmente difícil de creer que no estés escondiéndome cosas. ¿Qué


estás tratando de hacer?

—No estoy tratando de hacer nada. —Yo me burlé—. Mira, muñequita.


Dices que me viste como un ángel. Dices que me disparaste y luego me
convertí en mí. Era una cosa, luego fui yo otra vez. Creemos que han
pasado cincuenta años desde que estuve en la secundaria y no he
envejecido ni un día. ¿No es eso suficientemente loco como para pensar
que otras locas cosas son posibles? ¿Como el que no recuerde nada y no
sea un truco o algo más?

—Fuiste un ángel.

—No digo que no lo fuera. Solo estoy considerando todo lo demás, tal vez
no es tan loco que no recuerde ser uno.

Pensé en ello por un momento, luego suspiré. Tenía sentido. Fuera cierto u
otra cosa, tenía sentido.

Me eché a reír.

—¿Qué es tan gracioso, cariño?

Suspiré de nuevo.

—Estaba pensando que lo que dijiste tiene sentido. Pensaba que todo lo
que ha pasado ha sido muy loco y cómo nada de esto debería tener ningún
sentido en primer lugar.

—No lo entiendo.

115
—No, lo sé, mi sentido de humor, es “extraño”. —Suspiré de nuevo—.
Vamos, casi estamos en casa.

Regresamos a casa un poco después de la medianoche. Tarde para una


noche de escuela, pero pienso que mi madre estaba tan contenta de que
estuviera siendo sociable que no le importaba. Por supuesto, había
esperado por mí. Para asegurarse de que estábamos bien. Y tal vez porque
de alguna manera había anticipado que Gabe estaría preguntando si
podría quedarse y quería asegurarse de que estaba cómodo en su
habitación. Qué convenientemente resultó estar completamente al otro
lado de la casa, opuesta a la mía. Ella quería que nos lleváramos bien. Solo
que no llevar bien llevar bien.

Estaba tumbada despierta, demasiado despierta, pensaba en todo, lo


bizarra que mi vida se había convertido en una semana. No podría decidir
qué era más raro, ser la cuidadora de un ángel con amnesia, o estar de
repente interesada por los chicos populares.

Sin embargo, por encima de todo pensé en Gabe. Acerca de la forma en


que sabía que no podía confiar en él, sin embargo, al mismo tiempo lo
hacía. Sobre la atención especial que me dio. Acerca de cómo esa atención
me hacía sentir. Odiaba esa sensación. No porque fuera desagradable, ni
mucho menos, sino porque... bueno... Chris...

Rodé sobre mi espalda en señal de frustración.

—Esto no es justo —le dije a nadie en particular. Me sentía tan estúpida


por tener el más pequeño de los sentimientos hacia un tipo que apenas
conocía. No lo necesitaba. Tenía a Chris. No me importa lo que dijera
nadie, Chris todavía estaba allí. En algún lugar—. ¿Por qué iba a querer a
Gabe de todos modos?

Él no te pertenece, Riley.

Me senté de golpe en la cama.

Había una voz dentro de mi cabeza, pero no era mía.

Aparté mi frazada y fui hacia la ventana. Allí, justo donde Gabe había
estado hace solo una semana, había una figura vestida de blanco, pero
puede que no. No podía dispararle a este. No es porque mi madre estuviera

116
en casa, o porque hubiera aprendido la lección de la primera vez, no es
que disfrutara dispararle a cosas en la cara.

No. Era porque esta cosa, lo que fuera, me aterraba más que el Ángel que
Gabe era. De alguna manera, en el fondo, sabía que esta cosa, si yo
trataba de dispararle, se defendería.

Y esta cosa. Ganaría.

117
Dieciséis
Traducido por MaryJane♥

Corregido por Nony_mo

L a escuela se volvió extraña.

En primer lugar, la gente decidió que ahora querían hablar conmigo, y por
“gente” me refiero a las animadoras. Realmente no entendía, sobre todo
con Lacy enojada conmigo por lo de la fiesta, pero quizás ella lo había
olvidado. O tal vez, y esto era lo que pensaba era más probable, ella quería
mantenerme cerca en caso de pudiera decirle a cualquiera lo que había
dicho. A veces incluso me invitaba a comer con ellos en el almuerzo.
Realmente no quería sentarme con ellos, pero no me importaba lo
suficiente como para armar un alboroto. Las cosas de las que hablaban
eran un poco estúpidas, pero lo bueno era que estaban tan ocupados
compitiendo entre sí que no parecían darse cuenta de que yo no lo hacía.
Excepto Lacy. Que siempre preguntaba mi opinión sobre algo que ella
sabía que yo no sabía nada. Como la ropa. Se me hizo un poco triste, de
verdad. Ahora que me di cuenta de que había más en juego con Lacy
Green de lo que pensaba, hubiera sido agradable haber tenido una
conversación real. Pero ella estaba más interesada en mantenerme en mi
lugar.

La segunda cosa extraña es que a la mañana siguiente de la fiesta, Gabe


se matriculó como estudiante de último año. Él no tenía transcripciones,
yo no tenía ni idea de cómo lo hizo, pero parecía que podía convencer a
cualquiera de cualquier cosa. Como mi madre, a quien había convencido
durante el desayuno de dejar que se quedara en nuestra casa a cambio de
no cobrarle a ella y a papá por hacer trabajo de la casa. Y allí estaba, de
repente un nuevo estudiante, caminando como dueño del lugar.

Todo el mundo se enteró de que vivíamos juntos. La historia que dijimos


fue que después de la fiesta había sido contratado por mi madre para

118
cuidar el lugar. Era cierto, solo que en el orden equivocado. Creo que
debido a quién era y cómo era, era fácil convencerlos de que no salíamos ni
nada, a pesar del espectáculo en la piscina. Además, las chicas estaban
más que dispuestas a aceptar eso como verdad sin demasiada evidencia.

La historia de quién era él y de dónde había venido se transmitió de


persona a persona. Se convirtió en misterio, y esa fue suficiente excusa
para la falta de datos específicos. También fue inmediatamente popular y
amado. No era como si tuviera que poner esfuerzo en ello. Solo tenía que
caminar por el pasillo y todo el mundo lo amaba.

—¿Por qué has vuelto a la escuela? Pensé que la dejarías —le había
preguntado el primer día.

—¿Y perderme toda la diversión? —Él se rio y pasó el brazo por encima de
mi hombro—. Además te extrañaría mucho, cariño, te vas todo el día.

Era halagador y falso. Claro que era adorado por todas las chicas de la
ciudad, ya había varias citas concretadas ese primer día. Y, bueno, él
pasaba por un buen momento, pero yo sabía que no era solo eso. Vi la
forma en que se concentraba en su tarea, sentado a la mesa de la cocina
hasta tarde, y yo como que pensaba que había otra motivación. Como
había dicho en el cobertizo, algún tipo de segundas oportunidades.

Mi madre parecía verlo con un brillo emotivo, probablemente lo veía como


un cachorro perdido o algo así. Le había comprado un nuevo conjunto de
ropa, sin molestarse en preguntar por qué él no tenía ninguna en primer
lugar, incluyendo una chaqueta de cuero vintage para cuando el clima
empeorara.

—Me recuerdas a James Dean —dijo ella cuando se la había regalado.

—Bueno, vaya, señora Carver —respondió Gabe—, esto es estupendo.


Gracias. —Él se levantó y le dio un beso en la mejilla.

Mi madre se ruborizó y salió de la habitación, y me dio una sonrisa al


pasar. No creía que estuviera enamorada de él ni nada de eso.
Probablemente era más como que, después de años de lidiar con una hija
que no apreciaba ir de compras u obtener ropa como regalo, por fin había
alguien a quien podía tratar como su propio muñeco Ken.

119
Él incluso habló como probablemente lo haría un muñeco Ken.

—¿Estupendo? —le pregunté, sentada a su lado mientras él se probaba la


chaqueta.

—¿Qué hay de malo en eso?

—Nada. Es... formidable.

Se echó a reír y luego modeló la chaqueta para mí.

—¿Cómo me veo, cariño?

Caliente. Fantástico. Totalmente James Dean.

—Como tú.

Me preocupé esa primera semana de octubre, cuando Gabe conoció a


papá, de que las cosas fueran incómodas. No estaba segura de cuánto le
había dicho mi madre, si él aprobaba incluso tener este chico viviendo con
nosotros. También me preguntaba lo que iba a decir si ella mencionara
que supuestamente él había contratado a Gabe para arreglar el césped.

Pero, como todo el mundo, papá cayó bajo el hechizo de Gabe al instante.
Y llegó a afirmar que recordaba contratar a Gabe, o por lo menos haber
tenido una conversación con Bill Rogers sobre la necesidad de ayuda y
suponer que él nos había enviado a Gabe. Realmente esperaba que papá
no quisiera entrar y agradecer a Bill por enviarlo en nuestro camino. Pero
no lo hizo. Estaba demasiado distraído saliendo con su nuevo inquilino y
trabajando en la casa juntos.

Todos en el pueblo se acostumbraron a la presencia de Gabe, en la


escuela, alrededor de la ciudad, cada fin de semana con diferentes chicas.
Papá incluso le consiguió un trabajo a tiempo parcial en el garaje de
Dwight después de la escuela, sintiéndose mal de que ahora Gabe
trabajara en la casa de forma gratuita.

Sí, todo el mundo se acostumbró a él.

Todo el mundo, excepto yo. Para mamá se volvió como un sobrino perdido
hace mucho tiempo, o algo así; para papá un nuevo compañero de juegos.
Para los chicos en la escuela alguien de quien chismorrear. Pero yo, que

120
sabía lo que era y de dónde era, tuve que aguantar sus guiños que solo yo
parecía captar y esos brazos estúpidamente perfectos y mandíbula
cuadrada, pasaba la mayor parte de mis días con el estómago en nudos.

No sirvió de nada que se adaptara a la casa muy fácilmente. No es que


fuera un invitado no deseado. Lejos de ello. Limpiaba, bromeaba un poco
con mamá, incluso lavaba los platos de vez en cuando. Él se encontraba
tan a gusto viviendo con nosotros, como si nada de la situación fuera
extraña en absoluto. Y eso me confundía. Él estaba tan contento que eso
me resultaba raro. Claro, a veces reaccionaba de forma exagerada a las
cosas, como los teléfonos celulares. Él simplemente no podía entender los
teléfonos móviles. Y la Internet casi le daba miedo. No le gustaba navegar,
prefería hacer cualquier investigación de trabajo escolar en la biblioteca.
Pero aparte de eso, parecía perfectamente cómodo viviendo en un siglo
totalmente diferente.

Casi demasiado cómodo...

—¡Oh, mierda, lo siento! —Cerré los ojos sintiendo automáticamente mi


cara enrojecerse color carmesí. Todo lo que había querido hacer era
lavarme los dientes, no había pensado en llamar.

—Hola, cariño, es seguro que abras los ojos. Además, no es nada que no
hayas visto antes... —Yo podía oír la risa en su voz.

¿Tenía que seguir recordándome que lo había visto desnudo? Abrí los ojos
y traté de no estar totalmente distraída mirando a Gabe con la toalla
envuelta alrededor de su cintura. También traté de no mirar ese torso
perfecto todavía mojado de la ducha, con el cabello peinado hacia atrás, y
los ojos brillando intensamente por mi incomodidad.

Por supuesto, debería haber llamado antes de entrar directamente al


cuarto de baño, pero seguía recibiendo los cálculos equivocados. Estaba
tan acostumbrada a ello, por lo general solo éramos mamá y yo en la casa,
que la idea de que alguien más pudiera estar allí era aún tan ajena para
mí.

—Lo siento —murmuré.

—Yo no —respondió—. ¿Necesitas estar sola?

121
—Solo quería lavarme los dientes. —Me encogí por dentro. Cepillándome
los dientes no era realmente la imagen que quería que él tuviera de mí.

—Bueno, voy a salir del camino. —Él se movió desde el fregadero y se


sentó sobre la tapa del inodoro, tomando una segunda toalla y secándose
el cabello con ella.

Asentí y saqué mi cepillo y pasta de dientes del botiquín. Realmente no


estaba tan interesada en que me viera hacer espuma como un perro con
rabia, pero no quería que pensara que su presencia me incomodaba,
tampoco. Dios, esto no era nada caliente.

Cepillé lo más rápido que pude, escupí cuan delicadamente me fue posible,
y tomé unos tragos apresurados de agua.

—Todo tuyo —le dije con una sonrisa.

—Gracias, cariño —dijo de nuevo de pie, un poco demasiado cerca de mí.

—Bueno, bien, um... —Retrocedí hacia la puerta—. Buenas noches


entonces.

—Buenas noches. —Él sonrió.

Asentí. Lo más casualmente posible, salí por la puerta y le di un pequeño


movimiento de mano, el cual regresó con un leve movimiento de cabeza.

122
Diecisiete
Traducido por Jo

Corregido por Nony_mo

C orrí a mi habitación y cerré la puerta. Luego me tiré en la cama junto


a mi libro de matemáticas abierto. Tarea. Sí. Tarea. Concéntrate en
eso y todo estará bien.

No sabía por qué me sentía tan avergonzada. Quiero decir, ya lo había


visto en la fiesta de piscina en esos mojados jeans ajustados suyos,
demonios, ya lo había visto sin los jeans, así que verlo con una toalla
envuelta alrededor de su cadera era difícilmente un asunto importante.
Pero el calor en mis mejillas se quedó conmigo mientras terminaba mis
ejercicios de álgebra y aun cuando me ponía con la lectura para inglés,
tenía ese incómodo sentimiento en el estómago.

—Esto es tonto —dije cerrando de golpe el libro y abrazando mis rodillas


con fuerza. Odiaba como Gabe me hacía sentir, lo cual era un tipo de
sentimiento inespecífico. También odiaba la culpa que siempre atraía,
como pensar en Gabe me hacía inmediatamente pensar en Chris.

Esta vez mis pensamientos fueron a Chris en su cumpleaños número


quince. Habíamos cenado con sus padres y luego salimos atrás a
sentarnos en un árbol. Nos sentamos en la rama más gruesa, a media
altura, enfrentándonos el uno al otro con las piernas colgando. Allí es
cuando me dijo que quería ir a la escuela de leyes, lo que era tan loco
porque todos pensaban que el futbol sería lo suyo. Bueno, todos menos yo.
Sabía cuánto le gustaba debatir cosas. Él debatiría que el cielo es verde si
yo dijera que es azul. Recuerdo dándome cuenta entonces que en un par
de años estaríamos en la universidad haciendo nuestras propias cosas.
Separados. Recordé sentirme tan emocionada de que hubiera decidido
seguir sus sueños y también tan asustada de perderlo.

123
Deja de pensar, me dije mientras las lágrimas se acumulaban. Tú sola
estás haciendo esto, puedes detenerlo. Limpiándome una lágrima, reuní
mis libros y los lancé al rincón. Luego me puse una de mis camisetas
grandes y me recosté encima de las sábanas, doblando mis manos sobre
mi vientre.

Yací allí, la brisa de mi ventilador provocando que mis flequillos


cosquilleen mi frente. Pronto no necesitaría más el ventilador con el clima
empezando a cambiar. Me ponía un poco triste. Siempre me gustó más el
calor. Mi madre siempre decía que estaba sorprendida de cómo podía
dormir tan cómodamente en el pegajoso calor, pero nunca entendí por qué
no sería fácil. Después de todo, cuando hace frío, duermes con una
frazada intentando calentarte, cuando está demasiado caluroso afuera no
necesitas una frazada. ¿No es lo mismo?

Cerré mis ojos e intenté despejar mi mente y relajarme. Sin pensamientos


acerca de Gabe. Sin pensamientos de Chris. En su lugar me imaginé
funciones lineales y ecuaciones de múltiples variables. Parecía funcionar.

Me estaba quedando dormida cuando sentí una ola de frío bañarme. Me


despertó de golpe, y me senté, sorprendida. Mi corazón estaba latiendo
rápido, y miré por la ventana. Habían pasado semanas desde que había
sentido este frío sentimiento. Realmente había empezado a relajarme,
olvidándolo todo. Por varios días después de la fiesta de piscina había
dormido bajo las frazadas y me había acurrucado para mantenerme lo más
caliente posible, pero entonces se había ido. Y no había vuelto.

Me bajé de la cama y caminé en puntitas a la ventana. Odiaba buscar para


ver si la figura estaba allí, para verla de pie brillando afuera mirándome
fijamente. Pero tenía que saber. Tenía que mirar.

Pero no estaba allí. Esa extraña figura blanca pero no, no estaba allí.
Debería haber estado aliviada, pero no lo estaba. Tal vez la cosa fantasma
no estaba de pie fuera de mi ventana, pero aun así estaba totalmente
fresco y eso me asustaba.

Dejé que las cortinas cayeran y caminé hacia el closet, apagando mi


ventilador en el camino, y saqué mi manta. Suspiré mientras la lanzaba
sobre mi cama. Luego me metí debajo de ella, y, subiéndola hasta mi
barbilla, cerré mis ojos.

124
La manta ayudaba un poco y me sentí más cálida. Una vez más intenté
dejar ir mi mente, pero esta vez fue más difícil. Ahora no era una cosa de
chicos. Era una cosa de aterradores fantasmas. Las funciones lineales no
iban a distraerme de eso. Cerré mis ojos con fuerza e intenté concentrarme
una vez más en la brisa soplando mi flequillo y esas cosquillas en mi
frente.

Excepto, por supuesto, que mi subconsciente me recordó: apagaste el


ventilador.

Abrí mis ojos.

Una figura de blanco estaba a los pies de mi cama, su cabeza cubierta con
un velo. Mirándome. Y una brisa aparentemente soplando la tela
presionaba su rostro, dentro y fuera.

—¡Santa mierda!

Me hundí bajo las frazadas, con la imagen todavía grabada en mi cerebro,


mi corazón desesperadamente escarbando para encontrar su salida de mi
pecho.

¿Qué estaba haciendo allí? ¿Cómo había aparecido allí? Ahora deseaba
que estuviera de pie afuera de mi ventana. Podía manejarlo afuera de mi
ventana. De cerca, en mi cuarto, no, eso no era bueno. Eso no era bueno
para nada.

No quería salir de debajo de la frazada. No que la frazada me protegiera de


esa cosa para nada, pero solo mirarla me asustaba locamente.

—Vete —dije en voz baja, más para mí que nada—. Por favor, solo vete.

Él no te pertenece, Riley.

No me había hablado desde la noche de la fiesta en la piscina, y el sonido


de su voz en mi cabeza traspasaba a través de mí, me golpeó
profundamente. Me hizo sentir vacía. Me dio un poco de náuseas.

Yo quería quedarme bajo las sábanas hasta que se fuera, pero podía
sentirlo esperando, casi con paciencia. Sabía que no iría a ninguna parte
hasta que me enfrentara a él. Reuní fuerza y salí la frazada lentamente por
lo que solo mis ojos quedaron al descubierto.

125
Todavía estaba allí de pie, inmóvil, a los pies de mi cama.

Él no te pertenece, Riley.

La voz dentro de mi cabeza era más tranquila esta vez, más agradable. Me
hacía sentir un poco más valiente.

—¿De qué estás hablando? —pregunté. Bueno, más como que chillé.

La figura solo se paró allí. ¿Estaba confundida?

Él no te pertenece.

—¿Estás hablando sobre Gabe? —Es decir, asumí que eso era a lo que se
refería la figura desde el principio, pero no entendía qué tenía que ver a
quién le pertenecía.

Sí.

Bajé un poco la manta. Me estaba sintiendo tan extraña. Fría por todas
partes, aterrada, y al mismo tiempo un poco mareada. Nunca me había
sentido mareada. Ni siquiera en el calor del verano.

—Sé que no me pertenece. —No, no mareada. Más como realmente


cansada.

Bien.

—¿Pero por qué me dices eso? Me refiero a que suena como si él realmente
le perteneciera a alguien por la forma en que lo dices.

Sí, él lo hace.

¿Sí, él lo hace?

—¿A quién entonces? —La figura en frente de mí estaba borrosa, pero eso
era porque mis ojos estaban medio cerrados. O tal vez la figura realmente
se había vuelto borrosa.

Era tiempo de dormir.

El Círculo de los Siete.

126
—El Círculo de los Siete. Bien. Genial. —Cerré mis ojos. El Círculo de los
Siete. ¿Qué demonios era eso?

Déjame quedarme y explicarlo.

Asentí. Eso sería una buena idea. La comunicación es muy importante.


Con cada pizca de esfuerzo trabajé por abrir mis ojos. Los párpados se
sentían como si estuvieran cosidos juntos, y los separé lentamente.

La figura se había ido.

Cerré mis ojos de nuevo.

El frío permaneció.

127
Dieciocho
Traducido por Lizzie

Corregido por Nony_mo

L a visita de la cosa fantasma se quedó conmigo durante días. Me


resultaba difícil conciliar el sueño por la noche, asustada de que al
segundo en que cerrara los ojos eso aparecería de nuevo a los pies de mi
cama. Me hubiera gustado que fuera un poco más valiente. Especialmente
mientras me había proporcionado nueva información: El Círculo de los
Siete. Me había despertado a la mañana siguiente con la frase impresa en
mi mente. ¿Qué demonios significaba eso? Bueno, lo que sea que quería
decir, era mi primera pista real. Sí, efectivamente, Gabe “pertenecía” a este
Círculo.

Había una parte de mí que pensaba que podía manejar la cosa del
fantasma apareciendo si eso significaba que iba a decirme algo sobre el
Círculo. Pero tenía que admitirme a mí misma, que siempre me sentí
aliviada cuando no se presentó de nuevo.

Después de dos semanas sin la cosa fantasma, llegué a la conclusión de


que no iba a ser capaz de interrogarla en cualquier momento cercano, y no
podía sentarme a esperar a que tal vez volviera a aparecer. Así que hice lo
que cualquier persona razonable haría cuando necesita saber acerca de
algo.

Busqué en Google.

Pero nada ocurrió. Bueno, estaba una banda que lo tenía como nombre,
un montón de clubes también, y estaban estos pintores canadienses de la
década de 1900 que se habían llamado a sí mismos el Grupo de los Siete.
¿Pero Círculo de los Siete y ángeles?

Nada.

128
Así que pensé que el siguiente paso lógico era tomar lo realmente grande.
Lo que yo había estado evitando desde hace más de un mes. Ir a la
Congregación. No tenía las agallas para hacerle al Pastor Warren alguna
pregunta uno-a-uno acerca de los ángeles. Había algo dentro de mí a lo
que no le gustaba la idea de revelarle que yo podría saber algo más acerca
de los ángeles que el resto de la ciudad no sabía. No lo necesitaba
husmeando en mis asuntos privados.

Pero tal vez en la Congregación se mencionaría algo, o algo sucedería. No


estaba muy segura, pero me di cuenta, ¿qué había de malo en intentarlo,
no? Era una noche. Si no pasaba nada, oh bien. Una noche desperdiciada.

Supongo que podría haber ido por mi cuenta, pero egoístamente quería
que Gabe fuera conmigo. Realmente no quería ir sola a la Congregación.
También debido a su extraña reacción a la cosa fantasma después de la
fiesta en la piscina, pensé que tal vez algo así podría ocurrir en la
Congregación también. Tal vez algo le refrescaría la memoria.

Me detuve en el garaje después de que terminé con mi tarea en la


biblioteca. Gabe era perfectamente adecuado para ser un mono grasoso, le
encantaba trabajar con los autos. Tuve que admitir que totalmente le
convenía. Él se veía genial todo limpio, pero, hombre, se veía increíble
estando sucio.

—Hola, cariño. —Se limpió las manos con un trapo, un trapo muy similar
al que le había metido en la boca hace varias semanas.

—Hola.

—Dwight, tomaré mis cinco minutos.

Dwight le dio asentimiento con la mano desde debajo del capó de la vieja
camioneta de Wade Wright. No sabía mucho sobre carros, pero conocía la
vieja Ford destartalada de Wade. La gente se asociaba con sus vehículos
aquí. Algo así como la forma en que algunos perros se parecen a sus
dueños, la gente de aquí empieza a parecerse a sus carros. Y si había algo
que estaba más destartalado que la Ford era Wade.

—Te voy a enseñar algo —dijo Gabe mientras se acercaba.

Asentí con la cabeza.

129
Caminamos a través del garaje a la parte trasera. El sol se sentía muy
caliente hoy, más aún en el polvoriento estacionamiento cerrado.

—Revísala.

Miré lo que me estaba mostrando. Era una motocicleta, una motocicleta


vieja. Parecía que se caía a pedazos.

—¿Dónde la conseguiste, en el depósito de chatarra?

—En la parte trasera. Dwight tenía está bebé escondida detrás de todos
estos neumáticos. Ni siquiera él sabía que la tenía.

Tenía sentido. Los hijos de Dwight eran famosos por recoger basura de
todas partes y dejarla caer en el patio de chatarra de su papá. Era como
una compulsión. No estaba segura de si realmente hicieran algo con ella.

—Es... genial.

Gabe sacudió la cabeza.

—Debería haber sabido mejor que mostrársela a una chica…

—¡Oye!

—¿No sabes qué es?

—No, no sé.

—Es una Ariel Suaré Tour.

—Oh, bueno, entonces... ¿eso es increíble?

—1953, bastante seguro. Increíble aceleración. Siempre quise una de éstas


bebés. No me la podía permitir, sin embargo.

Muy bien, así que era algo nostálgico para él, podía entender eso.

—¿De dónde viene?

—No tengo idea. Solo sé que alguien fue un completo idiota por deshacerse
de esta cosa.

—Bueno... es chatarra.

130
—Oh, muñequita. —Gabe se aferró a su pecho melodramáticamente y se
tambaleó hacia atrás—. Es hermosa. Mira esos huesos. Todo lo que
necesita es un poco de brillo, un poco de amor. Estará ronroneando en
muy poco tiempo.

—¿Quieres que me vaya y los deje solos?

Gabe se echó a reír.

—Confía en mí, cariño. La tendré toda arreglada, y luego te llevaré a dar


una vuelta. —Fue mi turno de reír—. Apuesto a que te verías estupenda en
la parte trasera de una moto.

—Sí —le dije—, aferrándome a ti para salvar mi vida. Llorando como una
bebé. Realmente estupenda.

—¿Mostrándole tu nuevo juguete? —Dwight se unió a nosotros con una


sonrisa.

—No puedo agradecerte lo suficiente, hombre —respondió Gabe.

—Todo lo que necesito es que cinco minutos signifiquen cinco minutos, y


estoy bien.

—Correcto. —Gabe asintió—. Tengo que volver al trabajo. Lo siento, Riley.

—Espera —le dije mientras él comenzaba a dirigirse hacia el interior—. De


hecho vine aquí a hablar contigo sobre algo. —Miré a Dwight, tratando de
batir mis pestañas, pero solo me dio un poco de dolor de cabeza.

Dwight suspiró.

—Dos minutos, Gabe, y lo estás completando hasta el final del turno.

Gabe miró Dwight irse y negó con la cabeza.

—Ese tipo tiene un infernal reloj interno. —Se volvió hacia mí—. ¿Qué
pasa?

—Ha pasado un tiempo desde que hablamos de esto, pero estaba


pensando, la Congregación es mañana…

—Cariño…

131
Sabía lo que iba a decir. Había sido bastante obvio desde que la escuela
comenzó que no estaba tan interesado como yo en la investigación de la
locura que era nuestra vida.

—Gabe, por favor. Quiero decir. No arruinará tu diversión, y solo creo que
es mi turno. Has tenido tu oportunidad en tu segundo intento para vivir a
lo grande. Pero hay todavía un misterio, y no eres el que está siendo
acechado... —Mierda, no quería decir eso. Sigue hablando, tal vez no se dio
cuenta—. E... incluso si no te importa por qué estás aquí, solo quiero saber
qué pasó con Chris, Gabe. ¿Por favor?

Gabe se puso las manos en sus caderas y se inclinó hacia mí.

—¿Esa cosa ha aparecido de nuevo?

—¿Cosa?

—Esa cosa. La cosa que vimos en la carretera después de la fiesta.

—Sí, claro —le dije a la ligera—, está fuera de mi ventana a veces. —Y a los
pies de mi cama. Pero sí, no necesitaba compartir eso con él.

—¿Por qué demonios no me lo dijiste? —Parecía enfadado.

—Porque sabía que te pondrías de esta manera. —Ah, y también porque a


la cosa fantasma le gusta hablar de que no me perteneces y esas cosas.

—Porque me conoces tan bien.

—Bueno, te pusiste así, ¿no?

Se detuvo un segundo, tratando de procesar mi lógica.

—Mantente alejada de eso —dijo finalmente.

Lo que él no sabía era que mi estancia lejos de eso no era exactamente el


problema. Era que eso permaneciera alejado de mí sobre lo que realmente
yo no tenía mucho control. Oh, lo que sea, estábamos saliéndonos del
camino.

—Gabe, necesito que vengas a la Congregación conmigo. Por favor. —Y


porque me sentía desesperada, añadí—: No me hagas ir a interrogar a esa
cosa fuera de mi ventana.

132
Él negó con la cabeza. Sí, sabía lo que estaba haciendo.

—No me amenaces, cariño. Hablas de mí consiguiendo una segunda


oportunidad, pero no sabes lo que hice con la primera. Cuando estoy
acorralado en una esquina, no soy un buen tipo.

—A nadie le gusta ser acorralado. ¿Cómo crees que me siento en este


momento?

—Nena... no podemos solo... ¿ser? Nos estamos divirtiendo, ¿no es cierto?

—Claro. Por ahora. Pero, ¿quién sabe qué pasará cuando ocurra de nuevo
la Toma? ¿Y si pudiéramos entender todo esto antes de que llegue la
segunda ronda? ¿Y si en lugar de un año de holgazanear, tuvieras un año
de trabajo seguido por años y años de diversión?

—No vives mucho en el momento, ¿verdad?

—La planificación puede parecer aburrida, pero tiene sentido. Sabes que
tiene sentido.

Gabe suspiró.

No batí mis pestañas, me limité a mirarlo a los ojos.

—Por favor.

—Todavía tengo que trabajar en mi moto.

—Todavía tienes que trabajar en tu moto, trabajar aquí con Dwight, y lo


más importante en tu trabajo escolar. —Se burló. Sonreí—. Sabes que lo
amas.

—Malditamente difícil es lo que es.

—Si alguna vez necesitas un compañero de estudio…

—Sí, eso es lo que quiero, algún junior siendo mi tutor...

—Gabe.

Suspiró y su expresión se suavizó.

—Está bien, iré a la Congregación.

133
—¿Me ayudarás a investigar?

—Sí, Nancy Drew.

—Gracias.

Extendió sus brazos hacia mí.

—Ven aquí.

—No.

—Ven aquí. —Estaba caminando hacia mí como el monstruo


Frankenstein.

—Estás cubierto de grasa.

—Lo amas.

—Gabe, no, ¡Gabe! —Demasiado tarde, sus largos y delgados brazos


estaban envueltos alrededor de mí, mi cabeza en su sudoroso pecho.

Era realmente bueno abrazando.

134
Diecinueve
Traducido por *Celemg*

Corregido por Jut

A ún había una hora antes de la cena, y caminaba lentamente por


Main Street, no realmente lista para ir a casa, más o menos
esperando que pudiera esperar a que Gabe terminara su turno. Por
supuesto que él había sido forzado a quedarse más tiempo a causa mía.
Suspiré. Tenía sentido sólo volver, ver si mamá necesitaba ayuda.

Aumenté mi ritmo y luego fui lento de nuevo. Estaba pasando por la Iglesia
Católica. Realmente no había notado que caminaba derecho a ella. Cuando
vives en un lugar la vida entera, realmente no notas cosas que ya están.
En este caso, la Iglesia Católica, en mi mente, tenía más que ver con ser
blanca y tener un campanario que rompía la línea estable de azoteas
rodeando la plaza del pueblo que con ser realmente, ya sabes, una iglesia.

Pero esta vez me di cuenta. Me detuve al pie de las escaleras y miré hacia
la vitrina en la que el Padre Peter sumisamente pondría boletines como si
alguien los leyera. Pensé por un momento. No confiaba en el Pastor
Warren lo suficiente como para preguntarle “Oiga, Pastor, El Círculo de los
Siete, ¿qué pasa con eso?” ¿Pero el Padre Peter? ¿El dulce y tranquilo
Padre Peter?

Bueno ahora, esa era una idea bastante interesante. Y había ángeles en la
religión Católica, después de todo. Quizás él sabía algo que yo no.

¿Cómo es el dicho… “cuando Google no funciona, pregúntale al Padre”?

Sonreí para mis adentros, como deseando que realmente fuera un dicho.

No podía recordar la última vez que había estado en la iglesia. Parecía más
pequeña de lo que recordaba. Supongo que no era necesario que fuera
grande, pero comparada especialmente con la Iglesia de los Ángeles, se
veía casi como una idea de último momento. Lo que no tenía sentido

135
porque, por supuesto, había estado mucho más tiempo antes que la Iglesia
de los Ángeles.

El Padre Peter estaba sentado en uno de los bancos del frente. Era el único
adentro y me oyó entrar. Se volteó, guarneciendo su brazo izquierdo en el
respaldar del asiento.

—¡Riley! —dijo cuándo me reconoció y se levantó—. ¿Qué estás haciendo


aquí?

Buena pregunta.

—Hola, Padre.

Caminé por el pasillo a su encuentro. Él sonrió y plegó sus manos sobre


su pecho.

—Yo… —Me detuve.

—¿Sí?

Me sentía estúpida. Y repentinamente incómoda. Él me estaba mirando


ligeramente confundido, pero aún con esa expresión abierta de él que te
hacía confiar completamente. No podía imaginar ni un poco por dónde
empezar. Así que en su lugar espeté:

—Ángeles.

—Ángeles.

—Sí.

El Padre Peter frunció sus cejas y me miró cuidadosamente. Creo que él


podía sentir mi incomodidad.

—Riley —dijo suavemente—, ¿por qué no te sientas?

Asentí y me permití seguir su guía al banco del frente. Me senté y él se


sentó junto a mí, una respetable distancia entre nosotros.

—Bien, Riley, ¿Por qué no empiezas por el principio?

Bueno, sí, no, no podía hacer eso.

136
—Es… bien, mire. ¿Puedo preguntarle algo sin que usted me pregunte por
qué se lo estoy preguntando o dónde oí eso? Como, ¿Puedo sólo preguntar
y si usted tiene alguna información sobre algo y usted sólo responde la
pregunta?

El Padre Peter sonrió suavemente.

—Absolutamente.

—¿Promesa?

—Promesa.

—Está bien. —Me sentí tonta, como si no pudiera preguntarle. Estaba lista
para hacer la segunda pregunta y ni siquiera dije nada.

—¿Ha oído alguna vez algo llamado el Círculo de los Siete?

—¿El Círculo de los Siete? —repitió el Padre Peter.

—Sí.

El Padre sacudió su cabeza.

—No. ¿Qué es?

Suspiré.

—No, Padre Peter, eso es lo que yo le estoy preguntando.

—Oh.

—¿Nunca oyó de eso?

Una vez más el Padre sacudió su cabeza.

—Tiene algo que ver con ángeles —agregué.

—¿Qué quieres decir?

No sabía qué decir. No podía explicarle que algún tipo de fantasma me


había dicho que Gabe, cuando era un ángel y no algún chico de 1950,
pertenecía al Círculo de los Siete. Eso era personal. Además, era también
poco creíble. Tenía que haber otro modo…

137
—Bien, entonces, Padre Peter, de nuevo, esto que sigue que voy a decir no
puede preguntarme por qué lo pienso, ¿está bien?

De nuevo el Padre Peter me dio una suave sonrisa.

—Seguro.

—El Círculo de los Siete tiene ángeles.

Observé la expresión del Padre, esperando quizás ver el foco de luz


momentáneo cuando de repente él entendiera de lo que yo estaba
hablando. O tuviera un indicio. Una pista. Algo. Cualquier cosa.

Pero su expresión no cambió, sólo se quedó pensativo y ligeramente


confundido.

—No lo sé Riley… ¿un Círculo? —dijo él.

—¿Nada le suena? ¿Incluso algo pequeño?

El Padre Peter sacudió su cabeza y se inclinó en el respaldar del banco,


volteando su cara lejos de mí y mirando fijamente frente pensativamente.
La confusión crecía mientras él reflexionaba. Él realmente comenzaba a
lucir algo perturbado. Luego suspiró profundamente y me miró de nuevo.

—¿Por qué no le preguntas al Pastor Warren? Él sabe todo acerca de los


ángeles —dijo amargamente, con un filo en su voz. Nunca había oído al
Padre Peter sonar ninguna otra cosa más que amable.

—Le estoy preguntando a usted —repliqué. Sin aviso, el Padre Peter se


levantó y caminó hacia el pasillo. Eso me tomó por sorpresa—. Eh, ¿está
usted bien?

El Padre Peter caminó de un lado a otro por un momento y luego se detuvo


y se inclinó contra el banco. Dio una risita y sonrió tristemente.

—Sí, estoy bien. Lo siento, Riley. Es sólo… nadie de ésta ciudad me ha


preguntado acerca de ángeles… bueno, nunca. Y eso me tocó de una
manera extraña.

—¿A qué se refiere?

138
Seguí la mirada del Padre Peter hacia la lánguida escultura de Jesús en la
cruz sobre el púlpito.

—Fui cultivado para creer en ciertas cosas. Fui al seminario y educado


para creer en ciertas cosas. Y luego vine aquí y… lo qué me instruyeron, lo
que la Biblia nos dice, y lo que iba a hacer en ésta comunidad… es todo
demasiado duro para una persona que gastó su vida creyendo éstas
ciertas cosas. Esto te hace comenzar a dudar de ti mismo.

—Oh. —Comencé a sentirme un poco incómoda, como si fuera una


confesión invertida o algo. No es que nunca me hubiera confesado.

—Tuve que trabajar muy duro para asimilar el comportamiento de


nuestros ángeles en éste pueblo. Esto no refleja lo que está en la Biblia, y
cuando ves algo que es totalmente diferente de todo lo que has pensado
que es verdadero… puedes dudar. Puedes dudar un montón de cosas.
Todo lo que tuve en mi vida fue mi certeza en lo que creía, y ahora esto se
tambalea… —Se detuvo. Creo que se dio cuenta cuán personal estaba
siendo. Aclaró su garganta suavemente—. Porque esto no tiene ningún
sentido, que ellos vengan y secuestren gente. Que ellos sólo vengan a ésta
comunidad. Que sólo vengan una vez al año. Es para decir, que no tiene
sentido si crees en lo que la Biblia nos dice.

—Pero quizás lo que está en la Biblia es cómo la gente interpretaba lo que


sucedió en ese momento —dije. No me gustó oír que el Padre Peter estaba
así de confundido. Él siempre pareció tan contento en su pequeña labor en
el pueblo. Y le gustaba a todo el mundo. Por supuesto, ser agradable de la
forma que la que lo es un cachorrito perdido no es lo mismo que ser
respetado. Realmente no lo había pensado así antes—. Como el Pastor
Warren ahora y sus teorías. Quizás lo que ha sido escrito sobre los ángeles
es una observación sin la historia completa. Quizás no es un conflicto
después de todo.

—Quizás. —Él no sonó convencido.

Pensé que no era prudente quedarme más. Las cosas se estaban volviendo
de un modo personal, y no quería hacer sentir más incómodo al Padre
Peter.

139
—Voy a irme ahora —dije tranquilamente. Me levanté e hice mi camino
sobre el suyo.

—Siento no poder ser de más ayuda. —Él parecía tan genuino.

—No hay problema.

Le di una sonrisa y luego, insegura de qué decir, me volteé y me dirigí


hacia adelante por el pasillo.

—Riley —gritó el Padre Peter, su voz haciendo eco en la iglesia vacía—.


¿Quieres decir Nephilim?

Me giré.

—No lo creo, siendo que no tengo idea de lo que significa esa palabra.

—Este Círculo de los Siete, ¿está compuesto por Nephilim?

Sacudí mi cabeza. No está compuesto por ángeles… poseen a Gabe. Eso


era indisputable.

—No, ángeles. No… eso que usted dice. ¿Qué es esa cosa que usted dice?

El Padre Peter caminó hacia mí y una vez más señaló que me sentara. No
sentamos en bancos opuestos, uno frente al otro cruzando el pasillo.

—Nephilim. Son mencionados en la Biblia, pero es poco lo que se sabe


acerca de ellos. La palabra Hebrea “Nephilin” se traduce como “los caídos,”
pero de lo que “los caídos” realmente significa, nadie está seguro. La
explicación más común es que ellos son hijos de ángeles y humanos.

—Nephilim.

—Sí.

—Entonces los ángeles pueden tener relaciones. —Me sentí a mí misma


ruborizarme dándome cuenta de por qué había saltado a esa conclusión.

El Padre Peter debió haber notado el cambio de color de mi cara porque


preguntó:

—¿Estás bien?

140
—Eh, sí.

Él asintió.

—Para responder tu pregunta sobre relaciones, eso es altamente


discutible. Definitivamente los Arcángeles no, por supuesto, pero los otros
ángeles… —se detuvo.

—¿Padre?

—No sé por qué no se me ocurrió antes, quizás porque nunca había oído
del término Círculo —hablaba lentamente, como si estuviera formando las
palabras mientras las articulaba—. ¿Has oído de los Arcángeles, cierto?

—Sí, se supone que ellos cuidan de los humanos.

—Hay cientos de ellos, y, sí, están a cargo de los asuntos de humano.


Tienen otros ángeles que en realidad hacen su trabajo por ellos, sin
embargo. Ellos como que actúan como DEs4, supongo que puedes decirles
a los ángeles inferiores qué hacer.

—¿Qué es un ángel inferior?

—Como un ángel guardián o un mensajero.

—Bien.

El Padre Peter se inclinó a través del pasillo hacia mí.

—Pero, Riley, hay siete que son considerados los más poderosos.

—Siete Arcángeles.

—Sí.

—Santa mierda.

—Riley.

—Lo siento.

4
DEs: Directores Ejecutivos.

141
—Pero no poseen ángeles. Creo que eso es lo que me confundió. Los
ángeles no son poseídos.

—Eso es bueno —dije levantándome.

Siete poderosos Arcángeles. Siete que les dicen a otros ángeles qué hacer.
Quizás la cosa de pertenecer tenía que ver más con una cadena de mando
que con una propiedad real. Eso me hacía sentir mejor. No me gustaba la
idea de nadie apropiándose de nadie, especialmente no de Gabe.

—Gracias, Padre Peter —dije mientras él caminaba conmigo hacia la


puerta.

—Cuando quieras —replicó.

Esa tarde después de la cena pasé algo de tiempo en la computadora.


Ahora que sabía lo que estaba buscando quería saber más sobre los
Arcángeles. Resultó que había mucho para aprender. Como el Padre Peter
había dicho, había cientos de ellos y tenían responsabilidades específicas.
Y, sí, en total eran siete que evidentemente aparecieron primero en el Libro
de Enoc5, que, resultó, no siempre fue considerada una fuente fiable.
Bueno, como sea, no necesitaba que el libro me dijera que todo eso era
cierto. Tenía una cosa fantasma diciéndomelo.

Estaba también curiosa sobre los Nephilim, sólo porque nunca lo había
oído antes. Y, está bien, también quizás porque tenía curiosidad sobre los
humanos teniendo relaciones con ángeles. Aunque entre más lo
investigaba, más me daba cuenta de que quizás el acoplamiento de un
ángel y un humano no era tan probable como pensaba. Resultó que eso
era sólo una teoría también para lo que los Nephilim eran. Otros
investigadores especulaban que los Nephilim eran gigantes y que harían
caer los corazones de los hombres, como un fallo, cuando veían a uno de
ellos. Y aún otros pensaban que su altura era una metamorfosis de sus
habilidades guerreras. Había mucho misterio alrededor de ellos y no
demasiadas referencias.

Entendí que probablemente debía enfocarme sólo en el Círculo de los


Siete. Ya era un buen comienzo. Y luego Gabe y yo iríamos a la

5
Libro de Enoc: O Henoc. Es un intertestamento de la Biblia de la Iglesia Ortodoxa
Etíope, el cual no es aceptado por las demás Iglesias Cristianas.

142
Congregación, y quizás eso sería arrojar algo más de luz sobre quién era él,
y luego quizás, sólo quizás, yo estaría más cerca de descubrir dónde
habían llevado a Chris.

143
Veinte
Traducido por Kellylc

Corregido por Jut

C ualquier persona es bienvenida en la Congregación. Al menos eso es


lo que dicen todos los folletos. Y el anuncio afuera de la iglesia. La
Iglesia de los Ángeles es un lugar que quiere que todos experimenten la
gloria. La Congregación es una experiencia íntima. La Congregación te trae
más cerca de los ángeles que cualquier otra cosa. Viejos, jóvenes, ricos,
pobres. Todos deberían querer ir a la Congregación. Cualquiera es
bienvenido a la Congregación.

Si a ellos no les importa que los miren.

Si a ellos no les importa que sean cuestionados en cuanto a sus


intenciones.

Si a ellos no les importa sentirse como si fueran más raros de lo normal.

Tuvimos suerte que Amber haya estado de acuerdo en encontrarnos en el


frente, de lo contrario pienso que Gabe habría decidido dar media vuelta y
regresar a casa. Había aprendido a lo largo de las últimas semanas que él
no era el tipo de chico que le gustaba ser interrogado. Pienso, realmente,
que el hecho de que no respondiera las preguntas era un gran problema.

Así que cuando la gente de Amber le había obligado a hacer precisamente


eso, habían sido bastante afortunados de que su hija hubiera rodado los
ojos y dijera:

—Jesús, Mamá, sólo déjalos tranquilos, ¿de acuerdo? Yo fui la que los
invitó.

Claro, Amber me había invitado técnicamente, no a Gabe, pero ella no iba


a echar a Gabe. Eso sería una locura. Él era demasiado ardiente como
para que cualquier chica quisiera que él se fuera de los lugares.

144
—Esto es una mentira, Riley —susurró Gabe en mi oído. Puse una mano
en su brazo.

—Lo prometiste. Sólo una noche.

—Una noche en la que podría estar besuqueándome con Charlotte.

—Nadie dice besuqueo. Deja estar diciendo besuqueo, por favor.

—¿Cómo debería llamarlo?

—Enrollándote, haciéndolo… —Era algo ridículo que yo estuviera dando


una lección sobre cómo llamar a algo que nunca había hecho realmente a
alguien qué parecía que había hecho de todo.

Dejamos de hablar porque ahora estábamos en el gran salón. Habían sido


unos años desde que no había estado en el interior. Era realmente
impresionante. Blanco radiante, larga habitación. Eso era. Pero una
habitación grande podía ser bastante extraordinaria cuando pensabas en
ello. Sin pilares sosteniéndola, sólo el vacío y la luz de la puesta de sol que
venía de la pared de vidrio atrás del altar. Suspendidas desde el techo
estaban esas alas gigantes, hechas de cobre. Yo las recordé siendo más
brillantes en ese momento en el que había ido con mis padres y Chris. Él y
yo habíamos llegado a la conclusión de que era mejor ir a la iglesia una
mañana nublada.

Me di cuenta de que la última vez que había estado allí fue la primera vez,
cuando Chris y yo habíamos hecho la colecta de todos los oscuros pecados
afuera. El recuerdo me golpeó fuertemente. Podía sentir el nudo en mi
garganta y las lágrimas en mis ojos. Me obligué a calmarme. No había
tenido ese sentimiento de falta por Chris hace tiempo.

Y entonces me sentí aún peor. Durante todo este tiempo con Gabe, a pesar
de que me dije a mi misma que iba a averiguar lo que había pasado con
Chris, aún había sido una distracción para extrañarlo. Chris se había
convertido en algún tipo de idea, y no era eso. Era una persona. Mi mejor
amigo. Posiblemente el amor de mi vida. Me sentí tan culpable que no
pude contenerme. Las lágrimas lograron encontrar su camino hacia
afuera, afuera y abajo por mis mejillas.

Gabe lo notó.

145
—Hey, cariño, ¿estás bien?

Asentí pero no dije nada. En ese momento el Pastor Warren vino a


saludarnos, en ese usual conjunto de camisa blanca y pantalones de color
beige que llevaba, y con ese corbatín amarillo y café. Las axilas de su
camisa estaban teñidas de amarillo por su sudor. Él vio las lágrimas y de
inmediato sin ninguna advertencia me atrajo hacia él.

—Ya, ya —dijo en su voz melódica—. La primera vez siempre es algo


poderoso.

Me abrazó fuertemente y frotó mi espalda suavemente. Se sentía muy


incómodo. También podía oler el sudor a través de su camisa, y una
dulzura, en cualquier caso su desodorante o su loción de afeitar. Lo que
sea que fuese, se mezcló muy mal con el olor de su cuerpo. No parecía
como si fuera a dejarme ir en cualquier momento pronto, por lo que
finalmente empujé mi cuerpo lejos del suyo, y por fin me soltó.

Miré a Gabe que no parecía contento con lo que había acabado de suceder,
y se movió protectoramente hacia mí.

—Uh… gracias —le dije al Pastor Warren—. Sí, supongo que estoy un poco
abrumada.

—Por supuesto que sí, Señorita Carver. Has venido aquí en contra de la
voluntad de tus padres, y ésta sala provoca admiración. Puedo entender tu
reacción.

Claro, así que evidentemente el Pastor Warren tenía una opinión acerca de
mi familia.

—Y tú eres el chico nuevo, Gabe. Tenía la esperanza de que te nos unieras,


aunque no pensé que vendrías a la Congregación de inmediato.

—¿Sí?

—Muchos recién llegados que no han experimentado una Toma pueden ser
escépticos. Venir a un sermón los pone en comodidad. La Congregación es
una experiencia emocional muy profunda, incluso los seguidores
verdaderos lo pueden encontrar aterrador.

146
—No me asusto fácil. —La voz de Gabe sonó fuerte. Nunca lo había
escuchado hablar de esa forma en particular. Se escuchaba
verdaderamente enojado, frustrado, pero no… malvado.

—Ambos son bienvenidos, claro, claro. —Parecía que sentía que sus
funciones de bienvenida estaban atendidas porque flotó junto a nosotros
para saludar al Señor George Smith y su hijo sin perder el ritmo—. ¡Los
Smiths! Bienvenidos de nuevo, caballeros, bienvenidos…

—No me agrada ese tipo —dijo Gabe.

—A mí tampoco —respondí—. Vamos.

Lo tomé de la mano y lo llevé a un banco un poco más lejos por el pasillo.


Realmente no me sentía con ganas de sentarme con nadie, especialmente
Amber y sus padres que se veían un poco demasiado emocionados por
estar aquí. Pensé que era un poco extraño considerando que venían una
vez a la semana, y no era como si fuese algo nuevo para ellos. Supongo
que realmente les gustaba la Congregación.

Fue entonces cuando me di cuenta de que Mirabel Jennings estaba de pie


cerca del altar rodeada más o menos por media docena de personas.
Estaba sonriendo de esa forma suave suya, jugando nerviosamente con su
largo cabello castaño claro pero sin estar diciendo nada. Mirabel Jennings
siempre se veía como si estuviera viviendo en un plano diferente al resto
del mundo, parecía flotar su camino por la vida. Tenía sentido que flotara
su camino por la Congregación también, supongo.

Aún. Quería verlo por mí misma.

Otros diez minutos pasaron antes de que empezara. Nadie más se


presentó, pero parecía que la Congregación no sólo era un evento
espiritual si no uno social también. Tomó un poco de tiempo para que el
Pastor Warren finalmente reuniera a todo el mundo. Al final había unos
catorce de nosotros. Era más o menos lo que había esperado. Las luces se
apagaron, y todos se reunieron en el altar y formaron un círculo
tomándose de las manos.

De alguna forma esperaba eso también. Afortunadamente yo estaba entre


Gabe y Amber, así que no me sentía tan incómoda. Gabe, por su parte,

147
había sido solicitado personalmente por el Pastor Warren para ser su
mano derecha. Sí, él no estaba feliz con eso.

—Bienvenidos, todos —empezó el Pastor Warren. Su voz llenó todo el


salón, a pesar de que estábamos sólo nosotros—. Tenemos a algunos
recién llegados con nosotros. ¿Por qué no todos les damos la bienvenida al
grupo?

—Bienvenidos —dijeron los otros suavemente en un intenso unísono.

—Uh… gracias —dije de regreso. No me sentía bienvenida. Especialmente


cuando vi sus ojos y noté la profunda sospecha. Quizá hubiera sido
diferente si hubiera venido a la iglesia los domingos. Quizá podrían decir
que no estaba aquí por la misma razón que ellos. Pero yo todavía estaba
aquí por los ángeles. Claro que era escéptica… pero había venido. Sólo por
si acaso.

Estúpido grupo, pensé, y puse mala cara por dentro.

Gabe apretó mi mano. Estaba feliz de saber que no estaba sola.

—Comenzamos como siempre dando las gracias a los ángeles por


elegirnos. Amber, ¿podrías dar las gracias por nosotros?

—Sí, Pastor. —Miré hacia ella mientras bajaba la mirada. Parecía tan
recatada aquí, tan piadosa. Es difícil pensar que era la misma chica que
había visto chupar la cara de Brett Warren, que sostenía la mano de su
padre que parecía igual de virtuoso. Eh, supongo que está permitido
succionar la cara y también venerar a los ángeles, a menos que por
supuesto no lo hagas. Yo realmente no conocía las reglas, para ser
exactos.

—Gracias por escogernos, y en su Gloria les pedimos que continúe este


regalo. Les damos las gracias por guiarnos en su amor, y agradecemos al
Pastor Warren por tomar esta carga por sí mismo. Gracias a los ángeles.

—Gracias a los ángeles —repitió el grupo.

Me preguntaba sí el Pastor Warren dijo alguna vez las gracias, y si lo hizo,


se tenía que agradecer a él mismo: “Me doy las gracias por tomar esta
carga por mí mismo…”

148
—Gracias, Amber. Ahora es el momento de las narraciones. ¿Tiene alguien
una historia qué compartir?

—Yo la tengo, Pastor Warren —dijo Anna Brown mirándose más enfermiza
de lo usual.

—Anna.

—La semana pasada le envíe una carta a mi madre. Me avergüenza decir


que había escrito algunas cosas que no fueron agradables. La había
enviado en un estado de enojo. Cuando me tranquilicé, me di cuenta de lo
que había hecho, y me sentí justamente avergonzada. Le pedí perdón. Tres
días después la carta regreso a mí. Había una nota diciendo que no le
había puesto bien la estampilla, pero yo había estado enviando cartas para
ella una vez a la semana por tres años. La misma estampilla como
siempre. Sabía que había sido perdonada y me dieron una segunda
oportunidad.

—Lo fuiste —dijo el Pastor Warren—. Alabada seas por pedirles.

—Alabada seas —dijo el grupo.

—Qué hay de los recién llegados, ¿tienen alguno de ustedes alguna


historia que compartir?

Miré al Pastor Warren. ¿Tenía alguna historia para compartir acerca de


encuentros con ángeles? Déjame pensar. No realmente. Bueno, está bien,
tenía una cuando le dispare a uno en la cara ¿esa contaba?

—No, Pastor Warren.

—No desesperes. Ahora que has venido a la Congregación, los ángeles


verán tu reverencia, y te compensarán.

—Oh está bien.

Hubo unas cuantas narraciones más, similares a las cotidianas cosas


mundanas de Annie que reflejaban la verdad acerca de su fe. Y tal vez
estaban siendo recompensados. Simplemente yo no lo veía así. Como sea,
no me importaban las historias. Quería llegar a la parte cuando Mirabel
flotaba. O cualquiera flotara para el caso.

149
Y entonces empezamos a respirar. Bueno, era lo que el Pastor Warren
llamaba meditación, pero no estaba convencida.

Sabía que la meditación se suponía fuer realmente increíble, y a veces me


preguntaba si debía hacerlo considerando como mi cerebro siempre
parecía ir a un ritmo loco. Pero la meditación no era nada como esto, no
estaba interesada.

Nos dijeron que cerráramos los ojos, y, bajo la instrucción del Pastor
Warren, que tomáramos tres respiraciones profundas. Todos hacían un
gran show al tomar estas tres respiraciones. Fueron ruidosos, y cada
exhalación salió como un profundo suspiro. Luego el Pastor Warren dejó el
círculo —sabía esto porque tuvimos que movernos un poco para hacerlo de
nuevo— y nos dijo que continuáramos respirando al unísono. El ritmo que
el grupo había escogido era más rápido de lo que normalmente respiraba,
y me encontré a mí misma sintiéndome un poco mareada.

—Cuando te toque en la espalda, deja que tus sentimientos, tus


pensamientos, tus preocupaciones acerca de la semana salgan. Deja que
las respiraciones las eleven y los ángeles se las lleven.

No sabía a quién había tocado primero. Fue probablemente George Smith.


Un grito gutural masculino voló en el círculo, y las respiraciones del grupo
se volvieron más rápidas. Esto no se sentía saludable. Otro grito,
femenino, y luego otro. Todos ellos sonaban con gran dolor. ¿Ninguno de
ellos había tenido una semana agradable en absoluto? El grito de Amber
fue un poco diferente, un poco… bueno, digamos que me sentí un poco
avergonzada por estar tomando su mano. A pesar de que escuché al Pastor
Warren decir:

—Bien hecho, Amber. —Y eso totalmente me desagradó.

Noté otros sonidos también pero no venían de nosotros. Eran esos mismos
sonidos que recordaba haber escuchado una vez cuando íbamos a la
Iglesia. Extraños, un tipo de sonidos aterradores. Es sólo el viento, me dije
a mi misma, es sólo el viento. Pero no sonaba como el viento… sonaba…
como voces. El Pastor Warren tocó mi espalda. No sabía qué hacer. El
unísono de la respiración jadeaba ahora. Si realmente le ponía mucha
energía pensaba que iba a desmayarme. Ah, que se jodan. Solté las manos
de Amber y Gabe y me detuve. Dejé de respirar con todos los demás,

150
dejando de jugar el juego. Y abrí mis ojos y me volví hacia afuera del
círculo.

El Pastor Warren estaba flotando a siete metros de altura delante de mí.


Sus ojos en blanco así que solo podía ver el blanco.

—¡Santa mierda! —dije, sin poder controlarme.

El resto abrió sus ojos por mi reacción. Miraron al Pastor Warren con
asombro. No era la única que estaba visiblemente aterrorizada. Eché un
vistazo a Gabe que parecía molesto, preocupado. Me miró. Luego ambos
observamos como el Pastor Warren cayó pesadamente en el piso.

151
Veintiuno
Traducido por Selene

Corregido por Anjhely

L as noticias de la Gloria del Pastor Warren viajaron rápido. Claro,


cuando Mirabel había levitado había sido todo muy secreto, pero no
con el Pastor Warren. Con el Pastor Warren eso era la comidilla de la
ciudad. Incluso había sido noticia de primera página de nuestra pobre
excusa de periódico. Por otra parte, cuando una noticia de primera plana
podía ser el robo de una chaqueta de uno de los casilleros de la escuela
secundaria, no era mucho en realidad.

Se podría pensar que verlo levitar nos llevaría a Gabe y a mí a investigar


más a fondo. A volver a la Congregación. Después de todo, al parecer,
realmente tenía una conexión con los ángeles y probablemente podría
habernos ayudado. Al principio me pregunté si podía. Había hecho planes
para visitarlo después de la escuela la próxima semana. Tendría que ir por
mi cuenta porque Gabe me había dicho claramente que después de lo que
ocurrió en la Congregación nunca iba a regresar.

Pero a medida que la semana pasaba sentí algo en mi interior. Algo que me
dijo que no estaba bien. Tal vez fue la manera en que el Pastor Warren se
deleitaba con la atención. Tal vez fue porque realmente no parecía
sorprendido o al menos, temeroso por lo que pasó. Tal vez fue porque en
realidad parecía simplemente petulante.

También, quizás, porque los magos habían estado haciendo trucos de


levitación desde siempre y no creo que no todo sea humo y espejos.

Sin embargo, decidí que sería estúpido no intentar hablar con él al


respecto, al menos una vez. Por eso, cuando la semana había terminado,
me dirigí a la Iglesia después de la escuela. Al acercarme a la iglesia y ese
gran edificio cuadrado blanco con una alta torre demasiado perfecta y
brillante, empecé a preguntarme si esto era una buena idea.

152
Lo encontré mientras cerraba la iglesia y se dirigía a su camioneta. Parecía
sorprendido de verme y me dio una extraña mirada.

—Señorita Carver —dijo él—, qué agradable sorpresa. Me temo que no


tengo mucho tiempo para hablar en este momento.

—No, eso está bien, Pastor Warren. Solo me preguntaba si podría


preguntarle algo, ya sabe... ¿sobre esa noche? —Lo seguí hasta la puerta
del lado del conductor y traté de sonreír dulcemente.

—Le expliqué todo al periódico, querida. ¿Por qué no le das una lectura? —
Sacó su pañuelo y se dio unas palmaditas en el labio superior. No estaba
particularmente caluroso, pero ahora que lo pienso, nunca había visto un
momento en que no sudara.

—Lo hice. Es solo una pregunta rápida. —Cuanto más hablaba, más
estúpida me sentía al venir a hablar con él.

—Entonces, está bien querida. Si es rápido.

—Cuando usted estaba levitando, ¿escuchó algo? ¿Hubo algo que le


hablara, en su cabeza o algo así?

El Pastor Warren me miró con atención. Luego sonrió.

—Escuché el coro de los ángeles —dijo en voz baja.

—¿Qué dijeron?

Él sonrió suavemente y sacudió la cabeza.

—Querida, los ángeles no te hablan como yo estoy hablando contigo ahora.


Le hablan a tu alma.

—Oh. —Pero mire, Pastor, cuando Gabe era un ángel simplemente habló
conmigo, dejando mi alma fuera de esto—. ¿Por qué lo levitaron? ¿Por qué a
usted, en primer lugar? Y, ¿por qué Mirabel antes de eso? ¿Qué significa
todo esto?

El Pastor Warren dobló su pañuelo, lo puso en su bolsillo y luego se acercó


a mí. Puso sus manos a cada lado de mi cara y me dio una mirada
significativa. No era la mirada de preocupación que me había dado cuando

153
me conoció por primera vez, ni una mirada de frustración. Era la mirada
del Pastor Warren. La mirada “lo sé todo”.

—Tantas preguntas. Señorita Carver. Hay cosas que solo hay que sentir
para entender.

Bueno, eso significaba absolutamente nada y ¿podría soltar mi cara? Sus


palmas están muy mojadas.

—Está bien —le dije.

El Pastor Warren asintió y luego se inclinó y me besó en la frente, eso fue


aún más húmedo que sus palmas. Entonces me soltó la cara y volvió a su
camioneta.

—Comience a venir a la Iglesia, señorita Carver y lo va a entender —dijo


mientras se metía en su camioneta y cerraba la puerta tras de sí.

Lo había visto levitar con mis propios ojos, pero esta interacción me lo
confirmó. El Pastor Warren estaba lleno de mierda. No sé cómo lo hizo, tal
vez con cuerdas o un espejo, ¿quién sabe? Pero lo único que sabía era que
no iba a ayudarme con mi investigación. De hecho, de los dos, calculaba
que yo sabía más acerca de los ángeles que él.

En retrospectiva, me hubiera gustado haber investigado sobre la


levitación. Egoístamente había pensado solo en mis preocupaciones. No
había considerado el mayor impacto que la levitación del Pastor Warren
tendría en la ciudad. Si hubiera señalado que era un fraude como pensé
en aquel entonces, bueno, las cosas habrían sido distintas. Para cuando
me di cuenta, ya era demasiado tarde. Nadie quiso escuchar a Riley Carver
sobre el Pastor Warren.

154
Veintidós
Traducido por PaulaMayfair

Corregido por Jut

C omenzó pequeño. Con individuos.

En la escuela Amber, por ejemplo, no podía dejar de hablar de ello y seguir


queriendo hablar a través del evento en pequeños detalles. Su experiencia
en la Congregación parecía incluso haberla curado de su miedo a las
porristas mientras sólo se sentaba en la mesa que compartía con ellas y
comenzaba a cotorrear.

Por supuesto, las chicas en la mesa en realidad lo encontraban muy


emocionante, así que no les importaba que hablara. Una y otra vez.
Excepto a Lacy, quien se sentaba con aire aburrido porque no era el centro
de atención. Al menos eso es lo que parecía. Me acordé de lo que había
dicho en la fiesta, sobre la Iglesia de los Ángeles siendo “súper tonta”. Me
preguntaba qué estaría pensando ahora.

Oh, ¿qué importaba?

Dejé de comer el almuerzo con las porristas después de eso.

Estaba volviendo a ser yo misma, ocasionalmente sentándome con el club


de matemáticas al que no parecía molestarles que me uniera a ellos. Gabe
siempre estaba ausente de la cafetería, vagando o pasando el rato con
Charlotte. No es que quería que se sentara conmigo. No me gustaba el
chisme. A pesar de que todo el mundo nos miraba como si fuéramos
hermanos más que nada, sabía que todavía no les gustaba vernos juntos.
Era raro. La gente era rara.

Pero entonces la gente en la ciudad consiguió más rareza. El Pastor


Warren, que siempre había sido como el hombre importante de todos
modos, se convirtió en algo más. La cosa flotante hizo a su posición sólida
como una roca. Totalmente validando su llegada aquí. Por ser el líder de la

155
Iglesia de los Ángeles. Su presencia ahora era casi... divina. Estaba
destinado a estar aquí. Era parte de un gran plan.

Los cambios ocurrieron incrementándose. Comenzaron con pequeñas


cosas.

Estaba sentada en el tercer periodo de inglés cuando el señor Wood,


custodio de la escuela, llamó a la puerta. Todos miramos desde nuestros
libros mientras era escoltado.

—¿Qué está pasando? —pregunté a Amber.

—El Consejo estuvo de acuerdo con El pastor Warren en que una estatua
de un ángel debe ser colocada en cada salón —respondió Amber.

—¿Qué? ¿Por qué estaría de acuerdo con eso?

—Porque tiene razón. Es una señal de respeto a los ángeles.

Miré el pequeño objeto de bronce, una delicada figura andrógina vestida


con una túnica, con las alas plegadas detrás.

—Ellos no se ven como eso —dije sin pensar.

—¿Cómo lo sabes? Nadie ha visto uno claramente —respondió Amber


mirándome con confusión.

—Supongo... simplemente nunca pensé que se veían así... podría ser


incorrecto —murmuré y volví a leer mi libro.

Después de clase noté la gran imagen del Pastor Warren junto a la


alcaldesa en el vestíbulo. No podía entenderlo. Mamá me lo explicó cuando
llegué a casa. Por alguna razón, ahora el Pastor Warren estaba sentado en
el consejo de la ciudad. Había tratado de conseguirlo antes, incluso se
postuló para alcalde hace dos años. Pero el consejo siempre había querido
mantenerlo en su lugar como sólo un líder religioso. Les gustaba su poder,
y él ya tenía suficiente. Bueno, nadie dijo eso, era simplemente bastante
obvio. Pero ahora el Pastor Warren fue invitado a sentarse en el consejo
como asesor especial. Más que eso, había ganado de alguna manera el
derecho a tener el voto final sobre cualquier asunto.

156
Esto significaba que consiguió voz en los asuntos escolares también. En la
época navideña, incluso había hecho la selección de las canciones que el
coro de la escuela iba a cantar. No había logrado usurpar el lugar del
Padre Peter en la elaboración del certamen, sin embargo. El Padre Peter
podría haber sido dócil, pero a la gente todavía le gustaba, todavía lo
quería a su alrededor. Y después de todo, el espectáculo era suyo. Una de
sus únicas cosas.

A pesar de todo, la Navidad en realidad resultó ser muy agradable ese año.
También fue una gran distracción de todo lo que había sucedido en los
últimos meses. Mis primos del norte nunca pudieron entender cómo
podríamos celebrar sin nieve, o sin que hiciera frío en absoluto. Había
visto suficientes películas para saber cuán acogedor se veía pasar la
Navidad de la manera tradicional. Pero nunca se me había dado bien el
frío. Y la idea de nieve era siempre mucho más atractiva para mí que la
realidad. Así que siempre había disfrutado de una Navidad meridional.

Nuestras Navidades fueron siempre pequeños asuntos. A veces algunos de


los amigos de mi madre vendrían en la tarde. Tendría un poco la casa
abierta, donde la gente podía ir y venir como le complaciera, tomar una
copa de champán, un poco de comida para picar. Entonces no sería más
que la familia para la cena de Navidad. Me gustaba así. Pero era inusual,
supongo, cuando pensabas cómo de grandes eran las cenas de otras
personas.

Este año, por supuesto, tuvimos una adición a la familia. Gabe era
bastante adorable en todas las fiestas en realidad. Pensé que podría estar
todo cínico al respecto, pero supongo que nunca había realmente tenido
una Navidad adecuada, en la época que solía estar con su mamá. Amaba
nuestro árbol artificial y estaba emocionado como un niño de tres años de
edad por decorarlo. Quería colgar todas las otras decoraciones también, y
habían pasado años desde que habíamos hecho eso. Así que la corona fue
a la puerta, las guirnaldas a lo largo de la barandilla de la escalera. Las
calcetas se colgaron.

—Toma la mía, Gabe —dijo papá cuando nos dimos cuenta de que no iba a
tener una. Pero Gabe no estaba tomando nada de eso.

—Eso es genial de su parte, Sr. Carver, pero entonces ¿dónde Claus va a


poner su botín? ¡Vuelvo en un segundo! —Y salió por la puerta. Volvió

157
media hora más tarde con otra calceta y un muñeco de nieve de peluche
bailando que había comprado en la tienda de tarjetas en Main.

—¡Mira esto! —El pequeño muñeco de nieve de fieltro se movía de adelante


hacia atrás al ritmo de su propia música.

—Muy bonito —dije y me reí.

—Hey, lo compré con mi propio dinero...

—Gabe, dije que pensaba que era bonito. Es lindo. —Y luego le di un beso
en la mejilla. Todo el mundo vio eso, mamá, papá. Gabe, por supuesto,
sonrió como un loco. ¿Por qué había hecho eso? Se había sentido tan
correcto, era tan el momento. Me volví de un rojo brillante.

—Bueno, basta de decoración, momento de poner la mesa —dijo mamá,


rescatándome. La seguí a la cocina y la ayudé a sacar la vajilla de
porcelana y las servilletas de colores. Saqué la bolsa de plástico con las
galletas que habíamos comprado el día anterior.

—Así que tú y Gabe realmente se están llevando bien ¿no? —dijo


finalmente. Sabía que ella iba a decir algo.

—Bueno, sí, es un poco como un hermano ahora después de vivir tanto


tiempo juntos —dije, poniendo los cubiertos en las servilletas.

—Riley, está bien que te guste. Es un chico encantador —dijo.

—Bueno, no me gusta, ¿de acuerdo? —Supongo que como que le repliqué,


porque ella dejó de revolver la salsa y se acercó a mí, apoyando su cadera
contra el cajón de los cubiertos.

—Riley. No te tiene que gustar de esa manera. Tú no tienes que hacer


nada que no quieras. Es agradable ver que finalmente estás superando a
Chris.

La miré con disgusto.

—¿Superar a Chris? ¿Crees que lo superé? Nunca lo voy a superar.


¿Abrías superado a papá si hubiera sido tomado?

—Riley, no estoy tratando de decir...

158
—Todos lo único que quieren es que superare a Chris. Bueno, yo no
quiero. Él no está muerto. No está todo terminado.

Mi madre se inclinó, me agarró y me abrazó. Era como si todo el mundo


sólo siempre quisiera abrazarme. Traté de apartarla, pero mi corazón no
estaba en ello. Finalmente me rendí y abracé.

—Me siento tan culpable —dije en su hombro.

—Lo sé.

—¿Lo sabes? ¿Sabes qué?

—Sé que te sientes culpable. No lo podías salvar. Pero también te sientes


culpable de que no lo estés extrañando tanto como antes. Y te sientes aún
más culpable por Gabe.

Saqué mi cabeza de la curva de su cuello y la miré.

—¿Cómo sabes todo esto?

Ella me miró y apartó el flequillo de mi frente.

—Perdí a mis padres, al mismo tiempo, cariño. Sé lo que es perder a tus


seres queridos. Y sé lo mal que se siente cuando te das cuenta de que
estás avanzando. Está bien que no lo extraes tanto. Todavía lo amas.

Asentí con la cabeza. En cierto modo me había olvidado de todo lo que mi


madre había tenido que pasar. Había sido sólo un bebé en ese momento, y
cuando por fin me dijo lo que había pasado, parecía más como una
historia que algo que había ocurrido en realidad.

—Gracias —dije. No había nada más que decir realmente.

—Vas a estar bien, cariño, sólo tratar de no ser tan dura consigo misma
todo el tiempo.

Asentí con la cabeza.

Ella me dio un último apretón, y volvió a preparar todo. Pronto los cuatro
estábamos sentados alrededor de nuestra mesa puesta bastante
fantásticamente, si me lo permito decir, comiendo pavo, relleno y salsa de
arándanos de la lata. Todas las galletas, excepto una, explotaron

159
correctamente. Sólo la de papá se vino abajo, que era demasiado malo.
Pero él consiguió el mejor juguete, un pequeño camión de cuerda. Yo
conseguí una goma de borrar con un bastón de caramelo dibujado en ella.

Tomamos el postre en la sala y nos sentamos alrededor del árbol.


Hablamos, nos contamos historias. Gabe se las arregló para contar un par
de su crecer sin revelar nada sobre extraños viajes en el tiempo. La de él y
su padre perdiéndose en el pantano y teniendo que pasar la noche fuera,
era bastante salvaje.

Entonces mis padres entraron y los niños se quedaron solos. Yo estaba


sentada en el piso con mi espalda apoyada en el sofá donde Gabe estaba
sentado. Se escabulló para sentarse a mi lado y puso su brazo alrededor
de mis hombros.

—¿Estás bien? —preguntó.

—Claro. ¿Por qué? —Bebí un poco de mi chocolate caliente y vi las luces


parpadeantes en el árbol.

—Antes, cuando entraste a la cocina con tu mamá, parecías molesta.

Negué con la cabeza.

—Fue... nada.

—¿Chris?

—Tal vez.

—Oye, Riley, las fiestas te hacen extrañar a las personas. Está bien.
Extraño a mi ma y pa.

—¿En serio? —Me volví un poco para que pudiera mirarlo.

—Claro que sí.

—Es difícil —dije en voz baja.

—Lo es.

160
Me volví y miré al pequeño montón de regalos bajo el árbol. Tomé un trago
final del chocolate caliente y puse la taza a un lado, usando mis manos
libres ahora para abrazar las rodillas a mi pecho.

—Todo estará bien, ya sabes —dijo.

—¿Lo estará?

—Sí, lo estará.

Era una idea sencilla, sin muchas pruebas, pero me hizo sentir mucho
mejor. Apoyé la cabeza en su pecho y me acurruqué contra él.

—Ángeles estúpidos —dije.

—Sí. Ángeles estúpidos. —Sentí su mejilla contra la parte superior de mi


cabeza y mi cara se puso caliente de nuevo. Gracias a Dios que los dos
estábamos mirando hacia afuera y no podía verlo—. Hey —dijo después de
un momento—. Tengo una buena broma acerca de los ángeles. —Pude
sentir la reverberación de la voz en su pecho.

—Genial, dila.

—Está bien. Así que esta Santa Claus en su taller ¿correcto? Es la noche
antes de Navidad y todo está loco. Los elfos están haciendo regalos de
última hora. Uno de los renos se ha perdido. La señora Claus está
molestándolo para que saque la basura, y que no ha dormido en una
semana. Está mirando su lista de traviesos o buenos, revisando todo dos
veces, respondiendo a las preguntas de los elfos. De todos modos. Sólo
está realmente desbordado. Así que viene este pequeño ángel que lleva un
árbol de Navidad, y él le pregunta: “Santa ¿dónde te gustaría que lo
pusiera?" Y es por eso que tenemos un ángel en la parte superior del árbol
de Navidad.

Tuve que pensar en ello por un momento, y luego finalmente lo entendí y


me reí.

—Eso es estúpido.

—Hey, es una historia real...

161
Me desenredé a mí misma de él, me volví y le di un puñetazo juguetón en
el hombro.

—Wow —dijo—. Eso en realidad duele.

—¿Vas a ser un bebé grande al respecto ahora? ¿Al igual que con el
chapoteo? —pregunté.

—No. Podría golpearte con una almohada en su lugar, sin embargo. —Y


antes de que pudiera pensar me golpeó la cara con uno de los cojines del
sofá. Me derribó, y estaba en mi espalda tratando de evitar que me
asfixiara. No es que él estaba en realidad intentando ahogarme. Era más
divertido, sin embargo, fingir que podría.

—Alto, ¡alto! —dije levantando los brazos para impedir que bajara la
almohada.

—Hey, tú eres el que me llamó un bebé grande.

Algo dentro de mí me dijo que si yo realmente quería podía darle una


patada en la ingle, y él me dejaría libre bastante rápido. También sabía
que después que yo hiciera eso probablemente podía golpearlo en la
mandíbula. Entonces pensé, tal vez eso no es lo más juguetón para hacer.
Y entonces me pregunté por qué yo incluso pensé algo de eso en el primer
lugar.

—¿Riley? ¿Estás bien? —Puso la almohada lejos de mí y se sentó.

—Sí, estoy bien. ¿Por qué?

—Has dejado de retorcerte. ¿Estás herida?

—No, estoy bien. —Me senté también—. Tu pelo es un desastre.

—Deberías mirarte al espejo, cariño. —Sonrió. Era una sonrisa


impresionante. Siempre era una sonrisa impresionante. Así que sonreí
también. Nos sentamos allí, mirándonos el uno al otro, en las
parpadeantes luces, ambos un desastre desaliñado. Era el momento
perfecto para un primer beso.

Pero no pasó. Debido a que no era el tipo de cosas que hacía.

162
En lugar de eso me ayudó a ponerme de pie y me acompañó hasta la sala.

—Nos vemos en un par de horas —dijo.

—Sí —respondí.

Y luego nos fuimos a nuestras esquinas separadas de la casa.

Porque ese era el tipo de cosas que hacía.

163
Veintitrés
Traducido por Little Pig

Corregido por AmpaЯo

A la mañana siguiente comimos nuestro desayuno de Navidad y


después abrimos los regalos. Mi mamá me regaló ropa como
siempre, pero esta vez fue un vestido rojo que se veía un poco pequeño.
Fue directo al fondo de mi armario. También me regaló un par de libros,
esos eran buenos. Pero Gabe superó mi falta de entusiasmo dándole un
abrazo de oso por sus dos camisetas. Mamá me sonrió por arriba de su
hombro y yo puse mis ojos en blanco.

Papi había firmado las tarjetas de los regalos y me dio una con dinero en
secreto. Su regalo para Gabe fue bastante genial. Se ofreció a ayudarlo con
su moto. Aunque parecía que Gabe sabía lo que hacía, me di cuenta de
que entre el colegio y su trabajo en el taller, no había tenido tiempo para
arreglarla. Como mi papá amaba arreglar cosas, entre los dos la iban a
terminar bastante rápido. Empezaron a trabajar esa tarde, cuando Gabe la
trajo de la tienda después de comer.

Me gustaba verlos trabajar. Generalmente no me gustaría sentirme dejada


de lado, me gustaría estar con ellos y saber qué es lo que estaban
haciendo. Pero ese día, estaba muy cómoda sentada con uno de mis libros
nuevos fijándome en su progreso de vez en cuando. Éramos una pequeña
familia, y se sentía lindo. También era lindo tener a un chico en la casa
cuando Papi se iba a trabajar, y me daba cuenta de que mi mamá encontró
que ayudar a Gabe con su tarea y cuidarlo era una excelente distracción
de estar sola mucho tiempo. Nos establecimos en una placentera pequeña
rutina, y la cosa del ángel empezó a deslizarse más y más lejos de mi
mente.

Y justo cuando casi se había deslizado por completo de mi consciente, mi


acosadora cosa fantasma volvió.

164
Su regreso me preocupaba por dos cosas. La primera era que no me
gustaba la idea de que estaba siendo vigilada. Además, realmente no
quería que volviera a aparecer de repente en mi habitación, aunque
todavía no lo había hecho. Ni siquiera había intentado hablarme de nuevo.
Solo se quedaba fuera de mi ventana de vez en cuando por la noche como
hacía antes. Como sea, era el hecho de que me había olvidado de él hasta
que apareció la semana después de que las clases hubieran comenzado de
nuevo lo que me molestaba. ¿Cómo pude haberlo olvidado? ¿Cómo pude
haber sido tan tonta? Tal vez había vuelto porque me había olvidado de él.
Tal vez quería recordarme que estaba ahí.

O, como algo profundo dentro de mí lo sentía, tal vez le había, de alguna


manera, recordado que me acosara. Pero eso no tenía sentido.

No preocupé a Gabe con eso. Tenía más interés en pasarlo bien en el


colegio y arreglar su moto. O por lo menos eso fue lo que me dije a mi
misma. Estaba segura de que Gabe no hubiera reaccionado bien si le
hubiera contado que todavía estaba siendo acosada. Así que estuve con él
en la escuela y en casa y me guardé el secreto.

Estar con él en la escuela había sido un cambio reciente y significó que de


la nada era popular y podía ser vista con sus compañeros de curso. No
sabía realmente qué hacer con la popularidad, y sabía que iba a ser
pasajera. Después de todo, antes de Navidad me había estado sentando
con Lacy y las otras porristas hasta que Amber empezó a ser el nuevo
centro de atención. Había ido de la chica que se sentaba con las porristas
a la invisible en tiempo récord. Y ahora mi estatus había subido otra vez
gracias a Gabe.

Me preguntaba si alguna vez iba a ser respetada por mí misma, no por otra
persona.

No me molestaba estar con Gabe y sus amigos. Estaban bien, no eran


malas personas, pero tampoco interesantes. Sí me molestaba ver como
Gabe iba por todas las chicas de último año sin problemas. A veces era
como dos personas distintas, el amigable y divertido Gabe que se
preocupaba por mí en casa y el Don Juan en el colegio.

165
A las chicas les gustaba porque era sexy. También por la misma razón por
la que a mí me gustaba. Las hacía sentir especial. Pero seguramente yo era
especial de verdad. ¿No? O tal vez todos éramos especiales para Gabe.

Odiaba como pensamientos como ese me hacían sentir. Probablemente era


bueno que estuviéramos en diferentes años, así no tenía que estar con él
todo el día. Así tenía un tiempo para mí y para estar lejos de él. Claro,
también había personas de mi año que me tenía que aguantar.

—Mira lo que me dio Brett —me dijo Amber mientras se sentaba a mi lado
en el salón de estudio. Sí, Amber todavía estaba bajo la impresión de que
éramos grandes amigas aunque no pasábamos mucho tiempo juntas. Me
sorprendía que todavía no se hubiera dado cuenta de que me había
distanciado de ella desde la experiencia en la Congregación. No era su
nuevo interés religioso lo que me molestaba. Era su dedicación bizarra al
papá de su novio. Estaba… mal.

Levanté mi mirada de mi cuaderno y vi que tenía una flor roja.

—Te mandó una flor de origami —respondí. La escuela lo hacía todos los
años por San Valentín. Por un dólar podías comprar una flor roja y
enviársela a cualquier persona. Lacy siempre se iba de la escuela con un
ramo enorme. Chris siempre me mandaba una. Como una cosa de amigos.

Nunca pensé en enviarle una.

Se me formó un nudo en el estómago.

—Es dulce. No tenía que hacerlo. Me va a llevar a cenar este fin de semana
—dijo, tocando suavemente la flor con su nariz.

—Súper dulce.

El año pasado, no sé qué es lo que estaba esperando. Sabía que no iba a


recibir una flor y cuando pasó el día y no llegó nada, se me rompió el
corazón. Si necesitaba otro recordatorio de que Chris se había ido, ahí lo
tuve.

—El Pastor Warren nos va a llevar a New Adamstead, al Beaumont.

—Elegante.

166
—Bueno, se lo puede permitir. Igual, es tan bueno conmigo, aceptándome
por completo en la familia. Sabes que me está enseñando todo lo que sabe
sobre ángeles. Lo veo todos los jueves por la noche...

—Amber, estoy tratando de estudiar ¿de acuerdo? —Y en serio no tenía


ganas de escuchar sobre su rara relación con el Pastor.

—Bien.

La escuché levantarse y moverse hasta donde sabía que estaban Lacy y su


grupo. Levanté la mirada y miré como Lacy le sonreía a Amber quien le
mostraba su flor. Lacy le mostró su ramo enorme en la silla de al lado y la
cara de Amber calló. Sí, era mucho más fácil fanfarronear conmigo que con
alguien como la capitana de las porristas.

Debí haber estado mirando demasiado tiempo, porque Lacy me vio y


desafortunadamente hicimos contacto visual. Sabía que seguía enojada
porque me había ido de la mesa de las porristas al mediodía (Escuché que
le decía a Charlotte después del colegio un día “¿Quién hace eso?”) y verla
levantarse y venir hacia mí hizo que mi estómago se revolviera más.

—Hola Riley.

—Hola Lacy.

—¿Trabajando duro?

—Sip.

Lacy apoyó su cadera contra la mesa, e inclinó su cabeza hacia el costado.

—Bueno, no te voy a molestar. Sólo quería saber si podrías mandar un


mensaje por mí.

Subrayé una frase en mi libro de historia Europea sobre el artista Degas y


la miré.

—¿Sí?

—¿Le darías las gracias a Gabe por la flor?

No luzcas molesta, no luzcas molesta.

167
—Sí, claro. ¿Algo más?

—No, sólo eso. —Me sonrió con dulzura y se fue obviamente feliz con lo
que había hecho.

Traté que lo que dijo Lacy no me molestara. Traté durante la clase de


historia y el resto del salón de estudio. Traté cuando sonó el timbre y fui
hasta mi casillero. Y traté muchísimo cuando me encontré con Gabe para
ir a casa juntos.

No fue hasta que lo vi que me di cuenta de que tratar de no enfadarme


estaba haciendo que me molestara. Verlo con su cara amigable, su cabello
cayendo sobre sus ojos, bueno, me daban ganas de pegarle.

—Hola —dijo cuando lo alcancé.

—Hola. ¿Estás listo?

—Sí.

Y empezamos a caminar.

¿Por qué le había dado una flor a Lacy? No podía dejar de pensar en eso.
No tenía sentido y seguro que él estaba con todas, pero sabía que ella a él
no le importaba y… estúpida Lacy Green y todas sus cosas.

—Riley, tranquilízate, ¿quieres? —me dijo Gabe, sacándome de mi enojo


mental.

—¿Qué?

—Estás caminando como si alguien te estuviera persiguiendo. Y no tengo


muchas ganas de llegar a casa. Tengo un montón de tarea.

—Bueno, la tendrías que haber hecho en el salón de estudio —le dije


molesta. Estúpido salón de estudio.

—¿Quién estudia en el salón de estudio?

—Yo lo hago. Yo estudio en el salón de estudio.

—Cuadrada.

Paré, lo que lo sorprendió, y paró junto a mí.

168
—¿Cómo me acabas de llamar?

—Una persona cuadrada. Vamos Riley, solo te estoy molestando. ¿Qué te


pasa hoy?

—¿Por qué le mandaste a Lacy una flor? —pregunté sin tacto.

—Yo… ¿qué?

—Lacy me vino hacia donde estaba en el salón de estudio y me pidió que te


agradezca por la flor. ¿Por qué le mandaste una?

Gabe me miró por un segundo y alzó las cejas.

—¿Por qué te importa?

La pregunta me impactó.

—No me importa. Es sólo que… quiero decir. No lo sé. Me pareció extraño


que le mandaras una flor a Lacy. Y creo que no importa. Le puedes
mandar flores a quien quieras, pero apenas la conoces y…

—¿Y qué?

—Y… —¿Por qué no me mandaste una?

—¿Estás celosa? —Las esquinas de su boca estaban elevadas y eso me


molestó.

—No.

—Riley, no creí que quisieras una flor barata. Por eso no te mandé
ninguna. Son estúpidas.

—¿Si son tan estúpidas por qué le diste una a Lacy?

—No lo hice.

—No lo hiciste.

—No. Mintió. Obviamente te manipuló como a todos los demás y pensó


que te enojarías. Es gracioso porque lo hiciste, ¿no? ¿Por qué te enojaste?
—Ahora estaba sonriendo y yo estaba muerta de vergüenza.

169
—Yo… es sólo que creo que no es tu tipo. Me hizo preguntarme si te
conocía de verdad.

—Riley, tú me conoces mejor que nadie.

—Bueno, sí, por eso me confundí. —Él estaba disfrutando esto demasiado,
sonriendo de oreja a oreja—. Mira, lo siento, ¿bien? Yo sólo… a mí nunca
me importa el día de San Valentín. Es una festividad de mentira. Pero
cuando llega recuerdo a Chris y tal vez estoy más emocional para este
momento que siempre...

Gabe levantó un dedo.

—Un segundo. —Sacó algo de mochila. Era una caja pequeña—. Iba a
esperar hasta después de la cena, pero como ahora estás molesta…

—No estoy molesta.

—Toma.

Me dio la cajita. La abrí. Sobre un algodoncito había una cadena de plata


con un dije. Te dabas cuenta de que no era plata de verdad, pero sabía que
le había costado bastante de su dinero ganado.

Examiné mejor el dije.

—Gabe…

—Son unas pequeñas esposas. Las encontré en una tienda de dijes.

—Me di cuenta. Pervertido.

—Tu cerebro es el que está mal pensando en esas cosas, no el mío.

—Bueno, es que son esposas…

Gabe se rio.

—Son por cómo nos conocimos. Creí que iba a ser difícil encontrar un dije
de un chico desnudo atado con un trapo en la boca. De cualquier forma,
no te di nada por Navidad, así que creí que te gustaría.

Saqué el collar de la caja y lo levanté.

170
—Es bastante impresionante.

—Lo sé.

—Bastante dulce de tu parte.

—Lo sé.

Lo miré por el rabillo del ojo. Obvio que lo sabía.

—Gracias Gabe —dije.

—De nada.

—Lo voy a tener que usar debajo de mi camisa. No quiero que me


pregunten qué significa.

—¿No les puedes decir que te gustan las esposas? —Sus ojos brillaban.
Alcé una ceja—. No te preocupes, cariño. Va a ser nuestro pequeño
secreto.

La forma en la que lo dijo me produjo mariposas.

—¿Me ayudas?

Le di el collar y se paró atrás mío para ponérmelo. Sentí como me tocaba el


cuello con los dedos, y me derritió. Oh Dios, tranquilízate Riley.

—Listo —me dijo al oído.

—Gracias —respondí, y me metí el collar debajo de la blusa.

Fuimos en silencio hasta casa después de eso. No estaba segura de lo que


él estaba pensando, pero me imaginé que estaba orgulloso de sí mismo.
Yo, por otra parte, no podía superar la cantidad de esfuerzo que había
puesto en buscar el regalo. El hecho de que le importaba lo suficiente para
regalarme algo era increíble. Pero el hecho de que intentó encontrar algo
único para los dos, eso era otra cosa.

Y de repente, se me ocurrió.

Él se había esforzado muchísimo para comprarme ese regalo y yo ni


siquiera había considerado hacer nada a cambio. Guau, Riley, ¿Nunca vas
a cambiar?

171
Estaba completamente avergonzada.

172
Veinticuatro
Traducido por Martinafab

Corregido por AmpaЯo

A l principio me preocupaba que hubiese herido los sentimientos de


Gabe. Pero luego me di cuenta de que estaba siendo un poco
estúpida. En realidad no parecía importarle que no le hubiese regalado
nada y parecía lo bastante feliz por mi reacción a su regalo y saber que me
lo ponía básicamente todos los días debajo de la ropa. Él era un tipo feliz
en general, usualmente, por lo que era fácil para mí de seguir adelante y
no preocuparme por cómo se sentía. Me imaginé que había muy poco que
pudiera perturbarlo, que estaba bastante contento con ser él mismo y
existir. Y yo envidiaba eso.

No me di cuenta de qué sucedería si alguna vez se enfadaba por algo.

Era más o menos la primera semana de marzo cuando se hizo el anuncio.


Al principio pensé que era sólo un rumor, ya que fue Amber quien me lo
había dicho inicialmente. Pero a medida que se corrió la voz por nuestro
pueblo, descubrí que era cierto. Hubo una reunión ese jueves para discutir
una propuesta para un nuevo impuesto. Era una especie de gran sorpresa.
Normalmente éramos una especie de pequeño gobierno del lugar. Los
candidatos que corrían por la oficina aquí siempre corrían en una
plataforma de reducir nuestros impuestos, no aumentarlos. Y esos
candidatos casi siempre ganaban.

Así que puedes imaginar por qué, en la noche del jueves, todo el mundo en
la ciudad se presentó. Incluso Gabe y yo tuvimos que ir, a pesar de mi
necesidad habitual de evitar al Pastor Warren a toda costa.

La larga mesa estaba establecida en el escenario, como de costumbre y el


consejo ya estaba sentado, mirándonos con cuidado. El Pastor Warren
estaba sentado en el medio. Se había quitado el sombrero, lo que le había

173
visto hacer quizá una vez antes y se había cepillado los pocos jirones
restantes de cabello en todo el cuero cabelludo brillante.

Cuando todos estuvimos acomodados, el alcalde golpeó su mazo para


anunciar que el proceso había comenzado. Miró al Pastor Warren, que se
puso de pie y comenzó a hablar.

—Gracias a todos por venir en esta bonita noche. Con suerte esto no
durará mucho, ya que todos tenemos cosas que hacer. Todos ustedes
están aquí para escuchar mi propuesta para el impuesto sobre la
“Preservación de la Comunidad”.

Hubo algún murmullo descontento de la multitud, a pesar de la


veneración que la gente tenía por el hombre ahora.

—Lo sé, lo sé, y estoy con ustedes. No soy todo sobre tomar dinero
duramente ganado de nadie. Pero tenemos que tomar una decisión acerca
de esta ciudad. Los ángeles me han hablado... —Había más murmullos
ahora, pero ya no de frustración. Ahora se había vuelto al sonido familiar
de asombro—. Y ellos aprecian los cambios que hemos hecho en los
últimos dos meses. Pero no es suficiente. Estos cambios, no son
profundos. Y los ángeles se están frustrando enormemente por tomarnos
tanto tiempo para tratarlos adecuadamente. Tenemos que crear más
eventos para compartir en su Gloria. Tenemos que hacer que la iglesia
refleje adecuadamente nuestro respeto. Y tenemos que hacerlo pronto.
Ahora, sí, esto va a costar algo de dinero, pero prefiero donarlo a la Gloria
que tener su ira puesta sobre nosotros.

El silencio recibió a esta reflexión final, todos nos sentamos y observamos


mientras él mismo se sentaba.

—El consejo tiene el derecho de votar sobre este tema —dijo el alcalde—,
pero queremos su apoyo. El Pastor Warren insistió.

Qué generoso.

Lo que siguió fue una explicación detallada de cuánto sería el impuesto, a


qué cosas de los Ángeles se destinarían a los fondos (parecía más que iban
a ser destinadas a la iglesia, lo que era sorprendente) y que al cabo de
cinco años, la ciudad volvería a revisar el tema y haría otra votación sobre
la conveniencia o no de mantener el impuesto. Me quedé sentada en la

174
incredulidad total. Sin duda, sin duda, la ciudad no estaría de acuerdo con
esto.

Al final de la presentación en Power Point, el alcalde se puso de pie de


nuevo y dijo:

—Todos los que estén a favor del impuesto a la “Preservación de la


Comunidad”, levanten la mano.

Un voto público, así que ese era el plan. Como si cualquiera tuviera las
agallas de oponerse al Pastor. Como si alguien quisiera llamar la atención
sobre sí mismos. Sabía como el infierno que yo no estaba a punto de
hacerlo. Prefería ser invisible ante el Pastor Warren mientras estuviera
lidiando con mis propios problemas de ángel, muchas gracias.

Efectivamente, las manos se levantaron. De la familia de Lacy Green, de la


de Chris. De la de Amber por supuesto. La de mi madre.

Incluso la mía.

La de Gabe no.

La gente se dio cuenta de eso.

—Entonces que así sea. El impuesto se ha aprobado.

Hubo un aplauso templado y el consejo rápidamente levantó la sesión.


Todos nos levantamos y empezamos a salir en fila. Vi un par de chicos de
la edad de Gabe golpeándolo a propósito con los hombros mientras
pasaban empujando. Gabe agarró a Johnny por la parte delantera de su
chaqueta y lo empujó contra la pared.

—¡Gabe! —grité y corrí hacia ellos.

—Tócame otra vez, Johnny...

—Suéltalo —le dije. Gabe me miró, luego miró a Johnny que estaba
temblando visiblemente. Hubo un momento en que yo no estaba segura de
lo que iba a hacer a continuación, luego finalmente lo soltó. Johnny salió
corriendo, enseñándonos el dedo mientras lo hacía.

—¿Qué están mirando? —preguntó Gabe a la pequeña multitud que


estaba mirándonos.

175
Rápidamente se disipó.

Tomé a Gabe por el codo, y subimos a la escalinata del ayuntamiento,


donde mamá estaba esperando por nosotros. Gabe se puso su chaqueta de
cuero fuertemente alrededor de él.

—¿Estás bien? —le pregunté en voz baja.

—Esto no está bien —dijo, mirando hacia la plaza del pueblo.

—No, no lo está.

—Pero tú votaste. Tanto tú como tu madre. —Él no hizo contacto visual.


Sólo bajó las escaleras y se dirigió hacia el auto.

—Gabe... —dije, pero mi madre me puso una mano en el hombro.

—Déjalo, cielo. Él lo superará.

Asentí, pero no estaba muy segura.

A medida que los días pasaban, él no parecía ser capaz de librarse de su


estado de ánimo. Dejó de tener cualquier tipo de conversación real con
nosotros. Sin embargo, eso no era nada en comparación con su reacción
cuando mamá anunció que pensó que podría ir a la Iglesia de los Ángeles
de vez en cuando. Yo sabía que era para mantener las apariencias. Las
actitudes en la ciudad eran más hostiles que nunca hacia aquellos que no
habían asistido. Yo no estaba muy feliz sobre ello por mí misma, pero
cuando ella tomó esa decisión, Gabe comenzó a ignorarla por completo.

No pasó mucho tiempo después de eso para que él dejara de hacer su


tarea y empezara a quedarse fuera hasta altas horas de la noche. La única
cosa con la que seguía comprometido luego de este cambio era su moto,
con la que pasaba horas trabajando en el patio, sin hablar con nadie.

Esperaba que cuando terminara con ella, se sintiera mejor acerca de sí


mismo, incluso orgulloso. Sin embargo, el día transcurría sin ninguna
ceremonia. Peor aún, ahora que tenía una forma de moverse, empezó a
desaparecer durante días enteros, yendo a lugares que no sabíamos a
dónde eran. Él siempre regresaría por la noche, pero aun así, nos
preocupábamos. No había nada que mamá o yo pudiéramos hacer al
respecto. Él no era de la familia, y llamar a la policía llamaría la atención

176
sobre el hecho de que en realidad no debería estar aquí, en el pueblo,
viviendo con nosotras. A pesar de que mamá no sabía la verdad, creo que
imaginaba que había escapado de algo malo. Ella no quería que se metiera
en problemas.

Me sentía muy desesperada. Desesperadamente no quería que su


comportamiento afectara a mi trabajo en la escuela. Yo ya había
sacrificado un año escolar por un chico. Pero me preocupaba por él. Lo
hacía. Y no me gustaba que se fuera por tanto tiempo. Lo cierto era que lo
echaba de menos. Él era una de las pocas personas en mi vida que
simplemente me gustaba, así de simple. Lo había hecho desde el primer
día. Incluso cuando había estado atado en el cobertizo. Tal vez era sólo su
manera de conseguirlo, coquetear conmigo, tratando de seducirme para
desatarlo. Pero se había sentido sincero. Y lo que sea que era entonces,
ahora se había convertido en una verdadera amistad. Y me gustaba pasar
el tiempo con él.

Entonces, un fin de semana, desapareció totalmente. Subió a su moto y no


volvió a casa. No se presentó esa noche y tampoco durante todo el
domingo. Fui a la escuela el lunes en una ruina total, no había dormido
nada. Pasé todo mi examen sorpresa de química tratando de resolver
dónde estaba en lugar de las preguntas en frente de mí. Caminé hacia la
clase de matemáticas en un sueño de confusión. Sólo quería encontrarlo,
hablar con él. Tratar de entender lo que había causado este cambio. Y
cuando me diera cuenta de eso, decir algo para hacerle sentir mejor.
Recordé de nuevo los días de vacaciones, cuán maravilloso había sido y me
hizo sentir enferma.

¿A dónde iría, si yo fuera él? No tenía ni idea. Podía verlo despegar y


dirigirse a Nueva Orleans. Diablos, podía verle conducir claramente por
todo el país. Por la forma en que era él, podría estar en cualquier parte,
haciendo cualquier cosa. Tal vez se había unido a un circo ambulante,
aunque no estaba segura de si esos seguían existiendo. Sería más como si
se hubiera unido a una banda de motoristas, pero eso también era tonto.

Simplemente no podía compararme con él. Mira, para mí, cuando me


enfadaba, me quedaba en mi cuarto y me zambullía bajo mis sábanas y
me quedaba allí hasta que me sentía mejor. No me gustaría ir a ninguna

177
parte. Tan sólo quedarme en casa. El hogar era seguro. El hogar era... el
hogar.

Oh, por el amor de Dios... ¡por supuesto!

Con rabia por mi propia estupidez, cerré el libro de matemáticas con


fuerza, lo que hizo que Eddie saltara. Me frunció el ceño, le pedí disculpas
y él volvió a garabatear un bigote muy elaborado sobre el escritorio.

Sabía a dónde había ido Gabe. Me sentí muy, muy estúpida por no haber
pensado en ello antes.

178
Veinticinco
Traducido por Helen1

Corregido por AmpaЯo

N o podía recordar la última vez que había estado en los pantanos.


Había conducido a través de ellos mucho, para llegar a otros
lugares. Pero girar en la carretera principal, yendo profundo en el pantano,
donde el aire era tan espeso como la vida vegetal, no había hecho eso
desde que era niña.

La única manera de llegar allí era tomar ese largo y sinuoso camino. Te
tiraba dentro, te aspiraba, como entrar en el barro húmedo y caliente.
Puedes tratar de apartarte, pero eso hace que te detenga aún más rápido.
Aquí los árboles goteaban de musgo español, arriba y alrededor de ti. Si el
aire húmedo no te hace sentir claustrofobia, los árboles, sin duda lo
harían.

Había pedido prestado el auto al segundo que llegué a casa de la escuela y


ahora que conducía con el sol bajo, me di cuenta de que encontrar la casa
de Gabe podría ser un poco más difícil de lo que pensaba. Lo que es más,
se me ocurrió, mientras ralentizaba tratando de escanear las casas, era
que no tenía ni idea de a dónde iba o lo que estaba buscando. Bueno, es
obvio que sería algo como una casa. No era como que iba a ser un cubo u
otra cosa.

Los pantanos estaban muy poco poblados y los hogares estaban


generalmente bien escondidos fuera de la carretera principal, que a estas
alturas era poco más que un carril delgado con vegetación filtrando su
camino en él, así que tuve que conducir muy despacio y mirar a través de
los árboles para un vistazo de vida. Cuando pasé las casas raras, estaban
obviamente habitadas, con camionetas estacionados en el césped o
jardines frescos o alguien sentado en el porche delantero. Estaba
empezando a pensar que tal vez me había equivocado en alguna parte, o lo

179
que es peor, tal vez me había equivocado en mi conclusión, cuando vi la
moto en la distancia. Reduje la velocidad para ponerme en su lado.

Estacioné en el parche cubierto de tierra al lado de la moto. Sólo había


espacio suficiente para un vehículo. Salí y al instante me sentí incómoda.
Para alguien que crece en esta parte del mundo, creerías que estaría bien
con los insectos. Y lo estoy, algo así. Puedo manejar los mosquitos, aunque
son molestos. Pequeñas arañas también. Supongo que mi problema era
con grandes bichos, insectos jugosos que cuando son aplastados hacen un
sonido crujiente, insectos con intenciones, motivaciones y filosofías. Esos
insectos de los que podría prescindir.

Había un montón de esos en los pantanos. Humedales. Tierras Bajas.


Brazo pantanoso. Nunca supe cómo llamarlo. Los profesores siempre se
referían a esa zona de formas diferentes. Básicamente tenemos un montón
de pantano aquí abajo. Hace que sea difícil construir cualquier cosa, por lo
que las personas en esta parte de la comunidad tienen casas en parcelas
de tierra rodeadas de agua, al igual que la casita que estaba ahora en
frente.

No era una choza. Pero no era mucho más que eso. Una planta, dos
ventanas en la parte delantera, la pintura casi enteramente despojada de
las paredes debido a la humedad, totalmente cubriéndola.

—¿Gabe? —grité mientras me acercaba a la puerta principal. O al menos


donde una puerta de entrada estaría. El suelo debajo de mí era suave, casi
esponjoso. Una vez que me acerqué a la casa, me di cuenta de que era
poco más que una cáscara. Imaginaba que una vez que Gabe había
desaparecido hace cincuenta años, con su mamá habiendo fallecido, no
había nadie para cuidar de la casa. Tenía sentido que alguna gente tomara
lo que podría servir para una casa. Cincuenta años desierta, no crees que
nadie vaya a volver.

Subí los tres escalones podridos hasta la entrada que se astilló bajo mi
peso.

—¿Gabe? —Miré dentro de la casa. No estaba segura de que quería entrar.


Estaba oscuro y tenebroso y probablemente de alguna forma era insegura.
Respiré profundo y fui a dar un paso.

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—¿Qué demonios estás haciendo?

Me di la vuelta y vi a Gabe mirando hacia mí, con la cabeza inclinada un


poco hacia la izquierda.

—Estaba buscándote.

—Bueno, no vayas allí, no es seguro. Vamos hacia el porche antes de que


te hagas daño.

Bueno, eso parecía injusto. No era como si yo no supiera que era peligroso.
El punto era que yo estaba dispuesta a sacrificar mi propia seguridad por
él. Yo era una maldita santa. Y ahora él estaba actuando todo superior...

—Lo sé —dije mientras me bajaba y me unía a él.

—¿Por qué estabas buscándome? —preguntó. Me miró con recelo, que no


pensé que fuera necesario.

—Estaba preocupada por ti.

—¿Por qué?

—Bueno, tú no has sido tú mismo últimamente, entonces sólo saliste


corriendo...

—¿Qué es eso para ti? ¿No puede un tipo estar solo, pensar y esas cosas?

—Bueno, lo siento. Voy a irme entonces. —Estaba enojada ahora, aunque


no estaba segura de por qué. Supongo que me esperaba una escena más
conmovedora. Más reconocimiento de que yo estaba allí. Me sentí estúpida
ahora, preocupándome tanto. Me dirigí hacia el auto, con violencia
espantando las moscas tamaño venado de mi camino.

—Riley —llamó después de mí. Le oí venir por detrás—. Riley, detente.

Me detuve y traté de girar de una apropiada manera frustrada.

—¿Por qué estás enojada conmigo? —preguntó—. ¿Qué hice mal?

—Nada. Nada en absoluto. Sólo desapareciste totalmente y pasé todo este


tiempo tratando de averiguar dónde estabas, creo que es bastante
impresionante que me diera cuenta de que estabas aquí. Tuve que

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conducir en este camino, y me pone un poco nerviosa el estar tan
profundamente en los pantanos, y evidentemente estás totalmente fresco y
molesto de que te estoy molestando. No un “Gracias”, no un “Guau,
impresionante trabajo de detective”. No un nada. Y eso no es justo.

Gabe sólo me miró a su manera. Luego dijo:

—Ven conmigo. —Él extendió su mano. No la tomé—. Riley.

—Primero di lo siento.

—¿Por qué?

—Por hacerme sentir mal por haberte venido a buscar.

—Riley, me alegra que hayas venido a buscarme. No podía entender por


qué lo hiciste. Nadie realmente se preocupó lo suficiente por mí antes de
darse cuenta siquiera que faltaba, y mucho menos tratar de encontrar
donde me había ido. No estaba molesto. Nunca.

—Oh.

—¿Qué si solo digo, gracias?

Me encogí de hombros.

—Gracias.

Lo miré, y él me dio esa sonrisa. Esa estúpida, estúpida sonrisa.

—De nada.

—Ahora ven conmigo. —Tomé su mano y me llevó a la parte trasera de la


casa. El camino estaba cubierto, pero pude ver a dónde me llevaba, a un
pequeño muelle en descomposición en el borde de las aguas turbias.

—Eso no puede ser seguro.

—Está bien, he estado trabajando en él en algunos lugares. Sólo vigila tu


paso.

Caminamos sobre él, y sí, se sentía muy seguro, pero pude ver unas tablas
caídas por delante.

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—Sentémonos aquí, ¿está bien? —dije.

—Por supuesto. —Nos sentamos.

La vista desde el pequeño muelle era encantadora. A pesar de que


estábamos mirando hacia un pantano, se parecía más a un pequeño lago.
Había varios árboles grandes de cipreses no demasiado lejos delante de
nosotros envueltos en musgo español que goteaba en el agua. Las ramas
se disparaban por encima de nosotros y creaban un dosel por el que la luz
se abría paso, destacando nudos de árboles caídos o troncos flotantes de
una manera que les daba un aspecto casi como criaturas vivas. Todo se
reflejaba a sí mismo en el agua, casi opaco y silencioso.

—Es agradable —dije. Pero no era agradable. Era más como mágico,
misterioso, inquietante. “Agradable” era tan rara vez una palabra
apropiada para cualquier cosa.

—Solía coger cangrejos aquí. Tenía un pequeño barco, también.

—Algunos eh, ¿caimanes? —pregunté, mirando a un tronco flotante con


sospecha.

—Oh sí, definitivamente. —Gabe se rio como si no fuera gran cosa—. No,
más que todo están aún más hacia el sur, pero sí. A veces nos sentábamos
y los mirábamos dentro. Un poco aburrido. Ellos nunca hacen mucho.

—¿Así que nunca has tenido un encuentro con ellos?

—No personalmente, pero recuerdo cuando Jacob Taylor perdió una


pierna.

—¿Viste a un chico perder su pierna? —Eso me asustó.

—No, en realidad no lo vi. Pero ocurrió, y todos lo sabían. El chico casi


murió.

—Vaya. —Yo había estado en esas giras de pantano antes. De hecho,


había estado dos veces, una vez con mis padres como un viaje de familia y
una vez con la escuela como una “experiencia educativa” (realmente
educativa, con los chicos tratando de ver quién podía colgarse a sí mismo
más lejos fuera del bote). Yo había visto un montón de caimanes. Y eran
criaturas muy extrañas. La idea de ellos flotando en tu patio trasero, que

183
supongo era bastante normal para la gente en esta parte, era aterrador
para mí.

—Oye —dijo Gabe notando mi cambio en el nivel de comodidad—. No


tienes que preocuparte. Puedo reconocer un caimán de inmediato. Era lo
mío. A mi amigo Deke y yo, nos gustaba competir. Y no hay cocodrilos allá
afuera ahora.

—Está bien, pero sólo porque sé que cuidarías de mí —dije.

Me di cuenta ahora que Gabe me miraba. Así que me di la vuelta y volví a


mirarlo.

—¿Qué? —pregunté. ¿Había hecho algo mal otra vez?

—Tú sigues haciendo eso, simplemente diciendo ese tipo de cosas, y para
ti no es nada, pero no sabes lo que le hace a una persona.

—¿Qué tipo de cosas? —Ahora estaba totalmente confundida.

—Estás diciendo que sabes que yo cuidaría de ti.

—Pero lo hago.

—Lo sé, pero no sé por qué.

Lo miré con fuerza, y pude ver el dolor en su expresión. ¿Por qué una cosa
así le molestaba tanto?

—¿Tiene esto algo que ver con el por qué has estado actuando cómo has
estado actuando últimamente?

—¿Qué quieres decir?

—Has estado todo hosco estas últimas semanas, el mes pasado, incluso.
Huyendo para estar por tu propia cuenta todo el tiempo...

Gabe suspiró.

—Sí, lo sé. Lo siento. Es sólo que... todo esto con el Pastor Warren y con
todo el mundo poniéndose locos por los ángeles, últimamente, seguía
recordándome que yo realmente no pertenezco a este lugar. Entonces tú y
tu madre votaron, ahora ella va a ir a la Iglesia...

184
Lo sabía.

—No es que no estemos de acuerdo contigo. Sabes cuánto lo odio. Fue el


momento, todo el pueblo estaba allí...

—Y por lo general nunca te preocupa lo que piensan los demás.

—Lo sé. —Traté de recordar por qué lo hice. Todo lo que podía pensar era
que no había querido que el Pastor Warren se fijara en mí. Hubiera
querido ser invisible—. No lo hago. Pero también no quiero destacar. No
quiero que el hombre interfiera con nuestro trabajo de investigación, y si él
conociera mis sentimientos reales acerca de él... —Me callé.

Nos sentamos en silencio por un momento. Entonces, finalmente, Gabe


dijo:

—Supongo que tiene sentido.

Una enorme ola de alivio me inundó.

—¿Es por eso que te fuiste? ¿Porque te habíamos decepcionado?

—No. Bueno, tal vez un poco. Estaba molesto cuando ustedes votaron,
pero luego me di cuenta de que no tenía ningún derecho a estarlo. Ustedes
no son mi familia y yo estaba actuando como si lo fueran. No soy como tú
y tus padres. Ustedes son tan educados, han estado en un montón de
lugares. Cariño, no he ido más allá de New Adamstead.

—Eso no importa, mucha gente no viaja hasta que son mayores, tenías
que cuidar de tu Ma...

—No se trata de los viajes, ese no es mi punto. Es que... me di cuenta que


tenía que empezar a cuidar de mí mismo, no podía depender de ustedes
para siempre.

No esperaba escuchar eso.

—Gabe, ¿has estado aquí todo este tiempo?

—Al principio, era para pensar. Entonces pensé, bueno, maldita sea, es mi
casa, ¿no es así? Así que decidí arreglarla. Pero tenía que tomar turnos
extra en el garaje para ganar dinero para comprar suministros... así que
empecé a faltar a la escuela.

185
—Si necesitas dinero, podemos ayudarte. La escuela es demasiado
importante, sobre todo contigo tan cerca de terminar, graduarte y todo.

—No puedo aceptar tu dinero, Riley.

—Sería un préstamo entonces. Nos pagarías. Sólo prométeme que vas a


volver a vivir con nosotros, ir a la escuela, todo eso. Estás rompiendo el
corazón de mi madre.

—¿Por qué harían eso por mí?

—No lo sé, te conozco. Sé que vas a pagarnos. Además... —Miré hacia otro
lado y hacia fuera al pantano—. Te extraño.

Una vez más lo que dije parecía que lo golpeó como una bala, directo en el
pecho.

—No deberías —dijo en voz baja.

Levanté la vista hacia él de nuevo y vi que estaba mirando hacia abajo al


muelle, recogiendo un borde astillado.

—Gabe. —Pensé por un momento—. Realmente no lo entiendo, para ser


honesta. Quiero decir, te comportas como si fueras un chico malo o algo
así y algunas de las cosas que dices, claramente no son siempre
políticamente correctas... pero... no pareces tan malo para mí. Puedes
incluso conseguir todos tus deberes hechos a tiempo. Bueno, antes de...

Gabe levantó la cabeza y miró hacia el agua, tirando el trozo de madera


que había pelado del muelle.

—Supongo que si pasas un montón de tiempo oyendo que eres un niño


malo...

—¿Quién te dijo eso?

—Un montón de gente. Mi ma...

—¿Tu mamá?

—Riley, no me conocía en ese entonces. Siempre me metía en problemas,


robé de la tienda, siempre tratando de saltarme la escuela, metiéndome en
peleas. A nadie le importaba ¿cierto? Entonces, ¿qué más daba? Supongo

186
que ahora que tengo este tipo de segunda oportunidad. Tal vez ahora me
estoy comportando un poco mejor, he tenido tiempo para cambiar...

—Pero no es como si han pasado cincuenta años para ti. No es como si


has tenido tiempo para hacerte más sabio y mejor. Te despertaste
pensando que era la mañana después de esa pelea esa noche, pensando
que tu madre acababa de morir. Te has despertado y esto es quién eras.

—¿Qué quieres decir, Riley?

—Mi punto es, estás hablando de tiempo para cambiar, pero yo creo que a
lo mejor esto es lo que siempre has sido. Tal vez ese chico malo, no sé, tal
vez ese fue un acto. Una manera de salir adelante cuando todo lo demás
era... quiero decir... ya sabes...

—¿Mierda? —preguntó Gabe con una pequeña risa.

—Claro. Mierda.

—No lo sé... —Él me dio una pequeña sonrisa—. No soy un buen chico
tampoco. —La forma en que lo dijo me dio mariposas.

No, no lo eres.

—No, no lo eres. Tú eres tú. Supongo que mi punto es que no tienes que
tratar de ser cualquier cosa. Sólo ser tú. Y cuando digo que sé que
cuidarás de mí, no te vayas a esa cosa, “Pero, ¿por qué piensas eso, soy un
huevo malo?” En cambio, sólo créeme. Porque soy honesta.

—Casi demasiado honesta.

—¿Qué significa eso?

—Significa que nunca he conocido a nadie que dice exactamente lo que


está pensando y sintiendo, como tú.

—No veo por qué debo ocultarlo.

—No deberías. Sólo lo digo.

—Yo también. Sólo lo digo.

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Nos sentamos allí después de eso, en perfecta calma, pensando. Yo podía
entender por qué Gabe solía pasar horas mirando hacia los pantanos así.
Realmente calmaba a una persona.

Probablemente fue porque estábamos tan silenciosos que oí el canto. Era


débil al principio, pero creció a medida que se acercaba. Etta Mae.
Cantando una de sus canciones. Había oído esta antes. Se trataba de
Moisés. Yo siempre pensé que era interesante que muchas de las viejas
canciones tuvieran que ver con un líder del Antiguo Testamento. Pero, por
supuesto, las canciones eran siempre acerca de la libertad, y ese fue el
punto de su historia, llevar a su pueblo a la libertad.

Gabe la oyó también y ambos nos volvimos para mirar. Etta Mae venía con
su ritmo habitual fácil desde dentro de la maleza más gruesa hacia fuera
en el patio trasero de Gabe. Ella no nos notó al principio. Pero entonces
algo debe haber pasado por ella para registrar nuestra existencia porque
de repente se volvió y nos miró.

Ninguno de nosotros dijo nada. Sólo nos miramos el uno al otro. Fue
interesante ver a Etta Mae. Ella parecía en estado de shock. Tal vez fue
porque nadie había estado en esta tierra por tanto tiempo. Tal vez pensó
que éramos intrusos y temía por su propia seguridad. Pero no podía
haberlo estado, porque dio unos pasos cautelosos hacia nosotros. Se
inclinó, sobresaliendo la barbilla y entrecerró los ojos. Entonces abrió la
boca y se tapó la boca con la mano.

Miré a Gabe y él me miró. Entonces los dos nos volvimos a mirarla. Ella
había dejado caer su mano en ese momento y ahora estaba sonriendo de
oreja a oreja.

Ella habló:

—Bueno, mis ojos pueden ser viejos, pero por todo el mundo, yo diría que
era Gabe McClure mirándome.

Eso fue inesperado.

Gabe se levantó y lo seguí rápidamente.

—¿Quién es esa? —me susurró.

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—Etta Mae —respondí—. A veces viene a la ciudad. Ella siempre está
cantando... —Pero fui bajando la voz cuando vi la expresión de Gabe. Era
difícil de describir, un poco como temor. Un poco como confusión. Un poco
como estupefacción.

—¿Mae? —dijo, y ella sonrió.

—Él recuerda. Señor, este es un día extraño.

—Oh, Dios mío. —Se acercó a ella y se quedaron mirándose el uno al otro
por un momento. Entonces Gabe la atrajo en un fuerte abrazo y ella se
echó a reír como una loca.

—Siempre fuiste un chico hermoso. Mírate ahora. ¿Encontraste la fuente


de la juventud? —dijo ella en su hombro. Ella me miró esperando que me
uniera a la diversión. Yo estaba confundida.

—Mae, Mae, Mae —dijo, mientras se separaban.

—Riley. —Se dio la vuelta para que me uniera a ellos. Me acerqué


tentativamente—. Se trata de Etta Mae, la hermana de Deke. Yo tenía una
cosa loca por ti, Mae.

—Oh, lo recuerdo, chico hermoso, lo recuerdo. Te gustaban mujeres


mayores.

—Vamos, Mae, no eras mucho mayor.

—Bueno, ¡ahora lo soy! —Ella se echó a reír fuerte con esto—. No es que él
tuviera alguna posibilidad. Pa no permitiría que ninguna niña suya saliera
con un chico blanco.

—Recuerdo. Apenas aguantaba que yo estuviera con Deke.

—A él le gustabas lo suficiente. Los lloró a ambos. Cualquier persona que


no lo supiera mejor hubiera pensado que eran ambos sus hijos. Le hubiera
gustado hoy, te lo estoy diciendo —dijo sacudiendo la cabeza.

—¿De qué hablas, Mae? ¿Llorado? —preguntó Gabe, mirándome.

—Cuando ustedes fueron tomados, por supuesto.

—¿Qué? —Fue la primera vez que yo había hablado.

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—Riley —dijo Etta Mae mirándome por primera vez y pareciendo muy
contenta de verme—. Gabe siempre ha tenido buen gusto.

—Oh, no, no somos, es decir... —tartamudeé.

—Mae, ¿qué quieres decir con “tomado”? —interrumpió Gabe, salvándome.

Etta Mae se volvió hacia él.

—Cuando fuiste tomado. Deke también. ¿Me estás diciendo que no sabías
que ambos habían sido tomados en conjunto?

—Pero... ¿qué quieres decir con “tomado”? —encontré mi voz de nuevo.

—¿Qué quieres decir con qué quiero decir? Los ángeles, por supuesto, los
ángeles, niña.

—¿Quieres decir que ha pasado antes? ¿Quiero decir, antes de hace seis
años?

Etta Mae asintió.

—Pero... quiero decir... ¿por qué nadie habla de ello? ¿Por qué la Iglesia de
los Ángeles no ocurrió mucho antes de ahora...? ¿por qué...?

—Estás haciendo las buenas preguntas y hay respuestas. Ven. Vamos a


conseguir algo para comer.

190
Veintiséis
Traducido por Areli97

Corregido por Anjhely

A mbos estábamos demasiado sorprendidos para rechazar la


invitación. Y parecía como si Gabe habría ido a cualquier lugar si
Etta Mae se lo pedía. Era estúpido, pero no pude evitar sentirme un poco
celosa de la vieja Etta Mae, en su suelto vestido floreado y su sombrero de
paja. Su piel era extraordinariamente suave para su edad. Sus ojos eran
afilados y enmarcados con gruesas pestañas. E incluso aunque ella se
movía lentamente, era con una gracia obvia. La manera en la que Gabe la
miraba… me tenía que preguntar cómo se había visto antes, cuando él la
había conocido por primera vez.

La seguimos afuera en el estrecho camino de tierra y caminamos durante


probablemente medio kilómetro antes de alcanzar su hogar. El sol se
estaba poniendo ahora, tocando el techo de su casa y dándole una especie
de halo. Era similar en tamaño a la de Gabe pero se habían hecho cargo de
ella con cariño. Inclusive si Gabe hubiera estado alrededor todos estos
años para atender su propiedad, pienso que la de Etta Mae aún seguiría
viéndose mucho mejor. Ella tenía un pequeño jardín enfrente y un sendero
hasta la puerta, el cual estaba recortado con flores brillantes. La casa
obviamente había recibido recientemente una capa de pintura fresca.

Había algunos niños pequeños montando un par de triciclos alrededor,


quienes asumí eran sus nietos. Probablemente les habían dicho que no se
salieran de la propiedad y tenían que esforzarse para hacer que las ruedas
se movieran en el grueso césped del patio delantero. Cuando pasamos, los
dos en los triciclos nos miraron fijamente con los ojos abiertos. Pero la
tercera, una niña pequeña en un vestido amarillo y trenzas en su pelo nos
saludó con entusiasmo. Le sonreí de regreso.

191
Nos abrimos paso hasta la cima de los escalones delanteros. Sentado en el
pequeño porche en una mecedora blanqueada por el sol estaba el hombre
más anciano que había visto alguna vez. No tenía cabello, su rostro estaba
tallado con profundas líneas, y su piel se veía tosca y dura. Vestía una
camiseta interior blanca y un overol y sostenía un sombrero de paja en su
regazo.

—¿Ese es tu Pa? —le pregunté a Etta Mae mientras entrabamos.

—Ese es el Sr. Clayton —lo dijo como si esa fuera una explicación
suficiente, y no me molesté en preguntarle más.

La casa era muy cercana a una habitación, excepto por la cocina,


bloqueada por un mostrador, y un pequeño pasillo guiando a un
dormitorio y un baño. Nos sentamos en una mesa redonda en la esquina, y
Etta Mae fue a la cocina y holgazaneó alrededor por algunos minutos.
Volvió con algunos pasteles de durazno para cada uno de nosotros.

—¿Tú no quieres nada? —pregunté mientras se sentaba. Rechazó la


sugerencia como si fuera simplemente ridícula.

—Empiecen a comer —dijo, y lo hicimos.

Nos sentamos en silencio por un momento, nosotros comiendo, ella viendo.


Finalmente imaginé que era el momento para decir algo, bajé mi tenedor y
la miré.

—Así que, Etta Mae —dije—. Dijiste que esto ya había pasado antes.

—Lo hice.

—¿Durante cuánto tiempo? ¿Cuántos años? ¿Ha estado pasando todo el


tiempo? ¿Se detuvo? ¿Por qué ha empezado de nuevo? —Me di cuenta que
la estaba abrumando un poco con preguntas. Lo hacía algunas veces, y a
las personas les gustaba señalarlo. Así que estaba bastante consiente de
que lo hacía. Pero era difícil para mí controlarlo, especialmente cuando
estaba emocionada.

Estaba agradablemente sorprendida cuando Etta Mae solamente empezó a


responderlas.

192
—Pasó solo esa vez por lo que puedo decir —respondió—. Quizás haya
pasado en otros lugares. No sé por qué empezó de nuevo.

—¿Por qué nunca hablamos de ello?

—¿Por qué crees? —preguntó Gabe, empujando su tazón vacío lejos de él y


reclinándose en su silla.

—No sé. ¿Un encubrimiento? Solo pasó una vez, quizás nadie quería
hablar sobre ello —respondí.

—Y debido a que eran Negros.

—¡Gabe! —Podía sentir mi cara calentarse—. Nosotros no decimos eso.

—¿No lo hacemos?

—No. Es grosero. Puedes decir Afroamericano o de color…

—Riley, dale al chico hermoso un descanso. Él no lo sabe. —Etta Mae


tomó el tazón de Gabe, se levantó, y se dirigió a la cocina a rellenarlo.

—Bueno, está bien, supongo que tienes razón. Lo siento —dije y me giré
hacia él.

—¿“Negro” es grosero? —Se veía realmente trastornado—. Mae, lo siento


tanto, no lo sabía.

—Eras el único chico blanco en el área, tu mejor amigo era un “negro”, te


gustaba espiar a su hermana cuando se cambiaba… eras probablemente el
único chico blanco en la época quien no se daba cuenta de que se suponía
que había una diferencia entre nuestros colores. Nunca he sido ofendida
por ti, Gabe. Bueno, no de esa manera. Desearía que hubieras dejado de
robar mis medias… —contestó Etta Mae, colocando un nuevo tazón de
pastel frente a él.

Gabe se echó a reír.

—Solo una vez, Mae. Quería algo tuyo que hubiera tocado tu piel.

—¡Y esas medias era muy costosas, también!

193
Ambos estaban riendo de nuevo, recordando un tiempo de antes de que yo
siquiera existiera. Me hacía sentir estúpidamente joven.

—De cualquier manera, Gabe —dije—, tú dijiste que la razón por la que no
hubo tanto alboroto fue porque era “solo” gente de color. Pero no lo eran,
también estabas tú.

Gabe pensó sobre ello un momento.

—Mae, ¿le pasó a cualquiera de las personas de la ciudad, o solamente


fuimos nosotros, la gente quienes vivíamos aquí?

—Solo nosotros. Solamente unos pocos. Todos ellos con la piel oscura.
Todos excepto tú.

—Y éramos la única familia blanca en el área.

—Cierto.

—Así que a nadie le importaba —dije. No podía creerlo.

—Nadie siquiera se dio cuenta —contestó Etta Mae.

Tenía sentido, tan horrible como era. Entonces pregunté:

—Mae, últimamente, cuando empezó de nuevo, ¿pasó… pasa aquí


también?

—Haces las preguntas correctas.

—Ya no está pasando aquí, ¿o sí?

—No desde entonces. No de nuevo.

Algo estaba fastidiándome, aunque no podía señalarlo, pero me hizo


preguntar:

—¿Cómo se veían los ángeles?

Miré a Gabe, y me miró como si tal vez estuviera fastidiado por la misma
cosa.

—Sí —dijo él—. Porque tú dijiste que era grande y tenía alas y todo antes
de que me dispararas…

194
—¿Le disparaste? —Mae se iluminó con una amplia sonrisa—. Dios,
cuántas veces Pa trató de darle a este chico mientras corría a casa. Él
habría estado orgulloso de ti.

—Gracias.

—Pero —continuó Gabe con una sacudida de su cabeza—, no soy un


ángel.

—No, no lo eres —dijo Etta Mae, su sonrisa ensanchándose.

—No… exactamente… —De repente entendí mi propio tren de


pensamiento—. No eres un ángel. Tú fuiste secuestrado. Pero no te veías
como un humano cuando te disparé. ¿Fuiste hecho un ángel?

—Oh mi dios, Riley, ¿no sabes nada acerca de los ángeles? —Etta Mae me
estaba mirando con una expresión de asombro.

—Sé acerca de la jerarquía… —Recordé de mi conversación anterior con el


Padre Peter.

—Los ángeles no son humanos. Los ángeles son criaturas espirituales. No


son de esta Tierra.

—¿No puedes hacerlos de humanos?

—Bueno, niña, diría que mi difunto esposo estaba tan cercano a ser un
ángel como podía, pero incluso él dejaba su ropa interior sucia en el piso
del dormitorio.

—Así que, si los ángeles no son humanos, y yo me veía como sea que me
viera… —Gabe se levantó y comenzó a pasearse.

—Mae, ¿cómo se veían los ángeles, los que secuestraron a Gabe y Deke? —
pregunté de nuevo, esta vez comprendiendo por qué había preguntado
antes.

La expresión de Etta Mae se suavizó, miró a lo lejos.

—No puedo contestar esa pregunta, niña.

—¿Por qué no? ¿No los viste? Pensé que dijiste que los viste.

195
—Era brillante como si fuera mediodía. Demasiado brillante para mirarlo
directamente. Demasiado incluso para Pa, y él corrió detrás de ello.

—No comprendo.

Mae se giró hacia mí con un movimiento repentino que me hizo saltar


ligeramente.

—Era de noche cuando vinieron. Negro como boca de lobo como se pone
aquí. Entonces hubo luz, viniendo del cielo, como relámpagos podrías
decir, pero más lentos en bajar e irse. Y cada vez que la luz bajaba, uno
era tomado. Eran tomados en la luz. Ellos desaparecieron dentro de luz.

—¿Cómo… cómo sabes que eran ángeles?

—Nunca dijimos que eran ángeles, nunca entonces. No hablábamos de ello


para nada. Solo decíamos que habían fallecido a cualquiera que no
hubiera visto. Pero entonces sucedió de nuevo, hace seis años, le pasó a la
gente del pueblo. Y ellos estaban diciendo que eran ángeles, que los habían
visto, y entonces…

—Concluiste que Deke y Gabe y los otros, que ellos fueron secuestrados
por ángeles también.

—Tenía sentido.

—Pero nuestros ángeles no los secuestran en la luz. Nuestros ángeles


aparecen solo cuando ya han tomado a alguien, con alas y brazos
agarrándolos fuertemente. Se veían como Gabe lo hacía…

—Pero yo no soy un ángel. —Gabe se recostó contra la puerta y cruzó los


brazos sobre su pecho.

—Sí, lo sé. No puedes parar de decir eso. —No estaba realmente enojada
con Gabe, pero me acababa de dar cuenta de algo extraño y me hizo
chasquearle accidentalmente.

—Riley, esto probablemente significa… —dijo.

—No lo hagas, simplemente no. Sé lo que vas a decir, y lo he pensado


también, ¿está bien?

—¿Pensar qué, niña?

196
Me giré hacia Etta Mae, y ella tomó mis manos en las suyas. Sus palmas
estaban cálidas y suaves.

—Gabe no es un ángel —dije—. Y no creo que ninguno del resto de ellos lo


sea.

197
Veintisiete
Traducción por Mari NC (SOS) y Fanny (SOS)

Corregido por Anjhely

S e sentía como si algo se hubiera resuelto, descubierto, revelado. Pero


la idea de que tal vez nuestros ángeles no eran ángeles en realidad no
ayudó nada. No reveló por qué la gente estaba siendo secuestrada. No
ayudó a traer a Chris de regreso. Solo cambió nuestra percepción de lo que
eran.

Aun así, ese pequeño cambio en la percepción hizo que se me helara la


sangre. Y luego me hizo pensar en otra cosa.

—Oye, Mae —le pregunté—, ¿alguna vez te has encontrado con un...
bueno, un ser supongo, del tipo vestido de blanco, pero en realidad no, y
su cabeza cubierta como si tuviera una tela delgada envuelta alrededor de
ella?

—¿Qué estás diciendo, niña? —Etta Mae todavía tenía mis manos entre las
suyas, y ella me miró con preocupación.

—¿Eso es una buena manera de describirlo? —Miré a Gabe.

—Sí. —Él asintió con la cabeza—. Es un poco, es como una persona, y solo
se queda ahí, y, sí, con el rostro cubierto. Su cabeza está cubierta con
algún tipo de sábana blanca. De alguna manera brilla un poco también.
¿Has visto algo así, Mae?

Etta Mae negó con la cabeza.

—Nunca he visto algo así antes. No puedo imaginar de lo que están


hablando.

—Podríamos esperar hasta que oscurezca. Podría aparecer —dije.

—¿Podría?

198
—Sí... —Miré a Gabe que me estaba dando una mirada dura—. A veces se
presenta en la noche.

—¿Desde cuándo? —preguntó Gabe.

—Desde… hace un tiempo. —Yo no iba a dejar que me hiciera sentir


culpable por no haberle dicho.

—Riley...

—No me ha hecho daño ni nada, simplemente se queda ahí. —No te


pongas todo protector, no ahora, Gabe. Me volví hacia Etta Mae—. Es... es
bastante espeluznante. No sé lo que es, pero cuando está alrededor siento
tanto frío, y sé que podría hacer cosas.

—¿Qué tipo de cosas? —preguntó Etta Mae.

—No lo sé. Cosas poderosas. Creí, sin embargo, que tal vez podrías saber
sobre él, o tal vez hubiera aparecido aquí en los pantanos antes y que
fuera otra de esas personas de la ciudad haciendo cosas de ignorantes.

—Como he dicho, Riley, nunca he visto nada parecido a lo que estás


diciendo. Pero si deseas permanecer más tiempo para que el sol termine de
ponerse, eso estaría bien para mí. Tengo que preparar un poco de comida
para los nietos y el Sr. Clayton, sin embargo.

—Oh, bueno, no queremos estorbarte —le dije rápidamente.

—No es estorbo en absoluto.

Así que Gabe y yo pasamos el rato por otra hora o así, y esperamos a que
oscureciera. El Sr. Clayton y los niños se unieron a nosotros, aunque la
chica del vestido amarillo no parecía preocuparse mucho por la comida y
se sentó en la esquina para jugar tranquilamente ella misma. Finalmente
se puso el sol, y Gabe, Etta Mae y yo salimos al porche a mirar.

Por supuesto, ahora me preocupaba que la cosa decidiera no aparecer.


También me preocupaba un poco cómo Gabe iba a reaccionar ante ella. Él
no había visto a la criatura desde aquella noche en el otoño. De alguna
manera, sin embargo, yo sabía que iba a estar allí. Yo quería que estuviera
allí. Así que ahí estaría.

199
Y tenía razón.

Primero sentí una ola de frío sobre mí.

Y después.

Estaba de pie en el patio. Miraba en nuestra dirección, y sé que no le


gustaba Etta Mae de pie con nosotros.

—¿La ves? —le dije señalando y sintiéndome un poco débil.

Etta Mae negó con la cabeza.

—¿Dónde estás mirando, niña?

—Ahí, justo ahí, justo en frente de nosotros. —Estaba de pie a no más de


diez metros de distancia en el centro de su patio. Era bastante difícil de no
verla.

—¿En el otro lado de la carretera? —preguntó entrecerrando los ojos.

—Mae, está justo en frente de nosotros. Está en tu jardín —dijo Gabe


mirándola con confusión.

—No puedo ver nada.

—Pero... ¡está justo allí! —Si Gabe no hubiera sido capaz de verla también,
sé que habría pensado que estaba enloqueciendo. Y entonces, antes de que
pudiera decir nada más, se había desvanecido—. Se ha ido —dije en voz
baja, derrotada y agotada físicamente.

Creo que Etta Mae sintió cómo me sentía porque se volvió hacia mí y me
sonrió.

—Tal vez es solo algo que no se supone que vea.

Me frustró tanto el que ella no lo hubiera visto. Especialmente ya que era


claro como el día para mí. Pero fue bueno que todavía nos creyera. No
había ninguna razón en la tierra para que lo hiciera. Me hizo sentir un
poco mejor.

Después de un momento la seguimos hasta la casa donde los niños y el Sr.


Clayton casi habían terminado con el postre.

200
—Supongo que será mejor que nos vayamos —dije, dándome cuenta que
se estaba haciendo tarde, y madre probablemente estaría bastante
preocupada acerca de dónde estaba.

—Por supuesto, Riley. Pero regresen. Es bueno verte de nuevo. No viajo


demasiado en estos días —dijo Etta Mae tomando mi mano entre las suyas
y dándoles un apretón.

—Sí, lo sé —dije—. Extraño verte alrededor. Siempre me gustaron tus


canciones.

—Sé que lo hacías, niña. Me acuerdo de ti, esa pequeña criatura rubia
acercándose a mí rebotando y preguntando por mi forma de cantar.
Ningún otro niño de la ciudad había hecho eso.

—¿En serio?

—Tú eres algo más, Riley Carver.

—Bueno, también tú, Mae. Nunca he olvidado lo que me dijiste, acerca de


tus canciones. Dijiste: “Las cantas para recordar”.

Etta Mae sonrió.

—Eso haces, Riley. Eso haces. —Ella me dio un abrazo suave.

—Regresaremos, Mae —le dije cuando me dejó ir—. Gracias por todo.

—De nada.

Gabe se acercó, y fue su turno para ser abrazado. Cuando se separaron,


dijo:

—Voy a estar en la vieja casa un montón de ahora en adelante. ¿Puedo


pasar, y decir hola?

—Niño hermoso, es mejor que no solo digas hola. Tengo planes para un
gumbo el viernes que va a dejarte sin palabras.

—¡Cuenta conmigo!

—Riley, tú vendrás también.

—Voy a ver. Espero que sí.

201
—Vengan a decir adiós al Sr. Clayton —dijo, y nos acercó a la mesa, donde
el Sr. Clayton estaba sentado con los chicos, mirando hacia la nada.

Los pequeños muchachos saltaron de sus sillas para darnos abrazos. La


niña en el vestido amarillo se quedó en su lugar en la esquina, pero nos
dio su pequeño saludo de nuevo. Le devolví el saludo y me di cuenta que el
Sr. Clayton se movió en su asiento ligeramente.

Lo miré para encontrarlo mirándome fijamente.

—Oh, hola —dije en voz baja. Él no dijo nada.

—Sr. Clayton, esta es Riley Carver. Es amiga de Gabe McClure. ¿Te


acuerdas de lo que dije sobre él? —dijo Etta Mae, colocando una mano
suave en su hombro.

—Sí. —La voz del señor Clayton salió baja y resonante. Tenía un poder que
era totalmente opuesto a su apariencia.

—Encantado de conocerle, Sr. Clayton —dije. Me sentí como de doce años.

—Sí. —El Sr. Clayton me miró durante un momento más, luego se volvió
para seguir mirando hacia la nada.

Les di un último saludo a los niños, y me giré hacia Etta Mae que ahora
me estaba dando la misma mirada extraña.

—Mae, ¿qué pasa? —Esto estaba empezando a hacerme sentir realmente


incómoda.

Su mirada cambió, se suavizó.

—Nada, niña. Nada en absoluto. Solo tenía un pensamiento. Será mejor


que se vayan.

—Está bien.

Etta Mae nos acompañó hasta la puerta, y salimos. Tenía la esperanza de


que quizás esta vez ella fuera a ver a la criatura, pero incluso yo no pude.
Parecía como si se hubiera ido por hoy. Ella nos acompañó hasta el porche
delantero y al borde de la carretera, donde se veía tras nosotros hasta que
dimos vuelta alrededor de la curva. Luego fuimos por nuestra cuenta,
caminando tranquilamente de vuelta a la casa de Gabe, la luna llena más

202
arriba conduciendo nuestro camino. Siempre me asombraba lo brillante de
la luna podría ser cuando estabas lejos de las luces de la ciudad.

—Eso fue extraño —dije finalmente rompiendo el silencio—, esa


conversación con Etta Mae.

—Fue genial verla de nuevo —respondió Gabe.

—Sí, lo sé, la cosa de la reunión, pero el resto… ¿no estás asustado por
todo?

—No lo sé —dijo él con un suspiro—. Siempre pensé que la Iglesia de los


Ángeles era pura mierda. Ahora que sé que él solo está adorando a un
montón de secuestrados como yo, es casi divertido. Casi. Sin embargo, te
digo, ahora que sé que soy quien siempre pensé… eso es un gran alivio.

—¿Pero por qué están estos no-ángeles tomando gente? ¿Por qué pasa esto
cada año?

—Cariño…

—Dijiste que me ayudarías con la cosa de Chris. Bueno, ahora tenemos


toda esta nueva información, deberíamos tratar de responder esa
pregunta.

Gabe sacudió su cabeza y suspiró con fuerza.

—¿Qué?

Dejó de caminar y se volteó hacía mí.

—Sé lo que dije sobre ayudarte con la cosa de Chris, pero estoy
comenzando a pensar que tal vez sea tiempo de parar. Estoy pensando que
nunca vamos a conseguir ninguna respuesta. Soy la cosa más cercana que
tienes a una ventaja. Yo era una de esas cosas que lo tomaron y,
demonios, ni siquiera sé que pasó. Creo… que solo necesitas olvidarlo.

—Bien. Realmente bien, Gabe. Gracias. —Comencé a caminar de nuevo y


lo escuché viniendo detrás de mí—. ¿Crees que puedo olvidar a alguien
solo así? ¿Alguien en el que pienso cada día? —Peleaba contra las lágrimas
ahora.

—En realidad, no creo que pienses en él todos los días.

203
—¿Disculpa? —Eso me hizo mirar hacia él. Iba a la par conmigo. Él no me
miró.

—Creo que solo es costumbre. Creo que ni siquiera sabes por qué lo estás
haciendo. Mira, Riley, te he ayudado, he hecho lo que querías que hiciera,
he ido a esa estúpida Congregación. Traté, en serio lo hice. ¿Puedo solo
vivir mi vida ahora?

—Seguro. Adelante. Vive tu vida. No me importa. De todas maneras no has


sido de mucha ayuda. Entonces viviremos juntos hasta que te gradúes.
Nos veremos en los pasillos. No me importa. De cualquier manera, siempre
tuve que hacer las cosas por mí misma.

—Riley, ¿qué quieres de mí? —Se detuvo de nuevo y agarró mi muñeca


para que me detuviera.

—¡Nada! —Tiré mi muñeca lejos de él mientras seguía caminando,


causando que tropezara un poco. Me recuperé con un jadeo y seguí
adelante—. Tienes razón. Tienes tanta razón. Nada. Es solo que no
entiendo por qué ya no te interesa, como si nada de esto tuviera que ver
contigo. Di lo que quieras sobre mi obsesión con Chris o lo que sea, solo
eres un insensible hijo de puta.

—No comiences conmigo, Riley. Ni siquiera conocí al tipo.

—No, no lo hiciste. ¿Por qué demonios debería importarte él? Ni siquiera


conociste al tipo. Bueno, olvídate de interesarte por otras personas incluso
si no las conociste. Dios no quiera que tengas empatía por alguien que no
tiene nada que ver contigo. Eso es loco. Olvídate de Chris. ¿Qué hay sobre
Deke?

—¿Qué sobre él?

—Bueno, ambos fueron tomados, ¿cierto? Entonces obviamente él es uno


de esas cosas no-ángeles como tú fuiste. Yo te convertí en humano de
nuevo. Probablemente podríamos hacer lo mismo con él. Probablemente
podría hacer lo mismo con todos ellos. Tener a más gente de nuestro lado.
Nuestro propio ejército, derribar a esos falsos ángeles. Justo como contigo.
Te estás perdiendo el cuadro más grande.

204
Estábamos de vuelta en su casa y tenía que detenerme. Así que traté de
hacerlo lo más indignada posible, poniendo mis manos sobre mis caderas
y mirándolo directamente con lo que esperaba fuera una endurecida
expresión. Las lágrimas en mis ojos probablemente no estaban ayudando
mucho.

—Yo… —Gabe pareció nervioso. Esperaba que en realidad estuviera


nervioso. Aunque, tenía que admitirlo, no me gustaba ver inseguro a Gabe.
Si le gustaba o no, la razón principal por la que todavía quería su ayuda
era porque él me calmaba, me hacía confiar en mis acciones. Saber que
estaba ahí para mí…

—¿Tú…? —imité. Él no respondió. Aún estaba pensando sobre mi


argumento. Había sido uno bueno. Podía entender su estado de shock.
Para ser honesta, yo también estaba en estado de shock. Fue una muy
buena idea, en realidad, una en la que ni siquiera había pensado hasta
que estuve desesperada por convencer a Gabe de quedarse. Momentos de
desesperación producen inspiración. Loco. Pero era bastante brillante.
Podría tener a Chris de vuelta. Podría parar toda la cosa de Ángeles.
Detener al Pastor Warren. Todo lo que necesitábamos eran algunas
personas con buena puntería.

Muy, muy buena puntería.

—Es una buena idea —dijo Gabe finalmente.

—Te tomó mucho tiempo darte cuenta.

—Bien, puedes dejar de estar enojada conmigo hora, cariño. He estado de


acuerdo contigo.

—Oh, ¿en serio? ¿Ahora que tienes algo que ganar de ello?

—No te pongas toda justa, muñequita. ¿Estarías haciendo algo de esto si


no fuera por Chris?

—Sí. —Tal vez. ¿Cómo podría saber eso?

Gabe elevó una de sus cejas hacia mí. Yo elevé ambas.

Dio un paso hacia mí, tan cerca. No me moví. A pesar de que nuestras
rodillas casi se tocaban. Me miró y yo miré su pecho. Fue entonces cuando

205
me di cuenta lo absurdo que nuestro argumento sonaría para un forastero,
esta loca batalla sobre disparar a ángeles, como si fuera algo por lo que la
gente se enfada todo el tiempo.

—¿Tregua? —preguntó.

Lo miré y él estaba sonriendo.

—Sí. Tregua. Pero solo porque eres un idiota y no conoces nada mejor.

Rio.

—Gracias. —Dio un paso hacia atrás y puso sus brazos alrededor de mis
hombros, llevándome hacia el auto—. Bien, entonces vayamos a tu casa.
Te seguiré.

—Bueno.

Abrió la puerta para mí y se inclinó contra ella mientras me deslizaba


dentro. Me acomodé y lo miré. Él estaba pensando sobre algo.

—¿Qué? —pregunté.

—No va a ser fácil —dijo—. Me refiero a encontrar gente. Nadie va a querer


disparar a los ángeles, y el Pastor Warren tampoco va a dejarnos. Tiene al
alguacil y a la policía ahora. Vamos a necesitar ayuda.

—Así es.

Encontró mi mirada.

—¿Tienes a alguien en mente?

—Bueno… es una idea un poco loca, pero conozco al menos a una persona
que nunca ha ocultado que no es un fan del Pastor Warren y de la Iglesia
de los Ángeles. —Me detuve para que pudiera adivinar.

—¿Es una prueba, cariño?

—Seguro.

Gabe miró hacia arriba y frotó la parte de atrás de su cuello. Luego su


cabeza bajó de nuevo y me miró con una expresión aburrida.

206
—No estás hablando de…

—Sí.

—¡Pero es un sacerdote!

—¿Qué tiene eso que ver con algo?

—Cariño, lo he dicho antes y lo diré de nuevo. Estás loca.

Sacudí mi cabeza mientras cerraba la puerta, pero como que estaba de


acuerdo con él esta vez.

207
Veintiocho
Traducido por Mari NC

Corregido por Anjhely

Y o estaba loca. Evidentemente estaba loca. Estaba loca por pensar


que reclutar a un sacerdote como parte de nuestro equipo de disparo
era una buena idea, y ciertamente estaba loca sentándome afuera en el
columpio más tarde esa noche a la espera de que una cosa-criatura-
fantasma apareciera de nuevo. Nunca había sido capaz de controlar el
momento en que se presentaba y cuándo no en el pasado. Y desde luego
no tenía control sobre éste decidiendo hablar conmigo. Pero después de
que se había presentado como pensaba que lo haría en casa de Etta Mae,
empecé a pensar que tal vez las cosas no estaban tan fuera de mi control
como pensaba. Que tal vez podría hacer que se mostrara en lugares si lo
quería lo suficiente.

Y esta noche, realmente quería que apareciera.

Pero había algo más, una realización. Yo quería tener una conversación
con esta cosa desde hace meses, solo para preguntarle de una vez acerca
del Círculo de los Siete, para preguntarle más acerca de Gabe. Pero había
algo diferente esta noche. Algo dentro de mí que era diferente. Me sentía
como si... me sentía como que podía hacerlo. Antes, a pesar de que lo
quería en teoría, no tenía muchas ganas de hablar con eso de verdad.

Hombre, era tan extraño, tan difícil de explicar. Tan difícil de entender
para mí.

Simplemente se sentía bien. Y yo sabía que iba a aparecer. Y sabía que iba
a hablar conmigo.

No estaba exactamente caluroso, se estaba haciendo bastante tarde, y al


día siguiente era un día la escuela. Además, a pesar de que sabía que
estaba lista para hablar con la cosa, todavía me asustaba totalmente. Así

208
que estaba empezando a lamentar seriamente mi decisión mientras me
mecía suavemente hacia atrás y hacia adelante.

Riley.

Me giré hacia la izquierda y vi a la cosa fantasma en el borde de nuestra


propiedad, de pie junto a la línea de árboles. Yo no lo había percibido ya
que me había puesto bastante fría y me sobresaltó.

—Oh, hola. —Me le quedé mirando por un momento. Realmente me


hubiera gustado que no se viera de la forma en que lo hacía. Era increíble
cómo no hacía nada, apenas se movió, y sin embargo, todo sobre él
enviaba escalofríos por mi columna vertebral.

Tomé una respiración profunda y luego me puse de pie y me acerqué a


eso.

Quieres hacerme la pregunta.

—Uh, sí, lo hago. ¿Qué es Gabe?

Oh.

—Sí, lo sé ahora. Sé que no puede ser un ángel, pero mira, estoy


confundida porque dijiste que pertenecía al Círculo de los Siete, y por lo
que sé solo los ángeles pertenecen al Círculo de los Siete.

Los ángeles no pertenecen al Círculo de los Siete.

—¿No lo hacen?

No, ellos trabajan para el Círculo de los Siete. No pertenecen a él.

—Oh. Bien. Entonces, ¿qué es Gabe, entonces? ¿Es él... —Me acordé de mi
conversación con el padre Peter, de mi investigación—… es uno de los
Nephilim?

No.

¿No? Eso me tomó por sorpresa. Tuve un tipo de pensamiento donde Etta
Mae de que tal vez esa era la respuesta correcta. De hecho había estado un
poco orgullosa de mí misma por haber llegado a esa conclusión.

209
—Así que no es un ángel, y no es un Nephilim... ¿cuántas cosas más hay?

¿Cosas?

—Sí, parece que hay todas estas cosas por ahí que no tenía ni idea que
existían, y para ser honesta, es súper complicado hacerles seguimiento,
¿de acuerdo? Entonces, ¿qué es?

Es un Thrall.

—¿Qué es un Thrall?

Un esclavo.

—¿Un esclavo?

Sí.

Mi cuerpo estaba empezando a cansarse. Había sido un día muy largo.


Pero tenía que estar alerta. Tenía que hacerlo.

—¿Me puedes decir más acerca de estos esclavos Thrall? —le pregunté,
esperando que fuera una pregunta bastante sencilla para esta cosa
fantasma terriblemente literal para responder—. Yo solo... yo solo voy a ir
a sentarme en el columpio y escuchar. Ven conmigo.

Se sentía extraño darle órdenes, y sin embargo, de alguna manera


correcto. Por alguna razón ya no le tenía miedo de la criatura. Todavía
parecía raro como el infierno, pero su personalidad estaba empezando a
crecer en mí. Y ciertamente había tenido la oportunidad de hacer lo que
quisiera y no me había hecho daño ni nada. Bueno. Todavía no.

Obedientemente, me siguió hasta el columpio. Sin embargo, no fue como si


ella me siguiera, fue más como si cuando estuvimos en el columpio
hubiéramos estado allí todo el tiempo.

—Está bien, adelante —le dije, sentándome.

Los Thralls son esclavos del Círculo de los Siete. Tienes razón en que los
ángeles menores trabajan para los Arcángeles. Sin embargo, hay algunas
tareas que incluso los ángeles no hacen. Así que el Círculo de los Siete
decidió tomar humanos de vez en cuando y convertirlos en sus esclavos.

210
—¿En serio? —Yo nunca había leído nada sobre esto en mi investigación.
Este era un concepto totalmente nuevo para mí—. Pero, si esto es algo que
hacen mucho, ¿cómo es que no hay literatura sobre eso, cómo es que
nunca había oído acerca de la Toma hasta hace seis años?

Ellos toman solo unos pocos, de vez en cuando. Tienen generaciones de


esclavos que se remontan hasta el principio. Ellos no necesitan tomar
muchos a la vez. Los seres humanos no se daban cuenta. O si lo hacían
eran considerados locos cuando explicaban lo que pasó. Se les dio excusas.
En los tiempos actuales, por ejemplo, dicen que es una abducción
extraterrestre.

—Oh. Así que los Thralls roban humanos para los ángeles.

No.

—¿No? —¿No?—. Así que, ¿qué nos está pasando, entonces?

Aquí es diferente. Por lo general, los ángeles toman a los seres humanos y
los convierten en esclavos, en Thralls. Pero aquí los Thralls vienen a hacer la
Toma.

—¿Por qué?

No sé.

Esta era una gran cantidad de información para procesar. La repasé en mi


cerebro. El Círculo de los Siete eran Arcángeles. Ellos eran los jefes de los
ángeles inferiores. Y también tenían esclavos que alguna vez fueron
humanos pero que habían sido convertidos en Thralls.

—Así que déjame ver si entiendo. Hace cincuenta años Gabe fue tomado
por ángeles. En ese destello de luz del que Etta Mae nos habló.

Sí.

—Y luego regresó hace seis años como un Thrall y se llevó otros humanos.
Él y algunos de sus amigos Thrall.

Eso parece.

—Y no sabes por qué. —Eso parecía bastante difícil de creer.

211
No lo hago.

—Pero lo sabes todo.

No lo hago.

—Parece que lo haces.

Solo sé lo que he observado desde aquí, en esta ciudad.

—Pero sabes cosas acerca de los ángeles. Sabes sobre el Círculo de los
Siete, los ángeles que trabajan para ellos, los Nephilim... —Yo estaba
empezando a sentir sueño en serio—. Y las cosas de esclavos Thrall. Sabes
más que yo.

Yo vengo del otro lugar. Ángeles, Nephilim, Thralls. Todos ellos proceden del
otro lugar. Sé de ellos como tú sabes de otros seres humanos, animales,
plantas, y demás.

—El otro lugar.

Sí.

—¿Dónde está ese otro lugar?

Aquí.

—¿Aquí?

Y no. Lo es y no lo es. Es ahora, entonces, y lo será.

—Bueno, eso es fácil... —Suspiré y me metí mis piernas debajo de mí,


descansando mi cabeza a lo largo de la parte posterior del columpio.
Probablemente podría simplemente dormir en él durante la noche en este
punto, estaba tan cansada.

Me alegra que lo veas así.

La cosa fantasma parecía casi complacida consigo misma.

—Estaba bromeando.

Oh. Y, tras una pausa. Debes dejar de hacer eso.

—¿Yo debería?

212
Es muy confuso. Debes hablar con claridad.

—¿Qué, como tú lo haces?

Sí.

Suspiré de nuevo.

—Eso fue sarcasmo de nuevo.

Oh. Una vez más una pausa. Pero hablo claramente.

—Bueno, las cosas que dices podrían ser obvias para ti, pero no lo son
para mí.

No hubo respuesta, pero parecía estar considerando lo que había dicho.


Nos quedamos en silencio por un momento, y yo podía oír los sonidos de
las ramas meciéndose suavemente crujiendo en la brisa.

Te preocupas mucho acerca de este Thrall.

—¿Acerca de Gabe?

Sí. Te preocupas profundamente por él.

—Yo... bueno... seguro. Sí. Él es mi amigo, supongo.

Te preocupas por él incluso más de lo que te preocupas por ti misma.

—Bueno, yo no diría tanto... —Tuve un pensamiento mientras cerraba los


ojos. No estaba segura de por qué lo había pensado, pero se me ocurrió
que a pesar del hecho de que las dos veces que había hablado con esta
cosa había sido tarde en la noche, tal vez hablar con ella tenía algo que ver
con cuan soñolienta me sentía siempre de repente.

Preguntas acerca de Gabe. Vas con el sacerdote para preguntarle por el


Círculo. Vas a esa Congregación. Hablas con la anciana. Incluso tratas de
mostrarme a ella.

—¿Cómo sabes todo eso?

Yo estaba allí.

—Oh.

213
Haces todas estas cosas por Gabe, y cuando por fin tienes el deseo de
hablar conmigo otra vez preguntas por él. Debes preocuparte
profundamente.

Eso no era muy preciso.

—Bueno, no se trata solo de él, sin embargo. Se trata también de averiguar


dónde está Chris. —Abrí los ojos—. ¿Sabes dónde está Chris?

Me preguntas acerca de Chris incluso antes de hacer la pregunta obvia.


Todo el mundo antes que tú.

Cerré los ojos otra vez. Si no me hubiera sentido tan cansada, me habría
estado empezando a sentir frustrada en este momento.

—Bueno, no lo hagas parecer como si fuera toda desinteresada ni nada.


Quiero decir, yo quiero a Chris de vuelta porque lo echo de menos...
¿sabes lo que le pasó?

No sé qué le pasó a Chris. Fue tomado por los Thralls. Eso es todo lo que
puedo decir.

¿Nunca realmente útil verdad? Nunca bastante útil. Estúpida cosa


fantasma. No importaba en este momento de todos modos. En este
momento yo estaba a punto de dormirme. En estos momentos apenas
podía permanecer consciente, y mucho menos abrir los ojos.

—Bien entonces. ¿Cuál es la pregunta obvia?

La pregunta obvia es la que no has preguntado.

Aunque su voz estaba en mi cabeza, sonaba a lo lejos, como si se estuviera


desvaneciendo. Me acordé de eso de la última vez. Estaba perdiendo a la
criatura. Se alejaba de mí.

Abrí los ojos.

—Dime cuál es la pregunta obvia.

Sí, pero, por supuesto, convenientemente, se había ido.

214
Veintinueve
Traducido por Aяia

Corregido por Anjhely

M e desperté varias horas más tarde. Todavía estaba oscuro afuera,


pero podía oler la mañana en el aire. Había una niebla sobre el
césped, y yo estaba cubierta en una fría humedad. Me senté y me estiré,
mis músculos dolían por dormir apretada en el columpio. Por supuesto, la
cosa fantasma no se veía por ninguna parte. Estaba aliviada. La idea de
intentar hablar con eso otra vez parecía abrumadora.

Me levanté y me dirigí hacia la casa, a mi habitación. Mi cama nunca se


había sentido tan cómoda antes. Mi almohada era increíblemente suave.
Me volví a dormir. Mi alarma sonó una hora más tarde. Decidí que tenía
que morir, así que la lancé a través de la habitación. El sonido de eso
rompiéndose contra mi pared me despertó de forma adecuada, y me
empecé a preguntar qué en la tierra me había poseído para ser así de
violenta. Nunca en mi vida había hecho algo así antes.

¿Cuál era la pregunta obvia?

El pensamiento apareció en mi cabeza antes de que pudiera resolver el


enigma de tirar el reloj a través de la habitación.

Luego solo quería sacar todas las preguntas de mi cerebro, así que salí de
la cama y me duché.

En el desayuno me senté en el lado opuesto a Gabe, viéndolo tragar sus


huevos como si nunca hubiera tenido una comida. Mamá se había
superado para hacernos este enorme desayuno en honor al retorno de
Gabe. Había estado tan contenta de verle anoche que realmente lloró. Creo
que eso hizo que Gabe se sintiera realmente horrible y realmente genial al
mismo tiempo.

215
Después de poner la comida, nos dejó para ir a vestirse, así que solo
éramos Gabe y yo, sentados comiendo juntos, por primera vez en semanas.
Era agradable tenerle de vuelta. No solo en cuerpo sino en espíritu. El viejo
feliz Gabe estaba sentado frente a mí y calentó mi corazón.

Pero también sabía que tenía que contarle lo que encontré anoche, incluso
si eso oscurecía el humor de alguna forma. Tenía que saber que había sido
secuestrado por ángeles, convertido en un Thrall, y sido un esclavo
durante los últimos 50 o más años. Tal vez hubiera una forma de contarle
la verdad sin, ya sabes, contarle la verdad.

—Así que hice un poco de investigación online anoche —dije, alcanzando


la mantequilla.

—¿Sí? —Levantó la vista y sonrió.

—Quería saber si había algún mito o algo, sobre los humanos siendo
convertidos en extrañas criaturas por los ángeles.

—Cariño, para ahí.

Al principio pensé que me estaba diciendo que dejara de poner mantequilla


en mi tostada por alguna razón, pero luego me di cuenta que quería decir
detenerme en mi explicación. Lo hice.

—¿Hay algo que puedas decirme que vaya a cambiar nuestro plan? —
preguntó.

Pensé en ello.

—Bueno… no realmente, no.

—Entonces no quiero escucharlo.

—¿Pero no quieres saber lo que te pasó?

—Cariño, no recuerdo ni una maldita cosa de lo que me pasó. ¿Y sabes


qué? No quiero recordarlo. Sé quién soy, de dónde vengo, y dónde estoy
ahora. Y lo que sea que me pasó no es importante. Ya no soy ese, y eso es
suficiente para mí. Así que a menos que cambie nuestra estrategia, no
necesito escucharlo.

—¿Estás seguro? Quiero decir, si fuera yo…

216
—Si fueras tú, querrías saberlo todo. —Sonrió—. Pero a veces, por la forma
en la que lo veo, a veces las cosas que sabemos y no podemos cambiar, no
hace que nuestra vida sea mejor.

—¿La ignorancia es una bendición?

—Malditamente correcto.

No parecía correcto, solo dejarlo estar. Parecía que estaba ignorando el


asunto. Aun así, al mismo tiempo, tenía algo de razón. A menos que lo que
sabía cambiara el plan, a menos que revelara algo nuevo que teníamos que
saber… realmente no era tan importante.

Me pregunté. Tal vez había algo en eso. Tal vez en el fondo era por eso que
no había hecho la “pregunta obvia”, lo que sea que fuera la “pregunta
obvia”. Porque realmente no se sentía como si importase. Había otras
cosas que eran más importantes en aquel momento. Además, esa
sensación de fuerza y voluntad que me hizo estar tan segura de que
hablaría con la cosa fantasma anoche se había desvanecido totalmente.
Tal vez tenía sentido que simplemente lo dejara ir también.

Pero yo no era Gabe. Estaba hambrienta de cualquier información que


pudiera encontrar. No podía soportar estar a oscuras. Recordé de pequeña
odiar cuando mis padres tenían conversaciones después de que me fuera a
la cama. Tenía que saber todo sobre lo que hablaban. No quería quedarme
fuera. Perderme nada.

Tenía que recuperar esa sensación. De alguna forma.

Entonces preguntaría.

Hasta entonces intentaría ser como Gabe y centrarme en la tarea que


venía.

La cual era bastante desalentadora. Nunca antes había reclutado para un


ejército.

—Bueno, está bien —dije—. No te lo diré. Pero si alguna vez quieres


saberlo…

—No lo querré.

217
—Sí pero si alguna vez…

—No lo querré. —Su tono cambió y levanté la vista. Nuestros ojos se


encontraron y pude notar que estaba serio. Estaba serio y también,
aunque podría estar equivocada, asustado.

—Está bien. No lo querrás, entonces.

218
Treinta
Traducción SOS por Lalaemk y Helen1

Corregido por La BoHeMiK

E staba en lo correcto. Mi atención a la campaña de reclutamiento de


nuestro ejército era una muy buena distracción no solo de la
“pregunta obvia”, sino que también amenazaba con ser una distracción de
las cosas como los trabajos escolares. La escuela no parecía estar en
sintonía con nuestra nueva misión, pero también sabía que ya fuera que
lográramos o fracasáramos nuestra misión, probablemente en un futuro
seguiría necesitando un título de mis estudios de preparatoria. Así que me
esforzaría muy duro en trabajar más arduamente.

Pasaron dos frustrantes semanas antes de que pudiéramos hallar tiempo


para encontrarnos con el Padre Peter. Nuestra ciudad era de esa manera
tan extraña. Claro que todos estábamos adorando al altar de los Ángeles,
claro que habíamos cambiado ciegamente la mayoría de nuestras
tradiciones y seguido al Pastor Warren, como zombies, a este valeroso
nuevo mundo suyo. Pero aún, sin dudarlo, necesitábamos celebrar el
encontrar huevos en lugares extraños e inusuales.

El Padre Peter obviamente tomaba la pascua demasiado enserio y había


estado arreglando tantos eventos como le fuera posible, considerando que
se le permitía opinar en esto y en la Navidad. Había unido fuerzas a
regañadientes con el Pastor Warren, creo que razonando que era mejor
predicar a una multitud, que celebrar misa en una iglesia vacía. Esto
hacía realmente difícil hablar con él a solas, sin el epítome del mal estando
cerca.

Así que tuvimos que esperar hasta que la Pascua terminara. Debimos de
sentarnos a través del obligatorio servicio del Domingo de Pascua, era la
primera vez en años que asistía a uno. Sin embargo, Gabe no lo hizo. A
pesar del hecho de que había una gran expectativa de que todos asistieran

219
a los servicios de las festividades, él no se metió en problemas por eso. Él
no tendía a meterse en problemas por alguna de sus acciones “blasfemas”.
Era ese chico con la motocicleta, sin familia y sin interés en formar parte
de la comunidad. Así que la comunidad tampoco tenía mucho interés en
él. El servicio fue extra largo porque teníamos que escuchar tanto al Pastor
Warren como al Padre Peter, y asistir a la cacería anual de huevos de
Pascua en el Parque Codghill. La ciudad parecía estar en una especie de
trance.

En realidad me preocupaba que hubiéramos perdido al Padre Peter en esta


mentalidad que tenía la mayoría, pero me di cuenta de las pequeñas
miradas que le daba al Pastor Warren mientras estaban de pie delante de
nosotros debajo de las alas que brillaban en el altar. Me di cuenta de cómo
se ponía de pie a un lado durante la búsqueda de huevos de Pascua y
nunca sonreía con sus ojos cuando se reía de los chistes del Pastor
Warren.

No esperé mucho después de eso.

El martes después de clases, Gabe y yo nos dirigimos directo a la Iglesia


Católica. No podía estar segura, pero creo que vi cruzar una mirada de
miedo en el rostro del Padre Peter cuando se dio cuenta que iba a verlo.
Tal vez la última vez lo hice cuestionarse su propia fe. ¿Esta vez iba a
ayudarlo a mantenerla?

—Hola, Riley, Gabe. Me alegro de verlos a ambos. Cierra la puerta. ¿Vamos


a mi oficina?

Me di cuenta de lo que había significado esa mirada mientras Gabe iba de


regreso a la puerta para cerrarla, y el Padre Peter nos acompañó
silenciosamente al cuarto de atrás. Supongo que dos adolescentes yendo a
visitarlo a su iglesia era una vista bastante sospechosa en nuestra ciudad.
Dar apoyo en estos días a cualquier otra religión, era algo bastante
sospechoso.

Tomamos dos sillas haciendo frente a su escritorio. El Padre Peter se sentó


detrás.

220
—¿Y qué puedo hacer por ustedes dos este día? ¿Una boda a la fuerza? —
Era bueno escuchar que el padre Peter bromeaba otra vez. Pero lo hizo a
medias.

—Es divertido que mencione armas de fuego6 —dijo Gabe con una sonrisa.

—Padre Peter —dije interrumpiendo a Gabe antes de que se hiciera el


tonto—, hay algo importante que tenemos que decirle.

—Bueno, pienso lo mismo. No creo que de otra manera se arriesgarían a


ser vistos aquí. Aunque supongo que a ninguno de ustedes le importa la
opinión pública…

—Puede decir eso nuevamente —dijo Gabe.

—Así que, ¿qué ocurre? —preguntó el Padre Peter inclinándose hacia


adelante y poniendo sus codos en el escritorio.

—Es un asunto bastante serio —dije.

—Bien.

—No, quiero decir, debería prepararse mentalmente para ello. Es posible


que sea la cosa más grande que haya escuchado.

El Padre Peter miró a Gabe, luego de vuelta a mí.

—Ya veo —dijo.

—¿Está listo?

—… Sí…

Tomé una respiración profunda y simplemente lo solté:

—Los ángeles no son ángeles. —Me detuve y lo miré. Su expresión no


cambió—. Lo que quiero decir es… —traté nuevamente—. Los ángeles,
nuestros ángeles, los que están tomando a todos. En realidad no son
ángeles.

El Padre Peter frunció las cejas.

6Es un juego de palabras ya que en ingles “Una boda a la fuerza”, seria en español “Una
boda escopeta”.

221
—No estoy seguro de estar entendiendo lo que estás tratando de decirme,
Riley.

—Ellos no son ángeles —traté nuevamente. Era difícil decirlo de otra


manera.

El Padre Peter se sentó en silencio por un momento, entonces suspiró y se


inclinó de vuelta a su silla.

—Riley, no sé qué decir. Es bueno ver que hay otros que se sienten de la
misma manera que yo, ¿pero qué importa? Todos los demás en el pueblo
creen que lo son. Hay veces que yo incluso lo dudo. Si luce como un pato,
y grazna como pato…

—Tenemos pruebas —dijo Gabe con una sonrisa.

El Padre Peter finalmente tuvo una reacción. Se sentó con la espalda recta
y volvió su cabeza para mirar a Gabe a través de su ojo izquierdo, como si
de alguna manera pudiera enfocarlo mejor.

—¿Qué quieren decir con que tienen pruebas? ¿Dónde?

—Aquí —replicó Gabe.

—Aquí. ¿En esta ciudad? —preguntó el Padre Peter.

—En esta habitación.

El Padre Peter me miró, luego a Gabe, luego a mí otra vez.

—¿De qué está hablando él?

—Él sólo está siendo amable. —Me incliné y golpeé a Gabe en el hombro.

Él saltó.

—Eso realmente dolió.

—No, no lo hizo. —Puse los ojos en blanco—. Padre Peter, voy a empezar
por el principio. —Le conté toda la historia, sin dejar nada fuera. Le dije
todo, hasta dos semanas antes y sobre hablar con Etta Mae. Le dije
nuestro plan.

Y le pedí su ayuda.

222
Para el final de la historia él se paseaba alrededor de su pequeña oficina.

—Esto es… —dijo. Él había estado diciendo desde hace un tiempo “Esto
es”. Pensé que tal vez lo había roto. Por otra parte, le había advertido que
esto iba a ser asunto bastante serio. ¿Por qué la gente nunca me cree
cuando les digo las cosas?

—¿Padre? —pregunté finalmente. Él me miró, como si se diera cuenta de


que aún estábamos allí.

—Riley, esto es…

—Increíble. Lo sé. Pero vayamos más allá por un momento y hablemos de


mi idea. ¿Nos va a ayudar?

Él se rio y se frotó la parte superior de la cabeza.

—Riley.

—A la gente realmente parece que les gusta decir mucho mi nombre.

El Padre Peter asintió y se dirigió de nuevo al escritorio, sentándose en el


borde.

—Me estás pidiendo que les ayude a los dos a construir un ejército.

—Bueno, más bien a contratar francotiradores —le dije—. Pero


probablemente necesitaremos de algunas personas porque nunca
sabremos dónde van a aparecer los ángeles.

—¿No hemos intentado esto antes? —preguntó el Padre Peter—. Pensé que
Frank Tinsley trató de dispararle a uno de ellos y ahora cuenta con un
guardia sobre él o algo así por ello.

—En el pasado algunas personas lo han intentado, pero nunca había sido
planeado. Podríamos practicar específicamente para este propósito. Y
tendríamos un mayor número. No sería sólo un chico y su escopeta.

—¿Por qué yo? ¿Por qué quieres que te ayude?

—Porque es la única persona en la que podía pensar que detesta


completamente al Pastor Warren.

223
El Padre Peter parecía verdaderamente preocupado por eso.

—¿Es tan obvio?

—No se preocupe, sólo para mí.

—Bien.

—Y usted puede disparar. Recuerdo que una vez le dijo a mi padre acerca
de ir de cacería cuando él estaba preocupado por ser dueño de una
escopeta.

El Padre Peter negó con la cabeza.

—Todavía no sé cuánto puedo ayudar.

—En este momento vamos a reclutar. Tenemos casi cuatro meses hasta la
próxima Toma. Tenemos algo de tiempo, pero debemos de empezar el
entrenamiento lo más pronto posible. A usted todavía lo invitan a cenas
por la gente de la ciudad, ¿no?

—No tanto como antes. Pero sí, algunas personas todavía me invitan.
Aunque parece que es piedad, y no vienen a la iglesia…

—Bueno, está bien, eso es algo. Estas son personas que le tienen simpatía,
que no están totalmente lavados del cerebro por el Pastor Warren. Estas
podrían ser las personas que estarían de nuestro lado.

—Haces un punto.

—Por supuesto que ella lo hace, no sólo un punto, sino uno bueno. —Me
sorprendió lo defensivo que Gabe sonaba—. Ella siempre hace buenos
puntos. Sólo deje de dudar y ayúdenos.

El Padre Peter suspiró.

—Tienes razón. Ambos tienen razón. Es que… yo simplemente no creo que


pueda hacer esto.

Era mi turno de suspirar.

—¿Por qué no?

224
—¿Por qué no? —El Padre Peter dio una pequeña risa sin humor—. Bueno,
es peligroso, es contra la ley, soy aún una figura en la comunidad, la gente
me mira… o algo así…

Me puse de pie y caminé alrededor del escritorio, apoyándome en éste y lo


miré fijamente.

—Hay un montón de cosas que van en contra de nosotros, pero también


creo que tenemos algo muy importante a nuestro favor. Podríamos salvar a
la gente, Padre Peter. Podríamos salvar a los que ya fueron cambiados y
las personas que serán tomadas este año. Nosotros tal vez incluso
podríamos detener todo esto. Olvídese de ser rebelde y demostrar un punto
acerca de los ángeles. Piense en la gente.

El Padre Peter me miró. La mayoría de las veces pensaba que era


básicamente de mi edad, por la forma en que actuaba y se veía. Pero desde
este ángulo podía ver el comienzo de las líneas de expresión en su cara,
podía ver las bolsas debajo de sus ojos. Los cambios de los últimos meses
habían hecho mella en él. Se veía de su edad. Para su edad parecía más
viejo y cansado. Él lucia a punto de darse por vencido.

—Vamos, Padre Peter —le dije—. Realmente necesitamos su ayuda.

—Como ya he dicho, no sé si sería tan útil… —contestó en voz baja.

—Usted lo sería.

El Padre Peter cambió su enfoque hacia Gabe quién estaba mirándolo muy
serio. La habitación había vuelto a la calma y a la tranquilidad.

Finalmente el Padre Peter asintió lentamente.

—Está bien —dijo—, ayudaré. Voy a ver a quién puedo reclutar. Pero no
puedo prometer nada.

—Tampoco nosotros —le dije—. No puedo pensar en nadie en la escuela


que esté interesado. Podríamos ser sólo nosotros tres.

—Vaya ejército —dijo Gabe.

—Bueno, es por eso que tenemos que tratar de llegar a más gente. Así que
¿está con nosotros, Padre Peter?

225
Otra larga pausa. Y luego:

—Estoy con ustedes.

En el fondo realmente deseaba que todos pusiéramos nuestras manos en


el centro, una mano sobre la otra, una especie de “todos para uno” ese tipo
de cosas. Pero no creo que un cínico viajero del tiempo de la década de los
noventa y un sacerdote agotado, estarían en ese tipo de cosas.

Así que en vez de eso, sólo dije:

—Maravilloso.

—¿Los dos se dan cuenta de cuán loco es este plan? —dijo el Padre Peter
con una leve sonrisa.

—Oh, sí —dije y miré a Gabe. Él me dio una sonrisa—. Lo sabemos.

226
Treinta y uno
Traducción SOS por Scarlet_danvers y Otravaga

Corregido por La BoHeMiK

A sí que nos fuimos a tratar de encontrar gente para reclutar. Gabe


había hecho amistad con los hermanos Alexander que habían
regresado de la universidad y volvieron a vivir en los pantanos. Yo como
que los conocía de cuando habían estado en la escuela, y resultó que eran
sobrinos de Etta Mae. Gabe estaba bastante seguro de que estarían
interesados. Por la forma en que él los describió, parecía que estaban
bastante molestos por el reciente interés de la ciudad en los ángeles
cuando su comunidad ya había pasado por algo similar sin que nadie
diera un carajo. A pesar de que no estaban presentes en los años
cincuenta, habían oído las historias de su tía.

Lo más difícil era pensar quien en la ciudad estaría interesado en unirse a


nosotros. La mano de hierro del Pastor Warren no era algo fácil de soltar.
Las únicas personas en las que realmente podía pensar en confiar serían
mis padres, pero a papá no le gusta eso de disparar, y mi madre era
demasiado miedosa de que algo malo me pasara. No creo que les guste
mucho mi idea.

—¿No pudiste pensar en nadie? —preguntó el Padre Peter. Nos


encontramos por accidente fuera de la heladería, decidimos entrar y
conseguir un par de helados. Ahora estábamos sentados en el pequeño
banco del frente, tratando de parecer casuales mientras discutíamos los
posibles reclutas. Me sentí como si estuviéramos en una película de
espías.

—No. Esto es más difícil de lo que pensé que sería. —Estaba viendo la
gente pasar por delante, con la esperanza de que tal vez alguien pudiera ir
por ahí y de repente darme cuenta de que era perfecto para nuestra causa.

—Bueno, ¿cuántas personas tenemos? Tú, yo, Gabe…

227
—Los hermanos Alexander…

—Eso hace…

—Seis.

—Bueno, eso no es malo.

—No es bueno tampoco.

Necesitábamos por lo menos un par más. Y la gente que conocíamos eran


buenos tiradores. Yo ni siquiera quería pensar en nuestro futuro
entrenamiento. ¿Cómo íbamos a encontrar la manera de disparar a una
criatura en pleno vuelo con un escudo humano?

—Bueno, he estado pensando —dijo el Padre Peter, tomando un bocado de


su helado.

—¿Sí?

—Pero luego pensé que podría sonar un poco absurdo.

—¿Quién?

—Frank Tinsley.

Me eché a reír.

—No puede estar hablando en serio.

Frank Tinsley, alias El Salvaje Frank, había estado tratando de disparar a


los ángeles desde el primer día. Siempre llevaba por ahí una pistola y
había estado presente cuando Tyler Barton fue tomado ese primer año. Se
había mantenido disparando y disparando al aire, despertando a todo el
maldito pueblo. Al principio todo el mundo pensó que estaba siendo su
acostumbrado “yo salvaje”, hasta que otros testigos salieron. Ocho
personas fueron tomadas esa noche, además de algunas personas muy
respetables. Al año siguiente Frank tenía su escopeta preparada. Por
supuesto, ese año se encontraba en el lugar equivocado, no vio un solo
ángel. Pero el tercer año, el primero en el que tuvimos la celebración,
bueno, estaba en el lugar correcto y en el momento adecuado. Tres
personas tuvieron que atacarlo para que dejara de disparar contra la
multitud.

228
Desde aquella noche habían puesto un policía en su casa para asegurarse
de que no saliera en la tarde durante la celebración, y quisiera matar a
alguien accidentalmente.

—Incluso si esa idea no fuera ridícula, ¿cómo nos enfrentamos a su


habitual guardia? —dije terminando mi helado y limpiándome las manos.

—Eso es un problema. Pero tenemos algo de tiempo para resolverlo.

Suspiré.

—Bueno… es una idea. Pero él es una bala perdida, y tendremos que


asegurarnos de que no le dispare a nadie.

—No es un mal tirador. Me invitó a cazar el año pasado, y era muy bueno.

—Es una idea —dije, sin querer comprometerme a nada todavía—. Sin
embargo sería un último recurso.

—Seguro —estuvo de acuerdo el Padre Peter—. Oh cielos.

Lo miré y le vi mirando hacia la calle. Me volví y vi a un grupo de


animadoras que se dirigían justo en nuestra dirección. Lacy iba al frente, y
vi la brillante sonrisa de Charlotte cuando se dio cuenta del Padre Peter.

—Tal vez debería irse —le dije.

—Buena idea. —El Padre Peter estaba a punto de irse cuando el grupo se
acercó.

—Hola, Padre Peter —dijo Charlotte deslizándose a su lado.

—Buenas tardes, Charlotte. ¿Cómo estás hoy?

—En realidad, estoy realmente algo caliente —dijo ella, haciendo girar su
cabello con su dedo. Uf. ¿Cómo demonios podía Gabe aguantarla? Estaba
tan contenta de que todo hubiera terminado. Habían dejado de salir
completamente, pero de hecho era una cuestión que realmente no me
importaba.

—Bueno, otra vez es esa época del año… —dijo el Padre Peter poco a poco
haciéndose camino a través de la multitud de porristas y sacándose a sí
mismo a través del otro lado.

229
—¿Usted se calienta, Padre Peter? —preguntó Charlotte siguiéndole.

—Por supuesto. De hecho creo que ahora voy a volver de nuevo a la iglesia,
donde hace frío y regresaré a trabajar. —Dio una rápida inclinación de
cabeza y se giró para irse, pero se resbalo con la acera y tropezó en la
calle. Su público se rio en un tono que me hizo entrecerrar los ojos.

Pobre Padre Peter

—Hola, Riley.

—Hola, Lacy.

Lacy Green se acercó y se inclinó hacia mí.

—Eres realmente valiente al salir con el Padre Peter en estos días.

—En realidad nunca me ha importado lo que pensara el Pastor Warren.

—No, nunca te importa lo que piensen los demás, ¿verdad? —Ella cruzó
los brazos sobre su pecho—. Lo que es bastante obvio dado el aspecto de
ese atuendo.

Simplemente ya no tenía la paciencia para este tipo de actitud.

—Lacy, ¿qué pasa con los insultos? No fue hace mucho tiempo cuando
estábamos sentadas en la misma mesa de la cafetería.

—Lacy, vamos. Quiero helado —se quejó Charlotte.

Lacy se volvió hacia ella bruscamente.

—Oh, simplemente vayan adentro, ¿de acuerdo?

Ellas siguieron sus instrucciones obedientemente y nos dejaron solas. Se


volteó hacia mí, pero no dijo nada.

—¿Sí? —pregunté finalmente.

—¿Por qué estás saliendo con el Padre Peter? —dijo.

¿Por qué le importaba?

—Lacy, ¿cuál es tu problema? Creí que pensabas que todas las cosas
sobre el Pastor Warren también eran estúpidas.

230
—¿Cuándo dije eso?

¿Cuándo había dicho eso? Se me había olvidado que lo había dicho, justo
hasta ese momento. Ahora que lo recordaba…

—La fiesta en la piscina.

—Dios, ¿cómo es que recuerdas eso?

Buena pregunta.

—Me pareció extraño en ese momento. —Tuve una idea repentina y


realmente loca.

Lacy me miró y luego sacudió la cabeza.

—Lo que sea. ¿Qué importa lo que piense? Sigues siendo un bicho raro.

—Es cierto.

Y a ti no te gusta el Pastor Warren.

—Ni siquiera sé por qué te estoy hablando. —Se giró para seguir a sus
amigas en la tienda.

—Lacy, ¿alguna vez has ido a cazar?

Se detuvo y se dio la vuelta, dándome una mirada de indignación total.

—¿Qué tiene que ver eso con esto?

—¿Lo has hecho?

Ella soltó un exagerado suspiro y puso los ojos en blanco.

—Claro, un montón. Con mi papá.

Este era un riesgo enorme, y realmente no sabía si podía confiar en ella.


¿Entones, por qué mi instinto estaba tan seguro? Pero estaba segura. Yo lo
sabía. Simplemente lo sabía…

—Hay algo de lo que me gustaría hablar contigo.

Ambas cejas se dispararon hacia la parte superior de su frente.

231
—¿Qué es?

—Tenemos que hablar en privado. Es algo así como un gran asunto.

—Claro, Riley, seguro que lo es. —Ella negó con la cabeza hacia mí como si
eso fuese algo que le dijera todo el tiempo.

—Lacy, confía en mí. Esto es algo que te va sorprender totalmente.

—Ponme a prueba. —Ella no me creyó ni por un segundo. Pero obviamente


seguía teniendo curiosidad.

—Está bien, siéntate.

Se acercó al banco y se sentó con la mayor renuencia que pudo


demostrarle a los transeúntes. Incluso se aseguró de sentarse lo más lejos
de mí que pudo, casi cayéndose del extremo más alejado. Tuve que
deslizarme hacia ella para que pudiéramos hablar sin ser escuchadas por
casualidad. Eché un vistazo al interior y vi a sus compañeras porristas
todavía decidiéndose por un sabor, saboreando la muestra de un cono de
helado para comprobar si valía la pena. Todavía había tiempo.

Así que la “puse a prueba”. Le dije lo básico, acerca de mi teoría (sin


explicarle por qué la tenía, ya que quizás eso podría poner en peligro a
Gabe), y acerca de mi plan. Era mucho pedir que me creyera sin ninguna
prueba. Y no me sorprendió cuando se rio en mi cara.

—Oh, Dios mío, Riley, eres tan rara.

—En realidad no.

Se recostó en el banco como si repentinamente estuviese absolutamente


cómoda conmigo.

—¿Por qué estás diciéndome esto?

—Porque hoy en día no hay nadie en quien confiar. Todos están asustados
del Pastor Warren. Demonios, es porque todo el mundo le cree al Pastor
Warren. Y alguien diciendo que no lo hace… eso es inusual.

—Eso fue hace mucho tiempo.

232
Lo fue. Pero mi estúpido instinto me decía que hoy día todavía era cierto.
Tenía que serlo. De lo contrario sólo acababa de comprometer todo el
asunto.

—Lo sé.

Se puso de pie como si hubiese recibido un disparo. Me sorprendió hasta


que me di cuenta de que las chicas estaban de camino a salir de la tienda.

—Lo pensaré —dijo ella en voz baja.

¿Lo harás?

—Está bien. Te haré saber cuándo y dónde —respondí rápidamente.

Me dio una breve inclinación de cabeza y luego se dirigió a la puerta de la


tienda justo a tiempo cuando las otras chicas la abrían y salían.

—Lacy, ¿dónde has estado? —preguntó Charlotte.

—Riley quiere unirse al equipo el próximo año —dijo sin pensarlo un


momento.

—No, ¿en serio? —Charlotte se volteó hacia mí y sonrió—. ¡Dios, eso es tan
tierno!

—Tenía que ser amable, pero ella no entendía por qué no podía dejarla
participar.

Las chicas se rieron tontamente y todas me miraron con lástima en sus


ojos. Luego se dieron la vuelta casi al perfecto unísono y siguieron a su
líder a la tienda para que ella pudiera hacer su elección. Lacy ni siquiera
miró en mi dirección mientras se iba.

Suspiré. Bueno, al menos era una buena mentirosa. Y también era algo
bueno que hubiese sentido que tenía que mentir al respecto. Ambas eran
señales positivas. Era evidente que estaba interesada en ayudar.

Sólo tenía que esperar que preguntarle hubiese sido la idea correcta en
primer lugar.

233
Treinta y dos
Traducido por Jane

Corregido por La BoHeMiK

E l primer día de entrenamiento fue desesperante. Había recogido al


Padre Peter en la ciudad, y cuando llegamos, Gabe ya estaba en su
casa hablando con los hermanos Alexander. Los trillizos, se veían más o
menos iguales que cuando habían estado conmigo en la escuela, altos,
delgados y con el cabello súper corto. Habían estado dos grados delante de
mí. No tenía idea de que estaban relacionados con Etta Mae. No sabía
mucho acerca de ellos. Siempre habían sido reservados. Recuerdo cuando
el entrenador había tratado de conseguir que practicaran fútbol. Pero a
ninguno de ellos le interesaba, y las cosas se habían puesto muy feas
cuando el entrenador dio a entender que si no jugaban fútbol entonces
probablemente nunca llegarían a la universidad. Bueno, el entrenador se
equivocó. Ahora todos asistían a la Universidad de Nueva Orleans con
becas académicas, no deportes. Los tres. Eso era genial. De hecho,
siempre pensé en ellos como genios y me había sorprendido un poco
cuando Gabe dijo que estaban interesados en la cacería.

—¿Eres Riley? —preguntó Curtis sacudiendo mi mano.

—Sí. Ustedes no me recuerdan, pero yo sí los recuerdo.

—Por supuesto que sí. Fuimos noticia de primera plana.

—¿Cómo va la escuela? —pregunté.

—Increíble. Acabo de terminar los exámenes finales.

—Genial.

—Soy Curtis. Estos son John y Daniel —dijo, a pesar de que lo recordaba.
Bueno, está bien, eran idénticos, por lo que era útil que dijeran quién era
quién.

234
—Hola —dije.

Y al unísono respondieron:

—Hola.

—Gracias, chicos, por su ayuda —dije mientras sacaba de su estuche la


escopeta de mi madre desde el interior del camión y los seguía por la parte
trasera de la casa de Gabe hacia el patio y luego al pantano.

—Bueno, hemos estado queriendo hacer algo con todo esto por un largo
tiempo —dijo Daniel.

—¿De todos modos, cómo se te ocurrió este plan? —preguntó John.

—Una vez que todo el mundo esté aquí, lo explicaremos todo. Es… una
larga historia.

—Estoy bien con eso —dijo John.

Nos unimos a Gabe en el porche de atrás. Había hecho algo de buen


trabajo sobre él y ahora había un marco. Todavía no había ningún tablón,
pero podríamos sentarnos y apoyarnos en los soportes.

Gabe estaba sentado en el otro extremo del marco con la mirada fija en el
pantano, una pierna colgando y un pie sobre una viga transversal. Vestía
una camiseta sin mangas, vaqueros y se veía muy cómodo. Lo envidiaba
mucho. Estaba aterrorizaba de todo esto a pesar de que fue idea mía. Tal
vez, en realidad, porque fue mi idea. Pero allí estaba, viéndose tan calmado
como siempre, como si este fuera un día cualquiera.

—Oye —dije, acercándome. Dejé a los hermanos charlar con el Padre Peter
que se encontraba en la orilla del agua.

Se giró y me miró como si estuviera sorprendido de verme.

—Hola, cariño.

—¿En qué pensabas?

—En nada. —Gabe saltó fuera del marco—. ¿Están todos?

—Esperamos a Lacy y al Salvaje Frank.

235
—Un ejército muy interesante.

—Si por interesante quieres decir ridículo, entonces sí.

—Los hermanos trajeron un rifle cada uno, y tú tienes tu escopeta —dijo


asintiendo hacia mí. Me pregunté si estaba pensando en aquel momento
cuando le dispararé en la cara con ella.

—Sí, fue difícil sacarla de casa —le dije—. El Padre Peter también tiene un
rifle, y estoy segura de que el Salvaje Frank traerá un montón de opciones.

—Y Lacy…

—Si es que acaso Lacy viene, me sorprendería. Pero no sé si será capaz de


traer algo.

—Estamos bastante bien surtidos si no lo hace. —Gabe metió las manos


en sus bolsillos y me miró. Él no dijo nada, y eso me hizo sentir un poco
incómoda.

—Así que… —le dije.

—Sí.

Bajé la voz.

—Vamos a tener que decirles todo.

—Lo sé.

—¿Estás listo para ello?

—Tengo que estarlo.

Hubo un chirrido de neumáticos en la carretera y nos giramos para ver


una nube de polvo levantarse detrás de la casa.

—Creo que el Salvaje Frank está aquí… —dije.

Efectivamente.

—¿Dónde está ese ejército? ¡Estoy listo para patear algunos traseros de
ángeles!

236
El Salvaje Frank dobló en la esquina, con su largo cabello grasiento metido
desordenadamente en una gorra de camuflaje. Llevaba un chaleco de
pesca, del tipo con cientos de bolsas en las que ponías equipo y señuelos,
pero tenía los bolsillos llenos de otras cosas. Creo que él pensaba que se
vestía para un comando del ejército o algo así. Por supuesto que no llevaba
una camisa debajo del chaleco de pesca.

—Frank —dijo el Padre Peter acercándosele. Creo que el padre se sentía


responsable. Él fue, después de todo, su sugerencia.

—¡Padre! —dijo el Salvaje Frank tomando su mano, tirando de él en un


varonil abrazo y dándole tres fuertes palmadas en la espalda al Padre
Peter.

—Me alegra que puedas ayudarnos —respondió el Padre Peter, haciendo


una mueca de dolor.

—¿Crees que va a ser capaz de mantener la boca cerrada? —pregunté a


Gabe en un susurro.

—No creo que importe si no lo hace. Nadie tomaría a ese tipo en serio.

—¡Ahora eso es lo que me gusta ver! —gritó el Salvaje Frank—. Una sexy
rubia con una escopeta.

Debía referirse a mí. Era la única rubia a la vista. Así que levanté una
mano y la agité un poco a regañadientes. Él devolvió la sonrisa, y luego
levantó la mano.

—¡Vuelvo en un segundo!

—Oh, Dios, esto es una terrible idea —dije, girándome hacia Gabe.

Él se echó a reír.

—Va a estar bien.

—¡Observen! —gritó el Salvaje Frank regresando.

Gabe miró por encima del hombro.

—O tal vez no.

237
El Salvaje Frank blandía dos escopetas de cañón corto, sosteniendo una
en cada mano. En su cadera se encontraba su arma habitual.

—¡Estoy listo! Sólo dime dónde apuntar.

—Eso es… genial… Frank… —le dije cuando se acercaba—. Pero primero
tenemos que hablar sobre el plan y todo lo demás. Y esperar a Lacy Green.

—Mierda, ¿me estás tomando el pelo? ¿Dos sexys rubias con escopetas?
Gracias Dios. —Miró al Padre Peter—. Sin ánimo de ofender, Padre.

El Padre Peter se limitó a sacudir la cabeza.

Increíblemente, la otra sexy rubia apareció quince minutos más tarde. Ella
estaba como siempre, vestida con su traje de porrista, que era, por
supuesto, profundamente práctico, pero supuse que no tanto como llevar
un chaleco de pesca sin camisa. Hizo un gran espectáculo al salir de su
auto suspirando con fuerza y observando el paisaje con un movimiento de
cabeza, enfatizando el hecho de que nos hacía un gran favor.

—Lindo —dijo de una manera que implicaba todo lo contrario. Se unió a


nuestro grupo y nos dio una mirada—. ¿En serio?

En serio.

—Hola, Lacy. Me alegro de que hayas venido —le dije tan cálidamente
como pude.

—¿Este es su ejército?

—Así es. —Fingiendo que se trataba de una pregunta sincera, pasé a las
presentaciones—. Probablemente recuerdas a los hermanos Alexander. —
Ella los miró sin comprender—. Y, por supuesto, conoces al Padre Peter y
Gabe… —El Salvaje Frank se aclaró la garganta ruidosamente, y suspiré—
, y a Frank Tinsley.

—No puedes estar hablando en serio. —Ella cruzó los brazos sobre su
pecho y me miró.

—Menos es más —le dije sin poder creerlo—. No podemos tener


demasiadas personas, de lo contrario, estaríamos atrayendo demasiadas
sospechas.

238
—Oh, vamos, Riley. No tiene nada que ver con eso. Esto fue todo lo que
pudiste encontrar.

—Bien, sí, tal vez tienes razón. Pero sigo pensando que podemos hacer
esto —le dije, mi voz era cada vez más aguda. Sentí una mano sobre mi
hombro, y sabía que era Gabe tratando de calmarme.

—Lacy, no tienes que ayudar —dijo Gabe—. Pero déjanos contar la historia
y entonces puedes tomar una decisión.

Al parecer Gabe la calmó un poco, y ella se encogió de hombros, supongo


que estaba de acuerdo. Nuestro pequeño equipo se reunió alrededor del
muelle, el que Gabe había reforzado y el cual no parecía derrumbarse bajo
nuestro el peso.

Luego llegó el momento de contar la historia, o al menos la historia como


Gabe la conocía. Dije lo mismo, que Gabe había sido esclavo y así
sucesivamente. Se sentía demasiado privado. Y no era necesario para
convencerlos de mi plan. Me alegré de que el Padre Peter conociera la
historia y de tener a Gabe para ayudarme. Él era increíble en hacer que
cualquier cosa se viera creíble y en aliviar las reacciones de la gente. Lo
que era realmente útil cuando expliqué todo. Por supuesto que ayudó a
que fuéramos un pueblo que había estado lidiando con estos ángeles desde
hace seis años. Hacía todo fantásticamente posible: ¿Gabe era de los años
cincuenta? Pues bien, con la ayuda de los viejos anuarios, con sólo la
forma en que Gabe era y hablaba todos los días… Seguro, ¿por qué no?
¿Solía ser un ángel y ahora sólo es un hombre? Tiene sentido. ¿Nuestros
ángeles no son realmente ángeles después de todo? ¡Lo sabía! Nos gustaría
utilizar estos “ángeles” como prácticas de tiro…

—¡Claro que sí! —Bueno… al menos teníamos al Salvaje Frank de nuestra


parte.

Por supuesto que realmente no era algo tan simple. Se notaba que todos
estaban un poco abrumados con lo que les contábamos, pero se
recuperaron rápidamente de la gran conmoción. Considerando todas las
cosas.

—¿Realmente crees que si les disparamos directamente, podemos


salvarlos? —preguntó Curtis tras el largo silencio que siguió a la historia.

239
—Sí —le contesté—. Es lo que sucedió con Gabe al menos, matarlos les da
la libertad de ser humanos otra vez o algo así. Creo que debe haber algo
especial en la hora y día que vienen. Tal vez sólo tienen una breve ventana
de oportunidad para entrar en nuestro mundo, es por eso que no se
presentan con más frecuencia. Así que si aparecen estos ángeles, entonces
los matamos, y puesto que ya están muertos o lo que sea, no tienen más
poder o magia. Luego, cuando se cierre la ventana, se convierten de nuevo
en seres humanos. Quiero decir, eso parece ser lo que le pasó a Gabe.

—¿Qué quieres decir con ventana? —preguntó John.

—No lo sé, es como una grieta entre nuestro mundo y el de ellos…

Todo el mundo se sentó y pensó en ello en silencio durante un rato.

—Podría estar equivocada… —seguí hablando cuando nadie dijo nada.

—Tiene sentido —dijo Gabe finalmente—. Tiene demasiado sentido.

—Maldito buen sentido —dijo el Salvaje Frank con entusiasmo.

—¿Cómo vamos a dispararle a estos ángeles exactamente? —preguntó


Lacy. Era una pregunta molesta, sólo porque probablemente ese era
nuestro mayor reto.

—Entrenamos —respondió Gabe.

—Tenemos casi cuatro meses. Eso nos da un montón de tiempo —añadí.

—Quizá deberíamos averiguar en qué nivel está cada uno —dijo John—,
antes de crear un plan.

—Buena idea —le dije. Me gustó cómo todo el mundo parecía muy
dispuesto a ponerse en marcha.

Incluso Lacy parecía estar interesada, haciendo preguntas en un tono


sarcástico que sabías que en realidad estaba siendo sincera:

—Así que, ¿entonces, cómo vamos a hacer eso?

—Supongo que elegimos un objetivo y le dispararemos —dijo el Padre


Peter.

240
Fue una sugerencia práctica. Gabe se acercó al lugar donde había estado
sentado en el porche y abrió una bolsa de plástico. Sacó una pila de platos
de papel.

—Podríamos colgarlos a un árbol, así probaremos puntería y precisión —


dijo—. Vamos a usar los rifles para eso.

Todos estuvimos de acuerdo. Entonces él y Curtis se pusieron a buscar un


buen árbol entre la maleza, dejando un poco de distancia y fijaron el plato.

Mientras ellos hacían todo esto, Lacy se acercó a mí. Cada vez que me
prestaba atención, automáticamente me sentía nerviosa. Y la defensiva.

—No puedo disparar —dijo en voz baja.

—¿Qué?

—No puedo disparar.

—¿Pensé que habías dicho que ibas de cacería con tu papá? —Girándome
para observarla, me sorprendí al ver una mirada de profunda
preocupación en sus ojos.

—He estado con él. Dos veces. Nunca se me permitió tocar el arma. No es
algo que una mujer debería de hacer.

—¿Por qué…?

—Mentí, ¿de acuerdo? Mentí. Yo… no sé, cuando preguntaste, no sé por


qué lo hacías. Luego, cuando me dijiste, yo… quería ayudar. —Ella parecía
muy avergonzada de admitir esa última parte.

Suspiré.

—Lacy. Sólo he disparado un arma de fuego media docena de veces. No


estoy segura de sí Gabe lo ha hecho. Es por eso que estamos tomándonos
todo este tiempo. Mira, eres la jefa de animadoras, tienes una coordinación
increíble, y eres realmente disciplinada. Vas a estar bien. —Lacy asintió,
pero noté que se sentía insegura—. Está bien —le dije—, iré primero, y
puedes ver que en realidad no tengo tanta experiencia, ¿de acuerdo?

241
Lacy finalmente hizo contacto visual conmigo otra vez y me dio la sonrisa
más pequeña del mundo. Luego se giró y se marchó para unirse a los otros
dos hermanos Alexander, que parecían muy felices de verla.

—Está bien, todos estamos listos —dijo Curtis, mientras él y Gabe


volvían—. ¿Quién irá primero?

Hubo una repentina fuerte explosión del cañón de un arma de fuego, y


todo el mundo se agachó para cubrirse.

—¡Frank! —gritó Daniel.

—¡Maldita sea, fallé! —dijo el Salvaje Frank apuntando la escopeta de


nuevo.

—¡Alto! —dijo John corriendo hacia él y apartando hacia un lado el arma


de fuego—. Por supuesto que fallaste, disparando esta cosa.

—Simplemente no puedes disparar de esa forma —agregó Daniel con su


mano sobre la cabeza—. Tenemos que turnarnos.

El Salvaje Frank miró a John por un momento, luego asintió y bajó su


arma.

—Bueno… —dijo Gabe—, ¿quién irá de segundo?

Miré a Lacy.

—Yo —dije levantándome. Me acerqué a donde Gabe y Curtis esperaban,


este último me entregó su rifle.

—La cargué para ti —dijo.

—Gracias —le contesté tomándola—. Entonces, ¿qué debo hacer? —


pregunté.

—Quita el seguro —dijo Curtis mostrándome.

—Entonces apunta y dispara —dijo Gabe.

—Apuntar y disparar. —Levanté el rifle como Chris me había mostrado. Se


sentía diferente de una escopeta. Sin duda era muy útil tener un objetivo.

242
Miré directamente hacia el plato blanco clavado en el árbol a unos quince
metros de distancia y a través de la espesa maleza entró en foco.

Pensé en Chris, de pie detrás de mí, tranquilamente mostrándome qué


hacer. Me recordó por qué hacía esto en el primer lugar.

Apunté.

Disparé.

Tirar el gatillo del rifle se sentía diferente. Y el sonido aún me impactaba.


Pero sabía que realmente ya estaba acostumbrada a disparar cuando el
retroceso del impacto no llegó a mí esta vez.

—¡Creo que ella lo golpeó! —dijo Daniel, mientras bajaba el rifle.

Me eché a reír.

—Gracias por el apoyo. Sin embargo, no tienes que decir eso.

—No, creo que sí —respondió.

Negué con la cabeza. Me alegré de que Gabe hubiera pedido ayuda a los
hermanos Alexander. Eran muy dulces.

El Salvaje Frank salió y atravesó el césped hacia el plato para


comprobarlo, corriendo como si su vida dependiera de ello. Todos lo vimos.
Era bastante entretenido cuando él no sostenía un arma cargada.

Llegó con el plato y se detuvo por un momento. Entonces:

—¡Mierda!

—¿Todo bien, Frank? —gritó el Padre Peter.

—¡Ella acaba de golpear la maldita cosa en el centro, es todo! —volvió a


gritar.

Eh…

—¿Así que no sabes lo que estás haciendo? —preguntó Lacy con una
mirada.

243
—No, realmente no lo sé. Es suerte de principiante, lo juro —respondí con
un poco de pánico.

—Por supuesto. —Lacy dio la vuelta y comenzó a alejarse.

—Mira, déjame hacerlo de nuevo —le dije y ella se detuvo. Me giré hacia
Gabe—. Déjame hacerlo de nuevo.

—Claro —dijo—. Frank, sal del camino, lo hará de nuevo.

—¡Sí, señor! —El Salvaje Frank se alejó corriendo.

Nuevamente levanté el arma y miré a través de la mira telescópica. Me


debatí en fallar deliberadamente el blanco, pero pensé que de todos modos
no era probable que pudiera golpearla dos veces seguidas.

Apunté.

Disparé.

El Salvaje Frank corrió hacia la meta en esa misma forma frenética. Y


miró.

—Maldita sea —gritó—. ¡Falló!

Miré a Lacy y me encogí de hombros.

—¿Ves? —Ella rodó los ojos.

—¡Esperen! —Todos nos volvimos a mirar hacia el Salvaje Frank—.


¡Maldición! ¡Demonios!

—¿Qué es? —preguntó Curtis.

—Ella no falló del todo. ¡Maldición! ¡La chica golpeó el mismo lugar!

—No es posible —dije—. Eso no es posible, Frank —le grité a él.

El Salvaje Frank arrancó el plato del árbol y salió corriendo hacia nosotros,
con el pelo volando detrás de él.

—Mira —dijo jadeando cuando por fin llegó.

Miré, había un agujero en el medio, pero realmente no se veía como si lo


hubiera golpeado de nuevo.

244
—Mierda —dijo Curtis y él me miró con asombro.

—¿Qué están viendo? —pregunté. Todo el mundo se había reunido


alrededor de él ahora, incluso el Padre Peter.

—El agujero —dijo Gabe—, mira de cerca. No es un círculo perfecto.

—Eso no quiere decir nada… —dije.

—Son definitivamente dos tiros —dijo el Padre Peter, y por alguna razón,
porque él lo dijo, por fin les creí.

—Bueno… —le dije—, fue sólo suerte.

—No lo creo —dijo Daniel.

—Vamos —dijo Lacy—. Por supuesto que fue suerte. No es un prodigio con
la pistola ni nada parecido. —A pesar de que sabía que ella decía eso para
herirme, realmente agradecía su apoyo.

—Exactamente —dije.

—Sólo hay una manera de verlo —dijo Curtis—. Vamos a ponerlo de


nuevo, en otro árbol, tal vez a otros tres metros. —Gabe asintió y Curtis se
fue.

—Esto es estúpido —dije, sintiéndome muy incómoda ahora, por la forma


en que todo el mundo me miraba.

—¡Esto es increíble! —dijo el Salvaje Frank y envolvió un brazo alrededor


de mi hombro—. ¡Nuestra propia Jane Calamidad7!

Bueno, en todo caso, estaba en lo correcto en la parte de calamidad.

—Bien, todo listo —gritó Curtis desde el interior del césped. Corrió hacia
un lado y a una distancia muy apartada. No lo culpaba, y levanté el arma
de nuevo.

El plato parecía pequeño, y tuve que entrecerrar los ojos un poco para
enfocar.

7Jane Calamidad: Fue una defensora fronteriza y exploradora profesional


estadounidense, famosa por su afirmación de ser amiga íntima de Wild Bill Hickok, pero
también por haber luchado contra los amerindios.

245
Solo apuntar y disparar.

Apunté.

Disparé.

Curtis corrió a revisar el objetivo. Él soltó un lejano aullido.

Maldita sea.

—¡Ella lo hizo de nuevo! —dijo Daniel interpretando el grito de su


hermano.

—No, no lo hice —dije.

Le tomó un momento, pero Curtis regresó con el plato para mostrárnoslo.


Esta vez no había duda de que la tercera bala había pasado casi por el
mismo lugar que los dos primeros. El agujero parecía un ocho aplastado.

—Esto es increíble —dijo el Padre Peter.

—¡Claro que sí! —dijo John.

—¡No lo es!

No estaba segura de por qué insistía con tanta fuerza en que no era nada
especial. Probablemente porque sabía que lo era y eso me asustaba. ¿Qué
significaba que fuera tan buena en esto, y sin ninguna práctica ni nada?
Esperaba que fuera tan simple como tener buena vista y una mano firme.

Afortunadamente, después del tercer tiro todos estuvieron de acuerdo en


que era hora de seguir adelante. Curtis tomó un nuevo plato, lo ató al
árbol original y Gabe se levantó para disparar. Se las arregló para golpear
en la esquina superior derecha al segundo intento, parecía muy orgulloso
de eso, sonriéndome ampliamente.

—¡Así se hace! —dije esperando sonar sincera, considerando mi


deslumbrante virtud recién descubierta.

—Gracias.

Volvió a cargar el rifle y se lo pasó al Padre Peter, quien falló los dos
primeros intentos, pero dio en el tercero. Los hermanos Alexander

246
utilizaron sus propios rifles y eran muy buenos, los tres golpearon el plato
al primer intento y todos bastante cerca del centro.

Luego fue el turno de Lacy, nunca la había visto tan vulnerable. Ella ni
siquiera sabía cómo sostener el rifle, por lo que Curtis estuvo detrás de ella
y le mostró. La rápida sonrisa que les ofreció a sus hermanos me hizo
pensar que no le importaba mucho ayudarla. Sin embargo, incluso con su
ayuda, no golpeó el objetivo. Curtis volvió a cargar rápidamente el rifle
para que ella lo intentara de nuevo, pero después de un par de intentos se
frustró tanto que sólo empujó el arma hacia él y salió enfurecida, hacia el
muelle.

—Yo lo haré —dijo Curtis dándole la pistola a John, y después siguiendo a


Lacy.

—Mi turno —anunció el Salvaje Frank y en un solo movimiento sacó su


revólver, disparando hacia el césped—. ¡Maldita sea, fallé! —Apuntó y
disparó de nuevo. Esta vez golpeó el clavo que sostenía al plato en su
lugar, y el plato salió volando el árbol—. ¡Ja! ¡Eso sí que es disparar! —Me
dio un gran guiño.

—Bueno, creo que ahora tenemos un sentido acerca de los niveles de


habilidad —dijo el Padre Peter—. Creo que estamos en una posición
bastante buena. Aparte de… —Él bajo la mirada hacia el muelle donde
Curtis estaba sentado con Lacy.

—Denle una oportunidad —le dije rápidamente—. Es muy disciplinada, ha


trabajado muy duro para ganar el certamen el próximo mes, le va bien en
la escuela y es la jefa de animadoras. Si pone su mente a ello, lo hará.

—Siempre y cuando ponga su mente en ello —dijo Gabe.

—Mira, vamos a olvidarnos de ella en este momento. Debemos hacer un


plan, un cronograma. Sé que ya terminaron la universidad —le dije a los
restantes hermanos Alexander—, el Padre Peter y Frank no tienen que
preocuparse por la escuela. Pero el resto de nosotros todavía tiene que ir.

—¿De verdad? —preguntó Gabe.

247
—Sí, así es —respondí mirándolo seriamente. Suspiró—. Estás a dos
meses de graduarte con un diploma de secundaria. Ni siquiera pienses en
ello, Gabe.

—Está bien, está bien.

—Así que tenemos que armar un plan para cuando finalice la escuela,
cuando tendremos más tiempo.

—Bien. ¿Qué tal si lo hacemos mientras comemos algo? —sugirió Gabe.

—Oh… sí, está bien… —Miré a todos—. ¿Alguien trajo algo?

Hubo algunas sacudidas de cabeza, pero Gabe levantó las manos.

—Está bien, está bien. Etta Mae dijo que tendría algo preparado para
nosotros en todo momento.

248
Treinta y tres
Traducido por Areli97

Corregido por Mari NC

C aminamos hacia casa de Etta Mae, todo el mundo hablando como


una tormenta. Parecía que todos estaban bastante emocionados
acerca de nuestros planes, y estaba encantada de que parecía que se
estaban llevando bien. Incluso el Salvaje Frank tenía una cualidad
adorable cuando no estaba disparando armas sin aviso.

Solamente Lacy parecía triste todavía, mientras ella y Curtis cerraban la


marcha de nuestro grupo. Deseé que hubiera algo que pudiera decir para
hacerla sentir mejor.

Los mismos niños estaban jugando en el patio de Etta Mae, la misma niña
con el vestido amarillo me sonrió brillantemente. El Sr. Clayton estaba
sentado en su silla ignorándonos mientras Etta Mae nos daba la
bienvenida a su hogar. Inclusive aunque había estado en su casa media
docena de veces para entonces, estaba siempre impactada de cuán
congelada en el tiempo se veía. Nada cambiaba nunca.

—¡Tía Mae! —llamó John y se apresuró hacia sus brazos abiertos.

—¡Ahí están mis chicos fornidos! ¡Todos más inteligentes y más altos ya
veo! —dijo Etta Mae apretando a John firmemente.

—No más altos, Tía Mae —dijo Daniel—. No estoy seguro que más
inteligente tampoco.

—Puedo decir por sólo sostenerlos a todos ustedes, que son malditamente
un poco más listos. —Jaló a Daniel en un abrazo también.

—Si tú lo dices —dijo John con una risa.

249
—Nunca pensé que viviría para ver el día cuando uno de mi familia fuera a
la universidad. Nunca siquiera me atrevía a tener la esperanza de que
serían los tres al mismo tiempo. ¿Dónde está mi Curtis?

—Aquí, tía Mae —dijo, subiendo las escaleras sosteniendo la mano de


Lacy—. Tía Mae, esta es Lacy Green.

—Hola —dijo Lacy en voz baja. Nunca la había visto ser tímida antes.

—Es un placer conocerte —dijo Etta Mae con una sonrisa suave—. Eres
simplemente la cosa más linda.

—Gracias —contestó Lacy, con los ojos hacia abajo.

—Frank Tinsley y el Padre Peter —dije, presentándolos a los últimos dos.

—Los conozco a ambos —dijo Mae sacudiendo cada una de sus manos—.
Padre Peter, le diré una cosa, con todo como es, es un buen hombre y eso
es suficiente.

—Uh, gracias —respondió el Padre Peter.

—Este es el Sr. Clayton —dijo Etta Mae, haciendo un rápido gesto de


presentación. Como de costumbre, el Sr. Clayton no nos prestó atención a
ninguno de nosotros—. ¡Y ahora vengan adentro! ¡Deben estar famélicos!

Todos pasamos a través de la pequeña puerta principal. Fui la última, y


mientras lo hacía, vi al Sr. Clayton mirándome, y luego apartó la mirada
de nuevo. Siempre parecía prestarme atención especial siempre que
visitaba, lo cual no era decir mucho. Era poco más que un vistazo, pero
siempre me dejaba sintiéndome inquieta.

El almuerzo, como siempre, fue fantástico, como el almuerzo siempre lo


era con Etta Mae, y la conversación fue alegre y llena de risa. Incluso Lacy
se abrió y parecía más feliz, y era bastante claro que Curtis estaba
realmente interesado en ella. Una vez que terminamos de comer, fue
momento de coordinar horarios. Por ahora parecía que los fines de semana
eran los mejores. Lacy tenía práctica de animadoras después de la escuela
tres noches a la semana y estaba trabajando con un entrenador para el
concurso de belleza las otras dos noches. El fin de semana estaría bien por
ahora de cualquier modo, dándonos a mí y a Gabe la oportunidad de hacer
nuestro trabajo de escuela, y a los hermanos Alexander tiempo para

250
encontrar trabajos de verano. Una vez que la escuela hubiera terminado
nos podríamos encontrar más regularmente, por supuesto, y trabajar
alrededor de cualquier horario de trabajo que los hermanos Alexander
quizás tuvieran en ese punto.

Con los tiempos planeados, entonces resolvimos nuestro plan de


entrenamiento. Centrándonos primero en la puntería, y todos acordaron
que yo ayudaría en eso. Se pusieron de acuerdo sobre ello antes de que
pudiera decir nada. Como yo no tenía idea de cómo me las arreglé para
darle al blanco tan bien no estaba exactamente segura de cómo podría
entonces mostrarle a cualquier otro cómo hacerlo. Aun así dije que sí.
¿Qué otra cosa se suponía que hiciera? Una vez que perfeccionáramos eso,
entonces aprenderíamos cómo disparar a algo en vuelo.

Lacy probó ser muy útil entonces, diciendo que había visto a su padre en
el club en New Adamstead hacer algo de tiro al plato.

—Probablemente podría ver si puedo tomar prestado uno de los tiradores,


pero cómo lo traeríamos aquí no lo sé.

—Tenemos una camioneta —dijo Curtis instantáneamente. Lacy sonrió y


asintió—. Está bien si me aparezco en el club, sin embargo, ¿cierto?

Lacy mordió su labio inferior.

—Sí. Bueno… sí.

—¿No está oficialmente fuera de los límites, verdad? —preguntó Daniel.

—No oficialmente —contestó Lacy, su rostro volviéndose rojo.

—Eso es suficientemente bueno para nosotros. Demonios, hubiera estado


suficientemente bien incluso si lo estuviera —dijo John, y estuvo
arreglado.

Tan lejos como podía ver, teníamos un plan bastante bueno. Estaba
sorprendida en realidad. Había parecido más temprano como si hubiera
sido casi imposible, pero todo parecía estar juntándose perfectamente.
Incluso el Salvaje Frank no era tan salvaje. Una vez que lo conocías.

251
—Creo que esto realmente podría funcionar —le dije a Gabe más tarde esa
noche de vuelta en casa en el postre, mientras mamá estaba lavando los
platos en la cocina.

—Lo sé —respondió sacudiendo la cabeza—. Aun un grupo demente.


Fantástico acerca de Curtis y Lacy, sin embargo.

—Sí, creo que hay algo sucediendo ahí.

—Sí.

—¿Está mal que esté como encontrando todo esto divertido? —le pregunté
a Gabe inclinándome hacia él para que mamá no escuchara.

—Para nada.

—Simplemente, es una cosa bastante seria, lo que estamos tratando de


hacer…

—Riley —dijo Gabe inclinándose también—, no es acerca de sentir la cosa


correcta o la equivocada. Te sientes como te sientes. Todo esto quizás lleve
a algo serio, pero si te diviertes en el camino, no está mal o nada. Es como
con Chris. O mi ma. Algunas veces los extrañas y duele, algunas veces los
extrañas y recuerdas las cosas buenas. Algunas veces no los extrañas para
nada. Te sientes como te sientes en el momento. Pero nunca olvidas.

—Cantas para recordar —dije automáticamente.

—No lo necesitas. Cuando está profundamente en tu interior, está a salvo.


Cantas, porque recuerdas.

Sonreí.

—Eso es algo profundo, Gabe.

—Oh, soy todo tipo de profundo.

Nos reímos. Porque así era cómo nos sentíamos en el momento.

252
Treinta y cuatro
Traducido por Helen1

Corregido por Mari NC

L os siguientes dos meses fueron locos. Primero fue el entrenamiento.


Eso habría sido suficiente, muchas gracias, sin todo lo demás. Resultó
que en realidad yo era una buena profesora con la cosa de la puntería.
Supongo que a mí me parecía obvio. Mantener ambos ojos abiertos,
apuntar y disparar. Se trata de dejar de pensar. Había que dejar de
mirarse a sí mismo desde el exterior y simplemente estar en el momento.
No me había dado cuenta de cómo la mayoría de ellos tenían problemas
para simplemente centrarse en el objetivo delante de ellos. Supongo que
debería haberme dado cuenta de eso, teniendo en cuenta lo mucho que
estaba pasando en mi mente usualmente. Pero por alguna razón, con esto,
yo podía estar vacía y presente. Explicar y enseñarle eso a todo el mundo
era difícil, pero era un buen desafío.

Al principio había dejado a Curtis mostrarle a Lacy qué hacer, pero


después de un tiempo me pareció como si fuera más una distracción que
una ayuda, por lo que terminé tomando el control. Ella no parecía tan
entusiasta acerca de esa idea, pero luego, cuando golpeó el primer
objetivo, gracias a mi instrucción, superó su resentimiento bastante
rápido. Después de eso, como yo había predicho, Lacy fue una estudiante
rápida. Había puesto su mente en que ella iba a ser tan buena como el
resto de nosotros, y su curva de aprendizaje era muy empinada. Terminé
trabajando con ella más que con cualquier otro. Ella fue tan insistente en
que practicáramos tan a menudo como fuera posible. Y cuando golpeó tres
objetivos en una fila, ella realmente me había abrazado. Nos separamos y
como que simplemente nos miramos la una a la otra después de que había
ocurrido.

—¿Sabes qué, Lacy? —dije finalmente.

253
—¿Qué?

—¿Qué tal si mientras estamos haciendo todo esto, sólo superamos


nuestras opiniones la una de la otra y decidimos que nos caemos bien?

Lacy lo pensó por un minuto.

—Bueno, siempre he pensado que estás bien, Riley. Recuerda que te invité
a comer con nosotros en la cafetería. Es a ti a quien no te gusto.

—¿De qué estás hablando? Fuiste tú la de todos los pequeños comentarios


sarcásticos sobre mi ropa y esas cosas, no diciéndome acerca de la fiesta
en la piscina, y haciéndome usar uno de tus trajes de baño que eran
demasiado pequeños para mí.

—Sí, pero eso no quiere decir que no me gustas, sólo que... bueno, sentí
que pensabas que eras mejor que yo, así que tenía que bajarte los humos.
Ya sabes.

—¿En serio?

—Y tú eres la que dejó de comer con nosotros. Eso fue un poco malvado.

—No pensé que te importara. Pero no tenía nada que ver contigo. Fue
Amber. No creo que me guste mucho.

—Oh, Dios mío, ella es tan molesta. Y odio cuánto adora al Pastor Warren.

—Exactamente.

Dejamos de hablar por un segundo. Se podía oír a los chicos en el extremo


opuesto del césped riendo por algo.

—Entonces —dijo ella.

—Entonces.

—Entonces que, ¿quieres que seamos amigas?

—Haría las cosas más fáciles —dije—. Tengo muchas cosas en mente, sin
tener que lidiar con problemas de chica tonta.

—Está bien, seguro. Sí. Seamos amigas. Pero sólo aquí —añadió en el
último momento.

254
—No te preocupes, Lacy —dije—. En público todavía podemos
disgustarnos entre sí. Quiero decir, yo tengo mi propia imagen que
mantener.

Lacy se echó a reír, y sentí que se me quitó un enorme peso de encima.

Y esa fue la forma en que realmente comenzamos a gustarnos la una a la


otra. Yo no fui tan lejos como para asistir a su espectáculo. Hubiera sido
extraño, con todos sus amigos alrededor. Pero ella me mostró su rutina de
talento, y la ayudé a practicar las respuestas. Ella incluso me enseñó cómo
caminar, pero me sentía estúpida. Curtis sí fue, sin embargo, e informó de
todo lo extraño que era tal acontecimiento. No extraño, sin embargo, fue
que ella ganó la competencia. Evidentemente eso fue un trato más enorme
de lo que pensaba, porque el alcalde y el Pastor Warren organizaron una
presentación especial de la llave de la ciudad en las escalinatas de la
alcaldía, y ella tuvo su foto con los dos para el periódico local. Ella tenía
que ir a Baton Rouge para un desfile, lo cual fue un poco frustrante, ya
que era fin de semana, y ya había faltado mucho a la práctica
recientemente. Pero cuando regresó, ella redobló sus esfuerzos.

Su mayor esfuerzo y contribución más útil, había sido ella y los hermanos
Alexander yendo a buscar la máquina de lanzar al plato del club. Nos
contaron la historia, como todo el mundo se había quedado mirando,
cuando se dirigían en la vieja camioneta. Lacy había tenido todo arreglado
antes de tiempo, los chicos sólo tenían que salir de nuevo a conseguirlo.
Pero los cuatro caminando por el club había sido una grave perturbación.
John lo había descrito como un manto de silencio cayendo sobre todo. Con
amplias sonrisas asintieron a los clientes en el restaurante, que, según
dijo: “se congelaron a medio bocado, sus tenedores sólo cerniéndose sobre
sus platos, restos de comida cayendo fuera”. Lacy había amado cada
momento. Sobre todo la mirada de horror cuando ella y Curtis pasaban, su
brazo sobre su hombro. Parecía que Lacy estaba convirtiéndose un poco en
la pequeña rebelde.

Por supuesto, todavía íbamos a la escuela durante todo esto. Ayudando a


Gabe a estudiar para el SAT, a pesar de que, según él, no estaba
interesado en ir a la universidad, en realidad fue muy útil para mi puntaje
PSAT. Había estado trabajando muy duro para compensar mi pobre
desempeño del año anterior, y yo estaba muy orgullosa de los resultados.

255
La primera de mi clase, o casi, en todos los temas, incluso gimnasia desde
que encontré esta nueva confianza gracias a mis habilidades de tiro. De
hecho, descubrí que era bastante buena en los deportes si aplicaba el
mismo tipo de enfoque centrado que usaba cuando estaba apuntando en
las prácticas de tiro. Incluso en la unidad de lucha libre que Hannah había
dominado desde la escuela media, en realidad estaba a punto de
arreglármelas para conseguir las más altas calificaciones.

—¡Eres una máquina de combate! —había dicho Gabe después.

—No voy a detenerme.

Luego estaba la graduación de Gabe, que probablemente fue el evento más


emocionante para nosotros. Bueno, al menos para Gabe y para mí. Creo
que el baile de graduación, al que no asistí, fue el punto culminante del
año de Lacy, sí, ella fue coronada reina de la fiesta y llevó a Curtis como su
cita. No sé qué fue más impresionante para los chicos esa noche: su
triunfo o el chico universitario en su brazo.

Pero la graduación de Gabe fue muy especial. Él nunca había pensado que
jamás estaría en una ceremonia de este tipo. Teniendo en cuenta que
había abandonado, era bastante obvio que él nunca había pensado que
realmente conseguiría un diploma. Aun así, aquí estaba ahora, de pie en el
borde del pequeño escenario con su toga y birrete, esperando a que su
nombre fuera llamado. Se veía tan lindo —no caliente lindo, sino
adorablemente lindo— nerviosamente jugando con el borde de su batola,
mirando de frente a la directora Johnson. Para este momento, Gabe era
una figura en la escuela como si hubiera estado a través de todos los
grados con nosotros. Cuando su nombre fue llamado, nadie pareció darse
cuenta de que su única familia éramos mis padres y yo. Todo el mundo
estaba demasiado ocupado vitoreándole, especialmente las chicas. Cuando
la señora Johnson le entregó su diploma, lo vi mirar a la multitud, en
busca de algo. Entonces me vio y agitó el diploma en el aire.

—Oye, cariño, ¡qué piensas de eso!

En retorno, saludé con la mano y chillé de alegría.

Después fuimos con mis padres para celebrar en Le Chevre, el único


restaurante real con servicio a las mesas en la ciudad. Gabe conservó la

256
toga y birrete todo el tiempo. Camino a casa, se ofreció a darme un paseo
en su moto, pero todavía no estaba lista para eso. Él nunca dejó de
ofrecerlo, pero simplemente yo no era lo suficientemente valiente. Así que
nos fuimos a casa por separado y nos reunimos en el porche delantero en
el columpio, mis padres en el interior viendo la TV.

—¿Tuviste un buen día? —pregunté.

—Absolutamente ace —contestó.

—¿Eso es algo bueno?

—Lo mejor.

Nos sentamos en silencio por un rato, mirando hacia la oscuridad del patio
de enfrente, por el camino.

—Oye —dijo de repente, volviéndose hacia mí—, ha sido un tiempo desde


que mencionaste ver esa rara cosa fantasma blanca. ¿No ha estado
alrededor en absoluto?

Al instante mi corazón estaba en mi garganta.

—¿Por qué estás preguntando?

—Sólo que mirando en la oscuridad me hizo recordar. No puedo creer que


me olvidé de ello.

Suspiré. No tenía idea de la pregunta capciosa que era. El hecho era que
en realidad estaba sintiéndome un poco resentida con la extraña cosita
fantasma en estos días. Desde la conversación sobre los Thralls, había
aparecido sólo una vez más fuera de mi ventana una semana después.
Pero había desaparecido al segundo en que fui abajo para hablar con ella.
Después de eso, bueno, yo no la había visto desde entonces, y ahora
habían sido casi cuatro meses desde que me había hablado de la
“pregunta obvia”. Desde entonces, había decidido que no estaba de humor
para charlar conmigo. Claro que había estado un poco centrada en otras
cosas últimamente, liderando un ejército y entrenando y esas cosas. Pero
aun así, de vez en cuando, acostada en la cama por la noche planificando
la sesión de práctica del día siguiente, de repente la cosita fantasma
aparecía en mi mente. Me preguntaba por qué ya no quería tener una
conversación conmigo. Me preguntaba cuál era la respuesta a la “pregunta

257
obvia”. Me sentía... bueno, era estúpido, pero me sentí un poco como que
me había abandonado. También me preguntaba si yo... bueno, si había
hecho algo malo.

—No la he visto en meses —contesté. Era la verdad. Gabe no tenía por qué
saber que estaba decepcionada ante ese hecho.

—Esa cosa no está bien, cariño.

Me preguntaba si Gabe estaba interesado ahora en saber lo que sabía de él


y de él siendo alguna vez un Thrall, la cosa-esclavo. ¿Debo decirle? ¿A
pesar de que él ya había dicho que no quería saber? No sé la respuesta a
esa pregunta, así que en vez le dije:

—Lo sé. Pero no puedo hacer nada al respecto tampoco. No tiene sentido
volverse loco al respecto.

—Sí. Supongo.

No parecía contento con dejar las cosas así, sin embargo. Dile, pensé. Dile.

—Pero es dulce de tu parte que te importe —dije en voz baja.

—Por supuesto que me importa —dijo, y luego su enfoque cambió, como si


estuviera pensando a través de un problema difícil.

—¿Está todo bien?

—Riley —dijo cuidadosamente—, me gustaría pedirte una cita.

Y entonces toda mi preocupación por la cosita fantasma se fue por la


ventana. Sustituido por: Oh, no.

—Ahora, antes de decir que no —añadió rápidamente—, permíteme decir


algunas cosas. En primer lugar, entiendo el problema de Chris, y no te
pido que te olvides de él. Sólo quiero que intentes ir a una cita conmigo. Si
es demasiado, está bien, no tenemos que hacerlo de nuevo. En segundo
lugar, sé que he salido con muchas chicas, y sé que tú sabes que yo creo
que es divertido, pero eso es todo. Y ellas estaban bastante bien con sólo
diversión también. Pero yo no quiero tener diversión contigo. Quiero decir,
lo hago —dijo, y sonrió—, pero esto no es sólo una pequeña cosa divertida
que se me ocurrió hace un momento, quiero decir. He estado pensando en

258
esto desde hace mucho tiempo. Y, cariño, sabes que me llamaste la
atención desde el primer día que nos conocimos.

Oh, no.

—Así que creo que deberíamos ir a una cita. Yo invito. He empezado a


hacer dinero decente en el garaje, y he aumentado mis horas de trabajo
ahora que el verano está empezando, y me imagino que pronto tendré
bastante para una buena cena para dos. Y eso es lo que pienso.

Él no tenía idea de lo rápido que mi corazón estaba corriendo, lo tanto que


yo sólo quería gritar que sí y al mismo tiempo absolutamente tenía que
decir que no. Todo lo que él podía ver era a la terca Riley devolviéndole la
mirada indignada. No tenía idea de cómo esta idea de la cita me aterraba
mucho más que la figura fantasmal extraña que estaba a veces fuera de mi
ventana del dormitorio. Más que la idea de dirigir un pequeño ejército en la
Toma sólo a dos meses de distancia.

Riley Carver no tiene citas. Ella no consigue que le pidan citas, pero si
alguna vez le pedían, con toda seguridad diría que no.

¿Por qué? ¿Por qué diría que no?

Porque realmente, realmente me gusta, y si vamos a esta cita se dará


cuenta del gran error que cometió, y no es sólo que él nunca quiera salir
conmigo de nuevo, sino que va a arruinar nuestra amistad.

—Uh... ¿Riley?

—Sí.

—Te ves rara.

—No, quiero decir, sí, sí voy a ir a una cita contigo.

Gabe sonrió.

—Increíble.

259
Treinta y cinco
Traducido por Kellylc

Corregido por Mari NC

A hora, veamos, nosotros realmente no fuimos a una cita hasta un


mes y un poco después de la graduación. El entrenamiento había
dado un giro ahora que apuntábamos a blancos en movimientos. Claro,
resultó ser más increíble que cuando disparaba blancos sin movimiento,
pero los otros… no tanto. El Salvaje Frank era simplemente peligroso en la
forma que había disparado salvajemente en el aire, y cuando Lacy volvió a
comenzar fue realmente duro para ella cada vez que cometía un error.
Incluso los hermanos Alexander estaban teniendo problemas con ello. Los
almuerzos en casa de Etta Mae habían empezado a ser más apagados, y
tenía el presentimiento de que las personas no tenían muchas ganas de
encontrarse para practicar ahora que se había vuelto más como trabajo y
menos como diversión.

Al menos podíamos practicar con más frecuencia ahora que la escuela


había terminado. Claro, esto también significaba que teníamos que tener
mucho más cuidado, ahora que estábamos misteriosamente ausentes de
nuestras usuales vidas más frecuentemente. Lacy especialmente tenía que
preocuparse y estaba obviamente bajo presión ahora que sus padres
habían decidido asistir a la Congregación cada miércoles y la obligaban a
ir. La Congregación como Lacy la describía, se había convertido en un
asunto enorme desde la última vez que había ido. No estaba sorprendida.
Con la forma que algunas personas hablaban ahora en la ciudad, usando
la misma jerga que había escuchado esa noche en la Congregación en cada
una de sus conversaciones diarias, era bastante obvio que al menos una
persona de cada familia en la ciudad asistía. El Pastor Warren no flotaba
cada vez, pero lo hacía a menudo. Lacy dijo que cuando él lo hacía, todo el
mundo se postraba en la tierra y reverenciaban en voz alta en honor a los
ángeles. Le dije que sonaba como que le reverenciaban más a él. Lacy me
dijo:

260
—Malditamente cierto que lo están. Y tú sabes que lo aman. Les dijo que él
está “disfrutando de la Gloria”, pero la única Gloria que podía ver era la
que creaba de sí mismo.

—Los cables y esas cosas… —murmuré.

—Sí, probablemente —contesto Lacy.

—¿Alguien realmente lo ha observado?

—¿Cómo quién? Las únicas personas que estarían interesadas son las que
están perdiendo cada momento libre disparando objetivos —respondió
Lacy, su voz con una llena de amargura.

Tenía razón. No podíamos hacer todo. Solamente no teníamos tiempo para


investigar las mentiras del Pastor Warren. Y salvar a las personas de la
Toma parecía más importante.

De todos modos, también era duro para todos nosotros encontrarnos al


mismo tiempo, y desde que yo era la líder y la mejor tiradora e instructora,
había tenido que estar en cada sesión de práctica, incluso cuando todos
solo podían hacerlo la mitad del tiempo. Gabe iba conmigo, sin embargo, y
al principio había deseado que no lo hiciera. Desde que me había pedido
salir me había sentido estúpidamente incomoda alrededor de él otra vez,
como en el otoño cuando estábamos empezando a conocernos el uno al
otro. Pero a medida que pasaba el tiempo, y la idea de una cita se veía más
y más como eso y menos como algo que realmente iba a pasar, me sentía
más y más cómoda con él otra vez.

Y entonces.

Y entonces sucedió. Era agosto, solo un poco antes de la semana de la


Toma. Era como si todo por lo que habíamos estado luchando
repentinamente decidiera ponerse en orden. Repentinamente todo mundo
estaba golpeando blancos en movimiento. Incluso el Salvaje Frank se
había dado cuenta que si dejaba de agitar su arma y apuntaba, entonces
tal vez iba a golpear alguna cosa o dos. Éramos tan buenos que
empezamos una pequeña competencia, en la cual nunca se me permitió
entrar. No había tenido idea cómo pasó, tal vez solo la memoria muscular
o algo, pero repentinamente tenía un equipo de verdaderamente buenos

261
tiradores, que imaginaba podían ser un verdadero reto para cualquier
francotirador profesional.

Uno pensaría que eso era una buena cosa. Y lo era, para nuestro
propósito. Pero era también una cosa mala porque repentinamente, por
primera vez, estábamos bien. No necesitábamos practicar tan a menudo, y
fue idea de Curtis que nos tomáramos el día libre.

—Solo un día, Riley —dijo, cuando yo había protestado—. Necesitamos


recuperarnos. Recargar las baterías.

—Nos vendría bien algo de eso —dijo John, y Daniel asintió.

—No creo que deberíamos parar ahora, estamos muy cerca… —les dije.

—Es solo un día —dijo el Padre Peter—. Curtis tiene razón. Y no se trata
solo de nosotros. Has estado aquí cada día firmemente por dos meses.

—Todo mundo piensa que es totalmente increíble, Riley. Es casi inhumano


—dijo Lacy, agregando su voz al coro—. Pero necesitas un descanso. Hazlo.
Por nosotros.

Me quedé mirando a todos con indignación. ¿Cómo podían decir eso?


Necesitábamos cada momento para prepararnos. Yo les había dicho cómo
había lucido Gabe antes, cuán rápido se había movido. Cuán difícil podría
ser dispararle a un no-ángel en vuelo. ¿Y aun así pensaban que era genial
tomarse un descanso?

Además yo no necesitaba ningún tiempo libre. Me sentía bien. Me sentía


mejor que bien. Me sentía llena de energía, en calma. Más tranquila
haciendo esto que cualquier cosa que hubiera hecho. Era otra cosa, la
otra… cosa… de la vida que me hacían agotar. Esto era más como meditar,
vaciando la mente…

Pero supongo que no todos se sentían de esa manera.

—Sí eso es todo lo que quieren —dije con un suspiro—, está bien, vamos a
tomar un día libre. ¿Pero solamente un día, está bien?

Tenían una gran sonrisa cuando finalmente estuve de acuerdo, y me di


cuenta que no importaba lo increíble que me estaba sintiendo, ellos
necesitaban esto. Había sido un poco egoísta por no darme cuenta.

262
Todos empezamos a empacar. Cuando estaba poniendo la escopeta de mi
madre en el maletero del auto —había empezado a tomarla de vez en
cuando, así que ella nunca iba a sospechar— escuché la voz de Gabe en
mi oído.

—Ya era hora de que tomaras algo de tiempo libre. Así que, tú y yo,
¿Mañana por la noche?

Sin mirar hacia él cerré el maletero y caminé hacia la puerta.

—Claro, ¿Por qué no? —dije lo más calmada posible.

—Pensé que habías estado usando todo este entrenamiento para tratar de
evitarlo.

Reí, un poco demasiado entusiasta.

—¡Claro que no!

—Bien.

Abrí la puerta y me metí dentro del auto.

—¿Así que, te veo en casa?

—Saldré a pasar un poco el rato con John, trabaja en el lugar, pero voy a
volver a tiempo para la cena.

—Genial —dije y cerré la puerta. Mi corazón iba a un ritmo que pensé que
iba a explotar en mi pecho.

Manejé un poco más rápido de lo habitual para llegar a casa lo más rápido
que pude. Recoloqué la escopeta en el armario de las armas y cerré con
llave, luego corrí escaleras arriba hacia mi habitación marcando mientras
lo hacía. Solo había una persona en la que podía pensar que pudiera
ayudarme en el estado que me encontraba. Solo esperaba que ella no se
burlara tanto de mí.

—¿Hola?

—Lacy, necesito tu ayuda.

263
Treinta y seis
Traducido por maphyc

Corregido por Mari NC

L a reacción general a Riley yendo a una cita era tan grande y ridícula
como me había imaginado que iba a ser. Lacy había chillado a través
del teléfono en un tono que probablemente sólo los perros podrían oír
cuando se lo dije. Mis padres pensaban que era simplemente la cosa más
linda del mundo, y estoy bastante segura de que vi lágrimas en los ojos de
mi madre.

No pude dormir en toda la noche y evité a Gabe tanto como pude durante
el día siguiente. Realmente apestaba vivir con el chico con el que ibas a
tener la primera cita. La primera cita de tu vida.

Lacy llegó alrededor de las 4:00 p.m. para ayudarme a prepararme, y yo


estaba muy contenta de que lo hiciera. La idea de juntar un atuendo para
esto me estaba haciendo sentir mal físicamente. Lo que no tiene sentido,
ya que Gabe me había visto en casi todo lo que tenía ya y todavía había
decidido invitarme a salir. No era como si tuviera que impresionarle ni
nada. Aun así, yo como que quería.

Lacy había traído varias bolsas de ropa llenas de cosas, además de un


poco de maquillaje y productos para el cabello, y nos pusimos a trabajar
para tratar de encontrar el atuendo perfecto.

Por supuesto, que esto iba a ser complicado ya que teníamos formas del
cuerpo muy diversas. Ella era todo delgada, y yo era, bueno, no delgada.

—Estoy tan celosa de tus curvas —dijo mientras exponía algunos vestidos
en mi cama.

—No lo estés. Te hacen ver gorda incluso si no lo eres.

264
—Eso es sólo porque no sabes cómo vestirlas. —Ella dio un paso atrás
para examinar las diferentes opciones, luego agarró un vestido púrpura
corto con un pequeño arco en el hombro—. Pruébate este.

Suspiré, me quité el vestido que llevaba puesto, y me puse el otro. Era


estrecho en los hombros y el busto, un poco holgado en la cintura y
estrecho de nuevo en las caderas.

—Esto va muy bien —le dije, y me lo quité rápidamente.

—Primero prueba. No seas tan impaciente. Esto toma tiempo —contestó


ella.

De hecho lo hacía. Montones y montones de tiempo. No estoy segura de


exactamente cuántos trajes había traído Lacy, pero yo había visto su
armario, y me imaginé que se había traído la mayor parte de él con ella.
Era agotador ponerse luego quitarse todas las diferentes opciones. Me
acordé de por qué odiaba tanto ir de compras. El pequeño ventilador en mi
habitación apenas ayudó a mantener el calor a raya, y me estaba
convirtiendo en un desastre sudoroso. Tal vez por eso las modelos eran tan
flacas. ¿Quién diría que vestirse podía ser un ejercicio tan grande?

—Nos estamos quedando sin opciones —le dije mientras me quitaba una
blusa blanca sin mangas y una falda negra corta.

Sabía que Lacy lo entendía, pero levantó la mano para hacerme callar.

—Lacy, esto no tiene sentido... tal vez debería llevar uno de mis vestidos de
verano.

—Tú no vas a usar uno de esos. Eso sería como llevar tu uniforme de la
escuela en una cita, los usas tan malditamente a menudo.

—Lacy.

Se volvió hacia mí con las manos en las caderas.

—Riley. Confía en mí. Ve a ducharte. El momento se acerca. Ya se me


ocurrirá algo. Además, te necesito fuera de mi nuca de todos modos. Te
estás poniendo seriamente molesta.

265
Estaba demasiado cansada y caliente para volver a discutir. Así que cogí
mi toalla y la dejé a su suerte. Tomar una ducha resultó ser una muy
buena idea, en realidad. Fue un buen descanso de probarse ropa, y me
sentí fantástica después. Me tomé mi tiempo, de pie bajo la ducha y
cerrando los ojos, dejando que el agua cayera en cascada sobre mí. Por
este breve momento, me sentí relajada de nuevo. Si no podía ser el objetivo
de blancos en movimiento, una ducha podría ser suficiente por ahora,
supuse.

Cuando terminé me sequé el pelo con la toalla, luego me envolví a mí


misma en ella y me dirigí de vuelta a mi habitación. Fui recibida por Lacy
de pie a los pies de mi cama sosteniendo un vestido rojo en una percha.
Ella parecía bastante enfadada.

—¿Qué pasa? —le pregunté.

—Riley, ¿qué es esto? —preguntó.

—Un vestido. Mi madre me lo dio para Navidad.

—¿Y has tenido esto en tu armario todo el tiempo que hemos estado
revisando mis cosas?

—Supongo.

Lacy arrojó el vestido sobre la cama detrás de ella, y levantó las manos en
el aire.

—Oh, Dios mío, Riley. ¿Sabes cuánto tiempo hemos perdido? ¿Podrías
meterte en el magnífico vestido rojo ahora, por favor?

—No va a encajar —le dije—. Es demasiado pequeño.

—No lo es, créeme —respondió ella, y se sentó en la cama, cruzando una


pierna sobre la otra y levantando una ceja.

Me encogí de hombros y suspiré. Entonces me puse algo de ropa interior y


un sujetador y deslicé el vestido por encima de mi cabeza. Tuve que
retorcerme un poco para bajarlo alrededor de mis caderas, pero finalmente
estaba puesto, y me volví hacia Lacy, y, a imitación de ella, puse mis
manos en mis caderas.

266
—¿Contenta? —le pregunté.

Lacy frunció las cejas y me miró duramente. Entonces su rostro se abrió y


ella sonrió.

—Es perfecto.

—¡No, no lo es! —le respondí con una sonrisa.

—Riley —dijo ella poniéndose de pie y abriendo mi armario para revelar el


espejo de cuerpo entero en la puerta—, lo es.

Me volví y miré. No podía creer lo que estaba viendo, lo que era, bueno, yo.
El vestido no era demasiado pequeño después de todo. Tenía un poco de
elasticidad en la tela que no solo lo hizo justo para aferrarse a mi torso,
sino también para acentuar la cintura. La falda tenía una ligera línea A en
ella, no demasiado, pero lo suficiente para que fluyera suavemente desde
mis caderas y era agradablemente suelta en mis muslos para que pudiera
caminar fácilmente con ella. El escote era casi cuadrado, con la excepción
de que, cuando los lados se unían, se inclinaban en un ángulo. Me
encantaron las pequeñas mangas cortas que Lacy había descrito como
“cubiertas”.

—Es tan totalmente Vintage, pero no anticuado. Oh, Dios mío, Gabe va a
amarlo tanto. Es tan de su era. —Ella me pasó un grueso cinturón de
cuero negro para rematar el look.

Es probablemente por eso que mi madre eligió el vestido en primer lugar,


pensé mientras me ataba el cinturón alrededor de mi cintura. Por
supuesto, ella no sabía que Gabe era de la década de 1950, simplemente
pensó que parecía que fuese de entonces. Es por eso que ella le había dado
la chaqueta de James Dean.

—No está mal —confesé finalmente, girando de lado a lado y


examinándome a mí misma en el espejo.

—Riley, tienes que empezar a ser dueña de tu aspecto, de lo contrario la


gente va a empezar a pensar que estás llena de ti misma.

La miré y me di cuenta de que tenía razón. No creí que nunca me hubiera


sentido como si luciera tan bien como ella, pero el reflejo en el espejo
realmente no estaba tan mal.

267
—Está bien —le dije.

Lacy sonrió y juntó las manos.

—¡Muy bien! Es hora de empezar a trabajar en el maquillaje y el cabello.

Traté de memorizar todo lo que Lacy me estaba haciendo. Nunca había


sabido cómo cuidar de mi cabello, que no era realmente rizado o liso. Pero
ella tenía algún tipo de producto mágico que hacía que las ondas
parecieran que fueran hechas a propósito. Puso un clip brillante en mi
cabello en la parte derecha, pero dejó el otro lado libre.

—Para ir con el tema de los años 50 —explicó.

Mi maquillaje lo hizo realmente simple, un poco de delineador alrededor de


mis ojos y rímel. Me negué a dejarle usar el rizador de pestañas en mí.
Simplemente parecía demasiado amenazante. A continuación, un simple
brillo de labios y me dijo que estaba lista para salir.

Me puse los zapatos de cuero negro lisos con el tacón de una pulgada. A
Lacy no le gustaba eso, pero en esto no tenía nada que decir. Necesitaba
calzado cómodo si iba pasar por esta cita.

El toque final fue el collar que Gabe me había regalado el Día de San
Valentín. Hasta ahora sólo lo había usado bajo la ropa, pero esta vez lo iba
a llevar con orgullo para que el mundo lo viese. Me parecía que era lo que
había que hacer. Incluso si la gente levantaba una ceja o dos.

Lacy sin duda lo hizo mientras me ayudaba a anudarlo por la parte


posterior. Pero no dijo nada, lo que aprecié.

Luego tomamos una última mirada en el espejo, y Lacy parecía


terriblemente orgullosa de sí misma.

—Te ves muy bien. Y no hay manera de que a Gabe no le vaya a encantar
esto.

Realmente no quería pensar en Gabe. Ni siquiera sentía que estuviera


haciendo todos estos arreglos por él. Se sentía como algo que tenía que
hacer por mí.

Aun así.

268
Será mejor que le guste.

Me volví hacia Lacy.

—Tengo que decirte algo.

—¿Qué?

Tomé una respiración profunda.

—Mentí.

—¿Sobre qué? —Lacy parecía totalmente confundida.

—Sobre perder mi virginidad. No sé por qué lo hice. Supongo que porque


notaste algo diferente en mí, y en realidad era por todas las cosas que
habían sucedido con Gabe, las cuales no podía explicar. Y luego hiciste la
sugerencia, y parecía una salida fácil...

—Oh.

—Por favor no te enfades conmigo. Lo siento mucho.

—¿Así que eres virgen?

—Sí. Y esta... esta es mi primera cita. De mi vida. —Me sentí aliviada y


aterrorizada por confesar por fin.

Observé a Lacy pensar por un segundo. Luego se encogió de hombros.

—Entiendo por qué me mentiste. Está bien. —Me di cuenta de que no


estaba tan “bien” con ello como decía, pero le creí cuando me dijo que no
estaba molesta conmigo—. Wow. ¿Esta es tu primera cita?

—Sí.

—¿Has siquiera besado un chico?

—Una vez. —No quería mencionar el nombre de Chris, no en este


momento. No cuando estaba tratando duramente de mantenerlo fuera de
mi mente por esta noche.

—Wow —dijo de nuevo—. No me extraña que estés toda asustada. Esta es


una súper gran cosa.

269
Me encogí de hombros. Por dentro, pensé que iba a morir.

Creo que Lacy podía sentirlo, porque entonces dijo:

—Riley, no te preocupes por ello. Gabe es un gran tipo. Son amigos, y él


nunca intentaría nada. Es el hombre perfecto para ir a una primera cita.

—Está bien.

Ella puso sus manos sobre mis hombros y me miró fijamente a los ojos.

—Va a estar bien.

—Está bien.

—Lo más importante... va a ser divertido. —Ella sonrió.

Sonreí. No estaba segura de que le creyera, pero quería hacerlo.

—Está bien.

270
Treinta y siete
Traducido SOS por Apolineah17 & SOS por Fanny

Corregido por niki26

M is padres fueron invitados a la habitación de al lado, y se sentía


como imaginaba que debía sentirse cuando eras una novia
mostrando tu vestido de novia. ¿Podríamos acabar con todo esto de una
vez, por favor? Juro que mi madre prácticamente tenía lágrimas en los ojos
viendo a su hija vestir algo que ella compró. Papá me dio un gran abrazo.
Por último, dijeron que iban a permanecer fuera de mi camino e irían a su
habitación por lo que Gabe y yo podríamos encontrarnos e irnos sin que
todo fuera incómodo con ellos viéndonos.

—Esto es tan genial de su parte —dijo Lacy mientras nos dirigíamos hacia
abajo—. Mi mamá habría estado allí con una cámara. Mi papá con una
escopeta.

Me reí, y fue algo bueno que también lo hiciera porque no me di cuenta de


que ahora estábamos en la sala principal en la parte de arriba de las
escaleras, y que Gabe estaba de pie en la parte de abajo esperándome.

Para entonces, por supuesto, me había dado cuenta. Nunca me había


sentido más consciente de mí misma en toda mi vida mientras bajaba un
tramo de las escaleras. Creo que por un momento en realidad me olvidé de
cómo. Gracias a Dios por los barandales.

Tuve que evitar el contacto visual con Gabe. Me di cuenta de las pinturas
en las paredes por primera vez en años, de cómo la alfombra necesitaba
ser lavada, que la ventana encima de la puerta tenía una pequeña grieta.

—Hola, cariño —dijo Gabe cuando llegué a la parte de abajo.

Finalmente levanté la vista hacia él, pero todavía no directamente a los


ojos. Llevaba vaqueros oscuros y también una de las camisetas que mi
madre le había conseguido. Su malvado plan aparentemente iba a la

271
perfección. Encima de eso estaba su chaqueta de cuero, y tuve que admitir
que nos veíamos malditamente perfectos juntos.

—Hola.

—Te ves malditamente perfecta —dijo él.

—Gracias. Tú también te ves bien.

—No tan bien como tú, pero tú haces que me vea mejor, así que eso es
todo lo que cuenta. Bonito collar.

—¿Te gusta? —le pregunté con una sonrisa.

—Es excéntrico. —Me guiñó el ojo—. Hola, Lacy.

—Hola, Gabe —dijo Lacy con una sonrisa—. ¿No luce fantástica?

—Malditamente cierto. Vamos —dijo y tomó mi mano. Sentí el mismo tipo


de descarga eléctrica que tuve ese día en la parte frontal cuando él se
había escapado del cobertizo. Esta noche iba a ser inigualable.

Me llevó a la puerta principal hacia la terraza, donde su motocicleta estaba


esperando por nosotros. Bueno, supongo, sí, tenía sentido. Y también era
tiempo. A pesar de mis protestas, realmente como que quería montar una
motocicleta, y esta noche era una de muchas primeras veces.

—¡Ella no puede montar una moto! —Lacy se acercó por detrás y se abrió
paso protectoramente entre nosotros.

—Claro que puede. No tienes miedo, ¿verdad? —Gabe mi miró con una
ligera sonrisa.

—No… —Tal vez un poco.

—Gabe, acabamos de pasar una hora consiguiendo que estuviera lista,


peinando su cabello, ¡no puedes simplemente montarla en la parte trasera
de una motocicleta!

—Lacy, está bien, no te preocupes —dije.

—No, no está bien —respondió, girándose hacia mí—. Puse un montón de


trabajo en esto.

272
—Y te lo agradezco. Pero todo estará bien. Muchas gracias por toda la
ayuda.

—Bien, lo que sea, pero no vengas llorando conmigo por el cabello en el


casco.

—Eso realmente no va a suceder.

—Está bien. —Cruzó los brazos sobre su pecho y puso mala cara.

—Gracias, Lacy. —Me incliné y le di un abrazo.

—Lo que sea. —Me dio un rápido abrazo y entonces se alejó. Luego
sacudió la cabeza hacia mí y pisoteó los escalones de la entrada, hacia su
auto y se marchó en una ráfaga de polvo. Me pareció un poco exagerado,
pero supongo que arreglarme llevó un poco más de trabajo de lo que ella
esperaba, y ahora pensaba que todo se iba a desperdiciar. Hice una nota
mental para tratar de mantener todo en su lugar durante tanto tiempo
como fuera posible. Lo cual sería difícil mientras encontraba el brillo labial
demasiado pegajoso para mi gusto.

Gabe prácticamente saltó los escalones hacia su motocicleta. Quería


seguirlo, pero simplemente me quedé allí donde estaba. Me sentía
estúpidamente incómoda debatiéndome sobre darme la vuelta y correr de
regreso adentro. Mi rostro estaba caliente, mi estómago estaba todo hecho
nudos. Era una de esas situaciones del tipo de corre-a-tu-habitación-
métete-debajo-de-las-mantas-y-escondete-hasta-que-estés-a-salvo.

—¿Vienes? —preguntó Gabe.

—Sí, por supuesto. —Todavía no podía hacer contacto visual con él.

—Porque parece que solo estás ahí de pie.

—Ya voy, ya voy. —Al igual que Lacy, pisoteé mi camino por los escalones.
Cuando llegué a la motocicleta, me entregó un casco.

—Gracias.

—¿Riley?

—Sí.

273
—¿Estás bien?

—Claro, ¿por qué?

—Uh, porque no has hecho contacto visual conmigo ni una vez.

Oh, así que ahora estaba preparado para ser perceptivo.

Examiné el casco con cuidado y no respondí.

—¿Qué pasa? —preguntó.

Me sentí estúpida. Evidentemente estaba de alguna manera más cómoda


con la idea de dirigir ejércitos y dispararle a no ángeles que en ir a una cita
con un chico.

—No puedo hacer esto. —Por primera vez lo miré a los ojos. Cuando lo hice
me di cuenta de por qué instintivamente evitaba mirarlos. Sus ojos
derretían mi corazón. Me sentía tan… vulnerable.

—¿Es debido a Chris?

—¿Qué? —Oh, eso era lo que él estaba pensando—. No, no. Quiero decir…
Mira, no te habría dicho que sí, si no creyera que era el momento, es sólo
que…

—¿Qué es? —Dio un paso hacia mí. Nunca parecía darse cuenta lo
abrumadores que eran esos pequeños pasos hacía mí.

Bien, quería saberlo, bien.

—Bueno, es esto. Estoy asustada, ¿de acuerdo? Tengo miedo.

Él se echó a reír.

—¿De qué diablos estás asustada?

—¡De ti, idiota!

Gabe abrió su boca y luego la cerró de nuevo. Definitivamente lo silencié.


Nos quedamos de pie ahí, mirándonos en silencio. Era mucho más fácil
hacer contacto visual con él enojada.

Finalmente habló.

274
—¿De mí? —dijo en voz muy baja. Era casi adorable.

—Sí.

Gabe asintió unas cuantas veces y luego se volteó hacia su moto.

—¿Así que aún no confías en mí?

—¿Qué? ¿Qué?

—A pesar de que descubrimos que después de todo no soy un ángel, a


pesar de que he estado ayudándote con toda esta cosa… todavía crees que
voy a engañarte.

Oh, por el amor de… ¿por qué los chicos son tan densos?

—Gabe, no tiene nada que ver con la cosa del ángel.

—Sí, ajá.

—No, en serio. —Fui a su lado y puse el casco sobre el asiento de la moto.

—¿Entonces con qué tiene que ver?

—Yo.

—Tú.

—Sí, yo. Yo… Nunca he estado antes en una cita. Chris fue mi primer
beso, e incluso entonces, fue algo como nada. Éramos solo amigos en ese
entonces. Nunca me había vestido así…. Nunca. —Hice una pausa—.
Bueno, como dije, Chris fue mi primer beso. Mi único beso. Mi único… lo
que sea. No sé cómo hacer todo esto y debería, ¿sabes? A mi edad. Me
gusta ser buena en cosas, y no tengo ni idea de lo que estoy haciendo. Y tú
eres como… todo lo opuesto a mí con todo eso y no quiero que me
juzgues…

—No lo haría…

—Me siento… ridícula. Como si estuviera solo pretendiendo. Para el resto


del mundo es solo una cita, pero es mi primera vez, así que es… especial.
Y para ti es solo otra cita, y… —Me di cuenta que estaba hiperventilando.

275
—Bien, bien, cálmate. —Puso sus manos sobre mis hombros y lentamente
me movió para apoyarme contra la moto—. Primero que nada, cualquiera
puede tener citas.

—Yo no.

—Riley, estás siendo estúpida. Sí puedes, y te lo probaré. Segundo, en


verdad tienes que comenzar a confiar en mí un poco.

—Ya dije que ese no era el problema.

—En realidad, lo que dijiste fue que te juzgaría. Eso no me suena a


confianza. Y por último, con todo eso de la cita siendo especial y todo,
Riley, quiero ir a una cita contigo porque en verdad me gustas.

—Sí, claro. Tú sales con todas.

—Sí. Pero esto es diferente —dijo como si fuera súper obvio.

—¿Por qué es diferente?

—Porque fuimos amigos primero. Siempre es diferente de esa manera. No


puedes solo tener una cita casual con un amigo… Riley, te pusiste pálida.

—Entonces, ¿qué? ¿Esto es serio? No creo que pueda hacer esto serio. O
sea, es solo una primera cita, me refiero a que… yo…

Gabe comenzó a reír, lo que pensé que fue realmente molesto.

Me agarró por los hombros y me sacudió juguetonamente.

—Riley, estás loca.

Sí, bien. Me di cuenta de eso.

—Tengo miedo. —Fue todo lo que pude pensar para decir.

—Bueno, trabajemos en eso.

Asentí.

—Bien. Primero que nada, somos nosotros. Hemos estado pasando el rato
por casi una año ahora, Riley… —Se inclinó un poco y bajó su voz—, me
has visto desnudo.

276
Asentí y sentí mi cara ponerse más caliente. De blanco pálido a rojo
ardiente, asombroso.

—Así que solo saldremos como las otras veces. Yo invito. ¿Esta eso bien?
—Me miró de soslayo como para convencerme de que está bien.

—Está bien.

—Y segundo, tomemos solo un paso a la vez, deja de ver algo más allá
porque eso ni siquiera existe todavía. El primer paso es que te subas a la
moto.

—Bien.

—¿Vas a hacerlo?

—Sí.

—Ponte tu casco.

Lo hice, sintiendo como se aplanaba mi cabello mientras me lo ponía.


Pobre Lacy.

Gabe subió primero a la moto y seguí su ejemplo. Nunca había manejado


una, pero lo había visto a él y a mi padre haciéndolo suficientes veces
como para tener una idea.

—¡Bien hecho! —dijo mientras quitaba el freno de apoyo—. Y en una falda.


Muy impresionante.

—No trates de alagarme…

—Oye, confianza, ¿recuerdas? En verdad estaba impresionado. No


cualquier chica se sube a una moto así. Solo di “gracias”.

Suspiré. Tenía buenos puntos. Era realmente molesto.

—Gracias —dije a través de dientes apretados.

—¿Entonces te vas a sostener o qué? —preguntó, dándose la vuelta para


mirarme.

—He visto a gente agarrándose así. —Estaba agarrando la parte de tras del
asiento.

277
—No es tan seguro de esa manera…

—Me gusta vivir peligrosamente.

—Bien. —Gabe encendió el motor. Con un rugido estaba acelerando por la


carretera, y mis brazos fueros rápidamente hacia él. No podía saber bien,
con las vibraciones de la moto y todo, pero estaba bastante segura que se
estaba riendo.

Como sea, solo no quería morir, ¿bien? No tenía que tomarlo como una
señal de que quería tocarlo o algo. Y luego recordé que estaba en una cita,
y estaba bien dejarle saber al chico que me gustaba. Hombre, apestaba en
esto.

Resultó que disfruté estar en una motocicleta. Al principio, todo se sintió


diferente, como si fuéramos el doble de rápido que un auto, pero fue solo
porque podías sentir el aire corriendo contra tu cuerpo y escuchar el ruido
tan alto del motor. Las vueltas fueron mis favoritas, cuando nos
inclinábamos un poco a un lado. Se sentía casi sin esfuerzo. También me
gustaba que en verdad no podías hablar en la moto, así solo podría
sentarme ahí, sosteniéndome contra Gabe y mirar alrededor. Estuvimos en
el pueblo en muy poco tiempo, manejando a través de Main Street. Unas
pocas personas saludaron. Recocieron a Gabe y a su moto, por supuesto.
Alguna de la gente vieja nos dio miradas de disgusto y no pude evitar
sentirme increíble de que por una vez estaba haciendo algo que los adultos
no aprobaban. Bueno, sí, mi mamá pensaba que era genial, y mi papá
había ayudado a construir la cosa, pero otros adultos.

Deseé realmente poder quitarme el casco para que la gente pudiera ver que
era yo. Por otra parte, ¿realmente quería ser el chisme del pueblo?... Me
pregunté si Lacy le diría a alguien. Había estado bastante bien no
escupiendo la cosa del ejército. Pero esto era tener citas, un animal
totalmente diferente.

Pronto habíamos pasado el pueblo y hacíamos nuestro camino a través de


esa apretada y claustrofóbica carretera que podría dejarnos caer en el
pantano o fuera del pueblo. Había pasado un año desde que había salido,
y cuando llegamos a la carretera principal, sentí una maravillosa
sensación de libertad. Y también un poquito de terror de estar tan
expuesta y pasando los rápidos autos.

278
Hartwich no estaba muy lejos de New Adamstead. Como a veinte minutos.
Entramos al pueblo y Gabe encontró el camino hacia el estacionamiento
central. El pueblo era quizá dos veces más grande que el nuestro, pero
todavía era pequeño comparado con una ciudad normal. Había un par de
centros comerciales en las afueras, pero el centro del pueblo estaba bien
confinado en una docena o así de bloques.

Gabe apagó el motor, bajó los frenos de apoyo y se bajó de la moto. Se


ofreció a ayudarme a bajar, y estaba a punto de decir que no cuando me di
cuenta de que tal vez debería dejarlo. Así que lo hice. Me quité el casco y
se lo entregué a Gabe quien tenía su mano estirada para tomarlo.

—Entonces —pregunté, sacudiendo mi cabello—, ¿qué tan malo es el


daño? ¿Crees que Lacy me mate?

Gabe me estaba viendo divertido, y me preocupé por un segundo de que la


respuesta fuera sí. Lo que era un pensamiento horrible ya que estaba
destinada a ser asesinada por una porrista y a tener un horrible cabello en
mi primera cita.

Pero Gabe sacudió finalmente su cabeza.

—No. Se ve genial. Tú te ves genial.

—Gracias. —Me encontré evadiendo el contacto visual con él de nuevo.

Gabe se dio cuenta porque luego dijo.

—Bien, paso uno completo. Paso dos, caminar al restaurante.

Sonreí y lo miré de nuevo. Puso mi casco en el pequeño compartimiento


que había puesto a la parte de atrás de la moto, pero tenía que llevar el
suyo con nosotros. Mientras caminábamos hacia la calle principal, agarró
mi mano. La jalé rápidamente.

—Oh, lo siento —dije cuando me di cuenta lo que había hecho. Lo dejé


tomarla y me sentí estúpida de nuevo—. Pensé que dijiste que el paso dos
era caminar al restaurante.

—Lo es. Paso dos punto cinco es agarrarnos la mano.

—Avísame la próxima vez, por favor.

279
—Creo que lo haré.

—Gracias.

280
Treinta y ocho
Traducción SOS por Scarlet_danvers & SOS por Jadasa Youngblood

Corregido por niki26

N o sabía a dónde íbamos, así que simplemente dejé que me llevara a


lo largo de la calle principal y luego por una más pequeña. Pensé
que era un callejón, pero resultó ser un muy bonito patio con linternas
colgando a través entre los edificios. En el otro extremo había un pequeño
restaurante criollo con terraza. Parecía ser un lugar bastante vacío, pero
aún era temprano para un sábado.

—Imagino que te gusta este tipo de comida —le dije, recordando todas las
comidas que Etta Mae nos había servido.

—No te importa, ¿verdad? ¿Pensé que a ti también te gustaba?

—No, no me importa. ¿Cómo encontraste este lugar?

—Le pregunté a tu padre.

Oh, Dios, eso fue vergonzoso, pedirle a papá consejos de citas.

—¡Y mira! ¡Pasos dos y dos punto cinco completados! —dijo mientras nos
acercábamos a la puerta.

—Mira eso —le respondí y lo detuve.

—Paso tres...

—¿Tengo que comer algo?

—Ambos tenemos que comer algo.

Fuimos hacia adentro donde un joven con mucha energía vino corriendo
hacia nosotros diciendo algo tan rápido que nos tomó un momento darnos

281
cuenta de que nos estaba preguntando si queríamos sentarnos adentro o
afuera. Elegimos afuera.

Nos sentamos en la mesa y nos dieron un poco de agua de inmediato, así


como un poco de pan y dip de cangrejo con nuestros menús.

Me sentí aliviada de tener algo que hacer aparte de pensar en la cita y


tomé una mirada cuidadosa a lo que estaba en orden.

—¿Quieres hacer algo formidable? —preguntó Gabe.

—Depende de lo que sea —le contesté. Solo podía confiar hasta ahora.

—Tu papá dijo que podíamos simplemente pedirles que nos traigan lo que
ellos pensaban que nos gustaría. Él dijo que era genial.

—¿Genial?

—En realidad dijo “genial”.

—Bueno, ¿por qué no? Claro. Suena... “formidable”.

—Riley...

—Suena formidable.

—Me gusta “formidable”. Me quedo con “formidable”.

—Bueno, si vas a quedarte con “formidable”, al menos debes hacerlo


“formidablísimo”

—Tal vez lo haga.

—Bien.

Metió los dedos en el agua y me salpicó.

—No voy a intentar devolvértelo —le dije ajustando la servilleta en mi


regazo—. Sé lo mal que te pones cuando te salpico.

Gabe se echó a reír, y nuestro frenético, pero muy feliz, camarero volvió. Le
pedimos que trajera lo que él creyera que nos gustaría y eso pareció
llenarlo con más alegría.

282
—Mira lo feliz que lo hicimos —le dije mirándolo prácticamente correr de
nuevo en el restaurante.

—El tercer paso parece que va bastante bien —respondió Gabe.

—Así es. —Me di la vuelta para enfrentarme a él, y él se acercó y agarró


mis manos. Esta vez no me aparté. No sabía lo que tenía que hacer ahora
exactamente, por lo que solo le dejé que las sostuviera por un rato.

—Eres bastante increíble —dijo.

—¿El paso cuatro es “hablar romántico”? Porque creo que entonces


realmente necesito un poco más del paso tres —le dije sintiendo que mi
corazón se aceleraba.

—¿No puedo decir algo agradable sin asustarte?

Probablemente no.

—Dijiste que sería solo nosotros dos pasando el rato, y nunca agarras mis
manos y dices cosas como esas cuando pasamos el rato.

—Bueno, ¿quieres que solo sea como pasar el rato?

—Quiero que sea tan cómodo como pasar el rato...

—Lo será. Pero las primeras citas normalmente no son muy cómodas.

Y ahora me lo dice.

—Te ves cómodo.

—Siempre luzco cómodo. Es lo que hago.

—Sí, lo es.

—Pero no lo estoy.

—¿No lo estás?

—No, me estás poniendo muy nervioso.

Yo no podía dejar de reír.

—Pero... quiero decir... soy solo yo.

283
Gabe se echó a reír también.

—Y soy solo yo también.

—Bien, bien, regresa, vuelve a intentarlo. Decías que yo era increíble...

Gabe se echó a reír de nuevo.

—Lo eres. Eres graciosa e inteligente, y tienes una puntería increíble, y...
—Se detuvo y me miró de esa manera que nunca he entendido.

—¿Y?

—Y me has hecho pensar más en cosas, me hiciste querer no ser quién


era.

—¿Eso es algo bueno?

—Oh, sí. Una cosa muy buena. Nunca me hablas como si fuera estúpido,
incluso antes cuando estabas explicando la cosa del viaje en el tiempo. Tal
vez solo pensabas que yo era inteligente porque era un ángel, pero has
sido malditamente grandiosa desde entonces.

—Oh... bueno... tú sabes...

—Y eres hermosa.

—Gabe...

—No, lo digo en serio. Sé que no te vistes como las otras chicas, y que no
eres como una estrella de cine... no eres linda. No eres, obviamente,
caliente...

—Gabe, ¿eso es un cumplido?

—Escucha, ¿de acuerdo? Estoy tratando de explicar algo. Eres hermosa.


Eso es diferente. Eso es más profundo. Y no es solo tu personalidad, no
estamos hablando de eso. Es difícil de describir. Eres... —Él parecía muy
envuelto en decirlo bien, fue apretando mis manos con fuerza por la
concentración—. Como esta noche. Bajas las escaleras, y brillas. Y tu
cuerpo se ve increíble...

—Gabe... —Y ahí estaba el picor en la cara otra vez.

284
—Y tú cara —se corrigió rápidamente—, tú cara es simplemente perfecta
y... no puedo explicarlo. Es como si, con otras chicas, sí, son lindas, y lo
ves y piensas: “Esa es caliente”, pero luego te miro y entonces es como... es
como cuando era pequeño y me bastaba con ver hacia el pantano y
simplemente contemplarlo y observarlo, por horas. Y mi mamá se enojaba
porque pensaba que yo era perezoso, no podía entender lo que estaba
haciendo. Yo solo quería ver porque era tan hermoso, y pensaba que si
desviaba la mirada entonces me iba a olvidar de cómo era. —Dejó de
hablar y su cuerpo pareció relajarse. Como si estuviera finalmente
satisfecho con su explicación.

—Gabe. —No sabía qué decir. ¿Debería decir algo a cambio? ¿Cómo
pensaba que era tan caliente que cada vez que se acercaba a mí sentía
mariposas en el estómago? ¿Que la primera vez que tocó mi mano pensé
que había sido electrocutada? Pero él sabía que era caliente. ¿Todavía
quiere que le diga eso? Y, además, no era como si pudiera decir algo la
mitad de romántico como mirar perdidamente hacia el pantano…

—El cuarto paso es un paso muy vergonzoso para ti, ¿no es así? —dijo
Gabe después de haber estado en silencio un poco tiempo demasiado
largo.

—Podría haber tenido algún tipo de aviso. Como con el paso dos punto
cinco.

—Solo quería decirlo. Para que lo sepas. Porque creo que entiendes cuán
inteligente eres, pero a veces pienso que no sabes cómo te ves...

—Bueno, para ti...

—Para mí. Probablemente también para otros chicos. Pero más importa
para mí, ¿verdad? —dijo con una sonrisa diabólica.

—Sí, seguro. —Ofrecí una sonrisa tímida—. Y, hmm...

—¿Sí?

—También eres genial.

Gabe se rio.

—Viniendo de ti, ese es un gran cumplido.

285
Afortunadamente el camarero volvió con nuestro primer platillo en ese
momento y pudimos dejar el asunto mientras disfrutábamos de la comida.
Era más que increíble. Claramente, el chef era un verdadero artista.

Comimos a nuestra manera a través de algunas ostras Rockefeller y luego


sopa de tortuga. Fue una excelente distracción de la cita en sí misma,
mientras todo de lo que hablamos fue de lo fantástica que era la comida, la
cual estaba siendo entregada a nosotros rápida y frenéticamente.
Compartimos mordiscos de lo que estábamos comiendo con el otro.
Incluso lo encontré alimentándome una vez y no pensé que fuera extraño o
nada en lo absoluto. Al tercer platillo estábamos llenos, pero la comida
aún estaba viniendo. Más clientes habían llegado para entonces, y una
banda que había llegado comenzó a tocar una mezcla de Zydeco8 y jazz.
Era rápida y animada, al igual que nuestro camarero. De hecho nuestro
camarero bailaba a su manera pasando hacia nosotros ahora.

—¡Eres muy bueno! —dije mientras colocaba dos platos humeantes de


Jambalya en frente de nosotros.

—Gracias. ¡Te lo demostraré! —Agarró mi mano, y antes de que pudiera


decir algo, estaba de pie.

—Realmente no soy una bailarina... —dije. También nadie más estaba


bailando y esto es muy vergonzoso.

—No pienses, solo baila.

Fácil para ti decirlo. Me aferré a su mano mientras brincaba alrededor.


Comencé a moverme un poco y miré a Gabe, quién se veía como que
estaba a punto de morirse de la risa.

—Estoy... estoy muy llena... —dije cuando el camarero agarró mi otra


mano para tratar de acercarme más a él.

—Ayudará a la digestión

8
Zydeco: Música originada por la combinación de la tradición musical cajún y elementos
del blue.

286
No estaba tan segura de eso. Me dio la vuelta y ahora estaba enfrentando a
los músicos y todos me estaban mirando. El chico en el acordeón me dio
un gran guiño.

—A ella no parecen gustarle tus movimientos, Leon —dijo el chico tocando


la guitarra.

—Quizás le gustarán los míos.

Sentí dos manos en mi cintura, y estaba girando y ahí estaba Gabe,


enfrente de mí. Tomó mi mano derecha entre las suyas y colocó la otra
alrededor de mi cintura. Casi me muero ahí mismo.

—No sé lo que estoy haciendo —dije—. Realmente no bailamos así... ahora.

—No te preocupes por eso. Paso cinco. Mostrarle a Riley cómo se hacía en
mis tiempos...

Comenzó a moverse al ritmo de la música, una especie de cosa rápida de


dos pasos. Miré hacia abajo y vi sus pies por un segundo y traté de
imitarlo. De repente, empujó contra mi cintura y estaba girando fuera de
sus brazos, sin siquiera tener que intentarlo. Me estiró de regreso y lo miré
con una gran sonrisa en mi cara.

—¡Ves! Es nato.

—¡Eso fue divertido!

—Suenas sorprendida.

Lo estaba. Nunca había estado en ninguno de los bailes de la escuela, y de


todos modos, nadie bailaba en parejas como esto. Bailar siempre parecía,
de nuevo, como algo que otras personas hacían. Pero de verdad no era tan
difícil. En realidad, era muy divertido.

Bailamos y bailamos. Canción tras canción. Si mi cabello no se había


arruinado por el casco, ahora debía ser un completo desastre, por la
manera en la que estaba dando vueltas alrededor. Ni siquiera me
importaba que nuestra comida estuviera enfriándose, y usualmente me
preocupaba mucho por la comida. Otros clientes del restaurante se
levantaron y ahora bailaban con nosotros, y pronto teníamos este gran

287
grupo. Se puso muy concurrido en la pista de baile y Gabe me apretó
hacia él. No creo que tuviera algo que ver con ahorrar espacio.

Finalmente sentí que mis piernas comenzaban a cansarse, y me di cuenta,


locamente, que realmente estaba hambrienta otra vez, así que volvimos a
nuestra mesa.

Ahora nuestra comida estaba fría, y el camarero la llevó, reemplazándola


con un postre de pastel de nuez, el cual simplemente sabía celestial
después de todo el ejercicio.

—Eres muy buen bailarín —dije tomando otro tenedor lleno.

—Bueno, realmente amo la música —respondió.

—Sí, lo sé.

—¿Lo sabes?

—Sí, te gusta cantar para ti mismo a veces. —Era cierto, cada vez que
necesitaba concentrarse en algo empezaba a tararear, a veces incluso
diciendo las palabras—. Realmente te gusta esa canción del Cadillac.

Gabe se rio.

—Oh, esa. Sí, es una buena. Mi bebé tiene un Cadillac azul brillante... —
comenzó a cantar.

Normalmente, la idea de él cantando en un restaurante lleno de gente me


tendría totalmente avergonzada, pero esta noche solo parecía correcto.

—Espera, ¿cómo sigue? —pregunté.

—Repite después de mí... —Me habló a través del coro y luego cada vez
que regresamos a la misma la canté con él.

Cuando terminamos, un par de las mesas cerca de nosotros aplaudieron.


Sonreí.

—Están siendo amables. No soy tan buena —dije.

—Bueno, yo lo soy —respondió Gabe y me reí.

288
Ahora me sentía cómoda por completo. Todos los temores y
preocupaciones alejados. Solo hablamos sobre cosas mientras terminamos
el postre. Cosas estúpidas. Ni una sola vez sacamos el tema de la Toma, y
estaba a solo una semana de distancia. Por esta noche, era como si
fuéramos una pareja normal, comiendo un postre normal, teniendo una
cita normal.

Pareja.

Cita.

Normal.

¿Había algo raro ahí?

289
Treinta y nueve
Traducido por Mari NC

Corregido por La BoHeMiK

E ventualmente Gabe pidió la cuenta y dio algo de dinero. Sabía que él


había querido pagarlo todo por su cuenta, pero aun así me sentía mal
al no permitírseme contribuir. Entonces él me miró y extendió su mano
para tomar las mías. Esta vez me sentí cómoda cuando él toco mis manos
y le sonreí.

—Eh —dijo.

—Eh —le contesté. Nosotros sólo nos miramos un poco, y estuvo bien.
Estaba bien no decir nada. Mi mente ni siquiera estaba trabajando mucho.

Entonces Gabe suspiró y soltó mis manos.

—Probablemente deberíamos irnos —dijo poniéndose de pie.

—¿En serio?

—Oye, son tus padres y sus reglas.

—Sí, supongo. —Me puse de pie—. Paso seis. Ir a casa.

—Así es.

Nos despedimos de la banda mientras pasábamos y el camarero me agarró


la mano para girarme por última vez. Luego salimos al patio, pasamos a
través de las calles ahora mucho más transitadas, y de nuevo a la moto.
Había un par de chicos merodeando alrededor de la moto y mirándola.

—¿Es tu moto? —preguntó uno de ellos cuando nos acercamos.

—Sí —respondió Gabe abriendo la parte de atrás y sacando el casco para


mí.

290
—Eso es genial.

—Es vintage —dijo su amigo.

—¿Eres su novia? —preguntó el primer chico, volviéndose ahora hacia mí.

Pobre chico. En realidad, no tenía idea de cuán complicada e incómoda era


la pregunta.

—Supongo que sí, sí —dije finalmente mientras le quitaba el casco a Gabe.


Hicimos contacto visual, y él sonrió de la forma en que siempre lo hacía.

—Amigo, eres mi héroe —dijo el primer chico y levantó la mano. Gabe se


echó a reír y le chocó los cinco.

—¿De dónde sacaste la chaqueta? —preguntó el segundo chico.

—Es un regalo.

—Muy genial —le dijo el primer chico al segundo mientras seguían su


camino—. Vintage.

—Sí. Muy genial. Totalmente Luke Perry9.

—Sí.

Bueno, esas fueron dos cosas nuevas que había aprendido allí.
Evidentemente hice a Gabe parecer un héroe, y Luke Perry era genial otra
vez.

—¿Eres mi novia? —preguntó Gabe acercándose a mí con una sonrisa.

—Oye, sólo lo dije para hacerte lucir bien —le contesté poniéndome el
casco antes de que pudiera interrogarme más.

Nos subimos a la moto, y esta vez me sentí como una profesional. En esta
ocasión me sentía bien, bueno, está bien, me sentí genial. Sabía que no
debería importar lo que alguien más pensara, en especial no dos chicos,
pero a medida que conducíamos a través de las calles llenas de gente y
mirábamos los alrededores… se sentía bien verse impresionante.

9 Luke Perry: es un actor estadounidense, célebre por su trabajo como Dylan McKay en
la serie Beverly Hills, 90210.

291
El viaje de regreso en la oscuridad fue un poco espeluznante, sobre todo
una vez que estuvimos fuera de la carretera. La única luz provenía de la
moto, y sólo podíamos ver a unos pocos metros enfrente de nosotros. Por
alguna razón la oscuridad trajo nuestra misión de nuevo sobre el tapete, y
empecé a sentirme nerviosa. Acerca de nuestro plan. Acerca de la Toma.
No quería pensar en nada de eso, no ahora. Me incliné hacia Gabe y lo
abracé con más fuerza.

Llegamos a la ciudad, y las luces me calmaron un poco. Vi a Lacy con


algunas de las otras porristas y estuve a punto de saludarla, hasta que
recordé que no se suponía que fuéramos a ser realmente amigas. Era muy
complicado mantener en orden las relaciones falsas y las reales.

Luego fuimos a través de la ciudad y transitamos todo el camino hasta


detenernos en frente de la casa. Casi como si nunca nos hubiéramos ido.
Era una sensación extraña.

—¿Viste a Lacy? —preguntó Gabe mientras tomaba mi casco.

—Sí, y casi la saludo.

—A ella no le habría gustado.

—No.

Caminamos por las escaleras y nos detuvimos en el porche delantero.

Gabe se quedó callado por un momento, y me di cuenta de que había algo


en su mente. Por último, dijo abruptamente:

—¿Crees que podemos hacer esto?

Mi corazón ahora latía a mil por hora.

—¿Hacer qué?

—Dispararle a los ángeles.

Oh eso. Parecía que entonces yo no era la única pensando en ello.

—No lo sé.

292
—Bueno, todos sabemos que tú puedes hacerlo, pero el resto de nosotros...
incluso después de todo el entrenamiento...

—Podemos hacerlo.

No quería pensar en lo que pasaría si nuestro plan no funcionaba. Si por


ejemplo, por accidente, le disparábamos a una persona. Incluso si no
golpeábamos algo, probablemente podríamos ser arrestados. Y con el
fuerte control del Pastor Warren en la ciudad... podríamos estar
seriamente en problemas. La única forma de demostrar que teníamos
razón era disparándole a un ángel.

—Está bien —dijo Gabe.

—¿Eso es todo? ¿Está bien?

—Si tú lo dices, te creo.

¿En serio? ¿Por qué?

—Bien.

Él pareció relajarse después de esa conversación, como si hubiera estado


guardándola en su interior durante un rato. Sonrió. Y le devolví la sonrisa.

Entonces, Gabe, estamos de pie afuera, al final de nuestra cita… ¿cualquier


otra cosa aparte de la planificación estratégica?

Se acercó a la puerta y la abrió para mí.

Supongo que no.

—Gracias. —Entré al interior con él cerca detrás de mí y vagué por el


vestíbulo hacia la escalera trasera.

—Así que… entonces supongo que buenas noches —le dije mientras
estábamos en el oscuro pasillo.

—Buenas noches.

Nos miramos el uno al otro. Parecía que podría estar pensando en tratar
de besarme. O todavía tal vez estuviera pensando en dispararles a los
ángeles. Era difícil de decirlo. Parecía que iba a tener que dar el primer

293
paso, y yo no sabía qué hacer. ¿Había algo especial que una chica hacía
cuando quería que un chico la besara? ¿Qué tipo de señal es una señal?

—Muchas gracias por la cena, fue fantástica —dije y lo agarré en un fuerte


abrazo. Le tomó un momento antes de que pudiera sentir sus brazos
alrededor de mí en respuesta, pero entonces estos estaban allí y me
sostenían. Nos separamos, y le di una última sonrisa antes de subir.
Finalmente pude correr a mi habitación, sumergirme bajo las sábanas y
sentirme estúpida e increíblemente arrepentida de que yo no hubiera ido
por un beso.

Quité la sabana de mi cabeza, y me quedé allí con mi vestido rojo por un


momento. Esa fue mi primera cita. Nunca había tenido una. Y creo que
había ido bastante bien, pero, por supuesto, tal vez él estaría molesto de
que no nos hubiéramos besado. Pero yo quería besarlo, tuve que haberlo
hecho. Y de todos modos, él sabía que yo no estaba al tanto lo que hacía,
¿y por qué no lo intentó? Quiero decir, de todos modos él había sido quien
me llevó a través de todos los pasos.

Tal vez… y me senté en la cama. Tal vez él no quería besarme. Pero lo


habíamos pasado tan bien. Me dije que eso no importaba. Tal vez se dio
cuenta de que estábamos mejor como amigos.

Pero él pensaba que yo era hermosa.

Al igual que el pantano.

Aparté las sabanas, de todos modos estaba demasiado calurosa para


usarlas, y me cambié de ropa por la camiseta de Columbia de papá. No la
había usado desde esa noche, no estaba segura de por qué, había
demasiadas conexiones a la misma. Pero sentía como que debía de usarla
ahora.

De hecho...

Bajé silenciosamente por las escaleras, salí por la entrada lateral y me


dirigí hacia el columpio. Me senté sintiendo una extraña sensación de déjà
vu. La Toma estaba a solo una semana de distancia. Había otras cosas
más importantes en qué pensar que besar chicos y tener citas. Respiré
profundamente el aire húmedo y traté de aclarar mi mente. Me estaba

294
volviendo muy buena en despejar mi cabeza, lo que era muy útil, viendo
cómo todo se ponía confuso aquí. Me sentí tranquila. Me sentí... lista.

Y entonces lo vi, por una esquina de mi ojo. No me había dado cuenta de


que lo había visto al principio, pero luego lo registré, y me giré, viendo
como Gabe se sentaba a mi lado.

—Hola —dije en voz baja.

Se inclinó hacia mí tan rápido que no lo vi venir.

De repente, me estaba besando.

Era cálido y suave… trajo suavemente una mano detrás de mi cabeza y la


otra la envolvió alrededor de mi cintura, tirando de mí más cerca. Él me
estaba besando y… y yo le estaba devolviendo el beso. Mis brazos rodearon
el cuello de Gabe, y mi boca se movió bajo la suya sin que yo tuviera que
pensar en qué hacer o cómo hacerlo. Era como respirar bajo el agua, sólo
que sin esfuerzo, lento y flotante. Podía escuchar mi corazón latiendo, y
pude sentir el pulso de Gabe a lo largo del costado de su cuello.

Cuando nos separamos, fue como si de alguna manera los dos sabíamos
que era el momento.

—Paso siete: beso de buenas noches. Lo siento, debí de haberte advertido


—dijo.

—Creo que fue mejor así.

—¿Así que si quiero besarte otra vez, no debería de molestarme en


decírtelo?

—No si no quieres…

Y él me estaba besando de nuevo.

Me reí un poco, lo cual no sentí incorrecto a pesar de que siempre había


pensado que este tipo de momentos estaban destinados a ser muy serios, y
pude sentirlo a él sonriendo debajo de mis labios. Este segundo beso fue
más intenso, y su mano empezó a bajar por mi cintura hasta mi muslo.
Recordé que tan sólo estaba en una camiseta y me aparté.

—Demasiado —dijo Gabe dándose cuenta al instante.

295
—Todo en esta noche ha sido demasiado. No en el mal sentido… pero…

—Pero tal vez eso es suficiente por una noche.

—Sí.

Gabe me miró con una suave sonrisa, y aunque todavía no podía


interpretar lo que él estaba pensando, por primera vez no me importó. Le
devolví la sonrisa y de repente encontré que el hacer contacto visual con él
era la cosa más natural del mundo. Empujó un mechón de cabello suelto
alrededor de mi oído, y se sintió maravilloso.

—Está bien, así que ahora supongo que realmente serán buenas noches —
dijo poniéndose de pie y ofreciéndome una mano.

—Creo que me quedaré un poco más. Es lo que hago en verano. Sentarme


aquí… pensar…

—¿Acerca de mí? —Sonrió.

—No te hagas ilusiones.

Por supuesto que acerca de ti.

—Bueno, que tengas una buena noche, entonces.

Se inclinó, me besó en la frente, y no pude evitarlo. Agarré el cuello de su


camisa con ambas manos y traje de vuelta sus labios a los míos por última
vez.

—Lo siento —le dije mientras nos separamos.

—Yo no. Pero ahora me tengo que ir, de lo contrario, me preocupa que
puedas tomar ventaja de mí o algo así.

—Oh, sólo vete a la cama. —Me reí y lo observé mientras regresaba a la


casa, tomando el largo camino de vuelta y desapareciendo en el otro
extremo del porche delantero.

No podía dejar de sonreír y abracé mis rodillas hacia el pecho. Miré hacia
el bosque y las luces de la ciudad que parecían mucho más brillantes,
mucho más bonitas.

296
Entonces estaba allí. De pie en mi línea de visión a tal vez diez metros de
distancia. Simplemente apareció, de la nada, pero cuando lo hizo fue como
si siempre hubiera estado allí.

Esa cosa fantasma.

Mirándome.

Me puse de pie con rapidez, y sin pensarlo dos veces grité:

—Quiero hablar contigo.

¿En serio?

—Sí —contesté. Mis entrañas se tensaron, y al instante me sentí


traicionada por mis verdaderas emociones.

Realmente no quieres hacerlo.

—No, en serio quiero hacerlo.

Todavía no.

Entonces, así como así, ya no estaba.

Y a la mañana siguiente, tampoco Gabe.

297
Cuarenta
Traducido por LizC

Corregido por Gabba

A l principio no era un gran problema. Me dormí, completamente


agotada de todas las emociones locas que había tenido la noche
anterior. Me hice un desayuno tardío y cuidadosamente evité el tema de la
cita de la pasada noche con un simple, “Bien”, cuando mi madre no pudo
aguantarse más y simplemente tuvo que preguntar. Ella, obviamente,
había decidido omitir ir a la Iglesia de los Ángeles esta mañana para estar
allí cuando me despertara.

—¿En dónde está Gabe esta mañana? —continuó ella. Me di cuenta que se
mordía la lengua, podría decir que realmente quería sentarse y hacerme
rememorar cada minuto de la pasada noche con ella.

—¿Qué quieres decir? —pregunté sorbiendo un poco de jugo de naranja.

—Su motocicleta no está, no lo he visto en toda la mañana.

Dejé mi vaso y la miré. No parecía muy preocupada, y supongo que tenía


sentido. Después de ese período en el invierno, cuando estuvo mucho
tiempo ausente, y ahora con nosotros dos fuera todos los días —
trabajando en su lugar, suponía ella— descubrir que se había ido no era
gran cosa.

Pero sabía que no íbamos a encontrarnos hasta esta tarde en su lugar, y


me sorprendió que se hubiera ido tan temprano.

—Supongo que quería empezar hoy a primera hora —dije, terminando mi


jugo y llevando mis platos al fregadero—. ¿Está bien si llevo tu auto hoy
temprano?

298
Mamá asintió. Cuando papá regresaba teníamos dos autos, y durante los
últimos dos meses su auto prácticamente se convirtió en mío. A decir
verdad, preguntar era solo una formalidad.

Me vestí, alce mi cabello en una cola de caballo, y me fui de inmediato.


Llegué a casa de Gabe en un tiempo récord, pero no había ni rastro de él.
Ni siquiera su motocicleta. Estacioné el auto y salí, deambulando por la
parte de atrás. Nadie. Todavía tenía algo de tiempo antes que los demás se
presentaran, así que me acerqué a la casa de Etta Mae, pero de nuevo no
estaba su motocicleta. Ni Etta Mae, para el caso, y entonces recordé que
era domingo, y ella probablemente estaba en la iglesia en Nueva
Adamstead.

Así que volví a casa de Gabe y me senté en el muelle a esperar. A


dondequiera que hubiera ido, más le valía llegar a la práctica a tiempo.
Solo nos quedaba un par de días desde ahora hasta la Toma, y mi ejército
prometió, después del descanso de ayer, que trabajaríamos sólidamente
los últimos días.

Fieles a su palabra, el resto del equipo se presentó no solo a tiempo, sino


antes de tiempo. Lacy fue la primera en aparecer, y supe de inmediato por
qué.

—¿Entonces? —dijo corriendo hacia mí—. ¿Cómo te fue? ¿Cómo estaba tu


cabello?

Me reí, y se sentó junto a mí, sus ojos llenos de expectación.

—Fue muy agradable —contesté—. Para la cena fuimos a este restaurante


muy interesante, bailamos…

—¿Y…?

—Y… —No pude evitar sonrojarme un poco—. Él me besó.

—¿Fue absolutamente increíble? —Saltaba en su lugar. Era muy lindo.

—Sí. Totalmente increíble.

—Siempre pensé que parecía un gran besador.

—No tengo mucho para comparar…

299
—Y…

—¿Y? Eso es todo. Nos besamos, nada más…

—No, me refiero al cabello. ¿Estaba bien?

Me reí de nuevo.

—Sí, estaba bien. Lo soportó absolutamente.

—Bueno, eso es un alivio.

Hubo algunas voces en la distancia. Habían llegado los hermanos


Alexander.

—Lacy, por ahora me gustaría mantener esto entre nosotras. ¿Está bien?

—Por supuesto. —Me sonrió con complicidad.

Los hermanos estaban de buen ánimo, también el Padre Peter, quien en


realidad sonreía a las bromas del Salvaje Frank. Parecía que ese día iba a
ser justo lo que recetó el doctor. Todo el mundo parecía relajado y listo
para trabajar.

Pero Gabe aún no había aparecido.

—¿Dónde está McClure? —preguntó Curtis mirándome.

—No sé. Ya se había ido antes de que me despertara esta mañana. —Vi a
Lacy intentar ocultar una sonrisa, y me di cuenta de cómo sonó eso—. Mi
madre fue quien lo notó primero —añadí, esperando que eso lo hiciera
sonar un poco más inocente, de lo que era.

—Eso es raro —dijo John, y Daniel asintió.

—Estoy seguro que va a aparecer pronto —dijo el Padre Peter poniéndose


de pie—. Probablemente deberíamos empezar.

Estuvimos de acuerdo con el Padre Peter, y en poco tiempo estábamos en


un completo modo de práctica. Pero a medida que avanzó el día y no hubo
ninguna señal de Gabe, simplemente no pude concentrarme.
Afortunadamente, eso no pareció afectar mi puntería en lo más mínimo, lo
que, evidentemente, podía hacer con tanta naturalidad como caminar.

300
Pero estaba demasiado afectada para tomar un momento para apreciar lo
que eso significaba.

A pesar de la ausencia de Gabe, el día fue muy bien y todo el mundo partió
de buen humor. Esperaba, mientras me dirigía a mi casa, ver a Gabe
esperándome en el porche delantero. Pero fue a mi madre en su lugar,
sentada en el banco, bebiendo una limonada. Cuando vio el auto, se puso
de pie.

Apagué el motor y salí. Cuando me acerqué, sabía que algo no estaba bien.
Mi madre llevaba sus sentimientos escritos en toda su cara como un
accesorio de moda.

—¿Qué, qué es? —pregunté subiendo las escaleras para encontrarme con
ella.

—Amor —dijo, tomando mi mano y guiándome hacia el banco—, tenemos


que hablar.

—¿Qué está pasando? —pregunté, sentándome. Me alegré de hacerlo. Mis


piernas se convirtieron en gelatina con su declaración.

—Tengo malas noticias.

—¿Gabe está muerto? —pregunté rápidamente. Podría haber sonado


extremo, pero fue el primer pensamiento que me golpeó. Después de todo,
el último chico que realmente me importaba desapareció de mi vida como
si lo hubieran asesinado, ¿por qué no Gabe?

—¡Oh querida, no, no, por supuesto que no! —Mi madre me llevó a ella y
me sostuvo en un torpe abrazo—. ¿Por qué pensarías eso?

—Bueno, te ves como si alguien hubiera muerto, y Gabe ha estado ausente


todo el día… —le dije en su pecho.

Me soltó y me miró con atención.

—Querida, Gabe se ha ido.

—¿Ido?

Madre asintió y sacó un pedazo de papel de su bolsillo.

301
—Encontré esto pegado a la parte delantera de la puerta. Debes haberlo
pasado por alto cuando saliste de prisa.

Tomé la nota con una mano temblorosa. Definitivamente, no tenía ningún


deseo de leerla, pero al mismo tiempo sabía que tenía que hacerlo.

Riley,

Tengo que irme. Este no es mi hogar, este no es mi tiempo. Gracias por todo.
Significas mucho para mí. Espero que algún día podamos encontrarnos de
nuevo. En este momento, tengo que encontrar mi propio camino.

Lo siento.

Gabe.

Le di la vuelta, pero eso era todo.

—¿Eso es todo? —pregunté.

—Lo sé, amor, pero él siempre iba directo al grano.

Lo hacía, supongo. Pero también… no lo hacía. También era capaz de decir


algunas cosas bastante profundas, contar chistes, hacerte sentir mejor
cuando estabas deprimida. Era capaz de comparar a las chicas con
pantanos.

Por otra parte, esta era exactamente el tipo de nota que Gabe dejaría.
Simple, directa. Sin adornos. ¿Qué estaba pensando? Esta era la nota que
Gabe dejó.

¿Pero lo de anoche?

—Cariño…

—¡No lo hagas! —dije bruscamente y la miré—. No me llames así. —


Arrugué la nota y la tiré lejos—. Esto es una mierda.

—Riley, el lenguaje.

—Madre, no me importa. No lo hace. Si hubo alguna vez algo que fuera


una mierda, es esto. ¿Por qué solo se iría de esta manera? ¿Sin siquiera
despedirse?

302
—Riley, no creo que pudiera manejar una despedida. Creo que por eso se
fue así… —Mi madre trató de empujar el cabello fuera de mis ojos, pero la
aparté.

—¡Bueno, no es justo! ¡No es justo en absoluto! Así que él no puede


manejar una despedida, ¿y qué? Lidia con eso. No puede hacerme esto. ¡No
puede! —Estaba llorando ahora, ardientes lágrimas corrían por mi cara.

—Tienes razón, amor, él se comportó muy mal. Pero no creo que lo hiciera
para hacerte daño. Creo que pensó que así protegería tus sentimientos.

—Mierda.

—Riley.

—Mierda. ¡Mierda, mierda, mierda! —grité cada palabra más fuerte que la
anterior hasta que prácticamente gritaba en su cara. Estaba tan enojada,
me sentía demente. Apenas podía ver a través de mis lágrimas, pero
todavía podía reconocer su expresión de dolor. Bueno, no me importaba.
Tal vez a ella no le gustaba mi reacción, pero no era a la que acababan de
abandonar con una nota de un chico que le importaba mucho más que un
novio. Él era el puto co-líder de un ejército, por amor de Dios, y realmente
no pensaba que pudiera liderar a nuestro equipo sin él.

Oh, qué se joda eso. Él era mi mejor amigo.

—Riley —dijo mamá en voz baja, pero me levanté y pasé junto a ella,
corriendo por las escaleras y al bosque. Ya el sol se había puesto casi
completamente, y era aún más oscuro entre los árboles. Pero seguí
corriendo. No sabía a dónde iba o cuál era mi plan. No me importaba. No
sabía qué hacer con toda mi rabia, correr y llorar parecía el mejor plan en
este momento. Por supuesto, no eran siempre la mejor combinación, y me
tropecé con una raíz, cayendo con fuerza de cara.

Me quedé allí, boca abajo en la tierra húmeda. No me levanté, no hice


nada. Solo empecé a sollozar a todo pulmón. Estaba brotando de mí, la
tensión del año pasado, la confusión de lo que significaba todo eso, y mi
angustia por haber sido dejada atrás otra vez por alguien que… por
alguien que me importaba. Me eché a reír a través de mis lágrimas. Incluso
en un momento de total desesperación todavía me autocensuraba. No

303
podía ni siquiera reconocer para mí misma cuáles eran mis verdaderos
sentimientos por Gabe.

Los cuales eran…

Vamos, Riley…

Solo tienes que decirlo…

Riley, deja de ser un bebé.

Riley.

Oh, así que ahora sí quería hablar.

304
Cuarenta y uno
Traducido por Martinafab

Corregido por Gabba

M i cabeza se levantó y lo vi, justo encima de mí, mirándome. Debería


haber notado el frío primero, supongo, pero es difícil sentir frío
cuando tu cuerpo está entumecido. Ya ni siquiera podía sentir el duro
suelo debajo de mí.

—Bien, ahora es cuando te decides por aparecer.

Riley.

—Tú y Gabe, siempre dicen mi nombre como si fuera todo significativo y


esas cosas. No lo es, ¿de acuerdo? No lo es. Es solo un nombre. —El
pensamiento de Gabe y la forma en que diría mi nombre y tan solo me
miraría como si estuviéramos compartiendo un pensamiento privado,
cuando en realidad no tenía idea de lo que estaba pensando en absoluto...
el pensamiento de Gabe—... Él me dejó... —El vacío en mi interior parecía
extenderse por todas partes. Me doblé por el dolor.

No lo hizo.

—Sí, lo hizo. Tú no estabas allí. No lo sabes.

Riley, siempre estoy ahí.

Negué con la cabeza.

—Eso es mentira. Me dejaste. Solo te fuiste y no volviste. De acuerdo, te


apareciste anoche para decirme que no puedes aparecerte, pero ¡eso es
todo! Y solo tenías para decir esa estúpida cosa sobre la pregunta obvia, y
luego yo no podía preguntártela, y eso fue muy injusto.

Siempre estoy contigo. Siempre he estado contigo. Desde el principio. Veo


todo lo que sucede.

305
—¡Cállate! ¡Solo cállate!

Lo estoy.

—¡Deja de mentir! —Por lo menos ahora tenía una salida para mi rabia—.
Apareciste por primera vez el pasado otoño. Y luego te fuiste. ¡Te fuiste!
¿Por qué todo el mundo me deja...?

Riley, he estado contigo desde que fuiste una idea. He estado contigo
incluso antes de eso. Solo que ahora me ves porque tú quieres. No me has
visto en meses porque no querías verme.

—¡Sí, lo hice! Por supuesto que sí. Necesitaba preguntarte cosas. Sobre el
Círculo y todos los planes que estaba haciendo... Yo quería... —Pero
mientras lo decía, no podía dejar de sentir de que la cosa fantasma tenía
un punto. Sabía que quería hacer las preguntas, pero a lo mejor, bueno...
tal vez en el fondo no había estado preparada para la respuesta. Saqué mis
piernas debajo de mí y abracé mis rodillas contra mi pecho.

Se necesita una intensa fuerza para que me veas. Hablar conmigo. Es por
eso que sientes tanto frío. Es por eso que siempre caes inconsciente
después. Se necesita una gran cantidad de energía para crearme como un
ser corpóreo.

Podía sentir mi ira siendo sustituida poco a poco por confusión y tristeza.

Riley.

—¿Sabes qué? —Lo miré directamente—. Todo esto tratando de explicar


cosas que están fuera de contexto de veras no ayuda. O empiezas desde el
principio o desaparece.

No puedo marcharme.

—Ese... ese no fue mi punto.

¿Cuál es tú punto?

Enterré mi cara en mis rodillas. No sé, no sé cuál es mi punto.

—No puedo hacer esto. Ahora no. No quiero hacerlo. Por favor, solo vete y
déjame en paz.

306
No puedo.

—Por supuesto que puedes. Siempre lo haces. Apareces, dices alguna


mierda, actúas todo misterioso, entonces me duermo, y desapareces. Esa
es la rutina. Así que, ¿puedes irte ahora en vez de que tengamos que pasar
por todo eso?

¿Estás cansada?

—Sí.

Hubo una pausa por un momento. Ah, es una broma.

Levanté la vista hacia él.

—¿Qué?

Bromeas. Es una broma. No estás cansada pero dijiste que lo estabas. ¿No
es una broma?

—No.

No entiendo las bromas.

—Estoy cansada. Estoy agotada. Con todo... todo ello. Y ahora Gabe... —
Me atraganté con su nombre.

Y entonces... entonces la cosa fantasma realmente me interrumpió.

Pero, ¿no ves que por primera vez todo lo que eres me quiere aquí? ¿No ves
que ahora eres mucho más fuerte? Estás cansada superficialmente pero
siento que en el fondo no estás cansada. Todos estos meses de
entrenamiento, tu confianza en ti misma. Por primera vez, estás totalmente
abierta a mí, me quieres. Es muy agradable para mí.

—No entiendo...

No pienses. Siente. Siente la diferencia.

No quería hacerlo. No quería hacer nada. Solo quería enrollarme como una
bola y dormir. Pero no porque sintiera esa presión familiar, esa ola de
agotamiento venciéndome como solía ocurrir cuando la cosa fantasma
aparecía, sino por todo lo que había pasado hoy.

307
Tal vez la criatura hizo un punto.

Cerré los ojos y traté de lidiar con todas las emociones en la superficie
para encontrar algo muy dentro que me diera alguna pista sobre qué
demonios estaba haciendo la cosa fantasma.

Quería ayuda.

El pensamiento fue profundo. No creo que lo haya pensado en serio antes.


Quería ayuda. Sentí la necesidad de ayuda, pero lo que sea que había
ofrecido, de verdad usualmente solo terminaba haciendo las cosas a mi
manera. Incluso con Gabe, y su habilidad para hacerme sentir como si
estuviera haciendo las decisiones correctas, y que no estaba sola... todavía
podría habérmelas arreglado. Habría que hacerlo.

El misterio alrededor del Círculo de los Siete. Podría haberle preguntando


a la cosa fantasma, me di cuenta, pero no lo hice. Por supuesto, en ese
momento pensaba que era porque no volvería a aparecer, pero había
estado más interesada en hacer la investigación yo misma... hablar con el
Padre Peter...

Luego estaba el asunto de la pregunta obvia. Sea lo que fuera.

Querer ayuda en vez de necesitar ayuda. Estar abierta. Me sentía...


abierta.

Abrí los ojos.

—¿Qué eres?

Soy un Guardián.

La criatura parecía satisfecha, casi orgullosa. Y entonces estaba sentada


junto a mí. Al menos, parecía que estaba sentado, y sin embargo sabía de
alguna manera que no lo estaba. Que lo que sea que era esta criatura, no
hacía cosas como levantarse, sentarse y caminar. Solo aparecía como lo
hacía.

¿Cómo sabía algo de eso?... no tenía ni idea.

—¿Eres qué?

Soy un Guardián.

308
—¿Qué es un Guardián? —pregunté.

Yo.

No pude evitar sonreír. Este Guardián era tan literal que era casi divertido.
Casi.

—Explícame el trabajo de un Guardián. ¿Por qué le llaman Guardián? ¿A


quién... guardas? —Tenía la esperanza de que esto sería lo suficientemente
claro.

Un Guardián es enviado por el Círculo de los Siete para velar por un espíritu.
Nos llamamos Guardianes porque protegemos como centinelas a los
espíritus atados a la tierra que son vulnerables en sus caparazones
humanos. Yo te guardo.

A pesar de que era la primera respuesta real que me había dado, no me


sentía como si entendiese mejor.

—¿Qué quieres decir con “espíritus atados a la tierra”? —pregunté en voz


baja.

Seres que no son de la tierra y que están atrapados en la tierra.

—Yo... no lo entiendo. O sea, ¿qué dirías que es un ser que no es de esta


tierra, atrapado aquí?

Hay muchos.

—Dame un ejemplo.

Los ángeles caídos.

Eso no tenía ningún sentido para mí.

—¿Por qué protegerías a los ángeles caídos? Pensé que habían caído
debido a que habían hecho algo malo.

No protegemos. Observamos. Ayudamos. Nos presentamos en el Círculo


cuando nos lo piden.

¿Qué? No. ¿En serio? No.

309
—Está bien. Así que déjame ver si lo entiendo: tú eres un Guardián...
espera un segundo. ¿Eres un ángel de la guarda?

Sí.

—¿Eres un ángel?

Esto te sorprende.

Por supuesto que me sorprende.

—Bueno, quiero decir, algo así. Es realmente confuso. Solía asumir que los
ángeles eran como la gente, pero con alas. Y luego dijiste que el Círculo de
los Siete llevó a gente a esa luz brillante que Etta Mae vio, entonces pensé
que tal vez los ángeles eran solo eso, luz. Sé que no se parecen a Gabe
cuando era un Thrall, aunque sea eso lo que piense el pueblo. Y tú...
simplemente te ves extraño... así que, ¿saber lo que eres solo por
mirarte?... Un poco imposible en realidad.

Los ángeles no tienen forma. Somos como nos ven. No podemos elegir. El
Círculo de los Siete son Arcángeles, y ellos pueden elegir forma. Pueden
optar ser vistos o no. Pero nosotros no podemos.

—De acuerdo. Así que los ángeles toman cualquier forma que los seres
humanos elegimos para verlos.

No. Solo los espíritus ligados a la tierra y aquellos afectados por nuestro
poder.

—¿Perdona?

Dijiste que los seres humanos eligen vernos, pero la mayoría de los seres
humanos no pueden. Solo aquellos seres humanos afectados por nuestro
poder pueden vernos.

—Y los espíritus ligados a la tierra.

Sí.

—Bien. —Tomé una respiración profunda—. Te das cuenta de que nada de


eso tiene sentido.

Sí lo tiene.

310
Negué con la cabeza.

—No, no es así. Creo que te estás olvidando de algo.

¿Lo estoy?

—Sí.

¿De qué me estoy olvidando?

—Yo puedo verte.

No me he olvidado de eso. Eso sería algo extraño de olvidar con nosotros


hablando en estos momentos.

—Mi punto es que puedo verte. Y nunca he sido “afectada” por el poder de
un ángel por lo que sé, y obviamente no soy un espíritu ligado a la tierra.

Le siguió un silencio. El Guardián me observaba, anticipando algo.

—Uh... —dije, de repente comprendiendo lo que debía estar pensando—,


¿he sido afectada por el poder de un ángel? —Cuán espeluznante sonaba
eso.

No.

Exhalé, sin darme cuenta de que había estado conteniendo la respiración


en primer lugar. Bueno, eso era un alivio. Pero entonces, si no lo había
sido...

—¿Por qué me sigues?

Silencio.

—¿Por qué? ¿Por qué yo, por qué... —El interior de mi boca se estaba
secado, mi garganta cerrándose. No me digas algo que no puedo manejar,
Guardián, porque hoy estoy un poco frágil. Pero así como lo pensaba, sabía
que no era cierto. Nunca había estado más lista.

Y entonces ahí estaba. Flotando justo ahí, en mi conciencia como un gran


letrero de neón parpadeante rodeado de letreros de neón parpadeantes
más pequeños en forma de flechas apuntando a él.

La pregunta obvia.

311
—¿Qué soy?

312
Cuarenta y dos
Traducción Itorres

Corregido por Gabba

E res de los Nephilim. Y soy tú Guardián.

Dijo de manera tan simple, tan casual, que por un momento mi respuesta
fue similar. Oh, soy Nephilim. Bien. Eso es interesante y un poco
inesperado.

Pero entonces mis emociones se hicieron cargo. Me di cuenta de lo que


esta cosa fantasma ángel guardián acababa de decirme y podía sentir mi
respiración profundamente, mi corazón inició una carrera.

—¿Estás diciendo que no soy humana? —Pánico ahora. Estos eran


demasiados sentimientos para sentir en una noche.

Eres de los Nephilim.

—Sí, lo entiendo, pero ¿qué significa eso?

Significa que eres un gran espíritu. Un guerrero.

Mentira. La palabra del día.

—Bien, vamos a suponer por un momento que es cierto —dije tratando


desesperadamente de formar pensamientos coherentes, ante el desastre
que era mi cerebro en este momento—. ¿Cómo es que soy una de esas
cosas Nephilim? Eso no tiene sentido. Solo soy una... solo una chica.

Los Nephilim nacen de mujeres humanas. Tu padre era un ángel caído.

Lo sabía. Había leído todo sobre eso. Aun así:

—¿Qué? —Mi cerebro no entendía.

313
Eres hija de una mujer humana y un ángel caído. Es por eso que eres un
espíritu pero ligado a ésta tierra.

—¿Estás diciendo que mi padre es un ángel?

Un ángel caído.

Sparky, reduce la velocidad allí. ¿Me estás diciendo...?

—Mi padre, profesor de física, el hombre que no cree en ir a la iglesia, cuya


religión es la ciencia, estás diciendo que él es un ángel caído.

No.

—¿No?

No. El hombre que vive contigo no es tú padre.

De todas las cosas que el Guardián me dijo, de todas las cosas fantásticas
imposibles que cambian la vida, eso era una flecha al corazón. Que golpeó
más profundo que cualquiera de ellas.

—Te equivocas.

Eso no es posible.

—Estás equivocado. —El miedo se construía de nuevo, como el agua que


se precipita arriba del pozo…

Riley, no habría ninguna razón para estar contigo si no fueras lo que eres.

—Bueno, tal vez cometiste un error. —Ni siquiera yo me creía eso. Pero
preferiría tratar de creer cualquier otra cosa que no que papá no es mi
papá.

No.

—Yo... todo esto es demasiado... todo esto es demasiado difícil... —Fue lo


único que se me ocurrió decir.

No, no lo es.

Eché un vistazo hacia los lados de la criatura.

314
—¿No? No creo que me puedas decir eso. Sucede que, ahora mismo, me
siento muy agobiada.

Si no estuvieras preparada para este momento, no tendríamos esta


conversación. Recuerda. No estás cansada.

No estaba cansada. No estaba cansada en lo más mínimo.

Estás lista.

—No me siento lista.

El Guardián no respondió. Parecía estar pensando de nuevo. Tal vez


estaba confundido, incapaz de comprender por qué, cuándo yo
supuestamente había querido esta conversación, no quería tenerla. ¿Sería
capaz de sentirse confundido? ¿Sería capaz de sentir?

Era absurdo, pero no se lo pondría fácil.

No podía creer que estuviera preguntando esto. Tranquila y de muy mala


gana le dije:

—Entonces, ¿quién es mi padre?

Eso no puedo decírtelo.

Por supuesto que no puedes.

—¿Es porque no lo sabes, o porque has firmado algún tipo de acuerdo de


confidencialidad o algo así?

¿Acuerdo de confidencialidad?

—Fue una broma.

¿Esta vez fue una broma? Las bromas me confunden.

—Para ser justos, mis bromas tienden a confundir a mucha gente.


Entonces, ¿por qué?, entonces, ¿por qué no me dices quién es mi
verdadero padre? —La palabra “verdadero” quedó atrapada en mi garganta
por lo que el resto de la frase salió como un chillido.

Porque ya no sé quién es.

315
—¿Ya no?

Cuando tú eras una idea, antes de que lo fueras, sabía su nombre. Pero
ahora ya no. Mi pasado comenzó cuando naciste.

—Guau, eso no tiene, como que, no tiene sentido.

No es sobre el sentido sino la verdad. Existo por ti. Lo que yo era antes es lo
que eras antes de que fueras. ¿Te acuerdas de lo que eras antes de que
fueras?

—¿Estamos hablando de pre-parto?

Sí.

—Bueno, no.

Así que entiendes.

—... en realidad no...

Me sequé las lágrimas de mi cara y suspiré. Estaba en el punto de “He


purgado toda posible emoción de mi sistema y ahora no me queda nada”
en la conversación. Nada resonó en mí. Nada se quedaba conmigo. Ideas
rebotaban de mi piel hacia la tierra húmeda. Soy hule... eres pegamento...

Y entonces un pensamiento.

—¿Sabes qué va a sucederle a Gabe? ¿Dónde está? ¿Dónde se ha ido?

No puedo ver el futuro. Riley, pero él no pertenece a ti. No te lo puedes


quedar.

—No soy uno de ese maldito Círculo. Sé que él no me pertenece. Él es...


era... mi amigo. —No podía decir novio, solo no podía. Además, nuestra
amistad parecía más significativa en este momento, más importante para
mí que el romance que podría haber sido.

Bien.

De repente me di cuenta de la realidad. Especialmente era consciente de lo


tarde que era, cómo me había sentado en un pedazo de tierra húmeda que
ahora se había filtrado en mi ropa y que estaba poniéndome aún más fría

316
de cuando sentí al Guardián. También me imaginé que mi madre estaba
probablemente en estado de pánico, así como profundamente herida por la
forma en que había reaccionado.

—Tengo que ir a casa —dije y me levanté. Me dolían las piernas al hacerlo,


y me sentí tan pesada, al igual que casi no podía llevar mi propio peso.
También se levantó el Guardián. Excepto, por supuesto, que no lo hizo.
Simplemente parecía estar de pie, como si nunca hubiera parecido haber
estado sentado. No tenía ningún sentido, pero cada movimiento que hacía
parecía borrar la existencia del movimiento anterior. El Guardián estaba
en lo cierto. No tenía un pasado.

Me di vuelta para marcharme, pero sabía que no podía realmente dejarlo.


Así que entré a la casa con él a mi lado, una presencia brillante a mi lado.
Cuando llegamos, me di vuelta para mirarlo.

—No puedes venir conmigo —dije.

Lo sé.

Parecía casi triste.

—Entonces, está bien. —Me sentí un poco incómoda—. Por lo tanto,


¿pronto vamos a hablar de nuevo?

Lo haremos.

Asentí y luego me dirigí al porche. Con una respiración profunda, agarré el


pomo de la puerta y me quedé quieta un momento. Necesitaría un poco de
valentía para enfrentar a mis padres acerca de todo esto. Pero ya era hora.
Fue una estupidez que hubiera esperado tanto tiempo. Debería haberles
dicho la primera noche, cuando le disparé a Gabe en la cara.

Y entonces oí algo. Pero no fue algo en el momento. No era un ruido desde


el interior o el Guardián hablando en mi cabeza otra vez. Era algo que el
Guardián había mencionado antes en el bosque y ahora lo escuchaba,
como si fuera la primera vez. Como si el sonido hubiera tenido que recorrer
una gran distancia para llegar a mí.

Me di vuelta bruscamente. El Guardián estaba justo donde lo dejé.

—Espera —dije apuntando a él—. ¿Has dicho guerrero?

317
Cuarenta y tres
Traducido por Debs

Corregido por Nony_mo

E star sentada dentro del cobertizo de herramientas era definitivamente


un flashback. En realidad no había incursionado en el interior desde
que había contenido a Gabe como prisionero. ¿No era raro que extrañara
esos pocos días de la primera semana? Habían sido tan... locos. Ahora
todo el drama, todo, se sentía estúpidamente normal. Incluso esto, estar
sentada delante del Guardián que brillaba intensamente en la esquina,
parecía extrañamente cotidiano.

Ahora, ya había aprendido algo de la mitología en torno a los Nephilim,


pero todas las piezas de información que había leído parecían entrar en
conflicto entre sí. Me lo dije tanto como a mi Guardián, pero como me
explicó, resulta que, de hecho, todos los mitos trabajan bien juntos.

Los Nephilim, el Guardián estaba diciendo, son grandes guerreros. Hubo un


tiempo en que el Círculo de los Siete los reclutaría en representación de los
diferentes líderes de la historia. A menudo, el Círculo cambiaría a los
Nephilim para que parecieran bestias o gigantes. A veces les dieron alas
para engañar a los demás haciéndoles creer que eran ángeles.

—¿Por qué harían eso?

Ganar una guerra, no es solo una cuestión de ser fuerte físicamente. Está la
estrategia y la psicología.

¿Mi guardián estaba hablando ahora de psicología?

El Círculo de los Siete siempre ha sabido que el corazón humano es frágil y


vulnerable a algo más que el dolor físico. El miedo puede lograr grandes
cosas sin tener que derramar sangre. Y el paralizarse también. La lucha
contra un ejército de bestias, gigantes o ángeles puede inspirar el cambio,
sin la pérdida de la vida.

318
—Bueno, en realidad, eso es una buena manera de hacer las cosas,
supongo. ¿Pero qué hace a un Nephilim tan especial? —¿Qué me hace tan
especial?

Mitad humano, mitad ángel, un Nephilim puede ver más allá de lo que los
humanos pueden. Pueden ver a los ángeles. Hablar con ellos. Pueden ver y
comunicarse con Thralls. Ven la línea entre la tierra y el otro lado. Son
grandes guerreros con instintos naturales. Rápidos. Son muy inteligentes. El
Nephilim elige a quién ayudar, con quién hablar. Su capacidad de elegir es
un poder casi superior a sus capacidades personales.

Pensé en esto y sacudí la cabeza.

—No lo sé. No creo que pueda ser uno de los Nephilim. Nunca he hablado
con los ángeles o los Thralls. Y sin duda no soy un guerrero.

Oí un zumbido en mi cabeza. Era difícil de ubicar, pero parecía que el


Guardián se reía de mí.

Hablaste con Gabe. Hablas conmigo.

—¿De qué estás hablando?

Yo soy un ángel. Gabe es un Thrall.

Ah, sí.

—Está bien. Puedo hacer eso. Pero difícilmente soy un guerrero. Quiero
decir... vamos... mírame. —Aunque incluso mientras lo decía, me di cuenta
que no era del todo cierto. Era muy buena disparando, como
anormalmente buena en eso. Y entonces me acordé de la vez que mantuve
a Gabe prisionero en este cobertizo. Él había estado totalmente convencido
de que podía hacerle daño. Entonces mi mente se aceleró de nuevo a todos
esos meses, con el chapoteo en la fiesta en la piscina, la forma en que le
había dicho que había intentado estrangularlo con agua a propósito. Tonto
en el momento... y como siempre Gabe juguetonamente me abordaba, y no
podía dejar de pensar en maneras de obtener lo mejor de él, que eran
bastante violentas. Pero aun así...

Y sin embargo...

—Está bien, así que soy buena disparando...

319
Eres una buena tiradora. Te olvidas, Riley, de que le disparaste a un Thrall.

—¿Quién? —¿Lo hice? Oh—. ¿Gabe?

Sí.

—Bueno, eso no era nada. Y de todos modos erré la primera vez.

Es casi imposible darle a un Thrall. Se mueven rápido. Ellos se han ido


antes de que lo pienses.

—Oh, vamos. Él estaba allí de pie frente a mí. Hablando conmigo. Era
bastante fácil.

Durante seis años han estado tomando. Ninguno de los tuyos ha golpeado a
uno.

Pensé en ello. El guardián tenía un punto. A pesar de que habíamos estado


adorando a los ángeles, todavía estaban esas pocas personas como el
Salvaje Frank que habían intentado acabar con ellos.

—Mira, está bien, sé que soy una buena tiradora, ya lo sé. Y tal vez eso
significa algo, no sé. Pero con Gabe todavía era muy diferente. Él estaba
allí de pie.

No lo estaba. Vi el momento. Te vi levantar el arma, y lo vi volar más rápido


que lo que el ojo podía ver. Él se movió y tu objetivo era certero.

—¿En serio?

En serio.

—Pero yo no tenía ni idea...

Tu objetivo ha sido certero con tus amigos y tus prácticas.

De pronto, a pesar de todos nuestros esfuerzos, el plan para los Thralls


parecía estar más allá de lo absurdo. Especialmente con todas las cosas
que el Guardián me estaba diciendo ahora.

—Entonces, debes de haber estado riéndote de nosotros todo el tiempo, si


los Thralls son tan imposibles de disparar.

No.

320
—Pero crees que el plan es estúpido.

No.

—Mira, acabas de decir que, aparte de mí, nadie puede golpear a un


Thrall. Así que nuestro plan para derribarlos tiene que ser ridículo para ti.

No lo es. Te dije que nadie les había disparado antes. Pero tu elección para
ayudar a tus amigos, para instruirlos y guiarlos, tu poder es lo
suficientemente grande como para elevar sus espíritus.

—¿Qué estás diciendo?

Los Nephilim han comandado ejércitos humanos antes. Recuerda, se trata


de la elección.

—Cierto. Mi elección es un poder que dijiste.

Sí. Por eso los Nephilim son tan valiosos para el Círculo. A diferencia de los
ángeles menores y los Thralls, los Nephilim no pueden ser obligados a hacer
nada. No se les puede decir que vayan a la guerra por el Círculo. El Círculo
debe pedir su ayuda y los Nephilim pueden elegir si desean ayudar. Por eso
los Nephilim son tan preciosos. Tienen libre albedrío.

—Bueno, eso es un poco loco.

No lo es.

Ahora sonaba defensivo.

—Es que... —Suspiré—. Simplemente no me siento especial. No me siento


poderosa.

Comprensible. Pero lo eres.

Asentí con la cabeza, pero no me sentía muy guerrera.

—¿Qué más puedo hacer, ya sabes, siendo un Nephilim, aparte de elegir


las cosas?

Son grandes guerreros y capaz de grandes cosas.

—No estoy segura de que yo llamaría disparar a alguien en la cara una


“gran cosa”. Más como una horrible, horrible cosa.

321
Los grandes guerreros hacen algo más que matar. Planean. Piensan de
manera que la mayoría no lo hace. Conducen y tienen la fuerza del espíritu
y el cuerpo.

—Pero yo no tengo nada de eso.

Tienes todo eso. Tienes el potencial.

—¿Voy a tener que… —Me sentí estúpida por preguntar, pero—... voy a
tener que hacer algo?

¿Hacer algo?

—Para otra persona. ¿El Círculo de los Siete va a venir a buscarme? ¿Voy
a cambiar, me crecerán alas? ¿Voy a ser aún más rara de lo que ya soy?

El Círculo puede preguntar por ti, pero no saben que estás aquí. Vas a
cambiar solo de la forma en que crece un ser humano. No van a crecerte alas
a menos que lo desees. Si te conviertes en más “rara” es porque tú lo
decides.

—¿Podría tener alas si quisiera?

Sí.

—¿Cómo?

No sé. Yo no soy un Nephilim.

Bueno, por la forma en que lo veía, eso no era algo de lo que tenía que
preocuparme por ahora, o en realidad nunca. Así que dejé el tema. En su
lugar, le pregunté:

—¿Por qué el Círculo no sabe que estoy aquí? ¿No es que saben todo?

Ellos ven el panorama en general, pero no ven todo en el momento.

—No lo entiendo.

Si estás en lo alto de una montaña y miras hacia abajo, verás el mundo ante
ti. Podrías ver una tormenta a kilómetros de distancia, el curso de un río, la
distancia al pueblo más cercano. Y, sin embargo, no podrías ver cada
aldeano en esa ciudad, cada pez en el río.

322
—Es cierto.

Para ver cada pequeña pieza del rompecabezas necesitas enfocar, toma
saber dónde buscar. El Círculo no se preocupa acerca de este lugar y es por
eso que no te ven. No saben lo que está fuera de sus preocupaciones
actuales. No saben que los Thralls están tomando a los humanos de tu
pueblo. Además, nunca se les ocurriría que tal cosa fuera posible, porque
para ellos los Thralls no tienen la capacidad de razonar y pensar, son poco
más que bestias.

—Bien. —Realmente no sentía mucho amor por el Círculo, en especial


teniendo en cuenta lo poco que pensaban en los seres humanos y sus
propios esclavos—. Pero aquí está la cosa que todavía no entiendo: pensé
que habías dicho que les informabas a ellos. Acerca de mí. Que ese era tu
trabajo.

Informo cuando preguntan por mí. Informo cuando tú me envías. No puedo ir


al Círculo sin invitación o sin tu orden. Cuando se enteren de tu existencia y
me pregunten, debo decirles todo.

—¿Debes?

Debo.

—Entonces, ¿qué? ¿Vas a decirles todos mis pequeños secretos, mis


debilidades? ¿Vas a entregarme a ellos? Estaba en lo cierto la primera vez.
No eres un Guardián en absoluto. Eres un espía.

Yo no espío. Te protejo.

—¿Cuándo me has protegido?

No me has utilizado como pudieras.

—¿De qué estás hablando? ¿Qué quieres decir?

A un Guardián se le puede pedir hacer muchas cosas. Puedes almacenar


tus emociones en mí, puedes pedirme que haga tus deseos. Puedo ofrecer
orientación y apoyo.

—Pero cuanto más te doy, más me puede quitar el Círculo. Cuanto más
me abro, más vulnerable soy para ellos.

323
Es lo que es. Tú decides.

Es lo que es.

—Es lo que es.

Y no podía cambiarlo. Si me gustara o no, lo aprobara o no, incluso creerlo


o no, es lo que es.

Estás tranquila. ¿En qué piensas?

—Estoy pensando —le dije mientras me levantaba—, que es el momento de


tener una charla con mis padres.

324
Cuarenta y cuatro
Traducido por LizC

Corregido por Lexie’

H e dicho esta historia varias veces, pero esto era diferente. Todos con
los que había hablado, se habían sorprendido por los hechos, pero
no había sido demasiado molesto por la implicación personal. Estaban
generalmente solo asombrados de que los hechos hubieran ocurrido en
primer lugar. Decirle a mis padres lo que había pasado el último año,
conllevaba decirles que su hija era una líder armada de un ejército rebelde
que había estado mintiéndoles todo este tiempo y robándoles también.

Lo peor, sin embargo, era en cuanto peligro había estado poniéndome y


estaba planeando ponerme. Mamá no estaba muy contenta con eso.

Cualquier otra conversación como esta con mis padres habría dado lugar a
un castigo severo por haberlos engañado como lo hice. Pero tenía una cosa
de mi lado. Una cosa enorme de mi lado. El tema de mi origen. Si era
verdad, entonces ellos habían estado mintiendo mucho más tiempo que yo.
Además, descubrir que su hija era mitad ángel era suficiente para sacar
cualquier otra preocupación fuera de sus cabezas.

Vi a mamá ponerse más y más molesta a medida que les contaba la


historia, y papá tenía todo el derecho a estar infeliz desde el principio
cuando les dije acerca de la escopeta:

—¿Sabes cómo disparar un arma de fuego?

Pero cuando les pregunté si mi Guardián tenía un punto, si papá no era


realmente mi papá, bueno, ahí es cuando sus expresiones fueron de la
indignación a la preocupación y la tristeza.

—Quiero decir… no puede ser cierto, ¿no? —Me reí de nuevo, aunque no
sintiéndome particularmente divertida—. Es una estupidez, ¿verdad? —
dije volviéndome a papá—. Quiero decir, heredé tu personalidad práctica.

325
Papá bajó la mirada, y mamá suspiró suavemente. Ante esas respuestas
supe que era verdad.

Me quedé mirando fijamente a mis padres. No había nada más que


pudiera hacer. Bueno, supongo que en realidad había algunas opciones.
Pero todas requerían salir corriendo y cerrar la puerta de golpe tras de mí,
y teniendo en cuenta cuán entumecida me sentía, pensé que mi cuerpo no
era capaz de eso.

—Así que… ¿es cierto? —dije finalmente, colapsando en nuestro sillón


deshilachado en la sala de estar.

Mi madre me miraba con una expresión que nunca había visto antes.
Siempre sentí que justo debajo de la superficie estaba siempre en estado
de pánico. Preocupada por lo que pensaban los demás, preocupada por la
seguridad de su hija y su marido. Ella lo disimulaba con una sonrisa
brillante, pero siempre lo vi tan claro como el día. Pero ahora, en este
momento, estaba en calma. No, en paz, no contenida, sino en calma. Como
cuando finalmente admites algo que has estado escondiendo de tus
padres, como romper el jarrón. No te sientes bien cuando lo admites. Pero
te sientes mejor.

—Solo… solo cuenten la historia, por favor —dije. Fue todo lo que pude
decir antes de que las lágrimas brotaran, y me quedara en silencio.

Pude oír la respiración de mi madre quedarse atascada en la garganta. A


ella nunca le gustaba verme llorar. Bueno, mala suerte. ¿Cómo no iba a
hacerlo? Papá no era papá. Eso no era algo para lo que estaba dispuesta a
ser estoica.

—Sucedió antes que tu madre y yo nos conociéramos… —dijo papá.

—No, David, yo tengo que decirlo. —Mi madre se acercó y se arrodilló en el


borde de la silla. Alargó la mano en busca de las mías, pero las arrebaté y
escondí en mi regazo. Ella suspiró y se sentó frente a mí—. Fue en el
verano antes de mi último año de universidad. Conocí a un hombre. Era
mayor, tal vez de treinta, y parecía tan cosmopolita y diferente de
cualquiera de los chicos del pueblo. En cierto modo apareció un día. Dijo
que estaba de paso, un músico. Y, ¿qué chica no adora un músico? —Hizo
una pausa por un momento, perdida en sus pensamientos. Luego

326
continuó—. Pensé que estaba enamorada. Se fue antes del otoño, no dijo
ni una despedida. Estaba tan desconsolada que casi no regreso a la
universidad, pero lo hice. Fue una buena distracción hasta que me di
cuenta…

Se detuvo de nuevo y pareció cambiar de opinión acerca de algo. Yo no dije


nada, no quería interrumpirla. Necesitaba escuchar esto. Ella se puso en
marcha de nuevo.

—Conocí a tu padre la primera semana de regreso a clases —dijo—. Al


principio, no pensé mucho en él…

—Sé esta parte de la historia —dije finalmente, sintiéndome frustrada.


Había oído todo esto antes. Siempre lo habían contado como una pequeña
lección, cuando me disgustaba que nunca conociera a nadie. Madre
siempre me decía cómo ella ni siquiera había pensado en papá como un
posible novio hasta que de repente una noche, ella “se fijó en él”, como ella
lo llamaba. Ellos solo habían sido amigos. Nunca le había dicho, pero esa
historia era en parte la razón por la que empecé a fijarme en Chris de esa
manera.

—No sabes toda la historia, Riley. No sabes sobre mí estando embarazada


de ti en ese entonces. De no querer salir con tu padre porque no quería
hacerle cargar con…

—Conmigo. —Gracias, madre.

—Riley, te quiero más que a mi vida, pero en ese momento, en ese


entonces, no era exactamente la mejor situación para una chica. Y no
quería que tu padre se sintiera atrapado. Pero por alguna razón, el viejo
idiota…

—Gracias —dijo papá con un movimiento de cabeza.

—Me propuso matrimonio. Fue como un torbellino, pero se sintió correcto.


Nos casamos ese mismo año. Todo el mundo sabía que era el momento
oportuno, pero nadie dijo nada. Pareció lo suficientemente legítimo. Y por
suerte encontramos que lo que teníamos era algo más que un capricho.

—Bueno, supo que la quería al segundo que la conocí. A ella le tomó un


poco más para convencerse. —Papá sonrió desde el otro lado de la

327
habitación con esa mirada de completa adoración que siempre le daba,
observándola desde una distancia.

Me eché a llorar. Al instante él se unió a mi madre, en cuclillas a mi lado,


sosteniéndome, acariciando mi cabello. Desesperado por aliviarme.

—Sigues siendo mi niña, siempre has sido mi niña —dijo papá.

—Lo sé… —dije, pero no se sentía bien. No sabía quién era, y lo que es
peor, qué era.

—Amor, no creo que seas mitad ángel —dijo mamá en voz baja a mi otro
lado, sintiendo mi verdadera preocupación.

—Bueno, no sé, siempre he pensado que era bastante angelical —


respondió papá.

—David, no estás ayudando —respondió mamá dándole una de sus


miradas.

—Lo soy, lo soy… —sollocé entre mis manos.

—Amor…

Levanté la vista hacia ella. Se veía tan triste, tan preocupada por mí. Me
hubiera gustado simplemente poder mostrarle a mi Guardián a través de
la ventana… estaba allí, simplemente afuera, tan cerca. Pero sabía que no
serían capaces de verlo. Comprendí entonces. Era por eso que Etta Mae no
era capaz de verlo, pero Gabe y yo podíamos. Y era por eso que mis padres
no podrían verlo tampoco.

—Desearía que me creyeran —dije. Cuando les conté por primera vez la
cosa de los Nephilim había visto a mi padre sonreír levemente preocupado.
En el fondo sabía que en realidad no creían que podría ser esta cosa que
mi guardián dijo que era. Pero lo era. Sabía que lo era.

—No es que no te creamos… —dijo mamá.

—¿Qué es entonces?

—Es que sería difícil para alguien creer algo como esto, viniendo de
cualquiera.

328
—Solo desearía que puedan ver a mi Guardián, entonces sabrían. Está
justo fuera de la ventana, justo ahí… —Mi voz se apagó. Se sentía
inverosímil. Mi madre se puso de pie—. No tiene sentido… —dije mientras
la veía cruzar la habitación para mirar hacia afuera.

Corrió la cortina y miró hacia fuera en nuestro patio. Entonces recordé:


“Los seres humanos afectados por el poder de los ángeles…”

—Oh, Dios mío. —Su voz salió débil.

—¿Lo ves? —Tenía el corazón en mi garganta. Por favor, deja que lo vea,
por favor, deja que lo vea.

—Como esa pintura Magritte —dijo ella, nunca apartando la mirada.

—¿Cómo qué? —¿De qué estaba hablando?

Poco a poco dejó que las cortinas cayeran de sus dedos. Se dio la vuelta y
cruzó la habitación. Era como si estuviera flotando en un ensueño
absoluto. Ella no pareció recordar que había alguien más allí. No estaba
segura de lo que debía hacer. ¿Debo levantarme y darle un abrazo? Miré a
papá quien había ido a la ventana para comprobar por sí mismo. Pero
después de un momento rápido se dio la vuelta para mirarnos a las dos. Él
parecía tan preocupado como yo, pero probablemente por una razón
diferente. Ahora sabía que las dos podíamos ver algo que él no podía, y eso
afectaría a casi todo el mundo, supuse.

Mamá se dirigió a la estantería, sacó uno de sus grandes libros de arte y lo


abrió. Ella hojeó unas páginas hasta que encontró lo que estaba buscando.
Luego volvió hasta mí y silenciosamente colocó el libro en mi regazo,
abierto en una página.

Miré hacia abajo. Estaba mirando un cuadro, un retrato de un hombre y


una mujer, ella en un vestido, el hombre de traje y corbata. Cubriendo sus
rostros había una tela blanca, y miraban desde la imagen como si posaran
para una fotografía casualmente. Debajo de la pintura estaba el título:
“Los Amantes”.

Pasé un dedo sobre la imagen.

—Recuerdo esto —dije—. ¿Por qué recuerdo esto?

329
—Cuando eras pequeña te atrapé mirando este libro. Estabas mirando
esta foto —explicó mi madre con una voz lejana. Se sentó suavemente en
el brazo de la silla—. Te lo quité tan rápido como pude, y tú te echaste a
llorar. No podía decirte lo que esa imagen significaba en ese momento.
Tu… padre biológico una vez nos había comparado a él y a mí con ellos.

—Eso es… espeluznante… —le dije.

—Se suponía que debía ser romántico, como si jamás pudiéramos estar
juntos, algo… algo nos mantenía separados…

—Como él siendo un ángel —concluí.

Madre no reaccionó a eso. Ella solo llevó su mano al lado de la mía y pasó
la página. La siguiente imagen era de las dos figuras besándose, aunque
sus rostros aún estaban cubiertos por la tela.

—Manteniéndonos separados… —dijo de nuevo, esta vez en voz tan baja


que sabía que no estaba hablándome a mí.

—Creo que me acuerdo de ti estando enojada —dije finalmente. Era un


vago recuerdo, debo haber sido muy pequeña en ese momento—.
Recuerdo… tener pesadillas.

—Las tuviste.

—Supongo que es por eso que elegí que mi Guardián se viera de esa forma.
Estas imágenes realmente me marcaron.

—Lo hicieron… tuviste problemas para conciliar el sueño durante


semanas… —Miré a mi madre, y vi que su rostro se había puesto pálido—.
Pero él no era un ángel caído —dijo una vez más para sí misma—. No era
más que un hombre. —Tomó el libro de arte de mí y miró a la pintura,
trazando los bordes con sus dedos.

—No lo era —contesté.

Mi madre pareció desinflarse en frente de mis ojos. De hecho, parecía que


iba a desmayarse, por lo que rápidamente me puse de pie de modo que ella
pudiera sentarse en la silla. Ella asintió distraídamente mientras tomaba
mi lugar, y fue mi turno de acuclillarme a su lado, sosteniendo su mano

330
libre. Ya no estaba aturdida. Todo el peso de la realidad la había golpeado
de repente, y ahora estaba en estado de shock.

Papá fue a buscarle un vaso de agua. Creo que solo necesitaba algo que
hacer, sintiéndose impotente al ver todo esto. Ella me miró, y simplemente
nos quedamos viéndonos la una a la otra. Me pregunté qué pasaría ahora,
cómo iban a cambiar las cosas ahora. Era suficiente para mí tener que
lidiar con la realidad de quién era, qué era —con lo cual no estaba segura
de haber lidiado realmente, apenas reconocido— sin mencionar a mi
madre teniendo que lidiar con quién era mi padre biológico. No podía
pensar en ese hombre como mi “verdadero” padre. No lo era. Papá era mi
verdadero padre.

Papá regresó con dos vasos para sus dos chicas, y todos nos sentamos en
silencio. Nuestras vidas habían sido puestas patas arriba esta noche.

—¿Cuál era su nombre? —pregunté en voz baja.

—Bryce Mitchell.

—¿Sabes dónde está?

—Ni siquiera supe que se había ido, mucho menos a dónde se fue. Al
menos tu ángel te dejó una nota. —Era una broma, lo cual me sorprendió,
tanto el hecho de que ella pudiera hacer una broma en este momento y
también que la estuviera diciendo en primer lugar. No hacía eso muy a
menudo.

Ella vio mi expresión y sacudió la cabeza.

—Lo siento mucho, querida, no debería haber dicho eso. Sé lo triste que
estás por Gabe.

Negué con la cabeza.

—No, fue una buena broma. Un poco oscura. Simplemente no sabía que
podías hacerlo.

Mi madre me miró.

—Me lo tomaré como un cumplido.

331
De repente me sentí muy mal por la forma en que le había hablado antes,
sobre todo porque ella solo estaba tratando de hacerme sentir mejor.

—Y lamento la forma en que te traté antes. Estaba muy molesta. —Todavía


estoy muy molesta.

—Lo sé.

—Y él no es un ángel, recuerdas. Él es… era… un Thrall.

—Oh, sí, dijiste eso —dijo madre asintiendo.

Mi Papá tomó la palabra entonces. Había estado en silencio durante tanto


tiempo que fue sorpresivo escuchar su voz. Sorpresivo pero reconfortante.

—Pero la cosa que te estuvo acechando durante todo el año, la cosa fuera
de la ventana que ambas pueden ver, eso es un ángel, ¿verdad?

—Sí. Un ángel de la guarda. Y yo soy una cosa Nephilim. —No pude evitar
bufar—. Una guerrera.

—Creo que es Naphil —dijo.

—¿Qué?

—En el singular. Si mal no recuerdo.

Negué con la cabeza. Dejen que mi padre corrija mi elección de palabras


en un momento como este. Papá me sonrió. Era extraño, pero era casi
como si estuviera orgulloso que su hija fuera esta criatura mitad ángel.

—Te estás tomando todo esto muy bien, querida —dijo él.

Así que eso es de lo que él estaba orgulloso. Era un poco raro, a decir
verdad, porque había estado pensando lo mismo de él. Su mayor
preocupación, al parecer, era que a él no le gusta que yo usara armas.

—En realidad no —contesté—. Es solo que no estoy segura que haya otra
manera de manejar esto. Es cierto, es real, y eso es todo lo que hay. —
Entonces, añadí—: Y sobre lo de ser una guerrera, no te preocupes. Voy a
parar ahora. No hay ningún punto en liderar mi pequeño ejército sin Gabe.

—¿De qué estás hablando? —preguntó mi madre.

332
Me volví hacia ella.

—Se siente estúpido ahora, después de todo… además no puedo. No sin él,
me siento tan… —Exactamente igual que cuando Chris se fue—… vacía.

—¿Es estúpido tratar de rescatar al resto de las personas que fueron


secuestradas? —preguntó y luego negó con la cabeza. Ella parecía haber
recuperado un poco de energía de nuevo, más parecida a la madre que
conocía—. Riley, me sorprendes. Tengo que decirlo, realmente no me gusta
la forma en que los chicos afectan tu ética de trabajo.

¿Qué?

—Eso no es cierto…

—No, Riley, lo es. —Mamá se inclinó hacia delante en su silla—. Chris fue
secuestrado, y comprendí que estuvieras de luto, pero tus notas escolares
en realidad fueron cuesta abajo el año pasado. Ahora Gabe se va, ¿y
quieres darte por vencida con las personas que dependen de ti?

No es así, no entiendes.

—No, no es eso. Se siente tan inútil. —Bajé los ojos—. Todo se siente
inútil.

—Lo entiendo, amor —dijo, su voz suavizándose—, pero no puedes dejar


que esos sentimientos se apoderen de la forma en que te comportas. Si me
hubiera derrumbado después que Bryce me dejó, nunca habría terminado
la universidad, nunca habría conocido a tu padre. No puedes renunciar a
algo solo porque un chico te rompió el corazón.

Nunca la había oído hablar de este modo antes. Pero aún más extraño era
la inevitable conclusión a la que estaba conduciendo, la cual era…

—Entonces… ¿quieres que dirija mi ejército? —pregunté, en serio


sorprendida.

—Si hubieras pedido permiso antes, entonces absolutamente me habría


negado. Y ahora, al oír todo esto, me gustaría simplemente habernos
alejado de todo esto y olvidado de mis padres y de su petición estúpida.

333
Nunca había oído hablar a madre insultando a sus padres antes. Era
impactante.

—Pero ahora, después de escuchar tu plan, y lo hábil que eres, que existe
la posibilidad de devolver a esta ciudad aquellos con los que crecí y amé…

—Realmente no me gustan las armas —interrumpió papá.

—Lo sé, papá. Pero no hay ninguna otra manera de hacer esto —dije
mirándolo.

—Tienes una semana hasta la ceremonia —continuó mamá—. Invita a tus


amigos aquí, y pueden disparar en la propiedad. Me gustaría asegurarme
que todos estén utilizando las medidas de seguridad adecuadas.

—Está bien —contesté, todavía en estado de shock—. ¿Y estás realmente


bien con este tipo de desobediencia civil? —Parecía bastante increíble que
lo estuviera.

Mi madre suspiró.

—Riley, durante toda tu vida, ¿te he dejado alguna vez sentirte cómoda
con algo que no quisieras ser?

Pensé en ello por un momento. Le gustaba empujar mis límites… ¿pero


obligarme?

—No.

—No. Todavía deseo que vistas un poco mejor, pero nunca te he hecho
ponerte algo que no quisieras, solo te he dado sugerencias muy fuertes de
lo que podría funcionar, como el vestido de la noche anterior. —Puse los
ojos en blanco, y ella descartó el asunto con una mano delicada—. Eso no
es importante ahora. Mi punto es, amor, voy a almuerzos, voy a fiestas,
voy a la Iglesia de los Ángeles para que así tú no tengas que hacerlo. Así
puedes vivir tu vida relativamente libre de los juicios que sé que hay en
esta ciudad.

Estaba conmovida. Siempre la había visto solo como alguien que se


preocupaba un poco demasiado por lo que los demás pensaran de ella. De
repente lo vi todo en una luz muy diferente. Ella quería asegurarse de que

334
nada se pusiera en el camino del logro de mis metas, incluso si eso
significara hacer cosas que no quería hacer.

—Y tu idea, aunque poco ortodoxa, en realidad tiene mucho sentido. Todo


el trabajo que has puesto en el entrenamiento me demuestra que
entiendes cuán difícil será la tarea. Por supuesto, también está el simple
hecho de que el Pastor Warren es un tonto, y sería agradable ver que le
bajen las muescas. —Ella me sonrió, y yo le devolví la sonrisa.

—Está bien —dije. Nunca pensé ni en un millón de años que mi madre


sería la que me convenciera de hacer esto, pero realmente apreciaba que lo
hiciera—. Así que durante la próxima semana, solo voy a sacar a Gabe de
mi mente… —Sabía incluso mientras lo decía que sería imposible—. Y nos
vamos a centrar en el plan.

Oí a papá suspirar con tristeza, y me volví hacia él una vez más.

—Está bien, papá, estamos tomando medidas de seguridad. Y en realidad


no vamos a asesinar cualquier cosa. De lo que puedo decir, matar a Gabe
como Thrall es lo que le permitió volver a la vida como un ser humano.

—Supongo.

Me levanté y me acerqué a él, me incliné y le di un fuerte abrazo.

—Puedes ayudarnos a elegir las posiciones más ventajosas en el parque si


quieres —le dije, con la esperanza de que si lo involucraba, se sentiría un
poco mejor.

Pero él permaneció abatido y solo dijo:

—Si quieres.

Nuestros problemas parecieron estar resueltos en cierto modo ahora, y


todos permanecimos muy tranquilos, sentados allí. Había tanto todavía
por digerir, tanto a lo que tratar dar sentido. Y ahora tenía que hacer
planes, llamar al equipo, conseguir que vengan hasta aquí mañana.

—Voy a ir a la cama —dije—. Tengo mucho que hacer, y estoy cansada.

Mis padres asintieron. No era como que no estuvieran al tanto de eso. Creo
que también querían un tiempo a solas, para hacer frente entre ellos a

335
todo lo que había pasado. Yo no era la única persona que había tenido una
revelación masiva esa noche.

Le di a cada uno un beso y me fui arriba. Hice mis llamadas, hice mi mejor
esfuerzo para explicarles los nuevos planes, y lo que le había pasado a
Gabe sin estallar en lágrimas. No me molesté en compartir con ninguno de
ellos la cosa de los Nephilim. Ni siquiera estaba segura de cómo me sentía
sobre eso todavía, y estoy segura como el infierno que no necesito las
opiniones de nadie más sobre el tema. Y luego me preparé para ir a la
cama, encendí mi ventilador, y me subí bajo la delgada sábana de arriba.

Me acosté allí completamente agotada. Nunca me había sentido tan


cansada en toda mi vida. No pude evitar escuchar la voz de mi madre en
mi cabeza, hablando de mí dándome por vencida debido a un chico.
Estaba muy preocupada de que tal vez tuviera razón, pero al mismo
tiempo se sentía horrible. No era solo que Gabe me había dejado, era la
forma en cómo lo había hecho. ¿Una nota? ¿Una nota estúpida? Pero ella
tenía razón. Ahí estaba yo, tumbada en la cama, y lo único en lo que podía
pensar era en él. Acababa de descubrir que era una medio ángel guerrera,
y lo único que quería era de nuevo en mi vida al chico que me había
besado en el columpio.

¿Cuál de los dos? Preguntó mi mente.

Ni siquiera tuve el corazón para responder a ello.

Me acurruqué en mi costado y dejé que las lágrimas fluyeran libremente de


nuevo. No podía recordar la última vez que había llorado tanto. Deseé que
nada de esto hubiera pasado, deseé que nunca le hubiera disparado a
Gabe, deseé que nunca nos hubiéramos conocido. Entonces, no estaría
lidiando con toda esta mierda ahora. Ningún ejército al que liderar. Nada
de corazones rotos. Solo una vida aburrida y normal.

Pero todavía sería un medio ángel.

Y allí estaba. Incluso si este año no hubiera ocurrido de esta manera, no


había forma de que jamás hubiera vivido una vida normal. Y después de
que todo esto termine, aun así, no lo conseguiría. Yo era diferente. No de la
manera en que todo el mundo es diferente de todos, o cómo siempre había
pensado que era un poco extravagante en comparación con todos los

336
demás que conocía. Yo era en realidad diferente de casi todos los demás en
el planeta. Me pregunté si había algún tipo de grupo de apoyo para los
Nephilim o algo así.

La idea de conocer a otros como yo era solo un pensamiento de muchos, y


realmente abrumador. Rápidamente me estiré y apagué mi lámpara de
lectura. Si tan solo pudiera apagar mi cerebro tan fácilmente. Pasaron
horas antes que me las arreglara para conciliar el sueño, e incluso
entonces los pensamientos continuaron llegando a través de mi
subconsciente, haciéndola una noche agitada y perturbada.

337
Cuarenta y cinco
Traducido por liebemale

Corregido por Nony_mo

L a semana pasó como un tiro, una apropiada comparación


considerándolo. Al principio fue muy raro ir a entrenar a casa de mis
padres, pero en realidad terminó siendo bastante mejor. Teníamos mucho
más espacio para trabajar, y papá había ajustado los tiros al blanco para
conseguir que disparáramos en diferentes arcos, lo que era un verdadero
nuevo desafío. Él también había ido al parque, donde el recinto ferial
estaba en camino de ser establecido y tomó un reconocimiento de los
mejores puntos para el equipo. Teníamos la suerte de que la ciudad
estuviera en una zona bastante limitada. Esto significaba que sabía cuánto
terreno tendríamos que cubrir.

—Habrá una rueda de la fortuna este año, y los carros chocones —informó
papá—. Y los están poniendo un poco más lejos del área normal, pero a
medida que se acerque la Toma, todo el mundo empezará a congregarse
alrededor del escenario para escuchar al Pastor Warren, por lo que todavía
debería funcionar.

—Gracias, papá —dije, y le di una sonrisa.

—De hecho, he dibujado un mapa... —continuó, y abrió el maletín que


usaba cuando trabajaba en Tulane. Me eché a reír—. ¿Qué? —preguntó
mientras sacaba una hoja grande de papel.

—Nada, es simplemente muy agradable cuánto quieres ayudarnos —


contesté.

—Bueno, por supuesto que quiero ayudar —dijo él, y extendió el mapa
delante de nosotros en la mesa del comedor—. Las mejores posiciones
tendrían que ser las siguientes... —Y nos mostró las diferentes opciones.
Era obvio que había pensado un montón e hizo varios cálculos con el

338
ángulo posible de los objetivos, que para mí era para arriba, pero para
papá había unas cuantas posibilidades.

—Esto es muy bueno, Sr. Carver —dijo Curtis, y todos los demás
asintieron con la cabeza.

—¡Malditamente genial! —agregó el Salvaje Frank.

—Frank —dijo papá, volviéndose hacia él—. Le dije al comisario que


estarías cenando con nosotros en la noche de la Toma, que estaríamos a
cargo de asegurarnos de que no te volvieras un pistolero loco, así que
asegúrate de volver aquí en primer lugar antes de que todo se vaya por los
suelos.

—¡Eso es impresionante, papá! —dije. Me había olvidado totalmente de la


guardia del Salvaje Frank para esta noche.

—Dave, eres un maldito buen bastardo, ¿lo sabes? —dijo el Salvaje Frank,
sonando un poco emocional.

—No lo sabía, pero gracias —respondió papá—. Y, amor —dijo,


dirigiéndose a mí—, tu madre y yo hemos llegado a una decisión. Nos
vamos a quedar en casa.

—¿Qué? —Tenían que venir, necesitaba su apoyo.

—No seremos de ninguna utilidad para ti y tu madre está muy nerviosa


por todo esto. Para ser honesto, amor, estamos preocupados de que si algo
sale mal, nosotros intentaríamos ayudarte, y te estorbaríamos el camino.

—No lo harán.

—Esas criaturas podrían arremeter contra ti, y todos se han entrenado


para esto, pero nosotros no. Queremos ayudar, pero no seríamos capaces
de... decidimos que preferimos sentirnos desamparados en casa que ser un
peligro para todos. ¿Puedes entender eso?

Realmente no podía.

—¿Están seguros?

—Sí.

339
Asentí con la cabeza. Me había resignado a hacer esto sin Gabe, pero lo
había sustituido con mis padres. Ahora que ellos no iban a estar allí
tampoco... Dios mío. Realmente me gustaría estar por mi cuenta.

No. Miré a mi equipo, viendo la conversación, no estaba sola.

—Está bien. Lo entiendo —dije. Papá se inclinó y me dio un abrazo de


lado.

Entonces, mi madre entró con una bandeja de sándwiches, y nos empujó


el mapa a un lado para el almuerzo. En realidad, habría sido bastante
maravilloso tener a mis padres con nosotros ayudando. Yo como que me
arrepentí de no haberles preguntado antes, excepto, por supuesto, que si
lo hubiera hecho ellos probablemente no solo habrían dicho que no,
también me habrían encerrado en mi cuarto por si acaso. Todo había
sucedido tal y como se suponía.

¿Todo?

Incluso la partida Gabe tenía su propia importancia en la serie de


acontecimientos que siguieron. Si él no me hubiera dejado, nunca habría
corrido en el bosque, y probablemente tampoco habría tenido esa charla
con mi Guardián. Había estado demasiado distraída por Gabe.

Pero tal vez todavía podría haber habido una forma. Tal vez aún
hubiéramos llegado a este punto con él alrededor. No pensé que lo correcto
sería sólo excusar el mal comportamiento de Gabe. Durante la semana, mi
tristeza por su desaparición se había vuelto poco a poco en rabia por cómo
me había dejado. Era útil, de verdad, me hacía más determinada que
nunca para patear algunos traseros de ángel, o más bien Thralls.

Cuando finalmente llegó el día, sin embargo, me encontré a mí misma lejos


de estar impaciente. Sobre todo me sentí aterrorizada, y creo que me veía
así cuando el equipo llegó al final de la tarde para una reunión final y una
última sesión de entrenamiento.

—¿Estás bien? —me preguntó el Padre Peter acercándose a mí en la sala


de estar, debido a que los demás se reunieron alrededor del mapa una vez
más sobre la mesa del comedor.

—Estoy un poco nerviosa —dije.

340
—Bueno, te ves más que un poco nerviosa.

—Está bien, aterrorizada.

—Estamos listos para esto, Riley, y va a funcionar. —Él se puso de pie


frente a mí y colocó su mano en mi hombro.

—¿Eso cree?

—Tengo fe.

—Bueno, sí, lo tendría...

—Pero Riley, incluso si no la tienes —continuó, poniendo la otra mano en


mi otro hombro—, lo que necesitas es fingir. Sé que te gusta ser cien por
ciento honesta, pero tienes que liderar este equipo, y necesito saber que
sabes que esto va a funcionar.

—Pero, ¿y si no lo hace?

—Riley.

—Está bien —dije—. Está bien. Voy a fingir.

Nos unimos a la pandilla en la mesa. Cuando me notaron, todos dejaron


de hablar y se pusieron de pie. Era incómodo, todos ellos mirándome a mí
de esa manera.

—¿Están impacientes? —pregunté, con una sonrisa forzada.

—En realidad no —replicó Lacy—. Mi estómago está en nudos. No he


podido comer nada hoy.

—Sí, lo sé. Esto es bastante grande. Estoy nerviosa también. —Miré al


Padre Peter, que me dio una mirada—. Pero eso es de esperar. Tenemos un
plan sólido, muchachos. Nuestra formación ha dado sus frutos, nuestras
habilidades son increíbles ahora. —Tenía muchas ganas de decirles lo que
mi Guardián me había dicho, que debido a que los había elegido y trabajé
con ellos, eran mejores en esto de lo que tenían idea. Pero no pude. Porque
todavía mantenía esa cosa del medio-ángel para mí—. Podemos hacer esto.
Podría haber parecido como una idea loca al principio, pero les digo
chicos, que si mis padres nos están ayudando, significa que hay algo muy
lógico en esto.

341
Eso provocó una pequeña risa, y parecieron relajarse.

—No solo podemos hacer esto, vamos a hacerlo. Sabremos exactamente


dónde estarán las criaturas porque todo el mundo en la ciudad estará en
un solo lugar. A ellos les gusta presumir, así que se asegurarán de que
conseguimos una buena oportunidad de verlos. Y cuando lo hagamos...

—¡Golpeamos a esos bastardos del cielo! —terminó el Salvaje Frank.

—¡Malditamente cierto que lo haremos! —dije y me reí.

—Está bien —dijo John aplaudiendo—, gran charla, Riley, pero tenemos
una sesión más de entrenamiento, y luego tenemos que descansar un poco
antes de que nos encontremos.

—Correcto —respondí—. Entonces vámonos.

Nuestro último entrenamiento fue de solo dos horas. No queríamos


cansarnos nosotros mismos. Pero además de eso, más tiempo simplemente
no era necesario. Ellos eran fantásticos, todos. Y yo no estaba tan mal.
Terminamos la sesión dentro de la fresca casa con una cena ligera que mi
madre dejó para que la disfrutáramos. Ella y papá se habían ido a la
ciudad para hacer una inspección final de los recintos feriales. Todos
estábamos muy relajados y felices y charlando hasta por los codos, que
por ello que no oímos la puerta al principio.

Pero oí el golpe la segunda vez y me excusé de la mesa.

—¿Amber? —dije cuando abrí la puerta. Salí rápidamente, a pesar de que


era bastante obvio por el número de automóviles en la calle que yo no
estaba sola—. ¿Qué estás haciendo aquí?

Amber parecía aún más pálida que de costumbre, sus pecas tan claras que
podrías jugar a conectar los puntos con ellas.

—Yo... —Ella se veía como si estuviera a punto de desmayarse.

—Aquí, Amber, siéntate —dije, guiándola hasta el borde del porche. Lo


hizo, y me senté a su lado—. ¿Qué pasa? ¿Estás bien?

342
—Estoy bien, estoy bien —murmuró. Entonces me miró con una expresión
de total desesperación en sus ojos—. Riley, me acabo de enterar de algo, y
tenía que decirte.

—¿Qué es?

Tomó aliento entrecortado.

—Fui a la iglesia...

—¿La Iglesia de los Ángeles?

—Sí. —Ella asintió con la cabeza—. Me fui temprano porque el Pastor


Warren dijo que quería asegurarse de que yo eligiera el vestido adecuado
para esta noche. Voy a estar en el escenario con la familia debido a mí y a
Brett, y tenemos que lucir bien.

—Está bien... —Todavía sonaba espeluznante para mí.

—Así que me fui temprano y entré a buscarlo, y él no estaba en ningún


lugar en la sala principal, así que pensé que estaba probablemente en la
planta baja…

—¿Hay una planta baja?

—No es mucho, una pequeña cocina, un pequeño espacio para su oficina.


Y, por supuesto, oí su voz, pero pensé que sonaba como si estuviera
hablando con alguien, así que no entré. No estaba segura de si debía.

—Está bien.

—Así que esperé afuera y escuché poco, y entonces escuché una voz, y
sonaba como la voz de Gabe, y pensé que no tenía sentido...

—¿Qué? —pregunté rápidamente—. ¿Qué acabas de decir?

—Bueno, esa es la cosa. Estaba pensando, ¿qué está haciendo él aquí? No


le gustan estas cosas. Así que abrí la puerta con mucho cuidado un poco,
solo un poco, y me asomé. Y vi que se trataba de Gabe, y él estaba... —Ella
estaba visiblemente molesta ahora—. Riley, estaba todo atado. Y... y...
estaba todo magullado, y justo cuando me preguntaba qué había pasado,
vi que el Pastor Warren lo golpeó, muy duro, en la cara.

343
—Amber...

—E hice un ruido, y el Pastor Warren lo oyó, así que corrí escaleras arriba,
y no sabía qué hacer. Supongo que debería haber ido a casa, pero sé que
todos ustedes son tan buenos amigos, y no creía que supieran acerca de
él, y pensé que debía decirte.

Yo ya estaba de pie en dirección a la puerta. Ella se giró y me volvió a


llamar. Sin ni siquiera mirar hacia atrás, abrí la puerta y entré, cerrándola
detrás de mí.

—Gabe ha sido secuestrado por el Pastor Warren. Está en la iglesia, está


retenido y golpeado, y voy a rescatarlo —anuncié al equipo.

—¿De qué estás hablando? —preguntó el Padre Peter.

—No sé cómo sucedió, pero por alguna razón el Pastor Warren lo tiene, y
tengo que salvarlo.

—Bueno, sí, por supuesto, y te ayudaremos —dijo Daniel. Todo el mundo


se puso de pie en un apuro.

—No, no. No todos podemos ir. Tenemos que empezar a tomar posiciones
de forma que no parezcamos sospechosos a la policía. Necesitan ir a casa,
cambiarse, reunir sus cosas, y encontrarse. Yo haré esto.

—No puedes hacer esto por tu cuenta —dijo Lacy.

—Puedo. Confía en mí, no tienes ni idea de lo que soy capaz. —Bien, así
que yo no sabía de lo que era capaz, pero sabía que era uno de los
Nephilim, y eso significaba que tenía talento.

—Déjame ir contigo —dijo el Padre Peter, su voz sonaba temblorosa—. No


necesito ir a casa primero, y soy uno de los menos sospechosos de
ustedes. Puedo aparecer en cualquier momento.

Lo miré, y aunque él parecía un poco asustado, me gustó la idea de al


menos otra persona conmigo.

—Está bien. Puede venir. Pero el resto de ustedes, se adhieren al plan.

Todo el mundo asintió de mala gana, y mi corazón se calentó al ver cuánto


les importaba yo, y Gabe.

344
—Ah, y alguien tiene que llevar a Amber a casa. Ella está sentada afuera.

—Supongo que tendré que hacerlo —dijo Lacy—. Pensará que es raro que
yo esté aquí contigo, pero aún más raro que los Alexander estén. Y Frank
se está paseando por aquí como coartada.

—Gracias, Lacy —dije un poco demasiado fría. Ella me miró divertida, pero
luego recogió sus cosas y se fue por Amber.

Ella tuvo que irse de primero para que Amber no viera a todos los demás
salir en tropel de la casa. El resto de nosotros observó mientras se retiró
de nuestro camino y de la carretera principal, y luego todos nos fuimos
afuera. Me subí en el auto de mi madre con el Padre Peter en el asiento del
pasajero.

—Riley —dijo Curtis llegando a la ventana—, toma tu escopeta.

—No estoy a punto de dispararle al Pastor Warren —respondí, horrorizada.

—No, en caso de que no tengas tiempo para volver antes de la ceremonia.


Guárdala en tu maletero.

Asentí con la cabeza, eso tenía un poco más de sentido. Curtis la fue a
buscar a la casa y la guardó en la parte trasera. Entonces miré el resto de
ellos de pie en mi ventana.

—Siento tener que salir corriendo así. Y podría no ser capaz de reunirme
con ustedes a tiempo y todo eso, así que si no me presento, todos esperan
la señal de Curtis.

—Está bien. Solo salva a Gabe —dijo Daniel.

—Oh, lo haré. —Di la vuelta al volante, y nos fuimos por el camino en una
nube de polvo.

—Riley, por favor, no hagas nada estúpido —dijo el Padre Peter, mientras
yo aceleraba por la calle.

—No lo haré, Padre, no lo haré —le contesté. Realmente no tenía idea de lo


que iba a hacer, pero sabía en lo que se convertiría, aunque no podía
creerlo. Giré a la izquierda bruscamente y luego a la derecha otra vez.

—Bueno... solo cuida de ti misma.

345
—Sabe, Padre, estoy más preocupada por el peligro más grande.

—¿El peligro más grande?

—Bueno, el Pastor Warren no puede retener a Gabe prisionero solo porque


no le gusta su forma de vestir. Él sabe algo. Y hay muy pocas personas
que saben lo que nosotros sabemos, así que estoy pensando que hay
alguien en nuestro equipo en el que no se puede confiar, y eso no es
bueno. —No mencioné de quien realmente sospechaba. Después de todo,
había una persona en nuestro equipo que en realidad disfruta de un buen
chisme. Cuyos padres eran muy buenos amigos del pastor. Quien a pesar
de que había accedido a ser mi amiga, tal vez no lo era realmente en serio.

—No había pensado en eso —respondió el Padre Peter.

—Así que tenemos que mantener los ojos abiertos esta noche, Padre. Las
cosas pueden ser mucho más complicadas que lo anticipado.

Estábamos en la calle principal ahora, casi por la ciudad. Pasamos junto


al recinto ferial, y realmente esperamos que mis padres no se dieran
cuenta de su auto. Aprobaron derribar Thralls, pero no pensaba que
aprobaran una misión de rescate que enviara a su hija al sótano de un
pastor malévolo.

Pronto nos encontramos en la ciudad, y la torre de la iglesia estaba a la


vista. Reduje la velocidad y me detuve a un centenar de metros de la
entrada, donde la puerta estaba oculta a la vista por la sombra. Abrí la
puerta.

—Por favor, ten cuidado, Riley —dijo el Padre Peter. Me di cuenta de que él
ahora estaba en serio criticando mi decisión.

—Lo haré. Solo esté listo para una escapada rápida —le contesté. Los dos
nos bajamos del auto, y el Padre Peter se metió en el asiento del
conductor—. Si no estoy de vuelta en quince minutos, llame a la policía.

El Padre Peter asintió, y yo cerré la puerta detrás de él.

346
Cuarenta y seis
Traducción Itorres

Corregido por Anjhely

N o había manera de que estuviera entrando a la iglesia con una


escopeta cargada. No estaba preparada para dispararle a una
persona real y definitivamente no quería dispararle accidentalmente a
Gabe. Así que caminé hacia la puerta armada solo con mi ingenio y mis
supuestas habilidades sobrenaturales. Ni particularmente confortada
cuando entré. Miré alrededor de algunas escaleras y finalmente las
encontré en el otro extremo del vestíbulo escondidas detrás de un
perchero.

Las bajé despacio y en silencio y me encontré en un pasillo estrecho, con


un techo bajo. Había tres puertas que conducían fuera de él. Respiré
profundo y me dirigí a la primera, coloqué la oreja contra ella para ver si
podía escuchar algo. Entonces, tan silenciosamente como pude, la abrí.
Dentro estaba oscuro, y pude ver el cuenco de porcelana blanca de un
inodoro reflejado en la luz del pasillo. Me trasladé a la siguiente puerta,
que daba a la cocina que Amber había mencionado. Eso dejó la última, así
que me aproximé lentamente. Una vez más puse mi oído en la puerta, pero
no pude oír nada allí. Así que di vuelta a la perilla lentamente y empujé.
Un rayo de luz cortó la oscuridad, y me detuve, preocupada de que alguien
de adentro se hubiera dado cuenta del movimiento. Cuando nada sucedió
la abrí un poco más para poder mirar dentro.

Todo lo que podía ver era la parte de atrás de una silla y las patas de un
escritorio detrás de ella. No había nada más que pudiera hacer. Mantuve
mi espíritu. Vamos, instintos. Y abrí la puerta por completo.

Gabe estaba en la esquina izquierda, atado y amordazado, con la cabeza


desplomada hacia un lado. Pero no había nadie más en la habitación. Hice

347
una línea recta hacia él y sus ojos se abrieron cuando lo toqué. Él me miró
con los ojos muy abiertos y yo asentí.

—Está bien, está bien, estoy aquí. —Empecé a deshacer el trabajo del
Pastor Warren con las cuerdas y la mordaza, las cuales estaban atadas
mucho mejor que la vez que había tenido a Gabe como mi prisionero.

Cuando la mordaza estuvo fuera de su boca, tosió ruidosamente y con su


mano, ahora libre, masajeó su mandíbula.

—Gracias —dijo con voz ronca—. Tu gente realmente gusta de atar a una
persona.

—Nah, creo que en mi caso tenía más que ver con la cosa Nephilim —le
contesté, terminando con los pies.

—¿Nephilim?

—Te lo explicaré más tarde. ¿Qué te ha pasado? ¿Cómo llegaste aquí? —le
pregunté luchando un poco con las cuerdas alrededor de sus pies.

—Realmente no lo sé. Después de que... bueno, ya sabes... fui y me senté


en el porche por un rato, algo así como contigo en el columpio. Luego me
pareció ver algo... ¡Ay! —dijo mientras mis uñas arañaban su tobillo.

—Lo siento. Continúa. Maldita sea, estas cosas están muy ajustadas.

—Pensé que en realidad era esa cosa fantasma en los árboles así que me
acerqué a mirar, pero no había nada allí. Entonces alguien me golpeó en la
cabeza y perdí el conocimiento.

—El Pastor Warren.

—Supongo que sí. Me desperté aquí. Me sentí como si me hubiera


despertado en tu cobertizo. Aunque la compañía no era tan bonita.

—Hecho —le dije desenrollando la cuerda—. ¿Puedes levantarte? —le


pregunté, poniéndome de pie y ofreciéndole mis manos para mantener el
equilibrio.

—No lo sé. Él me había atado durante una semana, sin comida, muy poca
agua —respondió Gabe llegando a mis manos.

348
—Maldita sea, debería haber traído algo. No pensé.

—Está bien, Riley, viniste. Sabía que vendrías. —Él agarró mis manos y le
ayudé a levantarse. No estaba bromeando acerca de que él no estaba
seguro de poder levantarse. Se tambaleó peligrosamente y tuvo que llegar a
la pared por equilibrio extra. Ahora que él estaba de pie en la luz, sus
heridas se mostraron claramente. Su rostro estaba cubierto de
hematomas, su ojo izquierdo estaba un poco hinchado.

—Por Dios, ¿qué diablos te hizo? —dije sintiendo mis emociones


comenzando a sacar lo mejor de mí.

—Oh, ya sabes, golpes —respondió Gabe—. No vamos a hablar de ello.

Asentí y traté de mantenerme calmada y centrada, pero se me estaba


haciendo cada vez más difícil hacerlo. Después de todo, hace apenas una
hora que había estado bajo la impresión de que me había dejado para
siempre, de una manera muy egoísta, demasiado, y ahora nos
reencontramos. Todo esto era lo suficientemente emocional por sí solo sin
el agregado malestar acerca de lo que le había pasado la última semana.

Pero nos sostuve juntos.

—Entonces, vamos —le dije—. Si puedes caminar, tenemos que salir de


aquí. ¿Sabes dónde está el Pastor Warren?

—Se fue a cazar a Amber cuando ella lo sorprendió. No ha vuelto desde


entonces. —Él se apartó de la pared, y me acercó a él, pero me despidió
con la mano y se apoyó—. Está bien. Puedo hacer esto. Salgamos de este
infierno.

—Espera un segundo —le dije. Me di la vuelta y me dirigí a la puerta.

—¿Qué es?

—Me pareció escuchar algo. Shh. —Miré hacia el pasillo y escuché con
atención. No oí nada, pero no había tiempo que perder—. Vamos, vamos de
prisa.

Gabe maniobró su camino a mi lado. Nos deslizamos por la puerta y nos


dirigimos por el pasillo hacia la escalera. Subí primero, con el mismo

349
cuidado y en silencio mientras hacía mi camino. Fue entonces cuando vi al
Pastor Warren, o al menos sus pies, al otro lado del perchero.

Tan rápido como pude, sin hacer ruido, me apresuré a bajar las escaleras
hacia Gabe.

—El Pastor Warren —Articulé hacia él, y asintió. Hicimos el camino de


vuelta hacia la oficina, se deslizó dentro y cerró la puerta detrás de
nosotros.

—¿Hay otra salida? —le pregunté a Gabe.

—La sala de calderas es a través del armario. Lo he visto ir en un par de


veces. Sin embargo, no tengo ni idea si conduce a alguna parte —
respondió Gabe.

—Bueno, vamos a echar un vistazo —le contesté. Fui al armario al otro


extremo de la habitación y miré dentro. Palpé por un interruptor y cuando
lo encendí vi lo que quería decir Gabe. Era sólo un armario, pero en la
parte trasera había una pequeña puerta, más como un rectángulo que se
había labrado en la pared, y llevaba a la parte inferior de la sala principal.
Me metí en el armario y a través de la abertura. Estaba demasiado oscuro
para ver realmente algo y volví a entrar al armario.

—¿Tiene una linterna o algo?

—En el cajón de su escritorio.

Salí del armario y vi que Gabe había abierto la puerta un poquito y estaba
mirando fijamente.

—Riley, date prisa —dijo en voz baja—. Él viene por las escaleras.

Abrí el cajón y revolví su contenido. La linterna estaba debajo de unos


papeles y la agarré. Cuando me precipité hacia el armario de nuevo, me
hubiera gustado que hubiéramos tenido más tiempo. Estaba segura de que
habría cosas incriminatorias en ese cajón. No sabía qué tipo de cosas, solo
que habría alguna.

—Él está usando el baño. Voy contigo —dijo Gabe dejando su puesto y
siguiéndome.

350
Pasamos por el armario y el agujero en la parte posterior. Encendí la
linterna y me sorprendí al ver que el espacio más allá era del tamaño de la
sala principal.

—Está bien, tiene que haber una manera de salir por aquí —le dije y nos
dirigimos cuidadosamente en la oscuridad y comenzamos el viaje hacia el
otro lado. Aunque tenía la linterna, no fue suficiente para que nosotros no
tropezáramos de vez en cuando—. Ten cuidado —le dije después de que
una cuerda oscilante me golpeó en la cara. A medida que continuamos, me
di cuenta de que había más y más cables. Estaba empezando a sentir
como si estuviéramos caminando por la selva.

—Luz brillante a la izquierda —dijo Gabe, y lo hice. Parecía que había una
especie de escalera subiendo, corriendo a lo largo de la pared,
probablemente, a la sala principal.

—Guau, buena vista —dije y nos dirigimos en esa dirección. Me volteé


brevemente y brilló la luz detrás de nosotros, pero no había ni rastro del
Pastor Warren. Cuando traje la luz de nuevo al frente de nosotros, me di
cuenta de algo por el rabillo de mi ojo. Me detuve y apunté la luz en esa
dirección. Directo en una cosa como caja gigante en el medio de la
habitación.

—Se ve bien —dijo Gabe lo más silenciosamente que pudo desde el


escalón—. ¿Vas a venir?

—Sí —le respondí, pero no pude evitarlo. Me acerqué a la gran forma de la


caja y me quedé mirándola. De cerca pude ver palancas y tornos. Esta
parecía ser la fuente de la mayor parte de las cuerdas, ya que
desaparecían en su parte superior.

—Riley —llamó Gabe con más urgencia.

Tenía que reunirme con él. Era estúpido desviarse de esta manera. Pero a
medida que me acerqué a donde él estaba parado, un par peldaños arriba
en la escalera, alumbré con mi linterna al techo, a la raíz de las cuerdas
hasta que me di cuenta de que se juntaban y luego corrían paralelas a la
escalera de subida hasta arriba.

—Mierda —dije y luego suspiré con fuerza.

351
—¿Sí, cariño?

—Así que todo era una ilusión, después de todo. Una estúpida obvia
ilusión. —Humo y espejos. ¿En serio?

—¿Qué pasó?

—Nada. Subamos.

Lo hicimos. Yo estaba abajo para asegurarme de que Gabe no resbalara y


cayera. Tardamos una eternidad en subir a través de un agujero en el
techo y nos encontramos en el interior de las paredes de la sala principal.
Apunté la linterna hacia arriba. Efectivamente, tanto la escalera como las
cuerdas continuaron por las vigas.

—¿Por dónde? —le pregunté a Gabe. Atraje la luz de nuevo a nuestro nivel
para ver cuáles eran nuestras opciones.

—Bueno, este camino nos lleva a la parte delantera. Vamos a hacer eso —
le dije. Ahora yo era el líder, y el espacio era tan estrecho que tuvimos que
movernos de lado a lo largo de la pared. No era fácil maniobrar a lo largo
de esa manera, y con tanta concentración en dónde ponía mis pies no noté
el altavoz hasta que me topé con él.

—Ay —dije, trayendo mi mano a mi frente.

—¿Estás bien?

—Sí. —Apunté la luz al altavoz y sacudí la cabeza. Humo y espejos. Y el


equipo de sonido.

Continuamos con más cuidado y finalmente, hicimos nuestro camino


alrededor de la esquina. Fue entonces cuando vimos un rayo de luz, no
demasiado lejos delante de nosotros.

—¿Una camino de salida? —pregunté.

—Maldita sea, así lo espero —respondió Gabe.

Nos acercamos con cuidado. Resultó ser una pequeña puerta, tal vez hasta
la cintura. No tardó más de un empujón suave, y estaba abierta. Luz del
día, gracias Dios.

352
—La salida debe estar directamente a nuestra izquierda —le dije a Gabe
para que se pudiera preparar. Estaba tan impresionado de que había
logrado hacer algo de esto en primer lugar. El tipo tenía una fuerza de
voluntad poderosa.

Me agaché para poder ver hacia fuera al pasillo principal, y miré


directamente a la cara del Pastor Warren.

—Deje que le ayude, señorita Carver —dijo, agarrando mi muñeca con


fuerza—. Es solo un pequeño salto.

353
Cuarenta y siete
Traducido por Martinafab

Corregido por AmpaЯo

C on las palmas sudorosas, el Pastor Warren me ayudó a salir con


cuidado de las paredes de su iglesia y a apoyarme en el suelo de la
sala principal. El sol casi se había puesto, la luz de color rojo brillante
resplandecía por la ventana y se reflejaba en las alas de cobre que
colgaban en el otro extremo. Parecía como si estuvieran ardiendo. Era un
poco aterrador.

—Sal de ahí, Gabe —dijo el Pastor Warren—. No quieres saber lo que voy a
hacer con ella si no lo haces.

Me gustaría verte intentarlo, pensé. Entonces me acordé de que en realidad


no sabía cuáles eran mis habilidades, y que probablemente no debería
estar tentando al destino.

Gabe se unió a nosotros de mala gana y aunque sabía que estábamos en


una situación bastante mala, me sentía un poco alagada porque la
amenaza del Pastor Warren tuviera ese efecto en él. Los tres nos quedamos
allí mirándonos los unos a los otros. Se sentía bastante estúpido.

—Pastor Warren, ¿qué cree que está haciendo? —le pregunté, por fin.

—En este momento, tratando de averiguar qué hacer con ustedes dos —
respondió. Tenía la cara de color rojo brillante y el sudor le corría por la
frente.

—¿Pero el secuestro? ¿Darle una paliza a alguien? ¿Por qué era todo eso
necesario?

El Pastor Warren se echó a reír.

354
—Cuando descubrí a Gabe, lo que supuestamente era, bueno, ahora, no
solo podría dejar que una bala perdida vagara por ahí, ¿verdad?

—Él no es una bala perdida. Y ha estado un año sin decir nada.

—No voy a tomar ningún riesgo, niña.

—Es patético.

—Decirme algo como eso está cerca de la herejía, ¿o no lo había oído? Yo


soy el elegido —dijo el Pastor Warren, con una amplia sonrisa.

Me eché a reír. Sí, claro.

—Oh, deme un respiro —contesté—. Sé que todo es una gran farsa, es tan
condenadamente obvio. Tan obvio que es una locura que todo el mundo lo
creyera en primer lugar. Utiliza unas malditas cuerdas para flotar. Vimos
la máquina allí abajo y reproduces sonidos a través de los altavoces en las
paredes.

—Alambre de avión, en realidad. Es delgado, capaz de soportar una gran


cantidad de peso y prácticamente invisible cuando las luces están
apagadas. Me amarro a mí mismo cuando tienen todos los ojos cerrados y
luego libero la trampa para que caiga al suelo. Simple, sí, pero no creo que
fuera tan condenadamente obvio. La señorita escéptica no lo descubrió por
sí misma y usted es la última persona que jamás confiaría en mí. Es fácil
cuando se tiene un evento paranormal real. Entonces todo lo demás se
hace posible.

Él tenía sentido. Obviamente, él tenía sentido. Había funcionado, después


de todo.

—¿También involucró a Mirabel con el plan? ¿Para que fuera menos


sospechoso? ¿Para demostrar que alguien más podría flotar, no sólo
usted?

—Nah —respondió el Pastor Warren—. Ella era mi prueba, apenas recibí el


equipo, no quería probarlo en mí mismo, ahora ¿lo hice? Luego ella
comenzó a disfrutar de toda la atención, tengo que admitir que se puso un
poco molesto.

Bastardo egoísta.

355
—Bueno, una vez que la gente conozca la verdad acerca de los ángeles,
nada de esto va a importar de todos modos. Está acabado, Pastor Warren.

—Nadie va a conocer la verdad —respondió—. No pude decidir qué hacer


con él, imaginé que nadie le creería de todos modos. Pero era tan
malditamente poco servicial que no me diría nada acerca de su especie. —
El Pastor Warren miró a Gabe.

—¡Le dije que no me acuerdo! —respondió Gabe ferozmente.

—Una historia probable. Por supuesto que lo recuerdas, en el fondo.

Gabe se limitó a sacudir la cabeza.

—No hay nada que pueda decir, ¿cierto?

—Bueno, puedes seguir fingiendo todo lo que quieras. Ya he terminado —


respondió el Pastor Warren y en esa voz melódica había un filo que no
había estado antes ahí—. Sólo tengo que deshacerme de la evidencia y
todo estará hecho. Todo el mundo ya está pensando que dejó la ciudad.

—¿Dónde está mi moto? —preguntó Gabe de una manera que parecía que
ya le había preguntado al Pastor la pregunta muchas veces antes.

—La tiré al bosque cerca de tu casa. Pedazo de basura.

—No está diciendo que, Pastor...

—Gabe, escoge tus batallas —le dije poniendo una mano en su brazo.

—Sí, este tipo solo ha estado conmigo toda la semana y ni siquiera sé por
qué. Al principio pensé que sólo quería interrogarme, pero ahora creo que
sólo disfruta torturando a la gente. El gran hijo de puta hambriento de
poder. —Miré a Gabe, y me pregunté si tenía sentido para él darle una
tunda al Pastor Warren en la mandíbula.

—Nos vamos, Pastor Warren, no trate de detenernos. Para entonces el


Padre Peter habrá llamado a la policía y todo.

El Pastor Warren echó a reír.

—Resulta difícil de creer. Cuando él fue quien me habló de ustedes en


primer lugar.

356
—¿Qué?

—Ya me has oído.

—Está mintiendo.

—Señorita Carver, ¿cómo sabría acerca de esto si alguien no me lo hubiera


dicho?

—Pero... pero él no haría eso...

—Lo hizo. Siempre ha estado tratando de demostrar que estamos


equivocados, para que nos vayamos. Pensó que esto al final me callaría.
Hombre, lo juzgó mal.

No sabía qué decir a eso. Me quedé de piedra. Aun así tenía que decir algo.

—Bueno, lo que sea, estoy segura de que aun así llamó a la policía.

—Que vengan. Aquí tengo a dos chicos acusados de allanamiento de


morada el Día de la Celebración. Eso tiene que ser un delito extra.

—Y cuando vean lo que le ha hecho a Gabe...

—Niña —dijo el Pastor Warren dando un paso hacia mí—, siempre pensé
que se suponía que eras la inteligente. No importa cómo se ve Gabe. No
importaría si se estuviera desangrando en medio del suelo y yo estuviera
de pie sobre él con el cuchillo. Yo estoy a cargo de esta ciudad ahora. El
sheriff responde a mí. Soy su maldito jefe. Tú no eres más que una
pequeña hereje triste, y él... —El Pastor Warren se volvió para mirar a
Gabe—... sólo un chico malo.

No tuve tiempo de reaccionar. Ni siquiera procesé realmente lo que estaba


pasando mientras veía el puño de Gabe hacer contacto con la mejilla
sudorosa del Pastor Warren. Ocurrió tan rápido que por un segundo pensé
que el Pastor Warren había tropezado hacia atrás, pero luego me di cuenta
de lo que había pasado y agarré el brazo de Gabe.

—Te acabas de meter a ti mismo en un mundo de problemas, muchacho —


dijo el Pastor Warren sosteniendo el lado de su cara.

—Es hora de salir de aquí, Riley —dijo Gabe rápidamente.

357
—Oh, sí.

Nos giramos y volamos hacia la puerta. Parecía que yo tenía razón y el


Padre Peter había llamado a la policía como se lo había pedido. La policía
estaba acercándose justo cuando salimos corriendo. Genial, no parecíamos
sospechosos en absoluto saliendo corriendo de la iglesia como locos. Por
supuesto, yo había sido una completa idiota por decirle al Padre Peter que
los llamara en primer lugar. Creo que mi temor por la seguridad de Gabe
había nublado por completo mi juicio.

Estaba casi totalmente oscuro afuera ahora, pero el Padre Peter todavía
estaba esperando en el asiento del conductor del auto de mis padres, los
faros iluminando nuestro camino. Nos sumergimos en el interior.

Arrancó en un instante sin tener que decir nada. Los policías estaban
metiéndose de nuevo en sus autos y en un instante nos estaban siguiendo,
las sirenas sonando.

—¿A dónde vamos? —preguntó el padre Peter en estado de pánico.

—Tenemos que llegar al recinto ferial, encontrarnos con todos los demás.
El sol está a punto de ponerse. Es la hora —dije. El Padre Peter asintió, y
rugió a través de las calles que nos llevaban a una persecución de autos de
honesto-hasta-la-bondad.

Miré al Padre Peter, que estaba centrándose más duro en el camino por
delante. No parecía el tiempo de sacar a relucir su traición, pero puede que
no hubiera otra oportunidad.

—Así que, ¿qué pasó con que le contó de nosotros al Pastor Warren,
padre? —Le pregunté.

El auto se sacudió violentamente hacia un lado. Supongo que era la


verdad entonces.

—No le dije sobre el plan —dijo el Padre Peter, obteniendo el control sobre
el auto y llevándonos de nuevo al carril apropiado.

—Bueno, eso está bien. Pero, ¿por qué decirle nada? —La adrenalina que
bombeaba a través de mi sistema estaba haciendo que me enojara
realmente rápido.

358
—Riley, lo siento mucho —dijo el Padre Peter mirándome. Vi la misma
expresión deteriorada triste en su cara como la que había visto hacía
muchos meses en su oficina. Sabía que él nos había traicionado, pero no
pude evitar sentir un poco de lástima por él. Muy poca—. Él y yo
estábamos teniendo una de nuestras reuniones sin sentido, y en la forma
en que él seguía y seguía, como si en realidad fuera el hijo de Dios, era
muy molesta para mí...

—¡Cuidado! —gritó Gabe desde el asiento trasero.

El Padre Peter giró el volante y por poco esquivó al perro que estaba en el
camino.

—Así que sólo pensó en romper una lanza a su favor —le dije.

—Riley, realmente lo siento. No debería haber dicho nada. Sé que me


equivoqué. Cuando me dijiste que Gabe había desaparecido, me temí lo
peor...

—¿Me está diciendo que sospechó que el Pastor Warren había atrapado a
Gabe?

El Padre Peter me miró de nuevo. Esta vez parecía que podría estar a
punto de llorar.

—Riley, yo... lo siento mucho.

Sí, lo sé. Lo has dicho.

—¿Sabe qué, padre? Puedo aceptar que en un momento de debilidad le


haya dicho al Pastor Warren acerca de Gabe. Pero el hecho de que
guardara silencio acerca de dónde pensaba que estaba sólo para salvar su
propia piel... eso es imperdonable.

—Riley.

—¡Me dejó creer que se había ido!

—¿Pensaste que me había ido? —preguntó Gabe desde la parte trasera.

Me di la vuelta para mirarlo. Parecía realmente dolido.

—Bueno, supuestamente habías dejado una nota —le expliqué.

359
—Una nota.

—Sí —le dije lo que había escrito y vi cómo caía su cara.

—¿Y realmente pensaste que escribiría algo como eso para ti? ¿Qué tan
solo te dejaría así?

Me sentí muy mal. Pero no era justo. Había sido la única explicación
razonable en ese momento.

—Y, además, saliste corriendo tantas veces en el invierno, no lo olvides.

—Pero después de nuestra cita, después de todo lo que pasó, incluso


después de todo eso, ¿todavía pensabas que te había dejado?

—Gabe, lo siento.

—Nos estamos acercando —interrumpió el Padre Peter—. ¿Cuál es el


plan?

—Por favor, Gabe, por favor, perdóname. —Me sentía desesperada.

—Supongo que... —dijo.

—Por el amor de Dios —dijo el Padre Peter. No era propio de él usar ese
lenguaje y los dos lo miramos—. Gabe, en el segundo en que se enteró de
dónde estabas ella fue a rescatarte. No dejen que el maldito bastardo los
separe por una estúpida nota. Y Riley. Soy un cobarde. Un cobarde egoísta
y estúpido. Lo siento por ello, nunca me lo perdonaré, pero ahora mismo,
tenemos que concentrarnos en el plan. Ahora, ¿qué demonios hago,
chicos? ¿Paro o qué?

—Yo... —Estaba un poco sorprendida por sus palabras.

—¿Tienes tu escopeta, cariño? —preguntó Gabe.

—En el maletero.

—Está bien. Apartaré a la policía del auto haciendo una carrera con ellos.
Tú agarras tu escopeta y luego nos encontraremos. Padre Peter, usted sólo
acelere. Tal vez tenga unos pocos seguidores también.

—No voy a disparar a ningún policía, Gabe.

360
—Por supuesto que no lo harás. No se trata de eso, Riley. Se acerca el
momento. Tú misma lo dijiste. Necesitamos estar armados y listos. Eres
nuestra líder.

Asentí con la cabeza. Estaba en lo cierto.

—Está bien. ¿Lo ha entendido todo, Padre Peter?

—Sí. Pero será mejor que te prepares. Ya casi llegamos.

—De acuerdo.

El Padre Peter dio la vuelta a la esquina y allí estábamos, justo en frente


del recinto ferial.

—Voy a parar ahora —anunció y Gabe se preparó—. Abriré el maletero,


contaré hasta treinta y luego aceleraré.

—¿Te sientes lo suficientemente fuerte? —le pregunté a Gabe.

—No sé por qué, cariño, pero me siento lleno de energía.

361
Cuarenta y ocho
Traducido por liebemale

Corregido por Jut

N os preparamos a nosotros mismos, y luego el Padre Peter viró


violentamente hacia un lado y el auto se detuvo en seco. En un
momento, Gabe estaba fuera del auto y corriendo a toda máquina hacia el
recinto, sólo una leve cojera traicionaba su condición. El auto de la policía
se había detenido a estas alturas también, y los policías saltaron en su
persecución. Volé por la puerta del lado del pasajero y agarré la escopeta
cargada desde el maletero, cerrándolo justo a tiempo para que el Padre
Peter despegara. Un segundo auto de policía se acercaba hacia él, pero
condujo a su alrededor mientras volvió hacia el lado para tratar de
bloquear su escape.

Tan molesta como estaba con el Padre Peter, tenía que concedérselo, el
sacerdote sabía conducir. Tal vez la culpa lo impulsaba. No tenía tiempo
para pensar en ello. Yo estaba fuera cuando la policía persiguió a Gabe,
que se dirigía a derecho hacia la multitud. Oí otro chillido de un auto
cuando paraba y miré por encima de mi hombro para ver al Pastor Warren
salir y unirse a la persecución. Todo esto estaba empezando a ponerse un
poco salvaje.

Hablando de salvaje...

—¡Riley! ¡Ya estamos listos para ti, nena! —dijo el Salvaje Frank cuando
emergió de la multitud y se detuvo.

—Eso está muy bien, Frank —respondí un poco distraída—. Mira, tengo
que ayudar a Gabe.

—¡Claro que sí! ¡Te cubriré la espalda!

362
Eso no es necesario Frank, pensé, pero luego estaba siguiéndome justo
detrás de mí, mientras nos abríamos paso entre la multitud. A pesar de
que esto era una ciudad donde la mayoría de la gente llevaba una pistola
en su persona, todavía estaban bastante sorprendidos de verme llegar con
mi escopeta, así que me dieron un muy amplio margen.

Y luego perdí a Gabe. No lo pude ver más. No podía ver a la policía o al


Pastor Warren. La multitud era densa, y era como estar en un campo de
maíz. No podía ver a dos metros delante de mí.

—¿Lo ves, Frank? —dije en voz alta.

El Salvaje Frank empezó a saltar arriba para ver sobre las cabezas de la
multitud.

—No...

Pero entonces lo hice. Él estaba luchando contra dos policías que lo traían
al escenario. No fui la única en notarlo cuando otros en la multitud
empezaron a apuntar en su dirección. El Pastor Warren se unió a él ahora,
jadeante y cubierto de sudor. Miró a la multitud mirándolo y anunció con
su resonante voz alta:

—Perdón por la interrupción, amigos. Este chico estaba tratando de


destrozar la iglesia. Sólo estamos tratando de dominarlo.

Oh no, no lo haces.

—¡Bájalo! —grité, y blandí la escopeta en su dirección.

La multitud se abrió al instante mientras corría hacia el escenario y subí


por las escaleras, así estaba enfrente del Pastor Warren.

—Dispáranos —respondió el Pastor Warren.

Maldita sea. ¿Cómo había sabido que no lo haría? Todos los demás
estaban por lo general bastante convencidos de que yo realmente lo haría.
Busqué en mi interior al Naphil en mí que me hizo parecer convincente.
Por otra parte, el Pastor Warren pensaba que él era totalmente intocable.
No creía que algo le asustara.

363
Observé impotente cómo un policía golpeó brutalmente a Gabe con la
culata de su revólver. Mirándolo, me sentí como si hubiera sido golpeada
también.

Gabe se desplomó en el suelo y el Pastor Warren se volvió hacia la


multitud que por ahora se había reunido alrededor del escenario. Ellos no
parecían estar satisfechos con lo que estaba pasando, pero ninguno estaba
a punto de hablar en contra del Pastor. Especialmente en esta noche de
todas las noches. Vi a Lacy no muy lejos. Ella estaba en su traje de
porrista, lo cual me pareció un poco extraño. Pero, de nuevo, les dije a
todos que vistieran cómodamente, y no había nada que fuera más como
una segunda piel para Lacy que su uniforme.

—Gente, el tiempo se acerca —anunció el Pastor Warren, ignorando por


completo a Gabe. De hecho, se movió de forma que se acercó al escenario
para estar delante de él, como si de alguna manera eso podría ocultar su
existencia.

Quería desesperadamente correr al escenario para estar al lado de Gabe,


pero sabía que en el segundo que lo intentara, tendría a varios oficiales
detrás de mí, y mi arma sería arrebatada. Y necesitaba mi arma esta
noche.

—Oremos —continuó el Pastor Warren. Vi como todo el mundo bajó sus


cabezas—. Ángeles que nos han bendecido y que en esta noche nos ofrecen
Su mayor Gloria, les damos gracias...

Observé la multitud. Todos estaban en silencio recitando las palabras


junto con el Pastor Warren. Me impresionó que todos ellos las conocieran
tan bien. Parece que habían estado practicando en la iglesia. Todo el
mundo parecía tan reverente, tan decidido a ver todo esto como una
Gloria. Por un momento me pregunté si tal vez lo era. Pero sólo por un
momento. Sabía que estas criaturas no eran ángeles. Y también el Pastor
Warren ahora. O tal vez él nunca había creído en ellos. Era posible.

Fue entonces cuando me di cuenta del pie de Gabe moviéndose


ligeramente, y tomé un par de pasos hacia un lado para que pudiera ver
su rostro. Seguía con los ojos fuertemente cerrados, pero pude ver que
estaba despertando lentamente. Vamos, Gabe, vamos.

364
Y, finalmente, sus ojos se abrieron. Estaban confusos, y sentí gran pena
por él. Teniendo en cuenta todo lo que había pasado hace poco, en
realidad no necesitaba ese golpe extra a la cabeza. Él realmente no se veía
bien. Aún más enfermizo que cuando me encontré con él en la oficina del
Pastor Warren. Estaba pastoso, casi de un color gris.

En realidad... estaba de un color gris.

Oh Dios mío, no.

Esto era algo que no había considerado. Había asumido que convertir a
Gabe en un ser humano había significado que se había convertido para
siempre, pero, evidentemente, había sido un poco precipitado de mí parte.
Evidentemente él podría cambiar de nuevo. Porque aquí estaba ahora, los
músculos bajo su piel se retorcían como serpientes en contra de sus
confines. El gris de su piel cambió a ser su piel en absoluto, sino que
provenía de debajo de ella. Y cuando empezó a sentarse de cuclillas, pude
ver una carne gris dura y oscura debajo.

No era la única que vio la transformación. Uno de los policías, que


supongo que se había cansado de rezar, había levantado la vista en ese
momento y ahora estaba mirando con la boca abierta a Gabe también.
Hicimos un breve contacto visual, pero ninguno de nosotros hizo nada.
Estábamos demasiado paralizados para movernos.

Gabe se puso de pie mientras sus ropas empezaron a rasgarse de su


cuerpo. La carne gris debajo de la piel se volvió más grande, lo que la
obligó a salir de la concha muy pequeña que la contenía. Su cuerpo
presentaba grandes heridas profundas en todas partes, y la piel se estaba
pelando como pintura vieja. Se estaba haciendo más y más grande, y oí un
grito ahogado de la multitud. Otras personas estaban mirando ahora. Al
igual que yo y al igual que el policía, que parecía incapaz de hacer un
sonido, de hablar o moverse. El Pastor Warren había mantenido la cabeza
baja, pero mientras Gabe... no, no Gabe, no era Gabe nunca más, era una
cosa, una criatura... mientras la criatura crecía más y más, directamente
detrás del Pastor, se podía sentir la frustración del hombre con la
inquietud de la multitud. Sin embargo, aún era ajeno a lo que crecía
detrás de él. Casi toda la piel de la criatura se había desprendido ahora,
revelando una gran bestia con una cabeza casi cuadrada, y huecos donde
los ojos deberían estar. Su boca estaba abierta, dejando al descubierto su

365
pena y un conjunto de dientes afilados, pero no hacía ningún sonido. Sus
piernas eran puro músculo, espeso y tenso como troncos de árboles, y sus
pies y manos, como garras.

Todos estábamos mirándolo ahora, y el Pastor Warren, finalmente, nos


miró con ira en sus ojos. En un tono que nunca le había oído usar antes
dijo:

—¿Qué está pasando? ¿Por qué no están ustedes orando?

Echó un vistazo a un policía que señaló amablemente. Se dio la vuelta.

Mientras lo hizo, la criatura dejó escapar un enorme aullido ensordecedor,


y de la carne entre sus omóplatos se hizo una grieta en un repugnante
sonido alto. Un par de alas negras gigantes salieron de su columna
vertebral, y la criatura rugió aún más fuerte. El Pastor Warren se quedó en
su lugar mirando fijamente con horror, temblando como una hoja.

Yo sabía que era sólo cuestión de tiempo antes de que la criatura fuera
plenamente consciente de dónde estaba y qué era. Sabía lo rápido que
estas cosas se movían. Se habría ido en un segundo. Era necesario actuar
de inmediato.

—¡Pastor Warren, muévase! —pedí, y debe haber sido algo en mi tono que
hizo que me tomara en serio, porque de inmediato se lanzó a un lado.
Apunté mi arma y disparé al ala izquierda de la criatura. La criatura se
echó hacia atrás mientras el tiro dio en el hombro también. Sin pausa
cargué la escopeta, apunté y le di a la otra ala. Esto hizo que la criatura se
cayera al suelo.

—¡Átenlo! —Me volví hacia el sheriff, y él a su vez repitió la orden a sus


oficiales. No sé donde encontraron la cuerda, pero lo hicieron, y pronto la
criatura estaba atada, en el centro del escenario.

Me acerqué a él con cuidado. Nadie me detuvo. De hecho, todos ellos me


dieron un montón de espacio, interesados en evitar a la chica con la
escopeta a pesar de que la bajé. Esto era todavía Gabe, después de todo,
en el fondo. No quería lastimarlo aún más, y realmente no pensé que iba a
hacerme daño. Ya me sentía bastante enferma de que le hubiera disparado
en absoluto. Una vez más. La criatura estaba haciendo esos ruidos
guturales bajos. Era evidente que estaba sufriendo, y eso me hizo sentir

366
aún peor. No parecía fijarse en mí, sólo parecía perdido en su propio
sufrimiento, y me arrodillé a su lado, poniendo una mano en su brazo.

—¿Gabe? —pregunté en voz baja.

La criatura se volvió y me miró por primera vez. Simplemente miró y miró,


y me miró como si estuviera pensando, haciendo conexiones entre sus
pensamientos. Era tal bestia en apariencia que era difícil creer que fuera
capaz de razonar, pero de alguna manera sabía que podía. Esperé en
silencio para que llegara a una conclusión, lo que esperaba que tuviera
algo que ver con él reconociéndome.

Finalmente lo hizo. Pero no de la manera que esperaba.

Eres de los Nephilim. Hablaba en mi cabeza al igual que la primera vez que
nos conocimos. Tienes que venir conmigo. Necesito tu ayuda.

—Gabe, soy yo. Soy Riley —dije despacio y con claridad, deseando que él
entendiera.

Una gran injusticia se nos ha hecho. Ya no queremos ser esclavos. Estamos


creciendo en armamento, y te pedimos que lo dirijas.

—No, detente. Para esto, Gabe. Presta atención. Soy yo. Riley.

Debemos luchar contra nuestros opresores. Por favor, ayúdanos.

Sabía que todo el mundo estaba mirándome hablar con esta cosa. Ellos
deben haber pensado que estaba loca. Sólo podía oír su voz dentro de mi
cabeza, así que para ellos parecía bastante una conversación unilateral.
Pero no importaba lo que pensaran, tenía que llegar a él.

—Gabe, ¿no te acuerdas de mí?

¿Quién es Gabe?

—Tú lo eres. ¿Te acuerdas de mí?

Recuerdo que te encontramos, descubrimos que existías. Me acuerdo de


venir a buscar tu ayuda. Recuerdo que estábamos solos. Ahora no lo
estamos.

—¿Te acuerdas de cuando te disparé?

367
Sí.

Eso me sorprendió, pero era algo.

—¿En serio?

Sí.

—¿Te acuerdas de lo que pasó después de eso?

Recuerdo nuestra conversación ahora.

Me acerqué más a la criatura y hubo un grito de asombro de la multitud.


Fue frustrante no ser capaz de hacer contacto visual con él. No había nada
que ver, excepto los huecos profundos. Nunca me había dado cuenta de lo
importante que mirar a los ojos de alguien podría ser. Sentí que si él
pudiera verme... pero debe ser capaz de verme de alguna manera.

—Gabe —dije en voz baja, esta vez en añoranza, no para tratar de


conseguir que me recuerde. Alcancé su cara. Su piel era dura como el
cuero, y no había calidez debajo de su superficie. No había nada, ni
siquiera una insinuación del muchacho que conocí. La transformación fue
completa.

¿Nos ayudarás?

Bajé la cabeza y respiré hondo. Entonces di un paso atrás y me puse recta,


el mentón en alto. No había tiempo para sentimentalismos ahora. No
después de todo el trabajo que habíamos hecho. Este no era Gabe, no
realmente, pero sabía cómo hacer que volviera.

—¿Van a venir de nuevo? —le pregunté—. ¿Van a venir ahora?

Quién.

—Para llevarnos. Tus... amigos. Los otros como tú.

Vendrán de nuevo. Ellos estarán aquí muy pronto. La puerta se ha abierto.

—¿Es por eso has cambiado? Cuando la puerta está abierta, ¿te ves así?

¿Cambiado?

368
Era como la conversación que habíamos tenido, como el día que se
convirtió en Gabe. ¿Por qué no podía alguna vez recordar cosas?

—No importa. Yo sé la respuesta. Mira. ¿Fuiste el responsable de la gente


que se llevaron estos últimos siete años?

Sí. Estamos construyendo un gran ejército.

—Estás construyendo un ejército. ¿Quieres decir que nos están


convirtiendo en ustedes?

Sí.

—¿Cómo puedes hacer eso?

Tomó mucho tiempo. Tuve que aprender y luego enseñar a los demás.
Tuvimos que crear una puerta desde el otro lugar, y lo hicimos. No somos
ángeles. No podemos viajar entre mundos. Pero lo hicimos. A pesar de que
pensaron que no podíamos hacer nada sin ellos, lo hicimos.

—Abriste la puerta, ¿no?

No mucho. Y sólo en este momento. Pero fue suficiente. Luego tomamos y


luego enseñamos a los que tomamos para tomar y servir, por lo que ahora
podrían tomar, y nosotros podríamos ahorrar nuestra energía y sólo
convertirlos en nosotros.

—¿Por qué Hartwich? ¿Por qué has venido aquí?

Venimos aquí porque este lugar es familiar para mí. Lo recuerdo.

Por supuesto. Durante todo este tiempo el Pastor Warren nos había estado
diciendo que éramos especiales porque los ángeles habían elegido nuestro
pueblo. Pero no era eso en absoluto. Nos habían elegido porque Gabe
había crecido aquí, porque era el único lugar que había conocido. Como
Thrall él debe haber tenido algún pequeño recuerdo de este lugar lo cual lo
atrajo aquí. Nosotros no éramos especiales, sólo pasó a estar en la misma
ciudad que él había crecido.

—¿Cómo eligen a quien tomar?

No elegimos.

369
—¿Toman al azar?

No tomamos los ancianos o enfermos. Los viejos y los enfermos pueden


morir si tratamos de cambiarlos.

—Pero toman niños. ¿Por qué se llevan a los niños?

¿Qué son los niños?

Escuché sus palabras y me sentí decepcionada de una forma extraña,


aunque no del todo sorprendida. Siempre había pensado que tal vez había
habido una razón para quienes eran tomados. Que era de alguna manera
significativa. Que alguien como Chris... que fue llevado por una razón. No
sólo porque era joven y saludable.

—Está bien —le dije cambiando de tema—. Así que. Aquí está la cosa.
Necesito que les digas a tus siervos... que dejen de tomar la gente de
nuestra ciudad. ¿Queda claro?

No puedo detenerlos.

La criatura parecía estar ganando algo de fuerza mientras se echaba hacia


atrás. Trataba de incorporarse.

—¿Por qué no?

Porque los necesitamos para construir nuestro ejército. Necesitamos más


soldados.

—Pero pensé que querías luchar contra la esclavitud. Sin duda convertir a
nuestra gente en tus soldados es tan malo como lo que el Círculo te hizo a
ti.

Necesitamos construir nuestro ejército. Necesitamos más soldados.

—Ya veo. —Bien entonces. No tengo tiempo para esto. Me di vuelta y le


señale a Lacy que todos debían tomar posiciones. De repente se oyó un
chasquido, y otro. Me di la vuelta y vi que había escapado de las ataduras
que sujetaban su torso y brazo derecho. Estaba tirando fuertemente de los
otros. Los policías se estaban mirando los unos a los otros frenéticamente,
y pude sentir que empezaba a sentir pánico.

370
Este no es Gabe, me recordé a mí misma.

¿Vas a liderar a nuestro ejército? preguntó la criatura, su voz sonó con el


esfuerzo por romper sus ataduras finales.

Este no es Gabe.

—No.

Levanté mi arma. Y le disparé en la cara.

371
Cuarenta y nueve
Traducción Itorres

Corregido por Jut

V arias personas en la multitud gritaron y esta vez estaba rodeada en


un instante por el sheriff y sus oficiales. Evidentemente había sido
genial someter a la bestia, pero no matarla directamente. Uno arrancó la
pistola de mi mano y el otro atrajo mis manos más o menos alrededor de
mi espalda, supongo que para esposarme. Pero yo no se lo permití. Le
pisoteé el pie. Soltó mis manos, por lo cual golpeé al oficial frente a mí.
Pasé por debajo de él en su giro de regreso, salí como una flecha entre
ellos dos y estaba rodeada por tres más y el Sheriff. No tenía idea de lo que
estaba haciendo, pero supongo que el guerrero en mí estaba pateando,
porque cada vez que alguno trató de someterme, se cambiaba el rol y lo
sometía, hasta que todos estuvieron esparcidos alrededor de mis pies.

Entonces hubo otro grito. Pero uno sólo, en el extremo más alejado de la
multitud. Mirabel Jennings, de todas las personas, estaba volando por los
aires, un par de alas oscuras encuadrándola y gruesos brazos alrededor de
su cintura. Hubo un disparo, otro grito de unas pocas personas y el Thrall
y Mirabel cayeron al suelo. Otros dos disparos se escucharon casi al
mismo tiempo. Me di la vuelta, al igual que el resto de la multitud, justo a
tiempo para ver también a dos sombras cayendo.

—¡Basta! —dijo el Pastor Warren, pero el Salvaje Frank se acercó y tomó al


Pastor fuertemente, impidiéndole moverse. Probablemente era lo mejor
para todos nosotros que el Salvaje Frank hubiera encontrado por sí mismo
una tarea que no fuera disparar.

Otra bala. Otra. Otra. Mi equipo estaba golpeando a cada criatura con una
precisión perfecta. Sentí una oleada de orgullo. La gente parecía entender
lo que estaba pasando y reaccionó de manera extraña. No hubo más
pánico, no había más miedo. Era como si hubieran decidido simplemente

372
confiar en nosotros. ¿Era esto algo más que yo tenía a mi favor como
Naphil? ¿La capacidad de calmar el frenesí? No es que estuviera haciendo
nada, sólo estaba allí de pie.

Luego el silencio cayó sobre la escena. No más disparos, no más gritos.


Incluso el Pastor Warren había dejado de lloriquear. Todo el mundo estaba
esperando algo. Anticipando algo.

—Santa mierda. ¿Me disparaste de nuevo?

Me di media vuelta. Allí estaba él. Al igual que la primera vez que lo había
conocido. Sin ropa. Atado. Mi Gabe.

—Oh Dios mío, está desnudo —señaló una voz femenina entre la multitud.

—Frank, dame tu chaqueta —le dije corriendo hacia Gabe. El Salvaje


Frank se quitó su chaqueta militar y después de desatar a Gabe, la puse
sobre él. Cuando terminé me miró a los ojos, finalmente, como había
deseado cuando se había transformado. Pude ver la confusión y el dolor.
Pero también vi algo más. Algo que me hizo inclinarme hacia él y besarlo.
Sentí su mano en mi brazo, apretando suavemente, mientras me devolvía
el beso. Nos separamos.

—Cariño, ¿me disparaste de nuevo?

—Lo hice. Lo siento.

—¿Qué pasó? —Se miró a sí mismo y luego a mí, como si de alguna


manera yo fuera responsable de su estado actual—. ¿Por qué estoy
desnudo? ¿Acaso...?

—Te convertiste nuevamente en uno de ellos. Cuando se abrió la puerta.

—¿Puerta?

—Así es como lo llamaste.

—¿Lo hice? —Miró al Pastor Warren y al Salvaje Frank.

Negué con la cabeza y tomé la suya entre mis manos, trayendo su atención
de nuevo en mí.

373
—Gabe, dijiste que estabas construyendo un ejército. Que querías mi
ayuda. Es por eso que viniste a mí en primer lugar el año pasado. Creo que
eres su líder.

Gabe frunció las cejas y luego cerró los ojos. Los abrió de nuevo.

—No recuerdo nada de eso.

—Está bien, no pensé que lo hicieras.

—Riley. —Era Lacy subiendo al escenario junto a nosotros.

—¡Gran tiro, Lacy! —le dije mientras me volteé hacia ella. Pero parecía
preocupada. No, no preocupada, asustada. Y al instante yo estaba
asustada—. ¿Qué pasa, qué pasa?

—No están cambiando —dijo ella en voz baja.

—¿Qué quieres decir?

—Los ángeles. O lo que sea que sean. No están cambiando.

—No lo entiendo...

—Ellos simplemente están tirados allí. —La voz de Lacy se fue elevando,
entró en pánico—.No están cambiando como Gabe lo hizo, sólo están allí
tendidos. Creo que... —Se mordió el labio inferior, el cual había empezado
a temblar—. Creo que podrían estar muertos.

—Eso no es posible —le contesté.

—Vengan y lo verán.

Me volteé hacia Gabe quien asintió.

—Estoy demasiado débil para pararme y de todas formas si lo hiciera sería


indecente. Ve con ella.

Lo miré duramente.

—Riley, no voy a ninguna parte. Estoy bien. Sólo ve.

No quería dejarlo, no después de que acababa de regresar. Pero asentí.


Entonces me di la vuelta para seguir a Lacy al escenario y hacia uno de los

374
Thrall caídos. A medida que nos acercábamos, pasamos a Mirabel con su
marido, quien estaba atendiendo sus heridas de la caída. Me sentí
realmente terrible de que hubiera sido herida gracias a nosotros, pero ella
me sonrió con gratitud mientras pasábamos, y me hizo sentir mejor.
Cuando llegamos al Thrall me quedé mirándolo con confusión. Lacy estaba
en lo cierto, sólo yacía allí. Una gran bestia gris, las alas debajo inclinadas
en un ángulo extraño. No se movía. No sabía si las criaturas respiraban, si
debía buscar un latido del corazón en alguna parte. Di la vuelta a su lado
y me agaché examinando su rostro. Cualquiera que le hubiera disparado lo
hizo bien, justo entre los huecos que estaban en el lugar de los ojos. Fue
un tiro increíblemente impresionante.

Parecía muerto. Eso era todo lo que había que ver. Muerto. Sin vida.

¿Qué estaba pasando? ¿Por qué no habían cambiado?

—¿Riley? —La voz de Lacy era delgada y asustadiza.

—Está muerto. Está... muerto... —le contesté. Pero simplemente no tenía


ningún sentido. Gabe había cambiado de nuevo. ¿Era especial? ¿Por qué lo
sería? Él era como el resto de ellos. Fue llevado como el resto de ellos.

No, pensé de repente. No, en realidad, él no era como ellos en todo. Había
sido tomado por los ángeles y no por un Thrall. Había sido convertido por
los ángeles y no por un Thrall. Ahora, él era el responsable de convertir a
los otros en Thralls, y, como tantas veces ha señalado, él no era un ángel.

—Oh Dios mío —le dije cuando me di cuenta. No estaba segura, pero me
sentí segura. ¿Dónde estaba mi Guardián? Tenía que hablar con mi
Guardián.

De alguna manera sabía que quería preguntarle algo y fue entonces


cuando estuvo a mi lado, visible, lo sabía, sólo para mí. Sólo para mí,
quien era lo suficientemente “especial” como para verlo. Malditamente
suficiente para verlo.

—¿Es Gabe diferente de esos otros Thralls? —le pregunté.

—No lo sé —contestó Lacy.

375
—No estoy hablando contigo —le espeté, al instante sintiéndome mal de
hacerlo. ¿Cómo se suponía que iba a saber que estaba hablando con un
ángel de la guarda y no con ella?

Sí.

—Porque él fue cambiado por el Círculo.

Sí.

Pude ver a Lacy dar un paso hacia atrás. Probablemente para ella me
estaba volviendo loca en este momento, pero no me importaba
exactamente. Señalé al Thrall caído delante de mí.

—Y ellos fueron cambiados por él y sus amigos.

Sí.

—Y, obviamente, no hicieron absolutamente la misma calidad de trabajo


en eso.

Sí.

—¿No podrías haber mencionado esto antes? ¿Cuándo nos viste haciendo
planes y todo?

No preguntaste.

—Así es, no pregunté. Cúlpame, a la persona que no sabía que había una
pregunta que hacer en primer lugar. —Entonces me di cuenta. Me
culparían. Todos ellos me culparían—. Así que ellos están muertos.

Sí.

—Yo los maté.

No. Tus amigos los mataron.

—Déjame en paz —le dije en voz tan baja que nadie excepto un ángel
hubiera sido capaz de oír, y ya no estaba. Me puse de pie y miré a Lacy,
que me miraba con miedo, con lágrimas en sus ojos—. Puedo ver cosas y
oír cosas que no puedes. Al igual que cuando estaba hablando con Gabe

376
cuando era esa cosa antes. Tengo un ángel de la guarda y le estaba
haciendo preguntas. Sabe cosas.

Lacy asintió, pero no dijo nada.

—Al parecer —le dije, sintiéndome entumecida—, estas criaturas son


diferentes a Gabe. Y sí, los hemos matado.

Ahora, lágrimas corrían por sus mejillas, pero todavía me sentía


adormecida. Seguí hablando a pesar de que sabía que estaba causando su
dolor. No era que quisiera hacerle daño, sin embargo quería causarme
dolor a mí misma. Hablar a mi manera en el horror de lo que había
sucedido y escapar de este entumecimiento.

—Los matamos. No eran Thralls de la forma en que los ángeles los


hicieron. Eran copias de mala calidad de los Thralls que ellos habían
hecho de sí mismos. Y viendo como Gabe y sus amigos se estaban llevando
a gente de la ciudad en estos últimos años, creo que es justo concluir que
esas criaturas que hemos derribado por lo tanto solo pueden ser la gente
de la ciudad.

Los hermanos Alexander se acercaban, para alcanzar a oír y la expresión


de sus rostros me mandaron a la histeria, nuevamente... entumecida.

—¿Hemos matado gente? —preguntó Curtis, que venía detrás de Lacy,


quien se volteó y apretó la cabeza contra su pecho mientras él la abrazó
con fuerza, su cuerpo se convulsionaba en sollozos.

—No. He matado gente —le dije.

—No es cierto —dijo John, su voz plana—. Tú eres la única que no lo hizo.
Le disparaste a Gabe y él está bien. Nosotros matamos a los demás.

—No. No lo entiendes. Esta fue mi idea. Todo esto fue idea mía. —Y allí
estaba. La verdad. Y entonces ya no estaba entumecida. Ahora bien, los
sentimientos estaban de vuelta. Ellos se levantaban como un maremoto de
algún lugar profundo y oscuro—. Y tengo noticias para ustedes —seguí en
una carrera que fue creciendo histérica—. ¡Ni siquiera soy humana! Soy
un Nephilim, y eso significa que ustedes nunca habrían sido capaces de
golpear a sus objetivos si no los hubiera elegido para estar en mi equipo,

377
entrenado y todo. Sólo pudieron matar a esas criaturas por mí, así que sí,
yo los maté. ¡Los maté a todos!

Todos estaban mirándome como si estuviera loca.

—¡Es la verdad! —Me hundí en el suelo y sostuve mi estómago apretado.


Nunca me había sentido tan vacía, tan asustada. Estaba temblando. No
podía dejar de temblar.

Sentí un par de brazos envolverse alrededor de mí desde atrás. Fuertes


brazos cálidos.

—Riley, está bien, está bien.

Gabe.

Negué con la cabeza, pero no podía decir nada. No estaba bien. Era todo lo
contrario a estar bien. Me agaché aún más, pero sentí su mano traerme a
su resguardo, atrayéndome a él. Enterré mi cara en su pecho, el cual
ahora estaba cubierto con una sudadera suave, pero a diferencia de Lacy
no pude llorar. No hubo lágrimas. Había solo dolor.

—Teníamos que hacer algo. Y piensa en las vidas que salvaste esta noche,
las que paraste de que fueran tomadas.

Lo agarré a su alrededor, apretando en la parte posterior de su sudadera,


rezando para que el dolor sólo desapareciera.

—Y no importa lo que estas criaturas eran antes, ya no eran personas. Tú


misma lo dijiste, cuando estabas hablándome cuando era una criatura, yo
no me acordaba de quién era en realidad.

—Podríamos haber encontrado otra manera de salvarlos —dije finalmente.


Cada palabra salió en un suspiro irregular.

Gabe no dijo nada en ese momento. Él simplemente me abrazó


fuertemente y dejó a mis puños esconderse en su espalda. No me
importaba que él no dijera nada. No había nada que pudiera decir y él
entendió eso. Nos abrazamos de esa manera por lo que pareció una
eternidad. O tal vez fue sólo que el dolor que se sentía como que nunca se
iría. Era insoportable.

378
Y entonces sentí un ligero toque en la espalda, tan débil, casi pensé que lo
había imaginado. Fuera lo que fuese, no había manera de que pudiera
interactuar con otro ser humano, hablar con alguien, hacer cualquier otra
cosa que aferrarme a Gabe.

—¿Qué? —le pregunté en voz alta—. ¿Qué diablos es lo que quieres?

No hubo respuesta, sólo el toque de nuevo. Era tan débil y, sin embargo,
obviamente, insistente. Con toda la fuerza de voluntad que pude reunir
solté mi agarre sobre Gabe y me volteé.

De pie frente a mí estaba esa niña en el vestido amarillo. La que siempre


había visto en casa de Etta Mae. Arrodillada en el suelo como yo,
estábamos a la misma altura de ojos entre nosotras.

—¿Qué pasa? —le pregunté en voz baja, completamente confundida de


verla aquí.

La niña señaló hacia el cielo. Miré hacia arriba. Y lo vi como si estuviera


siendo separado por una luz brillante de color blanco.

379
Cincuenta
Traducido por Debs

Corregido por AmpaЯo

T odo lo que había era blanco. No había nada más, ninguna fiesta,
ningún pueblo, ninguna persona. Sólo la luz brillante que irradiaba a
través de mí, sobre mí, más allá de mí. Todo lo que había era blanco y, al
mismo tiempo, un millón de diferentes colores. Luego desapareció. Al igual
que si la cuerda de una cometa fuera sacada de tu alcance y soltada al
cielo.

Sostuve mi cabeza en mis manos y me desplomé, mi frente tocando el


suelo.

—Riley, ¿estás bien? —preguntó Gabe.

—¿Viste eso? —le pregunté.

—¿Si vi qué?

Supongo que no, entonces.

Los gritos se reanudaron y levanté la cabeza para ver lo que estaba


pasando. Vi las expresiones de horror en los rostros de los hermanos,
Alexander y Lacy. Me di la vuelta para seguir su mirada y estaba
agradecida de estar sentada, de lo contrario estaría segura de que me
hubiera caído de la conmoción.

Todo el mundo estaba mirando la rueda de la fortuna, que parecía estar en


llamas. Pero no lo estaba. Se notaba que no era eso. Después de un
momento, las formas se hicieron visibles y supe inmediatamente lo que
era, aunque nunca los había visto antes. De pie en siete asientos de
pasajeros estaban siete figuras masivas. Con forma de humanos, sus
rostros parecían serlo también, aunque era difícil saberlo a esa distancia.
Cada uno tenía alas, abiertas y amplias y aunque cada figura tenía el

380
mismo aspecto, al mismo tiempo no lo tenían. Eran sorprendentes de
mirar. Eran hermosos. Pero no era algo que concluí mirándolos. Era algo
que sabía con certeza. La belleza en este caso, no estaba en el ojo del
espectador. La belleza era una verdad universal.

No tenía la necesidad de preguntar si Gabe podía ver esto. También los


miraba, al igual que todos los demás en nuestra ciudad los estaban
mirando. Los gritos y el pánico ahora se habían calmado. Todo estaba en
silencio, mientras esperábamos a que la próxima cosa sucediera.

—Levántate Riley Carver —dijo una voz melódica y baja.

—¿Has oído eso? —le pregunté a Gabe, él asintió. Entonces me di cuenta


de que siempre había sido capaz de ver a mi guardián también, así que tal
vez no era la persona adecuada para preguntar. Me di la vuelta para mirar
a Lacy.

—Probablemente deberías hacerlo —dijo cuándo nuestros ojos se


encontraron.

Eso lo respondía. Me di la vuelta y con la ayuda de Gabe me levanté. La


niña del vestido amarillo tomó mi mano.

Sentí un cambio. Aunque ninguno de los seres se movía, sabía que su


atención, ahora se centraba por completo en mí.

—Eres una de los Nephilim —dijo la voz de nuevo. Esta vez se sentía como
una sola voz y no a todo un coro.

—Sí —le dije. Me pregunté si podían oír mi respuesta. Difícilmente viajó


más allá de mis propios labios.

—No sabíamos que estabas aquí. No hemos estado en este lugar, en


muchos años.

—Lo sé. —Me sentí un poco más valiente, las palabras eran un poco más
fuertes—. ¿Cómo se enteraron de que estaba aquí?

—Un guardián nos lo dijo.

Me acordé de lo que mi Guardián me había dicho sobre el Círculo. Sobre


convocar a los guardianes a su lado. No tenía sentido.

381
—Bueno, ciertamente no envié a mi Guardián a ustedes y si se olvidaron
de mí, ¿cómo podrían convocarlo?

—Nosotros no convocamos a tu Guardián. Pero nos enviaron un Guardián.


No el tuyo. Un Guardián perteneciente a un ángel caído.

—¿Mi padre? —pregunté inmediatamente—. ¿Pueden decirme dónde está?


—Mi corazón latía con fuerza ahora.

—Él no es tu padre.

Sentí una gran decepción, pero sabía que no era el tiempo para resolver mi
problema con papá.

—¿Quién era entonces?

—Su nombre es Charoum. Y estás sosteniendo a su Guardián en tu mano.


Miré a la niña con el vestido amarillo. Así lo hizo Gabe. Como de
costumbre, la niña me sonrió. Miré por encima del hombro a Lacy y los
hermanos Alexander y vi sus expresiones confusas.

Por supuesto.

No podían verla. Sólo Gabe y yo podíamos. Fue entonces cuando


comprendí todas las miradas extrañas durante las visitas a Etta Mae, la
sospecha, la atención especial sólo para mí.

—El Sr. Clayton.

—Es Charoum, un ángel caído que ha intentado durante años recuperar el


favor. Envió a su Guardián, a decirnos de tu existencia. Como un regalo.

—Oh. —Él lo sabía. En el segundo en que saludé a la niña en el vestido


amarillo, se dio cuenta de que podía verla, me había reconocido. No sabía
lo que era, probablemente al principio, pero a medida que continuamos la
formación, cuando construí un ejército, yendo a casa todos los días y
discutir la estrategia... lo había descubierto.

—Saber de tu existencia fue un gran regalo. No hay nada más precioso que
el conocer de una nueva Naphil. Y ahora que estamos aquí también vemos
lo que está ocurriendo. No sabíamos que un ejército de nuestros propios
esclavos estaba reuniéndose para luchar contra nosotros. Recordamos

382
ahora que perdimos algo una vez hace tiempo, pero fueron reemplazados
fácilmente por lo que no lo pensamos de nuevo. Pero vemos lo que está
pasando aquí con claridad y ahora tenemos que impedirlo. No es la forma
en que las cosas son.

—Tal vez la forma de las cosas no deben ser de la forma que son —le dije
al instante, y vi a Gabe mirar por encima de mí. Pero no me importaba. No
estaba a punto de empezar a censurarme ahora.

Hubo una breve pausa, y creo que sorprendí al Círculo. Entonces


respondieron:

—Es la forma en que siempre ha sido. Hemos venido por su líder, Gabe
McClure, que debe ser despachado, pero primero debe ser castigado. Debe
hacerse un ejemplo de él.

No había manera de que dejara que eso sucediera, muchas gracias.

—No.

—Él no te pertenece, Riley Carver. Él nos pertenece.

Pertenecerme. Ellos no fueron los primeros en decirme eso. Pero luego me


di cuenta... toda esa charla sobre Nephilim y mi poder de elección...

—No, se equivocan. Me pertenece a mí. Lo elijo. Lo elijo para mí. Y elijo


ayudarlo.

—Riley Carver, no sabes lo que haces.

—Sé exactamente lo que estoy haciendo.

—Habrá caos. Esta no es la forma de las cosas. El caos en nuestro mundo


trae un gran dolor al tuyo.

Negué con la cabeza: no se atrevan a amenazarme.

—Lo llaman caos, yo lo llamo cambio. Y un gran cambio vale la pena.


Simplemente no pueden utilizar seres humanos como juguetes. No pueden
sólo poseernos y usarnos. Simplemente no pueden.

—Vemos el panorama más grande.

383
—Mentira. Si vieran el panorama más grande, lo habrían visto venir. Pero
no sabían nada de esto hasta que esta niña, Guardián, se acercó y les dijo.

—Danos a Gabe McClure.

—No.

Hubo otro silencio. Uno más largo ahora.

—Riley, no tienes que hacer esto —murmuró Gabe, pero no le presté


atención. Por supuesto, que tenía que hacer esto. De todas las cosas que
tenía que hacer, esta era la más importante.

El Círculo volvió a hablar.

—Si nos das a Gabe McClure, vamos a poner remedio a los males que ha
hecho a tu pueblo. —Lo dijeron como si una gran decisión hubiera sido
tomada.

—¿Qué quieren decir? —pregunté.

—Durante siete años ha liderado la Toma. Durante seis años has perdido a
la gente de tu ciudad. Los devolveremos a todos. Y aquellos que se
encuentran sin vida a tu lado vivirán una vez más.

Mi corazón se hundió. De todas las cosas que el Círculo podría haber


ofrecido...

—Yo...

—Una vida por decenas de personas.

—Yo... no puedo... —Me volví por primera vez, a mirar a la gente de la


ciudad, que estaban todos, como es comprensible, mirándome ahora.
Sabía cuál sería su decisión. ¿Quién era Gabe para ellos, sino un
desconocido?

—Debes —declaró el Círculo.

—¡No lo haré!

—Lo harás. —Pero no fue el Círculo quien lo dijo. Fue Gabe.


Me volví hacia él.

384
—No, no puedes ceder a ellos. No puedes. —Pánico ahora, horror. No me
hagas esto, Gabe. Por favor, por favor no lo hagas.

—Riley —dijo Gabe llegando a mí. Solté mi agarre muy apretado en la


mano de la niña de amarillo y tomé la suya en su lugar—. Se trata de
mucho más que sólo yo. No es justo que sacrifiques todas esas vidas
simplemente por mi causa. Y hacer un punto. Yo soy la razón de todo.
¿Por qué no debería ser castigado?

¿Por qué no habría de hacerlo? Era tan obvio.

—Porque a pesar de que la forma en que lo estabas haciendo no era la


correcta, todavía era lo correcto. Luchar en su contra era lo correcto. Y
ahora yo te ayudo y voy a hacer las cosas bien.

Gabe sacudió la cabeza.

—Riley, no recuerdo nada de eso. Sólo soy un chico. Un tipo en un tiempo


que no es el suyo, sin familia...

—Yo soy tu familia. Mis padres son tu familia.

—Riley, —Tomó mi otra mano en la suya, me miró a los ojos con fuerza—,
me tengo que ir.

No, no, no puedes.

—No me dejes.

—Esto es mucho más grande que nosotros dos.

—Lo sé. —Lo sabía. No era estúpida. ¿Pero por qué no podía tomar algo
para mí? ¿Sólo una vez?—. Estoy siendo egoísta, pero no me importa. Te
elegí, Gabe. Me perteneces. —Lo hacía. No era una metáfora ni nada, no
era la forma en que estos ángeles hacían las cosas.

—Yo también te elegí. Pero no me perteneces y yo no te pertenezco. Somos


nosotros mismos. Lo mejor de la elección es que lleguemos a decidir.
Tenemos la oportunidad de ser libres.

—Técnicamente, sin embargo, me perteneces a mí ahora. Tengo poderes.

385
—Y acabas de decir que no está bien usar a la gente, ser dueño de ellos.
Tienes que dejarme ir. Tienes que confiar en mí. Nunca confías en mí.

—Yo confío en ti. Yo sólo...

—Lo sé. —Dio un paso hacia mí—. Déjame ir.

Quería decirle que no podía, no puedo. Me dolería mucho. Si te dejo ir,


Gabe, entonces te van a matar. Si te dejo ir... pero no dije nada de eso.

—Puedes irte —le dije en cambio, las palabras se atragantaron en mi


garganta—. Ya no te elijo a ti. Eres libre de hacer lo que quieras.

Gabe me sonrió suavemente y llevó una mano a mi mejilla. Asentí con la


cabeza. Luego se volvió hacia el Círculo.

—¿Escucharon eso?

—Lo hicimos. Ven con nosotros ahora, Gabe McClure.

—Denme un segundo. Todos ustedes son inmortales, ¿cierto? No es como


que estamos perdiendo el tiempo. —Se volvió hacia mí—. Te amo, Riley
Carver —dijo—. Y nunca le dije eso a nadie antes.

Sonreí. Era muy fácil ahora. Sin debate interno. Sabía exactamente lo que
sentía por él.

—Yo también te amo, Gabe McClure. Y se lo he dicho a mis padres, pero


esto es diferente.

Gabe se echó a reír.

—No siempre tienes que ser tan honesta.

—Sí, tengo.

Envolví mis brazos alrededor de su cuello y sentí los suyos alrededor de mi


cintura. Le miré a los ojos y, por primera vez, sabía exactamente lo que
estaba pensando, porque estaba pensando en ello también.

—Sin lágrimas —dijo.

—¿Quieres apostar? —le contesté, cuando sentí una por mi mejilla.

386
Apoyó su frente contra la mía, y podía sentir su cálido aliento en mi
mejilla. Luego nos besamos. Por última vez. Describir un beso, que era ese
tipo de beso, sólo sería disminuir todo lo relacionado con él. La única cosa
que decir al respecto es que sucedió.

No quería dejarlo ir, pero tenía que hacerlo. Por supuesto, tuve que
hacerlo. Esta fue la cosa más difícil que había hecho en mi vida, y había
hecho algunas cosas realmente duras durante el año pasado. Pero lo hice.
Dejé que mis manos cayeran a mi lado y Gabe deslizó las suyas
suavemente por mi cintura. Me sentía fría donde su contacto había estado,
más frío aún que lo que sentía con mi Guardián.

Nos miramos el uno al otro. No había nada más que hacer. Nada más que
decir. Se había acabado. La despedida había terminado. Estábamos aquí
otra vez. Todo este año había terminado.

Empujó un mechón de pelo perdido detrás de mi oreja y luego se dio la


vuelta y caminó hacia la rueda de la fortuna.

—Gracias, Riley Carver —dijo el Círculo.

No contesté nada.

Gabe empezó a brillar y bajó la mirada hacia él mismo con sorpresa.

Entonces me miró y sonrió con esa sonrisa suya.

—Genial, ¿no, cariño? —dijo, y me guiñó un ojo.

Y luego desapareció.

Y se marchó.

Como si nunca hubiera existido.

387
Cincuenta y uno
Traducido por Debs

Corregido por La BoHeMiK

M uchas cosas pasaron en el momento que siguió. El Círculo se


desvaneció en ese mismo brillo que, evidentemente, sólo yo pude
ver. Entonces, así como así, la criatura caída delante de mí se volvió
humano. De hecho, se convirtió en Georgia Banks. Ella gimió levemente,
abrió los ojos y miró hacia mí completamente confundida. Parecía que
tenía mucho dolor, y Lacy fue inmediatamente a su lado para cuidarla.

Entonces hubieron destellos, varias docenas, y donde antes habían estado


sólo unas pocas criaturas caídas yaciendo muertas en el suelo, ahora
había unas cuarenta personas, todas regresando a la conciencia, todos
adoloridos y confundidos. La multitud entró al rescate, y pronto la gente
corría tratando de hacerse cargo de todos ellos. Los familiares estaban
tratando de encontrar a sus perdidos seres queridos.

Todavía estaba abrumada, por lo que me llevó un momento darme cuenta


de que una de esas personas, en algún lugar sobre el terreno, era Chris.
Por supuesto que su familia, al igual que el año pasado, estaba en casa.
Sabía que no habían llegado a la Toma, no importa qué tipo de miedo
hubieran tenido acerca del Pastor Warren. De pronto comprendí lo
miserable que era el Pastor Warren, pero no me sentía muy mal por él.
Sólo un poco de lástima en lo patético que parecía ahora. No tenía ninguna
duda de que para toda la ciudad lucía así.

Tenía que encontrar a Chris. Estaría tan asustado, tan solo. Además,
buscarlo sería un poco de distracción en lo que acababa de suceder. Una
muy, muy pequeña distracción. Era difícil moverse con tanta gente en la
oscuridad. Entonces escuché que alguien llamaba.

—Riley.

388
Y seguí la voz hasta que vi al Padre Peter de pie sobre un inconsciente
Chris.

Nos miramos los unos a los otros.

—Voy a buscar un médico —dijo.

Asentí con la cabeza. No había nada que decir, no al menos en este


momento. En cambio, me agaché junto a Chris y acuné cuidadosamente
su cabeza en mi regazo. Tocarlo de nuevo, recorrer mis dedos por su
cabello, era una sensación abrumadora. Junto con la sensación de haber
perdido a Gabe, era casi demasiado para manejar.

Si así lo deseas, me puedes dar tus emociones.

—No, gracias —contesté cuando mi Guardián se materializó una vez más a


mi lado.

Pero tienes tanto dolor.

—Necesito sentir esto. Quiero sentir esto.

¿Por qué?

—Si no siento esto, es como si no importara, como si él no importara.

No lo entiendo.

—Está bien. No tienes que hacerlo.

¿Hay algo que deba hacer?

—No.

Entonces, voy a ver.

—Si lo deseas.

Voy a ver.

Había algo de consuelo en tener la resplandeciente presencia de mi


Guardián a un lado, y me gustó la compañía. Me gustó que estuviera
aprendiendo, que ahora hiciera ofertas y no sólo esperando a que hiciera la

389
pregunta. Tal vez esta extraña relación no iba a ser tan terrible como
pensaba. Sería cuidadosa.

Le acaricié el pelo a Chris y miré hacia él. ¿Todavía no estaba listo para
despertar? ¿Debo despertarlo? Quería hacerlo, pero… ¿era sólo yo siendo
egoísta? Una vez más.

Antes de que pudiera tomar la decisión, su cabeza se movió un poco, y


luego un pequeño sonido escapó de sus labios.

—¿Chris? —le pregunté en voz baja.

Hubo un movimiento detrás de sus párpados, y luego los abrió lentamente.


Me miró, y la sensación que sentí al ver esos ojos color verde avellana
mirando nuevamente en los míos, después de tanto tiempo, fue tan fuerte,
que por un momento casi cambié de idea y le pedía ayuda a mí Guardián.

—¿Riley? —Su voz era ronca, pero era su voz. La voz de Chris. Me había
olvidado de esa voz.

—Hola.

—¿Dónde estoy? ¿Qué está pasando? —Me preguntó girando un poco la


cabeza para mirar alrededor.

—Quédate quieto —le contesté—. Has pasado por mucho.

—¿En serio?

—Sí, en serio.

Parecía confundido y triste.

—Riley, ¿qué ha pasado?

—Fuiste tomado. Hace dos años. Pero está bien, porque ahora estás de
vuelta. Todo va a estar bien.

—¿Me tomaron?

—Sí.

—¿Hace dos años?

390
—Sí.

—¿Han pasado dos años enteros?

—Sí.

Se veía muy molesto, y traté de calmarlo tocando su frente con mi fría


palma.

—Está bien. Todo estará bien.

—Pero me perdí dos años enteros.

Y conozco a alguien que perdió cincuenta.

—Todo irá bien. Te pondré al corriente de todo. Tu familia va a estar tan


emocionada de que hayas vuelto.

—¿Sí? ¿Me extrañaron?

—Por supuesto.

—¿Me extrañaste?

¿Qué si te he extrañado? ¿Realmente te he extrañado, Chris? Es mucho


más profundo que eso. Es como algo que se queda contigo. Incluso cuando
no se está pensando en ello. Incluso cuando hay alguien más.

—Todos los días.

Chris se calmó cuando le dije eso. Su cuerpo se relajó, y su cabeza se


hundió más pesadamente en mis manos.

—Deberías descansar. Cierra los ojos —le dije—. Enviarán a un médico o


alguien vendrá pronto.

—Está bien, pero sigue hablando, ¿de acuerdo? Tu voz me hace sentir
tranquilo.

—Lo intentaré, pero no sé qué decir.

Realmente no quiero empezar a contarle todo lo que había pasado desde


que él desapareció.

—Di lo que quieras. Si es necesario, canta una canción.

391
Me tuve que reír. Era al único que le gustaban mis canciones. Bueno…
aparte del otro único.

—¿Seguro que quiere pasar por esto?

—Oh, tienes una buena voz, Riley.

—Está bien. Cierra los ojos Chris.

Lo hizo, y seguí acariciando su pelo.

—¡No estás diciendo nada Riley!

—Oh, lo siento.

No tenía ganas de hablar. Sólo quería romper a llorar y renunciar a todo,


era tan difícil pretender que todo estaba bien. Quería olvidar todo lo que
había sucedido, y al mismo tiempo estaba profundamente asustada que
pudiera hacerlo.

Cantas para recordar.

Podía. Nunca lo hice. Pero podía.

—¿Riley?

Me incliné y lo besé en la frente.

—Esta es una canción que acabo de aprender hace poco. Es totalmente…


vintage…

Hice una profunda respiración y mi voz estaba un poco fuera de tono.

Mi bebé tiene un Cadillac azul brillante


Ella conduce tan rápido que creo que podría volar
Y pronto algún día, vamos a ir a la luna
No está ese Cadillac azul brillante justamente en el cielo.

—Totalmente vintage —murmuró Chris.

—No he terminado todavía. Eso es sólo el coro. Shh…

Cantas para recordar.

Cantas porque recuerdas.

392
Recuerdo, Gabe, recuerdo.

Y nunca voy a olvidar.

Continuará…

393
Adrienne Kress
Adrienne Kress es una actriz y autora nacida en
Toronto, y se graduó de teatro en la Universidad
de Toronto y la Academia de Londres de Música
y Arte Dramático en el Reino Unido.

Es la autora de dos novelas para niños: Alex y


El Caballero Irónico y Timothy y la Puerta del
Dragón (Scholastic). Publicado en todo el mundo,
Alex apareció en el New York Post como “La
Elección Post Potter”, así como en el CBS Early
Show. Ganó el Hearth of Hawick Children’s Book
Award en el Reino Unido y fue nominado para el
Red Cedar. La secuela, Timothy, fue nominada
para el Audie, Red Cedar y Manitoba Young Readers Choice Awards, y fue
recientemente considerada para película. También contribuyó a dos
antologías en 2011: Corsets y Clockwork (Antología de cuentos de
Romance Steampunk para Jóvenes Adultos, Running Press Kids), y The
Girl Wh Was On Fire (una antología ensayo analizando la serie Los Juegos
del Hambre, publicada por Smart Pop Press).

Su debut YA, The Friday Society (Penguin), fue lanzada en el otoño del
2012 para una estelar reseña de Quill and Quire y fue recientemente
considerada para la televisión. Outcast es su primer romance paranormal
YA.

394
Agradecimientos
Moderadoras
little pig Mari NC Selene

Staff de traducción
Apolineah17 Jadasa Youngblood Lizzie

areli97 Jane maphyc

Aяia Jo Mari NC

Celemg Kellylc martinafab

Debs lalaemk Otravaga

Fanny liebemale PaulaMayfair

Helen1 little pig scarlet danvers

Itorres LizC Selene

Staff de corrección
Ampaяo Jut Mari NC

Anjhely La BoHeMiK niki26

Gabba Lexie' Nony_mo

Recopilación y Revisión Diseño


Mari NC
Mari NC

395
Bookzinga Foro

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