“Sacha nos daba tema de conversación. Yo no me animaba a preguntarle de su enfermedad, ni de su dieta, entonces le preguntaba sobre la dieta de Sacha. Ezequiel me contaba qué le daba de comer y cómo la cuidaba, de los libros que había leído para cuidarla bien. Se lo tomaba todo con absoluta seriedad, sabía muchísimas cosas de los perros del ártico, su historia, sus costumbres, y sus diferencias con los perros de origen europeo. Hablando de ella fue que un día me dijo: —Uno de los motivos porque quiero tanto a este perro es por sus ojos. Desde que estoy enfermo la gente me mira de distintas maneras. En los ojos de algunos veo temor, en los de otros intolerancia. En los de la abuela veo lástima. En los de papá enojo y vergüenza. En los de mamá miedo y reproche. En tus ojos curiosidad y misterio, a menos que creas que mi enfermedad no tiene nada que ver con que estemos juntos en este momento. Los únicos ojos que me miran igual, en los únicos ojos que me veo como soy, no importa si estoy sano o enfermo, es en los ojos de mi perro. En los ojos de Sacha.” Los ojos del perro siberiano es una novela juvenil, perteneciente al escritor argentino Antonio Santa Ana, basada en un joven que vive en San Isidro próximo a viajar a Estados Unidos pero que, antes de terminar de preparar su equipaje, debió enfrentar el tenso clima familiar que vivió desde que tiene 5 años, cuando Ezequiel, su hermano mayor, se va de casa con 18 años tras una violenta discusión. La novela muestra cómo, aun siendo una familia de una posición privilegiada, prefieren aislar a un hijo que someterse ellos al rechazo social de todos sus conocidos y personas de su círculo social. Ezequiel había sido contaminado de Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). Esta enfermedad es causada por el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) y se puede transmitir mediante el contacto con la sangre, el semen o los fluidos vaginales infectados. Para el momento en que se vive la historia, el protagonista, siendo el más pequeño, demostró entender de mejor manera lo que pasaba con su hermano que sus propios padres que ya eran adultos. Al principio, le costó mucho ver a su hermano porque sus papas se lo prohibieron; pero con la ayuda de su amigo Mariano logró encontrarlo. Aunque Mariano y él habían sido muy amigos desde niños cuando se enteró que Ezequiel tenía SIDA dejaron de hablarse, perdiendo así su amistad y causándole un dolor al punto que tomó la decisión de cambiarse de colegio. Desde entonces siempre hizo lo posible por mantener contacto con Ezequiel a pesar de sus padres. Luego, empieza a convivir con él y crece entre ellos un gran amor de hermanos. La historia posee muchas interrogantes, la mayoría de los nombres se desconocen y solo podemos suponer la forma en que Ezequiel es contagiado con la enfermedad que lo llevó a la muerte. Al final el protagonista habla de cómo Ezequiel lo ayudó a entender cosas esenciales para continuar con su vida, aprender acerca del destino y disipar sus miedos. A pesar de que Ezequiel fue juzgado por sus padres y por Mariano, su hermano menor pudo ver en él a una persona real, que no era menos que él y que no iba a hacerle daño. Aun con los errores que había cometido en su vida él, a su corta edad, entendía que no iba a sentir vergüenza, repulsión o lastima por él aunque estuviera amenazado por la muerte. En sus pocas páginas el libro nos llena de reflexiones y emoción, hasta que finalmente nos da melancolía y un final abierto esperanzador para el protagonista, que años más tarde está a punto de ir a estudiar al exterior teniendo en mente la filosofía de su hermano y decidiendo continuar con su vida luego de vivir una triste adolescencia llena de dolor por su pérdida. La novela deja la moraleja de que los animales son más fieles y puros que los humanos, que están llenos de prejuicios. Esto se puede intuir debido a que mencionan que los únicos ojos que veían a Ezequiel de la misma forma, sin importar su condición, siempre eran los de su perro siberiano, Sacha. La novela, de lectura rápida, es muy interesante que logra atraparte y te lleva a la reflexión de lo que debemos creer como seres humanos. Entendiendo que, por sobre todas las cosas, el amor es lo más importante de la vida y los prejuicios son algo que deberíamos luchar por eliminar.