Está en la página 1de 4

Introducción

“Es terrible darse cuenta de que uno tiene algo cuando lo está perdiendo. Eso es lo que me
pasó con mi hermano”. Estas son las primeras líneas de esta historia, en donde nuestro
narrador se dispone a repasar su historia la noche antes de tomar un avión que lo llevará lejos
de su hogar de infancia. Su historia es también la historia de su hermano mayor Ezequiel,
quien abandonó la casa a los 18 años y su nombre solo era mencionado en susurros. Nos gustó
este libro por la sencillez y belleza con que cuenta la historia. No se hace pesado de leer y nos
deja con una reflexión que podemos aplicar no solo al caso específico de Ezequiel sino a la
realidad y personas, que ya sea por este u otro motivo, son aisladas del círculo familiar. Este
libro puede abrirnos los ojos para no discriminar y tener una mayor empatía con los demás.
Podemos reflexionar luego de la lectura en si miramos nosotros con los ojos del perro
siberiano a los demás y por esto creemos que vale la pena leerlo. El libro cuenta con solo 135
páginas, divididas en 43 capítulos lo que resulta en capítulos muy cortos que agilizan la lectura.
Esta narrado como una memoria de un narrador del que no conocemos su nombre. Una
conmovedora y breve historia que con un estilo un poco melancólico nos sumerge en su
narración.

La historia es narrada desde el fondo de un corazón inocente, desde lo profundo de un alma


atormentada por la incertidumbre. Con la simpleza que otorga la solidaridad fraterna, con la
profundidad inherente a quien ha de convertirse en un hombre íntegro, marcado
positivamente por la huella de libros, música, quienes se los otorgan más la comprensión y la
verdad oculta tras los ojos de un perro siberiano. Amor, desamor, esperanza, muerte,
intolerancia, tomada en pequeñas pero contundentes frases, que equivalen a sorbos de una
estimulante bebida que a pesar de ello no logra arrancarnos la pesadumbre y melancolía,
implícitas en la narración. Los ojos de un niño, aportan una visión sin contaminar, y carecen de
la comprensión que se supone los adultos deben aportar, y en donde resultan más
adolescentes que el narrador/ protagonista. Nos ha dolido, ha tocado nuestro costado
izquierdo. Nos ha conmovido, Ha ganado nuestra solidaridad comprensión y afecto. Lectura
que nos ha tomado un corto tiempo, pero que llevaré conmigo por largo. Largo tiempo.
Ninguna enfermedad te enseña a morir, todas te enseñan a vivir.

Desarrollo

La historia comienza cuando el muchacho cuenta que su familia vivía en San Isidro, en una casa
muy grande. A su mama le gustaba mucho hacer manualidades y cuidar su jardín, y solo así es
como la recuerda. Cuenta que, con su padre, la relación era más seria, su hermano Ezequiel no
vivía con él. Su primer recuerdo era cuando si hermano se fue de la casa. Él tenía 5 años, y su
hermano 18. El admiraba mucho a Ezequiel, ya que Ezequiel había sido quien le enseño a
caminar y era la única persona con quien se dormía de bebe.

Ezequiel era el primogénito, primer nieto de la familia, nació pesando más de cuatro
kilos, el pelo negro como el de su madre, y los ojos azules como los de su padre. Era una
perfecta síntesis de lo mejor de cada uno de ellos, la cara ovalada, la nariz recta. Un precioso
niño. En las fotos de cuando él era chico y estaba con su papá, hay una expresión de felicidad,
una gran calma y un indisimulado orgullo en los ojos de su padre. En este párrafo se puede
notar como el hermano menor tenía una gran admiración por hermano y se sentía inferior a él,
pues contaba con mucha emoción, lo cuán buen alumno era Ezequiel y lo satisfecho que sus
padres estaban con él.
Ya el hermano menor era todo lo inverso, cuando nació Ezequiel tenía trece años, no era ni
grande ni lindo, tenía el pelo castaño de su padre y los ojos marrones de su madre. Nos
podemos dar cuenta que se sentía culpable por haber desplazado a su hermano mayor del
centro de las atenciones. A qué punto llega la violencia psicológica para que se sienta así.

-El día que cambiaría todo había llegado- Ezequiel había salido de casa, era lo único que
recordaba el hermano menor dado que como menciona: “No es que recuerde exactamente la
situación pero sí que yo estaba en mi cuarto y no podía salir, y una cierta tensión en el aire”.
Cada vez podemos notar más la violencia familiar que se encontraba en su hogar, pues ¿qué
padres encierran a un niño en el cuarto y le prohíben de ver y mencionar a su hermano?

Después de un tiempo descubrió junto con su amigo Mariano por medio de Florencia
(hermana de Mariano) que Ezequiel tenía una novia llamada Virginia, la cual quedó
embarazada, pero el embarazo fue interrompido. El papá de Virginia quería que se casarán,
pero, Ezequiel no quiso entonces se atrevió a discutir con su propio padre (el cual era un tipo
rústico, que no demostraba sus sentimientos hacia nadie, con una mirada que le causaba
miedo a cualquiera), la discusión terminó con Ezequiel saliendo y abandonando a los estudios.

“Valoraba lo suficiente mi pequeña vida como para desafiar a mi padre y preguntarle algo”. En
esta frase podemos ver que representa al oprimido que no tiene voz ni opinión, y no solo el
hijo menor, sino que también la mamá, como que nadie podía contradecir al padre.

“Me dediqué a espiar sus conversaciones y… nada. Lo único que escuchaba era mi madre llorar
y a mi padre insultar y decir a cada rato: -¿Por qué a mí? ¿Por qué?-.

Yo creí que mi hermano le había hecho algo directamente a mi padre, pues se preguntaba ¿por

qué? a él y no ¿por qué a nosotros”. Como podemos notar, nuevamente el padre solamente

pensaba en sí.

El narrador decide buscar la dirección de su hermano y emprender un viaje de 40 minutos a

Palermo, en colectivo. Para hacerlo Mariano lo cubrió diciendo que estaría en su casa, dado

que fue sin escondido sin contarle a sus padres.

Al llegar a la casa de Ezequiel toco la puerta y salto sobre él un enorme perro siberiano, se

puede notar lo nervioso que estaba el niño pues no sabia que hacer ni que hablar. Pero sabia

que quería descubrir porque tanto sufrimiento de su familia. Su hermano luego se dio cuenta

de que buscaba algo, pero empezaron a hablar sobre la historia de como el perro había llegado

ahí. Contó que se llamaba Sacha y que la dueña lo quería matar por no ser de raza pura, y el

niño no podía creer que la querían matar, si es hermosa. Cuenta Ezequiel que hay un cierto

aire de verdad en los ojos de los perros siberianos.


“La gente no entiende nunca al que es diferente. La gente le tiene miedo a lo que no entiende.

Si la sociedad margina al que es diferente que destino puede tener un perro con las orejas más

grandes” dijo Ezequiel. Acá se puede notar que hace referencia a sí mismo, por medio del

perro.

Rápidamente le pregunta el menor:

- ¿Por qué los viejos están tan enojados con vos?

-Porque tengo SIDA- dijo Ezequiel

Todo parecía distinto y confuso cuando ya había vuelto a San Isidro. Volvió a casa e invento

una excusa convincente para explicar su demora, pero sus padres nos se encontraban en casa.

Subió a su cuarto y Mariano lo llamó para preguntar cómo fue la conversación, pero él le

mintió que Ezequiel no estaba. ¿Pueden imaginarse lo que estaría pasando por la cabeza de un

niño después de descubrir la grave enfermedad de su hermano? Poco lo veía… sí, pero era de

su total admiración, y pues, su hermano mayor.

Se puso a recordar la conversación con su hermano.

-¿Cómo te contagiaste? Pregunté

-¿Acaso tiene importancia cómo me contagie?. Crees que eso tiene alguna importancia, lo

único que importa es que me voy a morir, y por más que viva eternamente nunca tendré una

vida normal. Dijo Ezequiel.

Entonces se fue, un poco molesto por lo pesado que fue hermano. Tantas dudas tenía y no

tenía con quien hablar, hasta que el domingo vino su abuela a casa sabiendo todo lo que había

pasado, pero no lo diría a sus padres nada.


, pues cuando le contó a Mariano, él tenía una novia y nunca más habló con él. Que culpa tenia

el pobre niño de la enfermedad de su hermano, al punto de perder a su mejor amigo, por falta

de información.

La historia nos muestra la desintegración familiar y social que sufre una persona enferma de
SIDA y que no solo afecta al enfermo, si no que conlleva una marginación al resto de los
integrantes de la familia y amistades. La vida en si les cambia por completo, los padres sienten
vergüenza y miedo, los hermanos sufren el distanciamiento, la sociedad los rechaza, se siente
uno solitario y solo un ser inteligente, el perro, te acompaña, te mira igual, te quiere, te
demuestra su cariño, sin importar si estás bien o mal. Esta historia relata una de las realidades
que vivieron las personas con esta enfermedad y que, por falta de información y conocimiento
del SIDA, la gente fue causante del desprecio, discriminación y alejamiento de las personas que
tenían esta enfermedad.

Dejo una parte del texto que más nos entristeció: “Uno de los motivos porque quiero tanto a
este perro es por sus ojos. Desde que estoy enfermo la gente me mira de distintas maneras. En
los ojos de algunos veo temor, en los de otros intolerancia. En los de la abuela veo lástima. En
los de papá enojo y vergüenza. En los de mamá miedo y reproche. En tus ojos curiosidad y
misterio, a menos que creas que mi enfermedad no tiene nada que ver con que estemos
juntos en este momento. Los únicos ojos que me miran igual, en los únicos ojos que me veo
como soy, no importa si estoy sano o enfermo, es en los ojos de mi perro. En los ojos de
Sacha”.

También podría gustarte