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Daniel.

Dios es
mi juez
Surgimiento y caída de Reinos
El libro de Daniel y el último libro del Nuevo Testamento reciben el nombre de apocalipsis, y lo mismo
sucede con Isaías 24-27 (el apocalipsis de Isaías) y las visiones de Zacarías. “Apocalipsis” significa
revelación. Ptr. Francisco Javier Gómez Parra

“Y
DANIEL (‫)דניאל‬
Ptr. Francisco Javier Gómez Parra (‫)הכומר פרנסיסקו חאווייר גומז הפארה‬

Autor: Daniel (heb. Danieyl) Tema: Surgimiento y caída de reinos Fecha: siglo VI a. C.

El libro de Daniel y el último del Nuevo Testamento, reciben el nombre de Apocalipsis y lo mismo sucede con Isaías
24-27 (el Apocalipsis de Isaías) y las visiones de Zacarías. “Apocalipsis” significa revelación. Cuando la maldad parecía
reinar suprema en el mundo, y los poderes del mal dominantes, hubo un apocalipsis para mostrar cual era la
situación real detrás de la aparente, para indicar la eventual victoria de la justicia en la tierra. La escritura
apocalíptica utiliza muchas figuras y símbolos. Dios utilizó este estilo literario para comunicar su verdad a su pueblo.

Daniel es un libro de reyes y reinos, de tronos y señoríos. Si bien comprende una cantidad de relatos históricos,
contiene profecías de la secuencia de reinos en “los tiempos de los gentiles” (Lc. 21:24) y describe el final de este
período. Incluye la única profecía del Antiguo Testamento (9:24-27) que establece el tiempo de la primera venida de
Cristo. “Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las naciones cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria
delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira” 1.

El libro de Ezequiel Dejó a Jerusalén en ruinas, pero con una gozosa perspectiva de la futura gloria milenaria. Con
esto encaja estupendamente en el libro de Daniel. Ezequiel nos ha dicho lo que vio y lo que previó en los primeros
años de cautiverio. Y fue un gran consuelo para los cautivos tener primero a un gran profeta, y después otro gran
profeta, para mostrarles que el Señor no los había rechazado del todo.

Su nombre hebreo era Daniel, que significa << Dios es mi juez>>, pero el nombre caldeo que le puso Nabucodonosor
era Belteshazzar, que significa <<Bel proteja tu vida>>. Era de la tribu de Judá y de linaje real, pero sobre todo, fue
un varón eminente en piedad y sabiduría; totalmente irreprochable, quizá más que ningún otro personaje del
Antiguo Testamento. El propio Ezequiel (Ez. 28:3), de parte de Dios, se dirige irónicamente al rey de Tiro, y le dice:
“¡He aquí que tú eres más sabio que Daniel!” Y, entre los varones reconocidos en el cielo como los más grandes
intercesores (Ez. 14:14), aparece juntamente con Noé y Job.

Comoquiera que Daniel no desempeñó el ministerio profético público, su libro no figura en la Biblia Hebrea entre los
libros proféticos (La segunda división de libros en la Biblia Hebrea), sino entre los <<Escritos>> (heb. ketubim), que
constituyen la tercera división. El libro se divide en dos partes simétricas: los primeros seis capítulos contienen
principalmente História; los últimos seis, exclusivamente profecía, cuya importancia se verá al estudiarlos.

El libro consta de dos secciones escritas en hebreo (1:1-23 y 8:1; 12:13), precisamente donde Israel es el
protagonista del escrito; y una gran sección en arameo (2:4-7:28), donde los gentiles desempeñan el papel principal.

1
Los tiempos de los gentiles, Resumen: Los “tiempos de los gentiles” (Lc. 21:24) es el largo período que comenzó con la
cautividad babilónica de Judá bajo Nabucodonosor, y culminará con la destrucción del poder mundial gentil por parte de la
piedra “cortada no con mano” (Dn. 2:34-35, 44), es decir, la venida del Señor Yahshua en gloria (Ap. 19:11,21). Hasta entonces
Jerusalén estará, como dijo Cristo, “hollada por los gentiles” (Lc. 21:24).
Los eventos históricos en Daniel, que ocurren al comienzo de los tiempos de los gentiles, ilustran eventos
presentados proféticamente en el libro para el final de este período, eventos que culminan catastróficamente con la
terminación del gobierno mundial gentil cuando regrese Cristo, el Mesías. Es así que la persecución de los hijos de
Dios en los caps. 3 y 6 prefigura la persecución más severa y universal tendrá lugar al final de esta era (7:25; 8; 24;
12;1); de la misma manera el repudio blasfemo al Dios de Israel, como aparece en 5:1-4; 6:5-12, se mostrará de
modo más universal y hasta con mayor intensidad de la era presente (7:25; 9:26; 11:37,38).

Hay muchas alusiones y citas de este libro en el Nuevo Testamento (comp. Especialmente la referencia de nuestro
Señor a Daniel en Mt. 24:15; Mr. 13:14), y es la clave para el Apocalipsis. Tuvo gran influencia en la Iglesia primitiva;
su esquema de cuatro imperios sucesivos dominó la histografía europea hasta mediados del siglo XVIII.

El detalle del libro se puede dividir de la siguiente manera:

I. Daniel: su juventud en la corte babilónica, cap. 1.

II. Nabucodonosor y su visión de la imagen, cap. 2.

III. Los tres jóvenes hebreos liberados del horno de fuego, cap.3.

IV. Visión y humillación de Nabucodonosor, cap. 4.

V. Experiencia de Daniel en tiempos de Belsasar y Darío, caps. 5-6.

VI. Daniel y su visión de las cuatro bestias, cap. 7.

VII. La profecía de la derrota de los persas por los griegos y la profanación del Templo, cap. 8.

VIII. Oración de Daniel y profecía de las setenta semanas, cap. 9.

IX. Visión final de Daniel, caps. 10-12.

I. Daniel: su juventud en la corte babilónica


Capítulo 1. Daniel en el palacio de Nabucodonosor

Dn. 1:1 “En el año tercero del año de Joacim, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió”.

Este es el tercer año del Joacim según el cómputo babilónico (el cuarto de acurdo al cómputo hebreo, Jer. 25:1). Los
babilonios llamaban al primer año “el año de la ascensión”. Daniel fue parte de la primera de las tres deportaciones.
Esto sucedió alrededor del 605 a. C.

“Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán a estas naciones al rey setenta años.” Jer. 25:11.
Comp. Lv. 26:33-35; 2 Cr. 36:21; Dn. 9:2. Algunos consideran que los setenta años son una cifra redonda. Otros creen
que el número exacto, a contar desde alrededor del 604 a. C. (la primera deportación fue durante el reinado de
Joacim, mientras que la segunda fue en el 597 a. C., en el reinado de Joaquín, y la última durante el reinado de
Sedequías en el 586 a. C.) hasta alrededor del 535 a. C., cuando los exiliados regresaron a la tierra de sus padres
después del decreto de Ciro (Esd. 1:1-3).

2
Dn. 1:1-7 (1) “El Señor entregó en manos de Nabucodonosor a Joacim”. No fue la fuerza e Nabucodonosor sino la ira
de Dios por los pecados de su pueblo, lo que causó la ruina de Israel. Estamos en el año 605 a. C. La fecha que aquí
pone Daniel (<<año tercero del reinado de Joacim>>) no pugna con la de Jeremías 25:1 (<< en el año cuarto de
Joacim>>), como antes mencionamos uno es el conteo caldeo y el otro es hebreo. (2) Nabucodonosor no destruyó,
en este primer ataque, la ciudad ni el reino, pero llevó a cabo el primer perjuicio causado a Israel en cumplimiento
con la profecía de Isaías (Is. 39:6, 7), por la tremenda imprudencia de Ezequías al mostrar todos sus tesoros a los
embajadores del rey de Babilonia.

A) El rey caldeo llevó a su país los vasos sagrados (v. 2) y los puso en la casa de su dios, a quien daba las gracias por
todos los éxitos de guerra. Véase la justicia de Dios: Su pueblo había introducido en Su templo imágenes de otros
dioses; ahora permite que los utensilios del templo de Jerusalén sean trasladados a los tesoros de otros dioses. No se
llevó todos, sino parte de ellos (v. 2); quedaron todavía algunos, por si el pueblo se arrepentía y se impedía con eso
que fuese deportado también el resto.

B) También hizo traer a Babilonia (vv. 3, 4) algunos jóvenes del linaje real o nobleza, de buen parecer y fina
educación, que fuesen aptos para estar en el palacio del rey, y manó al jefe de los eunucos (funcionarios de palacio)
que les educase en la lengua, la literatura y las leyes y costumbres de los caldeos, pues todo eso, y más, va incluido
en la última frase del versículo 4. Walvoord hace notar que “es muy significativo que la erudición de los caldeos o
sirviese a Daniel y a sus compañeros cuando se puso a suprema prueba en la interpretación del sueño de
Nabucodonosor”. J. Alonso Díaz, por su parte advierte que “por caldeos (kasday)”, aquí y en todo el libro, a
excepción de 5:30 y 9:12, donde tiene un sentido étnico, se entiende una especie de sacerdotes-videntes
babilónicos, especializados en las ciencias ocultas y astrología (Is. 47:9-13). “Estate ahora en tus encantamientos y en
la multitud de tus hechizos, en los cuales te fatigaste desde tu juventud; quizá podrás mejorarte, quizá te
fortalecerás.” Is. 47:12.

Dn. 2:4 “Entonces hablaron los caldeos en lengua aramea: Rey, para siempre vive; di el sueño a tus siervos, y te
mostraremos la interpretación.”

Desde 2:4 a 7:28 el libro está escrito en arameo, el idioma hablado en la corte de Nabucodonosor, y que más tarde
se usó como idioma oficial de toda la región occidental del Imperio Persa.

C) “Y les señaló (v.5) el rey una porción cada día, de la provisión de la comida del rey, y del vino que él bebía.” Quería
tratar con toda generosidad a los que se educasen para ayudarlo después en las tareas de gobierno. Su educación
cultural habría de durar tres años. Dice J. Alonso Díaz: “Tres años de educación era la costumbre vigente entre los
persas, como los testimonios de Jenofonte en la Ciropedia (1, 2) y Platón en Aclibiades (1.37)”.

Daniel y sus compañeros eran de entre los hijos de Judá (v. 6), la tribu del cetro real, y probablemente de la casa de
David. El príncipe de los eunucos les cambió los nombres (v.7) y les puso nuevos nombres. El Cambio de nombre, en
la mentalidad semítica, significa un acto de dominio (cf. 2R. 23:24; 24:27). Los jóvenes pasan de la condición que
tuvieron antes, al servicio del soberano, al servicio del soberano que les impone nombres nuevos. A Daniel (que
significa “Dios es mi juez”) le puso Beltsasar (lit. Belteshazzar, que significa “Bel proteja se vida”); a Ananías (heb.
Jananyah, que significa Yah [Dios] agració) le puso Shadraj (que signicica probablemente, aunque “intencionalmente
desfigurado”, lo mismo que Marduk, el principal dios de Babilonia; a Misael (heb. Mishael, probablemente “Dios es
salvación”) le puso Meshaj (probablemente contracción de Mishaaku, que significa “¿quién es lo que es Aku?”(–Aku
era el dios-luna de los caldeos: y a Azarías (“Yah Dios, ayuda”) le puso Abed-negó (“siervo de Nebó”, que era
considerado como hijo del principal dios babilonio Bel). Es muy probable que estos cambios fuesen hechos con la
intención de no ofender demasiado a los jóvenes.

3
Dn. 1:8-16 (1) Daniel pronto fue el favorito del jefe de los eunucos (v. 9), como José lo fue (véase Gn. 39:21-23) del
jefe de la cárcel. (2) Daniel retuvo el espíritu de un israelita sin dolo. Resolvió (v.8) no contaminarse con la comida ni
con el vino del rey; y sus compañeros hicieron lo mismo (vv. 11,12). (3) no estaban seguros de que la carne fuera de
animales limpios según la Ley, ni de que hubiesen sido preparados de la forma por las leyes mosaicas concernientes
a la comida. (4) Tanto la comida como el vino habían sido dedicados previamente a los dioses de Babilonia, como era
la costumbre; participar, pues, de ello equivalía a reconocer como verdaderas deidades a los ídolos del país.

El jefe de los eunucos Aspenaz, puso objeciones a la petición de Daniel (v.10), pero éste consiguió que el subalterno
Melsar (v. 11) consintiera (v. 14). La (v. 12) prueba era fácil: una dieta vegetariana y abstemia durante diez días, y a
comparar (v.13) el aspecto de ellos con el de los demás jóvenes que eran educados juntamente con ellos. La prueba
resultó un éxito para los cuatro israelitas (vv. 15, 16) y, por consiguiente continuaron con su dieta vegetariana, lo
cual les aprovechó, no sólo en lo físico, sino también en lo mental y en lo espiritual.

Dn. 17-21 La gran sabiduría que otorgó Dios a Daniel y sus compañeros fue:

1. Un contrapeso a sus pérdidas. Por la iniquidad de sus padres, estos jóvenes habían sido robados de sus honores,
riquezas y honestos deleites que habían podido disfrutar en su patria; pero a fin de contrapesar estas pérdidas, Dios
les dio (v. 17) conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias y, con ello, mejores honores y placeres.

2. Una recompensa por su integridad. Ellos guardaron las normas de su religión aun en los detalles más minuciosos, y
Dios les recompensó por eso. A Daniel le dio doble porción, pues, además del conocimiento y la sabiduría en ciencias
y letras, le dio (v. 17b) facilidad para interpretar toda clase de visiones y sueños.

3. Una estupenda preparación para el futuro. Pasados los tres años de educación (vv. 18-20), fueron presentados al
rey, quien los examinó a fondo y los halló muy superiores a los demás condiscípulos. Y no sólo superaban a los
demás jóvenes que se educaban con ellos, sino que (v. 20), en las consultas que el rey les hizo, los halló diez veces
superiores a todos los magos y astrólogos que había en su reino.

El versículo 21 no significa que Daniel dimitiera, o fuese depuesto, de su cargo el año538 a. C. (“el año primero del
rey Ciro”). Lo contrario es lo cierto, a la vista de 10:1, por ejemplo. En 1:21 sólo le interesaba hacer constar que “su
ministerio continuó durante todo el tiempo del imperio babilónico, y que todavía vivía cuando Ciro entro en escena.

Capítulo 2
Nabucodonosor y su visión de la imagen, 2. El sueño olvidado 2

En este capítulo tenemos: I. Un sueño del rey Nabucodonosor, y la incapacidad de los sabios caldeos para adivinarlo
e interpretarlo (vv. 1-13). II. La interpretación de Daniel que pide un plazo para declarar al rey la interpretación, y
ruega no se ejecutase la orden de matar a todos los sabios de Babilonia (vv. 14-23). III. La declaración del sueño, y la
interpretación del mismo, que Daniel hizo ante el rey Nabucodonosor (vv. 24-45). IV. El reconocimiento que
Nabucodonosor hizo del poder y la sabiduría del Dios de Israel, y honores y dones que concedió a Daniel (vv. 46-49).

Versículos 1-13

Hay cierta dificultad en la fecha que aquí se relata, pues se nos dice (v.1) que ocurrió en el “ segundo año del reinado
de Nabucodonosor”, al ser así Daniel fue deportado a Babilonia el primer año de dicho reinado (1:1 y ss.), y si estuvo
bajo tutores durante tres años antes de ser presentado al rey (1:5,18) ¿Cómo pudo pues, ocurrir esto en el segundo
año? La solución más probable es la que aportan Wiseman, Thiele, Finegan y Walvoord: Se cuenta, al estilo semita,
un año entero y fragmentos de otros dos para obtener tres.

2
Acontece aprox. En el l año 602 a. C.
Así que, cuando Nabucodonosor puso sitio a Jerusalén, y se llevó entre otros, a Daniel (agosto del 605. a. C.), fue el
primer año de estudios de Daniel. El 7 de septiembre del mismo año de estudios de Daniel fue entronizado rey de
Babilonia, tras la muerte de su padre Nabopolasar, ocurrida el 16 de agosto. Del Nisán (entre marzo y abril) del 604
al 603 a.C. tenemos el primer reinado de Nabucodonosor (los meses de ascensión al trono: de septiembre del 605 a
marzo del 604 no se cuentan como un año reinado) y es el segundo año de estudios de Daniel. Finalmente, del Nisán
del 603 al del 602, tenemos el segundo año de reinado de Nabucodonosor, que es ya el tercero de los estudios de
Daniel, y el año (meses más tarde) en que Nabucodonosor soñó sueños V. 1 Lit.).

(1) La perplejidad que tuvo Nabucodonosor ante el sueño que había tenido. Lo había olvidado, pero le había
quedado la impresión que era un sueño importante y perturbador: “se turbó su espíritu y no podía dormir” (v. 1, al
final). Nabucodonosor era un perturbador del Israel de Dios, y ahora Dios le perturbaba a él. Todos los tesoros y
deleites que este poderoso monarca poseía no le podían conceder ningún reposo.

(2) La prueba a que sometió a sus magos, astrólogos, etc. (v.2), para que explicasen sus sueños. Se presentan
orgullosos de que los llamara a ellos (no a Daniel). Pero el rey les pide un imposible, humanamente hablando: Les
dice (v. 3) que ha tenido un sueño y está turbado por el deseo de comprenderlo (v. 4).

Dn. 2:4 “Entonces hablaron los caldeos en lengua aramea: Rey para siempre vive; di el sueño a tus siervos y te
mostraremos la interpretación.” Desde el 2:4 a 7:28, el libro está escrito en arameo, el idioma hablado en la corte de
Nabucodonosor, y que más tarde se usó como idioma oficial de toda la región occidental del imperio persa.

(3) El rey insiste (v. 5) en que le declaren el sueño y que se lo interpreten bajo pena de muerte y que sus casa sean
convertidas en muladares, o quizá en campos abonados de estiércol. Si logran (v. 6) al rey el sueño y la
interpretación, serán colmados de honores. Esta exigencia inaudita del rey que los adivinos descubran no solamente
la interpretación, sino el sueño mismo, prepara el que se den por vencidos y resalte más a continuación la figura de
Daniel.

(4) Vuelven a insistir los magos en que el rey tiene que decirles el sueño, y entonces, si no le dan la interpretación
será culpa de ellos (v.7). Pero el poder arbitrario es sordo a las razones. El rey se deja llevar de la pasión (v.8), les
dirige unas palabras muy fuertes y les acusa de que quieren afrentarle (v. 9): “Ciertamente preparáis respuesta
mentirosa y falsa que decir delante de mí, entretanto que pasa el tiempo”, es decir, hasta que se le pase al rey su
deseo de conocer el sueño, ya sea hasta que lo haya olvidado tan perfectamente que puedan ellos, inventar uno
nuevo sin que él se dé cuenta de engaño, por eso, quizás, tiene él tanta prisa en que se lo digan sin demora.

(5) En vano apelan ellos: (A) no hay hombre en este mundo (v. 10) que sea capaz de declarar este asunto al rey, sólo
lo pueden hacer los dioses que no viven entre los seres de carne;; por cierto, yerran en cuanto al número de dioses,
pero dicen la verdad en cuanto a que sólo Dios, que es Espíritu y padre de los espíritus, puede conocer
perfectamente el espíritu de hombre y todo lo que hay en su corazón, aunque el propio individuo lo olvide o no se
percate de ello. (B) También apelan a que (v. 10b) ningún rey, príncipe ni señor exigió cosa semejante a ningún
mago, ni astrologo ni caldeo (es decir, vidente babilónico).

(6) El rey pronuncia sentencia de muerte contra todos los sabios de Babilonia (v. 12), pues con ella les había
amenazado (v. 5) si no le satisfacían su deseo, y una misma había de ser para todos ellos (v.9). Se publica, pues, el
edicto correspondiente (v. 13) y, aunque Daniel y sus compañeros no habían sido llamados antes a la presencia del
rey, no por eso quedan exentos.

Versículos 14-23

¡Cuán miserable es el caso de los que viven bajo un gobierno tirano y arbitrario como el de Nabucodonosor! Pero
hay un poder superior al de todos los tiranos juntos, y ese poder celestial, está a favor de Daniel y sus compañeros; y
en atención a ellos, se salvarán también las vidas de los sabios caldeos, no adoradores del verdadero Dios.

5
Daniel era famoso tanto por su piedad como por su prudencia; por su piedad, tenía poder con Dios; por su
prudencia, lo tenía con los hombres; y en ambos casos prevalecía. (1) Po su prudencia, sabía cómo tratar a los
hombres. Al ir a arrestar a Daniel, pidió éste (vv. 14, 15) a Arioc (Aryowk), capitán de la guardia del rey, cuál era la
causa de que tal edicto se publicase de parte del rey tan apresuradamente. A la vista del versículo 24, es posible que
el v. 16 no indique precisamente una audiencia con el rey, sino una petición del propio Arioc. El contexto posterior
da a entender que le fue concedido a Daniel el plazo requerido para declarar al rey la interpretación, y el sueño
mismo. (2)Por su piedad Daniel sabía cómo conversar con Dios en oración. (A) Su humilde petición a Dios fue que
tuviese a bien descubrirle el sueño y su interpretación. Es cierto que (1:17b) dice que Daniel alcanzó entendimiento
en todas las visiones y sueños (lit.), pero no el adivinar sueños, a no ser por revelación de Dios.

(B) Se fue pues, a su casa (v.17), para estar con su Dios a solas, e insistió también (v. 18) a sus compañeros a implorar
la misericordia del Dio9s del Cielo sobre este misterio. También el apóstol Pablo rogaba a sus amigos que orasen por
él. Así hemos de mostrar el valor que damos a nuestros amigos, encomendándonos a sus oraciones. A este asunto
del sueño Daniel lo llama misterio, porque era verdaderamente una cosa secreta, oculta. Cualquiera sea la materia
de nuestra preocupación, debe ser también materia de nuestra oración. Dios desea que nos sintamos humildemente
libres con Él. Bien podemos en fe, orar al que tiene en su mano al que tiene todos los corazones en Su mano y obra
portentos en Su providencia, para que nos descubra lo que está fuera de alcance de nuestra mano. (C) l misericordia
que Daniel y sus compañeros imploraron a dios les fue otorgada (v. 19): “Entonces le fue revelado a Daniel el
misterio en visión de noche”. Aunque la mayoría de los autores sostienen que el vocablo << visión>> es aquí
específico y más que un <<sueño>> (que se concede igualmente a un rey pagano, y tirano, como Nabucodonosor),
no faltan quienes opinan que Daniel pudo soñar el mismo sueño que había tenido el rey caldeo. (D) La gratitud de
Daniel por esta misericordia (v. 19b): “por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo”. El contenido de esta oración de
acción de gracias aparece en los versículos 20-23 y, “tiene bastantes paralelos con Job 12:13, 15, 18, 22; 38:16-20”. El
comienzo es corriente en muchos salmos de alabanza “Bendito sea el nombre de Dios de siglos en siglos”, porque por
siempre hay un Dios lo que debe ser bendecido y alabado; está inmutable y eternamente en Él. Nótese, al final del
versículo 23, la humildad de Daniel al dar como revelado a sus amigos lo que le había revelado Dios a él sólo: “…pues
NOS has dado a conocer el asunto del rey”. Así también, el apóstol une consigo en las inscripciones de muchas
epístolas a Silvano, Timoteo o a cualquier otro de sus principales colaboradores.

Versículos 24-30

Introducción a la declaración que Daniel hace al sueño del rey y a la interpretación del mismo sueño.

(1) Su primera preocupación fue ahora procurar la revocación de la sentencia pronunciada contra los sabios de
Babilonia (v.24). Fue a toda prisa con Arioc, el capitán de la guardia del rey “No mates a los sabios de Babilonia”.

(2) Se ofreció, con gran seguridad, a ir al rey para declararle el sueño y su interpretación (vv. 24,25).

(3) Aprovechó para darle a Dios todo el honor. El rey dio a entender que era una empresa muy difícil la que Daniel se
atrevía a acometer (v. 26): “¿Podrás tú hacerme conocer el sueño que vi, y su interpretación?” Cuando más imposible
le parecía al rey que Daniel pudiese hacer esto, tanto más glorificado fue Dios al capacitarle para que lo hiciese.
Daniel desengaña al rey respecto a sus adivinos (v. 27): “El misterio que el rey demanda, ni sabios ni astrólogos, ni
magos ni adivinos lo pueden revelar al rey”. Como si dijera: “Por tanto no se enfade el rey con ellos por no poder
hacerlo. Pero aun cuando ellos no pueden no desespere el rey por no hallarlo, pues (v.28) hay un Dios en los cielos,
el cual revela los misterios”.

(4) Confirmó al rey en la opinión de que el sueño era de gran valor e importancia. Era una revelación de lo alto, un
rayo de luz divina introducido en su mente desde un mundo superior, referente a los grandes asuntos de este
mundo inferior.

6
Dios, en este sueño, “ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días. Los
postreros días para un judío del Antiguo Testamento, significan todo el espacio de tiempo desde que la profecía
comienza a cumplirse hasta la inauguración del reino mesiánico en la tierra. Lo veremos en la interpretación del
sueño.

Profesa solemnemente que no ha sido por ningún mérito de su parte por lo que le ha sido revelado este misterio (v.
30) “Y a mí me ha sido revelado este misterio, no porque en mi haya más sabiduría que en todos los vivientes; no, no
lo he hallado yo con mi sabiduría”. El misterio fue revelado por Dios, de pura gracia, a fin de dar a conocer datos
importantes de la historia universal de la humanidad y, de paso, honrar a Daniel y a sus compañeros en presencia del
rey. Los profetas reciben para dar, y comunican a otros lo que ellos han recibido de Dios.

I. La interpretación del sueño Versículos 31-45

Ahora Daniel va a dar plena satisfacción al rey Nabucodonosor respecto a su sueño. Nabucodonosor era un adorador
de imágenes por lo que se le presenta una gran estatua ante sus ojos (v.31).

Dn. 2:31 “Tú oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, cuya gloria era muy
sublime, estaba de pie delante de ti, y su aspecto era terrible”.

La visión describe proféticamente el curso del imperio mundial y su destrucción por parte de
Cristo, quien llamó a ese período “los tiempos de los gentiles” (Lc. 21:24; Ap. 16:19. Los cuatro metales con que está
hecha la imagen son símbolos de cuatro imperios (vv. 38-40), que no necesariamente tienen la posesión de la tierra
habitada pero cuentan con autorización divina para ello. Los imperios hallaron cumplimiento en Babilonia, Media y
Persia, Grecia (con Alejandro Magno) y Roma. El último imperio aparece dividido, primero en dos (las piernas), con el
cumplimiento en el imperio Romano de Oriente y Occidente, luego dividido en diez (los dedos de los pies). Como un
todo, la imagen representa la grandeza y el esplendor externo del poder mundial gentil.

La piedra (heb. eben) destructora (2:34-35) hace pedazos el sistema mundial gentil (en su forma final) con un golpe
repentino e irremediable, no con los procesos graduales de conversión y asimilación; y en ese momento, no antes, la
Piedra se convierte en un monte (heb. har. lit. “país, nación”) que llena “toda la tierra” (comp. Dn. 7:26-27).

7
Tal destrucción de sistema monárquico gentil no ocurrió en la primera venida de Cristo (del latín Christus, y este
del griego antiguo Χριστός, Christós).

Por el contrario, a Él se le dio muerte por la sentencia de un funcionario del


cuarto imperio, que en esa época estaba en lo más alto de su poderío. Después de la muerte de Cristo la parte
Occidental de Imperio Romano cayó en el 476 d. C., y la parte Oriental en 1453, pero ningún otro imperio mundial ha
reemplazado a Roma porque sólo cuatro imperios precederán el regreso y el reinado de Cristo. La interpolación de la
Era de la Iglesia entre la primera venida de Cristo y la segunda, tal como se revela en el Nuevo Testamento, no es
parte de esta visión. La herida mortal que sufrió el cuarto imperio no ha de sanarse con la restauración del imperio
hasta tanto la Era de la Iglesia se haya completado con el arrebatamiento de la Iglesia (Ap. 13:3). De modo que el
poder mundial gentil continúa, y el aplastante golpe queda en suspenso. El detalle del fin de los tiempos se
encuentra en Dn. 7 y Ap. 13-19. Es importante observar que (1) el poder mundial gentil acabará en un juicio
catastrófico repentino.

Armagedón, la “Batalla Final”. Armagedón el nombre que sólo se haya en Ap. 16:16. “Y los reunió en el lugar que en
hebreo se llama Armagedón”. A la palabra por lo general se le interpreta con el significado de montaña de Meguido.
Meguido está situada en el lado norte del valle de Jezreel, y en el Antiguo Testamento se alude a este sitio como
fortaleza militar (Jos. 12:21; 17:11; 2 R. 9:27; 23:29; Jue. 5:19).

Esta elevación fuertemente fortificada, era una cadena de ciudades


que permitió sin conquistar en el período de los jueces (p. ej. Jos. 17:11; Jue. 1:17). Más tarde se construyeron ahí las
caballerizas de Salomón. La famosa batalla entre los estados sirios y egipcios al mando de Tutmosis III (aprox. 1500 a.
C.) tuvo lugar en Meguido. En la literatura de la antigüedad esto está registrado con tantos detalles que proporciona
el punto de partida para la historia de la ciencia militar. Meguido dominaba el paso entre los valles de Jezreel y Sarón
y por esta razón fue escenario de varias batallas registradas en las Escrituras: (1) la victoria de Débora (Jue. 4:10-24);
(2) victoria de Gedeón (Jue. 6:33; comp.7:1-25); (3) la derrota de Saúl (1 S. 31:1; comp.. 29:1) y (4) la muerte del rey
Josías durante la batalla del faraón Necaso (2 R. 23:28-30; 2 Cr. 35:20-24).

La última batalla de esta era, Armagedón, tendrá lugar aquí (Ap. 16:12-16; 17:14).

8
Dn 2:38 “Y dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias de campo y aves del cielo, él los ha entregado en tu
mano, y te ha dado el dominio sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro.”

Aquí se indica dominio universal. Nunca se llevó a cabo en forma completa, pero existió la autoridad divina para ello.

Dn 2.:41 “Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un
reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido.”

Desde la cabeza de oro (v. 38) hasta el hierro del cuarto reino (Roma), lo que
el metal pierde en excelencia, lo gana en fuerza y resistencia (v. 40). Luego de esas cualidades del cuarto reino,
poderío y resistencia, se deterioran. (1) deterioro por división; el reino se divide en dos, las piernas (imperio
occidental e imperio oriental), y cuando la Piedra (Heb. eben) hiere la imagen, las piernas a su vez se dividen en
reino, el número de los cuales será diez (dedos de los pies, v. 42; comp. 7:23-24). (2) Deterioro por mixtura: hierro
mezclado con barro cocido.

Dn.2:44 “Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será dejado
a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre”.

Este pasaje determina, en relación a otros eventos que se han profetizado, el tiempo que está establecido en el reino
milenial. Será “en los días de estos reyes”, es decir, los días de los diez reyes (comp. 7:24-27) simbolizados por los
dedos de los pies de la imagen. Los diez reyes no existían en la venida del mesías, ni siquiera fue posible la
federación hasta la disolución del Imperio Romano y el surgimiento del actual sistema nacionalista mundial. Véase
Reino (A. T.) (Gn. 1:26; Zac. 12:8); Reino (N. T.) (Lc. 1:31-33; Ap. 20.4; Mt. 3:2; 6:33; y 1 Co. 5:24. En los vv. 44-45 se
repite en los vv. 34-35 el método por el cual se establecerá el reino milenial, es decir, la Piedra Destructora (Cristo)
aplastará la imagen que representa a los poderes mundiales hostiles hacia Dios. (Véase v. 31; comp. Sal 2:5 con 2:6;
Zac. 14:1-8 con 14:9).

La clave de la interpretación se halla en este versículo. El plural “reyes” da a entender claramente que los diez dedos
de los pies de la estatua representan diez reyes que reinan simultáneamente; es decir, hay diez reinos simultáneos
en los días que Dios hace surgir el reino que permanecerá para siempre.” Es el reino mesiánico que se prueba por:
(1) la fraseología del versículo 44 concuerda con la profecía de Lucas 1:32,33, la cual apunta a la segunda venida de
Cristo. (2) La Iglesia no puede ser el reino representado por la piedra cortada, porque no coincide con las
características que aquí se asignan. (3) El paralelismo con el capítulo 7 de la presente profecía muestra que los diez
dedos del capítulo 2 pertenecen al futuro, en una especie de restauración del Imperio Romano (ecumenismo), que ya
empieza a fraguarse. (4) Será precisamente en su Segunda Venida cuando Cristo (v. Ap. 19:15) regir a las naciones
con vara de hierro (comp. Sal. 2:9); y Él pisa el lagar del vino del furor de la ira del Dios Todopoderoso (comp. Is. 63:1-
6). (5) La distancia entre la caída del Imperio Romano antiguo (año 1543 de nuestra era en su parte oriental) y su
futuro establecimiento en forma de diez reinos no ha de extrañar, como no extraña la clara división de épocas
distantes en Isaías 61:2. El profeta pasa por alto lo que no interesa al nervio de su profecía.

II. Después de interpretar el sueño, a plena satisfacción del rey Nabucodonosor, Daniel cierra con una solemne
aserción: 1: Del origen divino del sueño (v. 45b): “El gran Dios ha dado a conocer al rey lo que ha de suceder después
de esto” (lit.). NI los magos del rey, ni sus dioses pudieron revelar al rey este misterio, pero el gran Dios, el único
verdadero ha podido hacerlo y lo ha hecho. 2. De la indudable certeza de las cosas predichas mediante este sueño.
Bien podemos creer con toda firmeza y seguridad lo que Dios nos ha dado a conocer.

9
Versículos 46-49

Dn. 2:49 “Y Daniel solicitó del rey, y obtuvo que pusiera sobre los negocios de la provincia de Babilonia a Sadrac,
Mesac y Abed-nego; y Daniel estaba en la corte del rey”. Contraste este versículo con Génesis 19:1, Lot el hombre
transigente, con Daniel el hombre con propósitos firmes. “Estaba en la corte del rey”. Sentarse a la puerta del rey
significaba estar en un lugar de autoridad.

En vez de resentirse como una afrenta, el rey recibió como un oráculo del cielo toda la explicación que Daniel hizo
del famoso sueño, y aquí tenemos sus expresiones sobre las impresiones que la explicación de Daniel le había
producido.

1. Estaba dispuesto a considerar a Daniel como a un semidiós o que, al menos, tenía algo así como una deidad digna
de adoración (v. 46).

Al comparar la actuación de Daniel aquí con la de Pablo y Bernabé en Listra (hechos 14:13-18), dice Alonzo Díaz:
“Daniel no se opone pero la situación aquí no tiene equívoco, puesto que Daniel se ha presentado antes como
actuando en virtud de una revelación de Dios”. Walvoord hace notar que “Nabucodonosor consideraba a Daniel
como un digno sacerdote representante de su Dios, y lo honraba como tal”. Lo confirman sus expresiones en el
versículo 47.

2. Reconoció (v. 47) que el Dios de Daniel era el gran Dios: Dios de dioses, Señor de reyes y revelador de misterios. No
era, pues, a Daniel propiamente quien Nabucodonosor adoraba, sino al Dios de Daniel.

3. El rey promovió a Daniel (v. 48), le engrandeció, pues, además de colmarle de regalos y honores, le nombró
gobernador de toda la provincia de Babilonia y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia (comp. con Gn. 41:39-
44).

4. Nabucodonosor había conferido un doble oficio (v.48), rogó que el gobierno de la provincia fuese transmitido a
sus amigos, mientras que él quedaba en la corte como jefe de los sabios del rey. Todos estos piadosos judíos, que
aunque habían sido deportados a Babilonia como cautivos de guerra, no solamente ascendieron a los más altos
puestos de autoridad y responsabilidad en el imperio babilónico, sino que tuvieron ocasión así de favorecer y servir a
sus demás compañeros de cautiverio.

Capítulo 3
Los tres jóvenes hebreos liberados del

Horno de fuego, 3

Aquí tenemos ahora a los mismos tres hombres bajo tanto desagrado del rey cuando era antes el favor que del rey
disfrutaban; con todo, su Dios les dispensa ahora mayores honores que los que les había otorgado antes el príncipe,
y les capacita con Su gracia para que prefieran sufrir antes que pecar. Es un relato memorable, que presta gran
aliento a la constancia del pueblo de Dios en tiempos de prueba. El autor de Hebreos menciona (He. 11:34), entre
los héroes de la fe, los que “apagaron fuegos impetuosos”. (1) Nabucodonosor mandó hacer una estatua de oro y
ordenó a todos sus súbditos adorarla, lo cual hicieron la mayoría de ellos (vv. 1-7) (2) Le informan que ciertos
dignatarios judíos se niegan rendir adoración a la estatua (vv. 8-12). (3) Ellos persisten con toda constancia en su
negativa, a pesar de la amenaza del rey (vv. 13-18). (4) Por ello, son arrojados a un horno encendido (vv. 19-23).

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(5) Son milagrosamente preservados por el poder de Dios, y el rey les invita a salir de allí, convencido por este
milagro del error que cometió al arrojarlos allá (vv. 24-27). (6) El honor que el rey dio por todo esto al Dios
verdadero, y el favor que mostró a estos fieles varones (vv. 28-30).

Versículos 1-7 Soberbia de Nabucodonosor: La imagen de oro

1. Es erigida una imagen de oro (v.1) para ser adorada. Babilonia estaba llena de ídolos, pero quienes han
abandonado al único Dios vivo y comienzan a erigir muchos dioses falsos, hallan que estos dioses no les satisfacen en
modo alguno, por lo que andan constantemente en busca de otros. Era una estatua de oro, es decir, cubierta de oro
(v. Is. 40:19). Es probable (no es seguro) que tuviese forma humana. La falta de proporción entre la altura y la
anchura parece indicar que los 60 codos de altura incluyen también el pedestal sobre el que estaba colocada.

Extraña que Nabucodonosor, que había confesado al Dios de los judíos cono “Dios de dioses, Señor de reyes y
revelador de misterios” (2:47), haya perdido ya aquellos sentimientos, pero han pasado algunos años y el rey de los
caldeos es muy voluble. Quizás le había quedado de la interpretación del sueño del capítulo 2 únicamente el
recuerdo de que él era la cabeza de oro (2:38, al final). Ahora se hace una imagen de oro y quiere competir con Dios.

2. Todos los estamentos en la sociedad caldea son convocados a rendir adoración a la imagen (vv. 2,3). Se
emprenden largos viajes con un objetivo tan necio; pero, como los ídolos son cosas sin sentido, así también sus
adoradores carecen de sentido.

3. El pregonero del rey (vv. 4-6) hace la proclamación del edicto, y manda a todos que se postren y adoren la imagen
del rey, bajo pena de ser arrojados dentro de un horno de fuego, encendido previamente para este fin. Y (v. 7)
“Todos los pueblos, y naciones y lenguas se postraron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había
levantado”. Con la cobardía y el servilismo masivos de tanta gente iba a contrastar con la valentía y la fidelidad de
tres varones judíos.

Este es un caso de religión forzada, e incluye la adoración de una imagen fabricada por el hombre. Este fenómeno,
que se da al comienzo de los tiempos de los gentiles y continúa de tiempo en tiempo a través de la historia (p. ej. El
culto al emperador romano, los santuarios del sintoísmo japonés y la veneración soviética a Lenín), habrán de
reaparecer al final de esta era cuando no sólo el dragón sino también la bestia y la imagen de la bestia serán énfasis
sobre la adoración, pero todo estará dirigido por Satanás.

Versículos 8-18. Los tres compañeros de Daniel rehúsan adorar la imagen

(1) Ciertos caldeos (v. 8), no precisamente de entre los sabios, sino en sentido étnico, informan al rey (vv. 9-12) de
que los tres judíos a quienes el rey había confiado el gobierno de la provincia de Babilonia no respetan la ley, no
sirven a sus dioses ni adoran la estatua de oro (v.12). Dos motivos parecen entreverse en esta acusación: (A) Celos.
Eran judíos y habían sido promovidos a tan alto cargo con preferencia a todos los caldeos. (B) Desprecio. Entre los
hechos del capítulo anterior y los de éste media un período de tiempo durante el cual Nabucodonosor ha
consumado la destrucción de Jerusalén y de su Templo. Walvoord da como probable que “hubiesen transcurrido
veinte años entre el capítulo 2 y el capítulo 3”.

Una pregunta ocurre en seguida ¿Dónde se haba Daniel en este momento? El mismo autor da tres opciones, y se
inclina a favor de la última como “más probable” (1) Daniel consideró que era un acto político que no violaba su
conciencia; (2) Daniel no adoró, y su alta posición bastó para que sus enemigos no le acusaran (en contra de esta
opinión, basta comparar este caso con el de 6:4 y ss.); (3) Daniel estaba ausente por el motivo que fue (no cabe duda
que esta es la verdadera solución).

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(2) El rey ordena que los tres judíos sean conducidos a su presencia (v. 13) y les pregunta si es verdad que han
decidido deliberadamente (este parece ser el sentido del texto original) no servir a los dioses caldeos ni adorar la
estatua que él ha erigido.

Nótese que el rey no parece dudar de la lealtad personal de estos tres hombres, pues calla lo de “no te han
respetado” del v. 12b). Está dispuesto a perdonarles si están ahora dispuestos a adorar la estatua tan pronto como
suene la música (v. 15). De lo contrario, no quedarán exentos de ser arrojados al horno encendido. La última frase
del versículo 15 nos recuerda la arrogancia de Senaquerib en Isaías 36:18-20.

(3) La respuesta de los tres hombres es una obra maestra d valentía, humildad y confianza: “Sadrac, Mesac y Abed-
nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí
nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si
no sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado”. (Dn. 3:16-
18). Estos tres hebreos eran fieles a Dios aunque se hallaban lejos de su tierra. Son adecuada ilustración del
remanente judío en los últimos días (Is. 1:9, Ro. 11:5), que será fiel en el horno de la gran tribulación (Sal. 2:5; Ap.
7:14).

(A) El desprecio a una muerte dolorosa (v. 16b): “No necesitamos darte una respuesta sobre este asunto”, no debe
interpretarse como una respuesta arrogante, sino, como una respuesta directa, no evasiva. Podía decirse as´: “No
necesitamos deliberar sobre lo que vamos a responder, no presentamos ninguna excusa., nuestra conciencia no nos
permite obrar de otro modo”. (B) Su confianza en Dios y su total dependencia de Él (v. 17). Contra la arrogancia del
rey del rey (v.15, al final: “¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?”) responden según dice literalmente el
original: “Si es que nuestro Dios, a quien servimos, puede liberarnos de un horno de fuego ardiente, también de tu
mano, oh rey, librará”. No es porque pongan en duda el poder de Dios para librar del fuego y de la mano del rey, sino
que arguyen de mayor a menor: El que puede del daño que causa un horno de fuego de tal manera encendido,
también puede librar de las manos de un hombre mortal.

(C) Su firme resolución a adherirse a sus principios religiosos, sea cual fuera la consecuencia (v. 18). “Y si no que te
sea sabido (lit.), oh rey, que no serviremos a tus dioses ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado”. No le
imponen a Dios que hacer sino se someten a Su santa voluntad. La liberación o el martirio eran igualmente posibles
en el plan de Dios. Se podría pensar que actuaron imprudentemente, pues con pequeño acto de respeto, ofrecido en
nombre del rey en su imagen, habían estado en condicione de salvar su propia vida y estar en condiciones de hacer
muchos y grandes favores a sus hermanos de raza. Pero hay más que suficiente en aquellas palabras de Dios en el
segundo mandamiento del Decálogo para dar respuesta y hacer callar a éstos y a muchos otros razonamientos
carnales. Antes morir que pecar. No se pueden hacer males para que surjan bienes (v. Ro. 3:8).

Versículos 19-27. Los compañeros de Daniel protegidos en la tribulación.

(1) al reusar obedecer la orden del rey, estos tres valientes fueron arrojados al horno de fuego, pues Nabucodonosor
en lugar de quedar persuadido por la firmeza y la dignidad de ellos, se exasperó todavía más (v. 19) hasta
demudársele el rostro. No estaba acostumbrado a que le llevaran la contraria. “Y ordenó (v. 19b) que el horno
encendiese siete veces más de lo acostumbrado”. Y vestidos según estaban, los ataron y los arrojaron en medio del
horno de fuego encendido (vv. 20,21). Pero en cuanto más fuerte era el fuego y más seguras las ataduras, tanto
mayor el milagro.

2. Ahora nótese los numerosos detalles milagrosos en la liberación que Dios llevó a
cabo a favor de esos campeones de la fe: (A) Habían encendido tanto el horno que las llamas mataron a los mismos
hombres que arrojaron a los tres judíos en medio del horno (v. 22).
12
(B) Estas mismas llamas, no sólo no hicieron ningún daño a los que así habían sido arrojados al interior del horno,
sino que no les chamuscaron el cabello ni las ropas (v. 27), de forma que “ni siquiera tenían olor a fuego”. Sólo les
quemaron las ataduras para ponerlos en libertad. (C) Los tres habían caído dentro del horno (v. 23), pero el propio
rey y todos los más altos funcionarios de Caldea pudieron verlos paseándose (v. 25) por en medio del fuego sin sufrir
ningún daño, lo cual insinúa que el horno de fuego era lo bastante grande para que cuatro personas paseándose allí.
Los cuerpos, sin daño; las mentes sin ofuscación. (D) Además, ahora resultaba que, en lugar de tres eran cuatro los
varones sueltos que se paseaban por el interior del horno. Esto es lo que más llamó la atención de Nabucodonosor
(vv. 24,25): Se quedó atónito y se levantó apresuradamente. Estaba cómodamente entado a fi de presenciar el
espectáculo con el que esperaba demostrar que no había un Dios que librase de sus manos a estos hombres (v. 15, al
final), pero había un Dios que los había librado del fuego y de su mano. ¿Quién era el cuarto personaje? El rey dijo (v.
25, al final) que “el aspecto del cuarto es como de hijo de dioses” (lit.). Luego (v. 28b) especificará un poco más.

3. Inmediatamente (v.26) el rey se acercó a la boca del horno y. al llamar a los tres varones por sus nombres, añadió
“siervos del Dios Altísimo”, lo que significa que reconoce al Dios de Israel como más alto que los dioses de Babilonia,
les invitó a salir del horno. No se menciona más al cuarto varón, pues es obvio que, para entonces, había
desaparecido. Los tres, como hemos visto, salieron totalmente indemnes (v. 27), y del milagro había tantos testigos
que nadie habría atrevido a negarlo. Los caldeos adoraban el fuego como una de las imágenes del sol, de modo que,
al frenar el poder del fuego, Dios había menospreciado, no sólo al rey, sino también a su dios.

Versículos 28-30 Decreto de Nabucodonosor y engrandecimiento de los tres jóvenes hebreos

1. El efecto que el milagro hizo en Nabucodonosor fue: (1) Da gloria al Dios de Israel como a un Dios Poderoso para
proteger a sus adoradores y presto para salvarlos (v. 28) “¡Bendito sea el Dios de Sadrac!, etc.” Dios puede extraer
confesiones de bendición aun de aquellos que han estado dispuestos a maldecirle en su rostro. (A) Le da gloria por
su poder (v. 29, al final): “no hay dios que pueda librar como éste”. Si puede librar como nadie, también puede
demandar obediencia como nadie. (B) Le da gloria por su presteza en ayudar a los Suyos (v. 28b): “ envió a su ángel y
libró a sus siervos, etc.” Hay una alusión inequívoca al Ángel de Elohim, el propio Mesías preencarnado. Bel no pudo
preservar a sus adoradores de ser quemados junto a la boca del horno V. 22), pero el Dios de Israel preservó del
fuego a los Suyos, que habían sido arrojados. Atados, en medio del fuego.

2. Aplaude ahora la constancia de estos tres hombres en su devoción a su Dios, y lo declara para honor de ellos
(v.28): “confiando en Él servir y adorar a ningún otro Dios fuera de su Dios”. El original tiene una fraseología más
fuerte que Reina-Valera en la frase “no cumplieron el edicto del rey”, pues dice literalmente: “ cambiaron la palabra
del rey”, es decir, la conculcaron (o violaron), como dicen algunas versiones. Estas frases de Nabucodonosor son tan
extraordinarias que, si no las avalase una autoridad de las Escrituras, que no pueden errar, serían francamente
increíbles de un rey pagano, cruel y déspota.

3. Da un edicto en el que prohíbe estrictamente que se hable mal del Dios de Israel: “ Por lo tanto, decreto que todo
pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su
casa convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como éste.” (Dn. 3:29); la misma que había
declarado contra sus sabios si no acertaban a declararle el sueño que había tenido (comp. con 25);

4. No sólo revoca la proscripción de estos tres hombres, sino que los restablece en
los puestos de gobierno que ocupaban. En realidad, el verbo arameo para “engrandeció” (v. 30) significa “hizo
prosperar”, lo que indica que les confirió mayores honores, dignidades y poderes de los que anteriormente poseían.

13
Capítulo 4
Visión y humillación de Nabucodonosor, 4

Lo registrado en este capítulo concerniente a Nabucodonosor se nos ofrece en sus propias palabras. I. El prólogo a
esta narración, en la que reconoce el dominio de Dios sobre él (vv. 1-3). II. La narración en misma, en la que refiere:
1. Su nuevo sueño (vv. 4-18). 2.

La interpretación que del sueño le dio Daniel, mostrándole su pecado y exhortándole al arrepentimiento (vv. 19-27).
3. La humillación que Dios le infligió al hacer que enloqueciese por espacio de siete años, recobrando después el uso
normal de la razón (vv. 28-36). III. La conclusión del relato, con humilde reconocimiento y adoración de Dios como
Rey del cielo y Soberano de todos (v. 37).

Versículos 1-3. La proclama del rey a todas las naciones.

1. La forma de la proclamación es la acostumbrada en Nabucodonosor (v.1). El estilo del rey es breve y sin florituras
afectadas, como puede verse; “Nabucodonosor rey”. La proclama va dirigida a todos los “pueblos y naciones y
lenguas que habitan la tierra”. El saludo es el acostumbrado entre los antiguos orientales: “¡Paz abundante a
vosotros!”
Como lo hace notar Walvoord, el saludo se parece mucho al de Pablo en sus epístolas (comp. también con 6:25),
pero en el sentido del vocablo en los escritos de Pablo es muy diferente.

2. La proclamación tiene por objeto:


(A) Dar a conocer a otros los caminos de la Providencia con respecto a él (v. 2) “Me place dar a conocer las señales y
milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo”. Ahora que se ha recuperado de su enfermedad, reconoce como
una deuda a Dios y al mundo al referir cuán justamente le había humillado Dios, y cuán benignamente le había
restaurado después. Debemos dar gloria a Dios, no sólo alabándole por sus misericordias, sino también al confesar
nuestros pecados y aceptar el castigo de nuestra iniquidad.
(B) Mostar la convicción que en su ánimo habían engendrado los caminos de la Providencia con respecto a él (v. 2).
Nabucodonosor admira lo que Dios ha hecho con él. Era ya muy entrado en años y había visto mucho de las cosas
del mundo, de guerras y revoluciones, pero nunca hasta ahora había llegado a admirar las señales y los milagros del
Dios verdadero. “¡Cuán grandes, dice (v. 3), son sus señales y cuán potentes sus prodigios!” Y de ahí infiere la
magnitud del señorío y la soberanía de Dios: Su reino no es como el mío, próximo a acabarse, sino que es un reino
sempiterno. Otros señores reinan durante una generación; otras dinastías perduran por algunas, más o menos,
generaciones, pero el señorío de ese Dios perdura de generación en generación”.

Versículos 4-18

Antes de referir el castigo que Dios le impuso por su soberbia, Nabucodonosor da cuenta de las advertencias que
había recibido a ese respecto.
1. La alarma le fue dada (v. 4) cuando estaba tranquilo en su casa y floreciente en su palacio. Había conquistado
recientemente Egipto, completando con ello sus victorias y terminando sus guerras hacia el año 330-305 a. C. (v. Ez.
29:17). Entonces fue cuando tuvo un sueño que se cumplió un año más tarde. Siguieron los siete años de locura y, al
recuperarse de ella, escribió esta declaración; vivió después unos dos años más, y murió en el cuadragésimoquinto
año de su reinado.
2. La impresión que le hizo este sueño (v.5): “tuve un sueño que me espantó”. Comenzó a cavilar en su lecho sobre
lo que había visto y cada vez le turbaban más sus imaginaciones.
En vano consultó sobre su sueño (vv. 6,7) a todos los sabios de Babilonia. Ninguno pudo mostrarle la interpretación,
a pesar de la jactancia que, en otra ocasión (2:4,7), le habían dicho que, si les mostraba el sueño, se lo interpretarían.
Ahora empezaba a cumplirse lo predicho por Isaías (Is. 47:12,13): que de nada le habrían de servir a babilonia sus
muchos consejeros cuando llegase la hora de la destrucción del imperio caldeo.
3. “Hasta que vino a mi presencia Daniel, etc.”(v.8). Hay muchos que acuden a la Palabra de Dios como último
refugio, y nunca acuden a ella hasta que se les acaban todos los demás recursos.

14
Nótese los elogios que, de entrada, hace de Daniel. ”Hasta que entró delante de mi Daniel, cuyo nombre es
Beltsasar, como el nombre de mi dios, y en quien mora el espíritu de los dioses santos. Conté delante de él mi sueño,
etc.” La razón por la que el rey repite su nombre caldeo, Beltsasar, es porque como hace notar Walvoord, “el decreto
era publicado a lo largo y ancho de todo el reino, donde la mayoría de la gente conocería a Daniel por su nombre
babilónico”. M. Henry advierte una decadencia en el modo de hablar de Nabucodonosor aquí, pues, después de
llamar Dios Altísimo al Dios de Israel, ahora menciona (vv. 8,9) el espíritu de los dioses santos, y, en lugar de llamar a
Daniel siervo de Dios, le llama (v. 9) jefe de magos.
Para este traductor, la razón de la manera de hablar, distinta a la que hemos visto en 3:26-30 es muy encilla: En el
capítulo 3 está en presencia de tres varones judíos y algunos de los altos dignatarios del país, y se halla
tremendamente impresionado por el milagro que Dios acaba de realizar.
En cambio, ahora se dirige en una proclama a todos los súbditos del imperio y por fuerza tiene que usar el lenguaje
de los caldeos. Sin embargo, este lenguaje politeísta, y especialmente la frase del versículo 8”… cuyo nombre es
Beltsasar, como el nombre de MI DIOS”, me resulta una de las graves objeciones de que Nabucodonosor fue
realmente convertido al Dios verdadero.
4. El relato que hace de su sueño.
(A) Vio en el centro de la tierra (v. 10b) un árbol cuya altura era muy grande (comp. Con Is. 14:4-20; Ez. 28:1-19 y
especialmente con Ez. 31:2-9, donde el faraón figura como un majestuoso cedro del Líbano). Tan alto se había hecho
este árbol que (v. 11) el rey vio su copa llegando hasta el cielo, de modo que se le podía ver desde todos los confines
de la tierra. Su follaje (v. 12) era hermoso a la vista. Pero, además, había en este árbol dos excelentes cualidades que
no se hallaban en el cedro de Ezequiel 31:6. Además de dar excelente sombra contra el calor del sol, mucha más que
el aludido cedro: (a) tenía fruto abundante, no como el cedro de Ezequiel, que sólo ofrecía sombra; (b) “se mantenía
de él toda carne (v. 12, al final. Lit.), es decir, todo ser viviente, tanto hombres como animales, con lo que da a
entender la grandeza de Nabucodonosor como proveedor de todo lo necesario para satisfacer las necesidades
materiales de sus súbditos, tanto de los hombres como de las bestias.
(B) Oyó la sentencia dictada contra este árbol por medio de un ángel a quien llama “ un vigilante, un santo que
descendía del cielo” (v.13:17, 23). Este ángel le ordena talar el árbol (v. 14), pero sin arrancarlo de raíz: Se ha de
dejar (v. 15) en la tierra y con sus raíces, con ataduras de hierro y bronce. La finalidad de esto último es explicada así
por Ryrie: “Ya sea para freno (como se hace con un loco) o para preservación, a fin de impedir que el tocón sea
desarraigado”.
El ángel explicó (v. 16) el significado de la sentencia que pendía sobre la persona representada en este árbol: La tal
persona ha de ser privada de su dignidad humana y de su mente racional, para que viva siete años como un animal
bruto. Los orgullosos tiranos que ponen su corazón como corazón de Dios (Ez. 28:2, al final), bien merecen que Dios
les prive su corazón de hombre y ponga en ellos corazón de animales brutos. Que todo esto no es una fantasía, sino
una realidad afirmada por la Palabra de Dios, se confirma por los numerosos casos que se han dado de esta locura,
designada por Keil con el epíteto latino de insaia zoanthrópica; más específicamente, puede hablarse aquí de locura
boantrópica, esto es, de un hombre que llega a sentirse y a comportarse como buey.
(D) La sentencia se cumplió por decreto de los vigilantes. Aunque, como observa Alonso Díaz, “en el libro de Henoc (1
Henoc 10:6, 16:1; 19:1) los vigilantes son ángeles caídos”, es muy probable que en este contexto puedan ser ellos los
que dan el decreto; basta con notar el objetivo de tal resolución (V. 17b): “para que conozcan los vivientes que el
Altísimo es dueño del reino de los hombres”. Este lenguaje sólo tiene sentido si procede de un ángel de Dios, no de un
ángel caído. Podemos ver el contraste en Lucas 4:6. “Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de
ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero se la doy.”
5. Hecho el relato de su sueño, Nabucodonosor pide a Daniel que se lo interprete (v. 18), “porque-dice-todos los
sabios de mi reino no han podido mostrar su interpretación; mas tú puedes, porque mora en ti el espíritu de los
dioses santos.”
En Daniel 4:17 encontramos que el gobierno divino se refiere al reino de Dios universal que (1) incluye todas las
cosas; (2) existe siempre sin interrupción; (3) nunca fracasa en sus propósitos y (4) por lo general esta administrado
providencialmente (véase vv. 25, 32, 34-35; comp. Sal. 103:19, 148:8). Este reino debe distinguirse del reino de
Cristo (donde Él es el Rey-Mediador), aunque este último procede como el otro (comp. Dn. 7:9-14) y finalmente se
unirá a ese otro (1 Co. 15:24).

Versículos 19-27. Daniel interpreta el sueño.

Interpretación del sueño de Nabucodonosor. Una vez que se diga: “Tú eres ese hombre” (2 S. 12:7), queda muy poco
por añadir.

14
La cosa estaba tan clara que, tan pronto como Daniel escuchó el sueño, “ quedó atónito (mejor, aterrado) durante
una hora” (lit.), es decir, por algún tiempo. “Una hora” expresa gran lapso de tiempo pero sólo relativamente
(comp.3 Ap. 8:1). Dice Ryrie: “No porque el sueño ininteligible, sino por su repugnancia al declarar el juicio de Dios al
rey, a quien se ve había llegado a amar”.

1. El rey se dio cuenta del aturdimiento de Daniel y, al pensaba que tardaba en hablar por temor a ofenderle, le
animó a decirle las cosas claras: “Beltsasar-le dijo a Daniel (v. 19b),-no te turben el sueño ni su interpretación”. Sin
duda dijo esto como alguien que sinceramente desea saber la verdad., por amarga que fuese. Daniel demuestra el
afecto que sentía hacia el rey al decirle: “Señor mío, sea el sueño para tus enemigos; y su interpretación, para tus
adversarios”.
Resulta poco menos que increíble que haya autores que entiendan estas palabras como si Daniel quisiera decir que
el sueño iba a causar alegría a los enemigos de Nabucodonosor. El sentido es obvio: “Sea para tus enemigos el
castigo que este sueño significa”. Aunque este rey era un opresor del pueblo de Dios, al presente era, sin embargo,
el príncipe de Daniel.
2. La interpretación es solamente el sueño, con aplicación personal al rey caldeo (vv. 25 26): “El árbol que viste… eres
tú mismo, oh rey, etc.”. En cuanto al decreto que, de parte del Altísimo, había recaído sobre el rey (v. 24), la
sentencia (vv. 254, 26) era que sería depuesto de su trono, y aun echado de entre los hombres para morar con las
bestias del campo, de forma que le apacentarían con hierba del campo como a los bueyes (recuérdese lo dicho sobre
la locura boantrópica) y, también como los bueyes dormiría al raso (v. 26b: “serás bañado con el rocío del cielo”).
Esto debía de ser durante siete tiempos, es decir (con la mayor probabilidad), siete años, al cabo de los cuales, vuelto
en sí, reconocería la soberanía de Dios sobre los hombres. La última frase del versículo 26 dice literalmente: “ luego
que hayas reconocido que (quien) gobierna (son) los cielos”. Comenta Alonzo Díaz: “La expresión los cielos para
designar a Dios, tan frecuente tanto en el tardío judaísmo (cf. Mt. 3:2 “el reino de los cielos”), únicamente se usa
aquí en todo el Antiguo Testamento”. Compárese con la expresión del Hijo Pródigo (Lc. 15:18,21): “ Padre, he pecado
contra el cielo y ante ti”.
3. La exhortación que, como fiel profeta de Dios, le hizo Daniel al rey al acabar la interpretación del sueño (v. 27).
Véase con qué humildad le da su consejo. (A) Con qué ternura y con qué respeto: “por tanto, oh rey, acepta mi
consejo”. (B) Con qué prudencia, afecto y sabiduría le aconseja lo que debe hacer: No le aconseja que vaya a un
médico para que le prescriba algo contra una posible recaída en la enfermedad, sino que rompa con sus pecados.
Había oprimido a sus súbditos y se había comportado de mala manera con sus aliados.
4. La última frase del versículo 27 dice literalmente: “si habrá duración para tu prosperidad”, pero la conjunción,
aramea hen no es propiamente condicional, sino más bien, equivalente al adverbio “así”. “Por tanto, oh, rey acepta
mi consejo: tus pecados redime con justicia, y tus iniquidades haciendo misericordias para con los oprimidos, pues
tal vez será eso una prolongación de tu tranquilidad.” (Dn. 4:27). Sobre este versículo 27 (24 en la Biblia Hebrea) dice
Alonzo Díaz: La posibilidad de arrepentimiento queda clara con estas palabras. “Los acontecimientos no los maneja
un hado inexorable, sino un Dios personal y bondadoso”.

Me parece que el docto jesuita 5 –nota del traductor-está aquí dando golpes al aire, pues no
conozco a ningún “protestante” (al menos, evangélico) que niegue la posibilidad del arrepentimiento ni defienda que
“los acontecimientos los maneja un hado inexorable”. Pero permítaseme añadir que el texto sagrado no significa que
los pecados se pueden expiar o redimir con obras de misericordia, y es una pena que las ediciones de la Reina-Valera
anteriores a la del 1977 hayan introducido aquí el verbo redimir (tomado de la Vulgata Latina), cuando el verbo
arameo significa literalmente “romper con”. Dice a este propósito el Dr. Walvoord: “Este pasaje ha creado alguna
controversia a causa de la mala traducción de la Vulgata, que dice: “Redime tus pecados por medio de obras de
caridad y tus iniquidades por medio de obras de misericordia con los pobres”.
15

3
“Cuando se abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora.”
4
Esta disciplina fue eficaz. Comp. V. 30 con v. 37.
5
El 31 de octubre de 1517 el papa León X publicó que podía liberar almas del castigo de Dios… si le daban dinero. Martín Lutero
denunció esta estafa.
Esto, por supuesto, no es lo que está registrado en el Libro de Daniel. A Nabucodonosor no se le promete perdón con
base en buenas obras o limosnas a los pobres; sino que, más bien, lo que dice es que, si el rey es prudente u
benévolo, disminuirá la necesidad de que Dios intervenga con juicio inmediato a causa del orgullo de
Nabucodonosor”.

Versículos 28-33. Cumplimiento del sueño; restauración del rey

Se cumple el sueño de Nabucodonosor, y queda justificada y confirmada la aplicación que Daniel Había hecho de
dicho sueño a Nabucodonosor.

1. La paciencia de Dios con él: “Todo esto sobrevino al rey Nabucodonosor” (v. 28), pero no inmediatamente, sino “al
cabo de doce meses” (v. 29), durante los cuales no se ve que rompieses sus pecados ni mostrase misericordia hacia
los pobres cautivos u oprimidos. Dios le había dado todavía un año más (comp. con Lc. 13:8), por ver si se arrepentía.
2. Su orgullo, su altivez y el abuso que hizo de la paciencia de Dios.
Se paseaba por el palacio real de Babilonia (v. 29), pomposo y lleno de soberbia. La ciudad aparece grandiosa ante
sus ojos y dice (v. 30): “¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué con la fuerza de mi poder?” Es cierto que él
había engrandecido y embellecido la ciudad, pero él no la había comenzado a edificar, pues existía muchos siglos
antes de que él naciese.

Sus palabras nos recuerdan aquellas otras que cuentan de César Augusto con referencia a Roma: “La hallé ladrillo,
pero la dejé mármol”. Dice que la edificó (v. 36b) “para residencia real, metrópoli del imperio, y para la gloria de mi
majestad.”

2.3. Su castigo. Tan pronto como acabó de decir esas palabras (v. 31) vino del cielo una poderosa voz, por la cual fue
inmediatamente privado. (A) De su honor como rey (v. 31, al final): “el reino ha sido quitado de ti”. (B) De su honor
como hombre (v. 32) “y de los hombres te arrojarán”. Pierde su salud mental y, con eso, pierde su dominio. El
cumplimiento de la sentencia no se hizo esperar (v. 33). “En esa misma hora se cumplió la palabra sobra
Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes; y su cuerpo se mojaba con el
rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves.” (Dn. 4:33). Todo
sucedió en el plazo de unos minutos. Al marchársele su inteligencia y su memoria y quebrarse todas las facultades de
su alma racional, hubieron de echarle de la sociedad de los hombres.

Desnudo, y a cuatro patas, como un bruto animal, fue a correr por


campos y bosques, comiendo hierba como los bueyes y llevando pelo y uñas semejantes también a los de los
animales (v. 36b). El que se creía superior a todos los hombres queda así reducido a un estado inferior al de
cualquier hombre y puesto al nivel de las bestias.

16
Versículos 34-47. Nabucodonosor recupera sus facultades mentales.

“Más al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y
alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo nombre es sempiterno, y su reino por todas las edades.” (Dn. 4:34).
Hay cierto progreso en la manera en que Nabucodonosor llega a conocer al Dios verdadero: (1) “Dios… es Dios de
dioses [uno de los dioses nacionales o tribales, pero más grande que ellos] y Señor [arameo Mare, que significa Amo,
Señor] de los reyes, y el que revela los misterios” (2:47). (2) Él sigue siendo una Deidad hebrea, pero es Señor de
ángeles y un Dios que responde cuando hay fe (3:28). (3) Aquí (vv. 34-35) el rey llega a un verdadero entendimiento
de Dios. Comp. Darío, 6:25-27.
Ahora tenemos a Nabucodonosor ya recuperado de su boantrópica y vuelto al uso normal de sus facultades
racionales. “Al cabo del tiempo señalado –dice (v. 34)-, esto es (con la mayor probabilidad), al cabo de los siete años,
alcé mis ojos al cielo”, no en desafío a Dios, sino como hombre erecto, capaz de mirar hacia arriba, no como bestia
que mira al suelo. Ha recobrado la razón, como él mismo lo asegura, y lo muestra al razonar perfectamente, pero no
sólo habla como hombre, sino también como penitente. Veremos después hasta qué punto.
1. Le son restauradas sus facultades mentales hasta el punto que glorifica a Dios y se humilla a sí mismo. Los
hombres nunca usan de modo correcto su razón, hasta que comienzan a reconocer el eterno poder y la deidad del
Creador (v. Ro. 1:19, 20); tampoco viven como hombres de veras mientras no viven para la gloria de Dios. Su locura
fue así, paradójicamente, el mejor medio para entrar en razón.
Para volver en sí (comp. con Lc. 15:17) es menester haber salido fuera de sí: Sus aduladores le habían lisonjeado
muchas veces con la frase: “¡Rey para siempre vive!” (2:4, por ejemplo). Pero ahora él mismo está convencido de
que ningún rey vive para siempre, sino sólo el Altísimo (v. 34):”… al que vive para siempre, etc.”, pues “su dominio es
sempiterno y su reino no es por una generación, como el de Nabucodonosor mismo, sino por todas las
generaciones”. No hay sucesión, ni revolución, en el reino de Dios.
2. Se explaya en declarar las múltiples perfecciones de Dios: (A) “Todos los habitantes de la tierra (v. 35) son
considerados ante él como nada”, no porque no se interese en ellos, sino porque, comparados con el infinito, son
menos que una gota de agua en comparación con el océano.
(B) Su poder es irresistible, pues (v. 35b) “hace lo que le place (aunque sin arbitrariedad), favoritismo ni tiranía) con
el ejército del cielo y con los habitantes de la tierra”. (C) “Todas sus obras son verdaderas” (V. 37), es decir, es veraz y
fiel en todo lo que dice y hace, y cumple siempre lo que promete. (D) “Y sus caminos son justicia” (lit.), esto es, están
de acuerdo con las normas de la rectitud y la equidad hasta tal punto que puede decirse que son la justicia misma,
como lo es Dios. (E) “Y (v. 37, al final) ÉL puede humillar a los que caminan con soberbia”. Esto es de parte de Su
justicia, y si alguna vez no lo hace de inmediato (comp. con el v. 29), es por dar lugar al arrepentimiento 6. “El Señor
no retarda su promesa, según algunos tienen por tardanza, sino que s paciente para con nosotros, no queriendo que
ninguno perezca, sino que todos7 procedan al arrepentimiento8.” (2 P. 3:9). Aquí observamos tres aspectos de la
voluntad de Dios: (1) la voluntad divina es soberana (Is. 46:9-11; Dn. 4:17, 35; He. 2:4; Ap. 17:17); (2) la voluntad
moral de Dios, es decir, su ley moral (Mr. 3:35; Ef. 6:6; Heb. 13:21); (3) los deseos de Dios que provienen de su
corazón de amor (Ez. 33:11; Mt. 23:37; 2 P. 3:9). La soberana voluntad de Dios tendrá cumplimiento cabal, pero los
hombres desobedecen la ley moral, y los deseos de Dios se cumplen sólo en la manera en que son parte de su
voluntad soberana. Dios no desea que nadie se pierda, pero resulta claro que muchos no se salvarán (Ap. 21:8).
3. Con el uso normal de la razón le es restaurado también el reino (v. 36). Se ve restablecido en su trono y en su
reino tan firmemente como si no hubiese ocurrido ninguna interrupción. La aflicciones duran sólo el tiempo preciso
que necesita para que lleven a cabo la obra para la que son enviadas, o permitidas, por Dios. Tan pronto como
Nabucodonosor es restablecido en su reino (v. 37), “alabo –dice, engrandezco y glorifico al rey del cielo.”
4. No muchos días después de esto, Nabucodonosor terminó su reinado y su vida. Abideno, citado por Eusebio,
cuenta que, en su lecho de muerte, predijo que Ciro había de tomar la ciudad de Babilonia. No se nos dice si
continuó hasta el fin en la buena línea de conducta que aquí muestra.

17

6
El Concilio de Trento condenó a todos los que confiaron sólo en Cristo –no en la iglesia de ellos- para tener salvación. “Todo
aquel que afirma saber con seguridad que es salvado al “nacer de nuevo y ser justificado”, es anatema (condenado al infierno).
Véase Los Cánones y Decretos Dogmáticos del Concilio de Trento, 1912, sesión VI, cap. XII, en especial cánones IX, XV, XVI, XXIX,
XXX. En contraste la Biblia dice: “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del hijo de Dios, para que sepáis
que tenéis vida eterna.” 1 Jn. 5:13
7
Refiriéndose a los creyentes.
8
Arrepentimiento hacia la salvación, arrepintiéndose por no estar vigilando por el día de la venida del Señor y no vivir una vida
en una manera y piedad y santas.
Si muestra caridad puede alcanzar tan lejos como nuestra esperanza de que así fuese, hemos de admirar la libre y
soberana gracia de Dios, por la que Nabucodonosor perdió su sanidad mental por algún tiempo, a fin de que su alma
fuese salva para siempre. Con autores tan expertos como Calvino, entre los antiguos, y Keil, entre los modernos (y
muchos otros), este traductor opina (contra el parecer de Young, Walvoord y el mío 9) que Nabucodonosor no llegó a
alcanzar la fe y el arrepentimiento que se requieren para una verdadera conversión a Dios, ya que no se menciona
tal cosa en el texto sagrado (v. 27), y peor aún es la omisión de que deshiciere los muchos entuertos que cometió
durante de Jerusalén. Lo más prudente y caritativo es dejar nuestro juicio en manos de Dios. Como dice E. L.
Carballosa: “Es posible que nunca sepamos aquí en la tierra cuál de las dos posiciones es la correcta. No obstante, la
lección que todos podemos aprender es que Dios es soberano aun en la admistración de su gracia. El hombre está
muerto en delitos y pecados y, por tanto, es totalmente incapaz de hacer algo en su favor para agradar a Dios. Sólo
el poder regenerador del Espíritu Santo puede reproducir la vida de Dios en el corazón de los humanos”.
“Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”
Salmo 51:17.

Capítulo 5
Experiencias de Daniel en tiempos de

Belsasar y Darío

Desde la muerte de Nabucodonosor en 562 a. C., han pasado 23 años, pues la historia que en el presente capítulo
nos refiere tiene su fecha en el 539, año de la caída de Babilonia en manos de los medos y los persas. A
Nabucodonosor le había sucedido su hijo Evil-mero-dac (2 R.25:27; Jer. 52:31), el cual, después de un corto reinado
de dos años, fue asesinado por su cuñado Neriglisar, que reinó cuatro años (560-556 a. C.). A su muerte lo sucedió su
hijo Laborosoardoc o Labasi-Marduc, todavía un niño, quien reinó sólo unos meses, pues fue asesinado en una
conjura. Subió entonces al trono Nabónido, yerno (es lo más probable) de Nabucodonosor (556-539 a. C.). Ocupado
en frecuentes correrías fuera de la capital, dejó como regente en la propia Babilonia a su hijo Belsasar (nos movemos
en las hipótesis más probables). Según el testimonio de Beroso, citado por Josefo, Nabónido fue derrotado por Ciro
fuera de Babilonia. Por lo que leemos en el presente capítulo, Belsasar no se enteró de la derrota de su padre y fue
sorprendido, sin previo aviso, por las tropas enemigas. Tenemos aquí: (1) La ruidosa, sacrílega e idólatra fiesta que
Belsasar celebró en el palacio real de Babilonia (vv. 1-4). (2) La alarma que recibió a causa de una escritura, de mano
invisible en la pared, la cual no pudo descifrar ninguno de sus sabios (vv. 5-9). (3) La interpretación que los extraños
caracteres le dio Daniel, quien le declaró con toda valentía y fidelidad lo que aquello significaba, mostrándose su
sentencia escrita allí (vv. 10-28). (4) El inmediato cumplimiento de la interpretación dada por Daniel, pues fue
asesinado el rey y cayó el reino en poder de los medos y los persas (vv. 30-31).

Versículos 1-9. Belsasar profana los vasos del templo.

Tenemos aquí a Belsasar demasiado alegre, pero poco le va a durar esa alegría. Está afectando a Dios, pero Dios le va
a dar un susto mayúsculo.

“El rey Belsasar hizo un gran banquete a mil de sus príncipes, y en presencia de los mil bebía vino. Belsasar con el
gusto de vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor su padre había traído del templo
de Jerusalén, para que bebieren en ellos el rey y sus grandes, sus mujeres y sus concubinas.” (Dn. 5:1, 2).

18

9
Debido a los acontecimientos del Capítulo 5. Dios es soberano y misericordioso. Ptr. Francisco Javier Gómez Parra.
Aquí (y en los vv. 11, 13) la palabra “padre” se utiliza tal como se emplea con frecuencia en las Escrituras, es decir
para hablar de un antecesor; por ejemplo a David se le llama padre de Yahshua (Lc. 1:31-32). Probablemente
Nabucodonosor fuera abuelo materno de Belsasar.

Quizás era su cumpleaños o su aniversario o algún otro especial aniversario. Dicen los historiadores que Ciro estaba
poniendo sitio a Babilonia, se enteró de esta fiesta y, al suponer que estarían desapercibidos, sepultados bajo el vino
y el sopor, aprovechó bien la oportunidad para atacar de improviso la ciudad y hacerse amo de ella.

En ese suntuoso banquete:

(A) Belsasar desafió los juicios de Dios. Su capital estaba sitiada; su reino y su misma vida estaban en la picota.
Debería haber proclamado ayuno, saco de silicio y oración (comp. Jon. 3:5-9), pero, resuelto, a ir por un camino
contrario a Dios, proclamó banquete, fiesta y jolgorio. (B) A la crápula y la orgía añadió el sacrilegio (v. 2).
2. Pero Dios hizo que Belsasar quedase espantado y aterrado en medio de su orgía. Ha llegado en que se cumpla lo
dicho por Isaías: “Se pasmó mi corazón, el horror me ha intimidado; el crepúsculo de mis deseos se me volvió en
espanto” (Is. 21:4b).

(A) “En aquella misma hora aparecieron los dedos de una mano de hombre,
que escribía delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey veía la mano que escribía.”
“Entonces el rey palideció, y sus pensamientos se turbaron, se debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban una contra
la otra.” (Dn. 5:5, 6). No era la espada del ángel exterminador sino simplemente una pluma en la mano del que
escribía en la pared, aunque nadie supo quién era la persona cuya mano escribía. También nosotros vemos en la
naturaleza la obra de la mano de Dios, y en la Biblia la Escritura de la mano de Dios, y eso es bastante para
postrarnos en pavorosa adoración del Dios a quien no vemos. Si éste es el dedo de Dios, ¿qué será el brazo extendido
y el remangado?
(B) El rey fue inmediatamente presa del pánico (v. 6). Pero, ¿por qué este pánico? Sin duda su propia conciencia le
decía que no tenía por qué no tenía motivos para esperar buenas noticias. Dios puede hacer que tiemble el corazón
del pecador más endurecido, y no necesita sino turbarle los pensamientos.
(C) Son llamados (v. 7) Todos los sabios de Babilonia, para ver qué pueden decir del escrito que ha aparecido en la
pared. El que logre interpretar aquellos extraños caracteres será colmado de regalos y honores, entre los cuales
destaca ser nombrado el tercer señor del reino (el primero era el rey Nabónido, el segundo, su hijo Belsasar, que es
el que hace la promesa). Pero Belsasar queda decepcionado, pues (v. 8) “ninguno pudo descifrar la escritura ni
mostrar al rey su interpretación”. Todos, rey y magnates (v. 9), estaban consternados.

Versículos 10-29. Daniel interpreta la escritura

1. En este momento de apuro aparece en la sala del banquete (v. 10) la reina, es decir, la reina madre; con mayor
posibilidad la viuda de Nabucodonosor y abuela de Belsasar, más bien que la mujer de Nabónido, quien se hallaba
prisionero de Ciro en esos momentos.

19
Como sabemos por Ester 1:9, entre otros lugares, las mujeres tenían su banquete aparte de los hombres. Para
calmar la turbación de Belsasar y de los demás concejales, le aconseja llamar a Daniel, de que hace (vv. 11, 12)
elogios parecidos a los que solía tributar Nabucodonosor. Habla de Daniel muy honoríficamente, como de alguien en
que se había hallado (v. 11b) sabiduría semejante a la de los dioses. Era evidente que estaba inspirado por dioses,
por cuanto (v. 12) sabía interpretar sueños, descifrar enigmas y resolver dudas. La reina madre estaba segura (v. 12,
al final) de que Daniel le daría a Belsasar la interpretación del escrito en la pared.
2. Fue pues Daniel traído a la presencia del rey (v. 13), el cual le preguntaba con altivez: “¿eres tú aquel Daniel de los
hijos de la cautividad de Judá, que mi padre trajo de Judea?” No obstante la altivez de estas que expresiones
denotan, el reconoce (vv. 14-16) que ninguno de los sabios y astrólogos convocados ha podido mostrarle la
interpretación del asunto, y le promete las mismas recompensas que ha prometido a ellos si podían hacerlo.
Belsasar fue corregente con su padre; de modo que Daniel seguía a los reyes e autoridad.
3. La interpretación que Daniel dio de aquellos extraños signos no calmó de ningún modo los temores del rey. Daniel
era ya bastante entrado en años, mientras Belsasar era joven; por tanto, parece tomarse mayor libertad en hablarle
llana y rotundamente que la que había mostrado en ocasiones parecidas, cuando hablaba con Nabucodonosor.

1. El orden bíblico de monarcas en los días de Daniel es el siguiente:


1.1 Nabucodonosor (aprox. 604-562 a. C.) con quien comenzaron la cautividad de Judá y “los tiempos de los
gentiles”, y quien estableció el primero de los cuatro imperios mundiales (2:37-38b; 1:4).
1.2 Belsasar (aprox. 553-539 a. C.), el Bel-sar-usur de las inscripciones arqueológicas, hijo mayor de Nabónido y
corregente con su padre.
1.3 Darío de Media (aprox. 539 a. C.- “?”), 5:31; 6:1-27; 9:1. La historia secular espera más descubrimientos en
cuanto a Darío. Se supone que él fue Gobryas (Gubaru), un funcionario medo a quien Ciro nombró gobernador de
babilonia después de la conquista.
1,4 Ciro (aprox. 539-530 a. C.), cuyo ascenso al poder hizo que el imperio medo-persa surgiera en plenitud (2:39;
7:5). En los vv. 1-4 del cap. 8 el poder medo aparece como el menor de los dos cuernos del carnero; el poder persa
de Ciro, como el cuerno más alto que apareció en último lugar. Durante el gobierno de Ciro, cuyo nombre fue
mencionado más de un siglo antes de su nacimiento (Is. 44:28-45:4), comenzó el regreso a Palestina (Esd. 1:1-4).

Se supone, pues, a leer el escrito que tanta alarma estaba causando y a interpretarlo (v. 17). Comienza
menospreciando las recompensas que el rey ofrece; pues él no es de los que adivinan por dinero: “Tus dones sean
para ti –le dice al rey-, pues te van a durar muy poco, y da tus recompensas a otros”. También nosotros debemos
cumplir con nuestro deber, leer los escritos de Dios y dar su interpretación.

2. Refiere (VV. 18, 19) la forma en que se condujo Dios a el abuelo de Belsasar, el gran Nabucodonosor, la gran
dignidad y el enorme poder con que la Providencia le había favorecido. Su poder era tan fuerte que parecía
irresistible. Su autoridad tan absoluta que venía a ser incontrolable: “A quien quería mataba, y a quien quería
dejaba con vida, sin consideración a si eran inocentes o culpables las personas a las que así trataba; engrandecía a
quien quería, y a quien quería humillaba”.
3. También se refiere (vv. 20, 21) a los pecados de que había sido culpable Nabucodonosor, y con los que había
provocado a Dios contra él. La descripción misma de su poder (v. 19) ya insinuaba el abuso de ese poder. Pe4ro
mayor fue su pecado cuando (v. 20) su corazón se ensoberbeció, y su espíritu se endureció en su orgullo. Por lo cual,
Dios le infringió un tremendo correctivo, pues (v. 20b) fue depuesto del trono de su reino y despojado de su gloria,
pero no para quedar como simple ciudadano, sino (v. 21, repite casi a la letra 4:25) que “fue echado de entre los
hijos de los hombres, etc.” Un detalle que no había sido mencionado en el capítulo 4 es que “con los asnos monteses
fue su morada” (v. 21b).
4. Después de referir el pecado y castigo de Nabucodonosor, Daniel presenta los cargos contra el propio Belsasar.
(A) A pesar de conocer (v. 22) todo eso, es decir, todo lo que le había sucedido a su abuelo Nabucodonosor, Belsasar
no se había humillado. No había recibido el aviso que contenía el castigo de Dios a Nabucodonosor; no había
escarmentado en cabeza ajena.
(B) Había enfrentado al Dios verdadero con mayor desvergüenza que la su abuelo, como atestiguaba la orgía de
aquella noche (v. 23). “Te has ensoberbecido contra el Señor del cielo, has profanado los vasos de Su casa, y has
convertido en instrumentos de tu iniquidad los utensilios del santuario de Israel”.
(C) También había afrentado a Dios, al dar alabanza (v. 23b) a dioses de plata y oro, de bronce, de hierro, de madera
y de piedra (¡nótese el descenso gradual de “categoría” en el material de los dioses!), que ni ven, ni oyen, ni saben,
como si hubiesen de ser preferidos al Dios vivo y verdadero, que ve, oye, y sabe todo.

20
(D) Finalmente, había errado en el fin último de su vida, “pues no has dado gloria –le dice (v. 23, al final-) al Dios está
tu vida y todos tus caminos” (lit.). “Entonces (v. 24); precisamente cuando tú has llegado a tal colmo de impiedad
como para atropellar las cosas más sagradas; entonces, cuando tú estabas en medio de tu banquete sacrílego e
idolátrico, entonces fue enviada de Su presencia, de la presencia de Dios, la mano que trazó esta escritura. Y (v. 25)
la escritura que trazó es: MeNÉ, MeNÉ, TeQEL y PARSÍN”. Las versiones antiguas, incluida la Reina-Valera de
11977, escribían la última de esas cuatro palabras “UPARSÍN”, pero la “u” de esa palabra es simplemente una
conjunción copulativa “y”. Daniel da a continuación la interpretación de la palabra:
(A) “Ésta es (v. 26) la interpretación del asunto (es decir, el mensaje):
MeNÉ: contó Dios tu reino, y le ha puesto fin”. Como mené es la forma nominal del verbo maná, que significa contar
completamente, hasta el fin, el vocablo significa el número al que se le pone fin; por eso (es probable) aparece
repetido dicho vocablo, o bien para que haya énfasis. La aplicación es clara; Dios ha contado los días del reinado de
Belsasar y les ha puesto fin. Ha dicho “¡Basta!”.
(B) TeQEL: Has sido pesado en la balanza (v. 27) y has sido hallado falto de peso”. El vocablo teqel es la forma
nominal del verbo arameo taqal, que significa pesar. En las alabanzas de Dios, Belsasar ha sido hallado falto de peso,
demasiado ligero (como indica el verbo hebreo afín al arameo). Hay un peso malo, que oprime como el plomo e
impide correr la carrera de la fe; es el pecado (He. 12:1); pero hay otro peso bueno que vale más que el oro y ayuda
a volar hasta el cielo; es un peso de gloria (2 Co. 4:17). Belsasar pesaba mucho en la balanza del pecado; pero no
pesaba nada en la balanza de la virtud. Por aquí vemos que Dios no pronuncia Su juicio contra Belsasar hasta que ha
pesado sus acciones y ha considerado los méritos de su caso.
(C) “PERÉS. Tu reino ha sido dividido, y dado a los medos y persas (v 28) como un botín para ser repartido entre
ambos. El vocablo perés es la forma nominal del verbo parás, que significa dividir. Su significado es, pues, división, y
es singular de parsín, según aparece en el versículo 25, al final. La diferencia según este traductor se explica de la
manera siguiente: En el versículo 25 el vocablo está en plural porque el reparto es doble; el reino va a ser entregado
a los medos y a los persas. En el versículo 28 usa el singular: (a) porque los medos y los persas son mencionados
explícitamente; (b) para que el juego de palabras resulte más relevante, ya que, en lugar de parsay, persas, usa
parás, Persia, con lo que el parecido con perés, división, salta mejor a la vista.
6. Belsasar quedó lo bastante convencido por su propia conciencia de la racionalidad de todo lo que Daniel Había
dicho, por lo que concedió a Daniel la recompensa que le había prometido (v. 29):”Entonces mandó a vestir a Daniel
de púrpura, y poner en su cuello un collar de oro, y proclamar que él era el tercer señor del reino”. Daniel fue
convertido en el tercer hombre del reino (véase vv. 7 y 16) porque Nabónido, el último rey de Babilonia, había
elevado a su hijo Belsasar a la corregencia del reino en Babilonia, mientras el residía en Tema, Arabia. Si aceptó
Daniel el agasajo, quizá fue por no disgustar más innecesariamente al que ya era “reo en capilla”, a quien se le suele
conceder su última voluntad.

Versículos 30-31

“Esa misma noche fue muerto Belsasar rey de los caldeos. Y Darío de Persia tomó el reino siendo de sesenta y dos
años.” V. 31 En arameo, recibió. Darío probablemente fue hecho rey durante el gobierno de Ciro, el “rey de reyes”
persa (comp. 9:1).

1. La muerte del rey. Los historiadores paganos dicen que Ciro tomó Babilonia por sorpresa, con ayuda de los
desertores que le mostraron el mejor camino para entrar en la ciudad.

2. El reino fue entregado a otras manos. Desde la cabeza de oro descendamos


ahora al pecho y los brazos de plata. Darío el medo se apoderó del reino en consorcio con Ciro y con su
consentimiento, pues Ciro fue, el que se apoderó de la ciudad. La Biblia específica (v. 31) que Darío era de sesenta y
dos años de edad cuando tomó el reino. De la identidad de este monarca hablaremos en el capítulo siguiente.

21
Capítulo 6
Daniel en tiempos de Darío

Daniel selecciona los episodios históricos que mejor sirven para confirmar nuestra fe en Dios. Según alusión de
Hebreos 11:33, Daniel, por fe, fue de los que “taparon bocas de leones”, aunque dicha alusión se aplica mejor a
Sansón (jue. 14:5, 6) y a David (1 S. 17:34-36).

Los tres compañeros de Daniel fueron arrojados al horno de fuego encendido por negarse a cometer un pecado, y
salieron de allí ilesos y con gran poder y honor. Daniel fue arrojado al foso de los leones por no omitir un deber.

I. Daniel es de nuevo promovido al más alto cargo del reino después del rey (vv. 1-3).II. La envidia de sus enemigos
trama un plan contra él y logran ellos un edicto del rey con la que puedan solapadamente obtener la muerte de
Daniel (vv. 4-9). III. A pesar de que el edicto del rey le era desfavorable y él lo conocía, Daniel persiste con toda
constancia en sus oraciones diarias (v. 10). IV. Se informa al rey de que Daniel ha contravenido su edicto y es echado
al foso de los leones (vv. 11-17). V. Es milagrosamente preservado de la muerte (vv. 18-23). VI. Son entonces
arrojados al foso de los leones sus acusadores y allí son destruidos juntamente con sus familias (v. 24). VII. Darío da
entonces un decreto en honor del Dios de Daniel; y el capítulo termina con el informe de la subsiguiente prosperidad
de Daniel durante el reinado de Darío y Ciro (vv. 25-28).

Versículos 1-5 Gobernadores y sátrapas conspiran contra Daniel.

Mucho se ha escrito acerca de la identidad de Darío de 5:31, que es el mismo capítulo presente y en 11:1. En espera
de futuras investigaciones que logren aclarar el asunto, la opinión más probable –a juicio de este traductor (y de
otros autores) –es que Darío es un segundo nombre de Gubaru, a quien Ciro puso por gobernador en Babilonia al
capturar la ciudad. Sin detenernos más en este asunto, pasamos a ver lo que Daniel nos dice en eta porción.

1. Lo primero que vemos en su promoción al más alto cargo del gabinete gubernamental. Darío nombró (v. 1)
sátrapas o gobernadores de provincia (en tiempos de Ester habían ascendido a 127 –v. Est. 1:1). Sobre ellos (v. 2)
estableció un triunvirato, “tres ministros (lit. Presidentes) a quienes habían de rendir cuentas los sátrapas, para que
el rey no saliera perjudicado”. Dice Alonzo Díaz: “El daño que no debía sufrir el rey sin duda en materia de tributos”.
De los tres presidentes del gobierno de la nación, Daniel era superior, es decir, descollaba, no sólo sobre los sátrapas
sino también sobre los otros presidentes, pues había en él un espíritu superior. Así el rey pensó en (esto es, proyectó)
ponerlo sobre todo el reino.
2. Varias circunstancias parecían estar contra Daniel: (A) había ocupado el cargo de primer ministro en el régimen
caído (quizá sólo durante el reinado de Nabucodonosor, no de sus sucesores). (B) Era nativo de un reino extranjero,
de un reino destruido, y además, había sido deportado a Babilonia como cautico. (C) Por otra parte, Daniel tenía
ahora unos 85 años; ¡demasiado viejo para para los menesteres de primer ministro de la nación! Pero el rey Darío no
lo halló tan viejo como para no poder gobernar el timón del Estado y, sobre todo, se percató pronto que había en él
algo extraordinario, pues lo halló sabio, prudente y virtuoso sin tacha (v. 4); y aun probablemente había oído que era
inspirado por dioses. Por lo tanto, proyectó hacer de él como su mano derecha.
3. Los sátrapas y los otros dos presidentes comenzaron a tenerle envidia, pues veían que era el favorito del rey. La
causa de la envidia es alguna cosa buena, pero el efecto de la envidia siempre es el mal. Los que envidiaban a Daniel
no se conformaban con ningún otro mal sino con su ruina total. Así que se pusieron a espiarle (v. 4): “ buscaban
ocasión para acusar a Daniel en lo tocante a la administración del reino”. Al fin, concluyeron que no podían hallar
nada de que acusarle, a no ser (v. 5, al final) en relación con la ley de su Dios. Parece ser que Daniel no se veía
obligado a seguir la religión del Estado, sino que era libre para seguir con sus devociones propias de un piadoso
judío, sin que ello le incapacitase para ocupar los más altos puestos de gobierno de la nación.

22
Versículos 6-10

Fue pues, en esta materia religiosa donde los enemigos de Daniel pensaron cazarlo en una trampa y, para ello,
obtuvieron del rey un edicto cuya violación le costaría la vida a Daniel.
1. Aunque fueron los enemigos de Daniel los que obtuvieron el edicto, Darío no queda por ello exento de culpa: Es
su edicto, y es un impío e injusto edicto; impío contra Dios; injusto, contra Daniel.
(A) Le dicen al rey (v. 7) que el consentimiento unánime de todos los dignatarios del reino está a favor de que se
promulgue un edicto real, y que el rey lo confirme, para que (v. 8) no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media
y Persia, la cual no puede ser abrogada.
(B) El edicto había de prohibir (v. 7b) que, por espacio de 30 días e hiciese ninguna petición (esto es, oración de
súplica) a cualquier dios u hombre fuera del propio Darío, bajo pena de ser echado en el foso de los leones.
(C) Resulta difícil cuál de los dos crímenes es más abominable, si el de los enemigos de Daniel al adular a Darío hasta
el punto de obtener de él la prohibición de hacer peticiones a cualquier dios u hombre fuera de él, o el propio Darío
al promulgar y confirmar un edicto en ese sentido, por el cual, estrictamente hablando, hasta se prohibía a los hijos
pedir pan a los padres, y a los mendigos pedir limosna a los acaudalados.
(D) Nótese la astuta malicia de los enemigos de Daniel. Hacen el ruego de la forma más gentil posible, y más lisonjera
para el propio rey, porque si hubieren propuesto a Darío que prohibiese a los judíos adorar a Dios, es muy
improbable que el rey hubiese consentido en ello, pues habría visto en seguida que se trataba de cazar a Daniel, a
quien tanto estimaba.
(E) Pero todavía es más de notar, y en extremo sorprendente, que Darío promulgase tal edicto. Prohibir la oración
por 30 días equivale a robarle a Dios todo tributo que merece de parte del hombre, y al hombre todo consuelo y
ayuda que puede obtener de Dios. ¿Qué hará todo hombre piadoso, cuando se encuentre en un aprieto, si no puede
recurrir a su Dios en busca de ayuda? ¿Y qué decir de los propios súbditos no judíos de su Estado? ¿Tampoco podían
hacer ninguna petición a sus dioses? ¡Tampoco, según este edicto! Eso era convertir a Darío en el único dios, con
agravante de que no era omnipotente, por lo que de poco serviría a la nación tener tal protector. Ni siquiera
Nabucodonosor, en sus días de mayor altivez, se había atrevido a tanto. Sin duda que Darío fue, en este asunto,
inconsciente e irresponsable, lo cual no disminuye su culpabilidad.
2. Daniel desobedeció el decreto del rey (v. 10), no por falta de respeto al príncipe, sino por la necesaria devoción a
su Dios (comp. Hch. 4:19; 5:29). Tampoco se retiró a otro lugar del país, pues sabía que era ésta una buena
oportunidad para honrar a su Dios delante de los hombres.
(A) Daniel entró a su casa, que para él era un hogar sagrado, una casa de oración, como debería serlo todo hogar
cristiano. Dondequiera tenemos una tienda de campaña, Dios ha de tener un altar donde ofrecerle sacrificios
espirituales.
(B) Daniel, por lo que aquí se ve, oraba con las ventanas abiertas, las que daban hacia Jerusalén. Cuando se enteró
del edicto no cerró las ventanas, como lo habrían hecho otros para disimular (aunque siguiesen orando), sino que las
abrió de par en par, como lo solía hacer antes.
(C) Nótese también otros detalles de su devoción: (a) Oraba de rodillas, una de las más reverentes y más olvidadas
en nuestros días. Oraba tres veces al día, como buen judío. Buena cosa es tener nuestras horas fijas de oración, no
para atar la conciencia, sino para habituarla. (c) Oraba y daba gracias delante de su Dios, pues en toda oración
debemos alabar y dar gracias a Dios (v. 10). La gratitud es aprecio y estímulo de la generosidad. (d) Oraba mirando
hacia Jerusalén, la ciudad santa, aunque ahora se hallaba en ruinas, a fin de mostrar el efecto que tenía a sus piedras
y al polvo de ella (Sl. 102:14). ¡Cuánto más deberíamos mirar nosotros al cielo, donde está la Jerusalén de arriba, la
cual es madre de todos nosotros! (Gá. 4:26).

Versículos 11-17 Daniel persiste en la oración.

1. Los enemigos de Daniel se juntaron tumultuosamente (lit.) para espiar a Daniel y, como suponían, lo hallaron
orando y rogando su Dios. Sabían, sin duda, cuáles eran las horas de oración de Daniel y vinieron en grupo, y
acordaron de antemano el lugar desde el que le habían de espiar.
2. Sin perder tiempo (v. 12), se presentaron ante el rey. En primer lugar, le refrescaron la memoria con respecto al
edicto que había promulgado, de forma que no pudiese negar que lo había hecho. El rey, sin sospechar la intención
de ellos, responde que así es: el edicto dice lo que ellos preguntan.
3 ¡Con qué alegría recibían ellos las palabras del rey! Ahora no hay escape para Daniel. Veamos (v. 13) cómo pintan
su caso: (A) “Daniel, uno de los deportados (lit. De los hijos del exilio) de Judá… Como si dijesen: “Es uno de los
cautivos, de los prisioneros de guerra, de Judá, un forastero despreciable, que no tiene sino el favor del rey le ha
concedido”.
23
(b) “Y a pesar de eso, no te respeta a ti, oh rey, ni acata el edicto que confirmaste…” Como si dijesen: “¡Es un gran
agravio personal para ti, que ere el soberano de la nación!” (C)”. NO dicen: “Hace su oración a su Dios”, “…sino que
tres veces al día hace su oración” No dicen: “Hace su oración a su Dios”, no fuese que Darío viese en ello una
alabanza a Daniel por su fidelidad religiosa; sino: “hace su oración”, que era lo que el edicto prohibía.
4. “Cuando el rey oyó el asunto (v. 14), se llevó un gran disgusto.” Se dio cuenta en seguida de que lo que estos
envidiosos le decían no era por honrarle a él, sino por odio y desprecio a Daniel. Así que resolvió librar a Daniel; y
hasta la puesta del sol estuvo haciendo esfuerzos por libarle. Dice Walvoord: “En vez de enfadarse con Daniel, como
había hecho Nabucodonosor con los compañeros de Daniel en el capítulo 3, el rey mismo se dio cuenta que él había
cometido un error e intentó, por todos los medios legales, hallar una escapatoria con la que pudiera ser librado
Daniel”.
5. Los demandantes exigían sentencia de condenación contra Daniel (v. 15). No sabemos lo que dijo Daniel. El rey
mismo abogaba a su favor, pero los demandantes insistieron en que tenía que cumplirse el edicto. Así que, en contra
de su conciencia y repugnándole de un modo extraordinario, el rey firmó el decreto de ejecución. Daniel, aquel
piadoso y venerable anciano, que llevaba en su rostro una mezcla de majestad y dulzura, fue echado al foso de los
leones (v. 16), únicamente por rendir a su Dios el culto que se le debe. Para asegurar que ningún ser humano pudiera
interferir y salvar a Daniel ni para que se hiciese otro daño que el que los leones podían hacerle, el cual suponía que
sería suficiente, se tapó la boca de la fosa con una piedra, y el rey y sus dignatarios (v. 17) la sellaron con sus
respectivos anillos. Estos fosos, como se podían ver recientemente en Marruecos, tenían una puerta por la que tanto
los guardianes como los leones, podían entrar cuando no estaba tapada por la piedra. Pero además, había una
abertura en el techo del foso, lo cual explica que Darío pudiese conversar con Daniel aun antes de retirar la piedra de
entrada.
6. Antes de que fuese arrojado al foso, el rey (v. 16b) le animó y le dijo: “El Dios tuyo a quien tu continuamente
sirves, él te libre.” (lit. –aunque es más probable que haya que traducirse por optativo-: “ Él te libre”). Deja, pues, en
manos del Dios de Daniel el curso de la acción, aunque desea vehementemente que, efectivamente, Dios le libre de
la boca de los leones. Con eso vindica implícitamente la inocencia de Daniel y reconoce que el único motivo del
castigo que se le impone es haber sido fiel en la devoción a su Dios.

Versículos 18-24

1. La melancólica noche que el rey pasó por causa de Daniel (v. 18). No podía perdonarse a sí mismo el error que
había cometido por no haber sido cauto y haber dado a los enemigos de Daniel la oportunidad de cumplir el complot
que habían tramado contra él. No quiso cenar, sino que se acostó en ayunos y en vela y no permitió diversiones, que
es lo que literalmente significa el vocablo arameo dajawán; es decir, música o concubinas, o ambas cosas.
2. La temprana investigación que hizo el rey con respecto a Daniel en la mañana siguiente (vv. 19, 20): “Se levantó
muy de mañana y fue apresuradamente al foso de los leones.” Llegado allá (v. 20), el rey le gritó a Daniel con voz
triste: “Daniel, siervo del Dios viviente, ¿ha podido tu Dios, al que tu sirves con perseverancia, librarte de los
leones?” (lit., si tenemos en cuenta que la sintaxis castellana exige una colocación de las palabras diferente a la
hebrea y la aramea). Esta pregunta confirma lo dicho sobre el versículo 16 –el verbo tenía sentido optativo.
3. ¡Cuál no sería el gozo del rey al oír la voz de Daniel! Allí en el foso de los leones, estaba él (vv. 21, 22), pero estaba
vivo, seguro, sano y salvo, sin haber sufrido ningún daño de unos leones a los que no se les había echado ningún otro
alimento. Daniel reconoció la voz del rey y le respondió con el saludo cortés que se le daba al soberano (v. 21): “¡ Oh,
rey, vive para siempre!” No le reprocha el haber mandado que le arrojasen al foso, sino que le ha perdonado de todo
corazón. El informe de Daniel al rey es como un himno triunfal: (A) Dios ha hecho un milagro para preservarle la vida.
(v. 22).

“Mi Dios envió a su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me
hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh, rey yo no he hecho nada malo.”
“Mi Dios –dice-, al que reconozco por mío, y él me reconoce por Suyo, envió a su ángel.
24
Probablemente el que fue visto en la forma de un hijo de los dioses con los tres compañeros de Daniel en el horno de
fuego encendido (3:25), visto también por Daniel y cerró la boca de los leones, es decir, les quitó el apetito y les dio
respeto a su Siervo, para que no me hiciesen daño”. Véase como cuida Dios a sus fieles adoradores y servidores,
pues llega a cerrar la boca de los leones para que no les haga ningún daño.
(B) Daniel había sido difamado ante el rey como si fuese desafecto al soberano (v. 13) y a su gobierno, pero él
asegura (v. 22b) no sólo al soberano (v.13) y a su gobierno, pero él asegura (v. 22b) no sólo no haber sido hallado
inocente ante Dios, sino también no haber hecho nada malo contra el rey. Cuando le llevaron ante el rey, no dijo
nada para vindicar su inocencia, sino dejó a Dios establecer su integridad. Y así lo hizo Dios, quien le preservó la vida
mediante un gran milagro.
4. El rey, regocijado al ver sano y salvo a Daniel (v. 23) mandó sacarle del foso. Sus demandantes no tienen más que
reconocer que el edicto se ha cumplido y que la ley ha quedado satisfecha, aunque ellos no lo están. Ya no puede
presentarse ningún alegato para que Daniel sea sacado de su confinamiento.
5. Como en el libro de Ester, el castigo recae ahora (v. 24) sobre los enemigos mismos de Daniel, quienes habían
torcido la justicia al obligar al rey a dar un edicto por el que se condenaba a muerte a un varón sabio y piadoso por el
único delito de ser fiel a sus deberes para con el único Dios verdadero. Darío se anima ahora con este milagro que
Dios ha obrado a favor de Daniel y comienza a ser valiente y actuar como compete a un soberano dueño de sus
acciones. “Y dio orden el rey, y fueron traídos aquellos hombres que habían acusado a Daniel, y fueron echados en el
foso de los leones ellos, sus hijos y sus mujeres; y aún no habían llegado al fondo del foso, cuando los leones se
apoderaron de ellos y quebraron todos sus huesos”.

Versículos 25-28 El decreto de Darío

Aquí Darío hace lo posible por enmendar el deshonor que ha causado tanto a Daniel como al Dios de Daniel.
1. Da honor a Dios, publica un decreto por el que se ordena a todos los súbditos del reino (v. 26) que “ teman y
tiemblen ante el Dios de Daniel, etc.” Este decreto va más lejos que el de Nabucodonosor, en el que se prohibía
hablar de Dios sin respeto (v. 3:29, mientras que en el de Darío manda que todos teman y tiemblen en la presencia
de Dios. Pero también el decreto de Darío se queda corto, porque, si hubiese estado realmente convicto de pecado y
se hubiese sentido necesitado de salvación, no sólo hubiese mandado que temiesen y temblasen ante la presencia
de Dios, sino también qu e le amasen y pusieren su confianza en él, y abandonasen el culto a los ídolos, para servir
únicamente al Dios verdadero (comp. 1 Tes. 1:9), comenzando por sí mismo. Razones no le faltaban, al comparar sus
frases de la segunda parte del versículo 26 y las del versículo 27 con otros lugares bíblicos como los versículo 26 20;
2:44; 4:2, 3, 34, 7:14, 27; Sl. 93:1, 2; Os 1:10, Ml. 3:6; Lc. 1:33; Ro. 9:26.
2. Aunque no se habla de honores o regalos específicos que Darío otorgan después a Daniel, es suficiente lo que
leemos en el versículo 28 para estar seguros de que fue promovido a los cargos más altos. Dice Carballosa: “El verbo
prosperar (ZELEJ) es usado en 3:30 donde se traduce “engrandeció”. De modo que no tan solamente Daniel sirvió
en el gobierno de Darío, sino que fue prosperado y engrandecido.
La ida tal vez sea que fue tenido estima que antes de haber sido echado al foso de los leones. Contra los que
sostienen que “Darío y Ciro era la misma persona”, al tratar de hallar incluso alguna evidencia gramatical del
versículo 28, opinamos, con el mismo Carballosa, que “estos dos reyes gobernaron simultáneamente, aunque Darío
estaba supeditado a la autoridad de Ciro”: La razón es fácil de deducir: Ciro, el persa, era el que llevaba la voz
cantante, como general en jefe, en la guerra contra el rey caldeo Nabónido y su hijo regente Belsasar, así como en la
conquista de Babilonia, pero como dice el texto bíblico (5:28), “tu reino ha sido roto , y dado a los medos y a los
persas”. Luego, con 5:31, se integran dos cosas: (1) Contrapesar el papel de protagonista que el texto sagrado suele
dar, en Esdras, Isaías, etc., a Ciro; (2) Dar a entender que Darío tomó posesión del reino con el consentimiento de
Ciro y bajo su mano supremo. Quizás era un honor que Ciro quería tributar a su colega más anciano.

Capítulo 7
Daniel y su visión de las cuatro bestias
Los seis primeros capítulos de Daniel son históricos; entramos ahora en los seis últimos, que son proféticos y en los
que hallaremos “algunas cosas difíciles de entender” no en todas se podrá dogmatizar, pero en todas se podrá sacar
provecho espiritual. “Casi en todas sus epístolas, hablando de ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas
difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia
perdición.” (2 P. 3:16).
25
Ya que el antídoto de Pedro para inocular contra las enseñanzas heréticas de la apostasía (y el ecumenismo) es la
palabra santa dicha por los profetas de Antiguo Testamento y los apóstoles del Nuevo Testamento, él no puede
pasar por alto los escritos del apóstol Pablo, los cuales son la parte más grande de las enseñanzas de los apóstoles
para la constitución del Nuevo Testamento. Pedro se ha referido repetidamente en ambas de sus epístolas a los
profetas del Antiguo Testamento (1 P. 1:9-12; 2 P. 1:12-21; 3:2). Ahora él se refiere al apóstol Pablo en la forma más
fuerte, diciendo que Pablo en todos sus escritos habla algunas cosas difíciles de comprender, referentes a las cosas
de las cuales Pedro habla en su escrito, y torcer los escritos de Pablo es equivalente a torcer las Escrituras como lo
hacen los herejes (Roma y el ecumenismo), resultando en destrucción, es decir, en ser juzgados por el Señor en Su
regreso. Esta es una advertencia fuerte para ambos, los creyentes y los herejes en la apostasía.
En sus dos epístolas de solamente ocho capítulos Pedro ha cubierto la economía de Dios entera, desde la eternidad
pasada ates de la fundación del mundo (1 P. 1:2, 20) a los nuevos Cielos y a la tierra en la eternidad futura (2 P. 3:13).
El cual revela las cosas cruciales relacionadas a la economía de Dios, las cuales los profetas profetizaron y los
apóstoles predicaron (1 P. 1:10-12), desde cuatro aspectos como sigue:

(1) Desde el lado del Dios Triuno:

Dios el Padre ha escogido un pueblo en la eternidad de acuerdo a Su presencia (1 P. 1:1-2; 2:9) y lo ha llamado a su
gloria (1 P. 5:10); 2 P. 1:3). Cristo, previsto por Dios antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los
últimos tiempos, ha redimido al pueblo escogido de Dios (1P. 1:18-19, 2) por su muerte vicaria (1 P. 1:24; 3:18) por
medio de su resurrección en la vida y su ascensión en poder (1 P. 1:3; 3-21-22). El espíritu enviado desde el cielo, ha
santificado y purificado a aquellos a quienes Cristo ha redimido (1 P. 1:2, 22; 4:14). (Los ángeles anhelan mirar estas
cosas, 1 P. 1:12). El poder divino del Dios Triuno los ha provisto con todas las cosas relacionadas a la vida y la piedad
(2 P. 1:3-4), guardándolos hacia la salvación plena (1 P. 1:5). Dios también disciplina (1 P 5:6) por algunos de Sus
varios juicios gubernamentales (1 P. 1:17; 2:23; 4:5, 6, 17:2 P. 2:3, 4, 9; 3:7), y Él los perfeccionará y establecerá,
fortalecerá y fundará por Su toda gracia (1 P. 5:10). El Señor es longánime hacia ellos para que todos puedan tener la
oportunidad de arrepentirse para salvación (2 P. 2:9, 15). Luego, Cristo aparecerá en gloria con Su salvación plena
para Sus amados (1 P. 1:5, 7-9, 13; 4:23; 5:4).

(2) Desde el lado de los creyentes:

Los creyentes, como posesión de Dios, han sido escogidos por Dios (1 P. 1:122), llamados por Su gloria y virtud (1 P.
2:9; 3:9; 2P. 1:10), redimidos por Cristo (1 P. 1:3, 23) y salvos a través de la sangre y resurrección de Cristo (1 P.
3:21). Ellos ahora están siendo guardados por el poder de Dios (1 p. 1:5), purificados para amarse unos a otros (1 P.
1:22), desarrollando las virtudes espirituales en vida (2 P. 1:5-8) y siendo transformados y edificados en una casa
espiritual, un sacerdocio santo para servir a Dios, el real sacerdocio, la nación santa, un pueblo escogido peculiar
para Su posesión privada para expresar Sus virtudes (1 P. 2:9), siendo disciplinados por Su juicio gubernamental (1 P.
1:17; 2:19-21; 3:9, 14, 17; 4:6, 12-19; 5:6, 9), viviendo una vida santa y piadosa excelente y piadosa para glorificarlo
(1 P. 1:15; 2:12; 3:1-2), ministrando como buenos mayordomos de Su variada gracia para Su glorificación por medio
de Su variada gracia para su glorificación por medio de Cristo (1 P. 1:13; 2 P. 3:12) para ser suplidos ricamente con
una entrada al reino eterno (2P. 1:11). Ellos están esperando además los nuevos cielos y la nueva tierra. Con la
justicia de Dios por la eternidad (2P. 3:13), y están creciendo continuamente en el conocimiento y en la gracia de
nuestro Señor Yashua (2P. 3:18).

(3) Desde el lado de Satanás:

Satanás es el adversario de los creyentes, el Diablo, que como un león rugiente anda alrededor, buscando a quien
devorar (1P. 5:8).

(4) Desde el lado del Universo:

Los ángeles caídos fueron condenados para el juicio eterno (2P. 2:4); el antiguo impío destruido por un diluvio (2P.
2:5; 3:6); las ciudades impías fueron reducidas a cenizas (2P. 2:6); los maestros falsos y los burladores heréticos en el
ecumenismo, la teología de la “Prosperidad” y la apostasía, y la humanidad viva serán todos juzgados para
destrucción.

26
(2P 2:1- 9-10, 12; 3:3-4, 7; 1P. 4:5); los cielos y la tierra serán quemados 2P. 3:7, 10, 11); y todos los hombres
muertos y los demonios serán juzgados (1.P. 4:5). Entonces los nuevos cielos y la nueva tierra vendrán como un
nuevo universo, en la cual la justicia de Dios habitará por la eternidad (2P. 3:13).
Pablo en sus escritos también habla de “estas cosas” (excepto los nuevos cielos y la nueva tierra). Por eso, Pedro se
refiere a los escritos de Pablo para reforzar sus escritos, especialmente al juicio gubernamental y disciplinario de
Dios sobre los creyentes.
Pablo también enfatiza fuerte y repetidamente este asunto en sus escritos (1 Co. 11:30-32; He. 12:5-11; 2:3; 4:1; 6:8;
10:27-31; 39; 12-29; 1 Co. 3-13-15; 4:4-5; 2 Co. 5:10; Ro. 14:10). Esta debe ser la razón por la cual Pedro recomienda
altamente los escritos de Pablo.
¡Qué belleza y excelencia hay en eta recomendación! Aunque los corintios intentaron dividir Pedro y Pablo, según su
preferencia divisiva (1 Co. 1:11-12), Pedro recomienda a Pablo, diciendo que él enseña “estas cosas” como él lo hace,
y que los escritos de Pablo no deben ser torcidos, sino que deben ser considerados como “el resto de las Escrituras”
y reciban el mismo respeto que el Antiguo Testamento. Que Pedro haga tal recomendación es una gran cosa, porque
él fue reprendido por Pablo en su rostro respecto a la fe del Nuevo testamento (Gá. 2:11-21). Esto indica que Pedro
fue valiente en admitir que los apóstoles primitivos, como Juan, Pablo, y él mismo, aunque su estilo, la terminología,
la expresión, los aspectos de sus visiones y las presentaciones de sus enseñanzas, diferían unos de otros,
participaban en el mismo y único ministerio, el ministerio del Nuevo Testamento (2 Co. 3:8-9; 4:1). Tal ministerio
ministra a la gente, como su foco, al Cristo todo-inclusivo como la incorporación del Dios Triuno, quien, después de
pasar por el proceso de la encarnación, el vivir humano, la crucifixión, la resurrección y la ascensión, se dispensa a Sí
mismo por medio de la redención de Cristo y por la operación del Espíritu Santo a Su pueblo redimido como su única
porción de vida, provisión de vida, y el todo, para la edificación de la Iglesia como cuerpo de Cristo, el cual
consumará en la expresión plena, la plenitud, del Dios Triuno, de acuerdo al propósito eterno del Padre.
Esto indica que los burladores (v. 3) y sus seguidores deben haber torcido, y no solamente ignorado (v. 5), las
Escrituras y las enseñanzas de los apóstoles.

En este Capítulo 7 de Daniel Tenemos: I. La visión que tuvo Daniel de Cuatro


bestias (vv. 1-8), II. Su visión del trono de Dios, trono de gobierno y de juicio (vv. 9-14). III. La interpretación de estas
visiones (vv. 15-28).
“Daniel dijo: miraba yo en mi visión de noche, y he aquí que los cuatro vientos del cielo irrumpieron10 en el gran
mar. Y cuatro bestias grandes, diferentes una de la otra, subían del mar 11” (Dn. 7:2-3).

Versículos 1-8. Cuatro Imperios Mundiales

1. La fecha de esta visión (v. 1) es anterior a los sucesos del capítulo 5, que es el último año de Belsasar, y a los del
capítulo 6, que es el primer año de Darío. El texto sagrado dice explícitamente que esta visión ocurrió el primer año
de Belsasar, es decir el año 553 a. C. y, por tanto, catorce años antes de la caída de Babilonia.
2. Las circunstancias de la visión (v. 1b) “tuvo Daniel un sueño, y visiones de su cabeza (lit., esto es, su cerebro)
mientras estaba en su lecho, es decir cuando estaba durmiendo. Dios revela a veces sus secretos “cuando el sueño
cae sobre los hombres” (Job 33:15). Y, cuando despertó, escribió el sueño, medida muy prudente, pues los sueños
suelen desvanecerse rápidamente de la mente, y relató lo principal del asunto, con lo que este quedó registrado
para la posteridad, sino incorporado en las Escrituras, como era la voluntad de Dios por lo importante de su
contenido.

27
3. La visión misma.

10
“Combatían”. RV-1960
11
“Mar” en la simbología de la Escritura es símbolo de masas humanas no organizadas (Is. 60:5; Mt. 13:47; Lc. 21:25; Ap.13:1).
(A) observó 8v. 2b) que los cuatro vientos del cielo irrumpieron en el gran mar. El verbo arameo meguiján tiene una
variedad de significados, en castellano refleja bien el sentido de “romper” o “estallar” de repente sobre el mar. El
mar y el gran mar, es una metáfora que designa la muchedumbre de los hombres paganos (v. Ap. 17:15 y, a su luz,
Ap. 13:1). El versículo 17, en efecto, dice que “estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que se levantarán en la
TIERRA”, por donde se ve el sentido figurado de “mar”.
(B) “Vio salir cuatro bestias grandes (v. 3), diferentes la una de la otra”. La visión de Nabucodonosor sobre los
distintos imperios (cap. 2) comprende el mismo orden de cumplimiento que la visión de las bestias que tuvo Daniel,
pero con la siguiente diferencia: Nabucodonosor vio el imponente poder extremo y el esplendor de “los tiempos de
los gentiles” (Lc. 21:24); comp. Que las bestias no salieron del mar todas a la vez Ap. 16:19, mientras Daniel vio el
verdadero carácter del gobierno mundial gentil como rapaz y belicoso, establecido y mantenido por la fuerza. Es
notable que las insignias heráldicas de las naciones gentiles sean todas bestias o aves de rapiña. A ser en realidad
seres humanos que, a su vez, personifican reinos (vv. 17, 18), la notada diferencia de estas bestias denota los
diferentes genios de los diversos países, pueblos y culturas.
(C) La primera bestia (v. 4) era como un león, y corresponde a la cabeza de oro de la estatua del capítulo 2 (v. 2:37, 38
y comp. con todo el cap. 4). Simboliza, pues, la monarquía caldea en todo su apogeo en tiempos de Nabucodonosor.
Además de la majestad y la grandeza del león, vemos que tenía, alas de águila, lo que representa la rapidez con que
dicho monarca conquistaba las naciones. El hecho de que Daniel vio que le fueron arrancadas las alas y levantada
del suelo apunta claramente a la experiencia de Nabucodonosor en 4:29-37, la cual le obligó a concluir que no era un
semidiós, sino un hombre como los demás.

(D) La segunda bestia (v. 5) era semejante a un oso, un animal fuerte, pero más pesado que el león y no tan fuerte
como él. “Tenía tres costillas entre los dientes… “. De este oso se dice que (V. 5) que se alzaba más de un costado
que otro, para indicar la preponderancia que, a sazón, había adquirido Persia sobre media (comp. 8:3). Esta es una
posible referencia al triple señorío del segundo imperio, Media, Persia, Babilonia. Las tres costillas también indican la
voracidad medo-persa (comp. con 8:3b) en absorber nuevos territorios, pero sin poder “digerirlos”. Corresponden al
pecho y los brazos de plata en la estatua del capítulo 2.

(E) La tercera bestia (v. 6) era semejante a un leopardo, animal que se distingue por su rapidez, su astucia y su
crueldad, y representa la monarquía griega en su apogeo bajo Alejandro Magno. Las alas de ave en sus espaldas
representan la misma rapidez que vemos en la primera bestia. Dice que tenía cuatro cabezas, las cuales representan
los cuatro generales del ejército de Alejandro 12 (comp. 8:8, 22).
28
Y que al morir él, se repartieron el territorio conquistado, el cual era muy extenso, ya que, en el breve espacio de
seis años, Alejandro se hizo dueño de todo el imperio persa, gran parte de Asiria, Siria, Egipto, India y otras naciones.
12
Luego de la muerte de Alejandro el imperio fue dividió entre cuatro de sus generales: Cassandro a cargo de Macedonia;
Lismarco, que gobernó Tracia y Asia Menor; Ptolomeo I, en Egipto, cuyos sucesores los Ptolomeos gobernaron desde el 323 al 30
a. C.; y Seleuco, a cargo de Siria y el resto del cercano Oriente, cuyos sucesores los Selúcidas gobernaron hasta aprox. El 65 a. C.
(F) La cuarta bestia era más fiera, más fuerte y cruel que las otras tres (v. 7). Como dice Walvoord, “el punto crucial
de interpretación del libro entero de Daniel, y especialmente el capítulo 7, es la identificación de la cuarta bestia”.

Los conservadores, en general, admiten que se designa al imperio romano, pero


difieren entre sí acerca de detalles importantes: mientras los amileanistas sostienen que la época de la cuarta bestia
acabó hace muchos siglos, los preminealistas defienden que queda por cumplir una etapa importante, cuando dicho
imperio resurgirá al final de los días bajo diferente forma.
(a) Comencemos con un poso de historia de Roma. El poder de Roma comenzó a manifestarse en la conquista de
Sicilia en el año 241 a. C., isla que antes estaba en poder de los cartagineses. Con la derrota final de los cartagineses
en la batalla de Zama (202 a. C.), Roma se hizo dueña del Mediterráneo. Desde el norte de Italia, las águilas romanas
avanzaron hacia el este, y se pasearon triunfales por Macedonia, Grecia y el Asia Menor. El año 63 a. C., Pompeyo,
general en jefe de las fuerzas romanas que luchaban en el Oriente, se apoderó de Jerusalén tras destruir los restos
que quedaban del imperio Selúcida en Siria.

En las décadas siguientes y bajo el mando de Julio César (lat. Kaisar), los
romanos extendieron su dominio a todo el reto de Europa continental al oeste del Rin, además del sur de Gran
Bretaña (España había sido conquistada dos siglos antes): El imperio romano siguió creciendo poco a poco (en
contraste con los tres anteriores, que lo hicieron rápidamente) durante otros cuatro siglos, y llegó a alcanzar su
punto más alto el año 117 de nuestra era.

(b) La decadencia de dicho imperio también gradual: Comenzó en el siglo III de nuestra era y se hizo manifiesta en el
siglo V, cuando las fuerzas romanas tuvieron que abandonar la Gran Bretaña el año 407; vino luego el saqueo de
Roma por los visigodos el año 410. Un nuevo saqueo de Roma en el año 455 dejó la capital en manos de los
bárbaros, y en 476, el imperio romano, en su parte occidental, fue destruido y sobrevivió la parte oriental hasta el
año 1453, en que Constantinopla cayó en poder de los turcos.
(c) Al entrar ya en la exégesis de los versículos 7 y 8, vemos que coincide con las piernas de hierro de la estatua de
2:33, 40. Aquí la fiera tiene (v. 7b) unos dientes grandes de hierro. La terrible crueldad de los soldados romanos es
patente de todas las páginas de la historia; en especial en la destrucción de Jerusalén el año 69-70 de nuestra era,
que es lo más cerca que atañe a los judíos. Las frases “devorada y desmembraba”, y lo sobrante lo “pisoteaba con
sus patas” son muy expresivas para designar a las tropas romanas que destruían cuanto se oponía a su avance, en
lugar de conquistarlo para conservarlo, como hacían los imperios anteriores, representados en las otras tres bestias.
29
(d) En todo era esta bestia (v. 7, al final) “muy diferente a todas las bestias que vi antes que ella”. Pero la principal
diferencia, y la que determina contundentemente el carácter escatológico de esta bestia, es que tenía diez cuernos,
¡simultáneos!, son los diez reyes, que en cuyos días (2:44) levantará Dios el reino mesiánico. Esos diez reyes (del
nuevo imperio romano, pues nunca se dieron ante en el antiguo romano diez reyes simultáneos) son diez reinos,
que, políticamente, tendrán su centro en Roma (v. Ap. Caps. 17 y 18).

Dn. 7:8 Roma: forma final del cuarto imperio mundial; los diez reyes y el cuerno pequeño

Una visión sobre el fin del dominio mundial gentil. El antiguo imperio romano (el reino de hierro de 2:33-35, 40-44;
7:7) tendrá diez cuernos (e. d. reyes, Ap. 17:12), que corresponden a los diez dedos de los pies de la imagen. Al
tiempo que Daniel considera esta visión de los diez reyes, entre ellos surge un “ cuerno pequeño” (rey) que subyuga
de manera tan plena a tres de los diez reyes, que la identidad separada de sus reinos queda destruida. Quedan siete
de los diez reyes y el “cuerno pequeño”, que es el “príncipe que ha de venir” de 9:26, la “abominación” de 12:11 y
Mt. 24:15, y la bestia que salía del mar (Ap. 13:1-10). El será cabeza del cuarto imperio mundial restaurado. Algunos
escritores también lo identifican como el “rey que hace su voluntad” de 11:36-45 y el “hombre de pecado” de 2 Ts.
2:4-8.
La “bestia” es el cuerno pequeño13 de 7:24-26; el “desolador”; la “abominación desoladora” de Mt. 24:15; es el
“hombre de pecado” de 2 Ts. 2:4-8; es el último más terrible tirano de la tierra, el cruel instrumento satánico de ira y
odio hacia Dios y hacia los santos judíos. Satanás le da a la bestia el poder que ofreció a Cristo (Mt. 4:8-9; Ap. 13:4).
(e) Daniel (v. 8) ve salir, de entre los cuernos de la cuarta bestia, otro cuerno pequeño; es pequeño, no porque tenga
menos importancia, sino porque es una persona, con ojos como de hombre (no “parecidos a los ojos de hombre”,
sino “como ojos de hombre”, lo cual no podía esperarse de un cuerno) y una boca que hablaba con gran arrogancia
(comp. con Apoc. 13:5, 6). La interpretación de la visión es dada a Daniel (vv. 15 y ss.) confirma contundentemente
todo lo antes dicho, al declarar al mismo tiempo la gran fuerza y el poder enorme del “cuerno pequeño” (vv. 24, 25).

Dn. 7:9 La venida del Hijo del hombre. “y se sentó un anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve… “. Este
título, si bien aquí y en el versículo 13 se refiere a Dios Padre, también se aplica a cristo, p. ej. V. 22; Ap. 1:8, 13-18.
Comp. Sl.45:6; 93:2; Mt. 5:2; Hab. 1:12.

Dn. 7:13 Escena en el cielo antes de que venga el Hijo del hombre “uno como un hijo de hombre, que vino hasta el
anciano de días…”. Esta escena es idéntica a la de Ap. 5.6-19. Allí la alabanza que hacen los “reyes y sacerdotes”
(véase Dn. 7:18) culmina con las palabras “y reinaremos la tierra”.
Ap. 6 da comienzo a la turbación mencionada en Salmo 2:5 “Luego hablará en ellos su furor, y los turbará con su ira,”
algo introductorio al establecimiento del rey de Sion (Sal. 2:6; Ap. 20:4). La visión (7:9-14) revierte el orden de los
eventos según serán cumplidos. El v. 13 describe la escena del cielo (comp. con Ap. 5:6-10) que, en cuanto a
cumplimiento, precede a los eventos que Daniel ve en la visión de los vv. 9-12. El orden de cumplimiento será: (1) la
investidura del Hijo del hombre con la autoridad del reino (Dn. 7:13, 14; Ap. 5:6-10); (2) la turbación del Salmo 2:5
descrita en detalle en Mateo 24:21-22; Ap. 6-18; (3) el regreso del Hijo del hombre para asestar el golpe de Daniel
2:45 (Dn. 7:9-11; Ap. 19:11-21); y (4) el juicio de Dios sobre individuos de entre las naciones y el establecimiento del
reino (Dn. 7:10, 26-27; Mt. 25:31-46, Ap. 20:1-6).

30
Dn. 7:14 “Y se fue dado dominio, gloria y reino…” Los vv. 13-14 son idénticos a Ap. 5:1-7 y preceden al cumplimiento
de Dn. 2:34-35. Los vv. 13-14 y Ap. 5:1-7 describen la investidura del Hijo del hombre e Hijo de David con la

13
El Asirio Antíoco Epifanes IV. También representa a Magog del Apocalipsis: Descendientes de Yapheth. Probablemente los
antiguos escitas (Josefo. Antiguedades 1, vi, i), quienes vivieron al Norte del Mar Negro, Magog en profecía: comp. Ez. 38:2; 39:6;
Ap.20:8.
autoridad del reino, mientras Dn. 2:34-35 describe el golpe definitivo ( 14Ap. 16:13-16; 19:17) que destruye el poder
mundial gentil.

Así deja el camino para el verdadero establecimiento del reino de los cielos. Los vv. 34-35 y Ap. 1)19-21 describen el
mismo evento.

Dn. 7:18 “Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para
siempre”. Véase “santos” en vv. 22, 25 y 27. Parece evidente que los santos de la iglesia, es decir los creyentes de la
Era de la Iglesia, también tomarán parte en este gobierno pues la Iglesia, que tiene parte en la primera resurrección,
“reinará con él [Cristo] mil años” (Ap. 20:6). Comp. Ro. 8:17, 2 Ti. 2:10-12; 1 P. 2:9; Ap. 1:6; 3:21; 5:10.

Versículos 9-14

Para que los siervos de Dios no tiemblen ante la perspectiva que la cuarta bestia presenta, los versículos que siguen
tienen por objeto consolarles con el pensamiento de que Dios está sentado en Su trono y llegará un día en que el
Mesías derrotará todos sus enemigos (comp. con Ap. 19:11-21). Tres cosas se nos dicen aquí que sirven de ánimo a
todos los hijos de Dios en general, pero muy especialmente a los que vivan el tiempo de la Gran Tribulación.

1. que hay un gran juicio por venir, y Dios será el gran juez (vv. 9, 10). Ahora los hombres tienen su día. Al fin de los
tiempos, el dominio del mal, con el imperio del anticristo, que habrá recibido su poder del propio Satanás (siempre
bajo control directo de Dios), se hará sentir con mayor fuerza y extensión todavía, pero tenemos al comienzo del
versículo 9 un “hasta” que acaba con dicho poder. El plural “tronos” da la idea de “una corte celestial en sesión”
(Young). Los autores de la obra Search the Scriptures son más explícitos: “son los tronos de los ángeles que asisten en
el juicio (Ap. 4:4)”. En el trono central se sienta Dios. Véase como se le describe:

(a) “Anciano de (muchos) días” es una expresión que designa a Dios como Juez Eterno (comp. Is. 57:15); el mismo
simbolismo ofrece la expresión (v. 9b), “y el pelo de su cabeza como lana limpia”, es decir, blanca (comp. (1:18, al
final).
(b) “Cuyo vestido blanco como la nieve”, lo que simboliza su santidad y pureza infinitas (comp. 1 Jn.1:5).
(c) “Su trono, llama de fuego; y las ruedas del mismo, fuego ardiente” son frases que nos recuerdan
inmediatamente la visión de Ezequiel (Ez. 1:15, 16; Comp. También con Éx. 3:2; Dt. 4:24; 1 Ti. 6:16; Hch. 12:29; Ap. 1:
14, 15).

32

(d) “un río (v. 10) de fuego procedía y salía delante de Él” (comp. con Sal. 18:8; 50:3; Is. 30:27, 33); es el fuego que
destruye sus enemigos: “Fuego irá delante de Él, y abrazará a sus enemigos alrededor” (Sal. 97:3).
(e) “Millares (v. 10b) de millares le servían, miríadas de miríadas asistían delante de Él”. Este ejército celestial, tan
numeroso, nos trae a la memoria el pasaje de 1 Reyes 22:19, sí como 2 Reyes 6:16, 17. La numeración que aquí se
nos da de los ángeles es la misma de Apocalipsis 5:11, con la única diferencia de que en Apocalipsis el orden está a
la inversa; primero figuran las miríadas y después los millares.

(f) Las frases finales del versículo 10 dicen así, conforme al original: “La corte se
sentó, y los libros fueron abiertos” (comp. Con Ap. 20:11-15) Leupold (citado por Carballosa) da de la primera frase
una excelente frase, que aclara el sentido: “El tribunal entró en sesión”.
31
2. Que los crueles enemigos del pueblo de Dios serán abatidos a su debido tiempo (vv. 11, 12). Esto es representado
aquí:

14
Véase estudio Armagedón. Ptr. Javier Gómez P. 2017
(A) En la destrucción de la cuarta bestia por “las grandes palabras que hablaba el
cuerno” (comp. con vv. 8, 20), en desafío a Dios. “…y será quemada por fuego (la ciudad del Vaticano, Roma); porque
poderoso es el Señor que la juzga.” (Ap. 18:8c).
Antíoco IV Epifanes, Julián el Apóstata, Agripa I, Poncio Pilato y otros monarcas han tenido una muerte miserable
por hablar grandes cosas, ya por haber blasfemado de Dios o por tenerse a sí mismos por iguales a Dios; pero aquí
se trata específicamente del Anticristo, como aclara todo el contexto posterior, comparado con Apocalipsis 13:5-7;
19:20; 20:10. Estos últimos lugares confirman, en efecto, que ésta es la bestia-cuerno que se menciona en el
versículo 11b. “hasta que mataron a la bestia, y su cuerpo fue destrozado y arrojado al fuego para que se quemase”.
(B) En la destrucción conjunta con las otras tres bestias (v. 12, comp. con 2:34, 35). La segunda parte de dicho
versículo 12, “pero les había sido prolongada la vida hasta cierto tiempo”, ha causado perplejidad a muchos autores.
Por ejemplo, dice Alonzo Díaz: “Las otras bestias siguen con vida hasta un tiempo determinado. Hay una diferencia
respecto a la visión análoga del capítulo 2, donde los reinos representados por metales eran totalmente destruidos a
la aparición de la piedrecilla desprendida del monte”. Es precisamente esta analogía la que nos hace examinar con
precaución el versículo 12b, a la luz de los lugares paralelos de Apocalipsis capítulos 13, 19 y 20. La única explicación
es como dice Walvoord, “evidentemente, las tres primeras tres (bestias) continúan sobreviviendo, en otra forma, en
el reino que las sustituye. De aquí lo de “habían quitado también quitado a las otras bestias su dominio, pero les
había prolongado la vida por una sazón de tiempo”. Esto corroborado por la imagen del capítulo 2, como afirma
Driver: “la imagen entera permanece intacta hasta que la piedra cae a los pies (que representan el cuarto y último
reino), cuando toda ella es abatida juntamente”.

3. Que el reino del Mesías será establecido tras la derrota de la cuarta bestia. Daniel ve esto en la visión, para
consuelo suyo y de sus amigos.
(a) El Mesías es llamado aquí “hijo de hombre” (no “el Hijo del Hombre”). Dice Alonzo Díaz: “A las bestias que
proceden del abismo se contrapone una especie de figura humana que viene con las nubes del cielo”. Sin embargo,
basta repasar una buena Concordancia para percatarse de las muchísimas veces que el propio Yashua Adonai se
atribuye a sí mismo el título el Hijo del Hombre. Hay dos lugares especialmente notables por la conexión que
guardan con Daniel 7:13, 14: (a) Juan 5:27, donde Yashua dice que “también le dio (el Padre a Él) autoridad de
ejecutar juicio (v. 10), y vemos que en los versículos 13 y 14 (el “Anciano de muchos días”) el que otorga al “hijo de
hombre” dominio, gloria, etc. (b) En Mateo 26:64, el Señor declara delante del sanedrín:… veréis al Hijo del
Hombre… viniendo sobre las nubes del cielo” (comp. Hch. 1:9-11).
(B) El reino del Mesías, del hijo de hombre, es descrito (v. 14b) como un “dominio eterno, que nunca pasará, y su
reino, un reino que no será destruido jamás”. El Dr. Pentecost (citado por Carballosa) dice a este respecto: “El
amilenarista ve un conflicto aquí e insiste en que la eternidad del reino de Cristo no permite sitio alguno para un
reinado terrenal de mil años. La razón por la que Calvino rechazó el punto de vista permilenial, fue su concepto de
que un reinado de mil años anularía el reino eterno de Cristo”. Dos observaciones bastarán para para hacer notar la
equivocación por Calvino en este punto:
(a) Loa primera intención del versículo 14b es hacer notar que, al contrario de todos los reinos anteriores qu han sido
dominados por un poder más fuerte que los ha subyugado, los ha destruido como tales reinos y se constituido en el
sucesor de ellos, este reino de hijo de hombre no será destruido ni dominado por ningún otro poder y, por tanto, no
será sucedido ni sustituido por ningún otro reino en este mundo. En este sentido permanece para siempre un reino,
o cualquier otra cosa que dura mientras dure el presente cosmos u orden de cosas, “hasta la consumación de los
siglos”.

32
(b) Como el mismo Dr. Pentecost hace un repaso de 1 Corintios 15:24-28 nos aclara definitivamente las dudas que
respecto a esto puedan surgir. En efecto, el apóstol dice allí que Cristo “entregará el reino al Dios y Padre”. Ese día
será el fin del reino mesiánico milenario en la tierra y el comienzo eterno de Cristo por toda la eternidad. En efecto
mientras no se haya librado la última batalla contra el mal y Satanás no haya sido definitivamente derrotado
(¡después del Milenio! –v. Apoc.20:7-10), Cristo entregará el reino al Padre (v. de nuevo 1 Co. 15:24-28), pues el mal
todavía estará en el corazón de los hombre y en los propósitos de Satanás. Una vez congregados en el cielo los frutos
históricos del reino de Cristo, Dios será uno en todos sin la necesidad de que actúe todavía el Mediador. Cristo no
necesitará regir, pues ya no habrá nada que corregir; más bien que el reino de Cristo, lo que permanecerá por toda
la eternidad es la realeza de Cristo. En cuanto a dos lugares que citan de apoyo del reino eterno del Mesías (Ap. 11:15
y 1 Ti. 1:17), la opinión de este traductor es que el primero se refiere al reinado mesiánico milenario, según la
explicación que acabo de hacer en el punto anterior (a); en cuanto al segundo, el “ Rey de los siglos” no es Yahshua,
sino Dios Padre (comp. Ro. 16:27; 1 Ti. 6:16 y Jud v. 25), el que como dice Alan G. Nute, “en Su soberanía, está
llevando a cabo Sus designios redentores a lo largo de las edades”.

Versículos 15-28 Interpretación de la visión de las bestias

1. la profunda impresión que estas visiones le hicieron a Daniel (v. 15): “Yo, Daniel quedé profundamente turbado en
mi espíritu”. Literalmente: “En cuanto a mí, Daniel, fue turbado mi espíritu en medio de su funda”. El cuerpo es
comparado aquí a la funda o vaina de una espada. “Ejemplo de esta figura se halla también en Job 27:8 y en los
escritos de los rabinos… También es usado por Pinio” (Walvoord). “Las visiones en mi cabeza –continúa Daniel (v.
15b) me alarmaban.” La forma en que estas cosas le eran reveladas le abrumaba.
2. Tanto más, por eso (v. 16) deseaba conocer “la verdad acerca de todo esto”. Se acercó, pues, a uno de los que
asistían (comp. con v. 10), es decir, a uno de los ángeles de la “corte en sesión”, y él le dio la interpretación de la
visión.
3. El ángel le da un compendio de lo que significan las bestias y lo del reino seguirá al imperio de la última de las
bestias:
(A) “Estas cuatro bestias” (v. 17) son cuatro reyes que se levantarán en la tierra.” Aun cuando es cierto que “los
cuatro reyes simbolizan los respectivos cuatro imperios” (Alonzo Díaz”, el hecho de que personalice en ese
momento se debe, en opinión de este traductor, al deseo de que el lector esté preparado para ver, en el centro de la
cuarta bestia, una persona. No han faltado tampoco quienes han querido ver una contradicción entre el versículo 3,
donde se dice que las bestias salieron del mar, y este versículo 17, que dice que se levantará de la tierra. Si se
recuerda que el mar simboliza las multitudes humanas, especialmente de las naciones gentiles, no habrá dificultad
en darse cuenta de que lo que es simbólico en Daniel 7:3 es literal en Daniel 7:17” (Walvoord).
(B) El versículo 18 dice que: “Después recibieron el reino lo santos del Altísimo, y poseerán el reino para siempre,
siempre y por siempre” (lit. En realidad, el arameo original usa tres formas distintas de la raíz olam).
En cuanto a este énfasis en la permanencia “eterna” del reino, recuérdese lo dicho más arriba. “los santos del
Altísimo (Heb Elyonín, plural mayestático de Elyón, vocablo que ya conocemos en hebreo)”, son lo mismo que los
versículos21, 22, 25, los miembros del pueblo escogido por Dios, es decir, Israel. Para Daniel, no podría significar
ningún otro pueblo. No se debe perder nunca de vista que los santos del Antiguo Testamento no podían “tener
ninguna noción de lo que Pablo llama “el misterio” de la Iglesia (Ef. 3:4-6)” (los autores de Search the Scriptures).
4. Daniel entiende perfectamente lo de las tres primeras bestias; la que intriga es la cuarta bestia (v. 19), que era tan
diferente a todas otras, etc.
Los versículos 19 y 20 repiten lo que ya había dicho en los versículos 7 y 8. El versículo 21 basta por sí sólo para
identificar el cuerno pequeño de los versículos 8, 230, 24 y 25 con la bestia de Apocalipsis 13 (v., en especial, los vv.
5-7 de dicho capítulo). El versículo 22 es una especie de compendio de los versículos 9:14, 18; pero hay una frase que
necesita explicación en ese versículo 22, es la frase central, que dice así literalmente, según el original arameo: “Y el
juicio fue dado a los santos del Altísimo”. Aunque podrían citarse varios lugares a favor de la opinión que interpreta
esta frase en el sentido de que se otorgó la facultad de juzgar a los santos del Altísimo (v., por ej., Mt. 19:28; Lc.
22:30; 1 Co. 6:2; Ap. 20:4), es lo más probable que la preposición le signifique aquí “a favor de”, más bien que “a” o
“para”.
5. Viene por fin (vv. 23-27, la interpretación que el ángel da a Daniel de la cuarta bestia. El líder satánico blasfemo.

33
Dn. 7:25 “Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los
tiempos y la ley; y serán entregados en su mano hasta tiempo, tiempos, y medio tiempo.
En los términos del Antiguo y Nuevo Testamentos para determinados períodos de tiempo en eventos futiros,
requiere cuidadosa consideración a fin de evitar especulaciones que pueden rayar en lo fantástico. La primera vez
que en el futuro profético aparece una referencia a un período de tres años y medio en la expresión “tiempo,
tiempos, y medio tiempo” de este versículo. También aparece en Dn. 12:7 y Ap. 12:14. Esta duración equivale a la
mitad del período final de siete años (9.27), y es asimismo el período expresado en el término “cuarenta y dos
meses” (Ap. 11:2; 13:5) o “mil doscientos sesenta días” (Ap. 12:6).
El período de tres años y medio parece ser una referencia a la última mitad de la septuagésima semana de Daniel,
período conocido también como la gran tribulación.
Dn. 7:26 “Pero se sentará el juez, y le quitará su dominio para que sea destruido y arruinado hasta el fin.” El fin del
poder mundial gentil. (1) En la visión de la bestia del cap. 7, a la cuarta bestia (v. 7) se la declara “el cuarto reino”, es
decir, el imperio Romano, el reino de “hierro” del cap. 2. Los “diez cuernos” de la cuarta bestia (el imperio romano),
v. 7, “significan que de aquel reino se levantarán diez reyes” (v. 24), que corresponden a los diez que estaban regidos
por Roma, habrán de constituir la manera en que el cuarto imperio, el Imperio romano, existirá cuando Cristo, una
piedra cortada “no con mano” (22:44-45; 7:9) hará pedazos a la estructura del dominio mundial gentil. Pero Daniel
ve un “pequeño cuerno” que se levantará y subyugará a tres de los diez reyes (vv. 24-26).

Su característica distintiva es el odio a Dios y los creyentes. No debe confundirse


con el “cuerno pequeño” del cap. 8, una profecía cumplida en Antíoco Epifanes (8:9). En Ap. 13 se dan detalles
adicionales del “cuerno pequeño” de Dn. 7 (Ap. 13:1).

Entonces: (A) “La cuarta bestia (v. 23) será un cuarto reino en la tierra, etc.” (Comp. Con v. 17). De este reino se dice
que devorará la tierra, porque cuando se manifieste el Anticristo la situación política mundial estará en poder de una
organización (los “diez reyes” del v.24), que posibilitará el liderato mundial del Anticristo (el “cuerno pequeño”). Lo
que se nos dice en este versículo 23 no es, en realidad, nada nuevo, pero es una necesaria introducción a lo que
sigue.
(B) Esos diez reyes gobernarán simultáneamente. Es precisamente este “cuerno pequeño” el que trae de cabeza a los
amilenaristas. Dice M. Henry: “La pregunta es ahora: ¿Quién es ahora este enemigo? Los intérpretes no se ponen de
acuerdo. Algunos tienen por el cuarto reino al de los selúcidas, y por el pequeño cuerno a Antíoco, y muestran que el
cumplimiento de todo esto en la historia de los Macabeos; pero otros sostienen que el cuarto reino es el de los
romanos, y que el cuerno pequeño es Julio César, y los emperadores que le sucedieron (dice Calvino), el Anticristo,
el reino papal. Otros hacen del imperio turco el cuerno pequeño; así Lutero, Vatablo y otros”. Apocalipsis 13:3
demuestra la tremenda equivocación que supone hacer al papado el Anticristo, si tenemos además en cuenta
además que el Anticristo será una persona (v. 2 T. 2:3, 4), no una organización o institución.
Ap. 13:3 “Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la
tierra en pos de la bestia.”
Ciertos fragmentos del Imperio Romano nunca dejado de existir como reinos separados. Lo que cesó fue la forma
imperial de gobierno; una de sus cabezas tenía “como herida mortal”. Lo que se menciona proféticamente en el v. 3
es la restauración de la forma imperial como tal, aunque en un imperio confederado de diez reinos. La cabeza es
“sanada”, es decir restaurada; nuevamente hay un emperador –la bestia.
La información del versículo 1, continúa en el versículo 3. Una de las siete cabezas de la bestia sufre una herida
mortal. (Como inmolada para muerte) (Reducir de un tajo como recibe un animal en el matadero) “El uso de este
vocablo indica que la herida mortal era semejante al sacrificio del Cordero”.

34
Dicha frase presenta un paralelismo con el texto de Apocalipsis 5:6, donde dice que en medio del trono y los cuatro
seres vivientes, y en medio de (el círculo) los ancianos, estaba de pie un Cordero como inmolado 15… En su esfuerzo
por plagiar al verdadero Mesías, Satanás presenta al mundo a un pseudomesías que ha sido como herido de muerte.
Comenta Robert Thomas: “El hecho de que fue inmolado apunta a una muerte violenta de la cabeza, pero en

15
“Sacrificado.” Él tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete Ruajim (jinetes) de Elohim enviados por la tierra. Biblia
Hebrea Kadosh.
semejanza indicada [como inmolado] señala una restauración a la vida. Todo es parte del intento del dragón de
simular la muerte y la resurrección del Mesías.
(C) Las dos primeras frases del versículo 25 son una confirmación de lo que dice el versículo 20c. (“ boca que hablaba
con gran arrogancia –comp. Ap. 13:5- ) y el versículo 21.

Lo de “pretenderá cambiar los tiempos y la ley” (v. 25b), que, por lo


que se ve, quedará en mero “proyecto”, sin llegar a ponerlo por obra, no se sabe a ciencia cierta en qué consistirá,
pero no está de más recordar los nuevos nombres que la Revolución Francesa puso a los meses, etc., con la intención
de establecer un “nuevo orden de las cosas”.
(D) Los versículos 26 y 27 resumen lo que hemos visto en los versículos 9-14. Para lo del “reino eterno” del versículo
27, vemos lo que hemos dicho en el comentario del versículo 14. Que un autor como Keil haya equivocado este
concepto es cosa que asombra. Dice L. Wood (citado por Carballosa): “Los versículos 13, 14 y 27 hablan claramente
de la inauguración del reino de Cristo (no de su conclusión, como arguye Keil), y los versículos muestran que este
será un gobierno glorioso en el que todos los pueblos servirán a Cristo –algo que no ha ocurrido aún en nuestros
días, en lo que concierne a su gobierno espiritual, pero será verdad después de la destrucción del Anticristo (Ez.
37:23”.
6. Después de referir lo que el ángel le había dicho, Daniel declara (v. 28) la impresión que la visión le había hecho: la
sobrecogió el ánimo y le demudó el color del rostro. Una y otra vez reflexionaba sobre ello, pues eso es lo que
significa la frase final “y guardé el asunto en mi corazón” (comp. con Lc. 2:19, 51).
Capítulo 8
La profecía de la derrota de los persas por los griegos,

Y la profanación del Templo

La visión del carnero y el macho cabrío

“En el año tercero del rey Belsasar me apareció una visión a mí, Daniel, después de aquella que me había aparecido
antes.” Dn. 8:1

Las predicciones de los capítulos 8 y 11 son notablemente precisas y exactas. Hablan del reinado, carácter y
antecedentes de Antíoco Epifanes IV. Antíoco fue el rey helenístico de la familia seléucida que gobernó desde Siria.
Persiguió cruelmente a los judíos alrededor del 167 a. C., 400 años después de la época de Nabucodonosor.

35

Porfirio, un filósofo anticristiano del siglo III d. C., usó la precisión de estas predicciones como prueba de que el libro
de Daniel no pudo haber sido escrito antes de esa época. Esta opinión ha sido apoyada por muchos críticos
modernos, pero no obstante ningún creyente en la profecía de hechos futuros debe dejar de aceptar la fecha
tradicional.

Este capítulo da detalles sobre el segundo reino mundial y el tercero: el reino de plata y el de bronce del cap. 2; y el
reino del oso y del leopardo del cap. 7, es decir, el imperio medo-persa y el griego (macedonio) de la historia antigua.
En la época de esta visión (8:1), el primer imperio mundial se estaba acercando a su fin. Belsasar fue el último
gobernante de esa monarquía en la ciudad de Babilonia.

Este capítulo y los cuatro siguientes, esto es, hasta el final del libro, ya no están escritos en arameo, sino en hebreo,
ya que los temas tratados en ellos conciernen especialmente a Israel. I. La visión del carnero y del macho cabrío, y el
cuerno pequeño que había de luchar contra el pueblo de Dios y había de prevalecer por un tiempo limitado (vv. 1-
14. II el arcángel Gabriel le da a Daniel la Idea de la interpretación de la visión, y le muestra que el carnero significaba
el imperio persa, cuyo rey sería a la sazón, Darío III Codomano, y el macho cabrío el reino de Grecia, con Alejandro
Magno a la cabeza; el cuerno pequeño Antíoco IV Epifanes, de una rama antigua salida del antiguo reino griego de
Alejandro (vv. 15-27). Aunque Antíoco Epifanes puede ser considerado de alguna manera, como tipo del Anticristo,
la visión del presente capítulo es totalmente diferente de la del capítulo precedente.

Versículos 1-14

1. La fecha de esta visión (v. 1). Fue “en al año tercero del rey Belsasar”, es decir, el año 551 a. de C. Fue una visión,
esto es, mientras estaba despierto, no fue una visión en seños (comp. Con 7:1). Fue después de esa “que se me
había aparecido antes” –dice-, porque la anterior había tenido lugar “en el primer año de Belsasar”, es decir en el
553 a. C.
2. El escenario de la visión. El lugar donde Daniel tuvo la visión era Susa, capital de la satrapía de Elam (v. 2). Como
da a entender el texto sagrado, Daniel fue transportado en espíritu (como Juan en Ap. 1:10) a un lugar de Susa junto
al río Ulay. Susa se hallaba situada a unos 400 km al este de Babilonia. Así como Ezequiel transportado en el espíritu,
con alguna frecuencia, a Jerusalén, mientras corporalmente estaba, como cautivo, en Babilonia, así también Daniel
fue transportado ahora, también en espíritu, a Susa. El espíritu puede estar en libertad mientras el cuerpo está en
cautividad, porque, incluso cuando estamos atados, el Espíritu de Dios (como su Palabra) no está atado.
3. La visión misma.
(A) Vio un carnero que tenía dos cuernos (v. 3). Esta es la segunda monarquía, de la que los reinos de Media y Persia
eran los dos cuernos. Los cuernos eran altos, pero el más alto de los dos era el que había comenzado a crecer
después del otro. En efecto, los medos fueron los primeros en establecerse como reino, pero los persas, bajo Ciro, se
hicieron más fuertes que los medos.
(B) Vio (v. 4) luego a este que avanzaba en todas direcciones y conquistaba naciones que se oponían a su paso. Dice
Alonzo Díaz: “Históricamente, Ciro comenzó por conquistar el septentrión, al vencer a los lidios, que ocupaban el
centro de Asia Menor. Después, toda la parte occidental del Próximo Oriente. Su hijo Cambises invadió Egipto hasta
Etiopía. Tal es la “cornada” del carnero hacia mediodía”.
(C) Cuando tenía la mirada puesta en el carnero (v. 5),”he aquí que un macho cabrío venía del lado del poniente, es
decir Grecia, sobre la superficie de la tierra, pues realmente se hizo dueño de todos los reinos que significaban algo
en aquella época”.

De este macho se dice que avanzaba sin tocar suelo, expresión que simboliza la
tremenda rapidez de sus conquistas.

Este macho cabrío (el imperio grecomacedónico) tenía un cuerno visible entre sus ojos, puesto que toda la terrible
fuerza y sabia estrategia de dicho imperio residía en su jefe, Alejandro Magno.

36
La batalla que se nos describe en los versículos 6 y 7 entre el
macho cabrío y el carnero de los dos cuernos no es otra que la que tuvo lugar a las orillas del Iso (año 333 a. C.) Entre
Alejandro Magno y Darío III Codomano, y que acabó en la derrota de éste. Volvió a derrotarle definitivamente (año
331) en Arabela.
(D) El versículo 8 nos describe el progresivo engrandecimiento de Alejandro hasta su muerte prematura, de una de
las fiebres infecciosas16, el año 323 a. C., estando en su mayor fuerza, pues no había cumplido aún 33 años. Al morir
(v. 8b), su inmenso imperio fue repartido entre sus cuatro generales, “cuatro cuernos bien visibles hacia los cuatro
vientos del cielo”. Macedonia correspondió a Casandro; Tracia a Lismarco; Egipto a Tolomeo; Siria a Seleuco.
(E) De uno de éstos (v. 9) –en concreto, de Seleuco- salió un cuerno pequeño, en el que los autores, sin excepción
ven a Antíoco IV Epifanes (rey de Siria desde 171 hasta 164 a. C.). Persiguió a los judíos y profanó el Templo de
Jerusalén. En lo que los autores antidispencionalistas están completamente equivocados es en identificar este
cuerno pequeño con el del capítulo 7, si bien es cierto que Antíoco IV resulta, en muchos detalles, tipo del Anticristo.
De sus vicisitudes y correrías, lo que interesa al autor es el ataque “hacia la hermosura” (hebreo weel hatsébi), como
dice al final de versículo 9, frase que equivale a “tierra hermosa” (heb. érets hatshebí) de 11:16, 41 y designa,
individualmente a Palestina (comp. con Sal. 48:2; Ez. 20:6, 15). Del ataque de Antíoco a Palestina destaca el autor los
detalles siguientes:
(a) La persecución que se llevó a cabo (v. 10) contra “el ejército del cielo”, que aquí se designa metafóricamente a los
“santos de Israel” (comp. con 12:3. “Echó por tierra”, es decir, dio muerte, a parte del ejército (unos 80,000 judíos) y
de las estrellas, esto es, de los jefes de Israel.
(b) No sólo eso, sino que (v. 11) “se irguió contra el príncipe de los ejércitos, que en el versículo 25 es llamado “el
príncipe de los príncipes”, es decir, contra Dios mismo, como lo muestra el propio versículo 11b: “y por él (por
Antíoco) le fue quitado (a Dios) el continuo sacrificio, y el lugar de Su (de Dios) santuario fue echado por tierra”.
(c) El versículo 12 declara que “a causa de su iniquidad, esto es, de las transgresiones del pueblo mismo, el ejército
(el pueblo judío) le fue entregado (a Antíoco) junto con el continuo sacrificio, pues lo hico cesar el malvado invasor”.
La frase “echó por tierra la verdad” significa que, por algún tiempo, suprimió la verdadera religión de los judíos. En
ese tiempo, y para disciplina de Israel, Dios le consintió que hiciera cuanto quería sin que nadie le estorbara: “ y le
acompañó el éxito”. Los horribles sacrilegios que Antíoco cometió (v. 1 Macabeos 1:44 y ss.) fueron una abominación
con la que, de paso, Dios castigaba el menosprecio con que los israelitas habían tratado los sacrificios que se ofrecían
a Dios en el templo (v. Mal. 1:6-14).
(F) “Entonces oí a un santo que hablaba; y otro de los santos preguntó a aquel que hablaba: ¿hasta cuándo durará la
visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora entregando el santuario y el ejército para ser pisoteados?”
(Dn. 8:13).
En Daniel se habla de la desolación siete veces: (1) del santuario (8:13), cumplida por Antíoco Epifanes, 171-164 a. C.;
(2) del santuario (9:17), con referencia a la situación en tiempos de Daniel, cuando los judíos estaban cautivos en el
exilio; (3) en la tierra, en forma general (9:18), también con referencia a los tiempos de Daniel; (4) del santuario
(9:26), cumplida en el 70 d. C. con la destrucción de la ciudad y del Templo luego de la muerte del Mesías (Lc. 21:20);
y (5), (6) y (7) del santuario,, por parte de la bestia, 9:27; 11:31; 12:11. Comp. Mt. 24:15; Mr. 13:14; 2 Ts. 2:3, 8-12;
Ap. 13:14-15. (2ª. Ts. 2:9-12: Hay quienes creen que los milagros son evidencia de que Dios está actuando. Eso no
siempre es verdad. Ex. 7:11, 22, 8:7. Es importante tener presente que, según la revelación bíblica, la verdad de la fe
ni se prueba ni se niega por la exhibición de poder milagroso o la ausencia del mismo (Juan a la verdad ninguna señal
hizo).
1ª R. 18 y Mal. 4:5. También los dos testigos de Apoc. 11 reciben poder sobrenatural para realizar señales
sorprendentes. El falso profeta, como agente satánico, procurará imitar a los hombres de Dios a través de las señales
que es capaz de hacer con el fin de engañar a la humanidad. El versículo 14 da a entender que el falso profeta
consigue su objetivo.

37

16
Otros historiadores afirman que murió alcoholizado en Babilonia.
La estatua es construida por los seres humanos que actúan como esclavos de la bestia. El pasaje nos hace recordar el
capítulo3 de Daniel cuando Nabucodonosor precursor del Anticristo mandó que se adorase la estatua que construyó.
Comparar Dn. 3:4 con Apoc. 13:13.
Cuando una de las cabezas recibe una herida v. 3, la bestia junto con la cabeza muere v. 12. La bestia junto con la
cabeza vive otra vez después de su resurrección. Este es el emperador final referido como el octavo en 17:10. La
terminología de resurrección usada aquí es una interpretación inspirada de la curación mencionada en los versículos
3 y 12.

Ap. 13:15 “Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a
todo el que no la adorase”.

Ya se ha señalado repetidas veces que las actuaciones tanto de la primera como de la segunda bestia son
controladas por el Dios soberano y Todopoderoso. La expresión “y se le permitió” sugiere una acción soberana de
Dios, tolerando que el falso profeta realice una acción que pertenece a la esfera de lo divino. Lo significativo es que
Dios controla, incluso, la malévola actuación del falso profeta.
Se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase: O por medio de la tecnología
(trucos o ventriloquía), o por intervención de Satanás el mundo es engañado nuevamente con una imagen que
habla (Mt. 24:24).

La consecuencia aparejada a la oposición al falso profeta e la muerte. Se trata no de un conflicto entre religiones,
sino del Anticristo contra Dios. Es la permanente manifestación de rebeldía entre la criatura y su creador en afán de
ocupar un lugar que no le corresponde y negarse a rendirle homenaje de reconocimiento que se debe al que nos ha
creado.

Dn. 8:14 “Y dijo hasta dos mil trescientas tarde y mañanas; luego el santuario será purificado”. Esta predicción fue
cumplida durante la amarga persecución al mando de Antíoco IV Epifanes y en la purificación del santuario de
Jerusalén.
Contra la opinión de Walvoord y muchos autores, y al seguir a y a los autores de Search the Scriptures, este
traductor opina que el número 2,300 del versículo 14 indica las veces (no los días) que el sacrificio continuo estuvo
en suspenso, 2300 veces nos dan 1,150 días, un poco más de tres años; esto coincide con lo que sabemos por los
libros históricos, especialmente por los de los Macabeos, ya que la profanación del templo hasta llegar a la
suspensión del sacrificio se llevó a cabo en el año 168 a. C., mientras que Judas Macabeo llevó a cabo la purificación
y rededicación del templo el 25 de diciembre del 165.

Versículos 15-27. Interpretación de la visión

“Y sucedió que mientras yo Daniel consideraba la visión y procuraba comprenderla, he aquí se puso delante de mí
uno con apariencia de hombre” Dn. 8:15

Daniel tiene un vivo deseo, un personaje (v. 16), cuya voz se describe como “voz de Hombre”, ordena al arcángel
Gabriel que le explique a Daniel la visión. Quien sea dicho personaje no está claro, dice Walvoord: “La voz de hombre
puede ser la de Miguel Arcángel o incluso la voz de Dios, pero no identificada en el texto. Calvino cree que el hombre
que habla es Cristo”. A esta opinión me adhiero.

“Vino luego donde yo estaba; y con su venida me asombré, y me postré sobre mi


rostro. Pero él me dijo: Entiende hijo de hombre, porque la visión es para el tiempo del fin.” Dn. 8:17.

38
Esta es la misma reacción que vemos en Apocalipsis 1:17, en Ezequiel (Ez. 1:28; 44:4) y en Nabucodonosor con
respecto al propio Daniel (Dn. 2:46). Posteriormente “mientras Gabriel sigue hablando” (v.18), Daniel pierde el
conocimiento, pero el ángel le toca para que se ponga de pie.

3. Dentro del contexto histórico del presente capítulo los versículos 17-19 son sumamente difíciles de interpretar.
Por una parte, tenemos expresiones como “el tiempo del fin” (v. 17 al final), “ al fin de la ira; porque el fin está
fijado”, así como las descripciones de los versículos 23-25, que parecen apuntar a un “fin” escatológico. Por otra
parte todo el contexto del capítulo indica que todo lo que se dice aquí se cumplió todo en la persona de Antíoco IV
Epifanes. El gran experto en profecía Dr. J. D. Pentecost, defiende, con gran despliegue de argumentos, que la
profecía de este capítulo es de doble cumplimiento, al ser Antíoco tipo del Anticristo. Este sentido típico real es
admitido incluso por un aminelisrista como Leopold.
Entonces, parece haber dos “fines”: (1) históricamente, el fin del tercer imperio (griego) de Alejandro, una de cuyas
divisiones dio lugar al cuerno pequeño (Siria) del v. 9 (Antíoco Epifanes); (2) proféticamente, “el fin de los tiempos
de los gentiles” (véase Lc. 21:24 y Ap. 16:19) –el tiempo definitivo del fin según Daniel (12:14).

4. La explicación que el ángel dio a Daniel de esta visión.

(A) Con respecto a las monarquías de Persia y Grecia (vv. 20-22). El carnero significa la sucesión de los reyes de
Media y Persia; el macho cabrío significa los reyes de Grecia; el cuerno grande era Alejandro; los cuatro cuernos que
surgieron en su lugar son los cuatro reinos que vimos en el versículo 8. Refiere Flavio Josefo que, cuando Alejandro
había capturado Tiro y marchaba hacia Jerusalén, Yaddas, que era a la sazón sumo sacerdote, al temer la ira del
macedonio, recurrió a Dios en oración y se le avisó en sueños que, cuando se acercase Alejandro, abriesen las
puertas de la ciudad y que Yaddas y los demás sacerdotes saliesen a su encuentro con sus vestiduras sacerdotales, y
todo el pueblo vestido de blanco. Al ver a este grupo a distancia, Alejandro se fue, él solo, hacia el sumo sacerdote y,
postrándose en el suelo, le saludó; y, al preguntarle uno de sus capitanes porque lo hacía, contesto que, mientras
estaba aún en Macedonia y cavilaba sobre la conquista de Asia, se le apareció un hombre vestido como aquél, quien
le invitó al Asia y le aseguró que tendría éxito en conquistarla. Los sacerdotes le condujeron al templo, donde ofreció
sacrificio al Dios de Israel según le instruyeron, y ellos le mostraron este libro del profeta Daniel, donde se predice
que el griego había de destruir a los persas, lo cual le animó en su expedición contra Darío. Por esta causa, él tomó
bajo su protección a los judíos y a su religión y prometió portarse benignamente con los de esa religión que viviese
en Babilonia y Media, a donde él se dirigía ahora.
(B) En cuanto a Antíoco y a la persecución que llevó a cabo contra de los judíos (v. 23). Hay tres perspectivas sobre
esta figura siniestra: (¡) Algunos creen que es el “rey del norte” que se menciona en 11:40. (2) Otros lo consideran un
tipo de la bestia romana del fin de los tiempos (7:23-27), (3) Algunos ven en este rey una profecía directa de la bestia
de romana final, y así identifican su origen geográfico.
Será un rey altivo de rostro (v. 23b), sin temor a Dios ni de los hombres, y experto en intrigas, hábil, astuto en
tramar planes malvados. Con todo, no había de ejercitar su poder con fuerza propia (v. 24), sino con el permiso de
Dios (Comp. Apoc. 17:17). Sus planes eran de destrucción: “causará grandes ruinas… y destruirá a los fuertes y al
pueblo de los santos”. En todas estas expresiones el ángel se refiere al pueblo judío. Y de la misma manera que ha
prosperado por habérselo permitido Dios para disciplina de Su pueblo, también será quebrantado (v. 25, al final) por
mano de Dios, contra el que se habrá levantado al profanar el Templo del Dios Viviente y colocar ahí la imagen de
Zeus (Júpiter) Olímpico. Del quebrantamiento de Antíoco nos da cuenta el Libro Primero de los Macabeos, 6:1-16.
Enterado de los fracasos de su ejército en Palestina, y otros lugares, cayó enfermo, y al sentir que su muerte estaba
próxima dijo lo siguiente: “Ahora caigo en cuenta de los males que hice en Jerusalén, cuando me llevé los objetos de
plata y oro que en ella había y mandé exterminar sin motivo a los habitantes de Judá. Reconozco que por esta causa
me han sobrevenido los males presentes y muero de inmensa pesadumbre en tierra extraña” (1 Mac. 6:12, 13). (Biblia
de Jerusalén). Antíoco murió en el otoño del año 164. A. C., en un lugar próximo a babilonia.

5. Llegamos así (vv. 26, 27) a la conclusión de esta visión y al encargo que recibió Daniel de mantenerla en secreto
(v. 26): “tú guarda la visión, porque e para días lejanos” (unos 300 años después de la visión). Daniel quedó
quebrantado (v. 27) hasta tener que guardar cama durante algunos días. Ya recuperado, volvió a ocuparse en los
asuntos del rey en Babilonia, lo cual “prueba que había estado en Babilonia todo el tiempo y que su presencia en
Susa había sido puramente una visión” (Jeffrey, citado por Walvoord).

39
Capítulo 9
Oración de Daniel y profecía de las
Setenta semanas

La visión de las setenta semanas

I. Oración de Daniel por la restauración de su pueblo, que todavía estaba en cautiverio (vv. 1-19): II. Respuesta
inmediata, por medio del arcángel Gabriel, a esta oración, con la profecía de las setenta semanas (vv. 20-27). Esta es
una de las profecías más importante del Nuevo Testamento.

Versículos 1-3

1. Fecha de la oración de Daniel y la profecía subsiguiente “En el año primero de Darío” (el mismo Darío del cap. 6),
es decir, en 538 a. C. De él se dice que era “hijo de Asuero”, el cual no puede ser el mismo Asuero del libro de Ester,
pues vivió casi un siglo más tarde que el presente.
2. Investigación que llevó a cabo Daniel sobre los años que debía durar la cautividad de Babilonia (v. 2). “En el año
primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Elohim al
profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años.” (Jer. 25:11). Compárese
con Lv. 26:33-35; 2 Cr. 36:21. Algunos consideran que los setenta años son una cifra redonda. Otros creen que el
número exacto, a contar desde alrededor de 604 a. C. (la primera deportación fue durante el reino de Joacim,
mientras la segunda fue en 597 a. C. en el reinado de Joaquín, y la última durante el reinado de Sedequías en 586 a.
C., cuando los exiliados regresaron a la tierra de sus padres después del decreto de Ciro (Ed. 1:1-3). Compárese
también con 2 R. 24:10-16. La cautividad completa de Judá tuvo lugar once años más tarde (2 R. 25:1-7). Daniel miró
atentamente en la profecía de Jeremías y sacó la conclusión de que la desolación de Jerusalén estaba a punto de
acabarse.
3. Dn. 9:3 “Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza”. En los vv. 4-19
se halla registrada la oración de Daniel, que surgió del Estudio de las Escrituras proféticas y fue el cumplimiento de la
porción profética de la oración de Salomón (1 R. 8:33-36). Aquí hay adoración (v. 4), confesión (vv. 5-15) y petición
(vv. 16-19). El objetivo del estudio profético es conducir a una vida espiritual más profunda.

(a) La equivocación que sufrió Daniel en el cómputo de los setenta años. Daniel
contaba a partir de la fecha que Jerusalén había capitulado ante Nabucodonosor (año 605 a. C.), y era precisamente
la fecha en que él mismo había sido deportado, con algunos otros, a Babilonia. Sin embargo, la destrucción del
templo y de la ciudad se llevó a cabo el año 586 a. C., con lo que el error de Daniel era demás de 18 años con
respecto al cómputo correcto.
4. Daniel decide (v. 3) dirigirse en oración a Dios, y acompaña su oración con las señales que solían indicar la
pesadumbre por el pecado: “buscándole en oración y ruego, con ayuno, saco y cenizas (literal polvo)”. Vemos aquí a
Daniel dispuesto a interceder por los pecados de su pueblo, incluyéndose a sí mismo.

Versículos 4-19

Tenemos aquí la oración de Daniel, una delas más admirables del Nuevo Testamento. 1. Comienza con una
introducción reverente (v. 4), en la gloria de Dios: (A) Como a un Dios que debe ser temido, “¡Ah Señor!, Dios grande,
digno de ser temido, tú que puedes enfrentarte con el mayor y más terrible de los enemigos de Tu pueblo”.

40
(B) Como a un Dios que debe ser reído y en quien puede depositarse una confianza absoluta: “ que guardas el pacto
y la misericordia con los que te aman y,” como prueba de ese amor, guardan tus mandamientos”. Es un Dios que
mejora Sus Promesas, pues añade a Sus palabras misericordia,, algo más de lo que había en la letra del pacto. Fue
muy apropiado el que Daniel pensase en la misericordia de Dios ahora que iba a poner ante Su presencia las miserias
del pueblo y el que, por decirlo así, le hiciese a Dios a la memoria el cumplimiento de sus promesas.
2. Sigue con una penitente confesión del pecado (vv. 5, 6). Cuando rogamos a Dios por bendiciones de carácter
nacional, debemos humillarnos por los pecados también de carácter nacional. Dos circunstancias hacían más graves
dichos pecados: (A) Con ellos habían quebrantado las leyes (v. 5) que Dios les había dado por medio de Moisés. (B)
Con ellos habían menospreciado los amables avisos (v. 6) que Dios les había hecho por medio de los profetas.
3. Aquí tenemos un reconocimiento humilde de la justicia de Dios en todos los castigos que ha impuesto a Su pueblo:
“Las rebeliones con que se rebelaron contra ti” –dice (v. 7, al final)- eran la causa de todas las aflicciones que el
pueblo había sufrido. Era algo de lo que todo el pueblo presente, y sus padres, debían avergonzarse (v. 8). Los
versículos 10-14 detallan las rebeliones del pueblo y los castigos que Dios les infligió por sus rebeliones:
(A) Al hacerse solidario de los pecados del pueblo, dice Daniel (v. 10) “ No obedecimos la voz de Elohim nuestro Dios,
etc.” Como hace notar Ryrie, “Daniel se hace solidario de los pecados de su pueblo 32 veces en esta notable oración
de confesión. “ Todo Israel –añade (v. 11) traspasó tu ley, apartándose para no obedecer tu voz”. Y más adelante
(vv. 13 y 14): “… y no hemos implorado el favor de Elohim nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades y
prestar atención a su verdad… pero nosotros no hemos hecho caso de su voz”. Si los hombres fuesen llevados
rectamente a considerar la verdad de Dios y a someterse al poder y autoridad de su palabra, se volverían de extravío
de sus caminos. El primer paso para ello es implorar el favor de Elohim nuestro Dios, a fin de que la aflicción sea
santificada antes de ser retirada.
(B) Daniel confiesa que Dios ha sido justo al castigar los pecados del pueblo. Por eso, dice, “ ha caído sobre nosotros
la maldición y el juramento que está escrito en la ley de Moisés (v. 11, alude a Lv. 26:14 y ss.; Dt. 27:15 y ss.; 28:15 y
ss.; 29:20, 27, etc.) En concreto al referirse a los pecados que habían provocado directamente la ruina de Jerusalén
(“tan grande mal…” –v. 12b-), dice que “ha cumplido la palabra que habló contra nosotros” (v. 12ª, comp. Con Is.
1:10-31; Mt. 3). Esta confesión de justicia de Dios al castigar a Israel con tan terrible ruina tiene su clímax y
compendio en el versículo 14: “Por Tanto, Elohim veló sobre este mal y lo ha hecho venir sobre nosotros, porque es
justo Elohim nuestro Dios en todas las obras que ha hecho”. Porteus hace notar (citado por Walvoord) que el verbo
“veló”, que puede traducirse también por “se mantuvo dispuesto “ o “vigilante”, es el mismo que usa Jeremías para
decir que Dios estuvo atento a Su Palabra para ponerla por obra (Jer. 1:12; cf. 31:28; 44:27).
4. Tenemos luego una confiada apelación a la misericordia de Dios. (A) Dios siempre ha estado dispuesto a perdonar
el pecado (v. 9). Es “un Dios de perdones” (Neh. 9:17b. Lit.), “amplio e perdonar (Is. 55:7, al final). (B) Daniel se
remonta al pasado para dar aliento a su fe (v. 15): “Señor Dios nuestro, que sacaste a tu pueblo de la tierra de Egipto
con mano poderosa, etc.”” ¿Y no nos sacarás de Babilonia con esa mano poderosa? ¿No ha dicho Dios que su
liberación de Babilonia había de oscurecer a la que llevó a cabo al sacarles de Egipto (Jer. 16:14, 15)?”
5. Viene después una patética queja del oprobio bajo el que se hallaba el pueblo de Dios, y las ruinas en que yacía el
santuario de Dios. Sus vecinos se reían de ellos hasta el escarnio (v. 16) y se alegraban en su desgracia (comp. con Éx.
32:12). El lugar santo de Dios estaba en ruinas; Jerusalén, la ciudad santa, hecha oprobio de Israel (v. 16); el
santuario asolado (v. 17); los altares, demolidos, todos los edificios, reducidos a cenizas.
6. Su oración se hace santamente importuna al rogar a Dios que restaure la condición de los judíos cautivos: “ Oh
Señor, conforme a todos tus actos de justicia (v. 16), que son también actos de misericordia, apártese ahora tu ira y
tu furor de sobre la ciudad de Jerusalén, tu santo monte… Ahora, pues (v. 17); Dios nuestro, escucha la oración de tu
siervo y sus ruegos”. Atendamos bien al objeto de sus peticiones:
(A) Pide que Dios aparte su ira y Su furor de Jerusalén, Su santo monte (v. 16). Esto es lo que todos los santos temen
y así como todos ellos imploran a Dios. No ruega directamente para que Dios los aparte a ellos del cautiverio (que
Elohim obre con ellos como mejor le parezca a Sus ojos), sino, en primer lugar, que se aparte la ira de Dios. Si se
quita la causa, cesará el efecto.
(B) Pide a Dios que Su rostro resplandezca (v. 17, comp. con Nm. 6:25) sobre el santuario asolado. El resplandor de la
faz de Dios sobre las desolaciones del santuario es el único medio de que el santuario sea reparado, y sobre ese
fundamento ha de ser reedificado. Por consiguiente, si los que aman el santuario quieren empezar su obra por el
lado correcto, deben primero implorar con ahínco el favor de Dios.
7. Tenemos varios alegatos y argumentos con que Daniel refuerza sus peticiones. Dios nos permite, no sólo orar, sino
también apelar, no para moverle a Él (pues sabe bien lo que va a hacer), sino para movernos a nosotros mismos y
avivar nuestra fe.

41
(A) Confiesa que no merecen el favor de Dios, pues no dependen de ninguna justicia propia, sino sólo de la
misericordia divina (v. 18). Ya Moisés le había dicho a Israel (Dt. 9:4, 5) que lo que Dios hiciera por ellos no se deberá
a la justicia de ellos ni a la rectitud de su corazón.
(B) Se anima a orar a Dios, y toma de Dios mismo el ánimo para orar, sabedor que Dios les favorecerá y perdonará en
atención a la gloria de su santo nombre: “¡No tardes más, en atención a ti mismo, Dios mío!” (v. 19b. También al final
del v. 17). En fin de cuentas, “Suyo es el tener compasión y perdonar” (v. 9). Todo aquello por lo que pide es algo que
atañe de cerca a Dios: “tu pueblo” (v. 15), “tu ciudad Jerusalén, tu santo monte” (v. 16), “tu santuario asolado” (v.
17), “la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre” (v. 18b), “porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre
tu pueblo” (v. 19, al final). Es como un eco de Salmo 119:94: “¡Tuyo soy yo, sálvame!”

Versículos 20-27

La respuesta que recibe inmediatamente la oración de Daniel contiene una de las más ilustres predicciones que
acerca de Cristo se encuentran en el Antiguo Testamento.

I. El tiempo en que se dio respuesta.

1. Fue mientras Daniel estaba en oración. Esto es lo que él mismo pone de relieve al decir (v. 21): “aún estaba
hablando en oración”. Antes de que se levantase de sus rodillas y en cuanto quizás estaba dispuesto a seguir
implorando con vehemencia, le vino del cielo la respuesta. Así se cumple lo que Dios había dicho por Isaías (Is.
65:24b): “Mientras aún estén hablando, yo habré oído”. Daniel había orado con gran fervor (vv. 18, 19), y Dios le
envió un ángel, nada menos que al arcángel Gabriel, para darle una respuesta asombrosa. No podemos esperar que
Dios envíe por medio de ángeles la respuesta a nuestras oraciones, pero si oramos con fervor por aquello que Dios
nos ha prometido, podemos por fe, tomar la promesa como respuesta inmediata a nuestra oración; pues fiel es el
que prometió. A Daniel le fue descubierto mucho más y mejor de lo que había rogado.
2. Fue (v. 21, al final) “como a la hora del sacrificio de la tarde”. El altar estaba en ruinas y no se ofrecía, por tanto,
ninguna oblación sobre él, pero los judíos piadosos, durante su cautiverio, tenían en cuanta diariamente el tiempo
en que habían sido ofrecidos el sacrificio matutino y vespertino, y esperaban que sus oraciones subiesen a la
presencia de Dios como incienso, y que al alzar sus manos, y el corazón con las manos, fuese aceptable a los ojos de
Dios como la ofrenda de la tarde (Sal. 14:12). La oblación de la tarde o sacrificio vespertino era tipo del sacrificio que
Cristo había de ofrecer en la tarde del Viernes Santo y en el atardecer del mundo; era en virtud de este sacrificio
futuro de Cristo como fue aceptada la oración de Daniel cuando imploraba a Dios en atención a Su nombre.

II. El mensajero por medio del cual fue enviada esta respuesta. No le dio a Daniel un sueño ni por medio de una voz
procedente del cielo, sino fue enviado un ángel y Miguel como arcángel son los únicos seres angélicos que se
mencionan por su propio nombre en las Escrituras canónicas. De Gabriel dice Daniel (v. 21b) “que era el varón que
había visto en la visión al principio” (comp. con 8:16). Nótese la forma como se dirige Gabriel a Daniel al anunciar el
propósito de su visita (vv. 22, 23):

1. “Daniel –le dice (v. 22b), he salido ahora para ilustrar tu inteligencia”. Dice Walvoord: “Aunque la oración de
Daniel no iba dirigida a su propia necesidad de entender los procedimientos de Dios con el pueblo de Israel, ésta es
la suposición que subyace a toda oración. Dios en una palabra, quiere dar a Daniel seguridad sobre Su inconmovible
propósito de cumplir todo lo que se ha comprometido a hacerle a Israel, incluida su restauración final”.
2. “Al principio de sus ruegos –continúa el ángel (v. 23)- fue dada la palabra (lit.), y yo he venido para revelártela.” Le
había revelado anteriormente (8:19 las aflicciones del pueblo bajo Antíoco, pero ahora tenía mayores y mejores
cosas que revelarle. En ese “fue dada la palabra” (lit.), es decir, la orden, ve M. Henry la probabilidad de que “saliese
la palabra, o el mandato, de Ciro de restaurar y edificar a Jerusalén”. M. Henry se equivoca de medio a medio en este
cómputo, como veremos luego.
3. Grande sería el ánimo que Daniel recibiría al oír de labios del arcángel Gabriel la frase (v. 23b): “ porque tú eres
muy amado” es como un epíteto que se repite otras dos veces (10:11, 19). Bien pueden tenerse por muy amados de
Dios aquellos quienes, y en quienes, tiene Él a bien revelarles Su Hijo.

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III. Dn 24. “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para determinar la
prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la
profecía, y ungir al Santo de los santos.” La profecía de Israel de las setenta semanas (vv. 24-27) proporcionan el
marco cronológico para la predicción mesiánica desde Daniel hasta el establecimiento del reino milenial sobre la
tierra, y asimismo una clave para su interpretación. Sus principales características son:
(1) Toda la profecía ante todo tiene que ver con el “pueblo” de Daniel y la “santa ciudad” –es decir, Israel y
Jerusalén.
(2) Se mencionan dos príncipes; al primero se lo llama “el Mesías Príncipe” (v. 25); el segundo es descrito como “un
príncipe por venir” (v. 26), una referencia al “cuerno pequeño” de 7:8, cuyo “pueblo” destruiría la reconstruida
Jerusalén después que se quitara la vida al Mesías Príncipe (v. 26).
(3) Las “setenta semanas” de la profecía son semanas de años, una importante medida de tiempo sabática en el
calendario judío. La desobediencia del mandamiento del año sabático llevó aparejado el juicio de la cautividad
babilónica y determinó los setenta años de su duración. Comp. Lv. 25:1-22; 26:33-35; 2 Cr. 36:19-21; Dn. 9:2.
Comparar también Gn. 29:26-28 en cuanto al uso de “semana” para indicar siete años.
(4) Los 490 años son de 360 días. Esto se demuestra con las referencias bíblicas a la septuagésima semana de años,
que se divide en dos mitades (v. 27), y cuya segunda mitad se la llama indistintamente “tiempos, tiempos , y medio
tiempo” (n. 7:25; comp. Ap. 12:14); “cuarenta y dos meses” Ap. 11:2; 13:5) o “mil doscientos sesenta días” (Ap. 11:3;
12:6). En este sentido debe recordarse, en el gran recorrido de la profecía, el tiempo profético es siempre exacto
como para hacer una seria advertencia, y tan impreciso como para no satisfacer la mera curiosidad (comp.. Mt.
24:36, Hch. 1:7).
(5) El comienzo de las setenta semanas se fija como “la salida de la orden para restaurar y edificar Jerusalén” y su
muro (v. 25). En la Escritura, el único decreto autorizando la reconstrucción de la ciudad y su muro se halla
registrado e Neh. 2; fechado “en el mes de Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes” (es decir, 445 a. C.), cuenta con
suficientes confirmaciones históricas. Partiendo de esa fecha, las primeras sesenta y nueve semanas llegan hasta “el
Mesías Príncipe”.
(6) Posteriormente, después de las “sesenta y nueve semanas” que siguen a las primeras “siete semanas” (e. d.
después de sesta y nueve semanas), tienen lugar dos eventos importantes: (1) Se quitará la vida al Mesías, quien no
tendrá ninguno de sus derechos de rey (“mas no por sí”). (2) La ciudad reedificada y el santuario serán destruidos
nuevamente, esta vez por el “pueblo” de otro “príncipe” que ha de venir. En líneas generales hay un consenso en
cuanto a estos dos eventos fueron cumplidos en la muerte de Cristo (año 29 d. C.) y en la destrucción de Jerusalén
por parte de los romanos en el 70-69 d. C. Ambos eventos se sitúan antes de la septuagésima semana del v. 27. Por
tanto, entre la semana sesenta y nueve y la semana setenta debe mediar un período de por lo menos cuarenta y un
años entre la muerte de Cristo y la destrucción de Jerusalén.
(7) Los eventos finales de la última semana (v. 27) son los siguientes: (1) hay un “pacto” de siete años que el futuro
príncipe romano (el “cuerno pequeño” de 7:8) realiza con los judíos. (2) A la mitad de la semana hay una forzada
interrupción del ritual del culto judío por parte del príncipe romano, quien introduce “abominaciones” que dejan el
santuario desolado. (3) Al mismo tiempo él inicia persecución contra los judíos. (4) El fin de la semana setenta trae
juicio sobre el desolador y también trae “justicia perdurable” (v. 24 –e. d. las bendiciones del reino mesiánico).
La prueba de que esta semana final aún no se ha cumplido puede comprobarse porque Cristo en forma definitiva
relaciona esos importantes eventos con su segunda venida (Mt. 24:6, 15). En consecuencia, entre la semana sesenta
y nueve y a la semana setenta tienen que hallarse todo el período de la Iglesia, establecida en el Nuevo Testamento
pero no revelada en el Antiguo Testamento. Según la interpretación de los Padres de la Iglesia, la última de las
setenta semanas se ubica al final de esta era. Cuando en los primeros dos siglos y medio de la era cristiana había
referencias al final de esta era en la última semana; en realidad él afirma que el tiempo de la tiranía del anticristo
durará solamente la mitad de una semana, tres años y seis meses. De la misma manera Hipólito manifiesta que
Daniel “indica la manifestación de los siete años que tendrá lugar en los últimos tiempos”.
El mensaje mismo es revelado, y queda registrado con gran exactitud. Nota del traductor: Tanto M. Henry como
Alonzo Díaz no me sirven para nada el resto del capítulo (vv. 24-27), pues no captan en forma alguna el sentido de la
porción. Para dichos versículos tomaré prestado el material del libro Escatología II, páginas 164-172, a la vez que
recomiendo a la vez a los lectores la lectura de, entre otras cosas, las obras de J. D. Pentecost, Eventos del Porvenir, y
E. L. Carballosa, Daniel y el Reino Mesiánico. Los que sepan inglés, disfrutarán con la lectura del libro de J. F.
Walvoord Daniel the Key to Prophetic Revelation, dichos versículos dicen literalmente: Versículo 24: “Semanas
setenta han sido decididas (hebreo, nejtakh, cortadas conforme al verbo “decidir”).

43
Sobre tu pueblo y sobre tu ciudad santa para acabar con la trasgresión (o rebelión, hebreo pésha, como en Is. 1:2) y
poner fin a los pecados (hebreo, uljathem jattaoth), un juego de palabras que expresa poner fin a algo que en sí es
una barrera) y expiar la iniquidad (hebreo awón) y hacer que venga justicia de eternidades (es decir eterno) y sellar
(Hebreo ulajtom, el mismo verbo de antes para “poner fin”) la visión y la profecía (en hebreo no llevan artículo) y
ungir al santo de los santos”.

Versículo 25

“Sabe entonces y entiende que, desde la salida de la palabra (es decir, de la orden) para restaurar y reedificar a
Jerusalén (el) Mesías Príncipe (habrá) semanas siete y semanas sesenta y dos. De nuevo será edificada (con) plaza y
foso, incluso en angustia de tiempos (esto es, en tiempos de gran angustia)”.

Versículo 26

“Y después de las semanas setenta y dos, será cortado (esto es, se le quitará la vida al) Mesías (sin artículo en el
original) y en ninguna manera (hebreo ein negación fuerte) para Él (o nada para Él), es decir, no tendrá nada (según
la versión más probable). Y destruirá la ciudad y el santuario (el) pueblo de un príncipe que viene; y su fin (será) con
una inundación, y hasta (el) fin (habrá) guerra, estricta decisión de desolaciones (las desolaciones decretadas por
Dios v. 28:25)”.

Versículo 27

“Y hará (el príncipe) que prevalezca un pacto (hecho) a muchos (por) una (numeral cardinal, no artículo indefinido)
semana y mitad de la semana hará que cese el sacrificio y la ofrenda, y sobre un ala (esto es, sobre el pináculo del
templo) de abominaciones (hará, o vendrá) un desolador, incluso hasta completa destrucción. Y lo que ha sido
decretado será derramado sobre (el) desolador”. Vemos que:
1. El hebreo tiene dos vocablos distintos, aunque de la misma raíz, para decir siete, shéba. Que significa simplemente
siete, y cuyo plural (shiblim) es la segunda palabra del versículo 24 en el hebreo; y shabúa, que significa período o
conjunto de siete (días, años, etc.), es decir, una hebdómada (del griego) o semanas (del latín septimana, donde se
ve la raíz septem, siete); el plural de shabúa, shabuim, es la primera palabra del versículo 24 en el original hebreo.
Por tanto, si decimos setenta semanas, no necesitamos hacer ninguna aclaración; pero los autores ingleses suelen
decir setenta sietes, por la sencilla razón de que, en inglés, semana (week, como el alemán Woche) no es de la
misma raíz que siete (seven). Con todo, es más exacto decir setenta hebdómadas (como dice Carballosa) que setenta
sietes.
2. Nadie discute que las semanas de Daniel significan semanas de años. Dice R. D. Culver.
Esta interpretación era común en la antigüedad. Daniel había estado pensando en el múltiplo de “siete” de años (9:1,
2; cf. Jer: 25: 11, 12). Sabía que ese múltiplo (setenta años) era tiempo de juicio por los 490 años de sábados
quebrados (490, dividido por siete, igual a 70. V. 2 Cr. 36:21). Además había una común “semana” de años, que se
usaba tanto en recuentos civiles como religiosos (Lv. 25, especialmente v. 8). No sólo esto, sino que cuando se desea
referirse a semanas de días (Dn. 10:2, 3), se añade el vocablo hebreo para “días “(yamin) al de “semanas” (shabuim)
… y, lo más importante, si se quiere dar un sentido literal a las semanas, únicamente un período de semanas de años
cumple las condiciones que requiere el contexto.

3. Como advierten los autores de la obra Search the Scriptures, lo de “acabar con la trasgresión y poner fin a los
pecados” (v. 24b) “son expresiones paralelas que significan poner punto final al pecar de Israel (cf. Ro. 11:26, 27)”.
Puesto que, detrás de estas expresiones, viene lo de “expiar la iniquidad”, “poner fin al pecado” ha de significar algo
así como “pronunciar sobre el pecado de Israel un juicio final, perdonador”, conforme a Romanos 11:26, 27.
4. Como dice el texto sagrado (v. 24: “sobre tu pueblo y tu ciudad santa”), esta profecía tiene que ver únicamente
con Israel y con Jerusalén. De ahí la fuerza de la preposición hebrea al, sobre; como una carga que pesa sobre el
pueblo judío: las pruebas, tribulaciones, persecuciones, etc., por las que Israel tendrá que pasar hasta que venga su
Gran Libertador, que expíe sus pecados e introduzca la justicia en el nivel perfecto, tantas veces profetizado
anteriormente.

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5. Lo de “expiar la iniquidad” (v. 24c) “se refiere a la muerte de Cristo en la cruz, que es la base para el futuro perdón
de Israel (Zac. 12:10; Ro. 11:26, 27)” (Ryrie). Puesto que el verbo para “expiar” es el mismo que se usa para “limpiar
o borrar”, bien puede añadirse Zacarías 13.1 “Y en aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y
para los habitantes de Jerusalén para purificación del pecado y de la inmundicia”.
6. “La justicia eterna”, en el sentido de “perpetuidad” durante el tiempo prefijado (concepto ya conocido) apunta al
reinado milenial de Cristo (comp. Jer. 23:5, 6), mientras que lo de “sellar la visión y la profecía” equivale a decir que
Dios ha puesto Su sello para ratificar el cumplimiento seguro de la visión profética.
7. La expresión hebrea (v. 24, al final) qodesh qodashim puede significar el “Lugar Santísimo”, “un sumo sacerdote” o
ambas cosas a la vez: el sacerdote o el santuario. Lo más probable es que se refiera a la unción del Lugar Santísimo
en el templo milenario, como señal de regreso de la presencia de Elohim para morar de nuevo en medio de su
pueblo.
8. El decreto (lit. palabra) al que hace referencia el versículo 25, como hoy admiten la mayoría absoluta de los
autores, el de Artajerjes Longimano en el año 445 a. C., según queda registrado en Nehemías 2:1 y ss. Al tener en
cuenta este decreto se dio en el mes de Nisán (esto es, últimos de marzo y primeros de abril), y que los 483 años que
cubren las primeras setenta y nueve semanas de Daniel llegan exactamente, según el cómputo más probable, al año
30 de nuestra era –la fecha más probable de la muerte del Señor-, se puede comprender mejor el lamento de
Yahshua en Lucas 19:41-44, especialmente la exclamación den el versículo 42, donde está bien atestiguada la
lectura: “¡Si conocieses tú, y por cierto en este tu día, lo que es para tu paz!, ¡Era el día 9 de Nisán, y se cumplían
exactamente en ese día las 69 semanas (483 años), tras que el Mesías Príncipe había de ser cortado!, según el
versículo 26. Es posible, como hacen notar los autores de Search the Scriptures, que a esto se refiere el Señor
cuando proclama (Mr. 1:15: “El tiempo –griego kairós- se ha cumplido”, y que a eso se debiese la creciente
expectación (v. Mt. 2:1, 2; Lc. 2:25, 26; 3:15) de la Venida del Mesías. Como Hombre perfecto, Él lloró; como Hijo de
Dios, Él hizo advertencias (comp. Is. 10-1-4).
9. Como puede verse (v. 2r b), el texto sagrado distingue “semanas siete” antes de “semanas sesenta y dos”. En
efecto, la plaza pública y el foso fueron reedificados al tiempo en que se completaban las primeras siete semanas (49
años)” (Ryrie). Los tiempos angustiosos en que todo esto se llevó a cabo se comprenden con una somera lectura del
libro de Nehemías.
10. Este corte entre las primeras “siete semanas” y las “sesenta y dos semanas” restantes, que, a su vez (nótese
bien), se separan también de la semana restante la septuagésima semana, se percibe aún com más claridad al
comienzo del versículo 26 “Y después de las semanas sesenta y dos, será cortado, etc.” Al traducir dicho versículo 26
ya hemos dicho que la frase hebrea (ein lo, nada para Él) significa, según la versión más probable, “no tendrá nada”.
¡Qué bien encaja dicha frase en la manera como Cristo vivió y murió! ¡Siempre de prestado! Especialmente, Su
pasión y muerte fue tenido por blasfemo en el tribunal religioso; por loco, en el arte y el placer; por sedicioso, ante el
tribunal político. Antes de morir fue despojado de todas sus ropas; y, ya en la cruz, otorgó el perdón a sus verdugos;
el Reino, a un criminal; su madre, a un discípulo. Y cuando ya lo había dejado todo, aún fue desamparado por Dios,
¿cabe mayor pobreza?
11. “El pueblo (v. 26b) del príncipe venidero” es, sin duda, el pueblo romano, pero el príncipe no es Tito (el que
destruyó Jerusalén en el año 70 de nuestra era), pues el contexto no cuadra con lo que de él sabemos. El Graphos
sagrado dice que dicho príncipe “que viene”, porque ha sido introducido ya en 7:8, 24-26, y hace un pacto con el
pueblo judío al comienzo del período de la Gran Tribulación. Pero a la mitad de la semana septuagésima (v. 27,
comp. Con 7:25 b), quebrantará dicho pacto y profanará el templo, y hará que cesen los sacrificios y se erigirá a sí
mismo como objeto de adoración en el propio santuario (comp. con 2 Ts. 2:4).
12. Quizás el dato más importante de toda la porción, y la correcta exégesis del pasaje, es determinar quién es el
sujeto del verbo hebreo higbir, vocablo que comienza el versículo 27. “Y por otra semana 17confirmara el pacto…” La
norma gramatical más elemental exige que el sujeto sea el antecedente más próximo, y ese antecedente no puede
ser otro que “el príncipe” del versículo 26, como concede hasta un amilenarista como Leupold.
El verbo higbir, es la forma Hiphil (causativa) del verbo gabar, ser fuerte o prevalecer, por tanto, su sentido no es no
es el de confirmar un pacto ya existente, sino hacer que prevalezca, o hacer que se concierte, un nuevo pacto. Los
muchos con los que el príncipe venidero concretará un pacto son, de modo especial (no exclusivo), los judíos, puesto
que todo el contexto (vv. 24, 27) trata de “tú pueblo… tu ciudad santa”. Este pacto nadie lo ha hecho todavía. La
rotura del pacto que habla el versículo 27 se comprende mejor a la luz de Apocalipsis 13:4-7.

45

17
O, hará un pacto firme.
“Y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia,
y quién podrá luchar contra ella? También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio
autoridad para actuar cuarenta y dos meses. Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su
nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo. Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y
vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación”. (Ap. 13:4-7)

Ap. 13:4 La bestia conduce a la humanidad a rendir adoración a Satanás. El texto dice concretamente: Y adoraron al
dragón porque había dado autoridad a la bestia. La bestia es la manifestación visible del dragón en la tierra. Adorar a
la bestia equivale a adorar al dragón. La tarea suprema de la bestia es precisamente hacer que la humanidad adore a
Satanás.
En los postreros tiempos, la humanidad buscará ávidamente a un líder. Alguien capaz de resolver los problemas que
habrán de agobiar a la tierra. Cuando la bestia haga su entrada en el escenario de la historia, la humanidad estará
dispuesta a recibirle como la salvación que aguardaban. Particularmente, al ver que ha sido restaurada la vida
después de recibir la herida letal, la gente clamará diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá hacer guerra
contra ella? O sea, que la humanidad creerá que la bestia es un ser incomparable.
La primera pregunta guarda relación con la persona de la bestia y la segunda con lo que es capaz de hacer. El mundo
pensará que el Anticristo es un ser invencible que puede derrotar a cualquier enemigo que se enfrente a él.
Ap. 13:5, 6: Dios está permitiendo que el monstruo ejerza (temporalmente) cuatro privilegios: Uno boca que
blasfema, autoridad por cuarenta y dos meses, conquista de los santos y poder sobre pueblos.
La bestia dará prioridad al misterio de desacreditar a Dios, y lo hará todo el tiempo que dure la segunda mitad de la
semana setenta de Daniel. Dn. 7:8, 11, 20, 25. El texto sugiere que las grandes cosas que salen de la boca de la bestia
equivalen a blasfemias. Entre otras cosas, la bestia se apropia del nombre y de los atributos de Dios para promover
su persona.
Durante estos cuarenta y dos meses tendrá autoridad casi suprema sobre el mundo. La bestia actúa porque Dios se
lo permite (se le dio autoridad). Aunque la bestia estará cumpliendo la voluntad de Satanás, Dios soberano es quien
controla absolutamente todo lo que sucede y no le permite traspasar los límites de la voluntad del Todopoderoso.
La bestia desafía a Dios y le injuria en todo lo que Dios es y todo lo que dice su Palabra. El sacrilegio de Satanás va
dirigido en primer lugar contra “el nombre18” de Dios. El nombre representa la Trinidad en sí. El hecho de que la
bestia se autoproclame como Dios constituye la gran blasfemia, puesto que pretende que la humanidad lo adore
como a él como si fuera Dios 2ª. Ts. 2:4. En segundo lugar la bestia blasfemará contra el tabernáculo de Dios, es
decir, contra el lugar de adoración de Dios. Cuando se halle en el apogeo de su conquista, el Anticristo mismo hará
acto de presencia en el templo de Dios y profanará dicho lugar, ofreciendo sacrificios a Satanás. Finalmente la bestia
pronunciará blasfemias contra los que moran en el cielo. Esta frase podría referirse concretamente a los ángeles,
quienes encabezados por Miguel causaron la expulsión de Satanás del cielo. Sin embargo, podría incluir también a
los redimidos que dan testimonio de la gracia de Dios y alaban su nombre sin cesar.

Ap. 13:7 “Y se le permitió hacer guerra contra los santos y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu,
pueblo lengua y nación”.

Obsérvese otra vez que la bestia actúa por permiso soberano de Dios. Las expresiones, “se le permitió y se le dio”
son usados teológicamente para expresar un acto de la soberanía divina. Es Dios quien permite hacer la guerra
contra los santos. Apoc. 11:7; Dn. 7:21. No sólo se le permite hacer la guerra contra los santos, sino vencerlos.
Charles C. Ryrie comenta: “Vencerlos indica que los matará. Toda actividad, sin embargo, está directamente bajo el
control de Dios. Su capacidad de hacer guerra es permitida por Dios, y todo su poder está limitado a cuarenta y dos
meses (v. 5). Aquí hay un ejemplo del entramado de las fuerzas que causan los acontecimientos. Dios lo controla
todo, pero Satanás controla la bestia, quien a su vez, actúa por su cuenta al blasfemar. Los hombres que componen
su ejército le seguirán voluntariamente para hacer mártires de los hijos de Dios quienes aunque ofrendan sus vidas,
aun así están dentro del cuidado protector de Dios”.
Los santos de Dios aunque mártires ya son más que vencedores (Ro. 8:37), porque han puesto su confianza en Cristo
quien ha vencido rotundamente a sus enemigos mediante su muerte y resurrección.

46

18
Tetragramatón: YHWH. Elohim. Consulte Estudio: “La Importancia del Nombre. Fonema del Hashem.” FJGP-2017.
También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. El Anticristo, en medio de la tribulación será
investido de un poder como ningún ser humano lo ha tenido jamás. A través del establecimiento de un gobierno
único, el Anticristo imitará la autoridad mundial que pertenece a Cristo en su reino. Su reino será totalmente
dictatorial. Quien no lleve su marca será totalmente aniquilado. El reino del Mesías se caracterizará por ser una era
de paz, justicia, santidad. Durante la era Mesiánica la tierra será llena del conocimiento de Elohim, como las aguas
cubren el mar (Is. 11:9). A la postre el reinado del Mesías vendrá y la victoria final será de Dios.
Por tanto, es evidente que “el pacto” será llevado a cabo entre el Anticristo y el pueblo de Israel, vuelto a su patria
en los últimos días.
13. No cabe en duda que el desolador (hebreo shomem) al que alude el versículo 27 (al final) es el príncipe venidero,
esto es, el Anticristo, sobre el cual pende un decreto divino de ruina, que será “derramada sobre él” (comp. 7:11b; 2
Ts. 2:8; Ap. 19:20). Este es un dato que no puede aplicarse al emperador Tito, como ya mencionamos, el destructor
de Jerusalén el año 69-70 de nuestra era, ya que aunque murió joven (a los 40 años de edad) murió tranquilamente
el año 81.
14 Finalmente, los versículos 26 y 27 nos hablan de una semana aparte, la septuagésima y última de la presente
profecía, pues ya quedaron atrás siete (v. 25b) y sesenta y dos (vv. 25, 36), después de las cuales suceden
acontecimientos referidos en los versículos 26 y 27. De esta septuagésima semana diremos:
(A) Que constará de siete años como las anteriores. Al ser las primeras 69 semanas de Daniel “semanas de años”, no
hay razón para negar que la septuagésima semana sea igualmente una semana de siete años.
(B) Que dicha semana está por venir, es decir, es plenamente escatológica. Esto se prueba por las siguientes razones:
(a) “Después de las sesenta y dos semanas” (v. 26) que siguen a las siete primeras, ocurren dos acontecimientos
separados entre sí por unos 40 años: La muerte de Cristo y la destrucción de Jerusalén. Estos dos acontecimientos no
caben en una sola semana de años. Luego si se admite un lapso aproximado de tiempo de 40 años no incluidos, en
una semana, no hay razón suficiente para descartar otro lapso mayor; sobre todo, cuando este lapso está de acuerdo
con todo el contexto de la profecía. Separaciones similares pueden encontrarse en muchos otros lugares del Antiguo
Testamento, siendo el más notable Isaías 61:2 “a proclamar el año de la buena voluntad de Elohim, y el día de la
venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados.” Obsérvese que al leer este pasaje en la sinagoga de
Nazaret (Lc. 4:26-21) Yahshua Adonai terminó la lectura con las palabras “el año agradable del Señor”. De manera
que la primera venida inició el día de gracia, “el año agradable del Señor”, pero el día de la venganza que tendrá
lugar cuando el Mesías regrese (2 Ts. 1:7-10). Comp. Is. 34:8; 35:4. La primera parte del versículo se refiere a la
Primera Venida, y la segunda se refiere a la Segunda Venida (¡en un mismo versículo!).
Es interesante consignar que la prestigiada versión católicoromana Biblia de Jerusalén, en nota a Daniel 9:25, y
refiriéndose a “los Padres más antiguos de la Iglesia”, declara lo siguiente: “Algunos remitían la última semana al fin
de los tiempos”. En esta misma línea, resulta también interesante resaltar que la mayoría de los escritores
eclesiásticos de los tres primeros siglos de nuestra era creían en un Milenio literal. Sólo después que la religión oficial
ganó la protección del Estado y comenzó a identificarse a sí misma con el Reino de Dios en la tierra, el milenarismo
fue atacado, y finalmente, proscrito por la Sede Romana. Esta “tradición” antimilenearista es la que heredaron los
reformadores (Lutero, Calvino, etc.), mientras identificaban erróneamente el papado con el Anticristo por ignorar el
sentido de Apocalipsis 17.
(b) Mateo 232:37-39 es posterior al relato de entrada triunfal en Jerusalén que habla, pero el versículo 39 habla de
un rechazo que perdurará hasta la restauración del favor de Dios hacia el pueblo como tal (v. por ej., Zac. Caps. 12-
14; Ro. Cap. 11). Pero la semana septuagésima ya se ha cumplido, las bendiciones prometidas para ella se habrán
cumplido también; lo cual no es cierto si tenemos en cuenta que toda la porción se refiere a Israel, no a la Iglesia.
(c) La comparación con Mateo 24:9 y ss., nos da a entender que Yahshua Adonai coloca la semana septuagésima de
Daniel al final de los acontecimientos profetizados e dicha porción, es decir, en los años que preceden
inmediatamente a su Segunda Venida. La comparación con Hechos 1:6-8 nos hace ver que queda por delante toda
una “era” o kairós (sazón), que bien puede traducirse por economía o dispensación.

47
APOCALIPSIS CAPÍTULOS 17 Y 18

CAPITULO 17

Ap. 17:6 “Vi a la mujer llena de sangre de los santos y, y de los santos mártires de Yahshua; cuando la vi, quedé
asombrado con gran asombro”.

Los capítulos 17 y 18 del Apocalipsis se centran sobre el juicio divino de la ciudad de Babilonia. En dos ocasiones
anteriores (Ap. 14:8; 16:19), se ha mencionado una anticipación del castigo de Dios sobre la ciudad repudiada. Los
capítulos 17 y 18 del Apocalipsis son el cumplimiento literal de las profecías divinas contra Babilonia (Is. 13-14; Jer.
50-51).
El capítulo 17 presenta una descripción escalofriante de las actividades de Babilonia. Juan en el mejor estilo
apocalíptico, usa símbolos y metáforas para comunicar la revelación recibida de Dios. Como ocurre repetidas veces
en el Apocalipsis, el escritor recibe la visión (Ap. 17:1-6) y de inmediato un ser celestial le declara el significado de
dicha visión (17:7-18).

BOSQUEJO:

1. La descripción de la gran ramera. Capítulo 17:1-6

1.1 Gran ramera 17c


1.2 Sentado sobre muchas aguas 17:1a
1.3 Comete inmoralidad 12:2a
1.4 Corrompe a los moradores de la tierra 17:2b
1.5 Cabalga sobre la bestia 17:3
1.6 Exhibe grandes riquezas 17:4b
1.7 Está llena de abominaciones 17.4b
1.8 El Epíteto: Babilonia la Grande 17:5
1.9 Persigue y mata a los santos 17:6

2. La Interpretación de la visión: 17:7-18

2.1 Interpretación de la mujer y la bestia 17:7-13

2.1.1 Interpretación de la mujer y la bestia 17:7-18


2.1.2 La bestia causará asombro entre los hombres 17:7b, 8
2.1.3 La bestia es el último de los reyes en la tierra 17:9-11
2.1.4 La bestia es investida de poder por 10 reyes 17:12, 13

2.2 La bestia y sus aliados pelean contra el Cordero 17:14

2.2.1 El Cordero triunfa sobre la bestia 17:14a


2.2.2 Los seguidores del Cordero vencerán con Él 17:14b

2.3 Explicación de los detalles de la visión: 17: 15-18

2.3.1 Las aguas son pueblos (muchedumbres de paganos) controlados por la mujer 17:15
2.3.2 Los diez cuernos que destruyen a la ramera 17:16
2.3.3 El ascenso de la bestia es parte del plan de Dios 17:17
2.3.4 Reiteración de la identificación de la mujer 17:18

Ap. 1: 1 “La revelación de Cristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto, y
la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan”.
Este capítulo trata de la “Babilonia religiosa”, de la que se nos dan: I. Su descripción (vv. 1-7). II. Su interpretación
(vv. 8-18).
48
Versículos 1-7 La gran ramera: el cristianismo apóstata y su poder sobre el cuarto imperio mundial que ha revivido

Antes de comenzar a comentar este capítulo, conviene recordar que los sucesos referidos en los capítulos 4 al 18 del
Apocalipsis guardan orden cronológico. Por eso, lo que describen en los capítulos 17 al 18 de Apocalipsis no guardan
orden cronológico. Por eso, lo que se describe en los capítulos 17 y 18 antecede, en su mayor parte, a los efectos
llevados a cabo por las siete copas de la ira de Dios. Más aún, como advierte Walvoord, “es probable que los sucesos
del capítulo 17 ocurran al comienzo de la Gran Tribulación”. En efecto, una ojeada al 6:9 y ss., sobra para
confirmarnos en dicha opinión.
Como también hemos apuntado en otros lugares, la ciudad que tenemos a la vista en los capítulos 17 y 18 es, sin
duda, Roma como centro gubernativo, tanto político como militar y económico, del Imperio del Anticristo, así como,
en el capítulo 17, centro religioso de la Iglesia apóstata. El presente capítulo es muy difícil y no se puede dogmatizar
sobre algunos detalles, pero la explicación que el ángel nos da en los versículos 8-18 ayuda enormemente a entender
lo que la Palabra de Elohim nos dice en los versículos de la primera sección.
“Uno de los siete ángeles que tenían las siete copas vino hacia mí y me dijo: “Ven y te mostraré el castigo de la gran
prostituta que está sentada sobre muchas aguas.

Con ella fornicaron los reyes de la tierra; y los habitantes de la tierra quedaron intoxicados con el vino de su
fornicación”. Entonces el ángel me llevó en Espíritu a un desierto. Allí vi a una mujer sentada sobre una bestia color
escarlata, la cual estaba cubierta con nombres blasfemos y tenía siete cabezas y diez cuernos. La mujer estaba
vestida de púrpura y escarlata y deslumbraba de joyas de oro, de piedras preciosa y de perlas. Llevaba en la mano
una copa de oro, llena de cosas abominables y de las inmundicias de su fornicación. En su frente estaba escrito este
título:”
MISTERIO:
BABILONIA LA GRANDE
LA MADRE DE LAS PROSTITUTAS
Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA

Vi que la mujer estaba ebria de la sangre de los creyentes, de la sangre de los que dieron testimonio de Yahshua.
Cuando vi quedé grandemente sorprendido. Entonces me dijo el ángel: “¿De qué te sorprendes? Yo te explicaré el
misterio de la mujer y de la bestia que lleva encima, y que tiene siete cabezas y diez cuernos”.

1. Como puede verse por el versículo 1, el título de todo el capítulo podría ser “la Iglesia apóstata”. Es presentada
como “gran ramera” (griego, porné), puesto que los reyes de la tierra (v. 2) han fornicado con ella, y los habitantes
de la tierra han sido seducidos por ella. No se la llama adúltera (griego, moikhé) porque no representa al verdadero
pueblo de Dios. Además como hace notar Walvoord: “El simbolismo del adulterio espiritual no se usa de ordinario
con relación a las naciones paganas, que no conocen a Dios, sino siempre acerca del pueblo que lleva exteriormente
el nombre de Dios, mientras en realidad, está adorando y sirviendo a otros dioses”. De ahí, la admonición de
Santiago (Stg. 4:4) contra las “almas adúlteras”. Por consiguiente, se trata del contubernio de la Iglesia apóstata con
los poderes políticos de todos los tiempos, pero, en especial, del final de los tiempos pero, en especial, del final de
los tiempos. Las “muchas aguas” (final del v 1) representan la muchedumbre de los paganos gentiles, lo mismo que
el “mar” de 13.1.

49
2. Lo abominable de esta mujer se confirma por el modo con que nos es presentada en el versículo 3: “Sentada sobre
una bestia de color escarlata…”; es decir, sostenida y apoyada por el propio Anticristo al par que ella misma, durante
la primera parte de la Gran Tribulación, dirige y controla, hasta cierto punto, al Anticristo, así como un jinete dirige,
espolea o frena a su cabalgadura. Basta leer 13.1 y ss., para percatarnos de que tal cabalgadura es el mismo
personaje que allí veíamos. Pero, ¿Por qué tuvo que ser llevado Juan en espíritu (es decir, en éxtasis) al desierto
para ver a esta mujer? ¿Acaso es la misma mujer de 12:6? ¡Ciertamente no! Lo más probable es que aquí “ desierto”
(sin artículo en el original) indique un lugar retirado desde el cual, sin el ruido de la gran urbe y sin el tráfago de las
gentes, puede contemplar el vidente la descripción que ángel hace de la gran ramera.
3. El modo como la mujer va vestida y aderezada coincide de modo sorprendente con la pompa ostentosa de los
altos oficiales de Roma, sino también de la llamada Ortodoxia y, aunque en menor grado, de la Iglesia Anglicana
(tanto más cuanto más “alta” y las congregaciones de la “teología de la prosperidad”). La “púrpura cardenalicia” es
ya una frase proverbial. Lo mismo puede del aderezo de oro, perlas y piedras preciosas que con tiaras, mitras y
pectorales han estado cubiertos han estado cubiertos (en especial hasta el Concilio Vaticano II y en la actualidad el
ecumenismo).
4. El elemento más sorprendente es la copa o cáliz, de oro (v. 4b) en la mano de la mujer. Esta copa está llena de
abominaciones. El brebaje que esta mujer ofrece a los poderes políticos de las naciones y a sus pueblos respectivos
es una mezcla de religión e idolatría, de símbolos espirituales y ritos paganos, de cátedra pontifical y la tribuna
sociopolítica, de evangelio y filosofía humanista. Los amilenaristas de todos los colores ven en esta mujer a la Roma
pagana, por lo que la perspectiva futurista de todo el pasaje (y de casi todo el libro) les pasa desapercibida. Así se
explica que el propio papa Juan XXIII hiciera acuñar una medalla en cuyo anverso estaba impresa su propia efigie, y
en el reverso la mujer de Apocalipsis 17, ¡exactamente como aquí se la describe!
5. Según hace notar Walvoord, el vocablo “misterio”, que en la NVI como la AV inglesa, aparece en mayúsculas,
como si fuese parte del título de la mujer, no significa tal cosa, sino que el título mismo es misterioso, algo secreto
(comp.. con 16:19; 18:2). El misterio está en que, aquí, el epíteto “Babilonia la Grande” no representa políticamente
a una nación o ciudad, sino a una organización religiosa que corresponde, en este sentido, a lo que la Babilonia
histórica era en el sentido religioso. Y añade en el mismo lugar: “Han hecho notar muchos escritores que los ritos
inicuos y paganos de Babilonia (y Tiro) penetraron solapadamente en la Iglesia de los primeros siglos y fueron
responsables, en gran parte, de las corrupciones incorporadas en el Catolicismo Romano, de las que se separó el
Protestantismo en la Edad Media”.
Aunque ya hemos ofrecido, en otros lugares, acerca de este particular, vamos a dar aquí algunos detalles:
(A) Génesis 10 marca ya con Nimrod 19, el comienzo de la perversidad político-religiosa con la fundación de Babel 20,
que es el nombre hebreo de Babilonia. Génesis 10:10 menciona a Erec, donde 3,000 a. C. Había ya zigurats o torres
escalonadas de ladrillos.

“Y fue el comienzo de su reino Babel, Erec, Acad y Caine,


en la tierra de Sinar. (Gn. 10:10). Adobes secados al sol, unidos con argamasa. Cerca de Ur fue descubierta por
Woolley una de fines del tercer milenio a. C. –ésta de, de ladrillos cocidos y con base de adobes secados.
(B) Babel fue un alarde de orgullo y rebeldía contra Dios narrada en Génesis 11. Dios, al confundir las lenguas, la
llamó Babel, es decir, “confusión” (Gn. 11:9). Llamada después Babilonia, tuvo gran prominencia bajo Hammurabi
(1728-1686 a. C.) y alcanzó su mayor gloria bajo Nabucodonosor II (que reinó desde el 605 hasta el 562 a. C.).

50

19
El nombre Nimrod se deriva de un verbo arameo que significa “nos rebelaremos”, y sugiere algún tipo de resistencia violenta
contra Dios. Su sobrenombre “Cazador Fuerte”.
20
Heb. Babel significa “la puerta de dios”, lo que sugiere que su gobierno iba más allá del establecimiento de un gobierno
opresor y violento.
(C) Su historia ha sido descifrada en miles de tablillas cuneiformes. En dichos materiales se nos dice que la mujer de
Nimrod, Semirámis, fue la jefa o suma sacerdotisa de la religión mistérica, llena de arcanos o secretos religiosos (por
tanto, sagrados) que formaban parte del culto a los ídolos. Según la leyenda, concibió y dio a luz milagrosamente a
un hijo llamado Tammuz, al que tuvieron por Salvador de Babilonia, un falso Mesías. Así surgieron las estatuas de
Semirámis con el niño Tammuz en sus brazos, surgió también la casta sacerdotal, agua sagrada (“bendita”) para
rociar, y una especie de orden religiosa de “vírgenes” dedicadas a la prostitución sagrada (parecido a los ritos
satánicos).
(D) Tammuz fue muerto por una fiera y fue resucitado, en anticipación satánica de Cristo (v. Ez. 8:14, donde mujeres
israelitas están endechando a Tammuz). En Jeremías 44:17-19, 25, dicen: “ofreceremos incienso a la reina de los
cielos”. No hace falta andar muy lejos para ver sorprendentes semejanzas en el culto católicoromano a María, la
madre de Yahshua. Babilonia, la mujer perversa, se encuentra en Zacarías 5:1-11; especialmente en los versículos 7 y
8. Este culto pasó a Pérgamo (posible alusión a esto en 2:13), entre otras ciudades de Asia.

(E) Los sacerdotes de Babilonia llevaban coronas en forma de cabeza de pez (como las mitras de obispos, cardenales
y papas), en reconocimiento a Dagón, el dios, pez y llevaban sobre esta especie de mitra el título “guardián del
puente”; el equivalente de Roma fue el de Póntifex Máximus, “sumo pontífice”, usado por el César y, luego, por el
emperador en los años finales del Imperio Romano, y de ahí pasó al obispo de Roma.
(F) Babilonia estaba asentada sobre Sinar (lit. Gn. 10:10; 11:2), pero esta Babilonia de los capítulos 17 y 18 de
Apocalipsis está sentada sobre siete montes (v. 9). Walvoord termina de este modo su magnífica exposición de los
versículos 1-5 de presente capítulo:

Ofrece un triste comentario sobre el cristianismo contemporáneo el hecho de que está mostrando un deseo
presuntuoso de regresar a Roma, a pesar de la evidente apostasía de Roma del verdadero cristianismo Bíblico. De
hecho, el liberalismo, la teología de la prosperidad y ecumenismo modernos ha superado con ventaja a Roma en su
desviación teológica de la Iglesia primitiva, así que tiene poco que perder con su regreso al romanismo. La apostasía,
observada hoy en su forma inicial, florecerá en su forma definitiva, en un cercano futuro, en esta próxima
superiglesia, que englobará de forma manifiesta a toda la cristiandad en el período que seguirá al arrebatamiento de
la Iglesia.
(G) Como lo hace notar W. M. Smith (ob. Cit., pág. 1.516) “Babilonia fue la que conquistó el reino de Judá, la
teocracia (2 R. 24; 25, etc.).
Con Nabucodonosor, rey de Babilonia, comenzaron los tiempos de los gentiles (Jer. 27:1-11; Dn. 2:37, 38). Babilonia
ocupa un amplio lugar en las profecías de las naciones en el Antiguo Testamento (Is. Caps. 13; 14:47; Jer. 50; 51”.
6. El versículo 6 parece dar razón a los amilenaristas, pues dice que “la mujer estaba ebria de sangre de los
creyentes, de la sangre de los que dieron testimonio de Yahshua” (NVI). Es cierto que los emperadores romanos se
cebaron en la sangre de los creyentes cristianos, ya que se resistieron dar culto al emperador como si fuera Dios 21.
Pero, ¿era eso bastante para que Juan se quedase grandemente sorprendido?, ¿No se debía más bien su sorpresa a
que, bajo la inspiración divina, estaba contemplando el futuro de una institución eclesiástica que, bajo el pretexto de
pureza doctrinal y unidad religiosa, había de perseguir a muerte (¡la Inquisición!) a los verdaderos creyentes,
obedientes a Dios y a su Palabra más que a los hombres, aun cuando éstos se llamen “representantes de Dios en la
tierra” y “Vicarios de Cristo”?
7. Al ver el asombro de Juan, el ángel pasa a explicarle lo que ha visto (v. 7 y ss.). La descripción requiere un
cuidadoso análisis que veremos más delante. Baste ahora con decir que “las siete cabezas y los diez cuernos” (frase
con que termina el v. 7) nos sirven para identificar una vez más, al Anticristo (comp. con 13:1 y ss.).

Versículos 8-18 La gran ramera vencida

Ahora el ángel va a dar a Juan la interpretación del misterio. “Le explica sólo lo inaccesible”, dice Bartina. El ángel le
presenta primero (v.8) un resumen del capítulo 13. Después (vv. 9-12), le explica el significado de las siete cabezas y
de los diez cuernos. Le hace luego (vv. 13, 14) un resumen de la batalla de Armagedón 22. A continuación, le explica el
significado de las muchas aguas que están bajo el dominio de la Gran Ramera (v. 15).

51

21
Como lo hacían los Kaisarianos. V. Cristología. FJGP-2018.
22
Consulte “Armagedón. La última batalla”. FJGP-2018.
Finalmente (vv. 16-18), tenemos la destrucción de la Iglesia apóstata a manos del Anticristo y de los líderes de las
naciones de su Imperio. Como puede verse, la interpretación de esta sección no sigue una línea cronológica. Es aquí
donde solamente el premilenialismo puede ofrecer una explicación coherente.

1. Dice el versículo 8 en la NVI: “La bestia que has visto antes y ya no es ahora (lit.
era y no es), y subirá del Abismo para ir a su propia destrucción. Los habitantes de la tierra cuyos nombres no están
registrados en el libro de la vida desde la creación del mundo, quedarán atónitos cuando vean la bestia, porque era
antes, no es ahora y, con todo vendrá”. La última frase dice literalmente: “Pues era, y no es, y se hará presente”.
(A) Que la bestia que aquí se habla es el Anticristo, no cabe duda alguna a la vista del versículo 11. La expresión
“subirá del Abismo” ha dejado perplejos y confusos a muchos autores, ya que el Anticristo no sube, en 13:1, del
Abismo, sino del mar. Una rápida comparación con 9:11 y 11:7 y 13:3 nos ayudará a encontrar la solución, que es,
con la mayor probabilidad, la siguiente: El Imperio Romano histórico existió durante unos seis siglos
aproximadamente hasta su caída en la segunda mitad del siglo V de nuestra era. Durante muchos siglos, ha quedado
privado de su existencia (“era y no es”). Sin embargo, al final de los tiempos, volverá a hacerse presente, según
completa la última frase del v. 8 la secuencia anterior. Se dice que “subirá del Abismo”, porque se presentará en el
escenario del futuro gracias al poder recibido del rey del Abismo (v. 13:1-3), el propio Satanás, el dragón de 12:3.
“Irá a la destrucción”, porque en fin de cuentas, será derrotado por el Cordero (v. los vv. 11 y 14, así como 13:10 y
19:19-21).
(B) La segunda parte del versículo 8 guarda una estrecha semejanza con 13:8 e incluso ayuda a traducirlo
correctamente. Aquí se especifica que la causa principal del asombro de los habitantes de la tierra será ver revivida a
la Bestia que creían fenecida para siempre (comp. con 13:3). El futuro “se presentará” (griego, paréstai, de la misma
raíz que parousía) del final del versículo indica que el Anticristo está por venir. Y el asombro subirá de puntos si la
Bestia surge de donde menos se esperaba. Dice Davidson (ob. Cit. Pág. 347): “Es probable que haya de venir del lado
menos esperado”.
2. Viene ahora (vv. 9-12) la explicación de las siete cabezas y de los diez cuernos de la Bestia: Frecuentemente en la
Escritura “diez” es el número de reyes o reinos que se opusieron a Israel en su historia pasada (Gn. 15:19-21; Sal.
83:1-8) o que se han de confederar contra Cristo y el pueblo de Dios en el futuro (Jer. 46-51; Dn. 2:41-42: 7:7, 20,
24;Ap. 12:3 13:1).
“Esto exige una mente con sabiduría. Las siete cabezas son siete colinas sobre las que se asienta la mujer. Son
también siete reyes. Cinco han caído, uno está, el otro no ha llegado todavía; pero cuando venga, ha de permanecer
por un poco de tiempo. La bestia que era antes y no es ahora, es un octavo rey. Pertenece a los siete y está
marchando a su destrucción. Los diez cuernos que viste son diez reyes que no han recibido aún la dignidad regia, pero
que durante una hora recibirán autoridad como reyes, junto con la bestia” (NVI). Ésta es otra porción que solamente
con una perspectiva futurista y permilenial tiene su explicación.
(A)Nótese que el ángel advierte que lo que va a explicar requiere “una mente que tenga sabiduría”. (lit.) La sabiduría
se necesita, en especial, para saber distinguir el primer grupo de ocho reyes (vv. 9-11) del segundo de diez reyes (v.
12).
(B) La segunda frase del versículo 9 es clarísima: “Las siete cabezas son siete colinas 23 sobre las que se asienta la
mujer”. Roma ha sido llamada siempre “la ciudad de las siete colinas”, las cuales tenían en latín los nombres
siguientes: Palatium, Velia, Cermalus, Oppius, Cispus, Fagutal y Suburra.
(C) La cosa quedaría resuelta fácil si no fuese porque el texto sagrado añade que tiene siete cabezas “son también
siete reyes”.
(a) Lo que ocurre aquí, sin duda alguna, es que las “siete cabezas” tienen un doble simbolismo: Primero, por su
prominencia física, son aptas para simbolizar las siete colinas de Roma; segundo, por su prominencia política, son
aptas para significar un grupo, en su totalidad (¡el número siete!), de siete reyes.

52

23
En griego óros.
En su puntuación más probable, el versículo 9, en el texto crítico del Nuevo Testamento Griego, ha de traducirse
literalmente y leerse del siguiente modo:
“Aquí, la mente que tenga (o tiene) sabiduría. Las siete cabezas son siete montes (o colinas), donde la mujer está
sentada sobre ellos. Y son siete reyes”. El simbolismo es, pues, doble, aprovechando el hecho físico de que las colinas
sobre las que Roma está asentada, son efectivamente siete.
(D) De ahí el interés del ángel en poner de relieve (v. 11) que la bestia… es ella misma un octavo, y es de los siete.

Esto podría parecer un obstáculo para la identificación del Anticristo


como un monarca futuro, de los últimos tiempos. De ahí que autores como Walvoord, siguiendo a Seiss, Davidson y
W. Scott, se nieguen a ver los reyes del versículo 10 a los emperadores romanos anteriores a Domiciano.

Pentecost es más cauto, pues se limita a exponer las tres opiniones principales acerca del significado de estos reyes.
En mi opinión el comentario más sensato de este versículo procede de la pluma de F. F. Bruce (ob. Cit., pág. 1704):

Cinco de los cuales han caído: Si contamos desde el primer emperador, estos serían Augusto (27 a. C.-14 d. C.),
Tiberio (14-37), Gayo (37-41), Claudio (41-54) y Nerón (54-68). Uno está: Probablemente Vespasiano (69-79), los tres
emperadores Galva, Otón y Vitelio, que gobernaron en rápida sucesión en Roma durante 18 meses entre la muerte
de Nerón y la captura de Roma por las tropas de Vespasiano el 21 de diciembre del 69, difícilmente pueden entrar en
la cuenta desde el punto de vista de las provincias orientales. En ellas, la autoridad de Vespasiano fue indiscutible
desde su proclamación en Alejandría el 1 de julio de 69… El otro no ha llegado todavía… ha de permanecer por un
poco de tiempo: Tito, el sucesor de Vespasiano reinó solamente dos años (79-81).

Y pasando de inmediato al comentario del versículo 11, dice con enorme buen sentido: E cuanto a la bestia que era y
no es, es un octavo: Aquí tenemos de nuevo la oscilación entre el imperio (la bestia) y el emperador (una de las
cabezas) que personificó su poder en un tiempo (cf. 13:3, 12). Al final, en el poder del imperio perseguidor quedará
personificado por e imperial Anticristo, que pertenece a los siete, posiblemente en el sentido de ser una
reencarnación de uno de ellos.
Los comentaristas desde el siglo segundo en adelante hallaron natural identificarlo con Domiciano (81-96), sucesor
de su hermano Tito, y considerado como el segundo Nerón. Pero Juan no está pensando en Domiciano (cuya fama
tradicional como perseguidor de la Iglesia descansa sobre muy modesta base histórica), sino en un potestado
demoniaco, Nero redivivus… Va a l predicción: Cf. 19:20. El Anticristo es designado “el hijo de perdición” en 2
Tesalonicenses 2:3.

(E) Por consiguiente, este “octavo” rey (v. 11), que es, o procede (gr. ek) de los siete,
no es otro que el Anticristo que, por una parte, empalma con los antiguos perseguidores del cristianismo y, como
dice Bruce, viene a ser “como una reencarnación de ellos”, y, por otra parte, ocupa su puesto prominente sobre los
diez reyes que han de venir (v. 12) “ no pueden ser identificados con ninguno de los caracteres históricos”. Aunque
no podemos pasar del terreno de una muy probable conjetura, cabe suponer que estos diez reyes, que no son
sucesivos, sino simultáneos, representan las naciones –con sus líderes- del nuevo Imperio Romano (Una estructura
semejante a la de la Comunidad Europea, con su centro en Roma). Estos diez cuernos son los mismos que los de la
Bestia de 13:1, y han de ser interpretados, si somos consecuentes, de la misma manera. De ellos dice esta profecía
“que no han recibido aún dignidad regia”, es decir, no han llegado aún al poder, porque no les ha sido dado, no por
la Bestia (puesto que no lo van a recibir con ella, no por ella), sino –como siempre en Apocalipsis- por sabia
permisión de Dios.

53
(F) El texto sagrado especifica que estos diez reyes, que van a gobernar simultáneamente y junto con la Bestia,
ejercerán su poder “durante ua hora”, símbolo de un espacio de tiempo breve, aunque no tan breve como la “media
hora” de 8:1. La Palabra de Dios se refiere aquí (como se ve en el contexto posterior) a cierto tiempo dentro de los
tres años y medio de la segunda parte de la Gran Tribulación, ya que es en este tiempo cuando se ha de llevar a cabo
la guerra que se anuncia a continuación.
3. Viene ahora (vv. 13, 14) un resumen anticipado de la guerra de Armagedón: “Todos ellos (los diez reyes) tienen
una misma intención: Entregar a la Bestia su autoridad. Harán guerra al Cordero, pero el Cordero los vencerá, porque
es Señor de señores y Rey de reyes –y con Él estarán sus llamados, escogidos y fieles seguidores”. (R-V 60).
(A) En este versículo se ve que los diez reyes aludidos en el versículo 12 van a servir de puente entre el pluralismo
nacional de la época anterior a la Gran Tribulación. Como dice Walvoord (ob. Cit., pág. 255): “Son una fase de
transmisión del poder de varios reinos al de la Bestia misma”. Quizás es la brevedad que el texto sagrado da a
entender con lo de “una hora” (v. 12), pues si se refiriese a todo el espacio de tres años y medio de esta segunda
parte de la Gran Tribulación, no cabe duda que lo expresaría en la forma acostumbrada en Daniel y Apocalipsis, ya
que fuese contado por años, por meses (42) o por días (1,260).
(B) Es de notar la completa unanimidad de estos diez reyes en su plan de entregar el poder al Anticristo (v. 13ª):
“Éstos tienen una sola intención” (griego gnómen). Esta unanimidad para el mal contrasta con la que vemos en la
primera Iglesia (Hch. 4:32) para el bien.
Le van a conferir al Anticristo (v. 13b) su poder (gr. dúnamin), esto es, sus fuerzas militares, económicas, etc., y su
autoridad (gr. exousían), es decir, su potestad política nacional e internacional.
(C) En el versículo 14 vemos que… éstos (con la bestia al frente –v.13:17)” pelearán con el Cordero” (lit.), pero al
contrario del 13:7, será el Cordero quien los vencerá a ellos, junto con los suyos, quienes son apellidados aquí
“llamados, escogidos y fieles”. Como interpretación más probable de estas expresiones, da Bartina (ob. Cit., pág.
186) la siguiente: “Porque llamados a filas, que están con Él son todos los escogidos guerreros y fieles a su Señor
(comp. con 19:14).
(D) Pero la razón por la cual el Cordero va a vencer al Anticristo y a sus huestes no es precisamente lo selecto de las
tropas con que Cristo cuenta, sino porque Él mismo es ·Señor de señores, es decir, soberano de los poderes terrenos,
por altos que éstos sean, y rey de reyes” (comp. con 19:16), esto es, rey supremo sobre los reyes y reinos del
Universo entero. Además, esos títulos designan atributos propios de la Deidad, como puede vesre en 1 Timoteo
6:15, que recoge el testimonio del propio Antiguo Testamento (v. por ej., Dt. 10:17; Sl. 136:3, donde tales títulos se
aplican a Elohim).
4. En el versículo 15 se nos ofrece la explicación de las muchas aguas que están bajo el dominio de la Gran Ramera:
“Luego me dijo el ángel: Las aguas que has visto, donde está sentada la prostituta, son pueblos, multitudes y
lenguas”. En efecto las aguas del mar significan en la Biblia, las muchedumbres, y en especial gentes paganas en su
oposición a Dios y a su Ungido, el Mesías.
Se supone aquí de relieve el gran poder (espiritual, moral, político, económico) que la Iglesia apóstata ejerce, y
especialmente, ejercerá al fin de los tiempos con apoyo del Anticristo y sus fuerzas.
“La Iglesia apóstata -dice Ryrie- será ecuménica.” Este mismo poder de la Roma religiosa se pone aquí para que se
aprecie mejor el contexto posterior (vv. 16-18), donde se describe su vergonzosa caída y destrucción, a manos
precisamente de los mismos poderes que la sustentaban, y a los que ella servía de principal mentor.
5. Llegamos ya a la caída de la Babilonia religiosa, la Roma eclesiástica de los últimos tiempos: “La bestia y los diez
cuernos que has visto, aborrecerán a la prostituta. La conducirán a la ruina y la dejarán desnuda; se comerán su
carne y la abrasarán con fuego. Pues Dios ha puesto en sus corazones eso, para que lleven a cabo el designio divino
poniéndose de acuerdo (comp. con el v. 13) e entregar a la bestia el poder de gobernar hasta que las palabras de
Dios se hayan cumplido. La mujer que has visto es la gran ciudad que ejerce su soberanía sobre los reyes de la
tierra”.
(A) El apoyo del Anticristo y los líderes de las naciones a su servicio han prestado a la Babilonia religiosa, el afecto
que le han mostrado, se tornan ahora desprecio, odio y persecución.

“La dejarán convertida en un desierto (gr. eremoménen, participio de pretérito), es decir, vacías de riquezas y
arruinados sus habitantes, y desnuda, esto es, despojada de sus joyas y de sus vestidos suntuosos” (v. 4).
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Más aun, “se comerán su carne por medio del robo y el pillaje, y la abrasarán con fuego”, consumiéndola por
completo.
(B) Llegamos así, de acuerdo con la profecía de Daniel 9:27; 11:36-39, al final del primer período de la Gran
Tribulación, tiempo en el que el anticristo ha salido con careta de paz, pactando con el pueblo judío y con la religión
apóstata. Pero todo ello, tanto la falsa paz de la primera mitad de la última semana de Daniel, como la ruina de la
Babilonia religiosa, ha sido controlado, y hasta planeado (comp. con Hechos 2:23) por Dios (v. 17):” Porque Dios dio
(esto es, puso) en los corazones de ellos (de la bestia y los diez reyes –v. 16) llevar a cabo el designio (gr. gnómen, ¡el
mismo vocablo del v. 13!) de Él” (Dios), no sólo el castigo y la destrucción de la Roma eclesiástica apóstata, sino
también (v. 17b) “en llegar a una misma decisión (de nuevo gnómen) y en dar el reino de ellos a la bestia” (lit.). Como
puede verse, el verbo “dar” tiene aquí distintos matices y sentidos: de parte de Dios es una mera permisión; de parte
de los diez reyes, una verdadera y cordial donación.
(C) Para que mejor se muestre la dirección y el control de Dios en todo este asunto, el texto especifica el límite
puesto por el mismo Dios al triunfo arrogante de la Bestia sobre la Ramera (v. 17c): “ Hasta que se hayan cumplido
(futuro de la voz pasiva) las palabras de Dios” (lit.), es decir, los oráculos proféticos divinos sobre el castigo de la
Gran Ramera (comp. con Mt. 24:35).
(D) Finalmente, el ángel designa de nuevo a la Gran Ramera, a fin de que Juan no tenga duda alguna para su
identificación:” (no hay otra en todo el capítulo que la descrita en los vv. 1-7) es la gran ciudad (no como ciudad
literal, pues entonces no sería un “misterio” –v. 5-, sino como sistema religioso) que ejerce su soberanía (lit. su
realeza) sobre los reyes de la tierra. En efecto, la Roma religiosa de los últimos tiempos estará montada sobre el
Anticristo en los planes políticos y religiosos a escala mundial.

CAPÍTULO 18

BABILONIA DESTRUÍDA

Introducción

Continúa en este capítulo el tema de la destrucción de Babilonia la Grande, pero ahora ya no se trata de la Roma
religiosa, sino de Roma política, social y, sobre todo mercantil. Siguiendo la división de Ryrie, podemos dividir el
capítulo en cuatro partes: I. Tenemos primero el anuncio de la destrucción (vv. 1-3).

II. Luego, la apelación del pueblo de Dios, todavía remanente en la ciudad, al salir de ella (vv. 4-8). III. Viene después
la angustia que sienten los mercaderes dela tierra ante la ruina de la ciudad (vv. 9-19). IV. Termina el cuadro
escénico con las aclamaciones celestes ante la ruina de la ciudad nefanda (vv. 20-24).

Ap. 18:1-2 “Después de esto (de estas cosas) vi otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue
alumbrada con su gloria. Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho
habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible”. (R-V
60). Se ha convertido En profecía el nombre “Babilonia” a veces se utiliza en un sentido más amplio que la mera
referencia a la antigua ciudad o a la nación. “Profecía” es la traducción de una palabra hebrea que literalmente
significa “carga” y a menudo se traduce “oráculo”.
El término con frecuencia en los escritos proféticos (Ej., Zac. 9:1) para indicar un mensaje divino de juicio. Esta
profecía dada a Isaías hijo de Amoz sobre las Naciones (Is. 13-14) anuncia la condenación de la nación y de la ciudad
de mismo nombre en manos de los medos (13:17-22). La Escritura aquí aplica la palabra “Babilonia” a la totalidad del
poder mundial gentil que comienza con Nabucodonosor (Dn. 2:31-32, 37-38) y culmina con el cuarto imperio
mundial (Dn 2:34-35, 40-45). Este cuarto imperio es el que gobierna cuando regresa a la tierra Cristo Adonai, La
Piedra destructora. Desde ese momento Jerusalén ha estado como dijo Cristo, “hollada por los gentiles”.
En el fin de los tiempos Babilonia habrá de aparecer con otros dos perfiles: (1) la Babilonia política (Ap. 17:8-17) y la
Babilonia eclesiástica (Ap. 17:1-7, 18; 18:1-24). La Babilonia política es el imperio confederado de la bestia, la última
forma del dominio mundial gentil. (2) La babilonia eclesiástica es toda la cristiandad apóstata. Bien puede suceder
que esta unión abarque a todas las religiones del mundo.

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Aunque algunas “renombradas denominaciones cristianas de nuestros días”
esperan una reconstrucción literal de la ciudad de Babilonia (alegando que Is. 13:5-6, 10, 19-22; 14:1-6, 22, 25-26
requieren un cumplimiento futuro), -y así adherirse al ecumenismo y a Roma-, la evidencia señala que aquí el uso del
nombre es simbólico (ya que Is. 13:19-22; Jer. 51:24-26, 62-64 pareciera excluir dicha restauración). De acuerdo a
esta última posición, en realidad hay una referencia a Roma (comp. Ap.18:10, 16, 18).
La Babilonia eclesiástica es la “gran ramera” (Ap. 17:1) y será destruida por la Babilonia Política (Ap. 17:15-18) para
que sólo la bestia sea objeto de adoración (2Ts. 2:3-4; Ap. 13:15). El poder de la Babilonia política será destruido con
el regreso del Señor en gloria en Armagedón. Entonces:
(A) La expresión misma “Después de estas cosas”, en el uso del Apocalipsis, denota que media cierto intervalo de
tiempo entre el cumplimiento de la ruina de Roma apóstata y el de la Roma política y, especialmente mercantil.
(B) Se describe al ángel actual como de “gran autoridad”, aunque no se explica a qué se extiende dicha autoridad ni
se describe el poder con que la ejerce.
(C) Sin embargo, tanto su autoridad como su poder quedan manifiestos por el resplandor del que va cubierto con el
cual queda iluminada la tierra que Juan contempla. Dice Bartina (ob. Cit., pág. 790): “A mayor gloria, mayor
excelencia en el ser. Este ángel iluminó toda la tierra que veía Juan. Estaba en el negro escenario del capítulo
precedente, en que había visto en el desierto, a escala de perspectivas cósmicas, a la bestia escarlata y a la mujer
que sobre ella cabalgaba”.
2. Este nuevo mensajero de Dios anuncia con voz poderosa la ruina de la Babilonia políticomercantil (vv. 2, 3): “Con
poderosa voz, gritó:”

“¡Cayó! ¡Cayó Babilonia la Grande! Se ha convertido en morada de demonios y en


guarida de todo espíritu maligno (lit. inmundo) y en guarida de toda clase de aves inmundas y detestables. Porque
todas las naciones han bebido del vino enloquecedor de su fornicación. Los reyes de la tierra fornicaron con ella, y los
mercaderes de la tierra se enriquecieron con su excesiva fastuosidad“(NVI).
(A) Hay en este capítulo ciertas frases que parecerían referirse a la Babilonia de capítulo 17; por ejemplo, “… del vino
furor de su fornicación” (v. 3 –lit.-comp. Con 17:2); pero es de notar que el vocablo porneia tiene, además, de su
sentido literal, sexual, el de “comerciar” (que también se aplica a lo sexual) tanto en el terreno religioso espiritual (la
babilonia eclesiástica). Seiss llega a encontrar esta duplicidad incluso en la repetición del verbo “cayó, cayó” (v. 2).

No hace falta acudir a una base tan frágil, cuando hay suficientes elementos para forjar un argumento más fuerte.
Dice J. Walvoord (ob. cit., pág. 259):

Conforme al versículo 9, los reyes de la tierra, así como los mercaderes, harán duelo por el final de la Babilonia del
capítulo 18. No se ve ninguna lamentación conectada con la destrucción de la mujer en el capítulo 17. La destrucción
de Babilonia en el capítulo 18 debería compararse con el anuncio anterior en 16:19, donde la gran ciudad escindida y
caen las ciudades de los gentiles. Este suceso ocurre tardíamente en la gran tribulación, justamente ante la Segunda
Venida de Cristo, en contraste con la destrucción de la ramera del capítulo 17, que parece preceder a la gran
tribulación y prepara el camino para la adoración de la bestia (13:8).

(B) La “fuerte voz” (lit.) con que grita este ángel, conspicuo ya por su autoridad y gloria extraordinaria (v. 1),
demuestra que el mensaje que anuncia es de importancia extraordinaria. Las metáforas con que se describe la caída
de Babilonia políticomercantil en el v. 2 nos recuerdan expresiones semejantes e Isaías 13:21 y ss.; 34:11, 13:15;
Jeremías 50:39 51:37, Sofonías 2:14 y ss.
56
La ruina de Babilonia se pone de relieve comparándola a “morada” (gr. katoiketérion) de demonios y “jaula” (gr.
phulaké) de aves inmundas. Para la equivalencia de “demonios-aves”, pueden verse Isaías 34:11-15, Mateo 13:32.
De ahí que se llamen inmundas (gr. akathártou) a estas aves, no solo porque no eran legalmente comestibles, sino
también porque equivalen aquí a demonios. Las metáforas son muy expresivas. Dice Bartina (ob. Cit., pág. 790):

Lo que era bullicio de vida humana es ahora un montón de ruinas malditas. Según una creencia, que aparece en
época bíblica, los demonios habitaban los sitios desamparados (Mt. 12:43-45; Lc. 11:24-26). Los espíritus impuros
demoníacos veían reducida su presencia a un círculo local más o menos estrecho (Mr. 5:1-13). Se le puede llamar
muy bien cárcel (phulaké), en cuanto una parte de su penar consiste estar como encadenados o u lugar limitado.

(C) En el versículo 3 se da la razón de esta aparatosa caída de la Roma pliticocomercial de los últimos tiempos. Tres
son las causas que la han provocado: (a) Con sus directrices inmorales, anticristianas y ateas, había emborrachado
(gr. pépokan, en pretérito perfecto –acción duradera-) a todas las naciones con vino enloquecedor de un comercio
idolatra e inmoral que promovía la prosperidad material 24; (b) En efecto, los reyes de la tierra se habían enriquecido
Haciendo pactos con ella mientras eran cómplices de su fornicación al imponer a sus súbditos los cultos idolátricos, y
a los líderes; y las inmoralidades que la Bestia les imponía; (c) Quienes, más que nadie, se enriquecían con este culto
de la Babilonia políticomercantil, eran los “comerciante de la tierra”, bien agarrados a las ubres de la urbe para
extraer (gr. ek) “el poder y la autoridad (lit.).

Versículos 4-8

A continuación del anuncio de la caída de la Babilonia mercantil, Juan oye otra vez la voz procedente del cielo. Esta
vez para invitar al pueblo de Dios, remanente todavía en la ciudad (el anuncio de la caída en los versículos 2, 3 está
proyectado a un futuro inmediato –es proléptico), a salir a tiempo. Dicen los versículos 4-8 en la NVI: “luego oí otra
voz que decía:

Salid de ella, pueblo mío, para que no os hagáis cómplice de sus pecados, ni recibáis ninguna de sus plagas; pues sus
pecados se han apilado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus crímenes. Retribuidle conforme a lo que ella dio;
pagadle el doble de lo que sus hechos merecen. Mezcladle al doble en la copa que ella mezcló. Dadle de tortura y de
duelo tanto como ella de gloria y de lujo.
En su corazón se jacta, diciendo: Estoy en mi trono como reina; no soy viuda, ni experimentaré el luto jamás.
Por esto, en un día la alcanzarán todas sus plagas muerte, luto y hambre. Será consumida por fuego porque
poderoso es el Señor Dios que juzga25”.
1. En esta sección, hallamos primero (v. 4) la apelación que hace los creyentes que hayan sobrevivido a la
persecución de la Bestia, a que salgan de ella a tiempo. Los motivos para salir son dos: (A) si se quedan ahí, se harán
cómplices (gr. sunkoinonéste, lit. tendréis comunión con) de los pecados de Roma idólatra e inmoral (Comp. Con 2
Co. 6:14; 1 Jn. 2:15-17); (B) Si se quedan allí, les alcanzarán también a ellos las plagas que van a ser derramadas
sobre ella.
2. Con frases tomadas de Jer. 5:19; se designa a continuación el motivo por el cual dichas plagas van a descender
sobre la ciudad: Sus pecados se han acumulado, sin solución de continuidad (gr. ekolléthesan, se apegaron, el mismo
verbo de Lc. 15:15 y Gn. 2:24 –en los LXX-), hasta formar una pila que llega hasta el cielo. Han llegado, en realidad,
hasta la presencia del mismo Dios, para “traerle a la memoria” las iniquidades de la cuidad. La séptima copa (16:17-
21) va a ser derramada, y la necesidad de salir de allí se hace cada vez más apremiante (comp. con Gn. 19:15-22).
3. La voz procedente del cielo da a continuación (v. 6) a los agentes destructores la orden de empuñar el pico
demoledor: (A) Hay que abonarle (gr. apódote, verbo que indica el pago de una deuda) el doble de lo que ella le dio,
como en la parábola de los talentos o, mejor, como tenía que hacer el ladrón, restituyendo el doble –conforme
mandaba la Ley- (v. Éx. 22:4, 7, 9; Is. 40:2; Jer. 16:18), y aun cuádruplo, en casos de excepcional gravedad,
“exigitivamente según la justicia(“ R. 12:6) o libremente por compensación excedente (Lc. 19:8)” (Bartina, ob. Cit.,
pág. 792). (B) El mismo castigo doble se expresa por medio de otra figura: “Mezcladle, es decir, preparadle en el
vaso, el doble de lo que ella mezcló”. Es la misma figura que hemos visto en 14:10, donde el original tiene el mismo
verbo kerágnumi, mezclar.

57

24
Como hacen los prosélitos de la “Teología de la Prosperidad “en la actualidad.
25
¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! Hebreos 10:31
4. Se presenta después (v. 7) de una lista –compendiada- de los pecados que han merecido tal castigo: (A) Se
glorificó a sí misma; (B) Vivió en lujo desmesurado (gr. estreníasen, se jactó de su malicie depravada –v. 17:2- ) a
costa de la explotación inicua (vv. 11-14); (C) Se jactó además de tres cosas que denotaban su altanería y su
autosuficiencia: (a) De ser emperatriz de todos los pueblos, firmemente asentada en su trono; (b) De no ser viuda, es
decir, destituida del apoyo de las naciones sometidas o aliadas, las cuales como buenas “hijas”, habían de venir en
auxilio de la “madre”; (c) De estar convencida de que su pretendido estado de seguridad perdurará indefinidamente,
de forma que nunca tendrá que hacer duelo i lamentación como quien ha perdido la corona, los bienes o los
parientes.
5. El castigo de esa jactancia (comp. con el castigo de David por cesar el pueblo), unida además a sus muchas y
grandes iniquidades, la voz anuncia (v. 8) que todo aquel que ella tiene por seguro (vida larga, disfrute de ayuda y
prosperidad indefinidamente prologada) se acabará en un solo día, puesto que en un solo día la alcanzarán todas
sus plagas: muerte, luto, hambre e incendio devorador (gr. purí katakauthésetai lit. será enteramente abrasada con
fuego). Al colocar en cabeza de los castigos la expresión “en un solo día”, se pone en relieve en el original la rapidez
de la visitación punitiva, como en Daniel 5:5 (“en aquella misma hora”) con respecto a la Babilonia de antaño, y en
Lucas 12:20 (“esta noche”), cuando el rico insensato lo perdió todo en una noche. Dice Caird: “Cuando es el tiempo
del juicio de Dios, baja directamente sin avisar” (The Revelation of St. John the Divine, pág. 224), quien añade en el
mismo lugar: “El castigo es simplemente permitir que el crimen sigua su curso destructivo” (comp. con Gá. 6:7-10).
Ciertamente, comprende los tres azotes más terribles; peste (mortandad), luto (llanto) y hambre, además del azote
extraordinario de ser abrasada totalmente.

Versículos 9-19

Se describe ahora la angustia que sienten los reyes y mercaderes ante la caída de Babilonia, y las endechas que se
lamentan de su destrucción. Viene primero (vv. 9, 10) la lamentación de los reyes. A continuación (vv. 11-17a), las de
la marina mercante.
1. Dicen así los versículos 9 y 10 NVI: “Cuando los reyes de la tierra que fornicaban con ella y compartían su lujo,
veían el humo de su incendio, llorarán y lamentarán por ella. Aterrados a la vista de su tormento, se detendrán a
distancia y clamarán diciendo:

¡Ay! ¡Ay oh gran ciudad, oh Babilonia, ciudad de poder (lit. la ciudad fuerte)! ¡En una hora ha llegado tu

condenación!

(A) Los reyes que aquí se citan no pueden ser los diez de 17, 12, 16, aunque estos son los que acabaron precisamente
con la Roma eclesiástica. Son más bien los de 17:2, 18:3, designados genéricamente como los “reyes de la tierra”;
por tanto, en mucho mayor número que los diez de 17:12. Sus lamentos e parecen a las endechas sobre Tiro en
Ezequiel 26: 16 y ss.; 27:35.
(B) Para que esto se cumpla en la Babilonia políticomercantil, no es menester pensar en una reconstrucción de la
Babilonia antigua, según opinan algunos autores (entre ellos Gilberto Cordero F. Presbítero de “Asambleas de Dios”.
Estudio del Apocalipsis Verso por Verso. Ob. Cit., pág. 394. También opina que “resulta más fácil alegorizar o
espiritualizar el significado de la ramera, (-argumentando erróneamente-) que por el hecho de que Babilonia como
tal no ha existido por un considerable número de siglos conduce a la tentación de reemplazarla con Roma o algún
otro sistema político-religioso o místico.

El intérprete de las Escrituras no debe rendirse ante esta tentación. Agrega: Recuérdese que Israel, como nación,
estuvo ausente del concierto de los pueblos de la tierra por cerca de diez y nueve siglos (1,900 años. ¿Cómo obtuvo
tal cifra? El período intertestamentario fue de aprox. 375-400 años), pero Dios prometió que esa nación existiría para
siempre (¿insinúa que el paraíso se restablecerá en la tierra?, o que ¿la tierra no se sujeta a la entropía y las
Escrituras? ¿Pertenece al ecumenismo romano?). Continúa diciendo: del mismo modo, Babilonia volverá a ocupar
lugar preeminente entre las ciudades del mundo, hasta que se cumplan las palabras de Dios en su totalidad. Se
apoya en Ap. 17:17 -mismo que antes disertamos-. Véase página 393 del libro Est. Apoc. Verso a Verso).

La opinión de Cordero rompería completamente con la idea de la Comunidad Europea, con su centro en Roma y bajo
el Imperio del Anticristo. Hay autores que también ven la Babilonia religiosa en Roma, y la politicoeconómica en la
Babilonia literal, reedificada. Otros se fijan únicamente en el sentido simbólico de Babilonia como representación de
la perversidad idolátrica.
58

Dice J. Grau (Estudios sobre Apocalipsis pág. 285): “De


ninguna ciudad puede afirmarse que en ella sola pueda haberse encontrado “la sangre de los profetas y de los
santos, y de todos los que han sido muertos en la tierra”. La gran ciudad debe entenderse simbólicamente. Opino
personalmente que eso se cumple en Roma como centro representativo de una Iglesia apóstata que ha perseguido a
muerte a cuantos no han estado de acuerdo con sus doctrinas y prácticas. Lo de “todos” no pasa de ser una
hipérbole de las que Juan hace uso corriente (comp. con Jn. 3:26; 11:48).
(C) En la lamentación de los reyes son de notar los siguientes detalles: (a) Con el verbo griego klaúsosin se designa el
lamento vocal, a gritos, a diferencia del verbo dakrúo de Juan 11:35, que denota el llanto silencioso. (b) El verbo
kópsonotai designa los golpes de pecho que se dan en su lamentación. (c) Los repetidos ayes (gr. ouaí, ouaí), son
equivalentes al aullar que tantas veces hemos visto en los Profetas, y son gritos que formaban parte del ritual de
lamentación. Todo ello imita–el más alto grado- el duelo por la pérdida de los seres más queridos. Pero es un
lamento totalmente egoísta, como se hace en la quiebra de un negocio. Por eso se añade (v. 10) que hacían el duelo
“desde lejos” (gr. apó makróthen hestekótes), como si temiesen que les alcanzase también a ellos el castigo. “¡Que
triste es la hora del juicio –comenta Walvoord (ob. Cit., pág. 263)- cuando es demasiado tarde para la misericordia!”.
2. Vienen a continuación las lamentaciones de los comerciantes (vv. 11-17a): “Los mercaderes de la ciudad llorarán y
se lamentarán sobre ella, porque nadie comprará ya sus mercancías –cargamentos de oro, plata, piedras preciosas y
perlas; de lino fino, púrpura y escarlata; de toda clase de madera olorosa; objetos de toda clase, hechos de marfil, de
madera de mucho precio, de bronce, hierro y mármol; cargamento de cinamonio y especias, de perfumes, mirra e
incienso; de vino y aceite, flor de harina y trigo, de ganado vacuno y de corderos; de caballos y carruajes; de cuerpos
de esclavos y de vidas humanas-. Y dirán: “El fruto que tanto apetecías se ha marchado de ti. Todas tus riquezas y
todo tu esplendor se han desvanecido y nunca los recobrarás”. Los mercaderes que le vendían sus mercancías y se
enriquecían a osta de ella, se detendrán a distancia, aterrados a la vista de su tormento. Llorarán y se lamentarán,
diciendo:

¡Ay! ¡Ay, oh gran ciudad, la que se vestía de lino fino, de púrpura y escarlata,
y deslumbraba enjoyada de oro, piedras preciosas y perlas!,¡En una sola hora ha quedado en la ruina toda esa
opulencia” (VNI).

A) Dos veces más ocurre aquí la frase “llorarán y se lamentarán” (vv. 11 y


15), pero el segundo verbo penthéo, que indica duelo o lamentación en general, pero no especifica lo de “golpearse
el pecho” como en el versículo 9.
(B) Nótese la larga lista de objetos en los que los mercaderes de la tierra comerciaban con la gran ciudad: (a) Todo lo
que servía para la ostentación (joyas y atuendo): “oro, plata, etc.” (v. 12). Para una lista similar, véase Ezequiel 27:12
y ss.
59
(b) El atuendo hace pares con el lujo del mueblaje: las maderas más finas y olorosas (v. 12 b). (c) Siguen las especias,
los ungüentos y lo mejor del trigo, del vino y del aceite (v. 13ª). (d) Después, el ganado y los caballos para las carreras
o para la guerra (v. 13b). (e) Finalmente, “cuerpos” (gr. sómata). El vocablo griego es el que los LXX usan para
designar a los esclavos en Génesis 36:6. Realmente, para los amos paganos, los esclavos eran meramente cuerpos
para el trabajo, para los juegos circenses o para los burdeles de prostitución masculina.
Y, con los cuerpos las almas humanas o, mejor, vidas humanas, ya que psukhás no tiene aquí ningún sentido moral ni
espiritual, sino que designa probablemente los “esclavos” dedicados a las artes liberales, a ser pedagogos, literatos,
“artistas” (Bartina, ob. Cit., pág.796).
(C) El autor sagrado hace una recapitulación general, en el versículo 14, de los bienes que se ha enumerado en los
versículos 12 y 13.
El original es muy expresivo en su semitismo: El griego opóra, que las versiones traducen por “fruto” o “fruta”,
significa, en realidad, la tercera estación del año en el cómputo griego, la cual correspondía, para los judíos, al final
del verano y el comienzo del otoño, cuando los mejores frutos de la tierra ya estaban maduros y sazonados. Pero es
probable que sea un semitismo con el que se designa “todo lo que más apetecían los que compraban y vendían”, ya
que la primera parte del versículo 14 dice literalmente “y el fruto del deseo de tu alma se alejó de ti”.

Más aún, el texto sagrado (v.14) continúa diciendo: “y todo lo


pingüe y espléndido se ha desvanecido (literalmente ha perecido, el mismo verbo del final de Jn. 3:16) de ti”. Todo lo
que representaba la prosperidad y el esplendor de la gran ciudad ha perecido para siempre. El versículo 15 repite la
elegía de los mercaderes para que entiendan mejor sus lamentos por los artículos perdidos.
(D) A continuación (vv. 16, 17a) viene la lamentación de los mercaderes en una endecha que se parece a los
versículos 10 y 19, pero tiene muchos elementos específicos, conforme a los objetos preciosos que se han
enumerado en los versículos 12 y 13.
Como contrapunto a los lamentos del versículo 16, podían escucharse las palabras de nuestro Salvador Yahshua en
Mateo 6: 19-21: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y
hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde los ladrones no minan ni
hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”. (R-V 60).
La elegía de los comerciantes se fija especialmente en aquello en que más puesto tenía el corazón. ¡Y que todo se
haya perdido en un instante… (v. 17a). Todo esto también nos recuerda al rico de la parábola de Lucas 12:16-21.
3. A las lamentaciones de los comerciantes siguen los (vv. 17b-19) las de la marina mercante: Todo piloto de mar y
cuantos viajan por barco, los marineros y cuantos se ganan la vida en el mar, se detendrán a distancia.
Cuando vean el humo de su incendio, exclamarán: ¿Hubo jamás una ciudad como esta gran ciudad? Arrojarán polvo
sobre sus cabezas, y gritarán llorando y lamentándose:

¡Ay! ¡Ay, oh gran ciudad, donde cuantos tenían barcos en el mar, se


enriquecieron de su opulencia! ¿En una hora ha quedado devastada!” (NVI).
Las lamentaciones de la marina mercante que se describen aquí con colores imágenes que parecen tomados de
Ezequiel 27:28, 29. En los LXX, se mencionan allí cuatro clases de jefes marinos según el puesto que ocupan: el
timonel, los subalternos, cada uno de acuerdo con su rango, los marineros rasos y, finalmente, los cargadores y los
pescadores; ¡todos cuantos trabajan, de un modo u otro, en el mar! Todos ellos se paran desde muy lejos; y lo único
que se les ocurre decir es que no había otra ciudad semejante a aquella.
60
Se lamentan, no precisamente por la ruina de la ciudad, sino por lo mucho que ellos mismos han perdido al acabarse
el comercio que mantenían con la gran ciudad. Para ellos, por tanto, no había, ni hubo jamás, otra ciudad como
aquella, a juzgar por los beneficios que las transacciones con Roma les habían reportado. Vemos (v. 19) que
arrojaron polvo (o cenizas) sobre sus cabezas, lo cual era una señal de gran duelo entre los orientales (comp. con
Job. 2:12).

Versículos 20-24

El agudo contraste con la inmensa pena de reyes y mercaderes de la tierra, el texto nos presenta a continuación las
aclamaciones del cielo, donde los santos, los apóstoles y los profetas son estimulados a regocijarse por la caída de
babilonia, porque Dios ha vindicado a los Suyos, y ha cargado sobre ella la retribución que merecía por la sangre
vertida.
No se les pide ser crueles o vengativos, sino regocijo por el triunfo de la justicia de Dios y de la verdad por la que los
mártires dieron su vida. Viene primero (v. 20) el grito de aclamación, probablemente de labios del propio Juan.
Después tenemos una acción simbólica del hundimiento definitivo de la Gran Babilonia (v. 21). En tercer lugar, el
mismo ángel profiere un oráculo sobre la destrucción de la ciudad (vv. 21b-23a), y también cuenta de las tres causas
principales que motivaron a dicha destrucción (vv. 23b-24).
1. Dice el versículo 20 en la NVI: “Regocijaos sobre ella, oh cielos! ¡Regocijaos santos, apóstoles y profetas! Dios la ha
juzgado por el modo en que ella os trató. Nótese que el propio Juan tampoco se deleita precisamente en la ruina de
la ciudad, sino en la justicia de Dios (comp. con Is. 29:6). Dice Bruce Ob. Cit., pág. 1705 y 1706): “En los juicios de
modo apropiado, pero se regocijarán temblando, al recordar que Sus juicios comienzan por los de Su propia casa (1
P. 4:17, siguiendo a Ez. 9:6; Am. 3:2)”.
2. A las aclamaciones de la caída de Babilonia, “un ángel forzudo” (lit.) añade una acción simbólica (v. 21): “ Entonces
un ángel poderoso levantó una piedra grande, del tamaño de una rueda de molino, y la lanzó al mar diciendo:

Con este mismo ímpetu será arrojada la gran ciudad de Babilonia y no será
jamás hallada” (NVI).

Es una escena parecida a la de Jeremías 51:61-64, con la sola diferencia que la piedra de molino es arrojada al mar,
en lugar de al Éufrates. Dice Walvoord (ob. Cit., pág. 266): “El simbolismo es el mismo. Representa la destrucción de
la gran ciudad, la cual, como una piedra arrojada al mar, ¡no volverá a ser hallada! Por cierto, la frase “de ningún
modo será hallada” (lit. Gr. ou me euréthe) se repite siete veces.
Pero el ángel no se contenta con arrojar simbólicamente al mar la piedra que representa a Babilonia, sino que
pronuncia un oráculo y expresa las razones que han motivado dicha destrucción (vv. 22-24):

“La música de Arpistas y de músicos cantores, de tocadores de flauta y trompeta, nunca volverán a escucharse en ti.
Ningún artesano, ningún oficio volverá jamás a encontrarse en ti. El ruido de la rueda de molino no volverá a
escucharse e ti. La luz de una lámpara no volverá a brillar en ti jamás. La voz del esposo y de la esposa no volverá a
oírse en ti jamás. Tus mercaderes eran los magnates del mundo.

Por tus encantamientos fueron seducidas las naciones. En ella se encontró sangre de los
profetas y de los santos y todos cuantos fueron asesinados en la tierra” (NVI).
(A) Ryrie resume admirablemente el sentido del oráculo de los versículos 22 y 23: “Ni música, ni trabajador, ni
maquinaria, ni luz, ni felicidad volverán a hallarse en Babilonia”.
61
Expresiones similares pueden verse en Jeremías 7:34; 16:9; 25:10; Ezequiel 26:13. La ciudad que había sido centro e
imporio universal de prosperidad, alegría, jolgorio y placeres mundanos, así como la más abominable idolatría y de la
más grosera inmoralidad, ha sido reducida a un silencio sepulcral y se encuentra completamente devastada.

(B) El mismo ángel declara a continuación las razones que motivaron la destrucción de la
ciudad:
(a) Los mercaderes de Roma Habían corrompido la tierra, convirtiéndose (v. 23c) en magnates sin Dios, que todo lo
controlaban con su gran poder y tremenda influencia (comp. con Is. 23:8). (b) Con sus brujerías (drogas, venenos en
las copas, etc.) habían engañado, seducido, extraviado, al mundo entero (V. 23d, comp. con Is. 47:12). (c) El mayor
crimen era haber vertido mucha sangre inocente (v. 24): “La de los profetas que habían predicado el Evangelio de
salvación y habían amonestado para bien; la de los santos, que habían sellado con su sangre el difícil testimonio
durante la Gran Tribulación; y la de todos los degollados (lit.) sobre la tierra, por el mero hecho de obedecer a Dios y
creer en Yahshua (v. 12:17). Por cierto, en el versículo 24 vemos el plural intensivo “sangres” (haímata); compárese
con Juan 1:13, donde hallamos igualmente el mismo plural.
4. Terminamos este capítulo con algunas provechosas consideraciones que nos ofrecen algunos de los más expertos
estudiosos del Apocalipsis:
(A) Carid (ob. Cit. Págs. 230, 231) hace un fino análisis lingüístico-histórico de la frase final del versículo 20 “ porque
Dios ha juzgado vuestro juicio de ella” (lit.), y dice que el “de ella” (gr. ex autés) sólo puede entenderse a la luz de dos
leyes del Antiguo Testamento: (a) la ley de la sangre derramada (génesis 9:5-9), y (b) la ley del falso testimonio
(Deuteronomio 19:16-19, comp. con Ap. 11:13). Y añade: “Juan une las dos leyes para expresarlas así: Dios ha
impuesto sobre ella una sentencia que ella quiso imponernos. Babilonia ha acusado falsamente a los santos, etc.,
haciéndoles morir. Pero el caso ha sido llevado al tribunal de Dios… donde Babilonia ha sido hallada culpable de
perjurio”.
(B) Sobre los versículos 22 y 23, comenta D. Turner, en el Curso de la Academia Cristiana del Aire, Apocalipsis, página
105, col. 1.”: Todos estos que tuvieron relación con Babilonia, se acaban. No habrá más más cantautores ecuménicos
apóstatas, co su música, ni pinturas modernistas, ni novelas llamadas realistas, en vez de nombrarlas por su
verdadero carácter de inmorales o pornográficas, obscenas. Estas cosas que los espíritus diabólicos han usado como
carnada o cebo para atraer y entrampar a la juventud específicamente, ya dejarán de existir, siendo quemadas todas
en el fuego de Dios”.
(C) Al final del comentario sobre este capítulo regresaremos a los capítulos 10 al 12 de Daniel para continuar el
análisis de las visiones y tiempos proféticos del Libro.

El Dr. Walvoord (ob. Cit., pág. 267) hace notar el paralelismo de esta
Babilonia con la Babel del Génesis 11:1-9: Su torre, elevada “hasta el cielo”, trataba de unir al mundo con un culto y
un lenguaje comunes. Dios frustró este plan, confundiendo el lenguaje y esparciendo las gentes. La Babilonia
eclesiástica de Apocalipsis 17 proponía una religión universal, una Super-Iglesia apóstata. Esta es destruida por la
Bestia en cumplimiento de la voluntad de Dios. (17:16, 17). La Babilonia politicoeconómica de Apocalipsis 18 tiende a
dominar el mundo con un mercado común y un gobierno mundial. Ésta es destruida por Cristo en su Segunda venida
(19:11-21). El triunfo de Dios, al acabar con la gran ramera de Apocalipsis 17, prepara el camino para la segunda
venida de Cristo y el establecimiento de su reinado milenial glorioso en la tierra.
62
Por su parte, Beasley-Murray (New Bible Comentary, Revelation) explica cómo, a la luz de las antiguas profecías y de
las condiciones mundiales de su tiempo –un emperador satánico, una Roma corrompida y un sacerdote idólatra-,
Juan pudo predecir con vivos colores cuál sería la situación durante la Gran Tribulación. Personalmente veo además
otro paralelismo (además del señalado por Walvoord) con Génesis 11, en el sentido de que el triunfo de Dios sobre
los rebeldes de Babel, cuando confundió las leguas y esparció así sobre la faz de la tierra, preparando el camino para
el llamamiento de Abraham (Gn. 12).

Capítulo 10
Visión final de Daniel 10-12
La visión de la gloria de Dios

En este capítulo y los siguientes se presentan un solo panorama profético, comunicado a Daniel para provecho de
Israel y nuestro, no por medio de signos y figuras, como antes (caps. 7 y 8), sino por medio de frases explícitas. En
este capítulo que forman introducción a la profecía, y se muestran aquí: I. el solemne ayuno que Daniel se impuso,
con otras señales de humillación de sí mismo,, ante de que le fue concedida esta visión (vv. 1-3). II. La visión en la
que se le apareció gloriosamente el Hijo de Dios (vv. 4-9). III. El gran aliento que recibió Daniel para esperar una
revelación tal de futuros acontecimientos que habría de ser útil a otros y a él mismo, y para que fuese capacitado en
orden a comprender el significado de dicha revelación (vv.10-21).

Versículos 1-9

“En el año tercero de Ciro rey de Persia fue revelada palabra a Daniel llamado Beltsasar; y la palabra era verdadera, y
el conflicto grande; pero él comprendió la palabra, y tuvo inteligencia en la visión.
En aquellos días yo Daniel estuve afligido por tres semanas.” Dn. 10:1-2. Aquí y en el versículo 3 el texto hebreo dice
“semanas de días”, de manera de distinguir estas semanas de las semanas de los años en 9:24-27.
Esta semana está fechada en el año tercero de Ciro, rey de Persia (v. 1), es decir, de su reinado después de la
conquista de Babilonia; el tercer año desde que Daniel había comenzado a relacionarse con él. Era pues, el año 536
a. C., unos 72 años desde que Daniel había sido deportado a babilonia; así que ya estaba por los 90 años de edad.
1. Una idea general de esta profecía (v. 1b): “La palabra (esto es, el mensaje) era verdadera, y el conflicto (es decir, la
confrontación bélica) grande. A diferencia de las anteriores visiones, que habían dejado a Daniel confuso y perplejo,
de ésta se nos dice (v. 1c) que “entendió el mensaje y tuvo entendimiento en la visión” (lit.).
2. Relato de la mortificación que Daniel se impuso antes de tener esta visión (v. 2): “Estuve en duelo –dice- por
espacio de tres semanas”.
Sin duda, como ya vimos en 9:3 y ss., oraba y se humillaba al tiempo que se hacía solidario de los pecados y de los
pesares de su pueblo.
Hay quienes opinan que este prolongado duelo fue la indolencia de muchos judíos, quienes, aunque tenían libertad
para regresar a su país, preferían continuar en el país de su cautiverio. Otros piensan que fue por haberse enterado
de la obstrucción que ponían a la edificación del templo los enemigos de los judíos, quienes sobornaban a los
consejeros para frustrar sus propósitos (de edificación –v. Esdras 4:4, 5), todo el tiempo de Ciro, etc. Durante estas
tres semanas Daniel (v. 3) no comió carne ni bebió vino, ni se ungió con perfume.
3. Descripción de la persona que Daniel contempló en su visión. Es opinión casi unánime de los autores que no fue
otro que el propio Yahshua Adonai preencarnado.
Estaba Daniel (v. 4) a la orilla del gran río Jiddequel (lit.), es decir, el Tigris. Probablemente
estaba meditando a la orilla del río, como Isaac en el campo (Gn. 24:63). Alzó sus ojos (v. 5) y vio un varón vestido de
lino, etc.

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Todos los detalles de la visión se parecen tanto a la de Yahshua Adonai en Apocalipsis 1:13-15 que expositores de la
talla de Young y Keil “consideran al varón como genuina teofanía o aparición de Cristo como el Ángel de Elohim”
(Walvoord. Sobre el tono general de la aparición dice el mismo Walvoord: “La impresión dada a Daniel fue que el
cuerpo entero del varón era como una gigantesca joya transparente, que reflejaba la gloria del resto de la visión”.
4. La impresión que esto hizo a Daniel. Como en el caso de los que acompañaban a Saulo de Tarso (Hch. 9:7, 22:9),
sólo Daniel vio la visión “y no la vieron –dice (v.75)- los hombres que estaban conmigo”. Pero aunque no vieron la
visión, “fueron presa de gran terror y huyeron a esconderse”, probablemente de entre los sauces que crecían a la
orilla del río. Daniel mismo (v. 8) no pudo soportar la impresión que le hizo la visión, pues quedó completamente sin
fuerzas y se le fue el color natural hasta el punto de que el original dice textualmente: “Y mi color fue cambiado
dentro de mi corrupción”, es decir, adquirió una palidez mortal. No obstante oyó todavía (v. 9) las palabras que le
hablaba, y fue entonces cuando cayó desmayado, dando con su rostro en tierra.

Versículos 10-21 Conflicto: ángeles santos y ángeles malvados

Poco a poco Daniel volvió en sí.

I. La mano que le había tocado le hizo levantarse del suelo, pero de rodillas (v. 10) y apoyado en las palmas de las
manos. Después le hizo ponerse de pie (v. 11), pero aun así se quedó temblando. Dios hace que los Suyos se
percaten de su propia debilidad antes de concederles fuerza y poder. Por fin recobró no sólo el uso de los pies, sino
de la lengua también (v. 16). Y lo primero que dijo fue excusarse de su silencio, pues no le habían quedado fuerzas.

II. El varón que le hablaba le animó (v. 12) diciéndole: “No temas (comp. con Ap. 1:17). A continuación le dio
información sumamente interesante.

1. Para animarle de veras a escuchar, repitió la frase que ya vimos en 9:23b: “varón muy amado” (v. 11), y la volvió a
repetir (v. 19): ·muy amado, no temas”. Con esto le aseguraba que Dios le estimaba de modo muy especial. Siguió
animándole el varón (v. 19b) hasta que él recobró las fuerzas y dijo: “Hable mi Señor, porque me has fortalecido”.
2. Le aseguró que su oración había sido oída (v. 12b) inmediatamente y que por eso había venido él. El motivo por el
que no había llegado antes era (v. 13) que “el príncipe del reino de Pesia se me opuso –dice el personaje en cuestión-
durante veintiún días”, esto es el tiempo preciso que había estado en duelo (v. 2, “tres semanas”).
3. Miguel, uno de los jefes de primer rango (v. 13b), vino e ayuda del que así hablaba. Este dato hace que gran parte
de los autores se nieguen a identificar al Señor preencarnado al personaje. Al seguir, con Carballosa, a E. Young, mi
opinión es que esta circunstancia no impide que se trate del Señor, pues estas “ayudas” no se deben a falta de poder
de Dios, sino a la condescendencia divina que usa la cooperación angélica y humana de muchas formas; entre ellas,
la intercesión. Dos detalles, en mi opinión, avalan lo que venimos afirmando: (A) Si el personaje en cuestión fuese el
arcángel Gabriel, como opinan los que niegan se trate del Ángel de Elohim, esto es, Cristo preencarnado, es muy
extraño que no mencione por su nombre después de la última mención explícita de capítulo 9.
(b) Por el versículo 20 vemos que el de conforme a la semejanza de los hijos de Adán”
(v. 16. ¡Lit.!) es el mismo que habla todo el tiempo. Es cierto que en las tres veces (v. 16, v. 17 –dos veces-) en que
ocurre la expresión “mi señor”, el texto hebreo no dice Adonay sino Adoní, pero ¡también es Adoní (no Adonay) el
vocablo hebreo que hallamos en el Salmo 110:1, y precisamente usó el Señor Yashua (v. Mt. 22:24 y paralelos) para
demostrar su mesianidad!
4. Una importante pieza de información, respaldada por otros pasajes de la Biblia (v. por ej. Ef. 6:10 y ss.; Ap. 12:7),
es que existe una lucha entre las fuerzas del mal y las fuerzas del bien, en la que actúan como jefes respectivos
Satanás y el arcángel Miguel. Esta lucha sólo se acabará de forma definitiva después del Milenio (v. Ap. 20:10).
5. la porción da a entender claramente (vv. 13, 20) que las naciones tienen sus ángeles tutelares, aunque de la
presente porción no pueda afirmarse con seguridad.
64
Lo que sí es seguro es que Miguel es el ángel tutelar de Israel (v.21, al final; 12:1 Ap. 12:7). Y, puesto que aquí se
llama “príncipes” a los ángeles tutelares, no cabe duda que “el príncipe del reino de Persia” es un ángel tutelar, pero
no un ángel bueno, sino un ángel “caído”, un demonio; posiblemente el propio Satanás, aun cuando la mención de
Miguel para hacerle frente no basta para asegurarlo, ya que Miguel es el ángel tutelar de Israel, SEA CUAL SEA EL
ENEMIGO INFERNAL QUE SE LE OPONGA.
La indicación es clara en el versículo 13 (comp. con v. 20): así como los santos ángeles son enviados para bien de los
herederos de salvación, los demonios se ocupan del sistema mundial de Satanás (Jn. 7:7; Ap. 13:8).
6. La versión más probable de la frase final del versículo 13 es: “Porque yo había sido dejado allí con los reyes de
Persia”. ¿Qué tenían que ver los príncipes de Persia con todo esto? La mejor respuesta, en mi opinión, a dicha
pregunta es la que da Keil, quien después de afirmar que los “reyes de Peris” es una referencia a los que sucedieron
a Ciro, añade:
“El plural denota que, al ser subyugado el demonio del reino de Persia, se le puso fin a su influencia no sólo sobre
Ciro, sino sobre todos los siguientes reyes de Persia, a fin de que el conjunto de reyes persas se volviesen accesibles
a la influencia del espíritu procedente de Dios y promoviesen la prosperidad de Israel.
7. El personaje declara a Daniel (v. 20) que tiene que volver “para pelear contra el príncipe de Persia”, lo que indica
que la lucha a la que se refiere anteriormente (v. 13) no ha terminado todavía; más aún, esa lucha persistirá cuando
el poderío persa haya terminado a manos de Grecia, es decir, de Alejandro Magno. También el ángel “malo”, tutelar
de los intereses contrarios a Dios, y por consiguiente, a Israel, tendrá que ser subyugado por el personaje que habla y
por Miguel (v. 21). Dice Walvoord: “La mención tanto de Persia como de Grecia dirige también nuestra atención a los
principales imperios segundo y tercero que están implicados en la profecías de Daniel 11:1-35” (v. también 8:20, 21).

III. El varón vestido de lino (v. 5) que exhortó (v. 11) a Daniel a que estuviese atento a sus palabras, le dice ya (v. 21,
comp. con v. 14) que va a declararle lo que está consignado en el escrito de la verdad (lit.), y lo va a hacer desde 11:2
en adelante, Walvoord cita de Jeffrey lo siguiente: “Leemos en el Talmud que, en el Día de Año Nuevo, se abrían los
libros y se registraban los destinos (inglés fates, hados, suertes). Estas tablillas en el libro se mencionan
frecuentemente en los Jubileos y en los Testamentos de los Doce Patriarcas; y en la Oración de José, preservada en
Orígenes (Philocalia 23:15), leemos: “Porque he leído en las tablillas del cielo todo lo que sucederá a vosotros y a
vuestros hijos”.

Capítulo 11
Desde Darío hasta el hombre de pecado
(11:1-12:13)
El varón vestido de lino cumple ahora su promesa que hizo, en el capítulo anterior, a Daniel de “hacerle saber (10:4)
lo que había de suceder a su pueblo en los postreros días”, “conforme a lo que estaba consignado (10:21) en el
escrito de la verdad”. I. Una breve predicción del establecimiento de la monarquía griega sobre las ruinas del
imperio persa (vv. 1-4). II. Una predicción de los asuntos de los dos reinos de Egipto y Siria en recíproca referencia
(vv. 5-20). III. Surgimiento de Antíoco IV Epífanes y de los males que causará al pueblo de Dios (vv. 21-35). IV.
Profecía del anticristo hasta introducirnos en la Gran tribulación (vv. 36-45), siguiendo (en el cap. 12) hasta la
resurrección final.

Dn 11:1-2 “Y yo mismo, en el año primero de Darío el medo, estuve para animarlo y fortalecerlo. Y ahora yo te
mostraré la verdad. He aquí que aún habrá tres reyes en Persia, y el cuarto se hará de grandes riquezas más que
todos ellos; y al hacerse fuerte con sus riquezas, levantará a todos contra el reino de Grecia”.

El espíritu de la profecía aquí vuelve sobre aquello que concernía a Daniel y a sus amos reales en forma más
inmediata –el futuro del imperio persa en que él era un gran personaje. Aún debían seguir cuatro reyen en Media y
Persia. Luego llegaría Alejandro el “rey valiente” de Grecia (v. 3). Este pasaje, entonces, predice la división del
imperio de Alejandro Magno en cuatro partes (v. 4), como ya se había predicho en 8:22.

65
Los vv. 5-20 concentran la atención en el turbulento curso de acontecimientos en Siria y Egipto, las dos partes del
desintegrado imperio alejandrino más directamente conectadas con los acontecimientos en Israel. Los vv. 21-35
describen a Antíoco IV Epífanes, “el cuerno pequeño” del cap. 8. Nuevamente se menciona la profanación que él
hace en el santuario. A partir del v. 36 se habla del rey que hace su voluntad y de sus actividades en el fin de los
tiempos.
Los tres reyes de Persia probablemente son Ciro II (550-530 a. C.), a quien se menciona en Esd. 1:1 y 2 Cr. 36:22-23;
Cambises, 529-522 a. C., de quien no hay alusiones en el Antiguo Testamento; y Darío I Histaspes, 521-486 a. C. (Esd.
5; 6): El cuarto rey es Jerjes I, 486-465 a. C. (Esd. 4:6), o bien Artajerjes I, 465-424 a. C. (Esd. 7:11-26).

Dn. 11:3 “Se levantará luego un rey valiente, el cual dominará con gran poder y hará su voluntad”. El “rey valiente”
es Alejandro Magno, que murió aprox. En el 323, a. C. También se hace alusión a él en 7:6; 8:5-8, 21, 22.

Dn. 11:4 “Pero cuando se haya levantado, su reino será quebrantado y repartido hacia los cuatro vientos del cielo;
no a sus descendientes, ni según el dominio con que él dominó; porque su reino será arrancado, y será para otros
fuera de ellos”.

La muerte de Alejandro, aún sin descendencia, sumió al ejército macedonio en graves disturbios. El Consejo de
Somatophylakes (‘guardaespaldas’) y Philoi (‘amigos [del rey]’) decide en efecto reservar los derechos del niño por
nacer de Roxana, el futuro Alejandro IV, y tomar juramento a los profesores provisionales, Pérdicas y Leonato. Los
soldados de infantería de la falange se habrían puesto entonces de parte del hermanastro de Alejandro, Arrideo, hijo
de Filipo II y de la tesalia Filina, después de que el Consejo eligiese, sin consultarlos, al niño nonato de Roxana.
Se produjo pues una rápida decisión entre los falangistas y los Hetairoi, fieles a las decisiones del Consejo. Pérdicas y
Leonato envían entonces ante los soldados de infantería a una delegación encabezada por Meleagro, jefe de un
batallón (taxis) de la falange, pero éste se pone de parte de la infantería y la empuja a entrar en conflicto con
Pérdicas. Los Hetairoi y los Philoi dejan entonces Babilonia e inician el bloqueo. Eumenes de Cardia, que permanece
dentro de la ciudad, logra una reconciliación alegando la neutralidad inherente a su estatus de no macedonio. El
acuerdo, por otra parte mal conocido, le reconoce como rey de Macedonia y Asia, tomando desde entonces el
nombre de Filipo III. Se preservan los derechos del hijo póstumo de Alejandro, que a su nacimiento se declara rey
bajo el nombre de Alejandro IV.
Luego de la muerte de Alejandro el imperio fue dividido entre sus cuatro generales: Casandro, a cargo de
Macedonia; Lismarco, que gobernó Tracia y Asia Menor; Ptolomeo I, en Egipto, cuyos sucesores los Ptolomeos
gobernaron desde 323 al 30 a. C.; y Seleuco, a cargo de Siria y el resto del Cercano oriente, cuyos sucesores, los
Seléucidas, gobernaron hasta aproximadamente el año 65 a. C.

Dn. 11:5 “Y se hará fuerte el rey del sur; más uno de sus príncipes será más fuerte que él y se hará poderoso; su
dominio será grande”. El “rey del sur” aquí es Ptolomeo I Sóter, 323-285 a. C., y el fuerte es Seleuco I Nicátor, 312-
281, el más poderoso gobernante en el anteriormente unido imperio de Alejandro. La profecía de Daniel aquí no
toma en cuenta al segundo rey seléucida, Antíoco I Sóter, 281-261 a. C., aunque habla de una unión matrimonial de
estos dos linajes reales.

Dn. 11:6 “Al cabo de dos años harán alianza, y la hija del rey del sur vendrá al rey del norte para hacer la paz. Pero
ella no podrá retener la fuerza de su brazo, ni permanecerá él, ni su brazo, porque será entregada ella y los que la
habían traído, asimismo su hijo, y los que estaban de parte de ella en aquel tiempo”. Este rey es Ptolomeo II
Filadelfo, 285-246 a. C., cuya hija es Berenice.

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Dn. 11:7 “Pero un renuevo de sus raíces se levantará sobre su trono, y vendrá con ejército contra el rey del norte, y
entrará en la fortaleza, y hará en ellos a su arbitrio, y predominará”. En los vv. 7-9 hay una alusión a Ptolomeo III
Evergetes, hermano de Berenice 246-222 a. C. atacó el reino del norte, donde reinaba Seleuco II (246-226 a. C.), y
volvió a Siria con gran botín, al que se refiere el versículo 8. Después de esto Seleuco II invadió a Egipto y se volvió a
su tierra “vacío”. En el v. 11, “el rey del sur” es Ptolomeo IV Filopátor, 222-203 a. C.
Los versículos 10-16 dan ciertos detalles importantes de las guerras llevadas a cabo por Antíoco III el Grande (223-
187 a. C.), de una parte, contra Ptolomeo IV (222-205 a. C.) y Ptolomeo V (205-182 a. C.), de la otra parte. La victoria
se inclinaba unas veces del lado de Siria (v. 10), y otras veces del lao de Egipto (vv. 11, 12). Los versículos 13-17 nos
refieren los éxitos de Antíoco III contra Egipto, después de los reveses sufridos en Rafia, a los que aluden los
versículos 11 y 12. Los éxitos de Antíoco III se vislumbran en los versículos 15 y 16. Sobre el versículo 14 dice Alonzo
Díaz: “Parece que un grupo de Jerusalén, que está bajo dominio de los Ptolomeos, le es favorable (a Antíoco).

Después de algunos incidentes bélicos, derrota a Ptolomeo en Panion. Palestina pasa definitivamente de dominio
lágida (los Ptolomeos) al dominio seléucida”.
Antíoco III, envalentonado con sus éxitos, da un paso más (v.17) al concebir el proyecto de poner bajo su dominio a
todo el reino del sur.
Par a ello, dio a Ptolomeo V por mujer a su hija Cleopatra. El final de versículo 17 nos dice el éxito de sus planes. En
efecto, en los años 196-191 a. C., hizo una campaña en las islas (v. 18), pero después de algunos éxitos iniciales, el
general romano Lucio Cornelio Escipión, a quien se llama en el versículo 18b “un príncipe”, frenó la ambición del sirio
derrotándolo en las Termópilas (191 a. C.), y en Magnesia (190 a. C.). Antíoco hubo de retirarse (v.19) a las
fortalezas de su tierra, donde murió. Dice Alonzo Díaz: “Antíoco III murió el 187 mientras asaltaba, según parece, un
templo de Bel en Elimadia”.
El versículo 20 se refiere a Seleuco IV (187-175 a. C.), quien gravó con tributos “la gloria del reino” (v. 17b. Lit.) , es
decir “la tierra gloriosa” (Palestina) del versículo 16b. Poco después de esta exacción de impuestos, Seleuco murió
“no en ira ni en batalla” (v. 20, al final), es decir, no murió en una riña ni en guerra, sino asesinado a traición por
Heliodoro, el mismo exactor enviado por Seleuco a llevarse de Jerusalén los tesoros del templo (v. 2Macabeos 3:1-
40).

Versículos 21-35 Antíoco Epífanes, el rey sirio que herirá a Israel

“Y le sucederá en su lugar un hombre despreciable al cual no darán honora del reino; pero vendrá sin aviso y tomará
el reino con halagos”. (Dan. 11:21). Este rey del norte (vv. 21-35) no es otro que Antíoco IV Epifanes, 175-164 a. C., el
gran perseguidor de los judíos y tipo del Anticristo. Esta porción trata por entero de Antíoco IV Epifanes y de sus
campañas en Egipto y Palestina.

1. El texto hebreo llama a Antíoco Epifanes “un hombre despreciable” (v. 21), por la forma indigna de ocupar el trono
y mantenerse en el poder (vv. 21, 22).
No le parecía a él “el honor de la realeza”, pues el legítimo heredero de la corona siria era su
sobrino, el hijo de su hermano Seleuco IV, pero Antíoco regresó inmediatamente a Antioquía y logró, mediante
intrigas (v. 21b), usurpar el trono. El versículo 22 describe, según parece, la forma en que Antíoco aplastó toda
oposición: las fuerzas que se oponían a que asumiese el poder. El príncipe del pacto (v. 22, al final) “debe referirse a
Onías III, sumo sacerdote en Jerusalén, que, por ser contrario al partido helenizante, fue depuesto por Antíoco
Epifanes el 175 y sustituido en su cargo por su hermano Jasón (cf. 2 Mac. 4:7 y ss.) “ (Alonzo Díaz). Onías III fue
posteriormente asesinado por orden de Antíoco, según Walvoord, aunque 2 Macabeos 4:30-38 trae una historia
muy distinta: Onías fue asesinado por Andrónico, y “Antíoco, hondamente entristecido y movido a compasión, lloró
al recordarlo la prudencia y la gran moderación del difunto. Encendido en ira despojó inmediatamente a Andrónico
de la púrpura y desgarró sus vestidos, etc.” (Biblia de Jerusalén 26).

67
2. Los versículos 23 y 24 quedan algún tanto oscuros, de forma de que hay quienes (como Alonzo Díaz) los aplican a
“la invasión de Palestina y al saqueo efectuado allí”. Esto es posible a la vista de la última frase del 24 “ y hasta un
tiempo (lit.), lo que indica que Dios le paró los pies, además de la mención, al inicio del versículo 24, de su “su
tranquila entrada en lo más fértil de la provincia” (lit.). Por otra parte, “sus designios contra las plazas fuertes” (v. 14,
hasta el final) y todo lo demás de los versículos 25-27 nos pone al corriente de sus campañas en Egipto, donde dos
sobrinos suyos (hijos de su hermana Cleopatra), Ptolomeo IV Filométor y Ptolomeo VIII Everguetes (gr. Euergetes,
bienhechor), se disputaban el trono. Antíoco se puso de parte del primero, pero en el año 169 a. C., en una primera
campaña contra Egipto, Antíoco hizo la guerra a su sobrino, derrotó al ejército egipcio y ocupó varias plazas fuertes
(vv. 24b, 25a).

Ptolomeo le hizo frente (v. 25b) con un gran ejército, pero no pudo prevalecer contra él, pues fue traicionado (v. 25,
al final) al ser “mal aconsejado por dos consejeros que vivían en palacio” (Alonzo Díaz), según insinúa el versículo 26.
El versículo 27 nos declara, aunque muy compendiosamente, las intrigas, con que, con capa de amistad, se hacían
Antíoco y su sobrino Tolomeo, tan misterioso uno como el otro, pero, “como aclara la última parte del versículo 27, a
pesar de su intriga, Antíoco cumplía la profecía puntualmente” (Walvoord).

3. Otra expedición de Antíoco contra Egipto. De la primera volvió con gran riqueza (v. 28) y, por ello, aprovechó la
primera ocasión que se presentó para invadir de nuevo a Egipto. Pero antes cuando volvía de Egipto (vv. 29-31). Pero
antes, cuando volvía de Egipto, “su corazón estaba contra el pacto santo”, esto es, contra Israel, y, como sabemos
por 1 Macabeos 1:20-28, saqueó el templo de Jerusalén y sembró la consternación en el pueblo. Esto ocurría en el
otoño del año 169 a. C. En el año 168 a. C. “volvió de nuevo al sur” (v. 29), a Egipto, pero esta expedición no tuvo el
mismo éxito que la primera. Las naves de Kittim que desanimaron a Antíoco, es decir, le obligaron a retirarse, eran
las naves romanas bajo el mando de Gayo Popilio Laenas. Dice Alfonzo Díaz: “Kittim (cf. Nm. 24:24) significó
primeramente una ciudad de la costa sur de Chipre y pasó después a significar después las regiones costeras del
Mediterráneo27. Como Kittim son designados también los romanos en los manuscritos de Qumrán”.

4. No se quedó, por eso, inactivo (v. 30) Antíoco, sino que volvió a su rabia y su resentimiento contra los judíos, con la
cooperación de los traidores de entre los propios israelitas, como Jasón, Melenao y los seguidores de éstos (v. 1 Mac.
2:18; 2 Mac. 6:1), cuya fidelidad había sucumbido ante los halagos de los invasores. Estos traidores son los que
aparecen al final del versículo 30 como “los que abandonan el santo pacto”. Fue entonces (v. 31) cuando las tropas
de Antíoco, junto con los traidores al pacto, profanaron el santuario. El altar fue profanado cuando Antíoco mandó
sacrificar sobre él una cerda, prohibió que continuasen los sacrificios y erigió una estatua de Júpiter Olímpico, que es
lo que al final del versículo 31, se llama la abominación desoladora (lit.). Los detalles pueden verse en 1 Macabeos
1:54; 2 Macabeos 5:15 y ss.; 6:2.

5. No contento con estas abominaciones, Antíoco desencadenó una terrible persecución contra los judíos fieles al
pacto. Aunque hubo quienes, seducidos con lisonjas, violaron el pacto (v. 32), hubo también quienes, como pueblo
que conoce a su Dios, se mantuvieron firmes y actuaron.
26
Biblia oficial de catolicismo Romano.
27
O (Lat. mare Nostrum), Nuestro mar.
Por la historia en 1 Macabeos 2:39 y ss. Hasta el final de capítulo 5, sabemos que
dicha actuación se manifestó como una especie de guerra santa, en la que distinguió Judas Macabeo 28 . Dice
Carballosa: “En el año 166 a. C., sólo unos meses después de iniciar la guerra 29, Matatías fue asesinado y le sucedió
uno de sus hijos, Judas, como líder en el movimiento. Antíoco pensaba que su ejército aplastaría la rebelión en un
corto tiempo, pero se equivocaba. El ejército sirio sufrió derrota tras derrota. En diciembre del año 164 a. C., el
ejército de los Macabeos marchó triunfante por las calles de Jerusalén.

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El 25 de ese año fue purificado y rededicado el culto a Elohim”. El texto sagrado (vv. 33-35) contempla la
persecución y el conflicto bélico subsiguiente como un medio providencial para separar lo precioso de lo vil, y hace
que los sabios con sabiduría de Dios salgan de la prueba depurados, limpiados y emblanquecidos (v. 35).

Versículos 36-45 Profecía del rey que hace su voluntad

“Y el rey hará su voluntad, y se ensoberbecerá, y se engrandecerá sobre todo dios; y contra el Dios de los dioses
hablará maravillas, y prosperará, hasta que sea consumada la ira; porque lo determinado se cumplirá”. Dn. 11:36 (R-
V 60)

Ya el versículo 35b daba a entender que, desde los sucesos narrados en la sección anterior “hasta el tiempo final”,
quedarán muchas cosas por cumplir, “porque el plazo fijado está por venir”.

Luego de delinear (vv. 3-20) las dos partes del imperio de Alejandro (Siria y Egipto) relacionadas con palestina y los
judíos hasta la época de Antíoco Epifanes, y luego de describir su trayectoria (vv. 21-25), la profecía pasa por alto la
Era de la Iglesia y los siglos hasta “el tiempo determinado” (tiempo del fin) (v.35). Aquí la profecía no se ocupa de la
historia como tal sino de la historia en tanto afecta a Israel y a la Tierra Santa. En comparación con muchos
personajes históricos que la Biblia no menciona, Antíoco Epifanes fue insignificante, pero fue un azote para el pueblo
de Dios y profanó el santo altar divino, ofreciendo una cerda en sacrificio. Su actitud y la manera horrenda en que
trató a Israel, hicieron que fuera objeto de desprecio profético y juicio.
La identidad del “rey que hace su voluntad” se ha interpretado de varias maneras. Algunos expositores consideran
que es el “cuerno pequeño” del cap. 7 y la cabeza del Imperio Romano que ha revivido. Este rey no hará caso de los
dioses paganos (“dioses de sus padres”, una traducción alternativa del texto original en vez de “Dios de sus padres”
según Reina-Valera) y pasará por alto la esperanza mesiánica, y además hará honor al dios de la guerra (“dios de las
fortalezas”). E lo identifica como un gobernante supremo que “se engrandecerá sobre todo dios”.
Otra perspectiva considera que es un judío no regenerado en la Tierra Santa, en alianza con la bestia romana (7:8ss.),
que es un gentil no creyente en Roma (Ap. 17:9ss.). El rey que hace su voluntad no hace caso al Dios de Israel (“el
Dios de sus padres”); no le preocupa en absoluto la esperanza del Mesías a quien Israel aguarda con expectación (el
“amor de las mujeres [judías]”); y da honra a la bestia romana (el “dios de las fortalezas”), Ap. 13:11-18.
La condenación del rey que hace su voluntad tendrá lugar en la segunda venida de Cristo (v. 45).

1. Es, pues, aquí, ya desde el versículo 36, donde no sólo todos los premilenialistas, sino a milenaristas de la talla de
Kelly y Leupold, ven un salto de muchos siglos, hasta ponernos ante los ojos la figura del anticristo, a quien se llama,
con artículo, “el rey”, sin calificarlo por ahora como rey del norte o del sur. La descripción, aunque somera, que de él
hace en los versículos 36-39 no cuadra con lo que sabemos de Antíoco, de Herodes el Grande, Nerón ni de cualquier
otro personaje en quienes los milenaristas en general han visto cumplidas las características que aquí se reseñan.

(A) La primera frase del versículo 36 (“hará lo que quiera”) se ha cumplido en muchos déspotas; en este mismo
capítulo y en el versículo 3 la hemos visto cumplida en Alejandro Magno. Pero lo que sigue del versículo 36 no se ha
cumplido en ningún tirano; en cambio, la fraseología misma equivale a la que describe al Anticristo:

28
Heb. “Martillo”.
29
Guerra de guerrillas.
(a) “Se ensoberbecerá y se engrandecerá por encima de todos los dioses” puede
verse, en términos parecidos en 2 Tesalonicenses 2:4, con respecto al Anticristo; (b) “proferirá cosas inauditas contra
el Dios de dioses” equivale a lo que, con respecto al Anticristo, leemos en Apocalipsis 13:5-6.
(B) La exaltación de este personaje sobre todos los dioses se repite al final de versículo 37; pero hay otros dos
detalles en dicho versículo que no encajan con lo que sabemos de cualquier personaje histórico de alguna
importancia en los asuntos de este mundo: (a) “No respetará a los dioses (mejor que al Dios) de sus padres” es una
frase que describe el rabioso ateísmo de este personaje siniestro.

69

Dice Ryrie: “El anticristo no tendrá respeto a ninguna religión ni a herencias religiosas. Será duro,
cruel e inhumano”. Tanto Antíoco Epifanes como Herodes y otros monstruos han tenido sus dioses. Déspotas
verdaderamente ateos no se han conocido hasta el siglo XX. (b) Ya lo del “deseo de las mujeres” en el sentido
objetivo o subjetivo (lo que las mujeres desean), ninguno de estos dos sentidos pueden aplicarse a Antíoco ni a
Herodes. Sin embargo hay otras dos explicaciones de dicha expresión. La primera es la que identifica “el deseo de las
mujeres” con Tamuz (el Adonis de los griegos), lo cual tiene respaldo en Ezequiel 8:14. Esto no tendría que ver con el
Anticristo. La segunda, propugnada especialmente por A. Gaebelin, sostiene que “se refiere al deseo de las mujeres
judías de llegar a ser a ser la madre del Mesías prometido”. Opine el lector.

Los versículos 38 y 39 resultan difíciles de entender, en especial por la mención del “ dios de las fortalezas” (v. 38),
“ese dios extraño” (v. 39) con el que quiere suplir su ateísmo el Anticristo; pero un autor tan experto (¡y
amilenarista!) como Keil (citado por Carballosa) escribe lo siguiente:

El “dios de las fortalezas” es la personificación de la guerra, y la idea es ésta: no considerará otro dios sino solamente
la guerra; el capturar fortalezas constituirá su dios, y adorará ese dios por encima de todo como su medio para
obtener el poder mundial. De ese dios, guerra como el objeto de deificación, podría decirse que sus padres no
supieron nada, porque ningún otro rey había hecho de la guerra su religión, su dios, a quien ofreció en sacrificio
todo, oro, plata, piedras preciosas, joyas.”

2. La mayoría de los autores, incluidos como gran parte de los amileniaristas (y, entre ellos los católicoromanos como
Alonzo Díaz), entienden la porción de los versículos 40-45 como cosa del futuro. Dice Alonzo Díaz: “Esta predicción
incumplida sigue el esquema ya creado por la apocalíptica, que predecía un conflicto final entre los paganos y los
judíos en las proximidades de Jerusalén (cf. Jl. 3:9-21; Zac. 12:2-9; 14:2, 3; Ez. 38-39, etc.)”. En efecto, aunque
estamos ate una porción difícil, una cosa es segura: La referencia es al mismo tiempo del fin (v. 40) y ese “el” con el
que combaten tanto el rey del sur como el rey del norte no puede ser otro que el Anticristo. Veamos:
(A) Quienes son esos dos reyes del sur y del norte que contienden con el Anticristo. Si el rey del sur representaba en,
en la primera parte del presente capítulo, a Egipto, es de esperar que lo incluya también ahora, pero, como hace
notar también Walvoord, “es probable que incluya mucho más que Egipto y puede ser identificado como un ejército
africano”. La opinión de este servidor es que se trata de una confederación árabe, o para ser más exactos,
musulmana. En cuanto al rey del norte, caben pocas dudas que se trata de la federación aludida en los capítulos 38 y
39 de Ezequiel, es decir una coalición comunista.
Por muy extraño que parezca, estas dos confederaciones lucharán contra el Anticristo y sus fuerzas. No se olvide
que, según 9:27 habrá hecho un pacto con muchos, incluidos los judíos, por una semana, y que, al entrar en la tierra
gloriosa (v. 41, comp. con, 16 y 8:9), tendrá su base militar en Palestina.
(B) Al invadir, entre otras tierras (v. 40), al final), la Palestina (v. 41a), el texto hebreo especifica que el Anticristo
matará a muchos (“y muchos caerán” –RV 1977. Ésa es la versión correcta), “pero (v. 41b) escaparán de su mano
Edom, Moab y la mayoría de los hijos de Edom”, lo cual está de acuerdo con lo que leemos en Isaías 11:14; Jeremías
48:47; 49:6.
(C) Los versículos 42 y 43 dan a entender que el Anticristo no se contentará con derrotar al rey del sur, Egipto y sus
aliados árabes, sino que se apoderará de sus tesoros. La frase final del versículo 43 dice literalmente: “y los libios y
etíopes (seguirán) sus pasos”, es decir, vendrán también a formar “parte de sus dominios” (Ryrie), lo cual es natural,
puesto que serán aliados de Egipto.
(D) Los versículos 44 y 45 nos ofrecen un resumen de lo que Apocalipsis describe con todo detalle. Las noticias del
oriente y del norte que lo atemorizarán se refieren, con mayor probabilidad, a la gigantesca invasión procedente del
oriente (China) que vemos en Apocalipsis 9:13-21 y 16:1: “doscientos millones. Yo oí su número” –dice Juan (Ap.
9:16)-. Es curioso hacer notar que esa cifra precisamente representa el número de hombres de China puede poner
hoy en pie de guerra. Los del norte serán los restos de la confederación comunista, en cuyo auxilio habrán venido las
fuerzas de oriente. El choque de las fuerzas del Anticristo con ese ejército colosal habrá der, por fuerza, tan
aterrador que no es extraño que el ángel de Apocalipsis 9:15 anuncie la matanza de la tercera parte de la
humanidad.
70
Una comparación de esto con la guerra de Gog y Magog que se predice en Ezequiel, capítulos 38 y 39, daría a
entender que las guerras del Anticristo, en las que el pueblo de Israel se ve envuelto de una u otra manera, son dos,
no una: la primera (de la que habla el v. 44 “Pero las noticias del oriente y del norte lo atemorizarán, y saldrá con
gran ira para destruir y matar a muchos”. Rv-1960) tendría que ver como preludio a la gran batalla de Armagedón
(Ap. 16:16). Después de esto tendríamos al Anticristo en paz y triunfante, y habrá trasladado su cuartel general
desde un punto de Palestina “entre los mares y el monte glorioso y santo” (v. 45) al centro de la Comunidad Europea,
Roma (Ap. Caps. 17 y 18), donde todavía se habrá sostenido la religión apóstata a los lomos de la Bestia (v. Ap. 17:3);
la segunda guerra será la que el Anticristo y sus fuerzas llevarán a cabo contra el pueblo de Dios en la afueras de
Jerusalén (Zac. 14:2-4; Ap. 19:19): Allí en Meguido se hace el acopio o concentración final para la última gran batalla
que se librará en las inmediaciones de Jerusalén. Es aquí donde el Anticristo y sus fuerzas habrán llegado a su fin, sin
que tenga quien le ayude (v. 45b, comp. con Ap. 19:20).

Capítulo 12
La Gran Tribulación, Las Resurrecciones y
Último mensaje de Daniel

La gran tribulación

Dn. 12:1 “En aquél tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe, que está de parte de los hijos de su pueblo; y será
tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquél tiempo será libertado tu
pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. (RV 1960).

Las resurrecciones

Dn. 12:2 “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros
para confusión perpetua”. Esta resurrección tiene que ver con el pueblo de Daniel (v. 1), es decir, los judíos (comp.
9:15-16, 20, 24; 10:14), y es selectiva; no todos sino “muchos” (v. 2), restringida a los que se hallan escritos en el
“libro” (v. 1). La última parte del versículo 2 puede traducirse de la siguiente manera: “ Éstos [es decir, los que
despierten] para vida eterna –pues perseveraron en la fe hasta el final-; pero aquéllos [es decir, los que queden en la
tumba y aún deban despertar] para vergüenza y confusión perpetua”. Esta resurrección tendrá lugar después de la
tribulación y atañe a los creyentes del Antiguo Testamento –no se refiere a la Iglesia que será llevada antes de la
tribulación.

Introducción
Después de las aflicciones que el pueblo de Dios había sufrido a manos de Antíoco Epifanes y, al final, de los
tiempos, a manos del Anticristo. I. Los consuelos que sostienen (y sostendrán) al pueblo de Dios en tiempos de
aflicción (vv. 1-4). II. Una conversación llevada a cabo entre Cristo preencarnado y un ángel con respecto al tiempo
en que habían de suceder estos acontecimientos (vv. 5-7). III. Pregunta de Daniel acerca del fin, y respuesta que
recibe para su satisfacción (vv. 8-13).

Versículos 1-4

1. En aquel tiempo (v. 1) es el tiempo del fin, pues se refiere al tiempo del contexto anterior (11:36-45), que es la
segunda parte de período de tribulación (la Gran Tribulación). Dice el jesuita Alonso Díaz: “En aquel tiempo, por el
contexto, claramente se refiere al tiempo del fin (cf. 11:40-45). Momento de angustia… es también una frase
escatológica (cf. 24:21; Mr. 12:19; Jl. 2:2)”. Podría haber añadido uno de los pasajes principales de referencia:
Jeremías 30:7b, “tiempo de angustia para Jacob”. Las frases siguientes (v. 1b): “cual nunca hubo hasta entonces,
desde que existen las naciones”, nos recuerdan las palabras de Yashua Adonay en Mateo 24:21: “porque habrá gran
tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mudo hasta ahora, ni la habrá”.

71
2. Una vez más se menciona a Miguel, el gran príncipe (esto es arcángel) que está de parte de los hijos de tu pueblo –
se le dice a Daniel, es decir, del pueblo judío-, Se levantará tiene tono militar y coincide con lo que, de la actividad de
Miguel sabemos por citas bíblicas como 10:13 y Apocalipsis 12:7. Aquí, es claro que Miguel se alza contra el
Anticristo y sus fuerzas.
3. La última parte del versículo 1 dice literalmente: “Y en aquel tiempo será librado (hebreo yimmalet) tu pueblo:
todo el que sea hallado escrito en el libro”. Este libro es el “libro de la verdad” que ha sido mencionado en 10:21. La
frase, pues, no se refiere a la salvación eterna, sino a la preservación temporal. Esto concuerda con lo que leemos en
Ezequiel 20:38; 34:12 y ss.; Mateo 24:22, 31, etc.
4. El versículo 2 declara, sin lugar a dudas, la resurrección de los muertos, pero hay una notable diferencia (como ya
apuntamos en Dn. 12:2) entre las dos partes del versículo. (A) Nadie niega que todos ellos son salvos, pus la propia
terminología lo avala. (B) La segunda parte hace una división que, a la vista e Apocalipsis 20:4-6 no tiene por qué
cumplirse simultáneamente (Jn. 5:29).
Es aquí donde tenemos, no la única, pero sí la más explícita referencia a la resurrección corporal en todo el Antiguo
Testamento. Permítaseme transcribir un interesante comentario del jesuita Alonzo Díaz:
“Tanto el versículo 1 como en el versículo 2 se trata del pueblo escogido. El doble grupo está constituido en ambos
versículos por los justos y los pecadores. El primer grupo tendrá como recompensa la vida; el segundo grupo, la
muerte y la corrupción.
Las esperanzas escatológicas se conservan todavía terrenas y, por lo tanto, para participar en ellas se precisa la
resurrección. La resurrección está en función de la remuneración.
La resurrección de los pecadores y la resurrección universal habían de ser un desarrollo posterior.
La idea de resurrección universal, que incluye también a los pecadores, en los pocos textos que aparece en el Nuevo
Testamento claramente en Juan 5:28, sólo fue posible cuando las ideas de muerte y de vida estuvieron más o menos
espiritualizadas. La resurrección, por su naturaleza, sólo se puede entender para la vida y no puede ser, sino
prerrogativa de los justos. Hubiera sido inverosímil que la primera vez que se habla de resurrección (vuelta a la vida,
considerada como una gran recompensa) se aplicase a los pecadores.”
La forma en que Alonzo Díaz entiende el versículo 2 queda resumida, en sus propias palabras, del modo siguiente:
“De los que duermen en el polvo, unos resucita, otros no resucitan. Unos (los que resucitan) es para vida eterna,
otros (los que no resucitan es para oprobio eterno”. Debo añadir que Alonzo Díaz no niega la sana doctrina bíblica de
la resurrección universal, ni la retribución eterna en el cielo o en el lago de fuego, sino el concepto de la resurrección
en Daniel. No olvidemos que la divina revelación es fragmentaria y progresiva hasta el momento en que Dios nos
habló, es estos últimos días, en el Hijo. ”Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo
a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de
todo, y por quien asimismo hizo el universo”. Hebreos 1:1-2.
5. El versículo 3 expresa una bendición general para los que enseñan a otros el camino de la verdad y la virtud, pero
se aplica directamente a los que, como dice Ryrie, “comprenderán el engaño del Anticristo. Conducirán también a
otros a la verdad durante el período de la Tribulación”.

Dn. 12:4 “Pero tú Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá,
y la ciencia se aumentará”.
En Daniel la expresión “tiempo del fin” o su equivalente aparece en 8:17-19; 9:26; 11:35, 40, 45; 12:4, 6, 9. Resumen:
(1) El tiempo del fin en Daniel comienza con el “príncipe que ha de venir” (es decir, el “cuerno pequeño”, El “hombre
de pecado”, la “bestia), la violación que hace de su pacto con los judíos en cuanto a la restauración del Templo y del
sacrificio (9:27), la forma en que se presenta como Dios (9:27; 11:36-38; Mt. 24:15; 2 Ts. 2:4; Ap. 13:4-6), y su
destrucción cuando aparezca el Señor en gloria (2 Ts. 2:8; Ap. 19:19-20). (2) La duración del “tiempo del fin” es de
tres años y medio, y coincide con la última mitad de la semana número setenta de Daniel (7:25; 12:7; ap. 3:15). (3)
Este “tiempo del fin” es el “tiempo de angustia para Jacob” (Jer. 30:7); “tiempo de angustia, cual nunca fue desde
que hubo gente hasta entonces” (Dn 12:1); “gran tribulación, cual no ha habido desde el principio del mundo hasta
ahora, ni la habrá (Mt. 24:21. En el Nuevo Testamento, especialmente Apocalipsis agrega muchos detalles.

6. Daniel (v. 4a) recibe la orden de “guardar en secreto las palabras y sellar el libro hasta el tiempo del fin ”. El mismo
Ryrie explica en pocas palabras lo que esto significa: “No es que su significado (el del libro) haya dejado de ser dejado
sin explicación, sino que el libro había de ser preservado intacto, para ayudar así a los que vivan en los días de la
Tribulación futura”.

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7. La segunda parte del versículo 4 es bien conocida. Dice Reina Valera: “muchos correrán de aquí para allá y la
ciencia se aumentará”. La explicación más sencilla de estas frases es que, en los últimos tiempos (como ya se
comienza a ver), la gente viajará mucho y a gran velocidad, debido a los adelantos crecientes de la tecnología; y
también aumentarán rápidamente, y de modo extraordinario, los inventos, la comunicación satelital (Internet,
telefonía celular, etc.), y, en general, los conocimientos científicos. Dos cosas son ciertas: (A) que las frases tienen
que ver con el libro; así lo exige el contexto. (B) Que el hebreo haddáat debe traducirse “el conocimiento”; no se
trata aquí de “ciencias”, sino de conocer más y mejor lo que significa la profecía de Daniel. En mi opinión, el sentido
de Daniel 12:4b es que habrá un remanente pequeño que estudiarán de tapa a tapa, y volverán a repasar el libro de
Daniel, y el conocimiento del mismo irá en aumento según nos vayamos acercando al fin, cuando se aclarará muchos
detalles que aún continúan oscuros. Es interesante la versión que hace la Nueva Biblia Española: “Muchos lo
repasarán (el libro), y aumentarán su saber”.

Versículo 5-13

1. Los versículos5-7 nos recuerdan la escena del río Ulay (8:16 y ss.). Veamos de nuevo al varón de lino (vv. 6, 7) que
interviene para revelar a Daniel los acontecimientos futuros. El segundo de los dos personajes angélicos del versículo
5 pregunta (para mejor dramatizar la escena –como en Ap. 7:13 y ss.-) al varón vestido de lino (v. 6b): “¿Hasta
cuándo el fin de las maravillas?” (lit.), es decir, “¿cuánto tiempo pasará hasta que se cumplan estas prodigiosas
predicciones?” En un gesto muy parecido al del ángel de Apocalipsis 10:5 y ss., El varón vestido de lino (como hemos
dicho desde 10:5. El propio Cristo preencarnado (–es lo más probable-) interpone juramento en nombre de Dios de
que, como ya vimos en 7:25 durará tres años y medio (“un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo”). Conforme a la
nota central de la RV 1977, el significado de la última parte del versículo 7 es como sigue: “Y que todo esto cuando la
fuerza del pueblo de los santos esté completamente quebrantada”, es decir, cuando los judíos no puedan ya
depender, para su liberación de ningún poder humano, propio o ajeno (v. Zac 14:3, 4; Ap. 19:11-21).
Hay una diferencia muy significativa entre el gesto del varón vestido de lino y el ángel de Apocalipsis 10:5, 6, ya que
éste, al jurar, pone por testigos ante Dios los tres elementos del Universo: un pie sobre el mar, otro sobre la tierra, y
la mano derecha que apuntan al cielo, mientras que el varón vestido de lino de Daniel 12:7 alzó su diestra y su
siniestra al cielo (v. en Dt. 32:40 al propio Elohim alzando Su mano al cielo para jurar por Sí mismo).
2. A continuación (v. 8), vemos que Daniel no ha entendido todavía estas profecías, y pregunta: “¿ Cuál será el fin de
esto?”, es decir, “¿cuándo y cómo se cumplirán estas cosas?” El varón vestido de lino responde con una serie de
afirmaciones muy interesantes, que han desconcentrado a la mayoría de los autores, a pesar de que no resulta muy
difícil su explicación a quien conozca el conjunto de profecías que tienen que ver con el final de los tiempos.

(A) En el versículo 9 le dice a Daniel (comp. con el v. 4) que estas cosas han de quedar intactas hasta el tiempo del
fin, cuando se entenderán perfectamente.
(B) La primera frase del versículo 10 es semejante a la del 11:35 y o necesita más explicación. La segunda (“ los impíos
procederán impunemente”) se comprende bien al compararla con Apocalipsis 22:11, donde el contexto anterior es
semejante al de aquí. La tercera frase (“ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos –es decir, los que
tienen profundidad espiritual- comprenderán”) es explicada de la manera siguiente por el profesor Walvoord:
“El entendimiento de la profecía requiere especialmente profundidad y la función docente del Espíritu Santo. Aun
cuando las Escrituras describen con gran detalle el tiempo del fin, es obvio que los impíos no harán uso de la
revelación divina, pero ésta será una fuente de consuelo y dirección para los que sinceramente creen en Dios. La
divina revelación se da con frecuencia de tal forma que queda oculta a los impíos, aunque sea comprensible para los
de mentalidad espiritual.”

(C) Los versículos 11 y 12 dan algunos detalles que indican la duración de particulares acontecimientos al tiempo del
fin, es decir, entre el final de la Gran Tribulación y el comienzo del reino mesiánico milenario. Dichos versículos
deben leerse conforme a la Nueva Versión Internacional, que dice así: “Desde el tiempo que sea abolido el sacrificio
diario, y sea erigida la abominación que causa desolación, habrá 1,290 días. Dichoso el que espere y llegue, hasta el
final de 1,335 días”. Por muchos otros pasajes de esta profecía y de Apocalipsis sabemos que los tres años y medio
(v. 7) de la segunda parte de la Gran Tribulación (la Tribulación propiamente dicha, después de otros tres años y
medio de falsa paz -v. 9:27- ) equivalen a 1,260 días.

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Pero ¿qué significa esas dos cifras, aquí, de 1,290 y 1,335 días respectivamente? Sin dogmatizar sobre el significado
de estas cifras, quizá sea la más probable la solución que ofrece R. Culver, quien ve en la cifra 1,290 días una especie
de limpieza general en los treinta primeros días del reino milenario; y, en los 45 días adicionales, la puesta a punto
de toda la organización del reino. “El milenio –dice-, si ha de ser una verdadera administración de las normas del
cielo en la tierra de forma visible, requerirá algún tiempo para que empiecen a funcionar los procedimientos
administrativos”.
(D) Finalmente, Daniel recibe la más consoladora promesa profética (v. 13) que un creyente en el Dios verdadero
pueda apetecer: “En cuanto a ti, ve por tu camino hasta el fin. Descansarás y, después, al fin de los días te levantarás
para recibir la heredad a ti asignada” (NVI). R. Culver tiene un excelente comentario a este versículo:

“Ve por tu camino. Un hombre de edad tan avanzada como Daniel no puede ponerse una vestidura de alpinista y
ascender a la cima del collado más próximo para esperar allí la venida del Señor. Tampoco nosotros podemos.

Todos debemos más bien, como Daniel, servir fielmente hasta el final… Descansarás. A la luz de lo que significa en la
Biblia el descanso, estas palabras quieren decir simplemente que Daniel, como todos los verdaderos creyentes, había
de hallar ciertamente una especie de descanso en el sepulcro (cf. Is. 57:2), regocijándose su espíritu en la presencia
de Dios, donde había de “ver su rostro” (Ap. 22:4; Lc. 16:19-22).
Este estado intermedio, esto es, el período entre la muerte y la resurrección, no consiste en un doloroso purgatorio,
como enseña la Iglesia de Roma, ni en un sueño inconsciente de cuerpo y alma. Consiste más bien en “partir y estar
con Cristo” (Fil. 1:23), “en el paraíso” (Lc. 23:43). Es un tiempo de descanso, como leemos aquí en “el seno de
Abraham” Lc. 16:22 (aunque Cristo ya llevó [cautiva la cautividad]) y un tiempo de consuelo (Lc. 16:25). Al fin de los
días, te levantarás para recibir la heredad a ti asignada.
Ni Daniel ningún otro santo saldrá jamás perdiendo en el ancho campo de batalla del mundo, en el vivir de la vida” –
más bien, se mantendrá en alto en la gloria de la resurrección-. Sembrando en corrupción, cosechando en
incorrupción. Abatido en deshonor, levantado en honor; yaciendo en derrota, alzándose en victoria; sepultado en
pesadumbre, resucitado en regocijo, cada uno de nosotros se levantará a recibir su heredad. Hay una “corona de
justicia” reservada, que nuestro Señor Yahshua nos dará en aquel día”.

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