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Reporte

Realice un ensayo de 2 cuartillas que muestre la importancia de la matematización en la práctica


de la filosofía natural.

En principio, es interesante señalar que, si bien física y matemáticas son dos disciplinas del
pensamiento bien delimitadas por, digamos, la filosofía de Aristóteles –y consecuentemente la
filosofía escolástica– en los orígenes del pensamiento clásico existía de hecho una unión entre el
pensamiento cuantitativo –entendido como conocimiento matemático– y el pensamiento
metafísico. La filosofía pitagórica es el testimonio más emblemático del origen común que, en
primer lugar, tuvieron la física y las matemáticas: una perspectiva hermenéutica del pitagorismo
nos diría que las relaciones numéricas escondían una serie de significados sobre el ser de la
naturaleza y su relación con lo divino. Álvarez García y Flores Sánchez puntualizan:

Para entender mejor la relación que había entre la física y las matemáticas en
la escuela pitagórica hay que pensar que existía una síntesis entre religión y
ciencia, pues en su doctrina se mezclaban la inmortalidad del alma, la magia y
la numerología. En la fraternidad pitagórica aparece la unidad indistinguible
del místico y del sabio, que se apartan uno del otro, aunque en ocasiones
vuelven a unirse, pero finalmente acaban en la “casa dividida de la fe y la
razón” de nuestros días donde como señala Arthur Koestler “los símbolos de
ambas partes se petrifican en dogmas y la fuente común de inspiración se ha
perdido de vista”[CITATION Álv15 \p 103 \l 2058 ].

Esta separación que enuncian los autores terminó por fraguar en el pensamiento platónico. Para
este filósofo, las matemáticas y particularmente la geometría eran parte del mundo de las ideas,
como expresión de lo perfecto e imperecedero, eran “…el único medio para acceder a la realidad
profunda de la naturaleza”[CITATION Álv15 \p 105 \l 2058 ]. Su visión de la astronomía da fe de
esta perspectiva: era un modelo geométrico de esferas y círculos que proyectaba una dinámica y
una serie de relaciones entre los distintos astros, cuya armonía y perfección existía sólo en papel –
i. e. en teoría– y que no tenía ningún efecto ni utilidad en la explicación o el entendimiento de la
dinámica y movimiento terrestres. Con Aristóteles, se acentúa la separación entre física y
matemática, al determinar a la primera mediante una perspectiva empírico-cualitativa (la
observación de las cualidades de la materia), y dejar a la segunda en el ámbito de lo estrictamente
abstracto: “No hay ninguna relación esencial entre matemáticas y el mundo físico, pues son
géneros diferentes y no deben ni pueden, según él, mezclarse”[CITATION Álv15 \p 105 \l 2058 ].

La perspectiva física aristotélica fue perpetuada por el dogmatismo del escolasticismo medieval,
hasta que el Renacimiento y el pensamiento moderno trajeron un cambio de paradigma
cognoscitivo. El pensamiento de Descartes puso en duda la perspectiva estrictamente dogmática,
y en su actitud escéptica hacia la validez de los sentidos –en la que se basaba todo el
conocimiento físico cualitativo aristotélico– introdujo una nueva ponderación del conocimiento –
abstracto pero metodológico y comprobable– de las matemáticas y la geometría. Esta nueva
ponderación geométrico-matemática fue la que impulsó la reconsideración copernicana del
modelo planetario: fueron la dinámica y relaciones geométrico-matemáticas las que se
configuraban de manera más precisa y armoniosa en la medida en que Copérnico consideró un
modelo planetario heliocentrista.
Para lograr explicar con mayor éxito lo que las observaciones registran,
Copérnico propone un triple movimiento de la Tierra: (a) la rotación diurna en
torno al propio eje (con el cual se explicaría el aparente movimiento de los
cuerpos celestes en torno a la Tierra); (b) la revolución de nuestro planeta en
torno al Sol (que sirve para explicar el movimiento aparente del Sol a lo largo
de la eclíptica[…]); (c) el movimiento de precesión, necesario para asegurar la
constante inclinación de 23° respecto a la dirección del plano de la
eclíptica[CITATION HVe07 \p 49 \l 2058 ].

Como podemos observar, la teoría copernicana deriva todavía de una actitud observacional
crítica, que pone en tela de juicio el carácter cualitativo de ciertos fenómenos astronómicos. No
sería hasta la aparición de Johannes Kepler que la perspectiva matemático-geométrica tendría un
papel principal en la fundamentación del nuevo paradigma astronómico. Sus consideraciones
geométricas y matemáticas permitieron establecer leyes y teorías respecto al movimiento de los
astros en torno al Sol que eran comprobables dentro de esta perspectiva: “Kepler es el primer
constructor de leyes de la naturaleza, y lo que le permitió lograr eso fue, primero, mantener la
creencia de regularidades matemáticas dentro de los movimientos planetarios y, segundo, la
introducción de la causalidad física en la geometría formal de los cielos”[CITATION Álv15 \p 72 \l
2058 ]. Más aún, con Kepler se da una recuperación de la actitud pitagórica que otorgaba a las
matemáticas un valor metafísico, si bien dentro de una perspectiva cristiana:

Más que buscar una explicación empírica o metodológicamente distinta al


sistema ptolemaico, iba tras las causas últimas y la armonía matemática de los
movimientos celestes presentes en la mente del Creador… El Sol sería un
reflejo de Dios Padre, y la esfera de las estrellas fijas un sitio para Dios Hijo, y el
Espíritu Santo ubicado en el éter intermedio… Kepler veía claramente en la
teoría de Copérnico relaciones matemáticas que revelarían la magnificencia
divina y anunciarían una armonía tal que el estudioso de ellas experimentaría
un verdadero placer estético geométrico[CITATION HVe07 \p "53, 54" \l
2058 ].

Podemos calificar a la actividad astronómica como la ciencia pionera en la incorporación de las


matemáticas en su metodología, pero debemos reconocer a Galileo como el artífice de la
matematización formal de la física. En su perspectiva científica podemos reconocer una
ponderación del aristotelismo, en el sentido de basar sus investigaciones en una observación
directa de la naturaleza; del platonismo, al reconocer la perfección de las relaciones matemáticas;
e incluso del pitagorismo, al relacionar categóricamente a la física y las matemáticas. Todo esto
con un enfoque empirista y experimental nuevo en el que “...se ve reflejado todo el desarrollo de
la revolución científica de los siglos XVI y XVII”[CITATION Álv15 \p 72 \l 2058 ]. La perspectiva
galileana se convirtió en el paradigma científico por excelencia, que dotó a la ciencia de una
autonomía sin precedentes: “Se trata en el fondo, no sólo de superar la física cualitativa por una
cuantitativa, sino de formular una verdadera ontología de la materia: en la materia y sólo en ella
se encontrarían las explicaciones suficientes de sus comportamientos, condiciones y
naturaleza”[CITATION HVe07 \p 56 \l 2058 ].
El nuevo paradigma cuantitativo trajo para la ciencia distintas ventajas, más allá de la autonomía
ontológica. Por un lado, el lenguaje científico adoptó una nueva validez y exactitud que aportó
mayor efectividad a su metodología:

…entre los siglos XVI y XVIII, se crearon algunos criterios básicos para entender
un concepto como verdadero, por ejemplo: la posibilidad de ser definido sin
contradicciones internas ni ambigüedades, en términos de observables y
efectos medibles, identificando si las mediciones son de forma directa, o no, y
probando su validez en una amplia variedad de descripciones y leyes, tanto
conocidas como deducidas recientemente[CITATION Viz15 \p 100 \l 2058 ].

Asimismo, la nueva perspectiva empirista hizo que el carácter demostrativo de las matemáticas
fuera valorado de manera primordial. Leonardo Ortiz Acuña puntualiza sobre la física moderna –
particularmente la de Galileo–: “Su matematismo se basa en las propiedades cuantitativas de los
cuerpos reales, y en menor medida en procedimientos matemáticos abstractos, permitiéndole
tomar en cuenta magnitudes físicas como el volumen, la masa, la fuerza y el tiempo” [CITATION
Leo14 \p 114 \l 2058 ]. El nuevo manejo de los parámetros cuantitativos no sólo ofreció una
nueva perspectiva demostrativa, sino que las demostraciones pudieron verse reflejadas en
distintos avances tanto científicos como tecnológicos que, en mayor o menor medida, han
continuado su evolución y desarrollo hasta nuestros días. La matematización de la física es sin
duda un evento determinante de nuestra contemporaneidad; reconociendo que el valor filosófico
de esta matematización en cuanto a la ética, la cultura y la sociedad es una discusión compleja y
profunda, no podemos negar que la nueva filosofía de la naturaleza ha sido fundamental en el
devenir histórico y estará presente en la conformación del futuro.

Bibliografía
Acuña, L. O. (2014). Galileo y Descartes: la matematización de la física. Rev. Filosofía Univ. Costa
Rica, LIII (135), 107-116.

Álvarez García, J., & Flores Sánchez, D. (2014-2015). La relación entre física y matemáticas a lo
largo de la historia de Pitágoras a Galileo. Ciencias, 98-113, 64-74.

Velázquez Fernández, H. (2007). La ciencia en los siglos XVI y XVII: La superación de la cosmovisión
antigua. México: Porrúa.

Vizcaíno Arévalo, D., & Terrazzan, E. (2015). Diferencias trascendentales entre la matematización
de la física y matematización para la enseñanza de la física. TED, 95-111.

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