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SESIÓN 9

Lic. Rosario Girón Imazu.


De la nada, tenemos que verbalizar la muerte en este
fenómeno caótico. Hace casi 2 años la muerte no existía en
el vocabulario de las personas. Se moría el vecino… al que
le daba cáncer era al señor de la esquina... era algo lejano.
Creíamos que nunca nos iba a tocar a nosotros. Ahora nos
está respirando en la nuca, literalmente. Nos damos cuenta
de que es nuestra responsabilidad salvaguardarnos, y poner
sobre la mesa no solo el tema de la muerte, sino el de qué
pasa si nos contagiamos”,
MIEDO A LA MUERTE ¿QUÉ TEMEMOS EN REALIDAD?

Como decía Machado: “La muerte es algo que no debemos


temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la
muerte es, nosotros no somos.” Efectivamente, vida y
muerte es una dicotomía que no debería preocuparnos, pues
mientras vivimos no hay muerte y, una vez que
desaparecemos, ya no sentimos dolor. Sin embargo, de
manera inevitable, lo que realmente nos produce
desasosiego puede girar en torno a varios factores:
SER CONSCIENTES DE LO QUE VAMOS A PERDER

Saber que ya no podremos estar con nuestros seres queridos, vivir


experiencias o separarnos de los bienes materiales que nos producen
placer es una de las causas de nuestros temores

PREOCUPACIÓN POR LOS QUE SE QUEDAN

Sentirnos responsables de las emociones que va a


generar nuestra pérdida en nuestros seres queridos
también puede ser motivo de sufrimiento
MIEDO AL DOLOR FÍSICO O PÉRDIDA DE FACULTADES

La idea de perder vitalidad, convertirnos en personas dependientes o el


desgaste físico por la vejez o enfermedad es otra de las ideas que nos
pueden provocar angustia.

Estos pueden ser algunos de los miedos a los que nos enfrentemos, porque
recordemos que, una vez muertos, no vamos a sentir dolor, ni pérdida. El
miedo, en realidad, es al temor en vida, que nos puede atormentar y del que
hay que ser consciente para evitarnos sufrimiento innecesario.
MI CREDO, MI CREENCIA ME HABLA DE UN JUICIO FINAL
*

Y LO CREO.
*AL FINAL DE LA VIDA TENDREMOS UN JUICIO, Y
ES EL PROPIO JUICIO SOBRE LA CALIDAD DE VIDA
QUE LLEVAMOS, Y NO PODRÁS AUTOENGAÑARTE.

*EL JUICIO QUE ALGÚN DÍA HICIMOS HACIA LOS


DEMÁS , SERÁ EL JUICIO QUE HARÁN SOBRE
NOSOTROS, SERÁ UN JUICIO RELATIVO PORQUE EN
REALIDAD HAY MUCHO DE NOSOTROS QUE NADIE
PUDO CONOCER,NUESTROS ANHELOS,MIEDOS O
IDEALES.
AFRONTAR LA MUERTE ES MUY DIFICIL, LOS HOMBRES SOMOS
SEMEJANTES A UN GRAN ÁRBOL, POR UNA PARTE SENTIMOS QUE
PODEMOS TOCAR EL CIELO CON LAS RAMAS, Y POR OTRA UNDE
CADA VEZ MÁS SUS RAÍCES, LA REALIDAD ES QUE HAY QUE
VIVIRLA SIN DESPEGAR LOS PIES DE LA TIERRA.

Hablar de la muerte es hablar de algo que forma parte de la vida”, Y es


prioritario platicar ella con nuestros seres cercanos , para poder tomar
decisiones sobre cómo queremos morir y hasta qué punto estamos dispuestos a
recibir cualquier tipo de tratamiento.(ENFERMEDAD TERMINAL)

“Lo que más prepara a las personas ante la muerte es revisar su vida y ver que
la han vivido bien; entonces hay que hacerse cargo para que cuando uno llegue
al final esté satisfecho de eso, y darle esa misma importancia a las relaciones
que formamos para que no quede nada sin decir”.
Preguntémonos?...
¿ VIVO CÓMO QUIERO?
¿ HeSido Valiente
Para Aceptar Mis
Errores ?
¿ME HE DADO A
CONOCER?
¿HE DEDICADO TIEMPO Y
ESFUERZO A LAS COSAS
VERDADERAMENTE VALIOSAS?
¿O VIVO MI VIDA POR
CAPRICHOS Y
BANALIDADES?
RECUERDA QUE EL NO DEJAR HUELLA
QUE TRASCIENDA EN ESTE MUNDO ES
IGUAL A NO HABER VIVIDO.
Lo creas o no, hay gente acostumbrada a hablar de la muerte.
No solo de la de los demás, también de la suya.
No solo porque hayan vivido la marcha de un amigo o
familiar, también porque quieren aprender a afrontar las que
vengan. Porque vendrán. Es una realidad que debemos
encarar tarde o temprano, y hoy tal vez es la fecha más
oportuna: todos vamos a morir. ¿Recuerdas 'Coco' y su
homenaje a la cultura mexicana en torno al Día de los
Muertos? Plantéatelo así. Es una excusa para charlar de un
tema tabú con la mayor curiosidad y espontaneidad posible.
1. Recuerda: tú también vas a morir
Es el primer paso. En una sociedad que idolatra la
juventud y que rehúye la muerte, es lógico que rechaces
la realidad de que no te vas a quedar aquí para siempre.
Pero no es así.
Tú también vas a morir. Es lo que algunos científicos
llaman sesgo de confirmación, negamos nuestra propia
mortalidad y nos engañamos con que nunca sucederá,
algo más habitual en quienes no han perdido a nadie
cercano..
IDENTIFICAR Y EXPRESAR A QUÉ TENEMOS MIEDO

Como se ha comentado, son varias cosas a las que tememos cuando


pensamos en nuestra propia muerte. Hacernos conscientes de
cuáles son realmente nuestros temores nos servirá para hacerles
frente y quizá minimizar las emociones negativas que nos genera.

Podemos incluso hacer una lista escribiendo todo aquello que nos
angustia sobre el tema para encontrarle más sentido. Hablar de ello
con nuestros seres queridos o con profesionales también puede
aliviarnos y ayudarnos a liberar la ansiedad.
2. Habla de ello ahora, no pasa nada

Hay quien piensa que es un tema cortarrollos, y lo


entendemos perfectamente. A nadie le apetece hablar de sus
inquietudes respecto a la muerte cuando está en una cena con
unos amigos, pero tal vez deberíamos empezar a hacerlo.
También hay quien no se lo plantea hasta que lo vive cerca, y
eso puede interferir en su duelo. Cuanto antes hablemos de
ello, mejor. Naturalizar las charlas en torno a la muerte nos
permitirá encajarlas mejor cuando sucedan.
3. LO DE MORIR SOLO NO ES CIERTO
Debemos de replantear la idea de que cada uno nos enfrentamos
solos a nuestra propia muerte. Está claro que no es una falsa
creencia, nadie nos acompaña en ese momento final, pero estar
presente en los últimos días de, por ejemplo, un enfermo
terminal es saludable, incluso aunque no sepamos cómo ponerlo
en palabras. Debemos aprender a controlar el impulso de huir
cuando alguien está a punto de marcharse ; quienes lo hacen,
sufren un duelo más prolongado.
4. NO REHÚYAS LA "BUROCRACIA"
Otro efecto de esta inhabilidad para hablar sobre la muerte es
la incapacidad para poner en orden los asuntos más
"terrenales" que implica. Exacto, nos referimos a cuestiones
como el testamento o los arreglos del funeral. No solo es
recomendable enfrentarse a ello cuanto antes de forma
burocrática, sino conversar con nuestra familia y nuestros
amigos sobre cómo nos gustaría que fuera. Te quitarás el
papeleo de encima y fomentarás la naturalidad sobre el tema
entre los tuyos.
5.AGRADECER LO VIVIDO

Ser conscientes de nuestra propia mortalidad puede darnos fuerza


para pensar en todos los buenos momentos que hemos pasado,
aprender a disfrutar de esos recuerdos y vivir el presente de
manera intensa, disfrutando de lo que verdaderamente nos guste y
dejando a un lado las preocupaciones banales.
6. CERRAR CUESTIONES PENDIENTES
Ante la sensación de tener temas pendientes, lo mejor es encargarnos de ellos para
conseguir paz mental. Puede tratarse de temas económicos o burocráticos, para lo
que podemos dejar cerrado el testamento y realizar un seguro de decesos que deje
toda nuestra despedida y trámites tras el fallecimiento organizados.

En el caso de ser temas personales, lo mejor es hablar con las personas con las que
hemos tenido algún problema, escribirles una carta o similar, que nos ayude a
descargarnos de sensaciones de incomodidad ante un asunto sin zanjar.

Quizá encontrando sentido a nuestra muerte, encontremos un sentido a nuestra vida


y podamos vivir el tiempo que nos quede en paz y armonía con nuestra propia
naturaleza humana, preparados para afrontar con serenidad el último adiós que nos
llegará algún día de manera inevitable.
Los temas pendientes con los otros son, a veces, los más difíciles de abordar.
Se trata de decir lo no dicho, tanto lo agradable como lo no agradable. No es
bueno dejarse emociones y sentimientos en la trastienda.

A veces es difícil decir: “Te quiero, siempre te he querido” o “Me gusta


sentirte cerca”. En otras ocasiones, lo que nos cuesta decir es: “Lo que no me
gusta de ti y nunca me he atrevido a decirte es que...” o “Tengo un mal
recuerdo de aquella vez en que...”.

Digámoslo sin pena, pero con la intensidad que comporta el sentimiento.


Y por último, necesitamos aceptar que las personas a las que queremos y que
nos quieren sufren y se sienten impotentes cuando nos ven mal y no disponen
de los recursos para ayudarlo
7. CHARLA CON LOS NIÑOS (SI ELLOS QUIEREN)
Esta situación la vivirás en algún momento si tienes hijos o
sobrinos pequeños. Cuando suceda una muerte cercana, o
incluso en una película, te preguntarán qué ha pasado, con
dudas que probablemente tú nunca te has planteado. Al
menos desde que tenías su edad. Intenta solventar su
curiosidad con toda la naturalidad posible, algo que además
creará un vínculo de confianza muy profundo entre ustedes.
Recuerda, eso sí, no forzar la maquinaria. Siempre a su ritmo.
8. Y CON PERSONAS QUE ESTÁN EN DUELO

De entre las formas en las que huimos de la muerte, esta es


una de las más usuales. Somos incapaces de hablar de ello con
personas que lo acaban de sufrir, y eso a veces genera un
distanciamiento difícil de reconciliar. Según afirma
ELIZABETH K.R., muchos padres que han perdido a sus
hijos sufren una pérdida extra, la de los amigos que
desaparecen. Puede ser triste, puede ser incómodo, pero debes
aprender a acompañar a las personas cercanas que están en
duelo.
9. LA FE NO LO ES TODO
La religión forma parte de las estrategias personales para
afrontar eventos vitales, tanto positivos como negativos, y
la muerte es uno de ellos. Está claro que el respeto a la fe
de quienes se enfrentan a ello debe ser una máxima, pero
merece la pena recordar que esto no nos libra del dolor ni
del duelo. Te interesará sobre todo, si tú eres creyente;
charlar sobre ello y naturalizarlo también te ayudará a ti.
Creas en Dios o no, la marcha de un ser querido siempre
será dolorosa.
10. CUIDAR DE ALGUIEN ES DURO
En muchas ocasiones, la muerte viene precedida de un período
de cuidados que recae en los familiares y amigos, y en torno a
esto también se han establecido estereotipos y tabús.
La persona que sufre no lo hace solo por si situación, sino por
suponer una carga, y las personas que cuidan deben
convertirse en enfermeros perfectos.
Debemos aprender a aligerar también esos roles.
Ambos son libres de hablar de sus miedos, frustraciones y
resentimientos.
11. NO LO DEJES EN MANOS DE LOS MÉDICOS

Otro de los errores en que caemos a la hora de afrontar la


muerte es el de “aseptizarla”, creer que es simplemente un
fenómeno clínico del que se deben ocupar los doctores.
También es un recurso para esquivarla, para evitar implicarnos
sentimental. Y no es así. La muerte también es emocional,
desde luego, afecta a nuestra forma de enfrentarnos a la vida de
muy diferentes maneras. Por ello es tan importante estar
presente cuando ocurre y perderle el miedo a involucrarnos en
ella.
12. RESPETA EL DUELO DE LOS DEMÁS
Por último, nos enfrentamos a los momentos
posteriores: el luto, el duelo. Los expertos aseguran que
cuando alguien pierde a un ser querido, atraviesa por
diferentes etapas de efervescencia emocional, y lo peor
que puedes hacer es intentar huir de ellas. O animar a
que lo hagan los demás. Hablamos tanto de tu proceso
del aceptación como del de aquellos que te rodean. El
duelo es libre e imprevisible, y debemos respetarlo
venga como venga
ACEPTAR CÓMO HEMOS VIVIDO
Estar bien con uno mismo es aceptar cómo hemos vivido hasta ahora, sean cuales
sean las experiencias que hayamos tenido. Alegrarnos y sentirnos orgullosos de lo
que hemos hecho y conseguido, tanto a nivel psicológico como material.

Y, sobre todo, no lamentar lo que no hayamos conseguido, los sueños que no


hayamos podido cumplir o lo que, pasado el tiempo, pensamos que ha estado
equivocado o mal.

Cada cosa, positiva o menos positiva, nos ha ayudado a ser quienes somos: ese ser
único e irrepetible que siempre, y de muchos modos, ha enriquecido la vida de
quienes le rodean, aunque, a veces, haya sido a través del sufrimiento.

Porque, aunque nos resulte difícil de creer, incluso los momentos poco positivos
han ayudado de alguna manera tanto a quienes han recibido nuestros desaires
como a nosotros mismos.
En realidad, ninguna de estas tareas es especifica del
duelo. Todas ellas pueden formar parte de nuestra vida
cotidiana y son demasiado enriquecedoras como para
dejarlas, exclusivamente, para situaciones vitales
extremas.

Son un buen proyecto de vida para vivir al día. Así́,


¿nos vamos a conformar con dejarlas apartadas de
nuestra cotidianidad?

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