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Escribo, luego pienso

¿Escribir puede transformar nuestra manera de


percibir el mundo?
Escribo, luego pienso
¿Escribir puede transformar nuestra manera de percibir
el mundo?
Maria N. Porrini

La escritura y la lectura han sido consideradas como


actividades propias y naturales de los seres humanos,
pero hoy podemos cuestionarnos esta afirmación.

Vale la pena preguntarnos si la escritura actuó


realmente como un modificador directo en el
pensamiento de nuestra cultura. Para desarrollar este
planteamiento nos referiremos al texto de Walter Ong,
que considera al habla como una capacidad innata del
hombre, puesto que cualquiera en plenas condiciones
psicofísicas es capaz de hablar. La escritura,
principalmente la alfabética, es vista como una
capacidad artificial. Ong afirma que “concebir un
sistema codificado de signos visibles por medio del cual
un escritor podía determinar las palabras exactas que el
lector generaría a partir del texto” pone de manifiesto la
existencia de un logro intelectual en el aprendizaje de
esos signos culturales.

La escritura como tecnología implica el traslado del


habla a un nuevo campo, el de la visión.
Inevitablemente, ese traspaso transforma la manera de
percibir el mundo. Según David Olson, el advenimiento
de la escritura permitió establecer un paradigma o
“corpus de creencias” de vida para los hombres, es
decir, algo compartido por toda la sociedad, es decir,
una comunidad que comparte un conjunto de discursos
textuales funcionales para su desarrollo social.

Antes de la escritura, un ser humano sólo necesitaba de


su aparato auditivo para poder entender lo que alguien
le decía. En la modernidad, sin embargo, para
comprender un escrito dentro de la “comunidad
textual”, es necesario realizar una tercera actividad: la
lectura.

Para poder leer necesitamos interpretar literalmente el


texto, y para ello utilizamos, según Olson, “pruebas
léxicas, sintácticas y conceptuales”. De esta manera
podemos entender la forma en que un autor pretende
que se tome su enunciado. Esto es a lo que se llama
fuerza ilocucioanaria . Dicha fuerza, al ser reconstruida
en la lectura, puede también manipularse en la
escritura por estas mismas formas de expresión. La
evolución de la escritura ha incorporado en nosotros un
modelo capaz de expresar la intencionalidad con la que
pretendemos manifestar nuestro lenguaje.

Si bien Olson toma la escritura como un modelo para el


habla, y Ong lo hace como una tecnología, ambos
autores coinciden en que la escritura es una
transformación para el pensamiento humano. En
términos de Olson, la escritura nos permite alcanzar un
“pensamiento letrado”.

El “pensamiento letrado” no se restringe sólo a la


escritura y la lectura, ya que hay conceptos complejos
que logramos añadir a nuestra mente que se basan en
el discurso oral. Este discurso cuenta con formas
simples, como pensar, saber, significar, etc. Éstas son
integradas a nuevos conceptos que desarrollamos al leer
y escribir, como interpretar, hipotetizar, inferir o
deducir. En consecuencia, los incorporamos a nuestra
habla cotidiana al pensar qué significa algo o qué puede
o debe ser.

Hoy nos encontramos en condiciones de afirmar que la


escritura ha traído una modificación en nuestra forma
de pensar, de hablar y de manejarnos en la sociedad. Se
ha logrado desarrollar un pensamiento crítico, no sólo
sobre las cosas que vemos, sino también sobre las
interpretaciones o explicaciones que tenemos de éstas.
La escritura genera hermenéuticas constantes porque
nos permite reflexionar sobre lo ya escrito y lo ya
pensado de acuerdo a la concepción cultural de cada
sociedad.

Bibliografía:
Ong, Walter. Oralidad y Escritura, Tecnologías de la
palabra (1982). Fondo de Cultura Económica, México,
2001
Olson, David R. El mundo sobre papel: el impacto de la
escritura y la lectura en la estructura del conocimiento.
Gedisa, 1998

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