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Francisco Javier Clavijero

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Francisco Javier Clavijero
Francisco Xavier Clavijero,.jpg
Retrato de Francisco Xavier Clavijero,
Museo Nacional de Historia, Ciudad de México.
Información personal
Nombre de nacimiento Francisco Xavier Clavijero
Nacimiento 9 de septiembre de 1731
Puerto de Veracruz, Nueva España
Fallecimiento 2 de abril de 1787 (55 años)
Bolonia, Italia
Sepultura Santa Lucía, Bolonia y Panteón Civil de Dolores Ver y modificar los
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Nacionalidad Novohispana
Religión Catolicismo Ver y modificar los datos en Wikidata
Orden religiosa Compañía de Jesús Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación Jesuita, filósofo, e historiador
Géneros Historia, ensayo
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Francisco Xavier Clavigero (o Francisco Javier Clavijero, como se escribe en la
actualidad) (Puerto de Veracruz, Nueva España, 9 de septiembre de 1731 – Bolonia,
Estados Pontificios, 2 de abril de 1787) fue un sacerdote jesuita, muy conocido por
sus obras historiográficas, especialmente la Historia antigua de México, por la
cual se le ha considerado uno de los precursores del indigenismo en México.1 A
grandes rasgos, su vida tuvo dos etapas, y el punto de quiebre lo constituye la
expulsión de la Compañía de Jesús, en 1767. Es uno de los principales autores de la
Escuela Universalista Española del siglo XVIII.2

Índice
1 Su vida en la Nueva España, 1731- 1767
1.1 Infancia
1.2 Estudios, ordenación sacerdotal y enseñanza en la Nueva España
2 La expulsión de la Compañía de Jesús y el exilio en Italia, 1767-1787
3 Apología indigenista: Clavijero y los críticos de América
4 La Historia antigua de México en un contexto más amplio
4.1 Francisco Xavier Clavijero y el rescate de las "antigüedades mexicanas" desde
Nueva España
4.2 Transmisión de la Historia antigua de México: de 1780-1781 hasta la fecha
5 Obras: el resto de su producción intelectual
6 Epílogo: la repatriación de los restos del jesuita novohispano (1970)
7 Referencias
8 Bibliografía
9 Véase también
10 Enlaces externos
Su vida en la Nueva España, 1731- 1767
Infancia
Hijo de don Blas Clavijero (oriundo de España, de un pueblo cercano a Valladolid) y
de doña María Isabel Echegaray (criolla, de ascendencia vasca), fue Francisco
Xavier el tercero de once hermanos.3 Su padre trabajó para el gobierno de la Corona
española, por lo que la familia se trasladaba constantemente de una población a
otra y en regiones con fuerte presencia indígena. Por el cargo que ocupaba su padre
en el aparato burocrático novohispano, tuvo desde sus primeros años el contacto con
la población indígena de la Nueva España, específicamente la de Puebla y la de la
Mixteca baja.4 Esta primera experiencia suele considerarse de importancia vital,
por lo menos en dos sentidos: por un lado, le habría permitido un primer
acercamiento al náhuatl, lengua de la que haría uso en años posteriores; por otra
parte, contribuiría a que años más tarde, durante su exilio, afirmara frente a la
intelectualidad europea la humanidad de la población nativa americana:

"Sus almas son en lo radical como las de los demás hombres, y están dotados de las
mismas facultades. Jamás han hecho menor honor a su razón los europeos, que cuando
dudaron de la racionalidad de los americanos. [...] Sus entendimientos son capaces
de todas las ciencias, como lo ha demostrado la experiencia".5

Estudios, ordenación sacerdotal y enseñanza en la Nueva España


Transcurrida su infancia, se trasladó a la ciudad de Puebla de los Ángeles para
estudiar en el Colegio de San Jerónimo, perteneciente a la Compañía de Jesús.
Posteriormente ingresó al Colegio de San Ignacio (de la misma Compañía) donde
"[...] se inició en la filosofía, la historia y algunos rudimentos de las ciencias
".6 Uno de los momentos que se considera de mayor importancia en la vida de
Clavigero fue su ingreso, en 1748, al Colegio jesuita de Tepotzotlán. Se sabe que
al inicio encontró poco agradable el orden regular de su nueva vida, destinada a la
preparación sacerdotal, pero pronto se acostumbró y los superiores del Colegio lo
consideraron como un joven "[...] con un talento superior al promedio y un carácter
optimista". Se sabe también que por entonces comenzó el estudio formal del náhuatl,
cuyo aprendizaje era obligatorio para los novicios.7 Fue también durante su
estancia en Tepotzotlán donde Clavigero tuvo por compañeros a varios jóvenes que,
junto con él, y debido a su labor intelectual, serían llamados humanistas mexicanos
del siglo XVIII:8 José Rafael Campoy, Francisco Javier Alegre, Andrés Cavo y Pedro
José Márquez fueron algunos de ellos.[cita requerida]

En 1751, regresó a Puebla, al Colegio de San Ildefonso, donde profundizó en el


estudio de la filosofía escolástica. Según Juan Luis Maneiro (uno de sus biógrafos
contemporáneos), el joven Clavigero no estuvo totalmente de acuerdo con lo que le
enseñaban, y fue por esos años cuando se inició en el estudio de la filosofía
moderna, bajo la guía de sus superiores.9 Entre sus lecturas de aquella época se
encuentran Descartes, Newton, Leibniz, entre otros. Consideraciones de este tipo,
que presentan a un Clavigero abierto a las "nuevas ideas", han llevado a considerar
al jesuita veracruzano como uno de los máximos referentes de la Ilustración
novohispana, movimiento que, de haberse realmente producido, fue en todo caso
tímido y reservado, si se compara con las tesis radicales de los ilustrados
europeos del siglo XVIII.10 Luego de su estancia en Puebla, Clavigero se trasladó a
la Ciudad de México para estudiar teología, en el Colegio de San Pedro y San Pablo.
Su estancia en este lugar se ha considerado significativa pues, a la par de su
formación teológica, pudo acercarse al conjunto de testimonios indígenas
resguardados, y que habían pertenecido a Carlos de Sigüenza y Góngora, intelectual
novohispano del siglo XVII. En ese tiempo, cuando aún no había concluido sus
estudios, también dio clases y fue prefecto del Colegio de San Ildefonso. Tiempo
después, sus superiores le encomendaron la cátedra de retórica.[cita requerida]

Francisco Xavier Clavigero fue ordenado sacerdote en octubre de 1754, luego de seis
años y medio de haber ingresado a la Compañía de Jesús. Se sabe que por esos años
(y en otros momentos de su vida) expresó su deseo por trabajar entre la población
autóctona, y solicitó ser enviado a las misiones de la California. Su petición no
fue atendida (en realidad nunca), pero en 1758 fue destinado al Colegio de San
Gregorio, en la Ciudad de México, lugar en el que se educaba a la población
indígena.11 La cercanía con el Colegio de San Pedro y San Pablo le permitió
continuar con el estudio de la documentación indígena legada por Sigüenza. Al
respecto, él mismo expresó, en el prólogo de su Historia antigua de México: "[...]
vi y estudié -en el Colegio- el año de 1759 algunos volúmenes de aquellas pinturas
-las de la colección de Sigüenza-, que contenían la mayor parte de las penas
prescritas por las leyes mexicanas contra ciertos delitos".12 Esta documentación
sería utilizada, mal o bien, en su ulterior obra historiográfica.[cita requerida]
De 1762 a 1767, Clavigero dedicó gran parte de su tiempo a la enseñanza. Luego de
cuatro años en el Colegio de San Gregorio, se ordenó su traslado al Colegio de San
Francisco Javier en Puebla, destinado también a la educación de los indígenas. Al
año siguiente (1763), fue enviado al Colegio de Valladolid (hoy Morelia),13 donde,
según se dice, enseñó filosofía moderna y, supuestamente, tuvo por alumno a Miguel
Hidalgo. Que el "Padre de la Patria" mexicana haya sido alumno de Clavigero es algo
que hoy en día se sabe falso.14 En 1766, se dio orden a Clavigero de trasladarse al
Colegio de Santo Tomás en Guadalajara. Poco fue el tiempo que estuvo ahí, ya que al
año siguiente el decreto de Carlos III, rey de España, obligaba a los miembros de
la Compañía de Jesús a salir de sus dominios, así en la metrópoli como en ultramar.

Sepulcro de Francisco Xavier Clavigero, en la Rotonda de las Personas Ilustres.


La expulsión de la Compañía de Jesús y el exilio en Italia, 1767-1787
La Compañía de Jesús, influyente y poderosa, también tenía sus detractores y
enemigos. Fue por eso que Carlos III proclamó el destierro de los jesuitas el 27 de
febrero de 1767. Fueron, según él, "gravísimas causas" las que lo obligaron a tomar
la decisión, así como una serie de motivos que guardaba en "su real pecho". Cuando
el decreto llegó a la Nueva España el entonces virrey, Carlos Francisco de Croix,
lo ejecutó desde la madrugada del 25 de junio.15 Clavijero, que se hallaba en
Guadalajara, tuvo que salir junto con sus compañeros hacia Veracruz con destino al
exilio. El 25 de octubre de 1767, llevando pocas cosas consigo, Clavigero se
embarcó con rumbo a La Habana. El viaje no terminó ahí, y lejos estuvo de ser
sencillo, pues como se sabe fue hasta 1770 cuando pudo asentarse de forma
definitiva en Bolonia, ciudad que entonces pertenecía a los Estados Pontificios.

No fue el de Clavigero un caso excepcional, pues es sabido que los jesuitas de las
provincias de México y de Castilla se asentaron en esa ciudad.16 En Bolonia,
residió Clavigero hasta el día de su muerte, acaecida el 2 de abril de 1787; fue
asimismo el lugar donde llevó a cabo gran parte de su producción intelectual.[cita
requerida]

Apología indigenista: Clavijero y los críticos de América


Debido a la vida restringida que los jesuitas exiliados llevaban en los Estados
Pontificios, se entiende que hayan podido dedicar gran parte de su tiempo a
estudios de diversa índole para ocupar sus horas de ocio.17 En el caso de
Clavigero, su estancia en Europa le hizo darse cuenta de la visión que algunos de
los intelectuales del viejo continente ofrecían sobre América, y que desde su punto
de vista era producto de la ignorancia. A combatir esta interpretación de la
realidad americana dedicaría una parte significativa de sus escritos. Él mismo lo
expresó en el prólogo de la Historia antigua de México, al decir que escribía
"[...] para restituir a su esplendor la verdad ofuscada por una turba increíble de
escritores modernos de la América [...]".18 Aunque las críticas del jesuita
novohispano fueron orientadas principalmente contra Cornelius de Pauw, otros como
Georges Louis Leclerc (el conde de Buffon) o William Robertson (historiador
escocés) no quedaron exentos.[cita requerida]

De acuerdo con Clavijero, Cornelius de Pauw, en su obra Investigaciones filosóficas


sobre los americanos, había plasmado un retrato indignante de los mismos:

"Los hombres —afirmaba el filósofo prusiano— apenas se diferenciaban de los


animales sino es en la figura; pero aun en ésta se descubren muchas señales de su
degeneración: el color trigueño, la cabeza muy dura y armada de gruesos cabellos, y
todo el cuerpo privado enteramente de pelo. [...] Carecen de memoria, al punto que
hoy no recuerdan lo que hicieron ayer. No saben reflexionar ni ordenar sus ideas,
ni son capaces de mejorarlas, ni aun de pensar, porque en su cerebro sólo circulan
humores gruesos y viscosos. Su voluntad es insensible a los estímulos del amor y de
cualquier otra pasión. Su pereza los tiene sumergidos en la vida salvaje. Su
cobardía se manifestó en la conquista".19Clavigero, a través de las páginas de su
Historia y de sus nueve Disertaciones, tuvo como principal propósito combatir y
desmantelar la visión que algunos filósofos europeos tenían sobre la población y la
naturaleza de América.[cita requerida]

La Historia antigua de México en un contexto más amplio

Portada de la primera edición de la Historia antigua de México (1945), a cargo de


la Editorial Porrúa.

Portada de la Storia antica del Messico (1780), en su edición italiana.


El nombre de Francisco Xavier Clavigero ocupa un lugar importante en la
historiografía mexicana. El estudio y la escritura de la historia tuvieron lugar en
su quehacer intelectual. Fundamentalmente son dos las obras que le otorgan una
mención entre nuestros historiadores: la ya referida sobre el pasado prehispánico y
la Historia de la antigua o baja California. Indudablemente su prestigio se lo debe
a la primera, por lo que conviene detenerse en ella.[cita requerida]

Fueron, como el propio Clavigero lo expresó, tres los motivos que lo impulsaron
para escribir la historia prehispánica. En primer lugar, "[...] para evitar la
fastidiosa y reprensible ociosidad a que me hallo condenado [...]"; en segundo,
"[...] para servir del mejor modo posible a mi patria [...]"; finalmente, para
hacer frente a la "[...] turba increíble de escritores modernos de la América
[...]".18 Escrita en diez libros y acompañada de nueve disertaciones, la Historia
antigua de México narra la parte de la historia mexicana anterior y hasta 1521.
Además del libro I, que el propio autor denomina como "historia natural", el resto
de los libros expone una detallada visión del pasado prehispánico, comenzando por
los toltecas, considerados, según el conocimiento de la época, como unos de los
primeros pobladores. Luego de mencionar a otras "naciones", la narración se reduce
a la historia del señorío mexica ("los mexicanos", los llama Clavigero), desde su
llegada a las tierras de Anáhuac y la fundación de la "monarquía mexicana", hasta
la llegada de los españoles y la toma de Tenochtitlan en agosto de 1521 (la famosa
Conquista de México). Es esta la historia antigua de su patria, Nueva España. Puede
argumentarse que la de Clavigero es una interpretación céntrica de la historia
mexicana, ya que solo encuentra su fundamento en la cultura mexica.[cita requerida]

En cuanto a las Disertaciones, son nueve escritos de polémica en los que el jesuita
novohispano intenta refutar las opiniones de algunos intelectuales europeos.
Constituyen la parte de su obra en la que se aprecia una defensa más arraigada de
los indígenas. En parte apología y en parte ataque, las Disertaciones son la
declaración abierta de la indignación de Clavigero en contra de los europeos que
calumnian a los americanos. Más que un defensor de la historia mexicana, se aprecia
en ellas a un defensor de América. Se ha querido ver en estos escritos un intento
de rebelión contra la Europa arquetipo. El jesuita veracruzano devolvió todos los
argumentos con los que Europa atacó al Nuevo Mundo, pero no para proclamar la
superioridad de los americanos, sino para abogar por la igualdad.20

Francisco Xavier Clavijero y el rescate de las "antigüedades mexicanas" desde Nueva


España
Desde el siglo XVI, la minoría letrada del virreinato manifestó su interés por dar
cuenta del pasado indígena. Fue este un tópico que permaneció hasta los años
inmediatos a la eclosión del movimiento de independencia. Sin embargo, la
interpretación de la historia y de la cultura prehispánica no fue la misma. Bajo el
riesgo de generalizar, puede afirmarse que, antes del siglo XVIII, salvo algunas
excepciones, el pasado prehispánico fue visto por los historiadores novohispanos
como algo ajeno y producto del demonio.[cita requerida]

Teniendo como antecedente a Carlos de Sigüenza y Góngora, los estudiosos del siglo
XVIII ofrecieron una interpretación, en cierta forma distinta, de la historia
prehispánica. En relación con el surgimiento de una conciencia nacionalista (la
idea de una "patria mexicana"), los historiadores de esta época revalorizaron y se
apropiaron de la historia anterior a 1521.21 En el ámbito de la investigación, las
fuentes para la historia indígena fueron también objeto de revaloración. En
consonancia con la idea de una Ilustración novohispana, Antonio Rubial refiere
sobre la interpretación de los ídolos, monumentos y pinturas indígenas: "En
contraste con la postura de los frailes que los consideraban manifestaciones
demoniacas, el Siglo de las Luces los veía como monumentos de la Antigüedad
mexicana, como manifestaciones de una cultura que merecía ser conocida, pues era
parte del pasado de este territorio".22 La preocupación por el rescate de las
"antigüedades mexicanas" (según expresión de la época) también se aprecia en
Clavigero. En su dedicatoria a la Real y Pontificia Universidad de México (con
fecha de 13 de junio de 1780) expresó a los superiores de la misma: "[...] quiero
quejarme amistosamente de la indolencia o descuido de nuestros mayores con respecto
a la historia de nuestra patria. [...] por la pérdida de los escritos, la historia
de México se ha hecho dificilísima, por no decir imposible. Ya que esta pérdida no
se puede reparar, al menos que no se pierda lo que nos queda".23 Nuevamente
mencionaba que su trabajo era el de un ciudadano que "[...] a pesar de sus
calamidades, se ha empleado en esto por ser útil a su patria".24 En suma, que su
obra era "[...] un testimonio de mi sincerísimo amor a la patria [...]".25

Clavigero, junto a otros estudiosos, sobre todo los universalistas26 españoles e


hispánicos, en su mayoría jesuitas,27 desplegó su labor intelectual en Bolonia,
pero otros lo hicieron desde Nueva España. Contemporáneos a él y con intereses
similares a los suyos, fueron varios, entre ellos los siguientes:28

Antonio de León y Gama, que luego de los descubrimientos realizados en la plaza


mayor de la Ciudad de México, donde se hallaron la Piedra del Sol o Calendario
Azteca, y una escultura de la Coatlicue, publicó en 1792 un estudio sobre ambos
hallazgos, titulado Descripción histórica y cronológica de las dos piedras que con
ocasión del nuevo empedrado que se está formando en la plaza principal de México,
se hallaron en ella el año de 1790.[cita requerida]
José Antonio Alzate, que en 1791 publicó en su Gaceta Literaria una descripción del
"castillo" de Xochicalco y de las ruinas de El Tajín, ambos descubrimientos
efectuados no muchos años atrás.[cita requerida]
También jesuita exiliado fue Pedro José Márquez, que difundió las obras de Alzate y
de León y Gama en Europa. Fue autor de un libro titulado Delle case di città degli
antichi romani secondo la dottrina di Vitruvio, en el que buscaba demostrar que las
construcciones y el arte de los antiguos mexicanos eran comparables a los de la
Antigüedad clásica.[cita requerida]
Juan José de Eguiara y Eguren, que en los prólogos de su Bibliotheca mexicana
presentaba los avances culturales de los pueblos prehispánicos. Eguiara resaltó a
hombres como Nezahualcóyotl y Nezahualpilli, en la línea de grandes gobernantes y
promotores de las artes.[cita requerida]
Mariano Veytia, autor de una Historia antigua de México, que quedó inconclusa e
inédita por su muerte en 1780. En ella ligaba la historia indígena a la historia
bíblica, exaltaba al señorío de Texcoco y a su rey-filósofo Nezahualcóyotl.[cita
requerida]
Lorenzo Boturini, quien es conocido más bien como anticuario. Influido por
Giambattista Vico, intentó dar cuenta de la historia prehispánica a partir de tres
edades o épocas (divina, heroica y humana) en su Idea de una nueva historia general
de la América septentrional. Se sabe que, durante su estancia en Nueva España,
Boturini recopiló una gran cantidad de "pinturas mexicanas", mismas que le fueron
confiscadas por las autoridades virreinales.[cita requerida]
Transmisión de la Historia antigua de México: de 1780-1781 hasta la fecha
Una obra tan citada o por lo menos tan mencionada llega hasta está época luego de
casi dos siglos y medio de haberse publicado por vez primera. La edición princeps
de su obra se realizó entre 1780 y 1781, durante el exilio en Bolonia.29 Impresa en
Cesena y publicada en toscano (bajo el título Storia antica del Messico), el mismo
Clavigero expresó la razón por la que lo hizo: "[...] la escribí primero en
español; estimulado después por algunos literatos que se mostraban deseosos de
leerla en su propia lengua, me encargué del nuevo y fatigoso empeño de traducirla
al toscano [...]".18 En una carta dirigida al rector y al claustro de la Real y
Pontificia Universidad de México, fechada en 29 de febrero de 1784, señalaba que
"[...]su trabajo [el suyo] publicóse en toscano; porque no se pudo más [...]",30
aludiendo quizá a una condición para poder ver impresa su obra.[cita requerida]

Durante el siglo XVIII, la Historia de Clavigero tuvo dos ediciones más, una en
inglés (1787, basada en la edición italiana)31 y otra en alemán (1789-1790, basada,
a su vez, en la traducción inglesa).32 Se cree que la máxima obra clavigeriana se
tradujo al francés y al danés durante el mismo siglo, pero no hay mucha certeza al
respecto.33

Llama la atención el hecho de que en el siglo que la obra vio la luz no haya
ediciones de la misma en español. Se sabe, sin embargo, que Clavigero realizó, en
años previos a su muerte, gestiones para que su obra fuera traducida al español.
Antonio de Sancha, impresor que residía en Madrid, solicitó en octubre de 1784 el
permiso del monarca para imprimir la obra de Clavigero, cuyo manuscrito él mismo le
había enviado. El impresor obtuvo el permiso que solicitó. Sin embargo, su cometido
nunca pudo concretarse debido a protestas que, como las de Ramón Diosdado Caballero
(jesuita, oriundo de Mallorca), consideraban que la obra del jesuita veracruzano
era antiespañola.34 Por esto, la Historia tuvo que esperar al siguiente siglo para
circular entre un público de habla hispana.[cita requerida]

La primera edición en español data de 1826, efectuada en Londres.35 Se trata de la


traducción que realizó José Joaquín de Mora, basada en el texto italiano del siglo
XVIII. Ediciones de 1868, 1883 y 1917 se basaron en ella.36 En 1853, salió otra
edición de la obra, cuya traducción fue preparada por Francisco Pablo Vázquez, por
esos años obispo de Puebla.37 Su traducción se editó nuevamente entre 1861 y
1862.38 Puede decirse que en este siglo la Historia de Clavigero tuvo una mayor
difusión, sobre todo en México.[cita requerida]

Hasta entrado el siglo XX, la gran mayoría de las ediciones en español que
circulaban en México se basaban en las traducciones ya referidas. Fue en 1945
cuando apareció una nueva edición de la Historia, bajo el sello de la Editorial
Porrúa. Preparada por el jesuita Mariano Cuevas, el mérito de la edición es que fue
realizada por el manuscrito en español que el propio autor había legado.39 Las dos
primeras ediciones aparecieron en 4 tomos (como la edición original de 1780), y las
restantes, hasta ahora, en uno solo. Con la de 2014, se contabilizan hasta el
momento 12 ediciones de Porrúa. Es esta la edición más accesible, mas no la única.
[cita requerida]

Obras: el resto de su producción intelectual


El padre Francisco Xavier Clavigero es conocido especialmente por su magna obra
historiográfica (a tal grado que olvidamos que, antes de ser historiador, fue
religioso, sacerdote jesuita), sin embargo sus escritos versaron sobre temas
variados. Entre los más conocidos figuran los siguientes:

La Historia de la Antigua o Baja California en cuatro tomos. Esta obra


prácticamente es un sumario de obras de los misioneros jesuitas que vivieron en la
península de Baja California, entre ellos los sacerdotes jesuitas, Miguel Venegas,
Juan María Salvatierra, Eusebio Francisco Kino, Juan de Ugarte, Francisco María
Piccolo, Fernando Consag y otros más.
Diálogo entre Filaletes y Paeófilo
De las colonias de los tlaxcaltecas
Breve descripción de la Provincia de México en el año 1767
Un ensayo titulado Physica particularis.
Una disertación titulada Cursus philosophicus
Una historia en que narra las apariciones de la Virgen de Guadalupe.
Un ensayo titulado Frutos en que comercia o puede comerciar la Nueva España.
Epílogo: la repatriación de los restos del jesuita novohispano (1970)
Escribía Mariano Cuevas en 1944 que Clavigero: "Fue enterrado en la iglesia de
Santa Lucía, en la cripta de los jesuitas mexicanos. Dos veces, en 1924 y en 1927,
al visitar nosotros esa cripta, tratamos de identificar los restos del ilustre
veracruzano, pero es ya humanamente imposible y tenemos que contentarnos con la
sola glorificación de su memoria".40 Clavigero murió en Bolonia, y no pudo regresar
a su tierra natal, como seguramente hubiera deseado. Su retorno no se pudo dar
hasta mucho tiempo después, ya entrado el siglo XX.[cita requerida]

Aunque con seguridad los conocedores de la obra de Clavigero dieran por sentada su
muerte (la de alguien nacido en 1731), parece que no fue hasta el año de 1862
cuando la noticia se hizo explícita y se difundió en México.41 Ese año, el Boletín
de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística publicó un artículo que contenía
una carta firmada por Agustín A. Franco (escritor y editor mexicano que radicaba en
Europa), en la que expresaba que durante su estancia en Italia había recibido
informes sobre el fallecimiento de Clavigero. El informe contenía el acta de
defunción del jesuita veracruzano. Finalmente, alentaba Franco a que "la patria" no
pasara por alto el recuerdo "[...] de uno de sus hombres ilustres, muerto en el
suelo extranjero". Desde finales del siglo XIX, se planteó la posibilidad de
repatriar sus restos. Así, en 1897 Antonio García Cubas afirmaba, en un artículo
publicado en el Almanaque de "El tiempo", que, de ser cierto que los restos de
Clavigero yacían en la cripta de Santa Lucía, sería recomendable ejecutar las
"providencias necesarias para hacer trasladar a la patria las cenizas de un
mexicano cuyo nombre debe enorgullecer a la nación".[cita requerida]

En realidad, fue a mediados del siglo pasado cuando las pesquisas que tenían por
objeto localizar "científicamente" los restos mortales del jesuita veracruzano,
comenzaron a ejecutarse. La iniciativa fue del escritor italomexicano Gutierre
Tibón en colaboración con Fabio Frassetto, entonces director del Instituto de
Antropología General y Aplicada de la Universidad de Bolonia. En 1951 y entre 1966
y 1969 se acrecentaron las indagaciones para la ubicación exacta de los huesos y
los trámites para agilizar la repatriación. Aunque hubo mucha actividad de por
medio, baste decir que no fue hasta 1970, en la recta final del gobierno de Gustavo
Díaz Ordaz, cuando el 13 de julio se anunció en el Diario Oficial de la Federación
de México el decreto que ordenaba la repatriación de los restos del jesuita
veracruzano. La acción se concretó el 5 de agosto, cuando la urna de Clavigero
llegó a Veracruz. Previamente a su entrada a la Ciudad de México se le rindieron
homenajes en la Universidad Veracruzana. El Museo Nacional de Antropología albergó
los días 5 y 6 de agosto una ceremonia en la que participaron figuras del ámbito
cultural, político, académico y social del momento. Al finalizar la ceremonia, los
restos se trasladaron a la Rotonda de las Personas Ilustres, donde yacen todavía.
[cita requerida]

Escuelas, bibliotecas, jardines botánicos, avenidas, calles y parques le han sido


dedicados a su memoria a lo largo y ancho de la república mexicana. El Instituto
Nacional de Antropología e Historia, a través del Consejo Nacional para la Cultura
y las Artes, entrega el Premio Francisco Javier Clavijero a los trabajos de
investigación en historia y etnohistoria.[cita requerida]

Referencias
Luis Villoro, "4. Francisco Javier Clavijero", en Los grandes momentos del
indigenismo en México, México, El Colegio de México-El Colegio Nacional-Fondo de
Cultura Económica, s/f, pp. 113-152.
Cf. P. Aullón de Haro, La Escuela Universalista Española del siglo XVIII, Madrid,
Sequitur, 2016; A. García Martín, La Ilustración Hispánica, Madrid, AECID, 2018.
Charles E. Ronan, Francisco Javier Clavijero, S. J. (1731-1787). Figura de la
Ilustración mexicana; su vida y obras, México, ITESO-Universidad de Guadalajara,
1993, pp. 25-26.
Ibid., p. 31.
Francisco Javier Clavijero, Historia antigua de México, Decimosegunda edición,
pról. Mariano Cuevas, México, Editorial Porrúa, 2014, p. 63.
Miguel León Portilla, "La Historia antigua de México de Francisco Xavier
Clavigero", en Alfonso Alfaro, Iván Escamilla, Ana Carolina Ibarra y Arturo Reynoso
(coords.), Francisco Xavier Clavigero, un humanista entre dos mundos. Entorno,
pensamiento y presencia, México, FCE-UNAM-IIH-ITESO-Universidad Iberoamericana,
2015, pp. 157-190, p. 158.
Charles E. Ronan, Francisco Javier Clavijero..., op. cit., pp. 39- 41. En
adelante, citado únicamente como Ronan.
Llamados así por Gabriel Méndez Plancarte, en su obra Humanistas del siglo XVIII,
de 1941.
Juan Luis Maneiro, en Ronan, op. cit, p. 43.
No debe pasarse por alto que es este un problema de investigación histórica. Hay
quienes afirman la existencia de una Ilustración novohispana, mientras que otros la
niegan. Como ejemplo de los primeros puede consultarse a Roberto Moreno de los
Arcos, "Los historiadores ilustrados novohispanos", en La creación de una imagen
propia. La tradición española, tomo 1 Historiografía civil, UNAM-IIH, 2012, pp.
523-541. En cuanto al rechazo del "movimiento ilustrado novohispano", puede verse a
Jaime Labastida, La Ilustración novohispana, en
http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/9712/labastida/97labastida.html
Ronan, op. cit., pp. 62-64.
Francisco Javier Clavijero, "Prólogo", en op. cit., p. XXXVII. Citado en adelante
como Clavijero.
Ronan, op. cit., pp. 70 71.
Ibid., p. 80.
Ibid., pp. 121-122.
Elisabetta Marchetti, "El exilio jesuita visible en el patrimonio de Bolonia", en
Francisco Xavier Clavigero, un humanista entre dos mundos..., op. cit., pp. 133-
153.
Ronan, op. cit., p. 129.
Clavijero, "Prólogo", op. cit., p. XXI.
Clavijero, "Al lector" (preludio de las Disertaciones), op. cit., p. 598.
Luis Villoro, "4. Francisco Javier Clavijero", en op. cit., pp. 113- 152.
González y González, L., "Historiografía colonial", en Atraídos por la Nueva
España, 1995, pp. 11- 17.
Antonio Rubial García, "5. Los indios vistos por los ilustrados", en El paraíso de
los elegidos. Una lectura de la historia cultural de Nueva España (1521- 1804),
México, UNAM-FCE, 2014, pp. 393- 407, p. 394.
Clavijero, "A la Real y Pontificia Universidad de México", op. cit., p. XVIII.
Ibid., p. XVII.
Ibid., p. XIX.
José Manuel Pons: «La escuela universalista y la ilustración hispánica», Revista
Recensión.
Cf. P. Aullón de Haro, La Escuela Universalista Española del siglo XVIII, ob. cit.
La información general de los seis autores mencionados fue tomada de: Antonio
Rubial García, "5. Los indios vistos por los ilustrados", op. cit., pp. 393-407.
Esta edición primera puede consultarse en el portal de la Biblioteca Digital
Hispánica: http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000001956.
Una copia de esta carta apareció en el volumen 1 de la Historia antigua de México,
editada por Porrúa en 1945.
En el portal "The Internet Archive", puede consultarse esta edición:
https://archive.org/stream/historyofmexicoc03clav#page/n5/mode/2up [tomo 1]; y
https://archive.org/stream/historyofmexicoc04clav#page/n5/mode/2up [tomo 2]
Edición disponible en el mismo portal:
https://archive.org/stream/geschichtevonmex01clav#page/n5/mode/2up [tomo 1]; y
https://archive.org/stream/geschichtevonmex02clav#page/n3/mode/2up [tomo 2]
Rafael García Granados, Noticia bibliográfica de las obras del abate Francisco
Javier Clavijero y de otras que a él se refieren (1931-1932), Museo Nacional de
Antropología, http://www.mna.inah.gob.mx/documentos/anales_mna/526.pdf Archivado el
23 de abril de 2017 en la Wayback Machine. (consultada el 31 de octubre de 2016).
Ana Carolina Ibarra, “La recepción de la Historia antigua y de su autor en España
y América”, en Francisco Xavier Clavigero, un humanista entre dos mundos..., op.
cit., pp. 299-321.
En el portal "The Internet Archive", puede verse esta edición:
https://archive.org/stream/historiaantiguad01clav#page/n7/mode/2up [tomo 1], y
https://archive.org/stream/historiaantiguad02clav#page/n7/mode/2up [tomo 2].
Rafael García Granados, op. cit.
En el fondo antiguo de la UNAM puede consultarse esta edición:
http://132.248.9.32:8080/fondoantiguo2/1481796-653642/JPEG/Index.html Archivado el
23 de abril de 2017 en la Wayback Machine..
Rafael García Granados, op. cit.
Francisco Javier Clavijero, Historia antigua de México, prólogo de Mariano Cuevas,
primera edición del original escrito en castellano por el autor, 4 tomos, México,
Editorial Porrúa, 1945 (Colección de Escritores Mexicanos, 7, 8, 9, 10).
En el prólogo a la primera edición de la Editorial Porrúa.
En su totalidad, la información sobre la repatriación de los restos de Clavigero
fue tomada de: Arturo Reynoso, "La repatriación de los restos de un hombre ilustre
de la nación mexicana", en Francisco Xavier Clavigero, un humanista entre dos
mundos..., op. cit., pp. 337- 351.
Bibliografía
MANEIRO, Juan Luis; GÓMEZ FREGOSO, José Jesús (2004) Francisco Xavier Clavijero,
Puebla, Universidad Iberoamericana, ISBN 978-968-5087-64-3 URL
MAGGIO-RAMÍREZ, Matías. Civilidad a la mexicana. Lecturas de la Historia Antigua de
México de Francisco Clavijero en la prensa virreinal de Buenos Aires (1801). Nueva
Revista de Filología Hispánica (NRFH), [S.l.], v. 67, n. 1, p. 105-130, nov. 2018.
ISSN 2448-6558. Fecha de acceso: 13 feb. 2019 DOI 10.24201/nrfh.v67i1.3466.
PÉREZ GÓMEZ, Delia (1995) Memoria de los premios anuales del INAH, 1985-1993,
México, ed.Instituto Nacional de Antropología e Historia, ISBN 978-968-29-5227-2
SANABRIA, José Rubén; BEUCHOT, Mauricio (1994) Historia de la filosofía cristiana
en México, México, ed.Universidad Iberoamericana, ISBN 978-968-859-158-1 URL
Véase también
Escuela Universalista Española del siglo XVIII
Enlaces externos
Tomos 1-4 de Storia antica del Messico (Cesena, 1780) en la colección de la
Biblioteca John Carter Brown en Internet Archive
Historia antigua de México, de Francisco Javier Clavijero
Historia de la Antigua o Baja California, de Francisco Xavier Clavijero
Biografía de Francisco Xavier Clavijero
Biblioteca Francisco Xavier Clavigero - Universidad Iberomericana de la Ciudad de
México
Juan Andrés y la Escuela Universalista, número monográfico de Eikasia. Revista de
Filosofía
La Escuela Universalista - Biblioteca Digital AECID
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Clavijero
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XVIIIHistoriadores de MéxicoHistoriadores de México prehispánicoHistoriadores de
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