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Presión y Tensión

La distinción entre presión y tensión viene a complementar la distinción entre autoridad y


liderazgo que ya hemos ido madurando. Además nos puede servir para comprender algunas de las
ventajas que puede tener alguien con autoridad a la hora de liderar.

Cuando hemos mencionado el concepto de tensión lo hemos asociado a algo que nos sucede
internamente y que podemos vincular a un proceso en particular. En el contexto de los modelos
que ya hemos estudiado entendemos que cuando juzgamos que algunas acciones frustran nuestras
expectativas y estas conllevan intereses y valores, experimentamos un problema. La sensación de
problema es uno de los más grandes motores de la existencia humana, sino el más. Mientras más
nos importa el problema en cuestión, más intensamente ansiamos su solución. Estas deseos de
solución se traducen en tensión que se manifiesta sicológicamente y muchas veces también a
nivel físico. Cuando un problema no nos genera demasiada tensión, estamos menos dispuestos a
invertir en su solución, ya sea a través de un abordaje técnico o uno adaptativo. Si observan su
propia situación, podrán identificar como están constantemente priorizando su tiempo y energía
en función de los problemas que les provocan mayor tensión. Este proceso es bastante dinámico y
va variando según lo conectados que estemos con diferentes intereses y valores con los que nos
identificamos. Un ejemplo de esto puede entenderse a partir de comparar las siguientes dos
situaciones.
Imagina que vas manejando atrasado(a) para un compromiso bastante importante, paras en la luz
roja con desgano y aparece un mendigo pidiendo en tu ventana al salir de misa. Aún cuando lo
ves, lo ignoras, pones primera y te preparas para partir al cambiar la luz a verde. Partes sin culpa a
tu compromiso lo más rápido que puedes.
Imagina la misma situación pero la diferencia es que vienes de Misa, la predica hoy te a removido
especialmente dejándote sensible y impotente ante las desigualdades de nuestra sociedad. Sales
de Misa igual de atrasado(a) para tu compromiso y te encuentras con el mismo semáforo y el
mismo mendigo. ¿Adivina qué haces? Probablemente le das las monedas que tienes en ese
momento, consciente de que este gesto te atrasará un poco más pero lo haces contento(a) y te
dispones a partir feliz al aparecer la luz verde.
¿Cuál es la diferencia en ambas situaciones? Desde el punto de vista de la tensión, básicamente lo
que diferencia una situación de otra es que priorizaste valores diferentes. En el primer caso tu
tensión estaba focalizada en llegar lo antes posible a tu compromiso, priorizabas tu puntualidad o
quizás estabas velando por alguna otra pérdida que se generaría debido a tu atraso. En el segundo
caso también estabas comprometido con estos valores pero no de manera exclusiva, de hecho la
situación descrita genera un momento donde estos valores compiten con otros. Estos, pueden ser
descritos como el valor de la caridad y el compromiso con la precaria situación de otra persona.
En esta situación tu tensión estaba repartida y en el momento descrito tu compromiso con estos
valores te permitió priorizarlos por sobre tu compromiso con tu puntualidad o con lo que sea que
estaba en juego al apurarte. En conclusión podríamos decir que tu experiencia en Misa te tensionó
efectivamente en relación a los valores antes mencionados (igualdad, caridad)

Ahora, si observamos el ejemplo anterior vemos que otra persona que asistió a la misma Misa no
se tensionó de igual manera respecto a estos valores. Si el tensionar fuese un fenómeno lineal y
100% predecible, las calles colindantes a la Iglesia estarían llenas de mendigos después de
Misa…
Con esto, estamos enfatizando en que la tensión es un proceso interno que si bien puede ser
influido externamente a través de diversos tipos de intervenciones, no depende exclusivamente de
la intervención. El arte del liderazgo consiste en parte en el arte de tensionar a otros
productivamente, conectando a los involucrados con nuevos problemas – nuevos intereses y
valores- o logrando que inviertan en problemas que hoy perciben pero no están priorizando. Esto
también puede ser descrito como lograr que las personas se sientan responsables por la solución,
diferenciándose de esta manera de un abordaje técnico donde percibo el problema pero pongo la
responsabilidad de su solución en una figura de autoridad.

Para comprender el concepto de presión, podríamos agregar que en presencia de una autoridad,
esta podría presionar para obtener determinados comportamientos (síntomas) pero no transformar
las causas. Si usamos el ejemplo anterior podríamos plantear que nuestro protagonista fue a Misa
esa mañana debido a que sus padres utilizaron su autoridad para obligarlo. Sin embargo, no
podrían haber utilizado su autoridad para influir en sus convicciones internas acerca de qué
valores priorizar. Si hubieran ido en el auto y hubieran estado presentes en ese semáforo, incluso
podrían haber usado su autoridad para obligar a nuestro protagonista a darle dinero al mendigo,
pero no podrían haberla utilizado para cambiar internamente su priorización valórica. En otras
palabras podemos utilizar nuestras relaciones de autoridad para influir en los síntomas pero
difícilmente en las causas de estos síntomas. Sin embargo, podríamos decir que en el ejemplo
discutido los padres facilitaron el liderazgo del Cura utilizando su autoridad al obligar a nuestro
protagonista a asistir a la Misa. Autoridad y Liderazgo, diferentes pero no excluyentes.

Cuando hablamos de autoridad siempre estamos hablando de una “relación de autoridad”


compuesta por los que reciben este reconocimiento y los que hacen este reconocimiento. El
reconocimiento se establece en un dominio en particular o en un conjunto de ellos, pero siempre
representan dominios que valoramos. Es por esto que una relación de autoridad conlleva una
transacción, un intercambio que se expresa generalmente en dinero y/o en poder de
representación o reconocimiento público (poder político). Esto, a cambio de la utilización de un
determinado poder de acción o capacidad que la autoridad tiene para resolver algo que me
importa.

La palabra responsabilidad representa esto de buena manera, establecemos una relación donde
premiamos a otros por su mayor habilidad para responder a determinados problemas que nos
tensionan. Las relaciones de autoridad generan una dependencia mutua ya que ambas partes
están siendo beneficiadas por la otra. Como vimos, la autoridad se plantea explícita o
implícitamente en un dominio en particular, pero al haber intereses mutuos en esta relación
muchas veces la autoridad utiliza esta relación para influir a su contraparte en dominios ajenos
a lo estipulado inicialmente y viceversa, las personas que otorgan la autoridad generan nuevas
expectativas que esperan sean satisfechas por la autoridad. Este fenómeno que se sustenta en que
ambas partes desean, hasta cierto límite, conservar los beneficios que obtienen con este
intercambio, genera la distorsión mencionada en el ejemplo. Básicamente que la autoridad piense
que ante una situación que lo aproblema, presionando a su contraparte logrará tensionarlo.
Ilusión que es alimentada cuando la contraparte concede en cambiar su comportamiento (los
síntomas) motivado por el riesgo a perder los beneficios que la relación de autoridad le otorga y
no porque sus prioridades valóricas estén cambiando. Sin embargo, este fenómeno de “traslado
de autoridad”, si bien no es útil para generar tensión (responsabilidad por la solución de un
problema), puede serlo para disminuir el desequilibrio propio de un exceso de síntomas
problemáticos y así facilitar un futuro proceso de liderazgo en función de la misma problemática.

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