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Bienvenidos al programa de Edificación y Crecimiento espiritual de la Iglesia Palabra Viva las naciones.

Trabajamos
junto con el Espíritu Santo para presentar perfecto a todo hombre en Cristo Jesús. Deseamos que cada creyente pueda
tener la visión de ser conformado a la imagen del Hijo de Dios. Presentamos este material como un apoyo y ayuda
para alcanzar este maravilloso propósito.

Nuestra primera clase lleva como título: El crecimiento Espiritual. Te invitamos a escuchar los diferentes audios en
cada diapositiva y que tomes nota de los puntos que consideres importantes. Al final si deseas puedes escribirnos
para solicitar tu examen de opción múltiple vía correo electrónico y así poder evaluar tu aprendizaje. Que el Señor te
bendiga grandemente. Atentamente el Reverendo Raúl Aguilar, Pastor General de Iglesia Palabra Viva a las
Naciones.

El Crecimiento Espiritual.
Cuando por la gracia de Dios experimentamos el nuevo nacimiento, fuimos hechos nuevas criaturas en Cristo Jesús.

Nuestro desafío es dejar de ser niños espirituales y poder alcanzar la madurez que Dios desea para cada uno de sus
hijos. El propósito de Dios comienza con la salvación pero la meta es ser conformados a la imagen del Hijo de Dios
alcanzar la medida del varón perfecto, la estatura de la plenitud de Cristo.

Por ello queremos considerar 7 elementos que nos ayudarán a crecer espiritualmente, estos son:

1. Tener un tiempo devocional.


2. Desarrollar nuestra comunión con Dios.
3. Vivir una vida devocional.
4. Ir a la iglesia y congregarse fielmente.
5. Aprender la importancia de ser discipulado.
6. Aprender a vivir en el Espíritu.

Para conocer un poco más acerca de estos puntos, puedes continuar escuchando los audios que contiene cada uno de
los hipervínculos que se encuentran en las diapositivas. Cada hipervínculo te llevará a otra diapositiva en donde cada
parlante en cada literal, contiene el audio de la enseñanza referente a ese tópico en particular. Puedes elegir haciendo
un clic en el parlante que desees, y así, escuchar la enseñanza de tu elección.

El Tiempo Devocional.
La meta en nuestro tiempo devocional será dedicarle al Señor una hora al día para estar a solas con Él. Queremos que
Él sea nuestro Alfa y Omega, el principio y el fin de cada día.

Por tanto nuestra meta diaria, es comenzar y finalizar el día dedicando un tiempo para estar a solas con el Señor
Jesús.

El tiempo devocional es el tiempo en donde nos presentamos al Señor para: orar, dar gracias, interceder, alabarle,
adorarle, leer su Palabra, memorizar versos bíblicos e incluso prepararnos en alguno de los programas de estudio del
Instituto Bíblico Sion.

El tiempo devocional es un tiempo de calidad con Dios en donde diariamente cultivamos nuestra relación con Él. Por
medio de este tiempo queremos conocerle, para poder obedecerle y agradarle.

La bendición de dar gracias.

Las acciones de gracias nos permiten reconocer y agradecerle a Dios sus favores y misericordias.

Por otro lado, un corazón agradecido nos prepara para proseguir para encontrarnos con Su presencia. La Palabra de
Dios nos dice: Entrad por sus puertas con acción de gracias y por sus atrios con alabanza. Cuando nuestro corazón
reboza de gratitud, no permite el ingreso de amarguras, inconformidades y disgustos, por cuanto tiene su mirada en
las abundantes bendiciones y beneficios que ha recibido de parte de Dios.

Debemos aprender a dar gracias a Dios en todo porque esta es la voluntad de Dios y porque toda buena dádiva y todo
don perfecto descienden de lo alto del Padre de las luces, en quien no hay mudanza ni sombra de variación.

También debemos dar gracias a Dios por todo, porque a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien
conforme al propósito de Dios al cual han sido llamados. La Palabra de Dios nos dice: Por tanto, de la manera que
habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como
habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.

La gratitud será un remedio para la avaricia porque nos permite estar contentos con lo presente. Aquel que no está
contento con lo presente, no podrá tampoco estar contento con el futuro. Solo podemos cosechar lo que hemos
sembrado, y esto también es aplicable a la gratitud.

Si hemos de estar siempre gozosos conforme al mandamiento de Dios, primeramente será necesario desarrollar un
corazón agradecido con nuestro Dios y los demás. La Palabra de Dios nos dice:
Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres.

La gratitud es una actitud que debemos desarrollar en nuestro corazón que nos permitirá bendecir al Señor en todo
tiempo como también tener Su alabanza siempre en nuestros labios.

Un tiempo de Alabanza y Adoración.

Como sacerdotes del nuevo pacto queremos ofrecer sacrificios espirituales aceptables y agradables a Dios por medio
de Jesucristo. Queremos ser adoradores en espíritu y en verdad que ofrezcan sacrificios de alabanza, fruto de labios
que confiesen su santo nombre; y le adoren en la belleza de Su santidad y majestad.

Si clasificamos la alabanza y la adoración en tres niveles, queremos aprender a alabar y adorar a Dios en el atrio
exterior, en el lugar santo y en el lugar santísimo. Queremos que Dios restaure el Tabernáculo de David en nuestras
vidas de tal manera; que nosotros mismos lleguemos a ser templos saturados con la gloria de Dios.

El tiempo de alabanza y adoración es un tiempo rendido al Espíritu Santo para alabar y adorar al Señor según la guía
y dirección del Espíritu Santo, con cantos, el cántico nuevo, y cantar en otras lenguas, también llamado canto en el
Espíritu. Queremos ofrecer nuestra alabanza y adoración de tal manera; que Dios pueda habitar y hacer su morada en
ella.

La Palabra de Dios.

Es por medio de la Palabra de Dios que los creyentes podemos conocer la voluntad de Dios. De hecho, nuestro Señor
Jesucristo fue la Palabra de Dios que se hizo carne y vino a la tierra para revelar al Padre y ser la luz del mundo para
poder nuevamente encontrar el camino a Dios.

La Palabra de Dios es enviada por nuestro Padre Celestial para sanarnos y librarnos de la ruina; es la lámpara a
nuestros pies y la lumbrera a nuestro camino; es la espada de dos filos, viva y eficaz que penetra hasta partir el alma
y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón; es también
utilizada como escudo de la fe para poder apagar todos los dardos de fuego del maligno; por medio de ella podemos
destruir fortalezas de maldad y derribar argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios,
llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.

La Palabra de Dios es fuego y martillo que quebranta la piedra; si la escuchamos y la obedecemos seremos
semejantes al hombre que edifica su casa sobre la roca y que aunque vengan tormentas, vientos y tempestades no cae
por estar fundada sobre la roca.

Consideremos la importancia de la obediencia a la Palabra de Dios en los siguientes versos de la biblia:


Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus
mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y
vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios.

Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó;
no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se
apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas
conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que
te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en
dondequiera que vayas.

Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a
fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.

El Instituto Bíblico Sion.

El Instituto Bíblico Sion afiliado a la Universidad Cristiana Sion en Flórida Estados Unidos, es una institución
educativa sin fines de lucro, orientada a la edificación y capacitación del cuerpo de Cristo en todas las naciones. Es
parte de la red de Institutos Bíblicos que la Confraternidad Sion Internacional tiene alrededor del mundo, fundada
por el Doctor Brayan J Beili.

Nuestra Meta: Ser conformados a la imagen del Hijo de Dios.

Nuestra visión: Preparar siervos para el Reino de Dios hacia la santidad y la Excelencia.

Conscientes de que el más grande avivamiento se aproxima el IBS tiene como misión:

1. Que la iglesia de Jesucristo pueda alcanzar madurez y pueda llegar a ser la iglesia gloriosa, sin mancha y sin
arruga que nuestro Señor Jesucristo viene a levantar.

2. Preparar a los santos para que puedan ser parte de la Congregación de los Primogénitos y así terminar su carrera y
el ministerio que cada uno ha recibido de parte de nuestro Señor Jesucristo.

3. Preparar a los siervos de Dios para llegar a ser maestros de justicia, capacitados y equipados para enseñar a las
multitudes los caminos de Dios.

4. Preparar a sus siervos para llegar a ser padres espirituales para que con su vida y ejemplo puedan guiar al pueblo
que está por nacer, al cumplimiento del propósito de Dios para sus vidas.

5. Preparar a sus siervos para llegar a ser reyes y sacerdotes y alcanzar el Supremo llamamiento de Dios en Cristo
Jesús.

6. Preparar a sus siervos para poder conquistar y morar en Sion para luego llevar su gloria a las naciones.

El Instituto Bíblico Sion cuenta con diferentes programas de Estudio, que puedes consultar en nuestra página en
internet: www.sionib.org

También puedes pedir información con el Rev. Raúl Aguilar al correo electrónico reafdejesús@gmail.com o si lo
deseas puedes llamarle al + 503 7649-2352 o al + 503 2260-8049.

Memorización Bíblica.

Nuestra meta como cristianos que andan y viven en el Espíritu, es tener escrita la Palabra de Dios en nuestra mente y
corazón, de esta manera no pecaremos contra nuestro Dios y aprenderemos a caminar en obediencia, además de
meditar en Su Palabra.
La Palabra de Dios nos dice:

En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti.

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y
hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.

¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus
mandamientos, Porque siempre están conmigo. Más que todos mis enseñadores he entendido, Porque tus testimonios
son mi meditación. Más que los viejos he entendido, Porque he guardado tus mandamientos; De todo mal camino
contuve mis pies, Para guardar tu palabra. No me aparté de tus juicios, Porque tú me enseñaste. ¡Cuán dulces son a
mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca. De tus mandamientos he adquirido inteligencia; Por tanto, he
aborrecido todo camino de mentira. Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino.

Petición e Intercesión.

La oración es el medio de Dios, para que su voluntad sea establecida en la tierra. A la oración, por medio de la cual
pedimos para que nuestras necesidades sean suplidas, le llamamos petición, y a la oración por medio de la cual
pedimos para que las necesidades de los demás sean suplidas llamamos intercesión. Por tanto las peticiones e
intercesiones, son parte vital en nuestra vida cristiana, para que el reino de Dios sea establecido en nosotros y en los
demás, y de esta manera podamos cumplir con el propósito de Dios para nuestras vidas, y ser de bendición para
aquellos que nos rodean.

Por ello, será de gran bendición en nuestro tiempo devocional, dedicarnos a orar peticiones e intercesiones conforme
a la dirección y guía del Espíritu Santo.

La Comunión con Dios.


Para poder desarrollar nuestra comunión con Dios es necesario:

1. Entender la importancia de confesar nuestros pecados.


2. Aprender que la amistad con Dios está basada en la obediencia.
3. Conocer el carácter de Dios y Su propósito para el hombre.
4. Tener un lugar secreto para estar a solas con nuestro Dios y así aprender a escucharle, adorarle y pasar un
tiempo de calidad diariamente con Él.
5. Aprender como a caminar diariamente con Dios disfrutando de Su comunión, presencia y compañía.

La Confesión de nuestros Pecados.

El pecado nos separa de Dios, por ello, para poder tener comunión con Dios, es necesario pedirle perdón por nuestros
pecados, porque solo la sangre de Cristo Jesús puede perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.

Aunque el sacrificio de Cristo Jesús pagó por todos nuestros pecados, para que Dios perdone nuestros pecados
después de haber recibido a Cristo Jesús como nuestro Salvador, es necesario confesarlos a Él pidiendo Su perdón.

La Palabra de Dios nos dice:

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.

No basta reconocer intelectualmente que hemos pecado, es necesario confesarlos en oración a nuestro Dios para que
Él nos perdone, al hacerlo, la sangre de Cristo nos perdona y limpia de toda maldad.
Cada creyente es responsable de confesar a Dios los pecados que el Espíritu Santo le señale. El Espíritu Santo nos
redargüirá de pecado cuando en nuestras acciones, decisiones, pensamientos o intenciones, hayamos ofendido a
Dios.

Cada creyente es responsable de caminar en la luz y revelación que el Espíritu Santo le ha dado personalmente.

El pecado es apartarnos de esa luz recibida y alejarnos de la voluntad de Dios que se nos ha sido revelada.

La amistad con Dios.

Dios no solo quiere que seamos sus hijos, Él desea que seamos sus amigos, así como Abraham que fue llamado
amigo de Dios.

La amistad tiene sus raíces en la obediencia. Aquellos que son amigos de Dios, son los que obedecen Sus
mandamientos.

La Palabra de Dios nos dice:

Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.

El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo
le amaré, y me manifestaré a él.

Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos
morada con él.

Por tanto, la amistad se fortalece e incrementa con nuestra obediencia.

Aquellos que obedezcan los mandamientos de Dios y vivan para hacer Su voluntad, serán los amigos de Dios a
quienes el Señor Jesús les hablará lo que Él escuchó del Padre.

La importancia de conocer a Dios.

Dios quiere ser conocido y entendido. La Palabra de Dios nos dice:

Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus
riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago
misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.

Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.

Es la voluntad de Dios que conozcamos Su carácter y propósito. Dios desea revelar sus obras y sus caminos. La
Palabra de Dios nos dice:

Sus caminos notificó a Moisés, Y a los hijos de Israel sus obras.

Consideremos ahora lo que algunos siervos de Dios nos hablan respecto a conocer a Dios:

Daniel nos dice: el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará.


David nos dice: En ti confiarán los que conocen tu nombre.
Pablo nos dice: Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo
Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo. A fin de conocerle,
y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte.
Dios no sólo quiere que creamos en Él, Él quiere que le conozcamos y conozcamos sus caminos y vivamos para
cumplir el propósito por el cual nos creó. La meta no es creer en Él, sino ser como Él. Su propósito será cumplido en
nosotros, en la medida que Dios se revele a Si mismo y seamos conformados a Su imagen y semejanza.

El Lugar Secreto.

Todos debemos tener un lugar secreto donde encontrarnos con Dios para pasar un tiempo a solas con Él. Este lugar
puede ser la oficina, un cuarto en particular, una silla, un sillón o cualquier otro lugar donde sea posible estar a solas
para disfrutar de Su compañía.

Para algunos su lugar secreto puede ser orar mientras caminan, otros platican con el Señor mientras se toman una
taza de café, otros pueden estudiar la Palabra de Dios reverentemente y en silencio apartados de los demás.

Lo importante es tener un tiempo a solas con Dios para orar, alabarle, adorarle, estudiar Su palabra, y seguir la
dirección del Espíritu Santo para desarrollar nuestra relación con nuestro Dios.

Este lugar secreto debe ser un lugar donde nos reunimos a solas con Dios diariamente sin la interrupción de los
demás. Algunos por ello, prefieren los tiempos de madrugada, o a altas horas de la noche cuando ya están todos
dormidos. Lo importante, es buscar ese tiempo a solas con Dios y poder así cada día pasar un maravilloso tiempo con
Él.

La Palabra de Dios nos dice:

Escucha, oh Jehová, mis palabras; Considera mi gemir. Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío,
Porque a ti oraré. Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; De mañana me presentaré delante de ti, y esperaré.

Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de
Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?

Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y árida
donde no hay aguas, Para ver tu poder y tu gloria, Así como te he mirado en el santuario.

Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para
daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me
hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.

Caminando con Dios.

Enoc es el modelo bíblico para aquellos que desean caminar con Dios. La Palabra de Dios nos dice:

Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios.

Enoc es tipo del hijo varón de Apocalipsis 12 que será arrebatado para Dios y el trono antes de la gran tribulación y
antes de la venida de nuestro Señor Jesús.

Estos serán un grupo selecto de creyentes que alcanzarán la madurez espiritual en los tiempos del fin y que durante
sus vidas caminaron con Dios y vivieron para hacer la voluntad del Padre. La Palabra de Dios nos dice:

Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que
tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente. Éstos son los que no se contaminaron con mujeres, pues
son vírgenes. Éstos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Éstos fueron redimidos de entre los
hombres como primicias para Dios y para el Cordero y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha
delante del trono de Dios.
Para caminar con Dios hay que estar de acuerdo con Él, por tanto aquellos que por la gracia de Dios llegan a caminar
con Dios llegan a ser conforme a su corazón y su alma, es decir, sienten como Dios siente y piensan como Dios
piensa.

El desafío para todo aquel que quiere caminar con Dios es no conformarse a este mundo, sino renovarse por medio
de la renovación del entendimiento, para experimentar cual sea la buena voluntad de Dios agradable y perfecta.

Aquellos que alcanzan el monte de Sion espiritual, son aquellos que en su vida caminaron con el Cordero de Dios
doquiera que Él iba. Ellos, llegaron a estar de acuerdo con el Cordero de Dios en todo y por la gracia del Señor
llegaron a ser santos y sin mancha delante del trono.

Si cambiamos nuestra manera de pensar, para estar de acuerdo con Dios, cambiaremos nuestra manera de vivir y de
esta manera podremos cumplir con el propósito de Dios para nuestras vidas.

Una Vida Devocional.


Llamados una vida de devocional al hábito diario del creyente de vivir con un corazón agradecido que abunda en
acción de gracias, alabando y adorando a nuestro Dios en Espíritu y en verdad, orando sin cesar, sin desmayar,
constantemente, en todo tiempo, con todo tipo de oración y súplica en el Espíritu y en el entendimiento.

Es una vida consagrada al estudio bíblico, buscando crecer en nuestra relación con Dios, meditando de día y noche
en su Palabra, buscando cumplir fielmente con la gran comisión.

La Gratitud.

La gratitud a Dios es la respuesta del corazón a los beneficios que hemos recibido, gracias a su maravillosa gracia y
al sacrificio de nuestro Señor Jesucristo en la cruz por amor a nosotros.

El camino hacia la presencia de Dios inicia con nuestra acción de gracias. La Palabra de Dios nos dice:

Entrad por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza; Alabadle, bendecid su nombre.

La gratitud a Dios permite profundizar y avanzar en nuestra relación con Dios. Cuando uno de los diez leprosos fue
sano y se regresó para dar gracias al Señor, el Señor no solo le sanó también le perdonó y le salvó. Por tanto la
gratitud nos lleva cada vez a una experiencia mayor con el Señor.

Damos gracias a Dios en todo porque, toda buena dádiva y don perfecto desciende del padre de las luces, en quien no
hay mudanza ni sombre de variación.

Damos gracias a Dios por todo, porque a los que aman a Dios todas las cosas ayudan a bien conforme al propósito
que han sido llamados.

Podemos dar gracias a Dios porque por la misericordia de Dios no hemos sido consumidos, y nunca decayeron sus
misericordias.

Por su gracia queremos abundar en acciones de gracias, dando gracias en todo y por todo, haciendo acciones de
gracias por todos los hombres reconociendo que todo lo que tenemos y somos es por nuestro Señor Jesús, quien
sustenta todas las cosas con la Palabra de su poder.

La Alabanza y la Adoración.

Hemos sido creados, formados y hechos para la gloria de nuestro Dios.


Hemos sido predestinados para la alabanza de la gloria de su gracia, por tanto queremos ser esos adoradores en
espíritu y en verdad que Dios anda buscando.
Queremos que Dios restaure el tabernáculo de David en nuestras vidas para llegar a ser esos reyes y sacerdotes,
según el orden de Melquisedec que ministran a nuestro Dios detrás del velo, con vidas crucificadas y rendidas
completamente a su Señorío y voluntad.

Queremos ser templos del Dios viviente, en donde su presencia more y seamos saturados con su gloria. Sacerdotes
del nuevo pacto, maestros de justicia que pueden ofrecer sacrificios espirituales santos agradables a Dios por medio
de Jesucristo.

Buscamos presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo agradable a nuestro Dios y que todo nuestro ser
bendiga su santo nombre.

La oración.

La oración no sólo es el medio para comunicarnos con Dios, también es la manera de traer a la tierra la voluntad que
se ha establecido en los cielos. La Palabra de Dios nos dice:

Y ésta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si
sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.

Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; y cualquiera cosa que pidiéremos la
recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él.

Obedecer los mandamientos de Dios, y hacer su voluntad, caminan de la mano con la vida de oración, porque la
oración eficaz del justo puede mucho.

Debemos aprender a comunicarnos continuamente con nuestro Dios, a alabarle, adorarle en nuestras oraciones, como
también a echar todas nuestras ansiedades sobré Él, porque Él tiene cuidado de nosotros.

En la oración, pedimos por nuestras necesidades personales y también intercedemos y pedimos por las necesidades
de otros. Podemos orar en nuestro entendimiento como también en el espíritu, que es el orar en otras lenguas por
medio del Espíritu Santo.

La Palabra de Dios.

La Palabra de Dios es extremadamente importante en nuestra vida, enumeraremos algunas razones:

1. Es lámpara a nuestros pies y lumbrera a nuestro camino.


2. Al meditar de día y noche en su palabra y obedecerla haremos prosperar nuestro camino.
3. Por medio de ella somos enseñados, redargüidos, corregidos e instruidos de tal manera que seamos perfectos
completamente preparados para toda buena obra.
4. Dios envía su palabra para sanarnos y librarnos de la ruina.
5. La fe viene por oír continuamente la palabra que Dios nos habla personalmente.
6. Por medio de la Palabra de Dios destruimos fortalezas del mal, derribamos todo argumento y altivez que se
levanta en contra del conocimiento de Dios.
7. La Palabra de Dios es la espada con que podemos atacar a nuestros enemigos espirituales intangibles.
8. La palabra de Dios que citamos con nuestra boca, es el escudo de fe que puede apagar todos los dardos de fuego
del maligno.
9. Es la palabra que sale de la boca de Dios la que nos alimenta y nos sustenta.
10. La palabra de Dios que llegamos a conocer y a obedecer, es la verdad que nos hace libres.

Debemos recordar que Jesucristo fue la Palabra de Dios que se hizo carne, por tanto, al igual que nuestro Señor Jesús
la Palabra de Dios debe hacerse carne en nosotros, para que la gloria de Dios sea manifestada por medio nuestro a las
naciones.
La gran Comisión.

La gran comisión tiene dos partes, la primera, es el evangelismo: predicar el evangelio a toda criatura. La segunda
parte, es el discipulado: ir por todo el mundo y hacer discípulos enseñándoles que guarden todas las cosas que
nuestro Señor Jesús ha mandado.

Por la gran comisión que el Señor nos encargo a todos los creyentes, sabemos que la voluntad de Dios no solo es
recibir su perdón, el desea que aprendamos a obedecer para cumplir sus propósitos en la tierra y llegar a ser su
complacencia como lo fue nuestro Señor Jesús.

Cuando predicamos el evangelio, llevamos al perdido a ser salvo, pero el propósito de Dios es llevar muchos hijos a
la gloria. Por ello después de salvarlos, debemos discipularlos, para que crezcan espiritualmente y puedan alcanzar
la gloria de nuestro Señor Jesucristo, la medida del varón perfecto, la estatura de la plenitud de Cristo.

Israel tres veces al año se presentaba a celebrar fiesta delante de Señor, estas fiestas eran la Pascua, Pentecostés y la
fiesta de los tabernáculos. En estas fiestas nadie podía presentarse con las manos vacías, ellos debían llevar ofrenda
al Señor.

La fiesta de la pascua representa la experiencia de salvación, la fiesta de pentecostés representa el bautismo del
Espíritu Santo con la evidencia inicial de hablar en otras lenguas, y la fiesta de los tabernáculos era la fiesta de la
cosecha que representa alcanzar la madurez espiritual.

Estas fiestas son tipo de tres ofrendas que debemos presentar cada año por medio de la gran comisión. Debemos
llevar a otros a la salvación que sería la pascua, debemos llevar a otros al bautismo del Espíritu Santo que representa
pentecostés y debemos ayudar a otros a alcanzar la madurez espiritual, que representa la fiesta de los tabernáculos.

La gran comisión incluye tanto el evangelismo como el discipulado. Como Pablo, queremos trabajar para presentar
perfecto a todo hombre en Cristo Jesús y aún sufrir dolores de parto, para que Cristo Jesús sea formado en aquellos
que han sido salvos pero que no han crecido espiritualmente.

La importancia de Congregarse fielmente.

Cuando recibimos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, y por la gracia de Dios experimentamos el nuevo
nacimiento, en el mundo espiritual fuimos trasladados del reino de las tinieblas al reino de Su amado Hijo. Ahora
somos hijos de Dios, somos parte de la familia de Dios, somos parte del cuerpo de Cristo.

La Palabra de Dios nos dice:

Porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Así que ya no sois
extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios.

Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso. Porque de la manera que
en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo
muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo,
y miembros cada uno en particular.

Cuando nos congregamos fielmente somos incorporados a esa familia de Dios, somos hechos parte del cuerpo de
Cristo, al igual que otros miembros a quienes vamos a necesitar para poder crecer espiritualmente. La Palabra de
Dios nos dice:

En virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento
que da Dios.

Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el
cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad
propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.
La familia de Dios, que la conforman todos aquellos que hacen la voluntad del Padre y obedecen los mandamientos
de Dios, al congregarse fielmente en la iglesia son cuidados por Dios por medio del los dones del ministerio, quienes
perfeccionaran a los santos para la obra del ministerio y edificarán a la iglesia de Jesucristo para que alcancen la
unidad de la fe.

La iglesia local, entre muchas cosas, funcionará como: un hospital, un restaurante, un cuartel general, nuestro hogar,
y una escuela, como a continuación desarrollaremos.

La iglesia como un Hospital.

Nuestro Señor Jesús dijo: Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Por tanto, el
Señor no solo quiere perdonar nuestros pecados, Él quiere también sanarnos y liberarnos de toda atadura y opresión
maligna.

La Palabra de Dios nos dice:

El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a
sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a
los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor.

Es la voluntad de Dios: perdonarnos, salvarnos, sanar nuestra alma, sanar nuestro cuerpo, liberarnos de toda atadura
y opresión maligna. Por ello la iglesia del Señor trabaja como un Hospital donde llegan los enfermos a ser curados y
liberados, por la unción del Espíritu Santo que puede podrir todo yugo.

Nuestro Señor por medio de los dones del Espíritu Santo y las 7 unciones del Señor, ha ungido a sus siervos para
deshacer las obras del diablo, por ello los creyentes deben ir a la iglesia y congregarse fielmente para ser ministrados
por Dios, a través de sus siervos y ser libres de la amargura, depresión, rencores, angustias, dolencias, maldiciones
ancestrales, brujería, hechicería y todo aquello que pueda afectar nuestro espíritu, alma y cuerpo; los cuales el Señor
Jesús, quiere santificar por completo para ser irreprensibles delante de su presencia.

Nuestro Dios es poderoso para presentarnos santos y sin mancha delante de Él con gran alegría, pero es necesario
congregarse fielmente para que el Señor realice este proceso de limpieza, restauración, santificación y purificación.

La Iglesia como un Restaurante.

La iglesia del Señor es un restaurante en donde Dios prepara meza delante de nuestros angustiadores. Dios quiere
darnos sus deliciosos pastos para que podamos crecer fuertes y sanos para poder conquistar la herencia que Él tiene
para nosotros. De la misma manera que en una familia se reúnen para comer juntos, así los creyentes se unen para
comer la comida que el Señor tiene preparada por medio de sus siervos para poder caminar en unidad y alcanzar la
unidad en el Espíritu como la unidad de la fe.

De acuerdo a la dirección del Espíritu Santo los siervos de Dios por medio de la predicación y enseñanza de la
Palabra de Dios, llevaran el alimento para que el pueblo de Dios sea alimentado equilibradamente, enseñando todo el
consejo de Dios para poder ser perfectos en Cristo Jesús.

Somos pastoreados a través del alimento que el Espíritu Santo nos da por medio de los sermones y discipulados para
que la Palabra de Dios pueda ser utilizada como lámpara que ilumine nuestros pasos, y sea la lumbrera a nuestro
camino.

La iglesia es el cuartel del Ejército del Dios viviente.

La iglesia del Señor Jesucristo está compuesta por soldados de la cruz que están dispuestos a sufrir penalidades por
causa de Jesucristo y por causa del Evangelio de Dios.
Los creyentes deben congregarse fielmente para ser entrenados en el cuartel del Ejército de Dios que es la iglesia.
Los santos serán instruidos y capacitados para deshacer las obras del diablo, como también serán perfeccionados para
hacer la obra del ministerio por medio del cumplimiento de la gran comisión.

Es necesario ser enseñado, redargüido, corregido e instruido, para que el hombre de Dios sea perfecto para toda
buena obra, útil para todos los usos del Señor. Los 5 dones del ministerio: apóstoles, profetas, maestros, evangelistas
y pastores, se vuelven los entrenadores en las manos del Espíritu Santo para entrenar y capacitar al pueblo de Dios
para hacer las obras de Dios.

En el cuartel del Ejercito del Dios viviente que es la iglesia del Señor seremos entrenados para:

1. Dar buenas nuevas a los pobres.


2. Sanar a los quebrantados de corazón.
3. Pregonar libertad a los cautivos.
4. Dar vista a los ciegos.
5. Poner en libertad a los oprimidos.
6. Predicar el año agradable del Señor.

Los santos del Señor como soldados de la cruz deben aprender a caminar en sumisión y obediencia al Espíritu Santo,
a la Palabra de Dios, y a todo tipo de autoridad sea esta espiritual o secular.

Los soldados del ejército de Dios siguen la dirección del Espíritu Santo, de sus pastores y líderes espirituales, porque
están para cumplir las órdenes de nuestro capitán general el Señor Jesucristo, Rey de Reyes, Señor de Señores.
Ningún soldado sigue su estrategia personal, solamente obedece las órdenes de sus superiores. Así los soldados de la
cruz han sido entrenados para obedecer la voz del Espíritu Santo para obedecer a la Palabra de Dios y no se dirigen
ni por sus pensamientos ni sus emociones personales.

El ejército del Dios viviente tiene como meta establecer el reino de Dios en toda la tierra, por medio de la gran
comisión y conquistar las naciones como su herencia en Cristo Jesús. Junto con el Espíritu Santo, luchan para
presentar perfecto a todo hombre en Cristo Jesús, como para levantar reyes y sacerdotes de cada tribu, pueblo, lengua
y nación, para que reinen con Jesucristo en el reino milenial en la tierra, y luego por toda la eternidad.

La iglesia del Señor es nuestra casa, nuestro hogar.

Cuando por la gracia del Señor somos salvos y nacemos de nuevo, se nos da el privilegio de ser hechos hijos de
Dios, llegamos a formar parte de la familia de Dios y nos volvemos conciudadanos con los santos, teniendo nuestra
ciudadanía en los cielos.

Aquellos que hacen la voluntad del Padre y guardan los mandamientos del Señor son nuestra familia, son nuestros
hermanos en la fe, sin embargo; no solo tenemos en la familia de Dios hermanos, también hay padres espirituales,
que Dios ha puesto para enseñarnos a caminar fielmente conforme al éxito que ellos tuvieron en la gracia que les fue
concedida.

Cada iglesia es una familia, es una tribu espiritual que ha recibido a través del los padres espirituales mandamientos
que cumplir y propósitos que realizar en la tierra. Cada familia posee una herencia que conquistar que Dios ha
escogido y ha comisionado a los padres espirituales, que son los fundadores de ese ministerio o iglesia.

Así como Abraham mandó a sus hijos a que guardaran el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio para que Dios
hiciera venir sobre Abraham lo que había prometido, son los hijos espirituales los que llevan a cumplimiento la obra
que se le encomendó al patriarca de esa tribu.

Los hijos espirituales, aprenden a caminar en la fe, obediencia y fidelidad de sus padres espirituales, como también a
continuar con la obra que Dios les encargó. En nuestro caso, la Iglesia Palabra Viva a las Naciones es parte de la
Confraternidad Sion Internacional, que es una confraternidad de iglesias, formada en su mayoría, por muchos hijos
espirituales del Dr. Brian J. Bailey; los cuales están comprometidos a continuar imitando su fe, como también a
continuar y cumplir con la comisión dada por Dios al Dr. Bailey.
En la confraternidad Sion Internacional con su sede en Waverly, NY luchamos con el Espírito Santo para:

1. Cumplir la gran comisión en todas las naciones.


2. Presentar perfectos en Cristo Jesús a todo hombre.
3. Restaurar el Tabernáculo de David.
4. Levantar Reyes y Sacerdotes que sean maestros de justicia que estén preparados para cumplir con los propósitos
de Dios en los tiempos por venir.
5. Edificar a la iglesia de Cristo para que llegue a ser la iglesia gloriosa sin mancha ni arruga.
6. Abrir Institutos Bíblicos Sion en cada país, pueblo, lengua, y nación, conforme a la voluntad de Dios.

Por ello en la iglesia del Señor, nuestra casa y hogar, somos enseñados a caminar en obediencia a la fe y
entendimiento en la Palabra de Dios, que nuestro Dios dio a nuestros padres espirituales y de acuerdo a la luz y
revelación recibida, ser obedientes para cumplir fielmente con todo lo encomendado por nuestro Dios.

La Iglesia de Cristo también es una escuela.

Dios quiere prepararnos para ser reyes y sacerdotes del nuevo pacto, maestros de justicia que puedan enseñar los
caminos de Dios y ayuden a los recién convertidos a crecer espiritualmente hasta alcanzar la gloria de nuestro Señor
Jesucristo.

La iglesia del Señor es una escuela no sólo para formar el carácter de Cristo en sus santos, sino también prepararles
para reinar en vida por medio de la abundancia de gracia y el don de la justicia.

Los reyes, vencen al mundo, al diablo y a la carne, y viven para establecer el reino de Dios por medio de la justicia,
la paz y el gozo. Como sacerdotes del nuevo pacto según el orden de Melquisedec, son mediadores entre Dios y los
hombres, y también mediadores entre los hombres y Dios.

Estos sacerdotes del nuevo pacto trabajan con el Espíritu Santo para restaurar el tabernáculo de David y ministrar al
Señor en el monte de Sion Espiritual.

La iglesia del Señor Jesucristo como escuela nos quiere preparar para:

1. Cumplir con la gran comisión.


2. Prepararnos para ser reyes y sacerdotes.
3. Prepararnos para ser maestros de justicia, padres espirituales que ayuden a otros a crecer y madurar
espiritualmente.
4. Llegar a ser la iglesia gloriosa sin mancha ni arruga.
5. Andar en el Espíritu y poder por medio de los dones del Espírito Santo y las 7 unciones del Señor, hacer las obras
de Dios.

La iglesia de Jesucristo es una escuela para preparar a los santos para que como discípulos de Jesucristo continuemos
trabajando con el cumplimiento de la gran comisión.

La importancia del Discipulado.


La gran comisión está divida en dos partes, predicar el Evangelio a toda criatura y luego hacer discípulos en todas las
naciones para que obedezcan todas las cosas que el Señor Jesús ha mandado.

El discipulado es el diseño de Dios para aprender a obedecer los mandamientos de Dios. No es convertirse solo en un
estudiante intelectual de la Palabra de Dios, sino un hacedor de ella. El discipulado es para que el creyente, pueda ir
creciendo de fe en fe, de justicia en justicia, hasta alcanzar el propósito de Dios y formar a Cristo en su vida,
teniendo como meta acabar la carrera y cumplir con el ministerio que el Señor Jesús le ha confiado.

El Señor Jesús es el autor y consumador de la fe, Él nos da la fe para ser salvos, pero luego, Él quiere añadir a esa fe,
virtud, a la virtud, conocimiento, al conocimiento dominio propio, al dominio propio paciencia, a la paciencia
piedad, a la piedad afecto fraternal y al afecto fraternal amor. Él quiere que alcancemos la madurez y por ello quiere
que crezcamos en nuestra fe, para transformar nuestro carácter hasta alcanzar Su imagen y semejanza. El discipulado
es una herramienta en todo este proceso de renovación de mente.

Como discípulos del Señor debemos ser instruidos y capacitados para:

1. Crecer espiritualmente para ser parte de la congregación del los primogénitos que alcanzan el monte de Sion
Espiritual.
2. Llegar a ser reyes y sacerdotes del nuevo pacto que reinan en vida por medio de la abundancia de gracia y el don
de la justicia.
3. Ser maestros de justicia para enseñar sus caminos, y
4. Llegar a ser parte de la iglesia gloriosa sin mancha ni arruga que irá a las bodas del Cordero.

El discipulado puede ser personal o colectivo. También pueden ser de gran ayuda libros, ministerios, institutos
bíblicos, universidades, los cuales han sido ungidos por Dios para capacitar y edificar al cuerpo de Cristo; para que
los santos puedan realizar la obra del ministerio, liderados por los 5 dones del ministerio.

Crecimiento Espiritual.

La Palabra de Dios nos muestra tres niveles en la madurez espiritual de un creyente, y estos son: hijitos, jóvenes y
padres. Las características de cada uno de ellos son:

Los hijitos han recibido el perdón de sus pecados.


Los jóvenes son fuertes, la palabra de Dios permanece en ellos y han vencido al maligno.
Los padres tienen un conocimiento más profundo de Dios, ya que conocen a aquel que es desde el principio.

Para llegar a la madurez espiritual es necesario crecer y evidenciar las diferentes experiencias divinas que son:

1. El nuevo nacimiento.
2. El bautismo en Agua.
3. El bautismo en el Espíritu Santo y fuego.
4. Aprobar las 10 pruebas que Israel falló en el desierto.
5. La Experiencia de Crucifixión.
6. La circuncisión del corazón y de nuestros sentidos.
7. El nacimiento en Sion.
8. Conquistar a los 31 reyes y derrotar a las 7 naciones, que representan pecados y enemigos espirituales que
debemos vencer, para poder conquistar nuestra herencia en Cristo Jesús.
9. Alcanzar el Monte de Sion espiritual.

Para poder crecer y madurar en el Señor, será necesario tener mentores que nos ayuden a ir de gloria en gloria hasta
alcanzar la paternidad espiritual.

Aquellos que nos discipulan, deben ser siervos de Dios con un mayor nivel espiritual que nosotros para que nos
puedan llevar al nivel de gloria que ellos han alcanzado. Por ello en la medida que vamos creciendo espiritualmente,
al alcanzar cierto nivel de gloria, muchas veces necesitaremos de otros mentores distintos a los que hemos tenido,
para que nos ayuden a llegar a un nivel de gloria superior al que hemos alcanzado.

Ningún mentor puede llevar a un nivel de gloria mayor, que el nivel que él mismo ha alcanzado. Solo podemos dar
de gracia, según la gracia que hemos recibido; por ello, a lo largo de nuestra caminata, Dios proveerá de diferentes
mentores, de tal manera que podamos ir creciendo y avanzando de gloria en gloria hasta ver a Dios en Sion.

Los mentores para los niños en Cristo, son diferentes a los mentores para los jóvenes espirituales, como también son
diferentes a los mentores para los padres espirituales.

Debemos clamar a nuestro Dios por los mentores adecuados, para poder alcanzar el siguiente nivel de gloria que nos
corresponde. Recordemos que nuestra meta, es alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo, por ello, en la medida
que vamos madurando espiritualmente, se hace necesario tener mentores de mayor nivel espiritual que el nuestro,
para que nos continúen enseñando a alcanzar niveles de madurez que no hemos podido alcanzar.

El mentor para los padres espirituales tiene la gracia de Dios para poder discipular tanto a los niños en Cristo, a los
jóvenes espirituales, como a los padres espirituales.

Nuestra meta, es alcanzar la madurez espiritual de tal manera, que como el Apóstol Pedro podamos ministrar los tres
niveles espirituales. Cuando el Señor restauró públicamente a Pedro al ministerio, y le preguntó tres veces si lo
amaba, el Señor le encargó: apacienta mis corderos, pastorea mis ovejas, y apacienta mis ovejas, haciendo referencia
a los 3 niveles de crecimiento espiritual: hijitos, jóvenes y padres.

Reyes y Sacerdotes.

La salvación por medio del sacrificio de Cristo Jesús, para el creyente redimido, es el comienzo de la carrera
celestial, para alcanzar los propósitos eternos de Dios. Cristo Jesús, no murió solamente para perdonar nuestros
pecados, Él murió para que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. Hemos
sido creados por Dios para Dios. De igual manera, hemos sido salvados por Cristo Jesús para vivir para Cristo Jesús.

Uno de los propósitos eternos de Dios, es formar de entre sus santos, reyes y sacerdotes de cada tribu, pueblo, lengua
y nación, para que reinen con Cristo en el milenio y por la eternidad. Aquellos que le permitan al Espíritu Santo
conformarles a la imagen del Hijo de Dios; aquellos que alcancen la medida del varón perfecto, la estatura de la
plenitud de Cristo, resucitarán en la primera resurrección para ser reyes y sacerdotes y reinarán con Cristo durante los
1000 años; en donde Cristo Jesús reinará y gobernará sobre todas las naciones.

Es necesario tener mentores que nos enseñen a reinar, que nos puedan instruir y capacitar para vencer al mundo, al
diablo y a la carne. Necesitamos ser preparados y capacitados para poder ser vencedores y así poder heredar todas las
cosas. Necesitamos de padres espirituales que hayan vencido al maligno, a la carne y al diablo, para que nos enseñen
y preparen para ser vencedores, para que con la ayuda de la gracia de Dios, podamos cumplir con los propósitos de
Dios.

Pablo, es un ejemplo de un padre enseñando a sus hijos espirituales; él dijo: Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis
y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros. Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.
Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros.

Si recibimos la abundancia de gracia y el don de la justicia, reinaremos en vida y calificaremos para poder reinar con
Cristo en el milenio y por la eternidad. Por ello, que importante es ser enseñado, redargüido, corregido e instruido, a
fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.

Como el apóstol Pablo queremos acabar nuestra carrera con gozo, que nos habla de ser conformados a la imagen del
Hijo de Dios; y cumplir con el ministerio que hemos recibido del Señor Jesús, que nos habla del llamado particular
que cada uno de nosotros tiene, para servir en el cuerpo de Cristo según los dones y la gracia de Dios recibida.

Maestros de Justicia.

Antes de la Segunda venida de nuestro Señor Jesucristo a la tierra, vendrá un poderoso avivamiento en donde el
evangelio será predicado a toda criatura. La profecía de Joel acerca del derramamiento del Espíritu Santo, que
comenzó en Pentecostés en la iglesia primitiva, llegará a su cumplimento total en los tiempos del fin que pronto
experimentaremos.

Nos acercamos al cumplimiento de la parábola de la red, en donde al ser echada al mar recoge de toda clases de
peces y luego una vez llena, la sacan a la orilla para separar lo bueno y lo malo. Hay un pueblo que está por nacer
que alabará a Jehová; Sion estará de parto y dará a luz a sus hijos. Joel nos dice:

Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su
tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio. Santiago nos dice:
Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la
tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía.

Por tanto antes de la segunda venida del Señor Jesucristo, vendrá un poderoso avivamiento que sacudirá todas las
naciones y miles vendrán a los pies de Cristo, por ello, queremos estar preparados para este tiempo y listos como
maestros de justicia y padres espirituales, para enseñar a las naciones los caminos de Dios y prepararlos para la gran
prueba que vendrá después, con la aparición del anticristo, el hijo de perdición, quien se opondrá y se levantará
contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sentará en el templo de Dios como Dios,
haciéndose pasar por Dios.

Queremos estar preparados para enseñar la justicia de Dios a las multitudes que vendrán. Queremos ser hombres y
mujeres fieles que sean idóneos, para enseñar a otros los caminos de Dios. Como Esdras queremos preparar nuestro
corazón para inquirir en la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar a las naciones sus estatutos y decretos.

La Iglesia Gloriosa.

Cristo Jesús murió para presentarse a sí mismo una iglesia gloriosa sin mancha ni arruga, quien se convertirá en la
esposa del Cordero cuando Él regrese a la tierra por segunda vez. Por ello el llamado para los creyentes, es alcanzar
la gloria de nuestro Señor Jesucristo; de hecho, aquellos que alcancen la perfección son llamados la Congregación de
los Primogénitos. Ellos son los que serán la esposa del Cordero.

La salvación por medio de la sangre de Cristo Jesús, nos da la entrada al reino de Dios y nos libra de la condenación
eterna, pero no nos hace calificar para ser la esposa del Cordero. Para llegar a ser su esposa, no solo se requiere haber
nacido de nuevo, se requiere haber madurado espiritualmente hasta alcanzar la medida del varón perfecto la estatura
de la plenitud de Cristo.

Ser perdonados gracias a la sangre de Cristo es diferente a ser transformados en el carácter para ser conformados a la
imagen del Hijo de Dios. La salvación nos otorga el perdón de pecados, pero la renovación de nuestra mente nos
conforma a la imagen y semejanza del Hijo de Dios.

La justicia imputada que recibimos al ser salvos, nos hace justos delante de Dios; esta justicia la recibimos por fe y
no por obras. Pero la justicia impartida, transforma nuestro carácter, produce obras de justicia que revelan el carácter
de Cristo y nos presenta justos delante de los hombres.

Somos salvos por la gracia del Señor por medio de la fe, y esta salvación no es por obras, sin embargo; somos salvos
para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Apocalipsis nos dice que a su esposa se le ha concedido que se vista de lino fino y resplandeciente que son las obras
justas de los santos. Por ello, para llegar a ser la esposa del Cordero se requieren obras de justicia, no así para ser
salvos.

En las bodas del Cordero tenemos dos grupos de creyentes, los que son invitados a las bodas, y aquellos que
conforman la Esposa del Cordero. Los creyentes que alcancen la perfección serán la esposa del Cordero, mientras
que otros creyentes llegarán a las bodas pero como sus invitados.

Nuestro llamado no es a ser salvos. Nuestro llamado es llegar a ser la Esposa del Cordero, una iglesia gloriosa sin
mancha ni arruga ni cosa semejante.

La Vida en el Espíritu.
Cuando experimentamos el nuevo nacimiento, pasamos de muerte a vida, somos trasladados del reino de las tinieblas
al reino de Su amado Hijo. Recibimos en nuestro espíritu la naturaleza divina de Dios. El Espíritu Santo viene a vivir
en nosotros y nos volvemos templo y morada del Espíritu Santo.

La vida en el Espíritu, es la manera de vivir en el reino de la luz. Es aprender a vivir de acuerdo al Espíritu Santo y
no de acuerdo a la carne. La Palabra de Dios nos dice:
Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz. Digo, pues: Andad en
el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu
es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el
Espíritu, no estáis bajo la ley.

Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del
Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los
designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que
viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que
el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en
vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia.

La vida en el Espíritu, es una vida buscando las cosas de arriba. Procuramos poner la mira en las cosas de arriba y no
en las de la tierra. Procuramos huir de las pasiones, y no satisfacer nuestros deseos carnales. Con la ayuda de la
gracia de Dios, queremos llegar a experimentar estar crucificados con Cristo, para que en nuestra carne, podamos
vivir en la fe del Hijo de Dios.

Antes de la experiencia de la crucifixión, la vida en el Espíritu es una lucha muy intensa en contra de la mente y
deseos carnales, pero después de la cruz, la naturaleza del pecado es puesta bajo arresto, perdiendo su dominio sobre
el pecado. Pablo nos dice:

Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea
destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.

Sin embargo, mientras la experiencia de crucifixión no sea una realidad en nuestra vida, y no hayamos sido liberados
del poder del pecado que mora en nuestra carne, será necesario: hacer morir todo lo terrenal que hay en nosotros;
abstenernos de las pasiones carnales que batallan contra el alma; deberemos buscar primeramente el reino de Dios y
su justicia, y buscar las cosas de arriba donde esta Cristo sentado a la derecha de Dios.

La vida en el Espíritu es una vida de hábitos espirituales, en donde diariamente buscamos el rostro de Dios,
buscamos su guía, dirección y aprobación. Es una vida con el temor de Dios, en donde nos apartamos a nuestro lugar
secreto para tener tiempo a solas con nuestro Dios.

Como Enoc y Noé, buscamos durante todo el día, caminar con Dios. Es una vida llena de gratitud, oración, alabanza
y adoración. Es una vida en donde la Palabra de Dios debe sobreabundar así como nuestra obediencia y fidelidad a
Dios. La vida en el Espíritu busca agradar a Dios y apartarse de todo pecado en contra de Dios y de nuestro prójimo.
Es vivir para hacer la voluntad de Dios y no para nosotros mismos; es vivir para Su gloria, honra y alabanza en lugar
de nuestra realización personal.

Comunión Continua.

La comunión continua se logra, por medio de una vida de obediencia, de acuerdo a la luz de la Palabra de Dios que
hemos recibido. Caminar con Dios, es caminar obedeciendo los mandamientos que Él nos va dando, en la medida
que pasamos tiempo a solas con Él, como también cuando continuamente estamos conversando con Él en nuestra
mente y corazón.

Al principio, Dios nos hablará por medio del entendimiento en Su Palabra. Al leer o escuchar Su Palabra, su voz
cada vez será más real en nosotros, y en la medida que somos fieles obedeciendo lo que entendemos, seremos
enseñados a escucharlo en nuestro espíritu por medio de la revelación.
Nuestra parte es involucrarlo en cada actividad del día, buscando su guía, dirección, ayuda y aprobación. En la
medida que esto se hace un hábito, cada vez será más fácil caminar con Él y ser dirigidos por Él.

Constantemente debemos estarle pidiendo que se nos revele, que nos muestre sus pensamientos y corazón. Debemos
manifestarle nuestro deseo de conocerle, agradarle y obedecerle, y Dios responderá según nuestra fe. Recordemos
que si pedimos, se nos dará; si buscamos hallaremos; y si tocamos se nos abrirá.
Dios quiere tener comunión con nosotros, como nuestro Padre, como nuestro amigo, como nuestro Dios y Rey.
También Él quiere enseñarnos a relacionarnos con Él de las diferentes maneras que Su Palabra señala: como sus
hijos, discípulos, siervos, soldados, reyes, sacerdotes, su esposa, sus amigos, y cada una de las funciones que
desempeñamos en el reino de Dios.

La Palabra de Dios nos dice:

Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus
riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago
misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.

Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor.

Una vida negada.

La Palabra de Dios dice:

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y
sígame.

La vida en el Espíritu es una vida en donde nos negamos a todo aquello que esté en desacuerdo con la voluntad de
Dios para nuestra vida, sean correctas o incorrectas. No solo lo malo, es un estorbo para cumplir con la voluntad de
Dios, también muchas otras cosas, que aunque no son incorrectas, están en una dirección opuesta a la voluntad
divina.

Espiritualmente, todos tenemos el llamado de Abraham de dejar tierra, casa y parentela, para ir a la tierra de nuestra
herencia, y esto significa dejar de vivir de acuerdo a los estándares culturales, familiares y paternales, que estén en
desacuerdo con la voluntad de Dios, para vivir de acuerdo a los estándares del cielo, de acuerdo a la Palabra de Dios.
Sin lugar a dudas, son muchas las ocasiones, en donde nos vamos a negar a muchas cosas, que se opongan a la
Palabra de Dios que se nos ha hado personalmente.

Debemos ser guiados por el Espíritu Santo y seguir su dirección. Todos en cuanto al carácter, tenemos la misma
visión de ser conformados a la imagen del Hijo de Dios. Pero en cuanto al llamado particular, somos cada uno
miembros del cuerpo de Cristo, con funciones diferentes. Por ello, es necesario seguir la dirección personal del
Espíritu Santo para ser fieles con lo que Dios nos ha encomendado individualmente.

Una vida separada.

Para poder vivir en el Espíritu necesitamos una vida separada del pecado. Debemos vencer al pecado proveniente del
mundo, de la carne y del diablo. Por ello es muy importante separarnos de algo para algo. No solo es el objetivo
separarnos del pecado, debemos unirnos a Dios, quien es santo. Nos separamos de algo pero nos acercamos a Dios.

Si nos rendimos al Espíritu Santo, seremos guiados a apartarnos de malos hábitos, malas amistades, malas actitudes,
lecturas incorrectas, acciones desagradables al Señor.

Hay lugares que el Espíritu Santo nos mostrará que no debemos frecuentar. Cuando nuestro objetivo es agradar a
Dios y vivir para hacer Su voluntad, el Espíritu Santo nos irá guiando de tal manera que podamos ir creciendo de
gloria en gloria.

El hombre debe separarse para:

1. Tener comunión con Dios en su lugar secreto, en donde diariamente puede reunirse con nuestro amado Señor.
2. Orar.
3. Leer, escuchar y estudiar la Palabra de Dios.
4. Congregarse.
5. Prepararse para cumplir los propósitos de Dios en su vida.

Cada creyente, debe tener como meta, ser una saeta bruñida que ha sido preparada y colocada en la aljaba de Dios,
para ser lanzada y dar en el blanco; pero para ello, será necesario separarnos para poder ser enseñados, instruidos y
capacitados, para poder ser fieles al llamado de Dios para nuestra vida.

Dios desea santificar todo nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo. Él quiere presentarnos irreprensibles, santos y sin
mancha delante de Él, es por ello que la separación guiada y dirigida por el Espíritu Santo será de gran bendición en
aquellos que quieren cumplir el propósito de Dios.

Santificación versus Santidad.

La santificación y la santidad son muy importantes. La santificación tiene que ver con ser apartados para los
propósitos de Dios. La santidad es Su naturaleza obrada en nosotros.

Queremos apartarnos para Dios y así cumplir con el plan que Él ha diseñado para nosotros.

Cuando nacimos de nuevo fuimos trasladados del reino de las tinieblas al reino de Su amado Hijo. Ahora somos
propiedad de Dios. Fuimos comprados por la sangre de Cristo y aunque no somos salvos por obras, somos salvos
para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Cada uno de nosotros tiene un plan que Dios ha diseñado, que debemos descubrir y voluntariamente rendirnos a Él.
Somos parte del cuerpo de Cristo y como tal, hay un llamado particular para cada uno de nosotros según el miembro
del cuerpo que somos. Por ello, queremos consagrarnos y santificarnos, para poder ser fiel a todo lo que Dios ha
planeado para nosotros.

Su santidad tiene que ver con nuestro carácter. Dios no solo quiere perdonarnos; Él quiere que seamos llenos de toda
la plenitud de Dios. El nos dio vida, porque estábamos muertos en delitos y pecados, pero; nos quiere dar vida en
abundancia, que nos habla de su naturaleza santa, plena y desarrollada en nosotros.

Por ello, a la fe que Él nos dio para ser salvos, debemos añadir virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia,
piedad, afecto fraternal y finalmente, alcanzar la madurez en el amor ágape de Dios.

Queremos santificarnos para cumplir el plan de Dios para nuestras vidas y también queremos ser santos porque Él es
santo.

Consagración de los sentidos.

La santidad que Dios quiere obrar en nosotros es completa. El quiere santificar completamente, Espíritu, alma y
cuerpo, y quiere presentarnos irreprensibles santos y sin mancha delante de Él. Debemos clamar a Dios por Su
gracia, para que Él nos conceda consagrar nuestros sentidos, del tal manera, que no sean utilizados para sembrar para
la carne, sino para el Espíritu.

Debemos orar, para que Dios nos de ojos de paloma; con una sola visión: amar y complacer a nuestro Dios.

Debemos buscar las cosas de arriba. Poner la mira en las cosas eternas y no en las terrenales. Que nuestra prioridad,
sea buscar primeramente el reino de Dios y su justicia. Que Dios haga tal obra en nuestra vida; que podamos decir
como el salmista dijo: “Fuera de ti nada deseo en la tierra”.

Debemos orar para que nuestros sentidos, no sean extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. Que podamos amar a
Dios, con toda nuestra mente, alma, fuerzas y corazón. Que Dios llegue a ser más importante que todo y que todos.
Todo esto es posible, gracias a la gracia de Dios, que es el favor capacitador de Dios, para que podamos hacer Su
voluntad.
Carrera y Ministerio.

El Apóstol Pablo dijo: “Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que
acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia
de Dios”.

De la misma manera que el Apóstol Pablo, todos tenemos una carrera que terminar y un ministerio que cumplir.

Esta carrera dio inicio con la salvación, y la meta, es alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Ser conformados
a Su imagen y semejanza. Alcanzar la medida del varón perfecto, la estatura de la plenitud de Cristo. Esto es lo que
significa ganar a Cristo, es ser hallado en Él, alcanzar la imagen y semejanza de Dios, alcanzar el Supremo
llamamiento de Dios en Cristo Jesús, ser la iglesia gloriosa sin mancha y sin arruga, ser la morada de Dios, es
conquistar el Santo Monte de Sion.

Todos los cristianos, sin excepción alguna deberíamos terminar esta carrera. Hay una corona que debemos ganar, una
herencia que conquistar, hay un trono que heredar. Pero infelizmente, no todos terminarán la carrera, porque no todos
están peleando la batalla de la fe para vencer al mundo, al diablo y a la carne. Solo aquellos que venzan serán el Uios
de Dios, y heredarán todas las cosas. Los Uios de Dios, los hijos de Dios maduros, que han sido conformados a la
imagen del Hijo de Dios, llegarán a ser parte de la esposa del Cordero, serán reyes y sacerdotes que reinarán con
Cristo en el milenio y por la eternidad.

El ministerio que todos tenemos, tiene que ver con el llamado individual dado por Dios. Unos tienen el llamado a ser
parte de los dones del ministerio, que son los dones de liderazgo para la iglesia, ellos son: apóstoles, profetas,
evangelistas, pastores y maestros.

Otros tienen el llamado a ser parte del ministerio de ayudas, para trabajar con el liderazgo para cumplir los
propósitos de Dios en Su iglesia hoy en día. Aquí están todos los siervos de los diferentes ministerios: alabanza,
administración, finanzas, ujieres, diáconos, ancianos, aseo y ornato, audio, sonido, video, departamentos de niños,
jóvenes, mujeres, varones, en fin; todo tipo de ministerio para que la iglesia de Señor se desarrolle en todos los
aspectos que el Espíritu Santo ha determinado.

No debemos olvidar, que el cumplimiento de la gran comisión de predicar el evangelio a toda criatura y el hacer
discípulos en todas las naciones, es tarea de todo creyente, al igual que crecer espiritualmente y madurar hasta ser
conformado a la imagen de Cristo Jesús.

Por ello, debemos orar para que el todopoderoso, derrame Su abundante gracia y nos conceda acabar nuestra carrera
y podamos cumplir fielmente con el ministerio que nos ha sido otorgado.

Rev. Raúl E. Aguilar F.


Director Internacional Instituto Bíblico Sion (IBS)
Afiliados a Zion Christian University (ZCU)
Ministro Ordenado de Zion Fellowship International
Pastor General Iglesia Palabra Viva a Las Naciones (Iglesia PVAN)
Afiliados a Zion Fellowship International (ZFI)

Cel + 503 7649-2352 Oficina + 503 2260-8049


reafdejesus@gmail.com reaf_dejesus@hotmail.com
www.pvan.org www.sionib.org www.facebook.com/Rev.RaulAguilar

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