Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Resulta irónico pero el mundo de las tinieblas toma más fuerza en la medida en
que los cristianos no libramos la batalla contra Satanás y sus huestes. Pero esa
guerra no la libramos en nuestras fuerzas ni con prácticas extrañas como gritar
duro “Fuera, fuera”, creyendo que por la intensidad de nuestra voz o los gestos
que hacemos, los demonios saldrán más rápido. Tampoco por el zapateo,
práctica que como recordará, consiste en taconear duro contra el suelo,
argumentando que así estamos pisando a Satanás. Ni lo uno ni lo otro tienen
fundamento bíblico.
Esta cadena de errores lleva a que muchas personas, sin fundamento bíblico,
digan que la oración, ministración de liberación a endemoniados, y la Guerra
Espiritual debe hacerse de tal o cual manera, sólo porque ellos lo dicen. ¿Las
consecuencias? Muchísimas personas se oponen abiertamente a este desempeño
ministerial y consideran que sólo lo ejercen quienes rayan en las fronteras del
fanatismo. Quienes actúan así, sin asidero Escritural, antes que contribuir a la
Guerra Espiritual, le han causado un enorme perjuicio a esta valiosa
herramienta del ministerio cristiano, y en el imaginario colectivo de quienes no
son cristianos evangélicos o carismáticos, está la imagen de que en nuestras
iglesias a punta de gritería y ritos extraños, pretendemos sacar a los demonios.
Este hecho nos retrotrae a la concepción medieval que se tenía del mundo de las
tinieblas y cómo combatirlo.
Recordemos, por ejemplo, que Santo Tomás, en el Siglo XIII, trataba de explicar
de dónde venían los demonios y cómo actuaban. Incluso, fue más allá, y en la
(Summa Teológica, Tomo I, Cuestión Décima, Artículo 5), decía por ejemplo que
el tiempo en el mundo de las tinieblas, era muy distinto al nuestro—algo que en
lo que estamos de acuerdo–, pero definió una medida especial de tiempo para los
demonios al que llamó Evo (del Latin aevum). Precisaba que si bien es cierto los
demonios tienen origen, su “tiempo” está marcado por cada acción mala que
realizan, en la que cuentan cuando iniciaron su accionar y cuando lo terminaron.
No en tiempo físico, sino en términos de impacto.
He escuchado cosas tan extrañas, como que al guerrear en oración contra los
demonios, no se debe estar postrado o de rodillas sino por el contrario, estar
marchando—como soldados–. Y otra, que me pareció más curiosa todavía: que
al combatir al mundo de las tinieblas, debemos tomar una “espada espiritual”—
la entendería más, como imaginaria–, para cortar a Satanás y “sacarle sangre”.
Esos hechos horrorosos que la Iglesia Católica reconoció y por los cuales pidió
perdón, nos despiertan estupor, pero nosotros mismos debemos preguntarnos,
¿hasta qué punto en nuestras iglesias se puede estar incurriendo en ritos
extraños y prácticas excéntricas para liberar a los endemoniados?
Ese es uno de los propósitos de este Foro: auto evaluarnos, pero a la vez,
orientar nuestras acciones a un ministerio cristiano sano, bíblicos, que toma la
Intercesión y la Guerra Espiritual, como valiosas herramientas para ayudar en la
extensión del Reino de Dios, recuperando los terrenos que ha copado el mundo
de las tinieblas por el pecado del hombre.
Ahora, no solamente son los libros que circulan por doquiera con temas
ocultistas los que están haciendo difusión masiva del mundo del ocultismo, sino
la Internet, dond el 40% de las publicaciones a través de Foros, Websites y
cuartos de Chats, entre otros, están íntimamente ligados a contenidos que
favorecen o exaltan el mundo de las tinieblas.
Hay un versículo clave que sabemos de memoria (Efesios 6:12). Nos enseña
claramente que el mundo de las tinieblas está jerarquizado. No estamos
luchando contra Satanás únicamente sino contra todo su ejército. Ahora, ¿por
qué libramos la batalla en la dimensión espiritual? Esencialmente para que los
territorios sobre los que el mundo de las tinieblas tiene dominio geográfico,
puedan ser impactados por el Evangelio transformador de Jesucristo. En
esencia, es la batalla entre dos reinos, el Reino de Dios y el reino de las tinieblas.
Nuestro interés no es sólo en sacar demonios por sacarlos, sino para asegurar
que al ser desplazados de un área territorial específica, se pueda recobrar esos
territorios que le corresponden al Reino de Dios. En este aspecto quiero resaltar
lo que escribe el autor y conferencista, Peter Wagner: “No creo que debiéramos
considerar la Guerra Espiritual como un fin en sí mismo. En un sentido válido,
Jesús vino para destruir las obras del diablo (1 Juan 3:8), pero eso fue sólo
para buscar y salvar lo que se había perdido (Cf. Lucas 19:10)… Mi interés en
la Guerra Espiritual es directamente proporcional a su eficacia para mejorar
la evangelización.”(Wagner, C. Peter. Oración de Guerra. Editorial Betania.
EE.UU. 1993. Pg. 22, 23)
El Presidente de Bolivia, Evo Morales, vistió traje típico –con gorro de cuatro puntas
(chucú), poncho y un bastón de mando–durante la
Es esa intimidad con el Señor Jesús, la que nos permite identificar cuando hay
posesión demoníaca y no un trastorno mental en una persona.
En ese orden de ideas, no podemos olvidar que hay tres grados de posesión o
influencia demoníaca que genera el mundo de las tinieblas sobre una persona:
1. Posesión de la mente
Hay enfermedades que se producen como consecuencia del deterioro físico del
organismo, mediante contagio, pero también, como consecuencia de posesión
demoníaca.
Es ese nivel de confrontación directa contra los demonios, para el cual debemos
estar preparados.
La guerra que se libra contra el mundo de las tinieblas no solo es enconada sino
que, además, demanda que estemos preparados para dar la batalla. Estos siente
fundamentos, algunos de los muchos que sin duda aprenderemos en nuestro
ministerio –caminando de la mano del Señor Jesús–, son esenciales para
obtener la victoria en cada batalla.
Mi sincero deseo es que se fortalezca cada día en Dios y desarrolle una íntima
dependencia de Él en oración. Recuérdelo siempre: la victoria está asegurada
por el poder y la autoridad que nos dio Jesucristo.