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The Tyger 

William Blake (1757 – 1827), en Cantos de experiencia

Tyger Tyger, burning bright, 


In the forests of the night; 
What immortal hand or eye, 
Could frame thy fearful symmetry?

In what distant deeps or skies. 


Burnt the fire of thine eyes?
On what wings dare he aspire?
What the hand, dare seize the fire?

And what shoulder, & what art,


Could twist the sinews of thy heart?
And when thy heart began to beat,
What dread hand? & what dread feet?

What the hammer? what the chain, 


In what furnace was thy brain?
What the anvil? what dread grasp, 
Dare its deadly terrors clasp! 

When the stars threw down their spears 


And water'd heaven with their tears: 
Did he smile his work to see?
Did he who made the Lamb make thee?

Tyger Tyger burning bright, 


In the forests of the night: 
What immortal hand or eye,
Dare frame thy fearful symmetry?
El otro tigre 
Borges

Pienso en un tigre. La penumbra exalta


La vasta Biblioteca laboriosa
Y parece alejar los anaqueles;
Fuerte, inocente, ensangrentado y nuevo,
él irá por su selva y su mañana
Y marcará su rastro en la limosa
Margen de un río cuyo nombre ignora
(En su mundo no hay nombres ni pasado
Ni porvenir, sólo un instante cierto.)
Y salvará las bárbaras distancias
Y husmeará en el trenzado laberinto
De los olores el olor del alba
Y el olor deleitable del venado;
Entre las rayas del bambú descifro,
Sus rayas y presiento la osatura
Baja la piel espléndida que vibra.
En vano se interponen los convexos
Mares y los desiertos del planeta;
Desde esta casa de un remoto puerto
De América del Sur, te sigo y sueño,
Oh tigre de las márgenes del Ganges.

Cunde la tarde en mi alma y reflexiono


Que el tigre vocativo de mi verso
Es un tigre de símbolos y sombras,
Una serie de tropos literarios
Y de memorias de la enciclopedia
Y no el tigre fatal, la aciaga joya
Que, bajo el sol o la diversa luna,
Va cumpliendo en Sumatra o en Bengala
Su rutina de amor, de ocio y de muerte.
Al tigre de los símbolos he opuesto
El verdadero, el de caliente sangre,
El que diezma la tribu de los búfalos
Y hoy, 3 de agosto del 59,
Alarga en la pradera una pausada
Sombra, pero ya el hecho de nombrarlo
Y de conjeturar su circunstancia
Lo hace ficción del arte y no criatura
Viviente de las que andan por la tierra.

Un tercer tigre buscaremos. Éste


Será como los otros una forma
De mi sueño, un sistema de palabras
Humanas y no el tigre vertebrado
Que, más allá de las mitologías,
Pisa la tierra. Bien lo sé, pero algo
Me impone esta aventura indefinida,
Insensata y antigua, y persevero
En buscar por el tiempo de la tarde
El otro tigre, el que no está en el verso.

¡Tigre! ¡Tigre! o Las Estrellas, mi Destino- Alfred Bester

¡Tigre! ¡Tigre!, también conocida como Las Estrellas, mi Destino , fue publicada por


primera vez en 1955 y es, quizá, la obra más celebrada de Alfred Bester (1913-1987).
Además, se trata del libro que le valió la consideración por parte de muchos críticos como
autor pionero del sub-género de ciencia ficción, cyber-punk. Pero más aún, fue la última
gran pieza escrita por Bester en la década de los cincuentas (después de  El Hombre
Demolido y Camino de Ratas), antes de dedicarse a la escritura de artículos para revistas.
Después de esta gran época que le valió incluso el Premio Hugo a la mejor novela de
ciencia ficción en 1953 –su primera entrega-, el autor no encontraría el camino de regreso
a la imaginación desbordada presente en estos títulos.

El mundo que nos presenta Alfred Bester en ¡Tigre! ¡Tigre! tiene ese contraste propio
del cyber-punk: grandes compañías –como la Presteign, o la Peenemünde- controlan
completamente el futuro de la sociedad, producen toda la tecnología y llenan sus bolsillos
de dinero, mientras que un grupo de humanos residuales son expulsados a los satélites
para trabajar como esclavos, o pequeñas pandillas de asaltjaunteantes recorren los
suburbios para robar todo lo que encuentran a su paso. La religión y las enfermedades
han desaparecido, pero los centros de control disciplinario y de inteligencia se mantienen
al servicio de los grandes consorcios que ahora encuentran en el retorno a lo clásico –
automóviles, teléfonos, aviones, trenes- los elementos constitutivos de su clase.

Shere Khan

Shere Khan es un personaje ficticio de El libro de la selva  de Rudyard Kipling, y


principal antagonista tanto en la novela como en todas sus adaptaciones. Es un tigre de
Bengala devorador de hombres, cojo al caer en la hoguera de unos cazadores y que se
propone matar a Mowgli, el protagonista de la historia. Eventualmente es Mowgli quien lo
derrota valiéndose de la ayuda de Bagheera y Baloo, y de una manada de búfalos
domesticados.

El nombre Shere Khan, que significa en urdu e hindi «señor tigre», deriva del


príncipe pastún Sher Shah Suri, llamado «el rey tigre», del que Kipling supo cuando
estaba en Afganistán. Según apuntes de Rudyard Kipling, el nombre se pronuncia "Skere
Khan", pero todas las adaptaciones hasta la fecha han usado la pronunciación "Shere".

Historia

Mowgli atacando a Shere Khan (derecha) con una antorcha mientras Bagheera,


una pantera negra, le observa. Detalle de un relieve en marfil realizado por John
Lockwood Kipling, padre de Rudyard, The Works of Rudyard Kipling Vol. VII: The Jungle
Book, 1907.

Shere Khan representa el orden y es el guardián de la ley de la selva. Si bien en la novela


de Kipling Shere Khan es visto como un antropófago venido a menos, en la mayoría de
las adaptaciones es considerado como el señor de la selva, temido por todos los animales.
Se le apoda Lungri, «cojo».2 Kipling probablemente eligió un tigre cojo como villano de
su historia porque un tigre saludable sería un enemigo demasiado poderoso para Mowgli.
En la novela, Shere Khan tiene un asistente, el chacal Tabaqui. Esto parte de la creencia
popular de que el chacal seguía al tigre a todos lados y le alertaba de la presencia de los
intrusos a cambio de sus sobras. Tabaqui suele ser eliminado de las adaptaciones de la
historia, o retratado como otro animal, como una hiena.

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