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Universidad de La Salle

Ciencia Unisalle

Filosofía y Letras Facultad de Filosofía y Humanidades

1-1-2018

Comprensión del concepto de violencia de Hannah Arendt


entorno al ‘crimen político’ de la Unión Patriótica
Jorge Andrés Osorio Guillott
Universidad de La Salle, Bogotá

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Citación recomendada
Osorio Guillott, J. A. (2018). Comprensión del concepto de violencia de Hannah Arendt entorno al ‘crimen
político’ de la Unión Patriótica. Retrieved from https://ciencia.lasalle.edu.co/filosofia_letras/99

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Comprensión del concepto de violencia de Hannah Arendt entorno al ‘crimen
político’ de la Unión Patriótica

Jorge Andrés Osorio Guillott

Trabajo de grado para optar al título de:


Profesional en Filosofía y Letras

Director:

Hernán Ferney Rodríguez García

Universidad de La Salle
Facultad de Filosofía y Letras
Carrera de Filosofía y Letras
Bogotá D.C. 2018

1
AGRADECIMIENTOS

Agradezco al profesor Hernán Rodríguez por su apoyo, su conocimiento, su guía y


su paciencia para llevar a cabo el trabajo de grado correspondiente a la
Comprensión del concepto de violencia en Hannah Arendt en torno al ‘crimen
político’ de la Unión Patriótica.

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Índice

Introducción
1. Capítulo 1: Análisis hermenéutico (Reconstrucción) del concepto
arendtiano de violencia y su relación con la política: Página 7.
1.1. Contraposición entre violencia y poder: Página 8.
2. Capítulo 2: Perspectiva histórica sobre el exterminio político de la Unión
Patriótica (1980-2000): Página 20.
2.1. Contexto político y origen del partido de la Unión Patriótica: Página
26.
3. Capítulo 3: Comprensión del concepto de violencia en el exterminio de la
Unión Patriótica: Página 44.
4. Conclusiones Página 55.
5. Bibliografía: Página 58.

3
Comprensión del concepto de violencia de Hannah Arendt en torno al
´crimen político´ de la Unión Patriótica

INTRODUCCIÓN

El concepto de violencia en Hannah Arendt (2005), enmarca el terreno de lo


político, mediante reflexiones que ahondan en nociones de poder y lógicas de
dominación percibidas como medios y fines. El concepto de comprensión en
Arendt (2010) posibilita el entendimiento de la violencia como instrumento de
poder que logra inmiscuirse en las dinámicas que afectan los ejercicios de
gobierno y en los espacios donde la democracia busca enarbolar la bandera de la
pluralidad y la participación como ejes esenciales en la política.

Estudiar el concepto de violencia y el ejercicio de la comprensión como


herramienta metodológica en la historia, según Arendt (2005), permite,
particularmente, hacernos cargo de nuestro tiempo. Es por ello que la acción de
enlazar ambos elementos permite entender, en el caso colombiano, parte de las
causas que extendieron y agudizaron el conflicto armado en el país. Comprender
el exterminio del partido político Unión Patriótica ayuda a dar cuenta de cómo los
conceptos de Arendt pueden aplicarse en escenarios de violencia y cómo estos
permiten una reflexión sugerente para los contextos actuales.

Teniendo en cuenta lo anterior, se dirá, entonces, que el contenido de esta


investigación se centra en el campo de la filosofía política y en la reconstrucción
teórica del concepto de violencia de Hannah Arendt. Esto soportado por un
ejercicio de comprensión que permite hacer memoria respecto de nuestro contexto
histórico y político y sobre lo sucedido con la UP. Debido a ello, la investigación
apuesta por un análisis comprensivo del concepto de violencia y de los
acontecimientos que conforman el exterminio del partido político de la Unión

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Patriótica. Así, a través de tres capítulos se busca, en un primer momento, dar
cuenta del concepto de violencia; en un segundo momento, narrar lo sucedido con
el partido político de la UP; y, así llegar al tercer momento, donde se explica cómo
comprendemos las particularidades del conflicto armado respecto de un evento
que vincula a la UP, a partir, de los postulados de la filósofa alemana.

El aparato teórico del primer capítulo da cuenta de una reconstrucción y una


reflexión sobre el concepto de violencia y sus incidencias en la política. Desde el
análisis de las nociones de poder, dominación, pluralidad, terror y de las
contraposiciones que se derivan de estas nociones, se construye la definición y
comprensión del concepto de violencia, además, del carácter instrumental que ha
adquirido con visos que le han permitido adueñarse del poder del Estado. Textos
como Sobre la violencia (2005), Qué es política (1997), Lo que quiero es
comprender (2006) y De la naturaleza del totalitarismo. Ensayo de comprensión
(2005), aportan al estudio de la violencia y al uso de la violencia para dominar a
los seres humanos a través del miedo y anular la pluralidad y la acción como
elementos que constituyen un correcto funcionamiento de la política.

El segundo capítulo está centrado en la reconstrucción de los acontecimientos que


dieron origen a la negación de la pluralidad en Colombia con el exterminio del
partido político de la Unión Patriótica. Para la retroalimentación de los hechos, se
manejarán textos como Armas y urnas: historia de un genocidio político (2008) de
Steven Dudley y El baile rojo (2008) de Yezid Zornoza. Estos textos recogen
detalladamente relatos de víctimas, estadísticas y sucesos que marcaron la
desaparición del partido político. Todos estos elementos son importantes para la
recolección de datos debido a que muestran la persecución y los asesinatos
sistemáticos de la UP. La exposición de lugares donde las fuerzas políticas
tradicionales estaban perdiendo el dominio del territorio resulta indispensable,
pues allí se evidencia el uso de la violencia para sembrar el terror y recuperar, de

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alguna manera, la credibilidad y el manejo de la comunidad por medio de la
dominación de las armas.

El tercer y último capítulo de la monografía da cuenta de la comprensión y su valor


metodológico. A través del ejercicio del comprender se logra establecer la
conexión entre la teoría del concepto de violencia en Arendt (2005) y los
acontecimientos de la UP. Así pues, los conocimientos preliminares del exterminio
político y un nuevo escenario de reflexión que tiene como punto de partido el
concepto de violencia, abren la posibilidad de reconocer la importancia de la
pluralidad, la acción y el poder como partes constitutivas de la política. De manera
que la comprensión, como ese escenario de análisis y retroalimentación, recrea un
espacio para repensar nuestro contexto histórico y establecer conclusiones sobre
los vacíos de la democracia en Colombia. Es por ello que el tercer capítulo cierra
la investigación exponiendo las consecuencias de la violencia en el campo de la
política, la premisa del miedo, la imposibilidad del diálogo y de la pluralidad.

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1. Capítulo 1: Análisis hermenéutico (Reconstrucción) del concepto
arendtiano de violencia y su relación con la política

El concepto de violencia que se analiza y expone en el presente capítulo está


guiado por demostrar que si bien el uso de la violencia no hace parte del ejercicio
de la política y del gobierno, si existe una relación directa entre violencia y política
en tanto que la primera puede llegar a permear los elementos de la política. De
manera que no se trata de afirmar que la violencia sea endémica a la política,
pues ésta no conforma la esencia del ejercicio de gobierno. Así, la relación directa
entre violencia y política refiere al instante en que la fuerza puede llegar a afectar
los elementos constituyentes de la política, entendiendo a estos como la
pluralidad, la acción y demás elementos que construyen la esfera de lo público.
Para llevar a cabo la vinculación de los conceptos de violencia y política, se intenta
explicar la manera en que la violencia puede tomar terreno en el plano de lo
político partiendo del elemento de la lucha como posibilidad de guerra entre
posturas diferentes.

Para poder reconstruir el concepto de violencia, partiremos del siguiente apartado:

El dominio de los hombres sobre los hombres basado en los medios de la


violencia legitimada, es decir, supuestamente legitimada. Esta
coincidencia resulta muy extraña, porque equiparar el poder político con la
organización de la violencia sólo tiene sentido si uno acepta la idea
marxista del Estado como instrumento de opresión de la clase dominante
(Arendt, 2005: 49).

A la pregunta por el sentido de la política hay una respuesta tan sencilla y tan
concluyente en sí misma, que se diría que todo lo demás está de sobra. La
respuesta es:

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el sentido de la política es la libertad […]Si algo tiene que ver con la libertad
es únicamente en el sentido de que ésta es su fin, es decir, algo fuera de la
política y para lo que la política es sólo un medio. Pero el sentido de una
cosa, a diferencia de su fin, está incluido en ella misma. Por lo tanto, si la
libertad es el fin de la política, no puede ser su sentido. Consiguientemente,
la libertad empieza donde el ejercicio de la política termina (Arendt, 1997:
62).

La política, se dice desde la autora, es una necesidad ineludible para la vida


humana, tanto individual como social. Puesto que el hombre no es autárquico, sino
que depende en su existencia de otros, el cuidado de ésta debe concernir a todos,
sin lo cual la convivencia sería imposible. Misión y fin de la política es asegurar la
vida en el sentido más amplio.

Aquí lo importante es entender la libertad misma como algo político y no como el


fin supremo de los medios políticos; asimismo, que coacción y violencia eran
ciertamente medios para proteger o fundar o ampliar el espacio político pero como
tales no eran precisamente políticos ellos mismos. Según Arendt (1997), se trata
de fenómenos que pertenecen sólo marginalmente a lo político. La libertad en
tanto que fin último de la política sienta los límites de ésta; pero el criterio de la
acción dentro del ámbito político mismo no es la libertad sino la competencia y la
eficacia en asegurar la vida.

1.1Contraposición entre violencia y poder

Para definir el concepto de violencia y poder, y hacer evidente así la distinción que
Arendt realiza, se dirá que el poder es una capacidad que lleva a una comunidad a
actuar conjunta y acertadamente en el escenario político. De dicha forma, el poder
induce a una comunidad a actuar desde la lógica de medios-fines, de tal manera

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que las herramientas de las cuales se sirve un grupo de personas induce a estos a
un fin en especial que se denomina poder:

El poder es entendido, así, como acción concertada y buscado por sí


mismo para el ejercicio de las libertades públicas, mientras que la
violencia utiliza los instrumentos y abarca los procesos de la coerción
física, cuya meta es la sumisión de los individuos que conforman una
comunidad política. El poder se gesta en la pluralidad, en lo público y lo
común, en cambio la violencia se desarrolla en la esfera privada y en el
ámbito de lo social. El poder surge de la serie de acuerdos y de
compromisos a los que arriban un grupo de ciudadanos que se reúnen con
el fin de emprender una acción en defensa de sus derechos (Kohn, 2009:
66).

Al contraponer los escenarios de las esferas públicas y privadas, o de lo plural y lo


singular, surge entonces el primer paso para comprender lo que se llama el poder
en Arendt (2005). Dado que en el momento en que se identifica el diálogo y la
concertación, puede existir un acercamiento a la idea del poder como aquello que
es derivado de una pluralidad, de una unión de varios puntos que coinciden en
otorgar esta facultad a una persona o una comunidad que, en el caso de una
democracia, va a representar los intereses del pueblo y, por ende, se adjudicaría
su poder de mandato. De ahí que entonces no se hable de violencia como una
parte constituyente de la política, pues en principio esta surge de varios factores
sociales y de un interés cercano a la dominación y el mando por la fuerza y no del
consentimiento de otros para tomar decisiones.

La idea de un poder conjunto está directamente relacionado con el poder político,


puesto que para Arendt (2005), no puede haber política si no existe un diálogo o
una cooperación entre individuos que intentan construir o generar un debate
acerca del ejercicio de gobierno y el apoyo del pueblo. Sin embargo, el hecho de
que se divida un grupo y, por ende, fluctúe la idea del poder conlleva un riesgo

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que puede suponer que un individuo se tome la violencia como medio de abolir
todo tipo de poder, es decir, que la violencia se convierta en el reemplazo del
poder:

Políticamente hablando lo cierto es que la pérdida de poder se convierte


en una tentación para reemplazar al poder por la violencia […] y que la
violencia en sí misma concluye en impotencia. Donde la violencia ya no es
apoyada y sujetada por el poder se verifica la bien conocida inversión en
la estimación de medios y fines. Los medios, los medios de destrucción,
ahora determinan el fin, con la consecuencia de que el fin será la
destrucción de todo poder (Arendt, 2005: 75).

Si un sujeto utiliza la violencia como medio para dominar y logra su objetivo, será
sencillo que continúe sobre esa misma lógica. Resulta natural que si un plan es
efectivo se continúe con él. Así, el sujeto notará que cualquiera de sus fines tendrá
más probabilidades de realizarse si se acude a medios coercitivos que obligan a
otros a cumplir una orden y no a discursos que pretendan convencerlos de una
verdad. Sin embargo, en este proceso donde el poder se pierde y la violencia se
incrementa,se va generando una pérdida de la condición humana y de lo que
llamamos condición política, en tanto que, en la medida en que las personas se
convierten en los medios o instrumentos que el sujeto violento necesita para llevar
a cabo sus planes, su capacidad y voluntad de pensar y actuar se ve anulada por
la intencionalidad de quién ejerce los límites a través del miedo y la dominación.
Así, la pérdida de identidad y la existencia misma de la pluralidad se ven abolidas
a causa de la uniformidad que pretende mantener la violencia y su efecto de negar
la diferencia, la acción y la individualidad.

Toda violencia va en contra de la misma humanidad, porque recurre a la


relación medio fin, haciendo de los seres humanos fines o instrumentos de
ideologías […] negando su condición más auténticamente humana, que
para Arendt sigue siendo, la condición política. Esta condición política

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supone, no sólo el reino de la acción en donde cada quien pone en escena
su singularidad y su diferencia, sino la capacidad del juicio (Zapata, 2006:
522).

La violencia en ese sentido cortaría de raíz la acción de hacer política debido a la


anulación del raciocinio, lo que conlleva entonces a una incapacidad para discernir
y dialogar entorno a las leyes, los comportamientos y las decisiones que se lleven
a cabo dentro de la esfera pública. Es por ello que la violencia no solo
deshumaniza sino también despolitiza a los individuos debido a que cualquier
escenario de duda o de discusión queda abolido por la fuerza y la tendencia de
esta a reducir cualquier intento de cambio que provenga de lo diferente y de lo que
no concuerda con quien tiene el dominio.

Cuando se hacía la aclaración sobre el poder como aquello que se construye


necesariamente desde lo plural y no desde lo individual, se introduce la violencia
como último recurso para aspirar a conseguir el poder:

Pero debe reconocerse que resulta especialmente tentador en una


discusión sobre lo que es realmente uno de los tipos del poder, es decir, el
poder del gobierno, concebir el poder en términos de mando y obediencia
e igualar así al poder con violencia. Como en las relaciones exteriores y en
las cuestiones internas aparece la violencia como último recurso para
mantener intacta la estructura del poder(Arendt, 2005: 64).

De esa manera, podríamos agregar que la violencia surge en un momento y el


poder en otro, pero que estos dos no se dan de la misma manera y al mismo
tiempo. En otras palabras, ni la violencia ni el poder pueden llegar a significar lo
mismo:

Políticamente hablando, es insuficiente decir que poder y violencia no son


la misma cosa. El poder y la violencia son opuestos; donde uno domina
absolutamente falta el otro. La violencia aparece donde el poder está en

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peligro pero, confiada a su propio impulso, acaba por hacer desaparecer al
poder. […] La violencia puede destruir al poder; es absolutamente incapaz
de crearlo (Arendt, 2005: 76).

De lo anterior es posible inferir un elemento indispensable a la hora de


comprender la dinámica de la violencia: la violencia no ocasiona en los individuos
la capacidad de poder, pues éste último debe ser consensuado y avalado por una
comunidad. Así, lo que la violencia origina es un espacio de dominación y
obediencia, en el cual no es necesario el aval de una pluralidad sino las acciones
forzadas a causa del terror y la represión infundadas por las armas. No obstante,
es menester resaltar que en la cita se habla desde el terreno político, pues fuera
de él tanto el poder como la violencia son vistos como iguales, salvo que el poder
está legitimado y situado dentro del marco legal que supone un gobierno y sus
instituciones. Dicho de otra forma, si equiparamos al poder y la violencia como tal,
veremos que la fuerza de ambos elementos se corresponde en tanto que logran lo
que dentro de ellos está estipulado, pero si hablamos de poder y violencia dentro
de lo político veremos que son dos campos que discrepan en sus acciones y en
sus lógicas:

Bajo esta disolución de la distinción entre poder y violencia se yergue una


convicción que Arendt quiere desterrar: que la dominación constituye el
problema central de los asuntos políticos. Por el contrario, para Arendt el
problema central de la política es la constitución de espacios donde los
hombres puedan manifestarse a través de la acción y de la palabra (Pego,
2006: 106).

Lo anterior no solo nos permite comprender el eje sobre el que Arendt (2005) se
mueve para explicar la política a partir del devenir que causa el poder y que puede
causar la dominación a través de la instrumentalización de la violencia, también
nos permite dar un siguiente paso y así acercarnos a los extremos que se

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presentan en el escenario del poder y la dominación1. De tal forma, es menester
explicar las nociones que simbolizan dichos escenarios respectivamente. Así, en
el caso del poder, su extremo se entiende como el de “Todos contra uno”
mediante términos como el de mando al cual se señalaba hace un instante. De
manera que en el caso de Todos contra uno se hace referencia a la idea sobre la
cual es necesario que exista una comunidad (pluralidad y diferencia)para que haya
política y, por ende, se genere una noción de poder de manera conjunta. Ahora, el
caso extremo de la violencia se da como Uno contra todos entendiendo que en
este último la dominación y la obediencia se ejercen por medio de los instrumentos
de los que se sirve un individuo para lograr su fin de recuperar el poder bajo su
último recurso: la fuerza. Así, en palabras de Arendt, diremos que“no hay poder
más grande que el que emana del cañón de un arma” (2005:51), donde el uso del
arma simboliza el mando que es capaz de obtener un individuo sobre un conjunto
de hombres mediante ese instrumento que representa una amenaza para la
integridad y la vida de cualquier ser humano.

De esa forma, el concepto de violencia empieza a construirse bajo los


fundamentos que hemos mencionado y que hacen referencia al uso de
instrumentos o herramientas que se entienden a su vez como medios para
retomar, como última alternativa, el poder sobre un grupo determinado de
personas. Ahora, dentro de esos fundamentos de la violencia encontramos
también su presencia en casi todos los aspectos del ser humano: desde lo más
singular o pequeño hasta lo más plural y enorme. Así, podremos encontrar: en las
instituciones (ejércitos); en la economía y en la política (totalitarismos, explotación,
marginación); en las ideologías (manipulación de información y propaganda
bélica); en la familia (autoritarismos y machismo); en la cultura y en el aprendizaje

1
La distinción entre estos dos elementos se da en que el poder es entendido
como el elemento que mantiene un escenario político y de comunidad; mientras
que la dominación es entendida como el eje central y el objetivo de la violencia
como herramienta para recuperar el poder.

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(discriminación, racismo, castigos corporales). Al determinar diversas
manifestaciones de la violencia, según Jiménez (2012), logramos hallar una
facultad polifacética de dicho elemento y la facilidad con que esta se incluye en la
vida de los seres humanos, sin que estos se percaten de su presencia y de la
normalidad con que esta se apropia de nuestras conductas.

Valdría la pena retomar lo que se dijo anteriormente acerca de la violencia como


opuesta al elemento del poder en lo político. Si bien la violencia surge cuando el
poder está en peligro o cuando este simplemente desaparece, hablaremos pues
de la violencia como un medio para recuperarlo a través de la obediencia. Es
decir, en el momento en que se recupera el poder por parte de un conjunto de
hombres, la violencia pasa a ser innecesaria pues su fin es el de obtener la
obediencia de otros. Dada esta distinción, ¿estaría correcto pensar que la
obediencia subordina al poder? Esto señala Arendt al respecto:

La violencia, es preciso recordarlo, no depende del número o de las


opiniones, sino de los instrumentos, y los instrumentos de la violencia,
como ya he dicho antes, al igual que todas las herramientas, aumentan y
multiplican la potencia2 humana. Los que se oponen a la violencia con el
simple poder pronto descubrirán que se enfrentan no con hombres sino
con artefactos de los hombres, cuya inhumanidad y eficacia destructiva
aumentan en proporción a la distancia que separa a los oponentes. La
violencia puede siempre destruir al poder; del cañón de un arma brotan las
órdenes más eficaces que determinan la más instantánea y perfecta
obediencia. Lo que nunca puede brotar de ahí es el poder (Arendt,
2005:72).

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Designa inequívocamente a algo en una entidad singular, individual; es la
propiedad inherente a un objeto o persona y pertenece a su carácter, que puede
demostrarse a sí mismo en relación con otras cosas o con otras personas, pero es
esencialmente independiente de ellos (Arendt, 2005:60).

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Se analizará mejor el ejemplo del arma. Imagínese por un momento que somos
nosotros quienes tenemos un arma en la mano y le estamos apuntando a un
conjunto de personas. Si yo les pido que me entreguen el dinero muy
seguramente ellos accederán a entregármelo lo antes posible. Esta acción
representa esa inmediatez de la obediencia que surge del hecho de tener un
arma. Sin embargo, aquí no hay poder y de esa acción no se subordinaría un
símbolo de poder puesto que desde Arendt el poder se da en la medida en que
grupo de hombres actúa conjuntamente sin la necesidad de verse oprimidos u
obligados a ello. Así, en el momento en que un grupo de hombres se divide o se
ve expuesto a realizar una acción por represión, lo que predomina aquí es la
obediencia y no el poder, el poder en este punto ha desaparecido pues no están
las condiciones necesarias para que aparezca de manera natural. El poder no
tiene efectos colaterales en el hecho de obedecer, porque se da conjuntamente y
las órdenes que se ejecuten son previamente aceptadas y analizadas por el
conjunto de individuos.

¿Si no es la acción de agredir o violentar la que lleva a que un individuo o


comunidad se deje disuadir por miedo o terror a que algo suceda? Así pues, en
este punto Arendt (2005) relaciona la idea de terror, que en su momento llegó a
plantear Hobbes diciendo que el ser humano obedecía las leyes por miedo o por
terror al castigo de la comunidad. El terror es un elemento que infunde o que lleva
a una comunidad a ser controlada por medio de amenazas:

El terror no es lo mismo que la violencia; es, más bien, la forma de


gobierno que llega a existir cuando la violencia, tras haber destruido todo
poder, no abdica sino que, por el contrario, sigue ejerciendo un completo
control. Se ha advertido a menudo que la eficacia del terror depende casi
enteramente del grado de atomización social 3 . Todo tipo de oposición

3
Entiéndase este término como la división de una sociedad, en otras palabras, la
atomización social refiere a una segregación o una diversidad de identidades o

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organizada ha de desaparecer antes de que pueda desencadenarse con
toda su fuerza el terror (Arendt, 2005:74).

De esta manera, Arendt plantea textualmente la diferenciación que se da en el


terror:

La diferenciación entre la dominación totalitaria basada en el terror y las


tiranías y dictaduras, establecidas por la violencia, es que la primera se
vuelve no sólo contra sus enemigos sino también contra sus amigos y
auxiliares, temerosa de todo poder, incluso del poder de sus amigos
(Arendt, 2005:75).

Es en este punto donde el terror engendrado por la violencia, causa un incremento


en el ejercicio de la guerra. Y aunque las guerras afecten más el transcurrir de la
historia que la política misma, es relevante aclarar que estas contribuyen a esa
ruptura de relaciones interpersonales que se fueron fracturando a causa del terror
y la división que este provoca:

Las reflexiones de Arendt sugieren que si bien las guerras y revoluciones


cambian efectivamente el curso de la historia, su transformación no tiene
que ver directamente con la política, pues ellas llevan a la ruptura el tejido
de relaciones interpersonales y a convertir el mundo en un desierto
(Vargas, 2009: 106).

En el instante en que el terror se funda en el territorio, afectando la esfera pública


y privada, las acciones que en él se realicen estarán afectadas directamente por la
inseguridad y el temor a las represalías, de modo que, como dice la cita anterior,
el terror no distingue entre amigos y enemigos, sino que éste se apropia de todo y
se realiza como símbolo de Estado. Esto de nuevo afectaría el devenir de la
política, pues la razón y la disertación de opiniones se ven derrotadas por la

individuos que son independientes dentro de la comunidad o sociedad a la que


pertenecen.

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profunda emoción del terror o del miedo causado por la dominación a través de
amenazas y actos violentos.

Lo mencionado anteriormente nos conduce a repensar la condición de la política


en el sentido que la acción y la pluralidad, entendiendo a estas como esencia de la
política, se han visto relegadas o anuladas por partidos que pertenecen a la misma
esfera pública. Así, estos partidos se han encargado de imponer por medio de
dictaduras, monopolios o hegemonías, la violencia como logo y como discurso
para salvaguardar su poder en el Estado y no permitir que la pluralidad ocasione la
llegada de un nuevo partido o de un nuevo gremio al poder. De modo que podría
decirse que el mismo gobierno, según Oro (2008), en manos de los partidos y de
las instituciones que lo componen, han atrapado a la sociedad pluralista y
diferente entre sí, a tal punto que las opiniones de ellos, o no cuentan, o son
silenciadas por discrepar de los ideales de poder que se han mantenido,
paradojicamente, gracias a su contrario, es decir, la violencia.

Dentro de toda la discusión de la violencia, el poder y el terror, se ha estado


mencionando el tema de la pluralidad y su indispensable presencia para el
desarrollo y comprensión de la política. Debido a lo anterior, resulta pertinente
aclarar a qué nos referimos con pluralidad específicamente y así otorgarle mayor
sentido a lo que esta representa en nuestra condición humana y posteriormente,
en nuestra condición política:

La pluralidad humana, concebida en términos arendtianos, no remite a una


determinada cantidad de personas, es decir, que no puede ser definida en
términos cuantitativos. Por el contrario, con el concepto de pluralidad
humana, Arendt pretende dar cuenta de la diversidad humana que
caracteriza la Condición humana, esto es, pretende dar cuenta del hecho
de que todos los seres humanos son diferentes entre sí, que cada uno es
un ser singular, único e irrepetible y que, al mismo tiempo, todos son
iguales, es decir, seres humanos. De modo que, aun cuando a primera

17
vista parezca contradictorio, la pluralidad humana se define tanto por la
igualdad como por la diversidad (Madrid, 2008: 142).

La diferencia y la pluralidad son elementos inherentes, pues hablar de diversidad


es hablar de varias identidades o puntos de vista que, sin importar si convergen o
no, conforman una comunidad que representa esa variedad de nuestra condición
humana y que hace posible todo un ejercicio de la política, a través, de los aportes
que cada cual, desde su singularidad y su diferencia, es capaz de realizar para
mantener el equilibrio de la política y así distanciarse de cualquier tentación del
poder a través de una escala progresiva de la violencia y de su instrumentalización
para mandar o controlar a los demás.

Además de lo anterior, debe entenderse que la acción es parte constituyente de la


pluralidad en tanto que el eco o la repercusión de la acción dependen
necesariamente de otros que la intervengan: La acción es, según afirma Borja
(2001), la única actividad que los hombres no pueden realizar en soledad; el
hecho de que las acciones que iniciamos se introducen en una trama imprevisible
de acciones iniciadas por otros imprime en ellas el carácter peculiar de
incertidumbre que les es propio. Si sólo existiera un hombre sobre la tierra, su
dominio sobre lo que inicia podría ser idealmente completo, cosa que no ocurre
cuando los otros poseen también la iniciativa de poner cosas en marcha.

Debido a ello es que resulta primordial respetar y aceptar la diferencia en la esfera


pública, pues sin la presencia de la pluralidad no habría sentido en la acción.
Dicho de otra manera, en el momento en que comprendemos que una acción
puede generar una nueva acción, con diferentes matices y finalidades, estamos
acercándonos al escenario ideal de la política. Allí todos crean repercusiones y
construyen nuevas acciones que conllevan un discurso, una decisión y un diálogo
que busca la aceptación y la aprobación de quienes constituyen el Estado y de
quienes representan los intereses de esa pluralidad que nace en la esfera privada

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y que se va tejiendo en lo social para después convertirse en la esencia de la
condición política en el ser humano:

El espacio público es entendido por Hannah Arendt como un ámbito que


permite a cada individuo construir e iluminar su identidad, mediante sus
acciones y discursos. La acción política y el discurso constituyen un
ámbito de aparición en el cual los agentes, en su actuar juntos, dan luz a
lo que son y lo que desean que sea el mundo. […] Recordemos que lo
político es la actividad en la cual está en juego la constitución del ser, es
decir, es la base de la condición humana (Galindo, 2010: 189).

Al equiparar la condición política con la condición humana se hace más sencillo


entender por qué es tan importante reconocer la pluralidad en cuanto identidad,
pues así como el uno se realiza a partir de lo que comparte con los otros, esos
otros se realizan en la medida en que afirman su propia identidad teniendo como
referencia la de los demás, de modo que la política en este punto se torna
indispensable, como lo dice la cita, para la constitución del ser, pues a medida que
voy debatiendo, voy reconociéndome en la diferencia y en la pluralidad como una
persona que aporta a partir de su acción y que acepta el valor de que los otros
también tomen partido sin necesidad de negar la vida misma a través de la
deshumanización que causa la violencia.

19
2. Capítulos 2: Perspectiva histórica sobre el exterminio político de la
Unión Patriótica (1980-2000)

Como decíamos al inicio de la investigación y cumpliendo con uno de los objetivos


propuestos para el desarrollo del documento resulta necesario detenerse enparte
de la historia del conflicto armado en Colombia, con la intención de analizar cómo
las dinámicas de la guerra pueden resonar entorno alos conceptos de violencia y
política.Así mismo, advertir algunos cuestionamientos del capítulo anterior.
Específicamente, lo que interesa implica encontrar los vínculos entre la
concepción de violencia en Hannah Arendt y el crimen de la UP. Para ello se
propone establecer un diálogo entre estos dos campos: el de la filosofía y la
historia. La idea está en encontrar los posibles vínculos, diferencias y preguntas
abiertas que puedan surgir en este intercambio. De tal manera que, en este
segundo capítulo se intenta reconstruir parte de la historia del conflicto armado en
las décadas de 1980 y 1990 haciendo énfasis en el crimen del partido político
Unión Patriótica.

A partir de una comprensión interdisciplinar de la filosofía, se busca comprender


uno de los hechos más representativos de la violencia en Colombia desde los
años 50’s: el exterminio que se dio durante los 80’s y 90’s en contra del partido de
izquierda y que fue considerado el brazo político de las FARC. La UP representa
un símbolo de esa violencia que se dio precisamente por diferencias políticas y
que para nosotros, en este caso, puede ayudarnos a comprender el concepto de
violencia que planteaba Arendt como una herramienta para buscar el poder
mediante la dominación. Es decir, lo que interesa en esta reflexión histórica es la
manera en que se aborda la violencia para exterminar la diferencia y así dominar
el escenario político y/o social con el afán de obtener poder. De aquí que la
contribución de este capítulo al desarrollo de la hipótesis sea, no la de plasmar a
manera de ejemplo lo sucedido con la UP, sino establecer un diálogo de manera

20
que en el último capítulo configure un acercamiento a las inquietudes que se
despliegan en nuestro contexto histórico y político en relación con el concepto de
violencia planteado por Arendt (2005). La idea en este punto de la investigación es
rastrear a partir de relatos, estadísticas y hechos puntuales, algunos de los
elementos que plantea la filósofa alemana en su texto Sobre la violencia(2005),
como una herramienta que está fuera del ejercicio político. Así, este capítulo
brinda los elementos necesarios para poder realizar el ejercicio interdisciplinar en
el tercer capítulo.

Ahora, entrando de lleno en la construcción del segundo capítulo, es menester


aclarar cuáles son los objetivos que van a guiar el desarrollo del mismo. Así pues,
los objetivos, groso modo, están centrados en reconstruir el origen, las causas y
las inclinaciones del partido Unión Patriótica de manera que dentro de esto se
especifique algunos de los miembros principales que terminaron siendo
perseguidos. El texto comprende la época de 1985 hasta el año 2000. Otro de los
objetivos será el de presentar algunas cifras exactas que permitan conocer la
disminución no sólo de los militantes del partido sino de la intención de voto del
pueblo, tras verse amenazados por distintos grupos al margen de la ley que
querían evitar que la UP llegara al poder.

Todo lo anterior será respaldado por tres textos base: Unión Patriótica:
expedientes contra el olvido (2011) de Roberto Romero Ospina; El baile Rojo
(2008) de Yezid Campos y Armas y urnas (2008) de Steven Dudley. El primer
texto, que es en realidad un informe apoyado por el Centro de Memoria, Paz y
Reconciliación, será de gran ayuda para mencionar datos exactos, en especial
para conocer las cifras entre las elecciones de 1986, 1990 y 1994. Ya los
siguientes son dos libros que describen lo sucedido con la UP a partir de relatos
de la época y también algunos posteriores, de manera que a partir de estos textos
se puede hacer referencia a casos específicos de violencia.

21
Tras lo explicado en los dos párrafos anteriores, resulta fundamental aclarar que el
desarrollo del capítulo estará guiado no por un análisis lineal de la historia como
suele suceder con el manejo de los acontecimientos y el estudio de las causas y
consecuencias de los mismos, sino que siguiendo la idea del concepto de
comprensión, se llevará a cabo una especie de relato donde sea posible partir de
las narraciones de las víctimas del exterminio político y así, como plantea Arendt,
entender la historia y el devenir de la política desde el conocimiento de las
verdades que se dieron durante la violencia a partir de las víctimas directas del
caso de la UP. De este modo no hay una detención únicamente en los
acontecimientos cumbres, sino que se acude a los mensajes de los perjudicados
por la guerra para evocar los instantes de terror y, a su vez, las repercusiones que
dejó la incapacidad de aceptar la diferencia y de acudir a las armas para recuperar
el dominio en la arena política.

En la reconstrucción y rememoración de la guerra y de sus diversas etapas,


resulta pertinente incluir relatos de aquellas personas que fueron víctimas de la
violencia. Lo anterior debido a que no sólo es un acto de respeto a su duelo, sino
también es una obligación: darles voz para que denuncien y narren los horrores de
la guerra. Además, acercarse a estas narraciones es una oportunidad para que los
hechos allí cometidos puedan ser solucionados por la justicia y así se logre crear
un escenario de no repetición de la violencia y, en este caso, de la exclusión de
todo un partido político. Al lograr esto se conseguiría entonces lo que Arendt,
dentro de su concepto de comprensión, llama una reconciliación con la realidad
que vivimos y con la historia con la cual cargamos y de la cual, de alguna manera,
somos responsables.

Debido a lo anterior, se hace pertinente mencionar algunos apartados de los


relatos que varios familiares y sobrevivientes al crimen de la UP decidieron darle a
Yezid Campos en su texto y documental El baile rojo (2008). De esta manera, los
relatos sobre Jaime Pardo, Bernardo Jaramillo y Aída Avella, presentados para

22
entender la importancia de estas personas en la época de los 80’s y 90`s, y los
nuevos sentidos de resistencia y esperanza en su lucha por la paz.

Cabe aclarar que los relatos sustraen el instante en que Jaime y Bernardo fueron
asesinados y sobre el atentado que sufrió Aída. La intención es dar a conocer
cómo dichas narraciones alienan la violencia como una acción o herramienta en
busca de fracturar un partido político y tergiversar la intención de voto de muchos
ciudadanos. Debido a ello, la violencia vista a partir de los asesinatos, los
seguimientos y mensajes coercitivos, se convierte en el eje central de dominación
y de control sobre las minorías que pretenden tomarse el poder político de la
comunidad.

Así, se presenta en un primer momento el relato de la actual presidenta de la UP,


Aida Avella Esquivel, sobre el momento que sufrió un atentado en el norte de
Bogotá mientras se transportaba en su vehículo en compañía de sus escoltas:

El día del atentado contra mí fue el 7 de mayo de 1996… Entonces ese


día un carro extraño que estaba situado en el tercer puente, en la salida
de la Autopista Norte, se nos venía acercando. Nosotros tratamos de salir
de ahí, pero inmediatamente una camioneta verde se nos unió… Todos
veníamos muy prevenidos; pensábamos que era otro seguimiento.
Nosotros veníamos por la primera hilera de carros a la derecha y el chofer
iba entrando como hacia el carril del centro. Yo había sacado mis
conferencias para leer cuando, de pronto, el escolta que venía en el
puesto de atrás pegó un grito muy fuerte: “¡Nos disparan, nos disparan
con una bazuca!”… Yo dije: “¡Me mataron!”. (Zornosa, 2008: 111).

Y continúa diciendo:

Sonó algo muy duro, una explosión muy fuerte: ¡Paaaa!. El rocket
milagrosamente nos pasó de lado, y fue a explotar contra un carro
particular, que venía muy cerca del de nosotros… De pronto, después de

23
la explosión, el tránsito empezó como a fluir y nosotros sentíamos como si
les estuvieran cayendo piedras a los vidrios. Resulta que nos estaban
disparando. Los tres hombres nos estaban disparando con revólveres
después de habernos disparado con el rocket. El carro quedó con muchos
impactos pero no entraron sino dos porque era blindado. Esas dos balas
entraron por el caucho del vidrio de atrás (Zornosa, 2008: 111).

Hablar de este suceso no sólo hace que Aída Avella sea un símbolo de la lucha
por la paz y de la valentía frente momentos cruciales donde la vida pende de un
hilo. También es necesario resaltar que en el momento en que la militante de la
UP sufrió el atentado, estaba siendo entrevistada telefónicamente por el periodista
Darío Arízmendi, en este sentido una parte del país tuvo que escuchar los
momentos de desesperación de Aída en el programa de Caracol Radio de “6:00
am- 9:00 am”. Allí quedó registrado el momento exacto en que, por poco, asesinan
a una de las mujeres líderes del partido, en el año de 1996.

Debido al atentado, Aída decide alejarse por un tiempo del país. Claro, ella siguió
con su pretensión de ayudar en la construcción de una Colombia en paz:

Estas cosas lo hacen a uno tomar decisiones que a lo mejor nunca


hubiera tomado. Yo tomé la decisión de salir del país. Fueron veintitrés
años recibiendo amenazas. Tres veces había salido del país porque había
grupos que me iban a matar. La cuarta vez finalmente me dispararon.
Milagrosamente no dieron en el blanco. Yo pienso que, sin embargo,
había que continuar la vida y había que continuar trabajando por
Colombia, por la paz y por un país más justo donde todos podamos vivir
en condiciones dignas. Ese interés, eso que motivó mi militancia en mis
épocas juveniles, todavía sigue perfectamente vivo y actual. Yo salí al
exilio pero sigo trabajando. Estoy en un país que no es el mío pero vivo
para volver (p. 113).

24
Tras haberse retirado en el mismo año del atentado (1996) y tras 17 años de
ausencia, en Colombia, decide regresar al país, proveniente de Suiza en el año
2013. Su intención es participar activamente en la política local. Ella, para las
elecciones de 2014 es elegida como candidata presidencial de la UP y
posteriormente en el 2015, es fórmula para la alcaldía de Bogotá junto con la
señora Clara López del Polo Democrático. Actualmente, Aída es presidenta de la
UP y sigue siendo, indudablemente, una fiel representante de la memoria del
partido y del colectivo que aún reclama verdad y reparación por la desaparición de
miles de personas que hacían parte de la Unión Patriótica.

Este primer relato muestra que hacían parte de una forma de violencia que se
asocia a la persecución y a la opresión deun individuo en el ejercicio de su libertad
política y la presentación de sus ideas ante una comunidad. De modo que, esta
práctica violenta no sólo afecta el ejercicio político, sino que también afecta la vida
íntima de la persona. Así mismo, la obligación de exiliarse y de mantener vivas sus
ideas, se ven frenadas e incluso neutralizadas por aquellos individuos que buscan
acabar con la diferencia. Visto desde otra manera, las consecuencias a largo plazo
de este método de violencia, se dan no solo cuando las figuras de un partido se
alejan del mismo, sino que también, se obstaculiza la profesión del sujeto que
busca participar en la política local. En este sentido, los efectos de la violencia son
a la vez de carácter político y moral. Esto en el sentido que la política resulta
afectada en el momento mismo en que se anula la diferencia y la capacidad de
construir comunidad a partir de la convergencia de varias perspectivas y voces
que nutren el diálogo; pero si hablamos de una afectación de carácter moral,
estaríamos haciendo referencia al daño que se infringe al individuo en el momento
en que sus valores e ideales se ven golpeados y aturdidos. La violencia deja como
consecuencia un conflicto entre la acción del perdón, la intención de justicia y un
posible escenario de venganza, de manera que aquí la moralidad entra a tener un
rol importante como repercusión de los escenarios de violencia.

25
2.1 Contexto político y origen del partido de la Unión Patriótica

23 años atrás, es decir, al inicio de la década de 1980, hubo un impacto


significativo para el país debido a la fuerza que el M-19 4 había adquirido por
acciones como el robo de la espada de Bolívar, el robo de armas del cantón norte
y la toma de la embajada de República Dominicana entre 1974 y 1980. Dichas
acciones, que no pudieron ser evitadas por el gobierno de Julio César Turbay5,
fueron las razones que llevaron a Belisario en su nuevo mandato(1982), a
adelantar conversaciones con la guerrilla de las FARC con el fin de dar un primer
paso para la culminación del conflicto armado interno y así abrir un espacio para
que la izquierda colombiana pudiera adherirse con fuerza en la esfera de la
participación política.

Dos años después de iniciar su mandato, el presidente Betancur creó los acuerdos
de “Cese el fuego, tregua y paz”, donde su gobierno y la guerrilla de las FARC
darían lugar a un encuentro en el municipio de La Uribe-departamento del Meta-.
Allí, ambas partes consolidarían un pacto para darle una salida pacífica al conflicto
y crear una estrategia que permitiera vincular a los guerrilleros a la vida política y
con la intención de que abandonaran la lucha armada y subversiva. Para lograr
esto, era necesario generar un compromiso tácito entre las partes para que se
existieran garantías y respaldos por parte del Estado para hacer política y, a su
vez, un pacto de paz por parte de las FARC para trasladar a la arena política sus
ideales y así representar pacíficamente los intereses de la izquierda en Colombia.

De esa manera, en el año de 1985, más específicamente en el mes de mayo, se


crea el movimiento político de izquierda Unión Patriótica. Dicha propuesta, que

4
El Movimiento 19 de Abril nace como la respuesta a un fraude electoral en el año
de 1970 y se consolida como un grupo insurgente que detrás de cada accionar
lleva consigo un mensaje y un discurso político que va encaminado hacia el
empoderamiento del pueblo por el poder del territorio.
5
Político liberal y presidente de Colombia en el período de 1978-1982.

26
pretendía ofrecer al pueblo una forma de gobernar que discrepara de los partidos
tradicionales 6 , permitió que a sus filas ingresaran todo tipo de personas, sin
importar sus ideales, credos, profesiones, costumbres, etc. Así, la UP empezaría a
caracterizarse por ser un partido incluyente y democrático que buscaba fortalecer
sus cimientos a partir de la pluralidad de voces y de pensamientos, de manera
que, se pudiera entrar en la política, evitando todo tipo de sesgos y procurando
darle voz y voto a todas los ciudadanos interesados en apostarle a la paz y en la
construcción de una nueva democracia en Colombia.

Cabe resaltar que la rapidez con que la UP se formó se dio a partir de la unión
entre los fundadores del partido y los militantes del movimiento que, hasta ese
momento, representaba la unión de pequeñas organizaciones y colectivos que
hacían parte de la izquierda colombiana: el partido Comunista7. Dicho partido, al
ver representado en la propuesta de la UP una nueva fuerza que permitía
fortalecer la imagen de la izquierda en el país, no dudaría en forjar alianzas que
con el tiempo, ayudarían a obtener mejores resultados electorales y la aceptación
por parte del pueblo de una política más incluyente y participativa.

6
Durante décadas la política colombiana se centró en una lógica bipartidista entre
el partido Conservador y el partido Liberal. Inclusive, en la década de los 50’s se
creó el Frente Nacional que es conocido como un periodo bajo el cual ambos
partidos (Liberal y Conservador) llegan a un acuerdo para turnarse las
presidencias. Dicha etapa finalizó en 1974 con el gobierno del conservador Misael
Pastrana.
7
El Partido Comunista Colombiano se crea el 17 de julio de 1930 como una
alternativa para que la extrema izquierda entrara a participar en la esfera pública.
El PCC logra tener algunos antecedentes del Partido Socialista Revolucionario y
se consolida con el paso de los años como la mayor fuerza electoral de la
izquierda en Colombia.

27
Logrado el acuerdo y la consolidación del partido Unión Patriótica, el Estado
estaba en la obligación de conceder todas las garantías para que la UP, el partido
Comunista y los desmovilizados de las FARC, pudieran reintegrarse a la vida civil
y participar políticamente en el país. Dichas garantías eran necesarias para que
esa nueva apuesta por la democracia nacional tuviera las mismas condiciones de
participación en las elecciones de 1986 y, a su vez, para que sus militantes y
demás representantes, no sufrieran algún tipo de violación a sus derechos por
parte de grupos paramilitares o de personas que simplemente temían que el poder
político del país cayera en manos de una propuesta política diferente.

Precisamente, de esas elecciones de 1986 surgiría el primer candidato para la


Presidencia de la República por el partido de la Unión Patriótica: Jaime Pardo
Leal. Gracias a su labor la UP obtuvo credibilidad y respaldo en diversos sectores
del país, pues su rostro era símbolo del cambio y de un resurgimiento de la
izquierda como una fuerza influyente en los intereses de los colombianos. Jaime
Pardo Leal fue abogado de la Universidad Nacional de Colombia y trabajó por
varios años en el sector del Poder Judicial, específicamente en los casos del
derecho penal donde su fervor por la justicia y el esclarecimiento de los hechos lo
llevaron a ser reconocido en la esfera política. En medio de esta labor fue
escogido por la UP como candidato a la Presidencia. Sin embargo, este personaje
por su insistencia en encontrar la verdad fue amenazado durante varios años al
punto que lograrían asesinarlo frente a su familia. Gloria Flórez de Pardo, su
esposa, cuenta los momentos en que se originó el asesinato:

Jaime era una de las personas más amenazadas del país, a raíz de todas
sus denuncias y de todo lo que quería hacer. Pensar diferente aquí es
muy complicado… El día que lo asesinaron veníamos todos con él,
nuestros hijos y yo. Ese día veníamos de una finquita que teníamos en La
Mesa. Él estaba feliz. Le gustaba mucho ir a la finca. Salimos de allá a las
3y media de la tarde, un domingo, con un clima muy lindo. Faltando un
cuarto para las 4, los asesinos nos igualaron en otro carro en la carretera

28
de camino hacia Bogotá y le dispararon, lo asesinaron. A Jaime duraron
amenazándolo dos, casi tres años seguidos, todos los días,de día, al
medio día, por la mañana, por la tarde, por la noche, tanto que llegamos a
acostumbrarnos a esa vida... Ya cuando Jaime murió, el 11 de octubre de
1987, empezaron a matar a la gente seguido, seguido, seguido. Todas las
semanas, todos los días había muertos de la Unión Patriótica. Eso era una
cosa selectiva, una cosa constante. A toda hora había la noticia de que
habían matado a fulano, y a los que no lograban matar, les hacían
atentados (Zornosa, 2008: 209).

Las amenazas se habían convertido en un elemento más de la cotidianidad de


Jaime y su familia. Ello no fue motivo de angustia; por el contrario, las amenazas
constantes representaban el compromiso del presidente de la UP con el país. Ello
se vería reflejado en la intencionalidad de Jaime por centrar sus intereses en el
bien colectivo y en la reconstrucción de una democracia sólida y capaz de enlazar
varios actores de la política nacional:

Nosotros guardamos resentimiento porque nos parece que, de pronto, su


sacrificio fue inútil para el país y terrible para nosotros, porque nadie nos lo
va a reponer, nadie nos va a devolver ese hombre con el que
compartíamos la vida, nadie nos va a resarcir los daños tan grandes que
nos causó su partida. De todas formas, a los muchachos, a los jóvenes
que no saben del caso de nosotros, yo les diría que tienen que crecer y
levantarse sin rencores, sin prevenciones, sin odios, porque lo que nos
está acabando a nosotros es eso. Mientras mantengamos odio y rencor en
nuestros corazones, nunca podremos ser felices, nunca podremos tener
paz. Y si hay algo que aquí anhelamos es la paz, y por obtenerla es que
todas estas personas han sido sacrificadas y han entregado su vida
(Zornoza, 2008: 210)

29
Familias como la de Jaime Pardo, y otras víctimas de la violencia política del país,
les cuesta afrontar la pérdida de un ser querido por razones que resultan difíciles
de solucionar dentro del debate político. No obstante, y en medio de su dolor,
prefieren promover un discurso de paz y de reconciliación que permita construir un
espacio para la memoria, la dignidad y la verdad en los diversos casos del
conflicto. Con ello, la UP aboga por el perdón a sus victimarios y por hallar la
verdad en los hechos donde se vieron implicados paramilitares y funcionarios del
gobierno.

Hasta este momento, la reconstrucción de hechos y relatos sobre lo sucedido con


la UP marca un ejercicio de memoria que se enlaza directamente con la historia.
Sin embargo, es importante recalcar que la noción de memoria no implica
directamente hablar de la historia. Al respecto, Pierre Nora afirma que:

La memoria es el recuerdo de un pasado vivido o imaginado. Por esa


razón, la memoria siempre es portada por grupos de seres vivos que
experimentaron los hechos o creen haberlo hecho. La memoria, por
naturaleza, es afectiva, emotiva, abierta a todas las transformaciones,
inconsciente de sus sucesivas transformaciones, vulnerable a toda
manipulación, susceptible de permanecer latente durante largos períodos
y de bruscos despertares. La memoria es siempre un fenómeno colectivo,
aunque sea psicológicamente vivida como individual (Nora, 2006).

Y por otra parte, para Nora la historia se define como:

Por el contrario, la historia es una construcción siempre problemática e


incompleta de aquello que ha dejado de existir, pero que dejó rastros. A
partir de esos rastros, controlados, entrecruzados, comparados, el
historiador trata de reconstituir lo que pudo pasar y, sobre todo, integrar
esos hechos en un conjunto explicativo. La memoria depende en gran
parte de lo mágico y sólo acepta las informaciones que le convienen. La
historia, por el contrario, es una operación puramente intelectual, laica,

30
que exige un análisis y un discurso críticos. La historia permanece; la
memoria va demasiado rápido. La historia reúne; la memoria divide (Nora,
2006).

Esta distinción es importante pues, en primera medida, ayuda a entender el


concepto de memoria histórica como la idea o discurso adoptado por una sociedad
–o en palabras de Nora (2006)- por un grupo de seres vivos que busca reunir
todos los hechos que ocurrieron en un pasado y, a su vez, los que han ocurrido en
un presente con el fin de apropiarse de la historia de la cual hemos sido
responsables y la cual exige que de cierta manera, se tenga plena consciencia de
la identidad que se forma a partir de la reunión y el entendimiento de los
acontecimientos que han marcado el devenir de una comunidad.

Al enlazar el concepto de memoria y su rasgo de individualidad, junto con el rasgo


colectivo e imparcial de la misma, se logra reconstruir un relato donde converjan
los testimonios de las víctimas con las estadísticas y las consecuencias que
dejaron en conjunto cada una de las vivencias de quienes padecieron la violencia
en el caso de la UP. Así, se logra justificar el ejercicio de memoria a través de la
inclusión de los relatos sobre violencia y las estadísticas que dejaron la
instrumentalización de ésta en aras de controlar a la población.

Sin embargo, antes de continuar con la reconstrucción de la memoria histórica por


medio del relato sobre el asesinato de Bernardo Jaramillo, es necesario reflexionar
sobre la manera en que la violencia rompe con la comunidad política. Para ello, es
menester hacer referencia al concepto de Comunidad que postula el filósofo
italiano, Roberto Esposito:

La comunidad es una “propiedad” de los sujetos que une: un atributo, una


determinación, un predicado que los califica como pertenecientes al
mismo conjunto. O inclusive a una “sustancia” producida por su unión. En
todo caso se concibe a la comunidad como una cualidad que se agrega a
su naturaleza de sujetos, haciéndolos también sujetos de comunidad. […]

31
la comunidad es un bien, un valor, una esencia que –según los casos- se
puede perder y reencontrar como algo que nos perteneció en otro tiempo y
que por eso podrá volver a pertenecernos (Esposito, 2003: 23).

Con la violencia se rompe un tejido social y político difícil de reparar. Se desatan


formas de ser en común que buscaban posibilidades de transformación social. En
sentido estricto, la violencia resulta contundente porque genera rupturas sobre la
base de años de pensamiento político, de organización, de formas de asociación,
etc. Además de ello, la ausencia de un individuo, en un modelo de familia o en un
colectivo político, representa una desesperanza en aras que el daño causado es
irremediable, lo que conlleva necesariamente a resarcir ese dolor a través de
ejercicios de memoria y de reconciliación que, de alguna manera, les den a las
víctimas una razón para no recaer en discursos de venganza ante los victimarios y
demás agentes que han promovido el conflicto.

El hecho de trabajar sobre la memoria de las víctimas permite que, de alguna


forma, se recuperen discursos democráticos donde se reúnan testimonios y se
hable mejor de varias memorias, logrando así un reconocimiento y un escenario
de memoria histórica:

El equipo de investigación parte del reconocimiento de que la memoria


histórica participa de los procesos de democratización en situaciones de
conflicto. Desde esa perspectiva, trabajar la memoria histórica implica
incluir voces que han sido continuamente excluidas y suprimidas de los
procesos de elaboración de la historia, sobre todo de aquella versión que
se selecciona para ser oficializada en textos escolares, discursos públicos,
monumentos o museos (Memoria Histórica, 2009: 26).

El ejercicio de reconstrucción de memoria histórica implica generar espacios de


reconocimiento e inclusión de voces y narraciones que nunca fueron escuchadas
a la hora de replantear el modo o el sistema con el cual se estaba contando la
historia del conflicto armado en Colombia. Debido a esto resulta pertinente la

32
participación de una pluralidad que hable más allá de versiones oficiales y
parcializadas, pues emitir juicios sobre lo sucedido a partir de una versión sesgada
puede generar otro escenario de conflicto tras la mala interpretación de los
hechos. De ahí que se decida incluir varios relatos que den cuenta de la
persecución y los asesinatos sistemáticos que simbolizan la instrumentalización de
la violencia en el campo de la política y en el elemento de la pluralidad,
específicamente.

Como bien se decía, la acogida de la UP por parte del pueblo colombiano fue más
que satisfactoria para el partido y sorprendente para la clase política tradicional del
país. Según los datos que se encuentran en El baile rojo (2008),puede observarse
que en su primera participación en la democracia colombiana en 1985 y 1986, los
resultados de los comicios fueron los siguientes:

Son elegidos 14 congresistas para Cámara y Senado (entre estos dos


comandantes guerrilleros), 18 diputados para 11 Asambleas
Departamentales y 335 concejales para 187 Concejos. Es la más alta
votación jamás alcanzada por un partido independiente o de izquierda en
Colombia. Poco después, en mayo de ese mismo año, su candidato a la
Presidencia de la República, el ex magistrado y sindicalista Jaime Pardo
Leal, alcanza más de 320 mil votos. (Zornosa, 2008: 23)

Tras estos primeros resultados, la UP entendió que debía apostar con mayor
fuerza para unas próximas elecciones, pues, los resultados obtenidos en su
primera aparición sobrepasaron las expectativas. Así, tras la confianza que el
pueblo les dio y la influencia que el partido adquirió a lo largo del territorio, algunos
sectores de derecha y de los partidos tradicionales expresaron su preocupación
por la imposición de una nueva alternativa en la vida política y decidieron tomar
medidas que, como lo hemos notado, no fueron las mejores, debido a que la
violencia se impuso por encima de cualquier otra solución para retomar el poder
en las votaciones y en la confianza de la gente. De tal manera que el auge de su

33
participación política en el país, se constituyó en un eje de violencia y crecimiento
del conflicto armado interno. Lo anterior debido a que la lucha por el poder
involucraba varios agentes armados que buscarían obtener el dominio del territorio
y la intención de voto. Esto anterior, con el objeto de contrarrestar el poder que
había adquirido la UP en sus inicios. Así, agentes armados, legales e ilegales, a
saber: los paramilitares, el ejército y los narcotraficantes de la talla de Pablo
Escobar y de Gonzalo Rodríguez Gacha8, serían importantes para la extensión del
conflicto y el inicio de una era de violencia marcada por el lucro, el interés político
y el poder.

Visto el crecimiento de violencia lo que se presenta a continuación se relaciona a


partir de algunas tablas estadísticas elaboradas por el informe del Centro de
Memoria, Paz y Reconciliación (2011) sobre lo sucedido con la UP. A partir de
dicho contenido se puede analizar la forma en la que se llevó a cabo el exterminio
del partido político de la Unión Patriótica a través de los años. En la primera tabla
se encuentra el listado de votos que obtuvo la UP para la presidencia durante la
época de 1982 a1994; posteriormente, se dan a conocer dos tablas que
comprenden un lapso de 1984 a 1997 sobre los asesinatos que se dieron cada
año y sobre las profesiones o labores que se vieron más afectados durante este
tiempo.

TABLA 1. Índice de votos por departamento al candidato presidencial de la


UP (1982-1994)

Departamento Presidente Presidente Asamblea Presidente


1982 1986 Nacional 1994

8
Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha fueron dos narcotraficantes del
Cartel de Medellín. Ambos desataron una oleada de violencia a lo largo del
territorio nacional no solamente contra los carteles de Cali y del Norte del Valle,
sino también contra el Estado y la Guerrilla.

34
Constituyente
1990

1982 Gerardo 1986 Jaime 1990 Lista 1994 Alberto


Molina Pardo Leal Única por el Mendoza
derecho a la
vida
Amazonas 122 100 25
Antioquia 9328 33.900 14.296 4.748
Arauca 81 8.270 3.676 4.784
Atlántico 2.220 9.272 2.247 743
Bolívar 923 6.284 3.875 252
Boyacá 1.279 4.814 1.506 311
Caldas 1.119 5.801 1.030 377
Caquetá 4.925 12.813 3.506 1.694
Casanare 28 1.435 386 32
Cauca 2.738 8.838 2.503 818
Cesar 237 6.870 3.859 348
Chocó 691 1.407 1.807 573
Córdoba 265 4.319 1.262 194
Cundinamarca 22.928 66.439 16.874 6.498
Guainía 29 1.273 102 14
Guajira 48 1.093 242 71
Guaviare 479 7.807 381 381
Huila 3.043 17.209 2.949 878
Magdalena 347 4.317 2.318 181
Meta 5.173 27.218 4.580 2.140
Nariño 1.554 6.377 1.549 618
Norte de 708 6.187 4.961 508

35
Santander
Putumayo 202 1.228 761 240
Quindío 1.629 6.685 825 532
Risaralda 1.762 6.152 2.097 622
Santander 4.921 29.682 5.229 1.552
Sucre 152 1.454 2.594 206
Tolima 7.544 16.862 4.597 3.137
Valle 7.943 22.049 4.821 1.839
Vaupés 8 385 20 4
Vichada 3 1.402 132 27
San Andrés 11 82 13 6
Islas
Exterior 630 706 84
TOTAL 82.858 328.752 94.998 34.437
VOTOS
Porcentaje 1,20% 4,54% 2,56% 0,59%
total nacional
Gráfica tomada del informe del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación: Unión
Patriótica: Expedientes contra el olvido (2012).

Como se menciona anteriormente, la aceptación del partido de la UP en la política


fue más que satisfactoria y los resultados obtenidos para congresistas y
concejales habla mucho de la intención del pueblo. Cabe aclarar que resulta
necesario incluir al candidato presidencial del Frente Democrático9 para1992. Este

9
El Frente Democrático nace como una unión de diversos sectores de la izquierda
Colombiana para promover la participación y la pluralidad de la diferencia en la
democracia y en la política bipartidista que aún seguía presentándose a finales de
la década de los 70’s. De manera que el 19 de diciembre de 1979, se crea esta

36
se convirtió en la opción más representativa de la izquierda en Colombia: Gerardo
Molina. De manera que, antes de la UP y con la incursión del partido en la arena
política, se vería un gran cambio significativo respecto de la intención de voto por
parte de la sociedad colombiana.

Así, en departamentos como Antioquia, Cundinamarca, Huila, Meta, Santander,


entre otros, es notorio el cambio que hubo entre 1982 y 1986 en favor de la
izquierda. Prácticamente, se triplicaron las votaciones a favor de la política de
izquierda pactada por la UP en cabeza de Jaime Pardo Leal. Posteriormente, y
casi que de manera automática, se vendría toda una ola de asesinatos y
persecución encontra de la UP hasta lograr que en las siguientes elecciones
(1990) la intención de voto fuera casi la misma o incluso inferior a la que se tenía
en el año de 1982.

Siguiendo el hilo conductor de la narración, vale la pena situarse en la década del


90, época en la que la Unión Patriótica ya estaba seriamente afectada y
disminuida por la violencia que habían ejercido sobre ellos los grupos paramilitares
y el Estado. De manera que, llegados a este punto, el relato de Mariela Barragán
ayuda a comprender otros de los hechos fatídicos del partido: el asesinato de
Bernardo Jaramillo Ossa, Senador de la República en 1990 y posible candidato a
la presidencia por la UP, en las elecciones del mismo año. Mariela, quien fue su
pareja durante casi dos años, conoció a Bernardo y consigo su talante para hacer
política en el país. En dicho sentido, su postulación para la presidencia por parte
de la UP no sólo nació de su liderazgo y responsabilidad con este partido, sino
que también se dio por su compromiso con el Partido Comunista y con las clases
menos favorecidas. Infortunadamente, y como dijimos al inicio de este párrafo,
Bernardo Jaramillo no logró ser, de manera oficial, candidato a la Presidencia de

iniciativa para impulsar la presencia de la izquierda en la esfera pública del


Estado.

37
la República, pues el 22 de marzo de 1990 fue asesinado en el Puente Aéreode la
ciudad de Bogotá previo a su vuelo hacia la ciudad de Santa Marta:

Bernardo salió elegido senador de la República el 13 de marzo, y el 22 de


marzo, que era un jueves, salimos de viaje a Santa Marta. Él iba a
preparar el Pleno del Partido Comunista y de la Unión Patriótica para
iniciar la campaña a la Presidencia de la República… Ese día, salimos
muy rápido hacia el aeropuerto. Bernardo no quiso ponerse el chaleco
antibalas. Cuando llegamos a la puerta del Puente Aéreo, él me tomó de
la mano, y empezamos a caminar. Eran las 8 y cuarto de la mañana.
Llegamos a la droguería del Puente Aéreo. Yo sentí unos disparos
enfrente –no vi lo que estaba pasando sino que sentí los disparos- y a lo
lejos vi un agente de Policía. Entonces pensé que se trataba de un robo.
Uno de los escoltas –que eran dieciséis- me empujó. Yo caí encima de
Bernardo. Él ya estaba herido. Al caer, rompió los vidrios de la droguería,
y yo caí sobre él. Me dijo entonces: “¡Mi amor, no siento las piernas! ¡Esos
hijueputas me mataron, me voy a morir! ¡Abrázame y protégeme!”. Yo lo
abracé. Continuaron los disparos… Entre todos alzamos a Bernardo y lo
entramos al carro. Perdió el conocimiento cuando lo llevábamos hacia la
clínica. Yo lo tenía abrazado. Después entró en shock y no habló más. En
ese momento uno no piensa, sólo reacciona. Yo lloraba, gritaba, rezaba,
ordenaba que el carro anduviera más rápido. Bernardo murió en la mesa
de operaciones a las dos horas, a las 10 de la mañana, o un poco antes
(Zornosa, 2008: 185).

Nuevamente, se vería frustrado el intento de la UP por participar de manera de


manera significativa en la democracia del país. La esperanza que se había
depositado en las ideas de Bernardo Jaramillo Ossa para ser presidente de
Colombia y lograr que prosperaran sus proyectos mantenía la confianza del
partido por arrebatarle el poder a sus contrincantes y así transformar la manera en
que se entendía la democracia, con tan solo dos partidos en el poder. Sin

38
embargo, para el año de 1990 los militantes y simpatizantes de la UP habían
disminuido considerablemente en comparación de los que estuvieron presentes
para las elecciones de 1986. Como lo hemos insistido, la violencia desata un
entramado social que, en este caso, construía las bases de un país democrático y
plural. Este es, un elemento crucial de la violencia: la anulación de la pluralidad, de
las posibilidades de pensar y construir desde lo singular y la diferencia. De lo
anterior se deriva que:

La política se convierte en medio para garantizar un cierto orden, para


neutralizar el conflicto disponiendo de los medios para ello, mientras que el
poder como potencialidad de la pluralidad para actuar en una empresa en
común tiende a identificarse con la instrumentalidad de la violencia
(Quintana, 2012: 52).

Aquí se presenta, entonces, la problemática de la pluralidad como objetivo


primordial de la violencia al querer ser suprimida y así manipular y dominar con
mayor facilidad a las masas. Dicho de otra manera, al existir una pluralidad de
seres y pensamientos se crea un ambiente de diálogo y de construcción de ideas
donde la comunicación de todos los actores políticos permite que se desarrolle un
gobierno íntegro y transparente. Esto se distancia claramente de los totalitarismos
y de los escenarios de violencia. Por ende, la violencia lo que busca es generar
una separación de esa pluralidad haciendo ver a la diferencia o al otro como algo
negativo para nosotros y así generar terror ante la alteridad.

Ya con la siguiente tabla se puede evidenciar la manera sitemática en que se


efectúan los asesinatos en contra de los militantes de la UP. Así se da cuenta del
número de víctimas que hubo por año y se ilustra el exterminio generado para
evitar que un partido de izquierda pudiera hacerse con el poder político del país.

TABLA 2. Índice parcial de víctimas a nivel nacional (1984-1997)

39
Total nacional parcial víctimas UP 1984-1997 por
años
300 278

250 231

200 179
163
150 121 117
95 103 asesinatos
100 77 75 73
50 36
12 23 15
0
1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 NRF

Gráfica tomada del informe del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación: Unión
Patriótica: Expedientes contra el olvido (2012).

De lo anterior se deduce que desde el mismo momento en que la UP logró


consolidarse como una fuerza política, empezaron a aparecer las víctimas de
dicho partido. En los primeros cuatro años, es decir, de 1985 a 1989, los
asesinatos se dieron a gran escala; y en el 88, a dos años de las próximas
votaciones, aparece el peor año en la historia de la UP. En ese lapso ocurren 278
asesinatos de militantes, familiares y allegados a la corriente izquierdista de la UP.
Por tanto para las próximas elecciones de 1990, donde Bernardo Jaramillo
asumiría el rol de candidato presidencial por la Unión Patriótica, el partido llegaba
debilitado tras obtener una cifra de 1061 víctimas en cinco años de existencia y
participación política. Tras esas estadísticas, era de esperarse que la gente
sintiera pánico de apoyar sus políticas de gobierno, pues habían llegado a la
conclusión que todo aquel que estuviera a favor de la izquierda, sería declarado
objetivo militar.

Ahora, en medio de esta estrategia para acabar con la izquierda en Colombia, se


creó una especie de orden o de objetivos que serían más importantes de

40
zanjarque otros. Aunque de fondo la única razón para matar a una persona era
que fuera de la UP –pues podía ser tildado de guerrillero o revolucionario- existía
cierta prelación por acabar con los activistas, concejales, dirigentes y
simpatizantes del partido. Para reafirmar dicha idea, se trae a colación la tercera y
última tabla que permite ilustrar el exterminio que hubo para borrar del mapa
político a la Unión Patriótica.

TABLA 3. Número de víctimas por actividado nexo con el partido de la UP


(1984-1997)

Víctimas totales por actividad 1984-1997 Asesin…

900 835
800
700
600
500
400
300
196
200 145 129
100 58 38
15 1 9 1 12 2 1 2 11 21 24 27 1 33 1 6 4 9 4 3 3 3 4
0
Activistas/militan…

Candidato…

Candidatos…

Concejal…

Gobernador…

Insurgentes en…

Tesoreros…
Dirigente JUCO
Diputados
Alcaldes

Concejales

Niños
Personeros

Representantes

Simpatizantes
Dirigente PCC

Inspectores
Concejal liberal

Dirigente comunal

Dirigente UP

Periodistas

Senadores
Candidato Concejo

Menor activista
Dirigente Liberal
Auditor contraloria

Dirigente agrario

Dirigente Sindical
Candidato alcaldía

Gráfica tomada del informe del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación: Unión
Patriótica: Expedientes contra el olvido (2012).

Aunque la lista incluye niños, gobernadores, periodistas, alcaldes, guerrilleros,


etc., la persecución se centróen todas aquellas personas que estuvieran
participando e incitando activamente a la gente a unirse a las políticas de izquierda
de la UP. Así, aquellos que ya eran militantes y los que se convirtieron en simples
simpatizantes, serían el blanco principal para los sicarios y todas las personas

41
involucradas en los crímenes en contra del partido. De modo que, entre militantes
y simpatizantes hubo más de mil muertos. Prácticamente, llevaron al partido a
exigir garantías para su participación en la política y que representaran un motivo
más para continuar trabajando en función del poder y, a su vez, para lograr
esclarecer varios de los asesinatos que quedaron en la impunidad.

La presentación de estas cifras y estadísticas resultan relevantes, pues en la


reconstrucción de un hecho histórico, como lo fue el exterminio de un partido, es
necesario obtener datos concretos sobre cuáles y cuántos fueron los crímenes
cometidos. De esta manera se pueden estudiar a fondo los casos que se han
podido resolver y aquellos que han quedado en la impunidad. La intención es
poder colaborar con la verdad y con las garantías necesarias para que no se repita
un evento de estas magnitudes y se pueda participar tranquilamente en la
democracia del país.

En el texto de Romero (2008), y retomando las palabras de Mariela, se dice que


es imposible aceptar la impunidad ante los crímenes cometidos contra la UP. Pese
a eso, y a la incapacidad de creer en el Estado, Mariela reafirma la importancia de
reconstruir el pensamiento de los colombianos y configurar un escenario de
diálogo en la política y así las diferencias se solucionen por medio del debate. Se
intenta que la violencia no siga siendo parte de la esfera del poder y de las
dinámicas de gobierno:

Tenemos que tener unas instituciones fuertes, un Estado en el cual confiar


y no un Estado enemigo. También hay que pacificar el país. Tenemos que
lograr que sea la política la que dirija el fusil y no el fusil el que dirija la
política. Los colombianos tenemos que intentar acabar con esta guerra y
reconciliarnos finalmente porque la violencia nunca se olvida, deja huellas
indelebles. Tenemos entonces que evitar que otros colombianos la sufran
(Zornosa, 2008: 186).

42
Los relatos mencionados en el texto permiten evidenciar, precisamente, esas
huellas indelebles que pueden ser vistas desde el desespero, el horror y la
tragedia que trae consigo enfrentar la muerte propia o de algún allegado. El hecho
de enfrentarse a una realidad que habla de la intolerancia y de la incapacidad de
algunos sectores de solucionar las discrepancias por la vía del diálogo, deja
entrever que el poder como fin para gobernar puede llevar a una lógica de la
violencia que busca dominar a las masas a través del miedo y el control que
ejercen las armas.

Sin embargo, la lección final que dejan las víctimas y las cifras de la UP tiene que
ver, por un lado, con la importancia de comprender la pluralidad y de salvaguardar
la vida dada la condición humana en el plano de la esfera pública. Por otra parte,
este tipo de ejercicios permite hacer una reconstrucción de la memoria histórica
del país, no solo en lo que respecta a este exterminio, sino en general a todas las
masacres y enfrentamientos que se han generado por ideales políticos y por
diversos factores sociales. Así, el rol de la memoria histórica permite reconocer
dinámicas y contextos que respaldan la apuesta de este trabajo sobre el
entendimiento o la comprensión del exterminio de la Unión Patriótica, a través de
la lógica de dominación y poder que se expone a través del concepto filosófico de
la violencia y su uso instrumental para dominar a las masas y así llegar de manera
breve al poder.

En conclusión, incluir espacios para la memoria histórica abre la posibilidad de


hablar sobre el concepto de comprensión de la historia y del modo en que está ha
ocurrido. Dicho de otra manera, la articulación del concepto de violencia como eje
temático junto con los relatos de las víctimas de la UP como referente histórico,
facilita la tarea de comprender la responsabilidad de todos en los sucesos que
nutrieron la guerra por medio de la anulación de la pluralidad, de la comunidad y
de la intencionalidad por regenerar el poder del Estado.

43
Capítulo 3: Comprensióndel concepto de violencia en el exterminio de la
Unión Patriótica

La acción que permite reconocer en el contexto del conflicto armado colombiano la


importancia del concepto de violencia en Hannah Arendt (2010), se atesora en la
posibilidad de comprensión. A través del concepto de comprensión, se logra
establecer un diálogo entre lo que se reconstruyó teóricamente con el concepto de
violencia y la descripción detallada sobre el exterminio del partido político de la
Unión Patriótica. Así, el rol de la comprensión en este punto de la investigación
está en desarrollar un ejercicio práctico, donde se demuestre cuál es la
importancia de incluir un escenario de reflexión y comprensión y, a su vez, donde
se explique por qué esta metodología ayuda a identificar las consecuencias del
estudio sobre la violencia y su instrumentalización en la política.

Con base en lo anterior, el desarrollo del capítulo propone una aproximación al


concepto de comprensión 10 , reuniendo los elementos que conforman dicha
conceptualización y llevándola a la práctica. A continuación, podrán señalarse los
momentos críticos en los cuales se evidenció la desaparición sistemática de la UP,
de tal manera que se puede argumentar. Finalmente, comprender qué
implicaciones trae la desaparición forzada de un partido político y cómo esto
afecta la pluralidad y la acción de la política, elementos que para Arendt resultan
fundamentales en la constitución de la comunidad y su función en el espacio
público.

La reconciliación, y más en temas de paz y memoria histórica, se han erigido


como un concepto vital que enlaza la acción del comprender en Arendt y la
apuesta de este trabajo de investigación sobre el concepto de violencia a partir del
estudio sobre el caso de la UP. En la comprensión está implícito ese objetivo de la
10
La comprensión, según Arendt, otorga sentido y conciliación al individuo frente al mundo al reconocer su
historia y adoptar una postura moral ante los acontecimientos que interfieren e influencian el devenir de la
comunidad.

44
reconciliación, es decir, que son acciones paralelas. Dicho de otra manera, en el
instante mismo en que yo como sujeto analizo y comprendo mi objeto de estudio,
logro establecer una postura que me acerca hacia aquello que quiero comprender.
De ese modo, es indispensable que yo como sujeto pueda eliminar los prejuicios y
las diferencias y así poder conciliar e iniciar mi acción de comprender sin
elementos que determinen mi análisis y mi vivencia con el objeto de estudio. Por
ello:

Lo importante, por tanto, no es sólo la comprensión, sino también el hecho


de ser comprendido, el hecho de que a través de la comprensión se
establece el contacto con otras personas. Y precisamente este aspecto se
da más nítidamente en el contexto narrativo que en la comprensión
(Arendt, 2010:23).

Lograr la comprensión y ser comprendido no solo refiere al tiempo presente, al


tiempo actual. Lograr ambas partes se da también en el momento en que tenemos
contacto con el pasado y establecemos una especie de vínculo con las memorias
y las historias de aquellas personas que habitaron la época que se busca estudiar.
Es por ello que la comprensión está asociada a la manera en que interpretamos y
narramos el tiempo, específicamente, en la manera en que Arendt ofrece un
método de estudio de la historia, pues al relatar los hechos cumbres o relevantes
de una época es posible entender las razones por las cuales sucedieron las cosas.
En otras palabras, al narrar la historia desde los puntos álgidos y no desde una
cronología y causalidad, es más factible determinar los factores y los detalles que
hacen de una época una experiencia particular. Así, en el caso de la UP, al decidir
estudiar y comprender su exterminio, se logra dar cuenta que los puntos clave de
la época se centran en una persecución sistemática a través de la violencia y de
su uso como herramienta de dominación y recuperación del poder y el terreno
político.

Teniendo en cuenta lo anterior, también diremos que:

45
La comprensión (understanding), diferenciada de la información correcta y
del conocimiento científico, es un proceso complicado que nunca produce
resultados inequívocos. Es una actividad sin final, en constante cambio y
variación, por medio de la cual aceptamos la realidad y nos reconciliamos
con ella, esto es, intentamos sentirnos a gusto en el mundo(Arendt, 2010:
3).

Arendt (2010) no busca hacer de la comprensión una epistemología que faculte a


los individuos para encontrar perspectivas y verdades exactas; por el contrario, lo
que la filósofa alemana busca es hacer de la comprensión un canal que permita
entender e interpretar la realidad de manera que se pueda, como señala en la cita,
sentirnos a gusto con el mundo dado que al entender nuestro entorno se logra un
concilio entre éste y nuestro rol como ciudadanos responsables de la historia. En
otras palabras, la comprensión es necesaria para asumir una postura moral sobre
la cotidianidad, es decir, que allí se logran espacios de entendimiento sobre las
acciones que nos interpelan y determinan como sujetos y, a su vez, como
comunidad. Así, se genera también la posibilidad de pensar la historia que se
cierne sobre nosotros y que, de alguna manera, ha guiado el acontecer de lo que
se vive en la actualidad de la sociedad a la cual pertenecemos como individuos.

Es necesario aclarar que para generar la actividad del comprender es necesario


tener un conocimiento previo: “Aunque el conocimiento y la comprensión no son lo
mismo, están relacionados. La comprensión se basa en el conocimiento, y éste no
puede proceder sin una comprensión preliminar y todavía no articulada” (Arendt,
2010: 8). De ese modo, comprender no significa que conocemos a cabalidad lo
que sucede a nuestro alrededor, pues como se decía anteriormente, no se trata de
un conocimiento exacto; sino que por el contrario se pretende mantener viva la
intención de analizar el tiempo y el lugar al que pertenecemos, de allí que sea un
ejercicio de retroalimentación constante.

46
Con base en lo anterior, y teniendo en cuenta el exterminio de la UP, se dirá
entonces que el enlace que permite unir ambos elementos está, precisamente, en
el ejercicio de la retroalimentación y de un ejercicio donde la comprensión y el
conocimiento se intercalan para explicar las causas del exterminio y determinar las
repercusiones en la política y en los ideales de democracia y pluralidad. Si bien
existen numerosos análisis y estudios que han contribuido a reconocer la
desaparición del partido político de la Unión Patriótica, lo que se busca en este
caso en particular es apostarle a una comprensión, es decir, a construir una nueva
mirada sobre lo que dicho acontecimiento pudo simbolizar para la historia de
Colombia y para las dinámicas de la violencia que tanto afectaron a la política. De
forma que en el momento en que en lo individual y en lo colectivo se consiga
reconciliar con el acontecimiento, se pueda aceptar la responsabilidad que todos
cargan con ese momento de la historia. Así, el ejercicio filosófico se enfoca en
pensar y replantear cómo la anulación de la pluralidad que se ve representada en
el partido político de la UP, es un caso que refiere a los conceptos de dominación,
miedo e instrumentalización de la violencia como medio que permite llegar o,
específicamente en esta oportunidad, para llegar la recuperación del poder por
parte de los actores tradicionales en la política colombiana.

Para Arendt, la comprensión política se entiende como: “La comprensión de los


asuntos políticos e históricos, en cuanto que éstos son tan profunda y
fundamentalmente humanos, tiene algo en común con la comprensión de las
personas: sólo conocemos quién es esencialmente alguien tras su muerte”
(Arendt, 2010: 5). Lo anterior nos permite asociar el concepto de comprensión con
el estudio y la recapitulación de lo sucedido con la UP durante las décadas de
1980 y 1990. Esto, en la medida en que la desaparición y exterminio del partido
arroja hechos y elementos que hablan de la importancia de este acontecimiento
histórico del conflicto armado en Colombia. La muerte de militantes y dirigentes,
junto con los exilios de los mismos, representa un ejercicio sistemático de
persecución derivado en una acción violenta, que según lo que se ha visto en

47
Arendt, causa un distanciamiento con el poder consensuado y se acerca a los
espacios de dominación y recuperación del territorio:

Pero las armas y el combate pertenecen a la esfera de la violencia, y ésta,


que es distinta del poder, es muda; la violencia empieza allí donde el
discurso acaba. Las palabras usadas con el propósito de combatir pierden
su cualidad de discurso: se transforman en clichés. La difusión con la que
los clichés se han introducido subrepticiamente en nuestro lenguaje y
discusiones cotidianas nos puede indicar bastante bien no sólo hasta qué
punto nos hemos privado de la facultad del discurso, sino además hasta
qué punto estamos dispuestos a usar medios violentos más efectivos que
los malos libros con los que resolver nuestras disputas (y sólo los malos
libros pueden ser buenas armas (Arendt, 1995: 4).

Al conocer que la violencia es ausencia de poder y de discurso, es posible


comprender que la historia de la UP es un símbolo de la incapacidad del Estado
colombiano de, por un lado, asumir y aceptar la diferencia en el escenario político;
y por el otro lado, de discutir y solucionar aquellas discrepancias sobre el poder en
un terreno del diálogo y de la confrontación de ideas. Dicho de otra forma, la
comprensión en Arendt ayuda a analizar y reinterpretar la historia en tanto que
obliga a conocer el objeto de estudio, es decir que, en este caso, impulsa la tarea
de reconocer el contexto bajo el cual se desarrollaron los acontecimientos que
desencadenaron en el uso indiscriminado de la violencia para reducir el discurso
político de la UP. Así pues, el ejercicio de comprender se convierta a su vez en
una acción de responsabilidad en tanto que asumimos una postura y un
entendimiento sobre lo político y lo social en el entorno que nos compete:

Comprender quiere decir, más bien, investigar y soportar de manera


consciente la carga que nuestro siglo ha puesto sobre nuestros hombros;
y hacerlo de una forma que no sea ni negar su existencia ni derrumbarse
bajo su peso. Dicho brevemente: mirar la realidad cara a cara y hacerle

48
frente de forma desprejuiciada y atenta, sea cual sea su apariencia
(Arendt, 2010: 14).

Esta noción de responsabilidad que reúne la influencia y la acción de todos, es


decir, de un plano público, resulta útil para preguntarse: ¿qué hacemos todos
como sociedad ante lo sucedido con la UP? ¿Cómo podemos repensar qué
posturas y qué decisiones se están tomando respecto a un suceso tan importante
como el exterminio de un partido político? Teniendo en cuenta que toda la
simbología existente, detrás de ello como actúa una negación de la democracia, la
pluralidad y la diferencia, que yace, precisamente, en esa convergencia de
posturas que recaen en el Espacio público:

El espacio público tan solo se puede institucionalizar gracias a que en él


hay personas que asumen cargos y realizan las funciones a las que se
han comprometido […] La responsabilidad de cada ciudadano y de cada
funcionario público garantiza la claridad en los procesos institucionales y el
respeto por la comunidad a la que pertenece la institución y por las
personas que la conforman. Si faltan esa claridad y ese compromiso tiene
lugar la despersonalización del espacio público, lo cual a su vez puede
llevar a ya sea a la burocratización, al gobierno de nadie o a cumplir las
funciones sin tener presentes la misión y el servicio propio de las
instituciones y sin responder por los procesos que en ellas tienen lugar ni
por sus resultados (Vargas, 2009:76).

La responsabilidad juega un rol importante en el sentido que nos permite entender


cómo la persona debe ser consciente de que sus acciones y reflexiones tienen
una consecuencia para el espacio público. Basta comprender que esa repercusión
también recae en todos aquellos que comparten este lugar a través de intereses y
de ideas que bien pueden ser compartidas o bien pueden ser diferentes.

Al entender el espacio público como el lugar donde las personas interactúan e


intercambian posturas para generar nuevos caminos en la política, se puede hallar

49
de manera implícita el elemento de la acción. En ese instante es donde los
diferentes colectivos buscan generar comunicación con el fin aceptar la
singularidad de cada uno y de los otros, de manera que se crea un marco de
reconocimiento y de aceptación hacia lo similar y lo diferente. Para Vargas:

La condición fundamental para que surja la acción es que exista un


espacio de aparición, un escenario donde se encuentren las personas a
discutir y deliberar sobre los asuntos que le conciernen a la comunidad
[…] La acción política tan solo puede surgir donde previamente existe un
tejido de relaciones interpersonales, y por esta vía un ethos, tradiciones,
costumbres, convicciones, modos reglamentados e implícitos de deliberar
y discutir (Vargas, 2009:71).

Ese estado de aparición es lo que se entiende por espacio público, de manera que
con la cita anterior se reafirma que es necesaria la existencia de ambos elementos
para que surja la política, sobre todo, como un resultado de interacción y de
debate público ante las diferentes reflexiones que se puedan dar en la pluralidad
de pensamientos y voces que se hallan en todas y cada una de las singularidades
presentes en el espacio público11.

Según Heuer, “Responsabilidad no significa actuar con una actitud moral, sino
política, intersubjetiva” (2012: 27). Es decir, que hablar de responsabilidad en este
caso refiere a asumir un rol que comprometa nuestra acción con el escenario
público y por ende con el campo de la política. De ahí, que para responder a la
pregunta sobre qué debemos hacer cómo sociedad y cómo podemos repensar lo
sucedido, se debe, en primer lugar, asumir la responsabilidad que todos tenemos
como actores de lo público. De manera que se puedan llevar a cabo diversas

11
El espacio público se define entonces como el espacio donde la acción política
se lleva a cabo. Es decir, que el espacio público es el lugar donde es posible que
los individuos que actúan en comunidad puedan debatir y dialogar desde lo plural,
todo lo que concierne al ejercicio de gobernar.

50
acciones que aclaren el acontecimiento de la desaparición de la Unión Patriótica y
así reelaborar el caso a partir de las herramientas que Arendt ofrece para estudiar
escenarios totalitarios, donde la violencia se encarga de erradicar el poder
consensuado y establecer espacios de control, terror y aislamiento.

Hacer frente a un episodio del conflicto armado en Colombia como lo fue el


exterminio político de la UP es, precisamente, un ejercicio de arduo trabajo e
investigación. Las desviaciones y la impunidad frente al caso hacen que, en
muchas ocasiones, sea difícil hallar datos verídicos y completos sobre lo ocurrido.
Así, al encarar este tipo de momentos en la historia, se logra entrever el rigor y la
puntualidad con la que hay que analizar y comprender lo sucedido, pues allí se
hace necesario tumbar todo tipo de prejuicios, tal como se menciona en la cita
anterior, de modo que se pueda poner entredicho lo que ya se ha afirmado y así
hallar una nueva perspectiva y un nuevo aporte al estudio y comprensión del
partido político de la UP.

Además, la tarea de volver a este tipo de escenarios de violencia y conflicto


armado a partir de un proceso de comprensión trae consigo objetivos claros: la no
repetición de las catástrofes y la reconciliación con las tragedias que ya ocurrieron.
Esto supone que al comprender se está realizando un ejercicio de memoria y de
retrospección. Dado que el hecho de estudiar cada suceso y cada uno de los
agentes que intervinieron o hicieron posible la tragedia, permite que se genere una
especie de cadena donde la interpretación y la comprensión de cada detalle nos
puede llevar a otros espacios, a otras temáticas y a otras conclusiones que
pueden apartarse o no, de las que ya se han establecido a lo largo de la historia y
de las investigaciones. De tal forma, al adquirir o asumir una postura de
conciliación y de negación ante el mal que dejó dicho acontecimiento, se acepta
que éste no debe volver a ocurrir, lo que conlleva a que, individual y
colectivamente, asumamos un juicio y una responsabilidad con el acontecimiento
que se dio en el pasado y el que se logra evitar en el presente debido al
conocimiento adquirido tras lo estudiado. Lo anterior, en palabras de Arendt,

51
permite inferir que: “comprender es una actividad sin término, que nos permite
conocer la realidad, que se halla en continuo cambio y transformación, y
reconciliarnos con ella. Es decir mediante ella intentamos sentirnos en casa en el
mundo” (2010: 15). Así, un proceso amplio de comprensión implica que no haya
repetición, que no se alimenten las huestes de violencia. En otras palabras, la
comprensión vehicula un enfrentamiento con la realidad de cara a imputar las
responsabilidades tanto colectivas como individuales, logrando así, que la
comprensión aporte a una posible transformación de la sociedad y la política en
tanto que la comunidad se apropia del espacio público y actúa de tal manera que
se eviten repetir aquellos acontecimientos que entorpecieron o enlodaron el buen
ejercicio del poder avalado por la pluralidad y enmarcaron una etapa de la historia
por medio de la violencia y el terror que se subordina de ésta.

¿Cómo se puede entender entonces un exterminio político a partir de lo que


Arendt define como violencia? Para responder a ello hay que pasar, en principio,
por recordar y reconocer que en la política es indispensable la presencia de una
pluralidad y de una acción que defina y enmarque los diversos actores que
participan en ella. Este es el compromiso de quienes pertenecen a la esfera
pública, preservando la vida de quienes permiten que el diálogo se dé a través de
la divergencia y discrepancia de ideas que buscan un mismo propósito: el
bienestar de la sociedad y el Estado en general:

La política, se dice, es una necesidad ineludible para la vida humana,


tanto individual como social. Puesto que el hombre no es autárquico, sino
que depende en su existencia de otros, el cuidado de ésta debe concernir
a todos, sin lo cual la convivencia sería imposible. Misión y fin de la
política es asegurar la vida en el sentido más amplio (Arendt, 1997: 67).

Hablar de la abolición de todo un partido político ya niega tajantemente la misión y


el fin de la política mencionado por Arendt. En otras palabras, el Estado
Colombiano fracasó no solamente en la protección y en las garantías que debían

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ser ofrecidas a la Unión Patriótica, sino que también destruyó la esencia del
sistema democrático al anular cualquier posibilidad de participación de los
militantes y dirigentes de la UP. De manera que, allí la política quedó reducida a
manos de la violencia que simboliza la ausencia de libertad, de poder y de
posibilidad de ejercer la pluralidad:

Aquí lo importante para nosotros es que entendamos la libertad misma


como algo político y no como el fin supremo de los medios políticos y que
comprendamos que coacción y violencia eran ciertamente medios para
proteger o fundar o ampliar el espacio político pero como tales no eran
precisamente políticos ellos mismos. Se trata de fenómenos que
pertenecen sólo marginalmente a lo político (Arendt, 1997: 80).

La idea anterior reafirma a la violencia como un elemento que no pertenece a la


política y por ende no es un elemento esencial al poder. Si bien la violencia actúa
dentro de un marco de la política, esto no quiere decir necesariamente que su
presencia la convierte en un elemento más del ejercicio del gobierno y de la
democracia. Así pues, esto abre la posibilidad de repensar el escenario de la UP y
del uso instrumental de la violencia por parte del Estado y de los actores del
conflicto armado como un ejemplo que nos remite a la definición de violencia en
Hannah Arendt, dado que la acción de empuñar las armas para coaccionar y
dominar a las masas a través del terror, no solo amplia ese espacio político que
requieren aquellos que acceden a la violencia como el método más efectivo, sino
que también genera un aislamiento que debe ser mencionado, pues esto causa el
terror necesario para que el poder no sea ejecutado:

Se ha observado frecuentemente que el terror puede dominar de forma


absoluta sólo a los hombres aislados y que, por eso, una de las
preocupaciones primarias al comienzo de todos los gobiernos tiránicos
consiste en lograr el aislamiento. El aislamiento puede ser el comienzo del
terror; es ciertamente su más fértil terreno; y siempre su resultado. Este

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aislamiento es, como si dijéramos, pretotalitario. Su característica es la
impotencia en cuanto que el poder siempre procede de hombres que
actúan juntos (Arendt, 2006: 635).

De entrada se sobreentiende que cualquier rastro de totalitarismo se considere


unipartidista y por endeentraría a representar una especie de antítesis. Lo anterior
se da en el sentido que cualquier figura de anulación de la pluralidad, pasa a
reducir una forma de gobierno donde una de las principales características es la
pluralidad política que se ve reflejada en el espacio para diversos pensamientos y
diferentes partidos políticos que conforman el poder.Dicho de otra manera, la
presencia de la violencia y el terror no permite que haya una comunidad
constituida por una pluralidad que legitime o acepte el poder. Es por esto que, en
el caso de la UP, la intencionalidad de llegar al poder se vio abolida por la
instrumentalización de la violencia y su capacidad de reducir, aislar y desaparecer
una comunidad. La persecución y los asesinatos sistemáticos que se dieron desde
1986 hasta 1997 fueron los medios para generar miedo y aislamiento en las
víctimas y así obtener el fin de negar cualquier posibilidad de la Unión Patriótica y
de la izquierda en Colombia por llegar al poder del Estado.

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Conclusiones

La violencia como instrumento y no como elemento constitutivo de la política entra


a negar partes que sí se consideran esenciales en el ejercicio del gobierno y de la
conservación de la comunidad. La pluralidad y el poder, como elementos que
permiten la generación del diálogo y de un mandato consensuado y avalado por
las diversas partes de una comunidad, pueden verse afectadas en el instante en
que uno o varios individuos entran a utilizar la violencia como medio para
manipular a los otros a través de la amenaza y, por consiguiente, del miedo que
genera la fuerza o el uso de las armas.

La acción figura entre las partes mencionadas anteriormente y es un elemento


indispensable en la configuración de la política, ya que esta es la que causa y
promueve los espacios para el debate y la creación de ideas en la esfera pública.
La violencia entraría aquí también a perturbar el buen desarrollo de la política
entre los seres humanos. Lo que conlleva a revalidar que la violencia es un
elemento que niega la esencia de la política al erradicar la acción, la concertación
de ideas (pluralidad) y la legitimidad del poder consensuado. Es por esto que, en
el momento en que aparece la violencia, empieza a desaparecer la política misma
pues el poder desaparece y es reemplazado por la dominación que es engendrada
por el terror y no por la concertación. Así mismo, la pluralidad y la acción se ven
afectadas pues no hay espacio ni tiempo para el intercambio de palabras e ideas y
por ende no existe una diversidad de opiniones y argumentos sino solo un objeto,
la fuerza como medio que cohíbe y que manda a través del miedo.

Ese intercambio de palabras mencionado anteriormente conlleva a pensar que el


elemento del diálogo o del lenguaje es importante en la configuración de la
política. A través de ello, se logra brindar soluciones ante diversas discrepancias
que se generan por las diferencias del pensamiento y que se pueden solventar por
medio del habla, ya que no solamente simboliza la virtud del discurso y de la
retórica de los actores políticos; sino que también evita escenarios de violencia y

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exclusión de la alteridad a través de las armas. Debido a lo anterior, se entiende
entonces que las discusiones como método de solución ante las diferencias
permite que la acción política reconstruya o cree nuevos escenarios donde la
polémica que se genera en medio de la pluralidad pueda solventar las
problemáticas presentes en el espacio público y, así mismo, se puedan ofrecer
nuevas leyes o estatutos que mantengan estables a las instituciones y de esa
manera se logre el correcto funcionamiento del aparato estatal junto con sus
gobernados.

Al comprender esto, nos acercamos al ejercicio de cargar con el peso de nuestra


historia, postulado que Arendt utiliza para, precisamente, explicar la comprensión
como concepto y como acción. Esto quiere decir que la introducción de la historia
y del acontecimiento del exterminio de todo un partido político resulta útil para la
comprensión de las ideas arendtianas y del contexto histórico y político de la
década de 1980 y 1990. Allí, la violencia sistemática derivó en una negación de la
pluralidad, de la democracia y de la posibilidad de participar activamente en el
campo de la política con una propuesta que difería a los partidos políticos
tradicionales en Colombia.

La apuesta por un poder inclinado hacia los ideales de izquierda generaba


rechazo en la clase política tradicional. Varios de los crímenes contra la Unión
Patriótica demuestran la culpabilidad del Estado, no solamente como autores
materiales, sino como cómplices de la violencia al no brindar las garantías
necesarias de participación y de seguridad que, por derecho, tenían los militantes
y dirigentes de la UP. Esto subordinó a la violencia al espacio donde se genera el
aislamiento y la percepción general de los individuos de sentir temor ante su
incapacidad de cumplir funciones en la política. De manera que la persecución
sistemática no solo sembraba el terror sino también buscaba aislar a los distintos
actores políticos que hicieran parte de la UP, pues al lograr esto, se abría la
posibilidad de crear escenarios de exclusión y rastros de un Gobierno totalitario
que niega la unión de la comunidad y su posterior pluralidad.

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Como se vio en el tercer capítulo, la comprensión necesita también del
conocimiento. Ambas partes son necesarias, pues sin un conocimiento previo de
lo sucedido, se dificulta la tarea de comprender las causas y las razones de la
historia. Así, al tomar consciencia del exterminio de la UP, y hacerse cargo del
peso que trae consigo este vacío en la democracia colombiana, se logra revalidar
la importancia de la comprensión como el nexo que conecta la violencia y el
acontecimiento. En otras palabras, este espacio de reflexión arroja resultados que
acercan al entendimiento del uso instrumental de la violencia, de su incapacidad
de ser un elemento propio de la política y de lo perjudicial que resulta la presencia
de éste concepto en la constitución y el libre desarrollo de un ejercicio democrático
y plural de una comunidad.

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