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La Princesa Cadance y el

Jardín de los corazones


primaverales
Por G. M. Berrow

Traducido por Yuuri Ishtar


Corrección y Edición por JARZ
HASBRO y su logo, MY LITTLE PONY y todos sus personajes relacionados
son propiedad de Hasbro. Todos los derechos reservados. © 2016

Ilustración de la portada: Kayleigh McCann

Little, Brown
Primera edición: Mayo del 2016
Impreso en los Estado Unidos de América

Traducido por Yuuri Ishtar


Editado por JARZ
para EquestriaNet
(www.equestrianet.org)

PROHIBIDA LA VENTA DE ESTA VERSIÓN


Para Christina Lucine, la chica que hace
resplandecer los cristales.
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Canción del corazón

El Corazón de Cristal brillaba con una luz pulsante. Sus lados


resplandecientes se reflejaban sobre el suelo en un brillante rocío que
se extendía por el pavimento y sobre las pezuñas de los ponis alineados
a su alrededor. El elegante rostro de la Princesa Cadance estaba iluminado
por un sutil resplandor azul, proyectado sobre su ceño fruncido con
una suave calima.
Esta Canción del Corazón no iba del todo como había esperado.
¡Usualmente, la Canción del Corazón anual del día de los Cascos y
Corazones congregaba tantos ponis que ni un poni más cabía en la
plaza principal! Ponis de todas las edades se dispersaban por las brillantes
calles laterales. Traían cajas de manzana para apoyarse, estirando el
cuello para echarle un vistazo al siempre brillante Corazón de Cristal y
a los populares jóvenes de la realeza que llevan a cabo las canciones.
Este año, sin embargo, un horrible caso de resfriado poni había arrasado
el reino. La mayoría de los residentes estaban en casa, acurrucados en
sus camas.
La Princesa Cadance sabía que era un problema importante, ya
que la Canción del Corazón de verdad era un evento muy importante,
si el Corazón de Cristal no recibía las ráfagas regulares de luz y amor de
sus ciudadanos, podría volver a romperse y el reino entero estaría en
grave peligro.

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El Norte Helado siempre se avecinaba. Después de los acontecimientos
que condujeron a la «encristalación» de la pequeña Flurry Heart, cuando
el Corazón de Cristal se rompió, la Princesa Cadance no tomaría ningún
riesgo con su bienestar. El incidente ya había hecho este invierno más
frío y tempestuoso de lo que el Imperio estaba acostumbrado, y los
jardines habían visto días mejores. Era imperativo que el Corazón de
Cristal latiera lleno de amor en todo momento, de lo contrario, el
Imperio completo podría perderse en las avalanchas de hielo.
Cadance dio unos pasos hacia la escasa multitud de ciudadanos del
Imperio de Cristal y le dirigió una mirada nerviosa y confidente a su
marido, el Príncipe Shining Armor. El regio corcel respondió con su
típico guiño alentador, su crin azul le caía sobre los ojos. «Puedes
hacerlo», le aseguró sin siquiera hablar. Ella le devolvió el gesto, Se
sentía más valiente ahora, Shining siempre tenía ese efecto en ella.
—¡Queridos ponis de cristal! —se dirigió Cadance a la pequeña
multitud—. Cada día de los Cascos y Corazones, nos unimos para que
nuestro amor nos caliente a través de los días venideros de nuestro frío
invierno y nos pueda llevar a una hermosa primavera. —Señaló
delicadamente al Corazón de Cristal. Su crin color caramelo se
balanceaba suavemente en el viento de invierno.
—¡Les agradezco por compartir sus voces y corazones con sus
compañeros ponis en este día tan especial! —La Princesa mostró con
esfuerzo una sonrisa radiante—. Su amabilidad y amor por los demás
verdaderamente resuena a través de cada nota y melodía. Les envío mis
cálidos deseos a ustedes y a todos sus seres queridos con resfriado que
se encuentran en sus hogares.
—¡Y ahora, una última canción! —aclamó Shining Armor con
rostro alegre y mejillas sonrosadas mientras trotaba al frente. La bebé
real, la Princesa Flurry Heart, cabalgaba sobre la espalda de su padre,
rebotando con sus enormes alas extendidas, y riendo en cada paso
lleno de baches. La multitud arrulló y Shining Armor rio mientras se
dirigía a los ciudadanos—. ¡Es la favorita de Flurry Heart!
Cadance le hizo una señal a la Orquesta Sinfónica de Cristal, y
una rica melodía comenzó a llenar el ambiente a su alrededor. Las
distintivas notas de apertura del fiscorno de cristal comenzaron a sonar

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y Flurry chilló feliz.
¡Cuando la nieve se hace muy fría,
potros y potras unimos voces en armonía!
Sólo hay una solución
y ya hemos tomado la decisión
Elevaremos nuestros espíritus hasta el cielo
Nuestros corazones crecen y nuestras pezuñas emprenden vuelo
Cascos fríos, corazones cálidos; ¡cascos fríos, corazones cálidos!
En el día de Cascos y Corazones, todos unidos estamos.
A pesar del pequeño grupo, las voces se hicieron más fuertes
mientras la canción llegaba al crescendo. ¡En la nota más alta, múltiples
ráfagas brillantes de luz se dispararon directamente hacia el Corazón
de Cristal! Un cálido sentimiento de felicidad bañó cada rostro reluciente
y cristalino. Mientras la Princesa Cadance observaba el feliz reino, sabía
que todo estaría bien. Tal vez, después de todo, no importaba que la
mayor parte de los ponis estuvieran en casa, sorbiendo su sopa para
mejorarse. El amor en el Imperio de Cristal estaba a salvo por otra
temporada. A medida que la canción llegaba a su fin, Cadance observó
los resplandecientes edificios construidos con cristal resistente y se
recordó a sí misma que su hogar era más fuerte de lo que parecía.
—Este día de los Cascos y Corazones fue tan impresionante como
los anteriores. —Shining Armor levantó a Flurry Heart de su espalda y
la colocó suavemente en su silla de paseo—. ¿Ves, Mi Amore?
—Sabes que no me gusta que me llamen así. —Cadance frunció
el ceño de manera burlona y empujó al corcel. Se inclinó y colocó una
manta suave alrededor de Flurry Heart. La bebé sonrió, parpadeando
con sus grandes ojos.
—Lo sé, por eso lo hago —respondió con una sonrisa satisfecha—, pero
en serio, Cadance, ¿no estás de acuerdo en que tal vez te preocupabas
demasiado con respecto a la Canción del Corazón? Todo resultó perfecto.
—Supongo que tienes razón —admitió Cadance—. Aun así, sólo
espero que todos se recuperen pronto.
—Yo también —concordó Shining Armor, señalando hacia el
castillo—. Ahora, vamos a casa y tengamos una agradable tarde tranquila

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dentro, donde está calientito. ¡Mi flanco se está congelando aquí fuera!
Shining Armor podía ser todo un potrillo cuando se trataba del
clima frío. El invierno era su estación menos favorita, así que naturalmente
le gustaba recordárselo a todos los ponis todo el tiempo, otra razón por
la cual Cadance no podía esperar hasta que el brillante sol de la primavera
derritiera el hielo y la nieve. Sacudió la cabeza, ligeramente entretenida
al ver a su marido temblando dramáticamente en un intento de ganarse
su simpatía.
—Vamos a que te calientes, tú pequeño potrillo gracioso —bromeó
Cadance mientras le lanzaba un último vistazo al Corazón de Cristal.
Flurry Heart lo señaló con su pequeña pezuña y gorgoteó.
—¿Qué pasa, cariño?
Un grupo de cinco ponis que se habían reunido cerca de la gema
esperaban pacientemente en las inmediaciones. Se quedaron atrás,
simulando inspeccionar de cerca sus lados, pero la Princesa podía leer
el lenguaje corporal lo suficientemente bien para saber que estaban
esperando para saludarla. Una yegua unicornio adolescente con una crin
rosa y una expresión malhumorada en su rostro llamó la atención de
Cadance, la poni color verde menta arrastraba sus pezuñas y miraba en
la distancia. Había algo familiar en ella, pero no podía identificar qué era.
—Más bien, toma a Flurry Heart y adelántate. Enciende el fuego
—dio instrucciones Cadance a su marido mientras mantenía su vista en
el curioso grupo—. Llegaré pronto para hacerles algo de chocolate caliente.
Sólo tengo que atender algo primero.
—¿Chocolate con malvaviscos? —La cara de Shining Armor se iluminó
con una enorme sonrisa, y se alejó al galope hacia el castillo—. ¡Mi esposa
es la mejor!
La Princesa Cadance rio mientras trotaba de regreso al Corazón
de Cristal. Sólo había dado unos pasos antes de que el grupo de ponis
se lanzara directamente delante de ella.
—¡Su Majestad! —exclamó la líder autoelegida del grupo, una
alta yegua lavanda con una cutie mark de un racimo de bayas de cristal.
Tenía su crin dorada recogida en un moño tradicional de la región,
con brillantes bandas púrpuras a través de su cabeza. Una vez que la
yegua abrió la boca, las palabras se precipitaron.

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»Es tan encantador verla, y debería decir que fue hermosa esa
Canción del Corazón. No he visto una participación semejante desde
que era una potra durante el año en que casi todos viajaron al gran evento
de los Cascos y Corazones en Canterlot. Mi madre no me dejaba ir. ¡Creo
que ni siquiera tenía mi cutie mark todavía! Vaya, el tiempo vuela, ¿no
es así? Se siente como si hubieran pasado mil años, bien, técnicamente
así ha sido, supongo, ¡Jaja! ¿Entendió? ¿Debido a Rey Sombra? ¡Oh,
escúcheme divagando otra vez! —La yegua se rio, mientras la joven potra
color verde la miró exasperada y dio un profundo suspiro. La yegua púrpura
no se dio cuenta o prefirió ignorarlo—. De todos modos, no sé si me
recuerda, pero soy…
—¿Lilac Quartz? —Cadance terminó por ella. Tan pronto como
la yegua había comenzado a hablar la reconoció, lo cual fue un alivio ya
que la Princesa se enorgullecía de tratar de recordar los nombres de cada
poni que conocía—. Por supuesto que te recuerdo. ¡Diriges el Café Corona
de Cristal! —Memorias de muchas comidas deliciosas en tan encantador
lugar repentinamente le produjeron mucha hambre— ¿Todavía haces
esa deliciosa sopa de zanahoria y jengibre? Era mi platillo favorito cuando
llegué por primera vez al Imperio de Cristal.
Lilac Quartz se sonrojó. ¡La yegua habladora se quedó sin habla!
—Sí, la hace —interrumpió una de sus amigas, Rose Water, con
una sonrisa enorme—. Usted y el príncipe definitivamente deben pasar
en algún momento.
Algo acerca de cómo había hecho su comentario la hizo pensar
que la yegua se preocupaba más por la presencia de Shining Armor.
—Lo haré —respondió Cadance cálidamente con una pequeña
inclinación de cabeza—. Y no puedo esperar a ver a esa pequeña potra
tuya otra vez, Lilac. Era tan adorable, siempre cubierta de harina para
hornear de las tartas de bayas de cristal. ¿Cómo esta ella?
—Su Majestad, puede preguntárselo a la propia Olivine Jewel. —Lilac
Quartz sonrió mientras señalaba con su pezuña a la joven yegua
malhumorada—. Ella está ahí.
—¡Por mis estrellas! —Cadance respiró con asombro—. Cuánto
ha crecido. —Olivine Jewel ahora miraba al Corazón de Cristal y fruncía
el ceño. Se paseó con impaciencia, golpeando sus pezuñas en el suelo.

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—Oh, querida. —Lilac Quartz chasqueó la lengua, inclinándose
más cerca de Cadance para susurrarle—. Entre usted y yo, Princesa, ella
no es la misma potranca que solía ser. Todo es pesimismo con ella en
estos días, estoy asustada. Todo es o aburrido o embarazoso. Adolecentes,
¿sabe? ¡Me gustaría encontrar algo para despertar su interés!
Todos las amigas de Lilac asintieron la cabeza en apoyo.
—Sigue sin cutie mark… —comentó Sweet Leaf.
Rose Water suspiró.
—Y Olivine ya ni siquiera tiene ganas de venir al Café Corona
de Cristal.
—Estoy segura de que es sólo una fase… —Cadance mostró
simpatía. No estaba segura de qué decir para hacer sentir mejor a la
exhausta yegua. Era cierto que solía ser una niñera experta, pero
convertirse en madre de Flurry Heart había sido un esfuerzo totalmente
diferente. Era agotador y confuso, pero además la experiencia más
maravillosa que la Princesa podía recordar en toda su vida. Las fibras
sensibles de Cadance estaban fuertemente envueltas alrededor de su
pequeña potra y no había duda de que Lilac Quartz sentía lo mismo
por su Olivine.
—Bueno, ¡¿no es eso interesante?! —gritó Olivine dos segundos
más tarde, se animó y sus ojos comenzaron a brillar, pero seguía centrada
en el Corazón de Cristal—. ¡Mama, ven rápido!
—¿Qué pasa, Olivine?— Lilac se animó y trotó hacia ella, sus tres
amigas la secundaron. Las yeguas abarrotaron la vista de Cadance, pero
repentinamente varios chillidos se escaparon del grupo. Cuando las yeguas
se separaron y Cadance vio lo que observaban, casi gritó también.
La suave luz azul de la gema especial latía muy despacio, casi
llegando a detenerse en su totalidad. ¡El Corazón de Cristal estaba
muriendo!

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Cuestiones del Corazón de Cristal

La Princesa Cadance irrumpió en sus aposentos, la adrenalina corría


por su cuerpo mientras miraba a un lado y otro en busca de su marido y
su hija. Cadance no podía creer que después de todo, sus peores temores
acerca de este día se habían hecho realidad. Tuvo suerte de haberse
quedado atrás para hablar con el grupo de yeguas. De lo contrario no
habría visto a tiempo como moría el Corazón de Cristal. Había logrado
aumentar la energía del corazón con su poderosa magia de alicornio,
pero no duraría para siempre. Necesitaba otro plan.
Cadance, llena de temor, galopó por los pasillos del castillo.
El Corazón de Cristal estaba en grave peligro, y si ella no lo solucionaba
pronto, el Imperio de Cristal también lo estaría. Todo lo que quería era
ver a los ponis de su tierra llenos de luz y amor, y ver al reino floreciendo
en una hermosa primavera, con abejas zumbando, lindas flores creciendo,
y ponis saltando por todos lados y jugando juntos. Si el corazón paraba
de brillar y se volvía a romper, nunca más habría una primavera de nuevo.
El reino, en toda su extensión, y cada poni en el se cubrirían con algo
mucho peor que un invierno normal, ¡sería una avalancha de nieve
proveniente del Norte Helado!
—Shining Armor —gritó la Princesa galopando hacia la sala de estar,
donde estaba la chimenea—. ¡Tenemos un problema! El Corazón de
Cris… ¡woaaaaa! —Como en cámara lenta, Cadance perdió el equilibrio,

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mientras caía al suelo, se las arregló para vislumbrar al responsable de
su caída tan poco elegante. Era uno de sus vestidos de una gala pasada.
Se lo había probado en la mañana para ver si deseaba enviárselo a Rarity
por algunos cambios y descuidadamente lo había tirado al suelo.
En el momento en que Cadance cayó al suelo, esperó oír un
ruido sordo. Pero el impacto no hizo ruido alguno, ya que la Princesa
había aterrizado sobre la hierba. Miró hacia arriba para ver que ahora
estaba en un suave jardín color verde con el sol brillando sobre su rostro.
El aire fresco llevaba la pesada y agradable esencia de las flores floreciendo.
A lo lejos, intrincados arbustos ornamentales se alineaban en el horizonte
y cientos de ponis reían y cantaban. ¿Dónde estaba? Un abrasador destello
azul la cegó momentáneamente, y estaba de vuelta en la sala de estar
con su pata enredada en su vestido.
—¡Cadance! ¿Qué haces en el suelo? —Shining Armor salió
corriendo para ayudar a su esposa, abandonando la pila de troncos que
había montado—. ¿Estás herida? —Extendió su pezuña.
—No, no. Estoy bien… pero estoy confundida. —Cadance
reflexionó, tratando de averiguar qué exactamente era lo que acababa
de ver. ¿Había sido un sueño? ¿Una premonición? ¿O sólo su más sincero
deseo que acababa de materializarse para burlarse de ella? Un hermoso
día de primavera en el jardín del Imperio de Cristal…
—¿Confundida? —preguntó Shining Armor con una sonrisa
maliciosa, recogiendo el vestido del suelo y sosteniéndolo como
prueba—. ¿Sobre el porqué eres la más bella, correcta y formal princesa,
pero también secretamente la yegua más desordenada en todo el Imperio
de Cristal? —Se rio con amor. No había conocido ese lado de Cadance
hasta que se casaron. Las pertenencias de Shining Armor, sus preciosos
libros de historietas y juegos, se mostraban ordenadamente en sus estantes,
¡mientras que las cosas de Cadance estaban por todas partes! La Princesa
tenía muchas cualidades admirables, pero el orden no era uno de ellos.
Cuando Cadance no se reía de sus burlas como habitualmente
hacía, Shining Armor sabía que algo andaba mal.
—¿Qué pasa, Cady? Te ves un poco extraña. Casi como si
hubieras tenido…
—Una de mis visiones —confirmó Cadance, con sus ojos almendrados

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ensanchándose mientras se encontraban con los de él, asintió la cabeza
con incredulidad—. No puedo imaginarme por qué. Han pasado años
desde que tuve una tan fuerte, y ahora dos ¡En un solo día!
Desde que era una pequeña potra pegaso, Cadance había recibido
visiones borrosas del futuro. Eran al azar e incontrolables, pero casi todas
se cumplieron. Después de muchos años de observar esta capacidad mágica
única mientras veía a Cadance crecer, la Princesa Celestia creía que el
talento lo había conseguido a través de Prismia, la malvada hechicera
que Cadance había derrotado cuando era joven. No muchos ponis sabían
de este don. Por supuesto, Shining Armor era uno de los pocos que lo
sabía. No podía esconder nada de su mejor amigo.
—¿Vaya, dos visiones? —Shining Armor ladeó la cabeza.
—Esta mañana, antes de la Canción del Corazón, vi otra. Fue por
eso que estaba tan preocupada porque todos los ponis estuvieran demasiado
enfermos para participar —admitió. Dejó escapar un profundo suspiro
y trotó hacia su cómoda silla favorita, con la esperanza de encontrar algún
descanso—. Vi el Corazón de Cristal. Su luz se apagó por completo, justo
como cuando gobernaba Sombra. —Se estremeció pensando en la lucha
contra el malvado corcel tirano que una vez había esclavizado a los ponis
de cristal bajo su horrible mandato.
—Ah, Cadance. Sé que ha tomado mucho tiempo para que los ponis
de cristal se recuperen de ese desagradable tipo, pero ahora estamos a
salvo. —Acarició su pezuña. Shining Armor era tan optimista algunas
veces—. Deberíamos hacer todo lo posible para olvidarlo.
—Me encanta tu positividad, querido Shiny —respondió Cadance
con franqueza—. Pero no estoy de acuerdo. Incluso si el Rey Sombra
nunca regresa, todavía tenemos que recurrir al Corazón de Cristal para
protegernos. —Cadance se puso de pie, determinada—. Y voy a asegurarme
de que así suceda. ¡Es mi deber como princesa reinante de esta tierra,
nuestro deber, el estar absolutamente seguros de que todos los ponis
están a salvo, no sólo hoy, sino siempre!
—Bueno, no puedo discutirle con mi inteligente esposa en eso
—admitió Shining Armor—. Pero ¿cómo vamos a hacerlo?
—Cumpliendo con mi otra visión, por supuesto —dijo Cadance,
sonriendo y pensando en el viejo jardín a las afueras de los terrenos del

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castillo. Realmente nunca lo había visitado, pero de vez en cuando
escuchaba hablar a los ponis sobre aquella zona.
—El Imperio de Cristal claramente está destinado a tener una
increíble celebración en el jardín, y voy a hacer que suceda. ¡Los ponis
van a llenarse con tanto amor y luz que nunca tendremos que preocuparnos
de nuevo! —Cadance se levantó y dio un pequeño giro victoria. Su crin
violeta, rosa y dorado onduló como una falda de volantes.
—Me parece bien. —Shining se encogió de hombros con una
sonrisa—. Pero, ¿al menos podemos tomar ese chocolate caliente
primero?

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Las bases del castillo

La mañana se sintió mucho más cálida que la anterior. La Princesa


Cadance lo tomó como un buen indicio de que el invierno muy pronto
sería totalmente envuelto, el momento idóneo para ejecutar su brillante
idea. Mientras trotaba a través de los jardines del castillo para inspeccionar
el lugar con un soñoliento Shining a cuestas, Cadance comenzó a pensar
en todo tipo de ideas para que esta repetición de la Canción del Corazón
fuese todo un éxito. Junto con fragantes flores y rayos de sol y, por supuesto,
tendrían que haber arbustos ornamentales; había visto muchos de esos
en su visión. El resto de los detalles estaban abiertos a la improvisación.
¡Podrían celebrar un desfile, con carrozas decoradas completamente de
flores frescas! Y tal vez le encargaría a los panaderos que hicieran un
pastel de crema violeta…
—Date prisa, Shining Armor —apresuró Cadance—. ¡Tenemos
tanto que hacer!
La pareja no estaba siquiera a medio camino del jardín antes de
ser interrumpidos. Un fornido corcel de la Guardia Real galopó hacia
ellos, viéndose preciso y perfecto como siempre. Estaba sin aliento.
—Sus Majestades —dijo con una reverencia—, debo pedir su
perdón… pero tengo un pergamino importante de… la Princesa
Celestia.
—No es ningún problema. —Cadance devolvió la reverencia—.

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Gracias por la rapidez en su entrega. ¿Dónde está el pergamino?
—Mis disculpas, Princesa —dijo el guardia, ruborizándose—, pero
el pergamino está destinado exclusivamente para el comandante Shining
Armor. Negocios de la Guardia Real. Instrucciones estrictas.
El Príncipe, quien seguía un poco adormilado, se enderezó como
si estuviera bajo la inspección de un comandante en jefe invisible.
—¿De verdad? —usó su magia para desplegarlo y rápidamente
examinó su contenido. Fuera lo que fuese, su expresión era bastante
seria.
—¿Malas noticias? —Cadance fisgoneó, inclinando su hocico
rosado para echarle un vistazo. Pero Shining rápidamente lo enrolló
antes de que ella fuera capaz de observar cualquier cosa en la página.
Shining peinó su desordenada crin color azul.
—Básicamente me han dicho que apoye a nuestros nuevos ensayos
de reclutamiento de la Guardia Real por anticipado. Celestia quiere que
empiece de inmediato.
—¡Qué extraña petición… — Cadance ladeó la cabeza, haciendo
que su corona destellara en el sol de la mañana—. ¿Ha dicho por qué?
—Las princesas normalmente no ocultaban nada la una de la otra. No,
a menos que hubiera una buena razón.
—No, sólo explica que es «importante» tomar precauciones. —Shining
atrajo a Cadance en un abrazo—. Pero ya lo tengo todo arreglado, así
que no te preocupes. —Se inclinó y rozó su cuerno con el de Cadance,
acariciando su rostro. Bajó su voz a un susurro—. Por favor, consigue a
algún poni que te ayude con todo esto. Sé que te gusta hacer todo tú
misma, pero no quiero que te agotes…
—Te preocupas demasiado —dijo la Princesa Cadance con una
sonrisa y un guiño—. Soy perfectamente capaz. ¡Además, va a ser muy
sencillo! Solo unos cuantas decoraciones y estaremos listos para la
primavera.
—Está bien… —Shining levantó una ceja—. Pero, ¿dejarías en paz
los campos de entrenamiento?
—No, ¡también decoraré esos! —bromeó mientras se despedía de
Shining y su guardia. Entonces se puso en camino para terminar la tarea
en cuestión, sintiéndose más emocionada con cada trote. Esto sería muy

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divertido, y la manera perfecta para alimentar el Corazón de Cristal.
Una vieja señal en la cercanía le guío el camino, decía: JARDÍN
IMPERIAL, POR EL MAESTRO JARDINERO A.S. Cadance siguió la
flecha y se encontró con un conjunto de puertas de cristal parcialmente
destrozadas. Mientras las empujaba cautelosamente para abrir y saltar al
interior, la Princesa se quedó sin aliento debido a lo que veía. Sin duda
era un espectáculo para la vista, pero no del tipo agradable que había
esperado. En vez de un lugar bien cuidado para divertirse y jugar, el
jardín no era sino un desastre en mal estado.

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Una idea en crecimiento

¿Cómo en Equestria paso esto? —se preguntó Cadance cuando


comenzó a explorar la zona seca.
Por dondequiera que la Princesa veía, había filas y filas de arbustos
de maleza, flores muertas y montones de tierra. En lugar de las ollas
doradas destinadas a contener los arbustos ornamentales con formas de
animales, todo lo que Cadance encontró fueron algunas enormes vasijas
de cerámica rotas, con troncos de árboles sin corteza, que recubrían los
caminos empedrados como tristes soldados.
Mientras caminaba, Cadance se preguntó si había entendido todo
mal. Tal vez se suponía que su visión se llevaría a cabo en un área diferente
a los jardines. O tal vez no era su destino en absoluto. Era muy posible
que el triste y viejo jardín fuera justo lo que parecía, un lugar sin esperanza
y roto, sin posibilidad de reparación. Pero, por otro lado, con algo de amor
adicional podría estar floreciendo en poco tiempo. Cadance sonrió al
comprenderlo. El amor siempre era la respuesta.
La Princesa cerró los ojos e inhaló. El aire seguía fresco y el sol
continuaba brillando sobre su rostro. ¡Eso ya era mucho para empezar!

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Unas horas después de trabajar en la limpieza del jardín, un par
de cosas estaban quedando claras para la Princesa: no sabía mucho sobre
el paisajismo o la jardinería, y este proyecto sería una tarea mucho más
grande de lo que había previsto. Incluso con la ayuda de su fuerte
magia para elevar, mover, y cavar, seguía siendo una simple poni.
Cadance necesitaría algunas pezuñas que la ayuden y rápido.
Un murmullo de voces en las inmediaciones interrumpió su
momento de tranquilidad. A través de la enorme extensión de hierba,
un gran grupo de jóvenes potras y potros adolescentes seguían a un guía
turístico del castillo. Una yegua mayor con una crin color rojo guiaba el
camino, charlando y llamando al grupo en voz alta. Los jóvenes ponis
apenas y prestaban atención ya que estaban demasiado ocupados
susurrando con sus amigos o soñando despiertos.
Esto le recordó a Cadance sus días viviendo en Canterlot con la
Princesa Celestia. Algunas veces ayudaba dando recorridos alrededor
del castillo a los grupos escolares. Los jóvenes ponis siempre arrastraban
sus pezuñas con aburrimiento hasta el final del día. Cuando llegaban a
ayudar a cocinar para su clase en las cocinas del castillo, los ponis
repentinamente se volvían comprometidos y juguetones, ya que tenían
una manera de contribuir.
Cadance dejó el jardín y se dirigió directamente al grupo de visitantes
con la semilla de una idea creciendo en su cabeza. Necesitaba pezuñas
extras, y ellos necesitaban algo en qué ocuparse.
—¡Bienvenidos al castillo! —llamó la Princesa Cadance y todos los
ponis se dieron la vuelta para mirarla, bastante sorprendidos de encontrar
a la Princesa cubierta de tierra y deambulando sola—. Perdonen mi
apariencia —dijo Cadance, riendo y trotando cerca de ellos—, pero
estoy trabajando en un pequeño proyecto en el jardín, y escuché
algunas voces.
—¡Su Majestad! —La yegua guía se quedó sin aliento, y se
inclinó—. Estaba guiando este grupo escolar alrededor de la entrada
trasera. Si hubiera sabido que estaba aquí, podríamos haber tomado
una ruta diferente…
—No seas tonta, Petal Shine —respondió Cadance, recogiendo
una hoja de su crin—. ¡Estoy verdaderamente contenta de verlos a

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todos! —Observó los rostros de los jóvenes ponis. Todos se veían un
poco deslumbrados a excepción de… Olivine Jewel. La potra verde
estaba por su cuenta en la parte posterior del grupo, portando su
permanente expresión malhumorada. Cadance le sonrió—. ¡Hola,
Olivine!
Ante esto, la clase entera y la maestra de Olivine se dieron la vuelta
para mirar a la sorprendida potra. Un rubor apareció en sus mejillas
mientras los ponis comenzaron a murmurar entre sí. ¿Cómo es que
Olivine tiene un trato tan cercano con la Princesa?
—Es un placer conocerla, su Majestad. ¡Soy Ruby Jubilee! —La
maestra se acercó a Cadance, temblando de entusiasmo—. Y esta es mi
clase. ¡El día de hoy estamos explorando algunas profesiones en el
castillo! ¿Tendrá algún consejo para nuestros pequeños ponis?
—Sólo sigan sus corazones —ofreció Cadance cálidamente—.
Siempre los conducirá a la decisión correcta, si lo escuchan.
—Esplendido consejo. ¡Gracias, Princesa! —arrulló Ruby
Jubilee—. ¿Escucharon esto clase? La Princesa Cadance…
—¿Pero qué hay de seguir nuestra cutie mark?— gritó un robusto
potro azul, con una crin enmarañada—. ¿No se supone que eso es lo
que debemos hacer? —Su cutie mark era la imagen de un trapo.
Olivine comenzó a arrastrar sus pezuñas. Pateó un puñado de tierra.
—¡Sí! Es lo que se supone que hagamos —gritó una potra de
color amarillo con una cutie mark de un muffin. Unos cuantos ponis
estuvieron de acuerdo.
Ruby Jubilee les lanzó una mirada severa.
—Mop Top, Citrine, no molestemos a la Princesa con tantas
preguntas.
—¡Oh, no me importa! —Cadance sabía que debía elegir
cuidadosamente sus palabras—. Sus cutie marks definitivamente son
importantes, pero recientemente unas potras muy especiales en Ponyville
me ayudaron a recordar que una cutie mark es sólo una parte de ti.
Todos pueden ser maravillosos en todo tipo de cosas. ¡Sólo tienen que
intentarlo! —Cadance sacó un pergamino de su alforja y lo desplegó.
Era un mapa aproximado del jardín—. Por ejemplo, ¿Qué les parecería
probar algo nuevo conmigo? Estoy organizando una gran fiesta de jardín

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en honor de la primavera, y me gustaría que se me unieran.
La maestra quedó boquiabierta.
—¿Quiere que mis estudiantes de la Preparatoria de Cristal la
ayuden con su proyecto especial? —Ruby Jubilee gritó de alegría—. ¡Vaya!
¡Por supuesto que les encantaría! ¡Eso sería un gran honor! —Otra ola
de susurros estalló entre los estudiantes, pero esta vez se oían
emocionados.
—¡Es una noticia maravillosa! —Cadance suspiro de alivio—. Ahora
todo lo que necesitamos es decirle al resto del Reino.
—Y hacer todo el trabajo —murmuró Olivine—. O simplemente
podría contratar a un jardinero profesional.
Pero ningún poni la escuchó, como de costumbre.

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5
Pezuñas que ayuden

En el momento en que la Princesa Cadance logró llegar al jardín


a la mañana siguiente, los jóvenes ponis llevaban levantados horas y el
trabajo estaba en pleno apogeo. Cadance sintió su corazón rebosante al
observaba el progreso realizado por las pezuñas de los ciudadanos del
Imperio de Cristal. Ya habían comenzado a repintar las ollas de un
resplandeciente color dorado, a sacar las malas hierbas, y a reponer la
tierra para dar paso al nuevo follaje.
La maestra, Ruby Jubilee, marchaba alrededor con un pergamino
en su pata y tratando de igualar los planes de Cadance para las tareas en
la que todos habían sido asignados. Mop Top y Citrine se encontraban
trabajando para entrelazar listones arcoíris y luces blancas en el techo de
la antigua glorieta. Por debajo de la pareja, una unicornio rosa llamada
Gemma y un poni terrestre llamado Sweet Éclair recubrían la glorieta con
pintura blanca. Ambos ponis silbaban alegremente mientras blandían
sus pinceles, riendo en cada ocasión que uno de ellos accidentalmente
salpicaba pintura sobre el otro.
A pesar de que el trabajo era duro, los ponis parecían contentos de
estar haciendo algo importante. La Princesa Cadance agarró una pala y
comenzó a ayudar. Se sentía afortunada de haber tropezado con tan
encantador grupo de ponis. ¡Además se estaba divirtiendo muchísimo!
Cuando algunos asistentes del castillo bajaron a buscarla por un

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importante asunto de Estado, Cadance no quería irse. Se sentía bastante
mal por dejar a sus nuevos ayudantes, pero Ruby Jubilee insistió en que
por el momento su clase estaría bien sin ella. «El deber llama», pensó
Cadance, prometiendo volver tan pronto como le fuera posible.
Sobre una hilera de camas de flores, Olivine frunció el ceño y
sacudió la cabeza mientras observaba el trote real hacia el castillo.
—¿Se está yendo? ¿Quién se cree que es?
—Dah, Olive, una Princesa —dijo una yegua anaranjada llamada
Fire Opal mientras dejaba caer otra enorme florivertida en el suelo. Su crin
de franjas arcoíris tenía pedazos de tierra y hojas sobresaliéndole—. Tiene
toneladas de otras cosas que hacer además de la jardinería. Además, apuesto
a que todas esas reuniones y cosas son aburridas. ¡Y ya que ella es tan
increíble, probablemente quiere quedarse con nosotros en realidad!
—Es muy agradable —concordó Star Seed, la unicornio púrpura
con crin ondulada de color azul, cerró sus ojos mientras sonreía—. Me
siento tan sintonizada con la naturaleza… me está relajando bastante.
—Sofocó un gran bostezo.
—No, Star —respondió Olivine con insolencia—. ¡Estás cansado
porque todos estamos siendo forzados a hacer servicio comunitario para
el castillo! Es tan injusto.
—Olive, ¿por qué siempre tienes que ser tan gruñona? No
estamos siendo forzados. Queremos ayudar a la Princesa Cadance con el
jardín —respondió Fire Opal, con una pizca de molestia en su voz—. La
celebración va a ser la mejor de todas. ¿Han oído que vamos a tener un
desfile donde todas las carrozas estarán completamente cubiertas de flores?
—¿En serio? —dijo Star Seed animada—. Qué genial. Definitivamente
me gustaría eso. —cerró los ojos de nuevo y se sentó en la hierba—. Lo
esperaré ansiosa.
—Además —continuó Fire Opal—, la Princesa Cadance dijo que
podíamos usar «libertad artística» y plantar las flores que queramos.
Creo que es muy genial de su parte el dejarnos diseñar cosas para el
castillo. Es una buena experiencia.
—Tengo una idea. Tratemos de hacer nuestras secciones del jardín
realmente únicas… —dijo Star Seed soñolientamente, mientras miraba
las nubes—. ¿Saben? Como algo lindo y raro al mismo tiempo.

28
—¡Me encanta! —añadió Fire Opal—. Así los ponis que quieren
algo un poco diferente pueden venir a nuestro espacio.
—Como sea. Odio este jardín. —Olivine pateó una pala con su
pezuña—. De todas maneras es inútil tratar de arreglarlo. Nunca será
como antes del Rey Sombra.
—Sí, claro. —Fire Opal la miro con exasperación—. Como si tú
realmente recordaras cómo era antes del Rey Sombra.
—¡Sí, lo recuerdo! —Olivine se levantó, cada vez más molesta. Su
crin color rosa se agitó alrededor de su rostro, dándole un aspecto algo
frenético—. Y si realmente tratáramos de recrearlo… el jardín se vería
mejor que este desastre. Yo… yo… ¡puedo mostrarte cómo solía verse
para demostrarlo!
—¿Cómo? —Fire Opal y Star Seed intercambiaron una mirada
no muy convencidas.
Era bien sabido que Olivine siempre renegaba de las cosas más
pequeñas e inventaba historias para llamar la atención. Probablemente
era porque todavía no tenía su cutie mark, pero no era como si algún
poni se burlara de ella por eso. La verdadera razón por la que a ningún
poni le gustaba pasar el rato con Olivine era porque siempre estaba de
muy mal humor.
—Sólo venga conmigo y se los mostraré —dijo Olivine, sincera y
calmada por una vez—. ¿Por favor?

29
6
El invernadero

La endeble cabaña se ubicaba todo el camino hasta las afueras de


la ciudad, escondida cerca de un resplandeciente lago cristalino. Era más
frío que el centro del Imperio, por lo que aún había una ligera capa de
escarcha en cada superficie. Olivine aún tenía que revelarles a Fire Opal
y Star Seed a quién iban a visitar. Sólo sabían que el poni en cuestión era
muy misterioso. El trio se agazapó entre los arbustos de bayas de cristal
cercanos a la puerta principal.
—Entonces, ¿quién vive aquí? —susurró Fire Opal—. ¿Ya nos puedes
decir? —Sus ojos estaban iluminados por la intriga—. ¿Una cebra que
puede inventar pociones? ¿Un poni murciélago? ¿Daring Do?
—Mi abuelo —dijo Olivine con reverencia y un brillo en sus ojos.
Se agachó mientras trotaba a la puerta de la entrada, señalándoles a las
demás que la siguieran—. ¡Vamos!
—¿Tu qué? —Fire Opal se levantó, sin preocuparse más por guardar
silencio. Se volvió hacia Star Seed—. ¿Está bromeando acaso? ¿Nos trajo
todo el camino hasta aquí para visitar a su abuelo?
Star Seed se encogió de hombros y sonrió en respuesta, mientras
reventaba una baya de cristal en su boca, sin inmutarse. Pero habían llegado
tan lejos y no tenían más remedio que seguirla a través de la puerta.
—¡Shhh! —siseó Olive cuando esta se cerró de golpe detrás de
Star Seed—. No podemos despertarlo. —Señaló a un viejo corcel,

31
durmiendo tranquilamente en una gran silla de terciopelo. Sus gafas
estaban a un ronquido de caer de su boca, y su crin blanca estaba
encrespada en todas direcciones, igual a la de Olivine—. Sólo tengo
que encontrar algo de aquí —susurró Olive, andando de puntitas a
través de la habitación—. ¡No toquen nada!
La vieja casa estaba llena de estantes sobre estantes de bien amados
y polvorientos libros, y de cientos de macetas con plantas de cada variedad.
La combinación de la temperatura cálida y el paso de luz solar a través del
tragaluz hacían que el invernadero se sintiese acogedor. Star Seed, a quien
parecía gustarle, comenzó a observar a través de uno de los estantes.
A medida que la unicornio escaneaba los títulos, comenzó a notar
un tema. ¡Casi todos los libros eran sobre plantas, semillas, o hechizos!
Pasó su pezuña suavemente por los lomos y recogió uno que se destacaba
prominentemente, titulado Plantas mágicas indígenas del Norte y del
Sur, Volumen 5: Flores. Estaba leyendo sobre una flor llamada ociocena,
que supuestamente llenaba a los ponis de letargo, cuando alguien la llamó
por su nombre. Star Seed dejó el libro sobre la mesa y rápidamente trotó
afuera para unirse a las demás. Olivine y Fire Opal miraban una pequeña
caja de madera llena de pequeñas bolsas. Fire Opal arrugó la nariz.
—¿Qué son?
—Supuestamente, son semillas mágicas —explicó Olivine con una
sonrisa, recogió una bolsa azul y derramó unas cuantas motas brillantes
sobre su pata—. Mi abuelo Alabaster siempre las ha recogido. Él siempre
decía que si se plantan, crecerán las más bonitas y más raras flores de todas.
—Me gusta cómo suena eso —dijo Star Seed, moviendo la cabeza
en señal de aprobación—. ¡¿Pero cómo que raras?!
—¿Y qué las hace mágicas? —Fire Opal levantó una ceja con
sospechosa.
Por primera vez, hubo un destello de verdadera emoción en los
ojos de Olivine.
—No lo sé. Pero vamos a plantarlas en el jardín del castillo y
averiguarlo.

32
7
En la carroza

El aire del exterior era suficientemente cálido como para que


siempre dejaran abiertas las puertas que daban al balcón del dormitorio
de Cadance y Shining. Una suave brisa flotaba en el ambiente mientras
la Princesa se preparaba para la cena. Cadance tarareó una melodía para
sí misma mientras cepillaba su larga y suave crin en lindos rizos, luego,
se colocó su corona sobre su cabeza. Sentía como si hubieran pasado años
desde que ella y su marido habían sido capaces de sacar algo de tiempo
para sentarse juntos y disfrutar una verdadera comida. Y ahora que Flurry
Heart tenía la edad suficiente para quedarse con la niñera del castillo,
los jóvenes de la realeza finalmente podían tener un momento para ellos.
Sería bastante relajante y bien ganado.
—¿Puedo acompañar a la hermosa yegua al comedor? —Shining
Armor apareció en la puerta portando un chaleco blanco y una cursi
sonrisa en su rostro, Asintió con la cabeza en una reverencia formal tan
baja que su crin casi tocó el suelo.
—Puede. —Cadance ahogó una risita y regresó la reverencia—.
¡Pero, por favor, que sea rápido, ya que la hermosa yegua se muere de
hambre!
Shining rio y le tendió su pata a su esposa. Cadance parecía mucho
más animada que nunca, eso lo hacía feliz a él.
Cuando llegaron al comedor principal del castillo, dos lugares al

34
final de la mesa de banquetes ya estaban dispuestos. Un poni mayordomo
esperaba con una botella de sidra de manzana fresca. Señaló la selección
con un ademán y comenzó a verterla en cada copa.
—Me siento aliviado al verte sonreír —admitió Shining una vez
que se habían sentado en la enorme mesa—. Lo siento, últimamente
he estado muy ocupado con las pruebas de reclutamiento de la Guardia
Real. Es realmente importante que tengamos un grupo fuerte, sobre
todo este año.
—Lo entiendo —aseguró Cadance. Sin embargo, aún le daba
curiosidad el contenido de la carta de la Princesa Celestia. La necesidad
de una mayor seguridad para el Imperio de Cristal podría significar
que había una amenaza potencial—. Pero, ¿está todo bien?
—¡Por supuesto! ¿Cómo está avanzando el jardín? —preguntó
Shining con la boca llena de ensalada—. ¿Tus alumnos ayudantes se
divierten ahí? ¡A mí me parece que sí! Acabo de ver a tres pequeños
ponis que seguían escarbando en mi camino hacia aquí. ¿No es un
poco tarde ya?
—Lo sé. Esos pequeños ponis han sido tan dedicados. Cada vez
que voy al jardín, están plantando flores más hermosas y exóticas. No
estoy segura de cómo están logrando que crezcan tan rápido, pero es
increíble. —Cadance arrugó la nariz—. Quería ver y aprender sus
secretos jardineros, pero por alguna razón no quieren ningún tipo de
ayuda extra de mí parte.
—Probablemente saben que tienes tus pezuñas saturadas, cariño.
—Bueno, tienen razón en eso —admitió Cadance mientras tomaba
un sorbo de sidra—. Todavía hay mucho más que hacer para prepararnos.
Además del nuevo jardín, está la fiesta de los mayos, el desfile, la música
para la Canción del Corazón…
Los ojos de Shining se abrieron como platos.
—¡Alto ahí, potra! ¿También un desfile? —Su esposa tenía la
tendencia de dejarse llevar y excederse cuando se emocionaba.
—Sólo un desfile ayudará a difundir el amor a través de todo el
Imperio de Cristal —dijo la Princesa de manera pragmática—. Los ponis
ya están visitando el jardín para recoger las flores que utilizarán en sus
presentaciones para la competición de las carrozas florales. —Los ojos

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almendrados de Cadance brillaron con deleite—. ¡Debieras ver algunos
de los diseños! Son tan hermosos y brillantes. Justo lo que todos necesitan
para animar sus espíritus.
—Eso es impresionante, Cady —elogió Shining pero su cara
mostraba preocupación—. ¿Pero crees que dará energía al Corazón de
Cristal como esperas?
Ella sonrió ampliamente, había guardado la mejor noticia para
el final.
—Ya lo ha hecho.

—La verdad, no es lo que me había imaginado cuando dijiste que


el Corazón de Cristal recibió energía… —Shining estiró el cuello y miró
boquiabierto la elaborada carroza. La estructura se parecía a una versión
gigante del Corazón de Cristal, excepto que éste estaba medio cubierto
de campanillas, espuelas de caballero, y hortensias. Un grupo de ponis
estaba ocupado uniendo aún más flores mientras la familia real observaba.
—Lo sé. —La Princesa Cadance señaló con su pezuña—. ¿Pero
no se ven felices los ponis?
Shining asintió. No podía negar lo que veía.
—¡Totalmente!
—Bueno, eso es lo que está ayudando al corazón. —Cadance se
alejó trotando y Shining la siguió.
Galopó al lado de varias carrozas más con formas de todo tipo,
desde flores gigantes hasta cupcakes de bayas de cristal. Todo estaba
cubierto de flores fragantes y frescas. Tenía un aroma celestial.
—¡Ven a ver!
Al doblar la esquina, Shining y Cadance se aproximaron al verdadero
Corazón de Cristal, este se encontraba suspendido entre los dos picos
de cristal debajo del castillo como de costumbre. Pero su fuerza era
visiblemente más firme, brillaba con un tono azul brillante y únicamente
parpadeó cada par de minutos.
—Aún no es suficiente, pero no he tenido que usar mi magia

36
para darle energía de nuevo—explicó Cadance.
—La celebración va a arreglar todo para bien. Lo sé.
—¡Su Majestad! —gritó una yegua color aguamarina, galopando
hacia ellos, con la angustia dibujada en su rostro.
—Estoy tan contenta de que esté aquí. Tenemos una emergencia,
¡es Petal Shine!
—¿Qué le pasa, Emerald Gem? —Cadance se puso alerta—. ¿Está
herida?
—No exactamente, pero creo que debería venir a verlo por usted
misma…
La poni púrpura se encontraba tumbada en el suelo, sosteniendo su
estómago. En un primer momento, Petal Shine parecía estar temblando.
Sin embargo, tras una inspección más cercana, se hizo evidente que la
poni sólo pasaba por un ataque de risas incontrolables.
—¡No puedo…… dejar de… ji, ji! ¡Je-je! —Petal Shine se retorció
y agitó—. ¡Oh! ¡jajajaja!
—¿Qué es tan divertido, Petal Shine? —Cadance estaba perpleja.
No había escuchado una broma tan hilarante en años. Viendo a Petal
Shine reír con tanta fuerza la hizo reír—. ¡Por favor compártelo con
nosotros!
—No, Princesa. —Emerald Gem frunció el ceño, sacudiendo la
cabeza—. Lo malinterpreta… Petal Shine ha estado así durante horas, y
no podemos entender por qué.
Shining intentó ayudarla a levantarse del suelo, pero ella lo rechazó
con sus pezuñas mientras reía.
—¿Cuándo comenzó? —preguntó.
—Esta mañana estaba afuera recogiendo florivertidas gigantes
para nuestra carroza en el jardín… —explicó Emerald. Señaló la carroza,
la cual representaba las siluetas del sol y la luna—. Cuando regresamos
de tomar nuestro almuerzo, se encontraba aquí justo como esta.
—Qué extraño. —Si bien Cadance no podía determinar la causa
de la risa, sí sabía qué hacer para ayudar—. Esto debería bastar. —Apoyó
las patas en el suelo, reunió su energía mágica y apuntó con su cuerno
a Petal Shine. Un remolino de aura azul flotó hasta la poni y, en segundos,
las risas se calmaron.

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Petal Shine se incorporó, confundida. Alzó la vista hacia el cielo
estrellado.
—¿Es de noche? ¿Me quedé dormida?
—¿Qué es lo último que recuerdas? —preguntó Emerald Gem.
—Estaba oliendo una florivertida gigante para asegurarme de
que se viera bien con las demás flores en nuestra carroza, y entonces
creo que me quedé dormida.
Cadance, Shining y Emerald intercambiaron miradas de
preocupación. Las alergias a las florivertidas eran bastante comunes
(Incluso el amigo de Twilight, Big McIntosh, tenía una), así que quizás
la poni simplemente era alérgica. Pero una voz en su interior le decía a
Cadance que había algo más en este florido incidente.
E iba a llegar a la raíz del mismo.

38
8
Atrapado con la Guardia Real

Los aspirantes de la Guardia Real galoparon de ida y vuelta,


golpeando sus fuertes pezuñas en la tierra y el césped. El campo era
una constelación de huellas. Shining Armor se situaba a la cabeza,
portando su uniforme de comandante de la Guardia Real con orgullo.
Bramó órdenes como parte de un ejercicio de entrenamiento destinado a
preparar a los corceles para absolutamente todo. Si los ponis no
reaccionaban correctamente a la orden que se les daba, estaban “fuera”.
El ejercicio continuaría hasta que sólo uno se mantuviera victorioso.
—Flanco derecho… ¡MARCHEN!
Los corceles giraron a la derecha, todos a excepción de uno con
una crin anaranjada que la dio a la izquierda.
—Topaz, ¡fuera! —gritó Shining.
El poni bajó la cabeza y trotó a la línea lateral para encontrarse
con aquellos que habían conocido un destino similar. Ahora sólo
quedaban cuatro ponis en el ejercicio.
—¡MEDIA VUELTA!
Tres de los corceles dieron una vuelta a la izquierda en lugar de a
la derecha como se suponía. Shining apuntó con su pezuña al único poni
que había realizado el movimiento correctamente. Era un fuerte e
imponente corcel dorado. Todos sabían que era el mejor y más dedicado
soldado potencial del grupo. Prácticamente era el ganador seguro.

40
—¡Jasper Hoof gana el entrenamiento de velocidad de reacción!
Él se incorporó en posición de firmes y ni siquiera esbozó una sonrisa.
Cadance había estado observando a escondidas las pruebas desde
las gradas, con la esperanza de mostrarle un poco de apoyo a Shining
Armor sin interponerse en su camino. No había planeado revelarse a sí
misma a los corceles, pero parecía el momento perfecto para darle a los
chicos un descanso.
—¡Querido! —gritó la Princesa—. ¿Qué tal si le das un respiro a
los chicos?
—Cady, ¿qué haces aquí? —dijo entre dientes y con mirada
sorprendida—. Tenemos mucho que hacer el día de hoy…
—Oh, vamos, señor serio —bromeó Cadance e imitó su expresión
con los labios apretados—. Tú y los chicos todavía tienen que comer,
¿verdad? Voy a hacer que la cocina prepare un picnic para que puedan
apreciar el jardín.
Sobre su hombro, la Princesa vio las orejas de los ponis animarse.
Incluso Jasper Hoof, quien actuaba fríamente, parecía esperanzado.
Shining los miró.
—Creo que han estado trabajando muy duro… —sonrió mientras
cedía—. ¿Cómo haces para convencerme de todo lo que quieres?
La Princesa batió sus pestañas, inocente como siempre.
—No sé… ¿magia?
—Estoy bajo tu hechizo, querida. —Shining Armor se giró de
nuevo hacia sus corceles y gritó— ¡Vamos a movernos, reclutas! ¡A
ALMORZAR!

Ponis de todo el Imperio ya se encontraban retozando en el jardín


renovado, aunque oficialmente faltaban unos cuantos días para la
celebración. No parecían estar sino encantados por la recién descubierta
belleza natural de los terrenos del castillo. Y por una buena razón, la
selección floral no era como nada que Cadance haya visto jamás. ¡Las
flores eran de todos los colores del arcoíris e iban del tamaño de un

41
potro recién nacido a un corcel adulto!
Algunas de las variedades eran únicas; Cadance pensó que debían
crecer sólo en el Imperio de Cristal. Quería preguntar sus nombres, pero
no había señales de Olivine Jewel y sus dos amigos. «Hmmm», pensó la
Princesa, «por fin deben haber acabado». Se hizo una nota mental para
felicitarlos por sus excelentes contribuciones.
Cadance se llenó de orgullo mientras caminaba por el jardín y
observaba a los ponis divirtiéndose. Algunos ponis de cristal se recostaban
sobre la hierba, mirando las nubes. Otros reían y algunos tarareaban
melodías alegres. Algunos se sentaron hipnotizados mientras observaban,
en el agua brillante, la pieza central de la fuente: «Spike, el valiente y
glorioso». La estatua del dragón tenía esmeraldas reales por ojos y
lanzaba agua de su boca como un recordatorio del fuego que Spike
había encendido en honor de los Juegos de Equestria.
Los aspirantes a la Guardia Real no tuvieron problemas para
encontrar una buena zona en la hierba para disfrutar su día de campo
con sándwiches, hechos de con las reservas de mermelada de manzana
zap de la mismísima abuela Smith, enviados desde Sweet Apple Acres.
Shining rio de buena gana con la broma de alguien y entonces se detuvo
y asintió para sí mismo, serio. Estaba haciendo su mejor esfuerzo para
mantener un cierto sentido de la autoridad sin dejar de ser uno de los
corceles. Era entrañable.
Una mariposa brillante monarca de color naranja se posó en el
hocico de Cadance por un momento y luego fue hacia la fuente. Cadance
observó su viaje mientras aterrizaba en la nariz de un poni que reconoció
como Glitter Mint. La potra no reaccionó a la mariposa. Seguía mirando
intensamente algo en el agua.
Cadance trotó, intrigada por el extraño comportamiento.
—¿Qué estás mirando, Glitter Mint?
—A mí misma —respondió la yegua distraídamente—. Soy tan
fascinante…
—Yo también… míreme… —dijo la poni a su lado. Estaba haciendo
exactamente lo mismo que Glitter Mint—. No puedo dejar de mirarme
la cara. Es como si nunca antes la hubiera visto. —Sus ojos se clavaron
en su reflejo acuoso. ¡Ni siquiera parpadeaba!

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Cerca, un par de ponis tarareaban tan fuerte que sonaba como
una colmena de abejas. No era una melodía, sólo ruido. Los ponis
tenían la misma mirada vidriosa que Glitter Mint y su amiga. Parecían
tener una «conversación», pero sólo se tarareaban mutuamente.
¿Qué?! Cadance de repente se sintió como si hubiera entrado en
una realidad alternativa. ¡Tal vez lo había hecho! Se frotó los ojos y trató
de sacarse a sí misma de la visión. Pero cuando los abrió, todo era igual
que antes. Era real.

Olivine, Fire Opal, y Star Seed se escondían en uno de los arbustos


de cinias cantúrreas que se encontraban cerca. Las tres pequeñas ponis
tenían pinzas de ropa en sus hocicos para asegurarse de que no olieran
accidentalmente las flores ellas mismas. Observaron la escena que se
desplegaba con fascinación y conmoción por igual.
—¡No puedo creer que las flores encantadas realmente funcionaran!
—dijo Olivine sonriendo con asombro—. Mi abuelo Alabaster siempre
me contaba historias de las plantas mágicas, pero pensé que estaba
inventándolo. Especialmente la parte sobre la rapidez con la que crecen.
—La verdad, es un poco impresionante —dijo Fire Opal maravillada.
Su voz sonaba nasal debido a la pinza de ropa—. Buen trabajo, Olivine.
Olivine se enorgulleció.
—¿Estás segura que nadie saldrá herido? —preguntó Star Seed
nuevamente—. Es sólo, como, ¿una manera extraña de conectar con la
naturaleza?
—¡Por supuesto! Estarán bien —les aseguró Olivine. Observó
como un unicornio turquesa olfateó una gigantesca ociocena blanca y
se tumbó en la hierba, bostezando—. Los efectos desaparecen con el
tiempo.
«Pero la Princesa Cadance no sabe esto», pensó Olivine, «tal vez
se arrepentirá de hacer que un grupo de ponis hagan todo su trabajo.»

43
9
¡Pánico en el castillo!

De regreso en el castillo, la noticia de que había algunas cosas


raras en el jardín ya se había extendido.
Cuando Cadance y Shining entraron por las puertas dobles, sus
mejores funcionarios ya investigaban las posibles causas de la conmoción.
Los ponis estaban reunidos alrededor de una mesa cubierta con cientos
de libros extraídos de la Biblioteca del Imperio de Cristal.
—¿Alguna idea? —Cadance miró al grupo con una sensación de
pánico—. Nunca he visto nada tan… extraño.
—¡Definitivamente es Discord! —gritó Shimmer Berry, apuntando
a una imagen del draconequus en una viejo tomo titulado La Edad
Caótica de Equestria—. ¡Tiene todas sus marcas! Lugares absurdos,
sonidos tontos, olores absurdos…
—¡Los changelings están aquí! —exclamó el teniente Jade Wing
mientras hojeaba un libro sobre la Reina Chrysalis—. Y están haciéndose
pasar por nuestros amigos. Los changelings se comunican tarareando,
¿no? Creo que leí eso en algún lado.…
—El Rey Sombra regresó —susurró el mayordomo asustado—.
Absorberá todo el amor del Imperio una vez más…
—Sea lo que sea, necesitamos una solución. —Shining Armor
frunció el ceño en señal de frustración—. Y rápido. —Estaba
particularmente molesto ya que todo su equipo de reclutas ahora

45
también actuaba de manera extraña. Los agiles corceles de pronto se
habían vuelto torpes y descoordinados. Jasper Hoof había tropezado
con sus herraduras cuando Shining los llamó a posición de firmes.
—No creo que se trate del complot de una fuerza maligna —pensó
Cadance en voz alta—. Es más inofensivo que eso… —caminó de un
lado a otro— parece el trabajo de un solo individuo.
—Eso no tiene sentido. ¿Qué tipo de poni gruñón querría sabotear
la Celebración? —se preguntó Shimmer Berry.
De pronto, una imagen de Olivine Jewel con el ceño fruncido en
la parte trasera del grupo escolar cruzó por la mente de Cadance.
—Tal vez fue un poni que quería destacar…
—¿Qué quieres decir? —Un desconcertado Shining ladeó la
cabeza—. ¿Sabes quién hizo esto, Cady?
—Creo que sí —dijo Cadance moviendo la cabeza—. Todo es mi
culpa. Voy a encontrarla y a poner todo en orden.
Antes de que cualquier poni pudiera protestar, la Princesa salió
galopando por la puerta en un destello rosa y dorado.

46
10
El café Corona de Cristal

—¡Olivine Jewel! —gritó la Princesa Cadance sobre los zumbidos,


risas, y ronquidos de los ponis hechizados que se encontraban en el
jardín—. ¿Estás ahí, Olivine? ¡Necesito hablar contigo! —trotó a través
del laberinto de setos y pasando la fila de hermosos arbustos ornamentales
podados en forma de animales y corazones. La vista le recordó a la
visión, la única razón por la que había puesto este plan en acción.
—Se ha vuelto peor —Cadance bajó la cabeza mientras se acercaba
a un par de ponis que reían sin control, como lo hizo Petal Shine.
Cadance canalizó su magia y la dirigió hacia ellos. Pero, por desgracia,
el hechizo bajo el que estaban era demasiado fuerte, y los salvajes
ataques de risa continuaron.
—Oh, Celestia, ¿qué he hecho? —suspiró la Princesa Cadance.
Siguió caminando sin entusiasmo en busca de la pequeña potra verde.
El problema con las visiones del futuro, pensó, es que eran imágenes
incompletas. ¿Cómo podía saber que detrás del sonido de risas que había
oído estaba una especie de hechizo obligándolos a reír de todo? En ese
momento se dio cuenta de que había estado retorciendo su visión para
satisfacer sus propios deseos. Era casi tan útil como tratar de descifrar
un patrón de hojas en el fondo de su taza de té.

48
Cadance tomó un sorbo de un humeante té de diente de león.
—Gracias por el té, Lilac Quartz, pero realmente no puedo
quedarme —la Princesa había ido al café sólo para esperar a Olivine,
pero había sido conducida a la mejor mesa.
—¡Su Majestad, insisto! —protestó la maternal yegua. Le acercó un
plato de tartas de bayas de cristal calientes y lo colocó cuidadosamente
sobre la mesa—. Por lo menos coma una tarta antes de irse. —Cadance
introdujo una tarta en su boca y habló a través de la dulzura crujiente.
—¿Ha visto a su hija? Es urgente que la encuentre…
—¡Tengo uno postre más para usted, Princesa!— Lilac trotó a la
parte trasera de la cocina, haciendo caso omiso de la pregunta.
—¿Qué es lo que Olivine hizo ahora? —susurró una yegua,
inclinándose desde la mesa de al lado. Cadance reconoció que era Sweet
Leaf del día de la Canción del Corazón.
—Pobre Lilac, ni siquiera puede controlar a su potra… —Frente
a ella, otra yegua del grupo de ese día, Rose Water, negó con la cabeza.
—Ese pequeña poni está tramando algo malo.
—¿Qué quieren decir? —preguntó Cadance, cada vez más
impaciente. Cuanto más pronto encontrara a Olivine, más rápido
resolvería el misterio del jardín. Sabía que estaba bien encaminada.
Olivine había estado ahí todo el tiempo. Debió ver, o hacer, algo.
—Siempre sale corriendo y desaparece, haciendo Celestia sabrá
qué cosas —dijo Rose Water levantando su ceja en señal de desaprobación.
Su espesa crin color rosa rebotó mientras negaba con la cabeza—. Mi
hija, Fire Opal, nunca actuaria de esa manera…
—Tampoco lo haría mi dulce pequeña, Star Seed —asintió Sweet
Leaf—. Ella es una estudiante modelo.
Estas dos chismosas no eran del gusto de Cadance para nada.
—Disculpen, señoras. —La Princesa Cadance se incorporó—. En
realidad estoy aquí para hablar con Lilac Quartz sobre un honor
especial que a Olivine Jewel le será otorgado por el castillo. —Ambas
yeguas quedaron boquiabiertas—. Buen día.

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11
Maestro Jardinero Alabaster Stone

A pesar de que la Princesa había enviado un mensaje al castillo de


que podría estar fuera por unas horas, No creyó que su investigación la
llevaría hasta la periferia del Imperio de Cristal. Pero allí estaba ella, detrás
de Lilac Quartz, caminando pesadamente a través del follaje salvaje hacia
una antigua casa de campo.
—Olivine viene aquí todo el tiempo para visitar a su abuelo
Alabaster Stone —explicó Lilac—. Está muy unida a él. Ama sus viejas
historias sobre el Imperio de Cristal antes del Rey Sombra. —Lilac se
veía acongojada—. Cuando puede recordarlas, es decir…
—Es tan aislado aquí —observó Cadance—. ¿Por qué no vive más
cerca del centro del Imperio?
Lilac señaló todas las plantas de maleza en las vasijas de cristal sobre
el porche.
—Tiene más espacio para sus plantas aquí afuera —dijo sonriendo—.
Él no hace crecer ni la mitad de lo que solía hacer, pero aún tiene el
mismo espíritu jardinero que tenía hace muchos años, cuando trabajaba
en el castillo. —La yegua giró el picaporte y abrió la pesada puerta de
madera—. Pero estoy segura de que Olivine ya le contó todo esto.
—No, ella no lo mencionó… —Cadance entrecerró los ojos—.
¿Alabaster trabajó en el jardín del castillo?
—¡Oh sí! Fue el poni más grande de toda Equestria en lo que

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hacía —respondió Lilac, poniéndose nostálgica—. ¡Incluso hicieron
una entrevista con él en la gaceta de la Sociedad Botánica Ecuestre,
Flora y Fauna, sobre las plantas del sur que fue capaz de hacer crecer
en el clima de Cristal!
Mientras Cadance la seguía al interior, inmediatamente vio la
evidencia de la larga e ilustre carrera del corcel. La cálida cabaña estaba
repleta de plantas y recuerdos. Sus ojos se posaron en una foto enmarcada.
La imagen se había puesto amarilla con el tiempo pero era clara, era
un joven Alabaster orgullosamente erguido junto a un cartel familiar
que decía:
JARDÍN DEL IMPERIO, POR EL MAESTRO JARDINERO A. S.
—¡Así que él es el famoso maestro jardinero! Vaya. —Cadance se
animó— A.S. significa Alabaster Stone.
—¿Quién pregunta? —se quejó el viejo corcel, despertando de su
siesta en su acogedora silla—. Yo no lo hice. —Tosió—. ¿Qué?
—¡Hola, papá! —Lilac trotó, bajando la cesta de golosinas que
había traído para él—. ¡Se trata de su majestad, la Princesa Cadance!
Cadance le dio una reverencia amistosa. Alabaster frunció el ceño.
—Princesa, ¿eh?
—¿Olive no le dijo que estaba ayudando a arreglar los jardines
del castillo para la gran celebración del jardín de los corazones?
—No —respondió Alabaster—, pero no debería. Esos nobles…
—Sé agradable, ¿por favor? —interrumpió Lilac con los dientes
apretados—. Buscamos a Olivine, ¿la has visto el día de hoy?
—Podría haber sido hoy… pudo haber sido hace una semana. —Se
rascó su escasa crin blanca con su pezuña. El corcel se incorporó lentamente
y comenzó a arrastrar sus pezuñas hacia la cocina—. Estuvo aquí con un
par de pequeñas potras. Pero estaba tomando mi siesta, así que no me
levanté. —Alabaster señaló a su estantería—. Sin embargo, estaban
husmeando en mis cosas.
—¿Quizás Olivine o las otras pasaron a tomar algo? —preguntó la
Princesa Cadance, examinando la desordenada habitación. Probablemente
sería difícil darse cuenta de algo faltante. Tal vez habían pedido prestada
algunas herramientas de jardinería. Ciertamente aquí había muchas
para elegir.

52
—¿Cómo voy a saberlo? —gruñó Alabaster—. ¡Mire este lugar!
—Comenzó a prepararse un plato de avena—. Al menos la única cosa
que tengo de valor está a salvo. Justo allí, sobre la mesa de la esquina.
Lilac trotó hacia la mesa en cuestión. No había nada más que
polvo y un limpio espacio cuadrado.
—¿Estás seguro, papá? Tu caja de semillas encantadas… pues, se
ha ido.
—¿Qué? —Alabaster arrastró las pezuñas tan rápido como pudo—.
Pero… pero… es peligroso. —El color desapareció de su rostro—. ¿Los
narcisos vanidoso… y las rosas reflexivas…? ¿Las florivertidas para hacer
reír, cinias cantúrreas, y ociocenas? Si cualquier poni planta esas semillas
y huele las flores, vamos a tener un gran problema en nuestras pezuñas.
La Princesa pensó en los ponis atrapados en el jardín.
—Creo que ya lo tenemos. —Ella pasó saliva—. Señor Stone,
¿puede ayudarnos a solucionarlo?
—Me… me gustaría, pero… —balbuceó el viejo poni llevando su
pezuña a su cabeza—. No puedo recordar cómo.

53
12
La persuasión del cristal azul 1

En su frenético viaje de regreso al castillo, el trío pasó al lado del


Corazón de Cristal. Muy a pesar de la Princesa, la luz ahora era un
parpadeo constante. En su propio corazón, Cadance sabía que el mal
funcionamiento ocurría debido a todos los ciudadanos quienes estaban
bajo el hechizo de las flores mágicas. ¿Cómo podía un poni encarnar la
luz de la verdad y el amor cuando se encontraban en un estado mental
alterado? Era imposible. Cadance no podía creer todo el lío que había
causado.
—¡De prisa! ¡No está lejos! —gritó Cadance por encima del
hombro—. Señor Stone, sólo sé que si usted da un paso en el jardín, le
ayudará a recordar algo. —Siguió adelante a través del prado con Alabaster
y Lilac a cuestas. El viejo corcel no había dejado de quejarse todo el rato.
—El castillo no merece mi ayuda —le murmuró Alabaster a su
hija—. ¡Ellos no me quisieron de regreso después que el Rey Sombra
fuera derrotado!
—Tonterías, papá. —Lilac frunció el ceño— Tú les dijiste que
sería demasiado trabajo volver a reparar el jardín.
—¡Patrañas! —respondió Alabaster, levantando una ceja espesa—.
Eso no es lo que recuerdo…

1
El título original del capítulo, «Crystal-Blue Persuasion», hace referencia a la canción homónima de la
banda Tommy James and the Shondells.
55
—Exactamente a eso me refiero —bromeó Lilac, e intentó un
enfoque distinto. Pestañeó sus grandes ojos turquesas hacia él—.
Simplemente trata de ayudar por Olivine, ¿de acuerdo?
Un fuerte ruido comenzó a ahogar su conversación mientras los
tres ponis llegaban a las puertas del jardín. En ausencia de la Princesa
Cadance, el problema se había multiplicado por diez. Ahora había cientos
de ponis trotando por la zona en varios estados de encantamiento.
Unicornios, pegasos, y ponis terrestres de todas las edades tarareaban
y reían, descansaban y se miraban fijamente en la fuente. Las franjas de
listones y luces, además de los colores brillantes de las flores, le dieron
a toda la escena una falsa sensación de fiesta. Pero esto no era una fiesta,
¡era un desastre! Cadance deseaba que en ese momento Sunburst, el
poni que más conocía sobre hechizos antiguos del Imperio de Cristal,
no se encontrara visitando a su amiga Starlight Glimmer en Ponyville.
Él sabría qué hacer… ya que Alabaster claramente no lo sabía.
—¡Bayas de enebro saltarinas! —Alabaster se maravilló, sus pezuñas
se paralizaron y sus ojos se abrieron con asombro—. Mi jardín es increíble.
¡Mira a los ponis! ¡Mira las flores! Mis semillas mágicas son tan lindas
como siempre imaginé que serían…
—¡Papá, enfócate! —Lilac señalo a los ponis con su pezuña—.
¿Qué hacemos para romper los hechizos?
—¡Lo tengo! ¡Cantemos! —Alabaster giró la cabeza—. ¡Eso lo
solucionará! —Trotó delante de un grupo de ponis que descansaban
en la hierba y hacia una vibrante planta de cinias cantúrreas color
naranja—. Tra-la-la-la, ¡hola, pequeña cinia! —el viejo corcel cantó con
alegría y se inclinó para oler la flor.
—¡Noooo, abuelo! —gritó Olivine, galopando hacia él—. ¡No la
huelas! —la joven yegua verde trató de empujar a Alabaster fuera del
camino, pero era demasiado tarde. El corcel se incorporó con una
sonrisa en su rostro y un tarareo en sus labios.
—Lo siento, Princesa Cadance —sollozó Olivine mientras se hundía
en el suelo, derrotada, aún llevaba la pinza en el hocico, lo cual explicaba
cómo es que no había sido afectada—. Esto es mi culpa.
—Eso no importa ahora, —Cadance sacudió la cabeza—, en este
momento tenemos que solucionar esto. Voy a buscar a Shining Armor.

56
¡Tal vez él y su guardia estén en camino!
—Oh, uh… ¿Princesa? —Lilac se mordió los labios y señaló hacia
delante—. Creo que no será posible, querida.
Efectivamente, Shining estaba allí, rodeado de sus guardias. Pero
no había misión de rescate en curso. En su lugar, los corpulentos
sementales uniformados se reían como una tropa de potrancas
exploradoras en una pijamada.
—¡Shining Armor! —gritó Cadance con angustia—. ¡No se
preocupen, chicos! ¡Los voy a salvar! —Cadance calmadamente
comenzó a estrujar su cerebro en busca de los hechizos que podrían
ayudar, pero fue incapaz. Si tan sólo pudiera recordar la visión y mirar
más de cerca. Tenía que haber algo que no notara…
—Tengo una idea —dijo Cadance, saltando a la acción—, ahora
vuelvo —dijo, alzando vuelo.
A las afueras del jardín, en el punto exacto donde su visión se había
representado, la Princesa hizo un último intento. Cerró los ojos, pintando
la imagen en su mente. Todo se desvaneció, y ahí estaba de regreso en
el estado de ensueño: la exuberante hierba verde y el sol brillando sobre
su rostro, el aire fresco y el denso aroma de flores floreciendo. A lo lejos,
intrincados arbustos ornamentales se alinearon el horizonte. Cientos de
ponis cantaban.
¡Cientos de ponis estaban cantando!
—¡Eso es! —gritó Cadance mientras salía de su visión. Casi podía
oír la voz de la Princesa Luna en su cabeza recitando el viejo dicho de
magia: Cuando el hechizo es fuerte y ha sido prolongado, una canción
familiar puede enmendar lo errado. Valía la pena intentarlo.
La alicornio despegó, extendiendo sus alas y elevándose de regreso
hacia el corazón de la conmoción. Flotó sobre el jardín y concentró su
energía. Una suave neblina azul de aura mágica salió de su cuerno y
rodeó su cuello para amplificar su voz.
Entonces la Princesa se puso a cantar con todo su corazón.
—¡Cuando la nieve se hace muy fría, potros y potras unimos voces
en armonía! —Al oír esto, dos o tres ponis estiraron el cuello y la miraron.
El pulso de Cadance se aceleró por la emoción. ¡Estaba
funcionando! Siguió cantando.

57
—Sólo hay una solución, y hemos tomado la decisión… — Su
linda voz resonó, despertando aún más ponis confundidos. Algunos
comenzaron a unírsele. El sonido se hizo más fuerte y más rico con
cada nota.
—Elevaremos nuestros espíritus hasta el cielo, nuestros corazones
crecen y nuestras pezuñas emprenden vuelo —El resto de los ciudadanos
hechizados volvieron a la realidad, como granos de palomitas en un fogón
caliente. Más y más ponis se unieron a la canción —. Cascos fríos,
corazones cálidos; ¡cascos fríos, corazones cálidos! ¡En el día de Cascos
y Corazones, estamos todos unidos!
Un destello abrasador de luz azul bañó todo mientras Cadance
sintió como su cuerpo se desplomaba hacia el suelo. El Corazón de
Cristal estaba lleno de energía de nuevo.

58
13
El despertar de la yegua

El sonido de las aves fue lo primero que Cadance notó. Sin


murmullos, sin risas incesantes, solo el dulce canto y el gorjeo de los
azulejos. Y susurros. Parpadeó y se frotó la vista ante la luz brillante.
Cadance abrió los ojos ante una multitud de ponis curiosos parados a
su alrededor, rascándose sus cabezas, y tratando de reconstruir lo que
había sucedido exactamente.
—¿Por qué estamos en el jardín? —preguntó Jasper Hoof,
mirando a su alrededor.
—¿Me quedé dormida? —preguntó Glitter Mint, frotándose los ojos.
—¿La Princesa está bien?—gritó Gemma, parándose de puntillas
para ver.
—¡Cady! —Shining Armor corrió hacia su esposa, abriéndose
paso entre la turba de ponis de cristal y ayudándola a levantarse del
suelo—. ¡Lo hiciste! ¡Salvaste a todos los ponis! No sé cómo… pero un
minuto llevaba a mis corceles a practicar, y al siguiente estaba cantando
«Cascos fríos, corazones cálidos» contigo mientras volabas por encima
de nosotros. —Señaló a la multitud—. Tengo la sensación de que mucho
más pasó entre esos eventos…
—No tienes idea —suspiró Cadance, esbozando una pequeña
sonrisa. ¡Qué alivio! Sus ciudadanos fueron liberados del hechizo, y
ningún poni fue herido. Sus ojos recorrieron la multitud y se posaron

60
en una particular joven potra quien estaba encorvada en la tierra. Su
crin de color rosa colgaba sobre sus ojos, y lloriqueaba.
—¡Olive!—la reprendió Lilac, acercándose a su hija—. ¿Por qué
en Equestria robaste las semillas del abuelo? —El rostro de su madre
estaba llena de vergüenza—. ¡Casi causaste que todo el Imperio quedara
atrapado en sus encantamientos para siempre!
—Lo sé —dijo Olive, esnifando—. Lo siento, mamá. No pensé
que terminaría así… —Olive se levantó y se encogió de hombros—.
Todo lo que quería era un poco de venganza.
—¿Venganza? —preguntó la Princesa Cadance mientras
caminaba hacia ellas—. No entiendo… ¿Quién te ha hecho daño,
Olivine Jewel?
—Al principio estaba molesta con usted, Princesa Cadance…
—admitió Olivine.
Todos los ponis se quedaron sin aliento.
Cadance se derrumbó.
—¿Pero por qué?
La cara de Olive se torció en una mueca.
—¡Durante todo este tiempo, después de que el Imperio de Cristal
regresó, nunca le ofreció de nuevo su puesto de trabajo a mi abuelo!
—Olivine se paseó, haciendo un gesto con sus pezuñas—. ¿Y entonces
me obligó a mí de entre todos los ponis a arreglar su jardín?
—Yo ni siquiera sabía…
—Pero a todos los demás ponis les encantó hacer el trabajo sucio
del castillo. ¡Parecían divertirse tanto excavando y plantando semillas!
Y, como de costumbre, estaba sola en un rincón. —Olivine señaló a
Star Seed y Fire Opal—, yo sólo quería ser más como ellas. Yo quería
agradarles… y me di cuenta que tenía la manera perfecta de
impresionar a todos.
—¿Mi colección de semillas mágicas? —tosió el abuelo Alabaster—.
Esperaba algo mejor de ti, Pequeña 'Vine. —Olive bajó la mirada hacia
sus pezuñas con vergüenza.
—No necesitas hacer eso para impresionarnos —se rio Star Seed—,
todo lo que tenías que hacer era relajarte.
—En serio —concordó Fire Opal, acomodando su crin arcoíris

61
con un movimiento—, nos agradabas desde antes y no nos dejarás de
agradar ahora.
Los ojos de Olivine se abrieron con asombro.
—¿De verdad?
—¡Por supuesto! —Star Seed y Fire Opal aceptaron a su nueva
amiga en un abrazo.
Olivine se dirigió a la Princesa Cadance.
—No puedo creer que haya cometido tantas equivocaciones y
malos juicios. Lo siento, Princesa. —La potra respiró hondo—. Entiendo
si desea desterrarme del Imperio de Cristal…
—¿Qué? —interrumpió la Princesa Cadance y no pudo evitar
reírse—. Oh, Olivine Jewel… yo soy la única que debe disculparse contigo.
Vi que algo te molestaba durante la Canción del Corazón, y ni siquiera
me molesté en indagar con más profundidad. Debería haber preguntado
cual era la raíz del problema, en lugar de asumir que podía resolverlo.
—la Princesa puso su pata sobre el hombro de Olive—. Siento que este
desastre ha sido culpa nuestra. Entonces, ¿qué te parece hacernos cargo
que el jardín esté listo para la gran celebración de mañana? —Cadance
extendió su pezuña color rosa—. ¿Juntas?
—Me encantaría —dijo Olivine riendo con alivio y chocó pezuñas
con Cadance—. Lo curioso es… que con todo esto, descubrí que
realmente me gusta la jardinería y mucho.
Lilac rodó la mirada.
—¡He estado diciéndotelo por años!
—¡Yo también! —gruñó el abuelo Alabaster con una sonrisa
satisfecha—. Siempre tuviste el talento.
—¿Qué puedo decir? —Olivine sonrió y se encogió de hombros—.
A veces una potra tiene que sembrar su propia avena para descubrirlo,
incluso si las semillas ya fueron plantadas desde el principio.
Olivine trotó hacia un arbusto cubierto de brillantes rosas rojas.
Recogió una y se la presentó a la Princesa Cadance.
—Sembré esta por mí cuenta, sin hechizos mágicos —sonrió
ampliamente con orgullo.
Cadance llevó el botón a su hocico y aspiró. La dulce esencia era
fresca y pura.

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—Es perfecta.
—¡Y también lo es tu cutie mark! —Fire Opal apuntó al flanco de
la poni. Efectivamente, descansando sobre el flanco de Olivine Jewel
estaba una hermosa cutie mark de una joya verde en forma de corazón.
Casi parecía el propio Corazón de Cristal, pero tenía verdes enredaderas
ensortijadas y torcidas que crecían a su alrededor.
—Casi parece… el Corazón del Jardín.

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14
Celebración de los Corazones
del Jardín

Pétalos caían del cielo en un arcoíris de colores. Revoloteaban


sobre los ponis, se pegaban a sus crines y cubrieron el brillante suelo de
cristal en una alfombra suave y fragante. Olivine apenas y podía creer
que ella estaba sentada en la carroza floral real con la bebé Flurry Heart,
justo entre la Princesa Cadance y el Príncipe Shining Armor, como
Maestra de Ceremonias del desfile de la Celebración de los Corazones
del Jardín. El Corazón de Cristal brillaba sobre una plataforma por
debajo de ellos, rodeado por cientos de flores azules y blancas. Se sentía
como en un sueño.
—¿Princesa Cadance? —preguntó Olivine, lanzando una pezuña
de pétalos frescos a la multitud de abajo. Podía ver a su madre, Lilac
Quartz, parada al lado de unas muy malhumoradas Sweet Leaf y Rose
Water.
—¡Feliz Primavera, yeguas y caballos! —La Princesa Cadance
agitó su pezuña hacia los ponis—. Sí, ¿Olive?
—¿Por qué me eligió para que fuera Maestra de Ceremonias?
Después de todo lo que hice.
La princesa rio.
—Eres la poni que me recuerda a la primavera.

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—¿Yo? —Olivine arrugó su hocico—. ¿Por qué?
—Porque no importa cuán frío el invierno, o lo grande que
nuestros errores puedan ser, siempre hay tiempo para empezar de
nuevo. —Cadance sonrió y codeó a Olive—. ¿No estás de acuerdo?
Por primera vez, Olivine lo estuvo. Su corazón de cristal finalmente
había florecido, junto con las flores. Y después de ver crecer a Olivine,
Cadance se sintió llena de luz y amor.

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Contenido

01. Canción del corazón .......................................................................... 6

02. Cuestiones del Corazón de Cristal ................................................... 13

03. Las bases del castillo ......................................................................... 18

04. Una idea en crecimiento .................................................................. 22

05. Pezuñas que ayuden ......................................................................... 27

06. El invernadero .................................................................................. 31

07. En la carroza ..................................................................................... 34

08. Atrapado con la Guardia Real ......................................................... 40

09. ¡Pánico en el castillo! ....................................................................... 45

10. El café Corona de Cristal ................................................................. 48

11. Maestro Jardinero Alabaster Stone .................................................. 51

12. La persuasión del cristal azul ........................................................... 55

13. El despertar de la yegua ................................................................... 60

14. Celebración de los Corazones del Jardín ........................................ 65

Contenido ................................................................................................ 67

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