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HISTORIA DE LA INDUSTRIA AZUCARERA DOMINICANA

Caña de azúcar es el nombre común de ciertas especies de


herbáceas vivaces de un género de la familia de las Gramíneas, es
originaria de la India. Fue conocida en Europa en el siglo VIII, y
Colón la trajo a la isla en su segundo viaje, 1493. Su nombre
científico es Saccharun Officinarum.

La caña de azúcar se cultiva mucho en países tropicales y


subtropicales de todo el mundo por el azúcar que contiene en los
tallos, formados por numerosos nudos. La caña alcanza entre 3 y 6
m de altura y entre 2 y 5 cm. de diámetro. En regiones tropicales,
como Hawai o Cuba, el periodo de crecimiento de la caña dura
entre 12 y 18 meses, y se recoge entre enero y agosto.

La azúcar es una sustancia formada por un hidrato de carbono,


blanca, sólida, cristalizable, muy dulce, que se encuentra en el jugo
de muchas plantas; se extrae especialmente de la caña de azúcar y
de la remolacha. Su nombre científico es Sacarosa. La azúcar se
consume en todo el mundo, puesto que es una de las principales
fuentes de calorías en las dietas.

En nuestro país, la azúcar es una industria que tiene fundamento


agrícola: el cultivo de la caña, por lo que constituye un producto de
gran significación.
La industria azucarera, en la República Dominicana, data desde la
fundación de la Colonia, específicamente, a partir del Gobierno de
los Padres Jerónimos, a principios del Siglo XVI, quienes apoyaron
su desarrollo mediante el otorgamiento de préstamos para la
siembra y el procesamiento de la caña de azúcar, que había sido
traída al país por Cristóbal Colón, en su segundo viaje.
La historia de la industria azucarera dominicana se remonta de
1505 a 1506. Sin embargo, se tiene constancia que el primer
ingenio o trapiche se instaló en las cercanías de La Concepción de
la Vega, en 1504, y ahí se hicieron los primeros ensayos para
cristalizar azúcar. El primer ingenio que produjo azúcar en escala
comercial se instaló en Nigua, San Cristóbal; en el 1517 ya estaba
produciendo azúcar para exportar a la Madre Patria.

Para 1520, funcionaban 3 ingenios de azúcar y muchos otros se


encontraban en construcción. En 1527, trabajaban plenamente 18
ingenios y 2 trapiches, encontrándose otros 12 en construcción.
Hacia 1545 se conoce de la existencia de 20 ingenios y 4 trapiches.
De esas 24 explotaciones azucareras, más de la mitad pertenecían
a altos funcionarios o descendientes de ellos.

La producción azucarera se mantuvo con cierta tendencia inestable de


crecimiento hasta los años 70, cuando empezó a decrecer por la reducción
de la navegación española, el contrabando, la transferencia de inversiones a
la ganadería, la competencia en términos de rentabilidad del jengibre, la
paralización de la trata negrera, entre otros.

Para la segunda mitad del siglo XVI, España se encontraba en conflicto con
las demás potencias europeas por lo que el Rey Felipe II prohibió que La
Española y las demás posesiones comercializaran con extranjeros. Esta
disposición dejó a La Española sin su principal mercado por lo que muchos
colonos decidieron emigrar o dedicarse al hato ganadero, provocando crisis
en la industria azucarera.

En 1785, los esclavos escaseaban y por ello la producción de azúcar se veía


limitada para el consumo interno y de vez en cuando, para exportar algún
excedente, bien fuese a Puerto Rico o España, por lo que el Rey Carlos III,
expidió su Real Cédula del 12 de abril de 1786, autorizando entre otras
cosas, la importación de africanos sin restricciones, época esclavista que
vería su fin con la invasión de Toussaint Louverture en 1801. Con la
ocupación haitiana de 1822-1844 dejaron de existir varios ingenios situados
al este de Santo Domingo: Ingenios Frías, Mendoza, El Convento, Mojarra,
Yabacao, y otros. A partir de 1822 con la abolición de la esclavitud por
Boyer, la producción quedó limitada al melao, descontinuándose la
fabricación de azúcar, hasta mucho después de 1844.

El gran impulso modernizador de la industria azucarera no llega sino entre


los años 1874-1880, cuando inmigrantes cubanos construyen el primer
ingenio movido a vapor, el cual se llamó La Esperanza y cuando,
conjuntamente, se organizaron cerca de la capital y en el Este, Sur y Norte
del país, las grandes plantaciones de caña, con factorías modernas para la
época.

A principios del siglo XX, la comercialización del azúcar dominicana tenía


una marcada reorientación hacia el mercado norteamericano, instalándose
en el país inversionistas estadounidenses y europeos, quienes superaron en
técnica y método de producción a los cubanos.
La incursión de estos capitales en el ámbito azucarero dominicano se
realiza vía la intervención de la banca inglesa y alemana como fuente de
financiamiento, así como de los conglomerados azucareros internacionales.
En este orden, podemos señalar la West Indies Sugar Company, que se
especializó en el financiamiento de cosechas y estaba vinculada a los
intereses de la National Sugar Refining Company y del National City Bank.

Entrado en nuestro siglo, la destrucción de los campos de remolacha


azucarera en muchos países de Europa, hizo que este tipo de azúcar
escaseara, estas reducciones trajeron como consecuencia la elevación de los
precios del dulce; así, el quintal de azúcar subió de $5.50 en 1914 a $12.50
en 1918 y a $22.50 en 1920. De ésta bonanza en los precios nació la
llamada “Danza de los Millones”, cuyo ritmo mas acentuado se hizo sentir
en la región oriental del país, impulsando el desarrollo urbano y económico
de san Pedro de Macorís y La Romana.
En el año 1948 se da inicio al proceso monopolizador Trujillista del sector
con la construcción del Central Catarey, la instalación en 1952 del Central
Río Haina y en 1956 del Central Esperanza. Adquiere además, mediante
compra en 1952, el Ingenio Monte Llano que pertenecía a E. Kilbourne, el
Central Ozama a canadienses, el Central Amistad a puertorriqueños, el
Central Porvenir a los Kelly en 1953, el Ingenio Santa Fe a la South Puerto
Rico Sugar Company en 1954 y, por último, adquiere de la West Indies en
1956 los Ingenios Barahona, Boca Chica, Quisqueya y Consuelo.

Las corporaciones azucareras propiedad de Trujillo arrojaron una masa de


ganancia bruta, ascendente a la suma de 73 millones de dólares.

A su muerte en 1961, el dictador Trujillo controlaba el 63% del capital total


de la industria azucarera nacional, la cual pasó a ser propiedad del Estado
Dominicano, mediante la Ley de Saneamiento No. 6106, del 14 de
noviembre de 1962.

El 19 de agosto de 1966, mediante Ley No. 7, se crea el Consejo Estatal del


Azúcar (CEA) como organismo autónomo, cuyo objetivo es la
coordinación y el funcionamiento de los ingenios del Estado. Además de
las unidades productoras de azúcar controladas por el CEA, de propiedad
estatal, existen otros tres ingenios de propiedad privada, dos del Consorcio
Vicini, de capital nacional y el Central Romana, de capital extranjero.

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