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LOS POLOS MODERNIDAD-POSMODERNIDAD

Hans Ulrich Obrist y Stéphanie Moisdon eligieron como título de la novena edición de la Bienal
de Lyon (2007) “Los oo: la historia de una década que no ha sido aún nombrada”. La ausencia
de un nombre globalmente aceptado (como fue moderno o posmoderno) sigue afectando al
arte que se está produciendo hoy, nombrado muchas veces con el precario calificativo de arte
contemporáneo”.
Llamar contemporáneo al arte de hoy es poco decir, pues también hubo "arte contemporáneo” en otros momentos.
Giotto fue en su momento contemporáneo de sus coetáneos, como también lo fueron Manet o Picasso. Ellos
representaban lo nuevo producido en su tiempo. El arte contemporáneo designa, en este sentido, algo más que el
arte del presente: señala una diferencia con el pasado, la distancia entre el ahora y lo anteriormente dado.
El arte contemporáneo de hoy podría asociarse al “arte de avanzada”, aunque le es ajena la
actitud combativa que identificó a la vanguardia de principios del siglo xx. La era de los
manifiestos hace tiempo que llegó a su fin.
Entonces ¿ningún nombre para nuestra época y para el arte de hoy? Sí, los hay, y lo que llama
la atención es que gran parte de esos nombres incluyen una misma palabra: modernismo o
modernidad. Entre ellos, "digimodernismo" (Alan Kirby), “automodernismo” (Robert Samuels),
O​LU​N

que activan el debate arte del siglo xxi. Se analizan ejemplos de la literatura, las artes y el cine
que configuran el paisaje cultural metamoderno. Como pio organizador, los editores toman los
argumentos canónicos de Jameson sobre el desvanecimiento de los afectos y de la profundid
las sociedades capitalistas occidentales del siglo xx, para reevaluar nociones en el contexto del
siglo xxi. Aclaran Vermeulen y van den á que “han elegido los ejes de la historicidad, el afecto y
la profundidad como lógica estructural porque son los mismos ejes que Jameson uso no
conceptualizar la lógica cultural posmoderna”.

LOS POLOS MODERNIDAD-POSMODERNIDAD


Hans Ulrich Obrist y Stéphanie Moisdon eligieron como título de la novena edición de la Bienal
de Lyon (2007) “Los oo: la historia de una década que no ha sido aún nombrada”. La ausencia
de un nombre globalmente aceptado (como fue moderno o posmoderno) sigue afectando al
arte que se está produciendo hoy, nombrado muchas veces con el precario calificativo de “arte
contemporáneo"..
Llamar contemporáneo al arte de hoy es poco decir, pues también hubo "arte contemporáneo”
en otros momentos. Giotto fue en su momento contemporáneo de sus coetáneos, como ​
también lo fueron Manet o Picasso. Ellos representaban lo nuevo producido en su tiempo. El
arte contemporáneo designa, en este sentido, algo más que el arte del presente: señala una
diferencia con el pasado, la distancia entre el ahora y lo anteriormente dado.
El arte contemporáneo de hoy podría asociarse al “arte de avanzada", aunque le es ajena la
actitud combativa que identificó a la vanguardia de principios del siglo xx. La era de los
manifiestos hace tiempo que llegó a su fin.
Entonces ¿ningún nombre para nuestra época y para el arte de hoy: Sí, los hay, y lo que llama
la atención es que gran parte de esos nombres incluyen una misma palabra: modernismo o
modernidad.​ 1​ 5
En Modernismo después de la posmodernidad, Andreas Huyssen destaca la importancia de un
término-modernismo— que la posmodernidad echó en el basurero de la historia. Con todas sus
complejidades históricas y discursivas, el modernismo y la modernidad siguen siendo clave
para comprender de dónde venimos y a dónde es posible que vayamos. Al considerar el pasaje
del siglo xx al siglo xxi nos hacemos eco de una conclusión de Huyssen. Decimos entonces
"bienvenidos de nuevo a una idea ``.?
Es a comienzos del siglo xxi que se define un período de desvío del posmodernismo al
metamodernismo. Dada la complejidad de una nueva lógica cultural --por el hecho de mantener
aspectos de la modernidad y de la posmodernidad— resultará de interés aclarar el alcance de
esos dos conceptos.
El término moderno prácticamente desaparece en el debate sobre el arte en las décadas de
1980 y 1990, cuando emerge la posmodernidad anunciando el abandono de los grandes
relatos y el supuesto fin de la historia. La posmodernidad supone un corte con la modernidad,
dado que la preposición pos señala, cronológicamente, que algo ya se ha terminado.
Si la posmodernidad se manifiesta decididamente como una anti modernidad, el
metamodernismo supone algún tipo de conexión con la modernidad. Entonces, ¿está la
modernidad tan passée como sostienen los posmodernos? No parece ser así, al menos si
tenemos en cuenta la presencia del término en eventos como la Bienal de Lyon. Su edición de
2015-2016 tuvo por título “La vie moderne”. Las obras seleccionadas aludían a nuestra
cotidianeidad y estimulaban la reflexión en torno al “retorno de lo moderno”.
Cronológicamente estamos más cerca de la posmodernidad, entonces ¿por qué
asociar nuestra época a la modernidad? ¿No debería ser la modernidad —como
preguntan los curadores Roger Buergel y Ruth Noack en la documenta 12 de Kassel
(2007)— algo así como nuestra “antigüedad”? No parece ser la idea de Habermas,
quien sostiene que, en el término posmodernidad, el prefijo pos es un gesto de
despedida apresurado. Él ve la modernidad como un proyecto inconcluso, algo que
aún mantendría vigencia.
“Il faut être absolument moderne” (“Hay que ser absolutamente moderno"), dice Rimbaud en el
final de Una temporada en el infierno (1873) y aclara que para ser moderno hay que “tenir le
pas gagné” (“mantener el paso ganado"). Para cada tiempo hay un terreno nuevo o novedoso
que se ha conquistado y que es necesario salvaguardar para llegar a ser, de esta forma,
moderno.
El artista moderno profesa una profunda fe en la creatividad y en lo nuevo. Fueron “modernos”
los fundadores de la Asociación Arte Concreto-Invención.

LA CUESTIÓN DEL ARTE EN EL SIGLO XXI

Podríamos decir que moderno es aquello que se contrapone a la dicción o a lo clásico, a eso
que Hegel vio como “algo del pasado" parcialmente coincide con lo que suele llamarse “muerte
del arte”.
Etimológicamente, moderno proviene del latín modernus (de moda recientemente). Significa “lo
que es actual, lo presente, contemporán del que habla”. Giotto y el gótico fueron “modernos” y
en tanto ti mostraron lo nuevo de su presente, lo hecho “recientemente”. Segin Dictionnaire
alphabétique et analogique de la langue française, de pat Robert, este término comienza a
usarse en 1361. Sin embargo, Haberman recuerda que Jauss observó que los orígenes del
término moderno será montaron al siglo v, cuando se utilizó para delimitar el presente cristian
que acababa de hacerse oficial, del pasado romano-pagano.
A diferencia del concepto de “moderno", que se extiende a variadas épocas históricas, la
modernidad hace referencia a una etapa histórica particular. Como lo vemos de modo ejemplar
en Baudelaire, el período histórico de la modernidad subraya las cualidades de lo moderno al
va. lorar lo nuevo, el presente cambiante. Ese período comenzaría hacia 1850 al menos si,
como lo hace Adorno, se lo considera bajo la perspectiva de Baudelaire y de las propuestas
más innovadoras. Sin embargo, para otros se inicia en el Renacimiento, momento en el que
surgen ideologías centradas en la libertad, el individualismo, el progreso. Está claro que hay
épocas como el Renacimiento o la Ilustración, que tienen mayor conciencia de ser nuevas que
otras.
La oposición de lo nuevo con el pasado se acentuó en la Querelle des Anciens et Modernes de
fines del siglo xvii, donde se enfrentaron las ideas de Charles Perrault (nuevas) y las de Nicolas
Boileau (clásicas)s en el seno de la Academia Francesa. Las posiciones nuevas llevaban al
menosprecio de lo antiguo. Jean Cassou señala que el siglo xx suele tomar al xix como algo
abolido y despreciado:
El siglo xx, rebosante de actualidad, de modernidad, de presencia real y existente, considera al
pobre siglo xix como pasado, por lo tanto abolido, o más bien ni siquiera lo considera; solo
queda despreciar [...].
En cuanto al comienzo de la modernidad en el arte, los autores no logran coincidir. Según
Clement Greenberg, comienza con Manet ,y según VERMEULEN Y VAN DEN AKKER.
METAMODERNISMO, EL NOMBRE DE NUESTRA ÉPOCA.
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Arthur Danto, con van Gogh o Gauguin. Por su parte, José Jiménez considera a Francisco de
Goya como el “primer artista plenamente moderno Cor haber logrado, en sus caprichos e
invenciones, un plano autónomo, diferenciado respecto de “la realidad exterior”?
Lo nuevo, esencial a lo moderno, ya no resulta el criterio fundamental para definir lo

posmoderno. Lo “nuevo”, esta vez, será oponerse a lo nuevo. De allí —luego del ascetismo
del arte conceptual de la década de 1070—el regreso a la pintura en muchos artistas de la
década de 1980.
Además de individualizar un período histórico, lo posmoderno signa una pauta cultural
que coincide con el capitalismo tardío. De este modo lo presenta Jameson el Posmodernismo
o la lógica cultural del capitalismo avanzado.
Pero ¿cuándo comienza la posmodernidad? Algunos sitúan su comienzo al final de la
Segunda Guerra Mundial, mientras que otros consideran que se inicia en 1989 con la caída
del muro de Berlín. Lo que resulta innegable es que todos estos posibles comienzos tienen
algo en común: la liquidación del proyecto de la modernidad y el fracaso de Occidente.
La posmodernidad, que en arte se define por la falta de un centro y por el nomadismo
estilístico, incluye la vuelta al pasado con el protagonismo de la pintura, generalmente de gran
tamaño, del gesto irrepetible del pintor y la estrategia de la cita a autores del pasado. Todos
estos rasgos hacen que el arte posmoderno, como señala Danto, conforme un "estilo” y en esto
reside su diferencia con el arte de la década de 1990, que no tiene un estilo particular.
Precisamente, el ideal posmoderno de ausencia de normativa y de desjerarquización de lo
nuevo encontrará recién en el arte de la década de 1990 en adelante su concreción más
genuina.
Para el artista contemporáneo o “posthistórico", de acuerdo con Danto, toda la historia del arte
está a su disposición para el uso que le quiera dar. Puede servirse de todas las técnicas
(pictóricas, escultóricas, dibujísticas, fotográficas), de todos los estilos, de todos los géneros, de
todos los temas, lo que recuerda el erratismo creativo que propone François Jullien en su
ensayo Un sabio no tiene ideas.9
Al prescindir de las grandes narrativas que definieron la historia del arte, el artista posthistórico
mantiene una postura tolerante, alejada de la postura combativa de los modernos, quienes se
valían de los manifiestos para expresar su lucha contra determinadas formas del arte del
pasado y promover la acción. “Mierda” a los museos, a los cuatrocentistas, a los
academicismos, decían los futuristas.
Antes de detallar los rasgos de nuestra contemporaneidad, nos referiremos
sintéticamente a aquellas características que diferencian la modernidad de la posmodernidad.
LA CUESTIÓN DEL ARTE EN EL SIGLO XXI
Modernidad​: Fundamentación Metanarrativas Metafísica Profundidad Razón (proyecto
moderno) Pensamiento fuerte Utopía
Posmodernidad ​: Desfundamentación Micronarrativas Deconstrucción Diseminación
Contrafinalidad de la razón Pensamiento débil** Distopía

La modernidad creía en fundamentos sólidos, en la posibilidad nocer el ser, de alcanzar la


Verdad (con mayúsculas). Creía en la sica, en un mundo de esencias. Por su parte, la
posmodernidad de autores como Lyotard, Vattimo o Jameson, señaló el derrum Verdad. No
hay ya grandes narrativas, sino micronarrativas. Nous ideología de izquierda, sino las formas
híbridas de los nuevos políticos donde se reconcilian opuestos. La hibridez se profundiza en el
campo de la cultura del siglo xxi. Jorg Heiser, hará referencia al tenór de “super hibridez” que le
es característica.
Ante la imposibilidad de profundizar en la verdad, los posmode la desenmascaran, la
deconstruyen utilizando no el modelo "raíz" el modelo “rizoma” (Deleuze-Guattari) o
“radicante” (Bourriaud) Ñ buscan llegar a la verdad, sino conocer el modo en que ha sido
producida. Y siempre se puede ir más atrás en la genealogía, por lo cual Derrida afirma
que la deconstrucción es “un acrecentamiento genealógico, no una demolición”. El
término acrecentamiento indica que la tarea nunca está completa, pues siempre se
puede incorporar nuevos datos “genéticos”.
Es evidente que la posmodernidad es el resultado de una crisis profunda en la c​ onciencia
de la historia, un descrédito total hacia el ideal del progreso. Domina la inviabilidad de la
utopía" y la desconfianza en la razón, en esa razón “instrumental” que guió el proyecto
moderno.
La fe en la razón llevó a Kant a decir, en tiempos de la Ilustración, que con ella el hombre
alcanzaba su “mayoría de edad”; así se podían lograr los objetivos más altos de la humanidad
plasmados en los ideales de la Ilustración: libertad, igualdad, fraternidad. Pero el proyecto
moderno de liberación y de felicidad fue traicionado. Los ideales no se concretaron,

como si la razón hubiera ido contra sus propios fines. Cuestiones estas que Adorno y
Horkheimer exponen en Dialéctica del iluminismo.
En síntesis, lo posmoderno —en oposición a lo moderno— niega la utopía, el progreso lineal,
las grandes narrativas y la fe en la razón liberadora. Al pensamiento fuerte de la modernidad
(sostenido por la creencia en un fundamento), le sigue el “pensamiento débil" (Vattimo) de la
pos modernidad que da cuenta de la debilidad del ser. Debilidad que se traslada al campo de la
ética, con un giro hacia un tipo de moral subjetivista, contraria a la del deber ser, tal como lo
expone Lipovetsky en El crepúsculo del deber. La ética indolora en los nuevos tiempos
democráticos.'2
En el plano social, frente al universalismo del proyecto moderno, la posmodernidad valora las
particularidades, el multiculturalismo y el feminismo. En el plano del arte, privilegia el fragmento
en lugar de las organizaciones totalizadoras. Greenberg ve el posmodernismo como una mera
abdicación, la renuncia al heroísmo moderno, una muestra de kitsch y de mal gusto y, además,
lo considera el epítome de la mercantilización del arte.
Surge, en tiempos posmodernos, un nuevo género-distópico que ve el futuro como
​ jemplos notorios
catástrofe. De amplia presencia en la producción cinematográfica, tiene como e
a 1984 de Michael Radford, Brazil de Terry Gilliam, Blade Runner de Ridley Scott, Matrix de las
hermanas Wachowski, Niños del hombre de Alfonso Cuarón y Babel de Ale jandro González
Iñárritu, entre otros.
Se ha sostenido que todos somos posmodernos, pues de uno u otro modo ya no aceptamos
Verdades dadas. Sin embargo, a pesar del relativismo que nos envuelve, no se mantiene la
lógica posmodernista del fin defendida por Francis Fukuyama. El politólogo estadounidense
llegó a especular sobre el “fin de la historia” a partir de la desaparición de la polaridad
USA-URSS con la caída del muro de Berlín y el ocaso del comunismo. Sin embargo, desde el
comienzo del nuevo milenio se ha vuelto un lugar común declarar que la historia está lejos de
haberse detenido. No hay "fin de la historia” dadas las importantes novedades que cambiaron
sustancialmente el mundo, como la globalización e Internet.
El mismo Fukuyama aceptó, en 2012, a más de veinte años de su artículo “The End of
History?” (1989) que algunas de sus reflexiones fueron prematuras. En “The Future of History”,
publicado en Foreign Affairs, reconoce que aumentó el extremismo político. Asimismo, en los
medios de comunicación, se vuelve problemática la libertad de expresión y la idea de una prensa
libre. En términos de economía geopolítica sobresalen competidores como China, es decir que hay
un sinnúmero de nuevas cuestiones que aún requieren respuesta.

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