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Suicidio: Posibles razones para el surgimiento del comportamiento suicida:

Clamar por ayuda, intento de manipulación, resultado de un episodio psicótico,


desesperanza y falta de ayuda para encarar problemas vitales irremontables, final
razonado para un dolor psíquico o físico.
Sentimientos ambivalentes la persona quiere tanto vivir como morir, La tarea
clínica es extraer las emociones del paciente y otras circunstancias de vida por las
cuales vale la pena aplazar el suicidio.
La mayoría de las personas son suicidas de manera intensa por solo un periodo
corto de tiempo, de manera usual en cuestiones de días, y con frecuencia cambian
de opinión acerca de matarse. La intervención en crisis se encamina a inducir a la
gente a posponer las decisiones irreversibles, hasta que pueda proponerse otra
ayuda para sobrellevar la situación.
La mayoría de las personas dan algún aviso o clave antes de consumar el hecho.
El peligro para la vida humana está en su punto más elevado cuando alguien que
está en crisis tiene un plan mortal y los medios para llevarlo a efecto.
La meta de salvar la vida humana se sobrepone a la confidencialidad, hay casos
en los que se necesitará dar detalles de los comportamientos de la persona a
autoridades, parientes u otras redes de apoyo.
Mantener algún tipo de contacto con el individuo potencialmente en peligro.
Implica un acuerdo ya sea individual de no cometer un acto mortal, o el de una
persona externa que le impida hacerlo.
Los asistentes debemos de estar conscientes de nuestros propios sentimientos y
actitudes acerca de la muerte y del hecho del suicidio. Listos para consultar con
colegas o supervisores sobre cualquier paso directivo dado y preparados para
lidiar con el fracaso
Claves o avisos de suicidio:
“Siento que no puedo seguir adelante”, “quiero terminar con todo”, “quisiera estar
muerto”; cualquier referencia a intentos previos se suicidio, heridas mortales
previas.
Apatía, arreglo de negocios, obsequiar posesiones preciadas, patrones de sueño
anormales, tristeza, cambios repentinos en el comportamiento.
Al notar tales signos amenazantes, el asistente deberá buscar oportunidad para
indagar directamente y a fondo, así como esclarecer el significado de aquellos. La
idea de que las personas deberían de ser cuidadosos para que no den a las
personas “ideas” que no han sido razonadas, es un mito común en el trabajo de
crisis.
Hacer preguntas utilizando las propias palabras el individuo, por ejemplo: “dices
que te sientes como si no pudieras seguir más. Dime qué quieres decir con eso. Si
las respuestas subsecuentes continúan siendo vagas, el asistente debe ser
directo: “¿piensas infringirte una herida o suicidarte?”. El objetivo de estas
preguntas es detectar la pretensión de la persona y qué es lo que ésta quiere que
pase, por su fantasía o ademanes. Evitar actitud de crítica o enjuiciamiento, o con
una visión de condena hacia el acto o sentimiento. La información generada con
esta indagación puede ser útil más tarde para negociar posibles medios
alternativos para alcanzar los mismos fines. Reconocer la amenaza y detectar cuál
es o era el problema que se pretendía resolver.
Mapa mental o mapa cognoscitivo para orientar a la persona que desea el suicidio:
Los pasos no son precisamente ordenados y pueden repetirse cuantas veces sea
necesario.
Preguntarse a sí mismo y en todo momento: ¿qué clase de contacto he logrado
con la persona?, ¿qué tan bien he examinado las opciones del problema?, ¿Están
en competencia las posibles soluciones con las necesidades con las necesidades
ordenadas de modo jerárquico?, ¿qué acciones concretas deben tomarse?,
¿quién las tomará? y ¿soy claro respecto al seguimiento?
Auxiliar cuanto la intervención parece empobrecerse. Auxiliar cuanto sea
necesario hasta asegurarse de cumplir con las metas de los primeros auxilios
psicológicos.
(Bellak y Small, 1980)

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