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14 jun. 2012 24630 Palabras 99 Páginas
TEMA : ARRAS
ALUMNO :
CICLO :
PROFESOR :
SEDE : PUCALLPA
DEDICATORIA
Contenido
INTRODUCCION 4
CAPITULO I 6
DOCTRINA DEL ARRAS 6
1. Génesis histórica 6
2. Antecedentes en la legislación comparada 7
3. Naturaleza jurídica 11
4. Concepto de arras 12
CAPITULO II 14
ARRAS EN EL CODIGO CIVIL PERUANO 14
ARRAS CONFIRMATORIAS 14
Las arras en el Código Civil del Perú de 1984. 14
Las arras confimatorias . 15
ARRAS DE RETRACCION 16
Definición de arras de retractación o penitenciales 16
CARACTERÍSTICAS DE LAS ARRAS DE RETRACTACIÓN 18
Las arras de retractación se dan exclusivamente en los contratos preparatorios 18
Por su naturaleza accesoria se materializan como un pacto arral 19
ANÁLISIS DE LAS ARRAS DE RETRACTACIÓN ESTIPULADAS EN NUESTRO CODIGO CIVIL 21
CAPITULO III 34
LEGISLACION COMPARADA 34
DERECHO COLOMBIANO () 34
LEGISLACION CHILENA 42
CODIGO CIVIL ARGENTINO 49
CONCLUSIONES 63
BIBLIOGRAFIA 67
INTRODUCCION
A saber la doctrina a clasificado a las arras en tres tipos: arras confirmatorias, de retractación y
penales. La primera es señal o prueba de seriedad de la celebración del contrato, sin otorgar el
derecho de desistirse de él. Las de retractación facultan el derecho de desistirse del negocio
contractual, tanto para la parte que las dio como para la que las recibió. Finalmente, cuando la
parte fiel al contrato tiene el derecho de apropiarse de las arras confirmatorias o cuando la
incumplidora las tiene que devolver dobladas, estas adquieren una naturaleza de arras penales,
advirtiendo que es una sub-especie de las confirmatorias.
Los orígenes históricos del arra o las arras se encuentran en los fenicios, en Grecia y en Roma,
habiendo alternado indistintamente entre la calidad de confirmatoria o de retractación. Siguiendo
a reconocidos autores como LEON BARANDIARAN, ARIAS SCHEREIBER, DE LA PUENTE Y LAVALLE,
BANEDES, ENNECCERUS y RISOLIA, la palabra arra etimológicamente proviene de la palabra fenicia
arrha. En el Derecho Griego el arra podía consistir un negocio preparatorio de una compraventa
real futura, con la facultad de desistirse de la promesa con la pérdida del arra por quien lo había
dado, o la restitución del doble por quien la había recibido . En el Derecho prejustinianeo se
contemplaba al arra como una prueba o confirmación del contrato simbolizada mediante la
entrega de monedas o dinero. Las posteriores Institutas admitieron la posibilidad de emplearse
como mecanismo de arrepentimiento. En la época de Justiniano, la Arrha Poenitentialis, fue
considerada como un mecanismo válido de liberarse de una obligación contractual. Con el Código
de Napoleón de 1804 se recoge el criterio de las arras penitenciales (Art. 1590), mientras que en el
Derecho Germánico tuvieron inicialmente un carácter confirmatorio y luego una función
indemnizatoria a través de un contrato preparatorio real . Y es en nuestra legislación civil vigente,
que se admite las arras penitenciales o de retractación (art. 1480), sin dejar de lado las
confirmatorias (art. 1477).
CAPITULO I
DOCTRINA DEL ARRAS
1. Génesis histórica
La palabra arra o arras, según señala la doctrina, procede etimológicamente de una palabra
fenicia, arrha, que lleva implícito un cierto sentido de garantía o de fianza(); de ahí que el origen
de esta institución se remonte al comercio que realizaban los fenicios, cartagineses y hebreos con
Grecia. De esta forma ingresa en el Derecho griego donde se le conoció con el nombre “arrhabo” y
era un negocio preparatorio de compraventa real futura, con la facultad de desistir de la promesa.
Así comenzó su origen penitencial y confirmatorio.
En el Derecho romano primitivo se aplicó como medio para asegurar la efectividad de los negocios
de compraventa(). El Derecho prejustiniano apreció las arras como una prueba confirmativa del
contrato(). Más adelante, en el Derecho romano clásico se amplió el ámbito de aplicación de las
arras a otros tipos de contratos, como en los arrendamientos de cosas y servicios(). Las arras, que
tenían una función confirmatoria, consistían normalmente en objetos de poco valor que se
devolvían tras el cumplimiento del contrato. A las arras se le agregósignificado jurídico mediante
un pacto agregado al contrato por cuyo contenido se transfería la propiedad de un bien. El que
recibió las arras, tenía que devolverlas duplicadas si no concluía el contrato y le era imputable. Si
el incumplimiento era imputable al que entregó las arras, este las perdía, convirtiéndose en un
medio de garantía de cumplimiento de la obligación.
En el Derecho Romano posclásico se regresa nuevamente a la concepción griega de las arras
penitenciales.
Llama la atención, sin embargo, la incertidumbre que se generó en la interpretación del Código y
las Instituciones de Justiniano sobre este tema, ya que, por lo confuso de sus textos, dio margen a
la opinión de que era lícito arrepentirse del contrato allanándose a perder las arras o a devolverlas
duplicadas.
Ese es el parecer de León Barandiarán, para quien las modificaciones introducidas por las
Institutas sobre el particular, con referencia a los contratos que debían redactarse por escrito,
abrieron el camino para reputar las arras como un medio de arrepentimiento.
En el Derecho germánico, las arras tuvieron en su inicio carácter confirmatorio y, al igual que en el
Derecho romano, constituía la entrega de pequeñas cantidades de dinero, pasando luego a tener
una función indemnizatoria a través de un contrato preparatorio de carácter real. Otro de los
significados de arras es la donación que hace el esposo a la esposa en remuneración a su dote o
cualidades personales. Esta acepción tiene su origen en el Derecho germánico y tomó importancia
en el Derecho español, así hay referencias a ella en el Fuero Juzgo, que las reglamentaba y definía
como bienes que el esposo le entregaba a la esposa para su decoroso sostenimiento, el Fuero
Viejo, Fuero Municipal yel Fuero Real, que se referían a su cuantía, y las Leyes de Toro, que
establecía que aquella donación esponsalicia no revertía al marido o a sus herederos en ningún
caso, sino que pertenecía a los herederos de la mujer, ya muriera con testamento o sin él().
No obstante, en el Derecho español las arras también tenían el rol de asegurar el cumplimiento de
lo establecido en un contrato. Posteriormente, en las Partidas se admitió la posibilidad de
arrepentimiento antes que se concluya el contrato, siendo la imperfección del contrato el factor
que determina la existencia de las arras penitenciales, siendo que cuando se llega a la perfección
del contrato, las arras solo servirán para probar su conclusión.
Este breve recorrido histórico nos permite advertir que el desarrollo de las arras a lo largo del
tiempo ha oscilado entre el rol de ser una señal de conclusión” del contrato y el de permitir el
desistimiento, pasando por el de constituir una sanción por el incumplimiento de la obligación.
4. Concepto de arras
CAPITULO II
ARRAS EN EL CODIGO CIVIL PERUANO
ARRAS CONFIRMATORIAS
Las arras en el Código Civil del Perú de 1984.
A diferencia del Código Civil de 1936 que, sin identificarlas específicamente, se ocupaba de las
arras confirmatorias y penitenciales regulándolas en un mismo título (artículos 1348 a 1350) , el
Código vigente de 1984 se refiere a las arras confirmatorias, a las penales y a las de retractación,
regulándolas en dos títulos separados: uno contempla las dos primeras categorías (artículos 1477
a 1479) y el otro la última (artículos 1480 a 1483).
De acuerdo con Félix Hernández Gil , “arras confirmatorias son aquellas que van diigidas a reforzar
de algún modo la existencia del contrato, ya constituyan un signo o señal de haberse celebrado o
un principio de ejecución”.
Por su parte, Díez Picazo indica que la entrega de las arras confirmatorias, “cumple una función de
señal de la celebración de un contrato o de prueba de su perfección”. Y agrega más adelante que
“ejercen una función probatoria: demuestran que el contrato se ha celebrado y ha comenzado a
ser cumplido. Suponen un principio de ejecución del contrato y, por consiguiente, una prestación
realizada en cumplimiento de una relación obligatoria”.
A su turno, Arias Schreiber indica que las arras confirmatorias “no vienen a ser sino la reiteración
material de que las partes han concluido un contrato y en muchos casos representan un adelanto
de la prestación cuya ejecución aún no se ha materializado. Ellas presuponen, en consecuencia, la
celebración de una relación contractual, que se refuerza a través o mediante un signo o señal”.
En un sistema como el peruano en el que la regla imperante a propósito de las formalidades del
acto jurídico es que cuando la ley no haya establecido una específica puede usarse la que se tenga
por conveniente (artículo 143 del Código Civil), la misma que constituirá medio de prueba de su
existencia, carece de sentido la subsistencia de las arras confirmatorias, temperamento éste que
ha sido acogido por la Comisión Reformadora del Código Civil Peruano, por lo que se ha decidido
su supresión.
Debe hacerse notar adicionalmente, que las arras confirmatorias no cumplen con propiedad
función de garantía alguna. A este respecto, participo de la opinión de Díez Picazo cuando señala
que “su función de garantía no es otra que la que pueda suponer precisamente esta prueba de la
conclusión de un contrato y expresión de ejecución como demostrativo de un propósito de
obligarse contractualmente. Por ello, puede decirse que en realidad no constituyen verdadera
garantía y que, cuando una cantidad es simplemente anticipada no por ello existen arras genuinas,
como ha señalado F. Jordano”.
ARRAS DE RETRACCION
En este escenario, el bien dado a título de arras de retractación lo pierde quien lo entrega y se
retracta; o lo tiene que devolver doblado, cuando el que se arrepiente es quien lo recibió al
momento de celebrarse el contrato preparatorio. En ambas situaciones se habrá provocado la
extinción de la relación jurídica obligacional.
Este efecto extintivo, ha llevado a cuestionar si las arras de retractación refuerzan los contratos o
por el contrario promueven su ruptura. Al respecto debemos precisar que las partes en libre
ejercicio de su autonomía privada pueden establecer las condiciones por las cuales pondrán fin a
su relación jurídica, de tal forma que en la institución que nos avoca, no podemos afirmar que
exista un debilitamiento del contrato, desde que en ningún momento los contratantes se han
apartado del mismo.
a) Si quien se retracta es quien dio las arras de retractación
Conforme al artículo 1481 del Código Civil vigente, si el que se retracta es quien las entregó las
pierde automáticamente. La parte que recibió el bien en señal, se hará definitivamente de la
propiedad entregada, por ello las arras de retractación, bajo ciertas circunstancias, funcionan
como el precio pactado para desligarse de un contrato.
En este primer supuesto, la parte que recepcionó las arras penitenciales se apropia de las mismas,
pero se encuentra impedido de demandar acumulativamente el cumplimiento del contrato. Acá
hay un distingo muy importante con las arras confirmatorias, pues en estas últimas es viable
confiscar las señas y además demandar por la ejecución del contrato.
Imaginemos que una empresa denomina “Modelo S.A.” celebra un contrato de opción de una
compraventa de un vehículo con la empresa “Inversiones S.A.C.”, por el cual a la primera se le
concede la opción para adquirir el mencionado bien por el plazo de 4 meses. “Modelo S.A.” en
cumplimiento expreso del contrato preparatorio hace entrega de S/. 5,000 en calidad de arras de
retractación. Ocurre que a los dos meses de celebrado el contrato de opción, “Modelo S.A.”
comunica su voluntad de negarse a celebrar el contrato definitivo de compraventa del vehículo.
Ante esta negativa, es decir, ante el ejercicio del derecho de retractarse corresponde la pérdida de
las arras penitenciales entregadas (S/. 5,000), ipso jure, en favor de “Inversiones S.A.C.”,
manteniendo además la propiedad del vehículo.
b) Si quien se retracta es quien recibió las arras de retractación
Si la parte que recibió las arras de retractación es quien decide arrepentirse de celebrar el contrato
definitivo, como sanción tendrá que devolver el doble de lo recibido.
La sanción establecida no sólo consiste en reintegrar el bien recibido, sino además en suministrar
un monto igual como penitencia. Como hemos manifestado, la fórmula legal consagrada por el
artículo 1481 (“devolverlas dobladas”), está pensada mayormente para los casos en que se
consigna dinero (p.e. S/. 5,000) o bienes fungibles (p.e. 30 Kg. de arroz) en calidad de arras
penitenciales, de tal forma que resulta correcto referirse a la obligación de devolverlas dobladas
(S/. 10,000 o 60 Kg. de arroz).
Pero existen supuestos en los cuales es improbable entregar el doble de lo dejado en arras
penitenciales, como en el caso de haberse transmitido un inmueble de determinadas dimensiones
y ubicado en una zona comercial estratégica. Peor aún es el caso de bienes únicos o en ejemplares
exclusivos: resulta imposible entregar el doble de la obra “La Estación de Saint Lazare” de Monet o
de un manuscrito original de César Vallejo, por ser estos bienes irrepetibles.
En casos como estos últimos, la doctrina se inclina por considerar que la parte que se encuentra
obligada a devolver el doble de lo recibido, simplemente deberá entregar, en sustitución, el valor
dinerario que dichos bienes representen. Siendo que determinar la valorización de un bien, es un
asunto bastante delicado y fuente de no pocas controversias.
Vemos, pues, que el contratante que no se aparta del contrato, tiene el derecho a que se le
devuelva el bien dejado en arras de retractación (más un monto igual a su valor), en tal sentido
puede ejercitar su derecho de reivindicación de la propiedad.
Siguiendo con el ejemplo antes descrito, “Inversiones S.A.C.” al arrepentirse de celebrar el
contrato definitivo y al haber recibido los S/. 5,000 en arras de retractación, se encuentra obligada
a entregar el doble de dicho monto a “Modelo S.A.”, vale decir, deberá desembolsar S/. 10,000 por
haber ejercido el derecho de desistimiento.
En este tipo de arras, en la práctica es bastante infrecuente, encontrarnos con casos en que se
hayan devuelto las arras dobladas, pues lo ordinario es el supuesto de pérdida por
arrepentimiento de quien las entrega.
5. EFECTOS SI SE CELEBRA EL CONTRATO DEFINITIVO
Si el contrato definitivo se celebra, esto es, no tiene ocurrencia el derecho de retractarse, las arras
penitenciales que hayan sido entregadas deberán ser devueltas o pueden ser imputadas al crédito,
según la naturaleza de la prestación.
Las arras de retractación se entregan al momento de celebrarse el contrato preparatorio o
preliminar, de tal forma que al otorgarse el contrato definitivo, el artículo 1483 del Código Civil,
obliga a devolverlas de inmediato. Alternativamente, a elección del contratante que las recibió, se
puede imputar sobre el crédito, es decir, que lo puede considerar como parte de la prestación
debida, si es que la naturaleza de la prestación lo admite.
¿Podría el beneficiado, alterar el orden dispuesto en el artículo 1483?, ¿sería válido que primero
las impute sobre su crédito, antes que devolverlas de inmediato? Consideramos que el orden
dispuesto por nuestro Código no es del todo apropiado, pues lo natural es que primero ocurra la
imputación en pago, y si, por determinadas circunstancias, ésta no fuera posible recién se procede
a la devolución postrera.
De tal forma que bien harían las partes en pactar convencionalmente un orden inverso en el
destino de las señales de retractación cuando se celebre el contrato definitivo.
Volviendo sobre el ejemplo antes descrito, si el optante “Modelo S.A.” acepta celebrar el contrato
de compraventa del vehículo, “Inversiones S.A.C.” tiene la alternativa legal de devolver las arras de
retractación a “Modelo S.A.” (lo cual como hemos explicado no resulta natural) o de imputar los
S/.5,000 como parte del precio por la venta del vehículo, quedando pendiendo el pago del saldo,
conforme a lo acordado.
En el caso peruano, el artículo 1478 del Código Civil, que acoge la figura de las arras penales,
reconoce como fuente legislativa el segundo párrafo del artículo 1385 del Código italiano .
Comentando este artículo, Miccio señala que “estando al art. 1385, dos son bajo el perfil
descriptivo los significados de la seña confirmatoria que parecen emerger de la voluntad del
legislador, el primero es aquél de un pago a cuenta, de un parcial y anticipado pago efectuado por
una de las partes; el segundo es una previsión eventualmente sustitutiva del resarcimiento del
daño. De estos dos el primero es solamente instrumental del segundo, constituyendo este último,
en cambio, el verdadero sentido del precepto. Usualmente los estudiosos vienen confundidos
respecto al carácter real del pacto, por el hecho de que no ven a un deudor que se obliga a dar,
sino una parte que da una cosa al momento mismo de la conclusión del acuerdo, y de este pacto
transitan hacia la idea de un reforzamiento del crédito o de su tutela preventiva, pero no
reflexionan que la intención del legislador es solamente proporcionar un instrumento de
simplificación de la fase patológica de la relación, vale decir del incumplimiento. La primera
prueba se encuentra en la última parte del primer párrafo del artículo 1385, donde se lee que en
caso de cumplimiento la seña debe se restituida o imputada a la prestación debida, lo cual vale
decir que si la relación de crédito tiene un desarrollo normal, la seña no tiene función alguna
concreta. Esta función toma cuerpo, en cambio, cuando una de las partes sea incumplidora ...”.
Las denominadas arras penales, en opinión de Hernández Gil , “son, en puridad, una especie de las
confirmatorias que tienen como finalidad establecer una garantía del cumplimiento del contrato
mediante la pérdida de las arras o su devolución doblada caso de incumplimiento”.
Bueres y Mayo indican que las arras penales se pierden o se devuelven duplicadas, “no porque
exista en favor de las partes una facultad de desistir del contrato, sino porque a raíz del
incumplimiento (absoluto o relativo), esas arras juegan un rol de pena y de reparación. En tales
condiciones, el instituto tiene una fuerte función garantizadora, pues dado el incumplimiento
actúan como una suerte de cláusula penal compensatoria”.
En el mismo sentido se pronuncia Díez Picazo cuando afirma que “las arras penales son las únicas
que desarrollan una función estricta de garantía y presentan una indudable analogía con las
cláusulas penales. La diferencia entre unas y otras estriba en que las primeras suponen promesa
de entrega para caso de incumplimiento, mientras que las segundas suponen una entrega inicial
que se destina a la otra parte para el caso de cumplimiento, con la promesa de entrega del duplo
para la otra parte”.
De la Puente y Lavalle señala que “la naturaleza jurídica de las arras penales es, pues, la misma
que la de las arras confirmatorias, esto es ser un pacto accesorio al contrato principal que otorga a
las arras entregadas el carácter de prueba irrefutable de la celebración de este contrato. Su única
diferencia es que, en vez de constituir un refuerzo del contenido contractual, se concede a las
arras el rol de ser una determinación convencional y anticipada de los daños reclamables en caso
de incumplimiento del contrato principal”.
A pesar de las opiniones transcriptas, tampoco se justifica el mantenimiento de las arras penales
por las razones siguientes:
Dado que las arras penales presuponen la existencia de las confirmatorias, al sostenerse la
inutilidad de éstas y la procedencia de su supresión, como se ha explicado antes, la subsistencia de
las primeras deja también de tener justificación al sustraerse su base.
Se afirma la cercanía existente entre las arras penales y la pena obligacional. A este respecto, debe
hacerse notar que la pena, conforme al Código Civil del Perú (art. 1346), es susceptible de ser
reducida por el juez, a solicitud del deudor, cuando sea manifiestamente excesiva o cuando la
obligación principal hubiera sido en parte o irregularmente cumplida , reducción cuya procedencia
no está prevista para el caso de las arras penales, lo que no resulta técnicamente congruente y
puede prestarse a abusos de una u otra parte.
Las arras, a diferencia de la pena obligacional, no cubren el supuesto de la mora del deudor en el
cumplimiento de la prestación a su cargo. Adicionalmente, las arras penales pueden resultar una
cobertura insuficiente de los daños efectivamente irrogados al acreedor en caso de
incumplimiento total cuando tales daños fueran mayores en cuantía a la prestación en que
consisten las arras, a diferencia del caso de la pena en que, al menos conforme al Código peruano,
es posible el pacto de indemnización del daño ulterior (art. 1341), lo que le permitirá al acreedor,
si así lo prueba, la obtención de un mayor monto indemnizatorio.
En relación con este mismo asunto, se afirma la ventaja de las arras sobre la pena obligacional en
la medida en que en las primeras se produce la entrega de un bien al tiempo de establecerse, a
diferencia de la segunda en que la prestación en que ella consiste deberá ejecutarse recién una
vez producido el incumplimiento.
Tal ventaja es sólo aparente, pues en todo caso se presentará únicamente cuando quien tenga en
su poder las arras sea el perjudicado con el incumplimiento. Si en cambio lo es quien las entregó,
éste seguramente tendrá que proceder a iniciar un proceso judicial para obtener la devolución de
las arras dobladas.
De otro lado, debe llamarse la atención de que en el caso del Código Civil Peruano, a propósito de
la prenda, anticresis, hipoteca y derecho de retención (arts. 1066, 1096, 1111 y 1130,
respectivamente), es nulo el pacto que autoriza al acreedor a hacer suyo el bien materia de
garantía por el valor de ésta aunque no se cumpla la obligación -pacto comisorio-, circunstancia
que de hecho estaría admitida a propósito de las arras, configurándose así, también en este caso,
un tratamiento disímil carente de justificación.
CAPITULO III
LEGISLACION COMPARADA
DERECHO COLOMBIANO ()
Las arras, desde el punto de vista de su regulación en el Derecho Privado colombiano – civil y
comercial – no son susceptibles de ser definidas de forma general, puesto que debe verse su
clasificación y función de cada uno de los tipos especiales. El pacto de arras es antiguo y como se
verá en las líneas siguientes, pasó por el Derecho medieval hasta llegar a las codificaciones
modernas, aunque con una regulación
que no es uniforme y que presenta matices diferenciales1. Como es sabido, el pacto de arras era
conocido por el Derecho Romano donde en principio tuvo una función de prueba de la celebración
de un contrato y consistieron en una suma de dinero o un bien mueble, como un anillo2. Así
entonces, la función primitiva fue netamente probatoria, puesto que con ellas se pretendía
demostrar que se había celebrado un contrato3. Así aparecen en las Institutas de GAYO:
“La compraventa se contrae cuando se ha convenido precio, a pesar de que no se haya dado
todavía una cantidad de dinero o arras, pues lo que se da como arras es sólo una señal de que se
ha contraído la compraventa”4.
II. ARRAS SIMPLES O DE RETRACTO
Tanto el artículo 1859 del Código Civil como el 866 del Código de Comercio, describen a las arras
simples (o penitenciales como las llaman algunos)11, señalando que consisten en algo que se da
en “prenda” de la celebración de un contrato con el fin de garantizar el cumplimiento efectivo de
las obligaciones de las partes, de tal forma que cada uno de los contratantes se puede retractar, el
que las dio perdiéndolas y el que las recibió, restituyéndolas dobladas12.
No existe en la legislación nacional norma alguna que sugiera que las arras las deba dar tan sólo
una de las partes. Ante ello, es evidente que las puede dar cualquiera: como bien puede ser el
promitente vendedor o promitente comprador, si se pactaren en la promesa o la parte vendedora
o compradora si se pactaren en la venta o en definitiva las
partes de cualquier contrato donde se quieran incluir. Ello se deriva de una simple Lectura del
artículo 1859 del Código Civil13.
1. NATURALEZA JURÍDICA Y CONTENIDO
A efectos de precisar la naturaleza jurídica de las arras simples, debe hacerse una aclaración de
tipo terminológico, toda vez que el artículo 1859 del Código Civil establece que consisten en algo
que se da en “prenda”. Consideramos que el vocablo “prenda” está aquí mal utilizado14. En el
contexto del Código Civil, las “garantías” se refieren a contratos accesorios, cuya función es
asegurar el cumplimiento de obligaciones derivadas de contratos principales, tal como se señala
en el artículo 1499 del mismo. Las obligaciones derivadas de tales garantías, que pueden ser reales
o personales, están sometidas a una condición suspensiva negativa, toda vez que no podrán ser
exigibles ni ejecutadas hasta tanto no acaezca la condición negativa de la cual penden, como es el
incumplimiento del deudor de la obligación principal.
Así, el contrato de prenda, consagrado en el artículo 2409 del Código Civil, consiste en medio de
garantía por el que se entrega una cosa mueble a un acreedor para la seguridad de su crédito ante
un eventual incumplimiento de las obligaciones del deudor, de forma que genera un derecho real,
con los atributos de persecución y preferencia15. De esta forma, si las arras verdaderamente
fueren una “garantía” tal vez de carácter real como la prenda o la hipoteca, se estaría vinculando
un bien al hecho del incumplimiento de una de las partes, que debería ser quien las entrega. Pero
sucede todo lo contrario, puesto que las arras no solamente las puede dar cualquiera de los
contratantes, sino que además, su verdadero efecto – como insistiremos– será el de permitir a
cualquiera de ellos, el que las dio o las recibió, el derecho lícito de retracto sin que tal hecho
signifique incumplimiento del contrato y por ende no da lugar a las acciones derivadas de tal
situación como son la ejecución forzosa o la resolución del contrato con indemnización de
perjuicios16.
Así lo ha considerado la Corte Suprema de Justicia colombiana al señalar que:
“Efecto propio de las arras penitenciales es, pues, el de autorizar a cada una de las partes el
desistimiento del contrato, dentro del plazo estipulado o, a falta de éste, dentro de los dos meses
siguientes a la convención. La facultad de retractación, en tal caso, no es para detener la ejecución
del contrato sino para deshacerlo retroactivamente por voluntad unilateral; el contratante que lo
ejerce no se sustrae a las obligaciones por él contraídas, sino que simplemente usa un derecho
que se le ha concedido, sometiéndose al pago estipulado para la retractación, que viene a ser el
precio del derecho de su arrepentimiento. « Lo cual significa que los otorgantes, relativamente al
contrato, se reservan la facultad de deshacerlo unilateralmente sin necesidad de acudir al Órgano
Jurisdiccional del Estado, pues que en tal supuesto el convenio queda deshecho
extraprocesalmente y como obvia consecuencia del ejercicio de la facultad legítima de retracto
por parte de uno de los contratantes. Por lo mismo, la no ejecución del pacto por el contratante
que se retracta no puede ser calificada de incumplimiento y por ende resulta también
improcedente la pretensión de cumplimiento que, alternativamente con la resolutoria, consagra el
artículo 1546 del Código Civil colombiano”17.
Cabe agregar que la Corte Suprema de Justicia ha reconocido a las arras un carácter accesorio, tal
vez no por afirmar que constituyan una garantía, sino porque consisten en una estipulación “…
vinculada como tal a la validez del contrato principal a que accede”18. Igualmente, ha insistido la
Corte, en que no toda entrega de dinero al momento de celebración del contrato debe entenderse
como pacto de arras si no existe expresa conciencia y acuerdo entre los contratantes sobre ello19.
Igualmente, debemos destacar que la Corte Suprema de Justicia ha señalado que el pacto de arras
es de naturaleza real, al entender que se requiere su entrega para que produzca los efectos
respectivos. Según esta postura, si se verifica la redacción del artículo 1859 del Código Civil, se
tiene que éste establece la naturaleza real de las arras, al señalar que las arras simples consisten
en la entrega de una cosa20.
No obstante y siguiendo en ello a DE LA PUENTE Y LAVALLE, consideramos que cabe
perfectamente distinguir entre el pacto de arras que salvo que las partes dispongan otra cosa es
consensual, entendiéndose incorporado en el contrato que lo contenga desde que las partes lo
acuerden y la entrega de las arras propiamente tal, que es un efecto derivado de aquél21.
Adicionalmente, tiende a creerse que las arras solo pueden consistir en dinero, lo cual no es
exacto. Las normas en comento no requieren que las arras consistan en dinero, sino que se
refieren a “algo” que se da como garantía de la celebración o ejecución del contrato. Así entonces,
nada obsta para que se dé a título de arras cualquier otro tipo de bien, incluso de la misma
naturaleza de la cosa objeto del contrato.
2. CONTRATOS EN LOS QUE PUEDEN PACTARSE
Las arras simples como garantía de celebración del contrato, deben pactarse necesariamente en
un momento anterior a la celebración del contrato. Esto significa que para que cumplan esta
función, las arras deberán pactarse en un momento anterior al contrato definitivo, como es lo que
sucede al incluirse en el contrato de promesa. Lo usual en el Derecho colombiano, es que las
partes pacten en el contrato de promesa arras simples como garantía de celebración del contrato
prometido. Por su lado, las arras simples como garantía de ejecución se incluirán en el contrato
definitivo22.
No obstante, cabe recordar que en un fallo de 1953 la Corte Suprema de Justicia consideró que en
el contrato de promesa no cabía pactar arras simples. Dijo la Corte en esta ocasión:
“No puede discutirse que promesa de contrato y arras, en derecho colombiano son dos negocios
incompatibles por regla general, puesto que las arras en nuestro derecho tienen un significado
general o preponderante de medio para desdecirse, o retractarse, de un contrato, o sea, que son
penitenciales, en principio; tesis ésta indiscutible, sobre todo en presencia del segundo inciso del
art. 1681, que llega hasta consagrar una presunción de derecho, en el pacto de arras, como
significativa de la facultad de retractarse que se reservan los contratantes”23.
En este mismo fallo, la Corte Suprema determinó que las arras cumplirían una función de
estimación de perjuicios en caso de incumplimiento de la promesa: “…en caso de probarse
incumplimiento del contrato de promesa, y cuando se ha elegido acción resolutoria, no habría
lugar para una condena a daños y perjuicios determinables en el pleito, con la intervención de
peritos, sino que debería atenerse la solución del problema al pago de las arras penales, aplicando
por analogía el principio consignado en el art. 1600, cuando la parte interesada ha pedido la
resolución del contrato con la consiguiente indemnización de perjuicios, la cual como es obvio,
está fijada en el pacto de arras”24.
Esta tesis fue superada por sentencia de 1967, en la que la Corte Suprema consideró: “Nuestro
Código Civil habla de las arras únicamente en los contratos de compraventa y de arrendamiento
(artículos 1859, 1860, 1861, 1932 y 1979). Lo cual no quita, como está visto atrás, el que puedan
estipularse en cualquiera de sus especies, en otros contratos, en uso de la libertad de
contratación, por cuanto ni la ley lo impide, ni repugna ello a la índole de las arras según ha sido
explicado. Su regulación por el Código Civil, en relación con la compraventa, nada tiene de
excepcional y restrictivo, pues no se ofrece con tal carácter y, así, las normas al respecto, a virtud
de lo dispuesto en el artículo 8° de la Ley 153 de 1887, son susceptibles de aplicación por analogía
al pacto de arras en relación con otros contratos, en tanto el derecho no lo prohíba. Entonces, la
estipulación de arras de retractación es de recibo, tanto en la promesa bilateral de compraventa
como en la promesa unilateral de venta o de compra”25. Cabe agregar, tal como ya lo ha
considerado la Corte Suprema de Justicia, que a pesar de estar las arras reguladas en el Código
Civil en las reglas de compraventa (artículos 1859 a 1861) y para el arrendamiento (artículos 1932
y 1979), nada obsta para que también puedan pactarse en otros contratos26. En efecto:
“Nuestro Código Civil habla de las arras únicamente en los contratos de compraventa y de
arrendamiento (artículos 1859, 1860, 1861, 1932 y 1979). Lo cual no quita, como está visto atrás,
el que puedan estipularse en cualquiera de sus especies, en otros contratos, en uso de la libertad
de contratación, por cuanto ni la ley lo impide, ni repugna ello a la índole de las arras, según ha
sido explicado. Su regulación por el Código Civil, en relación con la compraventa, nada tiene de
excepcional y restrictivo, pues no se
ofrece con tal carácter y, así, las normas al respecto, a virtud de lo dispuesto en el artículo 8° de la
Ley 153 de 1887, son susceptibles de aplicación por analogía al pacto de arras en relación con
otros contratos, en tanto el derecho no lo prohíba. Entonces, la estipulación de las arras de
retratación es de recibo, tanto en la promesa bilateral de compraventa como en la promesa
unilateral de venta o de compra”27.
A diferencia del Civil (aunque el efecto es el mismo), en materia comercial el artículo 866 del
Código de Comercio regula la figura de las arras simples en la parte general, aplicables por ende a
todo acuerdo contractual (aunque en lo civil también cabría, por aplicación analógica). En dicha
norma se consagra igualmente la figura del retracto como efecto de las arras.
3. EFECTOS DERIVADOS DEL EJERCICIO DEL DERECHO DE RETRACTO
Las arras simples generan la posibilidad de retractarse lícitamente bien sea de la celebración o de
la ejecución del contrato, dependiendo de la función asignada, por lo que el contrato en el que se
incluyan queda sometido a una condición resolutoria, toda vez que el mismo se extinguirá si
acaece el hecho futuro e incierto que consiste en que cualquiera de las dos partes se retracte del
contrato28. Ahora, si se pactaren en un contrato de promesa, para garantizar la celebración del
contrato prometido, el nacimiento del prometido si queda sometido a una condición suspensiva
negativa, que consiste en que los contratantes no ejerzan el derecho de retracto29.
Es frecuente observar que se tiende siempre a exigir el pacto de arras tanto en los contratos de
promesa como en los de compraventa, teniendo la idea de que con ellas están garantizando el
cumplimiento de lo acordado. Si se medita sobre el real efecto de las arras simples, debemos
concluir que las arras pueden resultar peligrosas, toda vez que al incluirlas, lo que se estará
permitiendo es que cualquiera de las dos partes, tanto el que las da como el que las recibe, se
pueda retractar de forma lícita. Debemos insistir que en realidad no se trata de una garantía de
celebración o de ejecución, sino que consisten en el precio que se paga por poderse retirar
libremente del contrato, sin que ello signifique incumplimiento, tal como indicamos
anteriormente.
Por esto, es que recomendamos siempre aclarar a los contratantes, en el sentido de lo que podría
en realidad llegar a suceder si se incluyeren arras. Si las partes verdaderamente quisieran optar
por el retracto, deben incluirse, pero si no, no deben pactarse.
El plazo para ejercer el derecho de retracto, como lo dispone el artículo 1860 del Código Civil, es el
que las partes hayan fijado y de forma supletiva, de dos meses siguientes al contrato que las haya
incluido. Igualmente establece la norma que no podrá ejercitarse el derecho de retracto, si no
obstante estar todavía las partes en tiempo para hacerlo pudiere deducirse que renunciaron de
forma tácita a ello, al otorgar escritura pública de venta o principiada la entrega de la cosa30. Un
ejemplo simple puede ilustrar
sobre el particular: pensemos en un contrato de promesa de venta celebrado el día 20 de agosto
de determinado año, en el que las partes prometen celebrar un contrato de venta el día 20 de
octubre del mismo año. Supongamos también que las partes pactaron arras simples como garantía
de celebración del contrato prometido, pero no fijaron el plazo para el ejercicio del derecho de
retracto derivado de las arras. Si esto es así, las partes tendrían desde el día de celebración de la
promesa, hasta el día de celebración del prometido para retractarse. Sin embargo, pensemos que
las partes se encuentran en la notaría en la que debían celebrar el contrato prometido el día 5 de
octubre del mismo año y aprovechando la situación celebran el contrato prometido. Por ello, lo
que deduce el legislador, es que las
partes renuncian de forma tácita al derecho de retracto, al celebrar el contrato prometido en una
fecha anterior a la que originalmente habían acordado. Ahora, si las partes ejercen el derecho de
retracto derivado de las arras, el efecto que se produce es el que está señalado en el artículo 1859
del Código Civil, consistente en que si se retracta el que las dio, las pierde y si se retracta el que las
recibió las restituye dobladas. En este caso, si se hubieren dado arras en dinero, se devolverá este
mas otro tanto, o si se hubiere dado un bien de distinta naturaleza, deberá devolverse el mismo,
mas una suma de dinero que lo represente, para que de esta forma pueda entenderse que se
devolvió el “doble”31.
A diferencia de la norma civil, la comercial no indica plazo dentro del cual pueda ejercerse el
derecho de retracto. La norma solamente establece como causales de caducidad de tal derecho, la
celebración del contrato prometido o la ejecución de la prestación objeto del mismo. Ante ello
cabe preguntarse si por no fijar el Código de Comercio un término para que caduque el derecho de
retracto supletivo del que podrían pactar las partes, deba entenderse que dicho plazo no existe.
En la doctrina, el Profesor SUESCÚN MELO piensa que esta disposición, “…no fija un plazo para
ejercer la facultad de desistimiento, de manera que puede ejercerse hasta la celebración del
contrato prometido o hasta la ejecución misma
de la prestación objeto del contrato”32.
LEGISLACION CHILENA
§ 2. Forma y requisitos del contrato de venta
Articulo 1801. La venta se reputa perfecta desde que las partes han convenido en la cosa y en el
precio; salvas las excepciones siguientes.
La venta de los bienes raíces, servidumbre y censos, y la de una sucesión hereditaria, no se
reputan perfectas ante la ley, mientras no se ha otorgado escritura pública.
Los frutos y flores pendientes, los árboles cuya madera se vende, los materiales de un edificio que
va a derribarse, los materiales que naturalmente adhieren al suelo, como piedras y sustancias
minerales de toda clase, no están sujetos a esta excepción.
Articulo 1802. Si los contratantes estipularen que la venta de otras cosas que las enumeradas en el
inciso 2.º del artículo precedente no se repute perfecta hasta el otorgamiento de escritura pública
o privada, podrá cualquiera de las partes retractarse mientras no se otorgue la escritura o no haya
principiado la entrega de la cosa vendida.
Articulo 1803. Si se vende con arras, esto es, dando una cosa en prenda de la celebración o
ejecución del contrato, se entiende que cada uno de los contratantes podrá retractarse; el que ha
dado las arras, perdiéndolas; y el que las ha recibido, restituyéndolas dobladas.
Articulo 1804. Si los contratantes no hubieren fijado plazo dentro del cual puedan retractarse,
perdiendo las arras, no habrá lugar a la retractación después de los dos meses subsiguientes a la
convención, ni después de otorgada escritura pública de la venta o de principiada la entrega.
Articulo 1805. Si expresamente se dieren arras como parte del precio, o como señal de quedar
convenidos los contratantes, quedará perfecta la venta; sin perjuicio de lo prevenido en el artículo
1801, inciso 2.º.
No constando alguna de estas expresiones por escrito, se presumirá de derecho que los
contratantes se reservan la facultad de retractarse según los dos artículos precedentes.
Articulo 1806. Los impuestos fiscales o municipales, las costas de la escritura y de cualesquiera
otras solemnidades de la venta, serán de cargo del vendedor; a menos de pactarse otra cosa.
Articulo 1807. La venta puede ser pura y simple, o bajo condición suspensiva o resolutoria. Puede
hacerse a plazo para la entrega de la cosa o del precio.
Puede tener por objeto dos o más cosas alternativas.
Bajo todos estos respectos se rige por las reglas generales de los contratos, en lo que no fueren
modificadas por las de este título.
I. LOS HECHOS:
Los hechos fundamentales, acreditados en el fallo contra el que se intentó sin éxito la casación en
el fondo —además de en la forma—, son los siguientes (Considerando SEXTO):
1.- Con fecha 17 de agosto de 2000 se celebró una compraventa de un vehículo entre un
establecimiento automotriz y un particular.
2.- El vehículo objeto de dicha compraventa se encontraba completamente determinado: vehículo
marca Mercedes Benz S 420, patente [XXX]. Y lo mismo debe decirse del precio, que ascendió a $
25.500.0000.
3.- Por otra parte, en la ocasión la parte compradora entregó un cheque por la suma de $
25.968.500.000. En virtud de lo anterior, la parte vendedora extendió un documento titulado
"reserva y/o recibo de dinero". En su interior, el documento da cuenta de que la suma se recibió
"por la compra del vehículo marca Mercedes Benz S 420, patente [XXX]". Luego, el documento
añade el precio de la venta y la forma de pago, la cual sería un "cheque... que se cambiará por vale
vista durante el curso de la próxima semana". Por último, el documento indica la función que
estaba llamada a cumplir la entrega de la suma enterada a través del cheque: "...ha sido para
reservar el vehículo al [comprador] ... hasta que se concrete definitivamente esta compraventa.
Esta compraventa compromete a [la parte vendedora] a no ofrecer el vehículo a otros posibles
interesados. En consecuencia. .. en caso de que el [comprador]... no concretara en definitiva la
compra del vehículo, o desistiera de su intención de hacerlo, la suma ya recibida no será devuelta
quedando para la empresa por concepto de indemnización".
4.- Por último se debe añadir que nunca se realizó la sustitución del cheque por un vale vista.
II. COMENTARIO.
Hemos seguido la pista al tema de las arras desde hace ya algunos años2. De manera que en este
comentario nuestro objetivo es, sencillamente, desarrollar lo ya estudiado contemplando la praxis
judicial chilena.
A nuestro juicio, en este caso se perfeccionó una compraventa entre las partes. Y en nada obsta a
lo anterior que se haya pactado la entrega de un cheque "hasta que se concrete definitivamente
esta compraventa", o que se utilizara también la expresión "no concretara en definitiva la compra
del vehículo, o desistiera de su intención de hacerlo". Las expresiones de las partes no son muy
afortunadas, pero nos parece constatar la presencia de consentimiento, precio y cosa. A este
respecto, parece bastar que el documento otorgado por las partes señalara que se daba el cheque
"por la compra del vehículo marca Mercedes Benz S 420, patente [XXX]" y por sobre todo, que se
dijera: "Esta compraventa compromete a [la parte vendedora] a no ofrecer el vehículo a otros
posibles interesados". Que el consentimiento sea más bien precario, es propio de todo contrato en
el que introducen arras3. Esto es lo que trataré a continuación.
El acuerdo de las partes, tal como señalaba la parte ejecutante al deducir la casación en el fondo,
se debe entender como arras. Y, añadimos nosotros, específicamente como "arraspenitenciales"4;
así llamadas, pues permiten la penitencia o arrepentimiento de las partes.
Precisamente el artículo 1803 señala "Si se vende con arras, esto es, dando una cosa en prenda de
la celebración o ejecución del contrato, se entiende que cada uno de los contratantes podrá
retractarse; el que ha dado las arras, perdiéndolas; y el que las ha recibido, restituyéndolas
dobladas". En el caso en cuestión se dieron arras para garantizar la ejecución del contrato o, en el
lenguaje de las partes, para la concreción definitiva del contrato. Con todo, si se estimara —a
diferencia de lo que estamos sosteniendo— que las expresiones de las partes deben entenderse
como que aún no se ha formado el contrato de compraventa, también habría un pacto arral;
aunque ahora para garantizar la celebración del contrato. En este último caso, ya he tenido
ocasión de señalar —con el apoyo a mi tesis por parte de la doctrina reciente—5 que, para el
Derecho Civil, la garantía arral debe ser llamada, y entendida, como "arras obligacionales"6.
Dice, el artículo 1805: "Si expresamente se dieren arras como parte del precio, o como señal de
quedar convenidos los contratantes, quedará perfecta la venta; sin perjuicio de lo prevenido en el
artículo 1801, inciso 2.°. I No constando alguna de estas expresiones por escrito, se presumirá de
derecho que los contratantes se reservan la facultad de retractarse según los dos artículos
precedentes". Las arras indicadas en el inciso primero son las denominadas "arras
confirmatorias"7, que se limitan a servir de prueba de que el contrato se ha perfeccionado; y, por
ello, no dan cabida a la retractación por efecto de la regla general del artículo 15458. Ahora bien,
no podría pensarse que en este caso las arras sean de este tipo, y no penitenciales o bien
obligacionales. En efecto, el documento acreditado en el juicio se titula "reserva y/o recibo de
dinero". Y, a pesar de que también señala que el precio se pagará con el mismo cheque entregado
en arras, no por ello se puede tener inmediatamente su entrega como parte del precio. Primero,
su entrega no es a título de precio, sino que expresamente "...ha sido para reservar el vehículo al
[comprador]... hasta que se concrete definitivamente esta compraventa... En consecuencia... en
caso de que el [comprador]... no concretara en definitiva la compra del vehículo, o desistiera de su
intención de hacerlo, la suma ya recibida no será devuelta quedando para la empresa por
concepto de indemnización". Segundo, nada impide que en pos de una razonable economía de
gestiones, la suma dada en arras posteriormente se impute al precio. Y, por último, la presunción
del inciso segundo opera para el caso inverso; esto es, para fijar definitivamente la posibilidad de
retractación cuando no conste por escrito que las arras se dan como parte del precio, o señal de
quedar convenidos los contratantes. Pero, por el contrario, no para cuando esas expresiones
puedan aparecer en un documento. En este caso habrá que estar, obviamente, a los términos de
lo pactado: si nada más se dijo, entonces hay arras confirmatorias; si se agregó la posibilidad de
arrepentimiento —como ocurre en la especie—, entonces hay arras obligacionales o
penitenciales9.
CONCLUSIONES
1) La palabra arra o arras, según señala la doctrina, procede etimológicamente de una palabra
fenicia, arrha, que lleva implícito un cierto sentido de garantía o de fianza, El Derecho
prejustiniano apreció las arras como una prueba confirmativa del contrato
Código vigente de 1984 se refiere a las arras confirmatorias, a las penales y a las de retractación,
regulándolas en dos títulos separados: uno contempla las dos primeras categorías (artículos 1477
a 1479) y el otro la última (artículos 1480 a 1483).
5) Las arras confimatorias
son aquellas que van diigidas a reforzar de algún modo la existencia del contrato, ya constituyan
un signo o señal de haberse celebrado o un principio de ejecución
se atribuye a las arras confirmatorias la función de probar la celebración de un contrato. Ello
explica que posteriormente a la concertación del acto, quien recibió las arras deba devolverlas o
imputarlas sobre su crédito, dependiendo en este último caso de la naturaleza de la prestación en
que ellas consisten.
6) ARRAS DE RETRACCION
Las arras de retractación, denominadas antiguamente como arras penitenciales, son aquellas arras
que generan (para quien las entrega, como para quien las recibe) el derecho de retractarse de una
relación contractual existente y por cumplirse.
Es un instituto contractual por el cual se diluye válidamente el vínculo obligacional. No es en
estricto la facultad con que cuentan partes de desistirse de cumplir con el contrato, sino es el bien,
representativo de un valor económico, entregado a la celebración del negocio contractual con la
expresa intención de conceder la facultad de arrepentimiento a una o a todas los partes. La
consecuencia de arrepentirse del contrato involucra, para quien ejerce esta facultad, la pérdida del
bien o su restitución doblada, si quien se arrepiente es quien lo dio -en el primer caso-, o quien las
recibió -en el segundo-.
7) LEGISLACION COMPARADA
COLOMBIA
1. En el Derecho colombiano, civil y comercial, no se puede plantear un concepto genérico de
arras, toda vez que cada una de sus especies: simples, confirmatorias o confirmatorias penales
están llamadas a cumplir una función diferente y tiene unos efectos propios, por lo que puede
resultar equívoco pensar en un concepto que las agrupe a todas.
2. A diferencia de algunos códigos extranjeros que no son claros sobre el particular, la regulación
contenida en el Código Civil colombiano sobre arras, recoge las categorías romanas tanto del
derecho clásico (arras confirmatorias) como postclásico (arras simples) además de una de creación
jurisprudencial que son las arras confirmatorias penales.
3. En el Derecho colombiano no sólo se pueden dar arras simples representadas en dinero, sino en
otro tipo de bienes y además, no sólo caben en contratos de promesa o de venta, así sea lo más
usual en el tráfico. Igualmente, las puede dar cualquiera de las partes.
4. A pesar de lo que sugieren las normas que regulan las arras simples, éstas no cumplen una
verdadera función de garantía, la cual incluso tampoco puede predicarse de las arras
confirmatorias, pacto que además resulta inútil y constituyen tan sólo una reminiscencia del
Derecho antiguo. El efecto propio de las arras simples es permitir el derecho de retracto, por lo
que resulta evidente que no 25 cumplen función de garantía dado que tal retracto no puede
calificarse como incumplimiento.
5. Resulta un tanto inútil pactar en un contrato arras simples como garantía de celebración o
ejecución de un contrato y cláusula penal. Las dos figuras son antagónicas conceptualmente,
puesto que mientras las primeras permiten el derecho lícito de retracto, las segundas constituyen
una estimación anticipada de los
perjuicios derivados del incumplimiento de un contrato. Esto conlleva que los efectos de cada una
de las figuras no puedan ejercerse al tiempo. La única posibilidad al encontrarlas en un contrato,
es esperar que el derecho de retracto caduque o sea renunciado de forma expresa o tácita para
que pueda ejercerse la
cláusula penal en caso de incumplimiento.
6. Son tan solo las arras confirmatorias penales, figura de creación jurisprudencial, de las que
puede predicarse tal función, puesto que resultan ser a la manera de una cláusula penal, la forma
de estimar anticipadamente los perjuicios derivados del incumplimiento. De lo anterior se deriva
incluso que si las partes en efecto pretenden garantizar el cumplimiento de las obligaciones de un
contrato, deben
acudir a las propias formas de garantía.
LEGISLACION CHILENA
Articulo 1803. Si se vende con arras, esto es, dando una cosa en prenda de la celebración o
ejecución del contrato, se entiende que cada uno de los contratantes podrá retractarse; el que ha
dado las arras, perdiéndolas; y el que las ha recibido, restituyéndolas dobladas. (Codigo Civil de la
Republica de Chile)
CODIGO CIVIL ARGENTINO
La funcionalidad de la señal o arras, es un elemento caracterizador, pero, como señala el art. 475
del Código de Comercio, no habilita al arrepentimiento, por lo cual, deberíamos reconsiderar el
concepto.
El art. 1202 del Código Civil señala que "Si se hubiere dado una señal para asegurar el contrato o
su cumplimiento, quien la dio puede arrepentirse del contrato, o puede dejar de cumplirlo
perdiendo la señal. Puede también arrepentirse el que la recibió, y en tal caso debe devolver la
señal con otro tanto de su valor. Si el contrato se cumpliere, la señal debe devolverse en el estado
que se encuentre. Si ella fuere de la misma especie que lo que por el contrato debía darse, la señal
se tendrá como parte de la prestación, pero no si ella fuere de diferente especie, o si la obligación
fuese de hacer o de no hacer".
Por consiguiente y como se destaca en la norma SU PRINCIPAL FUNCIÓN ES SU PROPIA FINALIDAD,
pues, la norma dice "PARA" "ASEGURAR EL CONTRATO"
Esta posición es la congruente con la doctrina que favorece la continuación del contrato, y la
esencia de la seña, es el asegurar un contrato. No es su objeto, reservarse mentalmente un
arrepentimiento. Si bien esto, parecería carente de relevancia, no lo es, si tenemos en
consideración que la seña se debe devolver, y lo atinente al cuando, cómo y dónde tener la cosa
señada.
BIBLIOGRAFIA
--------------------------------------------
[ 1 ]. DIEZ-PICAZO, Luis. .Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial”. 28 edición, Editorial Tecnos,
Vol. 1, Madrid, 1983, p. 586.
[ 2 ]. DE LA PUENTE Y LAVALLE, Manuel. “El contrato en general”. Tomo VI. 1. edición, Biblioteca
Para Leer el Código Civil, Vol. XV, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú,
Lima, 1991, p. 150.
[ 3 ]. LEÓN BARANDIARÁN, José. “Tratado de Derecho Civil”, Gaceta Jurídica, Tomo IV, Lima, 1992,
p.162.
[ 4 ]. DE CASSO y ROMERO, Ignacio y CERVERA y JIMÉNEZ-ALFARO, Francisco. “Diccionario de
Derecho Privado”, Editorial Labor, S.A., Barcelona, p. 477.
[ 5 ]. dem, p. 478.
[ 6 ]. “Articulo 1590.- Si la promesa de venta se ha hecho con arras, cada uno de los contratantes
es dueño de apartarse de ella. El que las haya dado perdiéndolas.
[ 7 ]. “Articulo 1454.- Si hubiesen mediado arras o señal en el contrato de compra y venta, podrá
rescindirse el contrato allanándose el comprador a perderlas, o el vendedor a devolverlas
duplicadas”. (8). (9)
[ 8 ]. EsplN, Diego. “Manual de Derecho Civil español”, Editorial Revista de Derecho Privado, Tomo
111, p. 307
[ 9 ]. “Articulo 336.- Si al contraer un contrato es dado algo en concepto de arras, vale esto como
signo de conclusión del contrato. En la duda no valen dinero en señal”.
[ 10 ]. ENNECCERUS, Ludwig y KIPP, Theodor. “Tratado de Derecho Civii”. Bosch, Casa Editorial,
Tomo 11, Volumen 1, Barcelona, 1954, p. 184.
[ 11 ]. RISOLlA, Marco Aurelio, “Significación y función de las arras en el Código Civii argentino
(arras y pacto comisario)”, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1959, p. 30.
[ 12 ]. ) “Articulo 158.- Quien otorga arras se reputa que lo hace en signo de la conclusión del
contrato, y no a título de retractación (redit). Salvo uso local o convención contraria, aquel que ha
recibido arras puede conservarlas sin necesidad de tener que computarlas en su crédito. Cuando
se estipula la retractación (redit) cualquiera de los contratantes puede desístirse del contrato,
quien dio la suma abandonándola, y quien la recibió restituyéndola en doble”.
[ 13 ]. ) “Articulo 1385.- Seña confirmatoria.- Si en el momento de la conclusión del contrato una
de las partes diera a la’….. otra, a título de seña, una suma de dinero o una cantidad de otras cosas
fungibles, la seña, en caso de cumplimiento, deberá ser restituida o imputada a la prestación
debida.
[ 14 ]. “Articulo 1202.- Si se hubiese dado una señal para asegurar el contrato o su cumplimiento,
quien la dio puede arrepentirse del contrato, o puede dejar de cumplirlo perdiendo la señal.
Puede también arrepentirse e!3 a recibió; y en tal caso debe devolver la señal con otro tanto de su
valor. Si el contrato se cumpliere, la señal debe devolverse en el estado en que se encuentre. Si
ella fuere de la misma especie que lo que por el contrato debia darse, la señal se tendrá como
parte de la prestación; pero no si ella fuere de diferente especie, o si la obligación fuese de hacer o
de no hacer”.
[ 15 ]. “Articulo 723.- Si se hubiere dado una señal para asegurar el contrato o su cumplimiento,
quien la dio puede arrepentirse del contrato o dejar de cumplirlo, perdiendo la señal. Puede
también arrepentirse el que la recibió, y en tal caso debe devolver la señal, con otro tanto de su
valor. Si el contrato se cumpliere, la señal debe devolverse en el estado que se encuentre. Si ella
fuere de la misma especie que la que por el contrato debia darse, la señal se tendrá como parte de
la prestación”.
[ 16 ]. “Articulo 724.- No procederá la resolución del contrato si el incumplimiento de una de las
partes reviste escasa importancia y no compromete el interés de la otra”.
[ 17 ]. “Articulo 1803.- Si se vende con arras, esto es, dando una cosa en prenda de la celebración o
ejecución del contrato, se entiende que cada uno de los contratantes podrá retractarse; el que ha
dado las arras, perdiéndo las; y el que las ha recibido, restituyéndolas dobladas.
Articulo 1804.- Si los contratantes no hubieren fijado plazo dentro del cual puedan retractarse,
perdiendo las arras, no habrá lugar a la retractación después de los dos meses subsiguientes a la
convención, ni después de otorgada escritura pública de la venta o de principiada la entrega”.
[ 18 ]. “Articulo 1805.- Si expresamente se dieren arras como parte del precio, o como señal de
quedar convenidos los contratantes, quedará perfecta la venta; sin pe~uicio de lo prevenido en el
articulo 1801, inciso 2. No constando alguna de estas expresiones por escrito, se presumirá de
derecho que los contratantes se reservan la facultad de retractarse según los dos artículos
precedentes”.
[ 19 ]. “Articulo 537.-1. La suma de dinero o de cosas fungibles que como arras o seña se entregue
por uno de los contratantes al otro, será imputada, en caso de cumplimiento del contrato, a la
prestación debida o devuelta, si no existe estipulación diferente. (Articulos 78, 532, 568 del Código
Civil) Si una de las partes no cumple, la otra puede rescindir el contrato, reteniendo las arras el que
las recibió o exigiendo la devolución en el doble quien las dio; a menos que prefiera exigir el
cumplimiento o la resolución del contrato, con el resarcimiento del daño”.
“Articulo 538.- Cuando en el contrato con arras se hubiese reservado el derecho reciproco de las
partes a rescindir el contrato, el que dio las arras, si lo rescindiere, las perderá en provecho del
otro contratante, si lo rescindiere el que las recibió, las devolverá en el doble”. (Articulos 532, 537
del Código Civil)
[ 20 ]. LE PERA, Sergio. “La naturaleza jurídica”, Ediciones Pannedille, BuenosAires, 1971, p. 78.
[ 21 ]. Siguiendo a De la Puente y Lavalle, “puede definirse al contrato real como aquel que
requiere para su celebración que el acuerdo de voluntades se materialice mediante la entrega del
bien en que recae el contrato”. (DE LA PUENTE Y LAVALLE, Manuel. Op. cit., Tomo 1, p. 181).
[ 22 ]. JORDANO BAREA, Juan. “La categoría de los contratos reales”, Bosch, Casa Editorial,
Barcelona, 1958, p. 66.
[ 23 ]. DE LA PUENTE Y LAVALLE, Manuel. Op. cit., pp. 178 Y 179.
[ 24 ]. Contratos consensuales son todos aquellos que se perfeccionan por el consentimiento de
las partes (artículo 1352 del Código Civil).
[ 25 ]. DIEZ-PICAZO, Luis. Op. cit., p. 586
[ 26 ]. ABRIL CAMPOY, Juan Manuel y otros. Op. cit., p. 456.
[ 27 ]. EL PACTO DE ARRAS EN LOS CONTRATOS DE DERECHO PRIVADO COLOMBIANO JORGE
OVIEDO ALBÁN*
[ 28 ]. Revista chilena de derecho versión On-line ISSN 0718-3437 Rev. chil. derecho v.35 n.3
Santiago dic. 2008