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CONTRATOS

Historia del Derecho. Cód.Hor 4. Profesor titular: Cabral.


Participantes:
Juan Nicolás Charle Alfonso / C.I 5.660.500-8
Ashly Gancio / C.I 5.442.517-7
Joaquín Celiberti / C.I 5.401.226-5
INTRODUCCIÓN A LOS CONTRATOS EN LA ANTIGUA ROMA Y SU
TRANSFORMACIÓN A LO LARGO DE LA HISTORIA.

Primeramente en este prefacio al texto tomaremos la perspectiva del Derecho


Romano clásico para poder comprender como funciona en la actualidad los
conceptos jurídicos de antaño y como sufrió la modificación a lo largo de los años.
Solemos creer que la romanística es una ciencia exacta, la cuál no se puede
cambiar. Si bien es cierto, nuestra interpretación de ese derecho nos dice lo
contrario, si cambia y sí progresa a medida que se profundiza en la forma de
desentrañar las fuentes jurídicas romanas.
Durante el siglo XIX y gran parte del XX hubo una gran expansión en los estudios de
Roma, debido al entendimiento moderno y edición de las obras Institucionales del
jurisconsulto Gayo, obras destacadas como la edición crítica del Corpus Iuris Civilis,
reconstrucciones del Edicto del Pretor, libros basados en la jurisprudencia, entre
otros. Además de la mayor importancia científica que asume, este progreso
paulatino del Derecho Romano influyó en gran medida en el derecho privado de la
Edad Media y Moderna. Principalmente, aquél aplicado en las universidades
medievales, de Nueva España, que formó durante siglos a la gran cátedra Europea
de juristas. Fue el mismo Derecho Romano, el que arrojó a la práctica el tribunal
europeo del siglo XV y que tuvieron como base principal para su estudio los
redactores modernos.
Abordaremos en este texto la noción del contrato que prevaleció como propia del
Derecho Romano, y se adaptó a los códigos civiles de nuestra actualidad.
Sobre esta noción fue que el derecho privado moderno construyó su teoría general
del contrato, y que se repite en otros campos, como la noción de crédito, entre otros,
donde el derecho clásico, actúa como herramienta para la superación del derecho
privado actual.

Deducimos gracias al avance a través del tiempo, que las reglas del derecho clásico
que hoy conocemos, son producto del proceso interpretativo de la crítica
romanística.

CONCEPTO DE CONTRATO ROMANO. INFLUENCIA EN LA CÁTEDRA


MODERNA.
Como principal referente de esta noción, tomamos al jurisconsulto romano Gayo,
que en sus libros de Instituciones nos aborda el ideal de que todas las obligaciones
provienen de los contratos, sean reales, verbales, literales y consensuales.
Esta clasificación la adoptó más tarde el Emperador Justiniano, quién la completó y
añadió dos fuentes extra de las obligaciones, los cuasi-delitos y cuasi-contratos.

Esta perspectiva que toma Gayo, de que las obligaciones emanan de un contrato,
provocó la generalización del contrato como un convenio originario para las
obligaciones, que es como lo adoptan los códigos civiles actuales.
No se expresa de esta manera en ningún texto antiguo Romano, pero la
clasificación de Gayo toma estos principios, presupone que todas las obligaciones
que no provienen de un delito, son efecto de un contrato.

Esta noción ampliada sobre contrato, no es exacta al significado técnico de la


jurisprudencia clásica. El prestigioso español jurista Alvaro d’Ors nos demuestra que
la definición clásica de contrato no es aquella que se deriva de la cuatripartición
gayana, sino la que expresa el jurista de la época republicana romana, Labeón.
Para éste, el contrato es una categoría restringida que se refiere a un tipo especial
de obligaciones: La obligación recíproca (ultro citroque obligationem).

Interpretación de Álvaro D'Ors citando el párrafo: (Ulp. 11 ad ed. D 50,16,19)


“Labeón distingue entre hacer actos, gestos y contratos, y lo define de tal forma:
acto es un término general, hágase con palabras o de hecho, como la estipulación y
el pago de dinero, ‘contrato’ es la obligación recíproca, que los Griegos llaman
synallagma, como la compraventa, la locación conducción, la sociedad; quiere decir
lo que se hace sin declaración de palabras”.
En este párrafo los contratos se distinguen de los actos por ser ser obligaciones
recíprocas, esto implica que hay actos que constituyen obligaciones unilaterales

CLASIFICACIONES SEGÚN INTERPRETACIONES DEL CONTRATO EN ROMA.

Labeón menciona tres de los cuatro contratos consensuales, y entre ‘actos’ define a
la estipulación, según Gayo es un “contrato verbal”, y la entrega de dinero, que
refiere a un “contrato “real. Para la concepción de Labeón tanto los actos como
contratos definen un acuerdo de voluntades, la categoría de “acto” asume al género,
el “contrato” a una de sus especies. Labeón observa el panorama desde otro punto
de vista, a diferencia de Gayo, su modo es la naturaleza de la obligación que
generan, en los primeros siendo unilateral y en los segundos bilateral. La tercera
fuente de las obligaciones que hace mención el jurista romano, es que las gestiones
se contraponen a los actos, oséase, los actos requieren de palabras y las gestiones
(como la gestión de un negocio ajeno) se realizan sin la declaración.
La definición de contrato que nos proporciona Labeón, es la única expresa que nos
aportan las fuentes jurídicas romanas, si bien se aplica en gran parte de ellas la
palabra contrato, no siempre adquieren el significado técnico que aquí tomamos.

Otro jurista romano llamado Ulpiano (4 ad ed. D 2,14,1,3; 5 y 7 pr-5) nos expresa el
significado de las palabras ‘pacto’ (pactum) y ‘convenio’ (conventium), hace una
gran diferencia distinta al criterio de Labeón, entre el contrato y los tipos de
convenciones. Para éste, el convenio es un término general que significa que varias
personas consienten en algo determinado y afirma que no hay contrato sin que haya
una convención previa, sea que ésta misma provenga de la entrega de una cosa o
por mera palabra.

Ulpiano propone una distinción entre contratos, primero expresa que hay tres tipos
de convenciones: las públicas, privadas y las del derecho de gentes (ius gentium).
Es la última, la cuál otorga lugar al nombre propio de “contrato”, como la
compraventa, arrendamiento, la sociedad y el mandato. El jurista, nuevamente,
contrapone los contratos con otro tipo de negocios. A los primeros emanados de
convenciones de” derechos de gentes”, y a los otros convenciones “legítimas” que
pueden bien ser como las que sugiere D’Ors.

A partir de la distinción clásica entre contratos y obligaciones unilaterales, se


construye una nueva teoría general del contrato.
Cuando se conviene un contrato, ambas partes quedan recíprocamente obligadas y
son a la vez deudores y acreedores entre sí. No estamos haciendo una
diferenciación de otras obligaciones, cuando afirmamos que el contrato es
simplemente un convenio que genera obligaciones.
La distinción entre contratos y obligaciones unilaterales se basa en la realidad
misma de la relación, cuando solo una es la obligada, solo una confía en la otra,
mientras que cuando ambas son obligadas, también ambas confían entre sí. Por
esta razón, el derecho clásico distinguía la lealtad (fides) a las obligaciones
unilaterales, de la lealtad recíproca (bona fides) de las relaciones bilaterales.

INTERPRETACIÓN EN EL DERECHO ACTUAL URUGUAYO.

En primer lugar, ubicamos a los contratos de “derecho civil” dado únicamente entre
los ciudadanos romanos y los contratos de derecho de gentes (Ius Gentium) que ya
mencionado con anterioridad, está dado entre todos los individuos, sean o no
nativos de Roma.

En segundo lugar, situamos a los contratos “onerosos” que están referidos a que
tanto la parte acreedora como deudora que lo celebran, sufren un gravámen, y los
contratos “gratuitos” se imponen, y por tanto, obligan a una única parte.

En tercer lugar, nombramos a los contratos “unilaterales” (impone obligaciones a


una determinada parte) y por el contrario, los contratos “bilaterales” (imponen
obligaciones tanto a la parte acreedora como deudora).

En la actualidad, en ciertos aspectos, prevalecieron los ideales romanos para el


Derecho Uruguayo.

Contrato consensual: compraventa

La compraventa en el Derecho Romano implicaba que el vendedor transmitía al


comprador la posesión de una cosa y aseguraba su goce y uso pacífico. En tanto el
comprador se comprometía a entregar un precio en dinero.

Era un contrato consensual ya que se requería de un acuerdo bilateral o recíproco


entre las partes. Se caracterizaba por ser oneroso, de buena fe, conmutativo y de
mutuo consentimiento.

En relación al consentimiento se expresaba expresamente, por carta o mandato.


Generalmente se confirmaba con documentos escritos.

En cuanto al objeto podría tratarse de mueble o inmueble, corpórea o incorpórea,


presente o futura.
Respecto al precio debía cumplir con algunos caracteres: debía ser una suma de
dinero; cierto, porque debía determinarse un monto exacto; verdadero, es decir no
simulado para evitar ciertas donaciones y justo, debía ser proporcionado al objeto
para evitar la devaluación de la moneda.

También debían cumplirse con algunas acciones: actio empti, acción a favor del
comprador contra el vendedor; actio venditi, acción derivada del vendedor contra el
comprador.

Además se exigía capacidad de obrar y aptitud legal de las partes para enajenar.
Por lo tanto las personas con capacidad relativa o absoluta no podían realizar un
acto de compraventa. En tal caso el derecho romano creó legislación específica
para los casos de incapacidades, por ejemplo para los tutores respecto de sus
pupilos, los padres respecto de sus hijos y a los gobernadores de provincia a los
que no se les autorizaba a adquirir propiedades en los territorios donde
desempeñaban funciones.

En cuanto a la buena fe aparecen la evicción que es la garantía de los vicios


jurídicos y los vicios redhibitorios que son la garantía de los vicios materiales.

Como ya hemos dicho el vendedor debía entregar la cosa al comprador


asegurándose una pacífica posesión. En caso que un tercero alegara que la cosa
era suya podía iniciar una “acción reivindicatoria”.

En ese sentido el viejo derecho establecía que el comprador podía reclamar al


vendedor mediante un juicio, si éste se rehusaba la Ley de las XII tablas le otorgaba
al comprador el doble del monto pagado (actio aitctoritatis).

Posteriormente, la evicción pasa a ser un elemento natural de la compraventa,


siempre que haya mediado la mancipatio (contrato verbal y solemne por el cual se
transmitía una cosa), le concede al comprador por el doble del monto abonado. En
caso contrario sería necesario prever la situación a través de una stipulatio por el
doble del valor (stipulatio diiplae).

En la época de Justiniano y suprimida la mancipatio se generalizó la evicción por el


duplum aunque no hubiera la estipulación especial.
Sobre los vicios redhibitorios, el vendedor debía responder ante el comprador por
los vicios que tuviera la cosa. Sin embargo la cosa vendida podía tener vicios
ocultos y que el vendedor no estuviera informado, por lo tanto no se consideraba
dolo. Para prevenir esto se utilizaba el stipulatio donde el vendedor se comprometía
a responder ante el comprador.

Siguiente a esto, a los contratos se les debía agregar ciertos pactos que modifican
los efectos de los mismos sujetos a plazos determinados.

· La lex commissoria, El negocio queda subordinado a una condición resolutoria.


El comprador debe pagar en un plazo determinado.

· El pactum displicentia, el contrato quedaba sujeto al agrado del comprador en un


plazo determinado, también podía ser suspendido de acuerdo a la manifestación
del comprador en un plazo también determinado.

· In diem addictio, el vendedor podía rescindir el contrato si aparecía otro


comprador con una mejor oferta de precio.

· El pactum de retrovendendo, el vendedor se reservaba el derecho de readquirir


la cosa, dentro de un plazo y con la restitución del monto pagado.

· El pactum de retroemendo, el comprador le podía exigir al vendedor que le


readquiriera la cosa por el mismo monto y dentro de un plazo.

Bibliografía consultada.
-Jorge Adame Goddard (2007.). El concepto de contrato en el Derecho romano
clásico. Editorial Bepress ™ (2007). 16p.

-Tammo Wallinga (2009.). LA LIBERTAD CONTRACTUAL - DEL DERECHO


ROMANO AL DERECHO PRIVADO MODERNO. (Vol.21). 18p.
-Documentos y Leyes del Uruguay. Ley número 16.060 de 1989. Establecimiento de
normas que regulan las sociedades comerciales. 04/09/1989.
-Código Civil Uruguayo [CCU]. Artículos 1686 - 758 - 769 - 1687 - 1776.
Año 1994. (Uruguay).
-Código Comercio Uruguayo [CCU]. Artículo 513. Año 1865. (Uruguay).

Argüello, L. R. (1998). Manual de derecho romano: historia e instituciones. 3ª. ed.


Buenos Aires: Editorial Astrea.

Di Pietro, A., Lapieza Elli, A. E. (1985). Manual de derecho romano. 4ª. ed. Buenos
Aires: Depalma.

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