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Historia Medieval de España II - Resumen Imprimir - PDF Versión 1
Historia Medieval de España II - Resumen Imprimir - PDF Versión 1
Medieval de
España II
(Siglos XIV y XV)
Resumen
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TEMA I: LA GRAN EXPANSIÓN CRISTIANA DE LAS CORONAS DE
CASTILLA Y DE ARAGÓN, EN EL SIGLO XIII, Y EL AISLAMIENTO DE
NAVARRA. By Perico.
Nota: En este tema he optado por plasmar fielmente la línea seguida por el manual,
separando la acción conquistadora de la repobladora en dos grandes bloques, pues me
parece así más fácil de comprender a la hora de su estudio.
Los estudios de Julio González admiten tres etapas diferenciadas para esta conquista
andaluza:
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Fernando III de Castilla a cambio de una compensación económica. A todo esto, el
nuevo Califa va tener que enfrentarse a una rebelión dirigida desde Murcia por Ibn
Hud. Derrotado éste último, el Califa vuelve a centrarse en el Magreb, y para ello
reanuda su tregua con Fernando III, al que va a solicitar ayuda militar para sus
campañas. Fernando se beneficiará de esta ayuda prestada con la obtención de diez
fortalezas fronterizas que pasan ahora a la Corona de Castilla.
Una vez en tierras leonesas, empieza un tanteo entre Fernando III y Sancha y
Dulce, hijas del matrimonio entre Berenguela y Alfonso IX, por la sucesión del
Reino. Fruto de estas conversaciones se llegará a la reunificación definitiva de
Castilla y León bajo el reinado de Fernando III, pues sus hermanas, a cambio de una
fuerte compensación económica van a renunciar a sus derechos.
Con las puertas abiertas hacia el Sur, el Rey castellano tenía como objetivo prioritario
la toma de Jaén, aunque los descontentos internos de la sociedad cordobesa van a
propiciar la toma de Córdoba antes de lo previsto. En Córdoba existían varios grupos.
Uno de estos grupos pidió la intervención de los castellanos para suprimir unos
altercados y les dieron acceso a la ciudad, abriéndoles las puertas del barrio de la
Ajarquía. Así comenzaron dentro de Córdoba las luchas entre cristianos y
musulmanes de la Ajarquía contra los musulmanes de la Madina. El asedio militar se
completó con un acoso diplomático, por lo que cinco meses de asedio después
Córdoba capitulaba ante Fernando III.
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y algunos alcaides de castillos diseminados por la campiña. Écija, Lucena o
Marchena se comprometieron a pagarle tributos.
Mientras tanto, Ben Nasr desde Granada hostigaba constantemente las posiciones
cristianas de la Andalucía Oriental. Esta actitud llevó al monarca Fernando III a
emprender acciones decisivas sobre Arjona y Jaén. Con esta actuación se considera el
inicio de la verdadera Reconquista andaluza (toma de Arjona en 1244). El asedio de
Jaén se presentaba como largo y difícil, por lo que se hacía aconsejable intentar la
rendición por hambre. Fue por fin en 1246 cuando Ben Nasr cedió Jaén a Fernando
III ‘El Santo’, proclamándose su vasallo, comprometiéndose a servirle en la paz y en
la guerra, además de obtener el título de Rey de Granada por sus servicios prestados
de ahora en adelante a Fernando.
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La ruptura de las relaciones con Mallorca, obedeció al deseo de facilitar las
comunicaciones entre Aragón y el Norte de África, interceptadas por corsarios y
piratas mallorquines. Los más perjudicados ante estas acciones eran los miembros de
la burguesía barcelonesa, por lo que lo más lógico era que fuesen ellos quienes
estuviesen dispuestos a financiar una empresa destinada a eliminar la piratería en la
zona. Junto a los mercaderes barceloneses intervinieron en la zona los ciudadanos de
Marsella, que vieron premiados sus esfuerzos con la entrega de un barrio en Palma y
el dominio sobre Inca.
La expedición formada por 150 naves salió de la costa en 1229 y, tras un largo asedio
la ciudad de Palma se rindió el último día del año antes citado. Posteriormente se
conquistó Ibiza en 1235 y en 1286 pasará lo mismo con Menorca.
Por otro lado, en la zona oriental de la Península, el Rey Jaime I sometió al Reino
almohade de Valencia tras una campaña que duró más de doce años. Valencia se
había mantenido al margen de los acontecimientos que se estaban produciendo en
territorio andalusí, pero esta situación de independencia fue a su vez su debilidad.
Mientras Jaime I se hallaba ocupado en la conquista de Mallorca, algunas tropas de
la nobleza aragonesa iniciaron las hostilidades en la zona fronteriza del Alto Palencia
en 1232. Ante esta circunstancia militar, el Rey es consciente del peligro que
entrañaban los éxitos de la nobleza al margen de la monarquía, por lo que el Rey se
va a ver forzado a cortar de raíz estas conquistas personales, para tomar él mismo las
riendas de la batalla.
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Tras la ocupación de al-Andalus se respetó a la población musulmana. En algunas
ocasiones éstos preservaron la vida y la totalidad de sus heredades, caso de núcleos
sometidos a Fernando III como Jerez o Arcos. En ocasiones se aniquiló o esclavizó
a los habitantes de las ciudades conquistadas al asalto. Sin embargo lo usual fueron
las capitulaciones. Por ellas la población musulmana se comprometía a evacuar la
ciudad y a entregarla intacta a los cristianos. Fue el sistema seguido en la mayoría de
las grandes ciudades andaluzas como Córdoba, Jaén o Sevilla. En la Andalucía Bética
las zonas de mayor peligro fueron entregadas a las Órdenes Militares.
Los repartos de tierra a los nuevos pobladores se realizaron de forma ordenada según
conocemos de algunos documentos como los hallados en Sevilla, denominados
Libros de Repartimiento (registran las tierras y casas distribuidas a los colonos).
Además estos repartimientos incitaron una elevada inmigración de un campesinado
libre o semilibre, procedente en su mayoría del Norte. También consta la presencia de
repobladores procedentes de la zona de Toledo-Guadalajara. Si antes existía una
voluntad en las reconquistas de establecer a numerosos campesinos en propiedades
medianas y pequeñas con un régimen fiscal favorable, a partir de ahora el modelo
imperante será bien distinto. Los nuevos Concejos andaluces reproducirán con
exactitud la estructura de clases y las divisiones internas de la sociedad feudal de los
conquistadores septentrionales.
A la cabeza de los más beneficiados estaban miembros de la alta nobleza como los
Castro, los Lara o los Haro, que recibieron donaciones que comprendían varias
aldeas o alquerías. En este grupo entró también la Iglesia. Este sistema favoreció el
desarrollo de grandes haciendas territoriales (de ahí los intentos de los Reyes
castellanos por frenar la creciente influencia nobiliaria). Por otra parte la nobleza de
rango inferior también recibió donaciones que solían ser fracciones de alquerías o
extensiones de tierra cerealista y olivarera sensiblemente inferiores.
Esta repoblación en Andalucía no resultó nada fácil, pues las acciones bélicas hacían
muy difícil la explotación agraria. Además fueron frecuentes las correrías
protagonizadas por los musulmanes de Granada. Por si fuera poco, las capitulaciones
dejaron de cumplirse, desembocando en una revuelta mudéjar que permitió al ejército
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real incorporar de facto a la Corona las tierras de la zona meridional, dejando el
campo andaluz tras su paso en gran parte despoblado.
Las consecuencias que derivan de estos hechos son importantes, pues en primer
lugar, como resultado del desplazamiento de campesinos hacia el Sur, se inició en el
Reino de Castilla y León una crisis agrícola, que se trasladó hasta el Sur debido a la
descomposición del antiguo sistema de cultivo del campo andaluz. Siguiendo esta
misma línea los recién llegados tuvieron un problema técnico importante, pues no
estaban habituados al sistema de labranza y cosecha utilizada por los musulmanes. Su
agricultura era floreciente, pero éstos desconocían las técnicas para conseguir el
rendimiento adecuado, por lo que la mayor parte de los colonos se vieron incapaces
de mantener los cultivos tradicionales. Por eso mayoritariamente se dedicaron las
tierras a pastos y al cultivo de cereales y olivo.
En Murcia, Alfonso X ‘El Sabio’ completó la repoblación inicial dirigida por el Rey
Jaime I ‘El Conquistador’, intentando no acrecentar la influencia de la nobleza. Les
otorgó a éstos grandes extensiones de tierra en la frontera con Granada, pues en estos
campos la población era muy escasa.
En esta zona, en los centros urbanos y en las zonas de regadío y huerta predominó la
pequeña y también la mediana propiedad, mientras que en el interior y áreas más
empobrecidas se establecieron latifundios en manos señoriales y de las Órdenes
Militares. Tras la revuelta mudéjar de 1248 se produjo una nueva oleada de
migraciones de aragoneses del interior y de Cataluña hacia tierras valencianas.
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administrativa y fiscal del territorio. Pero el descontento de los musulmanes provocó
la revuelta de 1247, que acabó con la emigración de muchos y la estimulación de una
nueva fase repobladora a partir del año siguiente, en la cual el Rey donó un elevado
número de territorios en el Sur del Reino.
En conclusión, para estas regiones, más que de una colonización, debemos hablar de
una culturización, de la cual habría beneficio mutuo que iría desde el
aprovechamiento de recursos naturales y reconvertidos por irrigación tradicional,
hasta la lengua y las formas culturales y materiales.
Por lo que se refiere a las Baleares, el inventario elaborado para la Isla de Mallorca,
concerniente a su reparto reservaba para Jaime I la mitad de los bienes disponibles.
En la isla predominó la pequeña y mediana propiedad en manos de los repobladores,
que las habían recibido directamente por cesión o venta. Gracias a la presencia de
mudéjares y hebreos, el tráfico mercantil se convirtió en el fundamento económico
insular, sobre todo en Mallorca, dirigido principalmente hacia los mercados islámicos
africanos.
Este fuero era una recopilación del Derecho tradicional del Reino (Ius Proprium)
escasamente influido por el romanismo jurídico (Ius Commune). El primitivo texto
del Fuero General nunca fue oficialmente promulgado, pero se creó con la intención
de llegar a un acuerdo entre todos los estamentos del Reino.
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De este modo, en el siglo XIII en Navarra se constituyó la monarquía a través de los
pactos y el respeto a los Fueros tradicionales.
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TEMA II: LA CONSOLIDACIÓN DE LAS MONARQUÍAS PENINSULARES
EN EL SIGLO XIII
La solidez institucional de las monarquías del siglo XIII descansaba sobre tres pilares
fundamentales: 1º el Derecho Romano-Canónico (o Ley Común); 2º la integración
política de los ciudadanos en unas asambleas representativas (Cortes); 3º y la
organización del territorio mediante una desarrollada administración de carácter
fiscal.
Los reinados de Fernando III ‘El Santo’ (desde 1230 titular de Castilla y León
definitivamente unidos) y de su hijo Alfonso X ‘El Sabio’ (1252-1284) resultaron de
especial trascendencia, ya que son ellos quienes elaboraron una serie de iniciativas
destinadas a reforzar el poder real y a integrar el conjunto territorial del Reino.
Su obra legisladora superó con creces la de su padre Fernando III, y tuvo dos
objetivos: servir al proyecto centralizador de la monarquía y establecer un marco
jurídico-territorial en los diferentes Reinos que integraban la Corona.
El ESPÉCULO fue una obra interrumpida por Alfonso X para refundirla con otro
proyecto más ambicioso: Las PARTIDAS, que es una recopilación de Derecho
Común plenomedieval. Está dividido en siete secciones:
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1. En la primera se aborda el tema de la fe cristiana, la Iglesia y su
organización.
2. En la segunda contempla todo lo relativo al Rey, al ejercicio de su poder, la
estructuración de la corte y organización militar, etc.
3. La tercera se dedica a la administración de la Justicia.
4. La cuarta alude a problemas relativos al derecho matrimonial y feudal.
5. La quinta alude a aspectos mercantiles.
6. La sexta se hace cargo de herencias y testamentos.
7. La séptima incluye una relación de leyes penales, incidiendo en el
problema de las minorías confesionales y lo referente al mundo de la
hechicería y ortodoxia.
En relación a la Iglesia, hubo un creciente intervencionismo por parte del Rey en las
rentas eclesiásticas (como los diezmos o las décimas).
1.3 LA ARTICULACIÓN ESPACIAL: ADMINISTRACIÓN TERRITORIAL,
FISCALIDAD Y FRONTERA.
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La Corona impulsó y protegió el asociacionismo mesteño, con la creación del
Concejo de la Mesta. También tuvieron gran importancia fiscal los diezmos
aduaneros establecidos por Alfonso X ‘El Sabio’ antes del 1273, como la imposición
de aranceles en puntos fijos de la frontera, o la política proteccionista.
El primer brote de rebeldía se dio en 1255, protagonizado por Diego López de Haro
(Señor de Vizcaya) en connivencia con un hermano del Rey y con el apoyo de
Aragón.
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El programa hegemónico de Alfonso X ‘El Sabio’ había resultado bastante caro, y
los recursos del Reino habían sido mal distribuidos en un territorio que había
duplicado su extensión en poco tiempo.
En 1272 el Rey convocó las Cortes de Burgos para institucionalizar los acuerdos a los
que había llegado el monarca con los ricos hombres rebeldes. Pero el resultado fue
muy diferente, ya que los nobles usaron las Cortes para ampliar sus reivindicaciones,
implicando a eclesiásticos y representantes de las ciudades.
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de Alfonso X, el cual se había visto obligado a abandonar su pretensión imperial y a
cambiar las alianzas gibelinas por las de su antiguo enemigo el Rey de Francia,
Felipe III.
Esta guerra acabó con el destronamiento de Alfonso X, que fue acorralado en Sevilla,
con pocos apoyos fuera de Andalucía y Murcia. De esta manera subió al Trono
Sancho IV, que tuvo que neutralizar una nueva reacción nobiliaria.
Alfonso X se erigió paladín del gibelinismo ya que era partidario del reforzamiento
del poder y poco dado a las concesiones negociadoras.
El ofrecimiento pisano iba avalado por el Papa Alejandro IV. El Rey necesitaba la
bendición Papal para afianzar su posición tanto dentro en el conjunto peninsular
como en el panorama europeo. El Papa, por su parte, estaba abrumado por el poder
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que en Italia estaba alcanzando Manfredo, el bastardo de Federico II, que se había
hecho con el control de Sicilia, y representaba la opción gibelina.
A ojos del Papa no sería el güelfismo el que salvara al Papado de las pretensiones de
Manfredo, así que decidió aliarse con otro gibelino para que se enfrentara a
Manfredo y dividiera el propio gibelinismo, debilitando de este modo las
posibilidades de los Hohenstaufen en cualquiera de sus ramas. Este gibelino fue
Alfonso X, deseoso de obtener el apoyo pontificio.
Este gibelinismo moderado y tutelado por el Papa hizo que muchas ciudades italianas
se adhirieran a la causa de Alfonso X. Pero la alianza castellano-pontificia duró poco,
ya que el pontificado había obtenido su propósito: neutralizar la fuerza de Manfredo
en el escenario europeo, lo que hizo que perdiera interés.
Entre 1256 y 1275, Alfonso X usó el título de Rey de los Romanos, pero la
consagración Papal nunca llegó. Su condición de Emperador electo era suficiente
para legitimar su autoritarismo político en Castilla y para seguir adelante con la
pretensión hegemónica peninsular. Esto ocasionó las protestas del resto de Reyes
hispánicos, entre ellos Jaime I, que no estaba de acuerdo que el Rey castellano
impusiera su soberanía en el resto de la Península.
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La causa gibelina (tanto la aragonesa como la castellana) habían encontrado un
enemigo común, y desde ese momento actuaron en plena colaboración.
La invasión africana de los meriníes y la crisis institucional abierta tras la muerte del
heredero obligaron a Alfonso X ‘El Sabio’ a reconsiderar su política y sus contactos
diplomáticos, acercándose al bloque güelfo-francés. La alianza con Aragón entró en
crisis, y murió Jaime I, subiendo al Trono Pedro III.
En los últimos años de reinado de Alfonso X hubo diversos problemas que afectaron
a la política interior, las relaciones externas, etc. Se produjo una guerra civil, y
Alfonso X se echó en manos del gëulfismo francés, comprometiendo de esta manera
los dominios de la Corona.
Aragón volvió a estrechar lazos con Castilla, y Sancho, hijo de Alfonso X, se une a
los intereses gibelinos de Pedro III. De esta manera durante un breve periodo de
tiempo, Castilla se convirtió en una pieza más del ambicioso expansionismo
mediterráneo de la Corona de Aragón.
El gibelinismo aragonés, radical desde sus inicios, fue la estrategia en la que Jaime I
envolvió su política mediterránea.
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Pedro III aprovechó la coyuntura, y al tiempo que aseguraba en beneficio de la
Corona el carácter feudatario del Reino de Mallorca, y consolidaba la amistad con el
nuevo monarca castellano, se aplicó a dos importantes proyectos diplomáticos: El
matrimonio de su hija Isabel (la futura Reina Santa) con el Rey Dinis de Portugal, y
el de su heredero Alfonso con la princesa Leonor de Inglaterra (hija de Eduardo I).
Los sicilianos pidieron ayuda a los aragoneses, y con el estallido de las Vísperas
Sicilianas en 1282, la Corona de Aragón alcanzó un gran protagonismo en el
Mediterráneo.
En Aragón fue muy diferente, ya que la heterogeneidad de los diferentes Reinos, una
menor incidencia de la recepción del Derecho Común, y el temprano fin de la
empresa reconquistadora contribuyeron a ralentizar la evolución centralizadora.
En las décadas centrales del siglo XIII, en Aragón destacaron tres notas esenciales: el
marcado carácter feudal y pactista del poder, el nacimiento de conciencias
territoriales dentro de la Corona, y la lenta articulación de ésta como institución
unitaria.
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2. En segundo lugar, la burguesía de Cataluña, interesada en la puesta en
marcha de una maquinaria de guerra que le permitiera un mayor desarrollo
comercial.
Desde los años veinte del siglo XIII, hubo diversas uniones nobiliarias: en 1127 se
creó en Jaca una liga nobiliaria en la que participaban las ciudades de Zaragoza,
Huesca y Jaca. Esta unión nobiliaria se mantuvo durante todo el reinado de Jaime I.
Es durante el reinado de su hijo Pedro III (1276 - 1285) cuando adquirió caracteres
políticos de mayor presión, naciendo de esta manera la Unión, la cual, en 1283,
obligó al monarca a jurar el Privilegio General que consagró el principio pactista
como forma de poder político en Aragón.
El bovage, un servicio prestado como reconocimiento de señorío, fue votado por los
estamentos catalanes durante el reinado de Jaime I. Los nobles aragoneses eran
reticentes a su concesión; en las Cortes de Ejea, en 1265 no sólo consiguieron
mantener su negativa al pago del bovage, sino que constituyeron la Justicia de
Aragón, en la que un noble es árbitro entre los conflictos que pudieran surgir entre la
nobleza y el Rey.
Jaime I no fue un mero instrumento en manos de los nobles, ya que supo imponerse
a través de algunas directrices que compensaron ciertos agravios nobiliarios. La
afirmación de una política mediterránea sirvió para fortalecer la autoridad real, así
como la imposición en 1238 del estatus de Reino para Valencia, sustrayéndolo de la
nobleza aragonesa que pretendía repartírselo como botín.
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Proprium). Los Fueros de Aragón, encargados al obispo de Huesca de
1247, sustituyeron las tradiciones jurídicas locales, como el Fuero de Jaca.
El triunfo del Ius Proprium, como los Usatges de Barcelona, luego aplicados al resto
del territorio catalán y a Mallorca se debió a la protección de la monarquía.
Frente a estos cambios, las Cortes, reunidas en Alcañiz en 1250, determinaron que
una Diputación Comisional estableciera un acuerdo definitivo.
Este acuerdo consistió en que Alfonso heredara Aragón y Valencia (sin posibilidad
de separación de Reinos) y Pedro heredara Cataluña.
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4. LA CENTRALIZACIÓN DEL PODER EN PORTUGAL
Alfonso II (1211 - 1223), con sus leyes inspiradas en el Derecho Romano, había
provocado la división de la nobleza.
En 1245, por petición del conde de Boulogne, el Papa Inocencio IV declaró nulo el
matrimonio del Rey con Mencía López de Haro, hija del Señor de Vizcaya, y poco
después le pidió que replanteara su política y el trato que tenía hacia la Iglesia.
Ese mismo año, el Papa confiaba el gobierno del Reino a Alfonso tras el I Concilio
de Lyon, en el cual el Emperador Federico II fue excomulgado y destronado.
Quedaba patente la primacía de la Iglesia en asuntos políticos. Desde ese momento y
hasta 1246, Sancho II huyó a Castilla con apoyo del ejército de este Reino,
desatándose la guerra civil a causa de la conflictividad social y los enfrentamientos
entre linajes nobiliarios, grandes propietarios y campesinos, burgueses y obispos de
ciudades episcopales...
A ojos de la Iglesia, esto se tradujo en un mal gobierno por parte del Rey, lo que
justificó su destronamiento.
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Para ello se llevó a cabo un programa centralizador, semejante al que se llevó a cabo
en Castilla por Fernando II y Alfonso X. Contaba con tres objetivos: recuperación
económica, reestablecimiento del orden y delimitación de los derechos y atribuciones
de la monarquía.
Hubo una defensa de los derechos regios, renovando de forma sistemática en las
Inquirições Gerais (puestas en marcha por Alfonso X) para rescatar tierras y rentas
de la Corona que habían sido usurpadas por nobles, obispos y Órdenes Monásticas y
Militares.
Salvo este percance, el reinado de Alfonso III supuso el restablecimiento del orden
monárquico.
Sancho VIII ‘El Fuerte’, último Rey de Navarra, pactó con Jaime I ‘El
Conquistador’ la inclusión de su Reino en la Corona de Aragón mediante un
acuerdo de prohijamiento mutuo.
Este pacto nunca se llevó a cabo, y tras la muerte de Sancho VIII, la nobleza navarra
ofreció el Trono del Reino al conde Teobaldo de Champagne. Con la entronización
de la dinastía Champagne, Navarra, hasta su definitiva incorporación a Castilla en
1512, quedó dentro de la órbita de influencia francesa.
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En las décadas centrales del siglo XIII, el Reino de Navarra se dotó a sí misma de un
ordenamiento legal: el Fuero General de Navarra. Este fuero era una recopilación del
derecho tradicional del Reino (Ius Proprium) escasamente influido por el romanismo
jurídico (Ius Commune).
El primitivo texto del Fuero General nunca fue oficialmente promulgado, pero se creó
con la intención de llegar a un acuerdo entre todos los estamentos del Reino.
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TEMA III. LA EXPANSION MEDITERRANEA DE LA CORONA DE
ARAGÓN
Pedro III heredó los derechos de la familia Hohenstaufen por matrimonio con
Constanza, hija de Manfredo (Rey de Sicilia) una vez muerto éste y decapitado el
heredero Conradino por Carlos de Anjou, a quien el Papa adjudicó la isla en calidad
de feudo pontificio.
El descontento en la isla contra los angevinos estalló finalmente en unos tumultos que
se prolongaron durante un mes provocando una gran mortandad y que recibe el
nombre de “Vísperas sicilianas”. Los sicilianos ofrecieron la Corona a Pedro III, el
cual aceptó dirigiéndose a Mesina, levantando el asedio de Carlos de Anjou y
venciéndolo en la batalla naval de Nicotera (16 de octubre de 1282). El almirante de
la flota, Roger de Lauria, ocupó además las islas de Malta, Gozzo y Djerba. La
conquista de Sicilia provocó un importante cambio en las fuerzas políticas del
Mediterráneo, al pasar Aragón a jugar un papel clave y complicándole su política
exterior. Además le permitía el control de las principales rutas del Mediterráneo.
Ante las necesidades financieras del Rey, éste tuvo que reconocer a los nobles en
1283 el Privilegio General, confirmación de los privilegios aragoneses, concediendo
que el Fuero de Aragón se hiciera extensivo al Reino de Valencia. A los catalanes les
concedió que las Cortes se reuniesen anualmente, confirmándoles los Usatges y
aboliendo el bovatge.
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importantes plazas en el Rosellón. Tras el asedio y ocupación de Gerona el Rey hubo
de retirarse por las dificultades de aprovisionamiento (su flota fue derrotada por la de
Roger de Lauria en las Islas Formigues) falleciendo en Perpiñán a causa de las
penalidades. En octubre de 1285 Cataluña estaba libre. El siguiente paso de Pedro
fue confiscar el Reino del vasallo traidor Jaime II, pero la muerte el 11 de noviembre
de 1285 le impidió ver consumado su triunfo.
El Papa Martín IV coronó a Carlos de Valois, hijo del Rey de Francia, como Rey de
la Sicilia continental o Nápoles, lo que obligó a Jaime a combatirle. Por el Tratado de
Tarascón (1291) el Rey de Aragón reconoció la soberanía del Papa y se comprometió
a no prestar ayuda a su hermano, con lo que obtuvo el levantamiento de la
excomunión.
La muerte de Alfonso III llevó al Trono de Aragón a su hermano Jaime II, que dejó
a su hermano Federico como lugarteniente en la isla. En junio de 1295 el nuevo Papa
Bonifacio VIII consiguió que aragoneses, franceses y sicilianos llegaran a unos
acuerdos en el Tratado de Anagni. En él se estableció que Jaime II renunciaba a la
isla de Sicilia, reconociendo los derechos sobre ella de la Santa Sede y de la Casa de
Anjou, debiendo contraer matrimonio con la princesa Blanca, hija de Carlos, Rey de
Nápoles. El Rey de Francia renunciaba a la Corona de Aragón y el Papa anulaba la
excomunión. Jaime II se obligaba a ayudar militarmente a los angevinos a recobrar
Sicilia.
Los sicilianos en protesta coronaron a Federico III que se apoderó de diversas plazas
en Calabria. Jaime II, una vez recibida la investidura de Córcega y Cerdeña en
Roma, desembarcó en la isla y puso sitio a Siracusa, el cual fue obligado a levantar.
En una segunda expedición contra la isla, Roger de Lauria obtuvo una brillante
victoria en Orlando (1299) pero sin obtener provecho posterior. Jaime II, que no
deseaba una derrota total de su hermano y considerando cumplidos sus compromisos
con la Iglesia, se retiró del teatro de la guerra. La feroz resistencia siciliana y la
incapacidad del Rey de Nápoles llevaron a la firma de la paz, el Tratado de
Caltabellota (1302), por el que se aceptaba la independencia de Sicilia bajo soberanía
de Federico, con el título de Rey de Trinacria, debiéndose casar con Leonor, hija de
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Carlos II de Nápoles. Al morir Federico, la isla volvería a los angevinos. Estos
procurarían una compensación territorial para sus hijos y, en caso de fallar ésta,
retendrían el Reino de Sicilia, como así sucedió, permaneciendo la isla bajo la
dinastía aragonesa.
FASE ANÁRQUICA: Roger de Flor en 1303 embarcó con 6.500 soldados rumbo a
Constantinopla.
La procedencia de los almogávares era muy variada, desde los Estados de la Corona
de Aragón (sobre todo catalanes) a sicilianos y calabreses. El Emperador Andrónico
había aceptado entregarle el título de Megaduque del Imperio y la boda con una
princesa Paleólogo. Los genoveses de Constantinopla captaron el peligro que a sus
posiciones económicas suponía la presencia de la Compañía. Roger de Flor expulsó
a los turcos de la Península de Erked en el Mármara, pasando luego a Anatolia y
apoderándose de las ciudades de Filadelfia, Magnesia y Éfeso, derrotando a los turcos
en las estribaciones del Tauro y regresando con Berenguer de Rocafort, otro de los
jefes, a la Península de Gallípoli, donde acantonaron sus tropas por orden del
Emperador, temeroso del poder almogávar.
Las victorias contra los turcos se alternaron con correrías que despertaron un terror
general, en tanto que las ambiciones de Roger de Flor y Berenguer de Entença, que
obligaron al Emperador a concederles los títulos de César y Megaduque, despertaron
los recelos del heredero, el Príncipe Miguel, cuya guardia asesinó en abril de 1305 a
Roger de Flor y a cuantos almogávares encontraron en el banquete que les fue
ofrecido. Matanzas similares se produjeron en otras ciudades. Los restos de la
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Compañía se fortificaron en Gallípoli y se organizó como un pequeño Estado al
mando de Berenguer de Entença, llevando a cabo feroces campañas contra Tracia y
Macedonia. Comenzaba la “Venganza Catalana”, como la conoce la Historia contra
el Imperio y los genoveses.
Apresado Entença por los genoveses, quedó como jefe Bernat de Rocafort, que
siguió sembrando el terror. La liberación del primero y la llegada del Infante
Fernando, hijo de Jaime II de Mallorca, con poderes de su tío Federico III, ávido
de poseer un Estado en el Egeo y de controlar la Compañía, no hizo sino agudizar las
rivalidades entre los distintos jefes y producir su ruptura.
En 1308 Entença fue asesinado por los partidarios de Rocafort, mientras que parte
de la Compañía prestó obediencia al Emperador. El Infante Fernando fue hecho
prisionero por los venecianos y entregado a los Anjou.
Tras la muerte de Estañol, Federico envió a su hijo Alfonso Federico, que gobernó
trece años y se apoderó de Tesalia al morir el déspota Juan II Ángel,
constituyéndose el ducado de Neopatria, que en adelante estará unido al de Atenas.
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hermana Leonor, casada con Pedro IV, con lo que en 1380 ambos se incorporaron a
la Corona de Aragón. Se perdieron en 1388 y 1391.
3. LA CONQUISTA DE CERDEÑA
La preparación diplomática fue costosa dado que la isla no era una unidad política,
sino que estaba repartida entre numerosos poderes e intereses (los pisanos, jueces-
Rey en Arborea, Génova, los Malaspina, los Doria etc). Pero Jaime II fue tan
diplomático que incluso contó con una actitud favorable de Génova. Otros a su favor:
el juez de Arborea Hugo III y el marqués de Malaspina.
La firma de la paz llevó a una larga sucesión de guerras con Génova que alentó las
revueltas sardas y desplegó una intensa guerra de corso. En 1325, varios miembros de
la familia Doria se sublevaron en Sassari a la que siguió otra en Cagliari.
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beneficios mercantiles de la empresa. En la isla, se produjo la instalación de un
feudalismo (por concesiones feudales a la nobleza que se implicó en la conquista) con
devastadoras consecuencias en la isla, al romper el equilibrio económico entre ciudad
y campo.
Hubo episodios destacados como la conquista de las islas de Djerba y Querquens por
Roger de Lauria en 1284, o el desembarco en Trípoli en 1288.
Pedro III y Alfonso IV dirigieron su diplomacia sobre todo a Túnez, junto a Sicilia
llave del Mediterráneo Central y Oriental a través de negociaciones con el Sultán o
con los rebeldes a su autoridad.
Jaime II se orientó hacia Tremecén y Marruecos donde alternó fases de amistad con
la actividad corsaria cuando los sultanes se negaban a tributar. A los comerciantes
aragoneses les interesaba instalarse en las ciudades magrebíes, terminal del oro
sudanés y de los productos africanos, lo que llevó a la firma de un tratado en 1274
entre Jaime I y el Sultán Abú Yusuf Yaqub.
5. La incorporación de Mallorca
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Conquistado el Reino de Mallorca por Jaime I (1229) fue este monarca quien por
decisión testamentaria lo convirtió en Reino privativo en 1276, siendo su primer
monarca Jaime II. El nuevo Reino estaba integrado por una parte insular y otra
continental (los condados de Rosellón, Cerdaña, Conflent, Vallespir y Capcir)
además de la ciudad de Montpellier y los vizcondados de Omelades y el Carladés.
Territorios extraños entre sí.
Tras la muerte de Jaime II en 1312 le sucedió su hijo Sancho (1312-1324), que fue
siempre fiel vasallo del Rey de Aragón, colaborando en la conquista de Cerdeña. Al
morir sin hijos, hizo reconocer a su sobrino Jaime III.
Desde la subida de Pedro IV al Trono de Aragón las relaciones dieron un giro radical
hasta el punto de intentar Pedro matar a Jaime en Avignon, mientras ambos iban al
encuentro del Papa.
Jaime III, como vasallo, pidió ayuda a Pedro IV cuando el monarca francés intentó
apoderarse de Montpellier en 1341. Pedro IV lo eludió convocando Cortes. Al no
acudir Jaime fue declarado desleal y desvinculado de la ayuda militar.
Pedro utilizó el hecho probado de haber permitido que circulara moneda francesa en
sus dominios y haber acuñado moneda aragonesa en Perpiñán para incoar proceso
contra Jaime. Éste, al ver quebrantado su salvoconducto por unos hechos confusos
no se presentó al proceso declarándose libre del vasallaje. El procesó continuó hasta
que se le declaró rebelde y contumaz, por lo que se le condenaba a perder el Reino.
Era la base jurídica que necesitaba. El desembarco tuvo lugar en junio de 1343.
29
Jaime huyó al Rosellón y los nuevos territorios fueron incorporados a la Corona de
Aragón, siendo declarados inseparables.
En mayo de 1344 se iniciaron las operaciones contra el Rosellón. En julio Jaime III
se entregó, reconociéndole el Parlamento de Barcelona rentas y señoríos a cambio de
la renuncia de cualquier reclamación. Jaime III, en desacuerdo con la sentencia,
huyó y vendió a Felipe VI de Francia el señorío de Montpellier que, junto a
préstamos del Papa y cardenales, le sirvió para reclutar un ejército y presentarse
frente a Mallorca, donde en agosto de 1349 fue derrotado y muerto.
En el siglo XIII se pusieron las bases para el esplendor de los siglos XIV y XV. La
conquista de Mallorca fue un hecho clave para las rutas de la cuenca occidental del
Mediterráneo y, a partir de 1277, del Atlántico.
30
La iniciativa de los mercaderes aragoneses les abrió la ruta de Oriente. Alejandría era
la plaza más importante aunque también frecuentaban los puertos sirios, Chipre, los
de la Pequeña Armenia y Constantinopla.
En el Norte de África se interesaron sobre todo por Ifriqiya, el área de Túnez, Bugía y
Trípoli, donde alternaron el comercio con el pago de un tributo del Sultán al Rey de
Aragón. El objetivo principal era el oro, que llegaba a estos puertos desde Sudán y
zona subsahariana. De ahí también el interés por el Magreb Occidental y Orán,
llegándose en 1291 en el Acuerdo de Monteagudo a un reparto de influencias en la
zona con Castilla.
Cerdeña: su conquista completó la llamada “Ruta de las Islas” y fue objeto de una
intensa explotación: plata, sal (monopolio del Estado), productos ganaderos (lana,
cuero, queso) los más exportados; mientras que a la isla llegaban manufacturas
diversas.
El comercio Aragón-Egipto ofrecía dos facetas: el realizado con autorización del Rey
y de los Papas (en embajadas) y el ilícito, más provechoso. Este comercio creció
durante la primera mitad del siglo XIV gracias a los excelentes contactos de
Alejandría con Siria y Chipre, y en ella se conseguían toda clase de productos
orientales.
Granada era otro punto de enlace con el mundo magrebí y centroafricano. Málaga y
sobre todo Almería fueron los puertos claves por donde se exportaba seda, azúcar,
frutos secos y se redistribuían productos africanos: oro, cuero, granos, especias,
dátiles. Con activa presencia valenciana y mallorquina.
Durante los siglos XIII y XIV Mallorca se convirtió en un emporio mercantil, sobre
todo durante el Reino privativo ya que Jaime II fomentó el desarrollo económico de
la isla y propició acuerdos mercantiles con los sultanatos del Norte de África,
generando una fuerte competencia con catalanes y valencianos ya que los productos
que comerciaban eran similares.
El Reino de Valencia también despegó en el siglo XIII, sobre todo la Capital, si bien
todavía no bien integrada en los mercados europeos, ocupando una posición
periférica. La afluencia cada vez mayor de operadores mercantiles italianos creó
fuertes lazos con las repúblicas italianas, creándose un interés comercial más allá de
las materia primas, sobre todo del dinero. Los prestamistas florentinos, los más
destacados de la Corona, terminaron generando tensiones con los autóctonos.
31
También Valencia fue un importante centro redistribuidor de productos foráneos
hacia los Reinos de Aragón y Castilla (paños languedocianos, especias...).
Fue ahora cuando en los zonas marítimas de Aragón aparecieron las primeras
técnicas y sociedades mercantiles, desde la dita, antecedente del cheque, a la sociedad
y comanda comercial, mientras los cambistas-banqueros garantizaban
financieramente las operaciones.
32
TEMA IV: LAS TENSIONES POLÍTICO-SOCIALES EN LA SEGUNDA
MITAD DEL S. XIII Y PRINCIPIOS DEL XIV
Entre el siglo XIII y el XIV se pasa de una fase de crecimiento a otra de crisis.
Sucede en todas las monarquías y coincide en el tiempo con el fin de la Reconquista
(salvo Granada) y el auge de la nobleza frente a la Corona.
Planteó un problema sucesorio, pues Fernando tenía dos hijos, Alfonso y Fernando,
Infantes de la Cerda; pero la solución de Sancho, segundogénito de Alfonso X,
también era legal.
Alfonso X, no sin dudas, acabo por designar heredero a su hijo Sancho (Cortes de
Segovia de 1276, Burgos 1276, Segovia 1278) por su experiencia política y su
capacidad militar, así como por el arraigo del Derecho Tradicional. Además recibió el
apoyo del señor de Vizcaya Lope Díaz de Haro, junto a nobles y Concejos de la
frontera.
Por otro lado, Felipe III de Francia, amenazaba con invadir Castilla para imponer a
su candidato, su sobrino Alfonso de la Cerda.
33
El punto culminante serán las Cortes de Valladolid de 1282. Don Sancho había
conseguido el apoyo de muchos y poderosos señores del Reino, laicos y religiosos,
descontentos por la política intervencionista y centralista de Alfonso X. Hasta don
Dionís y Pedro III se le sumaron, junto a los Concejos.
Su acceso fue posible por los apoyos recibidos de la nobleza y del clero, y de las
hermandades surgidas en las ciudades y villas.
En 1282 se había casado por segunda vez con María Alfonso de Meneses (María de
Molina). Eran familiares y Martí IV exigió su separación bajo pena de excomunión.
1. Sujección de la nobleza.
2. Las conquistas del siglo XIII por Andalucía habían aumentado el poder de
la nobleza.
3. Pero la paralización de la Reconquista y el centralismo real de Alfonso X
deterioraron la situación nobiliaria, que inició la confrontación con la
Corona para recuperar su estatus.
34
Su ambición le granjeó enemigos y finalmente su elección de Aragón para que el Rey
buscara la mejor alianza para conseguir la dispensa Papal le enfrentó a Sancho, que
prefería a Francia, que finalmente lo mandó apresar, pero Lope, lleno de ira se fue
contra el Rey, cuchillo en mano; al verlo, los ballesteros y caballeros presentes le
cortaron la mano y dándole con una maza en la cabeza, lo mataron (Alfaro 1288).
Sancho quería asumir la potestad regia sin cortapisas.
A los Infantes de la Cerda se les exigía aceptar la soberanía del Reino de Murcia
con Ciudad Real.
El control del Estrecho era indispensable para evitar posible ataques de los
benimerines de África, interesados en controlar las dos orillas del Estrecho.
Sancho IV ocupó Tarifa en 1292, fue su éxito más importante. Dos años después los
benimerines trataron de recuperarla pero chocaron contra la resistencia de su alcaide,
Alfonso Pérez de Guzmán. Más tarde Sancho IV inició los preparativos para
conquistar Algeciras, pero su muerte por tuberculosis en 1295 lo frustró.
1.4 FERNANDO IV
35
En 1296, el hijo de Sancho IV, Fernando, era proclamado Rey en Toledo. María de
Molina sería su tutora, pues Fernando contaba sólo 9 años.
La primera fue una larga guerra civil: la minoría de edad, la nulidad matrimonial de
sus padre, la ambición de los nobles castellanos y el apoyo de Jaime II a los Infantes
de la Cerda, son los argumentos que se entrecruzaron en 9 años de guerra.
Hasta 1301, año de la mayoría de edad de Fernando, se vivió una intensa actividad
militar: la invasión de Castilla por Aragón, el cerco de Mayorga de Campos, la
entrada de Don Dionís de Portugal hasta Valladolid, los sitios castellanos de Paredes
de Nava y Ampudia en 1296-97, la derrota de Juan Núñez de Lara en Alfaro en
1299 y las campañas de Jaime II en Murcia, son los actos de armas más destacados.
Tras la proclamación de la mayoría de edad del Rey (1301) cesó la actividad militar y
empezó la diplomática, concluyendo en la Sentencia Arbitral de Torrellas (1304).
En 1305 se inició una nueva etapa para Castilla, en la que se consumó el triunfo de la
nobleza.
En 1308 el Infante Don Juan tejió una alianza nobiliaria contra el Rey. En Grijota,
ese año, dieron a conocer al Rey sus exigencias, y éste se plegó a ellas, teniendo que
sustituir a sus oficiales por los de la nobleza. Su Gobierno iba a estar controlado por
la nobleza.
36
La calma fue usada para iniciar negociaciones con Aragón, que culminaron con la
firma del Tratado de Alcalá de Henares (1308) que les vinculaba para acabar con la
Reconquista.
Sin embargo el balance final fue un estrepitoso fracaso, apenas paliado con la
conquista de Gibraltar. La nobleza fue la responsable directa.
Sin embargo, Fernando IV, no enterado, firmó un nuevo compromiso con la nobleza
en 1311 (Palencia) con el objetivo de hacer la guerra a los musulmanes. Las únicas
concesiones las hizo Fernando, aunque consiguió cierto margen de maniobra, al
conseguir la paz interior, para dedicarse a la guerra contra el Islam.
El heredero de Fernando, Alfonso XI contaba sólo 1 año, por lo que era necesaria
alguna tipo tutoría.
A fines de 1312 los Concejos de León, Zamora, Salamanca, Astorga y otros más,
acordaron hacer Hermandad a favor del Rey.
37
Cinco de éstos, en 1313 formaron una nueva hermandad, junto con el Infante don
Juan y otros señores. Esta facción nobiliaria, buscaba el control de los Concejos
hermanados para controlar las Cortes y así la tutoría del Rey.
Las Cortes de Palencia de 1313 contribuyeron a avanzar hacia una nueva guerra civil,
ya que separados por grupos de intereses, unos habían declarado tutor al Infante don
Juan y a su madre Constanza y otros a María de Molina y al Infante don Pedro.
María de Molina llegó a un acuerdo con las facciones en 1314 quedando como
tutores los Infantes don Juan y don Pedro, y ella misma tendría la custodia del Rey
niño.
El acuerdo fue ratificado en las Cortes de Burgos de 1315. En ésta, las diferentes
Hermandades, menos la andaluza, crearon una única Hermandad General (103
caballeros y más de 100 villas).
En las Cortes de Carrión de los Condes en 1316 se hizo por primera vez un examen
en profundidad de la situación de la Hacienda Real, que tenía un enorme déficit. Pero
la más importante fue la sencilla aprobación de las peticiones y acuerdos de la
Hermandad General, poniendo en evidencia su enorme poder político y consiguiendo
un elevado grado de control del gobierno de los tres tutores.
Durante las Cortes de Medina del Campo de 1318 dio la impresión de que las Cortes
iban a ser desplazadas por la Hermandad, pero al final no ocurrió.
En 1319 morían los Infantes don Pedro y don Juan en la vega granadina, derrotados
por los musulmanes. Quedaba como tutora única María de Molina, iniciándose
nuevas disputas por la tutoría de Alfonso XI. Éstas, provocaron la división de la
Hermandad en diversas facciones, perdiendo cohesión, al igual que ocurrió con la
Hermandad Andaluza.
En 1325, con 14 años, Alfonso XI fue declarado mayor de edad. Suprimió las
Hermandades debido a su peligroso intervencionismo y a su ambicioso proyecto
político centralista.
En 1276 murió Jaime I ‘El Conquistador’ y fue sucedido por su hijo Pedro III ‘El
Grande’, buen diplomático y con experiencia política.
38
En 1262 se casó con Constanza, hija del Rey de Sicilia. Sobre ella recayeron los
derechos sucesorios tras la muerte de su padre en 1268.
Pedro III, dentro del partido gibelino, defendía la superioridad real frente al Papa, y
era un declarado enemigo de Carlos, hijo del Rey de Francia. Contaba con
apoderarse de la isla, alineado con los descontentos con los franceses.
A principios del reinado, Pedro III tuvo que dominar a la nobleza catalana,
descontenta porque el Rey había aprobado el bovatge, un impuesto, sin convocar
Cortes (todavía no había jurado los Fueros).
Pedro III, con apoyo urbano, logró contener la revuelta, tras tomar la plaza fuerte
levantisca, Balaguer. Los rebeldes fueron perdonados, pues necesitaba su apoyo para
Sicilia.
En 1282 se produjeron las “Vísperas Sicilianas”, una revuelta general contra los
franceses. Los sicilianos ofrecieron la Corona a Pedro III que se aprestó a conquistar
la isla.
Así, Pedro III se vio en una situación difícil, agravada por la tensión entre la
nobleza, contraria a la empresa siciliana. Trató de reconducir la situación convocando
Cortes (Tarazona 1283), pero la nobleza le exigió que jurase los Fueros, usos y
costumbres, a lo que se negó.
Las Cortes fueron trasladadas a Zaragoza y Pedro III tuvo que aceptar el Privilegio
General de la Unión, un programa de gobierno, en el que se definieron las relaciones
del Rey con los estamentos y con las 3 instituciones más importantes, el Consejo, las
Cortes y la Justicia de Aragón.
En 1283 Pedro III reunió las Cortes Catalanas. Se aprobaron unas Constitutions, en
sintonía con el Privilegio de Aragón. La nobleza reforzó su posición política, social y
económica frente a los campesinos, adscritos a la tierra, para liberarse debían pagar la
remensa.
39
En Valencia Pedro III no tuvo necesidad de convocar Cortes y con un Privilegium
Magnum confirmó los Fueros y Privilegios del Reino.
En 1284 fue hecho prisionero el hijo de Carlos de Anjou, Carlos de Salerno, en una
batalla naval.
El ejército francés se apoderó de Gerona, pero la pérdida de la flota cortó sus líneas
de abastecimiento y apareció la peste. El propio Felipe III, infectado, ordenó la
retirada. El ejército francés fue derrotado y Felipe III muerto. Pedro III no pudo
saborear la victoria pues murió el 11 de noviembre de 1285.
Hijo mayor de Pedro III, Alfonso III fue proclamado Rey con 20 años. Mandaba un
ataque contra su tío Jaime de Mallorca, que se había revelado cuando se enteró del
fallecimiento de su padre.
40
Los problemas no desaparecieron del todo, especialmente los conflictos fronterizos
con Castilla y Francia, y los ataques de Jaime de Mallorca. Sin embargo, la
situación interna favorable, iba a ser aprovechada por Alfonso III.
Jaime II ‘El Justo’ fue uno de los más grandes diplomáticos de la Corona de
Aragón. Dirigió deliberadamente sus estados hacia la expansión marítima. Para ello
buscó la alianza con Castilla (Tratado de Monteagudo de 1291).
Pero este tratado duró muy poco porque Sancho IV no podía renunciar a su amistad
con Francia. La devolución de la Infanta Isabel a Castilla fue el anuncio de ruptura
entre Castilla y Aragón.
Así Jaime II acercó posturas con Bonifacio VIII, con el que se comprometió a
defenderle de sus enemigos, incluido Federico de Sicilia, hostil al acuerdo de
Agnani, y que había sido proclamado Rey de Sicilia.
41
Jaime II ‘El Justo’ atacó 2 veces Sicilia, destacando Roger de Lauria, pero sin
pretensiones de ocuparla.
42
y Portugal. Sin embargo Jaime II fracasó en su intento de invasión del interior de
Castilla debido a que la peste diezmo a sus tropas (1296).
Jaime II fue un político prudente, siempre respetuoso de las leyes y usos, para evitar
perder apoyos. Estableció una formula de equilibrio, compartiendo el poder con la
nobleza, clero y Concejos; estableciendo las Cortes como órgano frecuente
asambleario.
Jaime II estuvo siempre atento al progreso cultural de sus Reinos. En 1300 creó el
Estudio General de Lleida y en 1317 la Orden Militar de Montesa.
Dionís Portugal nació en 1261 y era hijo de Alfonso III y Beatriz de Portugal.
Recibió una esmerada educación, hombre de Estado y de gran cultura, fomentó el uso
de la lengua portuguesa.
En 1279 iniciaba su largo y fecundo reinado (46 años). Con él Portugal conoció un
sostenido crecimiento en todos los sentidos y fue un hito decisivo en la historia
medieval portuguesa.
Dionís era hijo ilegitimo y ese fue el argumento para algunos nobles y obispos,
encabezados por el Infante Alfonso, para iniciar revueltas contra el Rey en 1281 y
1287. La verdadera razón era la política centralista de Dionís, apoyado en la
burguesía de Lisboa y Oporto.
43
Uno de los instrumentos utilizados por Dionís para conocer los bienes y derechos
monárquicos fueron las inquiriçoes (Alfonso II). Pretendía conocer los abusos
nobiliarios y eclesiásticos, para devolver los derechos y tierras a jurisdicción real.
En 1289 y 1292 llegó a un acuerdo con la Iglesia para recuperar bienes y ventas. En
el Norte prestó gran servicio a los monasterios, al protegerlos de los abusos de sus
patronos laicos.
Para Castilla era más un Tratado de paz en el que a cambio de algunas plazas
conseguía el fin del apoyo a Don Juan en su reivindicación del Reino de León,
sancionado con el matrimonio de Fernando IV con Constanza, hija de Dionís.
Los problemas de Dionís con la nobleza salpicaron todo el reinado, en 1281, 1287 y
1299, pero especialmente al final, que se extendió durante 5 años una verdadera
guerra civil que le enfrentó con su hijo.
44
Dionís murió en Santarem en 1325.
A partir de aquí, Navarra quedó sometida al Rey de Francia, que rigió los destinos a
través de Gobernadores provistos de amplios poderes, convirtiéndose en un apéndice
de Francia, que a su vez apoyaba a los Infantes de la Cerda contra Castilla.
En 1284 Juana I contrajo matrimonio con Felipe IV ‘El Hermoso’ que sucedía a su
padre en 1285. Felipe IV mantuvo el sistema de Gobernadores de su padre. Tanto
Felipe como Juana, ambos criados en París, fueron vistos como extraños. En
Navarra no residieron nunca.
45
En 1305 las Cortes de Navarra llamaron a Luis Hutín ‘El Testarudo’, primogénito
de Juana I y Felipe IV para que acudiera a Navarra. Juró los fueros en 1307 y tras un
reconocimiento del Reino, regresó a Francia, nunca más volvió. Durante su breve
estancia reforzó la presencia francesa, imponiendo castigos a los rebeldes.
Tras morir Felipe IV en 1314, Luis fue también Rey de Francia, aunque por poco,
pues falleció en 1316.
Se volvía a plantear otro grave conflicto sucesorio pues no se respetaron los derechos
de Juana, la hija pequeña de Luis, y fue su hermano Felipe V el nuevo Rey de
Francia y Navarra (Felipe II).
Felipe murió en 1322 sin descendencia. En Francia fue reconocido Carlos ‘El
Hermoso’, pero Navarra prefería hacer valer los derechos de Juana, hija de Luis
Hutín. Finalmente Carlos juró como Rey, más por fuerza que por agrado.
Evitaron los conflictos bélicos con los Reinos vecinos y se esforzaron en mantener la
seguridad de las fronteras, especialmente en Álava y Guipúzcoa.
Las Cortes de Pamplona de 1328 eligieron a Juana II, Hija de Luis Hutín, y casada
con Felipe III de Evreux. Juana y Felipe juraron los Fueros en Pamplona en 1329 y
las Cortes aceptaron que el marido ejerciera el Gobierno en nombre de su mujer.
46
TEMA V: CONFLICTOS POLÍTICOS EN LOS REINOS HISPANICOS Y EL
TRIUNFO DE LAS MONARQUÍAS EN LA PRIMERA MITAD DEL S. XIV.
Alfonso XI se sentó en el Trono en 1325 tras una larga minoría en la que el Reino
estuvo dividido en facciones personalizadas en los tutores. Éste fraccionamiento lo
que acabó causando fue la emigración, especialmente de judíos, a otros Reinos
peninsulares más tranquilos. Las largas Cortes de 1325 tenían como objeto poner
orden en el Reino.
El Rey tendría que dominar a los nobles, poner coto a las injerencias de las ciudades
en el gobierno y poner de su lado a los judíos, los únicos dispuestos a colaborar como
gestores, recaudadores y prestamistas.
Puede afirmarse que Alfonso XI, siempre que pudo, buscó el acuerdo con el
estamento nobiliario castellano; es más, siempre pensó que los caballeros eran el
grupo social más importante de Castilla e intentó atraerlos a su servicio dotándolos y
exaltando los ideales caballerescos.
Cuando en 1325 Alfonso XI alcanzó la mayoría de edad, buscó el sostén del partido
encabezado por el Infante don Felipe, que recogía los apoyos con los que contó
María de Molina. Esta decisión produjo malestar en dos personajes claves para la
gobernabilidad del Reino: don Juan ‘El Tuerto’ y don Juan Manuel. Por ello el Rey
intentó negociar con ellos.
47
brindarle condiciones de paz, Alfonso XI tomó una cruda decisión y poco más tarde
don Juan era asesinado por instigación real.
Pero Alfonso XI y Alfonso IV para acabar con las disputas acordaron que el Rey
castellano se casaría con la hija del portugués, rechazando por tanto a Constanza
Manuel. Mientras, don Juan Manuel se preparaba para la revuelta, recabando
apoyos entre sus parientes aragoneses.
Mientras un ejército real cercaba a don Juan Manuel, se unían a su causa Valladolid,
León, Toro y Zamora, descontentas por el gobierno abusivo de Alvar Núñez de
Osorio, conde de Trastámara.
Don Juan Manuel, abandonado por sus aliados, decidió deponer las armas en 1330 y
fue perdonado.
Sin embargo, el problema con María de Portugal, enfrió las buenas relaciones con
Alfonso IV de Portugal.
48
Ambos nobles y el Rey decidieron negociar. Los nobles sacaron un gran acuerdo al
Rey, especialmente don Juan Manuel que obtenía el gran Señorío de Villena y se
intitulaba Infante.
Sin embargo era un paréntesis. Cuando el pleito sucesorio aragonés llegó a su cenit,
la reina Leonor se refugió en Castilla con sus hijos.
Don Juan Manuel decidió formar una gran coalición contra Alfonso XI, junto a
Alfonso IV de Portugal (asunto de María de Portugal) y con Pedro IV de Aragón,
preocupado por la ayuda de Castilla a Leonor y sus hijos.
Los dos magnates se rindieron y hasta su muerte en 1350, Alfonso XI pudo gobernar
sin oposición seria de la nobleza.
Alfonso XI desde que llegó al Trono en 1325 inició una labor erosiva para disminuir
el alcance de los Fueros y a cambio ir imponiendo a sus propios representantes en
cada núcleo urbano. El primer golpe a cualquier resistencia, fue en 1325 prohibiendo
la Hermandad General. Sólo la actitud de Alvar Núñez consiguió que se sublevaran
algunos núcleos importantes, pero que no pudieron imponer sus objetivos al Rey.
En las Cortes de 1329, el Rey llegó a un acuerdo con las ciudades, con el
nombramiento de oficiales, respeto a Fueros y privilegios, impedir injerencias y
abusos nobiliarios, etc. pero fue intransigente en los intentos de poner límite a su
autoridad o a la de las arcas.
Las Cortes de Madrid de 1339 (ya sometida la nobleza) concedieron con docilidad los
subsidios requeridos. Aun con todo el Rey nombró Alcaldes Veedores, que siguieron
en sus puestos a pesar de las protestas. Sólo en 1345 el Rey aceptó pagar sus salarios
por la grave crisis que sacudía al Reino.
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Este dominio de las Cortes se debe principalmente a la sumisión nobiliaria, como lo
demuestran los cuadernos aprobados en las Cortes de Alcalá en 1348, demostrando el
triunfo de la monarquía.
Otra clara manifestación del triunfo monárquico fue la implantación de las Partidas
de Alfonso X, que con el Ordenamiento de Alcalá de 1348 fue calificada
oficialmente como norma jurídica para todo el Reino, primer intento de crear una
unidad legislativa y que pasó a ser la tercera fuente jurídica (1º leyes de Alfonso XI y
2º fueros).
Hasta 1338 la política exterior de Castilla estuvo condicionada por los problemas
internos.
Las relaciones con Portugal fueron amistosas, salvo la situación de tensión provocada
por la unión de Alfonso XI con Leonor de Guzmán y el consiguiente abandono de
María de Portugal.
Pero una vez la nobleza fue domeñada y los portugueses derrotados en Villanueva de
Barcarrota, los contactos pacíficos se reanudaron entre ambos Reinos. Alfonso IV
ayudó a su yerno en las campañas contra los musulmanes, como en la campaña de
1340 que culminó en la Batalla del Salado.
50
Todo ello no impidió que Aragón participase, a cambio de importantes dividendos, en
las contiendas con los musulmanes, enviando flotas al Estrecho.
Respecto a las relaciones con otros Reinos, Castilla vivió las primeras etapas del
conflicto de la Guerra de los 100 años. Por la importancia que había alcanzado
Castilla en el comercio atlántico, especialmente el ganadero, tanto Francia como
Inglaterra intentaron atraerse a Alfonso XI. Pero éste no se comprometió en los
conflictos, sacando el mayor beneficio posible, y dejando que algún bando contratase
naves de la costa cantábrica.
Por otro lado, Alfonso XI estaba contra la espada y la pared, pues los nobles y el
clero preferían a Francia y sus súbditos vascos a Inglaterra.
Pero si Alfonso XI es recordado fue por su triunfo en la dura Batalla del Estrecho
contra los musulmanes.
En 1330 Teba y una serie de reductos menores fueron conquistados durante una
Cruzada que casi reunió a representantes de todo el Occidente Cristiano. Esta
circunstancia motivó que el nazarí Muhammad IV buscase ayuda de Marruecos y en
1333 el benimerín Abd al-Malik puso cerco a Gibraltar.
Alfonso XI reunió un ejército para levantar el sitio, llegó tarde, y aunque la sometió a
sitio, tuvo que retirarse y firmar una tregua con marroquíes y granadinos hasta 1338.
51
En 1340 la flota castellana del almirante Jofré Tenorio fue derrotada, y su
comandante apresado y decapitado, dejando como provisionales dueños del mar a los
musulmanes.
Durante todo el verano Tarifa resistió, mientras Alfonso XI reunía sus huestes en
Sevilla y esperaba a Alfonso IV de Portugal.
Fue una sucesión de contiendas de carácter mercantil, hostilidades en las que las
acciones corsarias se convirtieron en algo usual.
Dos linajes sardos, antes aliados, los Oria y los Malaspina, fueron la punta de lanza
de Génova en la sublevación de Sassari.
52
La dura represión aragonesa desató una guerra abierta contra los ligures, renovándose
los viejos enfrentamientos entre Güelfos y Gibelinos, solo que ahora Aragón
defendía a los primeros.
Los Oria y los Malaspina siguieron alterando la Isla. En 1347 se inició una revuelta
encabezada por Mariano IV, juez de Arbórea, y sostenida con dinero de Génova,
aunque finalmente fracasó en el asedio de Sassari (1349).
Pedro IV, que ya había vencido a la Unión, comenzó a buscar aliados contra los
genoveses: una rama de los Oria, con Pisa y firmó un tratado con Venecia en 1351,
aunque también implicaba rivalizar con Castilla, aliada de Génova.
En 1353 galeras de Aragón, Bizancio y Venecia derrotaron una flota genovesa ante
Constantinopla. Pedro IV exigió la devolución de territorios ocupados antes de
sentarse a negociar.
El Ceremonioso solicitó ayuda a sus súbditos en todos los lugares: Sicilia, Atenas y
el Imperio de Oriente. Genova temió perder la guerra y se puso bajo la protección de
los Visconti de Milán. A pesar de la superioridad marítima, en tierra los aragoneses
no conseguían imponer la paz en Cerdeña.
El Ceremonioso aceptó que para apuntalar Cerdeña debía incorporar Sicilia, medida
apoyada por la reina Leonor, hermana de Luis y Fadrique, depositarios del Trono
53
Siciliano. Pedro IV consiguió casar a su hija Constanza con Fadrique y expulsó a
los angevinos.
Pedro ‘El Grande’, Rey de la Corona de Aragón pretendía ejercer sobre su hermano
una autoridad feudal. Por ello Jaime II se alió con Felipe III de Francia, enfrentado a
su vez con Pedro III por Sicilia.
Pedro IV ocupó las Islas en 1343 sin demasiada resistencia y comenzó campañas
contra el Rosellón.
Jaime III intentó reconquistar la Isla por las armas en 1349. El fracaso le costó la
vida y la prisión de su hijo Jaime IV hasta 1362.
54
Jaime IV de Mallorca, Rey sin Reino, siempre que pudo se alió con los enemigos de
El Ceremonioso. En 1363, combatía con Pedro I de Castilla contra Aragón. En 1364
junto a Enrique II de Trastámara volvió a atacar Aragón.
Cuando murió en Soria cedió sus derechos a su hija Isabel que se los cedió a su vez a
Luis de Anjou, que atacó a Juan I en 1389 y luego a Martín I, pero Mallorca
ya no se volvieron a separar de Aragón.
En el siglo XIII la sublevación de unionistas aragoneses había sido provocada por dos
factores:
Al apoyar Aragón a éste último, la alta nobleza creyó conseguir sus objetivos cuando
Pedro ‘El Ceremonioso’accedió al Trono.
Fracasaron a la hora de sublevar Mallorca, pero exigieron que sus privilegios fueran
admitidos tras derrotar al Gobernador de Valencia y al de Aragón.
Pedro IV aceptó las exigencias de los unionistas y se trasladó a Valencia, donde fue
derrotado en Játiva y Bétera y debiendo confirmar los privilegios de la Unión.
55
También tuvo que reconocer a Fernando como heredero si continuaba sin
descendencia (Jaime de Urgell había muerto).
Los nobles se sentían tan victoriosos que la persona del Rey no fue respetada. El
Domingo de Pasión de 1348 estalló un tumulto y los amotinados asaltaron el Palacio
del Rey. Aunque ‘El Ceremonioso’ ganó cierta adhesión popular al enfrentarse a la
rebelión con valor, la figura del soberano había llegado al punto más bajo.
Cuando una hueste unionista atacó Épila, las huestes realistas salieron al encuentro y
los aplastaron (1348). El Infante don Fernando pudo huir a Castilla y evitar la
muerte.
‘El Ceremonioso’, viudo por segunda vez, se casó con Leonor de Sicilia, hermana
del Rey Fadrique en 1349 y en 1350 nació Juan (I), el heredero.
Durante la primera mitad del siglo XIV la nobleza portuguesa se parecía en sus
actuaciones a la de otros Reinos occidentales.
Las opciones eran o abrir nuevas fuentes de ingreso a través de la sublevación abierta,
o convertirse en aristocracia de servicio.
Las revueltas fueron encabezadas por parientes del Rey y sus herederos, que
encontraban un perfecto caldo de cultivo en los miembros descontentos de las elites,
que veían como las fuentes económicas y los modelos vitales cambiaban sin ellos
poder evitarlo.
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En 1340 prestó colaboración a Castilla por la invasión benimerín cuando cruzaron el
Estrecho.
La paz con Castilla y el matrimonio del primogénito Pedro con Constanza Manuel
fue causa de división de la nobleza portuguesa.
Inés de Castro fue asesinada en 1355 en Coimbra por los que temían su ascendencia
o la de sus hijos sobre el futuro Rey.
De nuevo estalló la guerra civil. Pedro recibió el apoyo de los Castro de Castilla.
Aunque hubo reconciliación, cuando el Infante llegó al Trono en 1357 dio rienda
suelta al rencor acumulado.
3. LA INDEPENDENCIA DE NAVARRA
Había una oposición interna al régimen francés, relacionada con las circunstancias
económicas que relacionaban Navarra con el Valle del Ebro y los puertos vascos.
Las Cortes del Rey aprovecharon la oportunidad del fallecimiento del Rey Carlos IV
de Francia, y proclamaron Reina a Juana II en 1321, hija de Luis Hutín y casada
con Felipe de Evreux.
Las relaciones con Castilla eran malas y en 1334 desembocaron en una guerra corta
pero dura. Los navarros conquistaron Fitero y Tudején y amenazaron Logroño.
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58
TEMA VI: UNA ÉPOCA DE AUTORITARISMO EN LOS REINOS
PENINSULARES EN EL SIGLO XIV (1350-1370)
Los años que transcurrieron aproximadamente entre 1350 y 1370 están presididos en
la Península Ibérica por una marcada tendencia hacia el autoritarismo. Varios hechos
de amplia repercusión constituyen el telón de fondo de esta época: el primero de ellos
es la epidemia de peste que asoló sobre Europa desde 1348. El segundo problema
será la Guerra de los Cien Años, conflicto entre Francia e Inglaterra en el que otros
Reinos de Europa se vieron implicados. A la vez se comenzaba a evidenciar una
crisis del feudalismo perceptible en todas las monarquías europeas, debido al
reforzamiento del poder real, de la crisis económica que la peste y sus consecuencias
produjeron en las economías señoriales y del creciente protagonismo de los grupos
burgueses.
Por otra parte estaba a punto de producirse en toda Europa una imparable serie de
cambios dinásticos: en Francia el advenimiento de los Valois, en Castilla, el acceso al
poder de los Trastámara, entronizados luego también en Aragón, en Portugal con la
casa de Avis, en Inglaterra con los Lancaster, e incluso en el Imperio con el
advenimiento de los Luxemburgo.
59
En cuanto a este aspecto, tanto el futuro Pedro I como su madre María de Portugal,
habían vivido anteriormente en la sombra, oscurecidos por el protagonismo de la
amante de Alfonso XI, doña Leonor de Guzmán, y sus numerosos hijos bastardos
nacidos en la Corte. Toda esta situación quedó trastocada por la inesperada muerte
del monarca Alfonso XI en 1350, víctima de la peste. Entonces será la actitud de los
hijos bastardos del rey, así como los intereses surgidos en torno a la favorita del Rey
lo que desestabilizó internamente el entorno de Pedro I. Cuando la reina madre
mandó asesinar a su antigua rival, el descontento de los bastardos encontró eco en
buena parte de la nobleza que se enfrentó a la monarquía.
Cabe indicar que los problemas de su reinado comenzaron muy pronto, pues ya en
verano de 1350 Pedro I padeció una grave enfermedad que logró superar. Pero la
reciente epidemia de peste hizo temer lo peor y el Reino se dividió en torno al tema
de la sucesión (pues el monarca estaba todavía soltero). De esta división aparecieron
los primeros conflictos, que pronto dieron paso a los primeros actos violentos del
monarca, culminando en 1351 con los asesinatos de Garcilaso de la Vega y, de la
que fuese amante de su padre, Leonor de Guzmán. Esta última muerte ahondó las
diferencias entre el Rey y sus hermanos bastardos, organizándose por ello revueltas
como la de Andalucía iniciada por Alfonso Fernández Coronel (muy vinculado a la
familia Guzmán) sofocada en 1353.
60
rebelión por parte de la nobleza en contra de las pretensiones del Rey. Intentando
llegar a un acuerdo, los sublevados se apoderaron de la persona del Rey, el cual, tras
ser hecho prisionero y ser sometido a una serie de vejaciones que marcaron un punto
de inflexión en su carácter como Rey, fue liberado en 1355, año en el que se iniciaron
las temibles venganzas de Pedro I. A partir de ahora desarrolló toda su agresividad,
patente no sólo en la lucha contra los nobles, sino también con respecto a su familia
de la cual también va a desconfiar de ahora en adelante.
Tras quedar definitivamente rota su alianza con Francia inició entonces la primera de
las campañas contra el Reino de Aragón.
El largo reinado de Pedro ‘El Ceremonioso’ fue mucho más dilatado y complejo que
el de sus homónimos, pero también, al igual que el de ellos, en el Reino aragonés
desempeñaron un papel fundamental los problemas dinásticos. Por una parte estaban
los derivados del segundo matrimonio de su padre, Alfonso IV ‘El Benigno’ con
Leonor de Castilla. De este matrimonio nacieron dos hijos, Fernando y Juan.
Fernando se convirtió, gracias a varias concesiones de territorios por parte de su
padre, en el más poderoso señor territorial de la Corona de Aragón, situación nada
favorecedora para las buenas relaciones con el nuevo Rey de Aragón, influyendo
también sobre todo la actitud de su madrastra Leonor de Castilla a favor de sus hijos
legítimos.
A todo este clima de tensión hay que unir las malas relaciones con sus hermanos, por
el asesinato de su madre, que participaron en algunos de los problemas internos del
Reino, sobre todo en la oposición al autoritarismo del monarca realizada por las
“uniones” de Aragón y Valencia.
Al iniciarse la segunda mitad del siglo XIV, Pedro IV ‘El Ceremonioso’ había
solucionado buena parte de estos problemas, destacando la victoria total contra los
unionistas de Aragón y Valencia en 1348, imponiendo así su autoridad sobre el
Reino.
61
Se ha dicho de Pedro IV que la directriz principal durante su reinado consiste en la
recuperación, para la Corona Aragonesa, de todos aquellos Reinos que habían sido
incorporados a ella por sus antecesores, como Mallorca y Sicilia, por lo que también
tratará de dominar Cerdeña. Para ello deberá enfrentarse a Génova y no podrá
hacerlo sin la colaboración de Venecia.
La realidad es que esta isla había sido conquistada años atrás por su padre Alfonso
IV, y que se hallaba dividida en distritos encabezados por jueces. Pero hay que añadir
que la situación en la isla era muy anárquica y de ahí que suscitara apetencias en sus
vecinas Pisa y Génova. La conquista de Alfonso IV se consiguió en 1324, aunque no
definitivamente, pues existían rivalidades que enfrentaban a los distintos linajes
autóctonos. La presencia aragonesa creó descontento.
62
A la muerte de Federico quedaba como presunta heredera María, aunque había una
dificultad: un antecesor de María había dispuesto en su testamento la exclusión de
mujeres en la sucesión al Trono. Esta circunstancia dio la ocasión a Pedro IV para
reclamar para sí la herencia siciliana como sucesor directo por vía masculina. Sin
embargo el Papa Gregorio XI negó este derecho al Rey y lo concedió a María, nieta
del Rey aragonés. Pedro IV estableció un acuerdo matrimonial de María con su
nieto Martín ‘El Joven’. En un futuro Martín ‘El Joven’ se convertirá en Rey de
Sicilia.
El estallido fue ocasionado por una contienda menor dentro de las tensiones
padecidas entre ambos Reinos. Con motivo del apresamiento de unos barcos de
Piacenza, aliada de Génova, por una armada aragonesa, Pedro I decretó un embargo
de bienes sobre los mercaderes aragoneses (sobre todo de Cataluña) establecidos en
Castilla y dio un ultimátum al monarca aragonés, que aceptó el reto.
63
3.1 LA REANUDACIÓN DE LAS HOSTILIDADES ENTRE CASTILLA Y
ARAGÓN
La flota preparada con tanto esmero por el Rey Cruel se hizo a la mar en abril de
1359 rumbo a Barcelona con la intención de conquistarla, aunque esta empresa se
quedó en poco más que una simple demostración de fuerza ya que los castellanos no
llegaron a desembarcar. El balance de esta acción fue negativo, pero la presencia de
una gran flota castellana en aguas mediterráneas, puso de manifiesto las grandes
capacidades de este Reino.
64
El acuerdo con Aragón se firmó en Terrer en 1361. En él, Pedro I renunciaba con
alguna excepción a sus reivindicaciones territoriales; Pedro IV se comprometía a
prescindir de los servicios de Enrique de Trastámara, por lo que éste, despechado,
marchó a Francia para conseguir la colaboración del delfín, el futuro Carlos V.
Pero la Paz de Terrer se convirtió en una simple tregua de corta duración, pues
muerto Muhammad VI de Granada, Pedro I quedó libre para emprender otra
ofensiva contra el Reino de Aragón.
65
compañía de su esposa. En 1345, cuando murió su esposa Constanza, Pedro se unió
a Inés. De hecho, nacieron varios hijos de esa unión, mientras que del matrimonio
con Constanza sólo quedó un hijo legítimo, Fernando, futuro Rey de Portugal. Todo
ello constituía una fuente de problemas, debido al creciente poder adquirido por los
parientes de Inés de Castro. La alarma cundió entre los Consejeros del monarca
Alfonso IV, resultando de todo ello el asesinato de Inés de Castro en junio de 1355.
Pedro nunca olvidará el cobarde crimen.
Todo se remonta a los hechos durante el mandato de sus padres Juana II y Felipe,
los cuales tras la separación del Reino de Navarra de la Corona Francesa, renunciaron
al condado de Champaña, a cambio de la promesa de recibir varios estados feudales
como Angulema o Longueville, unido a la posesión de tierras en el Languedoc y
Normandía. Carlos II, actuó en Francia como aliado del Rey inglés, luchando contra
Juan II por los derechos sobre Angulema o sus tierras normandas.
Su actuación desde España estuvo casi siempre relacionada con sus aspiraciones en el
Reino de Francia, y por tanto, hacia una alianza con Inglaterra o con los aliados de
este Reino.
66
TEMA VII: LA GUERRA CIVIL CASTELLANA Y LA REVOLUCIÓN
TRASTÁMARA EN CASTILLA
Las relaciones del Rey Pedro I, que accedió al Trono en el año 1350, con su
hermanastro fueron muy tensas desde el primer momento. Enrique, había recibido
tierras en el Norte de León y en Asturias, siéndole concedidos, en el año 1345, los
títulos de conde de Trastámara, Lemos y Sarria.
La boda de Pedro I con la francesa Blanca de Borbón, en 1353, hizo posible una
reconciliación, aunque pasajera, entre el Rey de Castilla y sus hermanastros. El
Príncipe bastardo terminó por liderar a un importante sector de la nobleza opuesto al
monarca castellano.
Los primeros choques entre los dos bandos se decantaron a favor de Pedro I con las
derrotas de Enrique en Toledo 1355 y en Nájera 1360 (1ª batalla) en donde las tropas
trastamaristas mostraron una violenta actitud antisemita. Ahora bien, las cosas
cambiaron poco tiempo después:
En 1363, en Binéfar, Enrique llego a un pacto con el Rey aragonés Pedro IV. A
cambio de la ayuda del Ceremonioso, el Trastámara entregaría a aquél el Reino de
Murcia, una vez Coronado Rey. Se llegó a una promesa de matrimonio en el que
estarían implicados Juan, primogénito de Enrique, y Leonor, hija del Rey aragonés
67
En 1366 Enrique de Trastámara penetró nuevamente en Castilla con su ejército,
acompañado por las Compañías Blancas, dirigidas por el caudillo bretón Beltrán du
Guesclin. Se trataba de soldados mercenarios franceses, curtidos en la Guerra de los
Cien Años. Entró en Burgos, donde contaba con apoyos, (entre ellos estaba el futuro
cronista del reinado, Pedro López de Ayala) y fue Coronado Rey, en el monasterio
de Las Huelgas. Tomó Toledo en mayo y Sevilla en junio. En septiembre de 1366 el
Príncipe bastardo retornó a Burgos.
Después fue hacia Galicia, en donde tenía bastantes partidarios. Partió después al Sur
de Francia donde firmó con el heredero de Eduardo III de Inglaterra, Eduardo,
conocido como el Príncipe Negro, el Tratado de Libourne (septiembre de 1366). en
él intervino también el Rey de Navarra, Carlos II (ambos le ayudarían a cambio de
dinero y territorios; el Príncipe Negro recibiría el Señorío de Vizcaya y la villa de
Castro Urdíales; el Rey navarro, Logroño, Calahorra, Navarrete, Guipúzcoa y Álava).
En 1367, las tropas conjuntas del Rey Pedro I y de los ingleses cruzaron Navarra y se
establecieron en La Rioja. Enrique de Trastámara presentó su ejército en las
proximidades de la villa de Nájera. Antes del combate el Príncipe Negro se ofreció
sin éxito a mediar entre Pedro y Enrique con la finalidad de restaurar al Rey
legítimo.
La Batalla de Nájera, (2ª Batalla) que tuvo lugar el 3 de abril de 1367, se decantó
claramente favorable al bando anglopetrista debido a la pericia de los arqueros
ingleses. Muchos combatientes trastamaristas fueron hechos prisioneros, entre ellos
Beltrán du Guesclin.
68
No obstante, el triunfo de Pedro I apenas tuvo resultados positivos para su causa,
entre otras razones por la pronta ruptura de su alianza con los ingleses. Los terribles
castigos que Pedro I desplegó contra los vencidos, actitud que al Príncipe Negro le
parecía políticamente desaconsejable, el impago a las tropas y el incumplimiento de
la promesa hecha en Libourne de entregar Vizcaya, hicieron que el inglés retornara a
Aquitania.
El Príncipe Negro entró en tratos con el Rey de Aragón que se sentía aislado y en
peligro y nada podía conjurarlo mejor que la alianza inglesa. El heredero inglés
intervino también para propiciar la paz entre Aragón y Castilla, firmada el 13 de
agosto de 1367
El enfrentamiento fratricida renacía, aunque en esta nueva fase fue más una guerra de
desgaste que de grandes batallas campales. Entró en la ciudad de Burgos a comienzos
de octubre, siendo recibido con gran solemnidad. Apenas unos meses después, se
habían alineado en el bando trastamarista numerosas ciudades y villas, entre ellas
Córdoba, Segovia, Guadalajara, Valladolid, Palencia, Salamanca, Toro y Medina del
Campo, además de la citada Burgos.
Uno de los núcleos más importantes era, sin duda, la ciudad de Toledo, a la cual
pusieron asedio las tropas trastamarístas, pero ofreció una tenaz resistencia. De todos
modos, un paso decisivo a favor de Enrique de Trastámara fue la firma del Tratado
de Toledo, establecido con la monarquía francesa de Carlos V en noviembre del año
1368. A cambio de la ayuda militar francesa (con en el regreso de Beltrán du
Guesclin) Enrique se comprometía a auxiliar a los franceses en la Guerra de los
Cien Años contra los ingleses.
69
Pedro I ‘El Cruel’, llegó a aliarse con los nazaríes de Granada, pero sin sacar ningún
resultado positivo de aquella iniciativa (no pudo tomar Córdoba dominada por
partidarios de Enrique de Trastámara. pese a las fuerzas coaligadas de Pedro I,
Muhammad V y un Príncipe marroquí). Asimismo, solicitó a Inglaterra, a última
hora, una ayuda que era difícil que consiguiera por el incumplimiento de sus
anteriores compromisos con el Príncipe Negro.
A partir de ese momento Enrique II fu el único Rey de Castilla. Ahora bien, aparte
de Toledo, que seguía cercada por los soldados trastamaristas, aún subsistían diversos
focos favorables a la causa de su hermanastro, particularmente las localidades de
Carmona y de Zamora. Los petristas incluso promovieron como candidato suyo al
Trono de Castilla al Rey Fernando de Portugal. El Rey portugués intentó atraer a su
causa al de Aragón, aunque la situación de Pedro IV no era la más oportuna, al estar
seriamente implicado en sofocar las revueltas surgidas en Cerdeña.
Pedro I era el legítimo Rey de Castilla, como sucesor de su padre Alfonso XI.
Enrique II, tenía un origen ilegítimo. Para fundamentar su legitimidad siguió dos
caminos propagandísticos:
70
2- Denunciar el ejercicio de su poder; La propaganda trastamarista presentó a
Pedro I como tirano. La tiranía suponía abuso, injusticia y crueldad. La
lista de crímenes era elevada, incluyendo a su esposa Blanca de Borbón y a
varios hermanos suyos. Se le acusaba de apropiación de rentas y derechos
que correspondían a la Iglesia así como de proteger a los enemigos de la Fe
cristiana, (musulmanes y judíos).
71
del Campo de 1370, se dio marcha atrás a ambas medidas. Se ponía de
relieve la firme apuesta de Enrique II por la estabilización económica.
e) Potenciación de la poderosa institución ganadera de la Mesta; confirmó
privilegios, bajó los tributos y la defendió frente a poderes locales.
f) Elección de los colaboradores del Rey entre las gentes de su confianza, la
mayoría de ellos integrantes de la denominada «Nobleza de Servicio». Sus
parientes directos sólo formaron parte del entorno regio en muy contadas
ocasiones.
Las Cortes se convocaron con frecuencia (en contraste con Pedro I que solo contó
con una reunión) Carecían de Poder Legislativo, que correspondía en exclusiva al
Rey.
Convocatorias:
1. Burgos, no se sabe bien si a finales del año 1366 o a comienzos del 1367,
después en 1372, 1373 y 1377.
2. Las Cortes en Toro, en los años 1369 (ordenamientos, uno de índole
general, otro sobre precios y salarios y un tercero, de la Cancillería) y 1371,
la más relevante, donde representantes del Tercer Estado atacaron a los
judíos, criticando las generosas mercedes otorgadas por Enrique II. Se
generaron ordenamientos, uno general, otro dirigido a los eclesiásticos, otro
para Sevilla y, por último, el relativo a la Administración de Justicia.
3. En Medina del Campo, en 1370, que se centró en los asuntos económicos,
72
Las concesiones de Enrique II a los magnates nobiliarios que le ayudaron,
alcanzaron tales dimensiones que a dicho monarca se le conoce con el calificativo de
‘El de las Mercedes’.
Las mercedes enriqueñas tuvieron muchos destinatarios, desde personas del entorno
familiar del monarca hasta combatientes extranjeros.
El sector de los parientes del Rey, a los que se les terminará por denominarse
«epígonos Trastámaras», terminó por convertirse, en reinados posteriores, en un
grupo peligroso para el poder real. Por lo que se refiere a los hombres de armas
extranjeros las concesiones más importantes se otorgaron a los franceses Beltrán du
Guesclin, Pierre de Vilaines, etc. Du Guesclin terminó por retornar a Francia, pero
los otros caballeros franceses se establecieron en tierras de Castilla.
Europa en el siglo XIV fue testigo del despliegue de la violencia contra los judíos. A
ello contribuyeron las catástrofes de la época, como la terrible peste negra, de cuya
propagación se les acusó, siendo los «chivos expiatorios» de dicha epidemia.
73
Asimismo, aparte de la violencia física, hay que añadir las elevadas sumas de dinero
exigidas por el primer Trastámara a las comunidades judías más importantes de sus
Reinos, entre ellas las de Toledo y Burgos.
Hay que advertir, no obstante, que Enrique II, una vez que concluyó la guerra
fratricida, intentó amortiguar la hostilidad contra los hebreos, ya que si bien no podía
desatender las peticiones del Tercer Estado, tampoco podía abandonar sin más a los
judíos, que eran, «servi regis», lo que quería decir que el poder real estaba obligado a
darles protección.
74
4. El Reino de Navarra, por su parte, mantenía la vieja reivindicación de
plazas a Castilla, entre ellas la de Vitoria.
Cada Reino había actuado por su cuenta pero las cosas experimentaron un cambio
cuando en 1370 se constituyó una coalición anticastellanista, a cuyo frente se
encontraba al monarca aragonés. Pedro IV, que llegó a aceptar las aspiraciones del
Rey de Portugal Fernando I al Trono castellano, del que se consideraba legítimo
heredero. Sin embargo, Enrique II, fue capaz de destruir los hilos de esa temible
alianza.
1. En 1371, Enrique II acabó con los dos focos petristas que aún resistían, el
de Zamora, en el mes de marzo, y el de Carmona, en mayo.
2. En septiembre de 1371 apareció un nuevo peligro: Inglaterra; Juan de
Gante, duque de Lancaster, contrajo matrimonio con Constanza, una hija
del Rey Pedro I. De esa forma reivindicaba el Trono castellano. Le
apoyaban el monarca inglés y un amplio elenco de exiliados petristas,
encabezados por el magnate nobiliario gallego Fernando de Castro.
Las relaciones más espinosas eran las que mantenía Enrique II con Pedro IV de
Aragón. El monarca aragonés esperaba que el duque de Lancaster invadiese
75
Castilla, en tanto que el monarca castellano apoyó, en el año 1374, la aventura del
Infante Jaime de Mallorca.
A comienzos de 1375, la situación era muy crítica, dando la impresión del inicio de la
guerra. Pero, en abril de ese año se firmó la Paz de Almazán que supuso la
hegemonía de Castilla en el panorama de las relaciones peninsulares. Pedro IV
renunciaba a sus aspiraciones al Reino de Murcia, y devolvía a Castilla las plazas
fronterizas de Molina y Requena. Enrique II, por su parte, se comprometía a
entregar una importante suma de dinero.
El paso definitivo que solidificó en noviembre de 1368, con la firma del Tratado de
Toledo, donde se pusieron las bases de la «Gran Alianza», que perduró durante el
resto de la Edad Media. Castilla, en compensación por el socorro militar, se
comprometía a ayudar al Reino de Francia contra Inglaterra, en la llamada Guerra de
los Cien Años. Dicho pacto tuvo sus consecuencias en muy diversos ámbitos, entre
ellos el mercantil, pues la piratería inglesa intentó por todos los medios obstaculizar
las relaciones comerciales de la Corona de Castilla con las regiones atlánticas de
Normandía y de Flandes.
En el verano del año 1377 la Marina Castellana, junto a la Flota Francesa, llevó a
cabo un ataque contra la costa Sur de Inglaterra. Diversas ciudades inglesas, entre
ellas Rye, Portsmouth, Darmouth, etc. fueron sus víctimas. Quedaba patente que la
Castilla de Enrique II era una potencia de primer orden en la Europa Cristiana.
76
La alianza de Castilla con Francia tuvo su repercusión en el ámbito eclesiástico, al
sumarse a la postre al Papa aviñonés. En el año 1378 se produjo el denominado
Cisma de Occidente, debido a la existencia simultánea de dos Papas, uno instalado en
Roma (Urbano VI), otro, en la ciudad francesa de Avignon (Clemente VII).
El primer Trastámara falleció en 1379 sin haberse pronunciado sobre la cuestión del
Cisma. Pero pocos años después, Castilla reconocería al Pontífice aviñonense, como
consecuencia lógica de su alianza con Francia.
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TEMA VIII: LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LOS CONFLICTOS: LOS
REINOS PENINSULARES EN LAS ÚLTIMAS DECADAS DEL SIGLO XIV
A partir de 1375, se abrió una época de paz y hegemonía peninsular para Castilla, que
gracias a la sólida alianza con Francia, generó compromisos internacionales, y ejerce
mayor control sobre la principal ruta comercial del momento.
Navarra se veía afectada por la falta de salida al mar y por la disparidad de intereses
entre sus habitantes de la Montaña y de la Ribera, y sobre todo por la política de
implicación de Carlos II en la política francesa. En Aragón, Pedro IV ‘El
Ceremonioso’ había superado los graves problemas internos, e iniciaba una nueva
etapa de relaciones con Castilla, pudiendo dedicarse a la política mediterránea.
Durante el fin de las Treguas de Brujas, que dieron fin a las hostilidades de la Guerra
de los Cien Años, en 1377 se produjo un intento de los Lancaster contra la Castilla
de los Trastámara, en el que se pretendió involucrar a Navarra y Aragón.
Para Aragón también supuso el fin de una etapa. Había problemas internos, derivados
del cuarto matrimonio del Rey. Los intereses mediterráneos pasaron a tener prioridad.
78
Procuradores de las ciudades, incrementándose en cambio la figura política de los
universitarios y, muy especialmente, los eclesiásticos que, desde ahora, formarían
parte de dicho Consejo.
La firma del Tratado de Briones fue realizada por el heredero de Enrique II, Juan I,
el cual subió al poder en 1379. Las Cortes se reunían con cierta regularidad, y
tuvieron un mayor papel en la vida del Reino. Los universitarios ahora pasaban a
formar parte del Consejo, muy especialmente los eclesiásticos. Tenían una sólida
formación intelectual y con el apoyo pontificio, propusieron llevar a cabo una
reforma.
Permanecer en esta neutralidad era mucho más difícil para Castilla, ya que la dinastía
Trastámara mantenía vínculos de alianza con Francia, y Juan I no quería enfriarlos.
Buscó una solución que no diera pie a los Lancaster de conquistar el Trono de
Castilla o quebrantar el comercio castellano en Flandes.
Juan I intentó acercar posiciones con Pedro IV, pero no lo consiguió. Fernando I
de Portugal reconoció a Clemente VII.
79
4.1 LA GUERRA CASTELLANO-PORTUGUESA
Enrique mantenía estrechos contactos entre Portugal e Inglaterra para una acción
común anticastellana. Para llevar a cabo esta negociación llegó a Portugal un petrista,
exiliado en Inglaterra (Julián Fernández de Andeiro) que pronto se convertiría en
amante de la reina Leonor Téllez.
En julio de 1380 se firmó en Estremoz un acuerdo secreto que preveía una acción
anglo-portuguesa sobre Castilla para sustituir al Trastámara por Juan de Lancaster.
El Infante Juan reveló el acuerdo al Rey castellano, y abandonó Portugal,
refugiándose en Castilla.
En abril de 1381, los castellanos renovaron su alianza con Francia, por el Tratado de
Vincennes, y al mes siguiente en la Asamblea de Salamanca hacía público el
clementismo oficial de su Reino.
Juan I concentró sus tropas en Salamanca, para un ataque por tierra, mientras la flota
hostilizaba las costas.
80
Flandes, no el frente portugués, el cual era ejercido como acción de distracción para
Castilla.
La obediencia portuguesa a Urbano VI causó más descrédito que otra cosa. Creció el
descontento en Portugal del pueblo (a causa del esfuerzo económico que requería la
guerra), de la burguesía (por la amenaza a las rutas comerciales), de la nobleza (una
parte de la cual se unió a los Infantes Juan y Dionís, hijos de Pedro I). Se produjeron
algunas detenciones, entre ellos Juan, bastardo de Pedro. Además se une el malestar
general por las relaciones entre la Reina y Juan Fernández de Andeiro.
En agosto de 1382 se firmó una paz entre Fernando I y Juan I, al margen de los
ingleses y con la mediación de Pedro de Luna. Las cláusulas de dicha paz eran
similares a las previstas en Santarem. Ahora se preveía para la heredera portuguesa
un matrimonio con el segundogénito del monarca castellano, Fernando (que sería
luego ‘El de Antequera’).
La nueva dinastía castellana estaba aliada con Francia, y tenía una gran presencia en
el comercio de Flandes.
En Castilla hubo inquietud nobiliaria pues la alta nobleza aspiraba a tener mayor
poder político. Los éxitos de la monarquía limitaban en parte este malestar, pero se
ejercía cierta represión sobre ella.
81
En Portugal la situación era más complicada. La Reina Leonor Téllez y su equipo de
antiguos emperegilados tenían numerosos enemigos, sobre todo por su política de
aproximación a Inglaterra. Por eso necesitaban apoyos frente a la oposición interior.
Se temía que la grave enfermedad de Fernando I trajera un fatal desenlace.
Juan I supo ver la importancia de la oferta que vinculaba a Portugal con el bloque
castellano- francés, así que se iniciaron la firma de unas capitulaciones que le
perjudicaban. El acuerdo final se firmó en Salvaterra de Magos, en abril de 1383, y
establecía todas las cautelas para garantizar la separación de las dos Coronas.
Al fallecer Fernando I sin hijo varón heredaría el Trono su nieto, y ejercería Leonor
la Regencia hasta que éste cumpliese 14 años. Castilla sería herencia de los hijos del
primer matrimonio de Juan I, y en el caso de que no hubiera hijos del matrimonio
ahora acordado, ni de los Infantes Juan y Dionís, Portugal sería heredado por el Rey
de Castilla, pero como Reino separado.
82
Juan I esperaba el fracaso de la Regencia y que la nobleza portuguesa acudiera a él
para resolver la situación, así que antes de que se produjesen las revueltas de Lisboa,
estaba decidido a reclamar la Corona de Portugal.
Mediante una revisión (en realidad anulación) del Tratado de Briones, eliminó
cualquier dificultad con Navarra a cambio de recibir ayuda navarra en todas sus
guerras y de un reconocimiento de Clemente VII. Carlos II se negó a ratificar esta
parte del acuerdo, pero no modificaba el apoyo navarro.
Este movimiento popular no contó con todos los apoyos: la nobleza no lo secundó, la
alta burguesía temía que este movimiento tuviera pocas posibilidades de éxito, y el
propio Maestre pensó refugiarse en Inglaterra.
En ese momento, en Portugal había tres poderes: El del Defensor del Reino (elevado
de forma irregular, lo que provocaba la desconfianza de la nobleza pero contaba con
el apoyo de un sector de la burguesía), el de la Reina Leonor (que ratificó la invasión
castellana) y el del Rey de Castilla (que en contra de lo previsto en los acuerdos,
invadió el Reino).
El Maestre, en los meses siguientes, dejó de ser el rebelde levantado en Lisboa para
encarnar el Portugal que se enfrenta a Castilla. Se produjo una guerra contra Castilla,
y una guerra civil.
83
La Reina Leonor intenta solucionar su desposesión mediante el matrimonio con
Pedro Enríquez, conde de Trastámara y primo del Rey de Castilla. Descubierto el
plan, la Reina fue recluida en Tordesillas.
Juan I decidió dar un golpe definitivo cercando Lisboa por tierra y mar. La caída de
la ciudad se debía producir con la toma de las fortalezas del Valle de Mondego (en
particular Coimbra), que aseguraba el camino a Castilla. Tomar ofreció una durísima
resistencia, y no se pudo tomar Coimbra.
En Oporto se preparaba una flota para sostener la causa del Maestre, y de Granada
llegaban noticias de una inminente acción bélica que no llegó a producirse.
Nun Álvarez Pereira abrió un nuevo frente de guerra en las proximidades a Évora.
El ejercito castellano experimentó una derrota (Los Atoleiros) decisiva para la moral
portuguesa. Lisboa resistió el duro cerco a la que estaba sometida, y también lo hizo
Oporto, pero la guerra devoraba todos los recursos y con la llegada del verano
comenzaron a producirse los primeros casos de peste, sobre todo entre los sitiadores
de Lisboa.
En julio, la flota, que había llegado a Oporto, intentó introducir víveres en la ciudad,
poniendo fin al bloqueo. Juan I intentó neutralizar el efecto tomando Almanda, pues
si se retiraba, aumentaría el número de partidarios del enemigo. Si mantenía el cerco,
la peste acabaría con su ejército, con lo que tras un último intento fallido, ordenó la
retirada hacia Santarem.
Las perdidas castellanas fueron enormes, pero el poder de Juan I seguía siendo muy
grande. El Maestre carecía de recursos y tenía que dotar de legalidad a su Gobierno,
superando su origen revolucionario. Para ello era necesario convocar las Cortes.
84
Un maestro de formación boloñesa, Joao das Regras estaba a favor del
reconocimiento del Maestre como Rey de Portugal, y presentó tres argumentos:
Con estos argumentos, las Cortes proclamaron al Maestre como Joao I de Portugal,
el 6 de abril de 1385. Luego votaron los recursos necesarios para hacer frente a los
gastos de la guerra, y propusieron a los miembros que integrarían el Consejo (con
representantes de los prelados, nobles, letrados y ciudadanos).
La situación de Castilla tampoco era buena, ya que escaseaban los recursos y había
una profunda división en el Consejo sobre la actitud que se debía adoptar: un sector
sugería operaciones limitadas y aceptar negociaciones con las cuales se renunciaba a
la Corona portuguesa. Otro sector consideraba imprescindible una acción decidida
sobre Lisboa.
Conciliando ambos sectores, Juan I decidió una nueva invasión destinada a alentar a
los suyos, consolidar las posiciones que aún controlaban, y quebrantar la resistencia
enemiga.
85
Se iniciaron las hostilidades en mayo de 1385, con una derrota para el ejército
castellano en Trancoso. Se volvió a reunir un numeroso ejército para una nueva
invasión, y la flota castellana dominaba el mar. Estaban dispuestos a intentar un
nuevo bloqueo a Lisboa.
En estas condiciones el ejército castellano entró desde Guarda, sigue el río Mondego,
libró unos primeros combates, pasó ante Coimbra sin atacar sus defensas, y cruzando
el río se dirigió hacia Leiría.
Las pérdidas castellanas fueron muy cuantiosas: grandes pérdidas humanas, pocos
recursos económicos, una posible reacción Lancaster, y una probable revolución
interior que podía hacer peligrar a la dinastía. Se perdieron todas las posesiones en
Portugal: Santarem, el cinturón de fortalezas que envolvía Lisboa (Torres Vedras,
Alemquer, Sintra, Obidos y las ciudades del Norte)
Por parte de Portugal, la situación era victoriosa pero terrible: había una mala
situación económica y las heridas abiertas de un país que estaba saliendo de la guerra
civil. Se inició una nueva dinastía que hizo vivir a Portugal una de sus etapas
históricas más brillantes. Sin embargo, el temor a Castilla siguió vigente durante
mucho tiempo, y la paz aún tardó en llegar.
Ante estos hechos, Inglaterra concluyó que era posible para el duque de Lancaster
alcanzar el Trono de Castilla, recibiendo subsidios del Parlamento y los apoyos de
Ricardo II en los Tratados de Westminster, de Windsor con Portugal, y de Urbano
VI.
86
Vicente y Estella que eran entregadas al heredero en vasallaje de Castilla hasta el
cumplimiento de las demás cláusulas del acuerdo.
Joao I y Juan de Lancaster acordaron el matrimonio del portugués con Felipa, hija
de Juan, que se celebró en febrero de 1387. En Marzo de 1387 se reanudó el ataque
inglés sin resultados. Finalmente, se iniciaron conversaciones en Trancoso y fueron
continuadas en Bayona. Las bases del acuerdo fueron una compensación económica
al duque por la renuncia de los derechos de su mujer, hija de Pedro I, a la Corona de
Castilla y el matrimonio del heredero Enrique con Catalina, hija del duque.
Al final de los ochenta se inició una etapa de paz consecuencia de la solución de los
conflictos, el agotamiento general y el relevo generacional, consolidándose por el
paréntesis en el gran conflicto europeo. Se aprovechó para abordar reformas
económicas, institucionales y religiosas.
La paz peninsular se veía reforzada por la pacificación general europea tras las
treguas firmadas en Leulingham, en 1389, entre Inglaterra, Francia, Castilla y
Escocia. Paz a la que se incorporó meses después Portugal.
El agotamiento castellano era enorme, pero la paz permitía abordar una serie de
reformas que iban desde el ámbito institucional al religioso. Se expuso un nuevo
concepto de monarquía, concebida más como un deber moral que como un derecho,
cuyo ejercicio estaba más sometido a la norma moral y a las leyes, usos y privilegios
del Reino y de los súbditos. Se apoyaba en cuatro instituciones:
87
Además se reformó el ejército, con la creación de unidades permanentes.
Por otra parte, el entendimiento con la Alta Nobleza y los enormes gastos suntuarios
provocaron una ruptura con las Cortes, reunidas solamente en una ocasión.
Castilla, entretanto, prorroga su tregua anual con Portugal nunca bien observada. De
hecho, Joao I tomó Badajoz; en respuesta Ruy López Dávalos incendió Viseo. Hubo
acciones de piratería en el mar. Existía, además, cierto revanchismo castellano por
Aljubarrota. La negociación de paz fue muy laboriosa, en 1402 se firmó una tregua
por 10 años, la paz definitiva no se alcanzará hasta 1411.
Política de paz era también un objetivo esencial para Carlos III de Navarra (1387-
1425) y la recuperación de derechos familiares perdidos ante Francia e Inglaterra, eso
88
sí, por vía diplomática. En el interior, se remontaba la crisis gracias a la contención
del gasto. También aplicó un programa de reformas similar al castellano.
89
TEMA IX: LOS TRASTÁMARA EN LA CORONA DE ARAGÓN: DEL
COMPROMISO DE CASPE AL FINAL DE LA GUERRA CIVIL CATALANA
Durante su reinado Martín I intentó ganarse a las oligarquías urbanas, poniendo fin a
los enfrentamientos banderizos en los Reinos de Aragón y Valencia que arruinaban
las ciudades, aunque sus éxitos fueron muy limitados. Fue muy popular en Barcelona,
identificándose con los intereses de la ciudad, de la que recibió a cambio el apoyo en
sus proyectos Mediterráneos.
Martín era viudo cuando murió su único hijo Martín ‘El Joven’ la situación
dinástica se complicó. A Martín ‘El Joven’ sólo le había sobrevivido un hijo
ilegítimo con una dama siciliana llamado Fadrique. Martín I intentó conseguir
rápidamente un heredero proyectando su boda, primero con la hija del Infante
portugués y casando finalmente con una doncella de su casa, pero no tuvo
descendencia.
Murió en 1410 sin herederos y sin haber indicado de forma precisa quien debía
sucederle. No había conseguido legalizar la situación de Fadrique ni había obtenido
una respuesta de las consultas para nombrar libremente un heredero. Se afirmó la
supuesta existencia de un texto apócrifo con las voluntades del Rey.
Ante la muerte de su hijo Martín ‘El Joven’, había nombrado Gobernador de todos
los Reinos (1409) al conde Jaime de Urgel. Este tenía así una situación de privilegió
para apostarse como sucesor del monarca, pero Jaime de Urgel dio muestras de
escasa habilidad política entrometiéndose en las guerras de bandos en Aragón y
Valencia. Pero en Aragón y Valencia perduraba una profunda división que impedía
incluso la convocatoria de parlamentos unitarios.
Los candidatos con más opciones eran Jaime de Urgel, casado con una hermana de
Martín I, y Luis de Anjou. Siendo el conde de Urgel el mejor posicionado por sus
derechos dinásticos y la fuerza de su cargo. Se habría convertido fácilmente en Rey si
valencianos y catalanes no se hubieran enfrentado entre sí.
90
Fernando de Antequera era el segundo (Rey de Aragón 1412-1416), era el Regente
de Juan II de Castilla (1406-1454) durante su minoría ya que era su tío. Juan II de
Castilla a su vez también tenía derechos sobre la Corona de Aragón, pero decidió
cederlos ante su tío, posiblemente por iniciativa de su madre que veía así la
posibilidad de alejar a Fernando de la Regencia. Como en un principio sus
posibilidades eran inferiores no hizo mucho caso del asunto sucesorio. Fernando se
aprovechó de la división en el Reino de Aragón y de su gran prestigio político y
militar para obtener de las Cortes castellanas un subsidio para luchar contra los
musulmanes. Fernando actuó con habilidad y prudencia para no levantar recelos en
Aragón y se ganó las simpatías de los antiurgelistas valencianos y aragoneses,
además acantonó tropas en la frontera castellano-aragonesa.
Era el fin del partido angevino y la apertura del Trono para Fernando de Antequera,
quien dejaba patente que estaba dispuesto al uso de la fuerza si era necesario.
Fernando acordó la boda de una de sus hijas con Fadrique de Luna y pactó con
Luis de Anjou que si uno de los dos salía elegido el otro recibiría una compensación
económica. Pero lo que sería decisivo sería el apoyo recibido de Benedicto XIII.
Las posiciones en cada uno de los Reinos estaban fijadas. Las Cortes Catalanas se
trasladaron a Tortosa buscando la proximidad con Aragón y Valencia, donde las
diferencias internas las hacían inoperantes. Los trastamaristas se reunieron en Aragón
en Alcañiz, único Parlamento que fue realmente operativo. En Valencia los urgelistas
91
lograron constituir un Parlamento legal en Vinaroz. La división contribuyó a
prolongar el interregno. En 1412 se consideraba que iba a ser inoperante convocar un
Parlamento General viendo lo que sucedía en los Reinos. Jaime de Urgel perdió
posibilidades con el aislamiento de sus partidarios en Aragón. Mientras Fernando de
Antequera trasladó la Corte castellana a la frontera con Ayllón y recibió a San
Vicente Ferrer, venía de parte de Benedicto XIII para estrechar lazos de amistad.
A Aragón llegó una propuesta franco-provenzal para expulsar a los castellanos y dar
la Corona de Aragón a la Casa de Anjou, la propuesta fue rechazada y se intentó la
búsqueda de una solución definitiva. Benedicto XIII propuso la elección de monarca
entre un número reducido de compromisarios, el Parlamento de Alcañiz hizo suya la
propuesta y la remitió a Tortosa que la aceptó.
Cabe decir que los seis compromisarios que votaron la candidatura de Fernando de
Antequera eran personas adictas a la persona del Papa Luna. Los candidatos fueron:
92
la capacidad legal de transmitir derechos sucesorios de las mujeres por lo que
eligieron a Fernando como pariente varón más próximo. También apoyaron San
Vicente y Bonifacio Ferrer, por Valencia y el compromisario catalán, Bernat de
Gualbes.
En junio San Vicente Ferrer hizo pública la sentencia o Compromiso de Caspe ante
la Iglesia de esta localidad como decisión unánime de los nueve compromisarios. En
un principio Jaime de Urgel pareció aceptar la sentencia.
La revuelta carecía de sentido en este momento y al estar convocadas las Cortes fue
inmediatamente condenada. El momento elegido para la rebelión ya no era el
adecuado, quizá si hubiera sido nada más declarada la Sentencia de Caspe habría
contado con más apoyos. Los acontecimientos fueron muy rápidos, le fallaron los
intentos de hacerse con Huesca y Lérida y perdió la posibilidad de una alianza con
Inglaterra, además hubieron muchas defecciones en sus filas. El conde de Urgel fue
rápidamente derrotado y capituló en 1413, fue condenado. Se le confiscaron sus
dominios y fue encerrado en el castillo de Játiva, donde murió en el olvido en 1433.
93
consolidar su política expansiva en el Mediterráneo. Pero sí la desarrolló su hijo y
sucesor Alfonso V ‘El Magnánimo’ (1416-1458). El siglo XV constituyó la época
más esplendorosa de la Corona de Aragón en Italia.
El asunto del Compromiso de Caspe ha hecho que los historiadores analicen el asunto
obteniendo conclusiones dispares. Los románticos catalanes, adictos al movimiento
de loa Renaixenca, lo ven como algo negativo ya que consideran a los Trastámara
como los principales causantes del declive político y económico en Cataluña. La
historiografía romántica castellana, defienden las actuaciones de San Vicente Ferrer,
ensalzan que este acto fue la demostración de la madurez de un pueblo.
3. REVOLUCIÓN EN CATALUÑA
La época de las turbaciones en Cataluña fue bien conocida en Castilla, como así lo
reflejan las crónicas, que distinguen a los barceloneses del resto de catalanes. Les
atribuyen el deseo de no obedecer la autoridad real, observan que el motivo de su
soberbia es la posesión de gran riqueza.
Todo esto ocurrió bajo la protección del Rey Alfonso V ‘El Magnánimo’, que llego
incluso a nombrarle Lugarteniente. Se movilizó en contra de lo sucedido no tan sólo
la “Biga” sino todos los estamentos privilegiados del Reino. Para calmar los ánimos
el Rey decidió llamar a su hermano Juan de Navarra como nuevo Lugarteniente de
Cataluña. La nueva autoridad convocó Cortes en Barcelona de las cuales el Rey
esperaba obtener un cuantioso donativo. Desde el principio los síndicos del resto de
ciudades rechazaron a los de Barcelona por considerarlos ilegales, eran los
designados anteriormente por Requesens. Juan de Navarra quería seguir las
indicaciones de su hermano el Rey y que se concediera el subsidio, además de
94
afianzar el nuevo sistema barcelonés y darle un desenlace al conflicto rural a favor de
los campesinos pero el problema de los síndicos tardó en solucionarse siete meses,
entonces las Cortes pudieron continuar.
Todo ello junto a la situación económica crearon una ambiente explosivo que el
Lugarteniente, Juan de Navarra no supo valorar.
La revuelta estalló entre 1460 y 1461. El conflicto dividió a la nobleza catalana. Esta
nobleza se dividía en tres tipologías. La alta nobleza, apenas medio centenar de
familias, mayoritariamente instaladas en tierras gerundenses y que no solían asistir al
brazo militar de Cortes; luego estaban los cavallers o caballeros; y en último lugar los
donzells u hòmens de paratge, la baja nobleza. De los antiguos linajes condales sólo
perduraba el de Pallars, quién fue acérrimo enemigo del Rey y lo pagaría muy caro.
En las familias vizcondales existía división. Los nobles vivían en sus territorios y la
guerra los dividió.
Mención especial merece el conde de Prades que capitaneó los ejércitos de Juan II.
95
A la muerte de Alfonso V ‘El Magnánimo’ en 1458 le sucedió su hermano Juan II,
que ya era Rey de Navarra., éste se replanteó la política peninsular. La situación se
complicó por la interferencia del Príncipe de Viana (heredero del Reino de Navarra),
enfrentado a su padre Juan por el tema sucesorio ya que este le había negado la
primogenitura y por lo tanto la herencia de la Corona. El Príncipe Carlos de Viana
acabó siendo encarcelado por una supuesta traición.
Estos hechos habían tenido lugar durante una Asamblea convocada en Lérida que se
había tenido que suspender por la actitud de los presentes. Los representantes se
unieron bajo la dirección de nobles y burgueses de la “Biga” para lograr la reparación
de los agravios y la liberación del Príncipe. Fue una auténtica revuelta. Una vez en la
Capital los diputados decidieron oponerse al monarca y convocaron una asamblea
reducida casi revolucionaria con un pueblo soliviantado. Los regidores “buscaires”
fueron desbordados por los acontecimientos dominados y dirigidos por la oligarquía.
La larga contienda dirigida por la Generalitat contra el monarca tuvo la ayuda del
resto de los territorios de la Corona de Aragón y se desarrolló en varias etapas
durante once años hasta 1472. La primera se caracterizó por la alianza del Rey de
Francia con la hipoteca de los condados de Rosellón y Cerdaña. Él fue el libertador
de la Reina Juana y el Príncipe Fernando sitiados en Gerona. Así Juan II pudo
96
entrar en Cataluña y sitiar Barcelona, motivo por el que fue desposeído de la Corona
y declarado enemigo público. Pero hubo de retirarse. Cataluña juró fidelidad al nuevo
monarca Enrique IV quien, a través de la diplomacia, acabó abandonando la causa
catalana.
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TEMA X: LA PUGNA ENTRE NOBLEZA Y MONARQUÍA EN LA CORONA
DE CASTILLA EN EL SIGLO XV (REINADOS DE JUAN II Y ENRIQUE IV).
LA GUERRA CIVIL EN NAVARRA
1.1 INTRODUCCIÓN
Se fortaleció la Nobleza de Servicio, pues fue ella la gran beneficiaria del ascenso
que experimentaron los magnates y los linajes que prestaron su decisivo apoyo para
lograr la consolidación de la dinastía Trastámara. Lo que pudo ser un reinado de
firme autoridad regia, derivó hacia una situación de ineficacia, discordias y
desmesurados privilegios del poder nobiliario debido, sobre todo, a la dilatada pugna
entre una nueva generación de parientes regios: los Infantes de Aragón y el poder
ejercido por el privado del monarca, don Álvaro de Luna. El proceso de
consolidación monárquica generó fuertes tensiones que llegaron a auténticas guerras
civiles entre los partidarios de los Infantes, fundadores de un sólido partido
aristocrático defensor de los intereses de la oligarquía nobiliaria, y el partido
monárquico dirigido por el Condestable don Álvaro de Luna que siempre contó con
el apoyo del Rey castellano, Juan II.
98
Fernando ganó prestigio para lograr sus objetivos a través de las campañas contra
Granada. Fernando de Antequera contó con muchos recursos de origen castellano,
pero también con gran parte de la clase política aragonesa y con la alianza del Papa
Benedicto XIII para ser designado Rey de Aragón en el Compromiso de Caspe.
Pero cuando murió Fernando I las primeras divergencias surgieron entre sus hijos.
El enfrentamiento entre Juan y Enrique por el liderazgo de la política castellana y la
dedicación de Alfonso V a los asuntos mediterráneos e italianos, el afianzamiento de
Álvaro de Luna tras su llegada como doncel de la cámara de Juan II que pronto se
granjeó la confianza del Rey niño, impusieron a la Reina Regente Catalina, la
necesidad de alejar a don Álvaro de la Corte, pero no lo consiguió. Don Álvaro
logró de su Rey no solo poder sino también riquezas y enemigos pues se enfrentó en
multitud de ocasiones con los Infantes.
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Algunos nobles cortesanos apartaron al monarca Juan II de la influencia del
arzobispo de Toledo y establecen un triple turno anual de equipos consejeros para
dirigir la débil personalidad regia. Con ello se pretendió apartar cuanto antes a los
Infantes de la Corte, lo que originó que surgieran facciones dirigidas por uno y otro
Infante.
Don Juan cumplió el compromiso matrimonial que había establecido su padre con la
heredera de Navarra, Blanca. Juan apartó a su hermano Enrique de la jefatura de la
política castellana arguyendo que al mayor correspondía la dirección y éste, colérico,
argumentó que un Rey de fuera no es persona indicada para dirigir el Consejo de otro
Reino. Don Enrique tramó un osado golpe de mano. Se apoderó del Rey Juan II,
invadiendo con sus parciales el palacio de Tordesillas donde éste dormía, protegido
por don Álvaro de Luna. Los seguidores del otro hermano y los leales a Juan II se
apresuraron a llamar al Infante ausente, que liberó al Rey y a don Álvaro.
Pero para don Álvaro no era bastante la prisión de don Enrique: había que destruirle
a él y a sus secuaces, luego podría, quizás, entenderse con el Infante don Juan. En
prisión don Enrique, el gobierno de la Corona pasó a manos de nueve personas.
Apresado don Enrique, Juan II, ya casado con María, Infanta de Aragón, se sintió
obligado a comunicar al hermano mayor su decisión y a explicarle los motivos de la
misma mediante una embajada. Se inició así una etapa poco conflictiva gracias a la
intervención de Alfonso V de Aragón. Alfonso respondió a los embajadores
enviados y se mostró dolido por la actitud del Infante don Juan.
100
Castilla era escenario de la pugna entre Álvaro de Luna y los hermanos de la Reina,
los Infantes de Aragón que dominaban el Consejo Real. La consecuencia del
enfrentamiento es que el Condestable salió desterrado de la Corte.
Inmediatamente el Infante don Enrique se apresuró a cobrar las enormes sumas que
reclamaba para sí y para su mujer.
Pocos meses bastaron para demostrar el fracaso del movimiento desencadenado por
los Infantes de Aragón, pues, todos los aragoneses y muchos destacados nobles
castellanos, forzaron el regreso de don Álvaro de Luna así como la formación de un
Consejo Real más amplio y le invitaron a volver.
Los Infantes podían vencer, pero no dar a Castilla una forma de gobierno estable.
Álvaro, con su hábil programa, logró en poco tiempo atraerse hacia su causa a todos
los miembros del mismo. Con el pretexto de rumores de una próxima invasión
musulmana el Infante don Enrique fue enviado a la frontera andaluza.
Inmediatamente el Rey de Navarra, el Infante don Juan, fue invitado por Juan II a
abandonar Castilla porque no cabían dos monarcas en su Reino.
Don Enrique se apresuró desde el interior del Reino castellano a unírseles con sus
hombres y el cuarto hermano, don Pedro, se alzó desde el castillo de Peñafiel. El
Condestable le hizo frente. El encuentro se hubiera producido violento de no haberlo
impedido el cardenal de Fox, legado pontificio en Aragón, y la mediación de la
propia esposa de Alfonso V.
La paz quedaba restablecida, pero don Enrique fue castigado con el secuestro de sus
bienes patrimoniales. Airado por tan grave pérdida y en compañía de su hermano don
Pedro recorrió las comarcas de Extremadura saqueando sus villas. Don Álvaro de
Luna, solicitó voluntariamente ser enviado a reducirlos consiguiendo acorralarlos en
la frontera de Portugal, donde los sitiados se abastecían libremente, lo que motivó el
envío de una protesta del Rey castellano ante el monarca portugués, quien prohibió la
recluta de hombres y la venta de aparejos guerreros a los rebeldes, haciendo honor a
su discreta neutralidad.
Un acontecimiento fortuito puso en manos de don Álvaro al Infante don Pedro, con
lo que la resistencia del otro hermano se desmoronó. La paz finalmente firmada le
impuso al Infante don Enrique dos condiciones: la entrega de todas las fortalezas
que se hallaban por su causa y el secuestro de todos sus bienes.
Don Pedro fue entregado y, ambos hermanos embarcaron juntos de viaje a Italia.
Allí, en Nápoles, murió el Infante don Pedro. Expulsados del Reino, los Infantes de
101
Aragón dejaban el campo libre a la nobleza. Se trataba de un gobierno oligárquico
presidido por el Condestable, con una consolidación de una gran nobleza sin lazos de
sangre con la dinastía real.
En la lucha de Alfonso V con la Signoría milanesa atacó a unas naves genovesas que
navegaban por cuenta de Milán. El encuentro tuvo lugar frente a la isla de Ponza en
1435. Las naves napolitano-aragonesas asaltaron y encadenaron a las genovesas pero
en la lucha cuerpo a cuerpo que se entabló a continuación los agredidos se
impusieron.
Fueron apresados los reyes de Aragón y de Navarra, el Infante don Enrique y otros
caballeros. Sin embargo, el duque de Milán les ofreció la libertad y la hospitalidad.
Alfonso V, conmovido, concluyó con él un tratado de paz y amistad. El regreso de
don Juan y de don Enrique estuvo marcado en la Corte por la introducción de
modas y gustos de Italia.
La Liga formada por los más destacados nobles, presentó un mínimo programa de
gobierno que se reducía fundamentalmente a dos puntos:
102
b) Todas las donaciones o mercedes que enajenaran patrimonio realengo
tendrían que ser refrendadas por este mismo Consejo.
Consecuencias que tuvo la batalla: entre los numerosos lesionados contaba el Infante
don Enrique que falleció poco después. Desaparecía así el más ambicioso e
intrigante de los Infantes de Aragón que además lo hacía sin descendencia. El
Infante don Juan salió definitivamente de Castilla buscando refugio en Aragón
intentando también mantener alguna clase de dominio sobre Navarra, en donde libró
con su propio hijo, don Carlos de Aragón, su particular enfrentamiento. Sus
hermanas Leonor, Reina de Portugal y María, Reina de Castilla también habían
fallecido poco antes que su hermano Enrique. Alfonso V, cuando recibió en Italia la
noticia se disgustó, pero no quiso modificar la línea que se había trazado.
103
Los vencedores de Olmedo fueron los nobles más destacados de Castilla esta vez,
como en otras, lograron importantes beneficios.
Consolidado el reparto de las prebendas se dictó una amnistía general para todos los
implicados, siempre que estuviesen dispuestos a prestar juramento de fidelidad a la
Corona. Quedaban excluidos el Rey de Navarra y los bienes del Infante don
Enrique.
El Reino navarro presentaba en esta época un problema interno: dualismo que separa
a sus habitantes: los de la montaña con una economía ganadera y los de la llanura de
vida campesina; los primeros actuaron bajo el caudillaje de los nobles Beaumont,
mientras los demás seguían a los Gramont. La tradicional oposición de los dos
104
grupos tomó fuerza bajo el reinado de Blanca, casada con el Infante Juan de
Aragón. La muerte de la Reina y sobre todo su testamento abrieron una etapa
conflictiva. Dejaba como heredero a su hijo Carlos, Príncipe de Viana, pero una
cláusula poco explícita mencionaba la condición de tener el previo consentimiento de
su padre. Como Carlos contaba con la ayuda de los beamonteses más favorables a
Castilla, esto provocó la ira de los agramonteses y en consecuencia su posición
favorable al Rey y a Aragón. Atacado el país por los castellanos, Carlos aprovechó la
ocasión para pactar con don Álvaro de Luna, pero fracasó y se le consideró traidor.
Navarra fue invadida por los castellanos, con el Príncipe acusado de traición y
encarcelado. Se llegó por fin a una precaria reconciliación familiar y a un acuerdo
político con un pacto según el cual Carlos recuperaba los bienes y la libertad a
cambio de prestar obediencia a su padre. Ya libre, rompió el acuerdo a instancias de
los beamonteses. Parecía posible la pacificación general como consecuencia del
alejamiento de Castilla del derrotado Juan de Navarra, pero él culpaba de todo a su
hijo y le castigó desposeyéndole de la herencia materna que pasó a su hermana
Leonor, casada con Gastón de Foix.
La guerra civil navarra con la intervención de Gastón derivó contra Carlos, que tuvo
que dejar el país. Durante esta larga ausencia, su padre, tomó una grave decisión:
Leonor y su marido fueron jurados herederos. Naturalmente con esta iniciativa el
conflicto se endureció y perduró durante años.
El triunfo del Privado sobre los Infantes de Aragón, le llevó a acentuar sus excesos
autoritarios hasta provocar una guerra civil. don Álvaro de Luna firmó alianzas con
Príncipes rebeldes de Portugal y Navarra, que fracasaron al poco tiempo.
En mayo de 1445, la facción de los nobles aliada con los principales enemigos de don
Álvaro, los Infantes de Aragón, fue derrotada en la Batalla de Olmedo (1445). Allí
fue malherido en una mano —de cuya infección falleció al poco— el Infante Enrique
de Aragón, y el favorito, don Álvaro, que había sido nombrado Condestable de
Castilla y conde de Santiesteban en 1423, le sucedió en su título de Gran Maestre de
la Orden de Santiago. En ese momento su poder parecía incontestable, pero solo se
basaba en el afecto que le dispensaba el Rey. Eso cambió cuando la segunda esposa
del rey, Isabel de Portugal, madre de Isabel la Católica, temerosa del inmenso poder
del Condestable, conocedora de sus intrigas, abusos y asesinatos dispuestos por él,
urgió con insistencia a su marido a prescindir del favorito.
105
En 1453, el Rey Juan II cedió. El 4 de abril, Álvaro de Estúñiga detuvo al
Condestable por orden del Rey en Burgos y fue trasladado al Castillo de Portillo. Su
esposa Juana Pimentel y su hijo Juan de Luna se refugiaron en Escalona, desde donde
pidieron ayuda al Papa, por ser la Orden de Santiago (de la que era Gran Maestre)
protegida papal. El 28 de abril, Juan II partió desde Portillo hasta Fuensalida para
sofocar la rebelión de los partidarios del Condestable.
La paz con la Corona de Aragón permitió iniciar el nuevo reinado con tranquilidad.
El Rey Enrique llegaba al Trono con experiencia y despertaba muchas esperanzas.
En las primeras Cortes quedó patente su desinterés por el Gobierno, por las peticiones
de sus súbditos y por la misma Asamblea, que convocó muy pocas veces. También
manifestó tolerancia con los nobles perseguidos durante el reinado anterior, liberando
a algunos de la cárcel. Asimismo, se interesó por el comercio exterior.
Una de las preocupaciones de Enrique IV, poco antes de llegar al Trono fue liquidar
el problema navarro derivado de su divorcio y de la enemistad con su ex suegro.
Firmó las paces con Juan de Navarra, con unas cláusulas ventajosas. El Rey de
Navarra se consideró fracasado y culpó de todo a su hijo Carlos de Viana todavía
más aborrecido desde entonces.
106
Con la pretensión de aislar más a Juan de Navarra, Enrique IV pactó con Carlos
VII de Francia continuando así la tradicional alianza destinada a proteger el
comercio y la navegación castellana en el Atlántico. También aceleró las
negociaciones de su segundo matrimonio con Juana de Portugal.
El aspecto legal del matrimonio resultó bastante complicado, hasta el punto que
durante las luchas por la sucesión los partidarios de la Princesa Isabel, la futura Reina
Católica, pudieron calificar el enlace de ilegítimo. Se basaban en las irregularidades
de la sentencia de divorcio, y en la dispensa por parentesco de los contrayentes no
otorgada directamente por el Papa sino encargada al arzobispo de Toledo.
Un aspecto positivo de la alianza con Portugal fue la solución del antiguo problema
de las pretensiones lusas sobre las Islas Canarias gracias al pacto alcanzado. Castilla
conservó las islas a cambio del reconocimiento o cesión al Reino vecino de las costas
africanas occidentales ya adquiridas.
Casi al mismo tiempo la leyenda negra del monarca se ampliaba después de la serie
de campañas contra Granada, terminadas con treguas. Su carácter cambiante y su
horror a la crueldad le acarrearon la fama de cobarde y el desprecio de los nobles,
mientras su vestimenta morisca y su admiración por todo lo nazarí le hacían un flaco
servicio. A pesar de no conseguir ninguna resonante victoria, los resultados fueron
favorables. En realidad se esperaba mucho más del considerable ejército reunido y de
los enormes recursos procedentes del país gracias a las Cortes .
Como el Maestrazgo podía ser para Beltrán, Juan Pacheco decidió impedir la
aparición de un Valido con el mismo método que derribó a don Álvaro de Luna:
107
formar una unión o liga de nobles y por eso se entrevistó con el Rey Juan de
Navarra, dispuesto como siempre a una intervención en Castilla. Presionado por
Pacheco, el monarca castellano selló con Juan de Navarra una reconciliación
reforzada por una doble alianza matrimonial, la del Infante Alfonso con Juana de
Aragón y la de la Infanta Isabel con Fernando de Aragón, o sea, los hermanastros
de Enrique con los hijos de Juan. La concordia no duró por acaecer poco después la
muerte del Rey Alfonso en Nápoles y la sucesión de su hermano en la Corona de
Aragón, lo que favoreció el aumento de su fuerza frente a Castilla.
El papel del Consejo Real se acentuó; compartía el poder ejecutivo con el monarca, y
tenía bastante libertad de maniobra por su debilidad de éste. Estaba integrado sólo por
nobles,
En la segunda parte del siglo XV más de la mitad de las tierras castellanas estaban en
manos de la aristocracia laica y eclesiástica. Además, consiguieron que un alto
porcentaje de las rentas ingresadas normalmente por la Corona sirviera para pagarles
salarios. También se permitió eximir de impuestos a hombres y lugares fuera de su
108
señorío; son los llamados excusados, cuya proliferación perjudicaba la Hacienda
Real. Siempre estaban a la defensiva para evitar que ninguno de los suyos se
encumbrase demasiado por encima de los demás, y continuaban insatisfechos, cada
vez más distanciados del Rey, a quien desprecian por su misma debilidad en
dominarlos, y siempre dispuestos a traicionarle.
Como la situación del Reino iba empeorando, se intentó poner remedio mediante la
reunión de unas Cortes. Enrique IV no hizo ningún caso de las peticiones de los
nobles o de las ciudades respecto a la malversación de fondos, ni apartó a los moros
de su Corte. No supo aprovechar la fuerza de los ciudadanos y del clero, que le
hubieran brindado apoyo en su lucha contra los Grandes del Reino. Se produjo la
formación de una Liga nobiliaria a raíz de las Cortes.
109
En Castilla tuvo lugar un acontecimiento que acabó complicando todavía más la
política sucesoria de Enrique IV, cuando los nobles ya habían proclamado a su
hermano Alfonso: el nacimiento en Madrid de la hija del Rey llamada Juana como
su madre. Si bien las Cortes la juraron como primogénita heredera sin ninguna
contradicción, Juan Pacheco y otros nobles se opusieron, secretamente de momento,
sin concretar todavía su creencia en un nacimiento ilegítimo, como se dijo más
adelante y se le adjudicó el mote despectivo de la Beltraneja. La atribución de su
paternidad a Beltrán de la Cueva no tiene ninguna base sólida.
Aquí apareció la labor difamatoria: la Infanta Juana no era hija legítima del Rey sino
del Valido, por lo cual el derecho de sucesión correspondía al joven hermanastro del
monarca, el Infante Alfonso. Siguieron unas peticiones concretas: encarcelamiento
del Privado y que el Infante Alfonso fuese Maestre de Santiago, jurado heredero del
Reino y que su hermana Isabel no se pudiera casar sin el consentimiento de los tres
estados del Reino. En esta petición se ve la mano de Juan II que reservaba la
princesa para su hijo Fernando.
110
6.1 LAS GUERRAS CIVILES DEL PERIODO 1465-1480
La Corona de Castilla fue una de las más afectadas por estas contiendas. Hubo dos
momentos especialmente violentos: la guerra civil entre Enrique IV y su hermano
Alfonso, entre 1465 y 1468, y la guerra de sucesión al Trono entre Isabel ‘La
Católica’ y Juana ‘La Beltraneja’ entre 1474 y 1479.
El Reino de Navarra fue el otro gran escenario de guerra abierta entre dos grandes
partidos, los agramonteses y los beamonteses. Más adelante se planteó la lucha por el
poder entre Juan de Navarra y su hijo el Príncipe de Viana.
Las causas directas del problema se habían planteado cuando el Rey Enrique IV
había relevado del poder al primer equipo de gobernantes de los inicios de su reinado
(Juan Pacheco, marqués de Villena) para instaurar otro más adicto a su persona
(Beltrán de la Cueva, el clan de los Mendoza). Se plasmaron sus acusaciones en el
Manifiesto de Burgos. Aquel documento fue la base de discusión de la Sentencia de
Medina del Campo, un documento político casi revolucionario.
Alfonso tuvo una Corte propia que se desplazaba de manera itinerante. Creó una
Administración paralela. Desde los comienzos de la rebelión emitió mercedes de todo
tipo para ganar o conservar partidarios. Lo grave es que su hermano el Rey siguió
exactamente la misma política de mercedes, de forma que entre los dos consiguieron
dilapidar el patrimonio real.
La guerra civil fue más una estrategia de posiciones que un conflicto a dilucidar en
batallas en campo abierto. La guerra fue parca en hechos de armas y muy rica en
pactos bajo cuerda en los que se intercambiaban obediencias por dinero.
Los partidarios iniciales de Alfonso pueden ser clasificados en tres grupos. Los
defensores del programa político contenido en el documento de Medina del Campo,
que pretendía la reforma de la monarquía poniendo límites al poder real; los
“aragoneses”, es decir, los leales a Juan II de Aragón, que deseaban quitar de en
medio a Enrique IV; y el binomio formado por los hermanos Juan Pacheco,
111
marqués de Villena y Pedro Girón, Maestre de Calatrava: todos estaban dolidos por
el encumbramiento de segundones como don Beltrán de la Cueva.
Los ataques por sorpresa y los golpes de mano contra castillos y villas amuralladas
fueron bastante frecuentes, pero en general poco violentos. Al llegar 1465 había
equilibrio, y esto y el agotamiento de recursos explican la Tregua de Montejo. Las
hostilidades cesaron pero las dos Cortes siguieron existiendo. El desgobierno y la
anarquía se fueron extendiendo por todos los rincones del Reino hasta desembocar en
un conjunto de luchas regionales por el poder.
El bando Alfonsino perdió importantes apoyos al tiempo que el propio Alfonso, daba
muestras de tener criterios propios. Todo esto favoreció un acercamiento de
posiciones políticas, auspiciadas por el arzobispo Fonseca, que expuso la necesidad
de lograr una solución proponiendo el reconocimiento universal de Enrique IV como
Rey y de Alfonso como heredero.
El Rey aceptó pero se precisaba anular de la escena política a los miembros más
extremistas de cada bando: a la Reina Juana, por defender a ultranza la legitimidad
de Juana la Beltraneja, y a los “aragoneses”, por empeñarse en la eliminación total
del Rey. Pero el plan Fonseca tampoco tuvo éxito.
Se reanudaron las hostilidades. Algunos creían que el recurso a las armas podía ser la
solución definitiva. Se libró entonces la Segunda Batalla de Olmedo que no fue más
que un episodio sin excesiva importancia. Mucho más importante fue, la toma por
sorpresa que los alfonsinos hicieron de la ciudad de Segovia, baluarte de Enrique IV,
en cuyo alcázar se custodiaba el tesoro real y se refugiaba la Infanta Isabel. La
pérdida de Segovia fue un mazazo contra la moral del Rey. Enrique IV volvió a
pedir al arzobispo Fonseca su mediación. El arzobispo aceptó pero exigió como
seguridad la custodia de la Reina Juana de Portugal, que pasó a vivir desde entonces
en la Corte del arzobispo. La Reina conoció a don Pedro de Castilla, con el que tuvo
dos hijos adulterinos. Juana de Portugal se ganó así una fama de adúltera que acabó
salpicando el honor de su propia hija, que fue tenida por la Beltraneja.
112
Isabel deseaba llegar a ser reina de Castilla, pero no a costa de enfrentarse con su
hermano. Por eso renunció a proclamarse Reina. El argumento de los isabelinos
consistió en declarar que la ilegitimidad de Juana procedía de la nulidad del
matrimonio de sus padres, no de la supuesta paternidad de don Beltrán. En efecto,
había suficientes bases jurídicas para demostrar que el divorcio de Enrique IV y
Blanca de Navarra era nulo y que, por consiguiente, nulo era también el matrimonio
con Juana de Portugal.
La mediación Papal fue buscada con más ahínco por todos. Juan Pacheco, marqués
de Villena, trazó un plan que cambió el rumbo de la Historia de España: los Pactos
de Cebreros y Cadalso. La idea principal consistía en reconocer a Isabel como
heredera de Enrique IV, pero al mismo tiempo Isabel quedaba sujeta a unas
limitaciones tales que, en la práctica, suponían su anulación política. La más
trascendental se refería a su matrimonio, que debería ser decidido por el Rey y sus
consejeros. Cebreros-Cadalso fue proclamado oficialmente en Toros de Guisando.
Isabel, por su parte, decidió contraer matrimonio con Fernando sin consultarlo
previamente con Enrique IV: a posteriori, una vez consumado el matrimonio,
comunicó a su hermano lo que había hecho. El Rey interpretó que aquella decisión
vulneraba y anulaba los acuerdos y que por consiguiente Juana volvía a ser la
heredera.
El partido de Isabel tuvo serios problemas en los primeros dos años; pocos apoyos y
escasos recursos. La ayuda de Juan II de Aragón era lo más valioso.
Los isabelinos levantaron en alto el lema del poder monárquico que ellos trataban de
salvaguardar; por eso respetaban al legítimo Rey, Enrique IV.
113
8. LA ENDÉMICA GUERRA CIVIL EN NAVARRA: DE LA SUCESIÓN DEL
PRÍNCIPE DE VIANA A LA INSTALACIÓN DE LA CASA DE FOIX EN EL
TRONO NAVARRO
Para anular la causa de Blanca, Gastón de Foix pactó con Luis XI de Francia el
matrimonio de su primogénito con la hermana del Rey francés, llamada Magdalena.
De este modo, los hijos de este matrimonio heredarían el Reino de Navarra.
Para evitar los roces entre padre e hija, decidieron consolidar la sucesión de Navarra a
favor de Leonor y Gastón, deslindando la sucesión aragonesa, que correspondía a
Fernando.
114
Pero los recelos y desavenencias entre Leonor y su padre siguieron. Juan II concertó
el matrimonio de su hija bastarda Leonor con Luis de Beaumont. Leonor convocó a
los tres estados en los que presentó una dura protesta contra su padre. La respuesta de
Juan II fue una amenaza: Leonor podía acabar igual que Carlos y Blanca.
Gastón V nunca llegó a reinar en Navarra, y además falleció muy pronto. Ni Leonor
ni su marido habían aceptado esta designación y siguieron actuando como si nada
hubiese pasado. El difunto había dejado dos hijos al cuidado de su madre en Francia:
Francisco Febo y Catalina.
Las cosas mejoraron para Juan II, sobre todo en el frente catalán, y el alivio de la
presión le convenció de poder lograr algún acuerdo con su hija Leonor y de su yerno.
Juan II siguió siendo reconocido como Rey de Navarra, a cambio de reconocer la
Lugartenencia y los derechos sucesorios a favor de Leonor y su marido.
Gastón de Foix murió dejando viuda a Leonor, que quedaba al frente de una
Lugartenencia en solitario. A partir del interés demostrado por Fernando el Católico
por Navarra, una vez que se convirtió en Rey de Castilla por su matrimonio con
Isabel, Fernando empezó a tomar iniciativas, sobre todo para lograr la reconciliación
de las facciones y hacer inviable la intervención de Luis XI.
La muerte de Juan II convirtió a Leonor en Reina de Navarra, pero por poco tiempo:
solo sobrevivió 24 días a su padre. La Corona pasaba a su nieto, Francisco Febo que
seguía bajo la custodia de Magdalena de Francia. La dinastía de los Foix se
entronizaba en Navarra. Luis XI procuró por todos los medios asegurar la educación
y el futuro matrimonio de Francisco Febo.
La Regencia de su madre Magdalena, tenía que cumplir con los requisitos legales:
viajar a Navarra para jurar los Fueros y recibir el juramento de las Cortes. El primer
error de Magdalena fue quedarse y conformarse con enviar embajadores a Navarra.
115
La embajada fue recibida con hostilidad. Tras esto hubo un acuerdo con Fernando el
Católico en una entrevista entre ambos.
116
TEMA XI: LA ÚLTIMA FORMACIÓN ISLÁMICA PENINSULAR. EL
REINO DE GRANADA Y SU DESAPARICIÓN
La rivalidad de ambos caudillos fue en aumento, cuando Fernando III ‘El Santo’,
Rey de Castilla, atacó la ciudad de Córdoba con la aparente complicidad del nazarí.
La caída en manos cristianas de la antigua Capital del Califato (1236) planteó a las
poblaciones de Andalucía Oriental que todavía reconocían la autoridad de Ibn Hud,
la necesidad de buscar la protección de una fuerza militar más efectiva, siendo
entonces cuando se aceleró la carrera ascendente de Muhammad. El nazarí no tardó
en ser reclamado por la ciudad de Granada donde se instaló a finales de 1236. Tras la
muerte del líder murciano Ibn Hud, Almería y Málaga abrieron sus puertas al
caudillo nazarí.
La principal preocupación del caudillo nazarí era normalizar sus relaciones con
Castilla, cuya actitud era muy belicosa, y sobre todo tras la terminación de las treguas
en 1243. Tras el avance cristiano sobre Murcia, la pérdida de Arjona y sobre todo el
duro asedio cercando la ciudad de Jaén, el nazarí comprendió que había llegado el
momento de ceder algo por la vía diplomática antes que perderlo todo por la fuerza
de las armas. En marzo de 1246 se firmó el Tratado o Pacto de Jaén, en el cual se
entregaba la ciudad, entraba en vasallaje, auxilium y consilium, y pagaba unas parias
que se calcularon en la mitad de todas sus rentas. Este pacto puede ser considerado
como el nacimiento del Estado Nazarí Granadino, que vio asegurada su supervivencia
al aceptar la soberanía feudal castellana, hasta que su último Rey, Muhammad XI,
conocido como Boabdil el Chico, fuera derrocado por los Reyes Católicos el 2 de
enero de 1492.
117
2 LUCHAS INTERNAS AFRICANAS Y GRANADINAS
Muhammad II, hijo y sucesor del primer Rey nazarí. Su labor puede resumirse en
tres puntos: 1- Consolidó la alianza con los benimerines de Marruecos; 2- Luchó por
el control del Estrecho; y 3- reforzó el control militar del Reino nazarí. Muhammad
II renovó la tregua con Castilla con el pago de unas parias altísimas (300.000
maravedís al año), con lo que consiguió la paz necesaria. El efecto militar de la
presencia benimerín resultó desastroso para Castilla, en especial gracias al bloqueo
naval del Estrecho. Muhammad II realizó un juego diplomático diferente en cada
momento, manteniendo un difícil equilibrio entre el ímpetu molesto de su
correligionarios benimerines y la potencia aplastante de Castilla. Mientras los
nazaríes estaban en paz con todo el mundo, se libraba una guerra entre castellanos y
benimerines. En 1286 terminaron doce años de lucha que fueron la primera fase de
una larga batalla.
118
granadinos pudieran comprar cereales, ganado y otros productos de Castilla,
desvelaban la eterna insuficiencia de Granada en cuanto a su autoabastecimiento.
El Rey, sucedido por su hijo Yusuf II (1391-1392), y por el hijo de éste Muhammad
VII (1392-1408), presenciaron la ruptura de la paz, en que las escaramuzas
fronterizas comenzaron a ser más frecuentes. En los últimos meses de su vida, el Rey
castellano preparaba ya abiertamente la guerra contra Granada, después de soportar el
incremento de las razzias granadinas.
El siglo XIV se cerró con un nuevo impulso castellano, que adoptó la ideología de
Cruzada para justificar su presión sobre los reyes nazaríes (Yusuf II, Muhammad
VII y Yusuf III). Fue un terreno perfecto para la reanudación oficial de las
hostilidades por parte de Enrique III (1407-1410). El resultado fue una nueva etapa
de parias, de cuarenta años de gran lastre económico. La conquista de Granada se
justificaba con la conversión de un territorio infiel. Para lograr la paz tenían que
pagar las parias, que sumado a otros problemas que luego señalaremos, conforman
una etapa de declive imparable.
119
El peligro de invasión era tan inminente que Muhammad IX reconcilió a las familias
originarias del conflicto a través del nombramiento como sucesor del representante de
los Venegas: Muhammad XI ‘El Chico’. En 1455, sin haberse solucionado el
conflicto, había instaurados dos Reyes, el ya mencionado y Sad, que finalmente se
quedó con el Trono (1455-1464).
Los últimos Reyes nazaríes fueron los que siguieron a Sad: Muley Hacen, y su hijo
Boabdil ‘El Chico’. Con quienes se pusieron de manifiesto las contradicciones
acumuladas a lo largo de la historia del Reino, y que ya no permitieron la
continuación.
120
piratería granadina; permitió sólidas bases comerciales con el Norte de África; y
facilitó la navegación por el Estrecho.
Granada fue a la vez guerra medieval y moderna. Los reyes castellanos recogieron de
tiempos pasados la justificación ideológica, que preconizaba la recuperación de
tierras usurpadas por los musulmanes; recogiendo a la vez los procedimientos
militares de convocatoria, reunión y mantenimiento de las huestes, así como las ideas
para lograr ayuda económica a través del Papa, del clero, etc. Como rasgos modernos
podemos destacar su propia autoridad política, así como las mejoras técnicas en la
artillería, organización el combate, etc., que sirvieron de experiencia a numerosos
militares que comenzaron allí su Carrera, el caso del Gonzalo Fernández de
Córdoba, “Gran Capitán”, y otros.
En este contexto, se inició la guerra, facilitada por la división entre Muley Hacén, su
hermano El Zagal y su hijo Boabdil.
Durante la guerra con Portugal, los Reyes Católicos, habían concertado con Abu-l-
Hasan (Muley Hacén), el Rey de Granada, dos treguas sucesivas, en 1475 y 1478,
ésta ya de tres años. Pero en diciembre de 1481, inexplicablemente, el soberano
granadino se apoderó de Zahara, gracias a uno de sus golpes de mano. No hubo, sin
embargo, una reacción rápida y los preparativos de la campaña fueron meticulosos.
El 1 de marzo de 1482, el marqués de Cádiz, don Rodrigo Ponce de León, con el
auxilio de otros nobles andaluces, acometieron una audaz maniobra y tomaron, por
sorpresa, Alhama, en el corazón del Reino granadino. El Rey don Fernando, al
recibir la noticia, de inmediato se desplazó a la frontera, dando a la orden de
conservar el enclave a toda costa. Los nazaríes hicieron tres intentos por recuperarlo;
marzo, abril y agosto, tras ello desistieron. En julio, los cristianos fracasaron en el
asalto de Loja y Seteníl. Los hombres del marqués de Cádiz recibieron un ataque
feroz por parte de los hombres del Zagal, hermano del Sultán Muley Hacén.
Consecuentemente, la campaña se cerró este primer años sólo con éxito moderado de
los castellanos.
121
Los Reyes Católicos liberaron al joven Boabdil, tras reconocer su soberanía feudal,
el pago de parias, liberación de cautivos, así como comprometiéndose a pelear contra
sus parientes. Problemas en el Reino de Navarra (muerte de sus Peyes) y en los
condados catalanes, dieron tregua a los nazaríes que continuaron su guerra interna.
Pero la Reina impuso su decisión, el Rosellón podía esperar, la prioridad era
Granada.
El objetivo siguiente fue Málaga, el gran bastión de Muhammad ‘El Zagal’, y para
ello se reunió una poderosa fuerza. La acometida se inició a mediados de abril de
1487 aprovechando el recrudecimiento de la guerra civil en Granada. Antes de
terminar el mes ya había caído buena parte de la Ajarquía malagueña. La gravedad de
la situación empujó a El Zagal a abandonar Málaga a su suerte y, al no poder regresar
a Granada, que había caído en poder de Boabdil, se vio precisado a buscar refugio en
Almería. Tras un duro cerco que se prolongó todo el verano, en septiembre, Málaga
capituló, pero sus habitantes no obtuvieron las condiciones acostumbradas y no se
respetó la libertad de los vencidos y se les impuso a todos la expulsión a África o a
tierras de los cristianos. Cuando comenzaba el cerco de Málaga, los Reyes Católicos
suscribieron un nuevo tratado con Boabdil. Fue el tercero, por este nuevo acuerdo se
le dispensó de la conquista del señorío prometido, se estableció en cambio que
122
cuando ellos lo tuviesen en su poder, Boabdil tendría que entregar la ciudad de
Granada. La campaña del 1488, fueron sobre las plazas que mantenía ‘El Zagal’,
Almería, Baza y Almuñécar, pero las mantuvo.
A finales del mes de mayo de 1488, desde Jaén, se puso en marcha la gran campaña
del Baña, que según el acuerdo de 1487 debía se entregada a Boabdil. El cerco fue
largo y los combates muy duros y sangrientos. Por ello resultó económicamente el
más costoso de toda la guerra. Se materializó a lo largo del mes de noviembre: el 7 se
rindió el alcaide de Purchena, el 10 capituló ‘El Zagal’y el 22 entraron los Reyes
Católicos en Almería. A la población se le concedieron condiciones muy generosas:
la religión, las costumbres, la hacienda, la justicia y el tráfico mercantil continuaría
como hasta entonces. Posiblemente se trataba de aplicar un bálsamo de suavidad que
acelerase la entrega de Boabdil. En 1491, ‘El Zagal’ se retiró a Tremecén, en África,
donde acabó su vida arruinado y ciego. Algunas fuentes aseguran que lo cegó el Rey
de Fez, por sugerencia de su sobrino.
Los Reyes Católicos, que creían concluida la guerra, se encontraron con la negativa
de Boabdil a cumplir con los pactos. Pero lo cierto es que Granada, rodeada de
enemigos por todas partes, estaba condenada a sucumbir. A comienzos del nuevo
año, 1490, los Reyes Católicos pensaban en el rápido fin de las hostilidades, pero la
resistencia de Boabdil terminó empujándoles a la acción. Entre los días 21 y 22 de
mayo, las tropas cristianas entraron el la Vega destruyendo de manera sistemática las
cosechas. Los planes de Boabdil estaban cuidadosamente calculados, pretendía
unificar la resistencia musulmana, sumando a su causa a los antiguos partidarios de
‘El Zagal’, y abrir un camino hacia el mar donde recibir la ayuda que precisaba. Se
trataba de un plan desesperado, pero no inviable. Entre julio y agosto logró varios
éxitos (Lanjarón, Legrin y Andarax) pero fracasó cuando intentó tomar Salobreña y
abrir un camino al mar por Almuñécar. Tras estos fracasos la resistencia de Boabdil
comenzó a apagarse.
El último acto se inicia en abril de 1481. La gran hueste real, que era ya propiamente
un ejército moderno y complejo, penetró en la Alpujarra y bajó hacia la Vega, donde
comenzó a levantar una villa, la llamada de Santa Fe, para instalar en ella todos sus
servicios de intendencia y administración. El cerco de Granada quedó cerrado en
poco menos de un mes, sin embargo, no hubo realmente ataques ni enfrentamientos
entre sitiadores y sitiados. Sí hubo, en cambio, una lenta y discretísima negociación,
que comenzó casi en los primeros momentos del cerco; antes de mediar el mes de
septiembre se llegó a un acuerdo, el cual quedó materializado con un acuerdo suscrito
el 25 de noviembre.
123
excepción de la Alhambra y los palacios de la ciudad, y recibiría incluso un señorío
en las Alpujarras.
Posee un fuerte componente aúlico, pues está realizado por encargo del Sultán, que
ostentaba el poder religioso y político, y su función era exaltar el poder de su dinastía.
Su intervención personal se extendía no sólo a la política y la religión, también sobre
las finanzas, la Justicia y las empresas artísticas.
El arte nazarí se extendió por el Sur por Berbería, llegando hasta Siyilmasa, y al
Norte y Occidente por los dominios cristianos, contribuyendo, junto con el estilo
almohade a la creación del arte mudéjar. Su máximo exponente lo encontramos en la
Alhambra, conjunto monumental que se distribuye en tres núcleos: la Alcazaba
militar, los Palacios Reales y una ciudad palatina, con calles estrechas que contaba
con baños públicos, mezquitas y cementerios.
5.1 LA ALHAMBRA
De los veintidós sultanes que ocuparon el Trono de Granada, cabe destacar a siete en
la construcción de este genial monumento:
124
1. Muhammad I (1232-1273) realizó la acequia real, la Alcazaba y el recinto
fortificado.
2. Muhammad II (1273-1302) construyó el Generalife.
3. Muhammad III (1303-1309) edificó el Partal y la Torre de las Damas, así
como la Mezquita Real.
4. Ismail I (1314-1325) reformó el Generalife y realizó el Mexuar (Sala del
Consejo de Visires).
5. Yusuf I (1333-1354) fue el que más amplió, construyó la Torre de Cadí y la
de la Cautiva, el Torreón de Comares, la puerta de la Justicia y la de las
Armas, reformó el Baño Real y realizó el oratorio del Partal.
6. Muhammad V (1354-1359) y (1362-1391) construyó la Puerta del Vino
(fachada), el Palacio de Comares, el Palacio de Leones y reformó el
Mexuar.
7. Muhammad VII (1392-1408) edificó la Torre de las Infantas.
125
gran trascendencia por su resultado decorativo fueron el yeso y la escayola.
Invadieron por completo las superficies murales. Como hemos dicho anteriormente,
su procedimiento era rápido y económico, recubría la estructura con formas bellas y
la policromía le daba una apariencia de gran brillantez y riqueza.
La piedra es otro de los materiales que trabajaron, pero en este caso su utilización fue
restringida a fuentes y grandes puertas como la del Vino.
La madera también es otro material utilizado por los arquitectos nazaríes, un buen
ejemplo de ello es el techo ataujerado de la Sala de Comares o el de la Sala de las dos
Hermanas.
126
TEMA XII. DE LA UNIFICACIÓN PENÍNSULAR A LA PROYECCIÓN
IMPERIAL: EL REINADO DE LOS REYES CATÓLICOS.
La historia comienza con la muerte, en 1468, del Infante Alfonso lo que le dejó
expedito el camino al Trono castellano, al convertirse en la mejor opción, frente a la
hija considerada ilegitima del Rey doña Juana (llamada la Beltraneja).
Los errores de cálculo de Enrique IV, la pasividad de Portugal a la hora de ser activo
en el conflicto y la negativa de Francia, con sus propios problemas en Borgoña, de
intervenir en la maniobra castellana facilitaron a los aragoneses la solución de sus
propios problemas internos: Paz de Nápoles y Venecia con Francia, acuerdos de Olite
por la cuestión Navarra (1471), firma de acuerdos de paz con Inglaterra y Borgoña
(1471) y la liquidación de la Guerra Civil en Cataluña tras la rendición de Barcelona
(1472), pudiéndose concentrarse en la cuestión castellana.
127
doble filo, teniendo en cuenta que en esos momentos los Reyes Católicos sólo tenían
una hija. Esta cuestión, difícil y delicada, fue encomendada al Cardenal Mendoza y
al arzobispo de Toledo Alonso Carrillo.
Este acuerdo fue el primer acto de un reinado que ambos deseaban presentar como
continuación del anterior, confirmando a tantos cargos como ya existían antes, amén
de generar algunos nuevos fieles a ambos monarcas.
Esto desató un clima de revuelta popular favorable a doña Isabel, pero fue
aprovechada por Alonso Carrillo, arzobispo de Toledo para alzarse a favor de doña
Juana. Ante la imposibilidad de negociar, Isabel tomó Toledo por la fuerza.
Durante el verano el signo del conflicto cambió a favor de Fernando e Isabel, debido
a un cambio en la estrategia pasando a la ofensiva utilizando la guerra de desgaste.
Además los Reyes Católicos en una hábil maniobra reivindicaron sus derechos sobre
el Trono de Portugal, otorgando licencias a los nobles portugueses que les apoyaran,
lo que desvió parte del interés de Alfonso V hacia su propio Reino.
La retirada de Alfonso V, permitió a los isabelinos controlar todo el Norte del Reino
al caer Burgos, mientras aquel esperaba que el conflicto se internacionalizara. El
derrumbamiento de la causa portuguesa fue un hecho a inicios de 1476.
128
Refugiado en Toro, pero pendiente de Zamora, la cual aún controlaba, Alfonso V
pidió refuerzos que le fueron enviados por su heredero el Príncipe don Juan. En
unas semanas los portugueses ya estaban sobre Zamora, aunque el ataque conjunto de
tropas castellanas y aragonesas el 1 de marzo de 1476 le obligó a abandonar esta
plaza fuerte y refugiarse, de nuevo, en Toro. Moralmente, la derrota, fue decisiva
para los portugueses.
Con la victoria de Toro, el conflicto sucesorio quedó zanjado, pero los portugueses no
iban a rendirse tan rápidamente, por lo que urgía expulsarlos inmediatamente hacia
sus propios territorios. Una ofensiva fulgurante de don Fernando llevó a Alfonso V
a replegarse definitivamente, pactando la devolución de importantes territorios
fronterizos. Con Alfonso V ya en Portugal, Toro se rindió definitivamente.
Para llegar a la paz total hubo que realizar una paciente labor de concesiones,
perdones y conciliaciones, acercando posturas con los ex-partidarios de doña Juana
y terminando con el ancestral antagonismo entre nobleza y Monarquía.
Tras el conflicto sucesorio se abrió paso un tiempo nuevo. Los Reyes Católicos
tenían unas ideas muy claras respecto al significado de la Corona como núcleo y
elemento principal de una construcción política unida y organizada como Estado.
Al mismo tiempo que se cerraban los primeros acuerdos con la nobleza (Abril 1476),
los Reyes Católicos convocaron Cortes en Madrigal. Allí se juró a doña Isabel y se
tomaron decisiones, tales como la concesión de un servicio de 160 millones de
maravedís, o el apartamiento de mudéjares y judíos, pero sobre todo se estudió el
grave desequilibrio de la Hacienda Real y la forma de restaurar el orden público.
Respecto a su relación con los nobles, los Reyes Católicos respondían con una
generosidad sin límites a aquellos que se entregaban, en cambio quienes se oponían
eran contrarrestados con la fuerza severa de la ley.
129
Desde el siglo XIV, en Europa se había tendido a unificar bajo una misma idea de
nación a todos los Reinos peninsulares. Esta idea terminó por germinar en los
ambientes políticos, sobre todo los castellanos.
El gran acontecimiento central del reinado de los Reyes Católicos fueron las Cortes
reunidas en Toledo en entre octubre de 1479 y mayo de 1480. Estas Cortes se habían
convocado con anterioridad, pero se tuvieron que aplazar hasta la consecución
definitiva de la paz, tras el Tratado de Alcaçovas-Toledo (septiembre de 1479). La
duración de la convocatoria y la enorme afluencia de representantes de las villas y
procuradores con derecho de asistencia, permitió a los Reyes Católicos establecer las
grandes líneas de su futura acción política interior. Realmente no se expuso nada
nuevo que no se hubiera expuesto en los dos reinados anteriores. Lo decisivo fue la
eficacia con la que se aplicaron esos tratados: (Ajustes de equivalencias monetarias,
recuperar el monopolio regio de fundación de mercados y ferias, regulación de las
privatizaciones de las tierras, apartamiento de judíos y mudéjares en barrios
especiales...).
130
ellos miembros del Toisón de Oro. Antes de la muerte de Luis XI (1483), éste
reconoció la apropiación indebida de los territorios, pero la Regente del nuevo
monarca, Carlos VIII, se negó a realizar la devolución, manteniendo las tensiones
entre ambos Reinos. Fernando estuvo a punto de recurrir a las armas para expulsar a
los franceses del Rosellón, pero dentro del plan perfectamente trazado por él y su
esposa, Granada tenía prioridad.
Inmersos en este conflicto, la política seguida por los Reyes Católicos en Europa
parecía seguir un guión orquestado por otros siendo ellos meros participantes. No
obstante a partir de 1487 comenzaron a desarrollar su propio programa llevando una
política matrimonial favorecida por la fecundidad de su matrimonio (cuatro hijas y un
hijo) uniendo las cuatro dinastías dominantes en Europa (Avis, Tudor, Habsburgo y
Trastámara) que llevaron a Francia a negociar imponiéndole las condiciones. Esta
política era heredada de los Trastámara, siempre pendientes de unificar a las
poderosas familias con las que se relacionaban.
Los Reyes Católicos habían conseguido con estas acciones una amplia extensión por
donde comerciar con sus barcos, desde el Sur de la Península Ibérica, hasta el Mar del
Norte.
Tras esto Fernando estaba resuelto a ocupar el Rosellón por la fuerza, pero las
reivindicaciones angevinas de Carlos VIII sobre Nápoles obligó al Rey francés a
pactar con los demás pretendientes, los cuales renunciaron a sus derechos a cambio
de compensaciones económicas, excepto Fernando que exigió la devolución del
Rosellón y de la Cerdaña a cambio de renunciar a socorrer a Ferrante de Nápoles.
Los territorios fueron devueltos el 10 de septiembre de 1493. No obstante, Fernando
ya había presentado su candidatura al Trono napolitano por ser heredero de Alfonso
V, amén de contar con el apoyo de la Santa Sede, ocupada por el valenciano
Alejandro VI.
Tras la muerte de Carlos VIII y el fervor popular que causó su sucesor, Luis XII,
motivaron que Fernando tuviera que renunciar a muchas de sus pretensiones. No
131
obstante España conservaba su alianza con Inglaterra y los Habsburgo y la libertad
de comercio por la zona de la Bretaña francesa.
Por otro lado, Nápoles se había perdido, siendo ocupado casi en su totalidad por los
franceses, siendo el propio Felipe ‘El Hermoso’ quien negoció la salida española,
con poderes de su suegro. En esas negociaciones se aceptó ceder Nápoles a Francia,
aunque ya estaba en su poder, a cambio de permitir que la educación de Carlos, nieto
de los Reyes Católicos se produjera en España. Ante la negativa de Felipe de ceder
ante esta petición de sus suegros, Isabel, redactó en su testamento que la Reina sería
su hija y que en caso de que ésta no pudiera reinar, sería Fernando el Regente de
Castilla hasta que Carlos estuviera en condiciones de reinar.
Inmersos en sus guerras con Portugal, los Reyes Católicos habían firmado una serie
de treguas para no afrontar dos frentes a la vez, pero en 1481 el soberano granadino
incumplió los tratados apoderándose de Zahara, obligando a los castellanos a la
intervención militar. Mientras se acometían los preparativos, los nobles andaluces
tomaron Alhama, en el corazón del Reino granadino. Esta primera fase se saldó con
moderados éxitos cristianos.
132
apoyo de los Abencerrajes. Boabdil se hizo con el Trono, mientras Muley Hacén
tuvo que refugiarse en Málaga, residencia de su hermano, conocido como ‘El Zagal’.
Boabdil ‘El Chico’, para afianzar su poder, pasó a la ofensiva. No sólo fue un
fracaso de campaña, sino que a la vuelta de sus correrías fue hecho prisionero por los
castellanos, circunstancia que aprovechó su padre para volver a Granada y hacerse,
de nuevo, con el poder.
Las condiciones de la libertad de Boabdil fueron muy ventajosas para los cristianos
incluyendo una tregua de tres años. En esos momentos (1483) las cosas se
complicaron para los Reyes Católicos con la muerte de Francisco de Foix, Rey de
Navarra y de Luis XI de Francia, que ponía al Reino navarro lejos de la órbita
castellana, así como el incumplimiento de la restitución de los territorios pirenaicos a
Aragón. Ante la disyuntiva de qué frente tenía prioridad, en Tarazona (marzo 1484)
se decidió que era el Reino nazarí.
Había, pues, que darse prisa en liquidar el tema granadino para poder concentrar los
esfuerzos en los territorios del Norte. El orden de los objetivos quedó marcado
pronto: Málaga, Almería y después, Granada. Tras talar los bosques malagueños y la
toma de Álora, el siguiente objetivo era la inexpugnable Ronda.
En Granada, ‘El Zagal’ había alcanzado un gran prestigio tras conquistar Almería,
por lo que estaba en disposición de derrocar a su hermano, Abu-l-Hasan. A
mediados de Abril de 1485, los Reyes Católicos pusieron cerco a Cártama y Coín y
tras conquistarlos se volvió hacia Ronda que cayó en mayo de ese mismo año. Como
un castillo de naipes, todo el occidente granadino fue sucumbiendo al avance de los
Reyes Católicos.
El siguiente objetivo de los Reyes Católicos fue Málaga, que fue sitiada desde abril a
septiembre de 1487, fecha en la que finalmente capituló. ‘El Zagal’ tuvo que huir y
refugiarse en Almería, al no poder volver a Granada en poder de Boabdil. En el caso
malagueño no se respetaron las libertades de los vencidos, proclamando la expulsión
de todos ellos.
133
Cuando comenzó el cerco de Málaga, los Reyes Católicos firmaron un nuevo pacto
con Boabdil (el tercero), en el que se deshacía la opción de la creación del señorío, y
prometiendo los Reyes Católicos que se lo entregarían a cambio de Granada una vez
todo el territorio estuviera en manos castellanas. Tras la toma de Málaga se dirigieron
a Almería y Baza, pero ‘El Zagal’ opuso una fuerte resistencia que obligó a los
Reyes Católicos a cambiar de estrategia dirigiéndose al oriente granadino que cayó
con extraordinaria facilidad.
La reacción de los Reyes Católicos fue inmediata. En mayo de 1490 don Fernando
entró en la Vega de Granada destrozando las cosechas. Boabdil intentó aglutinar bajo
su mando a las rendidas tropas de El Zagal y establecer una vía de transporte con
África por donde recibir ayuda, pero fue en vano.
Cataluña tenía dos graves conflictos: la opresión de los campesinos de Cataluña Vella
y la crisis económica de la ciudad de Barcelona, que debido al privilegio otorgado por
Alfonso V ‘El Magnánimo’ se regía por una oligarquía de patricios. El Rey don
Fernando ya tenía constancia de estos problemas desde su primer viaje al territorio
en 1479, por lo que dio su conformidad a las medidas propugnadas por el Consell de
Cent, órgano de gobierno barcelonés, que abogaban por una restitución del
patrimonio a la ciudad y una reforma del General, representación permanente catalán.
134
La crisis, que se extendía por toda la Corona de Aragón, excepto el Reino de
Valencia, había permitido la proliferación del bandolerismo, especialmente en las
tierras altas de Cataluña, por lo que en 1480 se decidió introducir una Hermandad
General al estilo castellano, pero que en Barcelona, debido a la situación deficitaria
era complicada de asentar. Se tomaron medidas impositivas para recortar el déficit,
pero nada podría ser efectivo mientras existieran los remensas, campesinos sujetos a
servidumbre, cuyo único medio de vida estaba en la tierra.
Tras la toma de Málaga, los Reyes Católicos abordaron con firmeza las reformas de
Aragón, formando un Concejo municipal formado por un grupo de adictos que
facilitaron la labor de los monarcas a la hora de implantar su criterio en Aragón. Se
establecieron una Hermandad General y se impuso la Inquisición, situándose la de los
tres Reinos aragoneses junto con la castellana bajo la supervisión de un solo
Inquisidor General. Estas medidas apenas encontraron oposición entre los nobles
aragoneses.
135
5 LA IGLESIA Y EL PROBLEMA RELIGIOSO: LOS CONVERSOS Y EL
ESTABLECIMIENTO DE LA INQUISICIÓN. LA EXPULSIÓN DE LOS
JUDÍOS
Las reformas eclesiásticas realizadas bajo los auspicios de los Reyes Católicos
fueron resultado de un madurado programa, encaminado a sanear la vida espiritual y
liberar al clero de sus excesivos empeños temporales.
Uno de los problemas que existía en España, en materia de religión era la presencia
de los judíos, desde los primeros siglos de nuestra era, si bien su etapa de esplendor
llegó en los siglos XI y XII.
El antisemitismo se incrementó en los últimos años de Enrique IV, por eso en las
Cortes de Madrigal y Toledo se insistió en las normas restrictivas promulgadas con
136
anterioridad, aunque se empezó a sospechar que estas medidas eran insuficientes. En
esos momentos el número de conversos era similar al de judíos y se temía que
aquellos pudieran contagiar de criptojudaísmo a los cristianos con los que trataban,
por lo que las medidas deberían de empezar a aplicarse también a ellos, máxime
cuando pesaban sobre estos grupos acusaciones de prácticas de su antigua fe,
(circuncisión, sabbath, Yon Kippur...), ser gentes codiciosas, apoderarse de los
oficios públicos, etc.
Los Reyes Católicos dispusieron a lo largo de los dos años siguientes un plan de
catequesis y predicación para atraer a los herejes, resultando un verdadero fracaso.
Esto enfureció a los Reyes Católicos, especialmente a Fernando, que decidió pasar a
la acción nombrando a los dos Inquisidores Generales. El Tribunal de la Inquisición
quedó constituido en Castilla el 27 de septiembre de 1480, y su primera sede estuvo
en el Castillo de Triana, en Sevilla, y la primera medida dictada fue la publicación de
tres edictos de gracia. A ellos se acogieron numerosos conversos.
Muy pronto las ejecuciones se contaban por centenares y las penas de prisión por
miles. Los conversos recurrieron a Sixto IV debido a los excesos inquisitoriales lo
que provocó que el Papa revocara la bula del 1 de noviembre de 1478 y sometió a los
inquisidores a la jurisdicción de los obispos, cosa que los Reyes Católicos no estaban
dispuestos a tolerar.
137
La comunidad política se identificó con el credo religiosos que profesaba la mayoría
de la población. Esta unidad de la fe excluía naturalmente la pervivencia de otros
credos diferentes. Admitido esto, la expulsión de los judíos fue una consecuencia
inevitable. Si acaso sorprende lo que se tardó en ejecutar. Las Cortes de Madrigal y
de Toledo ya daban algunas directrices sobre la reubicación y distribución de los
judíos, pero ahora se empezó a aplicar esa norma con más firmeza, primero
obligándoles a vivir recluidos en aljamas, posteriormente prohibiéndoles la residencia
dentro de la influencia de ciertos obispados (Sevilla, Cádiz, Córdoba...).
Los resultados económicos de la expulsión eran evidentes para todos, pero la unidad
de la fe era el objetivo prioritario. El 31 de marzo de 1492, los Reyes Católicos
dictaron, finalmente, la provisión que les concedía a los judíos un plazo de cuatro
meses para salir de sus dominios. El decreto ofrecía la alternativa de abrazar la fe
cristiana, ofrecimiento que fue aceptado por no pocos judíos que recibieron nuevos
nombres y ciertas mercedes. A los que se fueron se les permitió vender sus bienes y
llevar consigo su fortuna, pero en letras de cambio ya que las leyes no permitían sacar
bienes materiales o dinerarios. El éxodo judío se dirigió, principalmente, a Portugal y
de ahí a Berbería.
En 1499 los Reyes Católicos visitaron Granada y quedaron sorprendidos por el aire
musulmán que todavía tenía la ciudad, visible incluso en la vestimenta de los
ciudadanos. Ante esta situación se comisionó a Cisneros para que solucionara el
tema, el cual puso a los musulmanes granadinos ante la misma disyuntiva que a los
judíos: conversión o expulsión.
El programa fue simple, con promesas y halagos, pero mezclado con actuaciones
muy imprudentes, como la conversión en la iglesia de la antigua mezquita del
Albaicín o la quema de libros de materia religiosa.
En Enero de 1500, asesinaron al alguacil que trabajaba para Cisneros y continuó con
un alzamiento de musulmanes y conversos, apoderándose del Albaicín y sitiando a
Cisneros. La represión no fue muy dura y se ofreció el perdón a quienes se
convirtieran.
138
No obstante la revuelta del Albaicín tuvo un eco importante entre la población
musulmana, que se sublevó en la zona de las Alpujarras a donde acudió Gonzalo
Fernández de Córdoba a doblegarla con las tropas que se estaban preparando para
acudir a Nápoles. Las acciones fueron extremadamente violentas. La rebelión llegó a
su fin el 8 de marzo de 1500 y se impusieron condiciones muy duras a los vencidos,
aunque se volvió a ofrecer el perdón a aquellos que se convirtieran. En octubre de ese
año, la revuelta renació, aunque algo más al Sur. Tras la victoria cristiana, se repitió
la misma historia, fuertes mediadas represoras, incluidas las económicas, pero el
perdón absoluto tras la abjuración de la fe musulmana.
EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA
La posesión de las Islas Canarias por parte del Reino de Castilla, confirmada por el
Tratado de Alcaçobas de 1479 con Portugal, era la prueba del interés castellano por el
Atlántico y por la expansión en el continente africano. Pero, por el mismo Tratado, la
expansión en África o la prosecución de la ruta hacia las Indias quedaba reservada al
Reino luso, por lo que el proyecto colombino de seguir la ruta de Occidente hacia las
Indias tuvo buena acogida en la Corte de los Reyes Católicos.
En busca de apoyos reales que sustentasen su proyecto, Colón obtuvo una negativa
del soberano portugués (Juan II), quien prefirió las seguras empresas en curso; otros
Príncipes rechazaron la aventura. Quedaba la Reina Isabel de Castilla, a la que
intentó convencer en 1486. Tras seis años de negociaciones, de dudas, de hábiles
controversias Colón, gracias a la ayuda del valenciano Luis de Santángel, lo
consiguió al día siguiente de la toma de Granada: Los acuerdos de abril de 1492, “Las
Capitulaciones de Santa Fe”, le confirieron privilegios exorbitantes sobre las futuras
139
tierras a descubrir: Almirante, Virrey y beneficiario de un 10% de las posibles
riquezas.
Antes de su muerte, casi en desgracia (1506) Cristóbal Colón realizó otros tres
viajes más, mezclando los primeros pasos de la explotación y la colonización con la
exploración propiamente dicha. En 1493-1494 (su segundo viaje), precisó la
geografía de las Antillas, y en 1498 (tercer viaje) el Almirante tocó las costas de
Venezuela antes de establecerse en Santo Domingo, de donde el Gobernador
Bobadilla le envió como prisionero en 1500 a España, con la supresión de sus
privilegios salvo los títulos de Virrey y Almirante. Finalmente, en 1502-04 bordeó el
istmo americano buscando la ruta de las Indias sin adivinar el descubrimiento de un
mundo nuevo.
Aparte de la polémica que rodea la figura de Colón y sus intenciones cuando preparó
la expedición que habría de llevarle a América, lo que es incuestionable es la
tenacidad, convicción y firmeza con que defendió ante Juan II de Portugal primero,
y los Reyes Católicos, después, la posibilidad de efectuar descubrimientos de tierras
e islas en el Atlántico, navegando rumbo a Occidente
Una vez acabada la magna empresa de la Reconquista, los Reyes Católicos firmaron
las Capitulaciones de Santa Fe con Colón (17-4-1492); en ellas se declaraba el
señorío del Océano por parte de los monarcas, o sea de Canarias hacia Occidente.
Colón reivindicó estos espacios porque, poseedor del secreto de un piloto anónimo,
sabía que había tierras a unas 700-750 leguas al Oeste de la isla canaria de Hierro. En
virtud de ello, los Reyes Católicos le nombraron Virrey y Gobernador.
140
La genialidad de Colón, basada en su fe ciega de llegar a las Indias, no le permitió
percatarse que había llegado a una tierra nueva, cosa que a la altura del tercer viaje ya
se daba por supuesto en la Corte y en los círculos informados. Colón creyó tras su
segundo viaje que había llegado a la puerta de las Indias, que Cuba era tierra firme
asiática y que el descubrimiento de depósitos de perlas cerca de la Isla Margarita era
prueba de la mítica riqueza asiática. Estas falsas creencias fueron el fundamento de su
error, error que fue corregido por la Corona, que rescató de manos de Colón las
facultades de gobernación ante el volumen y total novedad de lo descubierto,
dejándole las facultades de explorador y Almirante. En 1513, finalmente, Núñez de
Balboa atravesó el istmo de Panamá y descubrió el Mar del Sur (Océano Pacífico).
Casi al mismo tiempo que los portugueses alcanzaban las islas de las Especias.
Los españoles colonizaron sobre todo las Antillas a partir de la isla de La Española:
Puerto Rico, Cuba, etc. A su vez Cuba fue la plataforma para conquistar el
Continente por los dos lados: la Florida y la costa mejicana al Norte de Yucatán. Las
otras grandes conquistas y colonizaciones consiguientes fueron la de Méjico y la de
Perú. En poco más de 30 años, los conquistadores habían absorbido las frágiles
civilizaciones indígenas, lo cual les proporciona unos 3 millones de km2. La
expansión de América se asentó en la transmisión de la soberanía del Rey de las
Españas a los Reinos de las Indias, de los cuales el monarca español se consideraba
heredero. La creación de los Virreinatos de Nueva España y del Perú como
delegación suprema del Rey respondió a esta concepción.
141
TEMA XIII: PENSAMIENTO POLITICO Y FORMAS DE GOBIERNO EN
LA BAJA EDAD MEDIA
Desde el siglo VII la humanidad de la Europa Occidental vivió con los parámetros
ideológicos de un sistema social, con evoluciones peculiares según los lugares y las
épocas pero en el mismo sentido, que solo comenzó a transformarse en lo científico,
técnico y filosófico durante el siglo XVII (Revolución Científica) y en lo político en
el siglo XVIII (Revolución Francesa).
Existe una general aceptación de la idea de que el siglo XII representó un profundo
rubicón ideológico para el hombre medieval. A las raíces altomedievales, sustentadas
en sólidos retazos de la tradición romana, en los modos germánicos y en la
omnipresente cultura cristiana, vinieron a sumarse tres fenómenos que alteraron el
mundo de las ideas:
La situación varió con rotundidad durante el siglo XII a causa de los rebrotes del
Estado a partir de robustecimiento de la Monarquía, el resurgir de las ciudades y el
impulso de un espacio urbano con estímulos socioeconómicos e intelectuales al
rusticismo altomedieval, junto con la fundación de las Órdenes Mendicantes y de las
universidades, destinadas ambas, precisamente, a cristianizar y aplicar los saberes
para este espíritu urbano.
El hombre medieval optó por reverdecer los arquetipos del Clasicismo, una
civilización del Principado, del Dominado y de las urbes. No extraña la intensa
actividad que presencia la Cristiandad en la traducción de saberes de origen oriental y
helenístico, sumamente intensa en centros traductores sicilianos y de la Península
Ibérica, hasta originar un impresionante arsenal de conocimientos, en la que
colaboraron intelectuales musulmanes y judíos.
Esta vez la Cristiandad no tenía una finalidad acumulativa sino aplicativa, por esta
razón la traducción era imprescindible para la divulgación y la selección necesaria.
Fueron los preliminares para la asimilación del pensamiento clásico en aras de una
concepción medieval más compleja del mundo. Junto con la traducción de obras
científicas y moralizantes, la voracidad intelectual europea se dirigió a la recepción
compresiva del Derecho Romano y del Aristotelismo.
142
En Derecho, reconocida la función ordenadora del Papado en la Cristiandad, se hizo
imprescindible un corpus sistematizado de las disposiciones pontificas, proyecto al
que se encaminaron en el siglo XII el Decretum de Graciano y las ediciones que
derivan en le Corpus Iuris Canonici, como fundamento del Derecho Canónico.
Paralelamente, la actividad urbana exigió una renovación del Derecho Civil desde la
recuperación de la tradición jurídica romana. Renacía el concepto de poder político
público a través de la recuperación del concepto de res publica. El Derecho Romano,
además, proporcionó una personalidad política de primera magnitud al Príncipe. El
Príncipe poseía la capacidad exclusiva de legislar, podía promulgar la Ley y actuar
con poder absoluto fuera de la ley positiva mediante la lenitud potestatis. Estos
poderes, junto con la superioridad jurisdiccional, ejercicio de la Justicia, Derechos
Económicos (fiscales, emisión de moneda, concesión de licencias económicas) y la
titularidad de bienes públicos (baldíos, montes, aguas, costas, pastos, vías) constituían
las regalías, inherentes a la potestad del Príncipe. Ambos estímulos romanistas
permitirán la constitución de dos polos de poder, el Reino y el Rey.
143
bajomedieval y multiplicó los movimientos heréticos que derivaban en revueltas
sociales.
Este contexto tuvo una importantísima proyección en el mundo de las ideas. La crisis
de la Iglesia evidenciada en el Cisma de Occidente, propulsó un conciliarismo con
amplia repercusión en el pensamiento político y la doctrina de la sana et melior pars
de Marsilio de Padua, frente al orden jerárquico estatuido en las relaciones de poder.
El rampante laicismo habría de suponer el germen del Humanismo.
Impulsada por los primeros proyectos reformadores del siglo XIV, la Teología
bajomedieval adquirió un marcado cariz místico y especulativo. Sin embargo, la
obsesión eclesiológica por defender las tesis hierocracias o conciliaristas la primacía
del Papa o del Concilio, una controversia que dilucidaba la esencia y naturaleza de la
Iglesia, hizo que las doctrinas filosóficas se encastillasen en unas escuelas enzarzadas
en discusiones anecdóticas, hiriendo de muerte la escolástica. Esta vertiente
restauradora del siglo XV no debe ocultar en modo alguno su aspecto mas innovador:
el triunfo del proceso señorializador, coronando la aristocracia como el arquetipo
social e ideológico, particularmente en la Península Ibérica. Es una nobleza basada en
señoríos jurisdiccionales, subrogación de la potestad real generadora de rentas, y en
el Mayorazgo, como instrumento de su institucionalización oligárquica.
144
1.1 EL PENSAMIENTO INTELECTIVO Y LA ESPIRITUALIDAD EN LA BAJA
EDAD MEDIA
Castilla con la ocupación de gran parte del Valle del Guadalquivir tomó la iniciativa.
Fernando III ‘El Santo’ promocionó un esfuerzo traductor enciclopédico. Alfonso
X ‘El Sabio’ impulsó la Escuela de Traductores de Toledo. Se requirió una estrecha
colaboración de traductores científicos judíos y musulmanes, aplicados en la
literatura medieval y la científica, especialmente la Astrología y Astronomía.
Mientras los autores cristianos contribuyeron a la divulgación de la magna obra
aristotélica.
Los traductores judíos eran muy útiles desde la admirable adaptación aristotélica al
judaísmo por Maimónides, pero además se le encargó la traducción al romance de
textos bíblicos, en un intento de hacer más asequible la lectura.
La poderosa acción cultural alfonsí generó una inercia que llegó al reinado de su
sucesor Sancho IV, particularmente en la orientación moralizante. Esta política
cultural castellana tuvo su correlato en Aragón, si bien sin una producción tan extensa
hasta la llegada al poder de Jaime II cuando la colaboración traductora de judíos y
musulmanes se hizo más intensa.
145
Cortes Castellana y Aragonesa, señalaron el fin de la cooperación traductora y de la
tolerancia religiosa.
Esto es, el reconocimiento del otro en oposición a sí propio. Es un proceso que exigió
la tipificación de la espiritualidad cristiana como base para el dominio del otro, no ya
mediante la violencia, sino mediante la evangelización misionera.
1.6 ESPIRITUALIDAD
1.7 EVANGELIZACIÓN
Como modo pacífico de dominio por el convencimiento del otro sobre la propia
superioridad espiritual. Los Reinos hispánicos eran un magnifico laboratorio no sólo
por la coexistencia con judíos y musulmanes en el suelo peninsular, sino por los
planes expansivos de la Corona castellana sobre Marruecos y de la aragonesa sobre
Tremecén y Túnez. La novedad era que, segura ahora la Cristiandad de sus
instrumentos teológicos, la acción militar corría en paralelo a una acción misionera, a
la que se aplicaron las Órdenes Mendicantes. Santo Tomas de Aquino redactó una
Summa contra gentes. Por otro lado, el aprendizaje de las lenguas semíticas para
predicar entre el gran público, en el que destacaron los dominicos, quienes
organizaron studia linguarum para dominar el hebreo y el árabe.
146
La estrategia evangelizadora, sin embargo, fue diferente hacia judíos o musulmanes:
sin organización política los primeros, los mendicantes optaron por la controversia
intelectual. En el Concilio de Zamora (1313) los obispos estipularon que los judíos
subsistían, sin derechos, solo porque en la convivencia con los cristianos podrían
recibir la Gracia de la fe. En una ambiente que preludiaba los pogromos del siglo
XIV, Bernardo Oliver redactó un catecismo para la conversión de los judíos,
mientras el judeoconverso Abner de Burgos, difundía los errores del judaísmo. Se
predicaron los dogmas cristianos, se empeñaba en instaurar una Cristiandad Universal
que acogiese a los cristianos separados de Roma, a judíos y musulmanes.
La Escolástica halló su Siglo de Oro durante la centuria docentista sobre las bases de
tradición platónicas, agustinianas y recientemente la aristotélica, así como sobre la
armonía entre Filosofía y Teología. Este equilibrado entramado comenzó a debilitarse
radicalmente al tiempo que la depresión, el hambre, la guerra y la peste se
enseñorearon de la Cristiandad en el siglo XIV. Sus efectos fueron:
a) Las escuelas.
b) El reformismo trastamarista.
147
partir de las tesis inspiradas en la teoría del Cuerpo Místico de Cristo, cuestionó la
naturaleza de la autoridad eclesiástica, que el enfrentamiento entre el Papa Juan
XXII y el Emperador Luis de Baviera agravó. Ockham, Marsilio de Padua o Juan
de Jandún no dudaron en atacar los cimientos de la hierocracia eclesiástica y la
suprema autoridad pontificia. Eran las bases ideológicas para el Cisma de Occidente,
planteado en 1378. La depresión económica con sus secuelas de cinismo ético,
relativismo de los Sacramentos e inmoralidad del clero, según reflejó el Arcipreste
de Hita en el Libro del Buen Amor, son los hitos de la pavorosa crisis de la Iglesia.
En los Reinos hispánicos no tardó en surgir una sincera aspiración por regenerar la
vida cristiana y reformar la Iglesia, ya que la inmoralidad y el materialismo de sus
clérigos era cotidiano. En 1368 con la revolución de los Trastámara, un ambiente
regeneracionista impregnó las Cortes hispánicas, muy particularmente la de Castilla.
Castilla dibujó una reforma basada en una austeridad rigurosa, una ascética
moralizante y un misticismo contemplativo, que contagió a sus vecinos peninsulares
y determinó la posición religiosa de España cuando llegó la Reforma Protestante.
Las invectivas de Marsilio de Padua y Ockham contra la supremacía del poder del
Papa hallaron desde el principio una evidente reticencia en los Reinos hispánicos
donde se defendió la primacía de la autoridad Papal. Acaecido el Cisma en 1378
surgió toda una pléyade de publicaciones defendiendo el primado pontificio,
alineados a las tesis del Papado de Aviñón.
148
2.1 EL SENEQUISMO
2.2 EL HUMANISMO
149
definidos por los fines de la comunidad: el bien común, defensa de la paz y la Justicia
a partir de la amicitia, un conjunto de vínculos de lealtad y honor que unen a los
miembros de la comunidad; las libertades, expresión de la organización desigual y
jerárquica de la comunidad, sumisión del poder político a la ley divina y natural, pero
no la positiva; la legitimidad del uso de la fuerza en defensa propia. Según la
comunidad política fue definiendo sus caracteres se abrió paso el concepto de
soberanía o superioridad del vínculo que une al individuo con el Príncipe mediante la
lealtad, sobre cualquier otro.
2.5 ELEMENTOS
El Rey
La Administración
150
Como conjunto de órganos institucionales para ejercer poderes pero de forma
indeterminada, transversal (la misma competencia puede ser detentada por varios
titulares) y comunicante entre el Rey y el Reino.
La Ley
El Reino
Desde la recepción del Derecho Romano a principios del siglo XIII hasta la crisis
trastamarista, a mediados del siglo XIV, la realeza se convirtió en el motor
indiscutido hacia el Estado, siguiendo dos modelos distintos:
Castilla y León
151
Las monarquías castellana y leonesa articulaban su poder dentro del orden feudal
sobre un entramado plural de poderes, ordenados según las relaciones
feudovasalláticas. La ocupación del Guadalquivir fortaleció la nobleza, pero también
reforzó el poder regio, acrecido por la unión de Castilla y León. Alfonso X ‘El
Sabio’ buscó perfilarlo en un proyecto inspirado en el Derecho romanista y en el que
la monarquía tuvo la exclusiva potestad legislativa, el ejercicio de la jurisdicción y la
efectividad de la autoridad.
152
En torno al Rey, de forma itinerante, sigue estando la Corte, formada por altos
nobles, miembros de la Familia Real, altos oficiales, jurisperitos y algunos hidalgos.
La Corte aconsejaba al Rey en política y administraba Justicia, sobre todo cuando
Alfonso X estipuló la función de los Alcaldes de Corte, encargados de entender en
los pleitos del Rey y cuyas sentencias podían recurrirse ante los Jueces de Alzada.
Las sentencias de los jueces se despachaba en la Chancillería, órgano de gestión
documental oficial cada vez más experta en normalizar un procedimiento
administrativo.
Existía un Canciller para Castilla y otro para León. Aun con todo, el Rey
administraba directamente Justicia, asistido por unos Consejeros que habrían de
suponer el embrión de la Audiencia, instaurada a finales del reinado de Alfonso XI.
De la Casa del Rey surgieron cargos con competencia pública. Es el caso del
Mayordomo Mayor que se ocupaba de la gestión de los dominios privados de la
Corona.
La comunidad política debe al Rey fidelidad y auxilio. Base de un dialogo para el que
el Reino halló dos espacios: Cortes y Hermandades. Las Cortes tuvieron sus orígenes
en las curias plenas del siglo XII. En ellas se deliberaban asuntos importantes, se
promulgaban leyes, se juraba al heredero y se negociaban privilegios a cambio de
votar subsidios. Las Hermandades Generales surgieron en 1282. Fueron instituciones
espontáneas para la defensa de derechos e intereses de sus miembros, cuando las
autoridades públicas no pudieron ejercer con eficacia sus funciones
Aragón
Durante todo el siglo XIII la Corona experimentó una enorme expansión territorial
que fortaleció igualmente a la realeza y a la nobleza, muy enfrentados por el control
político. La solución se produjo en torno a 1300 cuando Jaime II, en unas Cortes
Generales, reconoció el poder compartido de la Realeza con los grupos dominantes
(nobles, eclesiásticos, oligarcas urbanos) fijando las Cortes como escenario para
dirimir conflictos.
Los Oficiales del Rey eran los encargados de aplicar y desarrollar las facultades
políticas que contemplaba para la realeza la unión personal de estados. La
Chancillería General para la administración general a cuyo frente estaba un Canciller,
cargo desempeñado por un eclesiástico, asistiéndolo un Vicecanciller, también
153
eclesiástico de orden inferior para el trabajo burocrático. Para los asuntos económicos
el Rey nombraba un Tesorero. El Mayordomo y el Senescal gobernaban una multitud
de cargos domésticos menores.
Por contrato feudal, los vasallos del Rey le deben consejo. Esta base asentó la
existencia de un Consejo Real, formado por la aristocracia nobiliar y eclesiástica,
para asesorar sobre distintos problemas del Reino, pero cuando la cuestión era
compleja y precisaba un fundamento legal pasaba a la Curia o Corte. Cuando por la
excepcional amenaza de invasión por parte de Francia los aragoneses impusieron en
1283 a Pedro III el Privilegio General, la Corte se transformó en un órgano del
Reino. Debía reunirse anualmente, lo que llevó a convertirse en una institución
política legislativa. La convocatoria anual la convocaba el Rey. Sus competencias
eran similares a las Cortes Castellanas, pero su injerencia en la administración regia
era mayor y también su poder de coacción por la debilidad económica de la realeza.
Desde mediados del siglo XIV al reinado de los Reyes Católicos presenció una
magna contienda entre nobleza y realeza, cuando triunfó el sistema político dual,
aquel que se organiza en torno a dos núcleos de poder, nobleza y realeza. La realeza,
154
en un estado evolutivo superior de su proyecto, pretendió un régimen que eliminase
las ataduras prácticas a un poder ilimitado en teoría.
La competencia de poderes fue extrema. En teoría, el poder regio era ilimitado sin
ninguna cortapisa pactista y con una innegable y creciente popularidad de la
monarquía como sistema institucional. La revolución trastamarista permitió
fundamentar un firme autoritarismo sobre cuatro pilares:
155
económicos, por lo que optaron por un sistema similar al castellano entronizando a
los Trastámaras. La realeza comenzó una vía hacia el autoritarismo pero a través de
pactos políticos tácticos, golpes de mano desde la Corona y constantes revueltas,
especialmente en Cataluña. La realeza aragonesa tuvo que encauzar el pactismo con
el Reino y desarrollar sus propios mecanismos de autoridad. Como instrumento del
Reino, las Cortes fueron expresión de las resistencias al autoritarismo regio.
156
TEMA XIV: SOCIEDAD Y ECONOMÍA DE LOS REINOS PENINSULARES
EN LA BAJA EDAD MEDIA
En Historia las crisis se explican como épocas de cambio, refiriéndonos a las crisis de
larga duración a cuyo término ha ocurrido la consolidación transformada y renovada
de un sistema social, o se ha cambiado un sistema por otro. La primera variedad es la
más frecuente.
La nueva situación que nació en Occidente en los años sesenta y setenta del siglo XIII
ha sido comprendida por diversos autores como un proceso de “cierre”. Esto se aplica
a un largo periodo de tiempo y a realidades complejas.
Las explicaciones han incorporado mayor carga teórica en algunos casos de tipo
maltusiano en otros de tipo marxista dentro de las reflexiones sobre la transición del
feudalismo al capitalismo, sobre una crisis global del sistema poniendo el acento en
las relaciones sociales establecidas a partir de la economía campesina, porque fue en
el mundo rural donde se dio el enfrentamiento entre campesinos y señores.
157
1284). La epidemia de 1348, las guerras y perturbaciones convirtieron la crisis en
catástrofe.
2. LA POBLACIÓN Y SU REPARTO
Se estima que Cataluña pudo superar el medio millón de habitantes pero que en 1358
había descendido a 425.000. La perdida continuó y en 1497 tendría unos 300.000. El
Reino de Aragón tendría unos 200.000 a comienzos del siglo XV y 250.000 en 1495.
En Valencia muchas zonas rurales continuaron perdiendo población y se estima una
población de unos 250.000 a finales del siglo XV. En la Corona de Castilla no hay
padrones antes de 1528-1534, aunque hay alguno de ámbito local. El investigador ha
de apelar a indicadores indirectos. Había unos 4 millones alrededor de 1500 y otros
250.000 en el Reino de Granada.
La distribución del poblamiento rural y urbano se modificó en los siglos XIV y XV.
En las áreas rurales el fenómeno de los despoblados no obedecía sólo a las
mortandades provocadas por las epidemias sino también a la reconversión de las
tierras agrarias, al éxodo a las ciudades o a la concentración en menor número de
núcleos por motivos de racionalidad económica. La política repobladora de muchos
nobles se llevó a cabo en sus señoríos en el siglo XV a costa de lugares próximos de
realengo, aunque las nuevas poblaciones también se dieron en realengo que
compensaron en algunas regiones el fenómeno de los despoblados.
158
La crisis produjo despoblados, mortandad, descenso de la demanda, abandono de
tierras cultivadas, ascensos de salarios y costos debido a la escasez de la mano de
obra. En el siglo XV hubo una tendencia hacia la reducción de las rentas agrarias y
los titulares buscaron nuevas formas de relación laboral en medio de tensiones
sociales: cesión de usufructo con plazos más cortos y cuando fue posible se ejercieron
derechos jurisdiccionales para obtener más ingresos. Cuando cambió la tendencia en
el siglo XV y empezaron a haber noticias de roturaciones y puesta en explotación de
tierras. Invertir en la tierra volvió a ser un buen negocio. Y la tendencia a la
concentración de la propiedad es un indicador de consolidación de la aristocracia. En
algunas partes se observan pleitos entre propietarios y jornaleros (solariegos y
hombres de behetría, pageses de remença o las revueltas de los irmandiños gallegos).
Ya no se cultiva sólo en función del consumo local sino pensando en formas más
beneficiosas de comercialización en los mercados urbanos o exteriores, lo que
estimulaba tendencias de especialización de cultivos. Se invirtió en actividades
agrarias a través de préstamos a largo plazo e incluso de anticipos sobre las cosechas.
Por el mismo motivo aumentaron las explotaciones ganaderas y el comercio de sus
productos.
Los progresos en las técnicas de navegación y dominio del mar permitieron mejor
aprovechamientos de los recursos pesqueros y una expansión del consumo incluso en
el interior en forma de pescado seco o salado.
159
actividad corría a cargo del poder municipal, herencia de la organización andalusí.
Aunque en algunos oficios ya se organizaron con formas propias, siguiendo modelos
propios del mundo europeo. Cada corporación artesanal autónoma para fijar aspectos
de disciplina común y resolución de litigios profesionales entre maestros asociados,
titulares de talleres.
Del comercio con el Magreb se obtenía un saldo positivo procediendo de allí cueros,
cera o esclavos. De Sicilia se obtenía trigo, aunque el grueso de las importaciones
catalanas lo constituían las especias. Los aragoneses llegaron a tener un alojamiento
propio o fondaco en Alejandría.
Hacia 1440 el comercio italiano y de Levante representaba la mitad del realizado por
los comerciantes catalanes. También había tráfico hacia o desde otras tierras de la
Península Ibérica ya que precisaban productos agrarios y materias primas. También
estuvieron presentes en Brujas y Londres.
La expansión del comercio castellano era ya notable a mediados del siglo XIII, se
había consolidado con los primeros Trastámara, llegando su mejor momento a
mediados del siglo XV. Las distintas zonas fueron integrando sus actividades
mediante la formación de redes de rutas terrestres y el uso de ferias. El contacto entre
160
las distintas fachadas litorales facilitó el avituallamiento de productos alimenticios. El
comercio entre Reinos fronterizos fue intenso como así lo muestran las aduanas
cobradas.
El comercio castellano con la zona del Mar del Norte alcanzó en el siglo XV-XVI su
apogeo y estuvo casi por completo en manos de nacionales. Los marineros
castellanos y vascos transportaban casi siempre lana y metales de hierro y traían
pañería flamenca y manufacturas de metal. También hacían escalas en sus viajes
transportando productos ajenos de un punto a otro. Flandes era el término principal
de aquellos viajes, en especial Brujas y a finales del siglo XV Amberes. Las costas
andaluzas conocieron en el siglo XV un tiempo de esplendor mercantil ya que su
posición de cruce de rutas hacía que recalasen numerosos barcos de diversos países
para avituallarse. Ofrecían una amplia gama de productos africanos. De entre los
mercaderes extranjeros destacaron los genoveses que tuvieron colonia fija en Sevilla.
En este grupo no sólo se integraba la nobleza de sangre sino otras personas que
compartían privilegios y características propias del estamento. Era el caso de muchos
caballeros de Castilla.
161
El linaje y clientela en torno suyo era una red de solidaridades que incluía a
miembros de la misma sangre, a criados y vasallos en torno a la autoridad del
pariente mayor. Se daban bandos que luchaban por el poder de base familiar.
La media y baja nobleza, junto a los caballeros dominaban el poder en las ciudades y
las villas. A través de ellos se articulaba la acción política de los Reyes, defendiendo
los ideales de vida nobiliarios. Se estima que un 10% de la población eran hidalgos.
Las regiones del norte tenían mayor número de pequeños nobles e hidalgos.
Ciudades y villas eran jurídicamente diferentes, muchas tenían sujetas a ellas alfoces
y tierras rurales, en las que se alzaban aldeas y pueblos. La ciudad no era una isla
separada totalmente del campo y en ella vivían grupos dedicados a actividades
agrarias y aristócratas cuyas rentas procedían del campo.
Pero las sociedades urbanas tenían sus propias características: dedicación económica
a la artesanía, el comercio y los servicios en espacios reducidos; mayor peso de la
riqueza mueble y de las profesiones en los fenómenos de estratificación social;
situaciones de marginalidad más variadas y frecuentes.
Solo un 3% de los vecinos formaba parte de las élites urbanas, eran los llamados
caballeros y hombres buenos en Castilla o ciudadanos honrados en la Corona de
Aragón. En torno al 25% disponía de un nivel medio de riqueza y disponía de una
profesión sólida. El resto del 70% eran artesanos, comerciantes y asalariados en
situación de empleo estable pero sin capacidad de ahorro. Por debajo de ellos estaban
los que vivían en casa de otros o estaban en los grupos marginales. En la ciudad
también habitaba el clero, las minorías judías y musulmanas súbditas del Rey.
La cúspide de las sociedades urbanas estaba formada por aquellas élites dueñas de
casi todo el poder político, de privilegios jurídicos y exenciones de impuestos que se
asemejaban a la pequeña nobleza, sobre todo en Castilla. En la Corona de Aragón la
nobleza había conservado formas de vida rural incluso cuando vivía en las ciudades,
los patriciados urbanos y los mercaderes principales tenían un tren de vida
aristocrático y procuraban asimilarse a la nobleza, adquiriendo incluso la condición
162
de rentistas. El resto del vecindario lo formaba el común de la población, sin ningún
tipo de privilegios salvo alguno a título personal y transitorio. En Castilla tenían una
participación limitada en él pero en Aragón estaban sujetos a las directrices de los
señores de la tierra. La toma de conciencia aumentó desde mediados del siglo XV,
estando presente en la lucha de partidos como la “Biga y la Busca” en Barcelona.
Desembocó en las revueltas castellana de las comunidades o valenciana de las
germanías.
Ni siquiera los campesinos privilegiados jurídicamente del Norte tenían una buena
posición económica. Muchos hidalgos de las zonas cantábricas vivían en condiciones
precarias. La situación era peor para los campesinos no propietarios: la depresión
había acentuado la situación de merma de libertades. Las revueltas de campesinos
fueron su consecuencia. En las tensiones sociales no faltaron episodios de violencia
ni abusos señoriales. Pero lo común era la situación de avenencia y la resolución de
problemas por la vía judicial.
Buena parte de las tensiones sociales se descargaron sobre las minorías no cristianas.
Los musulmanes no sufrieron violencia, salvo en Valencia, pero sí formas sociales de
depresión, la salida fue su conversión.
163
4.3 EL PROCESO DE SEÑORIALIZACIÓN Y LAS REVUELTAS POPULARES
EN CASTILLA.
Las luchas políticas generaron o agravaron otros problemas sociales, como violencias
señoriales, las resistencias que desencadenaron, tensiones contra judíos y conversos,
etc.
Las causas de las violencias señoriales eran: las usurpaciones de las rentas reales y las
apropiaciones de jurisdicciones pertenecientes a ciudades y villas del patrimonio real.
Las tomas de rentas eran muy difíciles de resolver en tiempo de guerra. El problema
consistía en que algunos particulares se apropiaban de tributos que en derecho
pertenecían a la Hacienda Real a cuenta de sueldos pendientes. Lo preocupante era
que la Corona lo permitía.
Las tomas y usurpaciones demuestran que las rentas ordinarias estaban gran parte
enajenadas en manos de terceras personas. También era un problema para la
Hacienda los juros que gravaban estas rentas llegándose al caso de que ninguno de
los propietarios de un juro pudiese cobrar lo que por derecho le pertenecía ya que
había una larga lista de espera.
Ante estas corrupciones abundaron las noticias de reacciones de villas y lugares que
se negaban a la llegada de un nuevo señor, como el caso de Fuenteovejuna en 1476.
Pero por encima de las reacciones locales surgió la respuesta colectiva a través de las
Hermandades. Siguiendo las instrucciones del Rey muchos Concejos castellanos se
hermanaron durante la guerra civil para defender la causa de Enrique IV y evitar la
violencia privada. En zonas alejadas como Galicia la Hermandad desencadenó un
problema de violencia social con enormes consecuencias (revuelta de los irmandiños
1467-1469). Durante un año los nobles vieron atacadas sus fortalezas por un grupo de
Hermandades dirigidas por miembros segundones de las familias nobles. Solo la
reacción concentrada de los principales linajes fue capaz de derrotar el movimiento.
164
Los problemas de convivencia entre cristianos viejos y nuevos provocaron nuevas
dosis de violencia. También las alteraciones monetarias provocaron
desabastecimientos, acaparamiento de bienes y subidas bruscas de precios, con
consecuencias terribles para las capas más humilde de población.
Para la recuperación de Aragón bastaba con restablecer el orden y reducir los gastos,
no ocurría lo mismo en Cataluña. Sobre todo en Barcelona donde faltaban los
recursos precisos para superar el déficit. En las Cortes de Barcelona de 1481 se
tomaron alguna tímidas medidas. El Conseller en cap de aquel año definió un
programa de tres puntos aceptado por los Reyes Católicos: la amortización de
censales, la reducción del salario de los oficiales del Consell de Cent y el
establecimiento de una contribución al clero hasta entonces exento de cargas. El
conseller en cap de 1483 convirtió este programa en un plan más detallado en el que
se incorporaron la contribución de las localidades del término de la ciudad y el
restablecimiento del antiguo impuesto sobre la carne y el vino.
165
TEMA XV: IGLESIA Y CULTURA EN LA BAJA EDAD MEDIA
Con la creación de la Inquisición las protestas contra sus abusos no tardaron en llegar
a Roma. Sixto IV censuró en 1482 el rigor de las sentencias, las irregularidades
procesales y el expolio de los bienes confiscados, pero no se atrevió a destituir a los
Inquisidores; de hecho, autorizó a los Reyes para nombrar otros siete Inquisidores
para el resto del territorio castellano: entre ellos aparece el nombre de Torquemada.
El Papa insistía en garantizar las apelaciones de los procesados tanto al ordinario
como a la Curia Romana; probablemente intuía que el problema entre cristianos
viejos y nuevos se estaba deslizando hacia una cuestión de linaje o de sangre, sin
mayor relación con la cuestión esencial de las cualidades religiosas o morales de cada
individuo.
Durante aquellos años de máximo poder, Torquemada desarrolló una intensa labor
organizativa; llegó a elaborar un total de cinco Instrucciones Generales, nombró
Inquisidores, creó nuevos Tribunales y preparó los recursos para el sostenimiento de
la institución. La primera Instrucción General data de 1484. Se redactó en Sevilla
durante una reunión a la que asistieron —además de los Reyes y del propio
Torquemada— los Inquisidores de los cuatro Tribunales que ya venían funcionando
en los dos últimos años (Sevilla, Córdoba, Ciudad Real y Jaén). Desde ese momento
se detecta un rasgo importante que determinará el futuro de la institución: las
decisiones se toman de manera colegiada, con lo que se camina hacia la formación de
166
un consejo especializado. Este modus operandi encajaba con el sistema polisinodial
creado por Isabel y Fernando. Parece que el origen inmediato del Consejo de
Inquisición se remonta a la reunión de Valladolid de 1488, cuando se elaboró la
tercera Instrucción.
En todo este caos político tiene un sitio importante la Literatura, ya que a estos nobles
algo anárquicos, inquietos y turbulentos, les gusta rodearse de escritores y artistas en
la Corte o en sus reuniones privadas. La influencia literaria francesa se fue
abandonando poco a poco y sustituyéndose por las nuevas corrientes culturales
provenientes de Italia y la cultura greco-latina. La Literatura italiana provoca ese
descubrimiento de las culturas antiguas, y figuras como las de los escritores italianos
de los siglos XIII y XIV -Dante, Petrarca y Boccacio- pasaron a ser ídolos para los
escritores españoles del siglo XV.
Este desfase de casi dos siglos con Italia en las referencias literarias, no impide un
cambio realmente profundo en nuestras formas literarias, dando a luz obras con una
elegancia, sutileza y preciosismo irreconocible en siglos anteriores, pero algo exentas
de sentimiento y mensaje; en un ambiente refinado que tacha la Literatura antecesora
de la Edad Media de tosca y tradicional, y que se apunta a las nuevas corrientes
culturales hasta el punto de que el castellano comienza a ser invadido por multitud de
términos latinos e italianos.
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En el siglo XV se pueden distinguir tres periodos literarios: la Corte de Juan II,
donde fundamentalmente se da todo el proceso antes expuesto y aparecen figuras
como las del Marqués de Santillana y Juan de Mena; el reinado de Enrique IV,
con la figura de Jorge Manrique y el desarrollo de la literatura satírica; y el reinado
de los Reyes Católicos, con la intensificación de las relaciones con Italia y la llegada
de grandes humanistas a nuestro país.
168
3.2 LA FÍSICA DE LA SALUD
La Medicina era una de las disciplinas más desarrolladas entre los judíos y
musulmanes, no tuvo un tratamiento destacado en los Reinos hispánicos. La
producción médica hispánica fue extracadémica y sus textos en castellano denotaron
un marcado carácter práctico de caso y sin grandes disquisiciones epistemológicas.
En los Reinos hispánicos los mudéjares fueron desapareciendo con rapidez y sus
potenciales intelectuales por ser reducidos a servidumbre, alejados de los centros
educativos y desarbolados de referentes intelectuales por el rápido exilio de los sabios
de esta comunidad. Muy diferente en cambio, fue la situación de los estudios judíos
en Medicina, cuyo cultivo intelectual se asentaba en su propia tradición racionalista
en el análisis de las cuestiones naturales, así como sobre un dominio experto del
árabe, que les permitió conocer las fuentes y numerosos tratados del galenismo árabe.
La actividad médica cristiana será práctica.
3.3 EL DERECHO
Durante los siglos XIV y XV, los canonistas hispanos se ocuparon de la primacía del
Pontífice sobre el Concilio y el Emperador, siendo su centro de acción Bolonia.
169
francesas se esforzó por preservar su identidad mediante la codificación altomedieval
de sus costumbres hasta editar el Fuero General de Navarro a mediados del siglo
XIII. Aragón gestó su Derecho desarrollando el Fuero de Francos concedido en Jaca
en 1063.
La cultural medieval había tenido una vocación de analfabetismo textual, con una
cultura de oralidad, en la que la escritura tenía una función de conservación para un
saber clásico considerado permanente e insuperable. La alfabetización y divulgación
de saberes se destinó a la minoría de los copistas en los scriptoria y a los iniciados
formados para su correcta comprensión y versión al pensamiento cristiano.
Este ambiente escolar urbano fue el marco originario de las universidades a finales
del siglo XII y durante el siglo XIII, cuando se constituyó una corporación de
maestros y alumnos (universitas), sancionada por una autoridad civil o eclesiástica
para el libramiento de la licentia docendi. La fundación concreta obedeció a tres
modelos: institucionalización y reglamentación de escuelas monásticas o
conventuales existentes; por secesión, debido a controversias de principios entre
grupos de maestros, durante las que un grupo abandona el Estudio General para
fundar otro; por iniciativa civil o eclesiástica para reanimar la vida urbana de una
ciudad en declive. Esta institución de enseñanza superior recibía el nombre de
Estudio General, reservando el nombre de universidad para el gremio escolar
formado por maestros y discípulos.
El Maestrescuela elegido por el monarca, contrataba a los maestros, daban con becas
a los estudiantes pobres, administraba las rentas y diseñaba programas de estudio
pero además confería la licentia docendi, que suponía la autorización para enseñar,
verdadera razón del Estudio General. La licencia comenzó a ser regulada por el Papa
Alejandro III en el III concilio de Letrán en 1179, determinado su carácter gratuito y
su concesión por los maestros, correspondiendo la Maestrescuela solo su sanción. El
170
sostén económico universitario, por lo demás, fueron las tasas y beneficios
eclesiásticos, junto con alguna rara donación regia.
El latín era la lengua vehicular de la enseñanza superior, por lo que para acceder a
ella había que tener un dominio experto de la gramática latina.
4. HUMANISMO Y RENACIMIENTO
Entre 1350 y 1550 la sociedad europea occidental conoció y vivió una auténtica
revolución espiritual; una profunda transformación del conjunto de los valores
económicos, políticos, sociales, filosóficos, religiosos y estéticos que habían
constituido la vieja civilización medieval, aquella que había sido definida, con un
cierto desprecio, como la Edad de las Tinieblas. Según Burckhardt: el Renacimiento
es una época de ruptura con el oscurantismo medieval, un período de renovación del
arte y de las letras, de recuperación y de acercamiento a los clásicos, de restauración
de la antigüedad, de un uso novedoso de la razón en todos los campos del saber.
171
Asimismo, el período se caracteriza por la aparición de un fuerte proceso de
secularización de la vida política y por la presencia de una escuela de pensamiento
nueva, el Humanismo. El término Renacimiento adquirió su sentido actual hacia 1860
cuando J. Burckhardt publicó “La civilización del Renacimiento en Italia”.
4.1 HUMANISMO
172
5. Tuvo un carácter literario.
6. Rechazaba la visión teocrática del Medioevo, defendía una concepción
antropocéntrica del Universo.
7. Era la permanente búsqueda de un ideal de equilibrio y armonía.
8. Se inclinó hacia las escuelas neoplatónicas cristianas.
9. Su finalidad era un nuevo examen del hombre y su mundo, tomando como
maestros y ejemplo los autores clásicos.
10. El hombre y la naturaleza se convirtieron en los dos polos de la cultura y de
la vida renacentista.
Gracias a las nuevas tendencias surgieron importantes adelantos. Uno de los más
relevantes fue la invención de la imprenta por el alemán Johanes Gutemberg,
alrededor del año 1450. Después de arduos años de trabajo, logró crear letras
metálicas que podían ser colocadas una al lado de la otra para luego entintarlas y así
imprimir muchas copias de un texto. También, la imprenta permitió la rápida
divulgación de los escritos de Lutero y de las protestantes.
4.2 RENACIMIENTO
Es ante todo un espíritu que transforma no solo las artes, sino también las ciencias,
las letras y formas de pensamiento.
En líneas generales se puede considerar el arte renacentista como una exaltación del
hombre y del mundo, los dos ejes guiaban el pensamiento humanista de la época.
El renacimiento tuvo su origen en Italia en los siglos XIV y XV, llegando a su apogeo
al iniciarse el siglo XVI. De Italia se extendió lentamente por Europa excepto Rusia.
A lo largo de los cincuenta años que van desde 1520 a 1570, discurrió la madura
plenitud del Renacimiento y también se percibe su ocaso. La recepción de los gustos
italianos se generalizó, los grandes maestros surgieron ya no sólo en Italia, sino en
todo el ámbito de las monarquías occidentales.
173
civiles de la segunda mitad de quinientos. Además en los países protestantes su credo
iconoclasta suprimió la ocasión de ejercitar el mecenazgo.
El Renacimiento nació en Italia, y suele dividirse en tres etapas con los términos
italianos trescento (siglo XIV), Quattrocento (siglo XV) y Cinquecento (siglo XVI).
Los artistas renacentistas concebían sus obras según los modelos de la Antigüedad
Clásica, con cierta idealización. Belleza y armonía conjunta se convertían en un valor
que debía representar las reglas naturales: el principio del orden divino sobre las
cosas.
Se estableció un modelo de belleza para las proporciones ideales del cuerpo humano
y se clasificaron los estilos clásicos en diferentes tipos. Estas adopciones sentaron las
bases de un arte más científico, caracterizado por la luminosidad y el equilibrio. El
estudio de las leyes de la óptica dio como resultado la perspectiva central, que desde
entonces y durante más de 500 años ha dominado en pintura y escultura.
Durante el Renacimiento también cambió la condición del artista, que dejó de ser un
artesano insertado en un gremio. Los principales artistas fueron acogidos por las
clases altas y surgió el concepto de artista en el sentido moderno, libre y entregado
conscientemente a la expresión de sus actitudes personales y puntos de vista propios.
En conclusión:
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7. Todo esto fue inspirado en la Cultura Clásica (Greco Romana).
8. Su máxima expresión se manifestó en las artes plásticas así como en las
letras.
9. Predomino el espíritu creador.
175
del Renacimiento, sino que debe interpretarse como la expresión de la necesidad de
unidad ante las cambiantes circunstancias económicas e históricas. En este sentido, la
defensa del absolutismo político es una consecuencia de la creencia de que sólo un
poder centralizado, fuerte y sin apenas limitaciones, es capaz de controlar las fuerzas
que tienden a la “disolución” de la sociedad.
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de fuerza y tesón, además de intuición para sortear los obstáculos que se le presente y
una carencia total de escrúpulos. Ha de ser además capaz de actuar según los cambios
momentáneos, buscando apoyos o forzando traiciones según las circunstancias. En
consecuencia, el político no debe poseer virtud alguna, pero ha de estar en
condiciones de simular poseerlas todas, lo que supone actuar con absoluta
indiferencia ante el bien y el mal (amoral) con absoluto despotismo.
Bajo la influencia platónica (de la “República”) escribió una novela filosófica que
describe un Estado Ideal en la Isla de Utopía, teniendo como fondo una idealización
de la vida moral de su época y, al mismo tiempo, una crítica de las condiciones
sociales y económicas. Aunque desconocía “El Príncipe” su obra iba dirigida contra
el ideal del gobierno despótico defendido por Maquiavelo. Igualmente se opone a la
explotación comercial.
En su novela nos presenta una sociedad agrícola, en contraste con una sociedad
adquisitiva, cuya unidad central es la familia. No existe propiedad privada ni el
dinero es el medio de intercambio. Los medios de vida están asegurados para todos,
en vistas a la creación de tiempo libre que se emplearía en objetivos culturales. La
libertad y la tolerancia religiosa, dentro del respeto de la religión natural, son las
piedras angulares de la vida en Utopía, en la creencia de que la vida política y la
moral no podrían ser disociadas.
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