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“El día que Dios corrió”

A) Muy buenos días amada Familia! Espero que hayan pasado una feliz
noche y hayan tenido un sueño reparador… Vamos con un pequeño
devocional en este inicio de semana, titulado ““El día que Dios corrió”

B) Hola, buenos días! Saludos fraternos y bendiciones a todos mis


hermanos y amigos, que me escuchan en esta nueva oportunidad. Soy
Redy Portillo, Anciano de la Iglesia Filadelfia, de Maracaibo, Venezuela.
Vamos con un pequeño devocional en esta fin de semana, titulado “El día
que Dios corrió”

Como texto bíblico para este devocional, leeré para Uds. Lucas 15:22: “Pero
el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un
anillo en su mano, y calzado en sus pies”.

Si tú eres un creyente o has leído un poco los evangelios, probablemente estés


familiarizado con la conmovedora historia del Hijo Pródigo que Jesús
compartió. ¿Quién crees que representa el padre en esta historia? Al padre de
Jesús en el cielo, por supuesto. Jesús nos estaba dando un retrato de Su Padre,
quien también es nuestro Padre.

En la historia, el padre fue visto corriendo hacia su hijo, que estaba regresando
a casa; eso lo encontramos dos versículos antes de este texto, en el versículo
20 de Lucas 15. ¿Te has dado cuenta de que nunca se describe a Dios con
prisa en la Biblia? Él siempre está calmado y sereno. La única vez que se lo
retrata con prisa es en esta historia. Aunque era impropio en la cultura judía, el
padre se levantó su túnica y corrió. ¿A dónde estaba corriendo? ¿Por qué
estaba tan apurado?

¿Por qué era impropio en la cultura judía que ese padre corrió hacia su hijo?
Porque ese hijo, según la Ley de Moisés, por su desobediencia y rebeldía,
merecía ser lapidado, apedreado.
Deut.1:18-21: Si alguno tuviere un hijo contumaz y rebelde, que no
obedeciere a la voz de su padre ni a la voz de su madre, y habiéndole
castigado, no les obedeciere; entonces lo tomarán su padre y su madre, y lo
sacarán ante los ancianos de su ciudad, y a la puerta del lugar donde viva; y
dirán a los ancianos de la ciudad: Este nuestro hijo es contumaz y rebelde,
no obedece a nuestra voz; es glotón y borracho. Entonces todos los hombres
de su ciudad lo apedrearán, y morirá; así quitarás el mal de en medio de ti,
y todo Israel oirá, y temerá.
Esa es la reacción a la cual estaban acostumbrados los judíos en los tiempos de
Jesús; no se admitía ningún hijo rebelde. Así de exigente es la Ley de Moisés;
por ello, si queremos vivir según las obras de la Ley, tenemos que cumplir
TODOS los requerimientos de ésta sino caemos bajo maldición. Stg.2:10-11:
“Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto,
se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio,
también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero
matas, ya te has hecho transgresor de la ley”. Ver también Gál.3:10 y Deut.
27:26

Jesús no sólo estaba destacando y priorizando el amor del padre por su hijo.
Jesús quería que entendiéramos que en la nueva era o dispensación que él
estaba inaugurando, en la Gracia, la misericordia triunfa sobre el juicio.

El padre tenía prisa porque había visto a su hijo, que todavía estaba lejos
de casa. Estaba corriendo hacia su hijo ya que no podía esperar para abrazar y
besar a su hijo otra vez. “Por definición”, quienes somos padres siempre
amamos y amaremos incondicionalmente a nuestros hijos; incluso, aunque
crezcan y sean hombres y mujeres. Siempre aceptamos a nuestros hijos con
sus cualidades y defectos, sus luces y sus sombras. Estamos dispuestos a
aceptarles y tolerarles muchísimas cosas, porque son nuestros hijos. Así como
el padre o la madre montan guardia esperando al hijo que tarda en llegar en la
madrugada, así nuestro Padre celestial está pendiente y ansioso por vernos
regresar a él.

El padre tenía prisa por cubrir a su hijo con la mejor túnica. Aunque hay
sus excepciones, en líneas generales, ningún padre o madre quiere ver a sus
hijos desnudos ni desvalidos, mucho menos en la indigencia. De igual modo,
Dios no quiere vernos desnudos; cuando Adán cometió su alta traición, Dios
le cubrió con pieles de animales para tapar su desnudez, la cual se había
convertido en su vergüenza.

De igual modo, nosotros como padres estamos dispuestos a perdonarles


cualquier cosa, incluso, aunque ellos nos hayan fallado ya nosotros les
habremos perdonado antes que nos pidan perdón. El amor de padre o madre es
así de incondicional; y, si esto es así en nosotros los hombres y seres humanos,
¿cuánto más nuestro Padre celestial que es amoroso y no quiere que ninguno
perezca sino que todos procedan al arrepentimiento?

Por ello, el padre de la parábola narrada por Jesús puso sobre su hijo “la mejor
túnica”, simbolizando el deseo de nuestro Padre celestial de cubrir nuestros
errores pero con la mejor túnica: la túnica de su justicia, sobre nosotros.
Muchos piensan que al hablar de JUSTICIA estamos hablando de hacer
cumplir la ley o hacer cosas correctas, justas y equitativas. Pero, en el NT la
Justicia no se refiere a cosas que nosotros debamos “hacer”, ni se refiere a
nuestro desempeño, sino que el NT muestra la JUSTICIA como un regalo
(Rom.5:17), e implica el perdón incondicional de nuestros pecados, con lo
cual alcanzamos vida eterna. Por ello, al darnos la túnica de la Justicia, el
Padre nos ha reinstalado como sus hijos, hijos del Dios Altísimo, una posición
que habíamos perdido cuando Adán cayó.

El padre tenía prisa por poner un anillo en la mano de su hijo. Al igual


que la autoridad que está investida en el anillo de sellar del hijo de un hombre
rico, nuestro Padre está ansioso por devolver a nuestras manos la autoridad de
invocar Su nombre, para que podamos caminar en dominio, autoridad y poder
todos los días. Dios siempre quiere reivindicarnos a nuestra posición de
autoridad.

El padre tenía prisa por ponerle sandalias a los pies de su hijo para
asegurarle que todavía era su hijo; solo los esclavos y quienes conformaban la
servidumbre andaban descalzos. Nuestro Padre nunca quiere que nos sintamos
como siervos, asalariados o parias; como excluidos. Quienes hayamos
recibido a Jesús en nuestro corazón, hemos sido adoptados como hijos del
Dios amoroso y Altísimo; por ello, siempre somos y seremos Sus hijos.

Amado, si el Padre aparenta tener prisa, ¡es solo porque tiene prisa de
asegurarte tu posición como Su precioso y amado hijo!

Amado, si el Padre aparenta tener prisa, ¡es solo porque tiene prisa de darnos
su gracia, su favor y un trato preferencial!
Amado, si el Padre aparenta tener prisa, ¡es solo porque tiene prisa de
guardarnos de todo peligro de muerte, de todo accidente y enfermedad!

Amado, si el Padre aparenta tener prisa, ¡es solo porque tiene prisa de
satisfacer nuestras necesidades materiales!

Amado, si el Padre aparenta tener prisa, ¡es solo porque tiene prisa de darnos
su autoridad, poder y dominio para reinar sobre nuestros impulsos carnales
y humanos que no nos dejan avanzar espiritualmente y en cumplir su
propósito!

¡Gloria sea al nombre de Dios¡

Querido amigo que me has escuchado, finalmente, déjame decirte ALGO


IMPORTANTE: La Biblia nos enseña que Dios ama a TODA la humanidad;
y,
aunque somos pecadores Dios proveyó a su Hijo Jesucristo quien estuvo en
esta tierra y fue sacrificado en una cruz por nuestros pecados y los de todo el
mundo, para garantizar nuestro perdón y salvación. Pero esa Salvación sólo se
hace efectiva cuando personalmente invitas a Jesús a entrar en tu corazón. Por
ello, si quieres recibir a Jesucristo como Salvador y como Señor de tu
vida, repite conmigo esta oración: Padre celestial, gracias por tu amor y
porque enviaste a tu hijo Jesús a morir por mi en una cruz; HOY te pido me
perdones de todos mis pecados; deseo recibir a tu hijo Jesucristo en mi
corazón como Señor y Salvador. Yo creo que él murió pero resucitó de entre
los muertos y viene otra vez. Hoy te recibo por padre, recíbeme tú por hijo.
En el nombre de Jesucristo, tu hijo amado… Amén!

También quisiera orar por ti amado hermano; SI A LO MEJOR ESTÁS


DEBILITADO EN LA FE, TEMEROSO, CON DUDAS E
INCERTIDUMBRES, TE INVITO A QUE NOS PONGAMOS EN MANOS
DE DIOS Y BUSQUEMOS SU ROSTRO EN ORACIÓN, para que nos cubra
con su manto y nos preserve de todo mal, tal como Él lo ha prometido:
Padre Celestial, gracias por esta palabr
a hermosa que hemos recibido en esta oportunidad. Gracias porque…
- Nos amas y estás dispuesto, a sustentarnos y protegernos
- Ayúdanos a conducirnos
- sabiamente y en respeto reverencial mientras estamos en esta tierra
- Guárdanos de caer o de debilitarnos en la fe, y si caemos, levanta
- nos
- Danos sabiduría para tomar decisiones correctas
- Guárdanos de todo mal y del malo.

En el nombre de Jesús, Amén!

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