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ESCUELA NORMAL SUPERIOR DE CALDAS

PERSPECTIVA DEL QUEBRANTO FAMILIAR

JOAN SEBASTIAN HENAO RAMIREZ


PFC II SEM

MANIZALES, CALDAS
La transvaloración de los valores familiares: la unificación en declive

La contemporaneidad es un fragmento de nuestro tiempo que se ha tornado una totalidad

invariable, la falacia del progreso en la cual se contiene una gran multiplicidad de

apreciaciones que consternan a unos pero justifican el determinismo de otros es quizá lo

que reduce al relativismo a lo que nosotros tomamos como los valores tradicionales de las

familias. La temática del breviario que se desarrollará a continuación girará en torno a una

deconstrucción superficial (en términos de las consideraciones teóricas que brindan sus

reflexiones de lo que conforman los cimientos de nuestro tiempo) de lo que ha sido quizá el

pilar fundamental de la sociedad primera dada en la familia y esta se da en la justificación

de los valores tradicionales como razón primera que está detrás de la conformación de las

familias y su posterior acto dialectico dado en el pensamiento de las liberaciones y las

causas post-modernas que opacan contundentemente la conformación e ideales de quien

fuese la célula, la génesis dada para el origen de nuestra sociedad y que a su vez posibilita

su movimiento.

Nietzsche a finales del siglo XIX se proponía un proyecto que traslucía un ideal quizá

proveniente de un subjetivismo corroído y utópico pero tomado desde una razón posible

dadas en el universal de los imperativos sin desquebrajar prototipo moral alguno y fue el de

la reivindicación y posterior propuesta de un compendio de valores nuevos; el objetivo de

dicha deconstrucción primera (evidenciando su alba en el ocaso de la modernidad, casi

como un oxímoron en sí mismo) era el cuestionamiento riguroso que desde su infancia en


el conservatismo patente de Weimar le aquejaba como producto de las determinaciones de

su comunidad que fomentaban en miembros lejanos y cercanos de la familia un prototipo

moral protestante que daba permanencia a la creencia y razón social sostenida en el mythos

cristiano-protestante. Desde muy joven tras la pérdida de su padre, un pastor protestante

quien daba fe que la ofrenda de corazón era la única prueba ontológica que era agradable a

Dios, el joven Nietzsche edificaba su cuestionamiento y a la par con el paso del tiempo

lograba dar muestras de una respuesta posible al cometido.

Bien es sabido que la moral es una construcción propiamente subjetiva que da impulso al

universal ético para la búsqueda común del bien dado en la integridad y prevalencia de la

benevolencia tal como nos lo enseñó el obispo de Hipona; Nietzsche al tomar partido de

dicha reflexión fue quizá quien diese un bosquejo a la apertura de futura liberación sin

directamente atribuirle tal tropiezo dialectico. La familia de Nietzsche al entender que el

paso del padre ausente no podía ser replicada por el pequeño Friedrich entendió entonces

que la presunción para la eternidad protestante sería un logro esfumado pero no del todo

ausente, por la creencia y su carácter inmutable se es capaz de darle cierre a un lugar y este

fue sin lugar a duda el que le fue arrebatado al pensador.

A partir de esos años la pregunta con las aristas posibles para la resolución se intensificaba

a la par que las patologías futuras del pensador alemán, el rastro de la náusea era quizá

impensable pero el proyecto de este era de extensión semejante. Al final de su vida el

proyecto no había tenido una totalidad ya finiquitada pero sin duda el eco del producto
restante sería icónico para la conformación de los paradigmas contemporáneos y es

entonces cuando se da inicio al vuelco inicial de la reflexión. Nietzsche mediante la

intervención dada en su obra aforística daba certezas de que los valores tradicionales hacían

permisible la censura de la facultad primera dada en la individualidad y el instante del

despoje racional, aquellos valores representaban una epojé1 “(…) la aspiración a la libertad,

al instinto de felicidad colectiva y todas las sutilezas del sentimiento de la libertad

pertenecen por lo tanto a la moral de los esclavos” [ CITATION Fri87 \l 9226 ].

A partir de dicho punto nos planteamos un elemento que conforma la problemática familiar

en nuestra contemporaneidad (si puede hablarse entonces de un pseudo post-modernismo) y

es la que se da en la prevalencia del ego por encima de las construcciones colectivas, más

precisamente en la perspectiva de cada miembro ante la posibilidad del compartir y del

contribuir a su primera sociedad. Corrientes del pensamiento que analizan críticamente

mediante máximas sociológicas han de tomar entre su reflexión el quebranto del

tradicionalismo dado en la constitución familiar, se fragmenta en gran manera y se hace

dispersa la situación por la cual las familias pasan en este determinado momento llegando

así a una posibilidad de observar a familia e individuo por separado, casi como una teoría

del conocimiento.

¿Cómo contribuye la alegoría de la cual se da anclaje a la condición de la una posible

“distopía familiar”? todo radica en el núcleo del problema tratado en el presente breviario;

1
Termino griego que hace referencia a la suspensión, aislamiento, pausa de una determinada facultad
racional u ontológica
la unificación de las familias se ha reducido a una simple organización que está bajo el

amparo del utilitarismo sociológico, las máximas positivistas de dicha visión consagran a la

familia como una organización mas no como el pilar integral de los individuos. La

propuesta de transvaloración nietzscheana tras la búsqueda de un absolutismo individualista

muestra de manera implícita muestra la fragmentación de la cornisa, se lucha por una moral

individual que prevalezca por sobre la conformación de valores colectivos incidiendo

posiblemente en un determinismo moral que sin más preámbulos se torna relativismo.

En efecto, los valores tradicionales muestran en sí mismos la posibilidad de construcciones

morales más sólidas pero dicha cuestión ha de tener sus deficiencias; muchas veces se

puede pensar en la posibilidad de que la sociedad se fundamente sobre represiones en los

miembros familiares y ello cause como tal un efecto adverso en los silencios que dados por

la rigurosidad en una época donde la libertad se compone de sensibilidad y conciencia

designada a la tolerancia de múltiples perspectivas, hagan que toda familia conserve

distancia en sus uniones y que estas se representen como abismos entre los mismos

miembros. Después del panorama dado por el primer problema se desarrollaran pues

posibles elementos que expliquen en sí misma la causa profunda de la determinación para

ver a la familia como todo diverso pero separado.


La génesis de la problemática dada en la perspectiva (problema del conocimiento)

Una causal que con seguridad puede justificar la fragmentación se da en la perspectiva

individual, cada miembro de la familia aunque unido a un lazo metafísico y afectivo a la

responsabilidad y determinación para prevalecer unido a su clan ha de prevalecer con un

elemento inherente que de manera implícita en un marco trascendental de la unión tiende a

la comprensión de cada quien, de cada todo ontológico que representa el individuo en

familia. De manera singular, el padre del surrealismo (sin acudir a teoremas positivistas que

opaquen el análisis dado en estos párrafos) justifica este problema con lo siguiente “(…)

ciertamente, la sensibilidad humana de cada quien puede conferir a lo más grotesco una

caracterización completamente improvista” [ CITATION And23 \l 9226 ].

La problemática del conocimiento es como dice el refrán popular “cuestión de perspectiva”

lo que confiere asimismo el elemento de la disputa epistémica por lo que puede ser para

uno algo más impactante o inadecuado para otro ha de ser un principio vital; puede ser el

caso de los hermanos que en cada posible instante han de poner en evidencia las

diferenciaciones que inclusive puede dar a la conexión fraternal un giro igual de inesperado

como la sensibilidad bretoniana. A tales proporciones se da el choque dialectico de las

perspectivas que como tal independiente del apoyo argumental que a esta se le de puede ser

de igual manera invalida para la perspectiva del otro, esta ha pasado a ser una ideología con

imposibilidad de variación.
Dicho caso se da también en la relación con padre-hijo, muchas veces se reitera que la

diferenciación temporal dada por un paradigma determinado representado en la cultura y su

desarrollo historicista es un óbice de mayor proporcionalidad que puede abarcar y a su vez

justificar un antagonismo tomado por alguna de las partes en disputa, dicho desarrollo

dialectico es quizá la imagen de la decadencia y la tolerancia que será tratada en párrafos

más adelante. Un ejemplo contundente en este choque epistémico-temporal dado en las

discusiones padre-hijo suele darse en las perspectivas adquirida del segundo acerca de un

universal cultural dado, lo más paradójico de la cultura es que esta no presenta brechas que

den paso a la apertura gnoseológica, sino que por el contrario las limita a tal punto que lo

moral pasa a ser pieza clave en la destrucción de las perspectivas; cuando un padre por

ejemplo es ajeno al porqué de la vestimenta y hábitos destructivos de un hijo podrá

justificar bajo la brecha limitante de la cultura un posible efecto adverso de alucinógenos

pero sin saber que las posibilidades de que el consecuente del acto este dado en dicha

situación representa la nulidad de la justificación en la perspectiva del hijo pues es este

consciente de la validez y la posterior conceptualización valida y lógica de las

determinaciones presentes en la vestimenta.

La imposibilidad esta vez de la experiencia del padre reduce con notoriedad la justificación

y como elemento anexo a ello se presenta el primer abismo próximo al absolutismo

individualista, pues como elemento que sigue de ello se desprende la disputa en el código

lingüístico o del cómo se da el quebranto por causa de las maneras que se yuxtaponen en

cantidad considerable y unida en la gesta de la comunicación; esto quiere decir que la

perspectiva opaca de manera notoria en la expresión de las cosas, en las afirmaciones


rusticas y limitantes que desencadenan rechazo y disputa entre las determinaciones

parentales y el relativismo que permea la perspectiva del joven.

La expresión como representación y posibilidad de la caída (problema lingüístico y

lógico).

Cuando el padre efectúa la sentencia “es inadecuado como viste, pues sus fachas perjudican

su imagen y la de su familia” se presentan dos elementos que son importantes en el juicio

dado en párrafos previos: un primer elemento presente en la afirmación, la premisa de

apertura que muestra nociones primeras de la carga emotiva del significante y que

posteriormente redondea el argumento, lo unifica con un segundo miembro dado en la

explicación en el sub argumento “pues sus fachas…” al cual a su vez acude ua tercer

premisa que como tal revela la magnitud del efecto estético del joven ante la imagen y

presentación de su perspectiva adquirida de la brecha cultural.

Un teórico alemán con nacionalidad estadounidense afirmaría ante la relación como

consecuente en las relaciones sociales del signo lingüístico y la repercusión psicológica del

mismo “en cualquier forma, los juicios emitidos desde la informalidad del lenguaje

desembocan de manera directa o indirecta en reacciones conductuales” [ CITATION Her65 \l

9226 ]. Es pues comprobable y quizá revelador en el aspecto soez del término que pese a los

juicios tengan posibilidad de evasión, siempre representaran sin embargo una sentencia

conductista y que muy posiblemente pueda desquebrajar la sensibilidad y posterior

aprobación interna del joven ante la presencialidad de dichas máximas pues como diría el
gran poeta Paul Valéry “el efecto devora la causa y el fin absorbe los medios” (poesía y

pensamiento abstracto, pág. 47). Los signos que se desprenden de la desaprobación de los

padres causan desborde por una parte, no obstante la conducta que subyace de la

abstracción cultural dada en la acción del joven provoca por otra parte un desborde que

culmina en la desaprobación pero más que todo en las deliberaciones severas que parten de

la decepción y el dolor el cual por infortunio es sinónimo de desvío.

Muchas veces la expresividad lingüística y el empleo informal de la lógica llevan a

separaciones abismales entre los miembros familiares, la compasión por parte de unos pero

la variación de la misma por medio del rechazo por parte de otros miembros es quizá el

fundamento de las distancias que rompen en más de una ocasión con los lazos familiares;

los juicios emitidos a partir de las brechas culturas son en su mayor parte falaces, sin

embargo son en numerosas ocasiones muestra del impacto que causa la particularidad en

las familias y que por ende introduce a los miembros al abandono, fruto que comprueba

claramente la flama juvenil consumida por la abstracción cultural y su posterior adaptación

al modelo de vida.

La transvaloración de los valores familiares, la caída definitiva

Nietzsche en su paso por Turín se topó con algo trascendental, la locura encarnada en la

apropiación del sufrimiento ajeno; la miseria de un potrillo que pasaba con una carga que

superaba su vitalidad causó en el pensador alemán el mayor de los actos compasivos, dicha
escena llevó a este salvador a la locura que lo indujo a la parálisis permanente hasta su

muerte en 1900, se hallaba desolado y solo sería la causal de su huida original la que lo

ampararía hasta el yacimiento de su sentido incapaz. Su proyecto de transvaloración fue

exitoso y es empleado por académicos e informales para prevalecer absueltos de ataduras,

quimeras y fantasmas que merodean la empatía humana, las transvaloración de los valores

y del verdadero significado del proyecto fue y será todo un hecho.

Las familias en dicho paso han llegado a su caída, el asfalto elaborado por la

transvaloración y las perspectivas separatistas dadas por las libertades arbitrarias de nuestra

época han impactado en la integridad de sus miembros y los ha dejado reducidos a la

servidumbre involuntaria de la cultura. Los jóvenes en su proyecto de autoconocimiento

han determinado que solo lo externo presente en el utilitarismo y los vínculos superfluos

puede desarrollar su personalidad hasta tal punto de poder ejercer y proyectarse sobre si

mismos; las construcciones a partir de las represiones, medidas, determinaciones y juicios

dados a partir de los abismos culturales de cada miembro dan una causa aparentemente

justificable para que los jóvenes en si mismos den su confianza a lo externo al hogar y que

por lo tanto su lugar interino en la familia sea solo de represión necesaria, un silencio

constructivo que solo sirva de insumo para reponerse de los golpes gestados en la moral

externa, en la moral artificial. La integridad de las familias como jugada definitiva de la

moral libertaria es finalmente neutralizada y la sustitución de esta por la perseverancia en la

manutención del ego introspectivo nos lleva al primer punto de las consideraciones dado en

la comprensión múltiple “para entender la realidad, hay que ser múltiple” [ CITATION Fer82 \l

9226 ]. La tolerancia que está presente como puerta que da apertura a la diversidad se ha
tornado en muchas ocasiones objeto de lo permisivo y aleatorio, se cae en un relativismo

moral que posibilita la discriminación como opinión y el absurdo como expresión de la

personalidad.

Dicho nivel de tolerancia conlleva a que la individualidad sea un elemento de defensa, un

arma bélica que a la defensiva del consejo parental muestre su efecto de daño en la

emotividad de los miembros de nuestras familias, es pues cuando la libertad es sinónimo de

opresión. Sin embargo la unión en el amor como nudo indeleble y rígido mantenga la

preocupación característica y la validez del consejo para los miembros que se hallan en si

bajo el trance del malestar de la cultura, en conclusión a esto la salida para estas posibles

disonancias se halle en la comprensión permanente y en las consideraciones del amor

primario, el amor de madre y la compasión del padre, la sapiencia de los abuelos y el apoyo

de los hermanos, primos, cuñados y hasta de las mascotas; solo será el amor y la conciencia

de sí mismos como familia el camino que conlleve a la transvaloración de los valores

falaces y de la individualidad flagelante

Bibliografía

Bretón, A. (1923). el surrealismo y la pintura. Paris: Gallimard editorial.


Marcuse, H. (1965). El hombre unidimensional . Córcega : Planeta Agostini editorial .
Nietzsche, F. (1887). Genealogía de la moral . Madrid: Fontana Editorial.
Pessoa, F. (1982). Libro del desasosiego . Buenos Aires: Acantilado editorial.
Valéry, P. (1934). poesia y pensamiento abstracto . Paris : Gallimard editorial .

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