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Título del Trabajo Final: Es la vida en Color

Nombre: José Luis Martínez Rosas


Semestre: 1
Fecha: 11 de abril, 2021

Si, Ulises, después de haber superado


tantas pruebas, soportado tantos reveses,
aprendido tantas lecciones, se hubiera
olvidado de todo, su pérdida habría sido
mucho más grave: no extraer experiencia de
todo lo que se ha padecido es no haber
vivido.

Italo Calvino

PRESENTACIÓN: “Es la vida en color...” Con esa frase, Anna, de 52 años y de origen ucraniano,
desea contener lo que para ella es México después de más de un lustro de estancia. Ahora, desde
Minnesota atiende la segunda video llamada que le he realizado; para mí esta conversación cierra el
primer encuentro con alguien distinto a mis paisanos. Recuerdo mis deseos de viajar, conocer
Florencia, ver las esculturas de Rodin y los frescos de Miguel Ángel; de pronto me llega el inventario
de los años, mi ignorancia sobre mi propia cultura, lo ajeno que podemos ser en el salón de clases,
mis peripecias en cada trabajo, el tratar de entenderme a mí, a los compañeros y vecinos. Entonces, la
comunicación intercultural no está fuera de nuestras fronteras, el otro es el prójimo, el que está
próximo y merece como yo: tolerancia, respeto y aceptación. Sin embargo, algo resulta del encuentro
con Anna: ¿Qué es ser mexicano? Y así como ella cierra la entrevista con una frase sobre mi pueblo,
contundente, profunda... me quedo con ese cuestionamiento que muchos antes que yo realizaron.

En ocasiones es inevitable acercarse a algo nuevo o diferente sin formular expectativas o recurrir a ese
conjunto de juicios previos, de conocimientos y experiencias muy distintas a los prejuicios y
estereotipos que resultan negativos para la Comunicación Intercultural; en consecuencia es útil hacer
consciente el Ciclo Hermenéutico de Gadamer: conocimiento previo, corrección del conocimiento
previo y transformación del conocimiento previo. Razón por la cual, al saber la nacionalidad de Anna,
recordé la parte final del capítulo Identidades Colectivas de Tzvetan Tódorov:
“Al término de la Segunda Guerra Mundial, los desplazamientos masivos de poblaciones ilustran
el principio de intersección entre Estado y etnia. Millones de polacos tuvieron que abandonar
tierras atribuidas a Ucrania (y por lo tanto a la Unión Soviética) para que vivieran en ellas los
ucranianos; millones de alemanes fueron expulsados de Polonia, de Checoslovaquia y territorios
anteriormente alemanes. Posteriormente los palestinos tuvieron que salir del recién creado
Estado de Israel.”1

Ese hecho recién en la historia de Ucrania y del mundo, habrá modificado la vida de miles de seres
humanos, pues es imposible deslindar a hombres y mujeres de su geografía e historia, está última
determina sus conocimientos, costumbres y alimentación. Retomó ese pasaje de Tódorov porque mucho
de lo que Anna habló se ve influenciado por su cultura y rasgos distintivos, lo cual es natural, si
consideramos lo propuesto por Eduard Hall en su libro de 1959 el lenguaje silencioso, y los trabajos
posteriores de Maletzke, de 1996:
“La cultura es la totalidad de los valores, creencias y suposiciones básicas, dinámicas que
adopta un grupo colectivamente y donde sus principales rasgos son lo nacional, la percepción, el
concepto de tiempo, espacio, lengua, idiosincrasia y valores.”

Lo cual puede notarse en el siguiente apunte de la entrevista:

Han pasado treinta años desde que terminó su carrera profesional como Contadora Pública en su país,
lapso en el que, en compañía de su esposo e hijos, ha vivido en Alemania, Argentina, Estados Unidos y
México. Me habla sobre las dificultades que ha tenido con la Sintaxis de la Lengua Española, el uso de
los artículos y su correspondencia con el género, el número, etc:

1 TODOROV. T. El miedo a los bárbaros: más allá del choque de civilizaciones. Galaxia Guttenberg/Colofón, México, 2008, p. 104.

“Allá nosotros ordenamos las palabras en las oraciones de acuerdo a lo que es importante
comunicar; por ejemplo, si importa el lugar, empezamos por ahí. No utilizamos tantos tiempos,
sólo pasado, presente y futuro. Gran problema para mí es el verbo Ser o los acentos.”

Al preguntarle por la educación en Ucrania, noto que no desea hablar de sus recuerdos y zanja las
preguntas diciendo que quizá todo cambió y únicamente me puede hablar de lo que ella vivió en los
veinte años que permaneció en Ucrania. Aquí puede notarse claramente la estigmatización del otro
(Othering) que se caracteriza por no permitir el diálogo con aquellos individuos que están fuera del
grupo, para devenir en el relativismo cultural, muy diferente al de otredad como conciencia del otro. A
pesar de estar latente el incidente crítico (un malentendido entre dos o más personas de diferentes
culturas), apenas iniciada la entrevista, la invito a ayudarme a comprender:
— Íbamos a hablar sólo del lenguaje, ¿no? Para qué hablar de cómo era aquello.
— La Lengua materializa la percepción que tenemos del mundo. Podría yo entender más si me contara
lo que usted vivió en Ucrania. Así veríamos cosas que nos unen y entonces la Lengua Española sería
como un puente… una herramienta de conocimiento. Al final, no somos tan diferentes.
“Había Totalitarismo; el Ministerio de Educación unificaba y dominaba todos los temas de
enseñanza. La escuela se aplicaba a la ciencia. Asistir a ella era más que una obligación, pues te
permitía mejorar y alcanzar el éxito. Los logros académicos estaban muy ligados a tu desarrollo
como profesionista y el triunfo tenía que verse. Como el conocimiento era importante había que
saber diferentes idiomas para poder traducir, pues a cierta edad tenías que irte de tu familia.”

Me encuentro frente a una cultura de Alto Contexto y Monocrómica, con tiempos muy delimitados para
realizar diferentes tareas una a una, y en cuanto a las Dimensiones de Variabilidad Cultural de Geert
Hofstade, es la percepción de la desigualdad de poder y el rechazo a la incertidumbre lo que
fomentó la migración de familias, iguales a las de Anna, hacia otras latitudes o, el concepto que sobre
educación tienen como fuente de poder y éxito individual, en oposición a la idea de colectivismo
impuesto por el Estado, totalmente masculino.
“Después de la escuela o tus labores había que llegar a cultivar la tierra, no importaba si eras
ingeniero o científico. Las familias dejaron de ser extensas. Veo que los mexicanos son muy
apegados a la familia, siempre se muestran juntos, amistosos y cariñosos. Esto es muy brillante,
pero también te impide el éxito personal, porque ante una dificultad te sustentan tus familiares,
entonces eres lento y muy relajado, porque alguien trabaja por ti.”

“¿Hubo algún malentendido que se haya originado por percepción de algún gesto, entonación o manejo
del lenguaje?” Ante la pregunta, me responde que no habló el idioma Español hasta que se expresó de
manera aceptable, mientras tanto lo hizo en inglés o por intermedio de su esposo: “La gente fue muy
amable y me explicaban lo que yo no entendía.”

Anna me habla de la riqueza gastronómica mexicana, el uso de diferentes legumbres, vegetales,


especias y chile que le dan variedad, en contraposición con su cocina, que utiliza pastas, carne, arroz,
alfajor y repollo. De pronto se interrumpe a sí misma: “No entiendo la razón de los uniformes en las
escuelas, como no sean económicas. Admiro que su educación, en los libros de texto, está a la altura de
países europeos o Estados Unidos.” Su caso me ejemplifica la necesidad de dejar atrás la idea estéril del
individuo encerrado de por vida en su comunidad cultural de origen, como lo describe Tódorov (Se
transforma mi conocimiento previo). En ese sentido, asistimos a una constante adaptación cultural
que permita el intercambio de ideas y objetos: una cultura sólo posee una pieza del rompecabezas, es
necesaria la unión de todas las partes para tener una visión completa de nuestro devenir como especie.

A partir de esto, comenzamos a hablar de la puntualidad y aparecen los estereotipos (Generalizaciones


acerca de un grupo de personas sin tomar en cuenta diferencias): “ustedes son muy cálidos, latinos...” La
invito a que me aclare el término y su relación con el uso del tiempo:
“En muchos lugares donde he estado es muy valioso el tiempo, se respetan los compromisos, y
más aquellos que están por contrato —cultura de bajo contexto—, ustedes no le dan
importancia y pueden empezar una reunión... junta, después de la hora. También realizan
muchos festejos durante el año para sus ancestros, héroes, tradiciones o cuestiones religiosas.
En Ucrania es diferente, únicamente se celebran los cumpleaños o la navidad. Esto es porque
primavera y verano se utilizan para sembrar y cosechar, el resto de los meses son muy fríos. Hay
que ganarle al clima... al tiempo.”

Sobre este último comentario de Anna, es pertinente retomar el concepto de Memoria Colectiva como
recuerdo del pasado que forma nuestra identidad. No podría explicarse el abandono de la patria, la tierra
de los padres, si el lazo de esa Memoria fuera inquebrantable, si la filosofía de las culturas de Bajo
Contexto no ganaran terreno. Hoy el pasado existe en cuanto tal, si permite nuestra proyección en el
futuro. El riesgo de los grandes movimientos migratorios es el olvido del origen. Por eso Italo Calvino
hablaba de que “el regreso es individual, pensado y recordado: el peligro es que caiga en el olvido antes
de haber sucedido.”2

Para finalizar, le pregunto sobre la fotografía de su perfil, un alebrije. Sus ojos se agrandan, sonríe y
habla con euforia sobre las artesanías mexicanas de Tonalá, los trabajos de tallado en madera de
Aguascalientes, los manteles hilados... “tu país es mágico, está lleno de vida, me enloquecen sus
artesanías, las amo... es la vida en color.” Siento un nudo en la garganta. Le agradezco su tiempo, sus
comentarios y esa última frase. Nos despedimos pero algo ha quedado en mi mente. Ya no es la
algarabía, el jolgorio hecho fiesta lo que ocupa mis ideas, regreso sobre mis propias líneas que escribí el
12 de marzo pasado al tratar el tema de la Memoria Colectiva, y reconozco que mi pueblo es color: en
su comida, en sus vestidos, en los fuegos de artificio, en las danzas y peregrinaciones, en sus
manifestaciones y loas, en sus ritmos, en lo exótico de su vegetación y en cada piedra. Entonces surge
la frase lapidaria: se ama lo que se conoce.

Pienso en este momento en dos ejemplos, frutos del reduccionismo, los estereotipos y prejuicios: la visita
que realizó André Bretón a México en 1938, donde dijo que “es el país más surrealista del mundo”,
palabras que después respaldaría Eugenio Salvador Dalí al decir que es más surreal que sus pinturas y
no volvería. ¿Peyorativas frases? Y el segundo ejemplo: Serguéi Eisenstein había dejado inconclusa en
1932 la película ¡Que viva México!, la cual se reconoce como su empresa más extraordinaria y, grande
fracaso. Metros y metros de película bajo una trama inacabable, porque como lo escribió el poeta
mexicano Ramón López Velarde: “Patria, tu casa todavía es tan grande, que el tren va por la vía como
aguinaldo de juguetería.” Parafraseó a Gary Jennings en su novela Azteca: “¿Usted, su excelencia (a
Fray Juan de Zumárraga), me pide que en un relato pueda describir lo que fue el pueblo mexica? ¿A
caso puede la semilla contener al árbol y sus frutos?

En los ejemplos que se han citado, era una labor titánica intentar concentrar en una sola obra la historia
de nuestra nación, pero no imposible, como lo demostró José Pablo Moncayo en su sinfonía
Huapango, para muchos, el segundo Himno. Pero para ello, habría que conocer, según Tódorov, nuestra
cultura, porque sin ese conocimiento no puede abrirse a lo intercultural. Todo nacionalismo mal entendido
se convierte en fascismo y argumento para sostener adjetivos despectivos como masiosare, crear
brecha entre nos-otros e impedir encarnar las máximas del Artículo 3º Constitucional: La educación
fomentará el amor a la patria, el respeto a todos los derechos, las libertades, la cultura de paz y la
conciencia de solidaridad internacional. De todo esto, el mensaje resultante es de humildad ante
cualquier cultura, porque es un ente vivo, en continua transformación; soberbio y arrogante es pensar
que se sabe todo de todo.

Este encuentro con Anna, me lleva a reformular lo que yo considero como “mexicano” y cierra una etapa
que inicié el lunes 1º de marzo cuando entré por primera vez a la plataforma de la licenciatura, pero
también da continuidad a la búsqueda de estrechar lazos, compartir vidas y percepciones sobre la
realidad, así como ser competente para la Comunicación Intercultural y reconocer que no sólo se
enseñan una Lengua y sus rudimentos, se abre paso a una cultura y su unión a otra u otras. Y por
supuesto, resultado de este proceso, como todo acto educativo, presupone siempre un nivel superior al
inicial.

2 CALVINO, I. Por qué leer a los Clásicos, Tusquets, Barcelona, 1993.

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