Está en la página 1de 12
HANNAH ARENDT LA VIDA DEL ESPIRITU EI pensar, la voluntad y el juicio en la filosofia y en la politica Traduccién de RICARDO MONTORO ROMERO FERNANDO VALLESPIN ONA. CENTRO DE FSTUDIOS CONSTITUCIONALES MADRID 1984 Titulo original: THE LIFE OF THE MIND One/Thinking Two/Willing by Hannah Arendt. Copyright © 1971 by Hannah Arendt. Copyright © 1977, 1978 by Harcourt Brace Jovanovich, inc. New York and London. Copyright © 1978 by Mary McCarthy. PLATON 1.S.B.N.: 84-259-0706-3 Depésito legal: M. 39.631-1984 MARIARSA, Impresores. - ‘Tomas Breton, 51 — _28045-Madi 8 HANNAH ARENDT er su disposicién para discutir el manuscrito y sus ocasionales sor- resas, agradeciéndole también su decision para resolver algunos nu- dos gordianas presentes en la organizacidn y el plan general de estos voliimenes. Estoy agradecida @ Lotte KOHLER, ini co-ejeculora, por poner a disposicion de la casa editora los libros de ta biblioteca de ‘Hannah ARENDT que fueron precisos, y por su constante devocién y ‘amabilidad. Muestro mi reconacimento a Roberta LEIGHTON ya su equipo de Harcourt Brace Jovanovich por el interés personal que desde siempre ha mastrado por La Vida del Espiritu, puesto de mant ‘Fiesio ya en Aberdeen con su asistencia a tres de las Gifford Lectures. ‘Hannah ARENDT fue para él algo mas que un «autor» cualquiera, » ella, por su parte, no sélo valoré su amistad, sino también sus co- ‘mentarios y posturas eriticas sobre su texto. Desde su muerte, me ha animado y jortalecido con su atenta lectura del texto editado y sus ssugerencias para ordenar el material sobre El Juicio de los cursos so bre KANT. For encima de.esto, ante todo, estuvo siempre dispuesto @ compartir el riesgo de la decisién, tanto en las cuestiones menores camo en las mayores. Debo agradecer también a mis amigos Stanley GLIST y Joseph FRANK el permitirme consultarles en aittsticas sugeridos por el manuscrito, Asimismo, ami STEMANS, del Instituto Goethe, de Paris, por echarme una mano con ef aleinén. Mi reconocimiento a la revista The New Yorker, que ha publicado El Pensar con leves ¢ 5; me siento agrudecida a William SHAN por su entusiasta acogida del manuscrito, reaccion que ‘hubiera sido muy apreciada por la autora. Por ulti de todo, agradezco a Hatah ARENDT el haberme dado el privilegio de trabajar en su libro. Mary MeCARTHY PRIMERA PARTE EL PENSAR INTROBU! «EI Pensar no aporta con ren lus cuencas. EL Pensar prdctica tite duce sabiduria apn Martin HEIDEGGER encias, «La Vida del EL que he dado a esta serie de cor Espiritu», suena pretencioso, y hablar sobre el pensar me parece tan airevido que creo que debo comenzar con una justificacién mas que con una apologia. El tema en si no requiere, desde huego, ninguna ifford Lectures, sno tengo la pre- de contarme entre los que pensadores de profesion) (1). La cuestion radica 10 detia de haber Ugjado estos problemas en manos de los expertos, y la respuesta de- Gerd revelar qué es 0 que me fa impulsadio a abancionae of campo Fe lativamente seguro de la ciencia y teoria politica para averturarme én, estos temas tan iemibles, en vez de dejarlos seguir su cusso. De hecho, mi preocupacién por las actividades del espiritu obede- ce a dos razones bien diferentes. Et impulso Ko Vino cuando asistial juicio de EICHMANN en Jerusalén, En (0 del mismo (2) idad del mal». Tras esta expresiOn no sostenia lesis (© doctrina alguna, aunque fuera contusamente consciente de que iba stra tradicion de pensamiento —literarie, teol6gico no se nos ta ene . un «Tayo ue gel eaido ngel» —UNAMUNO), cuyo pecado es et gulloso como Lucifer»), es decir, aquella superbia de la que s6lo 56 capaces los mejores: no quieren servir a Dios, sino ser como El. Lys jombres malvados, se nos dice, actiian por envidia: ésta puede adoplar la forma de resentimiento por no haber triunfado sin que mediara su tambien es un Critica de ta Raz lesa Ue ‘York, 1983, e 14 HANNAH ARENDT arraig cencia de Billy Budd, un odio considerado por MEL pravacién de la naturaleza: ia codicia, wha (radix omnium matorum cupiditas). Si fui confiontada era totalmente di Me aiz de todo convicciones ideoldgicas ni de motivaciones espec y lean ica notable que se podia detectar en su c: Lamiento pasado y en el que manifestd a lo largo del juicio y de los examenes pol vo: no ¢ra estupide2, sino falta de reflexion, En el m io israelita se supo desenvolver ta 0, ¥ su estereotipado lenguaje producia en la también debid h tay de expresion es mente reconocida de protegernos frente alate vigramos que ceder continua agotados enseguida; EICHMANN se di propensién, de derenernos y pensar— lo que me tam GEs posible hacer el mal (los pecados de on LA VIDA DEL. ESPIRITU 5 ipo de m ivos, el mas de io es acaso una condicion como quiers que deseemos defi este «estar nalvadosn? {Puede estar relacionado el problema d vultad de d bien de lo que est uestra Facultad de pensar? No en el sentido, por supuesto, en el el pensar pudiera producir por si mismo la buena obra, como si la virtud pudiera ensenarse» y aprenderse —s6lo los habitos y las cos- ensefar, y conocemos demasiado bien la veloci- jrmante con Ia que se desapr y olvidan cuando nuevas as de com- poco que sabemos sobre compor 1os o hal la estupides, en el sentido d quiera incapacidad para comprender —ni si- ido de «locura moral»—, pues fue igual de evidente icias donde ies que podemos as 0 problemas de con La cuestiOn que se imponia era la sigu (o de exami idad de pensar proceso del se refuerza esta hipdtesis por todo lo que ia «buena concie ‘ala con- \do un lenguaje kantia. n hecho que, por fuerza, 16 HANNAH ARENDT cme puso en posesion de un concept de evitar suscitar la quuestio iuris y preguntarme «por qué derecho lo poseia y utilizaba» (3) Fue el proceso de EICHMANN, entonces, lo que en un principio me jovid a interesarme por este tema, En segundo lugar, aquellas cues: ia Factica y que iban en contra de la sabiduria de los siglos —no solo respecto de las distintas res- puestas tradicionales que la «ética», una rama de la filosofia, habi ofrecido al protlema del mal, sino también respect plias respuestas de que dispone la filosofia para contestar a la mas urgente cuestidn de «qué es cl pensar»—, todo ello consiguid renovar en mi alguna: dudas que me venian acosando desde que acabara el estudio sobre lo que mi editor sabiamente denominara «la Condicion Humana», pero que yo mas modestamente habia visto como una in- s.0 zable por el lenguaje» (8). zo Tue precisamente el desevbrinm.ears fe una discrepancia entre las palabras, el medio en el que ponsi7a-s, ye ido de los fendmenos, el medio en ci que vivimos, lo qui. tes que ning cosa, condujo a la filosofia y a la mesafisi? Con la diferencia de que en los origenes se creia que era el pensecniento, vya fuera en forma de logos o de noesis, lo que alcanzaba la verdad 0 el verdadero Ser, mientras que al final se desplaz@ el acenio hacia lo que se ofrece a la percepcion ¥ hacia los inst os através de los cuales podemos ampliar y agudizar los sentidos. Pareee natural que la primera orientacién discrimine contra los fendmenos, y la segunda contra el pensamiento, Nuestras dificultades con las cuestiones metafisicas no se crean tanto por aquellos para los que, en cualquier caso, carecen de se do, euanto por eb mnismo grupo atacado. Pues, al igual que la erisis de la teologia alcanz6 su punto mas dlgido cuando los tediogos. ¥ no el Viejo grupo de los no-creyentes, comenzaron a hablar sobre la cues- {an de «Dios ha muerton, asi se suscité tambien fa crisis en fa filoso- ia y 1a metatisica cuando los mismos fildsofos comenzaron a decla. filosofia y la metafisica. Esta es, ahora, una historia pasada, La atracci6n ejercida por la fenomenologia de HUSSERL sur- Bi6 de las implicaciones antihistoricas y antimetatisicas del aforismo de «Zu den Sachen selbstr: y HEIDEGGER. que «aparentemente se nantuvo en la via metafisicay, de hecho parecié Iuchar también por Ja superacion de la metafisica», como proclamara repetidas veces desde 1930 (9). No fue NiE SCHE, sino HEGEL quien primero dijera que «el sen- timiento sobre el que reposa la religion moderna es el sentimiento de Dios ha muerto’’» (10). Hace sesenta aitos ta Enciclopedia Bri ca no veia ningiin riesgo en considerar la «metafisica» como filoso: fia ubajo su nombre mas desacreditado» (11), y si queremos seguir (#) Fenomenologia del Espirit, wradyecion ingles de J. 8. 8 1968, «Sense Certainty», pig, 159 ‘Vease la nota a sVom Wesca der Wa! ver.en 1930, Ahora en Wegmarken, Franka Xo), Véase wGlauben und Wissenn (1802), Werke, Frankfurt, 1970, pig. 432, (un eat 20 HANNAH ARENDT 1a disputa desde mucho mas atrés, encontramos a KANT entre los mas grandes detractores, no el KANT de la Critica de la Razén Pura, a quien Moses MENDELSSOHN calificara como alles Zermalmer, el «aniquilador de todon, sino el de los escritos pre-criticos, donde ad- mite libremente que «estaba en su destino el enamorarse de la metafi- sica», pero también habla de sus «abismos sin fondo», de su «suelo resbaladizon, su utdpico «pais de jauja» (Schlaraffenland), donde los «Sofadores de la razén» habitan en un «buque acreom, de forma que «no hay ninguna extravagancia que no pueda dejar de adecuarse a una sabiduria sin raices» (12). Todo lo que hoy cabe decir sobre estas cuestiones ha sido dicho admirablemente por Richard MCKEON: en la larga y compleja historia del pensamiento esta uciencia reveren- cial» no ha producido nunca «una conviceién general respecto a su funci6n... ni tampoco un consenso en cuanto a su objeto» (13). A la vista de esta historia de detraccién, es bastante sorprendente que la misma palabra ametafisica» haya conseguido sobrevivir. Uno esta- ria, incluso, zentado de pensar que KANT estaba en lo cierto cuando, ya anciano, tras haber dado el golpe de muerte a la «ciencia reveren- ciab», profetizara que tos hombres volverian a la metafisica «omo vuelven a una amante con la que se han tenido desavenencias» (wie zu einer entzweiten Geliebten) (14). No creo que esto sea muy probable ni deseable. Sin embargo, an- tes de comenzar a especular sobre las eventuales ventajas de la situa- cién presente, convendria preguntarse quiza por fo que entendemos en realidad cuando decimds que la teologia, la filosofia, la metafi ca, han Hegado a un fin Io que no supone, ciertamente, que Dios ha muerto, algo sobre lo que podemos saber tan poco como sobre su existencia (tan poco, en verdad, que la misma palabra «existencia» esta fuera de lugar), pero se trata, sin duda, de que la forma en la que ) Werke Darmstadt, 1963. vol. 1. pigs. 982, 621, 630, 968, 952, 959 y 974, ) Introduccion a su The Basic Works of Anstotle, Nuewa York, 1981, pa tina XVU (1 Citicade io Rozon Pura, BR7B, Esta frase sorprendente aparece en la ltima seceion dela Crrica de a Reon Pura donde Kast pretenée haber exablecio fa met a como clensia cuya idea wes tan ‘como la razon humana espe ‘aus no especis, ya de forma eco, Ge forma popular (BS “ha caide ahora en un general dscredivon, porque ws espero basame mas de {fo que razonablemente cabia pedir» (BST), CJ tambien seciones $8 y 60 de los Proiegomenos o toda Metofsica Futura LA VIDA DEL ESPIRITU Dios ha sido pensado durante milenios ha dejado de ser convincente; si algo ha muerto, no puede ser sino el pensarnieno tradicional sobre Dios. ¥ algo similar ocurre con el fin de la filosofia y la metafisica: ‘no es que las antiguas cuestiones que acompafian al hombre desde su apariciOn en la tierra hayan devenido «sin sentido», sino que los méto- dos a través de los que se planteaban y contestaban han perdido su fuerza de conviccion. Lo que si ha llegado a un fin es la distincién basica entre el domi- nio sensorial y els ‘an antigua al me- ‘nos como PARMENIDES, de que aquello que no se obtiene por los sen- tidos —Dios 0 el Ser, 0 los Primeros Principios y Causas (archai) 0 Tas Ideas— posee mas realidad, verdad o significado que aquello que aparece; de que no s6lo esta mas allé de la percepci6n sensorial, sino averdades eternas», sino también su mis- tretanto, en tonos cada vez mas estridentes, Ios po- cos defensores de la metafisica nos han advertido del peligro de caer en el nihilismo que sugiere este desarrollo; y aunque ellos apenas lo invoquen, tienen un importante argumento a su favor: es bien cierto que, utia vez que se ha descartado el dominio suprasensorial, su ‘puesto, et mundo de los fendmenos tal y como se ha venido enten- smo aniquilado. 1.o sensorial, co: istas, no pucde sobrevivir a la muerte de lo suprasensorial. Nadie lo supo mejor que NIETZSCHE, con su poética y metaférica descripcion de ta muerte Dios (15), ha causado tanta confusi6n en esta materia. En un signifi- cativo pasaje del Crepiisculo de los Idolos clarifica lo que la palabra «Dios» significd en épocas anteriores. Se trataba de un mero simbolo para el dominio suprasensorial tal y como era entendido por la meta: ando ahora la palabra «Dios» por ta expresion «anyndo verdadero» dice: «Hemos abolido el mundo verdadero: qué ha quedado? {Quiza aquel de la apariencia?... Pero, ino! Con indo verdadero hemos abolido tambien el mundo de las aparien (16) (15) La Gayo Cienew (16). «Cémo ef “Mundo Verdadero” se convin en una bul, 6. 2 HANNAH ARENDT ina igu (HEIDEGGER) ( tento por ubicarlo smo fueron ant cidad del pequefio didlogo de DEM de lo suprasensorial. v los sentidos. Las perceptiones lusiones, afirma el esp' lo amargo, el color, cic solo nomo, por convencidn entre los hombres, ¥ no ph aleza de las cosas tras las ap: Alo que los s i6s de que nos has arreb, mentos (piste's, aquello en to que 's abatir? jNuestra derrote st bras, una vez que se ha perdido los dos mundos, ya sea el do aparente», o bien a Ja inversa, en cualquier caso se desploma todo el marco de referencia en el que se orienta nuestro pensamiento. En estos terminos nada ies» modernas —de Dios. ¥, por implicacion, el positivismo— han adquirido hechos de gran importancia histérica, pues desde nuestro siglo nan dejado de ser la preocupacion ex: intelectual, para c mas que una preocupacion, un supuesto comiin no exeminado de casi todo el mundo. Este aspecto politico de la cuestion no nos va a ocupar. aqui. En nuestro contexto es incluso mejor que dejemos fuera de nuestra consideracion este problema que, en realidad, toca la cuestidn de la autoridad politica, e insista- mos mas bien en el simple hecho de que, por muy profundamente que nuestra forma de pensar pueda estar implicada en esta crisis, nuestra capacidad de pensar no est en juego; somos lo que Jos hom: bres han sido siempre —-seres pensantes. Con esto entiendo, simple- mente, que les hombres tienen una inclinacion, una necesidad quizs de pensar mas alla de los limites del saber, de ejercer esta capacidad tra el pos a ches Wort (18) 8128 yB9, en Holewene, Fea 1963, pag, 193, LA VIDA DEL ESPIRITU 23 para algo mas que ser un mero instrumento para hacer y conocer. smo en este contexto puede que no responda sino a ia a despedirse de conceptos y razonamiertos caducos desde hace ya bastante tiempo, aunque sdlo recientemente se haya re- conocido su desaparicion. Si s6lo, fe gustaria imaginarse a uno, pudié- ramos hacer en esta situacion lo que se hizo en las primeras etapas de la Edad Moderna, es decir, ;tratar cada objeto «como si nadie hubiera tocado la cuestién con anterioridad» (como propone DESCARTES en sus observaciones introductorias a «Les Passions de I’anie»)! Esto ha legado a ser imposible, debido en parte a nuesira conciencia histori ca tan enormemente ampliada, pero, sobre (odo, porqueel iinico tes- poseeitios de lo que la actividad de pensar tepresentaba -gido como forma de vida consiste en {a nosotros por los grandes pensadores lausible a los tectores modernos; pero ninguno de ellos, como trataré de argumentar aqui, es arbitrario, ni puede ser simplemente desechado como puro sinsentido. Bien al con. trario, las falacias metati as Unicas pistas que posee- mos sobre lo que signi jento para los que # él se consa- ‘gran —algo de gran importancia en los momentos actuales y sobr. !o ‘que, por raro que parezca, existen pocas referencias directas De ahi que, tras fa desaparicién de la metal nuestra situacion pueda presentar una dable ventaja. Nos pei mirar al pasado con nuevos ojos, descargados del peso y la guia de la tradicion y, por ello, disponiendo de una tremenda riqueza de expe- riencias en bruto, sin estar vinculados por ninguna prescripcién sobre cOmo operar con estos tesoros. «Narre héritage n'est précédé dau- cunt testament» («Nuestra herencia no viene precedida de ningiin tes- tamento») (19). La ventaja hubiera sido todavia mayor estado, casi inevitablemente, acompafiada de una creciente dad para moverse, al nivel que sea, en el dominio de lo invisil ponerlo de otra forma, si no hubiera estado acompafiada del descré. dito en el que ha caido todo lo que no es visible, tangible, palpable, de forma que estamos en peligro de perder todo nuestro pasado junto con nuestras tradiciones. 9) René Cran Feu a'Hypnos, P 24 HANNAH ARENDT Pues aunque nunca hubo mucho acuerdo en torno al objeto de la metafisica, una cosa al menos si se ha dado por segura: que estas dis- nas —ya se llamen metafisica o filosofia— se ocupaban de cues- y que se excapaban a la percepciOn sensorial, y que su compren- sign trascendia el razonamiento de sentido comiin, que surge de la ex- periencia y s6lo puede ser confirmado por medios y métodos empiri- cos. Desde PAMENIDES hasta el fin de la filosofia, todos los pensa- dores estaban de acuerdo en que, para afrontar estas cuestiones, el hombre debia escindir su espiritu de los sentidos, separandolo tanto del mundo tal y como se les presenta, como de las sensaciones —0 pasiones— suscitadas por los objetos de los sentidos. El fildsofo, en Ja medida en que es tal y no es un'chombre cualquiera (lo que, desde luego, también es), se retira del mundo de los fenomenos y entra en- tonces en una regidn que siempre se ha descrito, desde comienzos de la filosofia, como el mundo de los elegidos. Esta distincién rial entre la multitud y los «pensadores de profesion», espe en lo que se suzonia la actividad mas elevada que los seres humanos podrian alcanzar —al filosofo de PI gin otro hombre (20)—, ha perdido su plausibilidad, y esta es la se- gunda ventaja de nuestra situacion actual. Si, como ya sugiriera an- tes, la capacidad de distinguir el bien del mal resultara estar vincula- da a la capacidad de pensar, deberiamos estar entonces en condi- ciones de «exigir» su ejercicio a cualquier persona en su sano juicio, independientemente del grado de erudici6n o ignorancia, inteligencia o estupidez, que pudiera tener, A KANT —a este respecto casi co entre 10s fildsofos— le molesté bastante la opinign comin de que ¢s solo para los elegidos, precisamente por sus implicacio- nes morales, y una vez hizo observar que «la estupidez es la causa de (21). Esto no es cierto: ausencia de pensamiento no e decir estupidez; puede encontrarse en personas muy inteligen- no proviene de un mal corazon; probablemente sea ala inversa, que la maldad puede ser causada por la ausencia de pensamiento. En cualquier caso, la cuestion no puede seguir dejéndose a wespecialis- 0) FL Bongere, 2122 21) Konis hasdschrfthcher Nachias, vol. Vi, Akademie Ausgabe, vol. XVI ig. 6300, LA VIDA DEL ESPIRITU 28 tas», como si el pensar, al igual que las matematicas, fuera s! mono: polio de una disciplina especializada, Pasa seguirmuestraempresa es crucial ladistincion de KANT entre Vernunft'y Verstand, «razbn € «intelecto» (no «entendimienton, ue yo creo que es una traduccién errénea; KANT se valid del aleman Verstand para traducir el intellectus latino, y Verstand, si bien es el sustantivo de verstefien, por tanto, wentendimiento» en las traduccio- nes corrientes, no tiene ninguna de las connotaciones que son inhe- rentes a das Verstehen aleman). KaNT estableci6 su distincién entre estas dos facultades mentales después de haber descubierto el «escan- dalo de la raz6n», el hecho de que el espiritu no es capaz de obtener tun conocimiento cierto y verificable sobre temas y cues que, sin embargo, no puede dejar de pensar, y estas cuest cir, aquellas de las que se ocupa el pensamiento comin, s li ra él alas que a menudo hemos denominado «cuestiones Dios, libertad, inmortalidad. Pero aparte del interés existencial que los hombres tomaron en estas cuestiones, y aunque KANT todavia pensara que «no ha existido jamas ningun alma honesta que pueda haber soportado pensar que todo acaba con la muerte» (22) fue tam- bién plenamente consciente de que «la necesidad urgente» dela razon es a la ver di ws que la mera busqueda y el deseo por.sa~ ber» (23). De ahi que la distineiOn entre las dos facultades. razon ¢ intelecto, eoincida con jon entre dos actividades men- as, pensar 9 conocer, ¥ dos tipos de preocupa- as también cl significado, en la primera ca~ 1 lacognicion en la segunda, KANT, aun habiendo insistido en esta distinci6n, estaba todavia tan fuertemente unido al enorme peso de la tradicion metafisica que se mantuvo firmemente vincula- do a su tradicional objeto, es decir, a los temas que se podian probar ‘ognoscibles y, mientras justificaba la necesidad de la razon de pensar mas allé de los limites de lo cognoscible, permanecié insensi- hecho de que la necesidad de reflexion en el hombre se ejerce camente todo lo que acontece, las cosas que concce como jede conocer. Nunca supo evaluar hasta qué pun- Werke, vo. tpg. 989. Werke, pip. 245, 26 HANNAH ARENDT nos de cusstiones uitimas. Afirmé, defensivamente, que «hubo el conocimienco para dejar un lugar a las ereenicias (24), pe-

También podría gustarte