Está en la página 1de 3

Ser “amigos del novio”

CONVIVENCIA DE SEÑORAS – SEPT. 2020

Una tarde de convivencia ha de ser para nosotras como ir a un manantial de agua fresca
para saciar nuestra sed de Dios, para descansar en su Presencia, para dejarnos tocar por
su gracia transformante. Todas lo necesitamos, pero en realidad el más interesado es el
mismo Jesús. El más sediento de este divino encuentro es Jesús. En palabras del Papa
Francisco, es Él quien nos primerea.
Empecemos recordando un pasaje del Evangelio:
En aquel tiempo dijeron a Jesús los fariseos y los letrados: -Los discípulos de Juan
ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a
comer y a beber.
Jesús les contestó: - ¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio
está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces ayunarán.
Y añadió esta comparación: (…) -Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque
revientan los odres, se derrama, y los odres se estropean. A vino nuevo, odres
nuevos (Lc. 5, 33-39).
Los amigos del novio son los discípulos de Jesús que viven en su Presencia, buscando
estar atentos a su voluntad para ponerla por obra. En esta atención amorosa lo
encuentran todo, sin necesidad de preocuparse de nada (P. Soto). Esta es la fiesta, por
eso no hay ayuno, porque se posee al Todo que es Dios. Sí, quien busca la voluntad de
Dios y pide la gracia para mantenerse fiel a ella, lo ha encontrado todo.
El vino nuevo es la novedad que nos trae Jesús: el amor del Padre, encarnado y
entregado. Cuando nos acercamos a Jesús en un camino de escucha y fidelidad, Él nos
permite hacer esta experiencia de sabernos amados y nos enseña a captar el sentido
profundo de su Encarnación: se encarnó y se hizo hombre por mi amor.
Jesús buscó estar cerca del hombre, hacerle sentir su presencia cálida, sencilla, atenta.
Quiso poner delante de sus ojos el Modelo acabado del amor. No sólo eso, quiso
comunicarles su misma vida, dejarse atraer por ella, suscitar en sus amigos un deseo de
adhesión plena a su Persona.
¿Cuál es la condición para llegar a hacer esta experiencia de amor? Ser “odres nuevos”.
Esto es, hombres nuevos. Hombres que han renunciado a la ley antigua del amor
propio, del orgullo, de la autosuficiencia, de la vanidad.
Estos “amigos del novio”, son los santos. Pasar de ser odre viejo a ser odre nuevo
significa asumir la postura de los santos. Decía Benedicto XVI al inicio de su pontificado:
Mi verdadero programa de gobierno es no hacer mi voluntad, no seguir mis
propias ideas, sino perderme, junto con toda la Iglesia, a la escucha de la palabra
y de la voluntad del Señor y dejarme conducir por Él, de tal modo que sea Él
mismo quien conduzca a la Iglesia en esta hora de nuestra historia.
Podríamos muy bien reemplazar la palabra Iglesia por “mi familia” -pequeña iglesia
doméstica-. El Papa emérito nos ha señalado su programa de vida, ¿no puede ser éste
también el nuestro?, ¿qué nos hace falta?, ¿cómo llevarlo a cabo?
Viviendo en esta actitud, llegaríamos a caminar gozosas en la tierra, aprovechando todo
para vivir la voluntad de Dios. La sencillez, la humildad, la dulzura, la paz…, serían el
resultado de este “programa de gobierno”.
No es un cuento de hadas.
En la vida de San Francisco de Así, encontramos otro modelo acabado para ver a dónde
conduce el Espíritu de Amor a quienes se abandonan a su acción, sin poner obstáculos.
Decía:
Siempre vivimos sobre la cuerda floja tendida entre la fragilidad humana y el
orden. El orden exige el sometimiento de los díscolos. En ninguna sociedad el
desorden puede campear a sus anchas. Se fundiría la sociedad misma. No
obstante, la cuerda de la fragilidad, cuando se tensa demasiado, se rompe. ¿Qué
hacer?
Hay que salvaguardar el orden. Es necesario la corrección fraterna, la
amonestación, alguna vez la velada amenaza, con tal de que todo eso se haga con
paciencia y dulzura. Pero ¿qué es más importante, el orden o el hermano? ¿Y si
por asegurar el orden aplastamos al hermano? ¿Y si por respetar al hermano se
desmorona el orden? No hay sociedad si orden, pero ¿no es la sociedad para el
hermano?
El hermano díscolo se someterá sin duda, ante la amenaza de un ultimátum. Pero
¿se redimirá? Sin duda que no. Al contrario, permanecerá resentido, sombrío,
pertinaz.
¡Sólo el amor salva!
Esta es la fiesta del amor que perdura mientras estamos con el Novio. No nos
apartemos de su Presencia y lograremos atraer a muchos a esta fiesta.

También podría gustarte