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ENCONTRAR A DIOS EN EL OTRO

EL SACRAMENTO DEL
MATRIMONIO
Palabra de Dios y Oración
Las Bodas de Cana Juan: 2, 1-11

“Señor, dispón nuestros corazones, a acoger tu


palabra, que nos revela la estupenda novedad de la
vida conyugal y familiar, hecha por ti santa y
santificadora.

Haz que sepamos descubrir el proyecto sabio y


amoroso que tu tienes sobre nosotros, a través
de los hechos, los problemas, las dificultades y los
acontecimientos de la vida de todos los días.
Ayúdanos a compartir,
tu mismo amor por la
Iglesia, a través de
la experiencia
humana, de nuestra
vida en comunión.

Que cada uno de


nosotros sienta
continuamente, el
deber de escuchar
tu palabra para
crecer en modo
permanente en la
fe”. Amén.
¿Acaso no basta el
CONTENIDO amor solamente?
¿Por qué debemos
meter ese amor
dentro de un gesto
sagrado?

Para responder es
necesario contar la
historia del
hombre y de Dios.
Es preciso
comenzar entonces
desde Adán y Eva.
El hombre se ha dañado a sí mismo y no es capaz
de amar más, siente la necesidad por que no
puede vivir sin amor, pero, cuando busca pasar
a los hechos, encuentra en sí un profundo
egoísmo que le impide vivir una verdadera
relación de amor.

Dios ha venido a restituir al hombre y a la mujer


el poder de amar de modo verdadero

Y los hace, capaz de trasformar las dificultades


y las crisis en momentos de sufrimiento. Esta
capacidad viene ofrecida con el sacramento. En
él Dios dona su amor que habilita al hombre y a
la mujer a amar como él mismo ama.
El concepto de sacramento resulta difícil de
entender para quienes no han recorrido un
verdadero camino de fe. Es por lo tanto
importante no tener prisa en la disertación
buscando en cambio de acompañar a los
novios en el descubrimiento de este don que
el Señor les dará el día de la boda.

Para acercarnos al concepto de sacramento lo


haremos ayudados de un episodio que
realmente sucedió en la vida de Jesús y que
lo encontramos en San Juan 2, 1-11: las
bodas de cana.
… Hubo una boda en Caná de Galilea…

Una boda: en la predicación de los profetas, la boda


el signo de la alianza de Dios con su pueblo.

Cana en su expresión originaria “Qanah” significa


buscar.

Es Cristo quien busca a los esposos, que los busca a


ustedes. Y ustedes por su parte buscan el amor, el
sentido profundo del amor, haciéndose ayudar por
Cristo.
… fue invitado a las bodas también
Jesús con sus discípulos…

Jesús es amigo de los esposos y participa a las


bodas con el primer núcleo de su comunidad (la
Iglesia).

Por lo general al matrimonio se invitan las


personas queridas, las personas que tienen
algún vínculo de amistad y de afecto. Debemos
preguntarnos si Jesús y la Iglesia entran en
esa categoría de amistad y de afecto, si no es
así, debemos descubrir quien es para nosotros
Jesús y de esta manera poco a poco poderlo
amar y seguir.
… y como faltó el vino…
El vino es signo del amor de la pareja, es el signo de la
alegría (elemento fundamental del matrimonio). Estos
esposos se han preocupado por la falta de vino ya que
lo consideraban indispensable para su matrimonio. Es
decir, que el matrimonio sin amor esta muriendo.
Pensemos un poco en nosotros:

¿Qué clase de amor y qué cantidad de amor estamos


llevando en nuestra vida de esposos?

Nos parece un amor bueno, nos parece un amor


suficiente. Pero si con el tiempo no bastase qué cosa
podemos/debemos hacer.
… hagan lo que él les diga…
Los esposos no se dan cuenta de nada, no han percibido la
situación y el riesgo que están corriendo.

Quien interviene (por que esta atento y vigilante) es en cambio


una madre (María). Una persona que ha experimentado la
importancia del amor y que sabe cuánto es necesario para una
pareja y una familia.

Y la solución que indica en una sola: ponerse en las manos de


Jesús haciendo aquello que él les diga.

Y de amor si que sabe Jesús: ha venido por amor; ha dado su vida


por amor; continúa a preocuparse por los otros.
Esta madre que estuvo atenta y vigilante es la Iglesia que aquí y
ahora se esta preocupando que el vino de su matrimonio sea
suficiente, no tiene otros objetivos y otros fines, solo esta
interesado en su bien.
…había allí seis tinajas de piedra…
Seis es el número de la imperfección.

¿Y las tinajas de piedra? Son corazones vacíos de


amor. Jesús las llenará de vino bueno, de amor
verdadero, y el corazón de piedra se convertirá
en corazón de carne.

A propósito de esto en el Antiguo Testamento hay


un bello pasaje de Ezequiel que propone la
imagen de la transformación de los corazones
por el efecto del amor de Dios, en grado de
llenarlos y de cambiarlos:
“Les daré un corazón nuevo y les infundiré un
espíritu nuevo, quitaré de ustedes el corazón de
piedra y les daré un corazón de carne”.

Todos nosotros tenemos un poco el corazón de


piedra: un corazón rígido, poco sensible a las
necesidades del hombre. Hay un poco de
individualismo, de egoísmo, de orgullo, de
escaso deseo de cambiar nuestras actitudes por
amor al otro, sin embargo, en estos corazones
hay un poco de vino, un poco de amor: la fiesta
(nuestra vida de esposos) esta casi arruinada y
ni siquiera nos damos cuenta como los novios de
la boda de Cana.
…llenen de agua las tinajas…
El agua es el símbolo de la humanidad. Este símbolo
lo encontramos en la Eucaristía cuando el sacerdote
verte en el cáliz agua y vino: es la unión de nuestra
humanidad con la divinidad de Dios, de nuestra
pobreza con su amor. Y aquel amor, aquel vino se
convertirá en la sangre de Cristo.

Y a Caná sucede exactamente lo mismo: en la piedra


de nuestros corazones nosotros podemos verter
agua, es decir, nuestra humanidad. Y Cristo no la
desprecia, por el contrario la pide; será después él
ha transformarla en vino, amor verdadero, amor
que dura toda la vida.
Es este el significado más profundo de la
realidad sacramental del matrimonio, un
amor humano trasformado en amor divino,
para que pueda durar y ser salvífico.

Entienden ahora por qué para poder celebrar


un matrimonio en la Iglesia se necesita una
fe viva: debemos creer en la fuerza del
amor de Cristo y nos debemos comprometer
a vivirlo como él nos enseña: un amor de
acogida, de apertura, de perdón, de
aceptación, de humildad, de respeto.
…llénenlas y llévenlas al maestro de ceremonia…
El ensaya y se da cuenta de que el vino es bueno,
sus palabras expresan la incapacidad de
comprender el signo esponsal. Es la actitud
racionalista que censura el amor, es la pretensión
de mirar el amor conyugal solo como ojos humanos.

¿Nuestro amor, transformado por Cristo Jesús logra


sorprender a los otros por su belleza, por su
frescura?

¿Nuestro amor de esposos es signo auténtico y


testimonio de la presencia de Cristo en nuestra
vida?
…todos sirven primero el vino bueno… pero Tú
has guardado el vino bueno hasta ahora…

Cristo no sigue las reglas del mundo, el modo de


pensar y de operar de los hombres. Su lógica es
diversa, por que tiende sólo al bien de las personas.
Su comportamiento genera sorpresa y admiración.

Cuando en nuestra vida matrimonial no está Cristo, el


amor con el tiempo tiende a empeorar o a faltar del
todo. También cuando está Cristo, el vino al inicio
parece ser bueno y suficiente, pero si dejamos que
Jesús obre en nuestro corazón (hagan lo que él les
diga) y nos comprometemos a realizar su realidad de
amor, entonces aquel vino inicial se trasformará en
aquel vino-siempre mejor que no nos faltará jamás
durante toda nuestra vida.
Es este el
secreto y el
mensaje de las
bodas de Caná:
poder tener,
después de
tantos años, un
amor fresco,
joven, sólido,
más gustoso y
de calidad
superior.

NO ES UNA UTOPÍA, ES EL MILAGRO QUE CRISTO


REALIZA PARA QUIENES SE LO PIDEN CON FE.
Con este encuentro sobre el
sacramento hemos buscado
dar respuesta a otra
pregunta que también se
asoma a la mente y el
corazón de los esposos:
¿Qué cosa sucede en la
Iglesia el día de nuestro
matrimonio?

Hemos visto que Cristo


cuando es invitado, acepta
dicha invitación y realiza
para cada pareja de
esposos, el milagro del
amor, destinado a durar
por toda la vida.

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