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Dr.

Michael Mosley

Mimi Spencer

La Dieta de los 2 Días

Pierde peso, recupera la salud y vive más

tiempo gracias al secreto de la dieta

intermitente

EDICIONES URANO

Argentina - Chile - Colombia - España

Estados Unidos - México - Perú - Uruguay - Venezuela

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La presente obra refleja las opiniones e ideas de los


autores. Está concebida para facilitar información útil
sobre los temas que se tratan en ella. Se comercializa en
el entendimiento de que ni los autores ni el

editor se comprometen a ofrecer servicios médicos,


sanitarios o de cualquier otra índole personal o

profesional. El lector deberá consultar a su médico u otro


profesional de la salud competente en este

ámbito antes de poner en práctica cualquiera de las


sugerencias de este libro o sacar cualquier

conclusión del mismo.

Los autores y el editor no se responsabilizan de ningún


percance, pérdida o riesgo personal o de

cualquier otra índole derivado, directa o indirectamente,


del uso o aplicación de cualquiera de los

contenidos de la presente obra.

Título original: The FastDiet

Editor original: Atria Books, A Division of Simon &


Schuster, Inc., New York

Traducción: Alicia Sánchez Millet

1.ª edición Mayo 2013

Copyright © 2013 by Dr. Michael Mosley and Mimi


Spencer

Published by arrangement with the original publisher,


Atria Books, a Division of Simon & Schuster,
Inc.

All Rights Reserved

© 2013 de la traducción by Alicia Sánchez Millet

© 2013 by Ediciones Urano, S. A.

Aribau, 142, pral. – 08036 Barcelona

www.edicionesurano.com

Depósito Legal: B. 1210-2014

ISBN EPUB: 978-84-9944-566-3

Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente


prohibida, sin la autorización escrita de los

titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en


las leyes, la reproducción parcial o total de esta

obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la


reprografía y el tratamiento informático, así

como la distribución de ejemplares mediante alquiler o


préstamo público.

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A mi esposa, Clare, y a mis hijos, Alex, Jack, Daniel y
Kate, que hacen que vivir

más merezca la pena.

M. M.

A Ned, Lily May y Paul, mi roca de Brighton.

Y a mis padres, que siempre han sabido que la comida es


amor.

M. S.

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Contenido

Portadilla

Créditos

Dedicatoria

Introducción

1. La ciencia del ayuno

2. La Dieta de los Dos Días en la práctica


3. Menús

Menús de 500 calorías al día

Menús de 600 calorías al día

Historias personales

Notas de agradecimiento

Contador de calorías

Agradecimientos

Sobre los autores

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Introducción

En las últimas décadas, las modas alimentarias han


cambiado notablemente,

pero los consejos médicos generales sobre lo que


constituye un estilo de vida

saludable no han variado demasiado: comer alimentos


bajos en grasas, hacer
más ejercicio... y no saltarse nunca jamás una comida.
Durante ese mismo

período se han disparado los niveles de obesidad en el


mundo.

¿Existe pues un enfoque diferente que se fundamente en


pruebas? ¿Que se

base en la ciencia, en lugar de hacerlo en opiniones no


científicas? Pues bien,

nosotros pensamos que sí: el ayuno intermitente.

Cuando leímos por primera vez sobre los beneficios del


ayuno

intermitente, al igual que muchas otras personas, fuimos


escépticos. Ayunar

nos parecía algo drástico y difícil, y ambos sabíamos que


cualquier tipo de

dieta suele estar predestinada al fracaso. Pero ahora que


hemos estudiado el

tema en profundidad y hemos experimentado nosotros


mismos estos
beneficios, estamos convencidos de su increíble
potencial. Tal como dice uno

de los profesionales de la medicina que hemos


entrevistado para este libro:

«No hay nada tan poderoso para tu cuerpo como el


ayuno».

No hay nada tan poderoso para tu cuerpo

como el ayuno.

Ayunar: una idea antigua, un método moderno

El ayuno no es una novedad. Tal como veremos en el


siguiente capítulo, el

cuerpo está diseñado para ayunar. Nuestra especie se


desarrolló en una época

en que la comida era escasa, somos el producto de


milenios de ayunos o

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hambrunas. La razón por la que respondemos tan bien al


ayuno intermitente
es porque imita, mucho mejor que nuestras tres comidas al
día, el entorno en

el que surgieron los seres humanos modernos.

Por supuesto, para muchos el ayuno sigue siendo una


cuestión religiosa.

Los ayunos de Cuaresma, Yom Kippur y Ramadán son


sólo algunos de los

ejemplos más populares. A los cristianos ortodoxos


griegos se les insta a que

ayunen 180 días al año (según san Nicolás de Zicha, «La


gula nos hace

pesimistas y temerosos, pero el ayuno nos hace alegres y


valientes»), los

monjes budistas, por su parte, ayunan en la luna nueva y la


luna llena de cada

mes lunar.

No obstante, parece que la mayoría de personas casi


siempre estemos

comiendo. Rara vez tenemos hambre de verdad. Pero


estamos insatisfechos,

con nuestro peso, nuestros cuerpos o nuestra salud.

El ayuno intermitente nos vuelve a poner en contacto con


nuestro yo

humano. No es únicamente una forma de perder peso, sino


también de

conservar la salud y el bienestar a largo plazo. Los


científicos sólo están

empezando a descubrir y a demostrar lo poderoso que


puede ser.

Este libro es fruto de las investigaciones vanguardistas de


esos científicos

y de su repercusión en nuestra forma de pensar actual


sobre adelgazar, la

resistencia a las enfermedades y la longevidad. Pero


también es el resultado de

nuestras experiencias personales.

Aquí son importantes estas dos experiencias (y sus


correspondientes
aspectos) —la fase de investigación y el estilo de vida—
así que investigamos

el ayuno intermitente desde dos perspectivas


complementarias. Michael, que

por su parte utilizó su cuerpo y formación en medicina


para probar su

potencial, explica las bases científicas del ayuno


intermitente (AI) y de la dieta

5/2, que acaparó la atención del mundo durante el verano


de 2012.

Mimi, por su lado, nos ofrece una guía práctica sobre


cómo seguir la

Dieta de los Dos Días sin riesgo, de forma que resulte


eficaz y tolerable, de

una manera que se adapte con facilidad a nuestro estilo de


vida cotidiano.

Explica minuciosamente cómo nos sentimos durante el


ayuno, qué es lo que

podemos esperar en el día a día, qué comer y cuándo


hacerlo, y nos
proporciona innumerables consejos y estrategias para
ayudarnos a obtener el

máximo beneficio de los preceptos más sencillos de la


dieta.

Como verás a continuación, la Dieta de los Dos Días ha


cambiado

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nuestras vidas. Esperemos que cambie también la tuya.

La motivación de Michael: una perspectiva

masculina

Tengo 55 años y, antes de iniciar mi investigación sobre


el ayuno

intermitente, tenía un poco de sobrepeso: con 1,80 metros


de estatura, pesaba

casi 85 kilos y mi índice de masa corporal era de 26, lo


que me situaba en la

categoría del sobrepeso. Hasta más o menos los 35 años


había sido delgado,
pero al igual que muchas personas, fui engordando de
forma gradual, a un

ritmo de aproximadamente medio kilo al año. Esto no


parece mucho, pero al

cabo de un par de décadas, había sumado bastante. Poco a


poco me fui dando

cuenta de que me empezaba a parecer a mi padre, un


hombre que toda su

vida había mantenido una lucha contra su peso y que al


final murió a los

setenta y pocos años por complicaciones asociadas a la


diabetes. En su

funeral, muchos de sus amigos me dijeron cuánto me


parecía a él.

Mientras preparaba un documental para la BBC, tuve la


suerte de que me

hicieran un escáner IRM (imagen por resonancia


magnética). Esto reveló que

soy un DFGD, es decir, delgado por fuera, gordo por


dentro. Esta grasa
visceral es la más peligrosa que existe porque se adhiere
a los órganos internos

y te convierte en un candidato para las enfermedades


cardiovasculares y la

diabetes. Luego me hicieron análisis de sangre que


indicaban que me

encaminaba hacia la diabetes, y también tenía el


colesterol demasiado alto.

Era evidente que tenía que hacer algo al respecto. Intenté


seguir un consejo

estándar, pero no me sirvió de mucho. Mi peso y mis


analíticas seguían en la

zona de «peligro».

Anteriormente, nunca me había propuesto hacer dieta,


porque no había

encontrado ninguna que pensara que fuera a funcionar.


Había visto a mi

padre probar todo tipo de dietas, desde la de Scarsdale


hasta la de Atkins,
desde la Dieta Cambridge hasta la Dieta del Bebedor.
Perdió peso con todas

ellas y al cabo de unos pocos meses lo recuperó, e incluso


se engordó más.

A principios de 2012, Aidan Laverty, editor de la serie


científica Horizon

de la BBC, se puso en contacto conmigo y me preguntó si


estaba dispuesto a

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servir de conejillo de Indias para una investigación


científica sobre la

longevidad. No estaba muy seguro de qué era lo que


íbamos a encontrar, pero

junto con la productora Kate Dart y la investigadora


Roshan Samarasinghe,

rápidamente nos concentramos en la restricción de


calorías y en el ayuno

como una fructífera área a explorar.

La restricción de calorías (RC) es bastante brutal; supone


comer mucho

menos de lo que se espera que coma una persona normal y


hacerlo todos los

días de tu (esperemos) larga vida. La razón por la que las


personas se someten

a esto es porque es la única actuación que se ha


demostrado que alarga la vida,

al menos en los animales. Se calcula que existen más de


10.000 dietas de

Restricción Calórica con Nutrición Óptima (RCNO) en


todo el mundo, y yo

conozco unas cuantas. A pesar de su perfil bioquímico


generalmente

fabuloso, nunca me he sentido tentado de verdad a


alistarme en sus filas de

flacos. Simplemente, no tengo la fuerza de voluntad o el


deseo de vivir

siempre siguiendo una dieta que sea muy baja en calorías.

Así que fue maravilloso descubrir el ayuno intermitente


(AI), que implica

comer menos calorías, pero sólo algunas veces. Si la


ciencia tenía razón,

ofrecería los beneficios de la RC, pero sin sufrimiento.

Viajé a Estados Unidos, conocí a grandes investigadores


que

generosamente compartieron conmigo sus investigaciones


e ideas. Me quedó

claro que el AI no era una moda. Pero que no sería tan


fácil como había

pensado en un principio. Como verás más adelante, hay


muchas formas de

hacer ayuno intermitente. Algunas implican no comer nada


en veinticuatro

horas o más. Otras, hacer una sola comida baja en


calorías una vez al día, en

días alternos. Probé ambas cosas, pero no me veía capaz


de hacerlo de forma

regular. Sencillamente me resultaba demasiado duro.


Así que decidí crear y probar mi propia versión
modificada. Cinco días a

la semana, comería normalmente; los dos restantes


comería una cuarta parte

de mi dosis habitual de calorías (es decir, 600 calorías).

Dividí las calorías en dos —unas 250 calorías para el


desayuno y 350

calorías para la cena—, lo que suponía un ayuno de doce


horas seguidas.

También opté por dividir mis días de ayuno: ayunaría los


lunes y los jueves.

Me convertí en mi propio experimento.

El documental Eat, Fast, Live Longer («Come, ayuna y


vive más»), donde

se describen mis aventuras con lo que ahora se denomina


la dieta 5/2, se

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emitió en la BBC durante los Juegos Olímpicos de


Londres, en agosto de
2012. Esperaba que pasara desapercibido en medio de la
locura mediática de

los Juegos, pero, por el contrario, desató su propio


frenesí. El programa fue

visto por más de 2,5 millones de telespectadores —una


gran audiencia para

Horizon— y cientos de miles de veces más por YouTube.


Mi cuenta de

Twitter se colapsó, y mis seguidores se triplicaron; todo


el mundo quería

probar mi versión de ayuno intermitente, y me preguntaban


qué era lo que

tenían que hacer.

Los periódicos se hicieron eco de la historia. Aparecieron


artículos en The

Times (Londres), el Daily Telegraph, el Daily Mail y en


el Mail on Sunday. En

poco tiempo, ocupaba las páginas de periódicos de todo


el mundo: Nueva
York, París, Madrid, Montreal, Islamabad y Nueva Delhi.
Se crearon grupos

online, se intercambiaron menús y experiencias, se


crearon salones de chat

para hablar del ayuno. La gente empezó a pararme por la


calle y a contarme lo

bien que les iba con la dieta 5/2. También me mandaban


correos electrónicos

contándome sus experiencias. Entre esos correos


electrónicos había un

número sorprendentemente elevado que procedía de


médicos. Igual que yo,

al principio habían sido escépticos, pero lo habían


probado ellos mismos,

comprobado que funcionaba y empezado a


recomendárselo a sus pacientes.

Querían información, menús, conocer los detalles de la


investigación

científica. Querían que escribiera un libro. Respondí con


evasivas y le di
largas al asunto, hasta que al final encontré una
colaboradora, Mimi Spencer,

una persona que me agradaba, en quien confiaba y con


sólidos conocimientos

en nutrición. Así es cómo se creó lo que estás leyendo


ahora.

El currículum de Michael

Hice mi internado en el Hospital Royal Free de Londres y


tras aprobar mis

exámenes de medicina, me puse a trabajar para la BBC


como aprendiz de

ayudante de producción. En los veinticinco años que llevo


trabajando allí he

realizado numerosos documentales científicos e


históricos, primero detrás de

la cámara, más recientemente delante de la misma. He


sido el productor

ejecutivo de QED; Trust Me I’m a Doctor y Superhuman.


He trabajado con
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John Cleese, Jeremy Clarkson, el profesor Robert


Winston, sir David

Attenborough, y la profesora Alice Roberts. He creado y


he sido director

ejecutivo de muchos programas para la BBC y el


Discovery Channel, entre los

que se encuentran: Pompeii: The Last Day, Supervolcano


y Krakatoa: Volcano

of Destruction.

Como presentador he realizado docenas de series para la


BBC, como

Medical Mavericks, Blood and Guts, Inside Michael


Mosley, Science Story, The

Young Ones, Inside the Human Body, y The Truth About


Exercise.

Actualmente, estoy preparando tres nuevas series y soy el


presentador

habitual de The One Show, de la BBC.


He recibido numerosos galardones como el de Periodista
Médico del Año

otorgado por la Asociación Británica de Médicos.

La motivación de Mimi: una perspectiva

femenina

Empecé el ayuno intermitente el día en que me encargaron


escribir un

artículo para The Times sobre el programa Horizon de


Michael. Fue la

primera vez que oí hablar del ayuno intermitente, y


enseguida me sedujo la

idea, a pesar de ser un alma escéptica que se ha pasado


dos décadas

examinando las curiosas acrobacias de la industria de la


moda, el negocio de

la estética y el comercio de las dietas.

Anteriormente, también había tenido escarceos con las


dietas —dime de
alguna mujer de cuarenta y tantos que no los haya tenido
—. Perdí peso, luego

la fe en cuestión de semanas, y por último había vuelto a


recuperar todos los

kilos perdidos. Aunque nunca he tenido sobrepeso, hacía


mucho que deseaba

deshacerme de esos tres o cuatro kilos de más —de los


kilos que gané durante

el embarazo—que por alguna razón nunca había


conseguido perder. Las

dietas que había probado siempre eran demasiado duras


para seguirlas,

demasiado complicadas para ponerlas en práctica,


demasiado aburridas,

demasiado estrictas, demasiado uniformes, demasiado


invasivas, de las que le

quitan el jugo a la vida y te dejan con las sobras. No


encontré nada que me

viera capaz de adoptar y seguir en mi forma de vida:


como madre, mujer
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trabajadora y esposa.

Llevo años diciendo que las dietas son un engañabobos,


destinadas al

fracaso debido a las restricciones y carencias impuestas, a


lo que de otro

modo supondría una vida feliz, pero con ésta me di cuenta


al momento de

que era diferente. Las pruebas científicas eran muchas y


convincentes, y la

reacción de la comunidad médica (esencial para mí) era


positiva. Los efectos

en Michael y otras personas eran impresionantes, a veces


hasta increíbles.

Michael en su documental para Horizon, lo denominó el


«inicio de algo

grande [...] que podía transformar radicalmente la salud


nacional». No me

pude resistir. Ni tampoco podía concebir una razón para


esperar.

Las pruebas científicas eran muchas y

convincentes,

y la reacción de la comunidad médica

(esencial para mí) era positiva.

En los meses posteriores a mi artículo en el Times, me


volví una conversa.

De hecho, una evangelista. Ahora, todavía «sigo» la Dieta


de los Dos Días,

pero apenas me doy cuenta. Cuando empecé pesaba 60


kilos. Con 1,69 metros

de estatura, mi IMC (índice de masa corporal) era un


aceptable 21,4. Mientras

escribía este libro, pesaba 54 kilos, y mi IMC era 19,4.


Eso es sacarse muchos

kilos de encima. Me siento ligera, delgada y vital. Ayunar


se ha convertido en

parte de mi rutina semanal, algo que hago automáticamente


sin estresarme.

Me siento ligera, delgada y vital.

En seis meses siento que tengo más energía, más vitalidad,


la piel más

limpia y más entusiasmo por la vida.

Y —hay que decirlo— tejanos nuevos de la talla S y ni


uno solo de mis

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temores anuales al biquini por la llegada del verano. Pero


quizá lo más

importante es que ahora sé que hay un resultado positivo


de larga duración.

Estoy haciendo lo mejor para mi cuerpo y para mi


cerebro. Es una revelación

íntima, pero que vale la pena compartir.

El currículum de Mimi

He escrito sobre moda, alimentación y cuerpos en forma


en revistas y
periódicos británicos durante veinte años: Vogue, The
Guardian, The

Observer y el London Evening Standard, donde en el año


2000 fui galardonada

como Periodista Británica del Año Especializada en


Moda. En estos

momentos, soy columnista para la revista Mail on


Sunday’s You y escribo

regularmente para The Saturday Times. En 2009, escribí


un libro titulado 101

Things to Do Before You Diet («101 cosas que hay que


hacer antes de empezar

una dieta»), en el que manifestaba mi consternación por


las dietas de moda,

que parecen estar eternamente destinadas al fracaso. El


ayuno intermitente es

el único plan que he descubierto en estas dos décadas que


te ayuda a adelgazar

y a no recuperar los kilos perdidos. ¿Y los beneficios


antienvejecimiento?
Impresionantes.

La Dieta de los Dos Días: el potencial, la

promesa

Sabemos que para muchas personas los consejos


dietéticos típicos,

simplemente no funcionan. La Dieta de los Dos Días es


una alternativa

radical. Tiene el potencial de cambiar nuestra forma de


pensar sobre la

comida y sobre perder peso.

• La Dieta de los Dos Días nos pide que pensemos no sólo


en qué comemos,

sino cuándo lo comemos.

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• No hay que seguir reglas complicadas; es una estrategia


flexible,

comprensible y fácil de usar.


• No hay un control diario de calorías; ni el aburrimiento,
la frustración o la

cadena de prohibiciones que caracterizan a las dietas


convencionales.

• Sí, implica ayunar, pero no como tú conoces; no


«pasarás hambre» un día

en concreto.

• Seguirás comiendo los alimentos que te gustan: la


mayoría de las veces.

• Cuando te hayas sacado de encima los kilos que te


sobran, si sigues el

programa básico mantendrás tu peso.

• Perder peso no es más que uno de los beneficios de la


Dieta de los Dos

Días. El verdadero beneficio son las ventajas potenciales


para la salud a

largo plazo: reduce tu riesgo de contraer enfermedades,


incluida la diabetes,

enfermedades cardiovasculares y cáncer.


• Pronto entenderás que no es una dieta. Es mucho más que
eso: es una

estrategia sostenible para una vida larga y saludable.

Ahora, supongo que querrás saber exactamente cómo


podemos hacer

estas afirmaciones tan contundentes. En el capítulo


siguiente, Michael explica

los principios científicos que hacen que la Dieta de los


Dos Días funcione.

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La ciencia del ayuno

Para la mayoría de los animales que viven en su hábitat


natural, lo normal es

alternar entre períodos de abundancia de comida y etapas


de hambruna.

Nuestros antepasados lejanos no comían cuatro o cinco


veces al día. Mataban,
se atiborraban, descansaban, y luego tenían que soportar
largos períodos de

tiempo sin nada que comer. El organismo humano y


nuestros genes se

forjaron en un entorno de escasez, salpicado por festines


masivos esporádicos.

Actualmente, las cosas son muy diferentes, por supuesto.


Siempre

estamos comiendo. Ayunar —la abstención voluntaria de


ingerir alimentos—

se considera algo más bien excéntrico, por no decir que


también se considera

poco saludable. La mayoría esperamos comer al menos


tres veces al día y

tomar sustanciosos tentempiés entremedio. Y además un


café con leche por

aquí, una galleta especial por allá, o quizás un batido


porque es más

«saludable».
Antaño, los padres les decían a sus hijos: «No comas
entre comidas». Esos

tiempos han quedado ya muy atrás. Según las últimas


investigaciones en

Estados Unidos, en las que se compararon los hábitos


alimentarios de 28.000

niños y 36.000 adultos en los últimos treinta años, se ha


descubierto que el

tiempo entre lo que los investigadores describieron


tímidamente como

«momentos de alimentarse» se había reducido a una media


de una hora. En

otras palabras, en las últimas décadas la cantidad de


tiempo que pasamos «sin

comer» ha disminuido de manera alarmante.1 En la


década de 1970, los

adultos aguantaban hasta cuatro horas o cuatro horas y


media sin comer,

mientras que se esperaba que los niños aguantaran al


menos cuatro horas
entre comida y comida. Ahora, eso se ha reducido a tres
horas y media para

los adultos y a tres para los niños, eso sin incluir las
bebidas y lo que picamos.

La idea de que comer poco y a menudo es «bueno», en


parte ha surgido

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de los fabricantes de tentempiés y de los libros de dietas


de moda, pero

también cuenta con el respaldo de los médicos. Su


argumento es que es mejor

comer pocas cantidades varias veces para evitar tener


hambre que excederte

con una comida rica en grasas. Entiendo esa explicación y


hay algunos

estudios que sugieren que comer regularmente pequeñas


cantidades tiene

ventajas para la salud, siempre y cuando no termines


comiendo más. Por
desgracia, en el mundo real, eso es justo lo que sucede.

En el estudio que he citado más arriba, los autores


descubrieron que, en

comparación con hace treinta años, no sólo comemos unas


180 calorías más

al día debido a lo que picamos —la mayor parte por


bebidas lácteas, batidos y

refrescos—, sino que también comemos más en nuestras


comidas principales,

hasta unas 120 calorías más al día. Es decir, comer entre


horas parece que no

equivale a comer menos en las comidas principales; sólo


estimula el apetito.

Comer a lo largo del día es muy normal en nuestros


tiempos, tanto que se

da por hecho y casi resulta ridículo atreverse a proponer


que vale la pena

hacer justo lo contrario. Cuando empecé a ayunar,


descubrí algunas cosas
inesperadas respecto a mí mismo, mis creencias y mis
actitudes en cuanto a la

comida.

• Descubrí que muchas veces como cuando no lo necesito.


Lo hago porque

veo la comida, porque pienso que más tarde tendré


hambre o simplemente

por costumbre.

• Suponía que, cuando tienes hambre, la necesidad de


comer se vuelve cada

vez más acuciante hasta que resulta intolerable y acabas


enterrando el

rostro en una tarrina gigante de helado. Sin embargo,


descubrí que el

hambre se pasa, y que cuando has tenido mucha hambre,


ya no le tienes

miedo.

• Pensaba que ayunar me dispersaría, que me impediría


concentrarme. Lo
que he descubierto es que aguza mis sentidos y mi
cerebro.

Pensaba que ayunar me dispersaría, que

me impediría concentrarme. Lo que he

descubierto es que aguza mis sentidos y

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mi cerebro.

• Me preguntaba si me desmayaría con frecuencia. Resulta


que el cuerpo

tiene una tremenda capacidad de adaptación, y que


muchos atletas con los

que he hablado prefieren entrenar en ayunas.

• Tenía miedo de que me costara mucho hacerlo. No es


así.

Por qué empecé

Aunque la mayoría de las grandes religiones recomiendan


ayunar (los sijs son
una excepción, aunque permiten el ayuno por prescripción
facultativa),

siempre había pensado que principalmente se trataba de


una forma de

ponerte a prueba y de poner a prueba tu fe. Podía ver los


posibles beneficios

espirituales, pero era muy escéptico respecto a las


ventajas para la salud.

También había tenido una serie de amistades muy


concienciadas con su

cuerpo, que en todos estos años habían intentado


convencerme de que

ayunara, pero jamás pude aceptar su explicación de que la


razón para hacerlo

era dejar «descansar el hígado» o «eliminar toxinas».


Ninguna explicación

tenía sentido para un escéptico con formación médica


como yo. Recuerdo

que un amigo me dijo una vez que tras un par de semanas


de ayuno su orina
se había vuelto negra, y para él eso era una prueba de que
estaba eliminando

toxinas. Para mí fue una prueba de que era un hippie


ignorante y que fuera lo

que fuera lo que le estaba sucediendo a su cuerpo a raíz


del ayuno era

extremadamente perjudicial.

Como he escrito en la introducción, lo que me convenció


para probar el

ayuno fue la combinación de mis circunstancias


personales —tenía 55 años, la

glucosa alta en la sangre y un ligero sobrepeso— y las


nuevas pruebas

científicas que cito a continuación.

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Lo que no nos mata nos fortalece

Una serie de investigadores me inspiraron de diversos


modos, pero entre ellos
el que más ha influido en mí es el doctor Mark Mattson
del Instituto Nacional

del Envejecimiento de Bethesda, Maryland. Hace un par


de años escribió un

artículo con Edward Calabrese para la revista


NewScientist. Titulado «Cuando

un poco de veneno es bueno para ti», 2 este artículo


realmente hizo que

prestara atención y me incitó a pensar.

«Un poco de veneno es bueno para ti» es una brillante


forma de describir

la teoría de la hormesis: la idea de que, cuando una


persona, o cualquier otra

criatura, está expuesta al estrés o a una toxina, ésta puede


acabar

fortaleciéndola. La hormesis no es sólo una variante de


«alístate en la armada

y haremos un hombre de ti», sino también una explicación


biológica aceptada
de cómo funcionan las cosas a nivel celular.

Veamos algo tan simple como hacer ejercicio, por


ejemplo. Cuando

corres o haces culturismo, en realidad estás dañando los


músculos,

provocando pequeños desgarres y roturas. Si no te


excedes demasiado, tu

cuerpo responde reparando y fortaleciendo los músculos


en el proceso.

Las verduras son otro ejemplo. Todos sabemos que hemos


de comer

mucha fruta y verdura porque están llenas de


antioxidantes, y los

antioxidantes son fantásticos porque terminan con los


peligrosos radicales

libres que circulan por nuestro cuerpo perjudicándolo.

El problema con esta explicación ampliamente aceptada


sobre cómo

«actúan» las frutas y verduras es que casi con toda


seguridad es errónea, o al

menos incompleta. Los niveles de antioxidantes en las


frutas y en las verduras

son demasiado bajos para tener los profundos efectos que


claramente tienen.

Además, los resultados de los intentos de extraer los


antioxidantes de las

plantas y administrárnoslos en forma concentrada como


suplemento

alimentario favorable para la salud no han sido


contundentes en las pruebas

realizadas a largo plazo. El betacaroteno, ingerido en la


forma de una

zanahoria, indudablemente es bueno para la salud. Cuando


se extrajo

betacaroteno de la zanahoria y se suministró a pacientes


de cáncer, en

realidad parecía que empeoraban.

Una pista sobre el modo totalmente distinto en que es


posible que actúen

las verduras es verlo desde el prisma de la hormesis.

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Veamos esta aparente paradoja: en la naturaleza, el sabor


amargo solemos

asociarlo al veneno, a algo que hemos de evitar. Las


plantas producen una

extensa gama de las denominadas sustancias fitoquímicas,


y algunas de ellas

actúan como pesticidas naturales para impedir que


mamíferos como nosotros

nos las comamos. La razón de su sabor amargo es una


clara señal de

advertencia: «Aléjate». Existen unas cuantas buenas


razones evolutivas por las

que nos desagradan y evitamos los alimentos amargos. Sin


embargo, hay

algunas verduras que son especialmente buenas para


nosotros como el
repollo, la coliflor, el brócoli, y otros miembros de la
familia Brassica, pero

que son tanamargas que incluso de adultos muchos no


conseguimos que nos

gusten.

La solución a esta paradoja es que estas verduras saben


amargas porque

contienen fitoquímicos que son potencialmente venenosos.


La razón por la

que no nos perjudican estas sustancias químicas de las


verduras es porque a

dosis bajas no son tóxicas. Por el contrario, activan las


respuestas al estrés y

despiertan los genes que protegen y reparan.

El ayuno y la hormesis

Cuando empiezas a contemplar el mundo de este modo, te


das cuenta de que

muchas actividades que al principio te parecen estresantes


—comer verduras
amargas, salir a correr, ayuno intermitente— no son
perjudiciales en

absoluto. El reto parece formar parte del beneficio. El


hecho de que es

evidente que la privación prolongada es nociva para


nosotros no significa que

los períodos de ayuno intermitente cortos sean en absoluto


nocivos. En

realidad, es justo lo contrario.

El doctor Valter Longo, director del Instituto para la


Longevidad de la

Universidad del Sur de California, me aclaró gráficamente


este punto. Su

campo de investigación es principalmente las razones del


envejecimiento, en

particular las perspectivas que reducen el riesgo de


desarrollar enfermedades

relacionadas con la edad como el cáncer y la diabetes.

Fui a visitar a Valter, no sólo porque es un experto


mundial, sino porque

había aceptado amablemente ser mi mentor y compañero


de ayuno, para

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ayudarme y guiarme a través de mi primera experiencia de


ayuno.

Valter ha estudiado el ayuno durante muchos años y


además es un fiel

seguidor del mismo. Vive de acuerdo con su investigación


y sigue ese tipo de

dieta baja en proteína y rica en verduras que comen sus


abuelos en el sur de

Italia. Quizá no es una casualidad que sus abuelos vivan


en una zona de Italia

donde hay una alta concentración de personas longevas.

Valter, además de seguir una dieta bastante estricta, se


salta la comida

para reducir peso. Además, cada seis meses


aproximadamente, hace un ayuno
prolongado que dura al menos varios días. Alto, delgado,
lleno de energía e

italiano, es un inspirador chico de póster para los


aspirantes a ayunar.

La principal razón por la que es tan aficionado al ayuno es


porque su

investigación, y las de otros, han demostrado la


extraordinaria gama de

beneficios probados para la salud que se obtienen del


mismo. Estar sin comer

durante períodos aunque sean breves hace que se activen


una serie de esos

denominados genes reparadores, que como ya he


explicado pueden conferir

beneficios a largo plazo. «Existen muchas pruebas que


sugieren que ayunar

periódicamente puede promover cambios duraderos que


nos protegen del

envejecimiento y de las enfermedades», me dijo. «Eliges


a una persona, la
haces ayunar, y al cabo de veinticuatro horas todo se ha
revolucionado. Y

aunque tomes un cóctel de fármacos, por potentes que


sean, su efecto ni

siquiera se acerca al que tiene el ayuno. La belleza del


ayuno es que todo está

coordinado.»

Existen muchas pruebas que sugieren

que ayunar periódicamente puede

promover cambios duraderos que nos

protegen del envejecimiento y de las

enfermedades.

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El ayuno y la longevidad

La mayor parte de los primeros estudios que se realizaron


sobre los beneficios

del ayuno fueron con roedores. Nos aportaron datos


importantes sobre los

mecanismos moleculares en los que se basa el ayuno.

En un estudio temprano que data de 1945, las ratas


ayunaban uno de cada

cuatro días, uno de cada tres o uno de cada dos. Los


investigadores

observaron que las ratas que ayunaron vivieron más que


las del grupo de

control, y que cuanto más ayunaban, más vivían. También


descubrieron que,

a diferencia de las ratas alimentadas con una dieta


hipocalórica, las que

ayunaban no presentaban ningún problema de desarrollo


físico.3

Desde entonces, muchos estudios han confirmado, al


menos en los

roedores, el valor del ayuno. Pero ¿por qué ayuda ayunar?


¿Cuál es el

mecanismo?
Valter cuenta con su propio séquito de ratones
genéticamente

modificados conocidos como los ratones enanos o ratones


Laron, que estuvo

encantado de mostrarme. Estos ratones, aunque pequeños,


tenían el récord de

longevidad en un mamífero. O sea, que tienen una vida


increíblemente larga.

El ratón medio no vive tanto tiempo, quizás a lo sumo dos


años. Los

ratones Laron viven casi el doble, muchos casi cuatro


años, cuando también

les restringen las calorías. En un humano eso equivaldría


casi a 170 años.

Lo más fascinante sobre los ratones Laron no es sólo


cuánto viven, sino

que están sanos casi toda su larga vida. Simplemente, no


parecen tener

tendencia a desarrollar diabetes o cáncer, y cuando


mueren, la mayor parte de
las veces es por causas naturales. Valter me dijo que en
las autopsias suele ser

imposible determinar la causa de la muerte. Simplemente,


parece que los

ratones mueren de repente.

La razón por la que estos ratones son tan pequeños y viven


tanto es

porque sus genes han sido modificados mediante


ingeniería genética para que

sus cuerpos no respondan a la hormona denominada IGF-1


(por su sigla en

inglés) o factor de crecimiento insulínico tipo 1. El IGF-1,


como su nombre

indica, tiene el efecto de promover el crecimiento en casi


todas las células del

cuerpo. Es decir, mantiene nuestras células siempre


activas. Cuando somos

jóvenes y estamos creciendo, necesitamos un nivel


adecuado de IGF-1 y otros
factores de crecimiento, pero un nivel alto del mismo en
la madurez parece

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conducir a un envejecimiento acelerado y al cáncer. Tal


como lo expone

Valter, es como conducir con el pedal del gas apretado


siempre a fondo,

obligando al vehículo a estar en funcionamiento constante.


«Imagina que, en

vez de llevar esporádicamente el coche al taller mecánico


y cambiarle algunas

piezas, lo utilizas sin descanso. Pues bien, el coche tarde


o temprano acabará

estropeándose.»

Valter está intentando descubrir cuánto tiempo puedes


seguir

conduciendo, yendo lo más rápido posible, a la vez que


disfrutas de la vida.

Cree que la respuesta está en ayunar periódicamente. Una


de las formas en

que actúa el ayuno es ayudando a tu cuerpo a reducir la


cantidad de IGF-1

que produce.

La prueba de que el IGF-1 desempeña un papel esencial


en muchas de las

enfermedades propias del envejecimiento no procede sólo


de los ratones

Laron modificados genéticamente, sino también de los


seres humanos.

Durante los últimos siete años, Valter ha estado


estudiando a los habitantes

de un pequeño pueblo de Ecuador que tienen un defecto


denominado

síndrome de Laron o enanismo del tipo Laron. Es una


enfermedad muy rara

que afecta a menos de 350 personas en todo el mundo. Las


personas con el

síndrome de Laron tienen una mutación en el receptor de


su hormona del

crecimiento (RHC) y niveles muy bajos de IGF-1. Los


ratones Laron

modificados genéticamente tienen un tipo de mutación


similar al de RHC.

Los aldeanos con el síndrome de Laron suelen ser bastante


bajos; muchos

de ellos miden menos de 1,21 metros. No obstante, lo más


extraordinario

respecto a ellos es que, igual que los ratones con este


síndrome, parece que no

desarrollan enfermedades comunes como la diabetes y el


cáncer. De hecho,

Valter dice que, a pesar de que hace muchos años que son
objeto de diversos

estudios, él no ha dado con un solo caso de persona con el


síndrome de Laron

que muriera de cáncer. Sin embargo, sus familiares que


comparten la misma
vivienda, pero que no padecen el síndrome, sí desarrollan
cáncer.

Por desgracia para todo aquel que tuviera la esperanza de


que el IGF-1

pudiera aportar los secretos de la inmortalidad, las


personas que padecen el

síndrome de Laron —a diferencia de los ratones— no son


especialmente

longevas. Es cierto que viven bastante, pero no destacan


por su longevidad.

Valter cree que una de las razones es porque son más


proclives a querer

disfrutar de la vida que a preocuparse por su estilo de


vida. «Fuman, sus

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dietas son altas en calorías, y me miran y me dicen: “Ah,


no importa, yo soy

inmune”.»

Valter cree que es que prefieren vivir como quieren y


morir a los 85 años,

que vivir con más cuidados y quizá sobrepasar los 100. A


él le gustaría

persuadirles para que siguieran un estilo de vida más


saludable para ver qué

sucede, pero sabe que no vivirá lo bastante para ver los


resultados.

El ayuno y los genes reparadores

Además de reducir los niveles de IGF-1 circulante, ayunar


también parece

activar una serie de genes reparadores. La razón por la


que sucede esto

todavía no se conoce exactamente, pero el argumento


evolutivo viene a ser

parecido a lo siguiente: siempre que tengamos suficiente


comida, nuestro

cuerpo estará interesado en crecer, en tener relaciones


sexuales y en

reproducirse. La naturaleza no tiene planes a largo plazo


para nosotros, no

invierte en nuestra vejez. Una vez que nos hemos


reproducido, ya no somos

necesarios. ¿Qué pasa si decidimos ayunar? Pues bien, la


primera reacción del

cuerpo es de alarma. Envía señales al cerebro


recordándole que tienes

hambre, impulsándote a salir y conseguir algo para comer.


Pero te resistes.

Ahora, el cuerpo decide que la razón por la que no comes


tanto ni con tanta

frecuencia es porque estás en una situación de hambruna.


En el pasado esto

habría sido bastante normal.

En una situación de hambruna no vale la pena malgastar


energía en

crecer o en relaciones sexuales. Por el contrario, lo más


recomendable para el

cuerpo es gastar su precioso almacén de energía en


reparar e intentar

mantenerte razonablemente en forma hasta que regresen


los buenos tiempos.

Esto se traduce en que además de levantar el pie del


acelerador, el cuerpo va

por su propia cuenta a lo que sería el equivalente celular


de un taller

mecánico. Allí, todos los mecánicos de genes reciben la


orden de empezar a

hacer parte de las labores de mantenimiento urgente que


se habían

postergado hasta ahora.

Por ejemplo, uno de los efectos de la restricción de


calorías es que activa

un proceso denominado autofagia. 4 La autofagia, que


significa

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«autodevorarse», es un proceso mediante el cual el cuerpo


destruye y recicla
las células viejas y cansadas. Igual que sucede con el
coche, hay que

deshacerse de las piezas estropeadas o viejas si quieres


que todo funcione

correctamente.

Valter cree que la mayoría de las personas con un IMC de


más de 25 se

beneficiarían del ayuno, pero también cree que si piensas


hacerlo durante más

de un día has de acudir a un centro adecuado. Según él:


«Un ayuno

prolongado es una intervención extrema. Si se hace


correctamente, puede ser

muy poderoso y beneficioso. Si se hace mal, puede ser


muy perjudicial». Un

ayuno prolongado de varios días también tiene el efecto


de bajar la presión

sanguínea y genera una profunda reprogramación


metabólica. Algunas
personas se desmayan. No es habitual, pero pasa.

Una de las áreas de investigación de Valter se centra en


los efectos del

ayuno sobre el cáncer (véase más información aquí), y


parece que sus efectos

son mayores cuando se trata de un ayuno prolongado más


que intermitente.

Tal como describió, la primera vez que intentas ayunar


durante unos días,

puede resultar un poco difícil. «Nuestro cuerpo está


acostumbrado a tener

niveles altos de glucosa y de insulina, por lo tanto,


necesita tiempo para

adaptarse. Pero al final no es tan difícil.»

No estaba muy predispuesto a escuchar lo de «al final»,


pero estaba

empezando a darme cuenta de que iba a tener que darle


una oportunidad. Era

un reto, y de esos que pensaba que sería incapaz de


superar. El cerebro contra

el estómago. Mejor olvidarlo.

La experiencia de un ayuno de cuatro días

No creo que sea necesario ni especialmente deseable


realizar un ayuno

prolongado antes de iniciar la Dieta de los Dos Días.


Aunque existen pocos

riesgos conocidos en ayunar durante menos de


veinticuatro horas, como ya

he explicado antes, los ayunos prolongados sí conllevan


riesgos. Decidí

empezar con un ayuno de cuatro días porque sabía que


estaba en buenas

manos. También me había hecho análisis para medir mis


niveles de IGF-1

antes de conocer a Valter, y eran altos. No muy altos,


según me dijo

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amablemente, pero estaban al límite de lo recomendable
(véanse mis datos

aquí).

Un valor de referencia alto de IGF-1 se asocia con varios


tipos de cáncer,

entre ellos el de próstata, que padeció mi padre.


¿Cambiaría algo un ayuno de

veinticuatro horas?

Me habían advertido que los primeros días podían ser


duros, pero que

después empezaría a notar los efectos de lo que Valter


denominó un torrente

de sustancias químicas del bienestar. Mejor aún, la


próxima vez que ayunara

me resultaría más fácil, porque mi cuerpo y mi cerebro


tendrían el recuerdo

de lo sucedido y entenderían lo que les estaba sucediendo.

Tras haber decidido que probaría ayunar durante más


tiempo, mi
siguiente decisión era el grado de rigor que aplicaría. Hay
muchos países

donde es tradición ayunar. A los rusos parece que les


gusta hacerlo por la vía

dura. Para ellos, ayunar consiste en beber sólo agua,


ducharse con agua fría y

hacer ejercicio. Los alemanes, por otra parte, prefieren


que sus ayunos sean

mucho más suaves. Ve a una clínica en Alemania para


hacer un ayuno y

probablemente te proporcionarán unas 200 calorías al día


en un entorno

confortable.

Quería ver resultados, así que me comprometí a lo inglés.


Ingeriría 25

calorías al día, nada de duchas frías, e intentaría seguir


trabajando con

normalidad.

Un cálido lunes disfruté de mi última comida, una cena de


esas que llenan

extraordinariamente, a base de bistec, patatas fritas y


ensalada, regada con

cerveza. Sentí cierto temor cuando me di cuenta de que los


cuatro días

siguientes no bebería nada más que agua, té negro sin


azúcar, y café, y

tomaría sólo una mísera taza de sopa baja en calorías al


día.

A pesar de lo que me habían dicho y de lo que había


leído, antes de

empezar a ayunar albergaba secretamente el temor de que


el hambre

aumentara de manera indiscriminada y me royera por


dentro hasta que al

final me rindiera y entrara en una pastelería a causar


estragos. Las primeras

veinticuatro horas fueron bastante duras, tal como me


había dicho Valter,
pero también había predicho que las cosas mejorarían, en
vez de empeorar.

Sí, tuve como punzadas de hambre, que en algunos


momentos me

dispersaron bastante, pero si me mantenía ocupado


desaparecían.

En las primeras veinticuatro horas de un ayuno, se


producen cambios

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muy profundos en nuestro cuerpo. En cuestión de horas


consumimos la

glucosa que circula en nuestra sangre. Si no se sustituye


con comida, el cuerpo

recurre al glucógeno, una forma estable de la glucosa que


se almacena en los

músculos y en el hígado.

En las primeras veinticuatro horas de un

ayuno, se producen cambios muy


profundos en nuestro cuerpo.

Sólo cuando ya ha consumido todo eso, el cuerpo recurre


a quemar grasa.

Lo que sucede es que los ácidos grasos se rompen en el


hígado, lo que da lugar

a la formación de los denominados cuerpos cetónicos.


Estos cuerpos

cetónicos son lo que ahora utiliza el cerebro como fuente


de energía, en vez

de utilizar glucosa.

Los dos primeros días de ayuno pueden ser desagradables


porque nuestro

cuerpo y cerebro han de hacer frente a la nueva situación


de utilizar cuerpos

cetónicos, en lugar de glucosa y glucógeno. Nuestro


cuerpo no está

acostumbrado a esto, por lo que puedes padecer dolor de


cabeza, aunque no

fue mi caso. Puede que te cueste dormir. No fue mi caso.


El mayor problema

que tuve con el ayuno es difícil de describir; era que a


veces me sentía

«incómodo». No puedo expresarlo de un modo más


preciso. No noté que me

fuera a desmayar, sencillamente me sentía fuera de lugar.

De vez en cuando tenía hambre, pero la mayoría de las


veces estaba

extrañamente alegre. Al tercer día, las hormonas del


bienestar vinieron a

socorrerme.

El viernes, el cuarto día, casi lamentaba que terminara.


Casi. A pesar de la

advertencia de Valter de que no sería conveniente darme


una comilona justo

después de terminar un ayuno, me preparé un plato de


huevos con bacón y

me dispuse a comer. A los pocos bocados estaba lleno. En


realidad no
necesitaba comer más, y de hecho, me salté una comida.

Por la tarde, volví a ponerme a prueba y descubrí que


sólo había perdido

unos 1,5 kilos de peso corporal, de los cuales una parte


significativa de esa

cantidad era de grasa. También me alegró ver que mi


nivel de glucosa en la

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sangre había bajado sustancialmente y que el del IGF-1,


que estaba justo al

límite de lo recomendado, había bajado en picado. De


hecho, estaba casi a la

mitad. Todo eran buenas noticias. Había perdido algo de


grasa, mis análisis

de sangre eran favorables y me había dado cuenta de que


podía dominar mi

apetito. Valter estaba encantado con estos cambios,


específicamente con la

bajada del IGF-1, que me dijo que reduciría de manera


notable mi riesgo de

cáncer. Pero también me advirtió que si regresaba a mi


anterior estilo de vida

estos cambios no serían permanentes.

Las investigaciones de Valter señalan que los niveles


altos de proteínas, las

dosis que encontramos en la típica dieta occidental, hacen


que los niveles de

IGF-1 se mantengan elevados. Sabía que había proteínas


en alimentos como

la carne y el pescado, pero me sorprendió descubrir que


la leche contenía

tantas. La mayor parte de las mañanas me tomaba un café


con leche

descremada. Albergaba la esperanza de que como estaba


preparado con leche

descremada era saludable. Por desgracia, aunque bajo en


grasa, un café en

taza grande supone unos 11 gramos de proteínas. Lo


indicado es seguir las

recomendaciones que se encuentran en páginas web de


Internet como

http://www.cdc.gov/nutrition/everyone/basics/protein.html

Las

dosis

recomendadas varían según la edad y el género. Unos 46


gramos de proteínas

para las mujeres de entre 19 y 75 años, y 55 gramos para


los hombres de entre

19 y 75 años. Me di cuenta de que tendría que prescindir


de los cafés con

leche.

Ayunar y adelgazar

Una forma de adelgazar sería hacer un ayuno prolongado.


La principal razón

de mi ayuno de cuatro días, tal como he dicho antes, fue la


curiosidad. No lo
recomendaría para adelgazar porque es absolutamente
insostenible. A menos

que se combine con ejercicio vigoroso, las personas que


hacen ayunos largos

no sólo pierden grasa, sino músculo. Entonces, cuando


ponen fin al ayuno

(como en un momento dado hemos de hacer), corren el


riesgo de recuperar

rápidamente todo el peso que han perdido.

Por fortuna, el ayuno intermitente y menos drástico, que es


el tema de

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este libro, nos conduce directamente a perder peso, de un


modo sostenible y

sin pérdida de masa muscular.

ADA: ayuno en días alternos

Una de las formas de ayuno a corto plazo más estudiadas


es el ayuno en días
alternos. Tal como indica su nombre, significa que no
comes nada, o

relativamente poco, cada dos días. Una de las contadas


investigadoras que

han realizado estudios con seres humanos en esta área es


la doctora Krista

Varady de la Universidad de Illinois (Chicago). Este plan


también se ha

denominado ayuno modificado en días alternos (AMDA).

Krista es delgada, encantadora y muy divertida. Nos


conocimos en una

típica hamburguesería norteamericana y confieso que me


comí una

hamburguesa con patatas fritas, mientras Krista me


hablaba de sus estudios

recientes con voluntarios humanos. 5 En los días de


ayuno, los hombres

pueden comer hasta 600 calorías al día; las mujeres, 500.


En su régimen
comes todas las calorías de golpe, normalmente en el
almuerzo. En los días

que no ayunas, puedes comer todo lo que te apetezca y la


cantidad que

quieras.

Lo que le sorprendió a Krista es que, a pesar de que los


participantes

podían excederse comiendo en los días que no ayunaban,


no lo hacían.

«Cuando empecé a realizar estos experimentos, estaba


convencida de que al

día siguiente comerían el 175 por ciento; que


compensarían con creces lo que

no habían comido y que no adelgazarían. Pero la mayoría


comía un 110 por

ciento, sólo un poco más de lo habitual. Todavía no lo he


medido, pero creo

que tiene que ver con el tamaño del estómago, con su


capacidad para
agrandarse. Porque en realidad, comer casi el doble de lo
que estás

acostumbrado a ingerir es bastante difícil. Se puede hacer


con el tiempo; las

personas obesas ensanchan gradualmente su estómago


para acomodar 5.000

calorías al día. Pero hacerlo de golpe es muy difícil.»

En sus primeros estudios, pidió a los voluntarios que


siguieran una dieta

baja en grasas, pero lo que Krista quería saber era si el


ADA también

funcionaría si a los participantes se les permitía comer


una dieta típica

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estadounidense rica en grasas. Así que pidió a treinta y


tres voluntarios

obesos, la mayoría mujeres, que hicieran el ADA durante


ocho semanas.

Antes de empezar dividió a los voluntarios en dos grupos.


A un grupo le dio

una dieta baja en grasas, con productos lácteos y quesos


desnatados, carnes

muy magras y mucha fruta y verdura. Al otro grupo le


permitió comer lasaña

rica en grasas, pizza y el tipo de alimentos que ingeriría


un estadounidense

típico. Los estadounidenses consumen entre un 35 y un 45


por ciento de

grasas en su dieta.

Krista explicó que no se esperaba esos resultados. Tanto


los

investigadores como los voluntarios habían supuesto que


las personas con la

dieta pobre en grasas adelgazarían más que los de la dieta


rica en grasas. En

todo caso, resultó ser al contrario. Los voluntarios que


siguieron la dieta rica

en grasas perdieron un promedio de 5,6 kilos, mientras


que los de la dieta

baja en grasas adelgazaron 4,2 kilos. Ambos habían


adelgazado unos 7

centímetros de cintura.

Krista cree que la principal razón por la que sucedió esto


fue el

cumplimiento. Los voluntarios elegidos al azar para hacer


la dieta rica en

grasas tenían más voluntad para seguirla que los que


tuvieron que seguir la

dieta pobre en grasas, por la sencilla razón de que era


mucho más sabrosa. Y

no fue sólo la pérdida de peso. Ambos grupos


experimentaron un

espectacular descenso en sus valores de colesterol LDL


(colesterol malo) y en

su presión sanguínea. Esto implicaba que habían reducido


su riesgo de

padecer enfermedades cardiovasculares, de padecer un


ataque al corazón o un

accidente cerebrovascular.

Krista no quiere fomentar que las personas se den


atracones de comida

basura. Preferiría que siguieran el ADA y aumentaran su


ingesta de frutas y

verduras. El problema es que, tal como dijo ella bastante


exasperada, los

médicos han estado animando a las personas a seguir un


estilo de vida

saludable durante décadas, y todavía no hay suficientes


personas que lo

hagamos. Piensa que los dietistas deberían tener en cuenta


lo que hace la

gente, no lo que a nosotros nos gustaría que hiciera.

Otro de los beneficios importantes del ayuno intermitente


es que no

pierdes tanta musculatura como si siguieras un régimen


normal bajo en
calorías. La propia Krista no está segura de cuál es la
razón y quiere proseguir

con sus investigaciones.

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El ayuno de dos días

Uno de los problemas del ADA es que tienes que hacerlo


cada dos días, que es

la razón por la que a mí no me entusiasma. Por


experiencia propia, esto puede

presentar inconvenientes para tu vida social y ser


complicado

emocionalmente. No existe un patrón en tu semana, y a los


demás, amigos y

familia, les resulta difícil saber cuándo estás de ayuno y


cuándo puedes comer.

A diferencia de los voluntarios de Krista, yo no estaba


demasiado obeso

cuando empecé, por lo que también me preocupaba perder


demasiado peso
con demasiada rapidez. Ésta es la razón, por la que tras
haber probado el

ADA durante un breve período de tiempo decidí dejarlo y


hacer dos días de

ayuno a la semana. Pero volveré a hablar sobre este tema


más adelante, en este

mismo capítulo.

Ahora puedo recurrir a mi propia experiencia (véase


aquí) y a la de los

cientos de personas que me han escrito en los últimos


meses. Pero ¿qué

pruebas se han realizado en los seres humanos con los


ayunos de dos días?

La doctora Michelle Harvie, una dietista que trabaja en el


Centro de

Prevención del Cáncer de Mama del Hospital


Wythenshawe de Manchester,

Inglaterra, ha realizado una serie de estudios para evaluar


los efectos de los
ayunos de dos días en las voluntarias. Recientemente,
estudió a 115 mujeres

que dividió en tres grupos. A un grupo le asignó una dieta


mediterránea de

1.500 calorías, y a sus miembros se les dijo que evitaran


alimentos ricos en

grasas y el alcohol. 6 Otro grupo comió con normalidad


cinco días a la

semana, pero los otros dos días restantes debía hacer una
dieta de 650

calorías, baja en carbohidratos. El tercer grupo tenía que


evitar los

carbohidratos durante dos días a la semana, pero sin


restricción de calorías.

A los tres meses, las mujeres que siguieron las dos dietas
de restricción

intermitente de carbohidratos lograron un promedio de


pérdida de peso de 4

kilos, que suponía casi el doble de lo que habían perdido


las que siguieron la
dieta típica de la restricción calórica, que perdieron un
promedio de sólo 2,4

kilos. También se observó una mejora en la resistencia a


la insulina en los

grupos de restricción intermitente (véase más sobre la


insulina aquí).

Michelle se concentró en intentar reducir el riesgo de


cáncer de mama a

través de la intervención dietética. La obesidad y los


niveles altos de

resistencia a la insulina son factores de riesgo. En la


página web de Génesis

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(www.genesisuk.org) manifiesta que han estado


estudiando el ayuno intermitente en el Centro Génesis para
la Prevención del Cáncer de Mama,

del Hospital Universitario del Sur de Manchester, NHS


Foundation Trust,

durante más de seis años y que sus investigaciones han


demostrado que
reducir las calorías durante dos días tiene los mismos
efectos favorables,

posiblemente más, que seguir una dieta de restricción


calórica normal. «De

momento, en nuestra investigación hemos llegado a la


conclusión de que las

dietas intermitentes parecen seguras y viables y pueden


ser otra alternativa a

las dietas continuadas para adelgazar sin recuperar el


peso.»

De momento, en nuestra investigación

hemos llegado a la conclusión de que

las dietas intermitentes parecen seguras

y viables y pueden ser otra alternativa a

las dietas continuadas para adelgazar

sin recuperar el peso.

¿Son sólo las calorías?


Si comes 500 o 600 calorías durante dos días a la semana
y no te excedes

demasiado durante el resto de la semana, irás perdiendo


peso paulatinamente.

Pero ¿hay alguna prueba de que el ayuno intermitente


tenga más efectos?

Recientemente, he descubierto un estudio fascinante que


parece indicar que

cuándo comes es casi tan importante como qué comes.

Se trata de un estudio del Instituto Salk de Estudios


Biológicos, donde se

seleccionaron dos grupos de ratones y se les alimentó con


una dieta rica en

grasas.7 Se alimentó a todos los ratones con la misma


dosis de comida, la

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única diferencia fue que los ratones de un grupo podían


comer cuando

quisieran, picando cuando lo desearan, como hacemos


nosotros, mientras

que los ratones del otro grupo tenían que comer dentro de
un período de

tiempo de ocho horas. Esto significa que ayunaban


involuntariamente

dieciséis horas al día.

Al cabo de 100 días, se observaron drásticas diferencias


entre los dos

grupos de ratones. A los ratones que habían comido a


cualquier hora comida

rica en grasa les había subido el colesterol, la glucosa en


sangre y su hígado

había sufrido lesiones. Los ratones a los que se obligó a


ayunar durante

dieciséis horas al día no aumentaron tanto de peso (28 por


ciento menos) y su

hígado sufrió bastante menos, a pesar de haber ingerido la


misma cantidad y

tipo de alimento. También tenían niveles más bajos de


inflamación crónica, lo

que indica que habían reducido su riesgo de desarrollar


una serie de

enfermedades

como

patologías

cardíacas,

cáncer,

accidentes

cerebrovasculares y Alzheimer.

La explicación de los investigadores del Salk es que,


mientras estás

comiendo, los niveles de insulina se mantienen altos y el


cuerpo permanece

en el modo de almacenamiento de grasa (véase la


explicación sobre la insulina

aquí). El cuerpo sólo puede desconectar la función de


almacenamiento de

grasa y activar el mecanismo de quemar grasa tras unas


horas de ayuno. Si

eres un ratón y no paras de comer, tu cuerpo seguirá


creando y almacenando

grasa, lo que conducirá a la obesidad y al deterioro del


hígado.

Espero que a estas alturas ya te hayas convencido de que


ayunar ofrece

múltiples beneficios, a la vez que nos ayuda a lograr


nuestro peso deseado.

Antes de interesarme verdaderamente por el ayuno ya


conocía algunas de

estas teorías, aunque al principio era escéptico, el peso de


la evidencia me

convenció.

No obstante, había un área de estudio que para mí fue una


auténtica

sorpresa: la investigación que demostraba que ayunar


puede mejorar el estado

de ánimo y proteger a nuestro cerebro de la demencia y


del deterioro

cognitivo. Fue algo totalmente nuevo, inesperado y muy


apasionante.

No obstante, había un área de estudio

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que para mí fue una auténtica sorpresa:

la investigación que demostraba que

ayunar puede mejorar el estado de

ánimo y proteger a nuestro cerebro de la

demencia y del deterioro cognitivo.

El ayuno y el cerebro

Como dijo Woody Allen, el cerebro es mi segundo órgano


favorito. Yo

incluso lo pondría en primer lugar, pues sin él no funciona


nada. Se dice que
el cerebro, una masa de unos 1.360 gramos, de color
rosado y gris, cuya

textura se parece a la tapioca, es el objeto más complejo


del universo

conocido. Nos permite construir, escribir poesía, dominar


el planeta e incluso

comprendernos a nosotros mismos, algo que ninguna otra


criatura puede

hacer.

Es una máquina extraordinariamente eficiente de ahorrar


energía, es

capaz de desarrollar la compleja función de pensar a la


vez que se asegura de

que nuestro cuerpo funciona bien utilizando sólo la


cantidad de energía

equivalente a una bombilla de 25 vatios. El hecho de que


nuestro cerebro, en

general, sea tan flexible y adaptable, es más evidente


cuando funciona mal.
Soy consciente de que a medida que me hago mayor no
puedo confiar tanto

en mi memoria. He compensado esto mediante una serie


de trucos que he ido

recopilando en el transcurso de los años, pero aun así a


veces tengo que

esforzarme por recordar los nombres y las fechas. No


obstante, lo peor de

todo es mi temor a perder mi mente por completo, quizá


debido a algún tipo

de demencia. Es evidente que quiero conservar mi


cerebro en la mejor forma

posible y durante el mayor tiempo posible.


Afortunadamente, parece que el

ayuno nos ofrece una importantísima protección.

La persona a la que recurrí para hablar sobre mi cerebro


fue Mark

Mattson.

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Mark es el responsable del Laboratorio de Neurociencia
del Instituto

Nacional para el Envejecimiento y es uno de los


científicos más respetados en

el campo del estudio del envejecimiento del cerebro. Su


trabajo me parece

verdaderamente inspirador, pues propone que el ayuno


puede ayudarnos a

combatir enfermedades como el Alzheimer, la demencia y


la pérdida de la

memoria.

Aunque podía haber ido en taxi a su despacho, preferí ir a


pie. Me

encanta caminar. No sólo quema calorías, sino que


también mejora el estado

de ánimo, y también puede ayudarnos a conservar la


memoria.

Normalmente, cuando envejecemos, nuestro cerebro se


encoge, pero un
estudio demostró que el hipocampo —la zona más
importante del cerebro

para la memoria— de las personas que caminan


regularmente se expande.8

Los escáneres IRMF (imagen por resonancia magnética


funcional) revelan

que los cerebros de los caminantes habituales son unos


dos años más jóvenes

que los de las personas sedentarias.

El padre de Mark, que estudia el Alzheimer, fue víctima


de esa

enfermedad. Me contó que, aunque no se sentía


especialmente motivado para

seguir esta línea de investigación —cuando empezó su


estudio sobre el

Alzheimer, a su padre todavía no se lo habían


diagnosticado—, le ayudó a

comprender mejor esta patología.

El Alzheimer afecta a unos 26 millones de personas en


todo el mundo y el

problema aumentará a medida que envejezca la población.


Necesitamos

desesperadamente nuevas perspectivas porque la tragedia


del Alzheimer y de

otros tipos de demencia es que cuando ya te lo han


diagnosticado lo máximo

que puedes hacer es retrasar, pero no evitar el inevitable


deterioro. Es

probable que empeores progresivamente hasta que llegue


un momento en

que necesites cuidados constantes durante muchos años.


En las fases más

avanzadas, puede que ni siquiera reconozcas a tus seres


queridos.

Luego, ¿cómo puede beneficiarnos el ayuno?

Igual que hizo Valter Longo, Mark me llevó a ver unos


ratones. Como los

ratones de Valter, los suyos también habían sufrido


modificaciones genéticas,

sólo que los de Mark habían sido diseñados para ser más
vulnerables al

Alzheimer. Los ratones que vi tenían que sortear un


laberinto para llegar a su

comida. Algunos realizaban esta tarea con relativa


facilidad; otros se

desorientaban y estaban confusos. Esta tarea y otras


similares están diseñadas

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para revelar signos de que los ratones están empezando a


tener problemas de

memoria; un ratón que tenga problemas olvidará


rápidamente qué ramal del

laberinto ha recorrido.

Si los ratones modificados genéticamente para padecer


Alzheimer siguen

una dieta normal, pronto desarrollan demencia. Cuando


cumplen
aproximadamente un año, el equivalente de la edad
mediana en los humanos,

ya suelen mostrar problemas obvios de aprendizaje y de


memoria. Los

animales que siguen una dieta de ayuno intermitente, que


Mark prefiere

denominar «restricción intermitente de energía», suelen


llegar hasta los veinte

meses sin signos detectables de demencia. 9 Sólo


empiezan a deteriorarse hacia

el final de su vida. Esto es el equivalente humano de la


diferencia entre

desarrollar signos de Alzheimer a los 50 o a los 80 años.


Sé lo que prefiero.

Lo inquietante es que cuando a estos ratones se les


alimenta con una dieta

típica de comida basura experimentan el declive mucho


antes que incluso los

ratones que fueron alimentados con una dieta normal.


«Alimentamos a los
ratones con una dieta rica en grasas y en fructosa —dijo
Mark— y eso tiene

un efecto demoledor, los animales experimentan un inicio


precoz de los

problemas de aprendizaje y de memoria, acumulan más


amiloide y les cuesta

más encontrar el camino dentro del laberinto.»

En resumen, la comida basura engorda a los ratones y los


hace más

tontos.

Uno de los cambios fundamentales que tienen lugar en los


cerebros de los

ratones ayunadores de Mark es el aumento en la


producción de una proteína

denominada factor neurotrófico derivado del cerebro


(FNDC). Se ha

demostrado que el FNDC estimula a las células madre a


convertirse en nuevas

neuronas en el hipocampo. Como ya he mencionado antes,


es una parte

esencial del cerebro para el aprendizaje normal y la


memoria.

Pero ¿por qué ha de crecer el hipocampo a raíz del ayuno?


Mark nos

indica que desde una perspectiva evolutiva es lógico. Al


fin y al cabo, cuando

más necesitas ser más listo y estar más alerta es en los


momentos que no hay

demasiada comida. «Si un animal se encuentra en una zona


donde los

recursos alimentarios son escasos, es importante que sea


capaz de recordar

dónde está la comida, dónde están los peligros, los


depredadores, etcétera.

Creemos que en el pasado, las personas que eran capaces


de responder al

hambre con una mayor capacidad cognitiva tenían ventaja


para sobrevivir.»
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No sabemos a ciencia cierta si los humanos generamos


neuronas

cerebrales nuevas como respuesta al ayuno; para estar


seguros de ello, los

investigadores tendrían que someter a un grupo de


voluntarios a un ayuno

intermitente, matarlos, estudiar el cerebro y buscar


pruebas de crecimiento

neuronal. No es muy probable que encontraran voluntarios


para dicho

proyecto. Pero sí realizan estudios en los que los


voluntarios ayunan y se

utiliza la tecnología de los escáneres IRM para comprobar


si con el tiempo ha

aumentado el tamaño de sus hipocampos.

Ya he mencionado antes que esta tecnología se ha


utilizado en los seres

humanos para demostrar que hacer ejercicio con


regularidad, como caminar,

aumenta el tamaño del hipocampo. Esperemos que los


estudios similares que

se están llevando a cabo demuestren que dos días a la


semana de ayuno

intermitente es beneficioso para el aprendizaje y la


memoria. Como mera

anécdota, y con una muestra de una sola persona, parece


que funciona. Antes

de empezar la Dieta de los Dos Días, hice un sofisticado


test online. Al cabo

de dos meses de haberla iniciado, lo repetí, y había


mejorado mi rendimiento.

Si estás interesado en hacer algo parecido, te sugiero que


consultes

cognitivefun.net/test/2.

El ayuno y el estado de ánimo

Una de las cosas que me dijeron Valter Longo y sus


colaboradores antes de
que iniciara mi ayuno de cuatro días fue que al principio
me costaría, pero

que al cabo de un tiempo empezaría a sentirme más


alegre, y así fue

exactamente. Asimismo, fue una grata sorpresa descubrir


lo positivo que me

sentí mientras hice el ayuno intermitente. Esperaba


sentirme cansado y de

mal humor durante los días de ayuno, pero no fue así.


Entonces, ¿es esta

mejora en el estado de ánimo simplemente un efecto


psicológico —que las

personas que ayunan intermitentemente y adelgazan se


sienten bien consigo

mismas— o se producen también cambios químicos que


influyen en el estado

de ánimo?

Según Mark Mattson, una de las razones por las que a las
personas les
resulta relativamente fácil ayunar de manera intermitente
es por sus efectos

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sobre el factor neurotrófico derivado del cerebro. El


FNDC parece que no

sólo protege al cerebro contra los estragos de la demencia


y el declive mental

derivado del envejecimiento, sino que también mejora


nuestro estado de

ánimo.

Existen una serie de estudios antiguos que indican que los


niveles altos de

FNDC tienen un efecto antidepresivo, al menos en los


roedores. En uno de

ellos los investigadores inyectaron FNDC directamente en


el cerebro de las

ratas y descubrieron que tenía un efecto similar al del uso


repetido de un

antidepresivo10 estándar. En otra publicación descubrí


que la terapia

electroconvulsiva (electroshock), que se utiliza por su


eficacia en pacientes

humanos con depresión grave, parece funcionar, al menos


parcialmente,

porque estimula la producción de niveles altos de FNDC.


11

Mark Mattson cree que a las pocas semanas de haber


iniciado el régimen

de dos días de ayuno a la semana los niveles de FNDC


empiezan a subir,

calmando la ansiedad y mejorando el estado de ánimo.


Actualmente, no

dispone de datos con humanos para respaldar esta teoría,


pero está realizando

pruebas con voluntarios en las que, entre otras cosas, se


recogen con

regularidad muestras de líquido cefalorraquídeo (el fluido


que envuelve el
cerebro y la médula espinal) para medir los cambios que
tienen lugar durante

los ayunos intermitentes. No es una prueba para


pusilánimes, pues exige

realizar periódicamente punciones en la columna, pero, tal


como me dijo

Mark, muchos de sus voluntarios ya están experimentando


los primeros

signos de cambio cognitivo, y están muy motivados.

Mark está entusiasmado estudiando y promoviendo los


efectos del ayuno

intermitente, pues está seriamente preocupado por los


probables efectos de la

epidemia de obesidad en nuestro cerebro y en nuestra


sociedad. También

piensa que, si te estás planteando el ayuno intermitente,


vale más que

empieces pronto que tarde: «El deterioro cognitivo


asociado a la edad en el
Alzheimer (las alteraciones que se producen en las
neuronas del cerebro y en

las moléculas de las neuronas) tiene lugar muy pronto,


probablemente

décadas antes de que el sujeto empiece a tener problemas


de aprendizaje y de

memoria. Ésta es la razón por la que es esencial iniciar


cuanto antes un

régimen dietético en la mediana edad o cuando se es más


joven, para retrasar

el desarrollo de estos procesos en el cerebro y vivir hasta


los noventa con una

mente en perfecto estado».

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Comparto la convicción de Mark de que el cerebro se


beneficia de breves

períodos de abstención de alimento. Es un área de


investigación fascinante y

que está surgiendo con fuerza, que muchas personas están


contemplando con

gran interés. Además de en el cerebro, el ayuno


intermitente también posee

efectos mensurables y beneficiosos en otras partes del


cuerpo como el corazón

y la sangre, y también previene el cáncer. Y eso es lo que


vamos a ver ahora.

Además de en el cerebro, el ayuno

intermitente también posee efectos

mensurables y beneficiosos en otras

partes del cuerpo como el corazón y la

sangre, y también previene el cáncer.

El ayuno y la bioquímica

Una de las principales razones por las que decidí probar


el ayuno fue porque

me hice pruebas que indicaban que podía tener graves


problemas
cardiovasculares. Todavía no me había sucedido nada,
pero el semáforo

estaba en ámbar. Los análisis de sangre revelaban que mis


valores de LDL

(lipoproteína de baja densidad, el colesterol «malo») eran


inquietantemente

elevados, como lo era mi valor de glucosa basal (en


ayunas).

Para medir la glucosa basal, no has de comer nada durante


la noche y

hacerte la prueba por la mañana en ayunas. Los valores


deseables son de 3,9 a

5,8 mmol/l. El mío era de 7,3 mmol/l. Todavía no era


diabético, pero estaba

peligrosamente alto. Hay muchas razones por las que


debes evitar ser

diabético, quizá la más importante sea porque aumenta de


manera notable el

riesgo de infarto cardíaco o cerebral.


Es importante medir la glucosa basal porque es un
indicador de que quizá

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tus niveles de insulina no sean los adecuados.

La insulina: la hormona que genera grasa

Cuando comemos alimentos especialmente ricos en


carbohidratos, suben

nuestros valores de glucosa en la sangre, y el páncreas,


órgano que está

protegido por las costillas cerca del riñón izquierdo,


empieza a segregar

insulina. La glucosa es el combustible principal que


utilizan nuestras células

para obtener energía, pero a nuestro cuerpo no le gusta


tener niveles altos de

la misma circulando por la sangre. La función de la


hormona insulina es

regular los niveles de glucosa en la sangre, garantizar que


no son ni muy altos
ni muy bajos. Normalmente, lo hace con gran precisión. El
problema se

plantea cuando el páncreas se sobrecarga.

La insulina es un controlador del azúcar; favorece la


extracción de glucosa

de la sangre y luego la almacena en lugares como el


hígado o los músculos en

una forma estable denominada glucógeno, para usarla


cuando la necesite, si la

necesita. Lo que ya no es tan conocido es que la insulina


también puede ser

una controladora de la grasa. Inhibe un proceso


denominado lipólisis, la

ruptura de la grasa corporal almacenada. Al mismo


tiempo, obliga a las

células adiposas a aceptar la grasa y almacenarla en la


sangre. La insulina nos

engorda. Los niveles altos de insulina hacen que se


almacene la grasa, los
niveles bajos hacen que se elimine la grasa.

El problema de ingerir constantemente grandes cantidades


de azúcares y

alimentos y bebidas ricos en carbohidratos, como


hacemos hoy en día, es que

eso implica que segreguemos más insulina para controlar


la oleada de

glucosa. El páncreas lo afrontará simplemente segregando


cantidades cada vez

mayores de insulina, mientras pueda. Esto conduce a una


mayor acumulación

de grasas y también aumenta el riesgo de cáncer. Como es


natural, esto no

puede seguir así eternamente. Si seguimos produciendo


cantidades de

insulina cada vez mayores, nuestras células acabarán


rebelándose y se

volverán inmunes a sus efectos. Es como si gritas a tus


hijos, puedes ir
aumentando el tono, pero llegará un momento en que
simplemente dejarán

de escucharte.

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Al final, las células dejan de responder a la insulina; los


niveles de glucosa

en la sangre están siempre altos, y descubrirás que has


pasado a formar parte

de los 285 millones de personas en todo el mundo que


padecen diabetes del

tipo 2, un problema masivo y de rápida difusión en


cualquier país. En los

últimos veinte años, el número se ha multiplicado casi por


diez, y no existe

ninguna señal evidente de que esta tendencia esté


disminuyendo.

La diabetes se asocia a un mayor riesgo de ataques


cardíacos, accidentes

cerebrovasculares, impotencia, ceguera y amputaciones


debido a la mala

circulación. También se asocia a una retracción del


cerebro y a la demencia.

No es un cuadro muy alentador.

Una forma de prevenir la espiral invertida de la diabetes


es hacer más

ejercicio y comer alimentos que no conduzcan a tantos


picos de glucosa en la

sangre y que no tengan un efecto tan devastador sobre los


niveles de insulina.

Ya hablaré más sobre este tema. También hay pruebas de


que el ayuno

intermitente puede ayudar.

El ayuno intermitente y la insulina

En un estudio que se publicó en 2005, ocho jóvenes sanos


tuvieron que

ayunar en días alternos, durante veinticuatro horas,


durante dos semanas.12
En los días de ayuno se les permitía comer hasta las 10 de
la noche anterior y

no comer nada hasta el día siguiente a las 6 de la tarde.


También se les pidió

que comieran bastante cuando no ayunaban para


asegurarse de que no

adelgazaban.

El experimento pretendía demostrar la denominada


hipótesis ahorrativa,

que se basa en la idea de que puesto que nuestros orígenes


se remontan a una

época de abundancia de comida y etapas de hambrunas, la


mejor forma de

comer es imitar esos tiempos. Al finalizar las dos


semanas, no hubo cambios

en el peso o composición de la grasa corporal de los


voluntarios, que es lo que

pretendían los investigadores. No obstante, sí observaron


un cambio notable
en su sensibilidad a la insulina. Es decir, con sólo dos
semanas de ayuno

intermitente, ahora la misma cantidad de insulina tenía un


efecto mucho

mayor sobre la capacidad de los voluntarios para


almacenar la glucosa o

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eliminar grasa.

Los investigadores escribieron entusiasmados que


«sometiendo a

hombres sanos a ciclos de abundancia de comida y etapas


de hambrunas

(privaciones) hemos cambiado su metabolismo para


mejor». También

añadieron «que nosotros sepamos éste es el primer


estudio con humanos en el

que se ha conseguido un aumento de la acción de la


insulina en la absorción

de glucosa de todo el cuerpo y sobre la lipólisis del tejido


adiposo, a través del

ayuno intermitente».

Sometiendo a hombres sanos a ciclos de

abundancia de comida y etapas de

hambrunas (privaciones) hemos

cambiado su metabolismo para mejor.

Desconozco la repercusión que el ayuno intermitente ha


tenido sobre mi

sensibilidad a la insulina —es una prueba muy difícil de


hacer y muy cara—,

pero lo que sí sé es que los efectos sobre mi azúcar en la


sangre han sido

espectaculares. Antes de empezar con el ayuno


intermitente, mi nivel de

glucosa en la sangre era de 7,3 mmol/l, por encima de los


valores aceptables

de 3,9 a 5,8 mmol/l. En el último análisis mi nivel estaba


a 5,0 mmol/l, todavía
un poco alto, pero dentro de la normalidad.

Es una respuesta impresionante. Mi médico, que ya me


estaba preparando

para medicarme, se quedó atónito ante semejante cambio.


Los médicos suelen

recetar una dieta saludable a los pacientes que tienen la


glucosa alta, pero

normalmente tiene muy poco efecto. El ayuno intermitente


podría tener un

efecto revolucionario y decisivo en la salud de las


naciones.

El ayuno y el cáncer

Mi padre era un hombre encantador, pero no destacaba


por su salud. Tuvo

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sobrepeso la mayor parte de su vida, a los sesenta años no


sólo había

desarrollado diabetes, sino también cáncer de próstata. Le


operaron para
extirparle el cáncer de próstata, lo que le dejó las
secuelas de padecer

incómodos trastornos urinarios. Como es comprensible,


no me entusiasma

seguir su mismo camino.

Mi cuarto día de ayuno bajo la supervisión de Valter


Longo me demostró

que era posible reducir drásticamente mi nivel de IGF-1


(factor de

crecimiento insulínico tipo 1) y, con ello, esperemos que


también mi riesgo de

cáncer de próstata. Más tarde descubrí que haciendo el


ayuno intermitente y

yendo con un poco más de cuidado con las proteínas


podía mantener el IGF-

1 a niveles saludables. Vale la pena tener en cuenta la


relación entre

crecimiento, ayuno y cáncer.

Nuestras células se están multiplicando constantemente,


sustituyendo el

tejido muerto, gastado o dañado. Esto está bien siempre y


cuando el

crecimiento celular esté bajo control, pero a veces una


célula sufre una

mutación, crece de forma descontrolada y se convierte en


cáncer. Los niveles

demasiado altos de un estimulante celular como el IGF-1


en la sangre pueden

aumentar las posibilidades de que suceda esto.

Cuando se desarrolla un cáncer, las opciones habituales


son la cirugía, la

quimioterapia o la radioterapia. La cirugía se utiliza para


eliminar el tumor; la

quimioterapia y la radioterapia para intentar envenenarlo.


El principal

problema con estas dos últimas terapias es que no son


selectivas; además de

matar las células tumorales, también matan o dañan las


células sanas que las

rodean. Es muy probable que perjudiquen a las células


que se dividen

rápidamente como las raíces del pelo, que es la razón por


la que se suele caer

cuando se hace esta terapia.

Como ya he dicho antes, Valter Longo ha demostrado que


cuando nos

privamos de la comida, aunque sólo sea durante breves


períodos de tiempo,

nuestro cuerpo responde retrasando las cosas, activando


el modo reparación

y supervivencia hasta que vuelva a haber abundancia de


alimentos. Así es

como funcionan las células normales. Pero las células


cancerosas siguen sus

propias reglas. Casi por definición están descontroladas y


seguirán

proliferando egoístamente bajo cualquier circunstancia.


Este «egoísmo»

genera una oportunidad. Al menos en la teoría, si ayunas


justo antes de la

quimioterapia, creas una situación en la que tus células


normales quedan en

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hibernación, mientras que las cancerosas andan a sus


anchas y, por lo tanto,

son más vulnerables.

En un trabajo publicado en 2008, Valter y sus


colaboradores demostraron

que el ayuno «protege a las células normales, pero no a


las cancerosas, contra

las altas dosis de quimioterapia»13; en otro artículo


publicado posteriormente,

revelaron que ayunar aumentaba la eficacia de los


fármacos empleados en la

quimioterapia contra varios tipos de cáncer.14 Bueno,


como suele suceder, se
trataba de un estudio realizado con ratones. Pero las
implicaciones del trabajo

de Valter no pasaron desapercibidas para la avispada juez


de derecho civil

Nora Quinn, que vio un breve artículo sobre este tema en


Los Angeles Times.

Conocí a Nora en Los Ángeles. Es una mujer alegre con


un tremendo y

mordaz sentido del humor. Nora se dio cuenta por primera


vez que tenía un

problema una mañana cuando se puso la mano en su pecho


y notó un bulto

del tamaño de una nuez bajo su piel. Tras indultarse,


utilizando sus palabras,

con la fantasía de que era un quiste, fue al médico, se lo


extirparon y lo

enviaron a un patólogo para analizarlo.

«La realidad de tu vida siempre se manifiesta en la


patología», me dijo.
Cuando llegó el resultado de la biopsia, le dijeron que
tenía un cáncer de

mama invasivo. Le hicieron radioterapia y cuando estaba


a punto de empezar

con la quimioterapia leyó sobre el trabajo de Valter con


los ratones.

Intentó hablar con él, pero en ese momento Valter no le


aconsejó probar

el ayuno porque no había experimentado con humanos. No


sabía si era

seguro ayunar para una persona que ha de someterse a


quimioterapia, y desde

luego no le iba a recomendar a alguien como Nora que lo


probara.

Nora, impasible, inició su propia investigación y decidió


probar ayunar

durante siete días y medio, antes, durante y después de su


primera tanda de

quimioterapia. Tras haber descubierto lo duro que puede


ser hacer un ayuno
de cuatro días cuando estás sano, me sorprendió que ella
pudiera hacerlo,

aunque Nora dice que no es tan duro y que yo soy un


blandengue. Los

resultados fueron variados.

«Tras mi primera tanda de quimio no me puse muy mal,


pero se me cayó

el pelo, por lo que pensé que el ayuno no estaba


funcionando.» La siguiente

vez, no ayunó, y sólo se encontró medianamente mal.


«Pensé que no valía la

pena hacer siete días y medio de ayuno para evitar


ponerme medianamente

mal. No voy a volver a hacer ayuno.» Así que la tercera


vez no ayunó. Ahora,

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se da cuenta de que fue un error. «Me puse muy mal. No


tengo palabras para

describir lo mal que me encontré. Me sentía débil,


envenenada, y no me podía

levantar. Tenía la sensación de que me estaba moviendo


en medio de gelatina.

Fue horroroso.»

Las células que recubren el intestino, como las de las


raíces del cabello,

crecen muy deprisa, por eso necesitan ser sustituidas


constantemente. La

quimioterapia puede matar esas células, que es una de las


razones por las que

las personas se encuentran tan mal.

Cuando Nora tenía que enfrentarse a su cuarto tratamiento


de quimio,

decidió volver a probar el ayuno. Esta vez todo fue mucho


mejor y se

recuperó bien. Ahora ya no tiene cáncer.

Nora está convencida de que ayunar le benefició, pero es


difícil asegurarlo
porque no formaba parte de un experimento médico
formal. Valter y sus

colaboradores de la USC (Universidad del Sur de


California) estudiaron lo

que le sucedió a ella y a otros diez pacientes de cáncer


que también decidieron

ayunar por su cuenta.15 Todos ellos coincidieron en que


haciendo ayuno

tuvieron menos síntomas y menos graves después de la


quimioterapia, y la

mayoría, entre ellos Nora, obtuvieron mejores resultados


en su analítica de

sangre. Los leucocitos y las plaquetas, por ejemplo, se


recuperaban con mayor

rapidez cuando recibían la quimio mientras ayunaban que


cuando no

ayunaban.

Pero ¿por qué Nora lo hizo en solitario? ¿Por qué no


ayunó bajo una
correcta supervisión? «Decidí ayunar basándome en la
gran cantidad de

información existente sobre pruebas con animales. Estoy


de acuerdo en que,

si vas a hacer locuras como hice yo, deberías tener


supervisión médica. Pero

¿cómo? Ninguno de mis médicos me escuchaba», me dijo.

El experimento en solitario de Nora podía haber ido mal,


que es una de

las razones por las que no se recomienda este tipo de


actitud inconformista.

No obstante, su experiencia y las de otros nueve pacientes


sirvieron para que

se realizaran más estudios. Por ejemplo, Valter y sus


colaboradores acaban de

completar la primera fase de una prueba clínica para


comprobar si es

conveniente ayunar cuando se está haciendo quimioterapia


(y parece que sí).
La fase siguiente es evaluar si la diferencia es realmente
notable. Hay al menos

otros diez hospitales en el mundo que o bien están


realizando las pruebas

clínicas o han dicho que las realizarían. Entra en nuestra


página web

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www.thefastdiet.co.uk si te interesa ver las últimas


novedades.

Prevenir es mejor que curar

El ayuno, prolongado o intermitente, reducirá tus niveles


de IGF-1 y, por

consiguiente, el riesgo de que sufras una serie de cánceres


de distintos tipos.

Pero ¿qué otra prueba existe de que el ayuno intermitente


reduce el riesgo de

cáncer? Tal como he dicho antes, la doctora Michelle


Harvie, del Centro de

Prevención del Cáncer de Mama, lleva trabajando en este


campo desde hace

tiempo.

El ayuno, prolongado o intermitente,

reducirá tus niveles de IGF-1 y, por

consiguiente, el riesgo de que sufras una

serie de cánceres de distintos tipos.

Uno de sus últimos estudios era sobre si el ayuno


intermitente podía

reducir el riesgo de desarrollar cáncer16 de mama en las


mujeres. En su

estudio dividió a 107 mujeres en dos grupos. Uno siguió


la saludable dieta

mediterránea, pero con una restricción de 1.500 calorías


diarias. El otro grupo

tenía que consumir aproximadamente la misma cantidad


de calorías, pero de

otro modo. Dos días a la semana consumían sólo 650


calorías diarias. A los
seis meses, las del grupo del ayuno intermitente habían
adelgazado más, un

promedio de 5,8-6,5 kilos, su insulina en ayunas y su


resistencia a la insulina

habían descendido, y los niveles de proteína inflamatoria


también se habían

reducido significativamente. Estos tres valores indican


que ha disminuido el

riesgo de cáncer de mama.

La doctora Harvie también cree que, desde la perspectiva


de prevención

del cáncer, la ventaja del ayuno intermitente respecto a la


forma convencional

de adelgazar es que reduce la cantidad de azúcar que llega


a las células de las

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mamas, lo que puede implicar que se dividan con menos


frecuencia y que no

tengan tanta tendencia a volverse cancerosas.


El ayuno intermitente: mi viaje personal

Como ya has leído, empecé probando un ayuno de cuatro


días bajo la

supervisión de Valter Longo. Pero a pesar de los buenos


resultados de mi

bioquímica sanguínea y el evidente entusiasmo de Valter,


no me veía capaz de

hacer ayunos largos regularmente durante el resto de mi


vida. Entonces, ¿que

podía hacer? Bien, tras haber conocido a Krista Varady y


su ADA (ayuno en

días alternos) decidí probarlo.

Sin embargo, al cabo de poco tiempo, me di cuenta de que


era demasiado

duro física, social y psicológicamente. Necesito un patrón


en mi vida, y no

poder decir sin el calendario en la mano y largos cálculos


si podía quedar a

cenar con los amigos una noche en concreto era


exasperante. Por otra parte,

ayunar día sí día no, también me parecía un poco duro. Sé


que muchos de los

voluntarios de Krista lo hacen, pero están en una


circunstancia experimental

y están muy motivados. No cabe duda de que es una forma


eficaz de perder

peso rápidamente y de conseguir poderosos cambios en


nuestra bioquímica,

pero no era para mí.

Así que opté por probar comer 600 calorías, dos días a la
semana. Me

parecía un compromiso razonable, y lo más importante,


viable.

Intenté comer todo de una sola vez, como hace Krista en


sus estudios,

pero me di cuenta de que si me saltaba el desayuno,


empezaba a tener hambre

y a estar irritable bastante antes de la hora del almuerzo.


Así que dividí mi

comida en dos: un desayuno moderado, me salté la comida


y cené ligero. Y lo

hice dos veces a la semana. Me pareció muy llevadero.

Tras experimentar con distintas versiones del ayuno,


descubrí que para

mí la del 5/2 era la más eficaz y llevadera para conseguir


los efectos del ayuno

sin faltar al compromiso de un plan dietético a largo


plazo. Creo que la Dieta

de los Dos Días 5/2 es una síntesis realista de las ideas


actuales sobre el ayuno

intermitente, y la mejor forma que conozco de garantizar


el éxito.

Antes de empezar la dieta decidí hacerme pruebas para


ver qué efectos iba

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a tener en mi cuerpo. A continuación expongo las pruebas


que me hice. Los
resultados de los análisis de sangre que expongo
seguidamente (y de las otras

pruebas que ya he mencionado) están en milimoles por


litro que es como se

miden los valores de los análisis de sangre en Reino


Unido. Significa el

número de moléculas de una sustancia que encuentras en


un litro de sangre.

Los valores de medida utilizados en España y Estados


Unidos no son los

mismos. Los laboratorios españoles dan los valores en


mg/dL, que significa el

peso de una sustancia, medida en miligramos, por 100


mililitros de sangre.

Ambas mediciones no se corresponden, por lo tanto me he


ceñido a mis cifras

originales. Tu médico te hará estos análisis con las


unidades que se utilizan en

tu país y te explicará su significado.


Súbete a la báscula

Evidentemente, lo primero que has de hacer es pesarte


antes de empezar esta

aventura. En un principio lo mejor es hacerlo todos los


días a la misma hora.

A primera hora de la mañana, como me imagino que


sabrás, será cuando

pesas menos.

Grasa corporal

Lo ideal es tener una báscula que marque el porcentaje de


grasa corporal y el

peso, puesto que lo que realmente quieres saber es en qué


medida descienden

tus niveles de grasa corporal. Las básculas baratas no son


demasiado fiables,

suelen pesar de menos, y te dan una falsa sensación de


seguridad. No

obstante, van muy bien para indicarte los cambios. Es


decir, al principio
pueden marcar que tienes un 30 por ciento de grasa
corporal, cuando la

verdadera cifra es un 33 por ciento. Pero te indicarán


cuándo empieza a bajar

ese número.

La grasa corporal se mide sacando un porcentaje del peso


total. Las

básculas que puedes comprar que hacen estas mediciones


utilizan un sistema

denominado impedancia. El aparato envía una señal


eléctrica de baja

frecuencia que recorre tu cuerpo y mide la resistencia.


Hace sus cálculos

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basándose en el hecho de que los músculos y los otros


tejidos son mejores

conductores de la electricidad que la grasa. Las mujeres


suelen tener más

grasa corporal que los hombres. Un hombre con un


porcentaje de grasa

corporal superior al 25 por ciento sería considerado con


sobrepeso. Para una

mujer sería el 30 por ciento.

La única forma de conseguir una lectura exacta de verdad


es con un

aparato llamado escáner DXA (anteriormente DEXA).


Son las siglas de

«absorciometría de rayos X de energía dual». Es caro e


innecesario para la

mayoría de las personas.

Calcula tu IMC

Tu índice de masa corporal (IMC) te indicará si tienes


sobrepeso. Para

calcularlo puedes entrar en una página web como


nhlbisupport.com/bmi/. No

sólo te hará el cálculo, sino que también te explicará qué


significa. Uno de los
fallos del IMC es que a alguien que tenga mucha
musculatura podría salirle

un IMC alto. Por desgracia, éste no suele ser el caso de la


mayoría.

Mide tu estómago

El IMC es útil, pero puede que no sea el mejor indicador


de nuestra salud en

el futuro. En un estudio con más de 45.000 mujeres a las


que se les hizo un

seguimiento durante dieciséis años, 17 la ratio cintura-


estatura fue un

indicador mucho más fiable de quién desarrollaría alguna


enfermedad

cardiovascular.

La razón por la que la cintura es tan importante es porque


el peor tipo de

grasa es la visceral, que se acumula dentro del abdomen.


Es la peor

distribución posible para la grasa porque provoca


inflamación y eleva mucho

el riesgo de diabetes. No es necesario ningún equipo


sofisticado para saber si

tienes grasa interna. Lo único que necesitas es una cinta


métrica. Seas hombre

o mujer tu cintura debe ser inferior a la mitad de tu


estatura. La mayoría de

las personas creen que tienen unos 5 centímetros menos de


talla de cintura

porque confían en la talla de sus pantalones. Pero, por el


contrario, lo que has

de hacer es medirte con una cinta métrica alrededor del


ombligo. Sé sincero.

La definición del optimismo es la persona que se sube a la


báscula

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conteniendo la respiración. No estás engañando a nadie.

Análisis de sangre
No deberías tener problemas para que te mandaran unos
análisis estándares

en una visita rutinaria a tu médico.

Glucosa basal

Opté por saber los valores de mi glucosa basal porque es


un valor realmente

importante para conocer nuestro estado de salud, aunque


no tengamos riesgo

de diabetes, y es un indicador de cómo será tu salud en el


futuro. Los estudios

demuestran que incluso los niveles moderadamente


elevados de glucosa en la

sangre están relacionados con el riesgo de enfermedades


cardiovasculares,

accidentes cerebrovasculares y problemas cognitivos a


largo plazo. Lo ideal

sería hacerse una prueba de sensibilidad a la insulina,


pero es complicada y

cara.
El colesterol

Existen dos tipos de colesterol: LDL (lipoproteína de baja


densidad) y HDL

(lipoproteína de alta densidad). Simplificando, el LDL


lleva el colesterol hacia

las paredes de las arterias, mientras que el HDL ayuda a


expulsarlo. Lo bueno

es tener un LDL bajo y un HDL alto. Se puede expresar


como un porcentaje18

del HDL respecto al colesterol total que es la suma del


HDL y el LDL. Todo

valor que esté por encima de 0,20 (20 por ciento) es


bueno.

Triglicéridos

Es el tipo de grasa que se encuentra en la sangre; es una


de las formas en que

el cuerpo almacena calorías. Los valores altos se asocian


al riesgo de padecer

enfermedades cardiovasculares.
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IGF-1

Es una prueba cara y no todos los médicos pueden


prescribirla. Es una

medición de la regeneración celular y, por lo tanto, del


riesgo de cáncer.

También puede ser un marcador para la edad biológica.


Yo estaba interesado

en conocer los efectos del ayuno 5/2 sobre mi IGF-1.


Descubrí que mis

valores de IGF-1 bajaron de manera espectacular tras mi


ayuno de cuatro

días, pero después de un mes de comer con normalidad,


volvieron a estar

como antes.

Mis datos

Éstos son los resultados de mi revisión médica antes de


iniciar la Dieta de los
Dos Días.

YO

RECOMENDADO

ESTATURA

1,80 m

PESO

85 kg

ÍNDICE DE MASA CORPORAL

26,4

19-25

% DE GRASA CORPORAL

28%

Menos del 25% para hombres

CINTURA

91,5 cm
Menos de la mitad de tu estatura

CUELLO

43,2 cm

Menos de 42 cm

No era obeso, pero tanto mi IMC como mi porcentaje de


grasa corporal

me decían que tenía sobrepeso. Gracias a un escáner IRM


(imagen por

resonancia magnética), supe que gran parte de mi grasa se


encontraba dentro,

envolviéndose a sí misma en gruesas capas alrededor de


mi hígado y de mis

riñones, alterando todas las sendas metabólicas.

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Era evidente que la grasa no estaba toda dentro de mi


abdomen. Tenía

bastante alrededor de mi cuello. Eso significaba que


roncaba y, además, alto.
El tamaño del cuello es un gran indicador19 de si vas a
roncar o no. Un cuello

de más de 42 centímetros de diámetro o 40 para las


mujeres significa que

estás en zona de peligro.

MIS VALORES EN

RECOMENDADO

MMOL/L

RIESGO DE DIABETES

GLUCOSA BASAL

7,3

3,9-5,8

FACTORES DE ENFERMEDADES

CARDIOVASCULARES

TRIGLICÉRIDOS

1,4
Menos de 2,3

COLESTEROL HDL

1,8

0,9-1,5

COLESTEROL LDL

5,5

Hasta 3,0

RIESGO DE ENFERMEDAD

CARDIOVASCULAR

% DE HDL DEL TOTAL

23%

20% y más

RIESGO DE CÁNCER

SOMATOMEDINA-C (IGF-1)

28,6 nmol/l
11,3-30,9 nmol/l

Según estos valores mi glucosa basal era


preocupantemente alta. Todavía

no era diabético, pero tenía signos de lo que se llama


intolerancia a la glucosa

o prediabetes. Mi LDL estaba demasiado alto, pero en


cierto modo estaba

protegido por el hecho de que tenía los triglicéridos bajos


y el HDL alto. No

obstante, no era un cuadro muy esperanzador.

Mis valores de IGF-1 también eran demasiado altos, lo


que indicaba una

rápida renovación celular y un mayor riesgo de cáncer.

Al cabo de tres meses de estar haciendo la Dieta de los


Dos Días se

produjeron algunos cambios notables, como verás a


continuación.

YO
RECOMENDADO

ESTATURA

1,80

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PESO

76,2

ÍNDICE DE MASA CORPORAL

24

19-25

% DE GRASA CORPORAL

21%

Menos del 25% para hombres

CINTURA

83,82

Menos de la mitad de tu estatura


CUELLO

40,64

Menos de 42

Había perdido algo más de 8 kilos y mis porcentajes de


IMC y de grasa

corporal eran razonables. Tuve que salir a comprarme


cinturones y

pantalones más pequeños. Me podía poner una chaqueta


de gala en la que

hacía diez años que no cabía. También dejé de roncar, con


lo que mi esposa

estaba encantada y muy posiblemente también mis


vecinos. Lo que es mejor,

mis valores sanguíneos habían mejorado de forma notable.

Había perdido algo más de 8 kilos y mis

porcentajes de IMC y de grasa corporal

eran razonables. Tuve que salir a


comprarme cinturones y pantalones más

pequeños.

MIS VALORES EN

RECOMENDADO

MMOL/L

RIESGO DE DIABETES

GLUCOSA BASAL

5,0

3,9-5,8

FACTORES DE ENFERMEDADES

CARDIOVASCULARES

TRIGLICÉRIDOS

0,6

Menos de 2,3

COLESTEROL HDL
2,1

0,9-1,5

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COLESTEROL LDL

3,6

Hasta 3,0

RIESGO DE ENFERMEDAD

CARDIOVASCULAR

% DE HDL DEL TOTAL

37%

20% y más

RIESGO DE CÁNCER

SOMATOMEDINA-C (IGF-1)

15,9 nmol/l

11,3-30,9 nmol/l
Mi esposa Clare, que es médica, no se lo podía creer.
Está acostumbrada a

ver pacientes con sobrepeso con una bioquímica


sanguínea como la mía y me

dijo que ninguno de los consejos que les da a sus


pacientes han tenido un

efecto que pudiera parecerse a éste.

Para mí, los cambios especialmente favorables fueron los


de mis valores

de glucosa basal y el notable descenso de mi IGF-1, que


se correspondían con

los cambios que había visto tras hacer un ayuno de cuatro


días.

No obstante, Clare consideraba que me estaba


adelgazando demasiado

deprisa, que debía afianzarme durante un tiempo. Por eso


decidí pasar a una

dosis de mantenimiento de ayunar sólo un día a la semana.


Salvo que fuera
fin de semana, vacaciones o una ocasión especial, también
me saltaba

habitualmente una comida.

Lo que ha sucedido es que mi peso se ha mantenido


estable en 76 kilos y

mis valores sanguíneos siguen siendo buenos. No


obstante, pienso que puedo

mejorar y pronto reiniciaré un régimen de dos días y


escribiré los resultados

en mi blog. Si estás interesado, visita nuestra página web,

www.thefastdiet.co.uk.

¿Cuál es la mejor forma de seguir

el ayuno intermitente?

Recordemos lo que hemos aprendido. La razón del ayuno


intermitente —es

decir, la restricción breve pero intensa de las calorías que


consumes— es que

con él pretendes «engañar» a tu cuerpo haciéndole pensar


que hay una

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situación de escasez y que ha de pasar del modo de


trabajo constante al modo

de mantenimiento.

La razón por la que nuestro cuerpo responde al ayuno de


este modo es

porque evolucionamos en una era en que la norma era la


abundancia de

comida o la hambruna. Nuestros cuerpos están diseñados


para responder a

las penurias y situaciones fuertes; eso los hace más


saludables, más resistentes.

El término científico es hormesis: lo que no te mata te


hace más fuerte. Entre

los beneficios del ayuno se incluyen:

• Perder peso.

• Reducción del IGF-1, que significa que estás reduciendo


tu riesgo de

padecer una serie de enfermedades relacionadas con la


edad, como el

cáncer.

• La activación de innumerables genes reparadores como


respuesta a este

agente estresante.

• Dar un descanso a tu páncreas, lo que potenciará la


eficacia de la insulina

que produce como respuesta a un nivel alto de glucosa en


la sangre. El

aumento de la sensibilidad a la insulina reducirá el riesgo


de obesidad,

diabetes, enfermedades cardiovasculares y deterioro


cognitivo.

• Una mejora general de tu estado de ánimo y sensación de


bienestar. Esto

puede ser una consecuencia de que tu cerebro aumenta su


producción de
factor neurotrófico, lo que probablemente repercutirá en
un mejor estado

de ánimo que hará el ayuno más llevadero.

Esto es todo respecto a la ciencia. En el próximo capítulo


hablaremos

sobre qué comer y cómo vamos a iniciar nuestra nueva


vida como ayunadores

intermitentes. ¿Cómo vamos a poner en práctica esta


teoría?

1 B. M. Popkin y K. J. Duffey, «Does hunger and satiety


drive eating anymore? Increasing eating

occasions and decreasing time between eating occasions


in the United States», American Journal of

Clinical Nutrition, 91 (mayo de 2010): pp. 1342-1347.

2 M. Mattson y E. Calabrese, «When a little poison is


good for you», NewScientist, 2668 (6 de agosto de

2008): pp. 36-39.

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3 A. J. Carlson y F. Hoelzel, «Apparent prolongation of
the life span of rats by intermittent fasting», Journal of
Nutrition, 91 (1945): pp. 363-375.

4 E. Bergamini, G. Cavallini, A. Donati y Z. Gori, «The


role of autophagy in aging: its essential part in

the anti-aging mechanism of caloric restriction», Annals of


the New York Academy of Science, 1114

(octubre de 2007): pp. 69-74.

5 K. A. Varady, S. Bhutani, E. C. Church y M. C.


Klempel, «Short-term modified alternate-day fasting:

A novel dietary strategy for weight loss and cardio-


protection in obese adults», American Journal of Clinical
Nutrition, 90, n.º 5 (noviembre de 2009): pp. 1138-1143.
M. C. Klempel, C. M. Kroeger y K. A.

Varady, «Alternate-day fasting (ADF) with a high-fat diet


produces similar weight loss and cardio-

protection as ADF with a low-fat diet», Metabolism,


enero de 2013; 62(1): pp. 137-143.

http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/ 22889512.

6 M. N. Harvie y cols., Centro Génesis para la Prevención


del Cáncer de Mama, del Hospital

Universitario del Sur de Manchester, NHS Foundation


Trust, Reino Unido. «Intermittent, Low-

Carbohydrate Diets More Successful Than Standard


Dieting; Possible Intervention for Breast Cancer

Prevention». Ponencia en el CTRCAACR San Antonio


Breast Cancer Symposium, diciembre de 2011.

7 M. Hatori, C. Vollmers, A. Zarrinpar, L. DiTacchio y


cols., «Time restricted feeding without reducing

caloric intake prevents metabolic diseases in mice fed a


high-fat diet», Cell Metabolism, 15, n.º 6 (2012): pp. 848-
860.

8 K. I. Erickson, M. W. Voss, R. S. Prakash, C. Basak y


cols., «Exercise training increases size of

hippocampus and improves memory», Proceedings of the


National Academy of Science of the United States of
America, 108, n.º 7 (enero de 2011): pp. 3017-3022.

9 V. K. Halagappa, Z. Guo, M. Pearson, Y. Matsuoka y


cols., «Intermittent fasting and caloric restriction

ameliorate age-related behavioral deficits in the triple-


transgenic mouse model of Alzheimer’s disease»,
Neurobiology of Disease, 26, n.º 1 (abril de 2007): pp.
212-220.

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10 Y. Shirayama, A. C. Chen, S. Nakagawa, D. S. Russell


y R. S. Duman, «Brain-derived neurotrophic

factor produces antidepressant effects in behavioral


models of depression», Journal of Neuroscience, 22, n.º 8
(abril de 2002): pp. 3251-3261.

11 B. Li, K. Suemaru, Y. Kitamura, R. Cui y cols.,


«Strategy to develop a new drug for treatment-

resistant depression-role of electroconvulsive stimuli and


BDNF», Yakugaku Zasshi (Journal of the Pharmaceutical
Society of Japan), 127, n.º 4 (abril de 2007): pp. 735-742.

12 N. Halberg, M. Henriksen, N. Söderhamn, B.


Stallknecht y cols., «Effect of intermittent fasting and

refeeding on insulin action in healthy men», Journal of


Applied Physiology, 99, n.º 6 (diciembre de 2005): pp.
2128-2136.

13 L. Raffaghello, C. Lee, F. M. Safdie, M. Wei y cols.,


«Starvation dependent differential stress
resistance protects normal but not cancer cells against
high-dose chemotherapy», Proceedings of the National
Academy of Sciences of the United States of America,
105, n.º 24 (junio de 2008): pp. 8215-8220.

14 C. Lee; L. Raffaghello, S. Brandhorst, F. M. Safdie y


cols., «Fasting cycles retard growth of tumors and

sensitize a range of cancer cell types to chemotherapy»,


Science Translational Medicine, 4, n.º 124 (7 de marzo de
2012): pp. 124ra27.

15 F. M. Safdie, T. Dorff, D. Quinn, L. Fontana y cols.,


«Fasting and cancer treatment in humans: A case

series report», Aging, 1, n.º 12 (31 de diciembre de


2009): pp. 988-1007.

16 M. N. Harvie, M. Pegington, M. P. Mattson, J. Frystyk


y cols., «The effects of intermittent or

continuous energy restriction on weight loss and metabolic


disease risk markers: a randomized trial in

young overweight women», International Journal of


Obesity, 35, n.º 5 (mayo de 2011): pp. 714-727.

17 Page y cols., «Waist-Height Ratio as a Predictor of


Coronary Heart Disease Among Women»,

Epidemiology, 20, n.º 3 (mayo de 2009): pp. 36-66.C

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18 Se está refiriendo al índice de riesgo o de


aterogenicidad, que es el cociente de la división del

colesterol total por el HDL dividido por 10. (N. de la T.)

19 J. R. Stradling y J. H. Crosby, «Predictors and


prevalence of obstructive sleep apnoea and snoring in

1001 middle-aged men», Thorax, 46, n.º 2 (febrero de


1991): pp. 85-90.

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La Dieta de los Dos Días en la práctica

Como ya hemos visto existen buenas razones clínicas para


poner en práctica

el ayuno intermitente. Algunas, como su efecto positivo en


los valores
sanguíneos, deberían ser evidentes enseguida; otras se
manifestarán con el

tiempo:

estímulo

cognitivo,

fisiología

autorreparadora,

mayores

probabilidades de vivir más tiempo. Pero quizás el


argumento más

convincente para muchos sea la promesa de la rápida


pérdida de peso y de

mantenerlo, sin dejar de comer, la mayor parte de las


veces, lo que comerías

habitualmente.

Puede que para ti esto sea secundario respecto a los otros


grandes
beneficios para la salud. O puede que sea tu principal
objetivo. El hecho es

que conseguirás ambas cosas: perder kilos y mejorar tu


salud, son las dos

caras de la misma moneda.

En el capítulo anterior hemos visto la experiencia de


Michael, que debería

ayudarte a hacerte una idea de lo que puedes esperar. En


este capítulo

revelaremos más detalles: explicaremos cómo empezar,


cómo nos vamos a

sentir, cómo seguir y cómo podemos introducir fácilmente


los principios

básicos de la Dieta de los Dos Días en el ritmo de nuestra


vida cotidiana.

Luego depende de ti.

¿A qué equivalen 500-600 calorías?

Reducir las calorías a un cuarto de tu dosis diaria habitual


es un compromiso
importante, así que no te sorprendas si tu primer día es
una dura hazaña. A

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medida que vayas progresando, los ayunos se convertirán


en algo natural y la

sensación inicial de privación irá disminuyendo,


concretamente, si eres

consciente de que mañana será otro día: de hecho, otro día


en el que podrás

comer lo que te apetezca.

No obstante, por más que reduzcas, 500 o 600 calorías no


son un pic-nic;

ni siquiera medio pic-nic. Un café latte1 en vaso grande


puede tener hasta más

de 300 calorías, más si te gusta la crema de leche,


mientras que un bocadillo

puede consumir fácilmente toda tu ración de una sola vez.


Así que sé

inteligente. Gasta tus calorías con astucia —los menús


propuestos a partir de

(véase aquí) te ayudarán—, pero también es importante


que tengas claro

cuáles van a ser tus días favoritos para ayunar. Recuerda


que debes acogerte a

la variedad: texturas distintas, sabores intensos, colores y


alimentos crujientes.

Todo esto mantendrá tu boca entretenida y evitará que


hagas ascos ante la

austeridad que representa el ayuno.

Cuándo ayunar

Los estudios con animales y con humanos, las


investigaciones y los

experimentos, como hemos visto en el capítulo anterior,


demuestran el

irrefutable valor de ayunar. Pero ¿qué sucede cuando


sales del laboratorio y te

adentras en la vida real? Cuándo y qué comes durante tus


ayunos es esencial
para el éxito de la dieta. Entonces, ¿cuál es el mejor
patrón?

Michael probó varios regímenes de ayuno; el más realista


y sostenible

para él es el ayuno de dos días a la semana no


consecutivos, pudiendo ingerir

600 calorías al día, repartidas entre el desayuno y la cena.


Este patrón, por

razones obvias, lo ha bautizado como la dieta 5/2 —cinco


días sin dieta, dos

días de dieta—, lo que significa que pasas la mayor parte


de tu tiempo sin

tener que preocuparte de contar calorías. En un día de


ayuno, normalmente

desayuna con su familia a eso de las 07:30 y luego cena


con ellos a las 19:30,

sin haber comido nada entremedio. De este modo,


consigue dos períodos de

doce horas sin comer a lo largo de las veinticuatro horas


del día, y una familia
feliz al final del mismo.

Las sugerencias para los menús propuestos a partir de


(véase aquí) se

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basan en este patrón, puesto que, según su experiencia, es


el método de ayuno

intermitente más directo y convincente.

Mimi, como describe más adelante en este capítulo,


descubrió que a ella le

funciona un patrón ligeramente distinto. Se ciñe al patrón


básico de la Dieta

de los Dos Días, come 500 calorías, pero en dos comidas


con algunos

tentempiés (una manzana, palitos de zanahoria)


entremedio, simplemente

porque para ella son demasiadas horas entre el desayuno y


la cena, demasiado

vacío para sentirse cómoda. Gracias a los experimentos


realizados por la
doctora Michelle Harvie2 existen pruebas de que este
método te ayudará a

adelgazar, a reducir tu riesgo de cáncer de mama y a


incrementar tu

sensibilidad a la insulina.

¿Cuál es mejor? En este momento en que la ciencia del


ayuno

intermitente todavía se encuentra en sus inicios, no lo


sabemos. En teoría, un

período más largo sin comer (el patrón de Michael)


debería dar mejores

resultados que comer cantidades más pequeñas con más


frecuencia. La

doctora Krista Varady y su equipo de Chicago todavía han


de realizar un

estudio en el que las personas puedan comer 500 o 600


calorías repartidas en

pequeñas comidas a lo largo del día. Tienen pensado


realizar esta prueba el
año que viene. Os mantendremos informados. Ella cree
que comer a lo largo

del día impedirá que el cuerpo entre en «modo ayuno».


Puesto que lo que es

tan beneficioso para nosotros es este estado de ayuno, es


probable que se

reduzcan significativamente los beneficios.

El doctor Mark Mattson del Instituto Nacional para el


Envejecimiento

está de acuerdo en que comer 500 o 600 calorías de golpe


probablemente sea

mejor que comer pequeñas cantidades varias veces al día.


Cree que cuanto

más tiempo está sin comida nuestro organismo, mayor es


la respuesta de

adaptación al estrés celular, que es especialmente


favorable para el cerebro.

Pero el doctor Valter Longo, del Instituto para la


Longevidad de la
Universidad del Sur de California, va más allá: respecto a
la reducción del

IGF-1, considera que es mejor realizar cuatro días


consecutivos de ayuno

cada pocos meses, saltarse las comidas y adoptar una


dieta baja en proteínas y

rica en verduras durante la semana para mantener un peso


óptimo. Por

supuesto, esto es un «no, no» para la mayoría de personas,


luego, el plan de

5/2 parece el patrón que nos ofrece la mayor amplitud de


beneficios y el

mayor grado de tolerancia. Estamos a la espera de que se


realicen más

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experimentos, pero hasta entonces, ésta es nuestra opción


favorita para esa

combinación decisiva de adelgazar sin que nos cueste


hacerlo.
Algunas personas que no tienen mucha hambre a la hora
de desayunar

puede que prefieran comer más tarde. No hay problema.


Una de las

principales investigadoras en este campo empieza el día


desayunando tarde, a

eso de las 11:00 y termina con una cena a las 19:00. De


este modo, ayuna

dieciséis horas seguidas durante un período de


veinticuatro horas, dos veces a

la semana. Según el estudio del que hemos hablado


anteriormente (vease

aquí), puede que sea aún mejor.

No obstante, sólo es «mejor» si realmente lo haces, y


retrasar el desayuno

puede que no sea viable para algunos estilos de vida,


horarios o cuerpos. Así

que sigue un horario que te convenga. Algunas personas,


por ejemplo,
prefieren la conveniencia y facilidad de una sola comida
de 500 o 600 calorías,

lo que les permite no volver a pensar en la comida durante


la mayor parte del

resto del día. Sea lo que sea lo que elijas, ha de ser tu


plan, tu vida. Hazlo a tu

gusto, pero has de estar preparado para experimentar


dentro de los límites

que te has marcado.

Qué comer

Puede resultar curioso hablar sobre qué vas a comer


cuando estás ayunando.

Pero la Dieta de los Dos Días es un programa modificado


que permite comer

500 calorías a las mujeres y 600 a los hombres en


cualquier día de ayuno, lo

que hace que el régimen sea relativamente cómodo y, por


encima de todo,

sostenible a largo plazo. Luego, sí, puedes comer el día de


ayuno. Pero es

importante lo que comes.

La Dieta de los Dos Días es un

programa modificado que permite

comer 500 calorías a las mujeres y 600 a

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los hombres en cualquier día de ayuno,

lo que hace que el régimen sea

relativamente cómodo y, por encima de

todo, sostenible a largo plazo.

Hay dos principios generales por los que te has de regir


respecto a lo que

comes y lo que no comes en tu día de ayuno. Lo que


necesitas es comer algo

que te ayude a saciarte, pero que no se pase de la dosis de


500 o 600 calorías, y
las mejores opciones son los alimentos ricos en proteínas
y con bajo índice

glucémico. Hay varios estudios3 que demuestran que las


personas que siguen

dietas ricas en proteínas se sienten saciadas durante más


tiempo (de hecho, la

principal razón por la que adelgazan quienes siguen dietas


como la de Atkins

es porque comen menos). El problema con las dietas muy


ricas en proteínas

es que las personas se aburren de las restricciones de


alimentos y acaban

abandonándolas. También hay pruebas de que las dietas


ricas en proteínas se

asocian con niveles más elevados de inflamación crónica


y de IGF-1, que a su

vez se asocian a un mayor riesgo de enfermedades


cardiovasculares y de

cáncer.4
Por lo tanto, la Dieta de los Dos Días no recomienda
hacerle el boicot

total a los carbohidratos o vivir permanentemente con una


dieta rica en

proteínas. Sin embargo, los días de ayuno, la combinación


de proteínas y

alimentos con bajo índice glucémico serán poderosos


elementos para

mantener a raya el hambre.

¿Qué es el índice glucémico?

En el capítulo anterior hemos hablado de la importancia


del azúcar en la

sangre y de la insulina. Los niveles altos de insulina


provocados por niveles

altos de azúcar en la sangre harán que tu cuerpo acumule


grasa y que

aumente tu riesgo de cáncer. Otra razón para no comer


alimentos que te

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provoquen picos de azúcar en la sangre, especialmente,
los días de ayuno, es

que cuando tu azúcar en la sangre descienda en picado,


como sucederá

inevitablemente, empezarás a tener mucha hambre.

Los carbohidratos son los que más repercuten en el azúcar


en la sangre,

pero no todos por igual. Las personas que hacen dieta


habitualmente saben

que la forma de descubrir qué carbohidratos provocan


grandes picos y cuáles

no es comprobando su índice glucémico (IG). Cada


alimento tiene una

puntuación sobre 100, una puntuación baja significa que


un alimento en

particular no provoca un rápido aumento de glucosa en la


sangre. Ésos son

los que necesitas.

La magnitud del pico de azúcar no depende sólo del


alimento, sino

también de la cantidad del mismo que ingieres. Por


ejemplo, solemos comer

de una sentada más patatas que kiwis. También hay un


baremo que se

denomina carga glucémica (CG), que es:

CG = IG × gramos de carbohidratos

100

Esto sirve para hacer algunas suposiciones atrevidas


sobre la cantidad de

un alimento en concreto que es probable que comas como


ración, pero al

menos sirve de guía.

El interés por el IG y la CG no se basa sólo en que son un


gran indicador

de tu salud en el futuro (las personas que siguen una dieta


baja en CG tienen

menos riesgo de padecer diabetes, enfermedades


cardiovasculares y distintos

tipos de cáncer), sino en que dan muchas sorpresas.


¿Quién podía imaginar

que una patata al horno tiene el mismo impacto sobre


nuestra glucosa en la

sangre que una cucharada de azúcar?

En términos generales, un IG superior a 50 o una CG


superior a 20 no es

aconsejable, por lo tanto, cuanto más bajas sean estas


cifras, mejor. Vale la

pena recordar que el IG y la CG son medidas que se


relacionan con los

carbohidratos. El IG no se aplica a las proteínas y a las


grasas, que es la razón

por la que ninguno de los alimentos citados a continuación


tiene un

contenido significativo de grasas o de proteínas.

Veamos rápidamente el desayuno:


ALIMENTO

IG

CG RACIÓN (GRAMOS)

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Copos de avena

50

10

50

Muesli crujiente

43

30

Muffin de maíz

102 30

57
Muffin de salvado

60

15

57

77

Tortita (trigo sarraceno) 102 22

(mezcla)

Bagel (bollo)

72

25

70

Cornflakes

80

20

30
Fuente:
people.bu.edu/sobieraj/papers/GlycemicIndices.pdf.

Si desayunas con carbohidratos, como puedes ver la


avena y el muesli

crujiente son mejores opciones que los cornflakes o un


bagel.

¿Y qué le vas a poner a tu muesli crujiente?

ALIMENTO IG CG RACIÓN (GRAMOS)

Leche

27

250

Leche de soja 44

250

El IG y la CG relativamente altos de la leche de soja son


una de las razones
por las que vale más seguir con la leche. Y como estamos
desvelando

sorpresas, aquí tienes otra:

ALIMENTOS IG CG RACIÓN (GRAMOS)

Helado

37

50

Podrías haber apostado tu casa a que el IG/CG del helado


era alto, pero

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no tanto. Si lo tienes en cuenta en tu conteo de calorías, un


helado de fresa

bajo en calorías es una buena forma de rematar una


comida. Para más

información sobre el IG y la CG de varios alimentos y


sobre cuál es la mejor
forma de planificar los alimentos para el ayuno, véase
aquí.

¿Qué me dices de las proteínas?

No recomendamos comer proteínas excluyendo el resto de


los alimentos en

un día de ayuno, pero sí necesitas una cantidad adecuada


para la salud de los

músculos, mantenimiento celular, regulación endocrina,


inmunidad y

energía. La proteína sacia, por lo que vale la pena


incluirla en tu cupo de

calorías. Lo mejor es ceñirse a las directrices del USDA


(Departamento de

Agricultura de Estados Unidos) que permiten 50


(generosos) gramos al día.

Así que hay que buscar las «buenas proteínas». El


pescado blanco al

vapor, por ejemplo, bajo en grasas saturadas y rico en


minerales. Toma pollo
sin piel en vez de carne roja; prueba los productos lácteos
bajos en grasa en

vez de tomar lattes insaciablemente; incluye camarones,


atún y tofu u otras

proteínas vegetarianas. Los frutos secos, las semillas y las


legumbres (judías,

guisantes y lentejas) son ricos en fibra y sirven de agentes


voluminizadores en

los días de ayuno. Los frutos secos, aunque tienen muchas


calorías (según la

cantidad que comas, claro está), suelen ser bajos en IG y


sacian mucho.

También son grasos, por lo tanto puedes imaginar que son


«malos para ti»,

sin embargo, está demostrado que entre los consumidores


de frutos secos hay

menor incidencia de enfermedades cardiovasculares y


diabetes que entre los

que no los comen.5


Los huevos son pobres en grasas saturadas y tienen mucho
valor

nutricional; no te perjudicarán tu nivel de colesterol, y


suman apenas 90

calorías cada uno, de modo que un desayuno con huevos


en un día de ayuno

es más que razonable. Dos huevos más 50 gramos de


salmón ahumado suman

unas 250 calorías. Las investigaciones más recientes han


revelado que las

personas que consumen proteína de huevo para desayunar


tienen más

probabilidades de sentirse saciadas a lo largo del día que


las que desayunan

proteína de trigo.6 Los huevos escalfados o duros evitan


la suma de calorías

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por descuido. Renuncia a la tostada y sustitúyela por


espárragos al vapor.
Para más sugerencias sobre alimentos que te sacien y te
mantengan en

forma en un día de ayuno, y todos los beneficios que te


pueden aportar ciertas

elecciones, consulta aquí.

Cómo incorporar el ayuno en tu vida

¿Cuándo empezar?

Si no padeces ningún problema médico, y si no eres una


de esas personas a las

que no se les recomienda ayunar (véase aquí), entonces no


hay mejor

momento que el presente. Pregúntate: si no lo hago ahora,


¿cuándo? Puede

que prefieras prepararte —reflexionar sobre tu costumbre


de toda la vida de

comer en exceso, sobre limpiar la nevera, acabarse la


última galleta del tarro,

etcétera—, o puede que quieras ir directo al grano y


empezar a ver los
resultados visibles de tu progreso en un par de semanas.
Sea como fuere,

empieza un día en que te sientas fuerte, decidido, tranquilo


y resuelto. Di a tu

familia y amigos que empiezas la Dieta de los Dos Días;


una vez que te hayas

comprometido públicamente, te verás mucho más


obligado a seguirla. Evita

los días de fiesta, las vacaciones y los días en que tengas


que asistir a una

suculenta comida de negocios con servicio de pan, plato


de quesos y cuatro

tipos de postres. Piensa que un día en que estés ocupado


hace que el tiempo

pase más deprisa, mientras que en un día de ocio, en


general, el tiempo pasa

muy lentamente.

Cuando hayas decidido y designado un día para empezar,


mentalízate.
Apunta tus datos —peso, IMC, peso deseado— en un
diario antes de

comenzar, y prepárate para ir anotando tus progresos, y sé


consciente de que

las personas que hacen dieta y que son sinceras con lo que
comen y beben

tienen más probabilidades de perder esos kilos de más y


mantener su peso

deseado. Luego... respira profundo y relájate. Mejor aún,


encógete de

hombros. No tiene nada de particular: no tienes nada que


perder, sólo peso.

¿Va a ser muy duro?

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Hace mucho tiempo que no has pasado hambre, ni siquiera


un poco,

probablemente, por lo que comer sólo 500 o 600 calorías


quizá te resulte un

poco difícil, al menos al principio. Los ayunadores


intermitentes dicen que el

proceso se vuelve más sencillo con el tiempo,


especialmente, cuando ven los

resultados en el espejo y en la báscula. El primer día


debería pasar rápido

porque estás animado por la novedad del proceso; el día


de ayuno en un

miércoles lluvioso de la tercera semana puede resultar


algo más pesado. Tu

misión es completarlo, sabiendo que, aunque hoy digas


que no al chocolate,

mañana comerás lo que te plazca. Ésta es la ventaja de la


Dieta de los Dos

Días y lo que la hace tan diferente de otros planes para


adelgazar.

Aunque hoy digas que no al chocolate,

mañana comerás lo que te plazca. Ésta

es la ventaja de la Dieta de los Dos Días


y lo que la hace tan diferente de otros

planes para adelgazar.

Cómo ganar los juegos del hambre

No hay razón para alarmarse por notar un hambre benigna,


esporádica y que

dura poco tiempo. Si gozas de una buena salud básica, no


corres peligro de

perecer. No te desmayarás ni tendrá que rescatarte el gato.


Tu cuerpo está

diseñado para estar sin comer durante períodos más


largos, aunque haya

perdido la práctica después de tantos años pastando,


picando y comiendo

entre horas. Los investigadores han descubierto que los


seres humanos en la

actualidad solemos confundir toda una gama de emociones


con el hambre.7

Comemos cuando estamos aburridos, cuando tenemos sed,


cuando tenemos
comida cerca (¿cuándo no?), cuando estamos
acompañados, o simplemente,

cuando el reloj indica que es la hora de comer. La


mayoría, también comemos

simplemente porque nos gusta. Esto se conoce como


hambre hedónica, y

mientras intentas resistir durante el día de ayuno, puedes


consolarte

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pensando que, si te apetece, puedes ceder a la tentación al


día siguiente.

Que no cunda el pánico por nada de esto. Simplemente,


hemos de

observar que el cerebro humano es adepto a persuadirnos


de que tenemos

hambre en casi cualquier situación: cuando nos


enfrentamos al sentimiento

de privación, restricción o decepción; cuando estamos


enfadados, tristes,
felices, nos sentimos neutrales; cuando estamos sometidos
a los anuncios,

compromisos sociales, estímulos sensoriales,


recompensas, hábitos, el olor de

un café recién hecho o del pan en el horno o del bacón


haciéndose en un bar

de carretera. Reconoce que suelen ser lecciones


aprendidas a estímulos

externos, la mayoría de ellos diseñados para que


gastemos. Si todavía estás

procesando tu última comida, es muy poco probable que


tengas verdadera

hambre (el «tiempo total de tránsito», por si te interesa


saber estas cosas,

según el sexo, tu metabolismo y lo que hayas comido,


puede ser de hasta dos

días).

Aunque las punzadas del hambre pueden llegar a ser


desagradables y
agresivas, como una caja de afilados cuchillos, en la
práctica son más fluidas y

controlables de lo que piensas. No es probable que


sientas molestias por

hambre hasta bien avanzado el día de ayuno. Además, la


punzada pasará. Las

personas que ayunan dicen que la sensación de hambre


viene a oleadas, que

no es una sensación creciente y persistente de ruido


estomacal. Es una

sinfonía de movimientos diferenciados, no un crescendo


constante y temible.

Considera los ruidos de tu estómago como una buena


señal, como mensajeros

de salud.

Recuerda también que el hambre no crece en un período


de veinticuatro

horas, así que no te dejes atrapar por esa sensación


puntual. Espera un poco.
Tienes poder absoluto para conquistar tus sensaciones de
hambre,

simplemente guiando tu mente, remontando la ola,


eligiendo hacer otra cosa:

sal a pasear, telefonea a un amigo, tómate un té, sal a


correr, dúchate, canta en

la ducha, llama a un amigo desde la ducha y canta... Al


cabo de unas semanas

de practicar el ayuno intermitente, las personas suelen


decir que su sensación

de hambre ha disminuido.

Como ya hemos visto, uno de los estudios principales que


investigaba

cómo reaccionaban las personas obesas al ayuno


intermitente se realizó con

voluntarios que siguieron el método más duro del ayuno


modificado en días

alternos (AMDA) en la Universidad de Illinois, Chicago.


En este estudio
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descubrieron que «durante la primera semana de ayuno


modificado a días

alternos, las puntuaciones que indicaban la percepción de


hambre eran altas.

No obstante, al cabo de dos semanas de AMDA, las


puntuaciones de hambre

descendieron y se mantuvieron bajas durante el resto de la


prueba», lo que

demostró que «los sujetos se acostumbraron a la dieta


AMDA (es decir,

tenían muy poca hambre el día de ayuno), tras


aproximadamente dos

semanas». Además, «la satisfacción con la dieta AMDA


no fue muy alta

durante las primeras cuatro semanas de intervención, pero


aumentó

gradualmente durante las últimas cuatro semanas del


estudio». Los
investigadores llegaron a la conclusión de que «puesto
que el hambre

disminuye virtualmente, y que la satisfacción con la dieta


aumenta de forma

considerable en un período de tiempo corto, es probable


que los participantes

obesos puedan seguir la dieta durante períodos de tiempo


más largos».8

Recordemos que esta investigación se realizó con


personas que ayunaban día

sí día no, algo que probamos nosotros dos y que nos


resultó duro. Por el

contrario el ayuno parcial de dos días a la semana —el


plan de la Dieta de los

Dos Días— es como dar un paseo por el parque.

¡Ánimo! El día de ayuno, abstente, restringe y distráete.


Antes de que te

hayas dado cuenta, habrás reprogramado a tu cerebro y el


hambre ya no
formará parte del menú.

Mañana será otro día: fuerza de voluntad,

paciencia y gratificación retrasada

Quizá la parte que más te ayuda a reafirmarte y que


cambia las reglas del

juego es que la Dieta de los Dos Días no es para siempre.


A diferencia de las

dietas de privación que ya te han fallado antes, con este


plan, mañana siempre

será diferente. Es más sencillo. Podrás comer tortitas para


desayunar, o

podrás almorzar con tus amistades, acompañar la cena con


vino, tomar pastel

de manzana con helado. Lo que es esencial es esta


activación/desactivación.

Significa que el día de ayuno estás comiendo una cuarta


parte de las calorías

que sueles ingerir, mañana podrás comer lo que te plazca.


El hecho de que tu
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ayuno siempre será corto, un breve descanso de la


comida, produce un gran

consuelo psicológico.

Cuando no ayunes, olvídate del ayuno: no es algo que te


encorseta. Ni

siquiera lo haces la mayor parte del tiempo. A diferencia


de lo que sucede con

las dietas de moda, seguirás disfrutando de la comida,


todavía te podrás dar

festines, podrás participar en los actos sociales habituales


y normales de tu

vida cotidiana que giran en torno a la comida. No hay


batidos, barritas, reglas,

puntos, imposiciones o idiosincrasias especiales.

A diferencia de lo que sucede con las

dietas de moda, seguirás disfrutando de

la comida, todavía te podrás dar


festines, podrás participar en los actos

sociales habituales y normales de tu vida

cotidiana que giran en torno a la

comida.

Se acabó decir siempre que «no». De ahí que no sentirás


que estás

pasando una gran privación, razón por la cual —como


cualquiera que se haya

embarcado en la ardua tarea de hacer dieta todos los días


durante mucho

tiempo sabe— es justamente donde fallan los planes


dietéticos

convencionales.

La clave está en reconocer, mediante la paciencia y el


ejercicio de la

voluntad, que puedes aguantar hasta el desayuno del día


siguiente. Ten

presente que las personas que ayunan regularmente suelen


decir que el

alimento con el que «rompen su ayuno» sabe a gloria. El


sabor canta. Los

bocados bailan. Si alguna vez habías sentido cierta


desgana por lo que comes

habitualmente, eso va a cambiar. No hay nada como un


poco de gratificación

retrasada para hacer que las cosas sepan mejor.

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Cumplimiento y sostenibilidad: descubre un

patrón de comer razonable apto para ti

La mayoría de las dietas no funcionan. Eso ya lo sabes. En


realidad, cuando

un equipo de psicólogos de la UCLA realizó un análisis


de treinta y una

pruebas de dietas a largo plazo en 2007, llegó a la


conclusión de que «varios

estudios indican que hacer dieta es un firme indicador de


que engordarás en

el futuro... Preguntamos qué pruebas existían de que hacer


dieta funcionara a

largo plazo, y descubrimos que las pruebas indican lo


contrario». Los análisis

desvelaron que, aunque las personas que hacen dieta


adelgazan los primeros

meses, la gran mayoría vuelve a su peso original en un


plazo de cinco años,

mientras que «al menos un tercio termina pesando más que


cuando empezó

el proyecto».9 Es evidente que el enfoque convencional ni


funciona ni

funcionará.

Para que un método sea eficaz ha de ser racional, flexible


y viable a largo

plazo. La clave es la perseverancia, no el adelgazar en sí


mismo, por lo tanto

tus metas han de ser realistas y el programa práctico. Ha


de adaptarse a tu

vida tal como es, no a la vida de tus sueños. Ha de ir de


vacaciones contigo,

visitar a tus amigos, soportar tu aburrido día en la oficina


y hacer frente a las

Navidades. Para que una estrategia para adelgazar pueda


funcionar ha de ser

llevadera, orgánica e innata, no puede ser un falso


añadido que hace que te

sientas raro y acomplejado, o el equivalente dietético de


unos zapatos

incómodos.

Aunque la experiencia a largo plazo de los ayunadores


intermitentes

todavía se está investigando, las personas que lo han


probado comentan lo

fácil que es incorporarlo en tu vida cotidiana. Siguen


disfrutando de la

variedad alimentaria (cualquier persona que haya


intentado adelgazar

siguiendo una dieta de pomelo o de sopa de col entenderá


lo importante que

es esto). Siguen obteniendo recompensas de la comida.


Siguen teniendo su

vida. Sin drama, sin hacer dieta desesperadamente, sin


autocastigo. Ni

esfuerzo exagerado.

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La flexibilidad: tu clave del éxito

Tu cuerpo no es mi cuerpo. El mío no es el tuyo. Por lo


tanto, vale la pena que

adaptes el plan a tus necesidades, a lo que haces durante


el día, a tu familia, a

tus compromisos, a tus preferencias. Ninguno tenemos una


vida cortada por

el mismo patrón, y no hay ni una sola dieta que vaya bien


a todos por igual.
Cada persona tiene peculiaridades y condicionantes. Ésta
es la razón por la

que no hay mandamientos rígidos, sólo sugerencias.


Puedes elegir ayunar de

un modo en particular, un día en concreto. Puede que


prefieras comer una

sola vez, dos, a primera hora de la mañana o a última hora


del día. Puede que

te guste la remolacha o el hinojo o los frutos del bosque.


Algunas personas

prefieren que les digan exactamente qué y cuándo han de


comer; mientras

que otras prefieren un método más informal. Todo está


bien. Basta con

ceñirse al método básico —500 o 600 calorías al día, con


un intervalo sin

comer lo más largo posible, dos veces a la semana— y


obtendrás los múltiples

beneficios del plan. Con el tiempo apenas hace falta


contar las calorías tan
asiduamente; ya sabrás lo que es un día de ayuno y cuál es
la forma que mejor

se adapta ti.

El modelo de mantenimiento

Cuando ya has alcanzado tu peso deseado o incluso un


poco por debajo del

mismo (lo que te da margen para la flexibilidad y una


generosa ración de

pastel de cumpleaños), puede que te plantees adoptar el


Modelo

Mantenimiento. Es un ajuste del ayuno, pues sólo ayunas


un día a la semana a

fin de conservar un patrón de mantenimiento en tu peso


deseado, pero

seguirás obteniendo los beneficios antienvejecimiento del


ayuno esporádico.

Como es natural, un día a la semana —si es eso lo que


eliges—, puede

ofrecerte menos beneficios para la salud a largo plazo que


dos días; pero es

muy fácil de incorporar en tu vida, sobre todo si no estás


intentando

adelgazar más. Asimismo, si la playa te llama, hay una


boda en el calendario o

te has despertado el día después de Navidad atormentado


por esa cuarta

patata asada, da marcha atrás. Tú estás al mando.

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¿Qué puedes esperar?

Como es natural, lo primero que puedes esperar al


adoptar la Dieta de los Dos

Días es adelgazar; una semana más, otra semana menos;


unas veces te

encontrarás estancado en un decepcionante punto


intermedio, otras veces el

progreso será más rápido. Como guía básica, puedes


esperar una pérdida de
peso de aproximadamente medio kilo por cada día de
ayuno. Por supuesto,

no será todo de grasa. Parte será agua, y parte comida


digerida que había en

tu organismo. No obstante, deberías perder unos 4,5 kilos


de grasa en unas

diez semanas, que es más de lo que conseguirías con una


típica dieta

hipocalórica. Pero lo esencial es que puedes mantener de


forma duradera tu

nuevo peso.

No obstante, más importante que lo que vas a perder, es lo


que estás

programado para recuperar.

Cómo cambiará tu anatomía

En cuestión de semanas puedes esperar que tu IMC,


porcentaje de grasa

corporal y cintura disminuyan y que aumente tu masa


muscular magra. Tu
nivel de colesterol, glucosa en la sangre y niveles de IGF-
1 mejorarán. Éste es

el camino hacia estar más sano y vivir más tiempo. Ya


estás regateando a un

futuro que aún está por escribir.

Ahora mismo, los cambios palpables empezarán a verse


en el espejo, a

medida que tu cuerpo va perdiendo grasa y se vuelve más


ligero.

En cuestión de semanas puedes esperar

que tu IMC, porcentaje de grasa

corporal y cintura disminuyan y que

aumente tu masa muscular magra. Tu

nivel de colesterol, glucosa en la sangre y

niveles de IGF-1 mejorarán.

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En el transcurso de las semanas, descubrirás que el ayuno


intermitente,

también tiene potentes efectos secundarios. Además de la


evidente pérdida de

peso y de los beneficios para la salud que almacenas para


el futuro, tiene

consecuencias más sutiles, extras y pagas extraordinarias


que se pueden

activar.

Cómo cambiará tu apetito

Tus preferencias alimentarias se adaptarán; muy pronto


empezarás a elegir

por defecto alimentos saludables, no por su aspecto.


Empezarás a comprender

lo que es el apetito, a negociar con él y a administrarlo, y


aprenderás a

distinguir lo que es tener un hambre razonable. También


reconocerás la

sensación de sentirte agradablemente lleno, no pesado


como un sofá
inamovible. Saciado, no a punto de reventar. ¿El resultado
final? No más

«resacas de comida», mejor digestión, más vitalidad.

A los seis meses de ayuno intermitente experimentarás


cosas interesantes

en tus hábitos alimentarios. Puede que comas la mitad de


la carne que comías

antes; quizá no de un modo consciente, pero sí de una


forma natural que

habrá surgido de tu deseo, en vez de surgir de lo que


decides o crees. Es

probable que consumas más verduras. Muchos ayunadores


intermitentes

instintivamente dejan de comer pan (y, por asociación,


también mantequilla),

a la vez que las pesadas comidas «tradicionales» y los


azúcares refinados ya no

te tentarán como antes. ¿Y la bolsa de caramelos que


guardas en la guantera
del coche? La tomas o la dejas.

Por supuesto, no es necesario que te ocupes activamente


de cualquiera de

estas cosas. Si eres como yo, un día de pronto, llegarás a


un lugar donde dirás

que no al pastel de queso porque no te apetecerá y no será


porque te estés

negando un placer. Ése es el verdadero poder del ayuno


intermitente: te incita

a que analices tu dieta. Y ése es tu billete de largo


recorrido hacia tu salud.

Cómo cambiará tu actitud

Pues sí, empezarás a perder malas costumbres respecto a


la comida. Pero si

sigues ayunando —y dándote festines— conscientemente,


se producirán todo

tipo de cambios, algunos de ellos poco probables e


inesperados. Por ejemplo,

puede que descubras que has estado comiendo de más


durante años,

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pensando que la cantidad que apilas en el plato es la


cantidad que realmente

necesitas y deseas. Con el tiempo, probablemente te darás


cuenta de que te

has excedido. Los muffins (magdalenas estilo inglés) te


empezarán a parecer

enormes y grasientos. Una gran bolsa de patatas fritas te


parecerá

monstruosa. Puede que pases del café venti10 (591


mililitros) al grande (473

mililitros) o a tomar sólo media taza sin azúcar y sin


crema de leche.

No tardarás en reconocer la verdad sobre cómo has


estado comiendo y

cómo te has estado autoengañando todos estos años. Esto


es una parte del

proceso de reajuste que es tan importante como todo lo


demás; habrás

cambiado tu forma de ver las cosas. El ayuno esporádico


te entrenará en el

arte de «restringir la comida»; al final del día, la meta es


ésa. Todo ello forma

parte del largo juego de cambio de conducta que significa


que la Dieta de los

Dos Días acabará no siendo un ayuno ni una dieta, sino


una forma de vida. Al

cabo de un tiempo habrás desarrollado una nueva forma


de comer —seria,

racional y responsable— sin tan siquiera darte cuenta de


que lo estás

haciendo.

Los ayunadores intermitentes también dicen que sienten


que tienen más

energía y mayor sensación de bienestar emocional.


Algunos hablan de un

«resplandor»; quizás, a raíz de haber ganado la batalla


por el autocontrol, o a

causa de la ropa de menor talla o de los cumplidos, o


porque sucede algo a

nivel metabólico que gobierna nuestro estado de ánimo.


Puede que todavía

no sepamos qué es exactamente, pero, sea lo que sea, es


fantástico. Mucho

mejor que un pastel. Como dice un devoto por Internet:


«En general, ayunar

me parece bien. Es como un botón de reset para todo tu


cuerpo». 11

Algo aún más sutil es la experiencia de alivio que tienen


muchos

ayunadores de que sus días de ayuno ya no se centran en


torno a la comida.

Acéptalo. Si permites que se materialice te da cierta


sensación de libertad.

Puede que te suceda, como nos sucede a nosotros, que


estés deseando que
lleguen tus días de ayuno: el momento de reorganizarse y
de darle un respiro

a tu alimentación.

Y ahora, a la realidad de la Dieta de los Dos Días:


historias, consejos y

problemas.

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Cómo ayunan los hombres: la experiencia de

Michael

En meses recientes se han puesto en contacto conmigo


muchos hombres para

comunicarme cuánto peso han perdido y lo sorprendidos y


encantados que

están por lo fácil que les resulta el ayuno intermitente. Les


gusta su

simplicidad, el hecho de que no tienes que dejar nada o


intentar recordar

complicadas recetas. También creo que les gusta el reto.


El actor y cómico británico Dom Joly escribió que tras
haber visto mi

programa de Horizon había adelgazado casi 16 kilos y que


sentía que era algo

que podía hacer el resto de su vida. 12 Lo que más le


atrae es que sabe que

podrá comer lo que desee al día siguiente. Incluso añadió


que ahora disfruta

de los días de ayuno, comentario que no es el único


hombre que me lo ha

hecho. Una de las cosas sobre el ayuno que parece que


gusta especialmente a

los hombres es que pueden incorporarlo sin demasiado


esfuerzo a sus vidas.

No les impide seguir trabajando, viajar, socializar o hacer


ejercicio. De hecho,

algunos hasta encuentran que les ayuda a rendir más


(véase aquí para más

información sobre ayunar y hacer ejercicio).


En un estudio realizado en Bélgica, los hombres que
hicieron ejercicio

con el estómago vacío antes de tomar un desayuno rico en


grasas engordaron

menos que los que lo hicieron después de tomar el mismo


desayuno. 13 Este

estudio respalda la afirmación de que entrenar en ayunas


hace que el cuerpo

queme un mayor porcentaje de grasa como combustible.


Al menos en el caso

de los hombres.

Para mí, ahora en un día de ayuno sigo una rutina familiar.


Empiezo con

un desayuno rico en proteínas, normalmente, huevos


revueltos o un plato de

requesón. Me bebo varias tazas de café solo y de té a lo


largo del día, y trabajo

sin problemas hasta la hora de comer, rara vez noto


punzadas de hambre
hasta bien entrada la tarde. Cuando se producen,
sencillamente no les hago

caso o voy a dar un corto paseo hasta que se me pasan.

Por la noche como un poco de carne o pescado y un


montón de verduras

al vapor. Sin haber comido nada desde el desayuno me


parecen especialmente

deliciosas. Nunca tengo problemas para conciliar el sueño


y la mayoría de las

veces me despierto a la mañana siguiente con el mismo


apetito que de

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costumbre.

Cómo responden las mujeres al ayuno:

la experiencia de Mimi

Aunque la mayoría de los hombres responden bien a las


cifras y objetivos

(con instrumentos asociados, si es posible), me he dado


cuenta de que las

mujeres suelen adoptar una postura más realista respecto


al ayuno. Al igual

que con muchas cosas en la vida, nos gusta examinar cómo


nos sentimos,

conscientes de que nuestros cuerpos son únicos y que


responderán a

cualquier estímulo a su manera. Nosotras respondemos a


las historias de otras

personas y al apoyo de nuestras amistades. Y a veces


necesitamos un

tentempié.

Personalmente, por ejemplo, me gusta consumir mis


calorías del día de

ayuno en dos tandas —una temprano y otra tarde—


rematando el día con mi

segunda dosis y poniéndome como objetivo alargar todo


lo posible el tiempo

entremedio para conseguir los máximos beneficios para


mi salud y perder

peso. Pero yo necesito un poco de algo para aguantar


hasta el final. Un

desayuno en un día de ayuno para mí suele constar de un


muesli con poco

azúcar, quizá con algunas fresas frescas y almendras, con


leche con un 1 o 2

por ciento de grasa; una manzana para comer; que apenas


se puede

considerar comer, pero suficiente para ayudarme a pasar


el día. Luego, a la

hora de cenar: una ensalada sustanciosa e interesante con


un montón de

verduras y algo de proteína magra —quizá salmón


ahumado, atún o hummus

— cuando los niños ya están en la cama. Durante el día,


bebo agua mineral

con el zumo de una lima, montones de infusiones de


hierbas y mucho café
solo. Me ayudan a pasar el día.

En los cuatro meses que hace que empecé la Dieta de los


Dos Días, he

adelgazado seis kilos, y mi IMC ha bajado a 19,4 de los


21,4 iniciales. Si tienes

que enfrentarte a cifras mucho más elevadas, te dará


fuerzas saber que las

personas con mayor peso responden de maravilla al ayuno


intermitente y

verás los efectos positivos en un tiempo relativamente


corto. Ahora, un ayuno

a la semana (los lunes) me parece que es suficiente para


mantenerme estable y

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contenta con mi peso.

Muchas de las mujeres que conozco son expertas en


técnicas dietéticas

(años de práctica), y gracias a ellas he descubierto un par


de trucos que son
útiles en los días de ayuno. Por ejemplo, recomiendo
ingerir cantidades

pequeñas en cada bocado y masticar lentamente


concentrándote en comer.

¿Por qué has de leer una revista o tuitear mientras comes?


Si sólo vas a comer

500 calorías vale la pena que las disfrutes.

Al igual que muchas ayunadoras intermitentes, me he dado


cuenta de que

tener hambre no es un problema. Por alguna razón —y una


se pregunta si es

por conveniencia de la industria alimentaria— hemos


desarrollado miedo al

hambre, temor a tener poco azúcar en la sangre y a no sé


qué más. En general,

para mí, un día con poca comida hace que me sienta más
libre en vez de

condicionada. Dicho esto, hay altibajos: algunos días me


siento como pez en
el agua; otros, como si me estuviera hundiendo, no
nadando, quizá por las

emociones, las hormonas o simplemente por las tretas


propias de la vida.

Observa cómo te sientes, y abandona con elegancia si un


día en particular no

parece ser el más indicado para ayunar.

Doce consejos para que te funcione la Dieta de los Dos


Días

1. Conoce tu peso y tu IMC desde el principio. Como ya


he dicho antes,

una de las mejores cosas que puedes hacer es conocer tu


IMC que se

calcula del siguiente modo: divide tu peso en kilos por tu


estatura en

metros al cuadrado (IMC = peso/estatura2). Puede


parecer

complicado, y algo abstracto, pero es nuestra mejor


herramienta para
trazar un plan de adelgazamiento saludable. (O
simplemente recurre a

una página web que calcule tu IMC.) Ten presente que una
puntuación

de IMC no tiene en cuenta la complexión, la edad o la


raza, y por lo

tanto se ha de recibir con cautela. No obstante, si


necesitas una cifra, es

ésta la que has de tener en cuenta.

Pésate con regularidad, pero no obsesivamente. Con una


vez a la

semana bastará. Las mañanas después de los días de


ayuno son el

mejor momento si quieres ver cómo descienden las cifras.


Los

investigadores de la Universidad de Illinois han


observado que «los

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pesajes son radicalmente distintos si se realizan en un día


de ayuno o si

se realizan en un día normal. Esta discrepancia en el peso


corporal

probablemente se deba al peso adicional de los alimentos


en el tracto

gastrointestinal, y no a los cambios de masa de un día a


otro. Una

posible solución es que en pruebas futuras las mediciones


de peso

corporal medio se tomen en días consecutivos de comer y


de ayuno

para obtener una cifra más exacta del peso».14 Puede que
quieras hacer

lo mismo, pero no conviertas el pesarte —a ti o a tu


comida— en una

obligación. Si eres de las personas que disfrutan con las


cosas

estructuradas y con la claridad, puede que quieras


monitorizar tu
progreso. Ponte un objetivo. ¿Hasta dónde quieres llegar y
cuándo? Sé

realista: no es recomendable acelerar la pérdida de peso,


así que tómate

tu tiempo. Hazte un plan. Escríbelo.

Muchas personas recomiendan hacer un diario de la dieta.


Además de

las cifras, añade tus experiencias; prueba a anotar «Tres


Cosas Buenas»

que te hayan sucedido ese día. Es un mensaje de bienestar


al que

podrás recurrir cuando haya pasado el tiempo.

2. Encuentra a un amigo/amiga de ayuno. No te hace


falta mucho equipo

para tener éxito, pero un amigo o amiga que te apoye


puede formar

parte del mismo. Cuando empieces la Dieta de los Dos


Días, díselo a la

gente; puede que también quieran probarla, y así crearás


una red de

experiencias comunes. Puesto que el plan atrae a hombres


y mujeres

por igual, las parejas dicen que les resulta más fácil
hacerlo juntas. De

este modo, consiguen apoyo mutuo, camaradería, un


compromiso

conjunto y comparten anécdotas; además, la hora de comer


es

infinitamente más fácil si comes con alguien que entiende


los

principios del plan. Hay mucha actividad en los salones


de chat y foros

de Internet, que son grandes fuentes de apoyo y de


información. Vale

la pena destacar lo que consuela saber que no estás solo.

3. Prepara tu día de ayuno con antelación para que no


tengas que ir

buscando en tu cocina y te encuentres con un resto de


salchicha que te

persigue irresistiblemente desde la nevera. Simplifica,


busca el sabor en

un día de ayuno sin esfuerzo. Compra y cocina en el día


que no

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ayunas, para no ponerte a prueba con tentaciones inútiles


(para ideas

de recetas sencillas y nutritivas para los días de ayuno,


véase capítulo

3). Antes de embarcarte en la Dieta de los Dos Días,


limpia tu cocina

de comida basura. Lo único que hace es llamarte e intentar


seducirte,

lo que hará que tu día de ayuno sea mucho más difícil de


lo necesario.

4. Revisa las etiquetas para comprobar las calorías por


ración. Cuando la

caja de cereales pone «por ración de 30 gramos»,


pésalos. Adelante,

sorpréndete. Luego sé sincero. Puesto que tu conteo de


calorías en un

día de ayuno está fijado y limitado, es importante tener


claras las

cantidades reales. Tienes un contador de calorías para los


alimentos

que sugerimos para los días de ayuno que empieza (véase


aquí).

También puedes descargarte una aplicación de contador


de calorías

como www.myfitnesspal.com. Para una información más


detallada,

prueba www.nutritiondata.self.com, cuyos criterios


específicos te permiten adaptar los alimentos que eliges
no sólo para tu dosis de

calorías, sino también para tus necesidades nutricionales.


Mucho más

importante: no cuentes calorías los días que no ayunas.


Tienes cosas
mejores que hacer.

5. Espera antes de comer. Intenta esperar al menos diez


minutos, quince si

puedes, para ver si disminuye el hambre (como suele


suceder). Si notas

que irremediablemente has de tomar algo, elige un


alimento que no

suba tus niveles de insulina. Prueba con palitos de


zanahoria, un

puñado de palomitas de maíz sin ningún aditivo, una


rodaja de

manzana o algunas fresas. Pero no vayas picoteando como


una gallina,

durante todo el día; porque pronto se amontonarán las


calorías y tu

ayuno no te habrá servido de nada. En los días de ayuno,


come

conscientemente, permítete absorber totalmente lo que


estás comiendo
(no es ninguna tontería, sobre todo si alguna vez has
estado en un

atasco de tráfico comiendo chocolatinas). Asimismo, los


días que no

ayunas, no bajes la guardia. Come hasta que estés


satisfecho, no hasta

que te llenes (esto llegará de forma natural al cabo de


unas cuantas

semanas de práctica). Analiza qué significa para ti el


concepto de

«estar lleno», cada persona lo interpreta a su manera y


además es un

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concepto que cambia con el tiempo.

6. Mantente ocupado. «Los seres humanos siempre


estamos buscando algo

que hacer entre las comidas», dice el cantautor Leonard


Cohen. Sí, y

mira adónde nos ha conducido eso. Así que llena tu día,


no tu boca.

Como ha dicho el defensor del ayuno Brad Pilon: «Nadie


tiene hambre

en los primeros segundos de saltar en paracaídas desde un


avión». Haz

otras cosas que no tengan que ver con la comida; no es


necesario que

sea paracaidismo, pero sí cualquier cosa que te atraiga.


Distraerte es la

mejor defensa contra las artes oscuras de la industria


alimentaria, que

te tienta con donuts en todas las esquinas y nachos a cada


paso. Y

recuerda, si te has de comer un donut, será al día


siguiente.

7. Prueba de dos-a-dos, ayunar no desde la hora de


acostarte hasta la hora

de acostarte al día siguiente, sino desde las 14:00 horas


hasta las 14:00
del día siguiente. Después de comer el día uno, come con
moderación

hasta la comida tardía del día siguiente. De ese modo,


pierdes peso

mientras duermes y no pasas ni un solo día entero con


sensación de

privación y malestar. Es un buen truco, pero se necesita


algo más de

concentración que para la opción de un día entero.


También puedes

probar ayunar de cena a cena, que igualmente supone que


no pasas un

día entero ayunando «todo ayuno y nada de diversión». La


cuestión es

que es un plan pensado para «adaptarlo hasta que te vaya


bien». Igual

que tu cintura dentro de tres semanas.

8. Que no te dé miedo pensar en la comida que te


gusta. Un
mecanismo psicológico denominado habituación —en el
que cuanto

más tienen las personas de algo, menos valor le dan—


significa que

hacer justo lo contrario e intentar reprimir los


pensamientos de

comida es una mala estrategia.15 El proceso de


pensamiento que aquí

se necesita es el de tratar la comida como a una amiga, no


como a una

enemiga. La comida no es mágica, sobrenatural o


peligrosa. No la

demonices, normalízala. Sólo es comida.

9. Mantente hidratado. Busca bebidas no-calóricas que


te gusten y bebe

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mucho. A algunas personas les encantan las infusiones de


hierbas,

otras prefieren el agua mineral con gas que les hace


cosquillas en la

lengua; no obstante, el agua del grifo sirve igual. Gran


parte de la

hidratación procede de la comida que ingerimos, así que


las personas

que ayunan tendrán que compensar bebiendo más de lo


habitual (fíjate

en tu orina; tiene que ser abundante y pálida). Aunque no


existe una

base científica para beber los recomendados ocho vasos


diarios al día,

hay buenas razones para seguir tomando líquidos. La boca


seca es el

último signo de deshidratación, no el primero, así que


actúa antes de

que se queje tu cuerpo, reconoce también que un vaso de


agua es una

forma rápida de silenciar un estómago vacío, al menos por


el
momento. También te servirá para que no confundas la sed
con el

hambre.

10. No cuentes con perder peso en un día concreto. Si


tu báscula parece

no moverse en una semana, piensa en los beneficios para


tu salud que

están teniendo lugar, aunque no hayas visto que bajen los


números.

Recuerda por qué estás haciendo esto; no sólo para llevar


unos tejanos

más pequeños, sino por las ventajas a largo plazo: los


reconocidos

beneficios de reducción de enfermedades, el estímulo


para el cerebro,

la longevidad que proporciona el ayuno intermitente.


Considéralo

como un plan de jubilación para tu cuerpo.

11. Sé prudente, haz ejercicio con precaución, y si no te


encuentras bien,

interrúmpelo. Es esencial que practiques esta estrategia


de una forma

razonable y compasiva. Puedes romper las reglas si lo


necesitas. No es

una carrera hacia la meta, así que sé condescendiente y


haz que sea

divertido. ¿Quién quiere vivir más si es a costa de pasarlo


mal? No te

apetece una vida agotadora en la que siempre estés


refunfuñando y

sudando. Prefieres ir a bailar, ¿verdad?

12. Felicítate. Cada ayuno completo significa una pérdida


potencial de peso

y un aumento cuantificable de salud. Ya estás ganando.

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Preguntas y respuestas

¿Qué días debo elegir para ayunar?


En realidad no importa. Es tu vida y nadie mejor que tú
sabe qué días son

mejores para ti. El lunes es la elección preferida para


muchas personas, quizá

porque es más manejable, psicológicamente y en la


práctica, te sirve para

ponerte en el buen camino al comienzo de una nueva


semana, más aún si has

tenido un ajetreado fin de semana social. Por este motivo,


los ayunadores

prefieren evitar los sábados y los domingos, cuando hay


desayunos y

almuerzos familiares, compromisos para cenar y fiestas


que hacen que

restringir calorías casi sea una misión imposible. El


jueves podría ser un buen

segundo día de ayuno. Pero sé flexible, no te fuerces a


ayunar cuando no te

encuentres bien. Sobre todo, si estás estresado, algo anda


mal o estás de mal
humor el día que has elegido para ayunar, prueba otro día.
Adáptate. No es

una regla que vaya bien para todos; se trata de encontrar


un patrón realista

que te funcione. Búscalo. De este modo, con el tiempo te


sentirás mejor con

tus ayunos, serán un hábito sencillo que aceptarás y


asumirás. Puedes adaptar

tus ayunos a medida que tu vida —y tu cuerpo— cambien


de forma. Pero no

te saltes muchos ayunos, corres el riesgo de volver a tus


viejos hábitos. Sé

amable contigo mismo, pero también disciplinado.

¿Tienen que ser veinticuatro horas?

Ayunar durante veinticuatro horas es práctico, coherente y


nada ambiguo,

razones por las que las probabilidades de éxito son


mayores. No obstante, sólo

es la forma más conveniente de organizar un ayuno. No


hay magia en las

veinticuatro horas. Para ahorrarte preocupaciones, cíñete


a él, y recuerda que

pasarás un tercio de ese tiempo durmiendo.

¿Puedo ayunar en días consecutivos?

La mayoría de los estudios que se han realizado hasta la


fecha con humanos

han sido con voluntarios que han ayunado en días


consecutivos; puede que

sea más eficaz ayunar dos días seguidos, pero que


nosotros sepamos no

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existen estudios con humanos que comparen este método


con el de ayunar en

días separados. Sin embargo, nosotros sabemos qué es lo


que les funciona en

la práctica a muchas de las personas que ayunan. Michael


probó el sistema de
días consecutivos y le resultó demasiado duro para
practicarlo a largo plazo,

así que cambió a la versión de días separados: ayunar los


lunes y los jueves. El

adelgazamiento, los beneficios en los niveles de glucosa,


colesterol e IGF-1

que observó son a raíz de seguir este patrón de dos días


no consecutivos.

Aquí también hay un patrón imperativo: ayuna más de un


día seguido, y

puede que empieces a estar incómodo y aburrido y que te


sientas acosado,

justamente el tipo de sentimientos que acaban con las


intenciones de las

dietas mejor diseñadas. Uno de los puntales de este plan


es que nunca sientes

el desafío durante el tiempo suficiente como para pensar


en dejarlo. Cuando

ya empiezas a cansarte, el desayuno vuelve a estar en la


mesa y ya ha pasado
otro día de ayuno.

¿Cuánto peso perderé?

Eso dependerá mucho de tu metabolismo, de tu


complexión física, de tu peso

inicial, de tu nivel de actividad, y de lo eficaz y sincero


que seas con tu ayuno.

Durante la primera semana, es posible que pierdas agua,


lo que puede

suponer un bajón importante en la báscula; con el tiempo,


tu déficit semanal

de calorías significará, gracias a la sencilla ley de la


termogenética (la pérdida

de peso se produce cuando la energía que entra es inferior


a la que sale), que

estarás perdiendo grasa. Sé prudente: no se recomienda


perder peso de golpe

y no debes hacer de ello tu meta. No obstante, puedes


esperar adelgazar

alrededor de poco más de tres kilos en ocho semanas.


Sé que he de ceñirme a los alimentos bajos en IG y CG en
un día de ayuno.

¿Cuáles son los mejores?

Como ya hemos visto, los alimentos con índice glucémico


o carga glucémica

bajos te ayudarán a mantener tus niveles de azúcar en la


sangre estables y a

que tengas éxito ese día con menos calorías. Es


innecesario decir que las

verduras y las legumbres son extraordinarias y que debes


recurrir a ellas en

tus días de ayuno. Son muy nutritivas, la fibra que


contienen te sacia, tienen

relativamente pocas calorías y te ayudan a que tu azúcar


en la sangre se

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mantenga bajo. Las zanahorias son un excelente tentempié,


especialmente si

las mojas en hummus, que suponen tan sólo un increíble


IG de 6 y 0 de CG.

La fruta también es muy práctica, aunque algunas frutas


son mejores para el

ayuno que otras.

Comprueba por Internet el IG de los alimentos que hayas


elegido para tu

día de ayuno. La Asociación Americana para la Diabetes


tiene una excelente

guía en su página web bajo el apartado «Índice glucémico


y diabetes». Por

ejemplo, ten cuidado con los alimentos básicos que


contienen almidón:

ALIMENTO

IG CG RACIÓN (GRAMOS)

Arroz integral

48 20

150
Arroz blanco

76 36

150

Pasta (trigo duro) 40 20

150

Cuscús

65 23

150

Patatas hervidas

58 16

150

Patatas, puré de

85 17

150

Patatas fritas
75 22

150

Patatas al horno

85 26

150

La gran sorpresa con los alimentos básicos es la tremenda


repercusión

que tienen las patatas al horno o el puré de patatas en los


niveles de azúcar en

la sangre. En los días de ayuno, evita estos alimentos


básicos con almidón y

sustitúyelos por muchas verduras. Llénate el plato. Ten


cuidado también con

la fruta. Algunas son amigas de tu ayuno, pero otras te


provocarán un pico de

azúcar y es mejor que las reserves para los días en que


puedes comer lo que

quieras.
ALIMENTO IG CG RACIÓN (GRAMOS)

Fresas

38

120

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Manzanas

35

120

Naranjas

42

120

Uvas
45

120

Piña

84

120

Plátano

50

12

120

Uvas pasas

64

30

60
Dátiles

100 42

60

Comerte la fruta entera te ayudará a sentirte saciado


durante más tiempo.

Las fresas sin azúcar tienen un IG y CG


extraordinariamente bajo y también

son bajas en calorías; no es de extrañar que muchas


personas que ayunan se

coman un bol de fresas para desayunar. Lo sorprendente


es cómo suben el

azúcar las uvas pasas y los dátiles. Evítalos en los días de


ayuno. En cuanto a

las calorías, consulta el contador de calorías (véase aquí).

Comerte la fruta entera te ayudará a

sentirte saciado durante más tiempo.

He leído sobre los «superalimentos» y «comer de forma


inteligente». ¿Debería
incluir superalimentos en los días de ayuno?

El término «superalimento» es más un reclamo comercial


que un concepto

científico y los nutricionistas clínicos se resisten a usar


esta descripción. No

obstante, hay pruebas que parecen indicar que algunos


alimentos son ricos en

nutrientes o fitoquímicos que pueden tener un efecto


positivo en el cuerpo. Si

te gustan, cómelos en el día de ayuno o cuando te plazca.


No te pueden

perjudicar, saben bien y suelen ser frescos y bajos en


calorías, lo que los

convierte en compañeros ideales para los días de ayuno.

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Fruta: los laboratorios de todo el mundo siguen con su


búsqueda de

nuevas maravillas antiobesidad, entre ellas la última en


aparecer es la humilde
tangerina. Los cítricos, en general, y las mandarinas
tangerinas, en particular,

contienen altas concentraciones de nobiletina, un


compuesto que «protege de

la obesidad y de la ateroesclerosis», al menos a los


ratones de laboratorio.16 Si

te gustan las tangerinas, cómelas, quizá te sirvan para


pasar el rato

meditativamente sacándoles los hilos blancos. El mismo


grupo de

investigadores había descubierto con anterioridad que el


pomelo, rico en un

compuesto denominado naringenina, ayuda a que el hígado


queme grasa en

lugar de almacenarla.17 El pomelo también contiene


compuestos como los

liminoides y el licopeno (que se cree que tienen


propiedades

anticancerígenas),18 y sólo tiene 39 calorías por cada 100


gramos
(aproximadamente medio pomelo), lo que lo convierte en
un buen alimento

para un día de ayuno. (No obstante, has de tener en cuenta


que el pomelo

interfiere en una serie de medicaciones comunes, por lo


tanto si estás

tomando estatinas, consulta a tu médico.) Otra alternativa


es una rodaja de

sandía (30 calorías por 100 gramos) o una manzana (unas


50 calorías por 100

gramos) por su sabor, para mascar y por la pectina, una


fibra soluble que el

cuerpo no puede absorber, pero que es buena para la


digestión.19 Las

manzanas son el alimento más conveniente, aunque tienen


bastantes calorías;

cómetela entera, con piel, semillas y corazón,


probablemente no te importará

si se trata de uno de tus manjares del día de ayuno. Los


tomates también
tienen licopeno, que puede protegerte contra el cáncer20 y
los accidentes

cerebrovasculares.21 Un puñado de tomates cherry o de


fresas (IG bajo, CG

baja) serían tu mejor opción para calmar sin riesgo los


ruidos abdominales.

Ten presentes las trampas para las calorías antes de


comer (véase aquí el

contador de calorías).

Frutos del bosque: los arándanos son ricos en


antioxidantes polifenoles y

en fitonutrientes. Las investigaciones más recientes han


revelado que estos

frutos también podrían romper las células adiposas y


evitar que se formen

otras nuevas.22 Impresionante, ¿no te parece? Aunque no


te creas las teorías

científicas, los arándanos siguen siendo una buena fuente


de vitamina C.
Cuando estés familiarizado con las ventajas de los frutos
del bosque, puedes

acercarte a tu tienda de productos naturales para comprar


otros

superalimentos: goji, açai, aloe, semillas de cáñamo,


semillas de chía y

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espirulina (un alga azul-verdosa rica en nutrientes). Todos


ellos peculiares y

buenos.

Verduras: de nuevo, busca variedad de verduras de


diferentes colores,

texturas, sabores y formas. El brócoli al vapor contiene


una extensa gama de

nutrientes (incluida la vitamina K). A las judías verdes un


poco de ajo y limón

les sienta de maravilla. El bulbo del hinojo es estupendo


cortado a rodajas

finas (vale la pena invertir en un cortador de verduras


manual o eléctrico),

quizá también combinado con trocitos de naranja y un


chorrito de su zumo.

Las judías edamame (vainas de soja tiernas) son una


buena fuente de proteína

baja en grasas y de ácidos grasos omega-3. Las verduras


con almidón suelen

tener una CG más alta y más calorías, aunque sacian más.


Utilízalas con

cautela y no les pongas mantequilla.

Hoja verde: todos sabemos que las verduras de hoja


verde son tus

mejores compañeras en un día de ayuno. Espinacas, col


rizada, acelgas,

lechuga... son un verdadero festín de vitaminas y


agradablemente bajo en

calorías. Aderézalas con jengibre, comino, pimienta, zumo


de limón y ajo. Por

cierto, el ajo contiene alicina, el ingrediente activo que le


presta su sabor acre

y que también protege las células y reduce los depósitos


de grasa,23 así que

atrévete a comerlo y lleva siempre encima caramelos de


menta (sin azúcar).

Hierbas y especias: pocas calorías, gran impacto,


sencillez. Los encurtidos

también te pueden funcionar —pepinillos, jalapeños,


cebollitas (vigila los

valores de IG)— o mostaza; en realidad, cualquier cosa


que aporte un poco de

fuego o sabor a tu plato.

Frutos secos: hemos dicho que los frutos secos son uno
de los favoritos

para el día de ayuno: sacian y tienen un IG bajo. Las


almendras, aunque con

muchas calorías, son ricas en proteínas y fibra, lo que las


hace ideales para

saciar; los pistachos también (mejor aún, tardas mucho


tiempo en abrirlos y

en comerlos). Los anacardos y los copos de coco


animarán tu ensalada. Pero

cómelos con cuidado; los frutos secos pronto suman


calorías.

Semillas: las semillas de girasol contienen grasas buenas,


además de

hierro, zinc, potasio, vitaminas E y B1, magnesio y


selenio; un montón de

cosas buenas en algo muy pequeño.

Sopa: los científicos de la Universidad Estatal de


Pensilvania han

descubierto que la sopa es un gran supresor del apetito.24


Toma un caldo

ligero o una sopa de miso; echa zanahoria y cilantro por


encima de una sopa

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cremosa.
Cereales: los copos de avena son un recurso de alimento
básico bajo en

CG. Prueba las distintas variedades de cereales: el trigo


bulgur, el cuscús o la

quinoa son ricos en proteínas y fibra, fáciles de cocer y


una gran fuente de

hierro.

Lácteos: productos lácteos, aunque cargados de proteínas


y calcio,

también son muy grasos. Opta por las alternativas bajas en


grasa y guárdate la

tabla de quesos para el día siguiente. El yogur desnatado


aportará proteínas,

potasio y —si lo prefieres— probióticos a la fiesta, y al


igual que los frutos

secos, te ayudarán a sentirte saciado más tiempo.

Sea lo que sea que comas en un día de

ayuno (o en cualquier otro día), lo más


importante es que lo disfrutes. Come

despacio.

Sea lo que sea que comas en un día de ayuno (o en


cualquier otro día), lo

más importante es que lo disfrutes. Come despacio. Echa


un vistazo a los

menús (véase aquí) para más ideas.

Sé que he de comer muchas verduras, pero ¿crudas o


cocidas?

Hay diferentes opiniones respecto a si las verduras es


mejor comerlas crudas

o cocidas; cocerlas, como dicen algunos crudívoros,


destruye las vitaminas,

minerales y enzimas, pero también suaviza las fibras de


celulosa, lo que hace

que los nutrientes sean más aptos para que el cuerpo los
asimile. El licopeno

es un potente antioxidante que se encuentra en los tomates


y que se
incrementa al cocinarse.25 Un chorrito de kétchup no es
malo. Entretanto, las

zanahorias, espinacas, champiñones, espárragos, repollo,


pimientos y muchas

otras verduras aportan más antioxidantes, como los


carotenoides y el ácido

ferúlico, hervidas o al vapor que cuando están crudas.26


El inconveniente de

cocer las verduras es que se puede destruir su contenido


de vitamina C. La

elección de cocido o crudo es complicada. ¿Qué


aconsejamos nosotros? Come

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muchas verduras, como te plazca.

¿Puedo realmente comer lo que me plazca los días que no


ayuno?

Sí, por extraño que parezca, no hay alimentos que se


encuentren fuera de los

límites, no hay alimentos prohibidos. Durante los cinco


días que no estamos

restringiendo las calorías, podemos comer lo que


queramos —pescado

rebozado con patatas fritas, patatas asadas, galletas,


pasteles...—. El estudio de

Illinois reveló que los voluntarios a los que les dijeron


que comieran lasaña,

pizza y patatas fritas en los días que «no ayunaban»


también adelgazaron.

No obstante, procura no excederte para intentar recuperar


el tiempo

perdido, no estás participando en un concurso de a ver


quién es capaz de

comer más pastel de arándanos. Puedes compensar el


ayuno comiendo en

exceso al día siguiente, pero es muy difícil y


probablemente no te apetecerá;

una reducción del 75 por ciento de las calorías en un día


de dieta, por lo
general, suele suponer un aumento de la ingesta de
calorías de poco más del

15 por ciento al día siguiente.

Esta ausencia de hiperfagia (apetito excesivo) en un día


que no es de

ayuno sorprendió al equipo de investigación:


«Pensábamos que los

participantes incrementarían su ingesta de energía el día


en que no ayunaban

en aproximadamente un 125 por ciento por encima de sus


necesidades

básicas. No obstante, no se observó dicha respuesta


hiperfágica [...]; en

general, los sujetos sólo consumieron el 95 (± 6) por


ciento del cálculo de sus

necesidades energéticas para el día que comían. Este


cambio en el patrón de

alimentación ayudó a estas personas a conseguir el grado


de restricción de
energía (37 por ciento neto diario), que se relacionaba
con la notable pérdida

de peso que alcanzaron (5,6 kilos en ocho semanas). Estos


datos preliminares

indican que los sujetos no es probable que consuman


dietas más grasas en los

días que comen cuando están siguiendo un régimen de


AMDA».27

Los humanos, sin embargo, hemos evolucionado de modo


que preferimos

los alimentos ricos en calorías —una vez eso nos dio


ventaja—, y quizá la

mayor ventaja de la Dieta de los Dos Días sea que incluye


alimentos

placenteros durante cinco días a la semana. La mayor


parte del tiempo no hay

limitaciones, privación ni sentimiento de culpa. El efecto


psicológico de no

tener que abstenerse es tremendo; frustra el conocido


«efecto desinhibición»,
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la paradoja de que señalar ciertos alimentos como


prohibidos hace que sea

más probable que los comamos.28


Recuerda, que no es un ciclo de atiborrarse y luego pasar
hambre: es

graduado y moderado. Los estudios y la experiencia


demuestran que el ayuno

intermitente regulará el apetito, no que lo exacerbará.


Puedes ponerte morado

comiendo los días que no ayunas, probar todos los


sabores de helado que

guardas en la nevera (aunque lo hicieras, todavía


obtendrías algunos

beneficios metabólicos de ayunar). Pero no lo harás. Es


más que probable que

estés espontánea e intuitivamente atento a las calorías que


tomas, casi sin

darte cuenta. Asimismo, cuando tu paladar se haya


modificado por los

ayunos esporádicos, es probable que sin darte cuenta


escojas alimentos más

saludables. De modo que come lo que quieras, no te


prohíbas nada, pero
confía en tu cuerpo para que diga «cuándo».

¿Es importante desayunar?

El saber popular siempre ha defendido que el desayuno es


la comida más

importante del día; sáltatelo por la mañana y es como salir


de casa sin abrigo.

Pero no tiene por qué ser así. Las últimas investigaciones


demuestran que un

desayuno más abundante incita a un almuerzo más


abundante (y a una cena

más abundante), lo cual —nada extraño— significa un


aumento general de

calorías totales diarias.29 Algunos ayunadores se han


dado cuenta de que

necesitan sustento para empezar el día; otros prefieren


esperar a «romper su

ayuno» hasta más tarde. De ti depende, y sea cual sea el


patrón que elijas

puede que cambie con el tiempo.


¿Qué puedo beber?

Puedes beber mucho, siempre y cuando lo que bebas no


lleve una gran carga

calórica. En la práctica, como sucede con la mayor parte


de las decisiones de

la Dieta de los Dos Días, la elección está en tu mano.


Bebe mucha agua —no

tiene calorías—, llena más de lo que piensas y evitará que


confundas la sed

con el hambre. En verano, añádele rodajas de pepino o un


poco de lima.

Congélala y chupa los cubitos. Si prefieres bebida


caliente, la sopa de miso

tiene proteínas, y suma sólo unas 40 calorías por taza; el


caldo de verduras

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entra en el mismo saco. ¿Una taza de chocolate caliente


instantáneo bajo en

calorías con agua? Tiene menos de 40 calorías y es


reconfortante. Las bebidas

sin calorías son aún mejores. El agua caliente con limón


es una de las favoritas

para los ayunadores, pero puedes preferir añadirle hojas


de menta o clavo de

olor, una rodaja de jengibre o citronela. Si te gustan las


infusiones de hierbas,

prueba sabores que no te resulten familiares para alegrar


el día (regaliz con

canela, citronela y jengibre, lavanda, rosa y manzanilla...).


El té verde puede

tener propiedades antioxidantes buenas para la salud


(todavía están por

demostrar), pero si te gusta, bébelo. Recuerda que el té y


el café han de ser sin

leche y sin azúcar. Los zumos de frutas suelen tener un


contenido

sorprendentemente alto de azúcar, tienen menos fibra que


la fruta entera y
pueden acumular calorías furtivamente sin que te des
cuenta. Los batidos

comerciales pueden tener un contenido de azúcar parecido


al de la Coca-

Cola, y tienen muchas calorías; puesto que son ácidos son


corrosivos para los

dientes. Si necesitas sabor, cambia los zumos y los


batidos por mosto

mezclado con gaseosa o agua mineral con gas; o quizás un


poco de soda o

gaseosa con una pizca de zumo de arándano rojo y mucho


hielo.

¿Qué hay del alcohol?

Las bebidas alcohólicas, aunque agradables, rara vez


están exentas de calorías.

Un vaso de vino blanco contiene unas 120 calorías,


mientras que una lata de

cerveza de 340 mililitros puede sumar hasta 153. A menos


que realmente te
sea imposible decir que no, procura abstenerte de
tomarlas en un día de

ayuno. Es una oportunidad de oro para reducir tu consumo


semanal sin

sentir que te privas de ello. Considéralo como una


abstención viable durante

dos días a la semana.

¿Y la cafeína?

Cada vez hay más pruebas que parecen indicar que lejos
de ser un placer

negativo, beber café puede ser bueno para ti, te puede


ayudar a evitar el

deterioro mental, a mejorar tu salud cardiovascular y a


reducir el riesgo de

padecer cáncer de hígado y accidentes


cerebrovasculares.30 Así que adelante,

bebe café si eso es lo que te sirve para funcionar todos los


días. Es una buena

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arma para tu arsenal contra el aburrimiento, y una pausa
para tomar un café

es una buena forma de darle color al día. No hay ninguna


razón metabólica

para evitar la cafeína durante un ayuno, pero si te cuesta


dormir, reduce tu

dosis a última hora del día. Por supuesto, has de tomarlo


solo. Un Caramel

Macchiato de 453 mililitros, tiene 224 calorías, por poner


un ejemplo.

¿Y los tentempiés?

La idea general de la Dieta de los Dos Días es darle a tu


cuerpo unas pequeñas

vacaciones de comer. Deja descansar a tu boca. Dale un


respiro a tu barriga. Si

has de comer algún tentempié en un día de ayuno, cómelo


conscientemente y

que sea frugal, teniendo siempre en cuenta el IG.

ALIMENTO
IG CG RACIÓN (GRAMOS)

Frutos secos

27

50

Palomitas de maíz 72

20

Tortitas de arroz

80 19

25

Barritas de frutas

93 20

30

Barrita Mars
65 26

60

Ya sabías que las barritas de chocolate no son


precisamente un alimento

saludable, pero ¿sabías cuánto azúcar tienen las barritas


de frutas o incluso las

tortitas de arroz? Recuerda que los alimentos procesados


suelen tener

azúcares ocultos y que no te aportarán ninguna de las


ventajas nutricionales

de las recomendables hortalizas y proteínas clásicas.


Prueba los palitos de

zanahoria o de apio con hummus, o un puñado de frutos


secos, siempre

llevando la cuenta de tu suma diaria de calorías (no hagas


trampa).

Tomar tentempiés habitualmente, aunque sean alimentos


nutritivos y

bajos en calorías, no es recomendable; en parte, la razón


es porque estamos

tratando de reeducar tu apetito, no de sobreestimularlo. Si


tu boca está

desesperada porque necesita atención, dale algo de beber.

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¿Cuáles son las implicaciones de hacer trampa y comerte


unas patatas fritas o

una galleta?

Que quede claro: éste es un libro sobre ayuno, la


abstención voluntaria de

ingerir alimentos. Las razones por las que esto es bueno


para ti trascienden el

hecho de que simplemente comas menos calorías. Los


beneficios se producen

porque nuestros cuerpos están diseñados para los ayunos


intermitentes.

Como hemos visto, el término científico es hormesis; lo


que no nos mata nos
fortalece. Así que, aunque el hambre extrema sea mala, un
poquito de

restricción alimentaria breve, puntual y de choque es


positiva.

Tu objetivo es darle un descanso a tu cuerpo de la


comida. Ingerir 510

calorías (o 615 para un hombre) no te hará ningún mal, no


destruirá el ayuno.

De hecho, se ha demostrado clínicamente que reducir las


calorías a una cuarta

parte de la ingesta diaria en un día de ayuno tiene un


efecto generalizado

sobre el metabolismo. No obstante, aunque no existe


ningún misterio en las

500 o 600 calorías, procura ceñirte a estas cifras;


necesitas unos parámetros

claros para que la estrategia surta efecto a medio plazo.

Tomarte una galleta de más en un día de ayuno puede ser

contraproducente para tus objetivos (por no mencionar el


hecho de que

probablemente crearía un pico en tu azúcar en la sangre y


consumirías la

mayor parte de tu dosis de comida en un bocado


mantecoso); cuando ayunas

has de ser razonable y coherente con lo que comes, y


seguir el plan que

exponemos aquí. Has de ejercitar la fuerza de voluntad y


recordarte que el

mañana está en camino.

¿Puedo beber batidos de sustitución de comidas para


soportar los primeros

días?

Muchas de las personas que han probado el ayuno dicen


que los batidos

comerciales de sustitución de comidas les ayudaron a


soportar las primeras

semanas de ayuno intermitente que suelen ser las más


duras. Los batidos son
más sencillos que contar calorías, y en tu día de ayuno
simplemente das un

sorbo cuando aparece la sensación de hambre. A nosotros


no nos

entusiasman porque consideramos que la comida real es


mejor, pero si te

ayudan, puedes usarlos. Es mejor elegir una marca con


bajo contenido de

azúcar.

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¿Debo tomar suplementos durante mi ayuno?

La Dieta de los Dos Días es un método intermitente, no un


régimen de

privación, por lo que tu ingesta nutricional de una extensa


variedad de

recursos alimentarios debería permanecer relativamente


estable con el

tiempo, aportándote todas las vitaminas y minerales que


necesitas. Si, como te
hemos recomendado, lo que comes en tus días de ayuno se
basa en proteínas

y vegetales, éstos te aportarán todo lo que necesitas sin


tener que recurrir a los

caros complejos vitamínicos sintéticos. Por lo tanto, elige


tus alimentos de los

días de ayuno con cuidado, asegúrate de que en el


transcurso de la semana

consumes la dosis adecuada de vitamina B, ácidos grasos


omega-3, calcio y

hierro. Sé sensato y come bien. Aunque no somos muy


partidarios de las

vitaminas y minerales sintéticos, si un profesional


cualificado te ha

aconsejado un suplemento en particular, deberías seguir


tomándolo.

¿Puedo hacer ejercicio en un día de ayuno?

¿Por qué no? En interés de la flexibilidad y la normalidad,


no hay razón para
que cambies tu patrón de actividad normal cuando ayunas.
Las

investigaciones han demostrado que incluso el ayuno total


más extremo de

tres días no tiene efecto negativo en nuestro rendimiento a


corto plazo, ni en

los ejercicios muy intensos o de larga duración, ni en el


ejercicio de

intensidad moderada. Parece que los atletas no sufren una


disminución en su

rendimiento durante los ayunos esporádicos; en un estudio


realizado en 2008

con jugadores de fútbol tunecinos durante el Ramadán, se


descubrió que el

ayuno no tenía ninguna repercusión sobre su rendimiento


(«Se evaluó la

velocidad, potencia, agilidad, resistencia y habilidades de


pase y regateo de

cada jugador. No se observó ninguna variable que les


afectara negativamente
debido al ayuno.»31) De hecho —y esto vale la pena
tenerlo en cuenta si

quieres un estado físico óptimo—, entrenar en ayunas


puede implicar una

mejor adaptación32 metabólica (lo que con el tiempo


significa mayor

rendimiento), mejor síntesis de proteínas en los


músculos,33 y una respuesta

anabólica superior a la ingesta después del ejercicio.34

Entrenar con el estómago vacío es beneficioso de


múltiples formas: incita

al cuerpo a quemar un mayor porcentaje de grasa como


combustible, en lugar

de recurrir a los carbohidratos recién consumidos; si estás


quemando grasa,

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no te olvides, no la estás almacenando. También hemos


visto que en un estudio reciente se descubrió que hacer
ejercicio antes de desayunar es bueno
para el rendimiento metabólico y para perder peso.35 El
mismo estudio,

informa The New York Times, indica que hacer ejercicio


antes de desayunar

«compensa los efectos negativos de comer en exceso»,


por lo que hacer

ejercicio en ayunas se convierte en una forma práctica de


«contrarrestar las

Navidades».36 Según los autores del estudio, «Nuestros


datos actuales indican

que entrenar en ayunas es más eficaz que hacerlo tras


haber ingerido

carbohidratos». Esto es sin duda materia de reflexión.

¿Existen diferencias de género en la respuesta a la dieta


intermitente?

Es evidente que los hombres y las mujeres tienen


respuestas metabólicas y

hormonales distintas. Por razones evolutivas almacenamos


y utilizamos la
grasa de formas diferentes. Las mujeres tienen más grasa,
la almacenan con

más facilidad y les es más fácil quemarla cuando hacen


ejercicio.37

Aunque se han realizado pocos estudios, algunas pruebas


parecen indicar

que las mujeres que ayunan responden mejor al


entrenamiento de resistencia

que al entrenamiento de fuerza,38 mientras que los


hombres parecen

responder mejor al de fuerza. Curiosamente, a los


hombres les suele costar

menos entrenar con el estómago vacío que a las mujeres.

En cuanto a la salud en general, los beneficios de ayunar


esporádicamente

durante poco tiempo para ambos sexos son bastante


claros. Aunque se han

realizado un elevado número de estudios sólo con


hombres voluntarios, otros
se han realizado con grupos mixtos o principalmente con
voluntarias. Casi

todos los estudios de Krista Varady han sido con mujeres;


los voluntarios de

la doctora Michelle Harvie eran mujeres. Sus resultados


son sorprendentes y

positivos, aunque se precisan más pruebas para analizar y


concretar los

efectos del ayuno sobre las hormonas, especialmente entre


mujeres de

distintas edades. Como con todas las recomendaciones de


este libro, sé

precavido y consciente de tus posibilidades. Ayunar no


está pensado para que

suponga un esfuerzo; pretende ser una ruta bien definida


para la buena salud.

Si por cualquier razón los breves episodios de ayuno


interrumpen tu ciclo

menstrual o tus patrones de sueño, modifica tu plan de


ayuno hasta que
encuentres el que mejor se adapta a ti.

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¿Puedo ayunar si estoy intentando quedarme embarazada?

No ayunes, punto final. Todavía no hay suficientes


estudios sobre el ayuno y

carecemos de las pruebas clínicas necesarias para valorar


los efectos totales

del ayuno limitado sobre la fertilidad; por lo tanto, sé muy


cautelosa. No

ayunes si ya estás embarazada. Ayunar está totalmente


prohibido para los

niños; todavía están creciendo y no se les debe someter a


ningún tipo de estrés

nutricional. Asimismo, si padeces cualquier tipo de


patología, visita a tu

médico, como harías antes de embarcarte en cualquier


régimen de

adelgazamiento.
¿Quién más no debería ayunar?

Si estás razonablemente sano, los ayunos cortos (que


incluyen, no te olvides,

la ingesta de 500 o 600 calorías el día de ayuno) deberían


irte bien. Si estás

tomando alguna medicación, te ruego que antes vayas a


ver a tu médico. Hay

algunos casos en los que no está recomendado ayunar. Los


diabéticos del tipo

1 se encuentran en este grupo, así como cualquier persona


que padezca

trastornos alimentarios. Si ya estás muy delgado o


delgada, no ayunes. Los

niños no han de ayunar nunca, éste es un régimen sólo para


mayores de

dieciocho años.

¿Tendré dolor de cabeza?

Si los tienes, es más probable que se deban a la


deshidratación que a la falta de
calorías. Puede que notes leves síntomas de síndrome de
abstinencia de

azúcar (o de cafeína, si es que has dejado el café), pero la


brevedad de este

ayuno no debería darte motivos para preocuparte. No


dejes de beber agua.

Trata el dolor de cabeza como lo harías habitualmente, si


en tu día de ayuno

te sientes especialmente mal, interrúmpelo. Tú estás al


mando.

¿Debería preocuparme el azúcar bajo en la sangre?

Si gozas de una salud razonablemente buena, tu cuerpo es


una máquina

bastante eficiente y funcional, muy capaz —de hecho, está


diseñado para ello

— de regular con eficacia el azúcar en la sangre. Un


ayuno breve no es

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probable que produzca una respuesta hipoglucémica. La


idea que se ha

divulgado en los últimos tiempos de que hemos de estar


siempre comiendo

algo para evitar «el bajón de azúcar» es un mito; si sigues


las directrices que

exponemos aquí y el día de ayuno comes alimentos bajos


en IG, tu glucosa en

la sangre no tiene por qué sufrir alteraciones. Pero no te


excedas. Si ayunas

durante períodos más largos, más días que lo que indica el


programa de

ingesta modificada durante veinticuatro horas dos días a


la semana que

recomendamos en este libro, puede que tengas un bajón de


presión, un bajón

en los niveles de glucosa y que te marees. Ayuna con


cabeza. Si eres diabético

del tipo 2, consulta a tu médico antes de realizar cualquier


cambio dietético.
¿Me notaré cansado?

Los investigadores de Illinois tenían la hipótesis de que


las personas se

notarían «con menos energía en los días de ayuno, y que


por lo tanto estarían

menos activas físicamente».39 Descubrieron que no fue


así, lo que indica que

un ayuno modificado, intencionado y breve no te deja


abatido. Como sucede

en tu vida cotidiana, es indudable que tendrás días


mejores y días peores, días

buenos y días malos. Curiosamente, muchos ayunadores


intermitentes con

los que hemos hablado nos han dicho que sienten más
energía, en lugar de

cansancio. Observa cómo te encuentras. Puede que te des


cuenta de que un

día de ayuno termina antes que el resto: acostarte


temprano, no beber alcohol
y dormir mucho es una estupenda forma de que llegue
antes el desayuno.

¿Me iré a la cama con hambre?

Probablemente no, aunque ello dependerá de tu


metabolismo, y de cómo

hayas programado tu consumo de calorías en tu día de


ayuno. Si tienes

hambre, haz algo para pensar en otra cosa: date un baño,


lee un buen libro,

estírate, tómate una infusión. Pon a tu mente de tu lado:


felicítate por haber

llegado al final de otro día de ayuno. Aunque parezca


extraño, los ayunadores

dicen que no se levantan ansiosos y corren a la nevera en


cuanto suena el

despertador. El hambre es una bestia sutil, y tu apetito


pronto encontrará su

propio ritmo.

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Aunque parezca extraño, los ayunadores

dicen que no se levantan ansiosos y

corren

a la nevera en cuanto suena el

despertador. El hambre es una bestia

sutil, y tu apetito pronto encontrará su

propio ritmo.

¿Entrará mi cuerpo en «modo privación» y se aferrará a la


grasa?

Puesto que no estás restringiendo las calorías a diario, tu


cuerpo no entrará en

el «modo privación» (adaptación metabólica). Tu ayuno


nunca será tan

intenso. No sólo será conservador y breve, sino que


cuando tu cuerpo queme

energía de sus reservas de grasa, no consumirá tejido


muscular. Las
investigaciones han demostrado que ayunar
esporádicamente no inhibe el

metabolismo.40 Incluso el ayuno extremo —un ayuno total


durante tres días

consecutivos41 o un día sí y un día no, durante tres


semanas42— no genera

una disminución en el índice metabólico basal. El ayuno


intermitente

tampoco eleva los niveles de la hormona ghrelin


estimuladora del hambre.

Los investigadores del Centro de Investigación Biomédica


Pennington de

Luisiana, descubrieron que «la ghrelin no varió ni en


hombres ni en mujeres,

ni siquiera tras 36 horas de ayuno».43 Si sigues las pautas


moderadas y

juiciosas que marcamos aquí, está demostrado


científicamente que un breve

período sin comer es una senda hacia la salud y el


bienestar.
¿Y si estoy rodeado de personas que comen en mi día de
ayuno?

Participa, pero sin darle demasiada importancia. Aunque


la colaboración de

la familia es fundamental, si haces demasiado hincapié en


tu ayuno, sólo

conseguirás sentirte más incómodo y el día de dieta se


convertirá en un

obstáculo, un impedimento, en lugar de ser algo que


deberías incorporar a tu

vida con calma y alegría. Recuerda tu baza: al día


siguiente comerás lo que

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quieras. La doctora Varady observó entre sus voluntarios


que el hambre se

disparó en la octava semana: «Achacamos este hecho a


que esa semana del

estudio correspondía al fin de semana del Memorial


Day44, y puede que los
voluntarios tuvieran más hambre al asistir a celebraciones
con comida».45

Si sabes que has de asistir a un acto social o a una fiesta


donde se va a

comer, ayuna el día antes o el día después. La flexibilidad


del plan es

justamente para que —si lo exige la situación— puedes ir


a una boda, un

cumpleaños, una cena de aniversario, un bautizo, un bar


mitzvah, una cita

para cenar o a un restaurante elegante. Date un descanso


para Navidades,

Semana Santa, Día de Acción de Gracias, Diwali. Sí, es


probable que engordes

un poco, pero así es la vida, tampoco es una sentencia a


cadena perpetua.

Siempre puedes desviarte un poco, comer patatas fritas,


«dipear» (untar algún

alimento en algún tipo de salsa cremosa) y comer cosas en


forma de palitos, y
luego, cuando la fiesta haya terminado, puedes abordar un
ayuno más serio.

¿Y si ahora soy obeso?

Las pruebas clínicas han demostrado que el ayuno


intermitente es una forma

sostenible —de hecho, la más eficaz— para que las


personas obesas pierdan

peso y lo mantengan; cuantos más kilos de más tengas,


mayor será tu pérdida

de peso inicial. Si eres obeso, es probable que, por alguna


razón, te hayan

fallado las tradicionales dietas restrictivas. La Dieta de


los Dos Días es

diferente por su flexibilidad, es una guerra al sentido de


culpa y te permite

tomar «alimentos que te gustan» en los días que no ayunas.


Los estudios de

Illinois han demostrado que las personas obesas se


pudieron adaptar
rápidamente al ayuno modificado en días alternos.
También pudieron

mantener su actividad física a pesar del ayuno.


Resumiendo, «los pacientes

con sobrepeso y obesos parece que experimentaron


mejoras significativas con

los regímenes de ayuno intermitente».46 Como sucede con


muchos estados de

salud, recomendamos que ayunes bajo supervisión.

¿Puedo añadir un tercer día si quiero acelerar los


resultados?

No hay razón para que no lo hagas, al fin y al cabo eso es


lo que hacen con

eficacia los ADA (ayunadores en días alternos) de la


doctora Krista Varady.

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Sin embargo, cuidado con la «fatiga del ayuno». Una de


las claves del éxito es

que la Dieta de los Dos Días sólo exige una breve


dedicación. Pídele a tu

cuerpo hacer más que eso y puede que se rebele y se


niegue a cooperar, lo que

hará que sea más difícil llevar a cabo el programa de


ayuno recomendado. La

experiencia nos ha dicho que con dos días basta. No


obstante, si tienes una

cita y unos pantalones de fiesta de una talla inferior


esperándote, algún día

extra de ayuno no tiene por qué hacerte ningún mal. De


todas formas, no

sigas una dieta de choque muy larga. Salvo que estés muy
obeso y lo tengas

que hacer por prescripción facultativa, no vale la pena.

Ya tengo mi peso deseado, pero me gustaría disfrutar de


los beneficios del

ayuno intermitente. ¿Es posible?

Si ya tienes un peso razonable con el que te sientes bien,


también puedes
ayunar, pero procura adaptar lo que comes los días que no
ayunas para

incorporar más alimentos con bastantes calorías. Los


principales

investigadores de este campo con los que hemos hablado


están todos delgados

y siguen ayunando. Con la práctica, descubrirás el


correcto equilibrio para ti

entre ayunar y comer para mantener tu peso deseado. Otra


opción es ayunar

un día cada ocho o diez días, en vez de dos días a la


semana. No hay estudios

que nos digan cuáles son los efectos de hacer esto, pero
utiliza tu sentido

común y observa la báscula; no bajes de peso. No


obstante, si estás muy

delgado o delgada o padeces algún trastorno alimentario,


no se recomienda

ningún tipo de ayuno. Si tienes alguna duda, consulta a tu


médico.
¿Es demasiado tarde para empezar?

Todo lo contrario, no hay tiempo que perder. Es probable


que la Dieta de los

Dos Días prolongue tu vida. Moderará tu apetito y te


ayudará a adelgazar. Los

efectos se notan enseguida, normalmente a la semana de


haber empezado tus

sencillos miniayunos bisemanales.

Todo parece indicar que disfrutarás de una mayor


longevidad, estarás

más delgado o delgada, visitarás pocas veces al médico,


tendrás más energía y

mayor resistencia a las enfermedades. ¿Nuestro consejo?


Empieza ayer.

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Es probable que la Dieta de los Dos

Días prolongue tu vida. Moderará tu

apetito y te ayudará a adelgazar. Los


efectos se notan enseguida,

normalmente a la semana de haber

empezado tus sencillos miniayunos

bisemanales.

¿Durante cuánto tiempo debo continuar?

Curiosamente, el esquema de sí/no de la Dieta de los Dos


Días se parece

bastante al que tienen muchas personas que están delgadas


naturalmente.

Unos días pican algo, otros se dan atracones. A la larga,


así es como funciona

la Dieta de los Dos Días. Cuando te estableces en una


rutina, moderas tus

calorías de forma natural en los días de ayuno y en los


días que comes, hasta

que se convierte en un proceso innato. Cuando llegas a tu


peso deseado,

cambias la frecuencia de tu ayuno. Juega con ello. Pero no


te desvíes;

mantente alerta. Tu objetivo es conseguir un cambio


permanente en tu vida,

no un cambio pasajero, no seguir una moda, no dejarlo


todo en una

conversación en una cena. Es un itinerario de larga


distancia hacia un

adelgazamiento mantenido. Acepta que es algo que vas a


hacer

indefinidamente de un modo que se adapte a ti. Durante


toda tu vida.

El futuro del ayuno: ¿y luego qué?

Como ya he dicho al principio, ayunar se ha practicado


durante muchos miles

de años y la ciencia sólo está empezando a ponerse al día.


La primera prueba

de los beneficios a largo plazo de la restricción de


calorías se encontraron

hace sólo ochenta años, cuando los nutricionistas de la


Universidad de

Cornell que trabajaban con ratas descubrieron que, si


reducían drásticamente

la dosis de comida de los animales, éstos vivían más


tiempo. Mucho más.

Desde entonces se han seguido acumulando pruebas de


que los animales

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no sólo viven más y más sanos si se les restringen las


calorías, sino que sucede

lo mismo si ayunan intermitentemente. En estos últimos


años las

investigaciones se han trasladado de los roedores a los


humanos, y estamos

observando el mismo patrón de mejora.

Luego, ¿hacia dónde nos dirigimos a partir de ahora? El


doctor Valter

Longo, que ha realizado gran parte de este trabajo pionero


con el IGF-1, está
realizando una serie de pruebas con humanos junto con sus
colaboradores de

la Universidad del Sur de California, para comprobar el


efecto del ayuno

sobre el cáncer. Ya han demostrado que ayunar reduce el


riesgo de desarrollar

cáncer; ahora quieren ver si también mejora la eficacia de


la quimioterapia y

radioterapia.

La doctora Krista Varady, de la Universidad de Illinois,


en Chicago, ha

planificado una serie de proyectos. En estos momentos


está realizando un

experimento para ver cómo toleran las personas los


ayunos en días alternos a

largo plazo. Esta investigación es esencial, pues el éxito o


el fracaso de la

intervención dietética depende enteramente de que las


personas cumplan con
la misma. ¿Serán constantes las personas? La última vez
que hablamos

también empezaba a tener ideas sobre el futuro, incluidas


investigaciones

sobre por qué las personas que siguen el ADA pierden


grasa, pero no pierden

masa muscular de forma significativa, y por qué las


personas que siguen el

ADA no ingieren en los días que comen todas las calorías


que no ingirieron

en los días de ayuno. Tiene muchas teorías, pero necesita


más hechos

objetivos.

El doctor Mark Mattson, del Instituto Nacional para el


Envejecimiento,

sigue sumando continuamente trabajos de investigación a


las docenas de

trabajos que ya ha publicado sobre los efectos del ayuno y


del ayuno
intermitente en el cerebro. Estamos muy interesados en
ver el resultado de

algunos de los estudios que se están realizando


actualmente, que implican

investigar más sobre lo que sucede en el cerebro de los


voluntarios humanos

cuando adoptan un régimen de ayuno intermitente.

Además, su equipo está estudiando las terapias con


fármacos, pues saben

que, a pesar de los beneficios, muchas personas no


querrán ayunar. Por

ejemplo, están estudiando un fármaco denominado Byetta


que se utiliza en el

tratamiento para la diabetes, pero que también parece


activar la producción

de FNDC (factor neurotrófico derivado del cerebro). Esto


a su vez, tal como

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hemos visto, parece proteger al cerebro contra los


estragos del

envejecimiento. Se tiene la esperanza de que el Byetta o


algún fármaco

similar, caso de no poder prevenir la demencia, al menos


pueda retrasar

significativamente su avance.

Hasta ahora, el ayuno intermitente ha sido uno de los


secretos mejor

guardados de la ciencia. Esperamos con mucho interés


personal ver cómo se

desarrolla esta historia en concreto.

1 El latte, popularizado por Starbucks, se prepara con


leche y café expreso. (N. de la T.)

2 M. N. Harvie, M. Pegington, M. P. Mattson, J. Frystyk y


cols., «The effects of intermittent or

continuous energy restriction on weight loss and metabolic


disease risk markers: a randomised trial in

young overweight women,» International Journal of


Obesity, 35, n.º 5 (mayo de 2011): pp. 714-727.
3 H. J. Leidy, M. Tang, C. Armstrong, C. B. Martin y W.
W. Campbell, «The effects of consuming frequent, higher
protein meals on appetite and satiety during weight loss in
overweight/obese men»,

Obesity, 19, n.º 4 (2011): pp. 818-824.A. Astrup, «The


satiating power of protein-a key to obesity

prevention?», American Journal of Clinical Nutrition, 82,


n.º 1 (julio de 2005): pp. 1-2.T. Halton y F. Hu,

«The effects of high protein diets on thermogenesis,


satiety, and weight loss», Journal of the American College
of Nutrition, 23, n.º 5 (octubre de 2004): pp. 373-385.

4 C. B. Ebbeling, J. F. Swain, H. A. Feldman, W. W.


Wong y cols., «Effects of dietary composition on

energy expenditure during weight-loss maintenance»,


Journal of the American Medical Association, 307, n.º 24
(junio de 2012): pp. 2627-2634.

5 C. E. O’Neil, D. R. Keast, T. A. Nicklas y V. L. Fulgoni


III, «Nut Consumption Is Associated with Decreased
Health Risk Factors for Cardiovascular Disease and
Metabolic Syndrome in U.S. Adults:

NHANES 1999-2004», Journal of the American College


of Nutrition, 30, n.º 6 (diciembre de 2011): pp.

502-510. E. Ros, L. C. Tapsell y J. Sabate, «Nuts and


berries for heart health», Current Atherosclerosis

Reports, 12, n.º 6 (noviembre de 2010): pp. 397-406.

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6 J. S. Vander Wal, A. Gupta, P. Khosla y N. V.


Dhurandhar, «Egg breakfast enhances weight loss»,

International Journal of Obesity, 32, n.º 10 (octubre de


2008): pp. 1545-1551.

7 Brian Wansink, Mindless Eating: Why We Eat More


Than We Think (Bantam Books, Nueva York,

2006).

8 M. C. Klempel, S. Bhutani, M. Fitzgibbon, S. Freels y


K. A. Varady, «Dietary and physical activity adaptations
to alternate-day modified fasting: implications for optimal
weight loss», Nutrition Journal, 9

(septiembre de 2010): p. 35.

9 T. Mann, A. J. Tomiyama, E. Westling, A. Lew y cols.,


«Medicare’s search for effective obesity
treatments: diets are not the answer», American
Psychologist, 62, n.º 3 (abril de 2007): pp. 220-233.

10 Los ejemplos se refieren a tamaños y nombres de los


productos de la empresa Starbucks. (N. de la T.)

11

«The

Myriad

Benefits

of

Intermittent

Fasting»,

Mark’s

Daily

Apple,

http://www.marksdailyapple.com/health-benefits-of-
intermittent-fasting/#axzz2GqEVIcd6.
12 Dom Joly, «I’ve discovered how to lose weight: fast»,
The Independent, 11 de noviembre de 2012,
http://www.independent.co.uk/voices/comment/ive-
discovered-how-to-lose-weight-fast-8303657.html.

13 K. Van Proeyen, K. Szlufcik, H. Nielens, K. Pelgrim y


cols., «Training in the fasted state improves glucose
tolerance during fat-rich diet», Journal of Physiology, 588,
Pt 21 (noviembre de 2010): pp. 4289-4302.

14 Klempel y cols., op. cit.

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15 C. K. Morewedge, Y. E. Huh y J. Vosgerau, «Thought


for food: imagined consumption reduces actual

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25 V. Dewanto, X. Wu, K. K. Adom y R. H. Liu,


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26 C. Miglio, E. Chiavaro, A. Visconti, V. Fogliano y N.


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Food Chemistry, 56, n.º 1 (diciembre de 2007): pp. 139-


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27 Klempel y cols., op. cit.

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29 V. Schusdziarra, M. Hausmann, C. Wittke, J.
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30 A. E. Mesas, L. M. Leon-Muñoz, F. Rodriguez-


Artalejo y E. López- García, «The effect of coffee on

blood pressure and cardiovascular disease in hypertensive


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analysis», American Journal of Clinical Nutrition, 94, n.º


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Nutrition(EPIC)-German study», American Society for
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31 D. T. Kirkendall, J. B. Leiper, Z. Bartagi, J. Dvorak y


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32 K. Van Proeyen, K. Szlufcik, H. Nielens, M.


Ramaekers y P. Hespel, «Beneficial metabolic

adaptations due to endurance exercise training in the


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33 M. P. Harber, A. R. Konopka, B. Jemiolo, S. W.


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Physiology, 299, n.º 5 (noviembre de 2010): pp.

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34 L. Deldicque, K. De Bock, M. Maris, M. Ramaekers y
cols., «Increased p7026k phosphorylation during intake of
a protein-carbohydrate drink following resistance exercise
in the fasted state»,

European Journal of Applied Physiology, 108, n.º 4


(marzo de 2010): pp. 791-800. Nota: Este estudio y los

anteriores

se

consultaron

en

la

página

web

de

Mark’s

Daily

Apple,
http://www.marksdailyapple.com/fasting-exercise-
workout-recovery/.

35 Van Proeyen y cols., op. cit.

36 G. Reynolds, «Phys Ed: The Benefits of Exercising


Before Breakfast», New York Times, Well blog, 15

de diciembre de 2010, http://well.


blogs.nytimes.com/2010/12/15/phys-ed-the-benefits-of-
exercising-

before-breakfast/?src=me&ref=general.

37 M. A Tarnopolsky, «Gender differences in substrate


metabolism during endurance exercise»,

Canadian Journal of Applied Physiology, 25, n.º 4 (2000):


pp. 312-327.

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38 S. R. Stannard, A. J. Buckley, J. A. Edge y M. W.


Thompson, «Adaptations to skeletal muscle with

endurance exercise training in the acutely fed versus


overnight-fasted state», Journal of Science and Medicine
in Sport, 13, n.º 4 (julio de 2010): pp. 465-469.
39 Klempel y cols., op. cit.

40 L. K. Heilbronn, S. R. Smith, C. K. Martin, S. D. Anton


y E. Ravussin, «Alternate-day fasting in nonobese
subjects: effects on body weight, body composition, and
energy metabolism», American

Journal of Clinical Nutrition, 81, n.º 1 (enero de 2005):


pp. 69-73.

41 J. Webber y I. A. Macdonald, «The cardiovascular,


metabolic and hormonal changes accompanying

acute starvation in men and women», British Journal of


Nutrition, 71, n.º 3 (marzo de 1994): pp. 437-

447.

42 Heilbronn y cols., op. cit.

43 Ibídem.

44 El Día de los Caídos o Memorial Day es una fecha


conmemorativa de carácter federal que tiene lugar

en Estados Unidos el último lunes de mayo de cada año,


con el objeto de recordar a los soldados

estadounidenses que murieron en combate. (N. de la T.)


45 Klempel y cols., op. cit.

46 Ibídem.

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Menús

Consejos culinarios para el día de ayuno

1. No temas aumentar las cantidades de verduras de hoja


verde bajas en

calorías y con IG bajo que mencionamos aquí. Es difícil


pasarse de la raya

con las verduras de hoja verde, y si necesitas volumen,


con ellas puedes

conseguirlo. Las verduras asadas al horno son sabrosas;


pero mejor

comerlas al vapor y no demasiado hechas. Vale la pena


que compres una
vaporera con cestas de bambú. Cuece tus proteínas y
verduras en los

distintos niveles de la vaporera.

2. Algunas verduras son mejores cocidas; otras es mejor


comerlas crudas

(véase aquí para más detalles). Cocer algunas verduras —


como

zanahorias, espinacas, setas, espárragos, repollo y


pimientos— rompe la

estructura de la célula sin destruir las vitaminas, lo que


favorece que las

absorbamos mejor. En cuanto a las verduras crudas, una


mandolina (un

cortador de cocina) facilita y agiliza su preparación.

3. En los días de ayuno deberíamos comer pocas grasas,


aunque no evitarlas

por completo. Podemos usar una cucharadita de aceite de


oliva para

cocinar, o añadirla por encima de las verduras para darles


sabor, podemos

utilizar aceite de oliva en aerosol para crear una delgada


película de grasa.

Los frutos secos y carnes más grasas como la de cerdo


también se pueden

incluir en el plan. Añade un aceite ligero a tus ensaladas;


de este modo

absorberás mejor sus vitaminas solubles en grasa.

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4. La acidez de los aliños con limón o naranja significa


que absorberás más

hierro de verduras de hoja verde como las espinacas o la


col. Los berros

con naranja son una combinación excelente, quizá con un


poco de aceite

de sésamo y pipas de girasol o almendras escaldadas para


añadir algo de

proteínas y algo que masticar.


5. Cocina siempre en una olla antiadherente para reducir
las calorías de las

grasas densas. Añade una pizca de agua, en vez de aceite


si se te pega la

comida.

6. Pesa la comida después de prepararla (pelada, cortada


a rodajas, troceada,

etc.) para que el conteo de calorías sea correcto. También


te

recomendamos que te compres una balanza de cocina.

7. Aquí también se incluyen los productos lácteos: elige


quesos bajos en

grasas y leche con sólo el 1 o el 2 por ciento de grasa;


evita el yogur entero,

opta por los descremados. Olvídate de los café latte y de


la mantequilla en

los días de ayuno, son trampas para las calorías.

8. Asimismo, evita los carbohidratos blancos con almidón


(pan, patatas y
pasta) y opta por los carbohidratos con un IG bajo, como
las verduras,

judías y lentejas, y los cereales integrales de absorción


lenta. Come arroz

integral y quinoa. Los copos de avena para desayunar te


saciarán durante

más tiempo que los cereales fríos.

9. Procura comer algo de fibra en tu día de ayuno: come la


manzana o la

pera con piel, toma copos de avena para desayunar, y no


olvides las

verduras de hoja verde.

10. Dale sabor a tu comida siempre que puedas: una pizca


de chile en polvo y

sus correspondientes semillas potencian el sabor de


cualquier plato. Los

vinagres, incluido el balsámico, aportarán acidez a tus


comidas. Añade

hierbas frescas; prácticamente no tienen calorías, y le dan


personalidad al

plato.

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11. Comer proteínas te ayudará a sentirte lleno durante


más tiempo. Toma

proteínas bajas en grasa, incluidos frutos secos y


legumbres. Sácales la piel

y la grasa a las carnes antes de cocinarlas.

Comer proteínas te ayudará a sentirte

lleno durante más tiempo.

12. La sopa puede ser tu salvadora en un día de ayuno,


especialmente si optas

por un caldo ligero cargado de verduras de hoja verde (la


sopa de miso

puede ser ideal). La sopa sacia y es una buena forma de


utilizar las

verduras que se están pasando en la nevera.


13. Utiliza agave como edulcorante; tiene un IG bajo.

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MENÚS DE 500 CALORÍAS AL DÍA

DÍA 1

Desayuno (142 calorías)

Poco menos de ½ taza de requesón bajo en grasa (78


calorías)

1 pera cortada a rodajas (40 calorías)

1 higo fresco (24 calorías)

Cena (352 calorías)

SASHIMI (327 calorías)

de 3 a 5 trozos de salmón (100 gramos/180 calorías)

y sashimi de atún (100 gramos/136 calorías)

2 cucharaditas de salsa de soja (2 calorías)

Wasabi
Jengibre encurtido (9 calorías)

1 tangerina (25 calorías)

Total calorías diarias: 494

DÍA 2

Desayuno (190 calorías)

Gachas de avena, 40 gramos de avena irlandesa (avena


partida, no copos)

hervida en agua (160 calorías)

Poco menos de ½ taza de arándanos negros frescos (30


calorías)

Cena (306 calorías)

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POLLO SALTEADO (281 calorías)

Corta a tiras una pechuga de pollo de 140 gramos (148


calorías). Saltéala

con 1 cucharadita de aceite de oliva (27 calorías), 1


cucharadita de
jengibre picado (2 calorías), 1 cucharadita de cilantro
fresco troceado (3

calorías), 1 diente de ajo picado (3 calorías), 2


cucharaditas de salsa de

soja (3 calorías) y el zumo de ½ limón (1 caloría) en una


sartén

antiadherente hasta que el pollo esté ligeramente dorado.


Añade agua si se

pega.

Añade ½ taza de guisantes tirabeques (se comen con la


vaina) sin hilos, ni

puntas (12 calorías), 1 ½ tazas de repollo cortado a tiras


(26 calorías) y 2

zanahorias grandes peladas y cortadas a tiras finas (56


calorías). Saltea las

verduras entre 5 y 10 minutos, hasta que el pollo esté


hecho. Añade agua

si es necesario.

1 tangerina (25 calorías)


Total calorías diarias: 496

DÍA 3

Desayuno (125 calorías)

1 huevo hervido pequeño (90 calorías)

½ pomelo (35 calorías)

Cena (371 calorías)

PIMIENTO VEGETARIANO (258 calorías)

En una sartén antiadherente añade 1 cucharadita de aceite


de oliva (27

calorías) y fríe 1 diente de ajo picado (3 calorías) y


medio pimiento rojo

fresco y grande, sin semillas y picado bien fino (3


calorías). Añade una

pizca de comino molido y 2 champiñones pequeños o uno


grande

troceado (3 calorías). El tiempo de cocción es de 5


minutos. Échale agua si
se pega.

Agrega 200 gramos de tomates troceados de lata con su


jugo (32 calorías)

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y aproximadamente 200 gramos de alubias rojas lavadas y


escurridas (190

calorías). Déjalo cocer a fuego lento durante 10 minutos.

Sírvelo con ½ taza de arroz integral hervido (113


calorías).

Total calorías diarias: 496

DÍA 4

Desayuno (178 calorías)

115 gramos de salmón ahumado (132 calorías)

1 cracker de pan crujiente de centeno (35 calorías)

1 ½ cucharaditas de queso para untar bajo en grasa (11


calorías)

Cena (322 calorías)


ENSALADA TAILANDESA (322 calorías)

Pon en remojo 50 gramos de fideos vermicelli de arroz


(194 calorías) en la

cantidad de agua que indiquen las instrucciones del


paquete.

Mezcla en un bol 2 cucharaditas de salsa de pescado


tailandesa (20

calorías), el zumo de una lima (1 caloría), 1 cucharadita


de azúcar (16

calorías), 2 cebolletas (las partes blanca y verde) peladas


y cortadas a

rodajitas finas (5 calorías) y 1 pimiento verde muy


pequeño cortado muy

fino (1 caloría). Mézclalo bien. Añade 10 gambitas


pequeñas cocidas y

peladas (30 calorías) y 2 zanahorias grandes peladas y


ralladas (55

calorías). Escurre los fideos y mézclalos con la salsa.


Remuévelo bien.
Total calorías diarias: 500

DÍA 5

Desayuno (171 calorías)

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BATIDO DE FRESA (171 calorías)

1 plátano pequeño (95 calorías), ½ taza generosa de yogur


natural

desnatado (62 calorías), 7 fresas (de poco más de 2


centímetros de

diámetro), limpias y sin hojas (14 calorías), una pizca de


agua y un poco

de hielo picado. Bate todos los ingredientes hasta que


quede un batido

denso y cremoso. Tómatelo enseguida.

Cena (325 calorías)

TILAPIA AL HORNO (202 calorías)

Precalienta el horno o minihorno a 200 ºC. Rocía


ligeramente una fuente

de horno con aceite en aerosol para cocinar. Coloca un


filete de tilapia de

100 a 120 gramos (202 calorías) en la fuente y sazónalo


con tus hierbas

secas o especias molidas favoritas. Ásalo en el horno


durante 15-20

minutos hasta que esté hecho.

Sírvelo con un huevo pochado (90 calorías) y ²⁄³ de taza


de brócoli o

grelos al vapor, troceados y no muy hechos (33 calorías).

Total calorías diarias: 496

DÍA 6

Desayuno (223 calorías)

1 manzana pequeña cortada a rodajas (47 calorías)

1 mango pequeño pelado y sin hueso (86 calorías)

1 huevo pequeño hervido (90 calorías)


Cena (267 calorías)

ENSALADA DE ATÚN, JUDÍAS Y AJO (267 calorías)

Mezcla 1 ½ tazas de alubias blancas de lata, aclaradas y


escurridas (108

calorías), 1 lata de 140 gramos de atún blanco al natural,


escurrido (119

calorías), 60 gramos de tomates uva (16 calorías) y 1 taza


de brotes de

espinaca (8 calorías) en un bol de ensalada.

En un bol pequeño, mezcla 1 diente de ajo picado (3


calorías), el zumo de

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un limón y ralladura de su piel (1 caloría), ½ cucharadita


de aceite de

oliva (12 calorías) y una pizca de vinagre de vino blanco.


Agrégalo a la

ensalada y mézclalo bien.

Total calorías diarias: 490


DÍA 7

Desayuno (140 calorías)

1 huevo duro pequeño (90 calorías)

3 lonchas extrafinas de jamón 97 por ciento sin grasa (25


calorías)

1 tangerina (25 calorías)

Cena (358 calorías)

PIZZA VEGETAL (358 calorías)

Precalienta el horno o minihorno a 200 ºC. Cubre una


tortilla de trigo

integral de 20 centímetros (144 calorías) con 1 cucharada


de salsa de tomate

(5 calorías) y 60 gramos de mozzarella fresca cortada a


dados (159 calorías).

Añade unos 170 gramos de verduras troceadas y un poco


hechas al vapor (50

calorías); setas, pimiento rojo, calabacines, cebolla roja,


berenjenas y
espinacas, todas ellas son aptas para este plato.
Aderézalas con una mezcla de

hierbas aromáticas italianas. Hornea la pizza entre 5-10


minutos hasta que se

haya fundido el queso.

Total calorías diarias: 498

DÍA 8

Desayuno (256 calorías)

REVUELTO DE SALMÓN AHUMADO (256 calorías)

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Bate 2 huevos pequeños (180 calorías) y 1 cucharada de


leche descremada

(5 calorías). Echa los huevos en una sartén seca


antiadherente y hazlos

removiéndolos continuamente sin dejar que se sequen.


Saca la sartén del

fuego y agrega 50 gramos de salmón ahumado, cortado en


láminas (71
calorías).

Cena (244 calorías)

VERDURAS ASADAS AL HORNO CON VINAGRE


BALSÁMICO Y

QUESO PARMESANO (195 calorías)

Precalienta el horno o minihorno a 200 ºC. Rocía


ligeramente una fuente

de horno con aceite en aerosol para cocinar. Pon 10


tomates cherry (27

calorías), ½ calabacín pequeño pelado y cortado a


rodajas (9 calorías), ½

taza de berenjena cortada a dados (11 calorías) y 1 taza


justa de pimiento

rojo cortado a rodajas (50 calorías) en la fuente de horno.


Adereza con

hojas de albahaca frescas (1 caloría) y ½ cucharadita de


vinagre balsámico

(6 calorías). Ásalas durante 20 o 25 minutos, remuévelas


de vez en cuando
hasta que las verduras se ablanden y estén ligeramente
doradas. Echa ¼ de

taza de queso parmesano rallado (90 calorías) antes de


servir.

2 tangerinas (50 calorías)

Total calorías diarias: 500

DÍA 9

Desayuno (130 calorías)

½ taza generosa de yogur natural descremado (62


calorías)

¼ de taza de arándanos negros frescos (18 calorías)

6 lonchas extrafinas de jamón 97 por ciento sin grasa (50


calorías)

Cena (360 calorías)

ENSALADA NIÇOISE CON QUESO FETA (360


calorías)

Hierve un huevo pequeño (90 calorías) hasta que esté


duro, déjalo enfriar,
pélalo y córtalo. En un bol de ensalada mezcla el huevo
con una hoja de

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lechuga romana de tamaño medio cortada (3 calorías), ¼


de taza de judías

verdes troceadas hechas al vapor (12 calorías) y poco


menos de 1 taza de

pepino troceado sin pelar (10 calorías). Mézclalo bien.

Añade ²⁄³ de taza de queso feta en migas (225 calorías), 1


½ aceitunas

negras deshuesadas de tamaño extragrande cortadas a


rodajas (19

calorías) y 1 cucharada de perejil troceado (1 caloría).


Sazónalo con

vinagre de vino blanco y ya está listo para servir.

Total calorías diarias: 490

DÍA 10

Desayuno (290 calorías)


TORTILLA DE TOMATE Y QUESO (290 calorías)

Bate 2 huevos pequeños (180 calorías) y 1 cucharada


sopera de leche

descremada (5 calorías). Echa los huevos en una sartén


antiadherente seca y

no los toques hasta que la tortilla esté casi hecha, pero


todavía un poco

húmeda por encima. Cúbrela con 2 finas rodajas de


tomate fresco (5 calorías)

y 1 rodaja de queso cheddar (100 calorías). Sácala del


fuego, cúbrela y déjala

en reposo hasta que se haya fundido el queso.

Cena (209 calorías)

ENSALADA CAPRESE DEL DÍA DE AYUNO (191


calorías)

Corta a rodajas 60 gramos de mozzarella fresca (159


calorías).

Corta a rodajas ½ tomate rojo grande (26 calorías).


Alterna las rodajas
en el plato. Agrega hojas de albahaca frescas y alíñala
con ½ cucharadita

de vinagre balsámico (6 calorías).

½ taza escasa de fresas, limpias y sin hojas (18 calorías)

Total calorías diarias: 499

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MENÚS DE 600 CALORÍAS AL DÍA

DÍA 1

Desayuno (283 calorías)

REVUELTO DE SETAS Y ESPINACAS (245 calorías)

Fríe ½ cebolla cortada a rodajas (27 calorías), con 1


cucharadita de aceite

de oliva (27 calorías) en una sartén antiadherente hasta


que esté bien hecha.

Añade 2 champiñones pequeños o 1 champiñón grande


troceado (3 calorías)
y sofríelos hasta que se ablanden un poco. Añade 1 taza
de brotes de espinaca

(8 calorías) y sofríelos durante 2 minutos más. Añade 2


huevos pequeños

batidos (180 calorías). Deja cocinar todo durante 5


minutos y luego viértelo

sobre una plancha muy caliente hasta que los huevos se


acaben de hacer.

Poco menos de 1 taza de fresas enteras (38 calorías)

Cena (312 calorías)

ATÚN DORADO CON VERDURAS A LA


PARRILLA (312 calorías)

Corta 1 pimiento rojo pequeño sin tronco ni semillas (38


calorías) y 1

calabacín pequeño pelado (18 calorías) en rodajas finas


(60 milímetros).

Pon todos los ingredientes en un bol y añade 1 cucharadita


de aceite de

oliva (27 calorías). Aderézalos un poco. Calienta la


parrilla a fuego medio

y haz las verduras unos 5 minutos de cada lado, dales la


vuelta una vez.

Sírvelas en un plato y sazónalas con un poco de limón


exprimido.

En la misma parrilla, haz el filete de atún de 200 gramos


(229 calorías),

dale la vuelta una vez, hasta que esté a tu gusto. Sírvelo


con las verduras y

otro chorrito de limón.

Total calorías diarias: 595

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DÍA 2

Desayuno (288 calorías)

2 huevos pequeños pochados (180 calorías)

1 tostada de pan integral (78 calorías)

30 frambuesas frescas (30 calorías)


Cena (304 calorías)

SALMÓN ASADO AL HORNO CON TOMATES


(279 calorías)

Precalienta el horno o el minihorno a 200 ºC. Rocía


ligeramente una

fuente de horno con aceite en aerosol para cocinar.


Coloca en la fuente un

filete de salmón sin piel de 140 gramos (252 calorías) con


10 tomates

cherry (27 calorías). Hornéalo de 15 a 20 minutos hasta


que esté hecho.

Sírvelo con ½ taza de judías verdes al vapor (25


calorías).

Total calorías diarias: 592

DÍA 3

Desayuno (308 calorías)

MUESLI PARA EL DESAYUNO (308 calorías)

Mezcla ²⁄³ de taza de copos de avena gruesos de cocción


lenta (201

calorías) con 1 manzana pequeña, piel incluida (47


calorías). Agrega ²⁄³ de

taza de leche descremada (60 calorías). Déjalos un poco


en remojo para que se

ablanden.

Cena (292 calorías)

ENSALADA CÉSAR SIN CARBOHIDRATOS (292


calorías)

Pon a calentar una plancha a fuego medio. Pon 2 lonchas


de bacón

canadiense47 (86 calorías) y deja que se hagan durante 4


o 5 minutos,

dales la vuelta una vez. Sácalas del fuego y córtalas.

Corta por la mitad una pechuga de pollo de 140 gramos


(148 calorías)

para hacer dos filetes finos. Ponlos en la plancha y deja


que se hagan bien
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durante 3 o 4 minutos por cada lado. Córtalos a dados.


Coloca la pechuga

en un lecho de unas 2 tazas de lechuga romana (16


calorías). Rocíala con

1 cucharadita de queso parmesano (22 calorías) y


aderézala con 1

cucharada de aliño de ensalada césar light (20 calorías).


Ponle el bacón

canadiense por encima.

Total calorías diarias: 600

DÍA 4

Desayuno (340 calorías)

TORTILLA DE TOMATE Y QUESO (290 calorías)

Bate 2 huevos pequeños (180 calorías) y 1 cucharada


sopera de leche

descremada (5 calorías). Echa los huevos en una sartén


antiadherente seca y
no los toques hasta que la tortilla esté casi hecha, pero
todavía un poco

húmeda por encima. Cúbrela con 2 finas rodajas de


tomate fresco (5 calorías)

y 1 rodaja de queso cheddar (100 calorías). Sácala del


fuego, tápala y déjala en

reposo hasta que se haya fundido el queso.

2 tangerinas (50 calorías)

Cena (260 calorías)

SOLOMILLO DE VACUNO MARINADO CON


ENSALADA DE COL

CHINA (260 calorías)

Pon a marinar un solomillo de 85 gramos (120 calorías)


en una mezcla de

1 cucharadita de salsa de soja (1 caloría), zumo de 1 lima


(2 calorías) y 1

diente de ajo picado (3 calorías), durante 10 minutos.


Calienta la plancha
a fuego medio-alto. Saca el solomillo de la marinada y
hazlo a la plancha a

tu gusto de cocción, dale la vuelta una vez. Sácalo del


fuego para que se

enfríe.

Para la ensalada de col china: pon en un bol 1 zanahoria


pequeña, pelada

y rallada (18 calorías), 1 ½ tazas de col china cortada (24


calorías) y unas

cuantas ramitas de cilantro troceado (1 caloría). En un bol


aparte, pon 1

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cucharadita de azúcar (16 calorías) y 1 cucharadita de


salsa de pescado

tailandesa (10 calorías), el zumo de una lima (2 calorías)


y un diente de

ajo picado (3 calorías). Echa encima la col y remueve


bien la ensalada.

Ponlo en un plato. Corta a rodajas el solomillo y pon la


ensalada como

guarnición. Rocíalo con 1 cucharada de cacahuetes secos


tostados sin sal y

troceados (60 calorías).

Total calorías diarias: 600

DÍA 5

Desayuno (177 calorías)

DESAYUNO INGLÉS MODIFICADO (177 calorías)

Pon a freír 1 ½ tiras de bacón cortado grueso (107


calorías) hasta que

estén crujientes. Calienta 1 salchicha pequeña precocida


(59 calorías). Haz a la

plancha 1 champiñón portobello (3 calorías). Añade 1


taza pequeña de brotes

tiernos de espinacas (8 calorías).

Cena (415 calorías)

CABALLA Y TOMATES EN PAPILLOTE (381


calorías)

Precalienta el horno o el minihorno a 200 ºC. Coloca un


trozo de papel de

aluminio y rocíalo con aceite de cocina en aerosol. Pon 2


tomates de

tamaño mediano-grande, cortados a rodajas (30 calorías),


sobre el papel

de aluminio y coloca encima un filete de caballa de 170


gramos (351

calorías). Une los dos extremos del papel y dóblalos bien.


Haz lo mismo

con los otros dos extremos del paquete. Hornéalo entre 10


y 15 minutos o

hasta que el pescado esté hecho. Coloca el paquete en un


plato y ábrelo

con cuidado.

Sírvelo con ²⁄³ de taza de ramilletes de brócoli o grelos


troceados (33

calorías), aderézalo con el zumo de ½ limón (1 caloría) y


échale un poco

de sal.

Total calorías diarias: 592

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DÍA 6

Desayuno (279 calorías)

½ taza generosa de yogur natural desnatado (62 calorías)

1 plátano pequeño cortado a rodajas (80 calorías)

5 fresones (20 calorías)

¹⁄³ de taza de arándanos negros (25 calorías)

6 almendras troceadas (92 calorías)

Cena (320 calorías)

ENSALADA DE GAMBAS, BERROS Y AGUACATE


(295 calorías)

En un bol de ensalada pon 1 ½ tazas de berros troceados


(6 calorías) y 140
gramos de gambas cocidas y peladas (139 calorías), ½
aguacate, sin hueso,

pelado y cortado a dados (137 calorías), 3 cucharadas de


cebolla roja

picada fina (11 calorías) y 1 cucharada de alcaparras,


escurridas y

aclaradas (2 calorías). Aliña la ensalada con vinagre de


vino blanco y

remuévela.

1 tangerina (25 calorías)

Total calorías diarias: 599

DÍA 7

Desayuno (261 calorías)

DESAYUNO CON JAMÓN Y HUEVO (261 calorías)

Bate 2 huevos pequeños (180 calorías) con 1 cucharada


de leche

descremada (5 calorías). Echa los huevos en una sartén


antiadherente y haz
los huevos revueltos hasta la cocción deseada. Sírvelos
con 70 gramos de

lonchas de jamón 97 por ciento sin grasa (76 calorías).

Cena (333 calorías)

DAL48 CON ESPECIAS (213 calorías)

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Fríe una cebolla pequeña cortada a rodajas finas (22


calorías), 1 diente de

ajo picado (3 calorías) y 1 cucharadita de jengibre


finamente troceado (2

calorías) en 1 cucharadita de aceite de oliva (27 calorías)


en una olla

pequeña durante 5 minutos, hasta que la cebolla esté bien


hecha. Añade 1

taza de agua, ¼ de taza de lentejas rojas partidas y


peladas, limpias y

escurridas (159 calorías), y una pizca de comino molido,


cilantro molido,
cúrcuma, pimienta de cayena, sal y pimienta. Llévalas al
punto de

ebullición, baja el fuego a medio-bajo, y déjalas cocer a


fuego lento

durante 20 minutos o a hasta que las lentejas estén hechas.

Sírvelas con un acompañamiento de ¹⁄³ de taza de yogur


natural

desnatado (40 calorías) y con un pappadum (aperitivo


indio de harina de

lentejas que se fríe o se hace al fuego, se encuentra en la


sección de

productos internacionales de los supermercados o en


tiendas de

productos asiáticos) (80 calorías).

Total calorías diarias: 594

DÍA 8

Desayuno (331 calorías)

2 huevos pequeños pasados por agua (180 calorías)


5 puntas de espárragos al vapor poco hechas (33
calorías), para untar

1 tostada de pan integral (78 calorías)

2 ciruelas pequeñas (40 calorías)

Cena (260 calorías)

ENSALADA DE SOLOMILLO DE VACUNO AL


ESTILO

TAILANDÉS (260 calorías)

Haz a la plancha un solomillo de vacuno de 140 gramos


(188 calorías) a tu

gusto. Sácalo del fuego para que se enfríe a la temperatura


ambiente.

Corta el solomillo muy fino en contra de la veta.

Mezcla en un bol 2 tazas de lechuga romana cortada a


tiras (16 calorías) y

1 taza de col rizada (24 calorías). En un bol aparte echa el


zumo de 1 lima

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(2 calorías), 1 cucharadita de azúcar (16 calorías), 1
diente de ajo picado

(3 calorías), 1 pimiento rojo muy pequeño sin semillas y


muy picado (1

caloría) y 1 cucharada de salsa de pescado tailandesa (10


calorías). Echa la

salsa en la ensalada y remuévela bien. Pon la ensalada en


un plato con las

rodajas de solomillo encima.

Total calorías diarias: 591

DÍA 9

Desayuno (199 calorías)

170 gramos de salmón ahumado (198 calorías)

½ limón cortado en forma de cuña (1 caloría)

Cena (396 calorías)

130 gramos de lomo de cerdo asado cortado fino (302


calorías)
1 cucharada del jugo de la olla tras haberle sacado la
grasa (60 calorías)

½ taza generosa de coliflor al vapor (17 calorías)

¹⁄³ de taza de brócoli al vapor y troceado (17 calorías)

Total calorías diarias: 595

DÍA 10

Desayuno (205 calorías)

½ taza generosa de yogur natural desnatado (62 calorías)

1 plátano pequeño cortado a rodajas (95 calorías)

2 cucharadas de muesli sólo sin azúcar, no muesli


crujiente con frutos

secos (48 calorías)

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Cena (386 calorías)

SOPA DE ALUBIAS PALLAR y BACÓN


(GARROFÓN) (386 calorías)
Fríe 2 tiras de bacón troceado (116 calorías) en 1
cucharadita de aceite de

oliva (27 calorías) en una olla durante 2 minutos, hasta


que la grasa

empiece a deshacerse. Añade ½ cebolla pequeña picadita


(11 calorías), 3

cucharadas de puerro troceado (11 calorías), ½ zanahoria


pelada y

cortada a rodajas finas (14 calorías) y 1 tronco de apio


troceado (1

caloría). Cuécelo todo 5 minutos hasta que la cebolla esté


bien hecha,

añádele una pizca de agua si se pega. Agrega unos 200


gramos de alubias

pallar, de lata o de tarro de cristal, previamente aclaradas


y escurridas

(206 calorías) y 1 taza de agua. Llévalas al punto de


ebullición, baja el

fuego, cuécelas durante 20 minutos hasta que las alubias


estén casi
desechas. Sazónalas al gusto.

Pon la mezcla en una batidora y bátela hasta conseguir un


puré de la

consistencia deseada o pásalo por el pasapurés para


obtener una textura

más densa.

Total calorías diarias: 591

47 El bacón canadiense es un embutido bajo en grasa de


la espalda del animal, como el lomo de cerdo ahumado.
(N. de la T.)

48 Palabra sánscrita muy común en el sur de Asia para


lentejas peladas y partidas, existen muchas variedades de
dal, actualmente se comercializan ya en muchos
supermercados normales o tiendas de

productos naturales. (N. de la T.)

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Historias personales

Apreciado doctor Mosley:


A mi pareja y a mí nos pareció que su dieta era muy
razonable y hemos

estado siguiendo el régimen 5/2 desde que se emitió el


programa a principios

de mes. Hasta el momento hemos perdido algo menos de


1,5 kilos cada uno,

aunque no teníamos sobrepeso, y eso sin renunciar a unas


cuantas raciones de

curry y de pastel los días que no ayunábamos. Estamos


decididos a seguir con

algún tipo de ayuno a largo plazo.

Soy asmática y tengo más de 40 años, por lo que estoy


muy interesada en

los supuestos efectos sobre la inflamación, así como en


todos los demás

beneficios antienvejecimiento... También padezco algo de


dolor crónico en

una pierna debido a una lesión por correr y estoy


deseando ver si se activa el
proceso de reparación de los músculos y de los nervios en
los próximos

meses. Tengo la esperanza de que mi cuerpo intente


curarse a sí mismo con

un poco más de entusiasmo.

Gracias de nuevo por su gran programa científico.

Alison Rae

Hola.

Hace 14 semanas que hago el ayuno intermitente. He


adelgazado [casi]

4,3 kilos y unos 24 centímetros. En dietas anteriores nunca


había bajado de

los 63,5 kilos.

Peso inicial: 66 kilos

Peso actual: 61,9 kilos

Estatura: 1,67 metros

Pérdida en centímetros:
Busto: 3,17

Diafragma: 1,27

Cintura: 4,44

Abdomen: 6,35

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Caderas: 6,35

Muslos: 1,27 de cada pierna

El colesterol no ha variado desde mi última analítica hace


cosa de un año;

los valores son 4,9. La glucosa en la sangre tampoco ha


cambiado, 4,7.

Otras mejoras aparte de la pérdida de peso:

Tengo los ojos más brillantes y claros.

Más energía.

Duermo mejor.

Mi cabeza está más clara y tengo mayor claridad mental


(aunque no lo he

probado, tengo la sensación de que puedo recordar mejor


las cosas).

Me siento sana.

Espero que mi información le sea de utilidad.

Cordiales saludos,

Sarah Humphries

Hola, doctor Mosley.

Muy bien, el ayuno número 13 de dos días a la semana se


cumplió ayer y,

tal como le prometí, aquí tiene un resumen de las 13


semanas/3 meses/todo

un trimestre de ayuno intermitente.

El programa implica comer sólo 600 calorías en dos días


de mi elección,

no consecutivos, de la semana. Aparte de esos dos días a


la semana, eso es
todo. El resto del tiempo, como y bebo lo que me apetece.
No es necesario

hacer ejercicio o contar calorías a diario, no tienes


hambre 24 horas los 7 días

de la semana, y lo mejor de todo, no te mueres de hambre.


Esta noche es la

noche de la India, mañana la noche del bistec y el


domingo probablemente la

noche de Italia. Cada noche es un festejo. A mí no me


parece una dieta dura.

También he de decir que mi dosis total de calorías


semanales (más allá de los

días de ayuno) ha disminuido, pero no porque me prive de


comer los días que

no ayuno, sino porque sencillamente no tengo tanta


hambre.

En estas 13 semanas he ido adaptando el régimen a mis


necesidades y

tengo bastante asumida la rutina del lunes y el jueves


como días de ayuno. No
tomo nada en absoluto durante el día, a excepción de 3 o 4
tés o cafés (con

una pizca de leche) y 1 litro o 1,5 litros de agua del grifo.


Cuando llego a casa,

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hago 16 kilómetros en una bicicleta estática. Anoche los


hice en 30 minutos y

25 segundos. A efectos prácticos es un promedio de 30


km/h. Siguiendo los

consejos de algunos colegas bastante serios del foro Fool


dedicado al ciclismo,

he reprogramado la bicicleta. Se trata de que intente que


se «parezca» todo lo

posible a una bicicleta de carretera. Utilizando esa


opción, cada 16 kilómetros,

supuestamente quemo unas 550 calorías. Si los hago antes


de comer en un día

de ayuno, en teoría (eso creo) estoy obligando a mi cuerpo


a quemar grasa
corporal, en vez de quemar los carbohidratos a los que
recurriría

normalmente para conseguir energía rápida pero breve.

La noche antes de un ayuno, ceno tarde, y eso sin lugar a


dudas es una

ayuda. Para mí hasta un desayuno ligero me abre el apetito


para el resto del

día, por lo tanto evito comer nada hasta más tarde,


entonces como unas 450

calorías. De ellas 240 calorías de arroz sazonado y el


resto de verduras. Es

tolerable, de hecho, no paso más hambre durante el resto


del día y me resulta

fácil distraerme de esa sensación haciendo otra cosa. No


obstante, SÍ es

necesario abordar el día de ayuno con una actitud


apropiada. Si no lo haces,

lo pasarás bastante mal. Hazlo correctamente y será pan


comido.
Cuando empecé el régimen a mediados de agosto, casi
pesaba 89 kilos y

me abrochaba el cinturón en el último agujero (ya sé que


no es muy científico

y ojalá hubiera tomado mejor las medidas cuando empecé,


pero eso es lo que

hay).

Esta mañana me he pesado y la báscula marcaba 80,3


kilos y me puedo

abrochar con bastante comodidad el cuarto agujero de mi


cinturón (el tercero

me queda un poco ancho). La distancia entre cada agujero


es de

aproximadamente 2,54 centímetros, es decir, 1 agujero =


2,54 centímetros. La

meta sin hacer ejercicio sería adelgazar 450 gramos a la


semana (dado que

una restricción calórica semanal de 4.000 calorías =


aproximadamente a 450
gramos de grasa corporal). Con la hora de ejercicio a la
semana, lo aceleré casi

en un 50 por ciento hasta conseguir 8,6 kilos en el mismo


período.

Voy a seguir así hasta Navidades, para entonces espero


haber alcanzado el

5/1 + 1 (el + 1 es una dieta de 800 o 900 calorías al día).


Si eso funciona, me

mantendré así indefinidamente.

El domingo pasado salí a pasear en bicicleta después de


haber desayunado

normalmente y me resultó muy fácil. Di muchos


acelerones, las colinas me

resultaron divertidas, y pese al frío, fue muy agradable.


Ventajas de estar más

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en forma y de tener un cuerpo lleno de energía supongo.


TANQUES de energía.

Otras ventajas: tengo asma desde que era niño. Ahora no


es ni mucho

menos tan dramático como cuando era pequeño,


prácticamente ha

desaparecido. Mi medición de «flujo espiratorio» ha


aumentado más de un 30

por ciento en estas 13 semanas; probablemente, a raíz de


la pérdida de peso

que me ha permitido hacer más ejercicio.

Tengo asma desde que era niño. Ahora

no es ni mucho menos tan dramático

como cuando era pequeño,

prácticamente ha desaparecido.

Lo que voy a decir ahora puede parecer un poco femenino,


pero la verdad

es que mi piel ha mejorado de forma espectacular. Ni


granos ni puntos

negros, hasta la sequedad de la piel de mis codos ha


desaparecido.
Mis mejores deseos,

David Norvell

Hola, Michael.

Mi pareja y yo vimos tu documental y nos pareció muy


interesante, así

que decidimos empezar con el ayuno 5/2 al siguiente


lunes. (Siempre va bien

empezar cosas nuevas los lunes, ¡me parece a mí!)


Anteriormente ya había

hecho ayunos tomando sólo líquidos durante semanas y me


gustaba mucho.

Pero después volvía a engordar. Esto parece que funciona


mejor...

Estatura: 1,62 metros

Peso: 83 kilos

No estoy demasiado GORDA, pero he de adelgazar,


especialmente de

barriguita y cintura, justo la zona donde no es bueno estar


gorda..., ¡lo sé! Mi

meta es pesar de 65 a 70 kilos. Pero a mi edad no es tan


fácil adelgazar como

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cuando eres más joven (según mi médico de cabecera).

6 de agosto: 83 kilos (empiezo el ayuno)

8 de agosto: 81,9 kilos

9 de agosto: 80,9 kilos

14 de agosto: 80,9 kilos

18 de agosto: 79,8 kilos

23 de agosto: 79,8 kilos

27 de agosto: 79,3 kilos

6 de septiembre: 79,3 kilos

13 de septiembre: 78,3 kilos

21 de septiembre: 78,3 kilos


A mi pareja y a mí nos gusta el ayuno intermitente. Como
podrás ver he

adelgazado algunos kilos y la única razón por la que no he


ido más rápido es

porque no he hecho tanto ejercicio como había hecho al


principio. Vamos a

seguir y voy a continuar pesándome para comprobar el


progreso.

También nos hemos dado cuenta de que los días que no


ayunamos no

tenemos tanta hambre. Nosotros hacemos los dos días


seguidos, los martes y

los miércoles. Cuando llega el jueves por la mañana me


siento tan «ligera» y

llena de energía, que no quiero «estropearlo» comiendo


demasiado, aunque

sea mi día de comer...

Nuestra comida principal del «día de ayuno» es por la


noche, pues es
cuando podemos estar juntos después del trabajo, estamos
más relajados y

charlamos durante la cena. Probablemente, ése no sea el


mejor aspecto para

quemar calorías, pero para nosotros es más práctico y nos


resulta más

conveniente.

Una comida principal típica de un día de ayuno es:

Mazorcas de maíz enteras como entrante

Filete de salmón con ajo, limón, hierbas, sal y pimienta y


un poquito de

aceite de oliva O una tortilla de dos huevos con cebolla,


ajo, perejil y setas

troceadas.

Ensalada: ensalada verde de varios tipos, tomates,


cebolla roja, hierbas y

quizá remolacha.

Para beber: agua.


A lo largo del día nos comemos un plátano y una manzana.
Te estoy muy

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agradecida por haber creado este programa y se lo he


enseñado a mis

amistades y familia que también han empezado a


practicarlo.

Saludos cordiales,

Britt Warg

Soy estudiante de neurofisiología y farmacología e


investigo el Parkinson. No

voy a dar consejos médicos ni decir a la gente cómo


ayunar, hacer dieta o

cualquier otra cosa. Inspirada por el programa de


Horizon, decidí

«experimentar conmigo misma» por así decirlo. Esto ha


acabado

convirtiéndose en un proyecto que se realizará en mi


universidad [...]. Me
interesan los datos, los trastornos neurodegenerativos y
cualquier cosa que

pueda incluir en mi estilo de vida que sirva para reducir


mis posibilidades de

desarrollar cáncer de mama.

He desarrollado dos veces cáncer de mama (y sigue), por


eso estoy muy

interesada en el efecto sobre la recurrencia (si lo tiene)


que puede tener un

estilo de vida que incluya ayunos.

De [mi] blog, Schrokit Corner:

No es una *dieta*

Siete semanas haciendo el 5/2 (o 2/5 como prefiero


llamarlo, porque mis

semanas empiezan con un ayuno y luego cinco días de


COMER) y me sigue

yendo de maravilla. He adelgazado casi 6,5 kilos, y el


señor Schrokit no va
muy rezagado (dice que sus tejanos son los de «un hombre
gordo», puesto

que ahora debe hacer agujeros extras a su cinturón para


que no se le

caigan...).

Como el cambio general en mi aspecto y el «resultado» se


ve tan

claramente (la gente no deja de preguntarme si me he


cambiado el

peinado, me he puesto gafas nuevas, etc., no se dan cuenta


exactamente

de que he adelgazado, pero me llueven los cumplidos),


cuando hablo del

ayuno a las personas, parecen MUY dispuestas a


probarlo. De hecho,

muchos de los compañeros del señor Schrokit están


haciendo esta dieta y

descubriendo que les está revelando grandes cosas


respecto a sus hábitos
de comer.

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Pero me llueven los cumplidos.

Pero no es una dieta. La mejor descripción que he visto


hasta el momento

es la de un comentarista del blog que se llama Gordon. Es


una estrategia,

según dice él, y no se me ocurre mejor palabra para


describirla.

Aparte de hacer una dieta saludable y equilibrada, todo lo


que dicen los

libros sobre las dietas de moda, en realidad, controlar el


peso se basa en el

total de calorías que consumes a largo plazo. Ya lo he


mencionado antes,

pero lo que parece que consigue el ayuno es que vuelvas a


conectar con tu

verdadero apetito. Por ejemplo, hambre o aburrimiento, o


hambre o
cansancio, hambre o ansiedad, y lo más común, hambre o
sed, todo esto

se ve más claro después de ayunar un par de días.

Nicole Slavin

Para mí, ayunar —600 calorías dos veces a la semana—


ha cambiado mi

actitud respecto a comer y beber. Ha hecho que rompiera


con mi ciclo de

indulgencia excesiva con la comida que ha supuesto que


aumentara de peso

paulatinamente durante 30 años. Somos animales de


costumbres, y si no nos

damos cuenta de ello, caemos en patrones de conducta


difíles de cambiar.

Pero lo que me ha sucedido ahora tiene una dimensión


más profunda: veo las

cosas con mayor claridad y hay algo respecto a este nuevo


estado mental que

me recuerda cómo me sentía cuando tenía veintipico de


años y mi IMC

rondaba los 22. Ya no me siento bien cuando he comido


demasiado, y noto

que tengo más control. He roto el hábito. Creo que voy a


seguir con esta dieta

el resto de mi vida.

David Cleevely

La Dieta de los Dos Días parece una forma estupenda de


optimizar nuestro

bienestar y favorecer la longevidad, y también un medio


excelente para

adelgazar. Como usted dice, es mucho más que «una


simple dieta», es todo un

estilo de vida, y lo más importante, algo que se puede


hacer con relativa

facilidad. Tengo varios pacientes que han empezado a


hacerla con buenos

resultados y les parece fantástica. La he incorporado a mi


estilo de vida, como
también lo han hecho otros colegas médicos y varios
miembros de la plantilla.

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Mi más sincera enhorabuena por cambiar la vida de


muchas personas gracias

a su programa.

Tengo varios pacientes que han

empezado a hacerla con buenos

resultados y les parece fantástica.

Doctor Pete Bridgwood

Apreciado Michael:

Vi su programa de Horizon «Come, ayuna y vive más» con


cierto interés,

y mi familia y yo decidimos probar la dieta que usted


sugería. Soy médico de

cabecera, tengo cincuenta y tantos años y trabajo en el


norte de Londres. Mi
IMC era 29, por lo demás estoy sano, pero hago muy poco
ejercicio. Al

principio era algo escéptico pero adelgacé 6 kilos en seis


semanas y me resulta

una dieta muy simple y muy fácil de seguir. No veo razón


por la que no pueda

continuar haciéndola durante muchos años. He presentado


un resumen de su

programa a unos cuantos colegas de profesión y he


empezado a recomendarla

a algunos de mis pacientes, que ya están comenzando a


tener resultados

sorprendentes.

Uno de ellos en particular, que tiene síndrome metabólico


y antecedentes

familiares de diabetes del tipo 2, tenía la glucosa basal a


7,2 y al cabo de unas

pocas semanas su glucosa basal bajó a 5,9 y ha


adelgazado 5 kilos. Me gustaría
divulgar más esta dieta y me preguntaba si tiene pensado
diseñar un folleto

sencillo que pudiera dar a mis pacientes o una página web


a la que pudiera

dirigirles. No me es fácil explicárselo en los breves 10


minutos que tengo por

consulta. Creo que esta forma razonable de comer puede


tener mucho más

éxito en controlar la epidemia de obesidad que los planes


actuales de indicar

los contenidos de grasas y azúcar en las etiquetas de los


envases de los

alimentos. Opino que sería mucho más útil hacer hincapié


en el contenido

calórico de los mismos.

Doctor Jon Brewerton

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Querido doctor Mosley:


Vi su primer programa «Come, ayuna y vive más» en el
iPlayer de la BBC

a principios de agosto. Me pareció razonable y convencí a


mi marido para que

también lo viera. Desde entonces he seguido el programa


de ayuno (500

calorías para mí y 600 para mi marido) casi todas las


semanas, pero no todas

porque a veces sólo podemos hacer un ayuno a la semana.


Nuestra

motivación principal es que genéticamente «podemos»


vivir mucho tiempo y

queremos que nuestra vida sea de la mejor calidad


posible.

Hasta el momento ambos hemos adelgazado (7,2 kilos en


mi caso y 5,4 en

el de mi marido) y los días de ayuno no suponen ningún


esfuerzo para

nosotros. Los dos hemos observado que no comemos en


exceso el resto de los
días. De hecho, ayer me compré un Kit-Kat de cuatro
barritas por primera vez

en tres meses, me comí sólo una y me guardé el resto en el


bolso para después,

algo totalmente inusitado en mí, puesto que siempre he


tenido que luchar

contra un «saludable» apetito y un nada saludable IMC


durante casi toda mi

vida. No conocemos nuestro IFG-1, pero los dos tomamos


medicación para la

hipertensión arterial, y mi esposo también toma para el


colesterol. Esperamos

poder ver alguna mejoría en estas patologías cuando


volvamos a visitar a

nuestro médico de cabecera.

En realidad, esta forma de comer me parece mucho más


sencilla que

cualquier otra «dieta» de las que he probado antes. Puedo


cambiar de días mis
ayunos para adaptarme mejor a nuestra vida social.

Atentamente,

Maureen Johnston

Últimas noticias de un correo electrónico posterior:

Quiero comunicarle que ahora ya he adelgazado 9 kilos y


me sigue

pareciendo algo muy fácil de poner en práctica el ayuno


que usted propone.

En nuestros días de ayuno solemos tomar un desayuno


cocinado (huevos o

avena) y luego cenamos pronto una buena ensalada de


verduras en verano o

sopa de verduras en invierno. Mi esposo suele comer una


rebanada de pan

para sus 100 calorías de más. Hemos comido de esta


forma desde que vimos

su programa y esperamos seguir comiendo así (quizás


haciendo una pausa en
Navidades J).

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Hola, Michael.

He estado haciendo el ayuno intermitente hace ya tres


meses y he escrito

sobre ello en mi blog, Helena’s London Life.

Cuando era más joven y vivía en Helsinki, hice unas


cuantas sesiones

completas de ayuno con mi padre. Esos ayunos duraban


cinco días y sólo

podíamos beber zumos de fruta el primer día y el último.


De modo que

pensé que sabía lo que iba a hacer.

Pero esta dieta, que básicamente significa que comes


menos dos días a la

semana, es mucho más sencilla. Puedes comer 500


calorías (600 los

hombres, ¡qué injusto!), que cuando lo piensas no está tan


mal. Y a

diferencia de los ayunos de mi juventud, ¡en éste puedes


beber café! (El

café es una de esas cosas de las que no puedo prescindir


en estos

momentos...)

Me encuentro mucho mejor, no sólo por

los kilos que he perdido, sino porque me

noto con más energía y control sobre lo

que como.

Ahora hace unos tres meses que estoy haciendo este ayuno
y he perdido 6

kilos. Me encuentro mucho mejor, no sólo por los kilos


que he perdido,

sino porque me noto con más energía y control sobre lo


que como... Tras

el shock inicial para el organismo, el estómago se contrae


y no tienes tanta
hambre, eres más consciente de cuánto comes al día, tanto
si es uno de los

dos días como de los otros cinco días de la semana.

Ahí van mis cinco consejos para seguir con éxito esta
dieta.

1. No la hagas dos días consecutivos; es demasiado duro y


encuentro que el

segundo día se hace muy pesado. Y no lo hagas los fines


de semana;

nosotros probamos hacerla en viernes y casi nos matamos


mutuamente.

2. Mantente ocupado; cuanto más pienses en otra cosa que


no sea la comida,

más fácil es. Trabajo en casa media semana, así que


procuro ayunar cuando

estoy en la oficina. No veo el programa culinario de


Nigella [Lawson]

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cuando estoy ayunando. Ella es como el demonio en casa


en uno de mis

dos días de ayuno.

3. Consigue una aplicación. Yo utilizo MyFitnessPal, que


es una aplicación

muy sencilla para contar calorías. Y eso es lo único que


necesitas; no

obstante, cualquier otro método para hacerlo (bloc de


notas) es igualmente

bueno. Para las personas que como a mí les gusten las


aplicaciones, ésta

también registra los alimentos que has tomado, el


ejercicio que has hecho y

el peso que estás perdiendo (y predice cuánto perderás en


cinco semanas, si

cada día es como el que estás registrando).

4. No seas demasiado dura/o contigo. En estos tres meses


me he saltado un

par de días de ayuno. No por ello has de tirar la toalla.


¡Siempre habrá un
mañana o la próxima semana!

5. No lo hagas sola/o. Hacerlo con otra persona es mucho


más fácil. Algunas

semanas, debido a nuestros horarios, mi esposo y yo


hemos tenido que

hacerlo en días distintos, y sencillamente no funciona.

Como puedes ver, mis experiencias han sido muy


positivas. Lo que no he

dicho en mi blog es que mi esposo tiene el colesterol alto,


que es un problema

hereditario, y ésa fue la razón principal por la que empezó


esta dieta. No tenía

que perder más de unos 11 kilos de peso (siempre ha sido


como un galgo de

carreras), así que ahora procura aumentar su dosis de


calorías (de forma

saludable con batidos caseros) los cinco días restantes.

Atentamente,
Helena Halme

Apreciado doctor Mosley:

Hace dos semanas que hago la dieta 5/2 y ya estoy


empezando a notar un

efecto positivo sobre mi peso. En mi segundo pesaje ya


había perdido 2,2

kilos. Me siento visiblemente más delgada y me alegra ver


que soy capaz de

mantener la dieta durante mucho tiempo.

Estatura: 1,77 centímetros

Peso inicial: 86,6 kilos

Semana 1: 85,2 kilos

Semana 2: 84,3 kilos

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¡Sinceramente me encanta el programa!

Cordiales saludos,
Nick Wilson

Soy madre de tres hijos y estoy muy ocupada. Después de


tener a mi último

hijo me di cuenta de que adelgazar me costaba mucho.


Estar siempre rodeada

de comida y cosas para picar, preparar tres o, a veces,


hasta cuatro comidas al

día para mi familia no ayudaba mucho. Me gusta comer y


socializar, por lo

que las dietas restrictivas son un suplicio y una batalla


diaria de fuerza de

voluntad, así que nunca tardaba demasiado en volver al


punto de partida.

La Dieta de los Dos Días es para mí una forma mucho más


manejable,

física y emocionalmente, de perder peso, pues se trata de


que sólo dos días a la

semana he de «ser buena» y ceñirme a las 500 calorías.


Por otra parte,
también se acopla perfectamente en mi vida social, puesto
que los días de

ayuno son flexibles, así que los días que no ayuno son los
días que salgo a

tomar una copa o a comer algo.

En realidad, no es tan difícil resistir la tentación un día,


puesto que sé que

al día siguiente puedo comer un donut o un curry y unos


cuantos vasos de

vino si me apetece de verdad; y cuando lo hago, lo


disfruto sin el menor

sentido de culpa. Pero la verdadera prueba son los pudin;


los días que no

ayuno los como y disfruto comiéndolos, pero los días de


ayuno me ciño a mis

500 calorías... Y estoy adelgazando. Esto funciona.

Pero la verdadera prueba son los pudin;

los días que no ayuno


los como y disfruto comiéndolos, pero

los días de ayuno

me ciño a mis 500 calorías... Y estoy

adelgazando.

Esto funciona.

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Clare Wilson

Comentarios de Mumsnet.com

Mumsnet es una página web británica en la que las madres


intercambian

consejos.

Unhappyhildebrand

Ayer comí muy bien, y aunque puedo comer lo que me


apetezca, también

pienso que no quiero deshacer todo lo que tanto me ha


costado conseguir.
Luego, es verdad que me comí una bolsa de patatas fritas,
y que comí

salchichas de cerdo y manzana a la sidra para cenar con


una tarta de limón

casera hecha por una de mis hijas, pero no me comí el


montón de porquerías

que suelo comer entremedio.

Creo que los días de ayuno no me parecen demasiado


duros porque son

un túnel relativamente corto y puedo ver la luz al final del


mismo. No

obstante, ¡estoy deseando que llegue el fin de semana para


comer de todo!

Creo que en parte lo que se pretende con esta forma de


comer es que

hemos de aprender que está bien tener hambre y que, en


realidad, es esencial

para estar delgada. Hablo como persona que ha sido


comilona toda su vida;
sentirme LLENA es lo normal para mí y siempre he tenido
un extraño temor a

tener hambre. Bien, pues no es el fin del mundo. Vivo en


una ciudad que está

llena de tiendas; puedo comer en cualquier momento, de


modo que el hambre

no es una señal de que voy a perecer o de que me voy a


debilitar. En estos dos

últimos meses he estado aprendiendo a aceptar la


sensación de tener hambre

y a sentirme cómoda con ella; es mi cuerpo que me está


indicando que debo

volver a comer pronto (y espero que ahora esté quemando


grasa), no es un

síntoma que debamos temer.

ESTÁ bien tener hambre. No nos moriremos de hambre en


el acto.

dontcallmehon

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Sólo quiero añadir que hacer ejercicio en ayunas a mí
también me ha ido

bien. Anoche pasé una hora en el gimnasio y me sentí


estupendamente.

Estuve 35 minutos en la bicicleta elíptica y luego hice un


poco de

entrenamiento de fuerza, y ni me desmayé, ni me mareé. Es


increíble lo bien

que me siento cuando ayuno.

ILoveStripeySocks/Jenni Carlin

¡Ayer también tuve un día estupendo! Ni siquiera tenía un


hambre voraz al

despertarme esta mañana. He podido esperar una hora


antes de comer una

tostada con mantequilla de cacahuetes, ¡y me ha costado


terminármela!

Me ha encantado esa sensación de vacío en mi estómago,


y en algunos

momentos la sensación de hambre también ha sido


agradable, ¿es raro? Toda

mi vida he comido cuando no tenía apetito porque me


aterraba empezar a

notar esa sensación de hambre. Ahora, curiosamente estoy


deseando que

llegue mi próximo día de ayuno.

Mondayschild78

Ayer ayuné por primera vez y esta mañana me siento de


maravilla y rebosante

de energía. Al final, decidí ver cuánto aguantaba sin


comer. En todo el día

sólo tomé un té con leche y un café solo y agua. A las


16:00, comí un poco de

melón y fresas, y luego cené dos salchichas vegetarianas,


un huevo duro, una

rodaja de pan y ensalada de rúcula con un poco de vinagre


balsámico. ¡Todo

estaba exquisito! Pero el ayuno fue más fácil de lo que


esperaba.
No he pasado demasiada hambre, pero he intentado
mantenerme

ocupada todo el día.

SpringGoddess

A todo el mundo le va muy bien. Realmente un día se


puede aguantar, y con

un poco de planificación he conseguido reducir la mayor


parte de mis

punzadas de hambre a un nivel soportable. Esta mañana la


báscula marcaba

una buena bajada de peso.

Todas mis preocupaciones por mi rendimiento al hacer


ejercicio durante

el ayuno se han desvanecido esta mañana. Hoy he corrido


más rápido que

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nunca, y eso después de un ayuno de 500 calorías, sin


haber desayunado, sólo
un café. ¡¡¡Puedo oler a grasa quemada!!! Me encuentro
muy bien y hoy

concluiré adecuadamente mi ayuno a la hora del almuerzo.


Mi próximo día

de ayuno es el jueves. Buena suerte a todas las que


ayunéis hoy.

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Notas de agradecimiento

BlueDragonLandlady @MsLupin

@DrMichaelMosley Las primeras semanas que ayunamos


nos notamos un

poco débiles, luego nos acostumbramos y ahora estamos


bien.

Valar Wellbeing @ValarWellbeing

@DrMichaelMosley ¡Gracias! Su programa fue muy


inspirador, y por los tuits

que hemos recibido, muchas otras personas también


opinan lo mismo. ¡Nos
encantan sus programas!

Stickypippa @Stickypippa

@DrMichaelMosley Gracias por cambiar mi estilo de


vida. Convertí a un

grupo personas a la DAI/5/2 gracias a usted, Horizon y al


grupo

@feedfastfeast FB.

susie white @cottagegardener

@DrMichaelMosley He estado ayunando desde q vi su


programa, cambió mi

actitud respecto a la comida/hambre, me siento energética


& perdido más de

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6 kg.

@alert_bri

@DrMichaelMosley después de 4 meses con la 5/2,


confirmo su afirmación...
Esto puede cambiar el mundo. Su libro tiene que ser el
motor de la

revolución.

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Contador de calorías

Todos los valores son por producto crudo, salvo que se


indique lo contrario.

CALORÍAS POR

ALIMENTO

RACIÓN*

RACIÓN

VERDURAS

Alcachofa

100 g

24

Acelga arco iris


100 g

17

Acelga larga

100 g

19

Aguacate

100 g

193

Ajo

1g

Apio

100 g

Apio nabo
100 g

17

Berenjena

100 g

18

Berros

100 g

26

Berzas

100 g

33

Bok choy (acelga

100 g

15

china)
Boniato

100 g

93

Brócoli

100 g

32

Brotes de soja

100 g

32

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Calabaza violín

100 g

40

* 100 gramos equivalen a aproximadamente 3 ½ onzas;


100 mililitros
equivalen a aproximadamente 6 cucharadas soperas más 2
cucharaditas de

té.

Cebolla

100 g 38

Col rizada

100 g 33

Col verde o roja

100 g 29

Coles de Bruselas

100 g 43

Coliflor

100 g 35

Edamame, sin vaina (soja tierna) 100 g 117

Endivia
100 g 17

Escarola

100 g 19

Espárrago

100 g 27

Espinaca

100 g 25

Espirulina en polvo

100 g 374

Garbanzos secos

100 g 320

Guisantes baby congelados

52

100 g

Guisantes pelados
100 g 86

Hinojo

100 g 14

Hojas de mostaza parda

100 g 26

Judías verdes

100 g 25

Lechuga iceberg

100 g 14

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Lechuga rizada (frisée)

100 g 18

Lechuga romana

100 g 16

Lechuga trocadero o francesa


100 g 15

Lentejas

100 g 319

Maíz, granos

100 g 115

Nabo

100 g 24

Patata blanca hervida

100 g 79

Pepino

100 g 10

Pimiento de cualquier color

100 g 30

Puerro

100 g 23
Rábano

100 g 13

Radicchio

100 g 19

Remolacha sin pelar

100 g 38

Rúcula

100 g 24

Setas crimini

100 g 16

Setas portobello

100 g 13

Setas shiitake

100 g 27

Tomate
100 g 20

Tomates secos secados al sol 100 g 256

Tupinambo (pataca)

100 g 73

Zanahoria

100 g 34

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FRUTAS

Açai, bayas en polvo

1g

Albaricoque

100 g 32

Albaricoque seco

100 g 196
Arándano rojo

100 g 42

Arándanos negros

100 g 60

Arándanos negros secos

100 g 313

Arándanos rojos secos

100 g 346

Cerezas

100 g 52

Ciruela

100 g 39

Ciruelas estofadas en salsa

100 g 90

Ciruelas secas
100 g 151

Clementinas peladas

100 g 41

Dátiles secos, sin hueso

100 g 303

Frambuesas

100 g 30

Fresas

100 g 28

Goji, bayas

100 g 313

Granada

100 g 55

Higos frescos

100 g 74
Higos secos

100 g 229

Kiwi

100 g 55

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Lima

100 g 12

Limón

100 g 20

Mandarina natural pelada

100 g 35

Mango seco

100 g 268

Manzana

100 g 51
Manzana seca

100 g 310

Manzana y mora, salsa

100 g 107

Melocotón en lata con su almíbar 100 g 50

Melocotón natural

100 g 37

Melón, sólo la pulpa

100 g 29

Moras

100 g 26

Naranja pelada

100 g 40

Nectarina

100 g 44
Papaya

100 g 40

Pera natural

100 g 41

Peras en lata con su almíbar

100 g 37

Piña en lata con almíbar

100 g 50

Piña natural

100 g 43

Plátano

100 g 103

Plátano seco, chips

100 g 523

Pomelo amarillo
100 g 34

Pomelo rojo

100 g 30

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Sandía, sólo la pulpa

100 g 33

Satsuma pelada

100 g 31

Tangerina pelada

100 g 39

Uvas pasas

100 g 292

Uvas verdes sin semillas

100 g 66

CEREALES Y PRODUCTOS DE HARINA*


All Bran (palitos), cereales de salvado para el desayuno

100 g

334

Amaranto en grano

100 g

368

Arroz arborio

100 g

354

Arroz basmati

100 g

353

Arroz blanco de grano corto

100 g

351
Arroz blanco de grano largo

100 g

355

Arroz blanco, converted

100 g

344

Arroz integral

100 g

340

Arroz jazmín

100 g

352

Arroz salvaje

100 g

353
Avena partida

100 g

373

Bagel, solo (panecillo de trigo)

100 g

256

Baguete

100 g

242

Cebada, perlas

100 g

364

Cereales de salvado

100 g

345
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Copos de avena gruesos cocción lenta

100 g

363

Copos de avena instantánea

100 g

380

Crackers Ryvita

100 g

350

Cruasán, solo

100 g

414

Cuscús instantáneo

100 g
358

Espelta, perlas

100 g

314

Fideos de arroz

100 g

373

Fideos de trigo sarraceno (soba)

100 g

363

Fideos instantáneos

100 g

450

*Todos los cereales y fideos son sin cocinar, salvo que se


indique lo contrario; los cereales y
harinas son en seco.

Fideos ramen (secos)

100 g 361

Fideos udon

100 g 352

Fideos vermicelli

100 g 354

Granos de trigo

100 g 326

Harina de arroz

100 g 364

Harina de centeno

100 g 331

Harina de maíz

100 g 364
Harina de trigo integral

100 g 336

Harina todo uso

100 g 361

Maicena

100 g 378

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Matzá (pan ácimo, judío)

100 g 381

Mijo

100 g 354

Muesli crujiente

100 g 432

Muesli estilo suizo sin azúcar 100 g 353

Palitos de pan
100 g 408

Pan blanco sin gluten

100 g 282

Pan con levadura

100 g 223

Pan con masa fermentada

100 g 256

Pan de centeno

100 g 242

Pan de chapata

100 g 269

Pan de espelta

100 g 241

Pan de maíz

100 g 311
Pan integral de centeno

100 g 183

Pan integral de trigo

100 g 260

Pan pita

100 g 265

Pasta de harina blanca

100 g 370

Pasta integral

100 g 326

Quinoa

100 g 375

Special K

100 g 379

Torta de avena
100 g 440

Tortilla de harina

100 g 307

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Tortilla de maíz

100 g 235

Tortitas (panqueque) sin sirope

100 g 208

Tortitas de arroz

100 g 379

Trigo bulgur

100 g 334

Trigo sarraceno

100 g 343

Triticale (cereal sintético cruce de trigo y centeno) 100 g


338

ALIMENTOS PROTEICOS

Alubias blancas secas

100 g 285

Alubias cocidas

100 g

83

Alubias comunes secas

100 g 285

Alubias de lima secas

100 g 282

Alubias de soja secas

100 g 375

Alubias negras secas

100 g 341
Alubias pallar (garrofón)

100 g 270

Alubias pintas secas

100 g 309

Alubias rojas secas

100 g 311

Alubias verdes secas

100 g 279

Atún enlatado en agua

100 g 108

Atún fresco

100 g 137

Bacalao, filete

100 g

80
Bacón canadiense

100 g 128

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Bacón común, cocinado

100 g 441

Bacón de pavo

100 g 123

Bistec de venado

100 g 101

Buey estofado

100 g 121

Buey magro

100 g 116

Buey picado magro

100 g 184
Caballa, filete

100 g 204

Calamares rebozados congelados

100 g 200

Cerdo magro

100 g 117

Cerdo picado magro

100 g 140

Cerdo, hamburguesa hecha

100 g 350

Cerdo, salchicha hecha

100 g 319

Chorizo

100 g 451

Conejo deshuesado
100 g 137

Cordero estofado

100 g 175

Cordero, costillas

100 g 260

Cordero, hamburguesa hecha

100 g 267

Cordero, lomo

100 g 231

Cordero, picado y magro

100 g 235

Cordero, salchichas

100 g 260

Edamame sin vaina

100 g 117
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Frutos secos, almendra entera

100 g 613

Frutos secos, almendra molida

100 g 618

Frutos secos, anacardos

100 g 583

Frutos secos, avellanas

100 g 660

Frutos secos, cacahuetes sin sal y sin cáscara 100 g 561

Frutos secos, nueces sin cáscara

100 g 693

Frutos secos, pistachos sin cáscara

100 g 584

Frutos secos, variados y sin sal


100 g 661

Gambas peladas

100 g

69

Garbanzos secos

100 g 320

Halibut, filete

100 g 100

Hamburguesa de buey, cocinada

100 g 283

Hamburguesa vegetariana

100 g 137

Hígado de pollo

100 g 122

Huevos, claras
100 g 50

Huevos duros

100 g 154

Huevos en tortilla

100 g 173

Huevos fritos

100 g 177

Huevos pochados

100 g 145

Huevos revueltos

100 g 155

Hummus

100 g 303

Jamón envasado cortado

100 g 118
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Jamón sin grasa

100 g 104

Lenguado, filete

100 g 78

Lentejas amarillas

100 g 334

Lentejas marrones

100 g 297

Lentejas rojas

100 g 327

Lentejas verdes

100 g 316

Lubina, filete

100 g 133
Mantequilla de cacahuete al natural

100 g 621

Mejillones

100 g 92

Miso

100 g 131

Pato, pechuga sin piel

100 g 92

Pavo, filete de pechuga sin piel

100 g 103

Pescado blanco al vapor, filete

100 g 83

Pescado empanado congelado, filete 100 g 213

Pescado rebozado congelado, filete

100 g 229
Pollo, muslo sin piel

100 g 163

Pollo, pechuga sin piel

100 g 105

Salami

100 g 352

Salchicha vegetariana

100 g 114

Salmón, filete de piscifactoría

100 g 215

Salmón rosa enlatado en agua

100 g 131

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Sardinas enlatadas en agua

100 g 179
Sardinas frescas

100 g 165

Semillas de calabaza sin cáscara 100 g 590

Semillas de cáñamo

100 g 437

Semillas de chía

100 g 422

Semillas de girasol

100 g 591

Semillas de lino

100 g 495

Semillas de sésamo

100 g 616

Tahini (mantequilla de sésamo)

100 g 658
Tempeh

100 g 172

Tofu

100 g

70

Vieiras

100 g

83

LÁCTEOS Y SUSTITUTOS LÁCTEOS

Leche al 1% de grasa

100 ml 41

Leche al 2% de grasa

100 ml 50

Leche de almendras

100 ml 24
Leche de arroz

100 ml 46

Leche de cabra entera

100 ml 61

Leche de soja

100 ml 42

Leche descremada

100 ml 35

Leche entera

100 ml 64

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Nata ácida baja en grasa

100 ml 137

Nata ácida entera

100 ml 214
Nata fresca

100 ml 350

100

Nata montada

368

ml

Queso azul de leche de oveja

100 g 368

Queso cheddar bajo en grasa

100 g 263

Queso cheddar normal

100 g 410

Queso cremoso bajo en grasa

100 g 111

Queso cremoso con grasa


100 g 245

Queso cremoso muy bajo en grasa

100 g 109

Queso de cabra fresco

100 g 324

Queso feta

100 g 276

Queso parmesano rallado

100 g 389

Queso ricota de oveja

100 g 134

Requesón bajo en grasa

100 g

72

Yogur bajo en grasa natural


100 g

66

Yogur de frutas

100 g

94

Yogur griego natural

100 g 132

HIERBAS Y ESPECIAS

Albahaca fresca

1g

Azafrán, hebras

1g

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Azúcar blanco

100 g 385

Azúcar integral

100 g 375

Canela en polvo

1g

Cilantro fresco

1g

Citronela fresca

1g

Clavo en polvo

1g
3

Comino en polvo

1g

Cúrcuma en polvo

1g

Estragón fresco

1g

Jengibre en polvo

1g

Menta fresca

1g
0

Nuez moscada en polvo

1g

Orégano seco

1g

Perejil fresco

1g

Pimentón

1g

Pimienta en polvo

1g
3

Romero fresco

1g

Salvia seca

1g

Tomillo seco

1g

Vainilla vaina

1g

SOPAS

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Buey

100

ml

Caldo de pollo y de verduras

100 g

36

Cebolla

100 g

45

100

Crema de champiñones con leche baja en grasa

233

ml

100
Langosta

125

ml

Miso

100 g

22

Pescado con leche

100 g

53

Pho de buey con fideos (plato oriental)

100 g

66

Pollo y fideos

100 g

35
Puerro y patata

100 g

53

Tomate preparado con agua

100 g

35

Tomate y albahaca

100 g

40

Verduras

100 g

45

CONDIMENTOS Y SALSAS

Aceitunas negras sin hueso

100 g
154

Alcaparras escurridas

100 g

32

100

Aliño de ensalada, aceite de oliva y limón

439

ml

100

Aliño de ensalada francés bajo en grasa

58

ml

100

Aliño para ensalada balsámico normal

209
ml

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100

Aliño para ensalada césar bajo en grasa

120

ml

Arce, sirope

100 g

265

Cebollitas en vinagre

100 g

36

Chutney de tomate

100 g

141
Encurtidos variados escurridos

100 g

20

Jalapeños encurtidos

100 g

18

Kétchup

100 g

102

100

Mayonesa light

327

ml

100

Mayonesa normal
600

ml

100

Mayonesa sin grasa

87

ml

Mermelada de fresa

100 g

258

Mermelada de naranja amarga

100 g

266

Miel

100 g

334
Mostaza con grano entero

100 g

159

Mostaza de Dijon

100 g

160

Mostaza inglesa preparada

100 g

167

Nutella

100 g

529

Pasta de tamarindo

100 g

142
Pepinillos

100 g

38

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Pepinillos en vinagre

100 g

34

Pesto preparado

100 g

431

100

Salsa barbacoa

353

ml

Salsa caramelo
100 g

389

Salsa de arándanos rojos

100 g

192

Salsa de chocolate

100 g

367

100

Salsa de soja

105

ml

Salsa de tomate

100 g

68
Salsa de tomate y albahaca para pasta

100 g

60

Salsa de verduras para pasta

100 g

50

Salsa holandesa

100 g

239

Salsa para la carne preparada

100 g

45

Salsa tártara

100 g

358
100

Salsa Worcestershire

115

ml

Sirope de agave

100 g

296

100

Sriracha (salsa picante tailandesa)

98

ml

100

Vinagre balsámico

138

ml
100

Vinagre blanco

22

ml

100

Vinagre de vino negro

23

ml

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GRASAS Y ACEITES

100

Aceite de cáñamo

837

ml

100
Aceite de colza

825

ml

100

Aceite de girasol

828

ml

100

Aceite de linaza

813

ml

100

Aceite de maíz

829

ml
100

Aceite de oliva

823

ml

Aceite de oliva en aerosol

100 g

543

100

Aceite vegetal

827

ml

Manteca de cerdo

100 g

899

Mantequilla
100 g

739

Margarina

100 g

735

Margarina vegetal

100 g

900

BEBIDAS

100

Agua con gas

ml

100

Agua de coco
20

ml

100

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ml

100

Batido de leche y fresa

67

ml

100

Café con leche al 2% de grasa

ml

100

Café solo
0

ml

100

Capuchino con leche descremada

22

ml

100

Capuchino con leche entera

37

ml

100

Cerveza ámbar

47

ml

100
Cerveza lager

43

ml

100

Champán

76

ml

100

Chocolate caliente bajo en calorías hecho con agua

19

ml

100

Chocolate caliente hecho con agua

59

ml
100

Coca-Cola

43

ml

100

Coca-Cola light

ml

100

Espresso

ml

100

Gin-tonic

70
ml

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100

Ginger ale

ml

34

100

Infusiones de hierbas

ml

100

Latte con leche descremada

29

ml

100
Latte con leche entera

54

ml

100

Limonada

47

ml

100

Macchiato con leche descremada

26

ml

100

Macchiato con leche entera

30

ml
100

Sprite

44

ml

100

Té con leche al 2% de grasa

70

ml

100

Té negro

ml

100

Té verde

0
ml

100

Vino blanco seco

66

ml

100

Vino tinto

68

ml

100

Vodka con tónica

71

ml

100

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100

Zumo de manzana

44

ml

100

Zumo de naranja

42

ml

100

Zumo de pera y manzana

43

ml

Zumos de hierba de trigo congelado

100 g

17
TENTEMPIÉS

Cacahuetes secos tostados y sin sal

100 g

581

Cacahuetes tostados con sal

100 g

621

Chips de verduras

100 g

502

Frutos secos variados tostados con sal

100 g

667

Hummus

100 g
303

Palitos de queso

100 g

520

Palomitas de maíz hechas con aceite al microondas

100 g

535

Palomitas de maíz hechas sin aceite

100 g

385

Patatas chips

100 g

529

Patatas fritas

100 g
260

Pizza de tomate y queso

100 g

258

Puré cremoso de berenjena asada (Mutabal, Oriente


Medio)

100 g

102

Puré cremoso de pimiento rojo (Muhammara, Oriente


Medio)

100 g

235

Sándwich de atún y ensalada

100 g

221

Sándwich de huevo y berros


100 g

232

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Sándwich de jamón y queso

100 g

288

Sándwich de queso y chutney

100 g

228

Taramasalata (puré cremoso de huevas de pescado, plato


mediterráneo)

100 g

516

Tzatziki (puré de yogur, ajo y pepino, plato mediterráneo)

100 g
137

DULCES Y POSTRES

Baklava (pastelito de hojaldre, miel y frutos secos)

100 g

498

Bizcocho de canela y pasas

100 g

280

Bizcocho de limón

100 g

366

Brownie (bizcocho de chocolate inglés)

100 g

419

Caramelos de menta (Altoids Strong Mints)


100 g

395

Caramelos toffe

100 g

459

Chicle normal

1 tira

11

Chicle sin azúcar

pieza

Chocolate blanco

100 g

567
Chocolate Cadbury con leche

100 g

525

Chocolate con leche

100 g

549

Chocolate Green and Black’s al 70% de cacao

100 g

575

Chocolate Green and Black’s al 85% de cacao 100 g 630

Chocolate Lindt al 70% de cacao

100 g 540

Chocolate negro

100 g 547

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Coco seco endulzado

100 g 466

Coco seco sin azúcar

100 g 632

Cruasán de chocolate

100 g 433

Galletas con pepitas de chocolate

100 g 499

Galletas de avena y pasas

100 g 445

Helado de vainilla normal

100 g 190

Jengibre confitado

100 g 351

Malvaviscos (nubes)
100 g 338

Mousse de chocolate

100 g 174

Muffins de arándanos (magdalena inglesa)

100 g 387

Palitos de regaliz

100 g 325

Palomitas de maíz dulces

100 g 427

Pasas recubiertas de chocolate con leche

100 g 418

Pastel de chocolate glaseado

100 g 414

Pastel de manzana

100 g 262
Pastel de zanahoria glaseado

100 g 359

Scone de mantequilla solo (bollito inglés)

100 g 366

Sherbet de limón

100 g 390

Shortbread cookies

100 g 523

Sorbete de limón

100 g 118

Tarta de manzana francesa

100 g 265

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Tiramisú

100 g 263
Yogur con pasas

100 g 447

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Agradecimientos

Este libro no habría sido posible sin todos los científicos


que han dedicado su

tiempo a sus investigaciones. Entre ellos se encuentran el


doctor Luigi

Fontana de la Facultad de Medicina de la Universidad de


Washington; el

profesor Mark Mattson, del Instituto Nacional para el


Envejecimiento; la

doctora Krista Varady, de la Universidad de Illinois en


Chicago y el profesor

Valter Longo, director del Instituto para la Longevidad de


la Universidad del

Sur de California.

Mi más sincero agradecimiento a Aidan Laverty, editor


del programa

Horizon de la BBC, que me indicó el camino hacia el


nuevo mundo para

valientes del ayuno intermitente y a todo el equipo de


producción, pero

especialmente a Kate Dart y Roshan Samarasinghe.


También quiero expresar

mi agradecimiento a Janice Hadlow, por haber tenido el


valor de ponerme

delante de la cámara y darme la oportunidad de conocer


cosas nuevas.

Gracias a Nicola Jeal, de The Times, por su constante


ingeniosidad y

apoyo.

Nuestro agradecimiento a Rebecca Nicolson, Aurea


Carpenter y Emmie

Francis, de Short Books, por todo su arduo trabajo y por


darse cuenta

enseguida del potencial de cambio de La Dieta de los Dos


Días.

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Sobre los autores

El doctor Michael Mosley se graduó en Ciencias


Políticas, Filosofía y

Económicas en la Universidad de Oxford antes de


formarse como médico en

el Hospital Royal Free de Londres. Tras superar su


examen de medicina, se

incorporó a la British Broadcasting Corporation (BBC)


como productor de

televisión. Ha realizado numerosos documentales


científicos e históricos que

han sido galardonados, para la BBC, el Discovery


Channel, TLC y PBS. Entre

ellos se encuentra la serie nominada a los Emmy The


Human Face, con John

Cleese y Liz Hurley, el documental ganador de un Emmy


Pompeii: The Last
Day, y el nominado para un Emmy Supervolcano. También
colaboró en la

producción del Discovery Channel de la película


ganadora de un Emmy

Global Warming: What You Need to Know.

El documental Eat, Fast, Live Longer, del doctor Mosley,


que ha inspirado

este libro, se emitirá en la PBS en abril de 2013, en el


contexto de una nueva

serie de sus documentales. Sus contribuciones a


programas dedicados a la

medicina le han valido para obtener su galardón de


Periodista Médico del

Año otorgado por la Asociación de Médicos Británica.

Mimi Spencer es periodista y escritora. Hace más de


veinte años que escribe

artículos para periódicos y revistas británicos, entre los


que se encuentran The

Observer, The Times, Vogue y Harper’s Bazaar. Cuando


era editora de moda

del London Evening Standard, en el año 2000, recibió el


galardón de

Periodista Británica del Año Especializada en Moda,


además siguió

escribiendo artículos semanalmente para ES Magazine.


Tiene su propia

columna en el Mail on Sunday desde hace más de una


década, y cada semana

escribe sobre moda, belleza, alimentación, estilo de vida,


dieta y cuerpo para

más de tres millones de lectoras. En 2009, debido a su


interés personal y

profesional en las actitudes femeninas respecto a


adelgazar, escribió 101

Things to Do Before You Diet. Actualmente, escribe sobre


temas relacionados

con las mujeres y el estilo de vida para el Saturday Times,


Marie Claire, Red y
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otras publicaciones. Vive en Brighton, en la costa sur de


Inglaterra, con su

esposo y dos hijos.

Para más información visite www.thefastdiet.co.uk.

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http://www.edicionesurano.com

http://www.facebook.com/mundourano

http://www.twitter.com/ediciones_urano

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Portadilla
Créditos
Dedicatoria
Contenido
Introducción
1. La ciencia del ayuno
2. La Dieta de los Dos Días en la práctica
3. Menús
Menús de 500 calorías al día
Menús de 600 calorías al día
Historias personales
Notas de agradecimiento
Contador de calorías
Agradecimientos
Sobre los autores
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Créditos
Dedicatoria
Contenido
Introducción
1. La ciencia del ayuno
2. La Dieta de los Dos Días en la práctica
3. Menús
Menús de 500 calorías al día
Menús de 600 calorías al día
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