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NOMBRE: LAUREANO PETRO MIRANDA

DERECHO

SEGUNDO SEMESTRE

SABATINO

ENSAYO: BREVEDAD, DIAFANIDAD, CORTESÍA, AMENIDAD

BREVEDAD: El término 'breve' pertenece al grupo de los adjetivos y deriva del latín

brevis. Esta palabra, como sabrán muchos de ustedes, permite hacer referencia a algo

de extensión o duración corta. Una cosa breve, por lo tanto, se caracteriza por su

carácter limitado y resumido ya sea en relación al tiempo y/o espacio.

La comunicación, entendida como el acto de expresar y conectar, desde lo que

llamamos emisor, información sobre nosotros y/o sobre una situación, al que

llamamos receptor, constituye un proceso que, siendo indispensable para el ser

humano, alcanza una importancia muy significativa para nosotros los abogado. Ello es

lógico, pues a través de la palabra desarrollamos las actividades esenciales de nuestras

funciones de consejo jurídico, intermediación y defensa ante los tribunales.

Considerando lo antes mencionado es importante rescatar la importancia de ser breve

y puntualizar en todo ejercicio de expresión oral, en la aplicación de derecho, y en

cualquier ámbito donde nos desarrollemos como ser humano.


DIAFANIDAD:

Falta de ocultación en las acciones y palabras admiro la diafanidad de su comportamie

nto. Claridad, Sinceridad.

Siendo la sinceridad, la transparencia y la claridad valores que se adquieren desde la

formación base de todo ser humano, es de gran importancia ejercer las mismas

durante cualquier toma de decisión, ya sea personal, familiar y/o laboral.

Cualquier ser humano que sea honesto, sinceros, transparente, puede actuar con

justicia, actuando con rectitud, lealtad, diligencia y veracidad son virtudes que deben

adornar cualquier actuación como persona y como abogado. Cabe destacar que esta

cualidad es la causa que genera la base sólida de las relaciones de confianza entre el

Abogado-Cliente y la base del honor y la dignidad de la profesión. El Abogado debe

actuar siempre de manera honesta y diligentemente, con competencia, con lealtad al

cliente, respeto a la parte contraria, guardando secreto de cuanto conociere por razón

de su profesión".

La trasparencia, honestidad y sinceridad son valores que nos permiten cada día ser

mejores personas y mejores profesionales, y especialmente en el ámbito jurídico

donde cada uno de nosotros debemos actuar con justicia y rectitud.


CORTESÍA: La cortesía es un comportamiento humano ajustado a la solidaridad,

el respeto y las buenas costumbres; en la mejor expresión, es el uso práctico de las

normas de etiqueta de una sociedad dada. Porque es un fenómeno cultural definido y

lo que se considera cortés en una cultura puede a menudo ser absolutamente grosero

o simplemente extraño en otra. Su etimología proviene de corte, ya que el

comportamiento ante el rey y la jerarquía nobiliaria medieval estaba rigurosamente

controlado.

El abogado debe rendir pleitesía a su propia dignidad. Para poder exigir el respeto a los

demás, el abogado debe empezar por respetarse a sí mismo, y esto lo logrará si

establece como norma de su vida el principio de no dañar jamás al prójimo.

Mediante esta habilidad y práctica, que de hecho para lograrlo el abogado debe ser

humilde y sencillo, logramos crear ambientes favorables de seguridad y confianza,

generamos empatía, fortalecemos relaciones y cada día podemos ser mejores

personas. Como abogado y como profesional de cualquier otra disciplina esta cualidad

nos ayuda para lograr generar y fortalecer relaciones interpersonales, ambientes social

e incluso en la comunidad. Esta cualidad nos ayuda a demostrar ante cualquier

episodio de ejecución y desarrollo laboral de lo referente a derecho, lo confortable,

agradable y tranquilamente que podemos liderar nuestro saber, hablar, emociones,

entre otro.
AMENIDAD: Grato, placentero, deleitable por su frondosidad y hermosura. Dícese de

campos, valles, jardines, etc., y también, en sentido figurado, de las personas, de las

obras de ingenio, y de otras cosas.

El discurso oratorio debe ser ameno y atrayente para el receptor. Para ello deberá

estar bien construido, bien argumentado, centrado en el análisis de los hechos y su

valoración, pero, con esto no basta, pues el orador deberá emplear los recursos

comunicativos adecuados para transmitir el mensaje de forma elocuente, empleando

las técnicas de comunicación oral y no oral. A todo ello añadiremos la prohibición

tácita de no leer el informe, pues en tal caso el aburrimiento y consiguiente falta de

atención queda garantizada.

Como abogados debemos tener la capacidad oratoria de persuadir y atraer a los

oyentes o receptor, por tal razón debemos tener muy claro la idea, las palabras, el

conocimiento que deseamos transmitir ante un auditorio, en el juzgado, en una sala

de audiencia, etc.

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