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La selva latinoamericana: Personaje y escenario

Por Ivanna Versalovic Campbell

Sin lugar a duda la Selva ha sido una temática recurrente en la escritura latinoamericana y
que ha forjado una identidad con la cual gran parte de las personas que habitamos este
espacio nos podemos identificar. No solo por lo vivido, sino también por lo que representa,
una esperanza mas allá de este mundo capitalista y citadino que amenaza año a año con su
extinción y de todo lo que habita en aquellos espacios.
La lluvia, el sereno, la humedad, el sonido, la calma que no es ausencia sino mas bien, una
expresión de la vida que inunda cada uno de los espacios de la selva de américa del sur
extendida en casi todos los espacios que la componen. Este ha sido el lugar de historia y
vivencias, de batallones, de amores trágicos y otros no tanto, de costumbres, de pertenencia
a una identidad cada día mas alejada, como también, ha sido el protagonista de lucha,
fortaleza, misterio, defensa y rebelión.
En este sentido, es recurrente ver este espacio casi solemne en las obras literarias de un
sinnúmero de autores por lo que representan en el imaginario de quienes nos identificamos
como latinos. Así, por ejemplo, podemos verlo en la escritura de Gabriel García Márquez,
quien, en varios de sus trabajos, a parte de su forma particular de expresar, podemos ver no
solo una variedad de personajes, sino también, su forma de describir y de hacer presente a
la Selva como una constante, describiendo cada uno de sus movimientos, haciéndola parte
de la narración ¿No es así que cada vez que leemos algún libro de su autoría y sentimos la
humedad del ambiente, la lluvia que te azota implacablemente, el zumbido de los insectos?
En conjunto con esto también tenemos la descripción hecha por Horacio Quiroga, quien de
una forma mas oscura tempranamente optó por hacer alarde de una forma muy distinta de
narrativa al resto de la tendencia narrativa europea, la cual fue asociada a la crítica literaria
ecológica. De esta manera, el autor se basa en sus vivencias en Misiones 1, tratando de tener
concordancia con los ritmos de la naturaleza y el medioambiente, como lo es en el caso de
los cuentos de la selva. En esta obra, Quiroga relata historias a través de animales,
dotándolos de características humanas, escribiendo sobre la forma de relacionarse de entre
ellos y el medio en que viven.
Pero este mágico lugar, no es solo un escenario donde se sitúan nuestros personajes
favoritos como Pantaleón Pantoja2 o Fermina Daza3. Sino que también, podemos ver como
se le ha dado a la Selva una importancia que va mas allá de un sitio del suceso o contexto
en el cual nuestros protagonistas se desarrollan, sino que interactúan con este, ya sea por la
amenaza que este representa – el infierno verde – o por la representación que le dan por
ejemplo los pueblos indígenas en sus relatos como un ser viviente, pensante, sintiente, con
el que interactúan constantemente en una relación próxima y de dependencia.
De esta forma, es como se ha mostrado, por ejemplo, en la vorágine de José Eustaquio
Rivera, quien representa a este medio como un monstruo vegetal quien devora a quienes se
atreven a atacarlo o adentrarse en el sin conocimiento. Aquí la Selva es santa y perdición,
1
Pueblo colombiano en el cuál el autor tuvo la gran parte de las vivencias que lo llevaron a escribir su obra.
2
Pantaleón y las visitadoras. Mario Vargas Llosa. 1973
3
Amor en los tiempos del Colera. Gabriel García Márquez. 1985
dentro de la cual, se pueden extraer grandes riquezas, pero también, como se ve desde la
avaricia de los caucheros puede resultar en la muerte de los malaventurados que osen
enfrentársele. En este sentido, podemos destacar el siguiente párrafo:
“¡Déjame huir, oh, selva, de tus enfermizas penumbras, formadas con el hálito de los seres
que agonizaron en el abandono de tu majestad! ¡Tú misma pareces un cementerio enorme
donde te pudres y resucitas! ¡Quiero volver a las regiones donde el secreto no aterra a
nadie, donde es imposible la esclavitud, donde la vista no tiene obstáculo y se encumbra el
espíritu en la luz libre! (…) ¡Déjame tomar a la tierra de donde vine para desandar esa
ruta de lágrimas y sangre que recorrí en nefando día, cuando tras la huella de una mujer
me arrastré por montes y desiertos, en busca de la Venganza, diosa implacable que sólo
sonríe tras las tumbas!”
Así como lo expresa el párrafo anterior, la representación de la Selva en la obra de Rivera,
no es una pantalla verde en la cual, los personajes se posicionan y desarrollan su historia
con el resto en un espacio vacío e inerte. Sino mas bien, la naturaleza aquí es dotada de
personalidad, ya sea denominándola una deidad, la diosa que entrega riqueza y que es
superior al hombre, como también, la impostergable muerte, esperando paciente a que
alguno de los personajes caiga en sus redes para terminar con sus aspiraciones. De esta
forma, el bosque forma parte importante del relato, condicionando la historia y en este caso
particular, siendo además una especie de antagonista que es capaz incluso de poner fin a la
participación de algunos de los protagonistas de la historia.
Como consecuencia de lo anterior, tenemos como rasgo característico es que esta sea tan
peligrosa y agresiva como la pintan quienes la temen sin conocerla bien y muestra que los
riesgos más serios no proceden de la espesura selvática sino de la violencia impune en la
que se ven envueltos los los hombres blancos civlizados, empresarios y colonos que llegan
a ella con la expectativa de hacer fortuna. Situación que en la realidad mas contemporánea,
es una expresión pura de lo que sucede en teritorios de alta deforestación en países como
Brasil o Perú, pero que en respuesta a la violencia no encontramos sino un grito de auxilio
constante tanto de la flora y fauna perteneciente, como de los pueblos que lo habitan y
quienes se han dedicado a su protección.

Es así como llegamos a otra visión de la Selva, pero esta vez una más frágil frente al asedio
neocolonial y prácticas extractivistas. Un bosque sometido a un peligro inminente y
necesitado de cuidados y protección constante frente al asedio de la avaricia del ser
humano. Si bien, la sobreexplotación de la naturaleza y sus recursos es algo que ha sido
permanente en nuestra historia, por la tala de bosque nativo y el asentamiento de centros
urbanos, su explotación masiva ha sido un elemento relativamente reciente y que nos tiene
en una situación de urgencia ante los catastróficos pronósticos globales de la conservación
del medioambiente.

Ante tal amenaza, es procedente preguntarse ¿cuántas historias morirán con la próxima
extinción de la naturaleza? La literatura es una forma de plasmar la identidad de los pueblos
y su valor, así como en nuestro imaginario no podemos pensar en Sudamérica sin su
inhospita Selva transversal, qué pasara con nosotros ante su eventual desaparición. Creo
que es importante reconocernos fuera del individuo como seres habitantes y coexistentes
del personaje selvático, para así reconocer en el no solo, lo inhospito, lo salvaje, sino lo
colectivo.

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