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Simón Andrés Vargas Friedli - 201823256

Prof. a Claudia Lucía Montilla Vargas

Literatura Colombiana 3: Siglo XX

6 de marzo del 2020

Masculinidad de un Toro Colérico

En La Vorágine, José Eustasio Rivera hace una indagación espectacular sobre los

alcances de la novela regionalista a través de los ojos de Arturo Cova. Parte de la magia que se

puede sentir a través de toda la novela es aportada por la presentación de la grandiosa naturaleza

que viene de la perspectiva del poeta. Es además una posición que va cambiando a medida que la

travesía se va adentrando a la selva, demostrando dos caras diferentes del paisaje colombiano. La

diferencia entre la amplitud majestuosa del llano y la densa claustrofobia dentro de la selva juega

un papel altamente importante en la trama y en el estado mental de los personajes, en los cuales

se observa una clara degeneración que apunta hacia la locura.

Por supuesto, es una transición que no se ve exclusivamente representada en la narración.

Hay un episodio que es altamente importante para marcar una fuerte transición entre lo que había

sido la naturaleza del llano y la de la selva que estaría por llegar. Se trata de lo que acontece

llegando al final de la primera parte con el toro que se resiste a los avances de los hombres. Un

“[…] macho desafiador que empinaba la cornamenta para amedrentar la cabalgata.” (Rivera, p.

101) sería la puntuación para dar a entender que las reglas de juego no serían las mismas a partir

del adentramiento en la jungla.

Es importante, desde luego, la figura de esta primera oposición natural como un toro,

dada la relación de estos con el humano. El bovino es por excelencia el representante de la

naturaleza subyugada a la voluntad del hombre. Siendo un ser introducido forzosamente al


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ecosistema, su existencia está completamente mediada por la actividad humana que los engendra

y los considera pertenencia. Son animales que se verían fácilmente controlados y manejados

después de ser domados.

El encuentro con el toro es, además de un enfrentamiento entre naturaleza y hombre, una

oposición de las masculinidades excesivas que caracterizan a los hombres de la novela.

Precisamente en una exhibición de estas características, a través de un enfrentamiento entre

vaquero y vacuno, es que se establece el dominio del hombre sobre el toro, después de penetrar y

hendirle una soga a través de la nariz al bovino. El peligro se da cuando Cova se ve arrastrado a

uno de estos enfrentamientos con un toro especialmente vigoroso, lo cual rápidamente se le sale

de las manos por su inexperiencia. Después de perder un caballo y ser socorrido por Franco y

Millán, el toro iracundo decapitaría al segundo antes de ser asesinado a balazos por el primero.

La brutal tragedia marca el final del primer capítulo indicando múltiples cosas al mismo

tiempo. Primariamente está una suerte de resistencia que de aquí en adelante posará la

naturaleza, a pesar de ya estar subyugada por el humano. Es algo que se verá aún más en la

jungla cuando el camino se vuelva más laberíntico por cuenta de la intervención de los

caucheros. Por el otro lado está un recordatorio de algo que siempre persigue a Cova; su

deficiencia como ‘macho’, especialmente al estar contrapuesto con las destrezas de los vaqueros,

poniéndolo en una posición de desventaja ante los otros personajes y la misma naturaleza. Son

estas dos dificultades las que seguirían atormentando a Cova por el resto de la novela, al

adentrarse a la selva.
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Trabajos citados

Rivera, José E. La Vorágine. Bogotá: Círculo de Lectores, 1984. Impreso.

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