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GERARDO BOTERO ZULUAGA

Magistrado ponente

SL5074-2020
Radicación n.° 66156
Acta 46

Bogotá, D. C., nueve (09) de diciembre de dos mil


veinte (2020).

Decide la Sala el recurso de casación interpuesto por


POSITIVA COMPAÑÍA DE SEGUROS S.A. contra la
sentencia proferida por la Sala de Descongestión Laboral
del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Medellín, el 31
de enero de 2014, en el proceso que le instauró ADELFA
DEL CARMEN ISAZA ZAPATA.

I. ANTECEDENTES

La accionante llamó a juicio a la aseguradora


demandada con el fin de que se declare que la muerte del
señor Élver Fernando Zapata Isaza tuvo origen en un
accidente de trabajo; como consecuencia de lo anterior,
solicitó en su condición de madre y causahabiente del
trabajador fallecido, el reconocimiento de la pensión de
sobrevivientes del sistema de riesgos profesionales desde el
9 de abril de 2005, las primas semestrales de junio y

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diciembre desde junio de 2005, con los reajustes anuales,


intereses moratorios y la indexación de las sumas
adeudadas (fs. 91 y 92).

Fundamentó sus peticiones, en que el 9 de abril de


2005, en el corregimiento de Puerto Valdivia del municipio
de Valdivia, Antioquia, el señor Élver Zapata Isaza falleció
como consecuencia de un accidente de trabajo cuando
laboraba como auxiliar de conductor del bus «Señor
Salvador Eliecer Pineda Henao de placas TMB508», al
servicio de la Cooperativa Norteña de Trasportadores,
COONORTE LTDA, vehículo que era de propiedad de Óscar
Javier Zuluaga Gómez, en esa época.

Informó, que el causante se encontraba afiliado a la


administradora de riesgos profesionales del ISS, como
«auxiliar conductor» al servicio de COONORTE LTDA., a la
EPS Salud Total y, en materia pensional, a la AFP
PORVENIR. El empleador era Juan Gonzalo Ochoa, quien
cumplió con todos los pagos al sistema de riesgos laborales.
El salario base de cotización fue $381.500 equivalente al
mínimo legal a la época del accidente; que al momento del
infortunio, el trabajador no tenía hijos, ni cónyuge o
compañera permanente, y que ella dependía
económicamente de él.

Refirió, que en el informe de accidente de trabajo, se


dejó anotado que el afiliado «se cayó de un bus de Coonorte
y lo pisó con llantas traseras». Con base en el formato de
accidente, manifestó que el causante tenía 11 días de
antigüedad en la empresa. Presentó reclamación por los

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derechos laborales como madre y causahabiente ante


COONORTE LTDA. el 8 de abril de 2008, pero esta le
manifestó que el señor Zapata nunca tuvo contrato de
trabajo con la cooperativa.

Sostuvo, que el 1 de septiembre de 2008, se realizó la


cesión de activos, pasivos y contratos a título oneroso de la
ARP del ISS a La Previsora S.A. y, en noviembre del citado
año, fue creada la compañía de seguros POSITIVA S.A.; que
a la fecha de la presentación de la demanda, la enjuiciada
no ha definido el derecho del trabajador fallecido o de su
causahabiente, ni ha realizado procedimiento previo alguno
para pagar las prestaciones económicas correspondientes,
no obstante que le fuera tutelado el derecho de petición, (fs.
2 a 23).

Al dar respuesta a la demanda, la parte accionada se


opuso a las pretensiones por considerar que el accidente
fue de origen común y, en cuanto a los hechos, no los
aceptó. Respecto de la afiliación del causante, manifestó
que, ante la ARP del ISS, se registró una afiliación en
agosto/2010 con fecha 1 de abril de 2005, por parte del
empleador Juan Gonzalo Ochoa y que no aparecía reporte
de pagos de tal afiliación, la que considera fue retroactiva
razón por la que sostiene que no es válida, porque para
aceptarla, se requiere prueba de que se hayan efectuado
pagos por el empleador por los ciclos que correspondan a la
fecha de la afiliación, 1/04/05; no obstante, en la base de
datos no había registro de esa información, y el Sr. Ochoa
falleció el 12 de agosto de 2006, (fs. 3 al 18). Como

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excepciones de fondo, propuso las de inexistencia de la


obligación y prescripción.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Segundo Adjunto al Quinto Laboral del


Circuito de Medellín, mediante fallo de 6 de mayo de 2011,
condenó al reconocimiento del retroactivo pensional en la
suma de $33.791.800 a favor de la actora, más los intereses
moratorios del art. 141. A seguir pagando a la demandante,
desde el 1 de mayo de 2011, la pensión de sobrevivientes en
la suma de $535.600. De otra parte, declaró probada
parcialmente la excepción de prescripción.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

La Sala Laboral de Descongestión del Tribunal


Superior del Distrito Judicial de Medellín, al desatar el
recurso de apelación interpuesto por la enjuiciada,
mediante fallo de 31 de enero de 2014, confirmó en todas
sus partes el de primera instancia.

En lo que interesa al recurso extraordinario, el


Tribunal consideró, como fundamento de su decisión, que
no era objeto de controversia que el causante falleció el 9 de
abril de 2005, tal como consta en la copia del registro de
defunción de folio 28, ni la calidad de beneficiaria de la
actora, toda vez que entendió que la demandada la había
aceptado al no haber formulado reproche alguno al respecto
en la sustentación del recurso de apelación.

Sobre el argumento de la pasiva que dice que el

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dictamen sobre el origen común de la contingencia


efectuado por la ARP se encontraba en firme al momento de
la presentación de la demanda, el ad quem señaló que esta
afirmación no hacía honor a la verdad. Constató que a folio
103, se podía ver que la notificación por aviso de la
demanda fue recibida el 1 de octubre de 2010; la respuesta
a la demanda fue presentada el 22 de octubre de 2010 y,
ese mismo día, la ARP emitió el dictamen (fs. 123 a 126).
En ese dictamen, el juzgador encontró que le daba al
interesado cinco días hábiles para presentar por escrito su
controversia contra él y que no reposaba la notificación del
dictamen a la accionante.

Con base en lo anterior, el juez plural sostuvo que se


caía de su peso la defensa de la pasiva de que el dictamen
se encontraba en firme al momento de la presentación de la
demanda, pues, para ese entonces, ni siquiera se había
emitido, y porque, cuando fue expedido, no había prueba de
que se le hubiese notificado a la accionante y, por tanto,
esta no tuvo la oportunidad para controvertirlo.

Anotó, que como la calificación que hizo el juez en


relación con el origen del accidente no fue motivo de
apelación, en los términos del artículo 57 de la Ley 2 de
1984, no le era dable hacer pronunciamiento de fondo e
indicar si realmente el juez tiene o no facultad para hacerlo;
añadió que la pasiva negó el reconocimiento pensional
porque los hechos en que falleció el trabajador no
constituían un accidente de trabajo, y frente a este aspecto
el juzgador de primer nivel analizó la normativa relativa al

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tema y los medios de prueba allegados al proceso, y


concluyó que la ARL debía reconocer la pensión.

A renglón seguido, procedió a examinar lo dicho por la


apelante, sobre que el vehículo en que ocurrió el accidente
del trabajador era de propiedad del Sr. Zuluaga Gómez, por
lo que para la ARL, el trabajador estaba realizando una
actividad a favor de un tercero, distinto a la persona que lo
afilió.

Sostuvo, que el sistema de riesgos profesionales


responde a la necesidad de asegurar la eficacia del derecho
a la seguridad social de los trabajadores que, en ejercicio de
su labor, sufren accidentes de trabajo o enfermedades
profesionales que los inhabilitan para el empleo, tema que
se encuentra relacionado con la teoría del riesgo creado por
el empleador, en el cual no se toma en cuenta la culpa de
este, sino que se establece una responsabilidad objetiva,
por cuya virtud resulta obligado a reparar los perjuicios que
sufre el trabajador en el desarrollo de su labor en
actividades de las que el empresario obtiene un beneficio.
De esta forma, si la vida del empleado resulta
comprometida por las contingencias propias de la actividad
que ejecuta, será la ARL a la cual se encuentra afiliado, la
llamada a responder por el riesgo que se presente.

Refirió que el artículo 8 del Decreto 1295 de 1994,


determina como riesgos profesionales el accidente que se
produce como consecuencia directa del trabajo o labor
desempeñada como tal, como lo había dicho el juez de
instancia. Que el precepto 9 ibidem, lo define como todo

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suceso repentino que sobrevenga por causa o con ocasión


del trabajo y que produzca en el trabajador una lesión
orgánica, una perturbación funcional, una invalidez o la
muerte.

Añadió, que las normas en comento establecen como


única condición, que el infortunio sobrevenga por causa del
trabajo; que en parte alguna se condiciona a que el siniestro
ocurra con elementos de propiedad jurídica de quien sea el
empleador. En otras palabras, la única condición que se
predica es que el accidente haya ocurrido como
consecuencia obligada y directa de la clase de trabajo que
se desempeña, o del medio en que se ha visto obligado el
empleado a trabajar, y que haya sido determinada para el
hecho.

Concluyó, que el sistema general de riesgos


profesionales se ocupa de la cobertura de los riesgos
generados por el accidente de trabajo y la enfermedad
profesional; es decir, de los casos de daños a la integridad
biológica del trabajador que ocasionan estados patológicos
derivados de la actividad laboral que ejecuta.

Adujo, que conforme al documento visible a folio 29


del expediente, se acredita que el causante fue afiliado a la
ARP del ISS, hoy Positiva, en calidad de auxiliar de
conductor. En dicho formulario, observó que no estaba
especificado ni hay prueba de que la ARP del ISS haya
ordenado que se detallara en qué vehículos o de propiedad
de quién era (n) en los que el actor trabajaría; que el deceso
del de cujus ocurrió como consecuencia directa de la labor

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que desempeñaba como auxiliar de conductor (fs. 28, 30 y


32, 57 y 131), es decir, en ejercicio de la función para la
cual fue contratado y afiliado a la ARP del ISS. Además, que
el accidente lo reportó quien desempeñaba el cargo de
secretaria del señor Ochoa (fs. 63); con base en lo cual
estableció la relación de causalidad entre la muerte y el
ejercicio del trabajo.

Por último, no aceptó el argumento de que el


trabajador no se encontraba con afiliación vigente en la
ARL. En la «Investigación y Análisis Accidente de Trabajo»
(127-140), prueba que dijo haber sido presentada por la
pasiva, se aprecia que la misma ARL reportó que el fallecido
se encontraba afiliado a ella en riesgos profesionales, lo que
confirma el formulario de inscripción antes relacionado, y
que fue elaborado por el empleador el 1 de abril de 2005, es
decir, cuatro (sic) días antes del siniestro (f. 29).

IV. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por la parte demandada, concedido por el


tribunal y admitido por la Corte, se procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretende la recurrente que la Corte case totalmente la


sentencia del juez de segunda instancia, y, en sede de
instancia, revoque íntegramente la decisión del juzgado,
para que, en reemplazo de lo dejado sin efecto, absuelva a
la sociedad accionada de todas y cada una de las
pretensiones planteadas en su contra en la demanda inicial.

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Con tal propósito formula dos cargos, por la causal


primera de casación laboral, que fueron replicados.

VI. CARGO PRIMERO

La censura acusa a la sentencia de violar


indirectamente, en la modalidad de aplicación indebida, «los
artículos 15 de la Ley 15 de 1959, 22 al 24 del Código
Sustantivo del Trabajo (última norma subrogada por el
artículo 2 de la Ley 50 de 1990), 4, 7, 8, 9, 13, 16, 21 y 34
del Decreto 1295 de 1994 y 1, 11 y 12 de la Ley 776 de
2002, y 12 y 13 de la Ley 797 de 2003, en relación con los
artículos 60, 61 y 145 del Código Procesal del Trabajo y de
la Seguridad Social, 194, 195 y 197 (modificado por el
artículo 1, numeral 94, del Decreto Extraordinario 2282 de
1989) del Código de Procedimiento Civil […]».

Como errores de hecho, enlistó:

1. No dar por demostrado, estándolo, que el accidente de


trabajo ocurrió cuando el señor Zapata Isaza laboraba a
favor de un tercero.

2. Dar por establecido, no estándolo, que existió una relación


de causalidad entre la muerte del afiliado y el ejercicio del
riesgo asegurado.

Señaló, como medio probatorio no estimado por el


tribunal, «la demanda inicial» (fs. 2 al 23).

En la demostración del ataque, sostuvo que el error de


hecho del ad quem es evidente, manifiesto, protuberante,
trascendental y determinante, por cuanto no se valoró el
punto fáctico fundamental: no se determinó qué empresa

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transportadora manejaba el bus en el cual falleció el


afiliado, ni se estableció quién era el propietario de dicho
vehículo.

Consideró, que aunque parezca antitécnico, no es


necesario pronunciarse sobre las evidencias estimadas por
el juez de segunda instancia (fs. 28, 29, 30, 32 al 57, 63 y
131), ni combatir lo que de éstas él concluyó: «que el señor
Élver Fernando Zapata Isaza fue afiliado a la entonces ARP
del Seguro Social para desempeñar la ocupación de auxiliar
de conductor por parte del empleador Juan Gonzalo Ochoa;
que el afiliado falleció cuando se desempeñaba como auxiliar
de conductor y que el accidente de trabajo lo reportó la
secretaria de quien lo afilió».

Manifestó, que la conclusión fáctica a la que arribó el


Tribunal en el sentido de existir una relación de causalidad
entre el fallecimiento y el riesgo asegurado, se rompe de
acuerdo con lo manifestado en la propia demanda inicial,
en sus hechos 1, 3 y 15 (folios 3 y 6 del primer cuaderno del
expediente, respectivamente), la cual no fue estudiada en la
determinación recurrida, lo que tipifica una confesión
judicial espontánea a través de apoderado judicial y habilita
el estudio de la citada prueba.

Arguyó, que su valoración es simple y, de su tenor


literal, surge: «el fallecido desempeñaba la función de
auxiliar de conductor, de ayudante, en un bus conducido por
el señor Salvador Eliécer Pineda Henao; vehículo que estaba
al servicio de la Cooperativa Norteña de Trasportadores
Ltda. -COONORTE LTDA.-, y el automotor era de propiedad

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del señor Óscar Javier Zuluaga Gómez».

Afirmó, que el juez colegiado ignoró la prestación del


servicio personal del fallecido a favor de la mencionada
cooperativa que llevó a que la actora le presentara una
reclamación extrajudicial a ésta para el pago de las
acreencias laborales.

Agregó, que los citados presupuestos encajan dentro


de la descripción típica del artículo 15 de la Ley 15 de 1959,
el cual reprodujo, indicando que ello está en concordancia
con los preceptos 22 al 24 del Código Sustantivo del
Trabajo, última norma subrogada por el 2 de la Ley 50 de
1990.

Expresó, que desde el punto de vista de los hechos, es


absoluta y completamente necesario establecer, en este tipo
de casos, «la propiedad del vehículo de servicio público y la
identidad de la empresa operaria o prestadora del servicio»;
esto, a diferencia de lo argumentado por el juzgador de
alzada en la providencia, al precisar que «si se analizan las
normas en comento, la única condición que se señala es que
el infortunio sobrevenga por causa del trabajo; en parte
alguna se condiciona a que ello ocurra con elementos de
propiedad jurídica de quien sea el empleador […]» (f. 264).

Afirmó, que el artículo 15 de la Ley 15 de 1959,


estableció una presunción de derecho, la cual no admite
prueba en contrario, por lo que era forzoso determinar
quién era el propietario del vehículo de servicio público en
el que perdió la vida el afiliado y a qué empresa de

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transporte pertenecía éste; que esa presunción que opera


respecto del conductor o chofer, y, tratándose de un
auxiliar de éste, de algo «accesorio», necesariamente debe
correr la suerte de lo «principal».

Aseveró, que al estar demostrado que la afiliación al


subsistema de riesgos laborales no se realizó por parte de la
cooperativa que operaba el bus en el cual falleció el
causante, «el riesgo asegurado no tiene ninguna relación de
causalidad con el infortunio laboral sufrido por éste». y, por
lo tanto, su madre no tiene derecho al reconocimiento y
pago de la prestación económica solicitada.

VII. CARGO SEGUNDO

Atacó, el fallo fustigado de violar directamente la ley


sustancial, en la modalidad de «APLICACIÓN INDEBIDA, los
artículos 8 y 9 del Decreto 1295 de 1994, 11 y 12 de la Ley
776 de 2002 y 12 y 13 de la Ley 797 de 2003, lo que
condujo a la INFRACCIÓN DIRECTA de los artículos 15 de
la Ley 15 de 1959 y 22 al 24 del Código Sustantivo del
Trabajo (última norma subrogada por el artículo 20 de la Ley
50 de 1990).

En la demostración de la acusación, dijo que el debate


jurídico consiste en superar la relación de causalidad
simplista establecida por el ad quem; que si bien es cierto el
de cujus fue contratado y afiliado al subsistema de riesgos
laborales para desempeñarse como auxiliar de conductor y
falleció en un accidente de trabajo en el ejercicio de dicha
labor, era necesario ir más allá, lo que implica hacer un

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análisis normativo de acuerdo con el artículo 15 de la Ley


15 de 1959, que transcribió, en concordancia con los
cánones 22 al 24 del Código Sustantivo del Trabajo (última
norma subrogada por el 2 de la Ley 50 de 1990), agregando
que desde un plano estrictamente jurídico, es absoluta y
completamente necesario establecer, en este tipo de casos,
la propiedad del vehículo de servicio público y la identidad
de la empresa prestadora del servicio, acudiendo a idénticos
argumentos a los expuestos en el primer ataque.

Adujo, que el afiliante de Zapata Isaza, señor Juan


Gonzalo Ochoa, ni el juez de segundo grado, podían
pretender que mediante una afiliación del fallecido al
subsistema de riesgos laborales como auxiliar de conductor,
se obtuviera una cobertura general, indeterminada,
omnicomprensiva frente a todo riesgo laboral que pudiera
sufrir el afiliado, independientemente del vehículo en el cual
estuviera, y concretamente de la propiedad del mismo y de
la empresa transportadora que lo manejara (f. 29).

Agregó, que las afiliaciones deben ser concretas,


específicas, circunscribiendo el riesgo asegurado a una
actividad desempeñada a favor de un empleador, no siendo
asegurable una actividad per se, en este caso la de auxiliar
de conductor.

VIII. RÉPLICA

Se opuso a la prosperidad del recurso, considerando


para ello que no se dan lo yerros jurídicos ni fácticos que la
censura denuncia.

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IX. CONSIDERACIONES

Por cuestión de método, se resolverán de manera


conjunta las dos acusaciones, pues aun cuando se dirigen
por distintas vías de violación de la ley, se advierte que el
elenco normativo que conforma la proposición jurídica es
similar, se fundan en argumentos que se complementan
entre sí, y tienen idéntico fin.

Pese a que el primer embate, se enderezó por la senda


de los hechos, no es materia de controversia los siguientes
supuestos fácticos: i) Que el señor Élver Fernando Zapata
Izasa falleció el 9 de abril de 2005, según se desprende de la
copia del registro civil de defunción, en accidente de
tránsito (f. 28), ii) Que dicho infortunio ocurrió cuando este
realizaba la labor de «auxiliar de conductor» en el bus de
placas TMB-508, al servicio de la Cooperativa Norteña de
Transportadores - COONORTE LTDA., vehículo que era de
propiedad del señor Óscar Javier Zuluaga Gómez; y iii) Que
la persona que lo afilió a riesgos laborales y tenía la calidad
de empleador para aquella época, era el señor Juan Gonzalo
Ochoa.

Se recuerda que el Tribunal, como fundamento de su


decisión, sostuvo que el causante fue afiliado a la ARP del
ISS, hoy Positiva S.A., en calidad de auxiliar de conductor;
que en dicho documento no se especificó el vehículo (s) en
que prestaría el servicio, ni propiedad de quien era este,
como tampoco hay prueba de que la ARL haya ordenado

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que esto se detallara; que como su deceso ocurrió como


consecuencia directa de la labor que desempeñaba, en
ejercicio de la función para la cual fue contratado y afiliado,
de donde dedujo la relación de causalidad entre la muerte y
la labor ejecutada.

Por su parte, la recurrente le atribuye a la decisión de


segundo grado yerros fácticos y jurídicos al considerar que
pasó por alto que el accidente sufrido por el trabajador
ocurrió cuando este laboraba al servicio de un tercero, en
un vehículo de propiedad del señor Óscar Javier Zuluaga
Gómez, sin tenerse en cuenta que su empleador y quien lo
afilió fue Juan Gonzalo Ochoa, lo que condujo a establecer
equivocadamente el nexo de causalidad entre lo que originó
el deceso del causante y la actividad laboral por él
desplegada y por la que fue afiliado el señor Zapata Isaza.

Pues bien, desde el punto de vista fáctico, al hacer una


lectura detallada de la demanda inaugural, se observa que
en ella expresamente se manifestó que el empleador del
trabajador fallecido Élver Zapata era el señor Juan Gonzalo
Ochoa; que el accidente ocurrió el 9 de abril de 2005,
cuando aquel se desempeñaba como auxiliar de conductor
del vehículo de placas TMB-508, el que era conducido por el
señor Salvador Eliécer Pineda al servicio de la empresa
Cooperativa Norteña de Transportadores -COONORTE
LTDA, bus que era de propiedad del señor Óscar Javier
Zuluaga Gómez (Hechos 1 y 3, folio 3).

Pese a que tales aspectos fácticos fueron corroborados

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por el Tribunal, y se encuentran plenamente demostrados,


entre otros, con el documento de folio 29, correspondiente a
la solicitud de afiliación al sistema de riesgos Profesionales,
en donde se señaló que el empleador del señor Élver
Fernando Zapata era Juan Gonzalo Ochoa, se advierte que
el juez colegiado pasó por alto aquella evidencia probatoria
y equivocadamente concluyó que existía «una relación de
causalidad entre la muerte y el ejercicio del trabajo».

Y se dice lo anterior, por cuanto resultaba de


importancia cardinal, para efectos de establecer la
existencia o no de que la muerte del señor Zapata Isaza fue
como consecuencia de un accidente laboral, que aquel
infortunio hubiese ocurrido cuando el trabajador estuviera
laborando al servicio de la persona que lo afilió y tenía la
calidad de empleador, como lo era el señor Juan Gonzalo
Ochoa, según se anunció en el respectivo formulario de
vinculación a la ARL, no siendo suficiente que el empleado
desempeñara idéntica actividad laboral «auxiliar de
conductor», como en últimas lo concluyó en juzgador de
segundo nivel, por cuanto esa labor la ejecutaba no para
quien fungía como su contratante laboralmente y lo vinculó
a riesgos laborales, sino para un tercero, como es lo que se
evidencia de las pruebas arrimadas al informativo.

De tal suerte que, ello no conducía a inferir el nexo de


causalidad entre el hecho que generó el fallecimiento del
señor Élver Fernando Zapata y el riesgo laboral para el que
fue asegurado por parte de Juan Gonzalo Ochoa, en razón a
que ese incidente en el que perdió la vida el trabajador tuvo

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lugar cuando prestaba sus servicios en un vehículo de


propiedad de Zuluaga Gómez; es decir, de un tercero.

Ante tan particular situación, era necesario entonces


ahondar en el análisis que rodeaba aquel accidente de
tránsito en el que perdió la vida el causante, puesto que la
mera coincidencia de ejercer idéntica labor por la que fue
asegurado en el subsistema de riesgos profesionales, no
resultaba suficiente para darle al fatal incidente el
calificativo de ser de origen laboral.

Sobre el particular, debe recordarse que con profusión


esta Sala ha sostenido, que para que exista accidente de
trabajo, debe estar debidamente comprobada esa relación
de causalidad, entre la actividad ejecutada u orden
impartida por parte del empleador, y el hecho generador del
deceso del trabajador; así se dijo en la sentencia CSJ
SL11970-2017, en la que se precisó:

Al respecto, debe recordarse, que para que se presente un


accidente laboral o contingencia de origen profesional, debe
existir una íntima relación de causalidad entre el hecho dañoso y
el servicio o trabajo desempeñado, ya sea de manera directa o
indirecta. Sin embargo, no todo hecho que ocurra en el entorno
laboral, resulta dable calificarlo siempre como tal, por cuanto
pueden existir circunstancias que permitan desligarlo de la
prestación de un servicio subordinado y, por ende, en este último
caso ha de catalogarse como de origen común. (Subrayado fuera
del texto original).

Lo anterior significa que previamente debe estar acreditado


ese nexo causal, entre la muerte y la prestación subordinada del
servicio; y en el evento de encontrarse efectivamente demostrada
dicha relación de causalidad, la Administradora de Riesgos
Profesionales, hoy Laborales, que pretenda liberarse de su
responsabilidad, es a quien le corresponde derruir esa
conexidad. (Subrayado fuera del texto original).

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[…]

De suerte que, para que exista accidente de trabajo, debe


estar debidamente comprobada esa relación de causalidad,
entre la labor desempeñada u orden impartida por parte del
empleador, y el hecho generador de la muerte del trabajador.
(Subrayado fuera del texto original).

Acorde con lo analizado en precedencia, fuerza


concluir entonces, que el juez colegiado incurrió en los
yerros endilgados por la censura, los que dan lugar al
quiebre de la sentencia fustigada.

Sin costas en el recurso extraordinario.

X. SENTENCIA DE INSTANCIA

A más de lo dicho en sede extraordinaria, cabe agregar


que si bien existió un accidente de trabajo en el que perdió
la vida el señor Élver Fernando Zapata Isaza, no es la ARL
Positiva Compañía de Seguros S.A. la llamada a responder
por cuanto el vehículo en cual se produjo el mismo, era de
propiedad de un tercero diferente a aquel que afilió al
trabajador, por lo tanto, el causante no estaba cubierto por
los riesgos laborales que le causaron su muerte, como pasa
a explicarse.

La definición de accidente de trabajo estaba prevista


en el artículo 9 del Decreto 1295 de 1994, vigente para la
época de los hechos, pues la sentencia de la Corte

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Constitucional que lo declaró inexequible C-858, data del


18 de octubre de 2006, cuyos efectos se produjeron a partir
del 21 de junio de 2007; dicha norma rezaba:

Es accidente de trabajo todo suceso repentino que sobrevenga


por causa o con ocasión del trabajo, y que produzca en el
trabajador una lesión orgánica, una perturbación funcional, una
invalidez o la muerte. Es también accidente de trabajo aquel que
se produce durante la ejecución de órdenes del empleador, o
durante la ejecución de una labor bajo su autoridad, aun fuera
del lugar y horas de trabajo. Igualmente se considera accidente
de trabajo el que se produzca durante el traslado de los
trabajadores desde su residencia a los lugares de trabajo o
viceversa, cuando el transporte lo suministre el empleador .

Así, la Sala no encuentra acreditados los presupuestos


normativos que dicha disposición preceptuaba para
configurarse el accidente de trabajo por el que tuviera que
responder la ARL accionada, por cuanto en el sub examine
se echa de menos ese nexo de causalidad entre los hechos
en que perdió la vida el trabajador y la labor para la que fue
asegurado por Juan Gonzalo Ochoa, al no estar
fehacientemente comprobado que el origen del fallecimiento
del causante que ocurrió el 9 de abril de 2005, haya sido a
causa directa del trabajo o la labor desempeñada o por
causa o con ocasión del mismo, pues se itera, aquel
infortunio se produjo cuando Zapata Isaza cumplía labores
como auxiliar de conductor en un vehículo de propiedad de
un tercero, Óscar Javier Zuluaga Gómez, persona
totalmente diferente al empleador que lo afilió al sistema de
riesgos laborales, sin que pueda afirmarse que los móviles
del insuceso hubiesen estado relacionados con el riesgo por
el que fue asegurado por el señor Ochoa.

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Tales aspectos se corroboran con la versión rendida


por el señor Salvador Eliécer Pineda Arbeláez a la Fiscalía
General de la Nación, dentro de la investigación que esa
autoridad adelantó por la muerte de Élver Zapata; dicho
deponente quien era el conductor del bus en el que ocurrió
el accidente de tránsito en el que perdió la vida el causante,
manifestó que este vehículo de placas TMB-508, estaba
afiliado a Coonorte y era de propiedad del señor Óscar
Javier Zuluaga Gómez (fs. 34 a 40), aspecto último que se
corrobora con la tarjeta de propiedad del referido automotor
de servicio público obrante a folio 26 del expediente.

De otra parte, resulta relevante hacer notar que la


señora Luz Dary Cardona Escobar, quien fue la persona
que diligenció el documento denominado «FORMATO ÚNICO
DE REPORTE DE PRESUNTO ACCIDENTE DE TRABAJO», en
su declaración afirmó que el señor Juan Gonzalo Ochoa,
era su jefe, que fue él quien afilió al trabajador fallecido;
que no conoce a Óscar Javier Zuluaga Gómez; y que hizo el
reporte del accidente en el que murió Zapata Isaza porque
la llamaron, pero que no recuerda quien (fs. 213 y 214).

Sobre el particular, llama poderosamente la atención


de la Sala, que pese a no existir duda en cuanto que el
accidente en el que perdió la vida el señor Zapata, ocurrió
en un vehículo de propiedad de Óscar Javier Zuluaga
Gómez, es decir, estando al servicio de este, la señora Luz
Dary, haya diligenciado el formulario del presunto
infortunio laboral, bajo el empleador Juan Gonzalo Ochoa,
esto es, como si aquel hubiese ocurrido cuando el

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trabajador estuviese cumpliendo órdenes o ejerciendo


labores para este último, lo que es contrario a lo acreditado
en juicio.

Lo anterior deja ver que aquel reporte del tantas veces


mencionado incidente que le causó la muerte a Zapata
Isaza no corresponde a la realidad, en tanto que el trágico
evento no aconteció cuando el causante se encontraba
ejecutando alguna actividad de carácter laboral para su
empleador Ochoa, o por orden de este; en otras palabras,
para poderse sostener que existe una responsabilidad
objetiva, se requiere que el siniestro laboral se presente bajo
la subordinación del empresario, bien sea en el sitio de
trabajo o por fuera de este, lo que en el sub lite, se itera, no
ocurrió.

Las razones expuestas, llevan a revocar la sentencia


emitida el seis (6) de mayo de dos mil once (2011), por el
Juzgado Segundo Adjunto al Quinto Laboral del Circuito de
Medellín, y en su lugar, absolver a la ARL Positiva S.A. de
todas las pretensiones incoadas en su contra.

Lo dicho en precedencia, no es óbice para que la


promotora del litigio pueda instaurar la respectiva acción
laboral contra quienes son las personas verdaderamente
responsables y llamadas a responder por la prestación aquí
reclamada.

Las costas de primera instancia, estarán a cargo de la

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parte vencida que lo fue la actora; en segunda instancia no


se causaron.

XI. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley, CASA
la sentencia proferida por la Sala de Descongestión Laboral
del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Medellín, el 31
de enero de 2014, en el proceso que instauró ADELFA DEL
CARMEN ISAZA ZAPATA en contra de POSITIVA
COMPAÑÍA DE SEGUROS S.A.

En sede de instancia, se dispone:

PRIMERO: REVOCAR la sentencia emitida el seis (6)


de mayo de dos mil once (2011), por el Juzgado Segundo
Adjunto al Quinto Laboral del Circuito de Medellín, y en su
lugar, absolver a la ARL POSITIVA COMPAÑÍA DE
SEGUROS S.A. de todas las pretensiones incoadas en su
contra por la señora Adelfa del Carmen Isaza de Zapata.

Costas, como se dijo en la parte motiva.

Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al tribunal de origen.

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LUIS BENEDICTO HERRERA DÍAZ


Presidente de la Sala

GERARDO BOTERO ZULUAGA

CLARA CECILIA DUEÑAS QUEVEDO

IVÁN MAURICIO LENIS GÓMEZ

OMAR ÁNGEL MEJÍA AMADOR

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JORGE LUIS QUIROZ ALEMÁN

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