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Identidad y concepción del YO

La identidad personal o concepción del YO ha sido uno de los más


importantes objetivos de estudio de muchos autores debido a que es uno de los pilares
sobre los que se sostiene la definición de lo humano. David Hume, en la sección VI
de su “Tratado de la naturaleza humana”, analiza y define este problema.
En dicha sección de su texto, Hume tiene como objetivo “…probar que todos
los objetos a los que atribuimos identidad, sin haber observado en ellos invariabilidad
ni continuidad, no son sino una sucesión de objetos relacionados” 1. Probando eso, el
autor llegará a una definición de identidad con la cual finalmente llegará a su tesis.
Este autor plantea su tesis de la siguiente manera: “… ya se ha probado por
extenso que el entendimiento no observa nunca ninguna conexión real entre objetos, y
que aún la unión de causa y efecto se reduce estrictamente considerada, a una
asociación de ideas producida por la costumbre. En efecto, de aquí se sigue
evidentemente que la identidad no pertenece realmente a estas percepciones ni las une
entre sí, sino que es simplemente una cualidad que les atribuimos en virtud de la
unión de sus ideas en la imaginación, cuando reflexionamos sobre ellas.” 2 En esta
parte de su texto Hume expresa como tesis su definición de identidad basándose en el
hecho de que el entendimiento es producto de la asociación de ideas.
David Hume comienza la sección VI de su texto mostrando el punto de vista
que tienen algunos filósofos frente al YO. Estas personas afirman que lo que se
entiende por YO es algo permanente en nuestra vida y de lo cual nunca dejamos de
ser concientes. Para refutar lo dicho por estos filósofos, Hume afirma que por la
experiencia misma se puede ver que la percepción del YO no puede ser del todo
constante. Además muestra que si se busca la impresión de la cual surge la idea de
estos filósofos se llega a una respuesta sólo posible por medio de la contradicción y
el absurdo.

1
Hume David, “Tratado de la naturaleza humana” p. 404
2
Hume David, “Tratado de la naturaleza humana” p. 409

1
Entonces el autor plantea que siempre debe haber una impresión que de
origen a la idea. Pero si la idea del yo se basa sobre una impresión no podría entonces
ser invariable y constante debido a que, según afirma Hume, ninguna impresión
cumple con esas propiedades.
Hume afirma que no se puede ser conciente de sí mismo sin ninguna
percepción y que nunca se puede observar algo distinto a esta. Partiendo de eso
cuando las percepciones son reprimidas un tiempo por algún factor, podría decirse
que en ese lapso yo no existiría.
Tomando la mente como un teatro, Hume dice que esta es sólo percepciones
que pasan y vuelven sucesivamente. Entonces Hume se encuentra con un argumento
en contra: si algo se basa en percepciones que van y vienen entonces ese algo no
tendría identidad. Para responder a esto, el autor muestra como muchas veces
creemos ver un objeto de manera invariable aun cuando este se encuentre
constantemente en un proceso de cambio. Esto lo explica diciendo que al ver una
serie de objetos relacionados, se siente como si fuesen idénticos debido a la transición
mental que se produce de esa observación.
Al llegar a ese punto el autor expone cómo, al someterse un objeto a cambios
sutiles no pensamos que este pierda su identidad. Propone entonces el ejemplo de la
montaña que aún variando un poco en su tamaño no interfiere con la identidad del
planeta. Sin embargo Hume no se siente satisfecho porque entonces no sería aplicable
a ciertos objetos que por un pequeño cambio de tamaño pierden su identidad.
Entonces propone, al menos momentáneamente, que podría tratarse de un asunto de
proporción (entre el objeto y el cambio al que se vea sometido). Pero esta hipótesis se
vería contradicha con el caso de los árboles. Nosotros atribuimos la misma identidad
a la pequeña planta y luego, tras haber cambiado mucho, al árbol frondoso en que esta
se transforma. De igual manera sucede con cualquier animal el cual, en su proceso de
crecimiento, cambia incluso de manera absoluta. Sería la identidad entonces, un
problema de el tiempo en que un objeto cambia, incluso de total manera. Pero luego
muestra que eso no es absolutamente cierto puesto que en el caso de un río, este

2
cambia sus partículas de agua de manera total en menos de veinticuatro horas y aún
así seguimos considerando una misma identidad para él.
El autor muestra entonces que la identidad es, para las personas, invulnerable
ante cambios esperados. Basa entonces la idea de identidad en transiciones mentales.
Mientras un cambio no rompa abruptamente la continuidad del pensamiento este no
afectará la identidad de un determinado objeto.
Habiendo llegado a esta definición, el autor busca aplicarla al problema de la
identidad personal. Desde el comienzo el autor afirma que la identidad que se le
atribuía a la mente del hombre es tan sólo una ficción y que la identidad personal no
varía mucho con respecto a la de plantas y animales ya descrita anteriormente.
Para sostener esa hipótesis, el autor afirma que es imposible que la mente
humana pueda reunir de manera constante todas las ideas de las percepciones que ha
tenido. En este punto el autor plantea otro problema: tomando lo anterior como cierto,
entonces ¿existe algo que enlace nuestras percepciones o simplemente se limita a
asociar las ideas de estas últimas en la imaginación?
El autor retoma las conclusiones a las que ha llegado y afirma que no se
“trabaja” directamente con conexiones reales sino con las ideas y su asociación.
Hume afirma que, entonces, la identidad depende de la semejanza, la contigüidad o la
causalidad. El autor desecha la Contigüidad por falta de relación con el problema a
tratar. Quedando sólo dos opciones, Hume se propone examinarlas.
Empezando por la semejanza, llega a ver que esta juega un papel muy
importante puesto que la identidad se apoya en la memoria y esta última, a su vez,
“…no solamente descubre la identidad, sino que contribuye también a su producción
al producir la relación de semejanza entre las percepciones”3.
Luego mira lo que respecta a la causalidad. Se encuentra una estrecha
relación con la identidad, al igual que en el caso de la semejanza, por medio de la
memoria. Eso lo demuestra definiendo la mente humana como un sistema de
percepciones diferentes relacionadas entre si por relaciones de causa y efecto. Esta

3
Hume David, “Tratado de la naturaleza humana” p. 410

3
relación causa una interacción mental entre las percepciones, lo cual llevará a unas
ideas sobre dicha interacción.
Hume reafirma que no podríamos tener identidad sin memoria. Y que la
memoria es un conjunto de objetos relacionados por causalidad. Pero esto sería
incompleto si la identidad no aportara nada a la memoria, es por eso que Hume
muestra como podemos llegar a una identidad más allá de la memoria,
comprendiendo así circunstancias y acciones de las cuales sólo podemos suponer que
existieron (porque han sido olvidadas por completo).
Finalmente, David Hume concluye su texto reafirmando que la identidad
depende de relaciones entre ideas y que estas últimas originan la identidad por la fácil
transición que producen en la mente; y que las disputas sobre la identidad de objetos
relacionados entre sí no son más que problemas del lenguaje puesto que la “facilidad
de transición” no tiene un criterio de medida unificado.
David Hume tiene una tesis basada en una argumentación fuerte, evitando
así muchas ambigüedades que podrían dificultar el entendimiento de esta. El texto de
este autor es convincente y tiene una propuesta viable en cuanto a la definición de
identidad puesto que esta es aplicable a, por lo menos, la mayoría de sujetos que
intentemos analizar. Otro punto a favor de este texto es que no se muestra de manera
absoluta, dejando así abierta la posibilidad a investigaciones posteriores. Un buen
ejemplo de esta afirmación es la pregunta: ¿Cómo puede verse afectada la identidad
personal por cambios del estado mental de la persona?
Esta pregunta pude ser abordada, por ejemplo, desde el punto de vista de la
psicología en cuanto al comportamiento. Este punto de vista podría llevar a
descubrimientos interesantes en cuanto a las diferentes percepciones del YO que
puede tener una misma persona en diferentes estados de ánimo o de alteración
mental. Al igual que desde este punto de vista, el tema de la identidad puede ser
abordado de desde distintas profesiones y con objetivos diferentes teniendo en cuenta
que el tema de la identidad siempre será un tema vigente.

4
Bibliografía

Hume David, “Tratado de la naturaleza humana”, Sección VI, Editora


Nacional, Madrid, 1981.

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