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La explosión del buque estadounidense Maine en La Habana en 1898 proporcionó el pretexto para que Estados Unidos interviniera en la guerra hispano-cubana. La prensa amarilla estadounidense, liderada por Hearst, culpó a España y avivó el sentimiento belicista entre la opinión pública. Esto forzó al Congreso y al presidente McKinley a declararle la guerra a España, a pesar de que las investigaciones actuales apuntan a que la explosión fue accidental.
Descripción original:
La Guerra Hispano Cubana Norteamerica y sus intereses
La explosión del buque estadounidense Maine en La Habana en 1898 proporcionó el pretexto para que Estados Unidos interviniera en la guerra hispano-cubana. La prensa amarilla estadounidense, liderada por Hearst, culpó a España y avivó el sentimiento belicista entre la opinión pública. Esto forzó al Congreso y al presidente McKinley a declararle la guerra a España, a pesar de que las investigaciones actuales apuntan a que la explosión fue accidental.
La explosión del buque estadounidense Maine en La Habana en 1898 proporcionó el pretexto para que Estados Unidos interviniera en la guerra hispano-cubana. La prensa amarilla estadounidense, liderada por Hearst, culpó a España y avivó el sentimiento belicista entre la opinión pública. Esto forzó al Congreso y al presidente McKinley a declararle la guerra a España, a pesar de que las investigaciones actuales apuntan a que la explosión fue accidental.
Observación y análisis del material audiovisual titulado: Guerra
Hispano-Cubana-Norteamericana.
El pretexto que utilizó el gobierno norteamericano para intervenir en la guerra de cubanos y
españoles y aparecer como su salvadora fue la voladura del Maine el 15 de febrero de 1898. A fines de enero el Maine, buque alrededor de 6 700 t de desplazamiento, entrada en la radera habanera. El 15 de febrero cerca de las 10 de la noche, explotaba misteriosamente. Fallecían 266 hombres. España y Los Estrados Unidos se inculparían mutuamente y no han sido pocas las comisiones de perito que han analizado los hecho. En la actualidad, las posibilidades de reconstrucción de los hechos acaecidos que ofrece la computación digitalizada inclinan la balanza hacia una explosión accidental, sin embargo de esta situación se benefició grandemente los Estados Unidos. Ya existía el pretexto para la intervención en la contienda y la declaración de guerra a España pues pocos días antes de la explosión del Maine, la publicación de una carta del Ministro español en Washington Dupuy de Lome, al político de Canalejas, en la que enjuiciaba con severidad al presidente norteamericano, facilitó la adopción por los círculos de poder de la nación sajona de medidas extremas. Mckinley, procediendo de acuerdo con la constitución de su país, solicitó al congreso el permiso para declararle la guerra a España, la misma no implicaba el reconocimiento de la estados beligerancia del pueblo cubano; antes bien este sería despojado en sus dos instituciones: ejército y Consejo de Gobierno, en función de los intereses expansionistas. Estados Unidos actuaría como un tercer elemento dentro de la guerra hispano-cubano Desde 1895 hasta 1898 la lucha que se libraba entre España y Cuba constituye una clásica batalla anticolonial, de carácter nacional liberadora; de ahí su nombre de guerra hispano- cubana. La intervención norteamericana no introdujo un tercer elemento en esta guerra de presupuestos de liberación nacional para los sujetos sociales implicados-Consejo de Gobierno, Máximo Gómez, combatientes mambises y pueblo de cuba, se mantuvieron idénticos. Lo que pasó es que históricamente a esta guerra anticolonial se superpuso otra guerra, la que libran de los Estados Unidos y España por apoderarse o permanecer en Cuba; dicho de otra manera, un colonialismo nuevo de la batalla histórica que ganará de antemano, por desplazar de la arena cubana a un viejo colonialismo. Esta guerra que debe nombrarse hispano-norteamericana, se libra en el mismo teatro de operaciones, en el mismo escenario geográfico en el que transcurría hace tres años una conflagración mundial. Ante la aparente voladura del Maine la opinión pública estadounidense, convenientemente agitada por sus medios de comunicación (como la prensa amarilla), clamaba venganza y la guerra se declaró oficialmente un mes después. La prensa amarilla norteamericana dio rienda suelta a la imaginación. Empezó la especulación de lo que a todas luces parecía un accidente. Los sectores más radicales de la prensa estadounidense no tenían dudas, y a la cabeza de ellos William Randolph Hearst. Las semanas que siguieron a la explosión del Maine, Estados Unidos vivió una auténtica histeria colectiva, avivada por Hearst desde su diario el Journal que incluía varias acusaciones. Los sucesivos gobernantes que hubo en Estados Unidos durante los tres años que duró la guerra en Cuba se vieron azuzados por la prensa amarilla, reforzando severamente la presión política. Que espectáculo más digno de risa,- si así puede decirse- es el que nos está dando en estos dias, a la vista de las demás naciones, la mayoría del pueblo de esta gran nación, que hace alarde de hallarse en estado de cultura y ala altura de las grandes Naciones europeas, pero que con motivo del desgraciado suceso del buque de guerra de la marina americana, en la bahia de la Habana, ha perdido el sentido común, tirando, sin fijarse en los medios en la mayoría de su prensa con insultos y calumnias, contra nuestra nación, asegurando con la mayor ligereza que la bahia de la Habana estaba toda minada, que esto lo habia hecho Weyler cuando estuvo, y que al marcharse se llevó los planos, quedando en el secreto nada más que en unos cuantos oficiales del ejército, y que debido a esto fue la voladura del «Maine», haciéndole creer al pueblo todas estas estupendas falsedades, y tanto ha sido así, que los diarios de más circulación de esta población, vienen adornados con grabados en que representan la bahia de la Habana llena de minas que iban directas al buque americano y debajo de éste colocados torpedos, que, según la invención de ellos, ésto fue la causa de la explosión, y estas absurdas falsedades se han propalado de tal modo,...". Las violentas diatribas de la prensa en contra de España provocaron las protestas de la representación diplomática española en Washington, concretamente de su encargado de negocios, mandando a la prensa la siguiente nota, que transcribimos a continuación: "Yo deseo oficialmente negar, que ningún sistema de minas existe en la bahia de la Habana, ni hay allí defensas submarinas de ninguna clase. Es absurdo y ridículo el reporte que ha corrido sobre este particular y esto solo ha podido ocurrir en el pensamiento de aquellas personas que están ansiosas a incitar las pasiones de ambas naciones por viles fines; yo considero el hablar de esto como un insulto a España." Pues a pesar de esta nota, aún continúa la prensa dando el grito de guerra contra Éspaña. Una comisión fue de aquí a La Habana "a investigar la causa del desastre, y ésta todas sus sesiones las lleva en secreto sin dar a conocer a la prensa ningún detalle hasta que no termine sus trabajos; los buzos que están trabajando, tampoco se les deja comunicar con nadie, y a las principales empresas de periódicos que enviaron buzos de aquí por su cuenta para que trabajasen y averiguasen las causas de la explosión, el general Blanco no les permitió hacer ninguna investigación, pues habiendo el gobierno de este pais enviado sus buzos, éstos cumplirían con su misión. En fin, que en la actualidad no se oye por todos lados sino el grito de guerra contra nuestra nación". En la prensa americana se ponen de manifiesto las divisiones: "Los separatistas de por aquí públicamente han dicho por medio de sus órganos en la prensa que en caso de una guerra entre España y este país, ellos irían contra España y en estos días se han dado gusto propalando las más absurdas calumnias contra nuestro pueblo, siendo ésta su arma de guerra en la que no tienen rival". Por contra, en Nueva York la iglesia católica, compuesta toda de alemanes, manifestaba que era el deber de todos los leales católicos tomar armas en favor de España contra los Estados Unidos en caso de que se declarase la guerra y que todo alemán patriota y católico tenía el deber de ayudar a España como nación católica, señalando que no era bien visto que los católicos luchasen por la bandera americana. Como se puede observar, los católicos hacen inequívocos gestos públicos de simpatía hacia la causa patriótica española. El clamor de la opinión pública fue la que causó la guerra con España. Ese clamor fue creado y estimulado por la prensa neoyorkina. La campaña de la prensa amarilla fue demoledora. Periódicos como el World de Pulitzer y el Journal de Hearst, cuya feroz campaña en contra de España enardecieron a la opinión, impulsaron al Congreso y, finalmente, forzaron al presidente a la intervención americana en Cuba. Sus discursos y editoriales estaban plagados de mentiras y desinformación. Su sensacionalismo les reporto jugosos beneficios. Pulitzer reconocería que había fomentado la guerra por los efectos que ésta pudiera tener en la circulación de sus periódicos. Segiín Hugh Thomas "En 1897 los periódicos de Pulitzer tenían una tirada de más de 800.000 ejemplares diarios, y los de Hearst, de 700.000. El Sun, también partidario de la guerra, por los menos teóricamente, no tiraba más de 80.000. Los periódicos contrarios a la guerra (Herald, Tribuna, Post y Times) tenían una tirada total de 225.000 ejemplares. Además, a principios de marzo de 1897, después de la toma de posesión de Mckinley, la junta cubana tenía amigos en la prensa de Washington tanto como en la de Nueva York. Para la prensa norteamericana la cosa estaba ciara. España había hecho saltar por los aires al Maine y había que ir a la guerra, de la que salió triunfante Estados Unidos. El incidente del Maine, dejó, sin lugar a dudas malparada a la prensa norteamericana. Se trata, claro está, de la prensa amarillista, con falta de rigor e irresponsable, que en este caso se dejó arrastrar por el sensacionalismo, bebiendo en fuentes de poco crédito con desprecio a las reglas tradicionales del periodismo. Es el momento de convenir que quizá los métodos de Hearst fueran buenos para la venta de su diario, pero no para la credibilidad de la profesión periodística. No es exagerado concluir que este episodio ha marcado un antes y un después en la trayectoria de la prensa norteamericana. Aunque para las tropas estadounidenses la lucha en territorio cubano no fue tan favorable como se esperaban (Batalla de El Caney y Batalla de las Colinas de San Juan), las dos incontestables victorias navales estadounidenses (la batalla naval de Cavite en Filipinas el 1 de mayo, y la batalla naval de Santiago de Cuba el 3 de julio) provocaron que el gobierno español pidiera en verano negociar la paz, que por intermediación de Francia, se plasmaría en el Tratado de París el 10 de diciembre. Las últimas colonias en el océano Pacífico se venderían al año siguiente al Imperio alemán por ser indefendibles. La derrota y pérdida de los últimos vestigios del Imperio español (salvo posesiones africanas) fue un profundo shock para la psique nacional de España y provocó una profunda revaluación filosófica y artística de la sociedad española conocidos como el Regeneracionismo y la Generación del 98. Estados Unidos ganó varias posesiones insulares en todo el mundo, lo que provocó un polémico debate sobre un país que oscilaba entre el aislacionismo y el expansionismo. Poco tiempo después, en febrero de 1899, estalló la guerra filipino-estadounidense, en la que los filipinos se enfrentaron a las fuerzas estadounidenses que pasaron a tomar posesión del archipiélago Una vez decidida la intervención en la guerra que se libraba entre Cuba y España, el gobierno norteamericano dio pasos asegurar la ayuda a Calixto García y sus tropas en el desembarco y desarrollo de operaciones en la zona oriental, por otra parte el plan estratégico norteamericano estipulaba el bloqueo a las costas del occidente cubano, en particular el puerto de la Habana, lo que repercutió de forma dramática en el suministro alimentarios a la población civil. Por otra parte razones de política interna hicieron que España, en acto suicida, ordenase a la escuadra especial de Pascual Severa, sita en la Bahía de Santiago de Cuba, romper el cerco marítima y abandonar el puerto, se había destruido la que había sido la poderosa marina española en América, el 16 de julio la Ciudad de Santiago de Cuba se rendía, los fallecidos por parte de tropas españolas ascendían a la cifra de 600 y los norteamericanos a 250, mientras que los cubanos a 100. Se impidió la entrada de Calixto García a la ciudad de Santiago de Cuba. Se destituyó Máximo Gómez en su calidad de jefe supremo militar cubano, y el Consejo de Gobierno. El armisticio del 12 de agosto entre España y Estados Unidos soslayó a los mambises trayendo como consecuencia que los mismos no pudieran utilizar a su favor los recursos de la compañía. El hambre se apodero del ejercito mambí y su situación de depauperación llevó a su licenciamiento. Finalmente con la ausencia de los principales jefes de la guerra y el licenciamiento del ejercito el 10 de diciembre de 1898, en París se firmarìa el Tratado entre España y los Estados Unidos que con justeza puede llamarse traspaso de la Isla de Cuba. Los norteamericano despojando a España de todos sus territorios obtuvieron, a parte de la mayor de las Antillas, a Puerto Rico y Filipinas. Cuba quedaría, de forma incierta e indefinida, en manos extranjeras A fines de año Estrada Palma disolvía el Partido Revolucionario Cubano, en medio de la situación fallece Calixto García de una enfermedad. Por todo lo anteriormente planteado y analizado podemos llegar a la conclusión que la guerra hispano-cubano-norteamericana tuvo un doble carácter, por una parte independentista y de liberación nacional y por otra parte de rapiña y expanionista.
Introducción al derecho internacional privado: Tomo III: Conflictos de jurisdicciones, arbitraje internacional y sujetos de las relaciones privadas internacionales