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La Corte Oswaldo CI: 24.882.030
Por otro lado las diarreas y malnutrición se deben tratar con rehidratación y dietas de
alta calidad. Las otitis y neumonías requieren antibióticos y las encefalitis deben
tratarse en centros especializados. Más de 100 millones de niños en edad de
preescolar viven en áreas con alto riesgo de deficiencias de vitamina. Alrededor de 3,3
millones de niños tienen síntomas y signos de deficiencia de vitamina A.
En los años treinta se relaciono por primera vez la administración de vitamina A con un
descenso de la mortalidad en pacientes infectados por el virus del sarampión. Desde
entonces muchos son los estudios que han confirmado esta observación. Se calcula
que tras la administración de altas dosis de vitamina A, la mortalidad causada por el
sarampión se reduce alrededor del 60 %.La mortalidad en niños admitidos con
sarampión y neumonía o los que la desarrollaron durante una admisión en el hospital
se ver reducida en un 70 % en los que han recibido vitamina A, cuando se comparan
con controles. La vitamina A parece ser más eficaz en prevenir muertes por sarampión
en neonatos que en niños mayores.
Es por ello que los niños con diarrea en el momento de admisión hospitalaria se
recuperan más rápidamente. Y niños con sarampión a los que se les administra una
dosis de vitamina A tienen menos probabilidades de sufrir complicaciones como
neumonías, cuando se les compara con pacientes no tratados con esta vitamina. Se
cree que la vitamina A tiene un efecto protector sobre la mucosa gastrointestinal,
incrementa la secreción mucosa y así aumenta la barrera natural contra infecciones. La
corrección de este déficit de vitamina A mejora el funcionamiento del sistema inmune.
Además de todo esto la primera vacuna contra el sarampión obtuvo la licencia para su
comercialización en 1943 en los Estados Unidos. Desde finales de la década de los
setenta, los índices de vacunación contra el sarampión han crecido de forma
exponencial. Esto se debe en gran partea los esfuerzos conjuntos de organismos
internacionales y gobiernos alrededor del mundo. Los programas de vacunación de los
estados miembros de la Naciones Unidas están coordinados internacionalmente por el
programa de Expansión de Inmunización de la Organización Mundial de la Salud. La
vacuna del sarampión es una de las recomendadas en la infancia junto con la BCG, la
vacuna de la poliomielitis, y la DTP (difteria, tétanos y tos ferina).
Ya en el año 1998 el 82 % de todos los niños del mundo menores de un año fueron
vacunado, calculándose en 2 millones el total de vidas salvadas. A pesar de los
grandes éxitos de las campañas mundiales de vacunación, entre 700.000 y 1 millón de
niños mueren al año como consecuencia del sarampión.
Esta vacuna contiene virus vivos atenuados y por tanto debe almacenarse a
temperaturas de -20 ºC. La vacuna debe ser administrada de forma subcutánea
inmediatamente después de ser reconstituida. Es importante proteger la vacuna de los
rayos ultravioleta, ya que estos pueden desnaturalizar el compuesto. Cada dosis debe
contener 1.000 unidades infecciosas. Estudios realizados con vacunas más potentes
demostraron que estas no aumentan las repuesta serológica. En el caso del sarampión
como en el de otras vacunas, el preservar la cadena del frio intacta es de crucial
importancia. Con la ayuda de nuevas tecnologías introducidas a la mitad de los
noventa, el mantenimiento de la cadena del frio ha reducido la pérdida de potencia de
la vacuna en el terreno.
Con la primera dosis de la vacuna se alcanza un alto índice de cobertura y con ello un
descenso de la mortalidad. Sin embargo, una segunda dosis es necesaria para la
eliminación de la enfermedad en una zona determinada. Esta segunda dosis no es de
recuerdo, sino que está destinada a la protección de aquellos niños que no
respondieron a la primera dosis. La segunda dosis proporciona asi mismo una
oportunidad más de vacunar a aquellos niños que no recibieron la primera dosis. En
países en desarrollo se ha desarrollado que grandes campañas de vacunación tienen
más éxito en administrar la segunda dosis que 2 dosis rutinarias. En muchos de estos
países se intenta que la campaña anual de vacunación coincida con la época del año
inmediatamente antes de los picos de máxima incidencia de la enfermedad en la zona
en cuestión.
Las vacunas contra el sarampión eran de virus inactivos, pero ya no se usan. Las
vacunas actualmente son de virus vivos del sarampión atenuados, derivados
generalmente de la cepa Edmonston original. La vacuna de la cepa Moraten se usa
principalmente en Estados Unidos, mientras que en los otros países la cepa que más
se usa es la de Schwart. La vacuna generalmente se administra combinada con la de la
parotiditis y la rubéola, y se le conoce como triple viral.
Las vacunas con licencia en la actualidad son eficaces y seguras, pero tanto las
atenuadas como las vacunas con virus muertos han estado asociadas con el pasado a
reacciones adversas. Los individuos no inmunizados expuestos e inmunocomprimidos
deben recibir inmunoglobulina sérica para modificar el curso de la infección. La
inmunoglobulina está indicada en menores de un año, mujeres embarazadas,
pacientes inmunodeprimidos y personas que no pueden recibir la vacuna. La inmunidad
conferida por la vacuna contra el sarampión es de más de 20 años y se cree que dura
toda la vida.