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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria


Universidad Politécnica Territorial de Mérida Kléber Ramírez
Universidad Latinoamericana y del Caribe
Fundación Cultura sin Fronteras
Licenciatura en Radioimagenología

Integrante:
La Corte Oswaldo CI: 24.882.030

Barquisimeto, junio 2020


El tratamiento del sarampión en la mayoría de los casos no requiere más que simples
medidas de apoyo. Estas consisten en mantener al niño bien hidratado, controlar la
fiebre, advertir a la madre de que la enfermedad puede empeorar y administrar
vitamina A al paciente si este proviene de una zona deficiente en esta vitamina o
mortalidad en este país es alta.

Sin embargo, incluso en países desarrollados un 10 % de casos desarrollaran


complicaciones. En países en vías de desarrollo y durante grandes epidemias las
complicaciones pueden ser mucho más numerosas. Es fundamental la administración
de 2 dosis de vitamina A. La OMS recomienda dosis de 500.000IU, 100.000IU y
200.000IU en niños menores de 6 meses, entre 6 y 11 meses, y mayores de 12 meses
respectivamente en el momento del diagnostico y una segunda dosis al día siguiente.
En aquellos casos complicados con afecciones oculares se aconseja el tratamiento
tópico con tetraciclina y una tercera dosis de vitamina A 4 semanas después del
tratamiento inicial.

Por otro lado las diarreas y malnutrición se deben tratar con rehidratación y dietas de
alta calidad. Las otitis y neumonías requieren antibióticos y las encefalitis deben
tratarse en centros especializados. Más de 100 millones de niños en edad de
preescolar viven en áreas con alto riesgo de deficiencias de vitamina. Alrededor de 3,3
millones de niños tienen síntomas y signos de deficiencia de vitamina A.

En los años treinta se relaciono por primera vez la administración de vitamina A con un
descenso de la mortalidad en pacientes infectados por el virus del sarampión. Desde
entonces muchos son los estudios que han confirmado esta observación. Se calcula
que tras la administración de altas dosis de vitamina A, la mortalidad causada por el
sarampión se reduce alrededor del 60 %.La mortalidad en niños admitidos con
sarampión y neumonía o los que la desarrollaron durante una admisión en el hospital
se ver reducida en un 70 % en los que han recibido vitamina A, cuando se comparan
con controles. La vitamina A parece ser más eficaz en prevenir muertes por sarampión
en neonatos que en niños mayores.

Es por ello que los niños con diarrea en el momento de admisión hospitalaria se
recuperan más rápidamente. Y niños con sarampión a los que se les administra una
dosis de vitamina A tienen menos probabilidades de sufrir complicaciones como
neumonías, cuando se les compara con pacientes no tratados con esta vitamina. Se
cree que la vitamina A tiene un efecto protector sobre la mucosa gastrointestinal,
incrementa la secreción mucosa y así aumenta la barrera natural contra infecciones. La
corrección de este déficit de vitamina A mejora el funcionamiento del sistema inmune.
Además de todo esto la primera vacuna contra el sarampión obtuvo la licencia para su
comercialización en 1943 en los Estados Unidos. Desde finales de la década de los
setenta, los índices de vacunación contra el sarampión han crecido de forma
exponencial. Esto se debe en gran partea los esfuerzos conjuntos de organismos
internacionales y gobiernos alrededor del mundo. Los programas de vacunación de los
estados miembros de la Naciones Unidas están coordinados internacionalmente por el
programa de Expansión de Inmunización de la Organización Mundial de la Salud. La
vacuna del sarampión es una de las recomendadas en la infancia junto con la BCG, la
vacuna de la poliomielitis, y la DTP (difteria, tétanos y tos ferina).

Ya en el año 1998 el 82 % de todos los niños del mundo menores de un año fueron
vacunado, calculándose en 2 millones el total de vidas salvadas. A pesar de los
grandes éxitos de las campañas mundiales de vacunación, entre 700.000 y 1 millón de
niños mueren al año como consecuencia del sarampión.

Esta vacuna contiene virus vivos atenuados y por tanto debe almacenarse a
temperaturas de -20 ºC. La vacuna debe ser administrada de forma subcutánea
inmediatamente después de ser reconstituida. Es importante proteger la vacuna de los
rayos ultravioleta, ya que estos pueden desnaturalizar el compuesto. Cada dosis debe
contener 1.000 unidades infecciosas. Estudios realizados con vacunas más potentes
demostraron que estas no aumentan las repuesta serológica. En el caso del sarampión
como en el de otras vacunas, el preservar la cadena del frio intacta es de crucial
importancia. Con la ayuda de nuevas tecnologías introducidas a la mitad de los
noventa, el mantenimiento de la cadena del frio ha reducido la pérdida de potencia de
la vacuna en el terreno.

La Organización Mundial de la Salud recomienda la vacunación de todos los niños con


una primera dosis en el primer año de vida, seguida de una segunda dosis meses
después en aquellos países con programas de eliminación. En los países sub
desarrollados una sola dosis, siempre que los niveles de vacunación sean altos, se
considera suficiente para controlar la enfermedad. Los anticuerpos maternos protegen
al niño en los primeros meses de vida. Sin embargo, el sistema inmune del niño va
degradando estos anticuerpos de forma paulatina u entre los 6 y 9 meses en los países
en vías de desarrollo y entre los 9 y 12 meses en países desarrollados, el niño es
susceptible al virus del sarampión. En ocasiones en las que el riesgo de contacto con el
virus es muy alto la primera dosis de la vacuna se administrara a los 6 meses seguida
de una segunda a los 9 meses.

Con la primera dosis de la vacuna se alcanza un alto índice de cobertura y con ello un
descenso de la mortalidad. Sin embargo, una segunda dosis es necesaria para la
eliminación de la enfermedad en una zona determinada. Esta segunda dosis no es de
recuerdo, sino que está destinada a la protección de aquellos niños que no
respondieron a la primera dosis. La segunda dosis proporciona asi mismo una
oportunidad más de vacunar a aquellos niños que no recibieron la primera dosis. En
países en desarrollo se ha desarrollado que grandes campañas de vacunación tienen
más éxito en administrar la segunda dosis que 2 dosis rutinarias. En muchos de estos
países se intenta que la campaña anual de vacunación coincida con la época del año
inmediatamente antes de los picos de máxima incidencia de la enfermedad en la zona
en cuestión.

Las vacunas contra el sarampión eran de virus inactivos, pero ya no se usan. Las
vacunas actualmente son de virus vivos del sarampión atenuados, derivados
generalmente de la cepa Edmonston original. La vacuna de la cepa Moraten se usa
principalmente en Estados Unidos, mientras que en los otros países la cepa que más
se usa es la de Schwart. La vacuna generalmente se administra combinada con la de la
parotiditis y la rubéola, y se le conoce como triple viral.

Las vacunas con licencia en la actualidad son eficaces y seguras, pero tanto las
atenuadas como las vacunas con virus muertos han estado asociadas con el pasado a
reacciones adversas. Los individuos no inmunizados expuestos e inmunocomprimidos
deben recibir inmunoglobulina sérica para modificar el curso de la infección. La
inmunoglobulina está indicada en menores de un año, mujeres embarazadas,
pacientes inmunodeprimidos y personas que no pueden recibir la vacuna. La inmunidad
conferida por la vacuna contra el sarampión es de más de 20 años y se cree que dura
toda la vida.

La vacunación es la mejor forma de prevención. Es importante no tener contacto con


personas que puedan estar enfermas, utilizar tapabocas y lavarse las manos con
frecuencia. Si el reporte de la enfermedad por sarampión es positivo debe permanecer
al menos siete días en aislamiento, contados desde el día de la aparición del brote en
la piel. El aislamiento debe ser estricto; es decir, no se debe tener contacto con
personas que no hayan recibido las dos dosis de vacunación.

Para alcanzar los objetivos previstos en cuanto al control y erradicación de la


enfermedad se debe invertir más en la investigación de formas más seguras y fáciles
de administrar la vacuna, y en nuevas vacunas que puedan escapar la acción
perjudicial de los anticuerpos maternos, que sean termo estables y que por lo menos
protejan contra el virus tanto como las vacunas actuales. Para que esto se convierta en
realidad debe existir el deseo político por parte de los Estados de países
industrializados. Es de vital importancia, si el sarampión va a convertirse en una
enfermedad histórica como lo es hoy en día la viruela, que los gobiernos de los estados
del mundo, las organizaciones internacionales y la comunidad científica unan sus
esfuerzos u hagan por fin realidad el sueño de desaparición del sarampión para
siempre

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