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Temas:
1. Jesús en el huerto de los Olivos
2. Jesús, traicionado por Judas, es arrestado
3. Jesús es condenado por el Sanedrín
4. Jesús es negado por Pedro
5. Jesús es condenado a muerte por Pilato
6. Jesús es flagelado
7. Jesús es coronado de espinas
8. Jesús carga la cruz
9. Jesús cae por primera vez
10. Jesús encuentra a su madre María
11. Simón el Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz
12. Verónica limpia el rostro de Jesús
13. Jesús cae por segunda vez
14. Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén
15. Jesús cae por tercera vez
16. Jesús es despojado de sus vestiduras.
17. Jesús es crucificado
18. Jesús promete su reino al buen ladrón
19. Jesús en cruz, su madre y el discípulo
20. Jesús muere en la cruz.
21. Jesús es bajado de la Cruz
22. La piedad
23. Jesús es sepultado
1. Jesús en el huerto de los Olivos.
La agonía en el Huerto
Autor: Frans Schwartz
Fecha: 1898
Técnica: Óleo Sobre Lienzo
Ubicación: Universidad Righam Young
El Evangelio de Lucas describe las horas oscuras del Salvador en Getsemaní. Aquí
el ángel se para sobre Cristo arrodillado, envolviéndolo en un cálido abrazo. Con
las alas extendidas, el ángel parece desterrar la oscuridad, aunque sea por un
momento. Schwartz captura la ternura de la escena con pinceladas sueltas, muy
diferentes del estilo académico de Bloch y Hofmann. Cabe resaltar el rostro
angustiado de Cristo, que refleja el sentimiento doloroso que tenía, como nos
refieren los evangelios.
2. Jesús, traicionado por Judas, es arrestado.
Ecce Homo
Autor: Antonio Ciseri Fecha: 1871 Técnica: Óleo sobre lienzo
Ubicación: Galería de Arte Moderno, Florencia, Italia
La obra fue encargada por el gobierno italiano en 1871, se trata de la pintura
religiosa más sorprendente de Antonio Ciseri. Se describe una escena de fuertes
connotaciones políticas, así como de denuncia y una potente humillación, el jefe
romano Poncio Pilato, el personaje que sentenció el destino de Jesús, manifiesta
ante la muchedumbre “Ecce Homo”; “este es el hombre”. Poncio Pilato
inclinándose desde el balcón de un palacio hacia el pueblo, ofrenda tanto a
Jesucristo como a Barrabás la condena.
La figura principal, encontrada en medio de la composición en un
pronunciado escorzo y vistiendo una túnica de color claro, es Poncio Pilato
dirigiéndose a la gran multitud que se congrega bajo el balcón por el que se
asoma este. Con su mano izquierda señala a Cristo que había sido acusado de
conspiración contra el Imperio Romano. Por otro lado, Cristo viste una túnica
escarlata habiendo sido despojado de sus propias vestimentas, para que fuera
objeto de burla ya que el color rojo lo vestían los emperadores. También porta
sobre su cabeza una corona de espinas.
Cada una de las figuras que se encuentran en el balcón se representan ajenas
al espectador, en ningún momento dirigen su rostro hacia el espectador, sino que
simplemente muestran su perfil o una vista de su cara. Salvo una figura, la mujer
de Poncio Pilato que es la única que deja ver su rostro al espectador ya que avisa a
su marido de que no tome partida en la sentencia de Cristo. La mujer posa su
mano sobre una sirviente para no desmayarse.
6. Jesús es flagelado. La flagelación, William-adolphe Bougereau
La flagelación de Cristo
Autor: William-Adolphe Bouguereau Fecha: 1880
Material: Óleo sobre lienzo. Ubicación: Catedral de La Rochelle.
Bouguereau pinta el cuerpo de Cristo con una perfección y un resplandor
divinos que contrastan con el ambiente sórdido del pretorio. El realismo y detalle
en sus obras, junto con el dominio del cuerpo humano entre otras características
despertarán la admiración de figuras de la época como Chopin o Napoleón III,
mientras que serán aborrecidas por otros como Gauguin o Van Gogh.
En ningún caso podemos negarle el mérito de esta obra. Es el cuerpo de un
Dios-hombre el que ilumina el centro de la composición, un cuerpo totalmente
divinizado, colgado sin embargo como el de un animal. Expuesto para hacer con él
lo que les plazca y tratado sin dignidad alguna, como un despojo de carne inerte.
Rostros indiferentes rodean la escena, curiosidad morbosa ante el
sufrimiento humano, segundos antes de azotar el primer látigo. Segundos antes
de que el odio impregne el ambiente y nuble la vista de los verdugos. Y si en la ley
hebrea solo se autorizaban cuarenta latigazos, la romana no fijaba límite alguno.
La única condición impuesta era dejar con vida al ajusticiado. Y así fue.
7. Jesús es coronado de espinas
La relación entre Van Dyck y Rubens debió ser muy estrecha en los dos años
que colaboraron en el taller del último. Incluso el discípulo llegó a regalar esta
obra al maestro cuando se marchó en 1621 desde Amberes a Italia, gesto que
indica la alta estima que tenían sus obras en aquellas tempranas fechas. La escena
se desarrolla en un interior, con la figura de Cristo sentado en el centro de la
composición y a su alrededor un grupo de sayones, siguiendo una estructura
circular similar a la corona que protagoniza indirectamente el cuadro. Las
diagonales características del Barroco aparecen, aunque con menor fuerza que en
otras escenas, mientras que las rejas del fondo acentúan la verticalidad. En suma,
la obra está muy bien estructurada, sin dejar nada al azar. Las figuras de Cristo y
de los sayones son amplias y macizas, inspiradas en Miguel Ángel. Las expresiones
de sus rostros están perfectamente caracterizadas, anticipándonos su faceta de
retratista. La luz fuerte y clara provoca contrastes, no siendo esto lo más
destacable de la obra como ocurriría en el Tenebrismo, interesándose más por el
color y las calidades de las telas. En la ventana que permite el paso de la luz se
sitúan dos personajes totalmente anecdóticos, muy similares a los empleados por
Jacob Jordaens - con quien Van Dyck estaba muy en contacto durante esos meses.
El perro que ladra es otra muestra de lo cotidiano en la pintura religiosa, muy del
gusto flamenco.
Tiziano, con gran carácter dramático, nos muestra el momento en el que Simón de
Cirene ayuda a Jesús a cargar con la cruz. Los dos aparecen en un primer plano
mediante una pincelada diluida y con un gran protagonismo del color en la
configuración de formas y volúmenes. Jesús mira al espectador con unos ojos
lacrimosos. Jesús sufre. La Cruz pesa sobre sus hombros y las heridas de la
flagelación siguen abiertas. Nos mira con una mirada demasiado expresiva para el
estilo del pintor italiano, pero que plasma a la perfección el sentido cristiano del
Vía Crucis. Una mirada ante la cual no podemos reprimir las ganas de querer
acercarnos a llevar esa Cruz.
En esta obra se ha atemperado el carácter narrativo y ponderado su dramatismo
mediante la elección de un primerísimo plano, excepcional en la obra de Tiziano.
La proximidad de Cristo y el Cireneo, situados a los lados de la diagonal trazada
por la cruz, acrecienta la emotividad de la escena, subrayada por la mirada que
Cristo, con la cuerda alrededor del cuello, dirige al espectador con los ojos
lacrimosos inyectados en sangre.
La obra la túnica de Cristo está construida mediante una superposición de
pinceladas con diferentes tonos característica de Tiziano. El anillo que tan
ostensiblemente exhibe el Cireneo sugiere que quien lo encargó se hizo retratar
como tal, o quiso identificarse con él.
Esta es una de las quince pinturas al óleo de 6 pies de Las Estaciones de la Cruz
que cuelgan permanentemente en la Catedral de Blackburn, Inglaterra. El color
vibrante de esta estación ha sido elegido cuidadosamente dependiendo de lo que
estaba representando y también de la ubicación física en la catedral. El tema de la
púrpura continúa a través de cada pintura principalmente en una corona de
espinas y en las heridas de Cristo. La ausencia notable de cualquier cruz en la
pintura, aunque está fuertemente implícita, es transmitir al espectador que el
sufrimiento no solo es causado por factores externos o es impuesto por otros,
sino que también es una experiencia interna, inseparable de la vida.
Rubens realizó este boceto al óleo como preparación para un retablo encargado
por la Iglesia de S. Miguel de Gante. Pero en 1628 y 1629 permaneció
sucesivamente en Madrid y Londres, donde contribuyó al tratado de paz entre
España e Inglaterra concluido el 15 de noviembre de 1630. Debido a esta misión
diplomática, Rubens no pudo completar la misión para Gante. Pidió a Anthony van
Dyck que se hiciera cargo de su tarea y pintara el retablo de la iglesia de San
Miguel, donde todavía se puede ver este Cristo crucificado.
20. Jesús muere en la cruz.
Cristo crucificado
Fecha: 1632
Autor: Diego Velázquez
Técnica: Óleo sobre lienzo
Estilo: Barroco
Dimensiones: 250 cm × 170 cm
Ubicación: Museo del Prado, Madrid, España
Una de las obras más famosas de Velázquez, fechada en torno a 1632, no sólo por
su valor estético sino por las leyendas que le acompañan. La obra pertenecía al
convento de las Monjas Benedictinas de San Plácido de Madrid. Se cuenta que fue
donado por Felipe IV como arrepentimiento al haberse enamorado de una monja
que allí profesaba. También se dice que la donación vino a través de D. Jerónimo
de Villanueva, Protonotario Mayor de Aragón, por un escabroso asunto
demoníaco que se había producido en dicho convento, teniendo que tomar la
Inquisición cartas en el asunto. Sin duda estamos ante una maravillosa obra con
una elegante figura de Cristo, con el cuerpo y los miembros suavemente
modelados, recibiendo una luz clara procedente de la izquierda, recortándose la
figura sobre un fondo neutro. La cabeza caída y el excelente mechón de cabello
que oculta parte del rostro son los elementos más originales de la pintura. Existe
una leyenda, seguramente falsa, según la cual al impacientarse el artista porque
no le gustaba como estaba quedando el rostro, en un ataque de furia tiró los
pinceles al lienzo, obteniendo una mancha que dio origen a la melena que cubre
el rostro. Velázquez ha conseguido obtener perfectamente una imagen de la
doble naturaleza, divina y humana, de Cristo. Refleja Cristo muerto, pero parecen
vivos sus blancos miembros. Es una imagen sobria y silenciosa, que sólo te hace
mirar a Cristo, sin nada más, como si nada existiera fuera de Él.
21. Jesús es bajado de la cruz
El Descendimiento
Autor: Weyden, Rogier van der
Fecha: Antes de 1443
Técnica: Óleo sobre tabla
Dimensiones: 204,5 cm x 261,5 cm.
Junto a ellos aparecen la Virgen María, madre de cristo, la cual sufre un
desvanecimiento ante el dolor que sufre al ver a su hijo en la cruz. Se habla del
‘espasmo de la Virgen’. Escena que proviene de las Actas de Pilato 10,1; apócrifo
del siglo II
La Virgen, en la que captamos la repetición de la postura de Cristo es la Virgen
desfallecida. Los dos al parecer en la misma posición nos hace pensar que ambos
sufren el mismo dolor, es asistida por San Juan y una de las santas mujeres, María
Salomé. Ella aparece con una ropa y manto azul (símbolo del amor celestial, color
de la verdad). Tanto ella como la figura de San Juan son las únicas que podríamos
decir que van vestidas como santos.
También se puede apreciar a María de Cleofás detrás de San Juan inmersa en un
gran llanto y María Magdalena que aparece vestida con saya grisácea de mangas
rojas, pañuelo a la cabeza y falda violeta, color que simboliza el amor y la verdad,
o bien la pasión, el sufrimiento o la penitencia, con un cinturón que simboliza la
virginidad y la pureza, en el que hay una inscripción: Ihesus María. Justo debajo de
su rostro lloroso quedan los pies de Cristo, que posiblemente el pintor haya
tenido presente que fue ella la que le ungió y secó los pies, en un acto de amor y
arrepentimiento.
El pintor coloca un fondo liso, de color dorado, elemento típicamente gótico que
además tiene un sentido simbólico, es el emblema del sol y de la divinidad,
simboliza la eternidad y es propio de lo divino, por lo que podríamos decir que
está representando la santidad de los personajes pintados.
En el primer término, abajo, hay una pequeña alusión al paisaje. En ella
encontramos una calavera. Según la tradición iconográfica cristiana, esos restos
pertenecen a Adán.
Cristo es representado desnudo con el paño de pureza blanco. José de Arimatea
se representa como un rico burgués de la época. Contrasta con Nicodemo,
personaje más modesto y de menor magnificencia, que aparece también
ricamente vestido con una túnica negra y encima una ropa sin ceñir.
María Salomé con una ropa verde propia de la moda del momento. San Juan
aparece representado con aspecto joven, descalzo y con túnica y manto rojo,
color de la sangre que se relaciona con las emociones, además hay una analogía
con los cardenales. Detrás de él apreciamos a María de Cleofás con una especie de
hábito gris y turbante blanco, símbolo del duelo y humildad.
22. La Piedad
La Piedad
Fecha: 1876
Autor: William-Adolphe Bouguereau
Técnica: Pintura al óleo
Dimensiones: 230 cm × 148 cm
Ubicación: Colección privada
Bouguereau pinta una escena de dolor con total sinceridad, a corazón abierto.
Después de todo acababa de morir uno de sus hijos de 16 años y vivía su
particular pietá. Como la virgen aquí, el artista llora en silencio.
Influido por el arte bizantino, con esas grandes auras doradas, así el pintor puede
darles mayor protagonismo a los rostros. El de María, con un devastador rictus de
dolor, mirándonos fijamente y agarrando el cuerpo de su hijo como no aceptando
su partida. El de Jesús pálido e inerte, pero con una perfección anatómica
admirable. Con un cuerpo luminoso que brilla como un sol, deja ver unas
espeluznantes venas azules mientras sus extremidades cuelgan sin vida
Alrededor, los ángeles también se acercan a llorar, cada uno con su pose, su
expresión y su color. Bouguereau compone la escena minuciosamente para
enmarcar lo que realmente importa: el dolor de una madre.
Como curiosidad, hay que decir que el cuadro estuvo durante un tiempo en la
casa de Mel Gibson.
23. Jesús es sepultado.