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La Pasión a Través del Arte

Temas:
1. Jesús en el huerto de los Olivos
2. Jesús, traicionado por Judas, es arrestado
3. Jesús es condenado por el Sanedrín
4. Jesús es negado por Pedro
5. Jesús es condenado a muerte por Pilato
6. Jesús es flagelado
7. Jesús es coronado de espinas
8. Jesús carga la cruz
9. Jesús cae por primera vez
10. Jesús encuentra a su madre María
11. Simón el Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz
12. Verónica limpia el rostro de Jesús
13. Jesús cae por segunda vez
14. Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén
15. Jesús cae por tercera vez
16. Jesús es despojado de sus vestiduras.
17. Jesús es crucificado
18. Jesús promete su reino al buen ladrón
19. Jesús en cruz, su madre y el discípulo
20. Jesús muere en la cruz.
21. Jesús es bajado de la Cruz
22. La piedad
23. Jesús es sepultado
1. Jesús en el huerto de los Olivos.

La agonía en el Huerto
Autor: Frans Schwartz
Fecha: 1898
Técnica: Óleo Sobre Lienzo
Ubicación: Universidad Righam Young
El Evangelio de Lucas describe las horas oscuras del Salvador en Getsemaní. Aquí
el ángel se para sobre Cristo arrodillado, envolviéndolo en un cálido abrazo. Con
las alas extendidas, el ángel parece desterrar la oscuridad, aunque sea por un
momento. Schwartz captura la ternura de la escena con pinceladas sueltas, muy
diferentes del estilo académico de Bloch y Hofmann. Cabe resaltar el rostro
angustiado de Cristo, que refleja el sentimiento doloroso que tenía, como nos
refieren los evangelios.
2. Jesús, traicionado por Judas, es arrestado.

La captura de Cristo Autor: Caravaggio


Fecha: c. 1602 Técnica: Óleo sobre lienzo Estilo, Barroco
Siete figuras conforman la escena del Prendimiento pintada por el polémico
artista italiano.
Aparece de pie Jesús, resignado y con las manos entrelazadas. En actitud de
besarlo un vulgar Judas Iscariote, quizás un retrato de cualquier personaje de la
calle, algo habitual en el pintor.
El apóstol Juan, rojo y verde en su manto y ausencia de barba, huye
despavorido. Un grito entre las luces y las sombras. Tres anacrónicos soldados,
tienen corazas propias del siglo XVI como en Sevilla tienen medias rosas, se
disponen a prender a Cristo. Un último personaje, quizás el propio Caravaggio
autorretratado, pugna por formar parte de la escena. La luz de procedencia
misteriosa, propia del tenebrismo, resalta manos y rostros. El vuelo del manto
rojo de Juan sirve de telón de fondo para la más teatral escena.
3. Jesús es condenado por el Sanedrín
Cristo ante el sumo Sacerdote Autor: Gerar van Horlnost. Fecha: 1617
Óleo sobre lienzo Ubicación: National Gallery, Londres
Mientras que Ter Brugghen en el concierto usa la luz de las velas para crear
una escena de encantamiento onírico, Honthorst la emplea para darle veracidad y
tensión dramática a una historia bíblica (Mateo 26: 57-64). Después de su captura
en la noche de la Agonía en el Huerto, Jesús es llevado para interrogarlo y juzgarlo
ante el Sumo Sacerdote Caifás, donde dos testigos falsos, los hombres de aspecto
furtivo detrás de Caifás, hablan contra él. Dentro de la vasta composición, en
escala y formato como un retablo, pero nunca destinado a uno, la visibilidad de
las figuras de dimensión natural depende completamente de esa única llama de
vela. Su brillo unifica el conjunto, dando la impresión de iluminar toda la estancia
con intensidad decreciente uniforme hasta que su fuerza se gasta en la oscuridad,
y justificando el matiz rojizo de todos los colores. Permite que los dos personajes
principales destaquen más sólidamente en relieve y con mayor detalle que los
demás. Centra la atención en sus poses, gestos y expresiones. Destaca los pocos
accesorios significativos, en particular los libros de la Ley y la cuerda con la que se
ata a Cristo, y crea la atmósfera solemne y amenazante de un interrogatorio
nocturno.
A través de su dominio de los efectos físicos de la iluminación de una sola
fuente, Honthorst también es capaz de establecer puntos simbólicos. La túnica
blanca de Cristo, arrancada de su hombro cuando fue hecho prisionero, refleja
más luz que la capa de piel del sacerdote, de modo que esa luz parece irradiar de
él. Aunque sumiso, Cristo es sin duda el tema principal de la pintura, la Luz del
Mundo y el Hijo de Dios.
4. Jesús es negado por Pedro
La Negación de Pedro
Autor: Carl Bloch Técnica: Óleo sobre cobre Fecha: 1865
Ubicación: Museo Nacional de Historia, Castillo de Frederiksborg, Dinamarca.
El protagonista de la escena es Pedro, que calienta sus manos en el fuego con la
cabeza gacha avergonzado después de negar a Cristo.
Mientras en la estancia contigua abofetean a su Señor, Pedro niega tres veces
conocerle… Pero desde ese mismo lugar aquel que ha sido negado, traicionado,
abofeteado y abandonado se asoma buscando la mirada de Pedro. En medio de
una muchedumbre que le empuja mira a Pedro profundamente con una mirada
compasiva.
Podemos ver la pirámide que se forma en la composición de la obra. Resalta el
cruce de miradas. Las criadas señalan a Pedro, fijando su vista en él, desde la
cúspide de esa pirámide, desde lo alto de las escaleras, le espera Cristo viéndolo
misericordiosamente.
5. Jesús es condenado a muerte por Pilato

Ecce Homo
Autor: Antonio Ciseri Fecha: 1871 Técnica: Óleo sobre lienzo
Ubicación: Galería de Arte Moderno, Florencia, Italia
La obra fue encargada por el gobierno italiano en 1871, se trata de la pintura
religiosa más sorprendente de Antonio Ciseri. Se describe una escena de fuertes
connotaciones políticas, así como de denuncia y una potente humillación, el jefe
romano Poncio Pilato, el personaje que sentenció el destino de Jesús, manifiesta
ante la muchedumbre “Ecce Homo”; “este es el hombre”. Poncio Pilato
inclinándose desde el balcón de un palacio hacia el pueblo, ofrenda tanto a
Jesucristo como a Barrabás la condena.
La figura principal, encontrada en medio de la composición en un
pronunciado escorzo y vistiendo una túnica de color claro, es Poncio Pilato
dirigiéndose a la gran multitud que se congrega bajo el balcón por el que se
asoma este. Con su mano izquierda señala a Cristo que había sido acusado de
conspiración contra el Imperio Romano. Por otro lado, Cristo viste una túnica
escarlata habiendo sido despojado de sus propias vestimentas, para que fuera
objeto de burla ya que el color rojo lo vestían los emperadores. También porta
sobre su cabeza una corona de espinas.
Cada una de las figuras que se encuentran en el balcón se representan ajenas
al espectador, en ningún momento dirigen su rostro hacia el espectador, sino que
simplemente muestran su perfil o una vista de su cara. Salvo una figura, la mujer
de Poncio Pilato que es la única que deja ver su rostro al espectador ya que avisa a
su marido de que no tome partida en la sentencia de Cristo. La mujer posa su
mano sobre una sirviente para no desmayarse.
6. Jesús es flagelado. La flagelación, William-adolphe Bougereau
La flagelación de Cristo
Autor: William-Adolphe Bouguereau Fecha: 1880
Material: Óleo sobre lienzo. Ubicación: Catedral de La Rochelle.
Bouguereau pinta el cuerpo de Cristo con una perfección y un resplandor
divinos que contrastan con el ambiente sórdido del pretorio. El realismo y detalle
en sus obras, junto con el dominio del cuerpo humano entre otras características
despertarán la admiración de figuras de la época como Chopin o Napoleón III,
mientras que serán aborrecidas por otros como Gauguin o Van Gogh.
En ningún caso podemos negarle el mérito de esta obra. Es el cuerpo de un
Dios-hombre el que ilumina el centro de la composición, un cuerpo totalmente
divinizado, colgado sin embargo como el de un animal. Expuesto para hacer con él
lo que les plazca y tratado sin dignidad alguna, como un despojo de carne inerte.
Rostros indiferentes rodean la escena, curiosidad morbosa ante el
sufrimiento humano, segundos antes de azotar el primer látigo. Segundos antes
de que el odio impregne el ambiente y nuble la vista de los verdugos. Y si en la ley
hebrea solo se autorizaban cuarenta latigazos, la romana no fijaba límite alguno.
La única condición impuesta era dejar con vida al ajusticiado. Y así fue.
7. Jesús es coronado de espinas

Autor: Dyck, Anton van Título: La Coronación de espinas


Fecha: 1618 – 1620 Técnica: Óleo sobre lienzo

La relación entre Van Dyck y Rubens debió ser muy estrecha en los dos años
que colaboraron en el taller del último. Incluso el discípulo llegó a regalar esta
obra al maestro cuando se marchó en 1621 desde Amberes a Italia, gesto que
indica la alta estima que tenían sus obras en aquellas tempranas fechas. La escena
se desarrolla en un interior, con la figura de Cristo sentado en el centro de la
composición y a su alrededor un grupo de sayones, siguiendo una estructura
circular similar a la corona que protagoniza indirectamente el cuadro. Las
diagonales características del Barroco aparecen, aunque con menor fuerza que en
otras escenas, mientras que las rejas del fondo acentúan la verticalidad. En suma,
la obra está muy bien estructurada, sin dejar nada al azar. Las figuras de Cristo y
de los sayones son amplias y macizas, inspiradas en Miguel Ángel. Las expresiones
de sus rostros están perfectamente caracterizadas, anticipándonos su faceta de
retratista. La luz fuerte y clara provoca contrastes, no siendo esto lo más
destacable de la obra como ocurriría en el Tenebrismo, interesándose más por el
color y las calidades de las telas. En la ventana que permite el paso de la luz se
sitúan dos personajes totalmente anecdóticos, muy similares a los empleados por
Jacob Jordaens - con quien Van Dyck estaba muy en contacto durante esos meses.
El perro que ladra es otra muestra de lo cotidiano en la pintura religiosa, muy del
gusto flamenco.

8. Jesús carga la cruz.


Jesús carga con la cruz, el Bosco
Fecha: 1510-1535 Autor: El Bosco
Técnica: Óleo sobre tabla Estilo: Gótico

Sobre un fondo oscuro, 17 figuras rotas rodean a Cristo llevando su cruz o


forman pequeños grupos organizados por juegos de miradas. Sus manos son a
veces visibles, pero el pintor ha tratado sobre todo de representar sus
expresiones faciales y sus apariencias a menudo caricaturadas, que ocupan casi
todo el espacio de la pintura.
Además de Cristo coronado con espinas y empapado en gloria dorada,
reconocemos a Santa Verónica (abajo a la izquierda) sosteniendo el velo en el que
el Santo Rostro de Jesús impreso milagrosamente, así como los dos ladrones
(derecha). El buen ladrón es aquel cuyas características son las menos deformadas
(arriba a la derecha) pero cuya tez lívida probablemente traiciona el miedo a la
condenación. De hecho, es llevado al frente por un monje sin dientes que parece
amenazarlo con las llamas del Infierno. Mucho más horrible que su contraparte, el
ladrón malo se contenta con responder con una mueca odiosa a los dos
espectadores no menos grotescos que lo invectivan. Un yeso pegado a su cráneo
refuerza su fealdad. Entre el ladrón malo y sus atacantes, en la parte superior de
la composición del grupo piramidal, un hombre lleva un sombrero puntiagudo que
presenta un extraño gradiente de colores. Otros personajes usan tocados más o
menos caprichosos y algunos de ellos usan joyas corporales de oreja, barbilla o
alrededor de la boca.
Las características finas, la expresión serena y los ojos cerrados de Cristo y
Verónica contrastan marcadamente con la exageración de las pasiones legibles
sobre los monstruosos y ridículos rostros de los otros personajes.

9. Jesús cae por primera vez.


Caída camino del calvario
Autor: Rafael (y taller) Fecha: 1515 - 1516
Técnica: Óleo sobre lienzo Dimensiones: 318 cm x 229 cm.
El lienzo muestra a Jesucristo cargando la cruz para su propia crucifixión, en
el momento en que cayó. Su madre sufre y lucha en la agonía. Todas las
emociones de la pintura se “colocan” en primer plano, y el fondo representa el
escenario con grupos de personas y cruces.
El hombre de la izquierda, en primer plano, parece un personaje de la pintura
de Rafael “La corte de Salomón”, ubicada en el Palacio del Vaticano.
Los cuatro Marías están representados en el lado derecho de la imagen y se
levantan a ambos lados de los guardias. En este trabajo, la Virgen solo cayó de
rodillas sin perder la conciencia, como se muestra a menudo.
Rafael representa varias estaciones del viacrucis en una misma obra, entre
ellas podemos ver a las santas mujeres, al cirineo e incluso es posible que haya
una sugerencia a la condena de Pilato en la figura que porta el bastón de mando
Numerosas diagonales cruzan la pintura (la cruz, las lanzas de los soldados, el
hombre con el estandarte) creando una atmósfera tensa y confusa. Las figuras,
sobre todo el grupo de las Marías, parecen irrumpir en cascada en el escenario,
potenciando la sensación de desorden. Sin embargo, éste es sólo aparente: la
figura protagonista del cuadro (Cristo) queda aislada, justo en el medio de un
triángulo compositivo formado por el Cirineo, el sayón de la cuerda y el grupo de
mujeres, reclamando toda la atención del espectador; y quedando unido, además,
por un juego de miradas y de gestos, a la otra figura protagonista, la Virgen María.

10. Jesús encuentra a su madre María.


Jesús encuentra a su Madre
Bartolomé Esteban Murillo Barroco
Date: c. 1665-1675 Medium: Óleo sobre lienzo
Esta pintura de murillo representa el encuentro tredicional entre Cristo y su
Madre, María, mientras éste iba de camino al calvario. En esta sobria imagen se
pueden ver los claroscuros propios de la pintura barroca, igual que la línea
diagonal representativa. La luz cae sobre el pálido rostro de la Virgen, que mira a
Cristo con los brazos abiertos, como si se preguntara por su propio dolor o como
si acogiera a su divino hijo. Viste la clásica túnica roja, símbolo del amor a su hijo,
con un sudario blanco reflejando la pureza y un manto azul, color utilizado para
los vestidos fúnebres en España en la tierra y época del autor. Es un encuentro
íntimo y silencioso, en el que, cuando parece que no hay nadie más en el cuadro,
no hay apariencia de vida en medio de la aridez del paisaje, cristo, cargando con la
Cruz, encuentra a María que es la que sale al encuentro de su hijo sufriente.
11. Simón el Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz.
Cristo con la Cruz a cuestas
Autor: Vecellio di Gregorio Tiziano Título: Cristo con la Cruz a cuestas
Fecha: Hacia 1565 Técnica: Óleo sobre lienzo
Dimensiones: 67 cm x 77 cm

Tiziano, con gran carácter dramático, nos muestra el momento en el que Simón de
Cirene ayuda a Jesús a cargar con la cruz. Los dos aparecen en un primer plano
mediante una pincelada diluida y con un gran protagonismo del color en la
configuración de formas y volúmenes. Jesús mira al espectador con unos ojos
lacrimosos. Jesús sufre. La Cruz pesa sobre sus hombros y las heridas de la
flagelación siguen abiertas. Nos mira con una mirada demasiado expresiva para el
estilo del pintor italiano, pero que plasma a la perfección el sentido cristiano del
Vía Crucis. Una mirada ante la cual no podemos reprimir las ganas de querer
acercarnos a llevar esa Cruz.
En esta obra se ha atemperado el carácter narrativo y ponderado su dramatismo
mediante la elección de un primerísimo plano, excepcional en la obra de Tiziano.
La proximidad de Cristo y el Cireneo, situados a los lados de la diagonal trazada
por la cruz, acrecienta la emotividad de la escena, subrayada por la mirada que
Cristo, con la cuerda alrededor del cuello, dirige al espectador con los ojos
lacrimosos inyectados en sangre.
La obra la túnica de Cristo está construida mediante una superposición de
pinceladas con diferentes tonos característica de Tiziano. El anillo que tan
ostensiblemente exhibe el Cireneo sugiere que quien lo encargó se hizo retratar
como tal, o quiso identificarse con él.

12. Verónica limpia el rostro de Jesús.


13. Jesús cae por segunda vez
Jesús cae por segunda vez
Autor: Penny Warder Técnica: óleo sobre lienzo
Ubicación: Catedral de Blackburn Lancashire, London
Dimensiones: 90 cm x 180 cm

Esta es una de las quince pinturas al óleo de 6 pies de Las Estaciones de la Cruz
que cuelgan permanentemente en la Catedral de Blackburn, Inglaterra. El color
vibrante de esta estación ha sido elegido cuidadosamente dependiendo de lo que
estaba representando y también de la ubicación física en la catedral. El tema de la
púrpura continúa a través de cada pintura principalmente en una corona de
espinas y en las heridas de Cristo. La ausencia notable de cualquier cruz en la
pintura, aunque está fuertemente implícita, es transmitir al espectador que el
sufrimiento no solo es causado por factores externos o es impuesto por otros,
sino que también es una experiencia interna, inseparable de la vida.

14. Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén.


Jesús cargando la Cruz

Autor: Pedro Pablo Rubens


Fecha: hacia 1634-1635 (1634-1637)
Técnica: Óleo sobre tabla
Dimensiones: Altura: 74,0 cm; Ancho: 55,0 cm

Rubens representa el momento en que la Verónica enjuga el rostro de Cristo


haciendo honor a la teatralidad típica del barroco. En la pintura entran en
contraste dos dinámicas diferentes: la musculatura en acción de los hombres con
el torso al descubierto que se esfuerzan por sostener la cruz y, por otro lado, la
suavidad y la delicadeza con que la Verónica seca el rostro de Jesús con su paño. A
la izquierda María intenta alcanzar a su hijo sufriente mientras un soldado
interpone su arma.

15. Jesús cae por tercera vez.


Caída en el camino del calvario
Autor: Gian Doménico Tiepolo
Título: Caída en el camino del Calvario
Fecha: 1772
Técnica: Óleo sobre lienzo
Dimensión: 124,3 cm x 145 cm
Procedencia: Museo de la Trinidad, Madrid
El veneciano Gian Doménico Tiepolo aporta en 1770 una de las imágenes más
dramáticas de su obra: Caída en el Camino del Calvario.
El estilo y el tema del lienzo son inmediatamente asimilados por el espectador: el
sufrimiento de Cristo en su recorrido hacia el Calvario que se observa a la
izquierda del cuadro. La acción detenida en la caída (paradoja de la composición)
es de carácter reflexivo, pues el madero intensamente blanco que se mancha con
la sangre de Cristo crea esa rima cromática que se funde en la cara de sufrimiento
de un pálido Cristo. Los rostros y figuras que se aglutinan a su alrededor (Simón el
Cirineo, las Santas Mujeres, los soldados romanos, etc.) constituyen un elemento
apartado de Cristo: indiferentes algunos y preocupados otros, es Cristo quien
carga todo el peso de la cruz transversal, empapada con su sangre.
Pintura reflexiva y de gran severidad, la obra de Tiepolo bien puede ser
comprendida como una serie de elementos que conjuntan el momento ínfimo con
el cuadro expectante. Arriba a la izquierda espera la acción, detenida para crear
catarsis en este cuadro.
16. Jesús es despojado de sus vestiduras.
El Expolio de Cristo Autor: El Greco (Domenikos Theotokópulos)
Fecha: 1577-1579 Estilo: Manierismo
Técnica: Óleo sobre lienzo, Dimensiones: 285 cm x 173 cm
Ubicación: Sacristía de la Catedral de Toledo.

Esta obra estaba destinada al vestuario de la sacristía de la catedral, justificando


así el tema del expolio. Al igual que en los mosaicos, prescinde de un espacio real
y agrupa a las figuras con cierta isocefalia que acentúa la angustia del drama que
está a punto de comenzar. Las rupturas manieristas se detectan también en los
cambios de puntos de vista con los que afronta la representación de las tres
Marías, para las que adopta una perspectiva desde arriba, en contraste con la
frontalidad que preside la escena principal, en la fuerte línea diagonal que
describe el madero y el escorzo del sayón que prepara la cruz y en el que se
rastrean todavía ecos miguelangelescos.
Es la gran mancha roja la que construye el cuadro, aumenta la carga dramática y
aísla la soledad de Cristo. La fuerza de ese rojo actúa como un imán centrípeto
atrapando al fiel en la historia que se desarrolla. Como es habitual en El Greco
maneja un doble lenguaje estilístico. Por un lado, hace alarde de las dotes del
realismo de su arte ya que capta minuciosamente las texturas, los detalles de los
reflejos en la armadura del soldado o la gestualidad con la que dota a las figuras
de sentimientos propios e individualizados, especialmente la que resalta la
mansedumbre y virilidad de Jesús. Junto al contenido realista despliega un arte
abstracto fruto de sus recuerdos como pintor de iconos. Prescinde del espacio,
que resulta ser un conglomerado asfixiante, al igual que maneja unas
proporciones gigantescas y elimina todo indicio de naturaleza, salvo las piedras
que dispone sobre una simbólica mancha marrón.
La presencia del soldado con armadura del siglo XVI, se trata de una licencia
artística que unos lo han identificado con Longinos. Para otros se trataría, en
cambio, de un recurso grequiano, destinado a reforzar el carácter intemporal y
simbólico del cuadro. La otra figura no contemplada en los textos y que, por
tanto, contravenía la recomendación de la propiedad histórica es la del personaje
que desde el fondo señala con fuerza al espectador, a quien reclama la mirada. Se
ha señalado la sintonía de este gesto con las admoniciones de San Buenaventura
que prepara al fiel bajo las fórmulas “mira”, “considera” y “advierte.
17. Jesús es crucificado.

La elevación de la Cruz Autor: Pedro Pablo Rubens


Fecha: 1610-1611 Técnica Óleo sobre tabla
Estilo Barroco Dimensiones: 462 cm × 341 cm
Ubicación: Catedral de, Amberes, Bélgica

En el panel central, vemos el momento dramático en que la cruz de la crucifixión


de Cristo se eleva a su posición vertical. Rubens creó un fuerte énfasis diagonal
colocando la base de la cruz en la extrema parte inferior derecha de la
composición y la parte superior de la cruz en la parte superior izquierda, haciendo
del cuerpo de Cristo el punto focal. Esta fuerte diagonal refuerza la noción de que
se trata de un evento que se desarrolla ante el espectador, ya que los hombres
luchan por elevar el peso de su carga.
A esta tensión dinámica se suma la sensación visual de que los dos hombres de la
parte inferior derecha están a punto de irrumpir en el espacio del espectador
mientras trabajan para tirar de la cruz hacia arriba. El espectador está atrapado en
un momento de ansiedad, esperando a que la acción sea completa. En el panel
izquierdo están San Juan Evangelista y la Virgen María, que, de pie a la sombra del
afloramiento rocoso por encima de ellos, miran a su izquierda lo que se desarrolla
ante sus ojos. Mostrado en la resignación silenciosa y el dolor por el destino de
Cristo, el grupo de mujeres de abajo es un marcado contraste de emoción
exagerada. Aquí también Rubens utiliza una diagonal a lo largo de la línea de las
mujeres desde la parte inferior derecha hasta la mitad izquierda, separando a
Juan y María, permitiendo al espectador centrarse en su reacción.
El panel derecho continúa el evento narrativo mientras los soldados romanos
preparan a los dos ladrones para su destino. Un ladrón, que ya está siendo
clavado en la cruz en el suelo, es precorizado de nuevo en el espacio, mientras
que el otro, justo detrás de él con las manos atadas, está siendo llevado con
fuerza lejos por su cabello. La diagonal que Rubens creó aquí corre en la dirección
opuesta a la del panel izquierdo, moviéndose de la parte inferior izquierda a la
parte superior derecha a lo largo de la línea creada por la pierna y el cuello del
caballo gris. Estas diagonales opuestas crean aún más tensión a través de la
composición, aumentando el sentido del drama y la acción caótica del espectador.
Además de la potente composición figural, los tres paneles se unifican
visualmente a través del paisaje y el cielo. Los paneles izquierdo y central
comparten un afloramiento rocoso cubierto de robles y vides (ambos de
importancia cristológica). Observe que San Juan, la Virgen María y los soldados
romanos justo a la izquierda de la cruz están de pie en la misma línea terrestre.
La unificación de los paneles central y derecho se logra a través del cielo, que
comienza a oscurecerse en el panel central, moviéndose hacia el eclipse
inminente del sol a la derecha, un acontecimiento relatado en el Evangelio de
Mateo.
Cuando se colocó el retablo Elevación de la Cruz en el altar mayor, se forjó una
conexión específica entre el tema de la pintura y la función del altar.
18. Jesús promete su reino al buen ladrón.

Cristo y el Buen Ladrón


Autor: Tiziano Vecellio Tiziano
Fecha: 1566 h.
Material: Óleo sobre lienzo
Estilo: Renacimiento Italiano
Dimensiones: 137 cm x 149 cm.
Ubicación: Pinacoteca Nacional de Bolonia
Los hermanos Giovanni y Daniele d´Anna encargaron a Tiziano en 1559 un retablo
para el altar familiar en la iglesia veneciana de San Salvador. Esta obra nunca sería
colocada en el templo, pero fue citada por Vasari en 1568, mencionando que se
trataba de "un gran lienzo con Cristo crucificado, los ladrones y, abajo, los
verdugos". Los especialistas consideran que esta obra de la Pinacoteca Nacional
de Bolonia podría ser un fragmento de dicho retablo. El Cristo crucificado recibe el
impacto de la luz dorada que envuelve la escena, en una posición serena que
contrasta con el movimiento del buen ladrón. Las figuras estarían inspiradas en
Miguel Ángel, pero el tratamiento de luz y color es totalmente tizianesco,
relacionándose con los trabajos de la última etapa denominada "impresionismo
mágico". La pincelada es cada vez más fluida, resultando una sensación
atmosférica que envuelve a las figuras y diluye sus contornos, creando un efecto
que será admirado por numerosos artistas durante el Barroco.
19. Jesús en cruz, su madre y el discípulo
Cristo en la Cruz
Autor: Pedro Pablo Rubens
Fechahacia 1628
Técnica Óleo sobre tabla
Dimensiones: 51,0 cm x 38,0 cm

Rubens realizó este boceto al óleo como preparación para un retablo encargado
por la Iglesia de S. Miguel de Gante. Pero en 1628 y 1629 permaneció
sucesivamente en Madrid y Londres, donde contribuyó al tratado de paz entre
España e Inglaterra concluido el 15 de noviembre de 1630. Debido a esta misión
diplomática, Rubens no pudo completar la misión para Gante. Pidió a Anthony van
Dyck que se hiciera cargo de su tarea y pintara el retablo de la iglesia de San
Miguel, donde todavía se puede ver este Cristo crucificado.
20. Jesús muere en la cruz.
Cristo crucificado
Fecha: 1632
Autor: Diego Velázquez
Técnica: Óleo sobre lienzo
Estilo: Barroco
Dimensiones: 250 cm × 170 cm
Ubicación: Museo del Prado, Madrid, España

Una de las obras más famosas de Velázquez, fechada en torno a 1632, no sólo por
su valor estético sino por las leyendas que le acompañan. La obra pertenecía al
convento de las Monjas Benedictinas de San Plácido de Madrid. Se cuenta que fue
donado por Felipe IV como arrepentimiento al haberse enamorado de una monja
que allí profesaba. También se dice que la donación vino a través de D. Jerónimo
de Villanueva, Protonotario Mayor de Aragón, por un escabroso asunto
demoníaco que se había producido en dicho convento, teniendo que tomar la
Inquisición cartas en el asunto. Sin duda estamos ante una maravillosa obra con
una elegante figura de Cristo, con el cuerpo y los miembros suavemente
modelados, recibiendo una luz clara procedente de la izquierda, recortándose la
figura sobre un fondo neutro. La cabeza caída y el excelente mechón de cabello
que oculta parte del rostro son los elementos más originales de la pintura. Existe
una leyenda, seguramente falsa, según la cual al impacientarse el artista porque
no le gustaba como estaba quedando el rostro, en un ataque de furia tiró los
pinceles al lienzo, obteniendo una mancha que dio origen a la melena que cubre
el rostro. Velázquez ha conseguido obtener perfectamente una imagen de la
doble naturaleza, divina y humana, de Cristo. Refleja Cristo muerto, pero parecen
vivos sus blancos miembros. Es una imagen sobria y silenciosa, que sólo te hace
mirar a Cristo, sin nada más, como si nada existiera fuera de Él.
21. Jesús es bajado de la cruz

El Descendimiento
Autor: Weyden, Rogier van der
Fecha: Antes de 1443
Técnica: Óleo sobre tabla
Dimensiones: 204,5 cm x 261,5 cm.
Junto a ellos aparecen la Virgen María, madre de cristo, la cual sufre un
desvanecimiento ante el dolor que sufre al ver a su hijo en la cruz. Se habla del
‘espasmo de la Virgen’. Escena que proviene de las Actas de Pilato 10,1; apócrifo
del siglo II
La Virgen, en la que captamos la repetición de la postura de Cristo es la Virgen
desfallecida. Los dos al parecer en la misma posición nos hace pensar que ambos
sufren el mismo dolor, es asistida por San Juan y una de las santas mujeres, María
Salomé. Ella aparece con una ropa y manto azul (símbolo del amor celestial, color
de la verdad). Tanto ella como la figura de San Juan son las únicas que podríamos
decir que van vestidas como santos.
También se puede apreciar a María de Cleofás detrás de San Juan inmersa en un
gran llanto y María Magdalena que aparece vestida con saya grisácea de mangas
rojas, pañuelo a la cabeza y falda violeta, color que simboliza el amor y la verdad,
o bien la pasión, el sufrimiento o la penitencia, con un cinturón que simboliza la
virginidad y la pureza, en el que hay una inscripción: Ihesus María. Justo debajo de
su rostro lloroso quedan los pies de Cristo, que posiblemente el pintor haya
tenido presente que fue ella la que le ungió y secó los pies, en un acto de amor y
arrepentimiento.
El pintor coloca un fondo liso, de color dorado, elemento típicamente gótico que
además tiene un sentido simbólico, es el emblema del sol y de la divinidad,
simboliza la eternidad y es propio de lo divino, por lo que podríamos decir que
está representando la santidad de los personajes pintados.
En el primer término, abajo, hay una pequeña alusión al paisaje. En ella
encontramos una calavera. Según la tradición iconográfica cristiana, esos restos
pertenecen a Adán.
Cristo es representado desnudo con el paño de pureza blanco. José de Arimatea
se representa como un rico burgués de la época. Contrasta con Nicodemo,
personaje más modesto y de menor magnificencia, que aparece también
ricamente vestido con una túnica negra y encima una ropa sin ceñir.
María Salomé con una ropa verde propia de la moda del momento. San Juan
aparece representado con aspecto joven, descalzo y con túnica y manto rojo,
color de la sangre que se relaciona con las emociones, además hay una analogía
con los cardenales. Detrás de él apreciamos a María de Cleofás con una especie de
hábito gris y turbante blanco, símbolo del duelo y humildad.
22. La Piedad
La Piedad
Fecha: 1876
Autor: William-Adolphe Bouguereau
Técnica: Pintura al óleo
Dimensiones: 230 cm × 148 cm
Ubicación: Colección privada

Bouguereau pinta una escena de dolor con total sinceridad, a corazón abierto.
Después de todo acababa de morir uno de sus hijos de 16 años y vivía su
particular pietá. Como la virgen aquí, el artista llora en silencio.
Influido por el arte bizantino, con esas grandes auras doradas, así el pintor puede
darles mayor protagonismo a los rostros. El de María, con un devastador rictus de
dolor, mirándonos fijamente y agarrando el cuerpo de su hijo como no aceptando
su partida. El de Jesús pálido e inerte, pero con una perfección anatómica
admirable. Con un cuerpo luminoso que brilla como un sol, deja ver unas
espeluznantes venas azules mientras sus extremidades cuelgan sin vida
Alrededor, los ángeles también se acercan a llorar, cada uno con su pose, su
expresión y su color. Bouguereau compone la escena minuciosamente para
enmarcar lo que realmente importa: el dolor de una madre.
Como curiosidad, hay que decir que el cuadro estuvo durante un tiempo en la
casa de Mel Gibson.
23. Jesús es sepultado.

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