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4 / agosto-diciembre, 2015
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López, Entre, 2013, p. 20.
2
López, Entre, 2013, pp. 21, 392.
3
Olivera, Aspectos, 1966; Meyer, Cristiada, 1973-1974.
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92 Rafael Omar Mojica González
que dieron identidad a los pobladores, como lo fue- ligión católica y el dominio hispánico. Esto devino
ron la tradición o los valores subjetivos de los acto- en una sociedad defensora de estos ejes, que después
res que los llevaron a la formación de una “identidad pasarían a ser tradicionales y sobre los que la Consti-
política”.4 Por otra parte, se distancia de las interpre- tución de 1917 buscó intervenir.
taciones dadas por los investigadores coordinados La cuestión de la confrontación entre lo que
por Andrés Fábregas, que estudiaron Los Altos de defendía el Estado y lo que quería la Iglesia se aborda
Jalisco en la década de los años setenta, quienes mos- en el capítulo segundo. El autor reconoce la diver-
traron que más que una guerra en que se priorizó el sidad de posturas al interior de cada una de ambas
motivo religioso estaba la cuestión económica.5 instituciones, sin embargo, el grupo revolucionario
Dentro de su exposición, no abusa de las citas que estableció la Constitución de 1917 se inmiscuyó
a los autores de referencia casi obligada —Meyer fuertemente con los pilares culturales de los alteños,
y Olivera— sino que busca en fuentes primarias la interviniendo en la disposición de la tierra, en el que-
relatoría, aunque el resultado no difiere mucho del hacer de la Iglesia y en la socialización de los niños de
de estas obras. Reconoce la abundancia de la histo- las familias. En el capítulo tercero el autor nos mues-
riografía cristera, para lo cual podría haber sido útil tra las características de la Iglesia y el Estado en los
un debate de las conclusiones que ha habido y cómo años bajo estudio, la primera marcada por la llamada
se posiciona frente a ellas. Se extraña que no cite al- doctrina social y el segundo en una búsqueda por
gunas investigaciones importantes como las de José establecer una justicia redistributiva, que los llevó a
Díaz y Román Rodríguez (1979) o Paul S. Taylor tener disparidad ideológica.
(1933),6 ya que son relevantes aportes para com- Lo que fue propiamente la guerra de 1926-
prender la cultura alteña. A pesar de estas omisio- 1929, se expone en el capítulo cuarto. Para esto re-
nes, se distingue la investigación por la consulta de curre a la historiografía y los testimonios de com-
una gran variedad de fuentes, basándose en un rico batientes, mostrando algunos acontecimientos y las
número de obras bibliográficas sobre la región, el dificultades de la guerra. Menciona que la interpre-
tema y la época. En la cuestión archivística recupera tación común fue la visión maniquea del conflicto,
documentos oficiales federales, estatales y munici- lo que el autor propone es que Los Altos no era un
pales, así como algunos religiosos. Complementa la “monolito cultural” y que varios alteños simpatiza-
información con publicaciones periódicas y algunos ron o ayudaron al gobierno. Por su parte, los mili-
documentos particulares que pertenecieron a alte- tares también tenían objetivos propios y cada uno
ños que vivieron en ese tiempo. buscaba implantar a su modo lo que le convenía.
En cuanto al contenido del libro, está dividido Los aspectos educativo y agrario, dos de los
en seis capítulos. En el primero de ellos, denomina- principales motivos de discordia, se analizan en los
do “El escenario y los actores”, el autor describe el dos últimos apartados. El autor presenta la escuela
paisaje alteño como poseedor de recursos limitados, como un campo de batalla entre los revolucionarios
en los que la tierra junto con la familia y la religión que buscan implantar un tipo de ciudadano y la Igle-
fueron uno de los “ejes articuladores” de la sociedad sia que intentaba mantener su posición. Sin embar-
alteña. Las razones las encuentra en el tipo de pobla- go, el autor agrega un punto importante, y es que los
miento que tuvo la zona, en donde a los primeros alteños tenían intereses propios más allá de los con-
pobladores se les concedieron extensiones de tierra flictos institucionales, preocupándose porque a sus
a cambio de defenderla, mientras ensanchaban la re- hijos se les dieran “ideas extrañas” que se opusieran
al orden local. En lo que corresponde a la propiedad,
4
Purnell, Popular, 1999; Butler, Devoción, 2013. Estado e Iglesia tenían serias disparidades, y uno de
5
Díaz y Rodríguez, Movimiento, 1979; Fábregas, Formación, los conflictos fue la interpretación sobre lo agrario,
1986. mientras unos la veían como un don de Dios, otros
6
Díaz y Rodríguez, Movimiento, 1979; Taylor, Arandas, 1991. la veían como algo para hacer justicia otorgándosela
Sobre Entre aromas de incienso y pólvora: Los Altos de Jalisco [...], de José Luis López Ulloa 93
a campesinos en forma de ejido. Este último, con- llar su argumento, que son un libro de notas de una
trario a la opinión difundida, tuvo demandantes en alumna de un colegio católico de San Miguel el Alto,
Los Altos de Jalisco. un libro religioso que estuvo en una biblioteca alteña
En la conclusión señala que aporta evidencias y un libro aprobado por el gobierno. Aunque el autor
para echar “por tierra uno de los grandes mitos que reconoce la falta de fuentes para trabajar el tema, al
existen en torno a Los Altos de Jalisco, donde mu- lector le hace falta un aparato crítico de las fuentes,
chos de sus moradores y no pocos de sus panegiristas pues no se contextualiza al colegio mencionado, no
señalan que la Revolución no contaba con apoyos se saben los hábitos de lectura y posesión de biblio-
de ninguna especie en la región, lo que de suyo es tecas en Los Altos, lo que hace difícil una generali-
una falacia”,7 mostrando que hubo apoyos al gobier- zación a toda la región a partir de estos documentos.
no durante la Guerra Cristera, lo mismo que algunos Otro aspecto es que el autor resalta más la
recibieron educación pública y reparto agrario. Esto lucha en diferentes arenas entre los miembros de
sorprende porque ya desde los estudios de Patricia de la Iglesia y los dirigentes del Estado por conseguir
Leonardo y Jaime Espín (1978) y Moisés González un control social, cuando en el periodo de estudio
Navarro (2000-2003)8 se había tratado el tema ejidal hubo evidencias de cooperación entre ambos y que
en Los Altos. Otro punto en que se centra en la con- también llegaron a acuerdos. Reconoce que Álvaro
clusión es colocar a los pobladores alteños de la época Obregón fue cuidadoso en su nexo con la Iglesia,13
como activamente participantes y no como materia pero no menciona que en 1929 —ya con Emilio
dispuesta para ser intervenida por el Estado o la Igle- Portes Gil en la presidencia— la institución ecle-
sia, en los que fue primordial la defensa de su cultura. siástica dio una importante ayuda a la candidatura
La obra tiene algunos minúsculos detalles para de Pascual Ortiz Rubio, desviando los votos que
precisar. Respecto a las fuentes, menciona que la re- factiblemente favorecerían a José Vasconcelos, o el
vista David comenzó a circular en 1958,9 cuando lo apoyo que recibió Lázaro Cárdenas al final de su
fue desde agosto de 1952, en su segunda época, ya periodo. En lo que corresponde al Estado, parece
que la primera se publicó clandestinamente durante que el autor no le da tanta importancia a los acon-
los años treinta.10 Se puede suponer un error en la tecimientos políticos de la entidad jalisciense, cuan-
transcripción, pues en el interior del texto señala nú- do en la época también había confrontación entre
meros de la revista de años previos. El autor apunta algunos gobernadores y la élite revolucionaria.
que la división de la región de Los Altos en una por- Señala constantemente que el motivo de la
ción Norte y otra Sur fue dada por el inegi,11 sin oposición a los programas de los revolucionarios
embargo, ésta fue generada en 1998 por el goberna- fue la defensa de una “identidad alteña” o “cultura
dor de Jalisco.12 alteña”, algo que no acota adecuadamente y señala
En el capítulo quinto, donde aborda el tema que en una de sus obras lo abordó, sin embargo, se-
educativo, toma como base tres fuentes para desarro- ría de utilidad conocer su perspectiva sobre identi-
dad para conocer a qué se refiere, cómo cambia y
cómo se construye. En otro asunto, el autor le con-
7
López, Entre, 2013, p. 392. fiere mucho peso a lo legal, en el sentido de que con-
8
De Leonardo y Espín, Economía, 1978; González, Criste- sidera que hay una relación directa entre el conflicto
ros, 2002-2003. y la promulgación de leyes.14 Esto desde luego hay
9
López, Entre, 2013, p. 22. que matizarlo, pues la aplicación de las disposicio-
10
Puente, Movimiento, 2002, p. 165. nes legales fue a discreción del gobernante en tur-
11
López, Entre, 2013, p. 38.
12
Acuerdo que establece la nueva regionalización administra-
tiva del estado de Jalisco para impulsar el desarrollo de la entidad 13
(1998). Andrés Fábregas (1986) ya había considerado separar en López, Entre, 2013, p. 131.
14
dos porciones a Los Altos. López, Entre, 2013, p. 399.
94 Rafael Omar Mojica González
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96 Oficio. Revista de historia e interdisciplina
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