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Jerónimo Lavagna y su viaje de exploración al Valle del Tarija

Una evidencia de su interés por la Paleontología

H. Santiago Druetta
CPA – CICTERRA (CONICET)
Córdoba - Argentina

Los restos fósiles que conforman las colecciones de los museos aportan una
valiosa información sobre cómo era la vida en el pasado. Estas piezas forman parte de
nuestro patrimonio cultural y revelan datos del contexto histórico en el que fueron
halladas. Este trabajo pretende combinar los relatos de la época y los indicios que
brindan los objetos (en este caso un diente de mastodonte), para analizar los motivos
que llevaron al Padre Jerónimo Lavagna a emprender un extenso viaje de exploración
al valle de Tarija en el sur de Bolivia, a fines del siglo XIX.
Jerónimo Lavagna nació en Savona, Italia, en 1834 y llegó a la Argentina en
1870. Desde entonces realizó una importante tarea eclesiástica y científica en el centro y
norte del país; especialmente en la provincia de Córdoba donde dirigió el Museo
Politécnico Provincial (1887-1911), del que derivaron los actuales museos provinciales
de Ciencias Naturales, Historia Colonial y Bellas Artes.
Diversos autores contemporáneos analizaron la figura del Presbítero Lavagna,
entre ellos Ana Clarisa Agüero (2009), Carlos Ferreyra (2006) y Mariana Panzetta
(2005). Ellos enfocaron las investigaciones en su tarea como director del Museo
Politécnico. Sin embargo, es muy poco lo que se conoce sobre sus preocupaciones
académicas, investigaciones o sus aportes científicos. A pesar de esto, puede dar algún
indicio lo que relató el Ministro de Gobierno, Ramón J. Cárcano, cuando conoció a
Lavagna en 1887, quien aseguró que el sacerdote se presentó diciendo:

“Vengo Señor (…) desde Tarija en viaje de estudio, realizado a pie, en la mayor
parte. Soy un naturalista y he reunido una importante colección de plantas y minerales,
que acondicionados en cajones y cueros, irán llegando a esta ciudad”. (CÁRCANO;
1926:146).
Lavagna se presentó como un naturalista: un miembro de una serie de
expedicionarios que llegaron a Sudamérica durante el siglo XIX para descubrir y
estudiar sus riquezas naturales. Pero, ¿cuáles fueron las motivaciones por las que
Lavagna emprendió este viaje de estudio?
Otros datos aportó Edoardo Berruti quien documentó los logros más relevantes
de la vida del sacerdote en ¨Il museo politecnico di Córdoba e il suo fondatore e
direttore Sacerdote Gerolamo D. Lavagna¨ (1906). Berutti comentó que, en 1873,
Lavagna fue párroco en San José de Metán, Cachi y La Poma (localidades de la
provincia de Salta) hasta 1878, cuando regresó a Italia. Ese año participó de la
Exposición Universal de Paris donde obtuvo una medalla de oro y una mención de
honor; regresó a la Argentina en 1879. Asimismo, el autor destacó que: “Poco después
de su arribo, y de no aceptar varias propuestas que las parroquias que le habían hecho,
emprendía un viaje de exploración a Bolivia en dirección al valle de Tarija”
(BERRUTI; 1906:7). Posteriormente, relató las vicisitudes que tuvo en su recorrido y
las ciudades que visitó en Bolivia (Tupiza, Potosí y Sucre) y también comentó que: “Y
se dirigió por último a Tarija que era la meta de su viaje de exploración”. (BERRUTI;
1906:8).
¿Por qué Lavagna retornó de Europa planificando un viaje a este valle, distante a
casi 2000 km de Buenos Aires? ¿Qué llevó al sacerdote a renunciar a sus tareas
clericales para afrontar un largo camino a los Andes? ¿Por qué lo señaló como la meta
de su viaje?
Para responder a estos interrogantes es necesario comprender que el Valle de
Tarija era conocido, desde el siglo XVI, como un vasto yacimiento de huesos fósiles,
que en época colonial era interpretado como un “sepulcro de gigantes”. A principio del
siglo XIX el naturalista Georges Cuvier postuló que las muelas de estos “gigantes”
pertenecían a paquidermos extintos, a los que llamó Mastodontes des Cordilières por su
distribución geográfica.
A mediados del siglo XIX llegaron comisiones científicas europeas a Bolivia
que estudiaron las riquezas paleontológicas de Tarija. Se destacaron las realizadas por
los naturalistas Alcide d`Orbigny y Hugh Algernon Weddell. D`Orbigny llegó a Bolivia
en 1830 y, aunque no visitó Tarija, obtuvo relatos y colecciones de fósiles que le
cedieron otros viajeros; uno de ellos le comentó: “En los bordes del curso de agua que
atraviesa los depósitos del valle, encontramos una inmensa cantidad de osamentas en
un limo gravoso, donde los animales parecen estar casi enteros”, palabras citadas en el
tomo III, 4ta parte (Paleontología, 1842) de su monumental obra “Voyage dans
l'Amérique Méridionale” (1835-1847) en la que además, ilustró “una bella mandíbula
inferior de mastodonte y un gran número de molares”, clasificados como Mastodon
andium Cuvier. Entre 1843 y 1847 Weddell recorrió Bolivia como naturalista viajero
del Museo de Historia Natural de Paris, participando en el viaje de exploración
científica a cargo de Francis de Castelnau. Posteriormente, informó sus hallazgos en el
tomo 6 -de la obra “Expédition dans les Parties Centrales de l' Amérique du Sud de Río
Janeiro a Lima, et de Lima au Pará” (1851)- titulado: “Voyage dans le Sud de la
Bolivie”. Weddell se radicó en Tarija por más de cuatro meses, descubriendo alrededor
de quince especies de mamíferos fósiles; entre ellos, varios restos de Mastodon, entre
los cuales encontró la primera defensa completa conocida. Estos fósiles fueron
estudiados por Paul Gervais, profesor de la Facultad de Ciencias de Montpelleier, en su
trabajo “Recherches sur les mammifères fossiles de l` Amérique Méridionale” (1855).
Seguramente, Lavagna conoció estas publicaciones francesas que destacaron la
riqueza paleontológica de Tarija; tal vez, en su viaje a Paris tomó contacto con la
bibliografía y con la comunidad científica local y quizás conoció los fósiles tarijeños
que se encontraban en el museo parisino.

Según Berruti:
“el 10 de mayo de 1880, Lavagna llegó a las montañas que circundan el valle
de Tarija (…) En el valle comenzó la misión científica que se había propuesto,
descubriendo un nuevo depósito de animales fósiles que no pudo extraer por falta de
medios. De tal descubrimiento dio aviso al director del Museo Nacional de Buenos
Aires el Dr. Burmeister, el que luego envió una comisión de exploración que recolectó
importantísimas muestras, como el cráneo de un mastodonte, el ejemplar más completo
que se encuentra en el museo” (BERRUTI; 1906: 9).
El relato de Berruti se corresponde con lo ocurrido: Hermann Burmeister, ilustre
naturalista alemán radicado en Argentina desde la década de 1860, envió en 1886 a
Enrique De Carles, naturalista viajero del Museo Nacional, en viaje de exploración
paleontológica a Tarija. Durante un año de prospección recolectó una colección de más
de treinta especies fósiles y publicó sus observaciones como “Noticias sobre un viaje a
Tarija (Bolivia)”, en 1888. Algunos de sus hallazgos, como los restos de tres cráneos
completos de mastodontes, fueron estudiados por Burmeister en el texto “Los caballos
fósiles de la Pampa Argentina”, en la edición de 1889.
Sobre los fósiles tarijeños, Berruti extractó una frase del sacerdote: “El gran
valle de Tarija es un verdadero panteón de fósiles antediluvianos” (BERRUTI;
1906:9). Posiblemente la cantidad de restos haya sobrepasado su capacidad para
extraerlos, por lo que decidió ceder dicho hallazgo a Burmesiter. Luego de esta
campaña, cansado y sin recursos, Lavagna retornó a Salta. En los años siguientes realizó
actividades eclesiásticas en las provincias de Jujuy y Santiago del Estero y luego se
radicó en Córdoba donde fundó el Museo Politécnico, en 1887.
Las últimas noticias sobre los fósiles que colectó Lavagna en Tarija aparecen en
el primer informe del museo, del 18 de marzo de 1887, donde expone: “La sección de
Paleontología tendrá una pieza del esqueleto de un mastodonte que pronto será
entregado al museo” (FERREYRA; 2006:29).
Tras la muerte del Lavagna, en 1911, sus colecciones fueron divididas, creando
cada área un museo específico. En 1919 se creó el Museo Provincial de Ciencias
Naturales con la colección de historia natural del antiguo museo. Lamentablemente
estas piezas tuvieron un trágico destino por su continuo deambular, como lo describió el
Dr. Juan Olsacher en 1957: “(…) sus colecciones fueron llevadas a los sótanos del
Teatro Rivera Indarte (actual Teatro del Libertador General San Martín) donde, por
carecer de vigilancia, terminaron por desaparecer en su casi absoluta totalidad”
(OLSACHER; 1957:3). En el año 2007 se inauguró el nuevo edificio del Museo
Provincial de Ciencias Naturales de Córdoba. Luego de ciento veinte años la colección
obtuvo un establecimiento definitivo para su resguardo.
Como conservador del museo, durante la tarea de documentación de la colección
paleontológica (en su mayoría de fósiles locales), detecté una pieza fósil sin dato
alguno: era un extraño fragmento de incisivo de mastodonte, diferente de la especie que
habitó nuestra región pampeana. Al ser estudiada, observé que dicho incisivo tenía una
característica particular: una banda de esmalte que recorría la torsión espiral de la
defensa, rasgo observado ya en 1889 por los distinguidos paleontólogos Florentino
Ameghino y Hermann Burmeister para determinar al Mastodon andium Cuvier (hoy
denominado Cuvieronius hyodon Fischer), el mastodonte que habitó la Cordillera de
los Andes y cuyos restos hicieron famosos a Tarija.
Es probable que la abundancia y los imponentes fósiles del valle de Tarija hayan
despertado el interés de Lavagna por realizar grandes hallazgos como los de los
naturalistas europeos que lo precedieron. El tamaño, el peso de los fósiles y los escasos
medios del sacerdote, tal vez, impidieron que extrajera piezas más completas, por lo que
compartió sus hallazgos con investigadores con más recursos. Se puede aseverar que
dicho viaje tuvo una finalidad científica y que conocía investigaciones académicas de la
época. Por ello, se puede concluir que, Lavagna tuvo un claro interés de investigación
paleontológica del Valle de Tarija. Aunque poco se sabe de sus escritos académicos, es
posible que el hallazgo de este resto de Cuvieronius sea una de las primeras evidencias
físicas de su incansable dedicación como naturalista. Futuras investigaciones sobre las
piezas que recolectó, y que, quizás sobrevivieron a las vicisitudes del tiempo, nos darán
luz sobre sus inquietudes científicas que hicieron del Padre Jerónimo Lavagna, una
figura distinguida de la provincia de Córdoba.
Bibliografía:

AGÜERO, A. C.: “El espacio del arte. Una microhistoria del Museo Politécnico de
Córdoba entre 1911 y 1916”. Editorial UNC. Córdoba, 2009. pp. 5-13.
AMEGHINO, F.: “Contribución al conocimiento de los mamíferos fósiles de la
República Argentina”. Academia Nacional de Ciencias de la República Argentina
(Córdoba)”. Buenos Aires, 1889. pp. 639-640.
BERRUTI, E.: “Il museo politecnico di Córdoba e il suo fondatore e direttore Sacerdote
Gerolamo D. Lavagna”. Stablimento Tipográfico La Italia. Córdoba, 1906.
BURMEISTER, H.: “Los caballos fósiles de la pampa Argentina” (suplemento).
Buenos Aires, 1889. pp 32-50.
CÁRCANO, R. J.: “En el camino”. Sociedad de publicaciones el Inca, Buenos Aires,
1924. pp. 145-151.
DE CARLES, E.: “Noticias sobre un viaje a Tarija (Bolivia)". Boletín del Instituto
Geográfico Argentino. 1888. Tomo 9. pp. 35-40.
D`ORBIDNY, A.: “Paleontologie” en Voyage dans l'Amérique Méridionale. Tomo 3.
Paris, 1842. pp. 144-152.
FERREYRA, C. A. “Museo, Ciencia y Sociedad en la Córdoba Moderna. El Museo
Histórico Provincial y el Museo de Antropología: pensamiento y práctica”. Editorial
UNC. Córdoba, 2006. pp. 23-46.
GERVAIS, P.: “Recherches sur les mammifères fossiles de l`Amérique Méridionale”.
Paris, 1855.
OLSACHER J.: “El nuevo Museo Provincial de Ciencias Naturales Bartolomé Mitre de
Córdoba”. Separata de la Revista de la F. C. E. F. y N. Nº 39. Córdoba, 1957. pp. 3.
OSBORN H. F.: “Proboscidea: A monograph of the discovery, evolution, migration and
extintion of mastodonts and elephants of the world”. Volumen 1, The American
Museum Press. New York, 1936. pp. 514-599.
PANCETTA, M.: “La creación del Museo Caraffa en el proyecto modernizador de
Córdoba”. Teórica Nº 1, Córdoba, 2005.
TONNI, E; PASCUALI, R; y LAZA, J.: “Buscadores de fósiles: los protagonistas de la
paleontología de vertebrados en la Argentina”. Jorge Sarmiento Editor. Córdoba,
2007.pp. 23-32.
WEDDELL H. A.: “Voyage dans le Sud de la Bolivie” en Expédition dans les Parties
Centrales de l' Amérique du Sud de Río Janeiro a Lima, et de Lima au Pará. Paris,
1851.pp. 196-203.
Referencias Imágenes:

1-Recorrido realizado por Lavagna en su viaje de estudio al Valle de Tarija, Bolivia.


2-Ilustración del valle de Tarija por Alcide d`Orbigny (1835-1847).
3-Reconstrucción del Mastodonte de las Cordilleras (Cuvieronius) realizada por
Margret Flinsh en 1933. Tomado de F. Osborn (1936).
4-Mandíbula de mastodonte de Tarija obsequiada a A. D`Orbigny en 1832.
5-Cráneo completo de mastodonte estudiado por Burmeister (1889), posiblemente
descubierto por los datos que le aportó Lavagna.
6-Defensa de Mastodon andium (Cuvieronius) mostrando la capa de esmalte
característica. Tomado de F. Ameghino 1889.
7-Fragmento de defensa de Cuvieronius sp. del Museo Provincial de Ciencias Naturales
de Córdoba, atribuida a los restos obtenidos por Lavanga en Tarija en 1880 ( escala = 10
cm).

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