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Cuestión de Confianza - Cevallos - Actualizada
Cuestión de Confianza - Cevallos - Actualizada
Integrantes:
2021
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INDICE
Cuestión de Confianza.......................................................................................................................3
1.......El reconocimiento de la cuestión de confianza y su evolución en las Constituciones del Perú
.......................................................................................................................................................4
2............................Finalidad y alcances de la cuestión de confianza y su diferencia con la censura
.......................................................................................................................................................6
3.....La reforma en el Reglamento del Congreso para limitar el uso y los efectos de la cuestión de
confianza........................................................................................................................................8
4......Algunas controversias que subsisten respecto a los alcances e implicancias de la cuestión de
confianza........................................................................................................................................9
4.1 ¿Cuántos votos se requieren para considerar otorgada o rehusada la cuestión de confianza?
...................................................................................................................................................9
4.2. Procedencia de la cuestión de confianza para la aprobación de iniciativas de reforma
constitucional provenientes del Poder Ejecutivo......................................................................10
Disolución Parlamentaria Perú.........................................................................................................11
1...................................................................................................................................Introducción
.....................................................................................................................................................11
2..................La disolución de la cámara de diputados en la constitución peruana de 1979
.....................................................................................................................................................11
3....................................................La disolución del Congreso en la Constitución peruana vigente
.....................................................................................................................................................13
4........La figura de la vacancia presidencial en el constitucionalismo peruano: decurso histórico y
escenario contemporáneo.............................................................................................................14
5.......La vacancia por incapacidad moral del presidente de la República en la historia política del
Perú..............................................................................................................................................18
6............................La incapacidad moral y la infracción constitucional. Distinciones conceptuales
.....................................................................................................................................................19
CUESTIÓN DE CONFIANZA (MARTIN VIZCARRA)............................................................22
Disolución del Congreso...........................................................................................................23
Respuesta del Congreso............................................................................................................25
Interregno parlamentario..........................................................................................................26
Comisión Permanente..............................................................................................................26
Situación del Gabinete..........................................................................................................26
Restricción del ingreso al Palacio Legislativo....................................................................26
Reacciones...................................................................................................................................27
Opinión pública........................................................................................................................27
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Cuestión de Confianza
La Cuestión de Confianza es un mecanismo constitucional por el cual el Poder Ejecutivo
puede consultar al Congreso de la República, sobre el tema que estime conveniente, si
aún cuenta con su confianza para seguir gobernando.
Mientras que la potestad del Congreso para aprobar la censura, contra un Ministro por
separado o del Consejo de Ministros en su conjunto, nació de la práctica parlamentaria
desde mediados del siglo XIX, la cuestión de confianza tuvo un reconocimiento
constitucional posterior. Aparece recogida una mención a ella, bastante general sea dicho,
en la Constitución de 1920, cuyo artículo 133 señalaba: “No pueden continuar en el
desempeño de sus carteras los Ministros contra los cuales alguna de las Cámaras haya
emitido un voto de falta de confianza”. A su vez, la Constitución de 1933 se ocupó del voto
de censura contra los ministros en los artículos 172 y 173; mientras que en el artículo 174
contiene una referencia a la cuestión de confianza al disponer: “La no aprobación de una
iniciativa ministerial no obliga al Ministro a dimitir, salvo que hubiese hecho de la
aprobación una cuestión de confianza”.
La Constitución de 1979, en su artículo 224, establece la obligación del Presidente del
Consejo de Ministros de comparecer ante ambas Cámaras reunidas en Congreso,
acompañado de todos los Ministros, para exponer y debatir el programa general del
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Gobierno y las principales medidas políticas y legislativas que requiere su gestión. Sin
embargo, precisaba que tal exposición no da lugar a voto (de confianza) del Congreso,
descartando que este acto suponga una forma de control político parlamentario donde
quede expuesta la continuidad del Gabinete. Cabe agregar que la Constitución de 1979
confirió la potestad de interpelar, censurar u otorgar confianza a los Ministros (sea a todo
el Gabinete o en forma individual) exclusivamente a la Cámara de Diputados (artículos
225 y 226). Reitera la disposición de la Carta de 1933 en el sentido de que la
desaprobación de una iniciativa ministerial no obliga al Ministro a dimitir, a menos que
haya hecho de su aprobación una cuestión de confianza (artículo 226). Una importante
novedad introducida por esta Constitución fue la facultad del Presidente de la República
para disponer la disolución de la Cámara de Diputados, cuando esta haya censurado o
negado otorgar confianza a tres Consejos de Ministros (artículo 227). Finalmente, la
Constitución de 1993 introdujo algunas novedades y cambios importantes en esta
materia. Así, en el artículo 130 se dispone que el Presidente de un nuevo Consejo de
Ministros, dentro de los 30 días de haber asumido sus funciones, deberá concurrir
obligatoriamente ante el Congreso (ahora unicameral) acompañado de todos los demás
Ministros, para exponer y debatir su política general de gobierno y las principales medidas
que requiere su gestión. Pero a diferencia de la Carta anterior, señala expresamente que
deberá plantear, a este efecto, una cuestión de confianza ante el Congreso, la misma que
de no obtener su aprobación, acarreará la caída del Gabinete.
A su vez, en el artículo 132 de la Constitución de 1993 se señala que el Congreso hace
efectiva la responsabilidad política del Consejo de Ministros, o de algún Ministro por
separado, mediante la aprobación en su contra de un voto de censura o del rechazo del
voto de confianza solicitado; precisando que tal pedido de confianza sólo puede ser
planteado por el Ministro. En el último párrafo de este precepto constitucional se mantiene
la norma que establece que la desaprobación parlamentaria de una iniciativa ministerial
no obliga al ministro proponente a dimitir, a menos que haya hecho de su aprobación una
cuestión de confianza. La facultad del Presidente de disponer la disolución del Congreso,
cuando éste ha censurado o negado la confianza al Consejo de Ministros, se reduce de
tres a dos Gabinetes.
(artículo 134). Finalmente, en el artículo 133, se contempla expresamente la potestad del
Presidente del Consejo de Ministros para presentar, a nombre de todo el Gabinete, una
cuestión de confianza ante el Congreso, precisando que de ser esta confianza rehusada
se produce la crisis total del Gabinete.
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Tanto la censura como la cuestión de confianza son mecanismos de control político que
se ejercen recíprocamente entre el Congreso y el Gobierno (Poder Ejecutivo) en aquellos
regímenes donde existe la responsabilidad política del gobierno o los ministros ante el
Parlamento. Si bien ello es propio de regímenes de tipo parlamentario, porque es el
parlamento quien elige al Gobierno o Gabinete; también se contempla en algunos
regímenes de corte presidencial racionalizado, como ocurre en el Perú, donde se han
introducido como forma de contrapeso o control parlamentario a la gestión
gubernamental.
Mediante el voto de censura o el pronunciamiento ante el planteo de una cuestión de
confianza, el Congreso expresa su respaldo o rechazo a la actuación y gestión del
Gabinete; o hace efectiva la responsabilidad política de los ministros por sus propios actos
u omisiones o por el respaldo que otorgan a decisiones presidenciales. Censura y
cuestión de confianza aparecen, así como una suerte de dos caras de la misma moneda,
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que no es otra que la responsabilidad política del Gobierno o los ministros ante el
Parlamento. En ambas, la continuidad del Gobierno, Gabinete o Ministro se pone en juego
y en riesgo, pues su futuro dependerá del sentido de la votación parlamentaria. Aunque su
planteo es unilateral, la diferencia central es que mientras la iniciativa para proponer la
censura proviene de los parlamentarios, la iniciativa para la formulación de la cuestión de
confianza proviene directamente del Gabinete o de los ministros. Pero en ambos casos
quien vota y decide sobre la aprobación o rechazo de la censura o el otorgamiento de la
confianza es siempre el Congreso.
Es importante advertir que la aprobación o rechazo parlamentario del voto de censura o
del otorgamiento de confianza hacia el Gabinete o un Ministro, tiene un componente
esencialmente político antes que jurídico. Su apreciación y el desenlace dependerán de
una valoración y decisión del propio Congreso, ciertamente muy influida por su
composición política y por factores bastante discrecionales, que no tienen que coincidir
necesariamente con criterios de justicia ni con la verificación de infracciones
constitucionales del Gabinete o Ministro. En realidad, mucho dependerá del respaldo o
rechazo político en el Parlamento a la gestión ministerial o a las propuestas
gubernamentales sometidas a consideración del Congreso; lo que se materializa en poder
obtener o no el número de votos parlamentarios requeridos para adoptar la decisión
política en un determinado sentido.
Por esta razón, las consecuencias que se desprenden de la aprobación de un voto de
censura o del rechazo al otorgamiento de la confianza son de tipo político y no penal ni
jurisdiccional. En el Perú, los ministros contra los que se aprueba una censura o se
rechaza la confianza, deberán renunciar y dejar el cargo, estando obligado el Presidente a
aceptar su dimisión y designar a quienes los reemplazarán. Pero ello no acarreará
automáticamente para los ministros cesantes ninguna inhabilitación ni sometimiento a
juicio.
Precisamente por el carácter eminentemente político que son propios de la censura y la
cuestión de confianza, su uso puede resultar instrumental para dirimir conflictos entre las
fuerzas políticas presentes en el Parlamento y el Gobierno. Por ello, en principio, las
causas o materias que pueden ser objeto de una cuestión de confianza, promovida por el
Presidente del Consejo de Ministros (en nombre de todo el Gabinete) o por algún Ministro
en forma individual, son de gran amplitud y no tendrían mayores restricciones, porque en
definitiva se trata de un asunto que puede simplificarse afirmando que lo determinante
será si el Gabinete o el Ministro cuenta o no con respaldo en la mayoría de
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los miembros de una nueva Cámara, en el plazo perentorio de treinta días, de acuerdo
con la ley electoral en vigor al tiempo de la disolución. Si el presidente de la República no
convocaba a elecciones dentro del plazo indicado o las elecciones no se efectuaban, la
Cámara disuelta recuperaba sus facultades constitucionales y cesaba el Consejo de
Ministros, sin que ninguno de sus miembros pudiera ser nominado nuevamente para
ministerio alguno durante el período presidencial.
Respecto de la finalidad de introducir el mecanismo de la disolución parlamentaria por
primera vez en el ordenamiento constitucional peruano, Marcial Rubio y Enrique Bernales
(1981) sostuvieron lo siguiente:
“Pero el problema es más agudo en los sistemas mixtos en que el Parlamento puede
censurar, pero el Presidente no cuenta con ningún instrumento de disuasión. Este ha sido
el caso del Perú. Bajo gobiernos como el de Bustamante o el de Belaunde señala Pareja,
se abusó de la potestad de censurar ministros, desarmando al Gobierno. Para corregir
esta situación se ha introducido por primera vez en nuestro país la posibilidad de que el
Presidente pueda disolver la Cámara de Diputados, pero bajo una fórmula imperfecta y
discutible. En efecto, la disolución opera como una especie de respuesta del Presidente al
hecho de que se haya censurado o negado confianza a tres Consejos de Ministros. La
fórmula parecería sugerir una especie de revancha que no corresponde con los propósitos
políticos-jurídicos que deben inspirar la facultad de disolver, porque no se trata de una
respuesta al número de veces que se enumera (tres en Consejos en este caso); podría
bastar uno por ejemplo, porque lo esencial de la medida no es que el Presidente defienda
a sus ministros, sino que la relación haya llegado a tal nivel de conflicto y/o de
ruptura en la obligada colaboración entre los órganos Legislativo y Ejecutivo, que no
queda otro remedio que acudir al arbitraje popular. Y decimos arbitraje, porque la razón
puede asistir al Parlamento y corresponderá a este censurar uno y varios gabinetes que
no expresan un programa de gobierno coherente y viable, aún en su propia perspectiva
ideológica o por el contrario, estar frente a una situación de obstrucción sistemática por el
simple interés de bloquear al gobierno en razón de posiciones políticas encontradas y en
las que la mayoría parlamentaria obedece a instrucciones de partidos políticos
reaccionarios. Casos como el del Parlamento o el bloqueo al gobierno de Allende en Chile
no pueden pasar desapercibidos (pp. 414-415)”
El 5 de abril de 1992, Alberto Fujimori estaba casi completando dos años de ejercicio de
la presidencia constitucional. Durante ese período, la Cámara de Diputados no había
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habilitado para disolver el Congreso solamente cuando este haya hecho perder el cargo
mediante la censura o el rechazo de la cuestión de confianza a dos Consejos de
Ministros. Pero no podrá disolverlo durante el estado de sitio, ni durante el último año de
su mandato. La Comisión Permanente, en ningún caso, puede ser disuelta.
El decreto presidencial que disponga la disolución deberá contener la convocatoria a
elecciones para un nuevo Congreso, la cuales deben realizarse dentro de los cuatro
meses de la fecha de la disolución, sin que pueda alterarse el sistema electoral pre-
existente. Si las elecciones no se realizan dentro del plazo señalado, el Congreso
disuelto se reúne de pleno derecho, recobra sus facultades, y destituye al Consejo de
Ministros. Asimismo, ninguno de los miembros de este Consejo podrá ser nombrado
nuevamente ministro durante el resto del período presidencial. El Congreso elegido en las
elecciones posteriores a la disolución sustituye al anterior, incluida la Comisión
Permanente, y completa el período constitucional del Congreso disuelto.
De igual modo, como la Carta que la ha precedido, establece como restricciones del
Poder Ejecutivo el no diferir ni suspender en circunstancia alguna las elecciones
constitucionales ni las sesiones del Congreso (inciso 1, artículo 86); y el no poder salir del
territorio de la República sin permiso del Congreso, durante el periodo de su mandato y
después de él, hasta que haya concluido la sesión de la legislatura inmediata (inciso 2,
artículo 86).
Ello es recogido igualmente por la Carta de 1839. Así, el artículo 81 señala que:
El Presidente de la República vaca de hecho por muerte, o por cualquier pacto que haya
celebrado contra la unidad e independencia nacional, y de derecho, por admisión de su
renuncia, perpetua imposibilidad física o moral y término de su periodo constitucional.
El artículo citado es importante por dos aspectos. En primer lugar, establece una
distinción entre supuestos de hecho y supuestos de derecho para la figura de la vacancia.
En segundo término, aparece por primera vez el término «moral» dentro del catálogo
constitucional de los supuestos de vacancia.
La Carta de 1839 amplía, por otro lado, el listado de las restricciones del presidente de la
República. Así, contempla entre ellas las que ya se han recogido y comentado
precedentemente, y que luego serán recogidas como supuestos de vacancia o de única
responsabilidad restringida del primer mandatario.
La Presidencia de la República [...] Vaca de derecho: [...] - Por incapacidad moral o física.
[...]
3. Por sentencia judicial que lo declare reo de los delitos designados en el art. 65°.
Por su parte, en artículo aparte (artículo 95) se regulaba que «El Presidente no puede
salir del territorio de la República, durante el periodo de su mando, sin permiso del
Congreso, y en su receso de la Comisión Permanente; ni concluido dicho periodo,
mientras este sujeto al juicio que prescribe el artículo 66», que es el correspondiente
al antejuicio. Como se verá después, este supuesto será reconducido a una causal de
vacancia.
4°. - Por impedir la reunión del Congreso, suspender sus sesiones o disolverlo.
4°. - Por sentencia judicial que lo declare reo del delito que motivó su suspensión
conforme al artículo 79, incisos 2, 3 y 4.
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Los supuestos de vacancia son reducidos en la Carta de 1920, que también elimina la
diferencia entre vacancia de hecho y vacancia de derecho.
Así, el artículo 115 fijaba: La presidencia de la República vaca, además del caso de
muerte:
1°.- Por permanente incapacidad física o moral del Presidente declarada por el
Congreso;
3°.- Por sentencia judicial que lo declare reo de los delitos designados en el artículo
96. Asimismo, en la misma línea de las Cartas constitucionales precedentes, el
artículo 123 estipulaba que «El Presidente no puede salir del Territorio de la
República.
Como puede apreciarse, después de este recorrido histórico, las causales y supuestos
de vacancia presidencial previstos por nuestros textos constitucionales han sido
básicamente los mismos en todos ellos. En un primer momento, algunos de esos
supuestos, como el de salir del territorio nacional sin permiso del Congreso, se
encontraban establecidos bajo los rótulos de «limitaciones» o «restricciones».
José Mariano de la Riva Agüero y Sánchez Boquete, primer presidente del Perú, fue
vacado en 1823 por el Congreso de la época bajo el recurso de la causal de
incapacidad moral. En realidad, como señaló después la historia, dicha declaratoria de
vacancia respondió a las pugnas políticas entre Riva Agüero y el Congreso de la
República, en medio de un escenario todavía turbulento por la consolidación de la
independencia. En 1914, Guillermo E. Billinghurst Angulo también fue vacado en su
mandato de presidente de la República en aplicación de la causal de incapacidad
moral.
El último caso registrado de vacancia presidencial por incapacidad moral tuvo lugar el
año 2000, y le fue aplicada al entonces presidente Alberto Fujimori.
Como sabemos y son sucesos por todos conocidos, Alberto Fujimori, fuera del país,
envía desde Japón al Congreso de la República su renuncia al cargo a través de un
fax. El órgano legislativo no acepta tal renuncia y más bien declara la vacancia de su
mandato por incapacidad moral, la que fue acordada por el voto aprobatorio de la
mayoría simple de los congresistas presentes en el hemiciclo.
y la corrupción, sin olvidar los casos de violación de derechos humanos, todo lo cual,
para salir de la mera opinión, ha sido verificado en su responsabilidad penal por la
judicatura ordinaria. Es en ese contexto, de un Gobierno desgastado, que el entonces
presidente de la República, con ocasión de un viaje para participar en una actividad
internacional, decide no regresar al país y envía, acaso para la historia, una renuncia a
través de un fax. Todo ello, en contexto, es lo que llevó al Congreso a valorar dicha
renuncia y a decidir no aceptarla, para después vacarlo en el cargo bajo la figura de la
incapacidad moral.
Ahora bien, en el orden infra constitucional es del mayor interés observar durante este
período lo previsto en la Ley de 17 de junio de 1834, Sobre acusación y juzgamiento
de los presidentes de la República, del Consejo y de los ministros.
De pasarse este primer filtro, se constituía una comisión compuesta de siete diputados
y se extendía una copia del expediente al funcionario involucrado (artículo 10). En el
término de cuarenta y ocho horas de ocurrido lo anterior, el presunto responsable
tenía derecho a ejercer su defensa y a ofrecer las pruebas que considere necesario
(artículo 11). La comisión de siete diputados tenía así mismo igual plazo para emitir su
dictamen, el cual era leído dos días seguidos y en el tercero someterlo a discusión
(artículo 12), deliberación a la que podía asistir el funcionario investigado (artículo 13).
Este dictamen era leído por dos días consecutivos para, en el día tercero, ser
sometido a debate y resuelto en una sesión pública permanente (artículo 19). Con el
voto de los dos tercios de los senadores presentes se decidía si había lugar a la
formación de causa contra el funcionario acusado o no (artículo 20). Si se aprobaba la
acusación constitucional (que debía publicitarse a través de los medios oficiales), el
funcionario sometido a ella quedaba en suspenso en el ejercicio de su cargo, mientras
que el Senado remitía a la Corte Suprema el expediente del caso (artículo 21).
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“[...] Es tanta la importancia de la conformación del Tribunal Constitucional […] que debe
usarse un procedimiento transparente que garantice a la ciudadanía que elegiremos bien
con los votos de los representantes del pueblo, que son ustedes. Debido a nuestra
preocupación, hemos presentado un proyecto de ley para un proceso transparente. Un
proyecto de ley ya presentado ante este Congreso y por el cual, en nombre del Consejo
de Ministros, hago cuestión de confianza en ese mismo momento para que el Parlamento
decida si nos otorga la confianza y considera por lo tanto que hay que hacer uso de
transparencia o para que nos las niega si considera que va a seguir adelante con ese
procedimiento[...]”
Salvador del Solar
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La noche del mismo 30 de septiembre de 2019, en una edición extraordinaria del Diario
Oficial El Peruano, se publicó el Decreto Supremo N° 165-2019-PCM4 que disponía la
disolución del Congreso y la convocatoria a elecciones parlamentarias extraordinaruas en
2020. El entonces presidente del Congreso Pedro Olaechea declaró a dicho decreto como
«inaplicable».
Por su parte, en un curso de acción paralelo frente a la disolución del Congreso, su hasta
entonces presidente Pedro Olaechea envió cartas a la ONU y OEA acusando al
presidente Vizcarra de «amenazar la democracia».
Interregno parlamentario
Comisión Permanente
En la misma línea del anuncio del presidente Vizcarra, el gabinete de ministros entró en
crisis por la llamada "negación fáctica" de la cuestión de confianza. Ante ello,
tradicionalmente renuncian todos los ministros. Salvador del Solar fue reemplazado por el
ministro de Justicia y Derechos Humanos, Vicente Zeballos.
Reacciones
Opinión pública
octubre de 2019 por la empresa CPI, mostró que el 89,5 % de la población se mostraba
de acuerdo con la disolución del Parlamento contra un 9,3 % que se expresaba en
desacuerdo con dicha medida.
La Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales, que representa a las regiones del país,
apoyó la disolución del Congreso al igual que la Asociación de Municipalidades de las
distintas provincias en el país.
El constitucionalista Omar Cairo expresó que «el Congreso votó una confianza vacía.
Técnicamente no se la ha dado. Y lo que corresponde es que este periodo transcurra sin
mayores sobresaltos hasta que se realicen las elecciones de enero y se elija un nuevo
Congreso».
Algunos otros políticos y grupos que calificaron como «golpe de Estado» la disolución
fueron Juan Sheput, Alberto Beingolea, Pedro Olaechea y el Partido Aprista Peruano.
En un artículo publicado en The Wall Street Journal, la periodista Mary O'Grady asegura
que el presidente Vizcarra dio un golpe de Estado y que cerrar el Congreso fue ilegal
cuestión de confianza pero en los hechos actuar en sentido contrario) y del presidente
(por interpretar que la confianza le había sido denegada y en base a ello disolver el
Parlamento) se han ceñido a lo que prescribe la Constitución o no. Asimsimo, considera
que el Tribunal Constitucional deberá también encontrar una solución constitucional a
temas pendientes de resolver como los límites a los decretos de urgencia y las
competencias de la Comisión Permanente durante el interregno parlamentario.
Internacional
La cancillería de Chile, liderada por Teodoro Ribera, dijo que respetará los procesos
internos peruanos y espera que la institucionalidad se imponga, así mismo evitó
manifestarse en una posición sobre la disolución del Congreso. La Organización de
Estados Americanos (OEA) afirmó que «compete al TC pronunciarse sobre la legalidad y
legitimidad» de la presidencia del Perú y acotó que la «la polarización política que sufre el
país la resuelva el pueblo en las urnas».
Acciones de amparo
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Los congresistas Salvador Heresi (Contigo) y Angel Neyra Olaychea (Fuerza Popular)
junto a la exparlamentaria Marisol Espinoza (Alianza para el Progreso) presentaron cada
uno sendas acciones de amparo contra el acto de disolución del congreso decretado por
el presidente Martín Vizcarra, alegando la violación a derechos constitucionales y
solicitando que se ordene suspender los efectos del decreto de disolución. Sin embargo, a
fines de octubre de 2019 las tres demandas fueron declaradas improcedentes por los
respectivos juzgados ante las que fueron presentadas, fundamentando sus decisiones en
el hecho de que ya existía en trámite una demanda competencial ante el Tribunal
Constitucional, por lo que correspondía a dicho ente pronunciarse sobre la legalidad de la
disolución del parlamento.
Demanda competencial
Artículo principal: Proceso competencial por la disolución del Congreso de la República
del Perú en 2019
El 29 de octubre de 2019, el pleno del Tribunal Constitucional votó por unanimidad admitir
a trámite la demanda competencial planteada por Olaechea contra el Poder Ejecutivo,
mientras que por 5 votos contra 2 declaró improcedente la solicitud de medida cautelar.
Constitución.
No hubo posibilidad de que algún poder del Pedro Olaechea, quien continuó
Estado se pronunciara sobre la legalidad de presidiendo la Comisión Permanente del
la medida pues todos los poderes públicos Congreso (órgano que se mantuvo en
fueron intervenidos por orden del Presidente funciones durante el interregno
Fujimori. parlamentario), interpuso una demanda
competencial ante el Tribunal
Constitucional para que se pronuncie
sobre la legalidad de la medida, la
cual fue declarada infundada el 14 de
enero de 2020 ratificándose así la
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disolución parlamentaria.