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“Año del Bicentenario del Perú: 200 años de


Independencia”
Seminario de Derecho Constitucional y
Administrativo
Grupo 6

Integrantes:

- YASHIRA MARTÍNEZ RIVERA


- ÁLVARO TEJADA GALDO
- TOSHIO MOLERO RODRÍGUEZ
- CARLOS BAZÁN SUNCIÓN
- IRWIN JAIRO GARCIA TIMANA

2021
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INDICE
Cuestión de Confianza.......................................................................................................................3
1.......El reconocimiento de la cuestión de confianza y su evolución en las Constituciones del Perú
.......................................................................................................................................................4
2............................Finalidad y alcances de la cuestión de confianza y su diferencia con la censura
.......................................................................................................................................................6
3.....La reforma en el Reglamento del Congreso para limitar el uso y los efectos de la cuestión de
confianza........................................................................................................................................8
4......Algunas controversias que subsisten respecto a los alcances e implicancias de la cuestión de
confianza........................................................................................................................................9
4.1 ¿Cuántos votos se requieren para considerar otorgada o rehusada la cuestión de confianza?
...................................................................................................................................................9
4.2. Procedencia de la cuestión de confianza para la aprobación de iniciativas de reforma
constitucional provenientes del Poder Ejecutivo......................................................................10
Disolución Parlamentaria Perú.........................................................................................................11
1...................................................................................................................................Introducción
.....................................................................................................................................................11
2..................La disolución de la cámara de diputados en la constitución peruana de 1979
.....................................................................................................................................................11
3....................................................La disolución del Congreso en la Constitución peruana vigente
.....................................................................................................................................................13
4........La figura de la vacancia presidencial en el constitucionalismo peruano: decurso histórico y
escenario contemporáneo.............................................................................................................14
5.......La vacancia por incapacidad moral del presidente de la República en la historia política del
Perú..............................................................................................................................................18
6............................La incapacidad moral y la infracción constitucional. Distinciones conceptuales
.....................................................................................................................................................19
CUESTIÓN DE CONFIANZA (MARTIN VIZCARRA)............................................................22
Disolución del Congreso...........................................................................................................23
Respuesta del Congreso............................................................................................................25
Interregno parlamentario..........................................................................................................26
Comisión Permanente..............................................................................................................26
Situación del Gabinete..........................................................................................................26
Restricción del ingreso al Palacio Legislativo....................................................................26
Reacciones...................................................................................................................................27
Opinión pública........................................................................................................................27
3

Personalidades e instituciones favor..................................................................................27


Personalidades e instituciones en contra...........................................................................28
Pronunciamiento de la Defensoría del Pueblo..................................................................30
Internacional.............................................................................................................................31
Acciones legales contra el acto de disolución del Congreso.........................................................31
Intento de nombrar un presidente interino................................................................................31
Acciones de amparo.............................................................................................................32
Demanda competencial............................................................................................................32
Comparación con el cierre de 1992........................................................................................33
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Cuestión de Confianza
La Cuestión de Confianza es un mecanismo constitucional por el cual el Poder Ejecutivo
puede consultar al Congreso de la República, sobre el tema que estime conveniente, si
aún cuenta con su confianza para seguir gobernando.

Para la presentación de la Cuestión de Confianza, el Presidente de la República convoca


a sesión extraordinaria del Congreso de la República. En esta sesión, el Presidente del
Consejo de Ministros, acompañado de su gabinete, expone las razones de la solicitud
frente al pleno del Parlamento.

A continuación, el Congreso debate sobre lo planteado y finalmente vota. Para ser


aprobada, la Cuestión de Confianza debe recibir el voto a favor de la mitad más uno del
número legal de congresistas (66 votos).

Según la Constitución Política del Perú, si el Congreso no aprueba la Cuestión de


Confianza o si el Presidente del Consejo de Ministros renuncia o es removido por el
Presidente de la República, se produce una crisis ministerial total y el gabinete en pleno
renuncia.

1. El reconocimiento de la cuestión de confianza y su evolución en las Constituciones del


Perú

Mientras que la potestad del Congreso para aprobar la censura, contra un Ministro por
separado o del Consejo de Ministros en su conjunto, nació de la práctica parlamentaria
desde mediados del siglo XIX, la cuestión de confianza tuvo un reconocimiento
constitucional posterior. Aparece recogida una mención a ella, bastante general sea dicho,
en la Constitución de 1920, cuyo artículo 133 señalaba: “No pueden continuar en el
desempeño de sus carteras los Ministros contra los cuales alguna de las Cámaras haya
emitido un voto de falta de confianza”. A su vez, la Constitución de 1933 se ocupó del voto
de censura contra los ministros en los artículos 172 y 173; mientras que en el artículo 174
contiene una referencia a la cuestión de confianza al disponer: “La no aprobación de una
iniciativa ministerial no obliga al Ministro a dimitir, salvo que hubiese hecho de la
aprobación una cuestión de confianza”.
La Constitución de 1979, en su artículo 224, establece la obligación del Presidente del
Consejo de Ministros de comparecer ante ambas Cámaras reunidas en Congreso,
acompañado de todos los Ministros, para exponer y debatir el programa general del
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Gobierno y las principales medidas políticas y legislativas que requiere su gestión. Sin
embargo, precisaba que tal exposición no da lugar a voto (de confianza) del Congreso,
descartando que este acto suponga una forma de control político parlamentario donde
quede expuesta la continuidad del Gabinete. Cabe agregar que la Constitución de 1979
confirió la potestad de interpelar, censurar u otorgar confianza a los Ministros (sea a todo
el Gabinete o en forma individual) exclusivamente a la Cámara de Diputados (artículos
225 y 226). Reitera la disposición de la Carta de 1933 en el sentido de que la
desaprobación de una iniciativa ministerial no obliga al Ministro a dimitir, a menos que
haya hecho de su aprobación una cuestión de confianza (artículo 226). Una importante
novedad introducida por esta Constitución fue la facultad del Presidente de la República
para disponer la disolución de la Cámara de Diputados, cuando esta haya censurado o
negado otorgar confianza a tres Consejos de Ministros (artículo 227). Finalmente, la
Constitución de 1993 introdujo algunas novedades y cambios importantes en esta
materia. Así, en el artículo 130 se dispone que el Presidente de un nuevo Consejo de
Ministros, dentro de los 30 días de haber asumido sus funciones, deberá concurrir
obligatoriamente ante el Congreso (ahora unicameral) acompañado de todos los demás
Ministros, para exponer y debatir su política general de gobierno y las principales medidas
que requiere su gestión. Pero a diferencia de la Carta anterior, señala expresamente que
deberá plantear, a este efecto, una cuestión de confianza ante el Congreso, la misma que
de no obtener su aprobación, acarreará la caída del Gabinete.
A su vez, en el artículo 132 de la Constitución de 1993 se señala que el Congreso hace
efectiva la responsabilidad política del Consejo de Ministros, o de algún Ministro por
separado, mediante la aprobación en su contra de un voto de censura o del rechazo del
voto de confianza solicitado; precisando que tal pedido de confianza sólo puede ser
planteado por el Ministro. En el último párrafo de este precepto constitucional se mantiene
la norma que establece que la desaprobación parlamentaria de una iniciativa ministerial
no obliga al ministro proponente a dimitir, a menos que haya hecho de su aprobación una
cuestión de confianza. La facultad del Presidente de disponer la disolución del Congreso,
cuando éste ha censurado o negado la confianza al Consejo de Ministros, se reduce de
tres a dos Gabinetes.
(artículo 134). Finalmente, en el artículo 133, se contempla expresamente la potestad del
Presidente del Consejo de Ministros para presentar, a nombre de todo el Gabinete, una
cuestión de confianza ante el Congreso, precisando que de ser esta confianza rehusada
se produce la crisis total del Gabinete.
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Como se puede apreciar, la vigente Constitución de 1993 contempla distintos supuestos


donde el Presidente del Consejo de Ministros, o algún Ministro por separado, pueden
plantear ante el Congreso una cuestión de confianza, siendo estos:
“a) La cuestión de confianza que en forma obligatoria debe plantear el Presidente del
Consejo de Ministros, en nombre de todo el Gabinete, al concurrir ante el Congreso,
dentro de los 30 días siguientes a asumir funciones, para exponer y debatir la política
general del gobierno y las principales medidas que requerirá su gestión.
b) La que puede plantear en cualquier momento, en forma voluntaria y por propia
iniciativa, el Presidente del Consejo de Ministros a nombre de todo el Gabinete, o
cualquier Ministro individualmente, respecto al otorgamiento de un voto de confianza a su
gestión o a la aprobación de una medida o iniciativa sometida a la consideración del
Congreso”.
En ambos supuestos, de no obtenerse el otorgamiento de la confianza solicitada (la que
requiere el voto favorable de una mayoría de parlamentarios) o de rechazarse la iniciativa
ministerial presentada, los ministros involucrados tendrán que dimitir. Cuando el pedido de
confianza proviene del Presidente del Consejo de Ministros y esta es rehusada, se
produce la caída de todo el Gabinete (crisis total del Gabinete), debiendo el Presidente
aceptar su dimisión y designar uno nuevo.

2. Finalidad y alcances de la cuestión de confianza y su diferencia con la censura

Tanto la censura como la cuestión de confianza son mecanismos de control político que
se ejercen recíprocamente entre el Congreso y el Gobierno (Poder Ejecutivo) en aquellos
regímenes donde existe la responsabilidad política del gobierno o los ministros ante el
Parlamento. Si bien ello es propio de regímenes de tipo parlamentario, porque es el
parlamento quien elige al Gobierno o Gabinete; también se contempla en algunos
regímenes de corte presidencial racionalizado, como ocurre en el Perú, donde se han
introducido como forma de contrapeso o control parlamentario a la gestión
gubernamental.
Mediante el voto de censura o el pronunciamiento ante el planteo de una cuestión de
confianza, el Congreso expresa su respaldo o rechazo a la actuación y gestión del
Gabinete; o hace efectiva la responsabilidad política de los ministros por sus propios actos
u omisiones o por el respaldo que otorgan a decisiones presidenciales. Censura y
cuestión de confianza aparecen, así como una suerte de dos caras de la misma moneda,
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que no es otra que la responsabilidad política del Gobierno o los ministros ante el
Parlamento. En ambas, la continuidad del Gobierno, Gabinete o Ministro se pone en juego
y en riesgo, pues su futuro dependerá del sentido de la votación parlamentaria. Aunque su
planteo es unilateral, la diferencia central es que mientras la iniciativa para proponer la
censura proviene de los parlamentarios, la iniciativa para la formulación de la cuestión de
confianza proviene directamente del Gabinete o de los ministros. Pero en ambos casos
quien vota y decide sobre la aprobación o rechazo de la censura o el otorgamiento de la
confianza es siempre el Congreso.
Es importante advertir que la aprobación o rechazo parlamentario del voto de censura o
del otorgamiento de confianza hacia el Gabinete o un Ministro, tiene un componente
esencialmente político antes que jurídico. Su apreciación y el desenlace dependerán de
una valoración y decisión del propio Congreso, ciertamente muy influida por su
composición política y por factores bastante discrecionales, que no tienen que coincidir
necesariamente con criterios de justicia ni con la verificación de infracciones
constitucionales del Gabinete o Ministro. En realidad, mucho dependerá del respaldo o
rechazo político en el Parlamento a la gestión ministerial o a las propuestas
gubernamentales sometidas a consideración del Congreso; lo que se materializa en poder
obtener o no el número de votos parlamentarios requeridos para adoptar la decisión
política en un determinado sentido.
Por esta razón, las consecuencias que se desprenden de la aprobación de un voto de
censura o del rechazo al otorgamiento de la confianza son de tipo político y no penal ni
jurisdiccional. En el Perú, los ministros contra los que se aprueba una censura o se
rechaza la confianza, deberán renunciar y dejar el cargo, estando obligado el Presidente a
aceptar su dimisión y designar a quienes los reemplazarán. Pero ello no acarreará
automáticamente para los ministros cesantes ninguna inhabilitación ni sometimiento a
juicio.
Precisamente por el carácter eminentemente político que son propios de la censura y la
cuestión de confianza, su uso puede resultar instrumental para dirimir conflictos entre las
fuerzas políticas presentes en el Parlamento y el Gobierno. Por ello, en principio, las
causas o materias que pueden ser objeto de una cuestión de confianza, promovida por el
Presidente del Consejo de Ministros (en nombre de todo el Gabinete) o por algún Ministro
en forma individual, son de gran amplitud y no tendrían mayores restricciones, porque en
definitiva se trata de un asunto que puede simplificarse afirmando que lo determinante
será si el Gabinete o el Ministro cuenta o no con respaldo en la mayoría de
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parlamentarios. Es decir, que mediante la cuestión de confianza se “mide fuerzas”, a nivel


político, entre el Poder Ejecutivo y el Congreso, que se resolverá en función de que se
consiga alcanzar un determinado número de votos.
Así lo ha entendido también la Constitución de 1993, cuando en el artículo 132, se limita a
señalar que el Congreso hace efectiva la responsabilidad política del Gabinete o del
Ministro aprobando en su contra un voto de censura, o rechazando la cuestión de
confianza planteada por éste, sin hacer referencia alguna a las causas o asuntos por los
que pueden promoverse. Debe resaltarse las implicancias del último párrafo de dicho
precepto constitucional, presente en todas nuestras últimas constituciones, cuando
precisa que la desaprobación por el Congreso de una iniciativa ministerial no obliga al
Ministro proponente a tener que dimitir, a menos que haya hecho (expresamente) de su
aprobación una cuestión de confianza.
¿Pero cuál podría ser, entonces, el contenido de las materias susceptibles de incluirse en
la cuestión de confianza planteada por el Presidente del Consejo de Ministros o Ministro
ante el Congreso? Dentro del amplio espectro de posibilidades disponibles, considero que
tendría que tratarse de alguna propuesta o materia que interesa al Gabinete o al Ministro
que la plantea, pero cuya aprobación no puede realizarla directamente, sino que requiere
del respaldo político del Congreso. Sería el caso, por ejemplo, de una iniciativa legislativa
que el Poder Ejecutivo propone al Congreso, demandándole su aprobación como una
cuestión de confianza. También podría referirse al pedido de aprobación de una
delegación de facultades legislativas; o a lograr el respaldo del Congreso respecto a la
implementación de una determinada política o medida concreta del gobierno, de carácter
económico por ejemplo, que debido a sus implicancias o efectos políticos sensibles el
Gobierno desea conocer de antemano si contará o no con la confianza del Congreso,
a fin de obtener una suerte de compromiso político que prevenga ulteriores reacciones
adversas del Parlamento, que podrían llevar eventualmente a un voto de censura.

3. La reforma en el Reglamento del Congreso para limitar el uso y los efectos de la


cuestión de confianza
El 10 de marzo del 2018 se publicó en el Diario Oficial “El Peruano” una reforma
introducida en el Reglamento del Congreso (aprobada el día 9 de marzo) que fue
impuesta por la mayoría parlamentaria con la clara intención de restringir los alcances de
la cuestión de confianza y limitar su utilización por el Poder Ejecutivo. En efecto, mediante
Resolución Legislativa 007-2017-2018.CR, se modificó el inciso e) del artículo 86 del
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Reglamento del Congreso, que regula el trámite parlamentario de la censura y la cuestión


de confianza. El nuevo texto contiene como principales novedades:
“a) Se establece que no procede interponer la cuestión de confianza para promover,
interrumpir o impedir la aprobación de una ley, procedimiento legislativo o de control
político. Con ello se restringe las materias susceptibles de ser planteadas como cuestión
de confianza por el Presidente del Consejo de Ministros.
b) Para efectos del ejercicio de la facultad del Presidente de poder disponer la disolución
del Congreso, contemplada en el Artículo 134 de la Constitución, que la habilita cuando el
Parlamento ha censurado o rehusado confianza a 2 Consejos de Ministros, la reforma
señala que no se considera que se ha producido una crisis total del Gabinete si el
Presidente decide volver a designar en el nuevo Gabinete a uno o más ministros
renunciantes, por haber sido objeto de un voto de censura o de rechazo a la cuestión de
confianza solicitada”.
Seguramente sería válido que estas restricciones respecto a los alcances de la cuestión
de confianza puedan estar establecidas en la Constitución, dentro del margen de
discrecionalidad política que se reconoce al constituyente en la configuración del marco
institucional del Estado y del régimen político. Incluso si se incorporan en nuestra
Constitución mediante el procedimiento de reforma constitucional. Pero considero que
resultaba inconstitucional que tales cambios se introduzcan por medio de una reforma en
el Reglamento del Congreso, ya que se trata de una norma con rango de ley destinada
a regular la organización y el funcionamiento del Congreso y los procedimientos
parlamentarios, que se aprueba por decisión unilateral del propio Parlamento. En especial
porque tales disposiciones afectan competencias que la Constitución reserva en su uso al
Poder Ejecutivo.

4. Algunas controversias que subsisten respecto a los alcances e implicancias de la


cuestión de confianza
4.1 ¿Cuántos votos se requieren para considerar otorgada o rehusada la cuestión de
confianza?
En el artículo 132 de la Constitución se establece que el Congreso hace efectiva la
responsabilidad política del Consejo de Ministros, o de un Ministro por separado,
mediante la aprobación del voto de censura (que se promueve por iniciativa de los
parlamentarios) o del rechazo de la cuestión de confianza (que se plantea sólo por
iniciativa de los Ministros). Por ello considero que siendo la finalidad de ambos
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mecanismos de control político la misma (poner en juego la responsabilidad política y


continuidad de los ministros), lo razonable es interpretar que a ambas instituciones les
debe corresponder también un mismo tratamiento constitucional respecto al número de
votos que deben alcanzarse para considerar aprobada por el Congreso la censura o el
rechazo a la cuestión de confianza.
Pues bien, en el propio artículo 132 de la Constitución se establece que la aprobación de
la censura requiere el voto favorable de más de la mitad del número legal de miembros
del Congreso; es decir, de la existencia de una mayoría absoluta real que se manifiesta
opuesta a la continuidad del Gabinete Ministerial o de algún Ministro. En cambio, los
artículos 132 o 133 de la Constitución, y el Reglamento del Congreso (artículo 86, literal c)
no hacen ninguna referencia o mención respecto al número de votos requeridos para que
se considere otorgada o rehusada la cuestión de confianza planteada por el Gabinete
Ministerial, o por algún Ministro individualmente.
Lamentablemente, la sentencia del Tribunal Constitucional no ha incluido un
pronunciamiento que esclarezca esta omisión constitucional y reglamentaria. Ante esta
situación de incertidumbre o controversia, mi interpretación es que siendo la censura y la
cuestión de confianza dos instituciones equiparables respecto a la aplicación de la
responsabilidad política de los ministros ante el Congreso (teniendo como única diferencia
sustancial el órgano al que corresponde la iniciativa de su formulación) para la aprobación
de ambas habría que exigir la misma votación calificada. Es decir, que para considerar
que la cuestión de confianza ha sido otorgada por el Congreso, se requeriría también la
votación favorable de más de la mitad del número legal de congresistas, y no sólo de una
mayoría relativa (superior a los votos en contra y abstenciones). Si la cuestión de
confianza planteada no logra obtener dicha mayoría calificada, deberá entenderse que ha
sido rehusada, por lo que el Gabinete o Ministro involucrados estarán obligados a
presentar su dimisión. Con mayor razón si el número de votos opuestos a otorgar la
confianza resulta superior al que la concede.
Sin embargo, entiendo que el Congreso ha venido interpretando que la confianza puede
considerarse otorgada cuando voten a su favor una mayoría de congresistas, aunque
pudieran no superar a la mitad del número legal de congresistas. Por las razones
expuestas, discrepo de dicho criterio de interpretación, que considero inconstitucional, por
lo que debería ser modificado, pues el otorgamiento de la cuestión de confianza (al igual
que la aprobación de la censura) requiere el voto favorable de una mayoría absoluta real,
es decir, de más de la mitad del número legal de congresistas.
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4.2. Procedencia de la cuestión de confianza para la aprobación de iniciativas de


reforma constitucional provenientes del Poder Ejecutivo.
La sentencia del Tribunal Constitucional ha confirmado que el Presidente del Consejo de
Ministros puede plantear una cuestión de confianza, a nombre del Gabinete, para reforzar
la aprobación de un proyecto de ley presentado por el Poder Ejecutivo ante el Congreso.
Sin embargo, podría plantearse la pregunta (o duda) acerca de si el Gobierno también
podría hacer uso de la cuestión de confianza en respaldo de una iniciativa destinada a la
aprobación de una reforma constitucional en el Congreso.
La objeción fundamental que podría plantearse contra esta posibilidad, es alegar que el
procedimiento de reforma constitucional, regulado en el artículo 206 de la Constitución,
establece que toda reforma de la Constitución, sea que se trate de iniciativas provenientes
del Poder Ejecutivo, de los congresistas o de los ciudadanos, debe ser aprobada por el
Congreso con el voto favorable de la mayoría absoluta del número legal de sus miembros,
y luego ratificada por referéndum popular. Ello llevaría a sostener que el Congreso goza
de plena autonomía y libertad para decidir si aprueba o rechaza cualquier iniciativa de
reforma constitucional; sin que resulte admisible que su discrecionalidad política pueda
verse coaccionada por el Poder Ejecutivo, interponiendo una cuestión de confianza para
presionarlo respecto a la aprobación de tal proyecto de reforma.
Sin embargo, no considero acertada tal objeción. Empecemos señalando que, si bien el
Congreso es el titular de la potestad de aprobar las leyes, para lo que goza de
discrecionalidad política, ya ha quedado plenamente aclarado por el Tribunal
Constitucional que el Poder Ejecutivo puede válidamente plantear una cuestión de
confianza respecto a la aprobación de una iniciativa legislativa.
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Disolución Parlamentaria Perú


1. Introducción
El 5 de abril de 1992, el presidente constitucional Alberto Fujimori informó, a través de la
televisión, que había decidido «disolver» el Congreso bicameral. Utilizó la palabra
disolver indebidamente, porque la Constitución entonces vigente permitía solamente la
disolución de la Cámara de Diputados. Además, para utilizar válidamente este
mecanismo, debían concurrir ciertas condiciones que en ese momento no estaban
presentes.
En realidad, Fujimori clausuró —no disolvió— antijurídicamente las dos cámaras del
Congreso de la República. Fue un golpe de Estado, que le hizo perder el título de
presidente constitucional y lo convirtió en un dictador. En el presente trabajo, revisaremos
el origen y significado de la disolución parlamentaria. Así, podremos apreciar que este
instrumento sirve para viabilizar el funcionamiento de la democracia constitucional, y no
para derrumbar a este sistema político.

2. La disolución de la cámara de diputados en la constitución peruana de 1979


En la Constitución peruana de 1979 se estableció un régimen semi presidencial. La
función ejecutiva estaba a cargo del presidente de la República quien debía ejercer la
Jefatura del Estado6 y la Jefatura de Gobierno, con la colaboración y el control de un
Consejo de Ministros. El órgano legislativo estaba conformado por un Congreso
bicameral9. El presidente de la República tenía la atribución de disolver solo a la Cámara
de Diputados porque, según disponía el artículo 230 de esta Constitución, el Senado no
podía ser disuelto1.Correspondía a la Cámara de Diputados hacer efectiva la
responsabilidad política del Consejo de Ministros, o de los Ministros por separado,
mediante el voto de censura o de falta de confianza.
A esta atribución de la Cámara de Diputados estaban vinculadas las condiciones que
habilitaban al presidente de la República a disolverla válidamente. Así, el jefe de Estado
podía disponer la disolución de la Cámara de Diputados únicamente cuando esta hubiera
hecho perder el cargo —mediante la censura o la negación de confianza— a tres
Consejos de Ministros. Pero, en ningún caso podía disolverla durante el estado de sitio, ni
de emergencia, ni durante el último año de su mandato. Además, el presidente de la
República podía ejercer la disolución de esta Cámara solo una vez durante su mandato.
En el decreto presidencial que dispusiera la disolución de la Cámara de Diputados debía
indicarse la causa que la motivara, e incluirse la convocatoria a elecciones para elegir a
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los miembros de una nueva Cámara, en el plazo perentorio de treinta días, de acuerdo
con la ley electoral en vigor al tiempo de la disolución. Si el presidente de la República no
convocaba a elecciones dentro del plazo indicado o las elecciones no se efectuaban, la
Cámara disuelta recuperaba sus facultades constitucionales y cesaba el Consejo de
Ministros, sin que ninguno de sus miembros pudiera ser nominado nuevamente para
ministerio alguno durante el período presidencial.
Respecto de la finalidad de introducir el mecanismo de la disolución parlamentaria por
primera vez en el ordenamiento constitucional peruano, Marcial Rubio y Enrique Bernales
(1981) sostuvieron lo siguiente:
“Pero el problema es más agudo en los sistemas mixtos en que el Parlamento puede
censurar, pero el Presidente no cuenta con ningún instrumento de disuasión. Este ha sido
el caso del Perú. Bajo gobiernos como el de Bustamante o el de Belaunde señala Pareja,
se abusó de la potestad de censurar ministros, desarmando al Gobierno. Para corregir
esta situación se ha introducido por primera vez en nuestro país la posibilidad de que el
Presidente pueda disolver la Cámara de Diputados, pero bajo una fórmula imperfecta y
discutible. En efecto, la disolución opera como una especie de respuesta del Presidente al
hecho de que se haya censurado o negado confianza a tres Consejos de Ministros. La
fórmula parecería sugerir una especie de revancha que no corresponde con los propósitos
políticos-jurídicos que deben inspirar la facultad de disolver, porque no se trata de una
respuesta al número de veces que se enumera (tres en Consejos en este caso); podría
bastar uno por ejemplo, porque lo esencial de la medida no es que el Presidente defienda
a sus ministros, sino que la relación haya llegado a tal nivel de conflicto y/o de
ruptura en la obligada colaboración entre los órganos Legislativo y Ejecutivo, que no
queda otro remedio que acudir al arbitraje popular. Y decimos arbitraje, porque la razón
puede asistir al Parlamento y corresponderá a este censurar uno y varios gabinetes que
no expresan un programa de gobierno coherente y viable, aún en su propia perspectiva
ideológica o por el contrario, estar frente a una situación de obstrucción sistemática por el
simple interés de bloquear al gobierno en razón de posiciones políticas encontradas y en
las que la mayoría parlamentaria obedece a instrucciones de partidos políticos
reaccionarios. Casos como el del Parlamento o el bloqueo al gobierno de Allende en Chile
no pueden pasar desapercibidos (pp. 414-415)”
El 5 de abril de 1992, Alberto Fujimori estaba casi completando dos años de ejercicio de
la presidencia constitucional. Durante ese período, la Cámara de Diputados no había
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censurado ni negado la confianza a ningún Consejo de Ministros. Tan solo había


censurado, en 1991, al ministro de Agricultura Enrique Ross Link.
En consecuencia, Fujimori no estaba habilitado para disolver la Cámara de Diputados.
Mucho menos para ordenar la invasión militar de las dos Cámaras del Congreso de la
República, esa noche en la que, con un golpe de Estado, puso fin a doce años de
continuidad constitucional iniciados el 28 de julio de 1980.
3. La disolución del Congreso en la Constitución peruana vigente
La Constitución peruana de 1993 al igual que la anterior establece un régimen
semipresencial. La función ejecutiva está a cargo del presidente de la República quien
debe ejercer la Jefatura del Estado y la Jefatura de Gobierno, con la colaboración y el
control de un Consejo de Ministros. Por su parte, el órgano legislativo está conformado
por un Congreso unicameral. Al presidente de la República le corresponde la atribución
de disolver el Congreso.
Por su parte, el Congreso puede hacer efectiva la responsabilidad política del Consejo de
Ministros, o de los Ministros por separado, mediante el voto de censura o el rechazo de la
cuestión de confianza. La Constitución regula dos tipos de cuestión de confianza: la
cuestión de confianza voluntaria y la cuestión de confianza necesaria.
La cuestión de confianza voluntaria es la que plantea el Consejo de Ministros, o un
ministro, espontáneamente, cuando pide al Congreso que adopte una decisión
determinada, afirmando que si este órgano no la toma estará poniendo fin a su cargo
ministerial (de todo el Consejo de Ministros, o de un ministro, según quien haya planteado
la cuestión de confianza). Por lo tanto, cuando el Consejo de Ministros ha hecho cuestión
de confianza de su solicitud, el rechazo del Congreso hace perder irremediablemente el
cargo a todos los ministros integrantes del Consejo. Roberto Jiménez Murillo explica en
qué consiste esta modalidad de cuestión de confianza.
La cuestión de confianza necesaria, en cambio no obedece a una decisión espontánea
del Consejo de Ministros, sino al mandato del artículo 130 de la Constitución20. Esta
norma dispone que el presidente del Consejo de Ministros debe plantear cuestión de
confianza respecto de la política general de gobierno y las principales medidas que
requiere su gestión, dentro de los treinta días de haber asumido sus funciones. El rechazo
de esta cuestión de confianza, según lo dispone el artículo 133 de la Constitución,
provoca la crisis total del gabinete. A esta atribución del Congreso (censura y rechazo de
la cuestión de confianza) están vinculadas las condiciones para que el presidente de la
República pueda, válidamente, disolverlo. Así, el presidente de la República está
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habilitado para disolver el Congreso solamente cuando este haya hecho perder el cargo
mediante la censura o el rechazo de la cuestión de confianza a dos Consejos de
Ministros. Pero no podrá disolverlo durante el estado de sitio, ni durante el último año de
su mandato. La Comisión Permanente, en ningún caso, puede ser disuelta.
El decreto presidencial que disponga la disolución deberá contener la convocatoria a
elecciones para un nuevo Congreso, la cuales deben realizarse dentro de los cuatro
meses de la fecha de la disolución, sin que pueda alterarse el sistema electoral pre-
existente. Si las elecciones no se realizan dentro del plazo señalado, el Congreso
disuelto se reúne de pleno derecho, recobra sus facultades, y destituye al Consejo de
Ministros. Asimismo, ninguno de los miembros de este Consejo podrá ser nombrado
nuevamente ministro durante el resto del período presidencial. El Congreso elegido en las
elecciones posteriores a la disolución sustituye al anterior, incluida la Comisión
Permanente, y completa el período constitucional del Congreso disuelto.

4. La figura de la vacancia presidencial en el constitucionalismo peruano:


decurso histórico y escenario contemporáneo
Si bien no con la denominación de vacancia, el artículo 81 de la Carta de 1823 establecía
como limitaciones del Poder Ejecutivo dos supuestos que posteriormente serán recogidos
como causales específicas de esta figura. En primer lugar, el hecho de no poder salir del
territorio de la República sin permiso del Congreso (inciso 2). En segundo término, la
prohibición de no diferir ni suspender en ninguna circunstancia las sesiones del Congreso.

En igual sentido, la Carta de 1826 no contemplaba la figura de la vacancia, pero recoge


bajo la denominación de «restricciones» —«limitaciones» en términos de la Norma de
1823— dos supuestos actualmente incluidos en tal figura. El primero de ellos, el no poder
impedir las elecciones ni las demás funciones que por las leyes competen a los poderes
de la República (inciso 4, artículo 84). El segundo, el no poder ausentarse del territorio de
la República, con la precisión que tampoco de su capital, sin permiso del cuerpo
legislativo (inciso 5, artículo 84).

Asimismo, la Carta de 1828 utiliza el mismo término de «restricciones» para algunos


supuestos que después serán establecidos como causales de vacancia o de única
responsabilidad restringida del primer mandatario. Así, el inciso 1 del artículo 91 señala
que el Poder Ejecutivo no puede diferir ni suspender en circunstancia alguna las
elecciones constitucionales ni las sesiones del Congreso; en tanto que el inciso 2 anota
que el presidente de la República no puede salir del territorio de la República sin permiso
del Congreso. Es interesante precisar que dicha disposición establece que esta restricción
no solo se extiende durante el término del mandato de gobierno, sino que incluso
comprende seis meses después de él.

La Constitución de 1834 es la primera Carta peruana en contemplar, de modo explícito, la


figura de la vacancia. Así, el artículo 80 señala que «El Presidente de la República vaca
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por muerte, admisión de su renuncia, perpetua imposibilidad física, destitución legal y


término de su periodo constitucional».

De igual modo, como la Carta que la ha precedido, establece como restricciones del
Poder Ejecutivo el no diferir ni suspender en circunstancia alguna las elecciones
constitucionales ni las sesiones del Congreso (inciso 1, artículo 86); y el no poder salir del
territorio de la República sin permiso del Congreso, durante el periodo de su mandato y
después de él, hasta que haya concluido la sesión de la legislatura inmediata (inciso 2,
artículo 86).

Como puede apreciarse, muchas de las causales de vacancia (y aquellas glosadas a


modo de restricciones) se mantendrán en todas las cartas constitucionales que se
sucederán en nuestro país.

Ello es recogido igualmente por la Carta de 1839. Así, el artículo 81 señala que:

El Presidente de la República vaca de hecho por muerte, o por cualquier pacto que haya
celebrado contra la unidad e independencia nacional, y de derecho, por admisión de su
renuncia, perpetua imposibilidad física o moral y término de su periodo constitucional.

El artículo citado es importante por dos aspectos. En primer lugar, establece una
distinción entre supuestos de hecho y supuestos de derecho para la figura de la vacancia.
En segundo término, aparece por primera vez el término «moral» dentro del catálogo
constitucional de los supuestos de vacancia.

La Carta de 1839 amplía, por otro lado, el listado de las restricciones del presidente de la
República. Así, contempla entre ellas las que ya se han recogido y comentado
precedentemente, y que luego serán recogidas como supuestos de vacancia o de única
responsabilidad restringida del primer mandatario.

El artículo 81 de la Constitución de 1856 precisa que durante el periodo del presidente de


la República —conforme con el modelo de gobierno presidencial— solo podrá hacerse
efectiva su responsabilidad en los casos de vacancia de hecho, postergándose el ejercicio
de efectivizar la responsabilidad a que haya lugar luego de concluido su periodo. Similar
al texto de 1839, la Carta de 1856 mantiene la distinción entre supuestos de hecho y
supuestos de derecho de la figura de la vacancia. Así, el artículo 83 contemplaba:

La Presidencia de la República [...] Vaca de derecho: [...] - Por incapacidad moral o física.
[...]

Como se puede apreciar, la regulación establecida por la Constitución de 1856 es


bastante extensa en sus supuestos, muchos de los cuales van a mantenerse hasta la
Carta actual. Asimismo, el artículo 90 de esta Carta, en una versión mucho más reducida
en comparación con sus predecesoras, establece dos restricciones para el presidente de
la República. La primera, referida a la salida del territorio sin permiso del Congreso, será
posteriormente tomada como una causal de vacancia. Es interesante anotar la figura del
17

juicio de residencia, pues el presidente de la República tiene además que permanecer en


el territorio nacional mientras dure dicho procedimiento (inciso 1 del artículo 90).

La Constitución de 1860 reduce el listado de supuestos de vacancia, en comparación de


su predecesora, así como elimina la distinción entre causales de hecho y de derecho. El
artículo 88 establecía:

La Presidencia de la República vaca, además del caso de muerte:

1. Por perpetua incapacidad, física o moral del Presidente.

2. Por la admisión de su renuncia.

3. Por sentencia judicial que lo declare reo de los delitos designados en el art. 65°.

4. Por terminar el período para el que fue elegido.

Por su parte, en artículo aparte (artículo 95) se regulaba que «El Presidente no puede
salir del territorio de la República, durante el periodo de su mando, sin permiso del
Congreso, y en su receso de la Comisión Permanente; ni concluido dicho periodo,
mientras este sujeto al juicio que prescribe el artículo 66», que es el correspondiente
al antejuicio. Como se verá después, este supuesto será reconducido a una causal de
vacancia.

La Constitución de 1867 retoma la distinción entre causales de hecho y de derecho


para la figura de la vacancia, que había eliminado la predecesora Carta de 1860. Así,
los artículos 79 y 80 regulan ambos supuestos en los siguientes términos:

1°. - Por muerte del Presidente.

2°. - Por celebrar cualquier pacto contra la independencia o integridad nacional.

3°. - Por atentar contra la forma de gobierno.

4°. - Por impedir la reunión del Congreso, suspender sus sesiones o disolverlo.

Art. 80.- Vaca de derecho:

1°. - Por admisión de su renuncia.

2°. - Por incapacidad moral o física.

3°. - Por haber terminado su período.

4°. - Por sentencia judicial que lo declare reo del delito que motivó su suspensión
conforme al artículo 79, incisos 2, 3 y 4.
18

Finalmente, el artículo 86 estipulaba, como sus antecesores, que:

El Presidente no puede salir del territorio de la República, durante el período de su


mando, sin permiso del Congreso; ni concluido dicho período, mientras esté sujeto al
juicio que prescribe el artículo 77.

Los supuestos de vacancia son reducidos en la Carta de 1920, que también elimina la
diferencia entre vacancia de hecho y vacancia de derecho.

Así, el artículo 115 fijaba: La presidencia de la República vaca, además del caso de
muerte:

1°.- Por permanente incapacidad física o moral del Presidente declarada por el
Congreso;

2°.- Por admisión de su renuncia;

3°.- Por sentencia judicial que lo declare reo de los delitos designados en el artículo
96. Asimismo, en la misma línea de las Cartas constitucionales precedentes, el
artículo 123 estipulaba que «El Presidente no puede salir del Territorio de la
República.

Como puede apreciarse, después de este recorrido histórico, las causales y supuestos
de vacancia presidencial previstos por nuestros textos constitucionales han sido
básicamente los mismos en todos ellos. En un primer momento, algunos de esos
supuestos, como el de salir del territorio nacional sin permiso del Congreso, se
encontraban establecidos bajo los rótulos de «limitaciones» o «restricciones».

Posteriormente, algunas restricciones previstas a partir de la Carta de 1828, como la


de no impedir ni suspender en circunstancia alguna las elecciones constitucionalmente
previstas, fueron luego reconducidas, en los textos fundamentales del siglo XX, a los
supuestos de responsabilidad constitucional del presidente de la República como
pasibles de su acusación y, de ser el caso, destitución.

La Constitución de 1834 ha sido la primera, de nuestra historia constitucional, en


contemplar de manera explícita la figura de la vacancia. De ella a la Carta actual, los
supuestos han sido básicamente similares, salvo pequeñas especificidades ya
detalladas en cada caso en particular.

5. La vacancia por incapacidad moral del presidente de la República en la


historia política del Perú
Como se ha señalado, la Constitución Política de 1839 es la primera en contemplar la
figura de la incapacidad moral como causal de vacancia en el ejercicio del cargo
presidencial, bajo los términos de «perpetua imposibilidad moral» (artículo 81).
19

La Carta de 1856 contempla igualmente la causal, con la frase «incapacidad moral»


(artículo 83), así como el posterior texto de 1860, en los términos de «perpetua
incapacidad moral del Presidente» (artículo 88).

La Constitución de 1867 contempla la misma causal («incapacidad moral») en su


artículo 80. En una versión un tanto más extendida, la Carta de 1920 prevé en su
artículo 115, inciso 1, la vacancia presidencial por «permanente incapacidad [...] moral
del Presidente declarada por el Congreso». Este mismo fraseo es utilizado por el texto
constitucional de 1933 (artículo 144, inciso 1).

En una versión más reducida. la Constitución de 1979 establece la anotada causal en


los términos de «incapacidad moral» (artículo 206, inciso 1).

Finalmente, la Carta actual de 1993 contempla la causal bajo la frase de «permanente


incapacidad moral» (artículo 113, inciso 3). 390 Pensamiento Constitucional N° 18,
2013 / ISSN 1027-6769 Como se observa, y salvo variaciones de términos no
trascendentales, la causal de vacancia por incapacidad moral del presidente de la
República se encuentra expresamente prevista en nuestra historia constitucional
desde el texto de 1839.

José Mariano de la Riva Agüero y Sánchez Boquete, primer presidente del Perú, fue
vacado en 1823 por el Congreso de la época bajo el recurso de la causal de
incapacidad moral. En realidad, como señaló después la historia, dicha declaratoria de
vacancia respondió a las pugnas políticas entre Riva Agüero y el Congreso de la
República, en medio de un escenario todavía turbulento por la consolidación de la
independencia. En 1914, Guillermo E. Billinghurst Angulo también fue vacado en su
mandato de presidente de la República en aplicación de la causal de incapacidad
moral.

Como en el caso anterior, y tras un intento de disolver el Congreso y convocar a


consulta popular, la muy mala relación entre el Ejecutivo y el Legislativo determinaron
la destitución del presidente.

El último caso registrado de vacancia presidencial por incapacidad moral tuvo lugar el
año 2000, y le fue aplicada al entonces presidente Alberto Fujimori.

Como sabemos y son sucesos por todos conocidos, Alberto Fujimori, fuera del país,
envía desde Japón al Congreso de la República su renuncia al cargo a través de un
fax. El órgano legislativo no acepta tal renuncia y más bien declara la vacancia de su
mandato por incapacidad moral, la que fue acordada por el voto aprobatorio de la
mayoría simple de los congresistas presentes en el hemiciclo.

Ello es recogido en la resolución legislativa 009-2000-CR del 21 de noviembre de


2000. Los tres ejemplos históricos anotados en el extremo final del apartado anterior
sitúan con bastante claridad las dificultades de la incapacidad moral como causal de
vacancia del presidente de la República. En los dos primeros casos, son las tensiones
20

de poder entre el Congreso y el Gobierno las que determinaron la salida del


presidente bajo el pretexto de una incapacidad moral.

Es decir, la justificación que se dio a la resolución de la pugna por el poder político


entre ambos poderes del Estado es la de establecer una incapacidad moral, cuando
son más bien las consideraciones políticas las que implicaron la terminación del
ejercicio del cargo. Así, bajo las formas de la vacancia, se escondió más bien una
valoración propia de un juicio político. El caso del expresidente Fujimori es un tanto
distinto. No se está propiamente en un escenario de lucha por la hegemonía política
del Gobierno o del Congreso, sino que se asiste a las postrimerías de un ejercicio
presidencial marcado por el autoritarismo.

y la corrupción, sin olvidar los casos de violación de derechos humanos, todo lo cual,
para salir de la mera opinión, ha sido verificado en su responsabilidad penal por la
judicatura ordinaria. Es en ese contexto, de un Gobierno desgastado, que el entonces
presidente de la República, con ocasión de un viaje para participar en una actividad
internacional, decide no regresar al país y envía, acaso para la historia, una renuncia a
través de un fax. Todo ello, en contexto, es lo que llevó al Congreso a valorar dicha
renuncia y a decidir no aceptarla, para después vacarlo en el cargo bajo la figura de la
incapacidad moral.

6. La incapacidad moral y la infracción constitucional. Distinciones conceptuales

Conviene distinguir la incapacidad moral como causal de vacancia presidencial de la


acusación constitucional contra el presidente de la República por la causal de
infracción de la Constitución. La causal de infracción de la Constitución se encuentra
presente en la historia constitucional peruana desde su inicio.

Con antecedente en la Constitución de Cádiz de 1812, estuvo prevista de modo


genérico en la carta de 1823 y fue establecida definitivamente en el texto de 1828. Las
conductas tipificadas como infracciones constitucionales solo fueron determinadas, en
una sola oportunidad en nuestra historia, por la Ley de 17 de junio de 1834 y para el
caso del presidente de la República y de los ministros de Estado. Las penas
acordadas eran tan severas que nunca fueron puestas en práctica.

Ahora bien, en el orden infra constitucional es del mayor interés observar durante este
período lo previsto en la Ley de 17 de junio de 1834, Sobre acusación y juzgamiento
de los presidentes de la República, del Consejo y de los ministros.

Esta norma fue la primera en regular la figura del antejuicio y el procedimiento de


acusación constitucional para los casos del primer mandatario, o del presidente del
Consejo de Estado encargado del mando, y de sus ministros (artículo 1); así como
también de los consejeros de Estado, los miembros de ambas Cámaras y los vocales
de la Corte Suprema (artículo 2).
21

La presente ley también es importante porque puede entenderse que es la única


norma en toda nuestra historia constitucional que desarrolló algunos supuestos de la
siempre difusa causal de infracción de la Constitución, aunque solo para el caso del
presidente de la República y los ministros de Estado.

Y es que el capítulo segundo de la Ley de 17 de junio de 1834 establecía, con detalle,


el procedimiento de acusación constitucional contra los altos funcionarios, el cual se
iniciaba a pedido de parte o de oficio.

En el primer supuesto, el pedido presentado por cualquier «peruano» —para usar la


nomenclatura de la norma— debía ser apoyado y firmado por no menos de cuatro
diputados (artículo 4) pues, en caso contrario, este pedido quedaba archivado sin
producir efecto alguno (artículo 6).

En el segundo escenario, el pedido de acusación de oficio contra el presidente de la


República y los ministros de Estado debía ser efectuada por no menos de seis
diputados (artículo 7), o por no menos de tres de ellos si se tratase de los vocales del
Consejo de Estado, los miembros de ambas Cámaras o los magistrados de la Corte
Suprema (artículo 8). La acusación formulada de oficio o a pedido de parte era leída
durante tres días seguidos y luego era inmediatamente votada por su admisión a
trámite o no (artículo 9).

De pasarse este primer filtro, se constituía una comisión compuesta de siete diputados
y se extendía una copia del expediente al funcionario involucrado (artículo 10). En el
término de cuarenta y ocho horas de ocurrido lo anterior, el presunto responsable
tenía derecho a ejercer su defensa y a ofrecer las pruebas que considere necesario
(artículo 11). La comisión de siete diputados tenía así mismo igual plazo para emitir su
dictamen, el cual era leído dos días seguidos y en el tercero someterlo a discusión
(artículo 12), deliberación a la que podía asistir el funcionario investigado (artículo 13).

La Cámara expedía su resolución en una sola sesión pública permanente (artículo


14), y para formar su decisión bastaba la pluralidad absoluta de los votos (artículo 15).
Si se declaraba haber lugar a la formulación de acusación, una comisión de cinco
diputados nombrados por la Cámara de Diputados elevaba lo acordado al Senado
(artículo 16). Presentada la acusación, el funcionario incurso podía ejercer su derecho
de defensa en el término de cuarenta y ocho horas (artículo 17). Una comisión de
cinco senadores nombrada por este órgano disponía del mismo plazo para producir su
dictamen (artículo 18).

Este dictamen era leído por dos días consecutivos para, en el día tercero, ser
sometido a debate y resuelto en una sesión pública permanente (artículo 19). Con el
voto de los dos tercios de los senadores presentes se decidía si había lugar a la
formación de causa contra el funcionario acusado o no (artículo 20). Si se aprobaba la
acusación constitucional (que debía publicitarse a través de los medios oficiales), el
funcionario sometido a ella quedaba en suspenso en el ejercicio de su cargo, mientras
que el Senado remitía a la Corte Suprema el expediente del caso (artículo 21).
22

Para su juzgamiento, bastaban «tres vocales en vista, y cuatro en revista, excepto el


caso de discordia, en el que siempre habrá uno más en revista de los que conocieron
en vista» (artículo 22). Finalmente, frente a algún impedimento o falta de vocales de la
Corte Suprema, conocerían el caso, en orden de antigüedad, los vocales de la Corte
Superior de Justicia de Lima (artículo 23). En su capítulo tercero, denominado «Delitos
y penas», la Ley de 17 de junio de 1834 en comentario estipuló algunos supuestos de
la recurrida causal de infracción de la Constitución para el caso del presidente de la
República y los ministros de Estado. Así, por ejemplo, si estos altos funcionarios
disolvían el Congreso o, con hechos positivos, tratasen de variar la forma de gobierno
establecida constitucionalmente, sufrirían la pena de muerte (artículo 24), o el
destierro perpetuo del territorio de la República, si la comisión de estos delitos era
indirecta (artículo 25). Una segunda tipificación —bastante amplia, por cierto— de la
infracción constitucional estuvo contenida en los artículos 26 y 27 de la comentada ley.
En ese tenor, si el presidente de la República o los ministros atacasen la seguridad
personal de algún peruano, serían destituidos de sus cargos, perderían por siempre
los derechos de ciudadanía y resarcirían los daños y perjuicios que hubiesen originado
(artículo 26).

Adicionalmente, si del ataque referido resultaba la muerte del agredido, se sumaría la


pena del destierro perpetuo (artículo 27). En tercer lugar, se consignó que estos altos
funcionarios se harían acreedores de las sanciones previstas en el artículo 26 de la ley
en los casos que impidiesen las elecciones populares, el libre uso de la industria del
ciudadano o la libertad de imprenta; tomasen conocimiento de causa judicial alguna;
violasen el secreto de las comunicaciones u obstruyesen la libertad de tránsito
(artículo 28). En cuarto lugar, sufrirían igual pena si cobrasen contribuciones no
acordadas debidamente por el Congreso o incurriesen en algún no autorizado por este
(artículo 29), así como también si dispusiesen un reclutamiento

CUESTIÓN DE CONFIANZA (MARTIN VIZCARRA)

Luego de conocerse que se había rechazado la propuesta de adelanto de elecciones,


el gobierno de Vizcarra anunció el día viernes 27 que presentaría una cuestión de
confianza sobre el proceso de elección de los magistrados del Tribunal Constitucional. El
presidente Vizcarra explicó que, a través del Presidente del Consejo de
Ministros Salvador del Solar, formularía una cuestión de confianza vinculada a un
proyecto de ley destinado a modificar la ley orgánica del Tribunal Constitucional en el
extremo referido al procedimiento de elección de sus magistrados. La cuestión de
confianza pretendía que el Congreso suspendiera la elección de los magistrados,
aprobara las modificaciones propuestas y las aplique al proceso de selección. El viernes
27 de septiembre, la PCM mandó un oficio al Congreso para que el ministro Del
23

Solar pueda asistir a plantear la cuestión de confianza ante el Pleno. La noche del


domingo 29 de septiembre, el presidente Vizcarra manifestó en una entrevista que si le
denegaban la cuestión de confianza a su gabinete, haría uso de su atribución
constitucional de disolver el congreso y convocar a elecciones parlamentarias.18

A pesar de que el entonces Presidente del Consejo de Ministros, Salvador del Solar,


había solicitado presentarse "en la primera oportunidad que se reúna el Pleno", la Junta
de Portavoces del Congreso decidió que en la sesión del 30 de septiembre se votaría
primero la elección de los nuevos magistrados y solo después se escucharía al ministro
Del Solar para la sustentación de la cuestión de confianza. Cuando se inició la sesión
para la elección de los magistrados, el ministro Del Solar se presentó en las instalaciones
del Congreso con la intención de hacer uso de la palabra amparado en el artículo 129 de
la Constitución que permite a los ministros concurrir a las sesiones del Congreso y
participar en sus debates. Sin embargo, por orden del presidente del Congreso Pedro
Olaechea19 quien de acuerdo al reglamento del Congreso dirige el debate y el desarrollo
de las sesiones, se cerraron las puertas del hemiciclo con la intención de no permitir el
ingreso del primer ministro, lo que motivó airadas protestas por parte de los grupos
parlamentarios de minoría,20 y un forcejeo entre congresistas que pugnaban por abrir las
puertas, agentes de seguridad y parlamentarios fujimoristas que insistían en mantener las
puertas cerradas.21Finalmente, el Jefe del gabinete ministerial logró ingresar al hemiciclo
con la ayuda de algunos parlamentarios22e intervino en la discusión formalizando la
cuestión de confianza por el proyecto de ley presentado, retirándose luego del
parlamento.

“[...] Es tanta la importancia de la conformación del Tribunal Constitucional […] que debe
usarse un procedimiento transparente que garantice a la ciudadanía que elegiremos bien
con los votos de los representantes del pueblo, que son ustedes. Debido a nuestra
preocupación, hemos presentado un proyecto de ley para un proceso transparente. Un
proyecto de ley ya presentado ante este Congreso y por el cual, en nombre del Consejo
de Ministros, hago cuestión de confianza en ese mismo momento para que el Parlamento
decida si nos otorga la confianza y considera por lo tanto que hay que hacer uso de
transparencia o para que nos las niega si considera que va a seguir adelante con ese
procedimiento[...]”
Salvador del Solar
24

En el acto, la bancada de Nuevo Perú presentó una cuestión previa que planteaba


suspender la elección de los magistrados y atender primero la cuestión de confianza
planteada por el poder ejecutivo. Esta cuestión previa fue rechazada por 80 votos contra
34. El Congreso continuó con el proceso de elección de los magistrados, logrando obtener
la votación calificada (87 votos) para uno de ellos (Gonzalo Ortiz de Zevallos Olaechea).
Sin embargo, el proceso se truncó cuando se verificó que no se obtendrían los votos
requeridos para elegir a los magistrados restantes. Por ello, el Presidente del Congreso
suspendió la sesión luego de que el Pleno dispuso la dispensa del trámite de sanción del
acta para ejecutar lo actuado. Inmediatamente se acordó que la sesión se reanudaría a
las 4:00 p. m. para debatir la cuestión de confianza planteada por el Premier.

El Congreso, amparándose en el artículo 86.º de su reglamento (que le permitía debatir la


cuestión de confianza en la misma sesión en la que se plantee o en la siguiente) volvió a
sesionar aproximadamente a las 04:15 p. m., e inició el debate de la cuestión de
confianza planteada por el ministro Salvador del Solar. Mientras esto ocurría, a las 05:33
p. m. la televisión empezó a transmitir un mensaje a la Nación del presidente Vizcarra, en
el cual daba cuenta de la actuación del congreso en horas de la mañana, en virtud de lo
cual consideraba que la confianza solicitada por el ejecutivo había sido rechazada de
manera fáctica. En ese momento, al enterarse del mensaje presidencial, el parlamento
procedió a votar la cuestión de confianza, la cual fue aprobada con 50 votos a favor, 31 en
contra y 13 abstenciones aproximadamente a las 5:40 p. m..27 Un minuto más tarde, el
presidente Vizcarra anunció la disolución del Congreso.

Disolución del Congreso

En un mensaje a la Nación de poco más de 10 minutos de duración, el entonces


presidente, Martín Vizcarra, hizo un recuento de las veces en que su Gobierno había
tenido que plantear cuestiones de confianza ante el Congreso, mencionando también el
intento de impedir el ingreso del premier al hemiciclo del Congreso en la mañana de ese
día, y al hecho de no haberse dado la prioridad solicitada por este y, por el contrario,
proseguir con la elección de magistrados al Tribunal Constitucional, por lo cual anunció su
decisión de disolver el Congreso debido a que su Gobierno consideraba que por los
hechos (negación de entrada al premier, elección de un magistrado y posterior debate de
la cuestión de confianza) se había negado la confianza al presidente del Consejo de
Ministros de manera fáctica.
25

“[...] presentamos el proyecto de reforma de adelanto de elecciones, como una salida al


evidente entrampamiento político [...] Ante esta propuesta de desprendimiento patriótico,
el Congreso respondió con un tratamiento vergonzoso que no tuvo pudor en utilizar hasta
a organismos internacionales sin tan siquiera escuchar sus opiniones, para archivar una
medida que contaba con el apoyo mayoritario de la ciudadanía [...]perdimos la
oportunidad de tener un Congreso bicameral porque se intentó camuflar la posibilidad de
una reelección, ¿tan difícil es pensar en el Perú primero?[...] Hoy hemos presentado la
tercera Cuestión de Confianza, y lo que ha acontecido en el Congreso subraya la
desvergüenza en la que ha caído la mayoría parlamentaria, absolutamente divorciada de
la voluntad de los peruanos y trabajando de manera denodada para proteger y blindar a
los suyos. Nuestro proyecto de ley busca generar un mecanismo más transparente y
participativo en la elección de los miembros del Tribunal Constitucional para evitar las
repartijas y la utilización de las instituciones para que unos pocos no se sirvan de ellas.
Ante esto, desde el Congreso se intentó impedir al premier ingresar al hemiciclo, se
desconoció el artículo 129 de la Constitución Política del Perú, no se dio la prioridad que
la cuestión de confianza merece y, luego, se aprobó el primer miembro de un tribunal
express en una dudosa votación, vaciando de contenido la cuestión de confianza
planteada. Ante la denegación fáctica de la confianza y en respecto irrestricto de la
Constitución Política del Perú he decidido disolver constitucionalmente el Congreso y
llamar a elecciones de congresistas de la República[...]”
Martín Vizcarra

La noche del mismo 30 de septiembre de 2019, en una edición extraordinaria del Diario
Oficial El Peruano, se publicó el Decreto Supremo N° 165-2019-PCM4 que disponía la
disolución del Congreso y la convocatoria a elecciones parlamentarias extraordinaruas en
2020. El entonces presidente del Congreso Pedro Olaechea declaró a dicho decreto como
«inaplicable».

Respuesta del Congreso


Artículo principal: Proceso de suspensión temporal contra Martín Vizcarra

Artículo 114 El ejercicio de la Presidencia de la República se suspende por:

1. Incapacidad temporal del Presidente, declarada por el Congreso, o

2. Hallarse éste sometido a proceso judicial, conforme al artículo 117o de la Constitución.


Constitución de 1993
26

Luego del anuncio de disolución del Congreso de la República, los grupos parlamentarios


Bancada Liberal, Nuevo Perú, Frente Amplio, Unidos por la República abandonaron el
hemiciclo (y no volvieron a retornar) en señal de conformidad con la medida, la Bancada
Oficialista de Peruanos por el cambio se encontraba en Palacio de Gobierno apoyando la
decisión presidencial, mientras que la mayoría fujimorista y las bancadas del Apra,
Contigo, Alianza para el Progreso y Acción Popular, permanecieron en el interior e
intentaron destituir al presidente Vizcarra declarando la vacancia de su cargo por presunta
incapacidad moral.33 No obstante, al constatar que no contaban con los votos necesarios
para ello (87 votos de 130), optaron por hacer uso del mecanismo de la "suspensión"
regulada en el artículo 114 de la Constitución, y así se declaró a Vizcarra suspendido por
doce meses en el cargo de presidente de la República por "incapacidad temporal",34si bien
de acuerdo al magistrado del Tribunal Constitucional Eloy Espinoza Saldaña, el
mecanismo de la suspensión fue erróneamente aplicado debido a que "la suspensión
históricamente ha sido entendida para casos de enfermedad", mientras que otros juristas
opinaron que "no se respetó el derecho a la defensa y al debido proceso del Presidente".

Como consecuencia de la suspensión de Martín Vizcarra como presidente del Perú, el


Congreso tomó juramento a la segunda vicepresidenta Mercedes Aráoz Fernández como
presidenta en funciones del Perú, considerando que el artículo 115 de la Constitución
Política del Perú establece que "por impedimento temporal o permanente asume sus
funciones el Primer Vicepresidente. En defecto de éste, el Segundo Vicepresidente".

No obstante, al contar Vizcarra con el apoyo de la población y el respaldo de las fuerzas


armadas, tanto su suspensión en el cargo como la juramentación de la segunda
vicepresidenta quedaron como hechos simbólicos y sin efecto en la práctica, más aún
cuando al día siguiente (1 de octubre), Aráoz renunció de manera irrevocable a la
Vicepresidencia de la República y a las funciones que le encargó el Congreso.

Por su parte, en un curso de acción paralelo frente a la disolución del Congreso, su hasta
entonces presidente Pedro Olaechea envió cartas a la ONU y OEA acusando al
presidente Vizcarra de «amenazar la democracia».

Interregno parlamentario

Tal y como sucede en los sistemas parlamentarios, el periodo comprendido entre la


disolución de un Congreso y la elección del que lo sustituya se denomina interrregno
parlamentario. La Constitución ha previsto las formalidades a seguir durante este periodo.
27

Comisión Permanente

Según la Constitución Política de 1993, la Comisión Permanente sesiona en el llamado


interregno parlamentario hasta que se instale el nuevo Congreso, que será en encargado
de votar la cuestión de confianza (investidura) al Consejo de Ministros designado luego de
la disolución del parlamento. El Consejo de Ministros deberá presentarse para dar cuenta
de sus acciones durante el interregno y para exponer las principales medidas de gestión.
La Comisión Permanente del Congreso quedará entonces como único representante
del poder legislativo con 28 miembros en total, que incluyen a los cuatro integrantes de la
Mesa Directiva y los portavoces de las bancadas.

Situación del Gabinete

En la misma línea del anuncio del presidente Vizcarra, el gabinete de ministros entró en
crisis por la llamada "negación fáctica" de la cuestión de confianza. Ante ello,
tradicionalmente renuncian todos los ministros. Salvador del Solar fue reemplazado por el
ministro de Justicia y Derechos Humanos, Vicente Zeballos.

Los ministros Néstor Popolizio (Relaciones Exteriores), Francisco Ísmodes (Energía y


Minas) y Carlos Oliva (Economía y Finanzas) renunciaron a sus cargos, mientras
tanto María Jara (Transportes y Comunicaciones) tomó distancia del Gobierno.

Restricción del ingreso al Palacio Legislativo

Durante la madrugada del 1 de octubre de 2019, horas después de la proclamación de la


disolución del Congreso, alrededor del Palacio Legislativo se registraron disturbios. Ese
mismo día, la Policía Nacional del Perú, que reconoció a Vizcarra como presidente,
impidió el ingreso al Palacio Legislativo a los parlamentarios no pertenecientes a la
Comisión Permanente.

Reacciones

Opinión pública

El mismo día de anunciada disolución del Parlamento la población realizó diversas


manifestaciones de apoyo a la decisión de Martín Vizcarra en diversas regiones del país.
Días después, un sondeo a nivel nacional realizado del 2 al 4 de octubre de 2019 por el
Instituto de Estudios Peruanos (IEP) para el diario La República, arrojó como resultado
que el 84 % de la ciudadanía aprobaba la disolución del Congreso mientras que un 8 %
desaprobaba esta acción. Otro sondeo, también a nivel nacional, realizado del 2 al 3 de
28

octubre de 2019 por la empresa CPI, mostró que el 89,5 % de la población se mostraba
de acuerdo con la disolución del Parlamento contra un 9,3 % que se expresaba en
desacuerdo con dicha medida.

Personalidades e instituciones favor

Algunos políticos que apoyaron la disolución fueron Veronika Mendoza, Julio Guzmán,


Daniel Salaverry y César Acuña. En el caso de grupos políticos o bancadas
parlamentarias que apoyaron la medida estuvieron Nuevo Perú, Frente Amplio, Bancada
Liberal, Peruanos por el Kambio y Unidos por la República.

La Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales, que representa a las regiones del país,
apoyó la disolución del Congreso al igual que la Asociación de Municipalidades de las
distintas provincias en el país.

La cúpula de las Fuerzas Armadas Peruanas y de la Policía Nacional del Perú apoyaron


la disolución del Congreso y reconocieron a Martín Vizcarra como presidente
constitucional.

El escritor peruano Mario Vargas Llosa expresó su aprobación a la decisión del presidente


Vizcarra de disolver el Congreso, para quien dicha decisión «ha sido rigurosamente
constitucional, como han mostrado muchos juristas eminentes».

Para el constitucionalista y expresidente del Tribunal Constitucional peruano César Landa


Arroyo, la disolución del congreso «tiene un fundamento constitucional porque la cuestión
de confianza fue desestimada».

El constitucionalista Omar Cairo expresó que «el Congreso votó una confianza vacía.
Técnicamente no se la ha dado. Y lo que corresponde es que este periodo transcurra sin
mayores sobresaltos hasta que se realicen las elecciones de enero y se elija un nuevo
Congreso».

El ex ministro de justicia peruano Juan Jiménez Mayor sostuvo que la disolución del


Congreso «tiene sustento constitucional», precisando que «no ha existido una negación
fáctica de la cuestión de confianza [como ha indicado el presidente Vizcarra], sino que
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mediante una votación de 80 congresistas, se rechazó la misma al no aprobarse la


cuestión previa [que fue planteada para que se atendiera en el momento el pedido de
confianza], lo que implicó un rechazo a la cuestión de confianza».

Personalidades e instituciones en contra


Varios parlamentarios de Fuerza Popular salieron a protestar por la decisión. Los
congresistas Milagros Salazar (Fuerza Popular) y Salvador Heresi (Contigo) tildaron de
«dictador» a Vizcarra. El congresista por el APRA Jorge del Castillo pidió a la Policía
Nacional y a las Fuerzas Armadas «no se presten a este golpe de Estado» aunque
posteriormente las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del Perú anunciaron
públicamente el respaldo a Martín Vizcarra

Algunos otros políticos y grupos que calificaron como «golpe de Estado» la disolución
fueron Juan Sheput,  Alberto Beingolea,  Pedro Olaechea y el Partido Aprista Peruano.

El gobernador de Arequipa Elmer Cáceres Llica expresó su disconformidad con el cierre


del Congreso, incluso no asistió a votar en las elecciones congresales extraordinarias de
2020 expresando que «en su momento no estuve de acuerdo con ello, por lo tanto, no he
sido participe de estas elecciones».

El expresidente del Tribunal Constitucional, Oscar Urviola expresó que lo ocurrido era


un golpe de Estado En ese sentido, al mandatario se le puede juzgar al término de su
mandato. «Cuando se restablezca un régimen constitucional pueden funcionar los
mecanismos para acusarlo por violación constitucional».

El expresidente del Tribunal Constitucional, Víctor García Toma, expresó que: «[Martín


Vizcarra] es gobernante porque tiene territorio, porque la Policía y las Fuerzas Armadas le
han dado su respaldo, maneja presupuesto, cuenta con respaldo ciudadano que lo apoya;
pero es un gobierno jurídicamente irregular».

El expresidente del Tribunal Constitucional, Ernesto Álvarez Miranda expresó que «el


decreto presidencial de disolución no respondió a la causal constitucionalmente prevista,
pues la Cuestión de Confianza fue aprobada, publicándose el decreto de disolución sin
que haya sido aprobado en ningún Consejo de Ministros».

El expresidente del Tribunal Constitucional, Carlos Masía Ramírez dijo que «[Vizcarra] ha


hecho una interpretación de un acto que el Congreso no ha hecho, el Congreso no le
negó la confianza al primer ministro, se la brindó, pero él ha querido cerrar el Congreso y
por eso nos encontramos en un callejón sin salida»
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El exsenador y constitucionalista Raúl Ferrero Costa consideró que la clausura del


Parlamento es ilegal.

El constitucionalista Javier Valle Riestra calificó a la disolución como una "medida


despótica" y "maniobra totalitaria" y a Martín Vizcarra como "usurpador", "tirano
encadenado por la opinión pública" y "presidente extraconstitucional".

El constitucionalista Domingo García Belaúnde indicó que «es totalmente


[inconstitucional], [Martín Vizcarra] no puede hacerlo [cerrar el Congreso], y si lo hace es
un golpista. Si hace el golpe de Estado, con esa apariencia de legalidad, tarde o temprano
acabará en la cárcel, como acabaron todos los golpistas».

El abogado Enrique Ghersi manifestó que «es un golpe de Estado, muy interesante


porque utiliza las zonas blancas, grises de la ley. Es el primer golpe de Estado en el que
la Policía toma el control de la acción política del Ejecutivo. Es una prueba del golpe de
Estado que la Policía no haya dejado entrar a los parlamentarios al Congreso».

El constitucionalista Carlos Blancas Bustamante consideró que el presidente Martín


Vizcarra incurrió en una «infracción constitucional» al disolver el Congreso sin estar
facultado para hacerlo.

La excandidata presidencial y constitucionalista Lourdes Flores Nano manifestó que no


había razones para el cierre del Congreso y dijo «estemos viviendo una interrupción
democrática, un verdadero golpe del Estado».

En un comunicado, Domingo García Belaunde, Lourdes Flores Nano, Natale Amprimo,


Aníbal Quiroga, José Palomino Manchego, Ángel Delgado Silva, Víctor García
Toma, Carlos Blancas Bustamante, Jorge Luis Cáceres Arce, Dante Paiva Goyburu y
Mijael Garrido Lecca consideraron que la disolución «ha sido forzada sobre la base de
una negación de confianza no ocurrida».

2. A la negación de confianza no se llega por vía interpretativa como ha sido sustentada


por el señor Martín Vizcarra, sino que necesita una manifestación expresa denegatoria
por parte del Congreso de la República
(...)
5. Somos de la opinión que la decisión de disolver el Congreso dispuesta por el señor
Martín Vizcarra (...) no se ajusta a la previsión constitucional y, por tanto, nos coloca fuera
del Estado de Derecho que, con tanto esfuerzo, los peruanos veníamos cimentando
consistentemente desde hace cuatro lustros.
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Pronunciamiento de once abogados y juristas

El Colegio de Abogados de Lima (CAL), emitió un comunicado firmado por su presidenta


María Elena Portocarrero, donde asegura que la cuestión de confianza anunciada por el
presidente Vizcarra, respecto del procedimiento de elección de miembros del Tribunal
Constitucional, era improcedente pues la selección es un acto de exclusivo del Poder
Legislativo. Además añadió que cerrar el Congreso de la República «constituiría el
quiebre de nuestra democracia y acarrearía la responsabilidad del caso a sus
impulsores».

El constitucionalista Natale Amprimo señaló que «el presidente de la República ha hecho


un acto inconstitucional y mantiene su poder de facto. Ha disuelto el Congreso de facto y
fuera de las condiciones constitucionales que están contempladas. Esto es ilegal. El acto
que hace el presidente es inconstitucional».

Según el periodista Jaime Bayly, la disolución es un «error histórico» que podrá traer


consecuencias en el país y en el propio presidente.

La Defensoría del Pueblo del Perú y la Confederación Nacional de Instituciones


Empresariales Privadas rechazaron la decisión del presidente.

En un artículo publicado en The Wall Street Journal, la periodista Mary O'Grady asegura
que el presidente Vizcarra dio un golpe de Estado y que cerrar el Congreso fue ilegal

Pronunciamiento de la Defensoría del Pueblo

El 25 de octubre de 2019, la Defensoría del Pueblo emitió un "Informe Defensorial sobre


la crisis política, cuestión de confianza y disolución del congreso" mediante el cual se
pronunció sobre la crisis política que llevó al planteamiento de cuestión de confianza y
ulterior disolución del Parlamento por parte del Poder Ejecutivo. En dicho documento, la
defensoría hizo notar que los parlamentarios agendaron el debate de la cuestión de
confianza planteada por el ejecutivo para un momento posterior al proceso de selección
de los magistrados del Tribunal Constitucional, es decir, para cuando ya se había
producido el evento que el Poder Ejecutivo buscaba evitar, con lo cual en la práctica la
cuestión de confianza se tornaba en ineficaz. Sin embargo, también precisó que otorgarle
un margen de discrecionalidad al Ejecutivo a fin de determinar, sin más criterio que el
suyo, en qué casos se ha denegado o concedido la confianza, supondría un peligro para
el equilibrio de poderes. El documento finaliza indicando que debe ser el Tribunal
Constitucional el que determine si las acciones del Congreso (al otorgar nominalmente la
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cuestión de confianza pero en los hechos actuar en sentido contrario) y del presidente
(por interpretar que la confianza le había sido denegada y en base a ello disolver el
Parlamento) se han ceñido a lo que prescribe la Constitución o no. Asimsimo, considera
que el Tribunal Constitucional deberá también encontrar una solución constitucional a
temas pendientes de resolver como los límites a los decretos de urgencia y las
competencias de la Comisión Permanente durante el interregno parlamentario.

Internacional

El expresidente de Brasil Luis Inácio Lula da Silva aseguró que los actos de Martín


Vizcarra son «un nuevo tipo de golpe de Estado». «Si la situación de Perú es mala, que
se convoquen nuevas elecciones. El primer gesto de un presidente de la República que
sea responsable no es revocar el mandato de los demás. ¡Revoca el tuyo! Porque si la
orquesta no funciona bien, no culparemos al violín, culparemos al director».

La cancillería de Chile, liderada por Teodoro Ribera, dijo que respetará los procesos
internos peruanos y espera que la institucionalidad se imponga, así mismo evitó
manifestarse en una posición sobre la disolución del Congreso. La Organización de
Estados Americanos (OEA) afirmó que «compete al TC pronunciarse sobre la legalidad y
legitimidad» de la presidencia del Perú y acotó que la «la polarización política que sufre el
país la resuelva el pueblo en las urnas».

Acciones legales contra el acto de disolución del Congreso

Intento de nombrar un presidente interino

El Congreso, considerando el Principio de Legalidad establecido en el artículo 90 de la


Constitución Política (que establece que las leyes y decretos rigen desde el día siguiente
de su publicación),9091 respondió declarando la presidencia de Vizcarra suspendida y
nombró a la vicepresidenta Mercedes Aráoz como presidenta interina, medidas que en
gran medida se consideraron nulas y sin efecto. Al día siguiente, el 1 de octubre de 2019,
Aráoz anunció su renuncia, mientras que Vizcarra emitió un decreto para elecciones
congresales extraordinarias que se celebrarían el 26 de enero de 2020.

Acciones de amparo
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Los congresistas Salvador Heresi (Contigo) y Angel Neyra Olaychea (Fuerza Popular)
junto a la exparlamentaria Marisol Espinoza (Alianza para el Progreso) presentaron cada
uno sendas acciones de amparo contra el acto de disolución del congreso decretado por
el presidente Martín Vizcarra, alegando la violación a derechos constitucionales y
solicitando que se ordene suspender los efectos del decreto de disolución. Sin embargo, a
fines de octubre de 2019 las tres demandas fueron declaradas improcedentes por los
respectivos juzgados ante las que fueron presentadas, fundamentando sus decisiones en
el hecho de que ya existía en trámite una demanda competencial ante el Tribunal
Constitucional, por lo que correspondía a dicho ente pronunciarse sobre la legalidad de la
disolución del parlamento.

Demanda competencial
Artículo principal: Proceso competencial por la disolución del Congreso de la República
del Perú en 2019

El 10 de octubre de 2019, Pedro Olaechea, quien después de la disolución siguió


presidiendo la Comisión Permanente, presentó una demanda competencial ante
el Tribunal Constitucional cuya petición principal era "que se declare la nulidad del acto de
disolución del Congreso contenido en el Decreto Supremo N°165-2019-PCM.
Conjuntamente con la demanda, Olaechea presentó una solicitud de medida cautelar con
la cual pretendía que, mientras el Tribunal se pronunciaba sobre el fondo, se ordenara
restituir el estado de las cosas al momento anterior al acto de disolución cuestionado, es
decir, se que se reinstale el Congreso disuelto hasta el pronunciamiento definitivo sobre el
fondo de la demanda.

El 29 de octubre de 2019, el pleno del Tribunal Constitucional votó por unanimidad admitir
a trámite la demanda competencial planteada por Olaechea contra el Poder Ejecutivo,
mientras que por 5 votos contra 2 declaró improcedente la solicitud de medida cautelar.

El 14 de enero de 2020 el pleno del Tribunal debatió las materias puestas a su


consideración y por mayoría (4 votos contra 3) declaró la demanda infundada y por tanto
constitucional el acto de disolución del parlamento.

Comparación con el cierre de 1992

Luego de la disolución del Congreso dispuesta por el entonces presidente, Martín


Vizcarra, algunas voces compararon esta medida con el autogolpe de 1992 llevado a
cabo por el entonces presidente Fujimori, el cual también significó la disolución del
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parlamento. Por ejemplo, el exministro del Interior Fernando Rospigliosi calificó la


disolución dispuesta por Vizcarra como un «golpe de Estado»; así como el abogado
constitucionalista Aníbal Quiroga, el cual sostuvo que la disolución es un «déjà vu del 5
de abril de 1992: "Es un golpe de Estado, en la medida en que está anulando al Congreso
fuera de la Constitución" Disponer el cierre del Congreso fuera de los parámetros
constitucionales es también un golpe de Estado». No obstante, existen diferencias entre
las medidas adoptadas en uno y otro caso.

Disolución del Congreso en 1992 Disolución del Congreso en 2019

Al disponer la disolución del congreso, el


Al disponer la disolución del congreso, el
presidente Vizcarra apeló a la prerrogativa
presidente Fujimori se basó en una decisión
presidencial contenida en el artículo 134°
personal y no invocó ningún mecanismo
de la Constitución Política del Perú; sin
previsto en la Constitución Política del Perú
embargo, opiniones de algunos juristas y
o en alguna otra norma del ordenamiento
constitucionalistas cuestionaron su apego
jurídico peruano que lo habilitara para
a la Constitución. Posteriormente,
adoptar dicha medida. Al año siguiente,
el Tribunal Constitucional evaluó los
buscando dar respaldo popular a su
hechos y la interpretación, declarando
disposición, ordenó la realización de
válida la disolución por cuatro votos
un referéndum constitucional.
contra tres.

Con la decisión de disolver el El Decreto Supremo N° 165-2019-PCM4,


Congreso, Fujimori pretendía gobernar mediante el cual Vizcarra dispuso la
temporalmente sin Congreso hasta la disolución del Congreso contuvo al
realización de un plebiscito nacional (cuya mismo tiempo la convocatoria a
fecha no estaba definida). Sin embargo, por elecciones para elegir a un nuevo
presión internacional por parte de parlamento el 26 de enero de 2020,
la Organización de Estados Americanos tuvo conforme lo estipula el artículo 134° de la
que convocar pronto a un Congreso constitución peruana.
Constituyente para así redactar una nueva
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Constitución.

Además de cerrar inconstitucionalmente


el Congreso; Fujimori intervino al Poder
La decisión de Vizcarra se limitó a la
Judicial, al Ministerio Público, al Consejo
disolución constitucional del Congreso.
Nacional de la Magistratura, a la Contraloría
Los demás poderes públicos siguieron
General de la República y al Tribunal de
funcionando autónomamente.
Garantías Constitucionales (hoy Tribunal
Constitucional).

Cuando Vizcarra dispuso la disolución del


Parlamento, ningún medio de
comunicación fue intervenido y la prensa
Al disponer el cierre del se mantuvo informando con total libertad.
Congreso, Fujimori intervino militarmente a Por otro lado, el diario de
los medios de comunicación y a la prensa oposición Expreso denunció, un
por unos días, censurando sus contenidos. presunto hackeo el mismo día que
Vizcarra disolvió el Congreso,
inhabilitando su página web por varias
horas.

Para asegurar su medida, Fujimori dispuso la Los efectivos de las Fuerzas Armadas no


intervención de efectivos militares y intervinieron, salvo un pronunciamiento
vehículos blindados en las calles y en del comando conjunto que respaldó la
diversas instalaciones (Sede del Congreso, decisión de Vizcarra. Cabe mencionar que
del Poder Judicial, cerca de locales de al día siguiente, miembros de la División
partidos políticos, entre otros). de Operaciones Especiales (DINOES) de
la Policía Nacional del Perú, rodearon
el Palacio Legislativo permitiendo
ingresar únicamente a los congresistas
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integrantes de la Comisión Permanente y


a un grupo de trabajadores, y también para
evitar enfrentamientos con los
ciudadanos.

Fujimori dispuso la detención domiciliaria


de diversos líderes político.y la persecución
No se detuvo ni persiguió a ninguna
de otros como el expresidente Alan
persona.
García que finalmente obtuvo asilo político
en Colombia

Entre personalidades y juristas existieron


Entre personalidades y juristas existió un
discrepancias: algunos calificaron la
consenso mayoritario en calificar la medida
decisión como inconstitucional y hasta de
como un golpe de Estado y un quiebre del
golpe de estado, mientras que otros la
orden constitucional. Algunos
consideraron legítima y apoyada en la
constitucionalistas como Carlos Torres y
carta magna peruana. El Tribunal
Torres Lara y Enrique Chirinos Soto se
Constitucional lo declaró como un acto
mostraron a favor de las acciones.
válido

No hubo posibilidad de que algún poder del Pedro Olaechea, quien continuó
Estado se pronunciara sobre la legalidad de presidiendo la Comisión Permanente del
la medida pues todos los poderes públicos Congreso (órgano que se mantuvo en
fueron intervenidos por orden del Presidente funciones durante el interregno
Fujimori. parlamentario), interpuso una demanda
competencial ante el Tribunal
Constitucional para que se pronuncie
sobre la legalidad de la medida, la
cual fue declarada infundada el 14 de
enero de 2020 ratificándose así la
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disolución parlamentaria.

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