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SERMÓN

La inmadurez no es espiritualidad

Leccionario 1Corintios 1.10-13.


Texto homilético: 1Corintios 3:1-9.

INTRODUCCIÓN:
En un lecho de pasto, la piel del camaleón se vuelve verde. Encima de la tierra, se
transforma en marrón. Este animal cambia según su ambiente. Muchas criaturas se
adaptan a la naturaleza con el camuflaje que Dios les dio para ayudarlos a sobrevivir.
Es natural adecuarse a los tiempos y adaptarse a los cambios sociales que imponen a la
sociedad los logros de la ciencia y la tecnología.

Pero nosotros los cristianos, nosotros los seguidores de Cristo, somos nuevas criaturas,
porque hemos nacido de arriba (intervención de Dios) y cambiados desde adentro
(intervención de Dios) y los valores y principios que nos rigen son también producto de
la intervención de Dios.

Uno de los efectos importantes que produce esa trilogía de arriba, desde adentro y de los
principios de Dios, es una vida nueva, diferente a la sociedad donde vivimos y el otro
efecto es una lealtad a quien generó en nosotros esa nueva naturaleza Cristo Jesús.
Los cristianos de Corinto, fueron fuertemente confrontados por Pablo debido a que
existía en ellos una postura errada, producto de una importante debilidad: La inmadurez
espiritual, y esto les llevó a:

(1) A tener celos y contiendas (divisiones).


(2) A no valorar la unidad de la iglesia.
(3) A confundir los roles de los ministros del Evangelio.

Hoy en día ¿existe este problema en la Iglesia?


Yo creo que si. Sigue habiendo celos (rivalidades), contiendas (que llevan a divisiones).
Se subestima la unidad de la Iglesia, se infravalora la importancia vital de una Iglesia
unida, en una misma fe, una misma doctrina y una misma postura espiritual.
Y por último también hay una errada visión del rol que le corresponde a cada ministro
del Evangelio, confundiéndolos algunas veces, sobrestimando a algunos y subestimando
a otros.

“LA MADUREZ ESPIRITUAL ES UN PROPOSITO DE DIOS PARA EL


CREYENTE”.

POR LO QUE

Debemos esforzarnos diligentemente en alcanzar esta madurez”

1.- La inmadurez cristiana se manifiesta en las envidias, contiendas y divisiones.


Nada podría ser más infantil e inmaduro en los cristianos y más indicativo de una vida
espiritual de bajo nivel que las rivalidades de grupos, que la facciones, partidos.
Pablo no quiere decir que los corintios no fueran cristianos, como tampoco lo podemos
decir cuando en nuestro tiempo encontramos personas que están muy pendientes de
esas rivalidades que sólo conducen a hacer daño, pues favorecen las divisiones.
El apóstol está atacando el lado flaco de los corintios, les está mostrando que su
inmadurez ameritó de parte de él, una tutoría muy sencilla, pues cómo entenderían una
tutoría profunda, cuando todavía estaban viviendo según los rudimentos del mundo,
peleas, contiendas y divisiones. Se comportaban como hombres no regenerados del
mundo. ¡Epa! Nosotros debemos revisarnos no sea que también nos estemos
comportando de esta manera.
Voy a decirles algo muy importante: La prueba del estado de inmadurez, sin desarrollo
de la espiritualidad, su vivir mundano, sus envidias, contiendas y divisiones eran
manifestadas en un resultado evidente y tangible. Ellos decían:” yo ciertamente soy de
Pablo; y el otro decía “yo soy de Apolos. A lo que Pablo le contestaba “¿no sois
carnales? Esa postura ¿no es acaso una carnalidad?. Definitivamente así era, esa postura
no tenía nada de espiritualidad.

2.- Los cristianos maduros se regocijan en la unidad de la Iglesia.


¿Saben por qué esto es una verdad tan importante?
Porque al que, El Espíritu de Dios le ha revelado las realidades más profundas del
Evangelio, también les ha hecho sentir que somos un solo pueblo, que existe una sola
unidad, que la integración de los cristianos se basa en la apropiación de las verdades
sobre la Persona de Cristo y sobre la Obra de Cristo; y que para esto es necesario que
todo el cuerpo bien articulado, bien conectado, funcione armoniosamente como un
perfecto engranaje, glorificando a Dios y dando los frutos que El Señor ha decretado
para su pueblo.

3.- Los ministros cristianos no son señores de los creyentes sino siervos de Dios.
La forma correcta de entender el Evangelio es que Dios envía sus siervos (sus
ministros) para cosechar en su pueblo los frutos que Él ha decretado.

Los mensajeros del Evangelio pertenecen a Dios.


Los que han recibido el Evangelio pertenecen a Dios.
Esta visión correcta del ministerio cristiano uniría a los creyentes en agradecimiento a
Dios, y no los dividiría con espíritu de rivalidad.
Las divisiones motivadas por seguimiento a cualquier líder, son condenadas por la
Escritura.
Escuchemos cómo el Apóstol pregunta: “¿qué, pues, es Pablo? y ¿Qué es pues Apolos?
Cada uno de ellos ha llevado una tarea que El Señor le asignó. Pablo ha plantado;
Apolos ha regado; pero Dios, escuchen muy bien, pero Dios es quien ha hecho crecer la
planta, la gloria le pertenece sólo a El, no ha Pablo ni a Apolos. Estos hombres
entonces no son nada en si mismos ni de sí mismos.
Porque la Escritura dice: “Así que no cuenta ni el que siembra ni el que riega. Sino solo
Dios, quien es el que hace crecer” amén.

Pastor Néstor González

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