Está en la página 1de 9

El ejercicio del espejo para aumentar la autoestima

Gracias a este ejercicio podremos destacar nuestros puntos fuertes y


débiles, tanto físicos como emocionales, y aprender a convivir con ellos sin
miedo a que nadie nos juzgue.

Valorarnos es clave para nuestro bienestar, pero parece que seguimos


olvidándolo. Tenemos la mala costumbre de necesitar el refuerzo de los
demás para reafirmarnos, para darnos permiso para sentirnos bien… Ahora
bien, querernos no debería depender de la respuesta de los demás, sino de
nosotros mismos. La autoestima es un bien preciado que no podemos dejar
en bolsillos ajenos.

No es fácil, lo sabemos. Nadie nos ha enseñado cómo ser nuestro mejor


amigo y principal amante. Por esta razón, la mayoría tendemos a ser muy
duros con nosotros mismos, sin saber que ese no es el camino. Valorarnos,
apreciarnos y tratarnos con cariño deberían ser nuestras prioridades, sobre
todo si queremos alcanzar el bienestar tanto emocional como social.

El problema es cómo hacerlo, de qué forma podemos iniciar ese proceso de


desarrollo personal para fortalecer nuestra autoestima, ya que si practicamos
el amor propio muchas de nuestras dificultades diarias pueden desaparecer o
al menos, perder fuerza.

Para ello, podemos recurrir al ejercicio del espejo. No obstante, antes de


adentrarnos en esta técnica es recomendable que hagamos un recorrido por
el concepto de autoestima. Profundicemos.

Autoestima, la importancia de valorarse

Según el psicólogo humanista Carl Rogers, la autoestima es el núcleo básico


de la personalidad, es decir, nuestro sostén, nuestro eje principal. De ahí que
considerase que la raíz de los problemas de la mayoría de las personas eran
el autodesprecio y la subestimación.
Por otro lado, la trabajadora social y psicoterapeuta estadounidense Virginia
Satir afirmaba que «la autoestima se compone principalmente de dos cosas:
sentirse digno de ser amado y sentirse capaz«.

A pesar de existir muchas más concepciones sobre la autoestima, bien es


cierto que todas ellas confluyen en concebir esta dimensión psicológica como
la percepción evaluativa de nosotros mismos. Es decir, la autoestima es ese
cómo nos valoramos en los diferentes aspectos de nuestras vidas.

El problema es que olvidamos la importancia que tiene en el día a día, en


nuestro crecimiento personal y en nuestras relaciones con los demás. Tener
una buena autoestima es el puente hacia el bienestar y una de las claves para
comprendernos y comprender a los demás. Porque si no nos queremos, si no
nos cuidamos y prestamos atención, en definitiva, si no nos valoramos
acabaremos sumergidos en un océano de sufrimiento que nos impedirá
evolucionar.

Ahora bien, es importante tener en cuenta que tener una autoestima sana no
significa ser engreídos o arrogantes, sino valorarse desde una actitud de
humildad. Para ello, podemos realizar el ejercicio del espejo. A continuación
lo explicamos paso a paso.

Lee también: Solo hay un amor que es para siempre: el amor propio

3 frases para recuperar tu amor propio en solo 3 minutos


No dejes que te confundan, porque el amor propio no es lo mismo que el
egoísmo. Solo estás mirando por tu bienestar, y los que te quieren lo
entenderán
Hemos de admitirlo, a veces, dejamos nuestro amor propio en bolsillos
ajenos, en las tuberías del descuido y en la red de una baja autoestima. Esto
puede hacernos olvidar lo que valemos y merecemos.

Es cierto que esta dimensión psicológica hunde sus raíces en la infancia y en


todas esas experiencias previas que determinaron parte de nuestra
personalidad.

No obstante, hemos de entender que, en lo que se refiere al amor propio, es


recomendable atenderlo a diario. Debemos invertir en él de forma constante
sin descuidarlo jamás.

No se trata tampoco de «inflarlo» hasta el extremo. De lo contrario, podría


derivar en esos comportamientos narcisistas o en el más extremo egoísmo.

Se trata solo de ser habilidosos, sabios e intuitivos para saber dónde están
nuestros límites. También debemos conocer dónde están nuestros derechos
y, a su vez, los derechos de los demás.

Visualiza tu amor propio como una delicada joya de cristal. Entiende que,
cuanto más brillo le des, más hermosa estará y más te inspirará.

Sin embargo, hay dos aspectos que debes cuidar en esta preciosa joya: no se
la dejes a nadie y no permitas que la rompan.
A continuación, te ofrecemos 3 frases en las que reflexionar. Puede que te
permitan atender a esa piedra preciosa como se merece.

Debes interiorizar estas ideas para que, día a día, te den la fuerza que
necesitas. Así, puede que sean como una inyección de energía que en solo 3
minutos te recordará dónde está tu norte, tu autoestima.

1. «Permitirme lo que merezco no es egoísmo, es salvaguardar mi amor


propio»

mujer

Algo que resulta curioso en nuestro día a día es la manida frase de «tienes
que quererte más, porque de lo contrario nadie te respetará».

A veces, por fin damos el paso y empezamos a mirar un poco más por
nosotros mismos. Sin embargo, algo ocurre: no falta quien nos dice que
hemos cambiado, que nos hemos vuelto egoístas.

Bien, debemos entender que del amor propio al egoísmo hay toda una escala
de grados. Una persona madura y equilibrada no la sobrepasará, sino que la
conoce y controla.

Ese aprecio por uno mismo que a veces descuidamos durante mucho tiempo
es un aspecto que socialmente no está bien visto.
Decir en un momento dado «no, no me apetece quedar contigo porque
necesito pasar la tarde solo, paseando y pensando en mis cosas» puede ser
para muchos algo extraño. Incluso puede que se lo califique como carente de
cortesía e incluso una falta de respeto.

Permitirte lo que mereces y necesitas en un momento dado nunca será


egoísmo.

Aún más, quien lo entienda de este modo no será un buen amigo. Las
mejores amistades, los familiares más queridos, son aquellos capaces de
empatizar con nosotros, de entendernos y respetar nuestras decisiones.

Descubre también: 6 efectos del maltrato psicológico que debes conocer

2. «Debo poner límites para proteger mi dignidad, mi identidad, mi preciosa


esencia personal»

mujeres bailando

Hay quien camina por el mundo sin tener una barrera de protección, un filtro
y un muro frente a lo que hace daño, lo que vulnera, lo que desintegra la
autoestima. Así, dará paso a todo lo que la vida y el destino quieran
ofrecerle, tanto a lo bueno como a lo malo.

Así pues… ¿Y si nos volvemos algo más selectivos? ¿Y si nos decidimos a ser
más sabios y quedarnos solo con lo bueno?
Hacerlo tampoco será un acto de egoísmo. De hecho, puede ser un paso
fabuloso hacia una adecuada salud mental y emocional, hacia un bienestar
que revertirá directamente en tu equilibrio físico.

No dudes en colocar barreras y alambradas a quienes te traen malestar,


chantajes, manipulaciones…

Ganar en calidad de vida puede ser muy fácil si empezamos a poner límites.

3. «Mi amor propio tiene un precio muy alto y no admite rebajas»

El amor propio es algo más que un sentido de autoprotección. No se trata


solo de saber poner un límite entre lo mío y lo tuyo, de proteger esa piedra
preciosa de la que hablábamos al inicio…

El amor propio es nuestra dignidad, es esa esencia inviolable y distintiva que


conforma lo que somos. También se relaciona con cómo nos percibimos y la
fortaleza que hay en nosotros. Esto nos permite encarar las dificultades,
alcanzar lo que soñamos y crear una realidad acorde a nuestra personalidad.

No es fácil conseguir todo esto. Debemos entender también que el amor


propio siempre está en continuo crecimiento. A veces se debilita, enferma o
nos lo arrebatan.
Otras veces nos olvidamos de alimentarlo. Y es que esta dimensión necesita
frescura, novedades, nuevos conocimientos, nuevas amistades, perspectivas
y experiencias.

Lee también: Mujeres besadoras de sapos, la trampa del “te voy a cambiar”

Entiende, por tanto, que tu amor propio tiene un precio muy alto. No se lo
ofrezcas a nadie, es tuyo. Este te sirve también para poder dar a los demás lo
mismo que te ofreces a ti: respeto, afecto, una sabia convivencia y armonía.
El ejercicio del espejo

El ejercicio del espejo es una herramienta terapéutica creada por el Dr.


Fernando Bianco Colmenares (1975). Se trata de una técnica que fomenta la
construcción de un autoconcepto sano a través de la autocontemplación,
introspección y sustitución cognitiva.

Trabajar cómo nos vemos y valoramos utilizando un espejo puede ser una
experiencia agradable pero que en algunos momentos suponga cierta
incomodidad. A veces no es sencillo enfrentarse a uno mismo. No obstante,
con paciencia, esfuerzo y tolerancia esa sensación irá desapareciendo para
dar paso a la confianza. A continuación explicamos en qué consiste este
ejercicio.

Elige un momento del día en el que tengas privacidad y ponte frente a un


espejo.

Mírate con atención en silencio. Conecta con tu mirada para verte de forma
sincera, libre de máscaras. Silencia todo el ruido mental.

Realiza 3-4 respiraciones profundas.


Hazte las siguientes preguntas: ¿qué ves en el espejo? ¿cómo es la persona
que te mira desde el espejo? ¿lo conoces? ¿qué cosas buenas tiene esa
persona? ¿qué cosas malas? ¿qué es lo que más te gusta de esa persona?
¿cambiarías algo de la persona del espejo?

Las respuestas puedes escribirlas en un cuaderno si lo deseas. Lo importante


es que respondas a cada una de ellas con honestidad y que lleves a cabo este
ejercicio al menos durante 16 o 21 días. Se trata de que, poco a poco,
aumentes la conexión y la confianza contigo mismo.

Lee también: La autoestima, clave para nuestra felicidad

Cada respuesta será una pista que te ayudará a mantener aquello que te
gusta de ti y a cambiar lo que tengas que mejorar. El ejercicio del espejo
puede tener muy buenos resultados, siempre y cuando te comprometas
contigo.

Como vemos, el autoconocimiento es un pilar de gran ayuda para aumentar


nuestra autoestima y sentirnos mejor. Conocernos nos permite identificar
nuestros valores, fortalezas y habilidades, así como nuestros defectos para
trazar el recorrido que queremos realizar. Conocernos es el primer paso para
amarnos de verdad. Y recuerda: siempre puedes acudir a un especialista en la
salud mental para que te ayude con ello. Un psicólogo es siempre una buena
opción.

También podría gustarte