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Tesis doctoral
Málaga
2015
AUTOR: María del Mar Mena Pablos
http://orcid.org/0000-0001-5449-3742
1. Introducción
Esta tesis doctoral tiene como objeto ahondar en la figura de Isabel Oyarzábal
Smith (Málaga, 1878-Ciudad de México, 1974), una de las mujeres más
prominentes de su época, adelantada a su tiempo y que más y mejor trabajó para
promover el desarrollo de España en todos los ámbitos a los que dedicó sus
esfuerzos. Pero más aún, su trabajo en el escenario internacional, tanto en la Liga
de Naciones como en la Organización Internacional del Trabajo, contribuyó
también a sentar las bases del progreso mundial.
Durante los años que han transcurrido desde el inicio de esta investigación, el
desarrollo de los estudios de la Edad de Plata ha sido considerable y las
publicaciones que han abordado la obra de las mujeres más prominentes de esta
época, tanto desde un punto de vista colectivo, como las que las abordan de una
manera monográfica, son ya, afortunadamente, numerosas, ya que todas estas
autoras habían sufrido un doble olvido, por una parte, por su condición de mujeres
y, por otra, por haber sido figuras destacables de la II República española. Así, en
los últimos años se han rescatado las figuras de Carmen de Burgos, Colombine,
10
Margarita Nelken, María Zambrano, María Teresa León, entre otras y sin
embargo se hace necesario seguir ahondando y difundiendo las vidas y obras de
estas mujeres que, junto con sus compañeros masculinos, constituyeron la
vanguardia del pensamiento de comienzos del siglo XX y visibilizaron el papel de
la mujer en la sociedad progresista de la II República.
En relación con Isabel Oyarzábal, el hecho de que los estudios sobre su figura
han alcanzado un importante desarrollo lo demuestra el hecho de que cuando se
comenzó el presente trabajo, apenas si existían los estudios de Antonina Rodrigo y
la entrada sobre la autora en el Diccionario de escritores de Málaga y su provincia a
cargo de la profesora Dª. Amparo Quiles Faz, 1 mientras que su nombre ha
bautizado ya una sala de la Diputación de Málaga y un aulario de la Universidad de
la misma ciudad.
1 Quiles Faz, A., “Isabel Oyarzábal Smith”, en C. Cuevas García (dir. y ed.), Diccionario de
Por último, hemos dedicado un capítulo a sus dos obras autobiográficas, I must
have liberty y Smouldering freedom, esta última traducida por mí y publicada en 2009
bajo el título, Rescoldos de Libertad. Así, hemos estudiado la tradición biográfica en
España y hemos vinculado las obras de Oyarzábal a las firmadas por otros
13
2. Infancia
2.1. Los orígenes de “una pequeña rebelde”
Isabel Oyarzábal Smith nació el día 12 de junio de 18782 a las ocho y media de la
noche en el número 31 de la Calle Peligro,3 de la capital malagueña, en el seno de
una familia perteneciente a la alta burguesía. Su pertenencia a una clase
privilegiada en la Málaga y en la España de la época implicó que numerosas
costumbres burguesas marcaran muchos aspectos de su adolescencia y juventud. El
hecho de que sus padres, Juan Oyarzábal y Bucelli 4 y Ana Smith y Guthrie 5
formaran un matrimonio mixto, él, aunque andaluz, de ascendencia vasca y ella
natural de Glasgow (Escocia), hacía prever ciertas peculiaridades en la vida de la
autora y de su familia. Se habían conocido en un viaje de Ana Smith a Málaga para
visitar a una amiga del colegio que se había instalado en la capital malagueña y se
casaron en 1874 en Glasgow. En este sentido, son bastante reveladoras las
primeras palabras de Isabel en su primer volumen de memorias titulado I must have
liberty:
“Tuve muy pronto la impresión de que nosotros, esto es, mi hermana María
de la Asunción, mi hermano Juan y yo, éramos desaprobados. La mayoría de
los niños tienen, por supuesto, esta impresión a veces, pero en la mayoría de
los casos, son extraños quienes expresan esa desaprobación, y no las adoradas
abuelas y los familiares cercanos. Esta impresión mía, pronto se convirtió en la
convicción de que la Sociedad de Málaga, con ‘S’ mayúscula, se temía que la
nueva generación de la familia Oyarzábal, de la cual yo era el tercer miembro,
Rouge. Fue hija de George Smith y de Elisabeth Guthrie, ambos naturales también de
Glasgow.
18
6 Oyarzábal de Palencia, I., I must have liberty, New York-Toronto, Longman, Green & Co.
Inc., 1940, p. 1. Citaremos el texto siguiendo la traducción realizada por mí.
7 Oyarzábal de Palencia, I., I must have…, op. cit., p. 1.
8 Quiles Faz, A., Málaga y sus gentes en el siglo XIX. Retratos literarios de una época, Málaga,
Arguval, 1995, pp. 30 y ss. Trabajo que analiza, a través de los textos literarios, la
idiosincrasia de la sociedad malagueña decimonónica.
19
9 La nómina de extranjeros en Málaga ha sido estudiada por Villar García, Mª. B., Los
Málaga, 6 (1974), p. 45. Cit. en A. Quiles, Málaga y…, op. cit. p. 16. La llegada a Málaga de
los Larios y Heredia ha sido estudiada por García Montoro, C., Málaga en los comienzos de
la industralización: Manuel Agustín Heredia (1786-1895), Córdoba, Universidad e Instituto
de Historia de Andalucía, 1978 y “El cuerpo social del comercio malagueño en el siglo
XIX”, en Camacho, R., Homenaje a D. Francisco Bejarano, Málaga, Real Academia de Bellas
Artes de San Telmo, 1991, pp. 83-102.
11 El colegio británico de Clewer Green, fue un centro educativo de gran prestigio entre
los comerciantes de Málaga. Allí estudió Juan Oyarzábal Bucelli entre 1846 y 1850 y
también Domingo de Orueta, Juan Crooke, Matías Huelin, entre otros hijos de la alta
burguesía local. Estaba dirigido por Mr. Wilkinson. Cfr. “Cartas manuscritas de Domingo
Orueta”, legado familiar de Mª Victoria Pariente Benítez, a quienes agradecemos la
consulta de estos manuscritos.
20
mientras que Ana era huérfana y siempre había vivido sin apenas limitaciones a su
voluntad. Esto había sido un aliciente adicional para el padre “que estaba, quizás,
cansado de la habitual sumisión de las chicas españolas de su clase”. Sin embargo,
en primera instancia, el matrimonio sufrió la resistencia de la familia de la madre,
que no aprobaba el hecho de que ella uniera su vida a la de un católico. Por su parte,
el padre tuvo que sufrir las recriminaciones de sus familiares por “permitir” que su
esposa fumara o saliera a la calle sin acompañante, afrentando las “buenas
costumbres”. De ahí que la autora, al hilo del efecto que causó el casamiento en el
círculo de la familia paterna, dijese:
“Pero el gusto de mi padre en la elección de su esposa, no era, según parece,
compartido por toda su familia, especialmente por su madre. Un extranjero era
entonces, y aún es, a menudo, objeto de desconfianza para los españoles.
Tienen razón para pensarlo, considerando que ellos han sido frecuentemente
invadidos y traicionados ¡Pero un protestante! Un protestante estaba
realmente excluido. La Inquisición no había hecho su trabajo en balde, e
incluso ahora, en las clases altas de España, se puede decir que no hay sino
algún caso raro de matrimonios mixtos. Al menos yo no conozco ninguno. Los
protestantes son tolerados cuando son extranjeros, especialmente si son
miembros de cuerpos diplomáticos. Pero, para un español casarse con una
protestante, era como una especie de suicidio social” (p. 2).12
Sin embargo, ese recelo no hizo mella en la decisión del padre y, hasta su muerte,
vivió para hacer feliz a su mujer, según palabras de la propia Isabel Oyarzábal:
“Pues, en verdad, hubiera sido difícil encontrar un marido más devoto que el
que resultó ser. Justo hasta el día de su muerte, su principal propósito en la
vida fue hacer feliz a mi madre y todos nosotros estuvimos llamados a
colaborar en esta tarea absorbente” (p. 1).
A fin de evitar excesivas notas en este apartado, todas las referencias a la autobiografía I
12
13 Albuera Guirnaldos, A., “La vida íntima de los malagueños en el siglo XX: Valores y
temores”, Jábega, 87 (2000), p. 111.
14 Vid. Mateo Avilés, E. de., Masonería, protestantismo, librepensamiento y otras heterodoxias en
Así las cosas, no es de extrañar que, una vez aceptado el casamiento entre la
protestante y el católico, la familia Oyarzábal presionara para la conversión al
Catolicismo de la esposa. A pesar de la mixtura religiosa, los hijos fueron
bautizados en la religión católica, concretamente en la parroquia del Apóstol
Santiago, sita en la calle Granada de la capital malagueña.18 Y así, sabemos que
Isabel Oyarzábal fue bautizada el día 24 de junio de 1878 por el sacerdote Rafael
Solís, siendo sus padrinos Rafael López Oyarzábal y su hermana María Oyarzábal
y siendo sus abuelos paternos Juan Oyarzabal Herrera y Mª Asunción Bucelli y sus
abuelos maternos: Jorge Smith y Mª Isabel Guthrie, naturales de Glasgow.
final de su vida y que, según las afirmaciones de la autora, vivió para hacerla feliz,
misión a la que estuvo dedicada también el resto de la familia:
“Nunca, nada le apartó de ello. Si familiares o amigos discutían con él por
dejar a mi madre salir sin ser acompañada por algún familiar o sirviente, como
lo hacían otras damas de Málaga, o si le permitía que remara en su bote dentro
y fuera del puerto19, bailar, o incluso fumar, desafiando de este modo, todas las
ideas malagueñas de buen comportamiento para las mujeres, él
invariablemente encogía sus hombros y decía: ‘¿Qué importa si así es feliz?’ ”
(p. 1).
El carácter tolerante del padre fue consignado por la autora en muchos de los
episodios de su autobiografía, como se aprecia en el hecho de que hasta la
conversión al Catolicismo de la madre, los hijos alternaban la asistencia a los cultos
de ambos progenitores. Sin embargo, llama la atención que el padre fuese el artífice
de la desaparición de libros “prohibidos” por la Iglesia en la biblioteca familiar. Así,
algunos de sus actos provocaron cierta desazón en la sociedad malagueña, como el
que narraba la autora en una salida a la playa:
“Durante el verano teníamos bastante alegría, pero de otra manera. Había
una feria anual y batallas de flores. Después del dieciséis de julio, la fiesta de
Nuestra Señora del Monte Carmelo, que es también la patrona del mar, la
gente también se metía en el mar para bañarse. No hubiera sido excitante si
nos hubiéramos ajustado a la costumbre, pues se supone que las mujeres no
podían salir de unos monótonos recintos cerca de la orilla y debían llevar
largas batas que arrastraban, de un material pesado con el que era imposible
nadar. Afortunadamente, mi padre alquiló un pequeño vestidor privado y nos
llevó a María y a mí con él hacia el mar abierto, donde nos reunimos con Juan
y Ricardo. Esta nueva salida de los Oyarzábal fue severamente criticada, todo
19El deporte femenino fue una actividad común entre las élites malagueñas desde finales
del siglo XIX, debido al influjo de las costumbres extranjeras y el afán de modernidad que
asimilaba dicha clase social. Practicaban el tenis en la Finca de la Concepción y desde 1912
existieron dos tripulaciones femeninas de remo en el Real Club Mediterráneo de Málaga.
Cit. en Quiles Faz, A., Mujer, voto y libertad. Textos periodísticos de Isabel Oyarzábal Smith,
Sevilla, Renacimiento, 2013, pp. 264-265. La familia Oyarzábal-Smith estaba muy
vinculada al Club Mediterráneo como lo muestra la pertenencia al jurado del cabeza de
familia en la celebración de algunas de las regatas, como la que reseña El Avisador
Malagueño, el 20-7-1884, o la presidencia de las regatas con motivo de las fiestas de la
ciudad que recayó en Ella Oyarzábal, entre otras jóvenes, el 23 de agosto de 1895. Vid.,
VV.AA., Real Club Mediterráneo de Málaga 1873/1998, Málaga, Benedito Editores, 1998, p.
64. Edición de Amparo Quiles Faz.
24
el mundo nos miraba con desaprobación, con nuestros trajes de baño de dos
piezas, aunque casi llevaban cuello alto y tenían mangas hasta el codo” (p. 27).
En sus años de primera juventud el padre fue el que decidió que había llegado el
momento de presentar en sociedad a Isabel y el que le aconsejó acerca de los
pretendientes que mostraban interés por ella. De mentalidad conservadora, el
padre animó a Isabel en sus gestas caritativas, pero le aconsejó que no alentara
demasiado a los que ayudaba. Tampoco se mostró de acuerdo cuando Isabel le
confesó que quería hacer algo con su vida:
“Llévate todo lo que quieras de la casa para cualquiera que lo necesite, dijo
mi padre, ‘pero debes tener cuidado de no alentar a la gente que es
indisciplinada. Ese hombre es probablemente un socialista’, y nunca lo olvidé
[…]
¿Qué quieres hacer?, preguntó.
No lo sé. Tan solo algo, no me atreví a decirle que quería seguir con el teatro.
Pienso que debo ganarme la vida. Esto le impactó aún más.
No lo necesitas, dijo, puedes tener todo lo que quieras en casa.
Vi que esto le afligía tanto, que no insistí, y más tarde me alegré, pues aquel
invierno mi padre se cayó, se rompió la cadera y murió después de seis
semanas de gran sufrimiento. Murió en mis brazos…” (pp. 30 y 34).
Isabel confesaba que la pérdida de su padre fue la primera “gran pena” de su vida:
de no haber sido por la necesidad de reaccionar ante la frágil salud de la madre,
afectada sobremanera por la muerte, reconocía que se hubiera dejado llevar por la
desesperación.
En cuanto a la madre, por su doble condición de escocesa y protestante, pudo ser
considerada como un elemento subversivo en la provinciana sociedad malagueña y
aún más, si tenemos en cuenta su carácter independiente y libre. Ya hemos
apuntado que era huérfana y siempre se había regido por sus propios dictados.
Algunas de sus “excentricidades” fueron reprobadas en su círculo social: salir sin
carabina, remar, fumar… El modo en que educaba a los hijos también fue
censurado por la familia paterna. Sin embargo, su pronta conversión al Catolicismo,
presionada por el ambiente, mejoraría considerablemente su imagen. De cualquier
forma, nunca dejó de vivir libremente en la medida en que pudo y, desde luego, fue
quien más alentó a su hija en sus proyectos y la persona que más comprendió a la
25
autora, como refieren las distintas anécdotas de su infancia. La imagen que nos
muestra es de una persona totalmente indulgente con las travesuras infantiles de la
autora y comprensiva con sus ilusiones, sin importarle las repercusiones en la
reputación familiar.
Cuando Isabel ingresó interna en el colegio de la Asunción de Málaga, lo que
más anhelaba era el calor de su madre, y así lo expresaba:
“Creo que mi madre hubiera preferido enviarme solo como interna de día,
pero la madre superiora le advirtió que no lo hiciera. Pensaba que no sería
bueno para nosotros apartarnos de la disciplina del convento cada noche y
aseguró a mi madre que sería realmente más duro para mí. Yo no estaba de
acuerdo con ella, como interna de día podía ver a mi madre cada noche.
Daba vueltas en la cama, anhelando solo que mi madre viniera y me deseara
buenas noches y pensando en mis muñecas.
No me hubiera quejado, pues siempre obedecíamos sus órdenes
incuestionablemente, pero quizá ella hubiera entendido un poco por lo que yo
estaba pasando” (p. 17).
Intentó inculcar en Isabel la desatención al “qué dirán” desde muy pequeña, como
lo demuestra el siguiente fragmento que ocurrió tras de la muerte de la abuela
paterna:
“¿No vas a vestir luto por tu abuela? me dijo una de las niñas pocos días
después.
No, le contesté, a mi madre no le gusta vernos de negro y piensa que el
uniforme gris es suficiente. Tenemos que llevarlo también en domingo.
¡Qué extraño! dijo. Cuando mi abuela murió vestí de negro durante todo un
año. Y se sintió muy superior. Yo sentí que no estábamos en absoluto
cumpliendo nuestro deber hacia abuelita. De todos modos no me preocupó
demasiado” (p. 20).
Del parentesco con el finado dependía la duración del luto. Si el finado era el
padre de familia, se fijaban seis años de luto, si se trataba del hermano, tres años,
los abuelos y tíos carnales exigían dos años de luto. Se establecían tres fases del
luto: el luto riguroso, el medio luto y el alivio de luto. Este se producía a los seis
meses y admitía pequeños lunares blancos en el traje negro o colores más claros,
así como la relajación de las prohibiciones.20 Pero si durante ese tiempo fallecía
otro miembro de la familia, nunca se dejaba el luto.21
La muerte del padre que tuvo lugar el 10 de enero de 1903, a los 77 años de
edad22 causó una profunda impresión en la familia, pero en el caso de la madre, se
creyó que iba a perder la razón. Había estado tan unida a su marido, que la vida sin
él le resultaba imposible. Para mejorar las condiciones de salud de Ana Smith, y en
vista de que en la ciudad debían seguir un estricto luto, decidieron mudarse a las
afueras de la ciudad. Este cambio les reportó notables mejoras e Isabel confesaba
que fue entonces cuando madre e hija volvieron a acercarse. Sin duda, la
maternidad de la madre -tuvo seis hijos-, los años de internado en el colegio y su
frágil salud, las habían distanciado:
“El cambio le hizo a mi madre muchísimo bien y ella y yo empezamos a
acercarnos la una a la otra más de lo que habíamos hecho durante años. Tan
cerca que, después de unos pocos meses, cuando hablé con ella sobre mi deseo
de hacer algo, no me desalentó” (p. 34).
Fue la única persona del círculo familiar y social que apoyó su decisión, pues,
cuando el rumor de su marcha a Madrid se extendió, provocó “una ola de
justificada indignación” 23 hasta el punto de que su hermano Juan les retiró la
palabra al saber la noticia y su hermana María, desde el convento,24 les escribió
para asegurar que tal decisión traería una desgracia a la familia. Pero la madre,
ante los ataques, contestaba indefectiblemente: “Mi hija María eligió la vida que
creía mejor e Isabel puede hacer lo mismo, era su respuesta” (p. 38).
A pesar del apoyo mostrado, una vez en Madrid, la madre, probablemente
influida por su religiosidad o ante el temor de ser reprobada, consultó a varios
sacerdotes sobre la idoneidad de la dedicación al teatro de su hija. No pudieron
asegurarle que fuera pecado, pero le recordaron que podía constituir un grave
peligro. Poco antes de abandonar la afición al teatro, ambas, madre e hija, se
instalaron definitivamente en Madrid. Tomaron un apartamento y allí trasladaron
sus enseres desde Málaga. Finalmente, y como recordaba Oyarzábal, su madre
debió sentirse aliviada por la decisión posterior de renunciar al teatro. En este
sentido, las referencias a su madre son constantes en la autobiografía, conformando
el retrato de una mujer moderna, que desarrolló un sentido crítico en la hija.25
Así pues, Ana Smith se convirtió la compañera de Isabel y fue la persona que le
inspiró la confianza necesaria para afrontar los retos que la vida le iba imponiendo,
tal como lo demuestra el episodio en el que la autora fue invitada el 2 de diciembre
de 1906 a dar una conferencia en el Ateneo de Madrid sobre Henry Irving:
“Durante algunos horribles momentos pensé que no iba a ser capaz de leer.
Las líneas del manuscrito parecían saltar arriba y abajo, mi lengua se atascó en
el techo de mi boca y mis pies no podían alcanzar el suelo, lo cual me daba la
sensación de estar colgada en el vacío. De repente recordé que mi madre
estaba sentada en la primera fila y que no podía fallarle” (p. 45).
maternidad, la política y el dolor”, en Autoras inciertas, Madrid, Horas y horas, 2008, pp.
53-54.
28
Ceferino Palencia consultó con Ana Smith la posibilidad de que Isabel dejase
todas sus ocupaciones una vez que estuvieran casados, a lo que la madre se opuso:
“Pienso que sería un terrible error, dijo ella, Isabel es demasiado vital para estar
satisfecha sin hacer nada. Al contrario, ella debe tener algo que hacer, y la solución
ideal sería que trabajarais juntos” (p. 53).
Establecido el compromiso, y conocido en su círculo, muchos se lamentaron de
que la autora se fuese a casar con un hombre sin medios y sin embargo, la madre
apoyó indefectiblemente a su hija: “Si alguien debe estar preocupada, esa debía ser
yo, decía pero yo conozco a Isabel y estoy segura de que todo irá bien” (p. 53).
Durante su noviazgo, la madre, no despreciaba los convencionalismos y solo
aceptaba que Isabel saliese acompañada de su otra hija, Anita: “Ella era muy
convencional acerca de nuestro compromiso y no nos permitió salir solos. No hay
ninguna necesidad de que hablen de vosotros, decía, y Anita está encantada de salir
con vosotros” (p. 53). 26
Justo antes de que Isabel decidiera casarse, su madre planeó viajar a Estados
Unidos, donde otro de sus hijos, José, quería estudiar Química. De esta manera se
iniciaba una separación de la madre de ocho años. Creemos sin duda que la madre
constituyó una de las piedras angulares en la formación de la autora, no solo
26Era costumbre en España que las jóvenes casaderas salieran siempre acompañadas,
excepto las de la clase obrera y las cocotes. Así, la propia autora, en su autobiografía, explica
quién era la figura de “la dama de compañía”, Vid. Oyarzábal de Palencia, I., I must have…,
op. cit., p. 38. A este respecto, Isabel Oyarzábal escribió un artículo sobre este mismo tema:
Galindo, B., “Presente y porvenir de la mujer en España. La señora de compañía”, El Día,
Madrid, 29-3-1917, p. 6. Véase Quiles Faz, A., Mujer, voto…, op. cit., notas 82 y 83, pp. 32-
33 y 252.
29
La muerte de Ana Smith, ocurrida un día antes, fue reseñada en el diario El Imparcial,
27
Madrid, 11-1-1930, p. 6.
30
entre su tía María y su tía Amalia,28 esposa de uno de los primos de su padre, Jorge
Enrique Loring Oyarzábal, marqués de la casa Loring.29
Ambas damas se posicionaban en lados opuestos de la política del momento e
Isabel, a la edad de quince años, observaba atentamente los avances de ambas en el
terreno político, decantándose por su tía María:
“Tía María, que era cuñada del General López Domínguez, encabezaba a los
miembros del llamado partido liberal de Málaga. Tía Amalia, cuyo marido
había ayudado en la lucha, al joven profesor Antonio Cánovas del Castillo,
quien después se convirtió en primer ministro español y uno de los principales
apoyos de la corona española, lideraba a los conservadores” (p. 25).
28 Oyarzábal de Palencia, I., I must have…, op. cit., p. 25. Vid. Ramos Frendo, E. M., Amalia
Heredia Livermore, marquesa de Casa Loring, Málaga, Universidad, 2000 y “El colegio de La
Asunción de Málaga y Amalia Heredia Livermore: Historia de dos vidas paralelas”, Boletín
de Arte de la Universidad de Málaga, 20 (1999), pp. 191-210.
29 Jorge Enrique Loring Oyarzábal (1822-1900), quien recibió el título de Marqués de
Respecto a sus propios hermanos, Isabel siempre estuvo muy unida a ellos y son
numerosas las anécdotas de su infancia referidas a ellos. Era la tercera de siete
hermanos, la hermana mayor se llamaba María de la Asunción, también conocida
como Molly, era cinco años mayor que Isabel y pronto vistió los hábitos en la
orden religiosa del Convento de la Asunción;30 Juan era dos años y medio mayor
que Isabel y fue con quien más unida estuvo en la infancia; 31 Ricardo, que fue
ingeniero civil en Cuba;32 Anita, quien acompañó a Isabel en sus paseos durante el
noviazgo con Ceferino Palencia y en la aventura de la revista La Dama; José Luis e
Inés, los más pequeños. Esta última, que para Isabel fue como su propia hija,
decidió vestir los hábitos junto con su hermana María:
“La última lágrima, y la más amarga, fue una carta que recibí de mi hermana
más pequeña, Inés, diciéndome que iba a Bélgica a ver a María y había pensado
quedarse en el convento. La noticia casi me deja sin sentido. Inés era como una
hija para mí. Había estado en los Estados Unidos con una beca Rockefeller.
Había sido a su vuelta, cuando había llegado a esta extraña decisión. Nunca he
sido capaz de averiguar qué le indujo a dar semejante paso, pero sospecho que
el miedo a la guerra le había asustado” (p. 131).
hermano de Amalia, Ricardo Heredia Livermore. Cfr. Heredia Grund, Mª P., Memorias de
una nieta de Don Manuel Agustín Heredia. Edición, introducción y notas de Amparo Quiles
Faz, Ayuntamiento de Málaga, 2011, p. 12.
40 Ramos Frendo, E. M., “El colegio de La Asunción de Málaga…, op. cit., p. 193.
35
Loring, junto con dos primas suyas Julia y Concha Heredia Grund, hijas de Tomás
Heredia Livermore y Julia Grund Cerero y cuatro jóvenes más, María y Trinidad
Moreno Castañeda, Brígida Ávila y Margara Cámara.41
El colegio era, de este modo, el lugar donde las jóvenes damas podían adquirir
los conocimientos necesarios para “ejercer su labor” en la sociedad. Las alumnas
adquirían “nociones de ciencias, labores, idiomas y métodos de educación, cierto
hábito de sociabilidad y la agilidad en los músculos que favorece el desarrollo
personal. Desde pequeñas se acostumbra a las niñas a socorrer a los pobres, para
que del colegio salgan no sólo instruidas sino también caritativas; allí se educa la
inteligencia lo mismo que el corazón, el cuerpo, sin olvidar el alma, para que en
todo puedan servir de modelo a sus hijos y semejantes”.42
Fue en 1886 cuando se creó el internado en el que residió la pequeña Isabel
Oyarzábal. Este se ideó debido a la buena fama que alcanzó el colegio y que hizo
que acudieran alumnas de toda la provincia y de otras ciudades andaluzas. Por esas
fechas, se organizó el colegio de niñas pobres llamado San José, al que hacía alusión
nuestra autora en su autobiografía y en el que se impartieron clases gratuitas y
nocturnas, pero manteniendo separadas las distintas clases sociales.43 El colegio
contaba con amplias aulas, dotadas de los adecuados materiales, una sala de dibujo,
un refectorio, un locutorio y un claustro. Como agradecimiento las monjas donaron
una de las dos criptas de la capilla a su benefactora, Amalia Heredia.
La férrea educación católica en el convento contrasta con la relativa relajación de
la que hacía gala su madre tras su conversión al catolicismo y así, en las primeras
líneas de su autobiografía, la autora contaba una anécdota en la que el cardenal
Bucelli, primo de su abuela le había regalado a Ana Smith un rosario, que ella,
ajena a la simbología del objeto, se colocó a modo de colgante. Algunas líneas más
adelante, narraba uno de sus primeros recuerdos, la asistencia a un oficio
protestante, “que se celebraba en una pequeña habitación mal ventilada en el
consulado británico, porque la llamada ‘tolerancia religiosa’ expresada en la
constitución española de aquel tiempo, realmente no significaba nada, y los
protestantes tenían que realizar su culto en pequeñas capillas improvisadas, tan
41 Cfr. Quiles Faz, A., “En el surco del ayer…”, art. cit., pp. 15-16.
42 Padrón Ruiz, J. M., Málaga en nuestros días, Málaga. Imp. y Lit. de Herederos de Fausto
Muñoz, 1896, pp. 276-277.
43 Ramos Frendo, E. M., “El colegio de La Asunción de Málaga…”, art. cit., p. 196.
36
encontraban a algún conocido dijeran que había sido “el día más feliz de su vida” (p.
17).
La educación religiosa marcaría manifiestamente los primeros años de la vida de
Isabel. Sus primeros recuerdos infantiles estuvieron relacionados con la religión: el
primero de ellos se trataba de una anécdota con una chivita que le había regalado
su padre en una Semana Santa, y las palabras de un pastor protestante sobre
pastores y prados. Acto seguido, Oyarzábal describía en su autobiografía el menú
de la cena de uno de los días festivos de esa Semana Santa en la que se reunía toda
la familia. Tanto las anécdotas infantiles, como estas descripciones costumbristas
nos dan cuenta de las superiores condiciones de vida de la familia Oyarzábal- Simth.
En el capítulo II, mencionaba un viaje a Alhaurín El Grande, localidad
malagueña donde la familia poseía una casa que utilizaban para sus periodos
estivales. Esta era una costumbre arraigada en la alta burguesía malagueña que,
además de sus casas en la capital, poseían otras en los alrededores de la misma,
donde transcurrían sus vacaciones, con el fin de evitar los rigores del verano.
Además de las zonas de El Limonar y La Caleta, en la zona este de la capital, los
burgueses malagueños eligieron localidades como Alhaurín o Cártama como
residencias estivales. En la localidad de Alhaurín el Grande, todos los años se
representa tradicionalmente la Pasión de Cristo en Semana Santa por parte de las
cofradías del pueblo, y la propia Isabel afirmaba que, “todo el mundo que era
alguien en Málaga”, asistía a la representación. La anécdota más destacable y
enternecedora la constituye el hecho de que la niña no entendía por qué el público
hostigaba y pedía la muerte del personaje de Judas ni la terrible acritud del pueblo
hacia dicho personaje.
Entre los ritos católicos, la autora narraba cómo después de la conversión de su
madre, su hermana María y ella misma fueron preparadas para recibir la primera
comunión. Ese mismo otoño, con siete años, ingresó como alumna interna en el
colegio de la Asunción, a los pies de la colina de Gibralfaro, y su hermano Juan, en
el colegio de jesuitas a las afueras de Málaga.46
Quizá fuera este periodo uno de los más penosos en la biografía de la autora. En
primer lugar, por la obvia separación de su madre, tal y como lo consignaba la
autora en la obra y que ya hemos mencionado en este trabajo.
46 Mateo Avilés, E. de, “El clero regular en Málaga en 1898”, Isla de Arriarán, 12 (1998),
pp. 15-24. El colegio de jesuitas al que aludía es San Estanislao de Kostka, situado en la
barriada de El Palo.
38
En segundo lugar, por la uniformidad en todo lo cotidiano, que suponía para ella
una especie de robo de “identidad”: la vestimenta, los utensilios cotidianos, todo era
marcado con un número y cualquier otro objeto que le dotara de diferencia
respecto de las demás alumnas, simplemente, estaba prohibido:
“No puedo recordar mucho acerca de esos primeros meses, excepto que yo
era infeliz. Tan infeliz que ni siquiera podía sentir pena por mí misma y tener
algo de consuelo. Tenía solo siete años y todo lo que yo quería me había sido
arrebatado y nada me habían dado a cambio” (p. 17).
Respecto al uniforme y los utensilios que tuvieron que adquirir para ingresar en
la institución, la autora recordaba que le habían comprado tazas de plata, cubiertos,
costureros y confeccionado tres uniformes, dos grises y otro azul para los
domingos, que debía marcar con un número. Efectivamente, en el ajuar de las
alumnas se debían incluir un cubierto y vaso de plata con el nombre de la alumna;
un cuchillo de mesa; un redondel de servilleta de plaqué; 3 pares de sábanas; 12
toallas; 6 servilletas adamascadas; 12 camisas; 4 camisas de dormir; 24 pañuelos de
bolsillo; 12 pares de medias blancas; 2 batas de percal; 6 gorras de dormir; 2
papalinas (gorro de dos puntas que cubre las orejas o cofia de mujer); 6 pañuelos
blancos para el cuello; 6 enaguas blancas; 1 refajo negro; 8 cuellos lisos con
camisolín; 3 velos de muselina clara; 3 delantales negros de lana; 2 capotas de
chaconada de color rosa para el jardín; 2 grandes pañuelos de seda; 2 pañuelos para
el cuello, de seda o de lana; 2 colchas de pekin blanco; 1 alfombra de cama; 1 caja
para sombreros; 3 pares de zapatos o botas; 1 almohadilla con los útiles de labor; 1
par de chanclos y todos los objetos de tocador. Y en cuanto al uniforme, este debía
consistir en invierno en un vestido de merino, azul de Francia, para los domingos,
con esclavina igual; dos vestidos negros, de lana, para diario, con esclavina igual y
para verano, un vestido de muselina de lana, azul de Francia, con esclavina, un
vestido blanco para los días de fiesta, dos vestidos negros, de lana, con esclavina
igual.47
En tercer lugar, el internado tenía unas reglas muy estrictas para una niña de
siete años:
“Las reglas del convento eran muy estrictas. Nos levantábamos a las seis
menos cuarto y éramos llevadas a la capilla para la misa y la meditación.
47 Vid. Quiles Faz, A., “En el surco del ayer…”, art. cit., pp. 17-18.
39
48 Ibidem, p. 21.
49 La Unión Mercantil, Málaga, 24-7-1898, p. 3.
50 La Unión Mercantil, Málaga, 27-7-1898, p. 2.
51 Compárense estas muestras de heterodoxia femenina con las que mostraba en el mismo
sentido, Constancia de la Mora Maura. Vid., Quiles Faz, A., “Dos mujeres modernas: Isabel
40
comunión trocó su más importante anhelo: volver a casa. Cuando murió su abuela,
al poco tiempo de nacer su hermana pequeña, no se mostró tan devota como sus
compañeras de colegio: “Mi hermana y yo fuimos informadas de nuestra pérdida
por la madre superiora, que nos aconsejó ir a la capilla un rato y decir una oración
por su alma. María y yo nos sentamos en la silenciosa capilla, pero yo no recé” (p.
20).
La beneficencia era uno de los emblemas del colegio de La Asunción donde fue
creada una escuela para niñas con pocos recursos en la sede de Barcenillas y, en
este sentido, Oyarzábal narraba un episodio muy significativo en esta época de
colegio, que daba cuenta del concepto de caridad que practicaban los miembros de
esta clase privilegiada:52
“Durante mi último año pedí poder ayudar en el ‘colegio pobre’. Abajo, cerca
de las puertas del convento, las monjas dirigían un pequeño colegio de día para
algunos de los niños pobres, que vivían en cabañas al lado de la colina.
El colegio era gratis. El único precio era la absoluta subordinación a las
prácticas y creencias de la Iglesia Católica Romana por parte de la familia.53
Muchos de los padres de estos niños eran indiferentes a estas cuestiones, así
que estaban dispuestos a cumplir, mientras su descendencia recibiera un
vestido nuevo y una comida ocasional y se les enseñara a leer y a escribir. No
había escuelas primarias en esa parte de la ciudad. De hecho, el ochenta y cinco
por ciento de toda la población de Málaga era entonces analfabeta.
Encontré a los “niños pobres” mucho más interesantes que los otros,
pequeños pilluelos capaces de todo tipo de aventuras. Ellos también
eran’disciplinados’ después de un rato, pero nunca tanto como nosotros” (p.
23).
pobres eran atendidos tras demostrar que se habían sometido a los sacramentos de
la confesión y la comunión, como lo demuestra un artículo de La Unión Mercantil
de Málaga, que aludía a la existencia de “una asociación que socorre a los pobres
concediéndoles un pan cuando están en grave apuro”, tras haber presentado la
papeleta de haber confesado y comulgado.59
En este mismo sentido, Isabel Oyarzábal narraba otro episodio, ocurrido tiempo
después, incomprensible desde el punto de vista de la justicia social tal como hoy la
entendemos:
“Trini Álvarez […] se ocupaba de visitar a personas que necesitaban ayuda
y me llevó con ella, pero pronto fue defraudada por mi falta de disciplina. Ella
estaba trabajando en colaboración con una organización y se esperaba que la
gente a la que prometía ayuda fuera a confesarse y tomar la comunión. Yo
odiaba hacer un trueque con mujeres y hombres enfermos, que ni siquiera
tenían un colchón en el que tumbarse. Un día fuimos a ver a un hombre joven,
cuya mujer había muerto, dejando cuatro niños pequeños. Estaba tumbado en
el suelo. Las chinches corrían por las paredes, arriba y abajo y no había ni un
solo mueble en la habitación. Habían sido vendidos para comprar pan. Los
vecinos intentaban ayudar, pero ellos también eran miserablemente pobres.
Corrí de vuelta a casa y amontoné colchones, ropa de cama y comida en un
coche y volví. Trini intentó sacar a la fuerza al hombre, la promesa de que
recibiría al sacerdote. El hombre rehusó. Ella quería que me lo llevara todo de
vuelta. No hice caso y ayudada por los vecinos, hicimos que el hombre
estuviera un poco más confortable. Dos días después me dijeron que no podía
hacer las cosas así.
‘Llévate todo lo que quieras de la casa para cualquiera que lo necesite’, dijo mi
padre, ‘pero debes tener cuidado de no alentar a la gente que es indisciplinada.
Ese hombre es probablemente un socialista’, y nunca lo olvidé” (pp. 29-30).
59 La Unión Mercantil, Málaga, 12-5-1888. Cit. en Albuera A., Vida cotidiana…, op. cit, p. 99.
44
Ballesteros García, R. M., “El Folletín, (1872-1873). Imagen social de las burguesas
61
a quien consulté pensó que era buena idea y me recomendó enviarla a algún
orfanato de Málaga, donde fuera educada apropiadamente. Me dije a mí misma
que consideraría esto más tarde. Tata y ama se disgustaron conmigo, pero era
sorda a sus quejas. Todo el pueblo vino a ver cómo la familia de Málaga
llevaba a la ciudad a la huérfana, como todo el mundo llamaba a la niña. No
dije nada a mis padres de la nueva llegada, así que su sorpresa es fácilmente
imaginable. Mi madre trató de explicarnos que era una gran responsabilidad
para todos nosotros... Como para la gente de Málaga, que se escandalizaron
seguramente, ante la idea de acoger a una extraña y pobre huérfana en la
familia. Nunca descubrí qué sucedió realmente, pero sospecho que al sacerdote
de Yunquera se le dijo que la niña debía volver al pueblo, pues pocos días
después, su padre vino y se la llevó. Más tarde pensé que la crítica de Málaga
era tan mordaz que dio origen a la sospecha de que la pobre niña debía ser la
consecuencia de un secreto pecado y en vista de esto, mis padres se vieron
forzados a tomar una decisión” (p. 31).
62 Al parecer esta manera de mortificarse no era original de Isabel Oyarzábal, pues Isabel
Heredia Livermore, hermana de Amalia, tía de Isabel Oyarzábal, quien era observada como
una mujer buena y penitente, introducía garbanzos en sus zapatos. Cfr. Heredia Grund, Mª
P., Memorias de una nieta…, op. cit., p. 21.
46
Morilla Critz, J., Acumulación de capital, banca y ferrocarriles en Málaga. Siglos XVIII y XIX,
64
65 Quiles Faz, A., Málaga y sus gentes…, op. cit., pp. 41-45.
66 Ibidem, p. 16.
67 Ibidem, p. 26.
68 Ibidem, pp. 46-51.
69 Ibidem, p. 52.
49
70 Ibidem, p. 51.
50
Así pues, la nobleza y la alta burguesía eran proclives a asumir algunas de las
costumbres inglesas, probablemente más en lo superficial que en lo sustancial. Y
acorde con ello, solían encargar la educación de las niñas a las afamadas cuidadoras
inglesas, que proporcionaban una educación muy básica. Consecuentemente, las
costumbres extranjeras eran toleradas como pose esnobista, pero recordemos que
lo foráneo era mirado con recelo por una sociedad donde los privilegios y valores
burgueses por un lado, y la influencia eclesiástica católica, por otro, tenían tal peso,
que hacía imposible modificar el statu quo.
Otro aspecto que Isabel Oyarzábal destacaba en su autobiografía y que en
ocasiones describió con gran prolijidad de detalles era la gastronomía. Este hecho
vino seguramente condicionado por el público al que iba dirigida la obra, un
receptor de habla inglesa, especialmente norteamericano, pues la editorial que hizo
el encargo del texto era neoyorquina. El lector que se acercara a la vida de la
autora, era desconocedor de los detalles cotidianos de las costumbres españolas,
muy apreciadas y estudiadas por ella, además. Por otro lado, parece que la
71López Guijarro, S., “La mujer de Málaga”, en Las mujeres españolas, portuguesas y
americanas, Madrid, Imp. de Miguel Guijarro, 1873, pp. 175-176. Cit. en Quiles Faz, A.,
Málaga y sus gentes…, op. cit., p. 56.
51
descripción minuciosa de las opíparas comidas que tenían lugar en las celebraciones
de su niñez, contrasta con las carencias que la autora observaba en la realidad que
se extendía más allá del círculo privilegiado de su entorno. Compárense en este
sentido, los dos fragmentos siguientes, y de los cuales, el primero de ellos aparece
en el capítulo I:
“No sé si la cena que recuerdo haber comido, era realmente la cena de
aquella noche, pero, si no, el menú sería seguramente el mismo, pues nadie
podía soñar cambiar el habitual orden de las cosas en semejante día, mientras
mi abuela estuviera ahí para impedirlo. Así que supongo que cenamos primero,
una rica sopa de arroz del cocido, el pot au feu nacional que ha sido siempre, y
es, la comida básica en cada hogar español, y que como todas las comidas de
esta clase, podía ser más o menos nutritiva conforme a los recursos de la
familia, pues para los trabajadores, una tira de hueso, trozos de pollo y
verduras eran suficientes. Pero para la gente acomodada, el cocido está hecho
con abundante jamón y pollo, arroz, cocidos en agua durante horas, después de
lo cual el caldo es colado y servido aparte, mientras salchichas rojas y negras,
además de verduras, se añaden como segundo plato. En algunos de los hogares
más ricos, la familia solo condescendía en tomar la sopa, el resto del menú
estaba elaborado con otros selectos platos.
Esa Semana Santa, imagino, como cualquier otro año, también teníamos
langosta, pollo en pepitoria, una deliciosa salsa que encanta a los españoles,
todo un cordero asado, que traté de olvidar que una vez había estado vivo y
que tragué sin masticar para aliviar mi conciencia, jamón cocido en rico jerez y
cubierto con azúcar quemada, e innumerables postres: natillas, con su gruesa
capa de canela, pastel de almendra, pastas y frutas de todas clases: naranjas,
cerezas, almendras, plátanos y manzanas, ciruelas y unas uvas especiales
guardadas desde la vendimia del año anterior. Mi madre no nos dejó beber
vino, pero todos mis primos tenían un vaso de jerez con el primer plato y otro
de anisete con el postre” (p. 6).
Una imagen que contrastaba con la otra realidad española que se plasmaba en el
capítulo IV de su autobiografía:
“Un comentario de un campesino de Alhaurín, de repente, me hizo darme
cuenta de la existencia de mucha gente que carecía de todo. Él estaba
52
esperando para ver a tía María y me paré a preguntar por su familia, a la que
yo conocía.
‘¿Cómo quiere que estén, señorita?’, dijo. ‘Tienen hambre. Solo hambre, día
sí, día no, es siempre lo mismo. Hambre...’
Le miré con asombro. Nunca antes me había dado cuenta de que el hambre
pudiera ser algo más que un malestar pasajero.
‘Bien, pero... ¿no tienes nada que darles? ¿No estás trabajando?’, le pregunté.
‘Estoy trabajando, sí’, dijo, y sus ojos tenían la paciente mirada de un perro.
‘Estoy trabajando en las tierras del marqués’-la suya era una enorme
propiedad perteneciente a uno de los innumerables y ausentes propietarios de
España- ‘pero, ¿cómo puedo alimentar a una familia de seis miembros con
cincuenta céntimos al día? Trabajo desde que sale el sol hasta que se pone, por
cincuenta céntimos. Nos las arreglamos solo para conseguir un plato de
gazpacho una vez al día’.
A mí me encantaba el gazpacho, una ensalada andaluza hecha con cebolla,
pepino y pimientos verdes, aceite, vinagre, uvas y trozos de pan, todo nadando
en fresca agua de manantial. Pero, ¡solo tener gazpacho para comer cada día!
‘Así es la vida’, dijo, poniéndose derecho, ‘un mal negocio para los que somos
pobres’.
No sabía qué decir. Me hizo sentir muy incómoda. Deseé que tía María le
encontrara un trabajo mejor” (p. 26).
Estas palabras son el fiel reflejo de la realidad del campesinado malagueño, que
constituía el 45 por ciento de la población activa, y dentro del cual existían
pequeños propietarios, jornaleros, arrendatarios, braceros, etc. Tenían básicamente
una economía de subsistencia y en muchas ocasiones una vida miserable. El
pequeño campesinado podía tener una porción de tierra: diez hectáreas de secano o
una de regadío, útiles de labranza y algunos animales. Fundamentalmente, su
economía se basaba en la autosuficiencia y en la dependencia del mercado. Se
enfrentaban a múltiples dificultades: descapitalización, usura, pésimo estado de las
comunicaciones, un débil movimiento cooperativista, falta de asistencia médica,
impuestos, embargos y analfabetismo. Y debido a sus terribles condiciones de vida,
fueron constantes los levantamientos y protestas durante el siglo XIX y principios
del siglo XX.
53
cocinero español y la perfecta cocinera, instruidos en lo mejor del arte culinario de otros países.
Libro muy útil para los gefes de casa, fondistas, etc., Málaga, Librería F. Moya, 1867. Reeditado
en Málaga, Real Academia de San Telmo y Fundación Málaga, 2007 y considerado como
el primer libro de cocina malagueño, fruto del cocinero valenciano que estuvo al mando de
los fogones de los marqueses de la casa Loring durante años.
75 León y Román, R., Comedia sentimental, Málaga, Imp. Zambrana Hermanos, 1909, p. 70.
54
mucho más asequible para ellos que la carne76 y en muchas ocasiones tenían que
sufrir la adulteración de alimentos, sobre todo de la carne, siendo habitual la venta
de carne de perro o de burro. En este sentido, en El Palo, barriada de Málaga con
1300 habitantes se mataban dos cabras por día para toda la población77 y de modo
análogo, se expresaba Rubén Darío tras una estancia en Málaga:
“Entrando a la realidad de la vida, halláis un pueblo pobre, falto de sangre y
de trabajo. El exceso de población apenas halla salida escasa en los
inmigrantes que atraviesan el Océano. […] Hoy veo en el diario que el
número de reses vacunas sacrificadas es de 20; Málaga tiene más de 130 mil
habitantes […] la carne, para los pobres, resulta un artículo de lujo”.78
76 Este hecho era conocido por la autora que describía la dieta de los protagonistas de su
obra Juan, the son of the fisherman. Vid. Palencia, I. de, Juan: son of the fisherman, Nueva
York-Toronto, Longmans, Green and Co., 1941, pp. 24-25.
77 Quiles Faz., A. Estudio socio-literario de la vida cotidiana en la Málaga de la segunda mitad
del siglo XIX. Tesis doctoral, vol. I, Universidad de Málaga, 1993, p. 265.
78 Darío, R., Tierras solares. Reedición de Cristóbal Cuevas García, Universidad de Málaga,
81 Son muchos los escritores nacionales y foráneos a lo largo de la historia que se han
sorprendido de este sencillo plato andaluz. Por poner algunos ejemplos, citaremos a
Teófilo Gautier, quien en su obra Viaje por España, describía una cena en la que se había
tenido que conformar con gazpacho, que definía como “una sopa infernal” que los perros de
su país se negarían a tomar. Muy distinta era la opinión de Gregorio Marañón, quien en
“Sobre la cocina española”, en el tomo IV de sus Obras Completas, la definía como
“sapientísima combinación empírica de todos los simples fundamentales para la buena
nutrición”, si bien, admitía que era mucho mejor unirlo a un buen trozo de carne. Cit. en
Mapelli López, E., Gazpachos, sopas y ajoblancos, Málaga, Editorial Arguval, 2001, pp. 207-
220.
82 Mateo Avilés, E. de, Paternalismo burgués…, op. cit., p. 46.
56
Oyarzábal relataba así la costumbre de “La Pascua de los borregos”, que era una
celebración que tenía lugar en Málaga durante los días de la Pascua de
Resurrección y que, a pesar de ello, no tenía nada que ver con una celebración
religiosa, sino que no era más que una feria de ganado. Se ubicaba en una
explanada en el Pasillo de Santo Domingo, en el barrio del Perchel, lugar donde los
borregos eran introducidos en compartimentos, arreglados con moños, lazos y
cascabeles. La variedad era mucha: borregos, corderos, cabras y chivas… A la feria
acudían padres e hijos de las clases medias para comprar un borreguito que,
finalmente, acababa siendo parte del menú de la familia. 83 Acorde con este hecho,
Antonio Fernández y García escribió el siguiente artículo en La Unión Mercantil:
“En las afueras de la ciudad, los terrenos baldíos presentaban el aspecto de la
mayor animación.
Con motivo de celebrarse la pascua de los borregos, llamada por otro
nombre la pascua de la inocencia, en razón a que es de regocijo para los
muchachos; no pocas familias habían ido con sus pequeñuelos llevando su
correspondiente cordero.
En aquel alegre concierto de risas y voces infantiles, resaltaba una nota
triste, representada por los chiquillos, vagabundos y desarrapados, que a cierta
distancia contemplaban con pena aquel cuadro.
Al principio la diferencia de clases fue como una barrera para aquellos
infelices. Su miseria contrastaba con el lujo de aquellos venturosos seres.
Descalzos unos y con lujosas botitas de charol sus vecinos, al aire las cabezas
de los pilletes, cuyas greñas anárquicas parecían ser un símbolo mientras los
señoritos llevaban sus preciosos sombreros a la marinera de finísima paja,
marcábanse allí los dos polos de la sociedad en lo que respecta a la infancia, el
extremo horrible del abandono y la orfandad, y el extremo de los mimos y
caricias.
Por otra parte, los viajes realizados desde muy pequeña por la autora denotan
también su pertenencia a la clase privilegiada. Simbolizaban un signo de
pertenencia a la clase alta y cuando la clase media osaba imitarla, era objeto de
burla en la literatura de la época. El que los trabajadores pudieran viajar era
considerado un cataclismo social. 85 La oligarquía realizaba asiduamente viajes
comerciales, de salud o de placer y en el caso de un destino extranjero, los
preferidos eran Inglaterra, Gibraltar y París. 86 En muchos casos, los miembros
pertenecientes a esta clase consideraban imprescindible que sus vástagos viajaran
al extranjero para formarse con vistas a la mejora del negocio familiar.87
Son prolijas las anécdotas que la autora dedicó a estos viajes, algunos de ellos
para “cambiar de aires”, como era costumbre entre la clase alta, pues se creía que el
cambio de condiciones atmosféricas favorecía la salud. El primero de nuestra
autora tuvo como destino Granada, con su madre y hermano, precisamente por
esta razón:
“No estoy muy segura si fue ese año o el siguiente, cuando mi madre nos
llevó a Granada por primera vez. No importa mucho, porque nuestras visitas
anuales a la capital del viejo reino moro, estaban siempre cortadas por el
mismo patrón. ¡Y cómo nos gustaban! El viaje se hacía en tren, por lo que
disfrutábamos la siempre emocionante sensación de atravesar los diecisiete
túneles que cruzaban las montañas de Málaga antes de llegar a la vega
granadina que nos permitían tener la fugaz vista de maravillosas rocas rojas y
84 Fernández y García, A., “La Pascua de los borregos”, La Unión Mercantil, Málaga, 25-3-
1894, p. 1.
85 Albuera Guirnaldos, A., Vida cotidiana…, op. cit., p. 248.
86 Quiles Faz, A., Málaga y sus gentes…, op.cit., p. 57.
87 Recuérdese en este punto, la estancia del padre de la autora, Juan Oyarzábal Bucelli en el
88 Pardo Bazán, E., “La mujer española III. La clase media”, La España Moderna, Madrid,
julio de 1890, p. 125.
89 Datos recogidos en Kirkpatrick, S., Mujer, modernismo y vanguardia en España (1898-
en Rodrigo, A., María Lejárraga. Una mujer en la sombra, Barcelona, Círculo de Lectores,
1992, p. 115.
93 “La mujer española, su educación actual y medios de mejorarla”, La Luz, Barcelona,
mayo 1877, pp. 69 y 71. Cit. en Sanchidríán, C. Política educativa…, op. cit., p. 174.
62
“Tenía bastante tiempo libre a pesar de los niños, y leía la mayor parte del
día, pero encontré grandes huecos en la biblioteca. Muchas de nuestras obras
habían desaparecido.
‘¿Qué ha pasado con todos los libros de Benito Pérez Galdós?’, pregunté un
día a Juan.
‘Padre los ha quemado’, contestó.
Entonces busqué por todos lados Los tres mosqueteros de Dumas. Todos los
libros de este autor, así como los de Maupassant y Balzac habían desaparecido.
En mi pequeño altercado con mi padre, dijo, ‘Esas obras son desaprobadas
por la Iglesia y no deben ser leídas por los católicos’.
‘Lee a Dickens’, dijo mi madre.
Pero yo conocía la obra de Dickens de memoria y no estaba de humor para sus
obras justo en ese momento. Al final me topé con una divertida colección de
libros de caballería que habían escapado de la ‘purga’. Olvidé el nombre del
autor. Mi cerebro se alimentó de narraciones de bravos caballeros y bellas
damas, pajes y torneos. Pensé que algún día tendría un caballero a mi servicio
y que el blanco y el carmesí serían mis colores” (p. 24).96
100 Quiles Faz., A., “Cuerpo y mujer: el discurso feminista de Isabel Oyarzábal”, en Cantos,
Mª E., Espigado, G. e Morales, I. (eds.), Resistir o derribar los muros. Mujeres, discurso y poder
en el siglo XIX, Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2014, pp. 415-425.
http://www.cervantesvirtual.com/obra/-8/
101 La Unión Mercantil, Málaga, 27 y 29-5-1893, pp. 4 y 3.
102 La Unión Mercantil, Málaga, 11-7-1893, p. 2 y 4.
103 La Unión Mercantil, Málaga, 5 y 6-8-1893, pp. 1 y 4.
104 La Unión Mercantil, Málaga, 12-8-1893, p. 4.
67
misma forma: “elegantes dominós blancos adornados con lazos de cinta celeste,
antifaz de raso del mismo color y guantes blancos”. Vestían así las señoras y
señoritas de Oyarzábal, Macala de Clemens, Patti Orueta, Elisa Loring, Sofía
Hoffman, Emilia y Pepita Heredia… todos nombres bien conocidos de la sociedad
malagueña.111
El día 29 de diciembre de ese año el conocido periodista, José Carlos Bruna
realizaba una extensa crónica acerca de la celebración de una soirée (función privada)
dramática en casa de los Oyarzábal. Estas funciones eran habituales en la alta
sociedad malagueña, y se celebraban con el pretexto de reunirse, aunque eran más
ambiciosas que las simples fiestas o bailes familiares. En ocasiones se contrataban
aficionados locales para llevar a cabo la representación y en otras, como en este
caso, colaboraban los invitados con dotes para el espectáculo. Las veladas tenían
sus propias normas en lo referente al calendario, ya que habitualmente se iniciaban
en primavera y acababan al principio del otoño, ralentizándose o desapareciendo
durante la cuaresma.112 Así, la velada fue celebrada en la época navideña y debido a
razones de espacio, se celebró durante tres noches: la primera se dedicó a los niños,
la segunda, a los matrimonios y la tercera a los solteros. El periodista elogiaba
hasta el cartel anunciante de la velada que ilustraba los títulos de las obras a modo
de jeroglíficos.
En cuanto a la interpretación, sorprendente y equivocadamente, si tenemos en
cuenta las posteriores aspiraciones teatrales de nuestra autora, afirmaba Bruna:
“Donde se busca un rato de esparcimiento entre amigos y no la sanción de un
porvenir artístico, ante el público, parece como traspasar los límites de la
conveniencia entrar en un juicio crítico, que ni puede ser exacto respecto a quien se
juzga en una sola obra, ni de utilidad para los que no piensan dedicarse al
teatro”.113
A pesar de ello, Bruna elogiaba a los actores, afirmando haberse encontrado ante
verdaderos artistas. Isabel Oyarzábal actuó en el juguete cómico titulado De tiros
largos, y estuvo admirable en el monólogo, a juicio del periodista, recibiendo
reiterados aplausos. También actuó Juan Oyarzábal, siendo bien valorado por el
cronista. A continuación, se citaba una larga lista de señoritas asistentes al evento.
Finalmente, atribuía el buen resultado de la velada a los señores Oyarzábal y a sus
hijos, cuya casa estaba finamente engalanada. La fiesta se prolongó hasta las tres de
la madrugada con un baile y, posteriormente, un té.
El 8 de enero de 1896, Bruna volvía a consignar una soirée celebrada en casa de
los Oyarzábal, para celebrar la fiesta de la Epifanía, alabándola como una de las
más brillantes de las que se habían realizado en Málaga. Se trataba de una “soirée de
las cabezas fantásticas” y sobre nuestra autora decía:
“Ella Oyarzábal presentaba un lindo busto de folie, palabra que traducida
por locura, perdería su verdadera acepción ultra-pirenaica. Era la
manifestación de un carnaval festivo y culto a la vez; de una alegría expansiva,
y de un feliz augurio para la velada en cuestión. […] Su hermana Molly, se
había transformado en preciosa gata blanca, del género angorino. Para no
omitir ni un detalle, hubiérase atrevido a ponerse los ojos color de rubí como
los tienen los gatos de Angora. Pero esta era ya demasiada abnegación, y
además hubieran ganado en propiedad lo que en dulcísima expresión hubieran
perdido. Ella misma se puso el cascabel, y para probar su destreza, llevaba
sobre el pecho una rata (género goma elástica) que a haber sido de carne, la
improvisada felina no se hubiera atrevido a cazarla”.114
Oyarzábal vestía clásico traje del primer imperio con escrupulosa propiedad en los
detalles. Su hermana Elena, de joven aldeana de Nápoles, traje que llevaba con
mucha gracia”. Obviamente había confundido el nombre y se refiere a Isabel.116
El día 13 aún continuaba la crónica, tal era la larga lista de invitados, donde
Bruna describía los trajes de las jóvenes asistentes. De entre las jóvenes asistentes
a la fiesta podemos destacar a Raimunda, Munda Avecilla, gran amiga de Isabel,
con la que luego fundaría la revista La Dama.117
Por fin, concluía la crónica del baile el día 14 y en la que el periodista se refería a
otros miembros de la familia:
“Y permítaseme ahora, que ya he hablado de mujeres, decir algo respecto a
dos muñecas: Anita e Inés Oyarzábal, preciosos bebés que al imitar a los
artificiales en el traje, lo imitaban también en los sonidos, suponiendo tener
resortes, lo que era del efecto más cómico que se pueda imaginar. Pepito
Oyarzábal (y dispense que entre los muñecos y no entre los caballeros se le
incluya) compartió con sus hermanas el gusto de tomar parte en este baile […]
Juan Oyarzábal Smith [vestía] de Wellington, perfectamente bien. […] A
Molly Oyarzábal, que estaba lindísima con su traje estrecho y talle alto, así
como Ella, con el suyo de vosonna napolitana, les llamo yo las víctimas del té.
Desde el momento que empieza a servirse, Molly, sobre todo desaparece del
movimiento general para dedicarse exclusivamente a hacer el té, a fin de que
cada uno lo tome a su gusto. Las peticiones de los caballeros la asedian, para
llevar tazas a las señoras, y allí entre las elegantes cafeteras, y la azúcar y el
agua hirviendo, despacha a los peticionarios con extraordinaria prontitud y
amabilidad extraordinaria, oyendo, sin embargo, las armonías, de un precioso
wals, o la acompasada música de un pas de Quatre, o la pausada de un rigodón,
sin moverse de su sitio, como al pie de cañón lo está el artillero esclavo de sus
deberes. En este caso, los deberes son sociales y el gusto de cumplir con ellos
dignamente, casi compensa el sacrificio. Pero no por eso dejaré de llamarlas,
como antes he dicho, las víctimas del té”.
Estas son algunas referencias en prensa de las fiestas a las que nuestra autora
acudió para presentarse en sociedad, muchas de las cuales fueron organizadas por
su madre. Durante todos estos años, Oyarzábal apareció en la prensa incluso en
relación a los paseos de la autora por la Alameda y así, en agosto de 1896 se podía
leer en la prensa malagueña que la “simpática y bella señorita Ella Oyarzábal” se
encontraba restablecida de un percance que había sufrido en el pie por una caída en
el baño y no, como se había afirmado en otra revista, por “ciertos jugueteos
suyos”.119
La intensa vida social de la autora prosiguió en 1897 y así sabemos que acudió a
sendas fiestas celebradas en El Círculo Malagueño los días 24 de enero y 8 de
febrero, acompañada de sus hermanos Juan y Molly.120 Y, de nuevo, se celebraron
fiestas en la casa familiar, como la “recepción de máscaras” anunciada el día 27 de
febrero.121
A partir del año 1898, aumentó su participación en actos benéficos, que
compaginaba con su asistencia a otros de índole lúdica. Y así, Oyarzábal formó
parte de la Junta de Damas de la Cruz Roja, institución que colaboró en el auxilio a
los soldados repatriados de Cuba 122 y el 5 de noviembre fue voluntaria en el
desembarco de heridos procedentes del vapor “Gran Antilla, que arribó al puerto
de Málaga.123
El 7 de septiembre de 1900 participó en la comisión de la presidencia de la
Batalla de flores junto con otras damas de la alta sociedad local, celebrada en
Málaga con motivo de los Festejos de la Victoria y que consistía en un desfile de
300 coches desde los que se lanzaban serpentinas y flores y en el que Isabel
Oyarzábal lució un distintivo con una margarita, su flor favorita. 124 Dos días
después participó en una kermese benéfica celebrada en la Plaza de la Merced de la
capital125 y el 16 de ese mes participó en el Baile de Beneficencia que tuvo lugar en
el Palacio de la Aduana de la capital.126 En marzo de 1902 formó parte de una mesa
petitoria en la Catedral para recaudar fondos para los asilos de la ciudad junto a la
132 Cansinos Assens, R., La novela de un literato. (Hombres, ideas, escenas, efemérides,
anécdotas…) 3 (1922-1936), Madrid, Alianza Editorial, 2005, p. 373.
133 Tal es el caso de “La moda para los niños”, El Sol, Madrid, 31-12-1917, p. 2. Los
definida, iconos de mujeres serias… En suma, ser unas madres femeninas y unas
modernas intelectuales”.135
Por otra parte, la asistencia a las fiestas reseñadas le hizo conocer a muchos
jóvenes, muchos de los cuales se convirtieron en pretendientes de la autora:
“Ese invierno tuvimos muchas fiestas. Nuestra casa se convirtió en uno de
los centros de la vida social de Málaga. Conocí muchos hombres jóvenes, pero
los encontré poco interesantes. La dorada juventud de Málaga no era atractiva.
La mayoría era del tipo del clásico señorito. Hijos de padres adinerados, no
pensaban en otra cosa que en caballos, toros y en casarse con una esposa rica.
Había algunos otros jóvenes que no eran ricos y tenían que trabajar duro.
Buenos chicos pero no “caballeros”. Algunas veces, oficiales británicos que
venían desde Gibraltar o la visita de algún crucero extranjero, hacían revivir a
la ciudad durante varios días. El duque de Abruzzi vino una vez en un barco
de guerra italiano. Era extremadamente guapo, alto, delgado y con ojos azules.
Me sentí halagada cuando me pidió bailar con él y me habló de su expedición
polar, de la que había vuelto recientemente. Pensé que debía ser un héroe” (p.
27).
Y así Isabel se vio rodeada por un grupo de admiradores con los que acudía a
fiestas, tal y como mandaban las imposiciones sociales: “Empecé a tener algunos
admiradores. Me cortejaban a la manera habitual española: largas y tiernas miradas,
paseos arriba y abajo de mis ventanas, tratando de conseguir el mayor número de
bailes posibles. Era bastante divertido” (p. 27).
Otra de las costumbres de la alta burguesía malagueña era la asistencia a
festivales taurinos con la clásica pátina benéfica:
“Ese verano fui a una corrida de toros por primera vez. Era una función
benéfica y, en compañía de otras cinco chicas jóvenes, me pidieron presidir la
fiesta. Bajo la protección de una carabina, por supuesto, fue divertido vestirse
con el traje de satén rojo español y la mantilla. Fuimos conducidas a la plaza
de toros en un gran carruaje abierto, tirado por caballos alegremente
enjaezados, acompañados por un grupo de jóvenes a caballo.
Cuando entramos, todo el mundo se levantó, aplaudió y gritó cumplidos.
Todas nosotras nos sentamos seguidamente en el gran palco presidencial,
usualmente ocupado por el alcalde de Málaga, y seguimos las instrucciones de
relación con la Sociedad Protectora de Animales y Plantas. Así, el Heraldo de Madrid (24-
10-1927, p. 2) reseñaba la petición de la Sociedad en relación a la supresión de las corridas
de toros, discutida en una Asamblea General en la que participó Oyarzábal. El Abc, Madrid,
(14-8-1931, p. 40) hacía referencia a las charlas que, junto con Mariano del Pozo y el
76
139 Quiles Faz, A., Málaga y sus gentes…, op. cit., p. 63.
79
Y a continuación hablaba por primera vez del matrimonio y del sentimiento que
le provocaba la idea en ese momento: “De todas formas no escuché ninguna
proposición de matrimonio. La sola idea de estar ‘atada’ para siempre, me parecía
triste. A veces me deprimía tan solo pensando que un día, quizá, tendría que ceder”
(p. 28).
En Málaga y en plena juventud, Isabel vivió el cortejo de un joven que obtuvo el
beneplácito del padre de Isabel, aunque ella no se lo otorgó:
“Uno de mis nuevos galanes era muy pudiente. Tenía una barba negra. Yo
pensaba que era horrible.
‘Todo el mundo me dice que debes casarte con ese joven’, me dijo un día mi
padre. ‘Es sensato y rico’. Le miré con consternación. ‘Pero no quiero que te
cases con nadie’, agregó riéndose. ¡Oh, socorro! Ese joven solía enviarme
camelias de regalo y marrón glacé. Odiaba las dos cosas, los dulces y las flores
80
que solo duraba dos o tres meses, llegué a la conclusión de que no merecía la pena”
(p. 30).
Además de su creciente concienciación social, Isabel Oyarzábal adquiriría
también una temprana conciencia política. Así, con casi veinte años, estalló la
guerra entre España y Estados Unidos, hecho que caló hondo en la autora:
“Esos sueños se hicieron añicos, cuando mi padre entró inesperadamente
una tarde en la casa. ‘Estamos en guerra’, dijo sentándose con un gesto
deprimido. ‘España está en guerra con los Estados Unidos’.
Era verdad. Al día siguiente y muchos después hubo disturbios en la calle.
La gente rompió la bandera del consulado americano. Estábamos todos muy
excitados y seguros de que íbamos a ganar, pero mi padre estaba preocupado.
Empezaban a circular misteriosos rumores acerca de la ‘flota fantasma’ del
almirante Cámara. Era amigo de mi padre, así como su hermano, que vivía en
Málaga. Nadie sabía dónde estaba la flota. La gente decía que iban a atacar
algún puerto de Estados Unidos. Nunca nos dieron una explicación de las
razones que habían provocado la guerra. El Parlamento no nos decía nada.
Después de algún tiempo, empezaron a llegar malas noticias de Cuba. Nadie
pudo creer los informes hasta algunos meses después, cuando barcos llenos de
soldados enfermos llegaron a Málaga. Fue la primera impresión que tuve de
que habíamos perdido.
Durante semanas se podía caminar a duras penas a través de la Alameda o de
las principales calles de la ciudad. Cientos de hombres se amontonaban en el
suelo, moribundos y no podían ser trasladados, porque los hospitales estaban
atestados, no había sitio para ellos. Nos llamaron para ayudar. Cuando un
barco que cargaba parte de los restos de la armada española entraba en el
puerto, las campanas de la catedral llamaban a todo el mundo para llevar
comida rápidamente al lugar del desembarco. No vi un solo hombre de aspecto
saludable entre todos los miles que desembarcaron en nuestra ciudad, después
de haber sido embarcados a prisa desde Cuba, sin comida ni ropa.
Estaban amontonados en las cubiertas como ovejas, la mayoría de ellos,
enfermos con lo que en un tiempo fue el azote de Cuba, la fiebre amarilla.
‘El Atlántico es un enorme cementerio’, nos dijeron. ‘Cada noche cincuenta o
sesenta hombres muertos son arrojados por la borda desde cada transporte
que lleva las tropas a casa’.
82
Mercantil, Francisco de Asís García Peláez en 1891en la Plaza del Carbón, tras una reyerta
debida a las acusaciones del periodista sobre un presunto caso de corrupción de uno de los
apoyos de Manuel en el concurso de las elecciones municipales que se celebraron poco
tiempo después. Quiles Faz, A., “Biografía de Francisco de Asís García Peláez”, en Cuevas,
C. (ed.), Diccionario de escritores de Málaga y su provincia, Madrid, Castalia, 2002, p. 333.
84
enfermo por un tiempo, pero su mujer había logrado ocultarlo a todo el mundo.
El pobre general tuvo que ser jubilado por el gobierno. Tía María nunca se
recobró de esto. Cuando ella abandonó el castillo de Gibralfaro, se retiró a
Alhaurín y vivió allí durante ocho años, sin salir nunca de casa. Pero continuó
tirando de los hilos políticos en Madrid, a través de su cuñado, que se había
convertido en primer ministro y encabezaba el partido liberal español.
Tía Amalia también se fue a vivir a Madrid y, algún tiempo después, una de
sus hijas se casó con el prometedor y joven abogado, Francisco Silvela, que al
tiempo se convirtió en el líder del partido conservador de España y fue varias
veces primer ministro. Fue sucedido por el líder mallorquín, Don Antonio
Maura. Tía Amalia mantuvo su influencia en los círculos políticos justo hasta
el día de su muerte.
Yo no entendía qué estaba pasando. Me parecía que todo el mundo estaba
intentando conseguir lo mismo, así que no veía por qué no unían sus fuerzas”
(pp. 25-26).
Por otra parte, tras el ofrecimiento de su confesor para entrar en una orden
religiosa y la negativa de Isabel, sus padres decidieron que sería oportuno que
hiciera un viaje a Inglaterra. 144 Su estancia allí, en principio, le pareció muy
deprimente, por la diferencia de costumbres respecto a Málaga y porque le pareció
que la preocupación principal en dicho país era el deporte; aunque su visita se
tornaría en una suerte de viaje iniciático, en el que conoció a personas muy
interesantes que le mostraron otra forma de ver el mundo. En primer lugar dos tías
escocesas, hermanas de la madre, que a pesar de su vida retirada, “raramente he
conocido mujeres de mentes más cultivadas o más en contacto con los temas del
mundo y los nuevos progresos intelectuales. Aprendí mucho de ellas sobre
literatura inglesa” (p. 32).
También conoció al poeta escocés Robert Burns, a David Murray, cuya hija
Eunice Murray, fue una importante activista en favor del sufragio femenino,
mientras que España estaba lejos aún de unirse a la lucha sufragista, tal como
afirmaba nuestra autora:
“Fue de ella de quien primero escuché acerca de la gran lucha que se estaba
llevando a cabo en Inglaterra por los Derechos de las Mujeres. Me llevó con
144El viaje tuvo lugar en 1901 para visitar a su familia en Park Road, Beckenham, según
consta en el censo.
85
ella a algunos pueblos de los lagos de Escocia, donde dirigió varias reuniones
improvisadas. La gente, por regla general, se reía de ella.
Confieso que yo misma no estaba muy convencida de que tuviéramos razón,
pero hice todo lo que pude para entenderlo. Eunice me presentó a la gran
sufragista, Mrs. Despard, quien expresó la esperanza de que España se uniera
pronto al movimiento. No podía imaginar a ninguna de mis amigas deseando
hacer semejante cosa” (p. 33).
Que este viaje fue significativo para la vida de la autora lo demuestran sus
palabras, que explican que a su vuelta, el constreñido ambiente de Málaga le
pareciera asfixiante, por lo que continuó viajando a Gran Bretaña en años
posteriores:
“Encontré difícil adaptarme a la antigua vida de Málaga otra vez. Nuestros
círculos sociales parecían más restringidos que nunca. Mis amigos estaban
todos casándose y yo no encajaba en el plan. La falta de libertad y el constante
chismorreo me ahogaban. Volví a Inglaterra y Escocia, los dos o tres veranos
siguientes y llegué a conocer a más gente interesante” (p. 33).
La “gente interesante” a la que se refería, era, por ejemplo, el actor Sir Henry
Irving, admiradísimo en Gran Bretaña, y cuyas conferencias, “The theatre such as
it is” y “The art of acting”, traduciría Isabel años después.145 Allí también conoció a
la bailarina Anna Pavlova, para quien Isabel tocó las típicas castañuelas andaluzas
y en un viaje posterior conoció a Sir Arthur Pinero, otro famoso actor británico.
Estos viajes fueron un revulsivo para la autora, como lo demuestra el hecho de
que a su vuelta, decidiera tomar las riendas de su existencia. Sin duda, la vida a la
que estaba destinada no era de su agrado; quería tener independencia y así se lo
hizo ver a su padre, quien se mostró preocupado ante la decisión de su hija.
Desgraciadamente, poco después el padre sufrió una caída y falleció.
“Cuando fui a casa aquel año, me prometí que no iba a continuar viviendo
como lo había hecho. Se me debía permitir elegir mi propio camino y
encontrar los medios de expresión que yo sentía que necesitaba. Era obvio que
nunca lo iba a conseguir en Málaga.
Un día consulté a mi padre mi deseo de hacer algo. No disfrazó su
consternación.
145 Irving, H., El arte tal cual es y El arte de representar, Madrid, R. Velasco, 1905.
86
Se inició así una nueva vida de independencia. Una vez que, tras la muerte del
padre, ya no existía ninguna oposición frontal a que nuestra autora decidiera su
propia vida, recuperó sus ilusiones y así, se puso manos a la obra intentando
encontrar su camino. Seguía decidida a encontrar el modo de expresión adecuado a
90
146 Considerada como una de las mejores actrices de principios de siglo XX, estuvo
vinculada a las empresas teatrales de su marido y fue distinguida con el título de “Doctora
en Bellas artes”.
147 El encuentro tuvo lugar en mayo de 1905 en una fiesta en el hotel Hernán Cortés de
mantienen a la gente lejos del teatro’. […] Don Ceferino, por otro lado, no
pensaba más que en María. ‘Veremos quién es más fuerte’, dijo, refiriéndose
otra vez a los periódicos de Málaga, ‘el talento de María o el miedo a Dumas’ ”
(p. 36).
Pero quienes, sin duda impactaron en la autora fueron los hijos de María y
Ceferino, Julio y Ceferino, a los que enseguida consideró jóvenes muy distintos a
los que había conocido anteriormente, aunque quien gozó de su predilección fue el
mayor de los hermanos, Ceferino:
“Los hijos de María Tubau estaban llenos de vida y alegría. Nadie podía
estar mucho tiempo preocupado en su compañía. Los dos se habían graduado
en la Escuela de Leyes de Madrid y hablaban con animada confianza de sus
planes de futuro. No podía entender, siendo hijos de artistas, que hubieran
elegido algo que me parecía una carrera tan poco interesante. Los abogados
son muy numerosos en España. De hecho, los hombres jóvenes de las familias
acomodadas siempre elegían esta profesión como excusa para ir a la
universidad. Esto había dado lugar a la afirmación de Antonio Cánovas:
‘Todos los españoles son abogados a menos que se demuestre lo contrario’. El
líder conservador había recogido esta experiencia de sus seguidores,
evidentemente.
‘Me gusta mi profesión’, dijo Julio, el hermano más joven. ‘Yo he estudiado
leyes, simplemente para agradar a mi madre’, dijo Ceferino.
Le encontré muy diferente a los jóvenes que yo conocía, que podían hablar
interminablemente sobre sus asuntos amorosos, pero nunca lo hacían sobre
libros o arte.
Ceferino y Julio estaban ya ocupados con sus propias obras literarias.
Conocían a toda la gente interesante de la época y hablaban sobre ellos de un
modo familiar, que yo encontré fascinante.
Los dos eran rubios y de ojos azules y a primera vista parecían casi gemelos.
María Tubau simplemente los adoraba. Cada ocurrencia de Julio, que era el
más brillante, era escuchada con ilimitada admiración por su madre. […]
‘Bien, ¿Cómo son los hijos de María Tubau?’, me preguntó mi madre cuando
llegué a casa.
‘Son los dos encantadores’, dije, ‘pero creo que me gusta más el mayor’ ” (p.
37).
92
148 Así lo anunciaba la prensa local: “Es probable que en el próximo otoño debute en una
Madre e hija solían pasar las mañanas en el Museo del Prado y por las tardes
eran invitadas a visitar a los familiares que vivían en Madrid, muchos de los cuales
intentaban disuadirla de dedicarse al teatro. Finalmente, cansada de los
argumentos en contra, intentó buscarlos a favor escribiendo a “distinguidos
católicos” en Inglaterra y hablando con sacerdotes que no le podían aseverar que el
teatro fuera pecaminoso, tan solo peligroso, lo cual acrecentaba su deseo de ser
actriz: “Me temo que esto incrementaba, más que disminuía, mi deseo de dar el
salto. Era casi heroico ir contra una opinión como esa y ¡por el arte!” (p. 39).
Después del estreno de la obra Pepita Tudó, en la que actuó en enero de 1906, su
madre y ella alquilaron un apartamento, adonde trasladaron algunos de los
muebles de la casa de Málaga.
Dejando a un lado su experiencia en la actuación, puesto que se dará cuenta de
ella más adelante, nos centraremos en el camino que se fue abriendo para la autora,
en su experiencia personal y profesional en esos años, que constituyeron los años
de noviazgo y casamiento con Ceferino Palencia, por un lado, y de definitiva
dedicación a la política y a la cultura, por otro.
Efectivamente, su experiencia teatral supuso el comienzo de la relación con el
hijo mayor de Ceferino Palencia y de María Álvarez Tubau, si bien poco después
abandonó por completo sus aspiraciones como actriz en la escena e inició otro
camino vinculado al periodismo.
149 Marrades, M. I., “Feminismo, prensa y sociedad en España”, Papers, 9 (1970), pp. 89-
134, ddd.uab.cat/pub/papers/02102862n9p89.pdf
150 Apareció en Cádiz en 1768 y se publicó en Madrid simultáneamente. Ver al respecto
siguiendo el modelo de Ladies Journal y del Joumal des Dames. Además de la moda,
se publicaban algunos consejos de belleza e higiene, distracciones en prosa y verso
y acertijos.151 De mimbres parecidos a la revista de nuestra autora, sin embargo,
solo duró seis meses, si bien es cierto que casi un siglo antes de que Isabel
Oyarzábal publicara su revista.
Durante la última etapa del reinado de Fernando VII se derogó la legislación
liberal, se anuló la reforma universitaria y se cerraron la mayoría de periódicos
existentes. Hasta los años 40 del siglo XIX no se puede hablar del desarrollo de la
prensa femenina, cuyo auge se produjo en los años 50 de ese siglo. De entre estas
revistas, destacó La Moda de Cádiz, fundada en 1841, por el periodista conservador,
Francisco Flores Arenas, que seguiría publicándose hasta 1927 y que fue
ampliando el ámbito de publicación. Esta revista ofrecía información de la vida
cotidiana de la época y en ella colaboraron Robustiana Armiño de Cuesta y
Gertrudis Gómez de Avellaneda, entre otras importantes escritoras.
Otra de las revistas que se puede considerar precedente de la que nos ocupa es El
Defensor del Bello Sexo (1845), publicación sobre literatura, moral, ciencias y modas,
dedicado exclusivamente a las mujeres y en la que publicaba, por ejemplo, la
escritora Carolina Coronado.
Fue a partir de la segunda mitad del siglo XIX cuando se sucedieron
publicaciones dispuestas a reivindicar el papel de la mujer en la sociedad moderna.
De entre ellas, podemos destacar hacia 1850, Ellas, en la que volvió a colaborar
Carolina Coronado. En estos años se produjo una agria polémica que acabó con las
pretensiones de la revista como órgano de reivindicación de la participación social
y política de la mujer. Los dos polos de esta disputa lo constituyeron sendos
periódicos satíricos: El Sueco, que se burlaba de las pretensiones reivindicativas de
la mujer y El Toboso, capitaneado por un joven de ideología fourierista, Sixto
Cámara, que animaba a las mujeres a reclamar la igualdad y emancipación respecto
del hombre y la participación política.
Este hecho puede hacernos comprender la dificultad que este tipo de
publicaciones tenía para sobrevivir en el tiempo, pues al escaso número de
población que sabía leer, se unía el hecho de que ni siquiera a los sectores
progresistas les interesaba un cambio social como el que las publicaciones referidas
defendían, por lo que la prensa femenina hubo de adaptarse a esta situación. La
mujer de la alta burguesía era la que podía escribir y no podía luchar contra la
sociedad y la religión que la mantenían maniatada ideológicamente.
Si bien esta situación fue cambiando paulatinamente a medida que se acercaba el
siglo XX cuando las publicaciones femeninas siguieron apareciendo, hemos de
tener en cuenta los antecedentes mencionados anteriormente para entender la
naturaleza de La Dama y su continuación La Dama y La Vida Ilustrada, en los
albores del nuevo siglo.
Este primer proyecto periodístico de Oyarzábal constituyó, además, su inicio
empresarial. En el verano de 1907, una vez que su hermana Ana hubo acabado su
vida escolar, se forjó el proyecto:
“Ese verano, mi hermana Anita volvió a casa del colegio para siempre. Me
encontró preparada para empezar algo nuevo. Ese “algo” adquirió la forma de
una revista para mujeres. Sería la primera de este tipo que se publicara en
España. Estaba segura de que había una gran necesidad de ello. Las mujeres,
en nuestro país, leían pocos periódicos, porque no se les daba ninguno que leer.
Con la excepción de un limitado número que podía suscribirse a revistas de
moda inglesas y francesas, nadie soñaba con echar un vistazo, ni siquiera, a los
periódicos locales. Se pensaba que solo podían interesar a los hombres.
Me daba cuenta, por supuesto, de que era necesario tener precaución para no
asustar a nuestras futuras lectoras y a los censores. La Dama, como decidimos
llamar a la revista, debía ser lo suficientemente frívola para ser atractiva, lo
suficientemente profunda para conseguir su propósito, lo suficientemente
subordinada a la clientela para no provocar críticas” (p. 42).
Junto a una amiga, Raimunda Avecilla,152 con quien consiguió reunir un capital
de dos mil pesetas, publicó el primer número el 8 de diciembre de 1907:
“El primer número de La Dama fue publicado el siguiente mes de diciembre.
Tenía veintiocho páginas impresas y- así nos parecía a nosotras- una bonita
cubierta de papel azul verdoso con la reproducción del retrato de la actriz
152Raimunda Avecilla y Aguado, fue hija del abogado Federico Avecilla y Delgado y de
Raimunda Aguado y Cabañas, ahijada de José de Murga y Reolid, primer marqués de
Linares y primer vizconde de Llanteno, de quien legó el Palacio de Linares. Fue apodada
cariñosamente “Mundita” y compartió con Isabel Oyarzábal y sus hermanas las fiestas de
juventud en Málaga. Posteriormente se casó con el segundo conde de Villapadierna, Felipe
Padierna de Villapadierna y Erice y falleció el 10 de mayo de 1949 en Málaga. Cfr. Quiles
Faz, A., Mujer, voto…, op. cit., p. 245.
96
inglesa, Mrs. Siddons, obra del pintor Sir Joshua Reynolds, que parecía
enormemente impresionante.
Anita actuaba como secretaria general y hacía casi todos los escritos, pero con
diferentes nombres. ¡Qué divertido era! Nunca entenderé cómo nos las
arreglamos para hacer que La Dama cubriera gastos durante los siguientes
dos años. No hay duda de que la escasez de otras revistas era la raíz de nuestro
modesto éxito” (p. 42).
Sin duda, el entusiasmo de Isabel y sus colaboradoras hicieron que en esa fecha
viera la luz el primer número de La Dama. Revista quincenal ilustrada. Mundo, música,
modas. El título fue modificado a partir de 1908 por el de La Dama y la Vida
Ilustrada. Su precio fue de una peseta hasta el primer número de enero de 1911,
último año de publicación -se publicó solo hasta marzo-, en que se rebajó a 50
céntimos en Madrid y 60 céntimos en provincias. También se podía comprar en el
extranjero -en la revista se anunciaba dónde se podía adquirir en París- y en
Ultramar, como se señalaba en ciertas portadas. Su primera redacción se ubicaba en
la calle Serrano, número 53 de Madrid, pasando en enero de 1909 a la calle Ramón
de la Cruz; en junio de 1909, a la calle Ayala, número 18 y al número 26 de la
misma calle en 1911. Los precios de suscripción también fueron rebajados al final
de su recorrido. El semestre en Madrid se podía adquirir por 11 pesetas y 22
pesetas al año. En el resto de provincias el semestre se podía adquirir por 12
pesetas y el precio por la anualidad era de 24 pesetas. En el extranjero el año se
adquiría por 25 francos y 20 shillings. A partir de 1908, en Madrid, por ejemplo, el
semestre costaba 5, 50 pesetas.153
La periodicidad de la publicación fue consolidándose con el tiempo. Si bien en el
primer número se anunciaba una revista quincenal, sin embargo, solo se cumplió en
los dos primeros números, que datan del 8 de diciembre de 1907 y del 21 de
diciembre del mismo año y a partir de 1908, año en que en el mes de febrero
aparecen otros dos números. Con el título, La Dama y la Vida Ilustrada, se publicó
cada dos meses, en marzo, mayo, julio de 1908, para publicarse a partir de
septiembre ininterrumpidamente cada mes hasta su desaparición, salvo el número
de agosto que se unió al de septiembre en 1909 y 1910. En total cinco números
153 Cfr. Quiles Faz, A. "Isabel Oyarzábal Smith: mujer, prensa e ideología”, en P. Nieva de
la Paz et alii., Mujer, literatura y esfera pública, (1900-1940), Londres, Tamesis Book, 2008,
pp. 61-72.
97
El público al que iba dirigida la revista era, evidentemente, burgués y por tanto,
la línea editorial, debía respetar, en este sentido, los gustos de sus virtuales lectoras.
Se observa, sin embargo, una evolución en los contenidos culturales que
aumentaron en número con el paso del tiempo; si bien, nunca estuvo la publicación
desprovista de ellos. La dedicación de la revista a la moda y la belleza, a pesar de su
consideración como temas menores, son en muchos casos un instrumento de
búsqueda de representación social y de acceso a la visibilidad. La moda en las dos
primeras décadas del siglo XX sufrió una profunda transformación, en la que se
desterraba la ocultación del cuerpo femenino y este constituía un símbolo de salud
y vigor.154
Así, en el primer número del 8 de diciembre de 1907 se marcaba cuál sería el
público al que iría dirigida y los contenidos que se abordarían, afirmando que no
solo darían cuenta de cuanto pudiera parecer útil a la mujer del momento, sino
también de lo bello: música, arte, etc., y no solo en el ámbito nacional, sino también
extranjero, sobre todo europeo. De esta manera, se afirmaba que:
Servén, C., “La labor de María Luz Morales en El Hogar y la Moda (1921-1936)”, en
154
157 En los distintos estudios consultados sobre la prensa del momento, La Dama y su
sucesora La Dama y la Vida Ilustrada se inscriben dentro de lo que se llama revistas de
moda y de salón o prensa no alineada, es decir, apolítica. Sus contenidos son, en principio,
los de cualquier otra publicación del estilo de las que se publicaban en la época y desde
segunda mitad del siglo XIX. Cfr. Perinat, A. y Marrades, M. I., Mujer, prensa y sociedad en
España. 1800-1939, Madrid, CSIC, 1980, p. 85.
158 Cfr. Bados Ciria, C., “Isabel Oyarzábal, editora y redactora: La Dama y la Vida Ilustrada”,
arreglamos para hacer que La Dama cubriera gastos durante los siguientes
dos años. No hay duda de que la escasez de otras revistas era la raíz de nuestro
modesto éxito” (p. 42).
clase acompañaban a la reina en sus periodos estivales. Hasta la primera o segunda década
del siglo XX no se generalizó hablar de ello, pero fue en los años veinte cuando se
popularizó entre la alta burguesía.
163 La Dama y la Vida Ilustrada, Madrid, febrero de 1909, p. 22.
104
tortura para la mujer y, sin embargo, en ese mismo número y en otros posteriores
se publicitaba esta prenda.164
Pero, sin duda, los artículos que más interés despiertan son aquellos dedicados a
la cultura. 165 La música tuvo una presencia importante en la revista desde los
primeros números. Así desde el primer número de La Dama apareció una sección
firmada por Siegfried, que daba cuenta de los músicos más importantes de la
historia de la música, concretamente, este primer número se interesaba por la
biografía de Schubert y en él se reproducía una partitura de su composición
“Impromptu en sí bemol”. En el segundo número continuaba la biografía de
Schubert y en los números posteriores, aparecían las de Andrés Bretón (número de
enero de 1908); Beethoven (febrero de 1908) con partitura de una “Romanza”;
Emilio Serrano y Ruiz, en el primer número de La Dama y la Vida Ilustrada,
también con partitura; José Bernardo Lope Tragó y Arana (en el número de mayo
de 1908) con partitura de la obra “Charmante” de P. E. Lindner; una biografía de
Mozart, en el número de julio de 1908, con partitura de “La flauta mágica”; Chopin
(octubre de 1908), con partitura de “Nocturno”; Mendelssohn (número de
noviembre de 1908), con partitura de Andante Cantabile; Bach (enero de 1909), con
partitura de “Concierto italiano”; Valentín de Arín y Ganeaga (febrero de 1909) y
José Reventos (número de mayo de 1909), con partitura de la “Marcha fúnebre” de
Beethoven. En el número de junio de 1909 apareció una reseña de la velada musical
celebrada en el Teatro Español por el Centro Instructivo y Protector de Ciegos e
incluía una partitura de la obra “Teresa”, del músico invidente Eugenio Canora. A
partir del número de agosto y septiembre de 1909 desaparecieron los artículos
sobre música, pero no así las partituras que se ofrecían en casi todos los números
hasta el cierre de la revista. Ejemplo de ello es el número de noviembre de 1909,
con partitura de “Pierrot y de Arlequín” de Schumann.
Del mismo modo, fue relevante el interés por ofrecer a las lectoras artículos de
arte, muchos de ellos firmados por los hermanos Palencia Tubau. Así, desde los
primeros números de La Dama aparecieron reproducciones de obras pictóricas,
como el “Nacimiento de Jesús” de Murillo en el número del 21 de diciembre de
164 Recordemos que Isabel Oyarzábal era contraria al uso del corsé, tal como le había
inculcado su madre.
165 Son habituales en este tipo de publicaciones contenidos relacionados con los aspectos de
166 Isabel Oyarzábal le dedicó un artículo en El Sol, Madrid, 19-4-1918, p. 2, titulado “La
mujer española y el homenaje a Zuloaga”, con motivo del homenaje promovido por el
periodista Mariano de Cavia al pintor español. En él Oyarzábal afirmaba que era uno de los
pocos pintores que había sabido retratar el espíritu de la mujer española en sus cuadros y
animaba a las mujeres a contribuir al homenaje. Zuloaga era amigo personal del
matrimonio Palencia-Oyarzábal. Cfr. Quiles A., Mujer, voto…, op. cit., pp. 131-132 y 287-
288.
167 En los cinco años que duró la publicación de La Dama y la Vida Ilustrada solo se
publicaron seis artículos de contenido feminista: “La carrera de la mujer”, (julio de 1908);
“Impresiones. La sufragista” (octubre de 1908); “Ecos de acá y de allá. Feminismos”
(octubre de 1908); “Ecos de acá y de allá. Las que quieren votar” (noviembre de 1908) y “El
rincón de las lectoras. Feminismo” (octubre de 1909). Cfr. Quiles Faz, A., “Isabel
Oyarzábal Smith: mujer, prensa e ideología”, art. cit., pp. 61-72.
106
en el número del 21 de diciembre de 1907, se afirmaba que “los ricos hacen más
feliz la navidad de los pobres con su generosidad”, después de exponer un típico
menú festivo navideño inglés. En el número de diciembre de 1908 y tras dar a
conocer la existencia de un almanaque dedicado a un asilo de huérfanos, hablaba de
los “caritativos aristócratas”, y en el artículo titulado “Nuestras instituciones” y
firmado por I. de O., el tema era el Asilo de Huérfanos del Sagrado Corazón de
Jesús, en el que, de nuevo, se adoptaba una concepción paternalista de la caridad.
Por otro lado, es destacable la preocupación por el bienestar de los animales -ya
se ha apuntado la existencia de una sección dedicada al cuidado de los animales
domésticos- y también conocemos la pertenencia de la autora a la Federación
Ibérica de Sociedades Protectoras de Animales y Plantas y así, en el número de
julio de 1908, J. García de Toledo, Presidente en España de la Sociedad Protectora
de Animales y Plantas firmaba un artículo en el que se hacía una declaración de
principios en la lucha contra el maltrato animal:
“Está ampliamente probado que la indiferencia hacia los sufrimientos de los
animales influye de una manera perniciosa en los sentimientos del pueblo, y en
particular, de los niños…
Uno de los medios más eficaces para infundir estos sentimientos en el
corazón de los niños, ha sido la fundación de las Sociedades Escolares
Humanitarias y de Protección a los animales…”
Teniendo en cuenta que si la mujer de hoy, como la de siglos ha, está llena de
prejuicios, el hombre, por el contrario, no piensa lo mismo que los antiguos,
que prefería que la mujer no supiera leer ni escribir; el hombre moderno busca
en la mujer una compañera en sus trabajos, un corazón en sus alegrías y sus
pesares, un alma dispuesta a todos los sacrificios…Así pues, atendiendo al
espíritu del hombre actual, la mujer debe saber algo más que ponerse un
sombrero y un vestido de mejor o peor gusto (que de todo hay en la viña del
Señor), y pasear por la Calle de Alcalá, pues es sabido que esta calle no es el
camino más directo para la Vicaría; que aunque por todas partes se va a Roma,
siempre la recta ha sido más corta que la curva…Y ya que todas aspiramos a la
carrera única de la mujer, instruyámonos para evitar que algún alcornoque,
para darse tono, diga que las mujeres tenemos la cabeza de corcho…”170
de que la mujer no estaba capacitada para el arte, pues no lo estaba para la investigación
profunda y el pensamiento abstracto; su imaginación creadora se creía deficiente y las
artistas que hubieron logrado algún mérito en este campo fueron excepciones de dudosa
sexualidad.
108
Al final recomendaba una librería de Madrid con libros extranjeros que “las
muchachas pueden leer”. A pesar de que el objetivo de la última parte del artículo
fuera publicitar la librería aludida, no pasa desapercibida la intención reivindicativa
que subyace en estas palabras.
Por otra parte, en el número de noviembre de 1908, apareció un artículo sin firma,
“Las que quieren votar”, en la sección “Ecos de acá y de allá”, que, a pesar de no
proponer abiertamente el voto femenino, al menos se atrevía a exponerlo a la
opinión pública. Recordemos, en primer lugar, que hacía relativamente pocos años
se había aceptado el sufragio universal masculino, el 26 de junio de 1890, y que el
voto femenino no era visto como una desfachatez solo por los hombres, sino
también por una gran mayoría de mujeres, tanto conservadoras como progresistas,
que consideraban que el voto de la mujer era un voto que favorecería a los partidos
conservadores. Tengamos presentes también las polémicas parlamentarias
protagonizadas años después por Victoria Kent y Clara Campoamor sobre la
idoneidad del voto de la mujer, estando la primera a favor de un aplazamiento de la
Mientras que al comentar otra foto en la que una mujer parisina pegaba un cartel,
afirmaba:
“Resulta verdaderamente curiosa la fotografía que en esta página
reproducimos, y que nos muestra a una valiente feminista cara a cara con uno
de sus colegas del sexo fuerte; y dígase lo que se quiera, la conversación, al
parecer, no tiene nada de agresiva.
174 Miss Emmeline Pankhurst fue una de las mujeres fundadoras del movimiento sufragista
británico, fundó la Liga en Favor del Derecho al Voto de la Mujer, y en 1903, la Unión
Política y Social de la Mujer (WSPU). Debido a sus tácticas en defensa del voto femenino
fue encarcelada varias veces. Su liderazgo fue discutido, y el movimiento que fundó se
dividió en varias facciones. Van Wingerden, S. A., The women’s suffrage movement in Britain
(1866-1928), Nueva York, Palgrave Macmillan, 1999, pp. 14, 77 y ss.
175 La Dama y la Vida Ilustrada, Madrid, noviembre de 1908, p. 15.
176 La Dama y la Vida Ilustrada, Madrid, octubre 1909, p. 6.
110
177 Con posterioridad, Isabel Oyarzábal eligió a las mismas protagonistas para un artículo
en El Sol, el 27-2-1918, p. 2, con el título “La mujer turca en la guerra”, en el que se hacía
eco de la organización de un ejército femenino en Turquía y en el que utilizando el tópico
literario se sorprendía de la transformación de la sociedad turca, la liberación de las
mujeres del país, pero también del sacrificio que les habían impuesto. Cfr. Quiles A., Mujer,
voto…, op. cit., pp. 106-107.
178 Citado por Sánchez Fernández, Mª F., “Evolución de las publicaciones femeninas en
autora admitió que gracias a estos trabajos tomó conciencia de la situación política
y social española:
“Indudablemente le debo mucho a mi nuevo trabajo, pues gracias a él,
empecé a entender por primera vez lo que era España realmente, cómo y
dónde estaba en relación con el resto del mundo y, sobre todo, qué nuevos
progresos iban a tener lugar dentro de sus fronteras.
Descubrí que los pequeños partidos políticos y la interposición de la iglesia y
el ejército en la vida pública, habían mantenido al país en un estado abyecto de
pobreza e ignorancia. Alrededor del cincuenta y dos por ciento de la población
era analfabeta. Los salarios, especialmente los de los trabajadores de la tierra,
eran vergonzosamente bajos. No había límite de horas de trabajo y las
condiciones de vida, incluso en la ciudad eran ignominiosas. La mortalidad
infantil en España estaba entre las más altas de Europa y, en cuanto a la
política exterior, no existía. Mientras, en Madrid, los partidos conservadores y
liberales se sucedían entre sí, en una pobre imitación de los ingleses. Cada vez
que había un cambio de gobierno, una legión de empleados civiles perdían sus
puestos de trabajo con las nuevas llegadas y se iban a casa a jugar con sus
pulgares y a esperar una pronta derrota de sus oponentes políticos. El único
signo esperanzador se encontró en el movimiento obrero. Bajo la guía de
Pablo Iglesias, los trabajadores estaban siendo organizados en sindicatos y
luchaban contra los políticos corruptos, mientras intentaban conseguir
mejores condiciones para la gente. Las palabras sufragio universal no habían
significado nada hasta entonces, pero cada nueva elección traía un cambio, al
menos en las grandes ciudades, donde había diferentes candidatos a pesar del
nepotismo” (p. 43).
Se puede asegurar que este momento que nos narra la autora constituye el inicio
de su activismo social y político y también el afianzamiento de su carrera
profesional, así como de su lucha personal por la independencia económica y el
trabajo remunerado.
Uno de sus primeros trabajos como corresponsal consistió en informar sobre el
nacimiento del primogénito del rey Alfonso XIII, Alfonso de Borbón y Battenberg,
el 10 de mayo de 1907, hecho que tuvo eco en toda la prensa europea:
“Yo me mantenía extremadamente ocupada describiendo la rutina oficial:
cómo los miembros del gobierno español tenían que esperar fuera de la
114
180Isabel Oyarzábal entrevistó, años después, a la reina Victoria Eugenia, inaugurando sus
colaboraciones en El Día de Madrid, en concreto en su artículo “Una audiencia con S. M. la
Reina”, El Día, Madrid, 5-12-1916, p. 1. Vid. Quiles Faz, A., “El porvenir de la mujer
española: Isabel Oyarzábal y El Día de Madrid (1916-1917)”, en Palomares Perraut, R.
(coord.), Historia(s) de mujeres en homenaje a María Teresa López Beltrán, I, Universidad de
Málaga, Perséfone. Ediciones electrónicas de la AEHM/UMA, 2013, pp. 34-49.
http://www.aehm.uma.es/persefone/Homenaje_Maite2_ISBN.pdf
115
con el sexo masculino, considerado de forma muy distinta hasta entonces y debido,
en gran parte, a la educación recibida:
“El trabajo como corresponsal también alteró todos mis valores
convencionales. Entre otras cosas me acostumbré a tratar a los hombres en la
base de la simple camaradería. Hasta ese momento, habían sido siempre seres
algo misteriosos, siempre dispuestos a cortejar, tendencia que a veces odiaba,
otras despreciaba o me resultaba atrayente, quizá no siempre en este orden.
Ahora trataba a mis colegas en un plano de absoluta igualdad y daba o
recibía ayuda sin sentir que les estaba poniendo a ellos o a mí bajo ninguna
obligación. No había ninguna mirada insistente o tierna, ningún cumplido,
ningún significado sutil, sujeto a sus comentarios. Solo eran “buenos
amigos”.181 Estaba bien mantener el amor fuera de la vida, supongo, y por otro
lado, permitía trabajar serenamente. Quizá no lo echaba mucho de menos,
porque conseguía la suficiente atención masculina, fuera de mi trabajo” (p. 44).
181 En este sentido, apuntaremos que eran muchas las teorías antifeministas que abogaban
por la imposibilidad de la amistad entre el hombre y la mujer. Por ejemplo las de Urbano
González Serrano quien en su libro Estudios Psicológicos, afirmaba que la mujer en todos los
ámbitos en los que había de tener roce con el hombre se sentía inclinada sexualmente hacia
él. Emilia Pardo Bazán mantuvo una enconada polémica desmintiendo las palabras del
autor. Véase La Correspondencia de España, Madrid, 8-1-1892, p. 1. Las cotas de libertad
que iban alcanzando las intelectuales de la época que nos ocupa provocó una
transformación en las relaciones con el otro sexo, que no pocas veces provocó la desazón
del personaje masculino, pero que terminaba adaptándose a esta nueva forma de
convivencia. María Zambrano o Concha Méndez destacaban las nuevas relaciones que se
establecían con el sexo opuesto que calificaban de “unidad fraternal” o de “limpia
camaradería”. Vid. Castillo-Martín, M., “Contracorriente…”, art. cit.
http://www.ucm.es/info/especulo/numero17/memor_20.html
182 Villacorta Baños, F., “El Ateneo de Madrid (1896-1907). La Escuela de Estudios
186 Véanse El Globo, Madrid, 20-4-1884, pp. 1-2 y El Día, Madrid, 20-4-1884, p. 4.
187 Rodrigo, A., Mujer y exilio 1939, Barcelona, Flor del Viento Ediciones, 2003, p. 265.
118
Ana Smith, la madre de Isabel, también le advirtió de que si decidía casarse con
Ceferino, todos lo considerarían lo más imprudente, puesto que no tenía una
holgada posición de futuro, pero, nuestra autora, obviamente, siguió adelante. La
proposición no fue formal, tal como le gustaba a Isabel, y con miedo a la nueva
situación, le comentó a Anita:
Efectivamente, el miedo a las ataduras hacía que la autora albergara ciertas dudas
acerca de su boda:
“Además, no quiero estar atada, añadí después de un rato. Cuando pienso en
el matrimonio, siento lo mismo que cuando estaba en el convento.
¡Cielos!, Cefe no te atará” (p. 48).
190 Efectivamente, la mujer de clase media solo podía aspirar a conseguir un matrimonio
más o menos provechoso y una vez casada, cuidar del hogar. “Las señoritas no tienen más
carrera que el matrimonio”, decía Emilia Pardo Bazán. Cfr. Pardo Bazán, E., “La mujer
española III…”, art. cit., pp. 120-130.
120
“Pienso que sería un terrible error, dijo ella, Isabel es demasiado vital para
estar satisfecha sin hacer nada. Al contrario, ella debe tener algo que hacer, y
la solución ideal sería que trabajarais juntos” (p. 53).
La boda fue reseñada en la prensa de la época: Abc, Madrid, 16-6-1909, p. 13, La Época,
191
Con el dinero obtenido por su boda, pues Isabel había preferido que le regalasen
dinero en vez del típico ajuar, iniciaron el viaje de novios con destino a Inglaterra,
si es que les llegaba el presupuesto. Primero hicieron una parada en Valladolid,
donde Ceferino había estudiado, luego hicieron escala en Hendaya, marcharon a
París y finalmente llegaron a Inglaterra.
Cuba.192 La población que se veía impelida a luchar en una guerra que no era suya,
comprendía que sus enemigos eran hombres como ellos y estaban convencidos de
que la guerra solo servía para enriquecer a unos pocos. En este contexto, los
trabajadores de Barcelona iniciaron una serie de acciones de protesta, apoyados por
los separatistas catalanes que utilizaron el levantamiento para promover sus
propios fines y como consecuencia de las revueltas, muchos conventos e iglesias
fueron saqueados y quemados por ser un símbolo del abuso de poder. Isabel
Oyarzábal expresaba así su temor por el futuro de su marido:
“Personalmente estaba más asustada de que Cefe fuera llamado para ir a
Marruecos, que de estar inmersa en una revolución. No podía evitar
simpatizar con las mujeres de Barcelona, que se lanzaban en persona contra las
líneas de guardias civiles, situadas alrededor de los barcos de transporte que
llevaban cargas humanas a África. De todos modos, había tanta confusión en
mi cabeza acerca de lo que el “patriotismo” me demandaba, y lo que yo pensaba
que era humano y justo, que no me atrevía a expresar mis sentimientos
abiertamente, ni siquiera a Cefe. ¿Por qué esas mujeres no intentaban retener a
sus hombres en casa? Después de todo, África no era nuestro país. Este era mi
constante pensamiento. Para mi alivio, no se llamó a filas a ninguna otra
reserva. La guerra hizo añicos algunas de nuestras esperanzas en el terreno
económico” (p. 56).
192 Después de la pérdida de las colonias en el 98, España había buscado el control sobre la
zona norte de Marruecos. El 9 de julio de 1909, los obreros españoles que trabajaban en la
construcción de un ferrocarril para la explotación de las minas propiedad de una sociedad
formada por el marqués de Comillas y el conde de Romanones, fueron atacados por los
cabileños, población que ocupaba la zona. Este fue el desencadenante de la guerra de
Marruecos.
123
demasiado anticuado para ceder en este punto, durante tres días y sus noches
me vigiló con atención, sin descanso, pero cuando le imploré que me diera algo
que facilitara la tortura, movió su cabeza y murmuró:
‘Toda mujer está destinada a traer a sus hijos al mundo con dolor’. […] Nadie
me había dicho que me sentiría como un animal cazado, inconsciente de todo,
excepto de los dolores que roían mi torturado cuerpo. Solo un pensamiento era
más fuerte: ‘El bebé no debe ser una niña. No puede estar condenada a sufrir
eso” (p. 59).
193 Isabel Oyarzábal no idealizó la maternidad en sus memorias, como sí lo hizo en otras de
sus obras, como El alma del niño o Diálogos con el dolor, pues para ella fue un
acontecimiento traumático y le interesó más desde un punto de vista político,
convirtiéndose su dignificación en la propuesta de regeneración nacional de la autora y de
su concepción del papel que debía desempeñar la nueva mujer. Cfr. Capdevila-Argüelles, N.,
“Isabel Oyarzábal de Palencia (1878-1974). Diálogo con la maternidad…”, art. cit., pp. 66-
67.
194 Se refería a la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
125
quería un niño. Logré mi deseo. […] Solía mirar a la cunita con su pequeña
ocupante y pensaba que, como mujer, mi niñita tendría que superar, quizá,
grandes pruebas. Tendría que sufrir el dolor para dar vida, pero, al menos no
estaría obligada a perder su vida para dar muerte a otros en la guerra” (pp. 68-
69).
En ambos casos, la autora confesaba sus miedos sobre el futuro de sus recién
nacidos; en cuanto a Marissa, debido a que en 1914 había empezado la Primera
Guerra Mundial, se alegraba de que, al ser una niña, no tuviera que ir a la guerra:
aunque sufriera para dar vida, no lo haría para quitarla.
Al respecto del nacimiento de Marissa, Juan Oyarzábal Smith, hermano de Isabel
le envió una carta a Ceferino, alegrándose de la noticia del nacimiento del nuevo
miembro de la familia. En ella, Juan recordaba cuánto había sufrido Isabel con su
primer parto:
“Mi querido Cefe:
A mi regreso esta tarde de Alhaurín el Grande donde tengo desde hace unos
días a la familia me encuentro con tu telegrama comunicándome la fausta
nueva del nacimiento de María Isabel. Me alegro muchísimo que haya sido una
niña. Espero carta tuya con detalles del parto y del estado de Ella que espero
será completamente satisfactorio y que la pobre no haya sufrido tanto como la
vez anterior […] Cefito me figuro estará celoso estos primeros días, pero eso
pasa después”.195
195 Carta fechada el 9 de diciembre de 1914. Citada por Ballesteros García, R.M., “Isabel
Oyarzábal: una malagueña en la corte del rey Gustavo”, Jábega, Málaga, 92 (2002), p. 116.
196 Citado por Rosa Ballesteros, “Isabel Oyarzábal: una malagueña…”, art. cit., p. 117.
126
pesar de saber que sufriría dando a luz, nunca hubiera pensado que el dolor
provocara la ruptura de la comunión entre la madre y el recién nacido.197
En efecto, Josebe Martínez destaca que cuando Isabel de Palencia hacía este
análisis de su maternidad, habían pasado treinta años desde el nacimiento de su hijo
y, por tanto, sus palabras eran producto de una reflexión muy posterior al hecho en
sí. El recuerdo se explicita al “lector como criterio acerca de lo injusto de su
condición y de la situación de descuido y desatención en la que se encontraban las
mujeres de su tiempo (con excepción de la reina)”.198
Efectivamente, a pesar de que el siglo XIX se definió como el siglo de la madre, y
era considerada un bien socialmente útil,199 no fue hasta el final del siglo cuando,
algunos colectivos de mujeres, como las comadronas, empezaron a generar una
corriente de opinión a través de publicaciones para mejorar las condiciones
salubres e higiénicas de la maternidad. Pero sobre todo eran los médicos los que
aconsejaban sobre la higiene y cuidados de los niños, como garantía de la higiene
de la raza.200 Y desde finales del siglo XIX se introdujeron en los tratados para
educar a las mujeres, ciertos conocimientos para la formación de las jóvenes como
madres.201 En el caso concreto de Isabel Oyarzábal y, como reflejo de una situación
generalizada, a los precarios conocimientos sobre el tema, se unían otras absurdas
creencias adulteradas por la religión y la moral de la época.
El relato del momento crucial del alumbramiento conmueve por su sinceridad.
No se trata de un relato entusiasta y apologético de la maternidad, sino una sincera
confesión de los sentimientos más íntimos en tal momento. No solo se había
considerado la maternidad como la función primordial de las mujeres, sino que
también se había supuesto que disfrutaban con ella y que suponía su mayor
197 Martínez Gutiérrez, J., Las intelectuales de la Segunda República al exilio, Victoria Kent,
Margarita Nelken e Isabel O. de Palencia, Madrid, Ayuntamiento de Alcalá de Henares, 2002,
pp. 115 y ss.
198 Ibidem, pp. 115 y ss.
199 Recordemos que tal como afirma Josebe Martínez en la época en la que Isabel
cuidados del cuerpo femenino, higiene, deporte… sobre todo de la burguesía, como
generador de una raza mejor, tal como se apreciaba en la prensa de la época. Cfr. Perinat.
A. y Marrades, M. I., Mujer, prensa…, op. cit., p. 133.
201 González Pérez, T., “El aprendizaje de la maternidad: discursos para la educación de las
podrían considerar, en muchos sentidos, paralelas. Cfr. Quiles Faz, A., “Dos mujeres
modernas…”, art. cit., pp. 93-118.
205 Henry Havelock Ellis, (1859-1939), médico, sexólogo inglés, que influyó en Freud entre
otros. Creó los términos autoerotismo y narcisismo, escribió el primer libro en inglés que
abordó la homosexualidad (para Ellis homosexualidad y heterosexualidad son condiciones
complementarias), defendió que el deseo sexual en las mujeres no es un síntoma de
ninfomanía, sino que era algo normal, defendió la eugenesia y la educación sexual en edad
escolar. También trató temas como el fetichismo y otras parafilias. Entre sus muchas obras,
podemos destacar: Studies in the psicology of sex (7 volúmenes publicados en 1913), Man and
WomanA Study of Secondary and Tertiary Sexual characteristics (1894, revisado en 1929),
Analysis of the Sexual Impulse, Love and Pain, The Sexual Impulse in Women (1903) y un largo
etcétera.
128
familia al ir a la playa en traje de dos piezas. Al hilo de ello, Isabel recordaba cuánto
le abrió los ojos la traducción de Havelock Ellis antes mencionada:
“La traducción de los volúmenes quinto y sexto de la obra de Havelock Ellis
sobre psicología sexual me mantuvo ocupada durante algunos meses y me
permitió tener un plato de comida caliente en casa. Incluso, diría que me
benefició mucho más que eso.
Como la mayoría de las mujeres de aquella época en España, me habían
mantenido en una ignorancia total acerca de los hechos básicos de la vida, de
hecho, me mantuvieron al margen de este tipo de información hasta la fecha de
mi matrimonio.
Incluso después de convertirme en esposa, muchas cosas siguieron ocultas
en la oscuridad, cosas tales como enfermedades concretas y aberraciones de
todo tipo. Havelock Ellis me abrió los ojos de un modo tan repentino, que
durante meses estuve muy impactada e impresionada. Mis responsabilidades
como madre parecían haber aumentado mil veces más y durante un tiempo
contemplé el mundo desde el horror. Tenía la impresión, a veces, de que todo
al que conocía debía ser víctima de alguna fuerza oculta y terrible.
Al poco tiempo, me calmé y fui capaz de considerar estas cuestiones con más
sentido común. Los sentimientos de repugnancia e intolerancia se esfumaron y
la vida volvía a parecer aceptable una vez más. Había ganado en
entendimiento” (p. 61).
por una minoría de mujeres que accedieron a nuevos espacios políticos, sociales y
académicos y cuyos logros tuvieron un importante impacto social.207
Por cuestiones metodológicas, abordaremos aquí el tema de la relación
matrimonial entre Isabel y Ceferino, si bien cronológicamente, no es hasta algunos
años después cuando se produjo la primera crisis conyugal, provocada por la
infidelidad del marido.
Dos años antes del nacimiento de Marissa, el matrimonio seguía teniendo
problemas económicos que paliaron trasladándose a otro apartamento más pequeño.
Ceferino acudía al estudio del pintor Eduardo Chicharro, cuando este decidió
marchar al extranjero. Ceferino, no sabía muy bien qué hacer, pues algunos
estudiantes pretendían mantener el taller, pero esta solución no le convenía del
todo. Finalmente decidió pintar por su cuenta en casa, comenzando en primer lugar
con un retrato a tamaño real de su esposa. Isabel refería el episodio, haciendo
hincapié en la inseguridad que sentía ante su físico:
“Le escuché con una extraña mezcla de sentimientos. Deseaba que hubiera
elegido a alguien más hermosa, alguien de pelo rubio y complexión apropiada.
Sentía que mi cuadro jamás atraería a nadie.
‘¿No estás contenta?’, preguntó mirándome impaciente.
‘¿Contenta porque vas a pintar algo nuevo y aquí en casa conmigo? Por
supuesto, lo estoy. Tan solo’, añadí tímidamente, ‘deseaba que tuvieras una
modelo más guapa. Yo no soy suficientemente bella’.
‘Querida’, dijo él, acercándose y besándome, ‘tú eres mucho más que bella.
Tú eres interesante. Preferiría pintarte a ti, antes que a nadie en este mundo’.
Sin embargo, yo no estaba realmente convencida. Evidentemente, me dijo
esto para contentarme. Bien, yo le compensaría siendo una buena modelo” (p.
62).
Folguera, P., “Mujer y cambio social”, Ayer, 17 (1995), pp. 155-172 y Quiles Faz., A.,
207
tiempo recibió un encargo: hacer un retrato al rey Alfonso XIII. Esta vez, el
resultado fue mostrado al maestro Sorolla, quien, al parecer, aconsejó a Ceferino
que no hiciera nada más que pintar, y que lo hiciera solo, pues ningún pintor,
llegado a ese punto, tenía nada más que enseñarle. Isabel recordaba que Ceferino,
por aquel entonces, trabajaba en la Biblioteca Nacional y si dejaba ese destino, no
tendrían nada y finalmente decidieron que pintara por la tarde, después del trabajo.
Paralelamente, la familia hubo de sufrir el 13 de marzo de 1914 la muerte de María
Álvarez Tubau tras un episodio de gripe:
“La muerte de la gran actriz conmocionó al mundo del arte dramático en
general, aunque llevaba varios años sin actuar, su nombre era un estandarte en
el mundo del teatro. Un modelo de vida y ferviente dedicación al arte. Para su
familia, la muerte resultó una pérdida inimaginable. Don Ceferino quedó con
el corazón destrozado. Ella había sido no solo su estrella e inspiración como
dramaturgo, sino también el gran amor de su vida. Para sus dos hijos, ella
había sido la más devota de las madres. Su pérdida dejó un gran vacío en mi
propia vida, ya que habíamos llegado a ser buenas amigas” (p. 66).
Esto provocó un cambio en la vida del matrimonio, pues se trasladaron a casa del
padre de Ceferino, una casa con veintitrés habitaciones en la Carrera de San
Jerónimo y que, como recordaba la autora, restó intimidad a la vida de pareja.
Entretanto, Ceferino consiguió que le aceptaran el retrato que había realizado a
su esposa en la Exposición Nacional y, contra todo pronóstico ganó una medalla y
un premio en metálico que ayudó a sanear la precaria economía de la familia.
Después del nacimiento de Marissa, no necesariamente de inmediato, se mudaron
a otro apartamento cerca de la Castellana, alquilando además un estudio para que
Ceferino pudiera pintar cerca del domicilio.
El capítulo X de la autobiografía de nuestra autora estaba dedicado
exclusivamente al primer episodio de infidelidad del marido, un hecho que supuso
un punto de inflexión en el matrimonio y una ruptura espiritual, que no física, con
Ceferino. Es significativo que Isabel Oyarzábal, tan remisa a tratar de su intimidad,
sin embargo, dedicara un capítulo completo a este episodio de su vida, justificado
así: “Esto me asusta, y lo evitaría de buen grado, incluso creyendo que no es
correcto saltarme un capítulo de mi vida, aun cuando explicarlo me haga daño” (p.
76).
132
La conclusión que se puede obtener de estas palabras es que tal episodio supuso
una herida irreparable en la autora, que acabó con sus sentimientos hacia Ceferino
y le causó un estado emocional en el que ni si quiera sentía dolor:
“Pensé en las palabras que había escrito en el dorso de la fotografía que le di
hacía algún tiempo, ‘ser o no ser’. ¿Por qué el amor nos había negado? Una
pena de otro tipo me invadió. Todo parecía erróneo. Se nace para sentir, sufrir
y disfrutar. Vivir como yo lo hacía, no merecía la pena.
Pensé que no era justo que, después de todo, Cefe fuera el más feliz de los
dos. Él podía ver que se había producido un cambio en mí. Aunque tuviera
pánico de lo que esto podía significar, aún era capaz de amar.
Él estaba vivo” (p. 80).
El episodio se había iniciado hacia 1917, el matrimonio conoció a una pareja que
había llegado del extranjero y que comenzó a frecuentar la casa familiar. Isabel
sentía, en cierto modo, lástima de la mujer, pues, al parecer, no era feliz en su
matrimonio. Ceferino decidió pintarla. Al principio, lo que parecía entusiasmo por
el trabajo, se convirtió en una obsesión. La autora recordaba que Ceferino la
evitaba y su temperamento se volvió iracundo y reservado. Oyarzábal empezó a
sospechar que algo ocurría, una sospecha que le provocaba remordimientos: “Cómo
me odiaba a mí misma. Durante días luché contra lo que consideraba que era mi
deslealtad. ¡Tener dudas de él... de Cefe!” (p. 76).
Lo cierto es que el tiempo despejó todas estas dudas y se confirmaron sus peores
temores. Ceferino, a pesar de todo, le confesó que aquello era una locura transitoria
y que a quien verdaderamente amaba era ella, a pesar de lo cual, siguió con la
aventura. Isabel le propuso que la solución más digna para ambos era separarse y le
sugirió que se fuera a París como corresponsal de un nuevo periódico para el que le
habían propuesto trabajar como crítico de arte. Pero Ceferino no podía vivir sin
ella. En esta tesitura, nuestra autora además tuvo que soportar la humillación de
que la amante quisiera reunirse con ella para aclarar las cosas. Isabel esperaba que
la mujer tomara una determinación: o dejar a Ceferino o marcharse definitivamente
con él. Incluso le propuso que ambos se fueran al extranjero. Pero estas opciones
no estaban dentro de los planes de ninguno de los dos.
La infidelidad continuó e Isabel soportó la situación en la más absoluta soledad y,
a decir de la autora, nadie supo nunca de su boca lo que estaba sucediendo. La única
solución era marcharse, si Ceferino no lo hacía. Se iría con los niños y con el padre
133
Poco a poco, descubrió que su lucha interior había acabado. No sentía más que
vacío y una suerte de entumecimiento que le hacía sentirse menos viva. Entonces
Ceferino quiso mostrarle el retrato que había realizado de la amante. La sorpresa
fue mayúscula cuando Isabel descubrió que el parecido con ella misma era mayor
que el que tenía con la mujer. Ceferino le aseguró que, al pintar, no podía quitarse
134
208Sobre la petición de divorcio, Consuelo Álvarez Pool, Violeta, publicó su artículo “El
divorcio”, El País, Madrid, 18-10-1904, p. 1 y con posterioridad, “El divorcio se impone”,
El País, Madrid, 5-11-1905, p. 1 y “Sobre el divorcio”, El País, Madrid 30-6-1918, p. 1. Por
su parte, Colombine, también en 1904, desde su columna “Lecturas para la mujer” en el
Diario Universal, publicó una encuesta sobre la necesidad de una ley de divorcio en España.
Todo ese material fue publicado ese mismo año en un libro tiulado El divorcio en España.
Cfr. Núñez Rey, C., Carmen de Burgos Colombine en la Edad de Plata de la literatura española,
Sevilla, Fundación José Manuel Lara, 2005, pp. 115-126.
135
represalias; lo del proverbio: hilar, parir y llorar.” Francos Rodríguez, J., La mujer y la
política españolas, Madrid, Librería de los Sucesores de Hernando Arenal, 1920, pp. 179-180.
El escritor, periodista y médico José Francos Rodríguez fue ministro en dos ocasiones, en
los gobiernos de García Prieto y de Antonio Maura y conocido de Isabel Oyarzábal, a
quien prologó su libro El alma del niño.
213 Scanlon, G. M., La polémica feminista…, op. cit., p. 60. Sobre la denostada imagen de la
solterona, véase Quiles Faz, A., “Soltera tenía que ser: una imagen invisible en la
literatura”, en Vilches de Frutos, F., y Nieva de la Paz, P. (coords. y eds.), Imágenes
femeninas en la literatura y las artes escénicas (ss. XX y XXI), Philadelphia, Temple: Society of
Spanish-American Studies, 2012, pp. 185-201.
214 “El artículo 57 del Código prescribe la protección del marido a la mujer. Que conste
bien; la situación de la esposa es de protectorado, el que suele aplicarse a los países salvajes
por las naciones colonizadoras. Frecuentemente la mujer tiene tanto, si no más sentido
común que el marido; puede distribuir mejor los ingresos de su casa; se abstiene de
dispendios inútiles, posee acierto para resolver cuestiones prácticas de la vida, pero el
Código lo dice con rotunda solemnidad: el marido debe proteger a la esposa. Sin duda lo
dispone por las supuestas deficiencias psicológicas y fisiológicas del sexo femenino, que ya
hemos combatido, y a las cuales suelen referirse quienes generalmente nunca se asomaron
ni a la psicología ni a la fisiología”. Cfr. Francos Rodríguez, J., La mujer y la política…, op.
cit., pp. 180-181.
215 Scanlon, G. M., La polémica feminista…, op. cit., pp. 128-137.
137
216 Isabel Oyarzábal lo situaba en 1915, pero lo cierto es que en 1913, concretamente entre
el 7 de febrero y el 18 de abril de ese año, el abogado y secretario del Ateneo madrileño
Ángel Galarza presentó su memoria sobre “El problema feminista español”, en unas
sesiones que desataron una exaltada polémica en la prensa. Vid. Quiles Faz, A., Mujer, voto...
op. cit., pp. 244.
217 “La mujer. ¿Qué es el sufragismo?”, La Tribuna, Madrid, 14-5-1913, p. 3. Cit. en
De los derechos civiles que las mujeres pugnaban por alcanzar, el que más
polémica causó fue el del derecho al voto. Si bien el inicio del sufragismo en España
ha sido tildado como tibio por la historiografía, el debate alcanzó encendidas cotas
hasta su aprobación durante la Segunda República.
En cualquier caso, en 1915 el debate ya estaba en los foros de opinión. En los
años precedentes, las publicaciones españolas se habían hecho eco del movimiento
sufragista en Inglaterra, por ser el más beligerante y, en la mayoría de los casos,
bastante incomprendido. El debate sobre el sufragio corría paralelo al de la
consecución de otros derechos civiles hasta entonces vedados a la mujer, pues hay
que recordar que como la propia Isabel Oyarzábal afirmaba, la mujer española era
considerada menor de edad en la legislación civil de la época. Como ejemplos de
que el debate era ya notorio en 1915, sirvan dos ejemplos del periódico La Época.
El primero se refería a la celebración de una conferencia convocada por la Unión de
Damas, muy lejos de ser progresista, en el teatro Príncipe Alfonso en la que disertó
el político Antonio Goicoechea, sobre “El ministerio social de la mujer”. En ella se
minimizó el problema del voto femenino, a favor de otros más acuciantes,
aduciendo además que la conquista del voto por las clases populares no había
servido de mucho. Añadía Goicoechea que la mujer no estaba preparada para
“realizar su obra de influencia en la vida contemporánea” y que la Revolución
francesa le había hecho mucho daño. Estudiaba la capacidad jurídica incompleta de
la mujer y negaba su inferioridad mental, aducida incluso por la ciencia, pues su
problema era la ignorancia y su preparación debía consistir en las herramientas
para su desenvolvimiento en la familia, la beneficencia y la patria.218 El segundo
ejemplo, esta vez, fue una conferencia de María de Echarri, titulada “Cómo somos y
cómo podemos ser” y en la que daba la razón a Goicoechea en relación a la escasa
preparación de las mujeres para asumir sus deberes sociales. La mujer había de ser
instruida incluso para los deberes domésticos y se cuestionaba si la mujer
verdaderamente quería obtener el derecho al voto y afirmaba que nunca
pretendería ser elegida y que el voto sería positivo si lo era para la religión y la
patria. Su misión había de ser el hogar, donde podían tener un campo de acción en
el que desenvolverse. Terminaba recordando que su mayor obsesión era la
situación de la mujer obrera y pedía la intervención del Estado en la regulación del
trabajo y el salario de la mujer.219
la vida, aunque el matrimonio seguía siendo la opción más común para ellas. La
escasa industrialización en España, la debilidad de la Ilustración en nuestro país y a
la influencia de la Iglesia en asuntos políticos, económicos y educativos,
constituyeron las causas del retraso del feminismo en España.224
Por su parte, Giuliana Di Febo225 y en este mismo sentido, atribuye la inactividad
feminista al atraso económico español, que se apoyaba en estructuras agrarias de
corte feudal, confirmadas por la Restauración y el catolicismo.
La primera vez que se planteó el voto femenino en el Congreso de los Diputados
fue en 1877, mediante una enmienda de los diputados del grupo ultraconservador
Unión Católica. En ella se demandaba la concesión del sufragio censitario para las
mujeres, siendo las viudas propietarias y cabezas de familia las favorecidas por la
propuesta que no salió adelante.226 El 28 de diciembre de 1878 se restableció el
sufragio censitario, basado en las condiciones económicas de los votantes. En 1886,
solo tenía derecho al voto el 2,1 por ciento de la población, 227 mientras que el
sufragio universal masculino no se logró hasta 1890.
Concepción Gimeno de Flaquer aseguraba en su conferencia impartida en el
Ateneo y titulada El problema feminista que el feminismo, que ya había provocado
encendidos debates en el extranjero, no había tenido eco en España y reivindicaba
para la mujer una consideradación civil equiparable a la del hombre”. 228 Sin
embargo, no estaba en su discurso la petición del voto para la mujer: “Los
feministas templados no pedimos para la Eva moderna derechos políticos […] Si
la mujer tuviera voto, haríanla responsable de la falta de sinceridad electoral que
aquí se observa y que hoy no le pueden achacar”.229
Con posterioridad, en 1907 se presentaron dos nuevas enmiendas a favor del voto
femenino, que a pesar de ser muy restrictivas, no lograron la aprobación del
Senado. 230 Y ese mismo año, Carmen de Burgos planteó una encuesta en el Heraldo
de Madrid sobre el voto femenino y cuyo resultado no fue nada halagüeño: 30.640
votos en contra del sufragio femenino, 20.025 a favor, de los cuales 9.500 se
opusieron a que la mujer pudiese ser elegida para un cargo público.231 Colombine se
lamentaba de la indiferencia de las mujeres españolas ante esta cuestión y
rechazaba la excusa dada por aquellos que se mostraban contrarios al voto: que “la
mujer pondrá la influencia política en manos del cura”.232
El 9 de marzo de 1908, Alcalá-Galiano intervino en el Senado para informar de
su petición al ministro de Gobernación de un proyecto de Ley que concediera el
voto a las mujeres en paridad con los hombres. El proyecto de ley llegó a tener
entrada en la Cámara de los Diputados, aunque el texto fue tramitado al
Parlamento once años después de su solicitud,233 concretamente en 1919, y nueve
días más tarde fue propuesta una nueva enmienda pidiendo el voto en las elecciones
municipales para las mujeres mayores de edad, emancipadas y cabezas de familia,
que también fue rechazada.
En definitiva, la “cuestión femenina”, como se le bautizó después, estaba ya de
actualidad. El simple hecho de que existiera, fuera cual fuera la institución que
promoviese el debate, era ya importante y no solo se circunscribía al derecho al
voto, sino que, como vemos, se extendía a otras facetas de la lucha por la igualdad:
educación, trabajo, derechos civiles.
En este punto, habremos de recordar las palabras de Emilia Pardo Bazán en
relación a la situación de la mujer a finales del siglo XIX:
“La distancia social entre los dos sexos es hoy mayor que era en la España
antigua, porque el hombre ha ganado derechos y franquicias que la mujer no
comparte. [...] Cada nueva conquista del hombre en el terreno de las
libertades políticas, ahonda el abismo moral que le separa de la mujer, y hace
el papel de esta más pasivo y enigmático. Libertad de enseñanza, libertad de
cultos, derecho de reunión, sufragio, parlamentarismo, sirven para que media
sociedad (la masculina) gane fuerzas y actividades a expensas de la otra media
femenina. Hoy ninguna mujer de España —empezando por la que ocupa el
trono— goza de verdadera influencia política; y en otra cuestiones no menos
231 Scanlon, G. M., La polémica feminista…, op. cit., p. 156. Sastre y Lizárraga en su libro De
Madrid a Ginebra, advierten que no es este el resultado de la encuesta de ese año, sino de
otra posterior de 1920. Colombine publicó el resultado de la encuesta: Total de encuestas:
4962. ¿Debe concederse el voto a la mujer? No: 3640, Sí: 922. ¿Debe ser extensivo a todas
el sufragio? No: 815, Sí: 107. ¿Pueden ser elegibles? No: 68, Sí: 39. Cfr. Heraldo de Madrid,
25-11-1906, p. 1.
232 Colombine, “Femeninas. Nuestra indiferencia política”, Heraldo de Madrid, 22-3-1908, p.
2.
233 Fagoaga, C., La voz y el voto de las mujeres…, op. cit., p. 107.
146
234 Pardo Bazán, E., “La mujer española”, La España Moderna, Madrid, mayo 1890, pp. 101-
113. Editado por Gómez- Ferrer Morant, G., La mujer española y otros textos, Madrid,
Cátedra, 1999, p. 89.
235 Cfr. Aresti Esteban, N., “Pensamiento científico y género en el primer tercio del siglo
femeninas en ese año había sido que persistiesen algunos artículos injuriosos para las
mujeres, como el 237 que al declararlas inhábiles para cualquier cargo tutelar, las
equiparaba a los ladrones, estafadores, corruptores de menores y los penados que
extinguían condena. Ríos, B. de los, “Las mujeres españolas en 1926”, Abc, Madrid, 2-1-
1927, pp. 10-12.
237 González Blanco, E., La mujer según los diferentes aspectos de su espiritualidad, Madrid,
Reus, 1930.
238 Cfr. Novoa Santos, R., La indigencia espiritual del sexo femenino (Las pruebas anatómicas,
239 Gimeno de Flaquer, C., El problema feminista…, op. cit., pp. 15-16.
148
Afortunadamente, con el nuevo siglo esta creencia fue abandonada por los
científicos anglosajones y a ello contribuyó el éxito que alcanzó la mujer en
ámbitos antes vedados como el acceso a la educación universitaria y al trabajo. Esta
teoría dejó paso a otra más sofisticada, inspirada en Darwin, Herbert Spencer y
W.K. Brooks: la de menor variabilidad femenina. Ello significaba que el número de
mujeres geniales y subnormales era inferior al de hombres de estas características.
A finales del siglo XIX y principios del XX, incluso las feministas inglesas y
norteamericanas aceptaron esta teoría.
En España, estas tesis convivieron apoyándose unas a otras y así, Novoa Santos
afirmaba que el cerebro de la mujer “estaba entre el de las bestias y el del macho”,
por lo que su genialidad nunca podría compararse con la del hombre. Y afirmaba:
“La mujer, por muy sabia que sea, no puede llegar a adquirir un estado mental que
iguale al del hombre superior; es decir, que la hembra humana no puede pasar, a lo
sumo, de los linderos del talento, pero sin penetrar jamás en el jardín de la
genialidad”.241
Por último, la teoría de la degeneración de Benedict Moret sostenía que, a veces,
la naturaleza falla y produce individuos “anacrónicos”, individuos que nacen en un
momento que no es el que debería tocarles vivir. Los científicos españoles
definieron a las mujeres como seres atávicos y esta teoría fue esgrimida contra las
feministas, representándolas como seres degenerados.
Así pues, las mujeres, basándose en las propuestas de Novoa Santos, estaban
incapacitadas para la actividad intelectual, porque, en resumen, esta era
incompatible biológicamente con las labores de reproducción, aduciendo además
razones de tipo endocrinológicas.
De esta forma, a principios del siglo XX, el feminismo se considerada algo
exótico y las pretensiones de las feministas, ridículas, aunque el estatus del
problema varió en los años inmediatamente anteriores a la I Guerra Mundial. A
partir de ese momento, los científicos y médicos debían convencer a la mujer de la
240Nelken, M., La condición social de la mujer en España, Madrid, CVS, 1975, p. 62.
241Novoa Santos, R., La indigencia espiritual..., op. cit., p. 122. Cit. en Aresti Esteban, N.,
“Pensamiento científico…”, art. cit., p. 60.
149
En España, hubo de surgir, por tanto, una nueva teoría que fuera más acorde a la
situación de la postguerra. Esta fue esgrimida por Gregorio Marañón: las mujeres
podían desempeñar trabajos masculinos, pero no debían. Se trataba de la teoría de
la diferenciación sexual. Lo importante entonces era convencer a las mujeres de
que debían renunciar a la emancipación y nunca a la maternidad y al “cuidado de la
prole”. Patrick Geddes y J. Arthur Thomson, inspiradores de los supuestos de
Marañón, explicaron en su obra The evolution of sex en 1899, que el organismo
femenino era pasivo y conservador de energía, mientras que el masculino era activo
y consumidor. La distinta naturaleza de ambos era inalterable por causas históricas
y culturales. En definitiva, el hombre era progresivamente más masculino y la
mujer desarrollaba su feminidad a medida que la especie evolucionaba. La teoría de
la intersexualidad, inspirada en Weininger, también fue desarrollada por Marañón
y según esta, ambos sexos compartían caracteres masculinos y femeninos en origen,
y el predominio de unos u otros marcaban el sexo. El progreso se basaba en la
evolución de la diferenciación sexual: “ser hombres y mujeres en toda su plenitud”.
Obviamente el feminismo era retrógrado en sus planteamientos y contrario al
progreso de la especie. Marañón, en el prólogo a la obra de Carmen de Burgos
Seguí, Quiero vivir mi vida (1931), explicó que cuando una mujer actuaba de forma
242Cfr. González Blanco, E., La mujer según los diferentes aspectos…, op. cit. El sabotaje y la
locura a las que se refiere tienen que ver con el feminismo más “combativo” de algunas de
las sufragistas inglesas, que dieron con sus huesos en la cárcel.
150
masculina, era su componente viril el que actuaba contra el otro femenino: “cuando
una mujer quiere emanciparse, no es ella, sino el hombre que hay en ella el que
quiere emanciparse”.
Este argumento sirvió también para explicar los casos de mujeres científicas,
artistas, literatas, que constituían casos de patología sexual. La importancia y
divulgación de la teoría de la intersexualidad tuvo relación con el momento
histórico: el cambio en el modelo tradicional de mujer.
De cualquier forma, las teorías antifeministas de los más reaccionarios científicos
evolucionaron después de la Primera Guerra Mundial y, sin duda, debido a los
acontecimientos que demostraron que las mujeres eran tan aptas como los hombres
en el desempeño de labores antes catalogadas como masculinas. Se abandonó la
creencia de que la mujer era un ser enfermo, acogiendo la de que la mujer tenía una
misión muy concreta dentro de la sociedad y que no debía abandonarla bajo ningún
concepto.
Historia Moderna y Contemporánea, 5 (1984), pp. 37-55 y Capel Martínez, R. Mª, “Las
mujeres de la Matritense: un ejemplo de asociacionismo ilustrado”, Asparkía, 17 (2006), pp.
19-38.
245 Scanlon G. M., La polémica feminista…, op. cit., pp. 15 y ss.
246 Ibidem, p. 27.
247 El papel de la mujer soltera en la literatura del siglo XIX ha sido estudiado por Quiles
Faz, A., “Soltera tenía que ser…”, art. cit., pp. 185-201.
152
248 Martínez Sierra, G., Feminismo, feminidad, españolismo, Madrid, Renacimiento, 1917, p.
15.
249 El positivismo posterior defendía la idea del determinismo biológico y negaba dos de las
106 y ss.
153
que consigne todos vuestros derechos, y que así como os impone toda la
responsabilidad de un hombre, os dé la plenitud de su libertad”.253
Lo más relevante de estos esfuerzos es que, representaron el germen de una serie
de instituciones creadas con la firme intención de promover seriamente la
educación de la mujer, incluso a nivel profesional. Por otro lado, era la primera vez
que en España se creaban centros educativos privados fuera del influjo de la Iglesia
católica que paliaron la indiferencia estatal por la educación superior de la mujer.
En 1868, el ministro de Educación Ruiz Zorrilla había posibilitado, mediante
decreto, el acceso de la mujeres a las universidades, aunque no se dictaron
disposiciones especiales para ellas, pues no era bien visto por la opinión pública. Es
decir, constituyó un avance solo sobre el papel. Por otro lado, las mujeres que
estudiaban en las universidades solo recibían certificados de suficiencia y no títulos
oficiales que les capacitaran para ejercer sus carreras.254
El 1 de diciembre de 1869 se creó la Escuela de Institutrices 255 y al año siguiente,
el 1 de octubre de 1870, la Asociación para la Enseñanza de la Mujer. Esta nueva
institución tuvo “como objeto contribuir al fomento de la educación e instrucción
de la mujer y al mejoramiento de su condición social, en todas las esferas y
condiciones de la vida social”.256 Sus bases y reglamentos estarían vigentes hasta
1878, año en que se le agregó una Escuela de Comercio para Señoras. En 1881, la
Asociación absorbió a la Escuela de Institutrices, que pretendía ser el paso previo
para el ingreso de la mujer en las universidades, y en 1883 se fundó una Escuela de
Correos y Telégrafos. La fundación de las Escuelas de Correos y de Comercio,
surgieron ante la necesidad de enseñar otras profesiones distintas a las de
maestra.257 Y así, el ejemplo de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer cundió
también en provincias: Vitoria, Granada, Barcelona o Málaga.
relevaba a la única escuela superior que existía en Madrid, la Escuela Normal de Maestras,
fundada en 1858, cuya finalidad era formar a las perfectas mujeres de su casa. La alumna
Concepción Sáiz la definió como “organismo fosilizado”, donde los exámenes más duros
eran los de costura y bordado. En cambio, la Escuela de Institutrices ofrecía por primera
vez en sus programas de estudio nociones de Psicología, Historia Natural, Pedagogía y
Física. Cit. en Di Febo, G., “Orígenes del debate feminista…”, art. cit., pp. 62-63.
256 Jiménez-Landi Martínez, A., La Institución Libre de Enseñanza y su ambiente: los orígenes
Giner de los Ríos, Salmerón, Figuerola, Azcárate, Linares y Ruiz de Quevedo. Otros
mostraron su adhesión: Ruiz Zorrilla, Echegaray, Pi y Margall, Valera o Campoamor.
Colaboraron Concepción Arenal, Gabriel Rodríguez y Labra, rector de la Institución
durante treinta años, entre otros. Di Febo, G., “Orígenes del debate feminista…”, art. cit.,
p. 66.
156
263 Jiménez-Landi Martínez, A., La Institución Libre de Enseñanza…, op. cit., p. 376.
264 Pero también por su situación jurídica. Giner de los Ríos, en su obra Resumen de
Filosofía del Derecho, abogaba por un sistema jurídico en el que se garantizase la libertad
individual sin tener en cuenta razas, cultura o sexo. Y en cuanto al derecho al voto
femenino afirmaba: “Si el ejercicio, por ejemplo, de ciertas funciones profesionales políticas
parece más adecuada a la naturaleza del varón, sería difícil hallar razón para negar a toda
mujer el voto electoral”. Giner de los Ríos, F., Resumen de Filosofía del Derecho, XIV, p. 179.
Cit. en Di Febo, G., “Orígenes del debate feminista…”, art. cit., p. 75.
265 Pardo Bazán, E., La mujer española. Madrid, Editora Nacional, 1981, p. 92. Cfr. Gómez-
Ferrer Morant, G., “La imagen de la mujer en la novela de la Restauración: hacia el mundo
del trabajo”, en VV. AA., Mujer y sociedad en España. (1700-1975), Madrid, Ministerio de
Cultura, 1982, pp. 151-173.
157
266 Labra, R. Mª “Los resultados del Congreso Pedagógico de 1892”, B.I.L.E. nº 412 (31 de
julio de 1894), p. 212.
267 Scanlon, G. M., La polémica feminista…, op. cit., p. 56.
268 Mangini, S., “Resistencia a la memoria y memorias de la Resistencia”, Duoda. Revista
de M. Minuesa de los Ríos, 1917, pp. 478-481. Citado en Vázquez Ramil, R., La Institución
Libre de Enseñanza y la educación de la mujer en España: La Residencia de Señoritas (1915-
1936) (tesis doctoral), Universidad de Santiago, 1989, p. 148.
158
También estudió en Marburgo (1912-1913) gracias a una beca concedida por la Junta de
Ampliación de Estudios. Se incorporó en 1914 al área de Filosofía Contemporánea de la
Sección de Filosofía del Centro de Estudios Históricos bajo la dirección de Ortega y
Gasset. Viajó por toda Europa para conocer los nuevos métodos de enseñanza. Además fue
traductora, conferenciante, articulista, dirigió el Instituto Escuela y de la Residencia de
Señoritas (1915-1936) y presidió el Lyceum Club en 1926. Cfr. Sánchez-Gey Venegas, J.,
“Voces silenciadas en los foros de la UIMP”, en Mujeres con voz. Voces desde el silencio,
Universidad Internacional Menéndez Pelayo, 2010, pp. 161-177.
274 Mangini, S., “Resistencia…”, art. cit., p. 102.
159
275 Nelken, M., La condición social…, op. cit., pp. 45, 49 y 52.
276 Aresti Esteban, N., “El ángel del hogar…”, art. cit., pp. 363-394.
277 Scanlon, G. M., La polémica feminista…, op. cit. pp. 61-62.
160
278 A este respecto, llaman la atención las palabras de Juan Valera, que a pesar de ser
Escritoras españolas del siglo XIX. Manual bio-bibliográfico, Madrid, Castalia, 1991.
281 Sobre los pseudónimos de las escritoras españolas, véase Simón Palmer, M.C., “La
ocultación de la propia personalidad en las escritoras del siglo XIX”, en Actas del IX
Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, Neumeister, S. (ed.), Berlín, Verveuert
Verlag, 1989, Tomo II, pp. 91-97. La escritora y periodista María Luz Morales se refería
así a los pseudónimos, tan habituales en los periodistas de la época: “Es grato hablar desde
detrás de la cortina, y en la sombra hacer que rían y lloren y se muevan a plena luz los
muñecos de nuestra fantasía… Ellos piensan por nosotros en voz alta ante el espectador -
llámese lector en este caso- que no ve el hilo misterioso que los guía; y así el autor, borrada
la propia personalidad bajo la gasa más o menos transparente del pseudónimo, dispone y
maneja a su antojo ese hilo invisible, sutil, de simpatía, que va del que escribe al que lee, y
vuelve luego del que lee al que escribe”, Cit. en Servén, C., “La labor de María Luz
Morales en El Hogar y la Moda (1921-1936)”, en En prensa. Escritoras y periodistas en España
(1900-1939), Bernard, M. e Rota, I., (eds.), Bergamo University Press, 2010, p. 91.
282 En 1919, el sueldo de una telegrafista era de 62,50 pesetas al mes, inferior al de
desarrolló hasta bien entrado el siglo XX, en parte gracias a la labor de mujeres
como Isabel Oyarzábal.
La mejora de las condiciones de las obreras industriales fue un proceso lento.
Aunque la industria española recibió un importante impulso como consecuencia de
la Primera Guerra Mundial, los salarios nunca estuvieron a la altura de los
beneficios que se obtenían y la situación empeoró con el rápido aumento de precios.
Ello unido a la escasez de alimentos provocó numerosas protestas de mujeres en
varias ciudades españolas.283
El aumento de la población obrera en el siglo XIX había empujado a las clases
altas a desarrollar un espíritu filantrópico, cuyo mayor adalid fue la aristocracia,
que intentaba mejorar sus condiciones de vida, pero siempre desde un punto de
vista paternalista y caritativo: las clases más pobres, lo eran por mandato divino y,
por tanto, resultaba inútil cualquier intento de mejora. Mientras las mujeres de
clases medias pugnaban por el derecho a la educación y la independencia económica,
las mujeres obreras lo hacían por una legislación protectora que las amparase ante
el capitalismo.
A las mujeres de la clase obrera les estaban destinados los trabajos de escasa
cualificación en industrias textiles, fábricas de conservas, en los talleres de
hojalatería, en las minas, en las fábricas de tabacos, en la carga y descarga de
buques… Trabajos escasamente valorados, de largas jornadas y todos ellos
perniciosos para la salud.284
La primera Ley Laboral establecida en España que legislaba el trabajo de
mujeres y niños data del 13 de marzo de 1900. Su objetivo era proteger los
derechos de los últimos de la ferocidad del capitalismo y pretendía evitar el
descenso de las tasas de natalidad y la mejora de la especie, como defendían la
Medicina y el pensamiento de la época. Así, el artículo nº 9 de la Ley permitía una
“baja por maternidad” hasta las tres semanas posteriores al alumbramiento,
reservándose su puesto, aunque sin remuneración salarial, por lo que en la práctica,
la ley era incumplida por las propias trabajadoras.285 También se establecía en la
Ley el permiso de lactancia de una hora al día, dividida entre la mañana y la tarde
sin que se pudiera descontar del jornal, aunque esta medida se veía dificultada por
el hecho de que muchas obreras cobraban a destajo,286 y el descanso semanal para
las obreras en domingos y festivos. Posteriormente, la Ley de 8 de enero de 1907
amplió el periodo de puerperio y establecía la posibilidad de conceder vacaciones
remuneradas a partir del octavo mes de embarazo. El 26 de junio de 1902, un Real
Decreto regulaba la jornada laboral de mujeres y niños en establecimientos
industriales y mercantiles, establecida para estas “medias fuerzas”, como se les
llamaba, en once horas diarias. Por su parte, el Real Decreto de 25 de enero de
1908 legislaba la prohibición total o parcial a los niños menores de 16 años y a las
mujeres menores de 23 por su peligrosidad o insalubridad en la industria, con
riesgo de intoxicación o lesión, incendio o explosión, emanaciones tóxicas, etc. Con
posterioridad, la Ley de 11 de julio de 1912 prohibió el trabajo nocturno para las
mujeres; asunto controvertido pues, de un lado, convenía a los intereses
empresariales por el ahorro nocturno de energía y los reducidos salarios que se
pagaba a las mujeres y, por otro, contaba con la desaprobación de las propias
obreras, pues el estipendio nocturno les convenía más económicamente. Finalmente
fue posponiéndose su aplicación hasta 1920, y la Ley de la Silla del 17 de febrero de
1912 estableció la obligatoriedad de proporcionar asientos a las mujeres que
trabajaban en tiendas y almacenes. Los Reales Decretos del 23 de abril de 1919 y
de 25 de enero de 1920 redujeron la jornada laboral a ocho horas para ambos sexos.
En definitiva, a pesar del incipiente desarrollo de una legislación laboral
propicia para la mujer a finales del siglo XIX y primeros años del siglo XX, en
cuya elaboración, sin embargo, no intervino en absoluto, en la práctica estaba
garantizado su incumplimiento, pues la Inspección de Trabajo no se creó hasta
1907 y aún tardó algunos años más en contar con medios suficientes. A este
respecto afirmaba Margarita Nelken: “El día que se consiga que las modistas
tengan una jornada que no sobrepase ocho o nueve horas y que una maestra de
taller no pueda despedir a una oficiala por mero capricho, el feminismo español
habrá progresado más que con todos los escritos y todas las proclamas”.287
Si bien hemos apuntado algunas de las trabas jurídicas que impedían a la mujer
ser ciudadana de pleno derecho, analizaremos ahora más pormenorizadamente la
legislación que la consideraba menor de edad en cualquier circunstancia.
286 Ibidem, p. 8.
287 Nelken M., La condición social…, op. cit., p. 160.
163
288En esta época ya se habían producido importantes cambios en los códigos de países. Así,
en Francia, la Ley de 1884 decretaba la igualdad de ambos sexos para la obtención del
divorcio; las leyes de 1880, 1886 y 1889 eximían a la mujer de la autorización del marido
para invertir en la Banca y en las Cajas de Ahorro. En Inglaterra, la Ley de 1870 concedía
el derecho de propiedad de la dote y la posesión y administración del dinero ganado o
recibido en dotación; la Ley de 1882 establecía el derecho de la mujer a contratar. En los
Estados Unidos, a finales de siglo, el movimiento sufragista había obtenido el derecho al
voto en los estados de Wyoming, Idaho, Utah y Washington. Cfr. Di Febo, G., “Orígenes
del debate…”, art. cit., p. 77.
164
encontraba el adulterio de la mujer en todo caso, y el del marido, tan solo cuando
resultara escándalo público o menosprecio de la mujer. De la misma manera, el
Código Penal de 1870 establecía que se castigaría en cualquier caso el adulterio de
la esposa -yacimiento con varón distinto de su esposo- y del marido cuando
“notoriamente tuviese manceba fuera del domicilio conyugal”. El mismo Código
establecía que si el marido asesinaba a la esposa adúltera o a su amante, al ser
sorprendido sería castigado con el destierro de 6 meses a 6 años, sin embargo, en el
caso de la mujer, el asesinato del marido era considerado parricidio y, por ello, la
sentencia era prisión perpetua. En el caso de una maternidad fuera del matrimonio
la ley protegía al supuesto padre.
Aún en 1919 en España la situación de inferioridad legal de la mujer respecto del
hombre se extendía hasta los 25 años:
“Mientras una francesa o una alemana se encuentran a los 21 años
completamente libres, una española queda bajo tutela hasta los 23, y según
dispone el artículo 321, no puede hasta los 25 años, nada menos, dejar la casa
paterna sin licencia del padre o de la madre en cuya compañía vivan, como no
sea para tomar estado, o cuando el padre o la madre hayan contraído ulteriores
bodas”.289
Tal era la situación de la mujer hacia 1915, época en que Isabel Oyarzábal se
implicó en el asociacionismo femenino de principios del siglo XX y si tenemos en
cuenta las palabras de Antonina Rodrigo, su entrega ardorosa al trabajo tuvo que
ver con el desengaño del que fue objeto por causa del adulterio de su marido. Si
bien cronológicamente el episodio de infidelidad que narra la autora es posterior a
la fecha en la que afirma que un grupo de mujeres estaba trabajando en pro de los
derechos femeninos, no debe ser muy posterior. Recordemos que, en pleno
desarrollo de la Primera Guerra Mundial, se produjo en España un importante
avance en la organización de grupos feministas que abogaban por la prosecución de
sus derechos. En el ámbito personal también la guerra afectó a nuestra autora, tal
como reflejaba en su autobiografía:
“El influjo del extranjero también afectó a nuestro grupo. Los escritores
españoles que habían estado viviendo en algunos de los países en guerra,
muchos de los cuales habían contraído matrimonio con mujeres extranjeras,
regresaron a la seguridad de su tierra natal. Una duradera amistad surgió
entre algunas de estas mujeres y yo. Trudy Graa, esposa de Luis Araquistain,
y su hermana Luisi, que más tarde se convertiría en la señora de Alvarez del
Vayo, fueron quizá las que más se acercaron a mi corazón. Eran como dos
hermanas pequeñas para mí.
Llevábamos tres años en guerra. Mi hermano pequeño, José, se alistó como
voluntario para ir al frente, aumentando, así, mis temores. Mi madre estaba
todavía en América. Estaba impaciente por venir y visitarnos, sin embargo, la
convencimos para que se esperase, por miedo a una guerra submarina. Además
Anita e Inés estaban estudiando y esperando graduarse en la universidad y
Ricardo, ahora ingeniero civil, estaba en Cuba. Sentía que estaban a salvo al
otro lado del océano” (p. 70).
La propia autora nos daba las pautas de la situación que se vivió en España
durante la guerra. Como afirmaba Isabel, “el gobierno consiguió mantener al país
166
1917.
292 Ponce Marrero, F. J., “La neutralidad española durante la Primera Guerra Mundial:
293 Martínez Gutiérrez, J., Exiliadas. Escritoras, Guerra Civil…, op. cit., p. 157.
294 No se tienen datos concretos, aunque Matilde Eiroa calcula que se produjo alrededor de
1912 o 1913. Eiroa San Francisco, M., Isabel de Palencia. Diplomacia, periodismo y militancia
al servicio de la República, Málaga, Universidad, 2014, p. 103.
168
Estos hechos hicieron que sus posiciones ideológicas, ante la vida y la sociedad
que le circundaba, se fueran afianzando y adoptara una posición activa en relación a
sus ideas políticas. Poco a poco, su compromiso político-social iba forjándose.
La huelga de 1917 fue la consecuencia de una importante crisis social, producto
de los desequilibrios económicos que polarizaron a la burguesía y proletariado. Por
otro lado, la situación política tampoco era nada halagüeña. La monarquía, como
sistema de gobierno, tenía muchos detractores y el pueblo no se veía representado
en los gobiernos, que se alternaban en el poder. La crisis española de 1917 ocasionó
la desarticulación orgánica del Estado absolutista español. 295 Tras el
encarecimiento del coste de la vida en un 37,5 por ciento, los representantes de los
partidos obreros firmaron un manifiesto con el fin de avisar de una convocatoria de
huelga general ilimitada para obligar a las “clases dominantes a aquellos cambios
Lacomba, J. A., Tuñón, M., de Riquer, B. y Fortes, J., “La huelga de 1917”, Cuadernos de
295
297 El episodio que cambió su vida es el referido a la infidelidad del marido. No podemos
asegurar a ciencia cierta si, como se ha escrito, esto provocó que la autora se volcara en su
labor intelectual y su vida pública, pero, de hecho, su actividad se multiplicó en esta época.
Ella misma afirmaba: “Me sumergí de lleno en mi trabajo. Era el único modo de olvidar o
al menos de no pensar. Los acontecimientos a mi alrededor me ayudaron” (p. 81).
174
Hasta esa fecha y desde 1913, fecha en la que Oyarzábal se involucró en la lucha
de una manera más activa, el camino había estado lleno de numerosos obstáculos
que estas mujeres tuvieron que superar. Ya vimos las distintas teorías que alejaban
a la mujer de la normalidad biológica, psicológica e intelectual. María Lejárraga, en
boca de su marido, Gregorio Martínez Sierra y en su obra Feminismo, feminidad y
españolismo, desmitificaba la imagen que la opinión pública pudiera tener sobre la
mujer feminista, que había sido acusada de querer acabar con la familia y a la que se
imputaban todos los vicios posibles: “El feminismo quiere sencillamente que las
mujeres alcancen la plenitud de su vida, es decir, que tengan los mismos derechos y
los mismos deberes que los hombres, que gobiernen el mundo a medias con ellos,
ya que a medias lo pueblan, y que en perfecta colaboración procuren su felicidad
propia y mutua y el perfeccionamiento de la raza humana”.298
Por otro lado, en caso de existir un feminismo, solo se toleraba uno que fuera
profundamente cristiano y nacional, lo que era apoyado por asociaciones femeninas
cristianas.299
Las mujeres implicadas en la reivindicación feminista y, en general, la opinión
pública tenían la percepción de que las sufragistas no estaban unidas y reclamaban
su organización. En 1917, Consuelo González Ramos, de sobrenombre, Celsia Regis,
habló por primera vez de la necesidad de creación de una asociación femenina, que
aunase los esfuerzos de todas las activistas, la Asociación Nacional de Mujeres
Españolas (ANME). Justo después, en abril de 1918, se materializaron estas
aspiraciones con la creación de la Liga Española para el Progreso de la Mujer. En
efecto, la Liga reunió a mujeres de todas las asociaciones feministas españolas.300
Una de las primeras acciones de la Liga consintió en elevar al Congreso y al
Senado, el 5 de noviembre de 1918, la petición de rectificación o supresión de
aquellos artículos del Código Civil que colocaran a la mujer en inferioridad
respecto al hombre, aunque su principal objetivo fue la consecución del voto. La
Liga, con motivo de la presentación de proyecto de Ley Electoral promovido por
Burgos Mazo, mandó una circular a los diputados de izquierdas para que el voto
femenino fuera reconocido sin limitaciones.301
302 Cfr. Moral Vargas, M. del, “El Grupo Femenino Socialista de Madrid (1906-1914).
Pioneras de las acción colectiva femenina”, Cuadernos de Historia Contemporánea, 27 (2005),
pp. 247-269 y Acción colectiva femenina en Madrid (1909-1931), Universidad de Santiago de
Compostela, 2012.
303 Ibidem, p. 123. No sería la única vez que participaría en los actos de la Agrupación
Femenina Socialista, como lo mostraba la reseña del Heraldo de Madrid, 2-4-1926, p. 5, que
daba cuenta de su intervención en la celebración del aniversario de esta entidad y de la
Juventud Socialista madrileña o en la del mismo diario el 22-4-1926, p. 5, donde señalaba
que tomó parte en un acto para solicitar a los poderes públicos la investigación de la
paternidad.
304 La Moda Práctica, Madrid, 5-12-1919, p. 2.
176
305 María Espinosa de los Monteros (1875-1946) fue una malagueña perteneciente a la
clase burguesa, trabajadora (representaba a la compañía de máquinas de escribir Yost) y
divorciada. Aunque su nombre fue unido a la ANME hasta 1936, a partir de 1924 se
desvinculó de su dirección. También presidió el Consejo Supremo Feminista, dirigido
posteriormente por Isabel Oyarzábal. Como presidenta de la ANME, promovió la campaña
pro derechos civiles de la mujer. En 1920, promovió la formación de la Juventud
Universitaria Feminista (JUF) y en 1934 del partido político Acción Política Feminista
Independiente (AFPI). Fagoaga, C., La voz y el voto…, op. cit., pp. 127 y ss.
306 Ibidem, pp. 127 y ss.
177
307 El “Manifiesto” concluía: “Compatriotas no asociadas aún: por honor nacional, por
virtud social que diría la gran Concepción Arenal, por vuestra misma dignidad, venid a
engrosar las filas de nuestra Asociación. Necesitamos de vuestro concurso intelectual,
moral y económico; necesitamos crear la fuerza del número; necesitamos mantener el
crédito ante el mundo civilizado”. Cfr. Quiles Faz, A., Mujer, voto…, op. cit., p. 300 y Sastre,
J. e Lizárraga, I., De Madrid a Ginebra…, op. cit., pp. 129-133.
308 Sastre, J.e Lizárraga, I., De Madrid a Ginebra…, op. cit., p. 131.
309 Fagoaga, C., La voz y el voto…, op. cit., p. 132.
310 Asas Manterola, B., “La mujer y la paz”, La Libertad, Madrid, 13-8-1928, p. 6.
178
311 Sastre, J. e Lizárraga, I, De Madrid a Ginebra…, op. cit., pp. 137 y ss.
312 Ibidem, p. 113.
179
313 O. de Palencia E., “Spain. A Woman Suffrage Bill to Be Introduced”, Jus Suffragii,
316 “El feminismo. Es preciso evitar el pseudo españolismo”, La Tribuna, Madrid, 24-2-
1920, p. 9.
317 Donato, M., “La vida femenina. Contestación”, La Tribuna, Madrid, 26-2-1920, p. 7.
182
318 Galindo, B., “Impresiones del Congreso de Ginebra”, España, Madrid, 26-6-1920, p. 6.
319 María Espinosa de los Monteros, quien finalmente no acudió al Congreso.
183
320 El artículo referido fue el publicado en “Vida femenina. El octavo Congreso de la IWSA.
Antes del Congreso”, La Tribuna, Madrid, 22-6-1920, p. 8.
321 La Carta Internacional de la Mujer, Carta de la Mujer o Programa de los Derechos de
la Mujer, se redactó, a petición de Holanda y recogió en sus 12 artículos los derechos más
importantes para la igualdad de los sexos, reivindicaciones que años más tarde se
recogerían en documentos internacionales. Quiles Faz, A., Mujer, voto…, op. cit., p. 305.
184
Véase también, Galindo, B., “Impresiones del Congreso de Ginebra”, España, Madrid, 26-
6-1920, p. 6.
322 “Comentarios al Congreso de Ginebra”, El Sol, Madrid, 16-6-1920, p. 5; “Comentarios
1-7-1920, p. 2.
185
324 En la crónica no hacía mención del otro grupo español, el Consejo Nacional de Mujeres
que también había asistido al Congreso, producto de la rivalidad entre ambas agrupaciones.
325 Véase como muestra el artículo: “El feminismo en Inglaterra. Psicología de las
25-6-1920, p. 4. Cit. en Aguilera, J. e Lizárraga, I., De Madrid…, op. cit., pp. 358-359.
187
337 “Carmen becomes a citizen”, The North American Review, Boston, 226-2 (1928), pp. 183-
188.
338 Es la fecha que apuntaba Benita Asas Manterola como comienzo del feminismo en
6. Actividad periodística
La propia Isabel Oyarzábal se refería al periodismo femenino en su época,
actividad que aún no contaba con muchas profesionales, pero sí con algunas de las
más destacadas intelectuales y escritoras. Así, nuestra autora nombraba a Salomé
Núñez Topete, Colombine, María de Perales, María de Echarri y Margarita Nelken,
sosteniendo que de todos los campos de la actividad femenina ninguno estaba tan
en consonancia con las “aptitudes y dones especiales de la mujer como el del
periodismo”, por su espíritu observador, intuición y fantasía, condiciones esenciales
para ejercer el oficio. 341 Oyarzábal recordaba en el mismo artículo cómo había
evolucionado el contenido editorial rubricado por mujeres, que había evolucionado
desde los artículos de moda, recetas y labores a posturas más comprometidas
ideológicamente, produciendo crónicas de más amplios intereses e informaciones de
carácter educativo, artístico y, principalmente, social.342
6.1. El Día
La labor periodística de Isabel Oyarzábal había comenzado con la publicación de
la revista La Dama desde 1907 hasta 1911, como ha quedado ya expuesto, pero el
desempeño de esta labor se convirtió en una de las más constantes y exitosas de la
autora a lo largo de su vida. Con posterioridad a esa fecha, fue corresponsal de la
agencia de noticias londinense Laffan News Bureau 343 y de la publicación The
Standard, trabajos supusieron un aprendizaje para la autora:
“Indudablemente le debí mucho a mi nuevo trabajo, pues gracias a él, empecé
a entender por primera vez lo que era España realmente, cómo y dónde estaba
en relación con el resto del mundo y, sobre todo, qué nuevos progresos iban a
tener lugar dentro de sus fronteras” (p. 43).
341 Galindo, B., “Presente y porvenir de la mujer en España. La periodista”, El Día, Madrid,
14-4-1917, p. 5. Cfr. Quiles Faz, A., “Isabel Oyarzábal: Periodismo feminista”,
http://riuma.uma.es/xmlui/bitstream/handle/10630/9898/Conf.%20Oyarz%C3%A1bal.
%20Riuma.pdf?sequence=1. Las cualidades y características de la periodista habían sido
notadas ya por Emilia Pardo Bazán y Consuelo Álvarez Pool, Violeta, y también aludieron
a ellas, Margarita Nelken o Carmen de Burgos, Colombine. Cfr. Quiles Faz, A., “Isabel
Oyarzábal: una voz feminista en la prensa”, Espéculo, 2014 (en prensa).
342 Véase Eiroa San Francisco, M., “Espacio para mujeres en El Sol de Urgoiti y Ortega: las
Madrid (1908-1916) que había sido fundado por Camilo Hurtado de Amézaga. En esta
segunda época su presentación fue modernizada, incorporando la fotografía, hecho del que
daban cuenta los artículos de Isabel Oyarzábal Esta segunda andadura acabó en enero de
1920 y fue dirigida por Francisco Gómez Hidalgo. De tendencia monárquica y liberal
moderada, colaboraron en él Miguel de Unamuno, Emilia Pardo Bazán, José Francos
Rodríguez, Margarita Nelken, José Ortega Munilla, José Ortega y Gasset y Ramón
Gómez de la Serna, entre otros. Quiles Faz, A., Ibidem, p. 38.
348 Galindo, B., “Presente y porvenir de la mujer en España. La periodista”, El Día, Madrid,
14-4-1917, p. 5. Véase Quiles Faz, A., “El porvenir de la mujer española…”, art. cit., pp.
34-49.
197
artículos pretendía “estudiar los medios de que hoy por hoy dispone la mujer de
nuestra patria para labrarse, en los casos en que sea necesario, un porvenir
independiente o para encauzar su actividad intelectual”.349 Su prioridad era dar a
conocer desde la prensa los medios al alcance de la mujer para lograr la
independencia económica y la mejora de su educación.350
Valga como ejemplo de esta postura, la primera de sus participaciones en El Día,
que fue una entrevista titulada “Audiencia con S.M. la reina” y en el que la
periodista abordaba el tema de la mujer con la soberana. Esta se sorprendía del
escaso desarrollo del trabajo femenino de la mujer de la clase media, afirmando que
era más feliz la mujer que tenía independencia económica. La reina también
abogaba por una educación más amplia y terminaba aseverando que la prensa podía
tener un papel importante en la difusión de estas ideas. 351 Si bien el tono del
artículo era amable con la soberana, en su biografía expresaba la idea que los
ciudadanos españoles tenían sobre ella: “La Reina Victoria de España, con su rígida
esquivez, ciertamente fue incapaz de hacer mella en la indiferencia de los españoles,
aun suponiendo que hubieran estado dispuestos a aceptarla desde un punto de vista
político” (p. 65).
349 Galindo, B., “Presente y porvenir de la mujer en España”. La esposa”. El Día, Madrid, 4-
6-1917, p. 1.
350 Quiles Faz. A., “El porvenir de la mujer…”, art. cit., p. 39 y “Mujer y prensa: artículos
El Día, Madrid, 5-12-1916, p. 1. En los primeros años de oficio, Isabel Oyarzábal utilizó un
pseudónimo, hecho común en las periodistas de la época, que en su caso fue el de Beatriz
Galindo, nombre de la preceptora de la reina Isabel de Castilla. “Salamanca era el lugar de
nacimiento de Beatriz Galindo, la institutriz de la Reina Isabel la Católica y una genial
erudita del latín. Yo había usado su nombre como pseudónimo para alguno de mis
artículos, así que los miembros del Ateneo de Salamanca pensaron que sería interesante
para mí, dar una conferencia desde la misma silla que la verdadera Beatriz Galindo había
acostumbrado a ocupar” (p. 72).
198
telegrafista” y “La mecanógrafa”), sin olvidar los sanitarios (“La enfermera”, “La
doctora en Medicina”) y el magisterio (“La alumna de la Escuela de Estudios
Superiores de Magisterio). Desde las páginas del diario también denunció las
injusticias de las trabajadoras de la clase obrera (“La sirvienta”), situaciones
anacrónicas (“La señora de compañía”) e instó a las trabajadoras a sindicarse (“Las
modistas deben asociarse”).352
Oyarzábal abogaba por la formación en todas las facetas de la vida y destacaba en
sus artículos la posibilidad de otorgar la independencia económica a la mujer que
ofrecían los empleos que describía, a la vez que revelaba las dificultades de algunas
de esas ocupaciones. Así, el 23 de diciembre de 1916 dedicó su sección a las actrices,
alabando la labor del Real Conservatorio de Música y Declamación y aprovechando
también para criticar, de manera soslayada, la situación del teatro español de ese
momento:
“[…] pero también lo es que los teatros de entonces no estaban como los de
hoy, casi todos encomendados a personas cuyo fin principal es el negocio;
había siempre en ellos un director de escena competente; y él con sus
enseñanzas suplía en lo posible las que debió recibir el artista en los primeros
años de su vida…”353
La autora lamentaba las dificultades materiales que tenían los profesores del
Conservatorio para llevar a cabo su labor, mientras que auguraba mucho más
provechoso el porvenir de aquellas actrices que poseyeran conocimientos de la
historia del teatro. La autora aportaba también los sueldos de las actrices, que tras
la primera temporada de prueba, partían de cinco o seis pesetas diarias y
alcanzaban rápidamente diez, quince y hasta veinticinco. La primera actriz podía
ganar ocho, diez o doce duros y la estrella dramática, veinticinco o treinta.354
El 29 de diciembre de 1916, publicó en su sección el artículo “La bibliotecaria”,
ensalzando el caso de la primera archivera de la Biblioteca Nacional y doctora en
Historia que, por encima de otros aspirantes masculinos, había obtenido un puesto
en tan importante institución.355 Por otra parte, el artículo del 13 de enero de 1917
352 Quiles Faz, A., “El porvenir de la mujer…”, art. cit., p. 40.
353 Galindo, B., “Presente y porvenir de la mujer en España. Las actrices”, El Día, Madrid,
23-12-1916, p. 1.
354 Ibidem, p. 1.
355 Galindo, B., “Presente y porvenir de la mujer en España. La bibliotecaria”, El Día,
Madrid, 29-12-1916, p. 1.
199
16-1-1917, p. 6. Posteriormente y sobre este tema, escribió Isabel Oyarzábal: “La nueva
institución de ‘Las enfermeras a domicilio’. Una obra humanitaria que debe realizarse
pronto”, en el diario El Sol, 10-5-1919, p. 2, en el que ponía de manifiesto la necesidad de
poner en marcha este servicio con el fin de mejorar la asistencia a los enfermos más pobres
y la enseñanza de prácticas de higiene; “De la falta de asistencia técnica en los Institutos de
Beneficencia. Cómo en América del Norte, las enfermeras profesionales colaboran con las
Hermanas de la Caridad”, El Sol, Madrid, 9-7-1918, p. 2, Además, sobre la importancia de
las enfermeras profesionales frente a las monjas escribió también en las páginas de El Sol
su artículo “De la falta de asistencia técnica en los Institutos de Beneficencia. Cómo en
América del Norte, las enfermeras profesionales colaboran con las Hermanas de la
200
Caridad”, El Sol, Madrid, 9-7-1918, p. 2. Cfr. Quiles Faz, A., Mujer, voto…, op. cit., pp. 190-
192 y 143-146.
358 Galindo, B., “Presente y porvenir de la mujer en España. La Residencia de Estudiantes”,
Día, Madrid, 15-3- 1917, p. 6. Recordemos cómo en su autobiografía exponía, por ejemplo,
los usos arcaicos y supersticiosos que rodeaban el momento del parto.
202
362 Oyarzábal aludía varias veces en su biografía a esta figura muy común en la España de
la época.
363 Galindo, B., “Presente y porvenir de la mujer en España. La señora de compañía”, El Día,
Madrid, 29-3-1917, p. 6.
203
El mismo periódico daba cuenta al día siguiente, con una foto y un escueto pie de
foto, de la celebración durante la jornada anterior de una conferencia a cargo de
Beatriz Galindo en el Centro Instructivo Iberoamericano de Cultura Femenina.365
Y precisamente sobre esta institución trataba el artículo de la autora del día 6 de
mayo. En él defendía que las mujeres dedicadas exclusivamente a las labores del
hogar también necesitaban una preparación para llevar con éxito “el timón de su
casa”, objetivo que se había propuesto el Centro Iberoamericano de Cultura
Popular.366 Por otra parte, el día 4 de junio, el tema de la sección fue la esposa, y en
este texto la autora aclaraba que tras analizar los medios que tenía la mujer para
labrarse un porvenir independiente o encauzar una actividad intelectual, solo le
restaba considerar el lugar que ocupaba en el mundo y la preparación que recibía la
mujer para desempeñar su labor como aliada del hombre y como colaboradora de
su obra social. También apuntaba la importancia que se le daba en nuestro país,
más que en otros, al matrimonio como ocupación primordial de la mujer:
“Las cabecitas inconscientes de las niñas se ven repletas de los
conocimientos más varios, más frívolos y más inútiles; saben cuando ya son
mujercitas cuanto deben hacer para agradar, para atraer, para sugestionar a
los hombres y despertar su admiración y su deseo; pero no lo que deben hacer
para merecer su confianza y su amistad -que también el sentimiento de la
amistad debe existir en el matrimonio-, y así ocurre que pasados los primeros
meses de luna de miel, la esposa se entrega en absoluto a sus pequeños
quehaceres, a sus visitas, a su inapreciable e inalterable placer de publicar su
ascenso a la dignidad de esposa, y el marido se dedica a su trabajo y a su
364 Galindo, B., “Presente y porvenir de la mujer en España. La periodista”, El Día, Madrid,
14-4-1917, p. 5.
365 Galindo, B., “La conferencia de anoche”, El Día, Madrid, 15-4-1917, p. 1.
366 Galindo, B., “Presente y porvenir de la mujer en España. Centro Ibero-Americano de
368 Galindo, B., “Presente y porvenir de la mujer en España. La madre”, El Día, Madrid, 24-
6-1917, p. 4.
369 Galindo, B., “La mujer y el hogar. Elección de la vivienda, su orientación, situación y
“La mujer colonizadora” fue el título del artículo fechado el 23 de julio de 1917 y
en él analizaba el fenómeno de la emigración, que suponía para España una
verdadera “sangría humana”. Centraba su reflexión no en la cantidad de emigrados,
sino en su calidad. En otros países europeos, a diferencia del nuestro, aquellos que
emigraban eran “obreros técnicos y muchachos de las clases medias” y ponía el
ejemplo de Inglaterra. En esta situación, se hacía primordial la labor de la mujer
que acompañaba al hombre. Terminaba el artículo recordando que no era necesario
que los jóvenes emigrasen al Nuevo Mundo, Marruecos o incluso, zonas de España
que se hallaban deshabitadas, podían ser destinos propicios para labrarse una nueva
vida.370
Las protagonistas del artículo del 5 de agosto fueron las modistas.371 Este oficio
era el preferido para las mujeres de la clase obrera, pero a pesar de ser una
ocupación que podía considerarse superior a otras, escondía largas jornadas de
trabajo en talleres infectos, bajo luz artificial y como recompensa recibían un
sueldo miserable. La autora recorría todas las ocupaciones que podían desempeñar
las modistas en su carrera y los exiguos sueldos que cobraban, deteniéndose
también en aquellas que trabajaban en sus casas para las firmas de ropa y que
tenían, si cabe, unas peores condiciones de vida. Para la autora, eran las mujeres
que compraban en esas firmas las que deberían mirar por el bienestar de las que
confeccionaban sus ropas. En las grandes capitales de los países extranjeros se
habían organizado asociaciones de señoras que se comprometían a no comprar
prendas que no hubieran sido fabricadas por mujeres convenientemente
remuneradas. Por otro lado quería que las modistas reclamasen mejoras, tal como
ocurriera en París, en donde se logró la jornada de trabajo de 8 horas. Pero, para
lograr dichas mejoras era indispensable la unión de todas las integrantes del
gremio.372
La de la sirvienta fue la figura en la que se centró Isabel Oyarzábal en su artículo
del 28 de agosto de 1917 y lo presentaba como la ocupación más sufrida y
susceptible de mejoras de todas cuantas pudiera realizar la mujer. A pesar de que
370 Galindo, B., “Presente y porvenir de la mujer en España. La mujer colonizadora”, El Día,
Madrid, 23-7-1917, p. 2.
371 Sobre el trabajo de las modistas, véase Aguado, A. y Ramos, Mª D., La modernización de
España (1917-1939). Cultura y vida cotidiana, Madrid, Síntesis, 2002, pp. 131-142.
372 Galindo, B., “Presente y porvenir de la mujer en España. Las modistas deben asociarse”,
El Día, Madrid, 5-8-1917, p. 2. Véase también el artículo “A favor de la obrera del arte
textil”, El Sol, Madrid, 24-3-1919, p. 3. Cfr. Quiles Faz, A., Mujer, voto…, op. cit., pp. 165-
166.
207
6.2. El Sol
El nuevo reto periodístico y su consagración como escritora le llegaron a Isabel
Oyarzábal desde las páginas del periódico El Sol de Madrid. Este rotativo fue
fundado el 1 de diciembre de 1917 por Nicolás María de Urgoiti y fue clausurado al
final de la Guerra Civil. 375 En palabras de la autora, el diario era de ideología
373 Galindo, B., “Presente porvenir de la mujer en España. La sirvienta”, El Día, Madrid,
28-8-1917, p. 1. Los estatutos de la ANME, fundada un año después por María Espinosa
de los Monteros establecían entre otras necesidades, la mejora de salario de las mujeres
obreras “para evitar la explotación de que son objeto”. Cfr. Fagoaga, C., La voz y el voto de
las mujeres…, op. cit., p. 132.
374 Galindo, B., “Las mujeres y la moda. Los vestidos estrechos”, El Día, Madrid, 16-9-1917,
p. 3 y “La mujer y la casa. Del modo de distribuir, ventilar y calentar las piezas de la nueva
vivienda”, El Día, Madrid, 25-10-1917, p. 4.
375 Fue considerado en su momento uno de los mejores periódicos de Europa y el mejor de
España. Estaba formado por doce páginas de gran formato sin información taurina ni
lotería y con muy poca información de sucesos, por lo que se le tachó de intelectual y
elitista, e iba dirigido a un público de burgueses liberales cultivados. Su plantilla de
redactores estuvo dirigida hasta 1918 por Félix Lorenzo y después, hasta 1922, por
208
fue publicado el 3-12-1917 y el último, “A orillas del Sena. Madame Gabrielle Reval”, el 4-
2-1921. Vid. Eiroa San Francisco, M., Isabel de Palencia…, op. cit., p. 82. Según Eiroa
algunos de estos artículos fueron firmados con el pseudónimo Lisette: véanse, por ejemplo,
“La toilettes, la higiene, el masaje general, los baños, las duchas (6-11-1919, p. 2), “De la
higiene y la toilettes. El cuidado de los pies antes de acostarse” (30-12-1919, p. 4) o “El
cuidado de la garganta” (29-1-1920, p. 2), artículos a los que seguía el epígrafe “Nuestra
estafeta”, sección a la que las lectoras enviaban sus consultas de belleza.
209
todos los reportajes sobre las nuevas obras, supuestamente, tenían que
aparecer publicados en la edición de la mañana, así que tenía que escribir mi
columna inmediatamente después de salir del teatro. Raramente me acostaba
antes de las tres o las cuatro de la mañana” (p. 72).
378 Cfr. Quiles Faz, A., “Mujer y prensa: artículos periodísticos…”, art. cit, pp. 197 y ss.
379 Quiles Faz, A., Mujer, voto…, op. cit., p. 19.
210
380 Isabel Oyarzábal militó activamente en la Liga por la Paz y la Libertad, formando parte
del comité directivo. Este organismo fue fundado en Madrid en 1929 para trabajar por la
aplicación de los principios incorporados al pacto de la Sociedad de Naciones. Cfr. Luz,
Madrid, 26-11-1932, p. 7. Además su preocupación por la paz se hizo evidente, como se
verá, en diversos artículos periodísticos, su participación en la Liga de Naciones a partir de
1931, y en la organización Mujeres contra la Guerra y el Fascismo en 1933.
211
381 Colombine también había analizado el papel de las mujeres en la guerra desde las páginas
del Heraldo de Madrid. Quiles Faz, A., Mujer, voto…, op. cit., p. 289.
212
Otro de los artículos que se hacía eco de la reivindicación femenina era el titulado
“Las manifestaciones femeninas” (21-1-1918, p. 2), que escribió con motivo de las
manifestaciones femeninas en las ciudades de Valencia, Barcelona y Málaga por la
imposibilidad de acceder a los artículos de primera necesidad debido a su carestía y
exhortaba a todas las mujeres a unirse a la protesta:383
“Y no podemos por menos de admirar su valor y su energía; lo triste, lo
lamentable, es que no se vea secundada la justificada actitud de la obrera por
mujeres de otras y más elevadas esferas. Debieran prestarle inmediato y
práctico apoyo las que pertenecen a la clase media, porque a ellas también
atañe, y en grado sumo, la escasez y la carestía de las subsistencias, y las de la
clase rica y aristocrática, para quienes no es una cuestión de tanta monta un
382 Recordemos que Isabel Oyarzábal fue representante del gobierno de España en la OIT,
delegada del Comité contra la Esclavitud ante la Asamblea de Naciones e Inspectora de
Trabajo.
383 Debido a la I Guerra Mundial, como denunciaba Oyarzábal en su autobiografía, se
produjo un incremento en los precios entre un 40% y un 60%. En Málaga, por ejemplo, las
manifestaciones, que se saldaron en aquella ocasión con cuatro mujeres muertas y varios
heridos, se sucedían desde enero de 1918, por la carestía del pan. Vid. Quiles Faz, A., Mujer,
voto…, op. cit., pp. 77-79, 267-268.
213
mayor o menor dispendio, por solidaridad, por humanidad, hasta por caridad
cristiana”.
En esta línea, la autora se convirtió en la voz que se alzaba para denunciar las
penosas situaciones laborales de algunas profesiones. Así, en el artículo “A favor de
la obrera textil” (24-3-1919, p. 3) señalaba la insalubridad del trabajo en las
fábricas textiles y la necesidad de mejora de las condiciones laborales, tal como se
había hecho en otros países, a la vez que se congratulaba de la defensa que los
obreros hacían de sus compañeras:385
les perjudicaba, al ser menores los salarios y peores las condiciones. Por otro lado, la falta
de organización de las obreras favorecía a los industriales y su participación en los
sindicatos hacían muy difícil la mejora de sus condiciones laborales. Los talleres textiles
carecían de las condiciones mínimas de salubridad, con poca iluminación, insuficientemente
ventiladas y las obreras tenían que soportar largas horas en ese ambiente, adoptando
posturas forzadas, inhalando sustancias poco saludables, lo cual les producían afecciones
tales como problemas pulmonares, pérdidas de visión, sarna o desequilibrios nerviosos. En
marzo de 1919, el Comité de la Federación Nacional del Arte Textil y Fabril en España
presentó a la patronal sus propuestas de mejora incluyendo la equiparación de todas las
condiciones para las trabajadoras y acabando así con la competencia industrial entre
214
“Al fin parece que llega a España un eco del clamor universal a favor de la
mujer obrera. Al fin, el hombre de las clases proletarias, que desdeñó y olvidó
los derechos de su compañera en el trabajo, hasta tal punto que ni como arma
política, y hubiéralo sido de indudable fuerza, supo aprovechar las aspiraciones
y los ideales de la mujer, parece que se apresta a luchar por ella. ¿Obedece tal
decisión a un sincero espíritu de altruismo, a una comprensión de los fatales
resultados que para la salud y fuerza de la raza supone el que la mujer siga
trabajando en tan nefastas condiciones como hasta aquí? No lo sabemos.
Tan absoluto y feroz ha sido el egoísmo del hombre, en este terreno, que no
faltará quien atribuya tan inesperado cambio y desacostumbrada defensa a
intereses sindicalistas y de clases, quizás también a miedo de las consecuencias
que para el obrero puedan derivarse de seguir trabajando la mujer en
condiciones que tanto favorecen a los grandes industriales. A un despertar, en
fin, del hombre a los peligros de la competencia femenina. Imposible es saberlo,
mas poco o nada importa, ya que el movimiento en sí es justo y ha de poner
coto a la explotación indigna de que ha sido y sigue siendo víctima la mujer
obrera en nuestra patria.
No dejará, por lo demás, de arraigar a su tiempo, entre nosotros, la
convicción de que la protección a la mujer es no sólo el reconocimiento de un
derecho presente, sino la previsión, el afianzamiento del porvenir del Estado.
[…] De momento solo hemos de expresar la satisfacción que en nosotros
produce la petición formulada por los obreros del arte textil para que sean
limitadas las horas de trabajo de la mujer, petición que deberán hacer suya y
apoyar incondicionalmente toda mujer individual y cuantos grupos,
asociaciones y entidades feministas existen en España”.
trabajadores y trabajadoras. Cfr. Quiles Faz, A., Mujer, voto…, op. cit., pp. 165-166 y 300-
301.
215
donde la mortandad de los niños allí recluidos había sido denunciada ese mismo
año, y que era regentada por las Hermanas de la Caridad que, si bien dispensaban
cuidados abnegados y asiduos, no podían suplir la carencia de conocimientos
pediátricos, por lo que se hacía indispensable formar un cuerpo de enfermería que
atendiera estos establecimientos.386
Sobre la educación de la mujer y sus avances escribió “La bachillera” (29-6-1919,
p. 4), donde publicó sus elocuentes reflexiones acerca de los progresos en lo que se
refería a la enseñanza de la mujer, que harían en años futuros igualar los derechos
de hombres y mujeres:
“Desde hace algunos años también figuran, entre las filas de esa juventud
que ya ve en nosotros a la generación pretérita, algunas muchachitas, algunas
niñas cuya educación más amplia que la que hasta aquí disfrutó la mujer,
igualándolas culturalmente al hombre, afianzará en España, como ocurrió en
otros países, los primeros e inseguros esfuerzos de las precursoras del
feminismo.
Fue costumbre en el mundo, y sigue siéndolo muy general, por desgracia, en
nuestra patria, el dar a la mujer una educación inferior al hombre. Nada de
bachilleratos ni de estudios superiores; leer, escribir, bordar y tocar el piano
con algunas rudimentarias nociones de historia y geografía, considerábase
como preparación más que suficiente para una lucha que cada vez se hace más
tenaz y difícil. Y la mujer sufrió plenamente las consecuencias de tan
disparatado sistema: como que es uno de los motivos, quizás el único
trascendental, del atraso que sufre la cuestión feminista en España.
La igualdad de educación para ambos sexos fue casi siempre la base y
fundamento de la consecución de una igualdad de derechos.
En Inglaterra, país en donde quizás haya luchado con mayor tesón que en
otro alguno el sexo débil, no hubo movimiento feminista, propiamente dicho,
en tanto, y merced a la iniciativa de la reina que por entonces ocupaba el
Trono británico, no se dio a la mujer una educación adecuada a su alta misión.
[…]
Pensando en ello, aplaudimos la actitud y la decisión de las que, prescindiendo
de todo miramiento y convencionalismo, han dado el primer paso definitivo
387 El artículo daba cuenta de las instituciones que habían nacido durante el siglo XIX en
Inglaterra con el fin de educar a la mujer. Isabel Oyarzábal tenía conocimiento directo de
las aspiraciones feministas en Inglaterra, pues había conocido a Eunice Murray o Charlotte
Despard. Cfr. Quiles Faz, A., Mujer, voto…, op. cit., pp. 199-201, 310-311. Sobre la
trascendencia de la educación de la mujer para la consecución de sus derechos había escrito
algunos artículos en El Día: “La alumna de la Escuela de Estudios Superiores del
Magisterio” (14-2-1917, p. 6) o “La Residencia de Estudiantes” (29-1-1917, p. 6). En El Sol
abordó el tema de la educación de la mujer en otros artículos como “De la enseñanza.
Aprendamos de Ceylán” (28-12-1917, p. 2), “Lo que lee la mujer” (22-2-1918, p. 2), “Curso
elemental de Maternología y Puericultura” (16-3-1918, p. 2), “Biblioteca femenina” (11-5-
1918, p. 2), “De la cultura y educación de la mujer en España” (31-3-1919, p. 6).
388 El curso se llevó a cabo en el Instituto Internacional, de la calle Miguel Ángel, 8 de la
capital, fundado por Alice Gordon Gulick y se dedicó a la educación de las hijas de la
burguesía católica liberal ofreciendo enseñanzas diversas como bachillerato, magisterio,
música e inglés. Estuvo en contacto con la Institución Libre de Enseñanza y se convirtió
en uno de los centros educativos más importantes de Madrid. María de Maeztu formó
parte del profesorado del Instituto Internacional y fue nombrada doctora honoris causa por
el Smith College, centro del que procedía la profesora Louisa Cheever, quien impartía el
curso, que se celebró desde el 3 de noviembre de 1919 al 2 de junio de 1920. Quiles Faz, A.
Mujer, voto…, op. cit., pp. 219-222 y 320-321.
217
389 “Las mujeres. La necesidad de una gran revista”, El Sol, Madrid, 18-2-1918, p. 2.
390 Cfr. Quiles Faz, A., Mujer, voto…, op. cit., p. 26.
391 “Biblioteca femenina”, El Sol, Madrid, 11-5-1918, p. 2.
392 Cfr. Quiles Faz, A., “Mujer y prensa…”, art. cit., p. 191.
393 Sobre la visión de la mujer soltera en la literatura, véase Quiles Faz, A., “Soltera tenía
que ser: una imagen…”, art. cit., pp. 185-201. Oyarzábal ya había tratado este tema en “La
señora de compañía”, El Día, Madrid, 29-3-1917, p. 6, y lamentaba la situación de estas
mujeres en su autobiografía, Cfr. Oyarzábal de Palencia, I., I must have…, op. cit., p. 38.
218
miras, la mujer había limitado su interés al terreno del hogar, empujada por el
hombre, privándose así de lo que es más bello a la existencia humana.394
Sobre la situación legal de la mujer y los nuevos planteamientos acerca del
matrimonio versaba el artículo titulado “Una nueva obra feminista” (13-7-1919, p.
4) en el que reseñaba una obra titulada Adulterio de Manuel Góngora Echenique
quien, según la propia autora, “diseccionaba” el contrato matrimonial. La autora
resaltaba que, con obras como esta, parecía que los hombres se hacían eco de la
necesidad de revisar la situación de la mujer. El libro analizaba la institución
matrimonial y proponía la implantación del divorcio, la investigación de la
paternidad y el reconocimiento de los hijos adulterinos, la supresión del artículo
438 del Código Penal, 395 la reforma del artículo 140 del Código Civil sobre las
causas de nulidad matrimonial y la total equiparación del adulterio de la mujer al
del hombre. La autora aclaraba que varios de estos puntos eran también
reivindicados por la Asociación Nacional de Mujeres Españolas, a la que
pertenecía.396
Que el colectivo femenino se había concienciado sobre la necesidad de reivindicar
sus derechos, lo demuestra el artículo “Las grandes figuras del feminismo español.
Centenario de Concepción Arenal” (9-1-1920, p. 2) publicado con motivo del
centenario de su nacimiento. La autora se lamentaba de que, desde las instituciones
no se hubiera prestado la atención que merecía el recordatorio de una figura de tal
394 El artículo al que se refería la autora era el titulado “El rey de España”, que había sido
publicado el 5 de marzo de ese año en el Daily Mail y El Sol de Madrid, donde Filson
Young, conocido escritor y periodista inglés, había destacado la simpatía del monarca en
un país donde “esta cualidad es más corriente entre los hombres que entre las mujeres”. Cfr.
Quiles Faz, A., Mujer, voto…, op. cit., pp. 118-120, 284.
395 Este artículo establecía la pena de destierro para el marido que, habiendo sorprendido a
Código Penal en caso de adulterio, Cfr. Aguilera, J. e Lizárraga, I., De Madrid a…, op. cit., p.
131. A este respecto, véanse también Hernández, C., “La historia social en el aula: el
divorcio matrimonial, entre el rechazo y la solidaridad (siglos XVIII-XIX)”, Clío, 39 (2013)
http://clio.rediris.es/n39/articulos/historiasocial/MonHernandez.pdf y Becerril Ruiz, D.,
“La percepción social del divorcio en España” Revista Española de Investigaciones Sociológicas,
123 (2008), pp. 187-189. El debate sobre el divorcio fue también planteado por Colombine
desde las páginas de El Diario Universal, en el que publicó una encuesta sobre el divorcio
en 1904 y por Violeta, Consuelo Álvarez Pool, en las páginas de El País en artículos como:
“¡Despertemos!” (18-9-1904, p. 3), “Crónica del divorcio” (18-10-1904, p. 1), “El divorcio se
impone” (5-11-1905, p. 1), “Adúlteros y adúlteras” (21-12-1909, p. 1), “Plumazos” (13-4-
1914, p. 3), “Asesinas honradas” (11-6-1914, p. 3).
219
El voto, aseguraba, era “la garantía por la que eran defendidos los intereses de los
que colaboran con el desarrollo nacional y, ejerciendo este derecho, se hacía
responsable y acreedora de la misma consideración que los hombres”. 398 Una
397 Las peticiones para que se celebrara un homenaje nacional a Concepción Arenal se
sucedieron a lo largo de 1919 y 1920, año del centenario. La más notoria fue la de J.
Francos Rodríguez, diputado demócrata que presentó una proposición de ley para ello,
pero que quedó en el olvido. Sin embargo, se realizaron varios actos de distinta índole por
toda España, incluyendo conferencias, reedición de sus obras, inauguración de escuelas y
calles con su nombre y actividades en presidios. Cfr. Quiles Faz, A., Mujer, voto…, op. cit.,
pp. 215-217 y 319-320.
398 “¿El voto de las mujeres? ¿Quién solicita tal dislate? Porque veamos lo que representa
el voto. Es, sin duda, la expresión con que el ciudadano marca su interés en el gobierno del
país a que pertenece. La mujer forma parte de ese país y tiene también interés en que esté
bien regido y sea justo, noble y progresivo. Así, de repente, sabiendo lo que significa el
220
segunda parte de este artículo es el titulado “El sufragio femenino II. Por lo que
debe votar la mujer” (20-12-1917, p. 2) y en él explicaba la razón por la que la
mujer debía ejercer el derecho al voto: la elección de los representantes del pueblo
que defiendan a la mujer y al niño, al tiempo que enunciaba las necesidades que
acuciaban a estos dos colectivos y que constituían la “bandera del movimiento
feminista”: la legalización del trabajo femenino y el final del “sweated labour”-
trabajo domiciliario realizado por mujeres en condiciones de explotación, por
ejemplo, las costureras-, la reglamentación del trabajo fabril y homologación de la
retribución con los hombres, así como ayudas a la mujer embarazada o lactante,399
implantación del derecho al divorcio en algunos casos, sobre todo cuando fuera
necesario preservar los derechos de los hijos, abolición de la prostitución, 400
“reconocimiento del poder maternal”, oposición al alcoholismo e implantación de
leyes que protegieran a los niños expósitos. A estas peticiones se podían sumar
otras relacionadas con la mujer y el niño, tales como como la creación de asilos
para ancianas y niños o jardines de infancia.
En el artículo “El sufragio femenino en España mediante la reforma de la Ley
Electoral” (27-9-1919, p. 2) Beatriz Galindo reflexionaba acerca de la reforma de la
voto, no se concibe por qué ha de negársele a la mujer. El voto político, ¿es para que la
vida municipal y la provincial y la del Estado se realicen con justicia, orden, moralidad y
progreso? Indudablemente; pues si en ello, de ello y para ello ha de participar la mujer, su
derecho a votar es indiscutible”. Cfr. Francos Rodríguez, J., La mujer y la política…, op. cit.,
p. 199.
399 El trabajo domiciliario era “más conveniente” para la mujer que el del taller, pero la
realidad es que las jornadas laborales en el domicilio eran interminables y el jornal muy
escaso. Así por ejemplo, en Valencia en 1914 se abonaban 1’50 pesetas por la confección de
una docena de camisas en 28 horas de trabajo. En cuanto al trabajo en las fábricas, el jornal
femenino era aproximadamente la mitad del masculino. La ley de 13 de marzo de 1900
había otorgado a la mujer un descanso de tres semanas tras el parto y una hora de
lactancia y en 1930 se implantó el seguro obligatorio de maternidad que daba a la mujer
seis semanas de descanso tras el parto y asistencia médica gratuita. Cfr. Quiles Faz, A.,
Mujer, voto…, op. cit., pp. 258-260.
400 Isabel Oyarzábal tuvo un papel muy activo en el campo del abolicionismo. Disertó sobre
el tema en varios círculos, como lo muestran las reseñas de prensa de la época. Así, el
Heraldo de Madrid, 23-2-1924, p. 6, anunciaba un mitin de la Sociedad Española de
Abolicionismo en el teatro Eslava, que se celebraría al día siguiente y en el que tomaría la
palabra junto con Victoria Kent o María Martínez Sierra. Al año siguiente, el mismo
periódico, el 14-2-1925, p. 4, reseñaba la presidencia de un acto abolicionista por parte de
Oyarzábal en el que: “Se defendió la conclusión de los congresos de Roma y Ginebra: Debe
autorizarse la investigación de la paternidad, disponiendo que el procedimiento pueda
iniciarse antes del nacimiento del niño, o bien en época posterior bien por la madre, por el
Estado u otro cualquier tutor del niño o este mismo al llegar a la mayor edad”. De nuevo,
el Heraldo de Madrid (22-3-1930, p. 2), anunciaba la conferencia de la autora en la Sociedad
Española de Abolicionismo y en el Teatro Reina Victoria a las once de la mañana.
221
Este y otros artículos ponían de manifiesto que Isabel Oyarzábal era partidaria de
la idea, que también sostuvieron otras intelectuales como Margarita Nelken,402 de
que la mujer aún no estaba preparada para ejercer su derecho al voto, pero por otro
colectividad luchar por ahora en España, contra el voto femenino; pero para que ese voto
sea posible un día, para que la mujer, en España como en cualquier otro país, adquiera
conciencia de su personalidad y de su verdadera dignidad, es preciso y urgente que cuantos
se preocupan, no ya de feminismo, sino de progreso, trabajen porque cesen leyes inicuas y
grotescas, que hacen de la española, no un ser europeo sino un ser retrasado y, a la fuerza,
confinado en su atraso. Nelken M., La condición social…, op. cit., pp. 176-177.
222
lado, era imprescindible que pudiera hacerlo para inculcar en ella “el sentido de
obligaciones cívicas intransferibles”.403
El asociacionismo femenino también fue referido por la autora en otra serie de
artículos. El primero, “Asociación Nacional de Mujeres Españolas de Acción
Feminista Política-Económica-Social” (9-2-1919, p. 10), daba cuenta de la
fundación de una de las asociaciones más importantes que hubo en España, la
ANME. En palabras de la autora nacía para “resolver cuanto antes los problemas
más apremiantes de la mujer obrera y otros de aspecto jurídico y cultural” que
afectaban a todas las mujeres y, para ello apelaba a su colaboración.404
“El próximo Congreso de feminismo” (1-12-1919, p. 10), inició una serie de seis
artículos sobre el VIII Congreso de la Alianza Internacional para el Sufragio de la
Mujer. En este artículo incidía en la idea de que muchos de los gobiernos
involucrados en la I Guerra Mundial no habían reconocido el importante papel de
la mujer durante la conflagración, destacando el ejemplo de Francia que ni siquiera
había aprobado el sufragio femenino, pero, sin embargo, advertía de la necesidad de
proseguir en el empeño:
“[…] Íntimamente unidas en el ansia común las feministas de todos los
países se preparan a emprender la lucha preparando al contingente femenino
de otros países para la ampliación de su misión en el mundo, que exigen las
nuevas circunstancias de nuestro vivir, e incluyendo en sus filas a las que hasta
ahora se mantuvieron alejadas de las corrientes modernas y civilizadas,
España quedó en este, como en otros tantos problemas, al margen de la lucha;
pero felizmente, ya no será así; para lo que al feminismo se refiere quedará
bien pronto incorporada al movimiento universal, al movimiento feminista
culto, desprendido, cuya finalidad es poner a la mujer en condiciones de vida
que favorezcan su desarrollo intelectual y afiancen la paz y la prosperidad del
mundo.
Se desea vivamente que el próximo Congreso de Feminismo se celebre en
España, y a esta ferviente aspiración de las mujeres españolas ha respondido
403 Muchas voces se alzaron para opinar que la mujer aún no estaba capacitada para ejercer
el derecho al voto, tal es el caso de Margarita Nelken, quien así lo expresó en una
conferencia en la Casa del Pueblo. A favor, se posicionaron otras, como la de J. Francos
Rodríguez. En cualquier caso, si el proyecto de ley de Burgos y Mazo hubiese prosperado
las mujeres habrían votado en una jornada distinta a la de los hombres y así se hubieran
analizado las posiciones ideológicas de electores y electoras, aclarando las dudas al
respecto. Cfr. Quiles Faz, A., Mujer, voto…, op. cit., pp. 313- 314.
404 En el manifiesto fundacional se llamaba a todas las mujeres a participar, pues
405 Paulina Luisi Janicki, médica, profesora y activista feminista fue la única representante
oficial de los países latinos en el Congreso. Cfr. Quiles Faz., A., Mujer, voto…, op. cit., p. 323.
406 La Carta de la Mujer fue redactada a petición de Holanda y recogía los derechos más
407 El Congreso Supremo Feminista se fundó en noviembre de 1919, presidido por María
Espinosa de los Monteros, Benita Asas Manterola e Isabel Oyarzábal en los que se
integraron: la ANME, La Liga Española para el Progreso de la Mujer, la Sociedad
Concepción Arenal de Valencia, La Mujer del Porvenir y la Sociedad Progresiva Femenina
de Barcelona. En noviembre de 1919, se había fundado el Consejo Nacional de Mujeres
Españolas, presidido por la Marquesa de Ter. Aguilera, J. e Lizárraga, I., De Madrid a…,
op. cit., Icaria, Barcelona, 2010, pp. 159-160.
408 Estos y otros artículos se hallan recopilados en Quiles Faz. A., Mujer, voto,… op. cit.
225
tarde la dirección del periódico eliminó la página por discrepancias acerca de los
contenidos.409
Con estos textos Isabel Oyarzábal se convirtió en punta de lanza de la lucha
feminista y en la representación de la mujer que intentaba romper con el papel
establecido para ella en la época, al desafiar al poder patriarcal.410
El artículo “El Club para señoras. La mujer y la vida moderna” (28-11-1926, pp.
111-114), hablaba del recién inaugurado Lyceum Club, del que la autora aseguraba
409Eiroa San Francisco, M., Isabel de Palencia…, op. cit., pp. 81-82.
410Quiles Faz, A., “Periodismo y mujer: Isabel Oyarzábal y El Sol de Madrid (1917-1919)”,
en VV. AA., Patrimonio literario andaluz II, Málaga, Universidad y Unicaja, 2008, pp. 111-
132.
226
era “punto de convergencia de muchos ideales” y vaticinaba el final del “ángel del
hogar”, afirmando que el transcurso del tiempo había propiciado que la mujer
saliera del “sagrado hogar”, para lo que se había inaugurado el club madrileño.
Posteriormente y siguiendo con su dedicación a la mujer de clase media, dedicó el
artículo “Los problemas de la vida moderna. Cooperativas maternales” (25-12-1927,
pp. 99-101) a reivindicar, por ejemplo, un salario para el ama de casa. Debido a las
dificultades que tenía la mujer para solventar los problemas cotidianos afirmaba:
“La vida moderna, asaz complicada de suyo para la mayoría de los mortales,
ofrece problemas de solución dificilísima para la mujer de clase media, madre
de familia. Resulta muy cómodo clamar, como lo hacen algunos moralistas,
contra el egoísmo de las mujeres de educación esmerada, que en número
creciente, se niegan a contraer matrimonio y a constituir una familia, so
pretexto de que se hallan desprovistas de fuerzas con que llevar a cabo,
debidamente, las tareas anejas al cumplimiento de su misión”.
Al tiempo que criticaba a aquellos que afirmaban que la mujer no poseía “fuerza
creadora”. En el artículo “La mujer en el arte. Las grandes intérpretes de la danza”
(25-9-1927, pp. 94-95), Oyarzábal hacía un recorrido por las grandes bailarinas y
destacaba a Angna Enters o a Antonia Mercé, La Argentina, quien acompañó a la
autora en alguna de sus conferencias, de quien decía era “sin duda alguna la
danzarina más sensible y de más depurado y vigoroso estilo de esta época”. El
grado de excelencia alcanzado por estas y otras mujeres lo habían conseguido, “no
solo por la perfección estética con que realizó su labor, sino por la fuerza espiritual
411 Mateos Ruiz, M. L., “Isabel Oyarzábal de Palencia y sus artículos en Blanco y Negro
(1925-1928)”, en Jiménez Tomé, M. J. e Gallego Rodríguez, I. (coords.), Escritoras españolas
e hispanoamericanas en el exilio, Universidad de Málaga, 2005, pp. 205-218.
228
En otros artículos relacionaba la moda con el arte, como en el titulado “El pintor
de la moda. El indumento femenino visto por Gavarni” y en él se cuestionaba:
“¿Quién hubiera podido sospechar que de aquellas delicadísimas criaturas
que hicieron de la debilidad una fuerza, impulsando a los hombres a temerarias
empresas sin más que una mirada de súplica o una sonrisa prometedora,
229
En “El arte y el verano. El sombrero femenino, visto por el pintor” (4-7-1926, pp.
107-108) la autora hacía un recorrido por los distintos modelos de sombreros de
distintas épocas a través de la pintura, en el que contraponía la costumbre francesa
de llevar sombrero a partir del siglo XVIII y la española de la mantilla o el manto,
reflejada en las pinturas de Goya. En el artículo “En el centro del arte de la moda.
Los grandes modistos de París” (17-7-1927, pp. 95-100) la autora hacía alarde de
su conocimiento sobre la moda parisina, así como de los grandes modistos de la
capital francesa. En “La mujer y su indumento. El siglo del uniforme” (27-11-1927,
pp. 94-97) destacaba la importancia del indumento como reflejo de las costumbres
y del sentir de una época y afirmaba que la mujer había vivido siempre al socaire de
los “convencionalismos impuestos por las costumbres” ya que no le “era permitido
al sexo débil elegir su indumento”. Afortunadamente la moda se transformaba en
consonancia con los logros que la mujer conseguía y, alertaba del peligro de la
uniformidad y de la pérdida de la coquetería, en una sociedad en la que el individuo
se veía absorbido por la colectividad. Y por último se lamentaba: “si la implacable
tendencia niveladora borrara las diferencias que nos separan socialmente, podría
darse por bien empleado; pero estas subsisten y subsistirán largo tiempo…”
En “De la moda. Su importancia como elemento industrial” (19-9-1926, pp. 109-
111) el tema fue tratado desde la perspectiva mercantil, que unía industrias de todo
el mundo y que tenía una gran repercusión en otras muchas actividades económicas.
Curiosamente ponía como ejemplo el caso del abandono del corsé:
“El desuso del corsé, por ejemplo, ha llevado a la ruina a los
confeccionadores de dicho artefacto, siendo innumerables las compañías
dedicadas a la manufactura de ballenas y confección de corsés que se han visto
arrastradas al más completo desastre en poco tiempo, porque en este campo de
la indumentaria femenina, como, por supuesto, en todos los de la industria
humana, cada elemento forma eslabón en una interminable cadena de valores,
a los que afecta la más leve tensión producida en aquella”.
“El pintor de la moda. El indumento femenino visto por Gavarni”, Blanco y Negro,
412
Con el título “La Eva moderna y el derecho a la belleza” (20-10-1929, pp. 96-98),
defendía la autora el deporte como forma de desarrollar la salud y la belleza con el
fin de mejorar la raza. El derecho a la belleza se hallaba incluido en los que eran
patrimonio del ser humano, pues “la belleza no es más que la expresión de una
salud perfecta, unida a la higiene y al buen gusto”, para terminar: “el deporte y la
higiene son los instrumentos con que la Humanidad está borrando las diferencias
de casta que antes separaban a unos seres de otros, y la Eva moderna se aprovecha
de ellos para reclamar los privilegios que antes se le negaban.
En el artículo “Indumentaria femenina. El traje de la bachillera” (16-5-1926, pp.
111-112) la autora reivindicaba el tipo de la bachillera, valorando el uso de un traje
especial para las ocasiones en las que las jóvenes y los jóvenes americanos
conseguían su grado de bachiller, como distintivo y muestra de orgullo.
También siguiendo su gusto por el arte popular, pero en este caso por la danza,
escribió “Los orígenes del baile moderno. La inspiración de una raza desaparecida”.
(5-12-1926, pp. 95-96) en el que defendía, además, a la raza afroamericana
afirmando:
“Ahora bien, convendría que los creadores de emoción de la gran República
se dieran cuenta de que la inspiración más fecunda se halla soterrada en el
alma del pueblo y que América no logrará poseer una música propia en tanto
no sepa nutrirse plenamente del arte popular de los negros y del de los pieles
rojas, creadores también de un bellísimo concepto del ritmo y del sonido”.
Atenta siempre al contraste entre las distintas sociedades que conocía en sus
viajes, escribió “La Florida. La Riviera norteamericana” (2-9-1928, pp. 51-52) en el
que la autora aplaudía la cualidad americana de aprovechar cualquier ventaja que
les fuese ofrecida y lamentaba que la ciudad de Málaga, que tenía cualidades
mejores que las de Florida, no estuviera explotada tal como lo estaba el estado
americano, lo que quizá se debiera a las distintas formas de concebir la vida en
España y Norteamérica. Precisamente, a partir de sus viajes a América entre 1923
y 1924, 413 escribió una serie de crónicas tituladas “Impresiones de un viaje a
413 En este viaje se reencontró con su madre y sus hermanas Inés y Ana e impartió
414Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith (Inventario núm. 687, Registro 1812),
Archivo Nacional de Cataluña.
233
415 Asociación católica fundada en 1908 por María Piedad de Arana Iturribaría, marquesa
de Unzá del Valle, compuesta en su mayoría por damas de la aristocracia y que tenían
como objetivo fundamental desterrar la inmoralidad en las costumbres. Cfr. Quiles Faz, A.,
“El oficio de escribir…”, art. cit., pp. 155-179.
416 “El Lyceum Club Femenino no quiere la lucha con ninguna otra asociación”, Heraldo de
Madrid, 21-9-1927, p. 1.
417 El cambio en las formas indumentarias femeninas constituían una señal del cambio que
falta de pudor! ¡Qué rotunda condenación del desnudo! Y muchas veces, ¡qué
repugnante hipocresía en torno a todo ello!” […] “No es preciso ser muy
psicóloga para saber que, a la larga, el desnudo apagará la sensualidad del
hombre y que la mujer tendrá que apelar a otros medios, no físicos, sino
espirituales, para atraerle. ¿Será este el motivo, la razón fundamental, de la
cruzada contra el desnudo que se entabla en todas aquellas esferas en donde
conviene que la mujer no desarrolle su inteligencia para que jamás logre
manumitirse de ciertas tutelas?”
419 Quiles Faz, A., “El oficio de escribir…”, art. cit., pp. 167-168.
236
420 Quiles Faz, A., “El oficio de escribir…”, art. cit., pp. 168-169.
421 “América del Norte erige templos a la velocidad”, Heraldo de Madrid, 24-3-1928, p. 1.
237
422 Quiles Faz, A., “El oficio de escribir…”, art. cit., p. 173.
423 Quiles Faz, A., “El oficio de escribir…”, art. cit., pp. 176-178.
238
424 La Esfera, Madrid, 14-5-1921, p. 17; 21-5-1921, p. 20; 28-5-1921, p. 21; 11-6-1921, p. 19.
239
425 O. de Palencia, I., “El valor de una iniciativa” La Esfera, Madrid, 15-10-1921, p. 13.
426 Galindo, B., “A propósito de una nuevo libro de la Sociedad Histórica del Estado de
Florida”, La Correspondencia de España, Madrid, 20-6-1924, p. 4.
427 En el Archivo Nacional de Cataluña se conservan dos documentos a este respecto, una
autorización para dirigir telegramas con tarifa especial como corresponsal española del
Daily Herald fechada 1 de marzo de 1930 y otro documento como corresponsal de prensa
extranjera del 7 de febrero de 1936. Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith (Inventario
núm. 687, Registro 1812), Archivo Nacional de Cataluña.
240
428 Eiroa San Francisco, M., Isabel de Palencia…, op. cit., pp. 93-94.
429 Cultura Integral y Femenina comenzó a publicarse el 15 de enero de 1933 hasta 15 de
julio de 1936. No se trataba de una revista típicamente femenina, en ella destacaba su
reivindicación de los derechos y libertades y del reconocimiento de la independencia y
valor de la mujer. A pesar de que el comité editorial estaba compuesto por mujeres, los
colaboradores eran fundamentalmente hombres, exceptuando la de Marie Curie. Se
proponía llenar un vacío editorial, tratando asuntos que desterraran la ignorancia en la
mujer, tratando asuntos médicos y científicos, políticos y sociales. Cfr. Rota, I., “Apuntes
sobre Cultura Integral y Femenina (1933-1934)”, En prensa. Escritoras y periodistas en España
(1900-1939), Bernard, M. e Rota, I., (eds.), Bergamo University Press, 2010, pp. 135-157.
430 Eiroa San Francisco, M., Isabel de Palencia…, op. cit., pp. 95-97.
431 Fue fundada por Enrique Meneses el 4 de diciembre de 1927.
432 Galindo, B., “Impresiones del Congreso de Ginebra”, España, Madrid, 26-6-1920, p. 6.
241
433 “Comentarios al Congreso de Ginebra”, La Lectura, Madrid, mayo 1920, pp. 294-296.
434 El Imparcial, Madrid, 12-12-1926, p. 6.
435 “El campesino y el árbol”, España Forestal, Madrid, noviembre 1927, p. 195.
436 “La madre y la telefonía”, Ondas, Madrid, 19-6-1927, pp. 1-2.
437 Ondas, Madrid, 3-12-1932, p. 2. Sobre la participación de las intelectuales españolas en
los medios radiofónicos, vid: Simón Palmer, M. C., “Imagen sonora: escritoras en los inicios
de la radio”, en Vilches de Frutos, F. y Nieva de Paz, P. (eds.), Imágenes femeninas en la
literatura española y las artes escénicas, Filadelfia, Society of Spanish and Spanish-American
studies, 2012, pp. 135-150 y Marteles, E., “Notas sobre la historia de las mujeres en la
radio española”, Arbor, 720 (2006), pp. 445-467.
7. Una época de gran actividad
245
438 Oyarzábal, I., (Beatriz Galindo), El alma del niño. Ensayos de Psicología infantil, Madrid,
Editorial V.H. Sanz Calleja, 1921. La segunda edición mexicana fue contratada el 10-8-
1958 y fue muy reseñada en la época: Claridades (México, 16-11-1958); Novedades (México,
noviembre 1958) y El Socialista Español (París, enero 1959). Fondo documental Isabel
Oyarzábal Smith (Inventario núm. 687, Registro 1812), Archivo Nacional de Cataluña.
Recientemente ha sido reditado por Bados Ciria, C. (ed.), El alma del niño. Ensayos de
psicología infantil, Barcelona, Octaedro, 2014.
439 Bados Ciria, C., “El alma del niño, de Isabel de Oyarzábal: educación infantil y
maternidad en los años veinte”, en Nuevos modelos. Cultura, moda y literatura (España 1900-
1939), Bernard, M. e Rota, I., (eds.), Bergamo University Press, 2012, pp. 11-32.
246
Proseguía afirmando que si escaso había sido el auxilio material dispensado a las
madres, mucho menor había sido la ayuda en lo que a lo espiritual se refería,
aludiendo a la falta de instrucción de las mujeres, tan necesaria para educar, a su
vez, a los hijos.
El libro se dividía en dos partes. En la primera, la autora analizaba los “defectos
morales” que los padres podían encontrar en sus hijos tales como la vanidad, la
terquedad, la curiosidad, la ira, la envidia, el egoísmo o la mentira. En la segunda
parte se planteaba cómo abordar temas como el sentimiento patriótico, religioso, el
instinto de libertad o el sentido de la lógica, el castigo, los juegos, la risa o el llanto.
La edición de 1921 concluía con varios juicios críticos que, sobre el libro emitían
personalidades relevantes del panorama intelectual español, algunas de las cuales
acompañaban a Isabel Oyarzábal en la lucha por los derechos de la mujer: María de
Maeztu, Benita Asas Manterola, José Francos Rodríguez y el pedagogo Rufino
Blanco Sánchez.
María de Maeztu definió la obra como “un conjunto de finas observaciones que,
como mujer y como madre, ha recogido de los niños que en torno a ella han
vivido”.442 Añadía que el libro interesaba a todos aquellos que se preocupaban por
la educación humana y, en especial, a los maestros. Por su parte, Benita Asas
Manterola fue más lejos y afirmó que si existiese en España el título de doctora en
Pedagogía, sin duda, la autora de El alma del niño, se hubiera hecho acreedora de él,
ya que Isabel Oyarzábal, “guiada por un elevadísimo espíritu fijaba su atención en
el niño para realizar un análisis antropológico admirable” y recomendaba la lectura
del ensayo a los educadores y a los padres.443
A su vez, José Francos Rodríguez, después de alabar a la autora, reconocía que el
problema de la niñez era el más importante y que “el triunfo futuro del alma
española será indiscutible si se sabe difundir a las generaciones que nacen la fuerza
necesaria para que sean dignas de su origen histórico”. 444 Por último, Rufino
Blanco, recordaba que el ensayo de nuestra autora tenía el mismo nombre que el de
Wilhelm T. Preyer (de 1882),445 pero que, sin embargo, ella no había pretendido
desarrollar un estudio científico. Por ello, “el nuevo volumen es un estudio
psicológico y social, sin más aparato científico que el espíritu delicado de una mujer
de talento, dedicada a observar atentamente al niño para referir el estudio a su
educación provechosa y al mejoramiento del medio en que el admirable fenómeno
se produce”.446 Se trata, pues, de un ensayo de gran modernidad y validez, que
observaba al niño como individuo con alma propia.
Para E. Bosch y V. A. Ferrer,447 esta obra abordaba la formación moral del niño
desde un punto de vista crítico con respecto a las costumbres y creencias de la
época. Es una obra basada en la fina observación y análisis de la sociedad del
442 Oyarzábal, I., El alma del niño…, op. cit., pp. 189-190.
443 Ibidem, pp. 193-195.
444 Ibidem, pp. 195-196.
445 Wilhelm T. Preyer escribió El alma del niño. Observaciones acerca del desarrollo psíquico en
los primeros años de la vida en 1882, obra que se considera inaugura la psicología evolutiva.
446 Oyarzábal, I., El alma del niño…, op. cit., pp. 197 y 198.
447 Bosch Fiol, E.y Ferrer Pérez, V. A., “El alma del niño. Ensayos de psicología infantil. Una
obra olvidada de una autora olvidada”, Revista de Historia de la Psicología, Vol. 21, 2-3
(2000), pp. 85-94.
248
Otra reseña, esta del 30 de mayo de 1922, y que destacamos por ir firmada por la
también escritora y periodista Colombine, alababa el libro:
“Es el suyo un libro de gran educadora, de gran profesora de Pedagogía, en
donde pueden aprender las profesionales, porque el trabajo de Beatriz Galindo
no es un trabajo didáctico sólo, inspirado en normas vulgares; ella, en El alma
del niño ha puesto su ternura de madre, su alma de artista, sus dotes de mujer
buena, dulce, observadora. Es un libro que sintetiza su subtítulo de “Consejos
de una madre para la educación de sus hijos”. Esa mano fina, cuidada, que en la
portada presenta el niño invitando a leer el libro, es una mano de hada, guiada
por una hermosa inteligencia, para llegar a tocar los corazones infantiles. Se
necesitaría un libro entero para analizar y comentar las bellezas de este”.450
pueblo para buscar apoyo, el Rey Alfonso acarició y mimó a los oficiales. El
país había soportado esto por mucho tiempo, en casi absoluto silencio, pero
ahora la copa de la amargura estaba llena. Por primera vez en la historia de
España, toda la nación se unió para pedir luz y justicia. […] Por fin, un
pequeño comité militar fue formado y enviado a África a investigar. Sus
primeros resultados se mantuvieron en secreto. Sin embargo, trascendieron
suficientes noticias, para que cayera una fuerte sospecha sobre los altos
mandos militares y el rey. Una mayor presión, entonces, recayó en el gobierno
liberal de parte de los socialistas y de los más progresistas miembros del
parlamento y se decidió finalmente que un comité interparlamentario sería
nombrado para llevar a cabo una completa investigación. […] Se recopilaron
importantes documentos y, cuando el parlamento estaba a punto de reunirse,
España se levantó una buena mañana para descubrir que un golpe de estado
del General Primo de Rivera había puesto a todo el país bajo control militar.
No hay la más leve duda de que el dictador español hizo esto con la exclusiva
intención de salvar al rey” (p. 89).
España estuvo sometida a una dictadura desde 1923 hasta 1930, época en la que
se estableció una férrea censura en la prensa, por lo que Isabel y Ceferino
decidieron marchar primero a París y posteriormente a Londres. 451 En el
extranjero, Ceferino Palencia preparó una exposición de cuadros e Isabel comenzó
otra de sus múltiples facetas: las conferencias sobre arte popular español:
“También preparé la conferencia sobre arte popular español, que había sido
invitada a pronunciar bajo los auspicios de la Duquesa de Rohan. […]
Mientras yo esperaba para dar mi conferencia, el comité de la Asociación
Anglo-Hispánica me escribió para pedirme que fuera a Inglaterra y hablara allí
después de que hubiera terminado en París.
Gran parte de mi tiempo esos días lo pasé posando para Leonetto Cappiello,
el pintor italiano, que había visto algunos de los trajes que tenía la intención
de mostrar para ilustrar mi charla y había delirado con ellos. Me pidió pintar
mi retrato con el vestido de novia de las mujeres de Segovia” (p. 91).
451 La prensa destacaba que el matrimonio viajaría en el verano de 1924 a Italia y después
452 Según una carta enviada por la autora a Unamuno, fechada el 29 de enero de 1923.
252
correspondiente a cada uno de los países en los que se celebraron y tuvieron mucho eco en
la prensa inglesa y francesa. El éxito de las mismas quedó acreditado con el proyecto de
otras conferencias en la siguiente primavera. Otros medios también dieron cuenta del
evento y así el Heraldo de Madrid especificaba que: “la Señora de Palencia describió los
trajes de las diversas regiones de España, haciendo resaltar las influencias ejercidas en
ellos por judíos y árabes”, Heraldo de Madrid, 5-12-1921, p. 3.
455 Rodrigo, A., Mujer y exilio…, op. cit., p. 268.
253
Nacional de Cataluña. Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith (Inventario núm. 687,
Registro 1812).
254
acabara de estar allí’. Después, un poco nostálgico añadió, ‘Me gustaría haber
estado’.
Cuando le pregunté al embajador qué le hacía parecer tan nervioso, rio. ‘He
tenido que estar presente en tantas charlas de gente que decía que sabía hablar
inglés y a quienes nadie podía entender, que tenía miedo de que fuera su caso’.
Las noticias de mi conferencia en la prensa de Londres fueron
extremadamente buenas y me pidieron volver a Inglaterra en la primavera,
para dar charlas en el Aeolian Hall y en el Victoria and Albert Museum” (pp.
91-92).
Al año siguiente, entre mayo y junio de 1922, viajó de nuevo a Londres, donde
disertó de nuevo sobre el traje regional español. Impartió dos conferencias en el
Aeolian Hall de Londres, bajo el título “Spanish costume and folklore and old
spanish legends”, los días 26 de mayo y 2 de junio, patrocinadas por el embajador
de España Merry del Val. Las conferencias versaron sobre la España pintoresca y
se proyectaron vistas de las ciudades y monumentos más importantes de la
península.457 A Isabel le reconocieron un talento especial como conferenciante y
ella misma explicaba que su amor por la actuación había encontrado su cauce en las
charlas:
“Durante nuestra segunda visita a Inglaterra, me había dado cuenta de que
mis charlas no solo eran un verdadero éxito, sino que eran algo único. Uno de
los periódicos de Londres dijo que yo había descubierto una nueva forma de
dar conferencias. Lo que había ocurrido es que mi amor por la actuación había
encontrado expresión en esas charlas, y se habían convertido en
interpretaciones, de una forma muy simple, de los diferentes tipos de mujer
española. Ciertamente ayudaba a hacer mi trabajo más interesante y
evidentemente mi audiencia las disfrutaba. Como no leía mis discursos, ni me
los aprendía de memoria, podía improvisar e introducir cambios donde lo
considerara oportuno y esto lo hacía todo más interesante” (p. 92).
457El Sol, Madrid, 17-5-1922, p. 5. También reseñaba las conferencias el diario La Época,
que señalaba que la primera de las conferencias que la autora había impartido era “El alma
del niño”, y que había disertado también sobre los encajes españoles en el Victoria and
Albert Museum bajo el patronazgo de la princesa Beatriz y organizada por los miembros
del Gremio de Bordadores. La Época, Madrid, 1-7-1922, p. 5.
255
En 1924 y 1925 viajó a Estados Unidos y Canadá en dos ocasiones con el mismo
propósito. Para la gira por el nuevo continente, escribió al Instituto de Educación
Internacional en Nueva York y acordó varias charlas, la primera de las cuales tuvo
lugar en el Vassar College de Nueva York. Recorrió desde Montreal a Miami y
desde Nueva York a San Francisco, desde la helada Dakota del Norte a la soleada
Nueva Orleans. Según la correspondencia enviada por Isabel Oyarzábal a su hija
Marissa, el 8 de febrero de 1925 se encontraba en el Smith College, Northampton,
Massachusetts; el 19 de marzo de 1925, en Chicago, el 5 de abril de 1925 se hallaba
Cristóbal de Castro en un artículo bajo el título “Psicología, lógica y ética del traje
regional español”, en La Esfera, Madrid, 17-5-1924, p. 14.
461 Samblancat Miranda, N., “Isabel Oyarzábal Smith, una mujer moderna”, en Díez Torre,
A., et alii (eds.) Ateneístas ilustres, Vol. II, Madrid, Ateneo de Madrid, 2007, pp. 529-538. En
las memorias del Luis Azcárate se recordaba que Isabel Oyarzábal frecuentaba la tienda de
artesanía de la que era propietaria Zenobia Camprubí y Constancia de la Mora (p. 534).
462 El libro fue reseñado en periódicos como El Imparcial, Madrid, 12-8-1926, p. 3 o Abc,
Madrid, 13-7-1926, p. 3.
257
463 Palencia, I. de, El sembrador sembró su semilla, Madrid, Librería Fernando Fé, 1923. La
segunda edición se publicó en 1926.
464 La Voz, Madrid, 25-5-1923, p. 4.
465 El Sol, Madrid, 1-6-1923, p. 1
466 La Correspondencia de España, Madrid, 31-12-1923, p. 1.
258
467 Valgan como ejemplos las siguientes reseñas de la prensa de esos años acerca de su
474 Archivo Nacional de Cataluña. Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith (Inventario
núm. 687, Registro 1812).
475 Heraldo de Madrid, 5-3-1928, p. 1; Heraldo de Madrid, 16-3-1928, p. 1.
476 Museo de Teatro de Almagro, documentos 1142, 1143 y 1145, respectivamente.
477 Diario de la Marina, La Habana, 10-6-1928, s. p. Archivo Nacional de Cataluña. Fondo
regresarían a Madrid para tomar posesión del cargo de presidenta del Lyceum
Club, cargo para el que fue nombrada estando en América.479 Según la narración de
la propia autora cuando volvió a España encontró que la salud de su suegro
Ceferino Palencia, era bastante débil y que no le quedaba mucho tiempo de vida.
Un mes después de su regreso murió, hecho que ocurrió el 22 de julio de 1928.
Como causa de la muerte, el Heraldo de Madrid en su edición del 23 de julio,
señalaba la uremia. Fue duro golpe para toda la familia, pero nuestra autora
destacó la impresión que la muerte de su padre causó en su marido, al que por
primera vez retrataba como a un niño:
“Su muerte afectó a mi marido incluso más de lo que lo había hecho la
pérdida de su madre. La vida hablaba a través de Cefe. La tristeza, nacida de la
desilusión, estaba empezando a agriar su feliz y abierta naturaleza de niño. Las
desilusiones eran inevitables. Eran el resultado del contacto con el mundo
exterior” (p. 95).
otras. Fue un catalizador cultural que continuó su labor hasta 1939. 480 Así lo
recordaba en su autobiografía:
“Dos o tres años después del coup d’etat de Primo, habíamos arrancado el
primer club de mujeres en Madrid. 481 Todas las mujeres inteligentes y
progresistas, así como las esposas de los mejor conocidos hombres de ciencia,
escritores y artistas, pertenecían a él.482 Era el único sitio en Madrid donde se
podía respirar, pero en consecuencia recibía un mal nombre. El club tenía seis
divisiones: literatura, arte, música, ciencia, y secciones internacionales y
sociales. Durante los primeros años, no había un extranjero distinguido que
viniera a España y no visitara el club o diera una conferencia en nuestro
pequeño auditorio.
La sección de servicio social encontró muchas entusiastas trabajadoras entre
los miembros, y tantos generosos apoyos externos que, muy pronto fue
posible poner en marcha una guardería de día para los niños de las madres
trabajadoras. Bajo la dirección de la Señora Bastos, la esposa de uno de los
principales cirujanos españoles, fue construida una pequeña casa en un terreno
cedido por el municipio. Los pequeños eran todo lo felices que podían ser, y
bien cuidados. Desafortunadamente, los elementos reaccionarios de Madrid lo
atacaron enseguida. Declararon que ninguna institución laica de ninguna clase
podía ser apoyada, que solo la iglesia podía ser el cauce de todos los
movimientos filantrópicos. Se alegó que el club era una organización
antirreligiosa, una acusación basada en el hecho de que una de las reglas
prohibía la polémica religiosa o política, ¡como si eso no fuera una de las reglas
fundamentales de cualquier club! A pesar de la oposición, sin embargo, el
hogar de los niños prosperó. Yo fui presidenta del club durante algunos años y
nunca olvidaré el sincero apoyo dado al trabajo por muchos devotos católicos”
(p. 96).
483 Hurtado, A., “El Lyceum Club Femenino (Madrid, 1926- 1939)”, Boletín de la Institución
Libre de Enseñanza, diciembre, 36 (1999), p. 23.
484 Mangini, S., “El Lyceum Club de Madrid: Un refugio feminista en una capital hostil”,
espacios sociales de los que hasta entonces había estado excluida. Mangini, S., “Relaciones
de género y el papel…”, art. cit., p. 56.
263
nuestro país.486 Un guión de lo que ambicionamos hacer son los títulos de las
seis secciones del Club: “Social”, “Musical”, “Artes Plásticas e Industriales”,
“Literatura”, “Ciencias” e “Internacional”.
Estoy convencida-dice finalmente la señorita Maeztu-de que las mujeres
españolas son tan capaces como las extranjeras de realizar una obra común.
Nuestro Club saldrá adelante”.487
De acuerdo con el artículo, la idea de formar el Club se habría gestado medio año
antes: en marzo se habrían reunido algunas de las socias para formar una Junta
Directiva y empezar a aportar una cuota mensual de diez pesetas. Además, habrían
recaudado fondos con algunas representaciones teatrales del grupo El Mirlo
Blanco488 y la rifa de un cuadro de Ramón Zubianrre.489 En ese momento, el Club
contaba con 150 socias, con larga lista de espera para ingresar en él, y la
procedencia de todas ellas fue de lo más variada, incluyendo socias de varios países
extranjeros. En 1928, el número de socias ascendía a cuatrocientas cincuenta.490
El primer acto celebrado en el Lyceum Club apareció consignado en la primera
página de La Época, con fecha del 17 de noviembre de 1926. Se trataba de una
exposición de arte de María y Elena Sorolla, una de pintura y otra de escultura,
organizada por la sección de arte del club, dirigida por Carmen Baroja de Caro.
Señalaba la reseña: “Quede aquí la referencia de un suceso que viene a testimoniar
la vida de un centro que brindará grata hospitalidad a la dama extranjera que
pueda visitarnos y dará ocasión de trato y expansión a muchas señoras madrileñas”.
486 A este respecto José María Salaverría destacaba la dificultad de organizar un club de
Ligazón, Arlequín y el cuento vasco, se pusieron los asientos a 20 pesetas, se llenó el salón
de Carmen, y se reunieron más de cuatro mil pesetas”. Baroja Nessi, C., Recuerdos de una
mujer de la Generación del 98, Barcelona, Tusquets, 1998, p. 90.
489 A este respecto, según señalaba María Martos en un artículo de La Estampa publicado
1928, p. 9.
264
Por su parte, Carmen Baroja también recordaba aquella primera exposición, ella
era la responsable de la Sección de Arte: “Recuerdo que la primera exposición que
se hizo, después de una de flores, fue la de las dos hijas de Sorolla, y sobre todo
María vendió algo. Esto daba además del 10% al Club, una gran cantidad de
meriendas de personas que se quedaban después de ver la exposición”.491
El primer Lyceum Club fue fundado en Londres, por la escritora británica
Constance Smedley-Armfield, en 1903, aunque fue inaugurado oficialmente el 20
de junio de 1904, con la intención de que las pocas mujeres de su época que tenían
un trabajo remunerado y que no aspiraban al matrimonio como único fin de sus
vidas, pudieran apoyarse unas en otras y solventar los muchos problemas que les
acuciaban por querer llevar las riendas de sus vidas. Pensó en ello después de
publicar su primera novela e inscribirse en el Writers’ Club, donde conoció a
mujeres que desempeñaban un trabajo remunerado que podía garantizar su
independencia. Así pues, concibió la idea de una asociación que fuera centro de
reunión para mujeres con intereses artísticos e intelectuales y, para ello, buscó
apoyo financiero y una amiga suya le propuso bautizarla con el nombre de Lyceum,
del griego, que se usaba en Nueva York para designar al lugar donde se celebraban
conferencias y debates. Así surgió el Lyceum Club moderno, un centro cultural no
comprometido política ni confesionalmente, que funcionaba como plataforma
profesional, donde mujeres de todos los medios y profesiones podían conocerse y
reunirse, organizar conferencias, dar recepciones y fiestas; todo un universo para
mujeres que se hubieran dedicado o estuviesen interesadas en el arte, la ciencia y el
bien público.492
En años posteriores, se produjo la expansión del Club en otros países,
coincidiendo con el apogeo del movimiento femenino en Europa.493 La intención
491 Baroja Nessi, C., Recuerdos de una mujer…, op. cit., p. 90.
492 Hurtado, A., “El Lyceum Club Femenino…”, art. cit., p. 24.
493 En cuanto al funcionamiento de estos clubs en Europa, el de París fue fundado en 1907
era no sólo fomentar las relaciones personales entre mujeres afines, sino también la
comprensión internacional entre ellas: Berlín, París, Bruselas, Nueva York, Roma,
Estocolmo…por lo que pronto surgió la necesidad de crear una Federación
Internacional de Clubes Lyceum. En el año en que se fundó el Lyceum Club en
Madrid, 1926, la Federación integraba a veintiocho liceos. En cualquiera de ellos,
una socia de número que estuviera de viaje, o residiera transitoriamente en una
ciudad con sede, tenía plenos derechos en calidad de “asociada visitante”.
Ni que decir tiene que el caldo de cultivo para la creación del Lyceum Club
existía ya desde finales del siglo XIX. A finales de ese siglo y primeras décadas del
siglo XX apareció en los núcleos urbanos un nuevo tipo de mujer que se negaba a
permanecer, por más tiempo, alejada de los espacios públicos, profesiones y
universidades. La difusión de este modelo de identidad femenina entre las clases
medias y altas dio lugar a la aparición de un grupo de intelectuales que fueron
punta de lanza en las manifestaciones artísticas y culturales de la modernidad
española.494
El derecho de la mujer a tener libre acceso a la educación había sido preconizado
por instituciones como la ILE y, posteriormente, la Residencia de Señoritas, sin
olvidar las Conferencias Dominicales para mujeres promovidas por Fernando de
Castro, el Ateneo de Señoras y la Escuela de Institutrices... Sin embargo, no cabe
duda de que el Lyceum Club fue el primer lugar de reunión enteramente femenino,
con protagonistas femeninas y objetivos feministas, independiente de cualquier
otra institución y ajeno a planteamientos políticos y religiosos.
Ejemplo de la notoriedad adquirida fueron las palabras de Cristobal de Castro,
quien firmó un artículo titulado “Casino de Señoras”, con un subtítulo muy
elocuente: “La hora de la mujer”, en el que daba cuenta de la verdadera evolución
que estaba viviendo la mujer en ese momento, tomando partido en la vida pública
del país y abandonando su papel de ama de casa. Con “alma y cerebro militantes”
no se extrañaba el autor de que las mujeres necesitasen un lugar en el que
intercambiar inquietudes. El casino de señoras, como lo llamó, no fue fruto de la
improvisación, sino la consecuencia lógica de un cambio social hondísimo. Los
Y apuntaba, que “el Lyceum Club no era una reunión de mujeres de abanico y
baile. Se había propuesto adelantar el reloj de España”. Mientras que Carmen
Baroja Nessi recordaba así los inicios del Club:
“Por entonces veníamos reuniéndonos unas cuantas mujeres con la idea, ya
muy antigua en nosotras, de formar un club de señoras. Esta idea resultaba un
poco exótica en Madrid y la mayoría de las que la teníamos era por haber
estado en Londres, donde eran, y supongo que siguen siendo, tan abundantes.
La que presidía nuestras reuniones era María de Maeztu, que además había
puesto a nuestra disposición los salones de la Residencia de Señoritas de la
calle Fortuni, inaugurada por la Institución Libre de Enseñanza en 1915, se
integró el Instituto Internacional, llamado también Instituto de Boston,
creado por la misionera norteamericana Alice Gulick para “trabajar por la
educación de las niñas y de las mujeres españolas”. 500 Allí se alojaban las
profesoras extranjeras. Las reuniones iban siendo cada vez más numerosas y
allí nos juntábamos todas o casi todas las mujeres que en Madrid habían hecho
algo y que por ellas o por sus maridos tenían una representación. [...]
Se nombró una junta y se tomó un local muy bonito en la calle de las
Infantas [número 31], en la casa llamada de las Siete Chimeneas. Esta casa es
de las pocas, quizá la única en Madrid, que tiene un fantasma, una dama
blanca”.501
500 Cfr. Piñón Varela, P., “El Instituto Internacional”, en Alcalá Cortijo, P., et alii (coord.),
Ni tontas ni locas. Las intelectuales en el Madrid del primer tercio del siglo XX, Madrid, Fecyt,
2009, pp. 36-43.
501 Baroja Nessi, C., Recuerdos de una mujer…, op. cit., Barcelona, Tusquets, 1998, p. 89.
502 En realidad Helen Phillips, aunque aparecía mal transcrito en la prensa. Cfr. Aguilera
111-114.
269
506“Las fundadoras del Lyceum Club Femenino Español”, La Libertad, Madrid, 11-12-1926,
p. 3.
270
Pese a las opiniones contrarias, también tuvo el Lyceum apoyo en sus primeros
pasos, tal y como lo demuestra, por ejemplo, el artículo titulado “El Club
Femenino”, 508 donde se valoraba positivamente la creación de un club de esta
índole en Madrid y analizaba someramente, a modo de diálogo, el porqué de su
fundación: si la mujer en la Primera Guerra Mundial había ocupado puestos de
trabajo en campos y fábricas, también podía reunirse “en un círculo para charlar,
tomar el té, celebrar exposiciones, dar conferencias y hasta para bailar un rato si se
presenta la ocasión”.
Pero el Lyceum Club, a tenor de los datos recogidos en la prensa, superó con
creces estas previsiones. Tuvo, sin duda, un importante papel en la vida femenina
madrileña, aglutinando en su andadura, no solo cientos de actividades en pro del
desarrollo de la mujer, sino también a importantes personalidades que de una u
otra forma colaboraron en el proyecto. Prueba de ello es que el artículo titulado
“La reforma del Código y los derechos de la mujer”,509 daba a conocer el primer año
de vida del Club y señalaba que la primera institución internacional que le había
distinguido con su confianza había sido la International Health Board de la
Rockefeller Foundation y esperaban del gobierno español que reconociera en breve,
tal como había hecho el francés, la utilidad pública de la institución. Entre los
motivos de satisfacción, el mayor de todos era que un pequeño grupo de mujeres de
elevado espíritu cívico hubiera conseguido reunir en el Club a tantas mujeres de
rectos ideales y amantes del progreso en España para “el fomento de las ciencias,
las artes, las letras y las obras humanitarias”. Una de las secciones del reportaje se
titulaba: “Las clases sociales se unen en el Lyceum”, y en él se decía que, a pesar de
que las asociadas fueron desde un principio de todas las clases sociales,
predominaban las intelectuales y esposas de los más importantes hombres de letras,
de arte y de ciencia de España. Nombraba a varias aristócratas: la duquesa de Alba,
la condesa de Yebes, la de San Luis, la vizcondesa de Llanteno y a María de Echarri.
A estas y otras mujeres, como la del torero Juan Belmonte, se habían unido mujeres
de clase media, de clases proletarias y las universitarias. Después de referirse a las
primeras actividades que había llevado a cabo el Club, se reproducían los artículos
de los estatutos del Club, que establecía la composición de la Junta directiva, otra
“La reforma del Código y los derechos de la mujer”, La Prensa, Madrid, 29-4-1927, s. p.
509
510 Mangini, S., Las modernas de Madrid. Las grandes intelectuales españolas de la vanguardia,
Barcelona, Ediciones Península, 2001, p. 83.
511 Gutiérrez Vega, Z., Victoria Kent. Una vida al servicio del humanismo liberal, Málaga,
15-11-1929, p. 13.
273
513 Lyceum Club Femenino, Reglamento, Madrid, Imprenta de Ramona Velasco, 1929, pp. 2-4.
Cit. en Hurtado, A., “El Lyceum Club Femenino…”, art. cit., p. 31.
514 A este respecto, decía Carmen Baroja de Margarita Nelken: “Margarita tenía un
horrible odio al Lyceum. [Unos] decían que era muy antifeminista; otros aseguraban que
no había intentado entrar porque temía que no se la admitiera por antiguas aventuras que
había tenido, ya que en el Lyceum lo único que no se toleraba era la conducta non sancta”.
Baroja y Nessi, C., Recuerdos de una mujer…, op. cit., p. 105.
515 Fagoaga, C., “El Lyceum Club de Madrid, élite latente”, en Bussy Genevois, D. (ed.),
Les Espagnoles dans l’histoire, une sociabilité démocratique (XIXème-XXème siècle), SaintDenis,
Presses Universitaires de Vincennes, 2002, p. 148-150. Para conocer el censo aproximado
de socias véanse este artículo, y el de Aguilera Sastre, J., “Las fundadoras del Lyceum…”,
art. cit., pp. 65-89.
274
516 Hurtado, A., “El Lyceum Club Femenino…”, art. cit., p. 31.
517 “El Club Femenino”, La Época, Madrid, 29-11-1926, p. 1.
518 En este sentido, preguntada María Martínez Sierra por este matiz societario, señalaba
519 Martín Gaite, C., “Elena Fortún y su tiempo”, en Pido la palabra, Barcelona, Anagrama,
2002, p. 65.
520 “La colmena sin zánganos”, El Imparcial, Madrid, 19-11-1926, p. 1.
521 En ocasiones, aparecieron nuevas secciones, como fue el caso de la sección de recreos
que organizó una fiesta para conmemorar el centenario del Romanticismo. Cfr. El Sol,
Madrid, 2-2-1930, p. 10.
522 “Una petición del Club Femenino”, El Imparcial, Madrid, 6-2-1927, p. 4.
523 “Cooperativas maternales”, Blanco y Negro, Madrid, 25-12-1927, pp. 99-101.
524 En la misma revista, en el artículo titulado “La mujer bibliotecaria”, defendía la cultura
infantiles en los barrios más populosos de Madrid, donde las madres pudieran dejar
a los niños durante la jornada de trabajo, y donde los infantes pudieran jugar y
comer. La edad de admisión de los niños era de dos a seis años y las organizadoras
querían “reemplazar los hogares tristes sin pan y sin sol, por otro más sano, más
limpio y más alegre, durante doce horas: de ocho de la mañana a ocho de la noche”.
El alcalde del momento les ofreció un pabellón de madera y un jardín, mientras que
la asociación gestionó la cesión de un solar y unos pabellones Docker. Según el
artículo se estimaba un presupuesto de treinta y cinco mil pesetas y un
mantenimiento mensual de tres mil para constituir nuevas Casas del Niño en caso
de que el resultado de la primera fuera satisfactorio. Rápidamente se pusieron
manos a la obra y al mes siguiente se anunciaba la celebración de una fiesta para
contribuir a la puesta en marcha de la Casa.527
El proyecto fue elogiado por notables expertos y autoridades de la ciudad, caso
del doctor Palanca, quien en 1929, en una conferencia en La Sociedad Española de
Higiene, elogió la labor realizada por el Lyceum en este sentido y apoyó la
idoneidad de promover la creación de guarderías para paliar la mortalidad
infantil. 528 En el mismo sentido se manifestaba un artículo de La Época, que
elogiaba la labor de La Casa del Niño ante la visita del ministro de Gobernación,
quien fue recibido por la presidenta de la Casa, la señora Bastos y otras
asociadas.529
En 1933, cuatro años después de su fundación, un artículo de La Libertad
destacaba la labor realizada por la institución. 530 En él se señalaba que el
dormitorio tenía cabida para cuarenta o cuarenta y cinco cunas. Gloria de Luna y
Corral, la secretaria de la Casa, apuntaba que estaban albergando la idea de crear
un segundo recinto.531
espiritual de Lyceum”, Heraldo de Madrid, 24-8-1928, pp. 8-9, en el que Emilio Fornet
dedicaba un extenso reportaje a dar a conocer el Lyceum, elogiando la labor de la Casa del
Niño y hacía un balance de las actividades realizadas en el último año: exposiciones,
277
Por otra parte, la Asociación Auxiliar del Niño, que se cristalizó en 1931, se
puede considerar una prolongación de este proyecto, que según su presidente,
Ángel Ossorio y Gallardo, se trataba de “un modelo de autoeducación infantil”.532
En sus memorias, rememoraba cómo se habían organizado bibliotecas y círculos
donde los chicos se movían libremente. Se había instalado una biblioteca infantil en
el Puente de Vallecas en la que los jóvenes lectores entraban libremente y cogían
los libros que más les gustaban. En vista de ello, crearon un círculo en el otro
extremo de la ciudad, en la barriada de La Prosperidad, donde había biblioteca,
talleres, sala de música… Aún establecieron una tercera biblioteca infantil en las
instalaciones del Grupo Escolar Juan B. Justo, en el Puente de Extremadura.
Todos ellos gozaron de muy buena acogida.
Otra encomiable labor llevada a cabo por el Lyceum Club fue la contribución a la
mejora de las condiciones de las personas ciegas.533 En un artículo publicado en El
Sol, se elogiaba su labor en este sentido, además de señalar que, había sido desde el
Lyceum Club desde donde más se ha hecho por este colectivo. El artículo también
lamentaba que las instituciones públicas no hubieran adoptado las medidas
oportunas para mejorar su situación, pues en vez de mejorar la vida de los
invidentes, habían llenado los bolsillos de otros.534 Este elogio se vio refrendado en
otro artículo de La Voz en 1931, donde se entrevistaba a las mujeres que dictaban
libros para ser transcritos al sistema Braille, al tiempo que se lamentaban de
carecer de medios y calificaban de vergonzosa que la única medida que se hubiera
adoptado para la mejora de las condiciones de vida de los invidentes fuera la
autorización para que pudiesen pedir limosna.
Por otra parte, la sección Internacional puso en funcionamiento una oficina de
información tanto para mujeres españolas o extranjeras acerca de establecimientos
benéficos, asilos, hospitales, bolsas de trabajo, consulados, sanatorios, consultorios
gratuitos, casas de huéspedes, residencias, etc. Tuvieron lugar numerosos actos
destinados a crear lazos con distintos países. Como ejemplos, el ministro de
conferencias, recitales, conciertos; y “La Casa de los Niños”, Heraldo de Madrid, 6-3-1929, p.
2, donde calificaba la labor realizada por el Lyceum de un gran valor social y abogaba por
la creación de casas semejantes.
532 Hurtado, A., “El Lyceum Club…”, art. cit., p. 34.
533 Isabel Oyarzábal fue nombrada durante la II República miembro del Patronato para la
a esta labor, también consistió en la creación de una biblioteca ambulante para ciegos, para
la que el Comité Español del Libro para el Ciego pedía colaboración en el periódico. El Sol,
Madrid, 18-12-1930, p. 3.
278
Orden del León Blanco, el 27-3-1933, por sus estudios sobre el arte popular checoslovaco.
539 Véanse La Época, Madrid, 10-2-1927, p. 4; El Sol, Madrid, 31-5-1932, p. 8; La Libertad,
mujer española, y expresó el año pasado sus aspiraciones en un escrito que elevó a
la comisión de Códigos, redactado por las señoritas Victoria Kent y Benita Asas
Manterota”.543
Dicho escrito que, a decir de sus autoras, no constituía un estudio completo, sino
un conjunto de peticiones esquemáticas, revelaban los fervientes anhelos de
reforma, cuya finalidad era conseguir una mayor dignidad para la mujer y una
nivelación de deberes y derechos en la familia. De hecho, a lo largo de once puntos
solicitaban que la patria potestad fuera ejercida por ambos cónyuges y que la mujer
la conservara en segundas nupcias; que se reconocieran sin limitaciones la facultad
de la mujer soltera o casada para ser testigo en los testamentos, formar parte del
Consejo de Familia; ser tutor, protutor, curador, albacea…; la posibilidad de
administración y gobierno en común de los bienes gananciales; que los motivos de
desheredación fueran idénticos para el hombre y para la mujer; que se reconociera
el derecho de la mujer casada a disponer libremente del producto de su trabajo; la
supresión del artículo 57 del Código Civil, sustituyéndolo por este otro: “El marido
y la mujer se deben protección y consideración mutuas”; que la mujer casada
conservara su nacionalidad; supresión del número 3 del artículo 603 del Código
Penal; supresión del artículo 438 del Código Penal e investigación de la
paternidad.544
Acorde con este proyecto se impartió la conferencia del jurisconsulto Ángel
Ossorio y Gallardo sobre “La mujer en el nuevo Código Penal”.545 El Lyceum Club
también participó en iniciativas colectivas como la que destacaba el periódico El
Imparcial, en un artículo titulado “Los derechos de la mujer”, en el que se exponía la
entrega de una instancia, con peticiones similares a las de 1927, al jefe de gobierno,
Dámaso Berenguer, firmada por la Asociación Nacional de Mujeres Españolas, con
la adhesión del Lyceum Club Femenino, la Asociación Universitaria Femenina, el
Comité Femenino de Mejoras Sociales de Barcelona y el Consejo Supremo
Feminista de España demandando:
“- Reconocimiento de la personalidad jurídica para todos los efectos de la
mujer casada.
543 Aldecoa, Luis E. de, “Una visita al Lyceum Club Femenino”, Estampa, Madrid, 5-6-1928,
p. 10.
544 “La reforma del Código y los derechos de la mujer”, La Prensa, Madrid, 29-4-1927, s. p.
siempre se preocupó de los cuidados que debían recibir tanto la mujer como el niño, como
282
La sección de Arte, por su parte, fue impulsada y organizada por Carmen Baroja
y Nessi, como ella misma explicó en sus memorias. Esta sección organizó
numerosas exposiciones de todo tipo, pintura, caricaturas, fotografías, juguetes
populares, tejidos…:
“Yo tenía la sección de arte, con un saloncito para exposiciones donde se
hicieron gran cantidad de ellas, la mayoría bastante malitas, pero, como era
para que las mujeres expusieran sus obras sin gasto, y como, mediante unas
tazas de té y un poco de palique con halagos a su vanidad, engatusaba a los
críticos de arte más conspicuos, resultaba que los artículos más encomiásticos
menudeaban en los principales periódicos de Madrid y hasta se vendían
obras”.561
legatarios del futuro de la patria. Así lo demuestran los artículos publicados por la autora
en El Sol, “El cuidado de los niños. Las conferencias organizadas por la Escuela de
Maternología”, en el que se hacía eco de la creación en nuestro país de los institutos
denominados La Gota de Leche, “Curso elemental de Maternología y Puericultura” o el
titulado “El baño”. Cfr. Quiles Faz, A., Mujer, voto…, op. cit., pp. 79-80; 95-97; 113-115.
561 Baroja y Nessi, Carmen, Recuerdos…, op. cit., p. 90.
562 El Imparcial, Madrid, 30-5-1928, p. 4.
563 El Sol, Madrid, 1-2-1929, p. 2.
564 El Sol, Madrid, 2-2-1932, p. 6.
565 El Sol, Madrid, 26-5-1933, p. 4.
566 La Libertad, Madrid, 19-5-1933, p. 9.
567 El Sol, Madrid, 30-5-1934, p. 4.
568 El Sol, Madrid, 20-5-1933, p. 2.
283
destacaban por su modernidad como el baile que se celebró en 1931, que consistía
en una mascarada con varios grupos representando el cubismo, el jazz, el deporte,
la prensa, “Boys and girls”…569
Pero sin duda, la sección de Literatura fue una de las secciones más activas y
contó para sus propuestas con la colaboración de importantes escritores e
intelectuales de la época. Algunas de las actividades de la sección de literatura
fueron: un té en honor del dramaturgo Lenormand y Margarita Xirgú, recibidos
por la presidenta Isabel de Palencia, pues el autor acudía a Madrid por el estreno
de su obra Los fracasados; 570 una conferencia de Marinetti sobre “La teoría del
futurismo” en la que afirmó, entre otras cosas: “El artista no necesita de maestros,
pues las fuentes de su arte las lleva en sí mismo, en su sensibilidad creadora. Lo
importante es el desarrollo de la personalidad. […] El papel de la mujer es
importante como vehículo para inculcar en el niño la audacia conveniente para
desenvolverse en la vida, cada vez más complicada”;571 la representación de Fábrica
de estrellas, entremés a lo divino, de Ernestina Champourcín con decoración de
Maruja Mallo y Égloga de Juan del Encina;572 otra representación, esta vez de El
ángel cartero de Concha Méndez Cuesta, obra con decorado modernista;573 la de una
versión modernizada del viaje de los Reyes Magos en el que un avión los
transportaba;574 la lectura de la comedia de Lope de Vega, El remedio en la desdicha
a cargo de Cipriano Rivas Cherif;575 una conferencia de Pedro Salinas, “Moros y
cristianos en la literatura del XVI”;576 un té y recital en honor a Alfonsina Storni y
la recitadora Blanca Colorado de Vega;577 un acto conmemorativo de Gabriel Miró
Donato, Elena Fortún y Concha Méndez”, Revista de Literatura, 109 (1993), pp. 113- 128.
575 El Imparcial, Madrid, 9-3-1929, p. 2.
576 Abc, Madrid, 7-4-1929, p. 32.
577 Heraldo de Madrid, 25-1-1930, p. 12.
284
de verdad, como aquella que entre burlas y veras coloqué una tarde en aquel
Lyceum femenino”.595
Alberti criticó duramente a conocidos escritores, como Ramón Pérez de Ayala,
Juan Ramón Jiménez, José Ortega y Gasset, Eugenio D’Ors, Enrique Díez Canedo,
Gregorio Martínez Sierra, Ramón M. Valle- Inclán…, cuyas esposas se hallaban
presentes y ello provocó tal escándalo, que parte del público abandonó la sala,
excepto Pilar Zubiaurre, Ernestina Champourcín, Pepita Pla, Maruja Mallo,
Concha Méndez y algunas otras. Champourcín explicó en La Gaceta Literaria que
Alberti había “asesinado” a las vacas sagradas de la literatura española,
congratulándose de la herejía. Parece ser que la intención de Alberti era
desconcertar a las socias del Lyceum y según Shirley Mangini, Alberti dejaba así
entrever cierto desprecio, cierto temor a verse amenazado por las mujeres que se
habían atrevido a asociarse.596
595 Alberti, Rafael, La arboleda perdida, Barcelona, Seix Barral, 1975, pp. 281-290. En el
periódico El Sol, Madrid, 10-11-1929, p. 12, se anunciaba para ese día la conferencia.
596 Mangini, S., Las modernas de Madrid…, op. cit., pp. 91-92.
597 El Imparcial, Madrid, 25-4-1928, p. 7.
598 La Época, Madrid, 19-9-1928, p. 1.
599 La Libertad, Madrid, 4-7-1931, p. 6 y Heraldo de Madrid, 3-7-1931, p. 2.
600 El Sol, Madrid, 14-10-1931, p. 2 y Heraldo de Madrid, 9-10-1931, p. 9.
601 Heraldo de Madrid, 11-5-1932, p. 12.
602 Heraldo de Madrid, 11-5-1932, p. 12.
287
detractores para tildarlo de casino. Mangini, S., “El Lyceum Club de Madrid…”, art. cit., p.
133.
289
“Se han dado aquí más de cincuenta conferencias por figuras muy conocidas
españolas y extranjeras. Entre los extranjeros que por aquí han pasado, están
Marinetti, Lenormand, Enrique González Martínez, Benjamín Fernández
Medina, la presidenta de la Asociación de Clubs de mujeres de Norteamérica,
madame Plaminkowa… Ha habido fiestas de arte, a cargo de Antonia Mercé,
La Argentina; Laura de Santelmo, Gloria Bayardo, Elena Magalhaes de
Castro… Y más de treinta conciertos por grandes maestros de aquí y del
extranjero. Entre nuestras fiestas deben recordarse las organizadas con
motivo del Congreso de Mujeres Universitarias y del Congreso de
Asociaciones pro Sociedad de Naciones”.616
616 “El Lyceum Club Femenino entra en el cuarto año de su vida”, Nuevo Mundo, Madrid,
15-11-1929, p. 12.
617 “Una hora de charla con Isabel O. de Palencia”, La Libertad, Madrid, 22-4-1932, p. 5.
290
extranjera, y defendía que era una lícita reivindicación femenina; recordaba las
obras y autores que a lo largo de la historia habían reivindicado el papel de la
mujer en la sociedad, así como las mujeres que habían sobresalido en algún campo
aparentemente vedado para ellas. El artículo terminaba dando la bienvenida al
centro a la vida intelectual y moral y subrayaba su necesidad.
Precisamente, y según las propias socias, 618 el hecho de que el Club se
mantuviera al margen de cualquier tendencia política o religiosa, constituyó la
excusa perfecta que, desde distintos frentes, se esgrimió para atacar al club. En
primer lugar, hay que destacar que la iniciativa no tuvo aceptación, en general, en
la sociedad madrileña del momento, ni siquiera entre las mujeres que,
presumiblemente, la habrían acogido con entusiasmo, aunque sin duda el ataque
más acre se produjo desde las filas del catolicismo.619
Así, en un artículo titulado: “La Unión de Damas del Sagrado Corazón”,620 se
criticaba la actitud de esta asociación, reproduciendo una circular en contra del
Lyceum. En ella se arremetía contra aquellos “centros de recreo y cultura
femeninos, neutros,” abiertos a todas las creencias, por lo que para la Unión de
Damas se hacía preciso luchar “con la bandera de Cristo desplegada” contra los
enemigos de la Iglesia, en clara alusión al Lyceum Club. Denunciaba esta
conservadora asociación que en estos centros se facilitaban toda clase de lecturas,
“desde el Corán al Ripalda”. Para ella, este tipo de centros y los centros extranjeros
de los que provenían eran “activos perseguidores de la Iglesia Católica” y por tanto,
animaban a todas las damas católicas que pertenecieran a algunos de estos centros
“neutros” a que se dieran de baja y no contribuyeran de ninguna manera a su
sostenimiento.
A esta circular contestaron desde el Lyceum Club, en el mismo periódico, con un
artículo bajo el título: “El Lyceum Club Femenino no quiere la lucha contra
ninguna otra Asociación”621 y firmado por su Junta Directiva, incluida Isabel de
Palencia, en el que se defendían aludiendo a sus nobles propósitos y aclarando,
como rezaba el título, que no querían polemizar con ninguna asociación.622
618 “Una visita al Lyceum Club Femenino”, La Estampa, Madrid, 5-6-1928, pp. 9-11.
619 Aguilera Sastre, J., “Las fundadoras del Lyceum Club…”, art. cit., p. 66.
620 “La Unión de Damas del Sagrado Corazón”, Heraldo de Madrid, 12-8-1927, p. 1.
621 “El Lyceum Club Femenino no quiere la lucha contra ninguna otra Asociación”, Heraldo
de Madrid, 21-9-1927, p. 1.
622 El mismo contenido, pero con el título “Unas aclaraciones de la Junta Directiva del
Por su parte, Ricardo Baeza rompió una lanza a favor del Club en un artículo
publicado en El Sol, 623 en el que el autor calificaba la fundación del Lyceum como
un hecho trascendental en la historia social de la mujer española y añadía que el
retraso general que sufría España en relación con Europa era más patente en la
esfera femenina. La fundación del Club, a criterio del escritor, había sido casi
milagrosa, teniendo en cuenta que se había debido, sin ninguna ayuda externa, a la
labor y esfuerzo de sus socias. Hablaba de la “implacable persecución” de la que
había sido objeto por elementos clericales y que estos habían criticado su labor por
ser la primera asociación en España que no estaba bajo las sotanas.
Junto a los ataques descritos, señalaba que las “Hijas de María” habían sido
puestas en la tesitura de devolver su medalla o darse de baja del Club y Baeza
señalaba, por cierto que, muchas de ellas habían devuelto sus medallas de
congregacionistas. Pero, para el autor, la campaña difamatoria más acre había
venido de parte de Iris de Paz, órgano oficial de la Archicofradía del Inmaculado
Corazón de María y del Comité Ejecutivo de la Obra de la Buena Prensa, que atacó
al Club en cuatro números consecutivos -del 26 de junio al 17 de julio-, en boca de
“un clérigo o clericaloide”, bajo el pseudónimo de “Lorven”. Este calificaba a las
socias del Club de “mujeres sin virtud ni piedad, con las piernas al aire” y al
Lyceum como un casino en el que la mujer perdía el sentimiento de la propia
dignidad. 624 Se le tildó de “verdadera calamidad para el hogar y enemigo natural
de la familia, y en primer lugar del marido”, cuya autoridad se invocaba para poner
coto a tantos males. Se aseguraba que los hijos de estas señoras eran muy
desgraciados: “Desgraciados niños los que tienen una madre liceómana”; la
institución era un “gravísimo peligro que amenaza nuestra fe y a nuestra sociedad”
y concluía apuntando que “la sociedad haría muy bien recluyéndolas como locas o
criminales, en lugar de permitirles clamar en el club contra las leyes humanas y las
divinas. El ambiente moral de la calle y de la familia ganaría mucho con la
hospitalización o el confinamiento de esas féminas excéntricas y desequilibradas”.
Concluyía Baeza reconociendo que quienes tales improperios proferían se
retrataban a sí mismos y que, afortunadamente, la consecuencia de estos no sería
otra que la recolección de más medallas, pues la mujer española había despertado.
623 Baeza, R., “El blanco y el negro. Una lanza por Lyceum”, El Sol, Madrid, 21-8-1927, p.
12.
624 Recordemos que en el Lyceum había una sala para jugar al bridge.
292
625 En la práctica, a pesar de que María de Maeztu fue la presidenta desde 1926 hasta 1928,
Isabel Oyarzábal ya dirigía el Club en 1926, debido a las absorbentes ocupaciones de
aquella, y así lo hizo hasta 1934, siendo la presidenta que más tiempo ocupó el cargo.
Después de ella, lo hizo Ángeles García-Mauriño Campuzano, de 1934 a 1936. Fagoaga, C.,
“El Lyceum Club…”, art.cit., pp. 149-150.
626 “Contestación a una circular. De nuestra colaboración”, Heraldo de Madrid, 15-8-1927,
628 Díaz Fernández, J., La venus mecánica, Madrid, Moreno-Ávila Editores, 1989, pp. 104-
105.
629 Díaz Fernández, J., “En la sala de té”, Ondas, Madrid, 21-11-1926, p. 7.
630 Escoriaza, T. de, “Crónica. El verdadero club de las mujeres”, La Libertad, Madrid 12-1-
632 Giménez Caballero, E., “¡Bandera blanca al divorcio!”, La Gaceta Literaria, Madrid, 1-
12-1931, pp. 5-6.
633 Fray Junípero, “Mesa revuelta”, El Siglo Futuro, Madrid, 13-5-1933, p. 3.
634 El Sol, Madrid, 20-5-1933, p. 2.
295
Esperemos que todavía resucite con gente que no sea tan sinvergüenza como
la actual”.635
635 Baroja Nessi, C., Recuerdos de una mujer…, op. cit., pp. 108-110.
636 Mangini, S., “El Lyceum Club de Madrid…”, art. cit., p. 132. Rodrigo, A., Mujeres de
España (Las silenciadas), Barcelona, Plaza y Janés, 1979, p. 136.
637 León, M. T., Memoria de la melancolía…, op. cit., p. 515.
296
641 “Eva prepara sus huestes”, La Voz, Madrid, 16-4-1932, p. 1. La revista Crónica también
publicó un artículo en el que se analizaba la fundación y constitución de la Asociación
Femenina de Educación Cívica, que había nacido con 600 asociadas y tenía dos finalidades:
crear una especie de hogar material y espiritual para las mujeres de clase media que
trabajaban y crear una Escuela de Estudios Sociales para la mujer española, bajo el lema de
la reivindicación de los derechos de la mujer y la preparación para la vida fuera de sus
casas. Vid. “María Martínez Sierra funda una Asociación feminista de acentuado perfil
europeo y de amplias orientaciones modernas”, Crónica, Madrid, 19-6-1932, p. 9.
642 En nombre de la Agrupación Socialista Madrileña, nuestra autora había disertado sobre
este tema en la Casa del Pueblo, para dar a conocer el régimen de Seguro de Maternidad,
que recientemente había sido implantado en España y organizado por la Agrupación de
Matronas, la Asociación de Obreras de la Aguja y la Asociación de obreras del hogar. El
Sol, Madrid, 22-11-1931, p. 4.
298
por la Paz y la Libertad desde 1929. Así lo demuestran las actas de los días 16 y 24 de
octubre de 1929, que agradecemos a la generosidad de Antonina Rodrigo y que
informaban de lo acordado en dichas reuniones, presididas por Isabel Oyarzábal de
Palencia. En el acta correspondiente al día 16, se acordó la adhesión a la Asociación
Nacional pro Sociedad de Naciones y a la Asociación “Paneuropa” y la cantidad anual de
abono. Las asistentes, además de la presidenta, fueron María Baeza, Margarita Vasseur,
Matilde Huici, Carmen Baroja, Carmen Gallardo de Mesa, Benita Asas Manterola y Clara
Campoamor. En el acta del día 24 se informaba de que habían sido presentados los
Estatutos en la Dirección General de Seguridad, se acordaba dar una nota de prensa para
el general conocimiento de la Liga y se invitaba a otras asociaciones a adherirse al
movimiento. Las asistentes, en esta ocasión, fueron Isabel Oyarzábal, Carmen Gallardo,
299
Margarita Vasseur, Margarita Robles, Benita Asas, Matilde Huici, Hertha Grimm, María
Baeza y Clara Campoamor. La Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad se
creó en mayo de 1915, durante la Primera Guerra Mundial. A la iniciativa se unieron
mujeres de catorce países, con el fin de concienciar a las mujeres de todo el mundo para
que se opusieran a todas las guerras, la explotación del hombre y a cualquier forma de
opresión. Su sede se estableció en Ginebra. Cfr. Rodrigo, A., Mujer y exilio…, op. cit., p. 271.
647 Scanlon, G. M., La polémica feminista…, op. cit., p. 297.
648 Eiroa San Francisco, M., Isabel de Palencia…, op. cit., pp. 169-171.
8. La Dictadura de Primo
de Rivera bajo la mirada
de Isabel Oyarzábal
303
650 El periódico El Sol titulaba en primera página: “Por hostilidad y difamación contra el
gobierno son destituidos Enrique de Mesa y Ceferino Palencia”. “La Gaceta publica la
siguiente Real Orden: Vistos diversos informes, de los que resultan las persistentes y
reiteradas manifestaciones de hostilidad y difamación contra el Gobierno que vienen
haciendo los funcionarios de este ministerio (Instrucción) D. Enrique de Mesa y Rosales,
jefe de Administración (ilegible) y D. Ceferino Palencia y Álvarez Tubau, oficial de
Administración de segunda clase, ambos con destino en Madrid. Considerando que este
proceder, intolerable en funcionarios públicos, se halla comprendido en los preceptos del
Real Decreto-Ley de la Presidencia del Consejo de Ministros de 16 de mayo de 1926,
siéndoles aplicables las excepcionales sanciones disciplinarias y gubernativas que el mismo
contiene, Su Majestad el Rey (q.D.g) conforme a lo acordado por el Consejo de Ministros,
a propuesta del de Instrucción Pública y Bellas Artes, se ha servido disponer que los dos
referidos funcionarios queden destituidos y dados de baja en el escalafón de los de su clase”.
Cfr. El Sol, Madrid, 1-2-1929, p. 1. El mismo texto aparecía en La Voz, Madrid, 31-1-1929,
p. 1.
306
hambre” y aunque la autora intentó, sin éxito, averiguar el paradero de los dos
hombres, la prensa había sido obligada a omitir cualquier noticia sobre el arresto.
Después de un tiempo, recibió una nota de su marido indicándole que iba a ser
trasladado y que le llevara ropa y dinero a los cuarteles de la policía, pues fue
trasladado a Logroño.
En esos momentos Oyarzábal tuvo que resolver muchos problemas, y entre ellos,
el económico fue el más importante. Sin el sueldo de Ceferino en la Biblioteca
Nacional, solo le quedaban los ingresos procedentes de sus libros y los cheques
que había traído de América, a decir de la propia escritora. Pero gracias a la oferta
de escribir para el Daily Herald de Londres se produjo una mejora en su economía
familiar y, además, siguió impartiendo conferencias como la titulada
“Responsabilidad de la mujer hasta en los problemas de la infancia”, que dio el 3 de
junio de 1929 en la Círculo Mercantil e Industrial.651
Cuando la situación, ya de por sí difícil, se había estabilizado, nuestra autora
recibió un nuevo golpe. En el mes de mayo, su hermana Inés y su madre, Ana
Smith, volvieron de América: a Inés le habían ofrecido ayudar en la creación de un
centro de enfermería, avalado por el Instituto Rockefeller, en Cáceres, una ciudad
especialmente deprimida y azotada por las enfermedades. Tres meses después de
su llegada, la madre, Ana Smith Gurthie cayó enferma y murió el 10 de enero de
1930.
Cuando se produjo el fallecimiento, Ceferino se encontraba en París, ya que
después de su excarcelación de la prisión de Logroño, decidió marchar a Francia
para buscar trabajo, pues en España nadie se lo procuraba y además, era vigilado
en todos sus movimientos.652 Por su parte, Enrique de Mesa, poco después de su
excarcelación, murió en su casa, el 27 de mayo de 1929.653
Al poco tiempo de llegar a París, a Ceferino le ofrecieron un trabajo como
traductor de historias americanas al español y allí se trasladó Isabel Oyarzábal
durante un tiempo, pero tuvo que volver a España porque, como corresponsal del
Daily Herald tenía que dar cobertura a los sucesos que anunciaban el final de la
dictadura, como el ocurrido en diciembre de 1930, cuando se produjo un
levantamiento contra esta por parte del general Dámaso Berenguer que había sido
nombrado por el rey en sustitución de Primo de Rivera, y que también estuvo
Dos años después de su exilio, Cefe volvía de París. Había sido una época muy
dura para Isabel Oyarzábal, pues al tema económico, de nuevo, se unía la
preocupación que tenía por sus hijos, involucrados en la lucha contra la dictadura y
su régimen represivo, que después del último intento de revocamiento, se había
tornado más acre:
“Nuestras vidas, de hecho, habían sido vueltas del revés. Habían dado
preferencia a la espada frente a la cultura, al uniforme sobre la toga académica.
La mentira había sustituido a la verdad. La gente decente estaba en la cárcel y
los usurpadores y violadores de la ley disfrutaban de libertad” (p. 103).
“El Herald me mantenía muy ocupada. Había hecho otra buena exclusiva,
siendo la primera corresponsal extranjera que se las había arreglado para
entrar en la prisión de Madrid, para ver a los presos políticos después de la
sublevación de diciembre. Me uní a las hijas del Señor Alcalá Zamora, a
quienes habían permitido ver a su padre y me llevó una de ellas. Alguien debía
ser capaz de meter a hurtadillas una cámara de bolsillo y tomar algunas fotos.
Esto hizo posible que el Herald publicara una historia, en primera página, con
una fotografía del futuro presidente de la República, mirando desde los
barrotes de la celda de la prisión” (p. 103).
655 El Lyceum Club pidió clemencia para los condenados, adhiriéndose a otras peticiones,
en comunicado dirigido al presidente del Consejo de Ministros y firmado por la presidenta,
Isabel de Palencia y la secretaria, María Hurdisun. Cfr. La Época, Madrid, 16-3-1931, p. 6
y Heraldo de Madrid, 16-3-1931, p. 11.
656 Aunque elaborado antes, fue hecho público en diciembre de 1930. Se había planeado una
Francisco Bergamín, Felipe Sánchez Román y Luis Jiménez de Asúa. Abc, Madrid, 21-3-
1931, p. 29.
310
La vida realmente merecía la pena ser vivida entonces. Todos los días La
Gaceta Oficial nos daba pruebas de la febril actividad, con la que todos los
departamentos gubernativos estaban trabajando por el bien de España. Se
elaboraron planes para el riego de tierras estériles hasta entonces, otros para
la creación de centros de salud pública, más para el desarrollo de las
posibilidades industriales del país y para la preservación de nuestro
patrimonio artístico” (p. 108).
como consta en un documento con fecha del 12 de mayo de 1931. 664 Le fue
encomendado todo lo relacionado con el trabajo de mujeres y niños. La Liga de
Naciones, de la que dependía la Conferencia, mostraba ya algunos signos de
desmoronamiento, pese a que su prestigio se había incrementado por la solución
pacífica del incidente de Corfú y del protagonizado por Bulgaria y Grecia. La
Organización Internacional del Trabajo era la “más interesante de la Liga; los
conflictos entre el capital y el trabajo son conflictos mundiales. Era como un
enorme laboratorio, en el que los expertos de cada nación trataban, y con buenos
resultados en Ginebra, de encontrar una manera de solucionar la estela de
dificultades y abusos, que el sistema económico que gobierna el mundo, deja a su
paso” (p. 109). Isabel Oyarzábal tomó parte en las deliberaciones de la comisión
para la defensa de los niños trabajadores, aunque no tuvo demasiado éxito: “Me
temo que escandalicé bastante a mis colegas, planteando la propuesta de limitar las
horas de los monaguillos por debajo de cierta edad. Nadie promovió ningún
argumento convincente contra la moción, pero no fue aceptada” (p. 109).665
En esa misma época fue también designada traductora por el Comité
Organizador de la XX Sesión del Instituto Internacional de Estadística, tal como
refleja un documento con fecha de 14 de mayo de 1931;666 vocal del Consejo del
Patronato del Instituto de Reeducación Profesional en documento con fecha de 18
de mayo de 1931;667 vocal del Patronato del Museo del Traje Regional e Histórico
y de la Comisión artística del mismo en documento con fecha de 13 de noviembre
de 1931.668 Al tiempo, seguía impartiendo conferencias, como la que pronunció en
el Ateneo y en el local de La Única a favor del voto femenino.669
664 Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith (Inventario núm. 687, Registro 1812),
monaguillos y cantantes de coro en las iglesias. Después, en una alocución, quiso explicar
la propuesta en la que analizaba la situación de los niños que, empleados en las iglesias,
trabajaban durante muchas horas, realizando a veces duros trabajos y desatendiendo a sus
estudios, por lo que proponía fijar el límite de edad para estos trabajos en los catorce años.
Paz Torres, O., Isabel Oyarzábal Smith…, op. cit., p. 249.
666 Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith (Inventario núm. 687, Registro 1812).
Por su parte, la revista Crónica inició una serie de entrevistas a las mujeres más
relevantes del feminismo español. La pregunta que daba título a las entrevistas era:
“¿Cuál debe ser la labor de la mujer en la República?” En el número del 26 de abril
de 1931, las entrevistadas eran Clara Campoamor, Carmen de Burgos e Isabel
Oyarzábal. Las tres mujeres insistían en la necesidad de dar a conocer los
proyectos del nuevo sistema y de que la mujer colaborara en esa tarea. Oyarzábal,
además, insistía en la idea de llevar al hogar “un alto espíritu cívico” que sirviera de
base a la educación de las futuras generaciones. Se reiteraba en la idea de la
entrevista anterior, afirmando que, una vez asentado el régimen republicano, la
mujer debía colaborar con plenitud en la vida nacional, “exigiendo sus derechos,
aplicando estos primordialmente a la imposición de normas administrativas pulcras
y decentes, al fomento del desarrollo de la cultura, a la desaparición de irritantes
desigualdades sociales, al bienestar del niño y al aseguramiento de la paz por medio
del desarme”, resumiendo así sus principios ideológicos.673
En septiembre de 1931, según la narración de la propia autora, fue nombrada
miembro suplente de la delegación española en la Asamblea General de la Sociedad
de Naciones, presidida por Lerroux y en la que participaron, entre otros, Salvador
de Madariaga y Clara Campoamor. 674 El compromiso contraído por Isabel
Oyarzábal no carecía de complejidad. Había de exponer sus dotes diplomáticas,
dominar el derecho interno de los estados y el Derecho Internacional y establecer
un equilibrio entre las soberanías nacionales y la cooperación internacional,
compartiendo espacio con reconocidos intelectuales como Salvador de Madariaga,
Luis de Zulueta o Rafael Altamira.675 Se lamentaba de las intrigas que observaba
entre los integrantes de la misma, aunque reconocía que, de vez en cuando, volvía a
aparecer el espíritu con que la Sociedad de Naciones había sido fundada:
“Estaba orgullosa de sentir que España siempre respondía- quizá Don
Quijote. ¿Quién sabe? Pero necesitábamos no sentirnos avergonzados de que
siempre defendía lo que era justo, a China frente a Japón, a Etiopía frente a
Italia, y a todos los oprimidos y pisoteados contra los opresores. Que siempre
fuera traicionada después de todo, no importa. Miraba fijamente a los
delegados, les escuchaba y deseaba que todo lo que decían de una manera tan
elocuente, pudiera traer mejores resultados. Conocí a muchos hombres
676 Escoriaza, T., “Página de la mujer”, Mundo Gráfico, Madrid, 26-1-1932, p. 21.
677Archivo Nacional de Cataluña. Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith (Inventario
núm. 687, Registro 1812).
678 Ibidem. La prensa daba cuenta de sus intervenciones en la institución: Isabel Oyarzábal
679 Archivo Nacional de Cataluña. Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith (Inventario
núm. 687, Registro 1812).
680 Heraldo de Madrid, 2-4-1932, p. 2.
681 Heraldo de Madrid, 13-5-1932, p. 10.
682 Heraldo de Madrid, 16-4-1932, p. 9.
683 Archivo Nacional de Cataluña. Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith (Inventario
su discurso se apoyó en las ideas que nunca le abandonaron: “la libertad es un bien
tan grande que en el mundo, en el momento actual, hay millares de hombres
hambrientos que no cederían su libertad a cambio de medios de subsistencia”. En la
intervención del 7 de octubre trató sobre la libertad de prensa, asunto para el que
proponía que el único control fuese moral, a la vez que abogaba por la
transparencia.687
El documento que acreditaba la incorporación de Isabel Oyarzábal a la comisión
encargada de estudiar la colaboración de las mujeres en la Sociedad de Naciones
está fechado el 4 de octubre de 1932,688 momento en el que en España ya se había
otorgado el voto a la mujer, de ahí que fuese la delegada española la que insistiera
en que para que la labor de las mujeres en el supremo organismo internacional
fuese eficaz se tenía que solventar antes, en cada país, la igualdad de los hombres y
de las mujeres en el terreno de los derechos políticos.
Efectivamente, la República había concedido el derecho de sufragio a las mujeres
sin ninguna restricción. Las Cortes Constituyentes habían sido convocadas el 14 de
julio de 1931 y el 30 de septiembre se había abierto el debate sobre el sufragio
femenino, personificado y defendido por Clara Campoamor, diputada del Partido
Radical. Su postura difería de las otras dos diputadas femeninas en la Cámara,
Margarita Nelken, socialista y Victoria Kent, diputada del partido Radical-
Socialista, que mantenían sus reservas ante la concesión del voto. 689 Clara
Campoamor defendió los principios democráticos que debían garantizar la
aplicación de la igualdad y la eliminación de cualquier discriminación de sexo en la
Constitución republicana. Finalmente, la votación que otorgó el sufragio a las
mujeres se produjo el 1 de octubre de 1931 y arrojó el resultado de 161 votos a
favor, 121 en contra y 188 abstenciones, datos que reflejan la falta de compromiso e
incluso el rechazo de gran parte de la Cámara al sufragio femenino.
687 Di Febo, G., “Isabel de Palencia: una republicana…”, art. cit., pp. 140-142.
688 Participó también en la sesión de la Asamblea donde se discutía el tema de “la
nacionalidad de las mujeres casadas”, el 22 de noviembre de 1932, en el que se debatió el
derecho de la mujer a mantener la nacionalidad de origen y no la dela marido. Paz Torres,
O., Isabel Oyarzábal Smith…, op. cit., p. 252.
689 Victoria Kent proponía el aplazamiento de la concesión del voto hasta que se hubiera
690 Nash, M., “Forjar la ciudadanía en femenino: igualdad y derechos de las mujeres
durante la II República y la Guerra Civil”, en Ciudadanas y protagonistas históricas…, op. cit.,
pp. 24-27.
691 Peña, C., “El voto a la mujer”, El Liberal, Madrid, 25-6-1932, p. 4. En términos
Oyarzábal. La prensa se hizo eco del homenaje ampliamente y anunciaba que tendría lugar
el 14 de octubre a las 6:30 en los Salones del Hotel Nacional, aunque fue homenajeada
también con posterioridad. Vid. “El voto femenino”, El Imparcial, Madrid, 8-10-1931, p. 2;
“Un homenaje a Clara Campoamor”, Heraldo de Madrid, el 13-10-1931, p. 2, El Imparcial,
Madrid, 12-5-1932, p. 6. Efectivamente, las organizaciones feministas llevaron una
campaña de apoyo al voto femenino. La ANME, por ejemplo, repartía panfletos entre los
diputados en los que se leía: “Señores Diputados: No manchen ustedes la Constitución
estableciendo en ella privilegios. Queremos la igualdad de derechos electorales. Viva la
República”. Vid. Aguado, A., “Entre lo público y lo privado: sufragio y divorcio en la
Segunda República”, Ayer, 60 (2005), pp. 105-134.
324
femenino” hablaba del avance que las mujeres habían conseguido en cuanto a la
dedicación política y nombraba a nuestra autora como ministra de Estado.693
Sin duda, la consecución del voto estimuló la incorporación de muchas mujeres a
organizaciones femeninas y su compromiso con la vida política, pero la República
trajo también cambios legislativos en otros ámbitos que contribuyeron al
desarrollo de la sociedad, en general, y a la igualdad de la mujer respecto del
hombre, en particular. Así, por ejemplo, la Constitución establecía la implantación
de la escuela laica y el artículo 43 de la Constitución establecía el modelo de
matrimonio y se reconocía derecho de divorcio.694
La República también estableció un tratamiento igualitario en la legislación
laboral, 695 y en este sentido fue muy importante la figura de Francisco Largo
Caballero, a quien Oyarzábal elogió desde las páginas de su autobiografía,696 en su
cargo del Ministerio de Trabajo donde trabajó duramente para conseguir una
avanzada legislación laboral: ejemplos de ella fueron el artículo 46 de la
Constitución donde se hacía referencia a la protección de la mujer en el trabajo; el
artículo 40 que garantizaba la no discriminación en puestos oficiales y cargos
públicos por razón de sexo y un decreto del 29 de abril de 1931 que permitía a las
mujeres opositar para notarías y registradores de la propiedad, y posteriormente
otras leyes desarrollaron la incorporación de la mujer a los cuerpos de la
Administración del Estado. 697 Estas nuevas disposiciones permitieron a Isabel
Oyarzábal materializar su siguiente proyecto:
“Cuando volví a España decidí dedicar el mayor tiempo posible al estudio del
derecho internacional y la legislación laboral. Me las arreglaba para hacerlo
mientras cubría las noticias para el Herald, cuidando de la casa y atendiendo
las reuniones de las diferentes juntas, pero me relacionaba socialmente lo
menos posible. Los fines de semana los pasábamos siempre con Cefe en
693 Cuevas F. V., “Un futuro gobierno femenino”, Heraldo de Madrid, 15-11-1932, p. 13.
694 El desarrollo de este artículo se materializó posteriormente con la Ley de divorcio del 2
de marzo de 1932 y la Ley de matrimonio civil del 28 de junio de 1932. En la ley de
divorcio tuvo mucha responsabilidad, de nuevo, Clara Campoamor, junto con el diputado
radical-socialista Luis López Dóriga, que había sido excomulgado y privado de su canonjía
en la catedral de Granada. Clara Campoamor había señalado que la ley debía asentarse
sobre los principios de libertad y laicismo, debido a la presión que ejercería la iglesia en su
contra. Tras la promulgación de la ley de divorcio se materializaron sonoros divorcios de
mujeres notorias del panorama cultural e intelectual: Concha Espina, Josefina Blanco,
Constancia de la Mora o Pastora Imperio.
695 Aguado, A., “Entre lo público…”, art. cit., pp. 105-134.
696 Oyarzábal de Palencia, I., I must have…, op. cit., p. 108.
697 Aguado, A., “Entre lo público…”, art. cit., p. 114.
325
En 1932, Isabel Oyarzábal tradujo del inglés la obra del sociólogo finlandés,
Edward Westermarck, Historia del matrimonio, trabajo que fue reseñado en la
prensa de la época.698
Tras su participación en las oposiciones, fue nombrada Inspectora de Trabajo con
carácter interino en Madrid, el 1 de abril de 1933, con un sueldo anual de siete mil
pesetas, siendo la primera vez que una mujer ocupaba este cargo. 699 Poco se conoce
698 Luz, Madrid, 20-5-1932, p. 2. Curiosamente, Luis Araquistáin, basándose en los datos
circunstancias para ser considerada aspirante en el concurso oposición para cubrir las
plazas de Inspectores provinciales de Trabajo convocado por el Ministerio. Tales
circunstancias eran:
-El haber sido enviada dos años consecutivos como consejera técnica de la Delegación
Gubernamental en las XV y XVI Conferencias Internacionales del Trabajo celebradas en
1931 y 1932.
-El haber trabajado en la preparación del Congreso de Estadística anejo a ese Ministerio
durante más de un año.
-El ser vocal del Patronato del Instituto de Reeducación de Inválidos cuando dependía de
Trabajo y en la actualidad.
-El ser miembro correspondiente de las Academias de Ciencias de Cádiz y de Málaga y de
la de Ciencias Sociales de Norte América.
326
-El haber escrito y publicado en el Daily Herald de Londres trabajos acerca de las
condiciones del trabajo en España.
-El haber sido nombrada vicepresidenta del Jurado Mixto del Vestido y Tocado según
consta en la Gaceta de Madrid del día 28 de julio de 1932.
-El haber sido nombrada miembro del Comité de Técnicos del Trabajo Femenino que con
carácter consultivo fue constituido por el Consejo de Administración de la Oficina
Internacional del Trabajo de Ginebra en su 56. Sesión celebrada en el mes de enero de
1932.
Cfr. Archivo Nacional de Cataluña, Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith (Inventario
núm. 687, Registro 1812).
700 Eiroa San Francisco, M., Isabel de Palencia…, op. cit., p. 176.
327
ultimar el discurso que el primero daría al día siguiente. A pesar del secretismo, la
prensa de la oposición lo averiguó y ello dio mucho que hablar:
“El discurso de Azaña causó tal impresión en las Cortes, que Lerroux estaba
totalmente derrotado y tuvo que dimitir. Para llevar a cabo sus planes, los
reaccionarios, entonces, persuadieron al presidente Alcalá Zamora de que
disolviera las Cortes. Débil, y celoso también de la popularidad de Azaña, el
presidente cedió y se convocaron elecciones generales para el mes de
noviembre de 1933” (pp. 113-114).
701 Archivo Nacional de Cataluña, Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith (Inventario
núm. 687, Registro 1812). Oyarzábal escribía en el Heraldo de Madrid proporcionando
información sobre su actividad. En esos momentos se discutía la prohibición de las
agencias de colocación privadas, el establecimiento de oficinas estatales en su lugar,
creación de convenios sobre seguros sociales, de orfandad, viudedad, enfermedad y vejez y
con posterioridad se discutiría sobre el paro juvenil. Heraldo de Madrid, 19-7-1933, p. 16.
702 Rodrigo, A., Mujer y exilio…, op. cit., p. 273.
328
abandono de familia, defendiendo la causa de los hijos ilegítimos, para los que la
Constitución española había establecido la igualdad de condiciones con los
legítimos.703 En el ámbito nacional, ese año y desde marzo participó en el comité
organizador del Congreso de Lucha Científica y Social contra el Cáncer que se
celebró en Madrid del 25 al 30 de octubre y del que era vocal704 y en el terreno
personal, en noviembre de ese mismo año, fue operada de una catarata por el doctor
Poyales.705
Oyarzábal recordaba que ese año había sido difícil para la Asamblea de la
Sociedad de Naciones, pues la hostilidad de la delegación alemana, encabezada por
Goebbels, presagiaba muchos problemas. Reconocía en sus memorias que se sintió
halagada por haber sido autorizada a firmar una asamblea en nombre del gobierno,
pero ello no compensaba el temor de que el fascismo y el nazismo terminaran por
avocar al mundo a la guerra, ante la aquiescencia de Francia y Reino Unido. 706
Isabel Oyarzábal iba a tomar la palabra en una conferencia que se había organizado
a favor del desarme e inesperadamente, le fue comunicado que Alemania iba a
abandonar la Sociedad de Naciones, mientras que el político inglés John Simon la
tranquilizó asegurándole que el gobierno inglés no permitiría que nada
ocurriera.707
En esa misma intervención en la Sociedad de Naciones, Isabel Oyarzábal fue
elegida miembro del Comité de Expertos en Esclavitud, institución en la que
participó desde enero de 1934 hasta 1938. El cometido de la Comisión era la
abolición de la esclavitud en los países en los que aún persistía. Y así, en las
primeras sesiones se concentraron en la elaboración de un informe que recogiera el
concepto de “trabajo” y los límites de la esclavitud. Oyarzábal defendió la supresión
de este modelo económico que atentaba contra los derechos de mujeres, niños y los
elementos más débiles de la sociedad. Otros puntos de su discurso fueron la trata
de mujeres y el tráfico de niños; las reformas del funcionamiento de las cárceles que
708 Eiroa San Francisco, M., Isabel de Palencia…, op. cit., pp. 182-185.
709 Ibidem, p. 111.
710 Archivo Nacional de Cataluña. Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith (Inventario
cedistas y en contra de la represión de las víctimas del nazismo que acababa de producirse
en Alemania. Oyarzábal intervino en 1934 en el Congreso Internacional de Mujeres contra
la Guerra y el Fascismo en París. Cfr. Eiroa San Francisco, M., Isabel de Palencia…, op. cit.,
p. 43.
330
713 Cfr. Aguado, A., “Entre lo público…”, art. cit., pp. 118-119.
714 Paz Torres, O., Isabel Oyarzábal Smith…, op. cit., p. 255.
331
Tingladillo”, que según sus propias palabras dejó caer el telón cuando se precipitó
la sublevación rebelde que condujo a los españoles a una cruenta guerra civil. La
celebración de las elecciones generales de 1936 venía precedida de la represión y la
censura que habían caracterizado los años precedentes. La autora elevaba a
cuarenta mil los detenidos por haber apoyado a la República los dos últimos años.
Oyarzábal reflejó en su autobiografía la fotografía de aquellos que se alinearon
con el ejército rebelde para asestarle un golpe a la democracia: grandes
terratenientes, oficiales del ejército, jerarcas de la iglesia, aristócratas, los bancos,
hombres de negocios, grandes industriales, hombres y mujeres de clase media, cuyo
mayor atributo era el miedo, y nombraba expresamente al empresario Juan March,
cuya financiación fue clave para el éxito del golpe (p. 117). Las elecciones generales
tuvieron lugar el 16 de febrero de 1936, bajo el control del gobierno republicano
derechista:
“Dos grupos de coalición se enfrentaban cara a cara. De una parte, los
derechistas liderados por Gil Robles, cuyo apetito de poder se había agudizado
en sus dos años y medio de despacho. El eslogan de su partido fue paseado por
todo el país, debajo de grotescas fotografías a color de tamaño gigante del
líder: “Por los trescientos”. Su significado era que su campaña luchaba por
trescientos escaños en el parlamento. Dejarían que, generosamente, los
restantes ciento setenta y tres fueran divididos entre republicanos de todas las
tendencias, monárquicos, socialistas y comunistas” (p. 118).
720 Rodrigo A., Mujer y exilio…, op. cit., p. 274. El nombramiento para este cargo tiene fecha
del 3 de septiembre de 1936. Archivo Nacional de Cataluña. Fondo documental Isabel
Oyarzábal Smith (Inventario núm. 687, Registro 1812).
721 Archivo Nacional de Cataluña. Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith (Inventario
del partido laborista que iba a tener lugar allí y debía ser expuesta, antes de su
discusión, la cuestión del Pacto de No-Intervención. Voló desde París con Jiménez
de Asúa, diputado y miembro del partido socialista y sorprendentemente, fueron
retenidos en el aeropuerto de Croydon, desde el que partirían a Edimburgo.
Finalmente, llegaron después de que el Pacto de No-intervención hubiera sido
discutido y aprobado en el Usher Hall de Edimburgo. 726 De cualquier forma,
pidieron poder exponer el tema y lo hicieron antes de la asamblea del día posterior.
Jiménez de Asúa explicó cómo el gobierno de León Blum, primer ministro de
Francia, había sido intimidado por el embajador británico en París y que las armas
que España había encargado a Francia mucho antes de la guerra, y por las que
había pagado, no habían sido enviadas. Isabel de Palencia tomó la palabra y explicó
la situación, lamentando la imagen que parte de la prensa había dado de los
republicanos como monstruos que habían atacado a miembros de la Iglesia y
aclaraba que muchos miembros de la Iglesia católica estaban a favor del gobierno
republicano. Apuntó también que las tropas marroquíes llevadas por el ejército
rebelde a España estaban causando mucho daño en la población, pues tenían carta
blanca para saquear y destruir lo que quisieran de las ciudades que iban tomando.
También habló de la situación del Alcázar de Toledo, baluarte del ejército fascista,
que los rebeldes habían ocupado, de manera cobarde, con mujeres y niños para que
no fuera bombardeado. El presidente, Charles Trevelyan, tras escuchar a los
oradores exclamó que quizá el primer acto que debía realizar el ejecutivo era hacer
algo por el pueblo español.
Los asistentes se vieron conmovidos por las palabras de la oradora y clamaron
por “armas para el pueblo español”, exigiendo también al Consejo que se reuniera y
discutiera de nuevo el asunto.727 El líder del partido laborista, Clement Attlee, y el
726 La intervención tuvo lugar el 7-10- 1936, como constató el diario Abc, Madrid, 8-10-
1936, p. 8.
727 The Evening Dispatch, el 7-10-1936, s. p. resumía el contenido del discurso: Jiménez de
Asúa, expuso la gravedad de los bombardeos fascistas sobre la población con el uso de
gases tóxicos. Concretamente apuntó que desde la firma del Pacto de No-Intervención, el 7
de septiembre, habían llegado a los rebeldes 23 aviones y 360 toneladas de material de
guerra; el 9 de septiembre había llegado también un avión de Alemania y el 29, gas tóxico.
Clamó por la posibilidad de conseguir armas y especificó que España tenía dinero para
comprarlas: “Ayúdennos a comprar armas con las que podamos ganar la batalla para la
democracia y la paz en el mundo”. Archivo Nacional de Cataluña. Fondo documental
Isabel Oyarzábal Smith (Inventario núm. 687, Registro 1812).
Los discursos pronunciados por Isabel de Palencia y Jiménez de Asúa fueron publicados
con el título The agony of Spain por el partido laborista. Un resumen de las citas más
relevantes se puede ver en Bados Ciria, C., “Isabel Oyarzábal Smith: la escritura como
337
líder de los diputados, Arthur Greenwood, fueron a Londres para entrevistarse con
el gobierno y exponer la información que habían conocido de parte de los dos
oradores.728 En palabras de la autora, la prensa del día siguiente hablaba de su
visita a Edimburgo y un diario conservador de Londres la tildó de “una nueva
Duse”. Ella atribuyó el éxito del discurso a su “corto entrenamiento en la escena”.
Después de la visita a Edimburgo volvieron a Ginebra, donde pudieron pasar unos
días con Ceferino, al que habían nombrado ministro de España en Letonia y Cefito,
quien iba a ayudarle a establecerse en Riga.729
Y así, Isabel Oyarzábal partió en octubre de 1936, junto con Marcelino Domingo,
el padre Sarasola y Marissa, rumbo a Estados Unidos en el Queen Mary,730 viaje
que destacó en su autobiografía por la expectación que su llegada despertó en los
medios de prensa, que les preguntaban insistentemente si pretendían persuadir a
los Estados Unidos para que les apoyara en la guerra. En aquellos momentos, los
periódicos anunciaban que Azaña había tenido que abandonar Madrid, lo cual
podría significar que la capital estaba a punto de caer en manos rebeldes.
La gira fue auspiciada por una organización llamada Canadian and North American
Committee to Aid Spanish Democracy, dirigida por el canadiense A.A. MacLeod y
cuya participación en actividades en ciudades concretas eran patrocinadas, sin
embargo, por organizaciones filiales, como la Greater Boston Committee to Aid
Spanish Democracy o la Friends of the Spanish Republic, INC de Nueva York. El
primer destino de la gira fue Toronto,731 Ottawa y Quebec y Montreal, en donde
los católicos boicotearon el acto. Después partieron hacia Nueva York, lugar en el
que congregaron a cerca de veinticinco mil personas en el Madison Square
Garden,732 y donde recaudaron 30.000 dólares para la causa republicana. Volvieron
construido barricadas con sus propias manos ensangrentadas y habían parado las armas
del ejército rebelde. Marcelino Domingo y la autora pusieron el acento en la legalidad del
gobierno. En este caso, la prensa señalaba, como en otros muchos, los ataques a los que fue
sometido el Padre Sarasola, tildado de apóstata. Fue una constante la autodefensa que tuvo
338
a Canadá, donde la gira les llevó a visitar todo el país de este a oeste: Saskatoon,
Edmonton,733 Port Arthur, Winnipeg, lugar en el que tuvieron tres mítines en un
día, o Vancouver. En Estados Unidos recorrieron Seattle, 734 Portland, 735 San
Francisco, donde Oyarzábal habló en el Congreso de Escritores del Oeste y
conoció a Upton Sinclair, John Steinbeck, Humphrey Cobb, Dorothy Parker o
Haakon Chevalier.736 También visitaron Los Ángeles,737 Denver,738 Florida,739 San
que llevar a cabo el sacerdote en varias de las ciudades que visitaron. Como curiosidad, el
periodista señalaba que muchos de los asistentes que dieron sus donativos pensaban que el
dinero se invertiría en comprar armas y no suministros para la población civil. El 9 de
septiembre de 1936 se organizó otro evento en Nueva York para recaudar fondos para la
República, organizada por la Friends of the Spanish Republic, INC. The New Republic.
Archivo Nacional de Cataluña. Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith (Inventario
núm. 687, Registro 1812).
733 Marcelino Domingo explicó que el gobierno democrático había llevado la democracia a
palabras de los oradores referentes a las tropas marroquíes, la ayuda alemana e italiana y la
entrada de armas de estos dos últimos países a través de Portugal.
736 La conferencia en San Francisco había reunido a 200 autores. En el acto se leyó un
Isabel Oyarzábal afirmó que las iglesias habían sido convertidas en arsenales, la gente se
levantó gritando que tal afirmación era falsa. Sin embargo, la prensa extranjera ya había
investigado el asunto y dado veracidad a tal afirmación. El autor del artículo se planteaba
por qué la Iglesia Católica se había aliado con Franco, pues si ganaban los republicanos, la
Iglesia perdería sus propiedades y poseía un tercio de todas las de España. Archivo
Nacional de Cataluña. Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith (Inventario núm. 687,
Registro 1812).
739 A la conferencia de Tampa acudieron 3.000 personas. En este caso, los oradores
destacaron la presencia de tropas y ayuda extranjera al ejército rebelde y aclararon que los
leales estaban luchando por la democracia, no por el comunismo. Isabel Oyarzábal matizó
que la palabra comunismo se estaba utilizando para describir cualquier cosa opuesta a
fascismo. Archivo Nacional de Cataluña. Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith
(Inventario núm. 687, Registro 1812).
339
740 St. Louis Post-Distpatch (20-11-1936). El padre Sarasola afirmó que la Iglesia se había
separado del pueblo y alineado con los ricos y los opresores de los pobres, pero muchos
sacerdotes estaban luchando al lado de los demócratas. Por su parte, Isabel Oyarzábal
aclaró que los gobiernos de derechas habían frenado el progreso logrado por la República
los dos primeros años de gobierno. Habían cerrado miles de centros de salud públicos,
habían eliminado los tribunales que se habían establecido para las disputas entre
empresarios y trabajadores, habían abolido las leyes de salario mínimo y de la jornada de
ocho horas, y frenado también el desarrollo de la educación. Por su parte, en el Saint Louis
Star Times (20-11-1936) se podía leer que el padre Sarasola había sido acusado de ser
expulsado de la orden franciscana y tuvieron que desmentirlo. Les preguntaban, por
ejemplo, si el gobierno de Madrid era apoyado por el gobierno de Rusia o si el gobierno
era comunista. Oyarzábal tuvo que puntualizar que solo 15 de 470 miembros del
parlamento eran comunistas. Se refirió también a los avances para la clase trabajadora que
había conseguido la República y puntualizó que los obreros que habían sido remunerados
con veinte céntimos por una jornada de doce horas, pasaron a cobrar un dólar al día, pues
la República hizo que aumentara el salario mínimo y esta era una de las razones por la que
los grandes industriales se habían alzado contra ella.
741 En Evening Public Ledger Philadelphia (10-12-1936), se publicó que, en un almuerzo en
honor de los oradores, se leyó un telegrama de Albert Einstein apoyando la causa: “Las
grandes democracias deben darse cuenta del hecho de que la defensa de los derechos
políticos de los ciudadanos es una tarea internacional de la más apremiante importancia”.
De nuevo los ataques al padre Sarasola se hicieron patentes, tildándole de apóstata y
afirmando que representaba a un gobierno que con el dinero de Rusia ha estado asesinando
monjas y sacerdotes inocentes y saqueando iglesias y destruyéndolas.
742 Por su parte, The Pittsburgh Press (9-12-1936) resumía el mitin apuntando que se
mostraban seguros de la victoria de los leales: los rebeldes tenían armas y munición, pero
los leales eran apoyados por el pueblo de España. Otro de los puntos en los que insistieron
fue que la de España no era una guerra civil, sino una invasión. Mientras que en Pittsburgh
Post- Gazette (10-12-1936), se destacaban las palabras de elogio de Isabel Oyarzábal hacia
las mujeres y el trabajo que estaban realizando en la guerra. Además, anunció que la
semana siguiente partiría a Suecia.
743 Star Phoenix (6-11-1936) destacaba que Isabel Oyarzábal había expuesto sus quejas por
Su labor iba a ser muy dura como miembro de la diplomacia española, además de
que la situación era crítica en la embajada española en Suecia: su antecesor Alfonso
Fiscowich y Gullón, había tomado posesión de la embajada cambiando súbitamente
el objeto de su lealtad745 y amenazaba con permanecer en ella hasta que Franco
ganara la guerra. Pero el viaje con destino a Estocolmo no iba a estar falto de
745Al inicio de la Guerra Civil, todos los diplomáticos recibieron comunicaciones emitidas
del gobierno de la República (Orden circular número 23, de 24 de julio de 1936 del
Ministerio de Estado), por la que se requería a los miembros de los cuerpos diplomáticos la
identidad de aquellos que se mostraban leales al gobierno legalmente constituido. También
recibieron notificaciones de la Junta de Defensa Nacional destituyendo a los embajadores
por ser leales a la República y ordenando al diplomático inmediatamente inferior que
informara de la toma de poder. Desconocedores del alcance del alzamiento, la mayoría se
mantuvo leal a la República, los menos se declararon afines a los rebeldes y un tercer
grupo se mantuvo a la expectativa de los acontecimientos, declarando algunos su fidelidad
a los dos bandos. Se conservan telegramas en los que 128 funcionarios diplomáticos se
mantuvieron leales y 59 dimitieron de su cargo. El gobierno de Largo Caballero provocó,
después, la renuncia de otros diplomáticos. Posteriormente, el Ministerio de Estado
decretó el 21 de agosto de 1936 la disolución de la carrera diplomática con el fin de
integrarla de funcionarios leales a la República, la mayoría profesores universitarios e
intelectuales.
Alfonso Fiscowich y Gullón envió el siguiente telegrama de adhesión a la República el 27
de julio de 1936: “Consecuencia ideales máxima lealtad a lo largo de mi dilatada carrera,
los mantengo íntegramente hacia régimen republicano establecido y representado por las
instituciones actuales”. Cfr. Casanova, M., La diplomacia española durante la Guerra Civil,
Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores, 1996, pp. 28-31 y 45. Esta reorganización
impulsó la ocupación de puestos diplomáticos por parte de alguna de las mujeres más
notorias de la República. Así, además de Isabel Oyarzábal, Victoria Kent fue nombrada
secretaria de la Embajada de París, María Lejárraga, agregada Comercial en Berna,
Matilde Huici, secretaria de 2ª clase en Washington. Cfr. Eiroa San Francisco, M., Isabel de
Palencia…, op. cit., p. 201.
342
746 El Comité Sueco de Ayuda a España, Svenska Hjälpkommittén för Spanien, estaba
formado por sesenta miembros, incluida la Premio Nobel, Selma Lagerlöf. A este comité se
unieron la Federación de Sindicatos Noruegos y otras organizaciones sociales.
Organizaban actos culturales como la “Semana de España”, y publicaron revistas como
Storm över Spanien, Solidaritet y el periódico Tormklockan. Cfr. Eiroa San Francisco, M.,
Isabel de Palencia…, op. cit., pp. 219-220.
747 Ibidem, p. 211.
343
Para poner fin al problema, decidieron entregar una petición al gobernador civil
para que diera la orden de expulsión de los “intrusos”, con fecha de 26 de enero de
1937 y se hizo un requerimiento para que Fiscowich desocupase la sede oficial.751
Finalmente, abandonó la embajada, el Palacio de Djurgärden del Príncipe Karl,
edificio que había sido comprado durante la dictadura de Primo de Rivera para que
el rey visitase la ciudad dos o tres días. Desgraciadamente, la nueva ministra se
encontró con los archivos vacíos y la bandera de España hecha trizas en el salón.
Además, se produjo otro incidente que afectó a la tarea de la ministra: en la
embajada sueca en Madrid se habían refugiado 174 personas ideología de
ultraderecha que podían vender armas o trasladar personal a la zona franquista,
748 La prensa sueca se hizo eco de la noticia en portada. El diario Dagens Nyheter, (5-1-
1937), titulaba “El señor Fiscowich ha hecho las maletas” y narraba el recorrido que la
nueva embajadora realizó en la carroza de las siete ventanas, como se llamaba al carruaje
habitual para tales ocasiones. El periódico Stockholms Tidningen, en esa misma fecha, bajo el
título, “La crisis ministerial española en Estocolmo”, apuntaba que el ministro Fiscowich
aún se encontraba en la embajada mientras la ministra Palencia presentaba sus
credenciales ante el rey.
749 Abc, Madrid, 31-12-1936, p. 5.
750 El 24 de julio de 1936, el Presidente de la Junta de Defensa Nacional, general
Cabanellas, había enviado telegramas a los gobiernos extranjeros para que establecieran
relaciones con el nuevo régimen y Franco se dirigió expresamente a los diplomáticos
durante un discurso para que trabajasen como agentes oficiosos en sus destinos. Cfr.
Casanova, M., La diplomacia española…, op. cit., pp. 32-33.
751 Eiroa San Francisco, M., Isabel de Palencia…, op. cit., p. 209.
344
Otra de sus tareas fue colaborar con el Comité Sueco de Ayuda a España,
capitaneado por Georg Branting.756 Por último, también se ocupaba de la vigilancia
de las costas en relación al tráfico de armas. El 29 de mayo de 1937, por ejemplo,
habría informado de que un barco llamado Amalienburg, de propiedad alemana y
rebautizado con el nombre de Acma, iba cargado de armas para los rebeldes. Para
la prensa franquista, el barco, que recaló en Vigo, era una captura de armas
destinadas al ejército republicano. Posteriormente, en julio de 1938, habría
notificado la gestión de venta de armas en Tallín.757
El trabajo de la ministra se vio normalizado por la llegada de un nuevo secretario,
Rafael Romeo, desde marzo hasta noviembre de 1937, a pesar de la escasez de
fondos y los retrasos en el pago a proveedores que obstaculizaban su labor. 758
En la capital sueca fue donde Oyarzábal tuvo conocimiento del ataque de la
aviación y la armada italiana a su querida ciudad natal:
“En verdad, el heroísmo era enteramente superfluo en esta acción,
considerando que la ciudad no se defendió y los únicos ataques fueron aquellos
llevados a cabo contra la población civil, que fue bombardeada desde el mar y
ametrallada desde el aire, mientras huían de la ciudad en busca de refugio. Los
cuerpos de los ancianos indefensos, las mujeres y los niños cubrían
literalmente grandes porciones de la carretera entre Málaga y Almería, que
envolvían la costa en una línea ondulada” (p. 167).
756 Aunque la solidaridad con el pueblo español se hizo evidente en muchos países europeos,
merece especial mención la tarea de Suecia y Noruega en este sentido, que llevó incluso a
la creación de un hospital sueco-noruego en Alcoy, inaugurado en abril de 1937 que llegó a
tener 650 camas y funcionó hasta octubre de 1938. Cfr. Beneito Lloris, A., El hospital sueco-
noruego de Alcoy, Alcoy, Visual Producciones, 2004. Como recordaba la propia Isabel
Oyarzábal, además de este proyecto, se planeó la creación de hogares para niños.
757 Eiora San Francisco, M., Isabel de Palencia…, op. cit., p. 218.
758 Ibidem, p. 212.
346
En abril de 1937, Isabel Oyarzábal tuvo que acudir a Ginebra a la reunión del
Comité de Expertos en Esclavitud. Tras recibir el permiso para viajar a España, se
reunió con su hijo Ceferino en Valencia, donde se entrevistó con el presidente
Azaña y aprovechó para visitar el Hospital sueco-noruego. Con posterioridad
volvió a Estocolmo, donde prepararon la boda de su hija Marissa y Germán
Somolinos, antes de que este tuviese que volver a España, como médico de la fuerza
aérea.
En junio de 1937, Antonio Fabra Ribas, delegado permanente para la Liga de
Naciones y el Departamento de Trabajo telefoneó a Oyarzábal para que asistiera a
la apertura de la XXIII Conferencia Internacional de Trabajo en Ginebra, el 3 de
junio.759 Mientras, el gobierno español había sido reformado debido a los sucesos
de mayo de 1937: 760 Largo Caballero había sido reemplazado por Juan Negrín,
como presidente del gobierno, José Giral seguía siendo ministro de Asuntos
Exteriores, mientras que “el resto del gobierno había sido formado con tres
socialistas, dos republicanos, dos comunistas, un representante del partido de
Cataluña y uno del partido de los vascos” (p. 180).
759 Fue nombrada a tal efecto, delegado gubernamental suplente y consejero técnico de la
761 Finlandia fue el país escandinavo que más simpatizó con la rebelión fascista debido a su
postura anticomunista. Algunos hechos lo testifican; por ejemplo, el hecho de que Isabel de
Palencia fuera excluida de los actos oficiales de la celebración del día de la Independencia
de Finlandia el 6 de diciembre de 1937 o que se negara el visado a intelectuales finlandeses
interesados en acudir al Congreso Internacional de Escritores Antifascistas celebrado en
Valencia en 1937, al que finalmente acudieron con pasaporte sueco. Cfr. Yraola, A., “La
repercusión de la Guerra Civil española en los países nórdicos con especial referencia a
Islandia, 1936-1939”, Cuadernos de Historia Contemporánea, 16 (1994), pp. 131-149.
762 Rodrigo, A., Mujer y exilio…, op. cit., p. 278.
348
ya que su ausencia favorecía a los rebeldes y a Alemania. En los tres casos tuvo
problemas para presentar sus credenciales como había ocurrido en Suecia. En
Noruega, el ministro Juan Manuel de Aristegui y el secretario Felipe Campuzano
habían pronunciado su lealtad a la República a finales de julio de 1936 y una
semana después habían cambiado de opinión. La embajada noruega quedó en
manos del vicecónsul honorario hasta que en diciembre enviaron al encargado de
Negocios Joaquín Álvarez Pastor, al frente de la cual estuvo dos años. Pero
Campuzano se había negado a darle el archivo a Álvarez Pastor y finalmente,
Oyarzábal se hizo cargo de la Legación en Oslo el 2 de mayo de 1938.763
En Dinamarca se repitió la situación ya que el Encargado de Negocios, Miguel
Salvador Carreras había mostrado su adhesión a la causa republicana, pero no el
resto de la legación y fueron separados de la carrera diplomática. Allí Oyarzábal se
encontró con un gran despliegue propagandístico de los sublevados; por ejemplo,
se vendía o se repartía gratuitamente el periódico Abc y boletines de noticias que se
enviaban a los periódicos y, lamentablemente, la legación republicana carecía de los
medios necesarios para contrarrestar esta propaganda. A pesar de ello, el pueblo
era solidario con la causa republicana y así, los sindicalistas daneses compraron
barcos para ayudar y 500 voluntarios viajaron para luchar en la guerra. España era
un buen cliente de Dinamarca para la navegación, la maquinaria y el bacalao, hecho
que era la mejor excusa para que, a finales de octubre de 1938, se acordara el
intercambio de agentes entre el gobierno danés y la zona franquista.
El nombramiento de un agente del gobierno de Burgos en Finlandia se produjo a
finales de noviembre de 1938, fecha en la que Oyarzábal viajó a la capital para
entrevistarse con el ministro de Asuntos Exteriores que le explicó que este hecho
no implicaba su reconocimiento. 764
Entretanto, Oyarzábal conocía la intensa y desigual lucha que se estaba llevando
a cabo en España y así conoció las victorias, que para la autora se debían
exclusivamente al valor demostrado por el ejército leal, en Pozoblanco, Brunete y
Belchite, aunque con un coste insoportable en vidas.
763 El gobierno español había firmado un tratado comercial con Noruega el 13 de junio de
1936 que, finalmente, no había sido puesto en marcha. Por otro lado, el apoyo de la
población noruega también fue generalizado, pues, por ejemplo, en diciembre de 1937 se
organizó en Oslo, una Semana de Ayuda a España, cuyas actividades se extendieron por
110 localidades noruegas, y a principios de 1938 la Asamblea General del Partido
Laborista Noruego aprobó una ayuda a España de cien mil coronas. Cfr. Yraola, A., “La
repercusión de la Guerra Civil…”, art. cit., pp. 131-149.
764 Eiroa San Francisco, M., Isabel de Palencia…, op. cit., pp. 253-257.
349
una campaña para conseguir que el país hiciera lo propio.765 El ministro de Asuntos
Exteriores, Richard Sandler, le había asegurado que Suecia ni siquiera se había
planteado esa posibilidad. De cualquier modo, los productos que Suecia podía
importar de España estaban en la zona republicana, por lo que Oyarzábal se puso a
trabajar enseguida en un nuevo acuerdo comercial.
Llegado el momento de la toma de posesión de su cargo en Finlandia, Isabel
Oyarzábal enseguida entendió que su actividad en el país iba a ser más complicada
de lo que había sido en Suecia, ya que a pesar de su neutralidad, había estado bajo la
influencia alemana desde la revolución rusa. El antecesor de Oyarzábal también se
había atrincherado en la embajada. Fernando Careaga, secretario de la Embajada
ya había agotado la vía del diálogo con el anterior encargado y decidieron que
pondrían el asunto en manos de un abogado. A la mañana siguiente de la
presentación de credenciales ante el ministro de Asuntos Exteriores, Rudolf Holsti,
se pusieron a trabajar en la redacción de un acuerdo comercial entre los dos países,
que era uno de los objetivos que se había marcado el gobierno de España. El
segundo objetivo consistía en observar la actitud del gobierno finés hacia Franco y,
lamentablemente, en una entrevista con el ministro de Finanzas, Väinö Tanner,
pudo comprobar que, a pesar de su simpatía por el gobierno leal, mantenía sus
dudas acerca de la victoria del bando republicano.
En las Navidades de 1937, Isabel Oyarzábal recibió la visita de su marido y
conoció de su mano las operaciones militares que se estaban llevando a cabo en
Teruel, con victoria de las fuerzas republicanas.
En marzo de 1938, le volvieron a encomendar la asistencia a la reunión del
Comité de Expertos en Esclavitud, que le ocupó casi dos meses, del 11 de marzo al
2 de mayo de 1938. Su estancia en Ginebra provocó una desagradable situación, ya
que su ausencia de Suecia incitó a Gabriel Dafonte a filtrar la noticia de que
Oyarzábal abandonaba Suecia convencida de la victoria de Franco. En el mismo
sentido, el periódico ultraconservador Nya Dagligt Allehanda anunciaba el 8 de abril
de 1938 que la embajada iba a ser vendida para comprar mercancías. Además,
765 La empresa más hostil hacia la República era la naviera Svenska Lloyd SIC que se había
negado a fletar barcos con productos para la zona republicana, pero sí lo hacía a la zona
rebelde. En noviembre de 1937, Gabriel Dafonte, ex agregado comercial y encargado de
los contactos comerciales del gobierno de Burgos, informó de los deseos de los productores
y exportadores suecos de entablar relaciones a fin de normalizar el intercambio comercial
y se había formado un Comité para ello. Cfr. Eiroa San Francisco, M., Isabel de Palencia…,
op. cit., pp. 240-241.
351
Oyarzábal fue objeto del espionaje franquista durante su viaje, pues fue seguida a
Bruselas, donde visitó a sus hermanas y a París, en el trayecto que le llevaba a
España para reunirse con su familia.766 Precisamente en París conoció la terrible
situación de Barcelona, que estaba siendo aislada por los rebeldes. En una cena en
honor del ministro de Asuntos Exteriores en la embajada de París y ante las
noticias que en ese momento llegaban de Barcelona, Oyarzábal estalló y recriminó
la apatía y la ceguera de los gobiernos de los países democráticos, entre ellos, el
francés. En esos momentos el ejército rebelde había tomado el municipio de Tremp
y su central eléctrica, condenando a Barcelona a la oscuridad.
En España se había producido una remodelación del gobierno: Indalecio Prieto,
que había sido ministro de Defensa fue excluido del gabinete y Álvarez del Vayo se
hizo cargo de nuevo de la cartera de Asuntos Exteriores, en lugar de Giral. Fue
Álvarez del Vayo quien autorizó a Oyarzábal a ir a España después de su trabajo en
Ginebra y a permanecer en el país hasta el 14 de abril de 1938, fecha en la que le
fue encomendado ir a Londres para hablar ante la Cámara de los Comunes. Antes
de su partida, se despidió de su hijo Cefito que iba a luchar al frente de Aragón, al
sector de Segro y cenó con Negrín, quien le manifestó su preocupación por
conseguir alimentos para España, pues a menudo los barcos provistos con víveres
para la zona republicana eran bombardeados por los rebeldes.
La conferencia ante la Cámara de los Comunes, sin duda, constituía un último y
desesperado intento del gobierno democrático de España por hacerse oír por parte
de aquellos que hasta ese momento habían mirado para otro lado. Oyarzábal les
habló de las dificultades con las que se habían encontrado hasta entonces, de las
consecuencias de una victoria fascista y de la necesidad de anular el Pacto de No-
Intervención. La autora se sorprendió de la ignorancia que mostraban los
miembros del Parlamento inglés. Ante la pregunta de uno de ellos que, ya daba la
victoria a Franco, acerca de la influencia de Hitler y Mussolini en España,
Oyarzábal contestó:
“Si Franco gana, repetí, Alemania e Italia ciertamente mantendrán la
influencia por la que están luchando tan duramente. Permanecerán en las Islas
Baleares para cortar, o al menos impedir, las comunicaciones de Francia con
sus posesiones de África del Norte. Controlarán Ceuta y Algeciras para hacer
del Estrecho de Gibraltar un punto peligroso para Gran Bretaña. Instalarán
cañones a lo largo de los Pirineos para amenazar a los ejércitos aliados y
767Ibidem, p. 236.
768Este episodio de la tensión creciente en Europa, anterior a la Segunda Guerra Mundial,
aparece reseñado ampliamente en Palencia, I. de, Alexandra Kollontay, Ambassadress from
Russia, Longman, Green and Co., Nueva York, 1947, pp. 247-250. La Liga de Naciones
había decidido veinte años antes poner las islas bajo el control de Finlandia. El acuerdo
tenía una cláusula por la cual no se podían fortificar sin el acuerdo de los países firmantes.
El interés de los alemanes por las islas suponía un fácil acercamiento a Leningrado, que
ponía nerviosa a Rusia. Suecia y Finlandia sentían que las islas en otras manos que no
fueran las suyas constituirían una amenaza para la paz. Así, ambos países decidieron
fortificar las islas, para lo que necesitaban el consentimiento de los demás países, y todos
accedieron menos Alemania y Rusia. Por una parte, Rusia sospechaba que Alemania
utilizaría las islas en contra de la URSS, por otro, Alemania estaba dispuesta a que las islas
fueran fortificadas pero sin la participación de Suecia. Poco después la evidencia mostró
que Hitler no solo utilizó esas pequeñas islas, sino toda Finlandia para atacar a Rusia.
353
769 Ante el nombramiento de Fernando Valdés, conde de Torata, como agente comercial de
la zona franquista, Isabel Oyarzábal expresó su queja, pero si Suecia quería seguir
comerciando con Alemania tenía que dejar de hacerlo con la República española. El canje
de agentes se hizo el 27 de noviembre de 1938, después de que el gobierno sueco decidiera
retirar a su representante del subcomité de No Intervención de Londres, una medida
calificada de positiva, aunque tardía, por la opinión pública. Los sindicatos también
expresaron sus quejas por el acuerdo y el gobierno de Hansson se vio obligado a explicar
que este hecho no significaba el reconocimiento al gobierno de Burgos. Toda esta situación
se producía además en el momento en que Negrín anunciaba ante la Asamblea de Naciones
la retirada de las Brigadas Internacionales, el 21 de septiembre de 1938. Cfr. Eiora San
Francisco, M., Isabel de Palencia…, op. cit., pp. 242-244.
770 Yraola, A., “La repercusión de la Guerra Civil…”, art. cit., pp. 131-149.
771 Eiroa San Francisco, M., Isabel de Palencia…, op. cit., p. 217.
772 Ibidem, p. 245.
354
773 Oyarzábal de Palencia, I., I must have…, op. cit., pp. 229-230.
355
Entre tanto, Negrín trató de convencer a Azaña de que rendirse era dejar a miles
de españoles en las manos de Franco, que debía ir a Madrid y resistir lo que
pudiera hasta que se pudiera acordar una paz honorable. Además la rendición
provocaría el reconocimiento de Franco por parte de Francia y Alemania, lo cual
fortalecería a Franco y debilitaría su posición aún más. Pero insistía en que su
deber como presidente de la República era procurar la paz. En cualquier caso, el
gobierno voló a Madrid, hecho que dio nuevas esperanzas a Oyarzábal.
Lamentablemente, el 5 de marzo de 1939, las noticias anunciaron que la flota
republicana debía abandonar el puerto de Cartagena, debido a que los oficiales de
artillería se habían rebelado y amenazaban con quemar los barcos.
Simultáneamente, supieron que el general Casado se había levantado en Madrid
contra Negrín con el apoyo del socialista Julián Besteiro.
Oyarzábal recibió el beneplácito del ministro Sandler para que su familia se
reuniera con ella en Suecia, y permaneciera el tiempo necesario hasta que
775 Ibidem.
357
decidieran qué hacer con sus vidas. En cualquier caso, el 21 de marzo acudió, como
representante de España, a una cena en el Palacio Real en la que el rey tenía la
costumbre de invitar a cinco o seis miembros de los cuerpos diplomáticos y
personalidades de distintos campos. Sin embargo, la situación había dado un vuelco
con los últimos acontecimientos y casi todos los países en Europa, excepto la
República Soviética, y América, con la excepción de México, habían reconocido a
Franco y Oyarzábal intuía que pronto Suecia haría lo mismo, hecho que se produjo
días después, el 1 de abril de 1939. Era su último acto oficial aunque el gobierno
sueco y el gabinete británico tuvieron la cortesía de reconocer su estatus
diplomático durante el resto de su estancia en el país.
El balance de la actuación de Isabel Oyarzábal al frente de la representación de
España en los países nórdicos no puede ser más positivo, a pesar de las
circunstancias. Así, a finales de 1937, la ministra calculó que se habían recolectado
alrededor de cinco millones de coronas suecas, que se habían invertido en la
prestación de auxilio a los niños evacuados, que eran atendidos en siete hogares
con capacidad para 400 de ellos y habían garantizado el sustento de otros 300 en
Bayona. Además se preparaba la instalación de un hogar infantil en el Hospital
sueco-noruego de Alcoy para 1938 y se consiguió recaudar dinero con el que se
adquirió una ambulancia que se envió a España.776 Otro de los cometidos a los que
se dedicó intensamente fue el reclutamiento y envío de voluntarios. Alrededor de
500 hombres, en su mayoría de los partidos comunista, socialista y sindicatos
participaron en la Guerra Civil, en la XI Brigada Internacional, y de los cuales, un
tercio murieron en el frente. Esta tarea también contó con la desaprobación de la
derecha sueca que intentó evitarlo y en febrero de 1937 prorrogó una ley que
prohibía a los suecos alistarse como voluntarios. A pesar de ello, Oyarzábal había
animado desde los primeros días al enrolamiento de forma encubierta. En octubre
de 1937, se había creado el Fondo de Ayuda para los Voluntarios Suecos en el
Frente y cuando el Presidente Juan Negrín anunció la retirada de las Brigadas
Internacionales, el gobierno sueco envió una delegación para organizar su regreso.
La Compañía Georg Branting, con alrededor de 74 combatientes, fueron aclamados
a su regreso en diciembre de 1938.777
La dedicación a la labor de propaganda ocupó, asimismo, una gran parte de su
actividad ministerial. Según los informes que envió en el primer semestre de 1938,
había distribuido hasta entonces 4.193 envíos de material diverso, 190 fotos para
los periódicos y 200 ejemplares de folletos al Comité de Ayuda a España.
Aprovechaba todos los encuentros sociales y culturales para dar a conocer la
marcha de los acontecimientos de la guerra, y de hecho impartió conferencias en
Malmö, Gotemburgo778 y Oslo. Su conocimiento sobre el arte y la cultura española
tuvieron gran aceptación entre la opinión pública sueca, y le llevó, por ejemplo, a
organizar la Semana de España en Estocolmo. Durante 1937 y 1938 se
organizaron exposiciones de arte español, distribuyó folletos y catálogos en
legaciones y centros oficiales e, incluso, organizó una exposición permanente
accesible al público. Escribió artículos para las revistas suecas: Morgonbris, el
periódico de las mujeres socialdemócratas; Arbetarkvinnan, periódico de las mujeres
comunistas; Solidaritet y algunas publicaciones de la Juventud Socialista y
Comunista. Con una estrategia establecida de antemano para hacer más efectiva su
tarea, Oyarzábal dispuso la información teniendo en cuenta los temas más
impactantes entre el público. Así, remitió varios informes que trataban temas
sensibles para los americanos, como la persecución de las autoridades a los
protestantes y judíos por parte de los franquistas, para que su hermana Ana, que
residía en Estados Unidos, los diera a conocer a la prensa. Informó a las
asociaciones femeninas de Suecia y Noruega sobre los bombardeos en la
retaguardia que habían causado la muerte de mujeres y niños. Remitió a la
Biblioteca Nacional de Suecia y a varios intelectuales libros con imágenes de
edificios destruidos de gran valor artístico e informó de las obras de arte rescatadas
y de los discursos de Juan Negrín. Divulgó también el folleto “Children’s colonies”,
el libro Homenaje a Madrid y varias memorias sobre la lucha contra el
analfabetismo y la educación de los trabajadores, a los directores de museos,
artistas, intelectuales y periodistas. A su vez, proporcionó a los bancos suecos el
balance del Banco de España e informes de otros bancos y dio a conocer varios
folletos sobre la religión en España: “Catholicisme et loyalisme”, “l’Espagne et la
paix”, artículos del Servicio de Información como “The government of the Republic
and the Catholic Church”, y el boletín “Noticias sobre la vida religiosa a los
miembros de la Iglesia”. Al tiempo, las publicaciones relacionadas con cultura, arte
y política se remitieron a los miembros de la Academia del Premio Nobel y la
publicación L’Agence Espagne, de la que recibía seis copias servía como fuente de
778 La publicación Göterborgs-Posten afirmaba sobre estas charlas: “Es difícil imaginar un
mejor abogado para la España republicana que la Sra. de Palencia”. Ibidem, p. 237.
359
779 La labor de propaganda fue fructífera en relación a la visita, pues el Comité de Ayuda a
España organizó la compra de alimentos por valor de cien mil coronas para los hogares en
Francia y cincuenta mil para los niños refugiados de Bayona. El Comité Ejecutivo de la
UGT sueca entregó cincuenta mil coronas al Comité de Ayuda para el mismo fin. También
contribuyeron a la compra de comida las organizaciones obreras y la Federación de
Mujeres Socialdemócratas de Suecia instó al gobierno a permitir la compra de armas y
municiones al gobierno legal de España. Eiroa San Francisco, M., Isabel de Palencia…, op.
cit., pp. 230-236.
780 Archivo Nacional de Cataluña. Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith (Inventario
Expresaba su agradecimiento por tener a todos sus seres queridos con ella y creía
firmemente que llegaría el día en que la situación en España cambiaría. Por último,
confesaba que los sentimientos que le producía la observación de la naturaleza, que
habían estado dormidos durante la guerra, habían vuelto a despertar en ella:
“Otro gran regalo me ha sido dado últimamente, más bien me ha sido
devuelto. Cuando miro por la ventana y veo las grandes montañas que se
levantan alrededor de la ciudad y los volcanes cubiertos de nieve, Ixtaccihuatl
y Popocatepetl, siento mi corazón fundirse bajo la influencia de la naturaleza
otra vez. El sentimiento de indiferencia de todo lo bello que la tierra tiene que
ofrecernos, ese entumecimiento que había experimentado a lo largo de la
guerra, está desapareciendo. Ya no estoy atada con un nudo. No es que me
haya resignado. La resignación es el fruto de la desesperanza y yo tengo
esperanza y también fe. Por tanto, puedo aceptar lo que vino antes y lo que ha
362
Málaga
2015
10. Obra dramática
369
782 Se representaban piezas cortas o “juguetes cómicos”. Otra modalidad eran la Tableaux
vivants, representaciones estéticas sin diálogos. Ballesteros García, R., “Una malagueña en
la corte…”, art. cit., p. 121.
783 Bruna, J. C., “Soirée dramática”, La Unión Mercantil, Málaga, 29-12-1895, p. 2.
370
A raíz de este hecho, se despertó su interés por el teatro, de tal manera que,
durante un tiempo aprendió de memoria los diálogos de los clásicos del teatro de
nuestro Siglo de Oro:
“Poco a poco, mi viejo interés por el teatro revivió. Empecé a aprender
alguno de nuestros dramas clásicos de memoria. Calderón de la Barca y Lope
de Vega me ofrecían un amplio campo. Mi madre me pilló un día recitando
delante del espejo, pero pensé que no debía decirle nada todavía”.789
Oyarzábal volvió a actuar en una velada benéfica en septiembre de 1902, esta vez
en El Liceo y con la obra La Rebotica por lo que Bruna volvió a elogiar a la joven
actriz y dos años después, en febrero de 1904 fue de nuevo distinguida en otra
celebrada en la casa de la familia Scholtz de Málaga, en la que se representó Dulces
memorias.790
Pero el punto de inflexión para la autora tuvo lugar con motivo de la visita de la
actriz María Álvarez Tubau a Málaga en mayo de 1905. En efecto, la actriz realizó
una gira por Málaga, como lo reseñaba el diario La Correspondencia de España,
dejando constancia del éxito de la autora en la ciudad, que había celebrado su
beneficio la noche anterior, representando la obra Francillón.791 La compañía de
Ceferino Palencia y María Álvarez Tubau ofreció en Málaga veintidós
representaciones en el teatro Cervantes de la ciudad.792
Ceferino Palencia era en ese momento uno de los más reputados dramaturgos y
productores teatrales, cuya afición al teatro había despertado muy tempranamente,
a pesar de haber estudiado Medicina.793 Había nacido en 1858 y había contraído
matrimonio con la actriz María Álvarez Tubau en 1881, fue empresario, entre
otros, del Teatro Español, y obtuvo grandes éxitos tanto en España como en
América. No solo se dedicó a la dramaturgia, sino que también fue traductor.794
La relación con la actriz María Álvarez Tubau había comenzado cuando esta
estrenó la obra del autor El cura de San Antonio, convirtiéndose en la primera actriz
de la compañía del empresario teatral. Ceferino Palencia era “capaz de hacer
negocio teatral donde otro perdería dinero”795 y así, la compañía Palencia-Tubau
fue la titular de varios teatros madrileños, como el teatro Princesa, “centro de
aclimatación del teatro extranjero”, donde estrenaron obras un tanto atrevidas para
la mentalidad de la época: Magda, de Hermann Sudermann; Infiel, de Roberto
Bracco; Resurrección, de León Tolstoi y varias obras de Alejandro Dumas: Dionisia,
Francillon, La dama de las camelias… y de Victoriano Sardou, La corte de Napoleón.
Por su parte, María Álvarez Tubau era considerada una “gran actriz en tono
menor”, comedida, elegante señoril y entonada, una verdadera actriz moderna, en
palabras de Eduardo Zamacois y comparada con las grandes actrices del siglo XIX
como María Guerrero y Rosario Pino y fue reconocida con el título de “Doctora en
Bellas Artes”.796
Isabel Oyarzábal fue invitada por su primo Rafael a una fiesta que se iba a
celebrar en honor de la actriz en los jardines del hotel Hernán Cortés en el verano
de 1905. Después de este primer encuentro, Isabel acudió al teatro cada noche que
la compañía estuvo en Málaga. Le había confesado a su primo Rafael que quería
dedicarse al teatro y este le consiguió una prueba para la siguiente temporada en
Madrid en la compañía de Ceferino Palencia:
“Hacia el final de su estancia, mi primo Rafael, a quien había confiado mi
deseo de dedicarme al teatro, le preguntó a Don Ceferino Palencia si él se
haría cargo de mis esperanzas en ciernes y me haría una prueba durante la
siguiente temporada de teatro en Madrid” (p. 37).
794 Entre sus comedias más importantes se pueden destacar: El cura de San Antonio (1879),
Carrera de obstáculos (1880), El guardián de la casa (1881), Cariños que matan (1882), La
Charra (1884), La bella Pinguito (1884), Hasta mañana, Nieves, Pepita Tudó (1891),
estrenada en 1901 en Madrid en el Teatro Principal, ¡Qué vergüenza…!, Decíamos ayer,
Comediantes y toreros o La Vicaría (1897), Las alegres comadres (1907), La Nube (1908), El
amor de la lumbre (1910) y Las sorpresas del divorcio. Además fue coautor de La deseada, con
Luis Fernández Ardavín, y de La joven Turquía, con Emilio González del Castillo. Cfr.
Gómez García, M., Diccionario del Teatro, Madrid, Akal, 1998, p. 624.
795 La Correspondencia Militar, Madrid, 1-1-1906, p. 2.
796 Deleito y Piñuela, J., Estampas del Madrid teatral fin de siglo. I. Teatros de Declamación,
accidente que había sufrido en Escocia Ella Oyarzábal, conocida en el mundo del arte como
Isabel Aranguren.
375
sus líneas entre dientes. Cuando llegó mi turno, estaba tan aturdida que casi
no podía hablar. El apuntador leyó las palabras delante de mí e incrementó mi
confusión. Don Ceferino trató de animarme.
‘Llévate esto a casa contigo’, dijo cuando el ensayo se acabó, tendiéndome el
manuscrito. ‘Léetelo muy cuidadosamente hasta que conozcas a todos los
personajes. Te ayudará” (pp. 39-40).
Aunque en un primer momento había dudado de sus dotes como actriz, a medida
que se sucedían los ensayos fue creciendo en seguridad y así llegó el día del estreno
de la obra Pepita Tudó,802 escrita por Ceferino varios años antes y que trataba sobre
la vida de una actriz en los tiempos de Goya:
“Dejé el teatro con sentimientos mezclados. El ensayo no había probado
nada, pero había sido excitante. Lo sentía por mi madre, sentada en la
penumbra todas esas horas. Además, yo empezaba a sentirme dudosa de mis
propias habilidades. La manera en que había actuado aquella tarde no parecía
prometedora. ¿Se suponía que había fracasado después de toda la charla y
discusión?
Pero a medida que los días pasaban, me sentía más confiada. Podía decir mis
líneas sin vacilación e incluso haciendo los gestos adecuados. Don Ceferino era
un espléndido director de escena. Podía hacer que un actor volviera sobre sus
líneas veinte veces si era necesario, con tanta energía y conocimiento que,
estimulaba positivamente el menor talento hacia una acción inteligente. Él
tenía un genio muy vivo, pero los actores le aguantaban porque se daban
cuenta de que tenía razón. Me dieron un pequeño camerino todo para mí y, mi
madre y yo nos divertimos mucho arreglándolo. […] La noche de inicio de
temporada y la de mi debut, el teatro estaba lleno. No había la excitación
normal de la primera representación, pero un gran número de autores y
artistas fueron en bandada al salón de María Álvarez Tubau para expresarle
sus respetos. La obra, Pepita Tudó, escrita por Don Ceferino varios años antes,
trataba de la vida de una actriz española en tiempos de Goya. Era la gran
802La obra había sido estrenada con anterioridad, en 1901, en el teatro Principal de Madrid.
La reprise se anunciaba en la prensa para el 31 de enero de 1906, aunque el Heraldo de
Madrid, el 10-1-1906, p. 3, anunciaba para dos días después la reprise de Pepita Tudó.
Estuvo en cartel hasta el 4 de febrero según anunció el diario La Época, Madrid, 3-2-1906,
p. 3. Con posterioridad se volvió a poner en escena, como lo consignaba La Correspondencia
de España, Madrid, 2-7-1907, p. 3.
377
favorita del público de Madrid y siempre bien recibida, así que nadie estaba
nervioso, excepto yo. Cuando salí, mis rodillas temblaban y tenía la sensación
de que todo el teatro se iba a caer sobre mi cabeza. Don Ceferino me miró
desde los bastidores y cuando hice mi primera salida, me acarició la espalda,
animándome, mientras Ceferino y Julio sonreían dándome la enhorabuena.
‘Muy bien’, dijo Don Ceferino, ‘lo has hecho bien. Sigue adelante y no tengas
miedo’. Evidentemente no estaba preocupado por mí, pues volvió al salón y no
regresó hasta que la obra hubo acabado.
Mi pequeño camerino también estaba lleno. Ninguna de mis amigas se
acercaron a nosotras, pero los hombres aparecieron gritando enérgicamente y
recibí muchos ramos de flores”.803
El éxito de la actriz en ciernes fue rotundo. Al día siguiente, todos los periódicos
consignaron su debut, aunque predominaban las alusiones a su coraje por oponerse
a las convenciones más que a su talento, según la propia Oyarzábal.
Después de este estreno, empezaron a ensayar otra obra que en nada agradaba a
Isabel. Los carteles anunciaban obras de escaso nivel y a la joven actriz le parecía
que había que elevar el gusto del público, no rebajarlo para adaptarse a él. La
respuesta era sencilla: los directores eran hombres de negocios antes que artistas:
“Hay muy pocas obras buenas estos días’, dijo moviendo su cabeza, ‘y las
decentes que hay no le gustan al público. ¿Has visto algo que merezca la pena
escuchar en otros teatros?’
Era verdad. Parecía que era una ruina para el arte dramático. Todas las
obras que entonces estaban en cartel eran estúpidas o enormemente absurdas.
María Álvarez Tubau no podía rebajarse a aceptar la farsa.
‘No entiendo por qué el gusto del público no puede ser elevado a un plano
más alto’, dije.
‘Demasiado caro’, contestó el actor, encogiendo los hombros. ‘Los directores
deben ser hombres de negocios primero y luego artistas” (p. 41).
803 En el diario La Época y en septiembre se nombraban los actores que formarían parte de
mayo de 1906, fecha en la que se anunciaba en prensa que el autor teatral dejaría la
gerencia de dicho teatro. (Ilustración Artística, Barcelona, 28-5-1906, p. 2). Ya ese mismo
diario (25-6- 1906, p. 2) anunciaba que dejaría el Gran Teatro y había recibido ofertas para
ir a Cuba. El diario La Época informaba de que la compañía Tubau-Palencia probablemente
haría una gira por provincias, empezando por una ciudad andaluza, para volver
posteriormente a Madrid en la primavera siguiente, donde Ceferino se haría cargo del
teatro Princesa (La Época, Madrid, 25-10-1906, p. 3). Por último, La Correspondencia de
España, anunciaba que, efectivamente Ceferino Palencia se haría con el teatro Princesa en
la siguiente temporada, y que aunque la compañía no estaba ultimada, había tres estrenos
programados, entre los que se encontraba Las alegres comadres del propio autor. Vid. La
Correspondencia de España, Madrid, 11-12-1906, p. 3.
807 No hemos encontrado en toda la prensa de 1906 ninguna alusión a una enfermedad de
María Tubau, sin embargo, sí se aludió a ella en el diario La Época el año anterior, año en
que Isabel conoció a María Tubau en Málaga y decidió emprender su aventura teatral. El
periódico se congratulaba de la mejoría de la actriz de su grave afección bronquial. Cfr. La
Época, Madrid, 25-11-1905, p. 3.
Después de Pepita Tudó, se pusieron en escena Mater Dolorosa de Leopoldo Cano cuyo
estreno se anunció para el 8 de febrero (Heraldo de Madrid, 6-2-1906, p. 4); Divorciémonos
de Sardou y la comedia Pascual Cordero cuyo estreno se anunciaba para el 18 de febrero
(Diario Oficial de Avisos de Madrid, 16-2-1906, p. 3).
379
808Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith, Inventario núm. 687, Registro 1812,
(Correspondencia general, 1900-1919).
380
peticiones de los grandes de España, los altos oficiales del gobierno y los
dignatarios de palacio eran rechazadas con las implacables palabras “no hay
sitio”. Muy poca gente, aparte de los miembros de todas las dinastías reinantes
de Europa, que habían llegado para la boda y la familia real española, pudo ser
incluida” (pp. 41-42).
809 La revista El Arte del Teatro realizaba una retrospectiva del salón-teatro, mandado
construir por Carlos IV, en el que se llevó a cabo la función. Cfr. Bergerac, “El teatro del
Real Sitio de El Pardo”, El Arte del Teatro, Madrid, junio 1906, pp. 15-16. Del mismo modo,
La Correspondencia de España, hacía una descripción pormenorizada del teatro, así como de
la función real, el reparto, el argumento de las obras puestas en escena y del público
asistente. La Correspondencia de España, Madrid, 30-5-1906, p. 3.
810 La Época, Madrid, 30-4-1906, p. 1.
811 Bergerac, “El teatro del Real Sitio de El Pardo”, art. cit., pp. 15-16 y El Imparcial,
Madrid, 30-5-1906, p. 1.
812 El Imparcial, Madrid, 30-5-1906, pp. 1-2.
813 La Época, Madrid, 30-5-1906, p. 1.
814 El Año Político, Madrid, 1906, pp. 274 y ss.
815 El Popular, Málaga, 26-6-1906, p. 3.
381
Por otro lado, es un hecho que Isabel Oyarzábal había adquirido en poco tiempo
cierta fama como actriz, como lo demuestran las reseñas de sus actuaciones y la
publicación en prensa de noticias como la siguiente que apareció en el diario Abc:
“Sensible accidente. La bellísima actriz Isabel Aranguren, que durante la
última temporada fue objeto de muchos aplausos en el Gran Teatro, cuando
formaba parte de la compañía de María Tubau, ha sido víctima de un sensible
accidente, que le ha ocasionado la fractura de un brazo. Deseamos el pronto
restablecimiento de la distinguida artista”.816
816 Abc, Madrid, 23-8-1906, p. 15. El periódico malagueño La Unión Mercantil, 1-9-1906, p.
3, también aludía a este hecho, aclarando que el accidente se había producido en Escocia
donde la actriz estaba veraneando, que se había trasladado a Londres y que su estado era
satisfactorio.
817 Según la revista del Ateneo, la conferencia tuvo lugar el 2 de diciembre de 1906, aunque
aparece consignada con fecha de marzo en otras fuentes. Ateneo, revista mensual, Madrid,
julio 1906, pp. 534-541. La Unión Mercantil, destacaba que Oyarzábal disertaría en
noviembre en el Ateneo de Madrid con una conferencia sobre Mr. Harvin. (La Unión
Mercantil, Málaga, 27-11-1906, p. 2). La misma confusión con el nombre del autor
dramático se produjo en el diario Abc, donde se afirmaba que Isabel Oyarzábal había
impartido la conferencia el día 2 de diciembre de 1906. Abc, Madrid, 4-12-1906, p. 16.
818 Ateneo, Madrid, julio 1906, pp. 534-541.
382
Según Irving, la dedicación teatral debía ser reconocida y elevada pues “no hay
ningún asunto que el juicio humano por común consentimiento juzgue
ennoblecedor que hasta aquí y de un período a otro no haya sido revestido de
brillante ropaje y recibido expresión, del ardiente lenguaje de la representación
teatral” (p. 537). Atrás habían quedado los tiempos de los “pobres cómicos” y la
escena se nutría ya entonces de jóvenes de excelente educación y buena familia.
Aseguraba que la mejor escuela para un actor era la práctica sobre las tablas, sin
olvidar que el artista había de tener buenas cualidades y poseer una cultura
considerable, ya que “quien no sienta los impulsos de la bondad y de la grandeza no
alcanzará jamás los efectos morales más elevados de su arte” y por tanto, el teatro
había sobrevivido a la censura y los actores, a las prevenciones que les excluían de
la sociedad (p. 538).
Otra de las reflexiones de Irving que Oyarzábal puso de manifiesto se refería a la
siempre nombrada reforma que el espectáculo teatral necesitaba. Irving afirmaba
que esta no era necesaria y que si lo fuese, vendría de la mano de la opinión pública.
Aquellos que se arrogaban la tarea de reformar el teatro desconocían que una
empresa teatral tenía que sostenerse como un negocio y cultivar al mismo tiempo
un arte: “El teatro es el arte de la naturaleza en acción, pintoresca o característica”.
383
Con posterioridad, a lo largo del año 1907 y a pesar de las palabras de la autora
en su autobiografía, la prensa proporcionaba referencias de la participación de Isabel
Aranguren en la compañía Palencia-Tubau. Así, sabemos que el 23 de febrero de
1907, la actriz comenzó a trabajar junto al resto de la compañía en el teatro
Princesa y que, entre otras, pondrían en escena La corte de Carlos IV, basada en el
Episodio Nacional del mismo título de Benito Pérez Galdós o la obra original de
Ceferino Palencia, Las alegres comadres.819 Precisamente, en esta obra, crítica con la
sociedad madrileña y que fue estrenada el 18 de marzo de 1907 con gran éxito,820
Isabel Aranguren representó el papel de Miss Mary.821
822 En relación con la revista La Dama, véanse los artículos de Bados Ciria, C., “Isabel
Oyarzábal Smith, editora y redactora: La Dama…”, art. cit., p. 15-44 y Quiles Faz, A.,
“Periodismo y mujer: Isabel Oyarzábal…”, art. cit., pp. 111-132.
823 Los artículos aparecen firmados por Thalie, I. de O. (diciembre de 1908, enero de 1909,
4 y febrero, 1910, p. 5. Los cuatro primeros actores y los dos últimos aparecieron en el
número de marzo de 1910, p. 5.
386
señalaba la preparación del estreno de La Nube de Ceferino Palencia, con María Tubau
como protagonista, calificando al autor como: “Escritor de gran ingenio, de sátira mordaz
y delicada ironía. Ceferino Palencia, jamás causa una desilusión a sus públicos. Tienen sus
obras toda la fuerza que lleva aquello que se escribe sintiendo, y es seguro que La Nube
procurará un nuevo e indiscutible triunfo a su autor. Así lo deseamos, celebrando que otra
vez figure su nombre en la lista de los que pueden ser y son mantenedores del teatro
esencialmente español”.
387
jamás van a causarnos hastío”. Se refería sobre todo a comedias musicales y farsas
cuyos argumentos eran tan limitados que acabarían agotándose, pues cuando se
repetían temas, el público se rebelaba, tal y como había pasado con el tema del
divorcio, por ejemplo:
“Beerbohm Tree 845 que es el empresario-actor que después de Sir Henry
Irving ha hecho más por sostener el tono elevado del teatro inglés,
demostraba, no hace mucho, su satisfacción de que los gustos del público
británico se inclinen de nuevo al drama serio y a las representaciones de las
maravillosas obras de Shakespeare, porque deseándolo el público es cosa
hecha.
En ningún país del mundo se preocupan tanto los empresarios como en
Inglaterra de halagar el gusto de sus auditorios, no solo procurando satisfacer
todas sus exigencias sino evitando, en lo posible, herir las susceptibilidades de
unos y otros. Hasta tal punto consideraba Sir Henry Irving, esto último, que al
poner en escena por primera vez la comedia de Shakespeare, Much ado about
nothing (Mucho ruido y pocas nueces), suplicó a un sacerdote católico se
encargase de dirigir la escena de la boda, con el objeto de suprimir en el altar y
en los ornamentos sacerdotales que se emplearan todo lo que tuviera una
especial significación espiritual, y cuya presencia en el escenario pudiese herir
los sentimientos de las personas que en el auditorio profesaran las creencias
católicas”.846
Uno de los males que la autora atribuía al público español era su predisposición a
juzgar de antemano cuál había sido la idea original del autor, el objeto de la obra.
Así lo expresaba en relación con el estreno de la Casa de muñecas de Ibsen, y a la
que auguró que no duraría mucho en cartel:847
845 Empresario de Teatro Haymarket en el West End de Londres que también ayudó a
financiar el teatro Her Majesty.
846 La Dama, Madrid, enero, 1908, p. 6.
847 En este sentido, afirmaba Luis Araquistáin que el teatro de Henrik Ibsen había sido
acogido con indiferencia por el público español y del que se habían dado, en general, pocas
representaciones. Solo sería acogido con entusiasmo por el pueblo que era el que entendía
la pureza de los sentimientos expresados por el autor, cuyos personajes encarnaban la
insurrección del individuo, más concretamente, la mujer contra la moral burguesa en la
familia y en la sociedad. Araquistáin, L., La batalla teatral, Madrid, Compañía
Iberoamericana de Publicaciones, 1930, pp. 63 y 77. Otras referencias en prensa juzgaban
la representación de Casa de muñecas, traducida al español por Francisco Fernández
Villegas: El Imparcial, Madrid, 17-1-1908, p. 2, recordaba que en Copenhague el final se
había alterado, lo que había provocado que el público lo considerara ordinario y vulgar, y
388
“Aquí no puede decir un autor: ‘Voy a escribir esto con tal o cual objeto’.
¿Para qué, si es el público el que se cree con derecho a decidirlo? Si yo tuviese
talento suficiente para hacer obras teatrales, no perdería el tiempo en elegir
una lección moral de mi predilección: ¡al fin y al cabo habían de
trastornármelo!”848
en España, a pesar de respetar la versión original, había sido acogida con frialdad por el
público pues, de cualquier forma, el drama no tenía una solución plausible; por su parte, en
La Época, Madrid, 16-1-1908, p. 1, el propio traductor de la obra reconocía que “la sobria
austeridad de Ibsen y el brumoso ambiente de sus dramas” chocaban con el público español
y que había dudado si cambiar el final, pero había considerado que desvirtuaba el
pensamiento del escritor noruego. De análogo contenido eran las críticas en La
Correspondencia de España, Madrid, 17-1-1908, p. 2, Heraldo de Madrid, 17-1-1908, p. 1 y La
Ilustración Española y Americana, Madrid, 22-1-1908, p. 13.
848 La Dama y la Vida Ilustrada, Madrid, invierno, 1908, p. 3.
849 La Dama y la Vida Ilustrada, Madrid, marzo, 1908, p. 6.
389
Ya en otro número, había constatado las quejas de los empresarios teatrales, a los
que ella responsabilizaba, junto al público, de la situación del teatro en ese
momento:
“Culpa tienen las noches de moda que ahora nos imponen y que son
perjudiciales a todos los teatros; culpa tienen los abusos que se permiten los
revendedores; culpa tienen los empresarios por tolerar que se rebajen sus teatros
con la representación de obras que son un insulto para el público”.851
En ese mismo artículo, la elogiaba la labor que realizaban algunos teatros, como
el teatro Price que, con su programación, entretenía, elevaba e instruía, o el teatro
Lara que apoyaba a jóvenes autores. Argumentos estos que la autora proponía
como solución para mejorar la crisis teatral española.
Por otra parte, a la volubilidad del gusto del público se refirió en varias
ocasiones, tal y como lo hacía cuando afirmaba:
“Vaya usted a saber; es tan imposible contar con el gusto del público”. […]
¿Cuál va á a ser en la próxima temporada el punto de reunión predilecto de los
850 La Dama y la Vida Ilustrada, Madrid, enero, 1909, p. 3. Artículo firmado por I. de O.
851 La Dama y la Vida Ilustrada, Madrid, octubre, 1908, p. 4.
390
madrileños elegantes? Qui vivra verra, todo depende del capricho de lo que en
este particular también mande…la moda”.852
En este sentido, lamentaba que, por ejemplo, la talentosa actriz Lola Bremón no
pudiera desarrollar toda la “versatilidad y exquisito arte” que podría desplegar en
la alta comedia, porque el teatro Lara, en el que trabajaba esa temporada, no
cultivaba ese género. A tal punto llegó la situación, que algunos de los teatros
cerraron sus puertas, como ocurrió con el teatro La Zarzuela: “Y vamos con los que
aún no han desaparecido materialmente, aun cuando moralmente hayan muerto, y
de puñalada trapera”.853
La autora criticaba también la mala gestión de la cartelera teatral: en los meses
de abril a junio, cuando en Madrid había más movimiento, los empresarios
“desaparecían” de la ciudad y tan solo existía la posibilidad de acudir a la zarzuela.
Por último, Oyarzábal lamentaba la clasificación moral con la que se etiquetaban
las obras teatrales, como buenas o malas, costumbre superficial asentada en el
público.854
Elevar el nivel de las obras teatrales, no sucumbir a las modas, apostar por
jóvenes dramaturgos… En definitiva, valorar el teatro como arte, no como
negocio. Estas eran algunas de las ideas que proponía Isabel Oyarzábal para
mejorar la situación teatral. Pero también apostaba por la creación de teatros que
cambiaran el horizonte de la escena española, caso de El Teatro de los Niños,855 un
proyecto ideado y gestionado por Jacinto Benavente en 1909 y secundado por el
actor Porredón. Según el artículo, que reseñó la creación de este proyecto, se
inauguró con la representación de dos obras del propio Benavente: El príncipe que
todo lo aprendió en los libros y Ganarse la vida, de las que Isabel comentaba: “obras
ambas de saludable enseñanza y tierna poesía, bellísimas en su forma y en su fondo,
Benavente contó con la colaboración de Valle-Inclán para desarrollarlo. Además de las obras
arriba indicadas, se representaron también: El nietecito de Benavente; La mala estrella de
Ceferino Palencia; El último de la clase de Felipe Sassone; Cabecita de pájaro de Sinesio Delgado;
La muñeca irrompible de Eduardo Marquina; El alma de los muñecos de Francisco de Viu y La
cabeza del dragón de Valle-Inclán. Cfr. Hormigón, J. A., “Los teatros íntimos y experimentales
en Barcelona y Madrid (1900-1936)”, Ade Teatro, 77 (octubre 1999), p. 121.
391
obras para aprender y para distraer, base fundamental del Teatro creado por
Jacinto Benavente”.856
A las obras de Benavente siguieron los estrenos de Los pájaros de la calle de López
Marín, basado en el cuento Hansen y Gréthel; El último de la clase de Sassone, y La
mujer muda, una traducción del francés, realizada por Ceferino Palencia Tubau. La
empresa contaba, además, con obras originales de Rusiñol, Valle-Inclán, Martínez
Sierra, Marquina, Ceferino Palencia (padre), entre otros, que contribuyeron a
conseguir que este teatro fuera “la mejor escuela y el mejor libro”.
De hecho, la revista La Dama y la Vida Ilustrada apoyó activamente el proyecto
convocando un concurso en el que se premiaría a la mejor obra teatral destinada al
Teatro de los Niños. 857 La obra debía constar de un acto y tres cuadros como
máximo, con fin moral y de enseñanza para los niños. El premio consistía, además
de la representación de la obra, en cien pesetas y el jurado estaba compuesto por
Jacinto Benavente, Ceferino Palencia (padre) y Ricardo Catarineu.
Desafortunadamente, en el siguiente número de la revista se anunciaba el
término de la temporada para el Teatro de los Niños, que sería definitivo, pues el
proyecto no había tenido el éxito esperado entre el público.858
La apuesta de la autora por la mejora en la escena española incluía también la
creación de un Teatro Nacional. Así se desprende del último de los artículos de la
revista que reseñamos, escrito con motivo de la creación de un proyecto de Teatro
Nacional en Estados Unidos:
“Mientras aquí, en España, se arman discusiones sin límites, suscitadas con el
exclusivo y malévolo fin de impedir, por razones mezquinas e individuales, que
se lleve a cabo un proyecto de Teatro Nacional, que sería sin embargo primera
piedra y paso importantísimo hacia el logro de un deseo, muy natural por
parte de los españoles, de tener, como todos los demás países de cierta cultura,
un teatro propio, fomento de las letras y arte nacional, en los Estados Unidos
se reúnen de la noche a la mañana, unos cuantos millonarios yanquis animados
de ese mismo deseo, altamente loable y honroso, y sin preámbulos ni
discursos, en menos tiempo que tardo en contarlo, recogen un fondo de dos
millones de dollars [sic], y acto seguido comienzan a construir en el Central
Park West un edificio, que a juzgar por lo que ha de costar, será admiración
859 La Dama y la Vida Ilustrada, Madrid, diciembre, 1908, p. 4. Firmado por I. de O. Sobre
la creación de un teatro nacional, vid. Aguilera Sastre, J., El debate sobre el teatro nacional en
España (1900-1939). Ideología y estética, Madrid, Centro de Documentación Teatral, 2002.
860 La Dama y la Vida Ilustrada, Madrid, diciembre, 1908, p. 4.
861 Cfr. Quiles Faz, A., “El porvenir de la mujer española: Isabel Oyarzábal y El Día…”, art.
Los artículos de El Sol han sido analizados por Quiles Faz, A., Mujer, voto…, op. cit.,
863
Véanse los artículos titulados: “El comunismo en el teatro” (pp. 176-179 y 186-188).
396
El primer artículo con temática teatral databa del 5 de enero de 1918, 865 pero aún
no aparecía con el nombre llevaría después, “Revista de trajes”,866 sino dentro de la
sección “Diario de la mujer”, que albergaba una temática más amplia. Supone un
corpus teatral de setenta y tres crónicas breves, casi exclusivamente dedicadas a la
crítica del vestuario, no solo de los protagonistas de la obra, sino también en
ocasiones del coro, el atrezzo, la escenografía o la idoneidad del decorado en
relación a la época. Salvo contadas ocasiones, la crónica de nuestra autora iba
precedida de otra más amplia sobre los aspectos generales de la obra a cargo del
crítico José Alsina. En su autobiografía, además de resaltar la dificultad que
entrañaban estas crónicas, describía el dilema en el que solía encontrarse cuando
autor o actores eran amigos:867
“Para mí no siempre era fácil ser sincera con los actores o con el autor,
quienes a menudo, eran amigos personales, que se tomaban la más ligera de las
críticas muy a pecho. Pensaban, erróneamente a mi entender, que la crítica
afectaría al éxito de la obra.
Sin embargo, no creo que en ninguna ocasión permitiera que mis sentimientos
personales me apartaran del sendero de la justicia. Ni siquiera cuando Don
Ceferino intercedió a favor de algún colega, como Jacinto Benavente, quien era
un gran amigo de todos nosotros. Yo pensaba que un hombre que poseía el
Premio Nobel no tenía por qué preocuparse sobre mis pequeños esfuerzos a
favor de la precisión histórica o los efectos de la luz sobre el escenario. Y, por
supuesto, no lo hacía.
Gregorio Martínez Sierra -co-autor junto con su mujer de la obra Canción de
Cuna y en aquel tiempo, director de uno de los principales teatros de Madrid-
era quizá el más apreciado de todos, pero entonces, era maravillosamente
los afectos-simpatías y antipatías- que unía o separaba a los hombres. Cfr. Araquistáin, L.,
La batalla teatral…, op. cit., p. 207.
397
venganza de Don Mendo; “Revista de trajes”, El Sol, Madrid, 1-1-1919, p. 6, donde analizaba
la obra, La verdad de la mentira; “Revista de trajes”, El Sol, Madrid, 18-9-1919, p. 9, donde
comentaba la obra Faustina; “Revista de trajes”, El Sol, Madrid, 11-11-1919, p. 3, en la que
criticaba la obra La razón de la locura.
871 “Revista de trajes”, El Sol, Madrid, 6-1-1920, p. 9, en la que se analizaba el astracán
compuesto junto a Muñoz Seca titulado Pepe Conde o el mentir de las estrellas; “Revista de
trajes”, El Sol, Madrid, 10-4-1920, p. 9, en la que comentaba la obra El clima de Pamplona.
872 “Revista de trajes”, El Sol, Madrid, 6-3-1919, p. 3. La obra reseñada en esta ocasión fue
Por ser con todos leal, ser para todos traidor; “Revista de trajes”, El Sol, Madrid, 24-12-1918, p.
6, La ley de los hijos; “Revista de trajes”, El Sol, Madrid, 2-4-1919, p. 2, La vestal de Occidente;
“Revista de trajes”, El Sol, Madrid, 24-12-1919, p. 10, Y va de cuento; “Revista de trajes”, El
Sol, Madrid, 4-4-1920, p. 3, donde se reseñaba la obra Una pobre mujer.
873 “Revista de trajes”, El Sol, Madrid, 17-1-1919, p. 6, donde hacía la crítica de la obra
Cobardías.
874 “Revista de trajes”, El Sol, Madrid, 2-2-1919, p. 2, donde se reseñaba la adaptación de la
iluminados.
878 “Revista de trajes”, El Sol, Madrid, 6-10-1919, p. 10, donde comentaba el estreno de El
castigo sin venganza; “Revista de trajes”, El Sol, Madrid, 29-2-1920, p. 9, donde comentaba
la obra La vida es sueño.
398
importancia de llamarse Ernesto de Oscar Wilde,879 y sobre todo obras francesas que
se representaban en Madrid. Asimismo, fue objeto de sus críticas el vestuario de las
mejores actrices del país: María Guerrero, 880 María Gámez 881 o Catalina
Bárcena.882
Además de la prolija descripción de la escenografía y vestuario teatrales, los
artículos de “Revista de trajes” permiten analizar interesantes ideas de nuestra
autora acerca de cómo habían de concebirse los aspectos más plásticos de la
representación y, por ende, acerca de su concepción teatral.
En las primeras crónicas realizadas se hacía evidente la preocupación de la autora
por el vestuario en las obras españolas. Se lamentaba del desinterés en este
elemento de la representación por parte de las actrices españolas, contraponiéndolo
al de las actrices francesas o inglesas. Las francesas fueron precursoras en el arte de
vestir en el teatro y “sus actrices fueron las primeras del mundo que tuvieron a
gala lanzar en la escena las modas que en los talleres creaban los artistas del traje
más afamados”. Y al hilo de ello, recordaba la preocupación de sir Henry Irving
“por convencer a los artistas de su compañía de la necesidad de vestir las obras con
la debida propiedad y riqueza, pues allí ni siquiera las figuras preeminentes del
teatro se preocupaban entonces de su vestuario, presentándose en algunos casos
como las primitivas y modestas figurantas”. 883 Apostillaba además la escasa
flexibilidad y elasticidad de talle de las actrices españolas, que conservan “una
rigidez, no solo antiestética, sino completamente contraria a la moda de hoy”. En
una crónica posterior reiteraba la hegemonía de las actrices francesas en materia de
vestuario y anunciaba que, a partir de ese momento, dedicaría una sección del
periódico a describir trajes y tendencias vistas en los escenarios, debido al interés
que estas innovaciones estaban despertando. 884 Afortunadamente, al año
está loca, de Felipe Sassone; “Revista de trajes”, El Sol, Madrid, 2-2-1919, p. 2 con la obra
Julieta y Francina, adaptada por Gregorio Martínez Sierra y “Revista de trajes”, El Sol,
Madrid, 8-3-1919, p. 6, con la obra Bridge.
883 “Diario de la mujer”, El Sol, Madrid, 5-1-1918, p. 3.
884 “Revista de trajes”, El Sol, Madrid, 5-9-1918, p. 6. Se trata de la primera vez que la
siguiente,885 celebraba que las actrices españolas iban dando muestras de interés
por el vestuario. Por otro lado, Isabel Oyarzábal no pudo sustraerse a comentar la
situación de muchas de las segundas actrices y el mérito que demostraban al
hacerse con un vestuario de más de doce trajes en pocas semanas, con un exiguo
salario de diez o quince pesetas diarias. Asimismo las comparaba con las actrices
inglesas cuya situación difería de las españolas, pues aquellas eran contratadas para
una sola obra que, a veces, duraba mucho tiempo en cartel. 886 Recordemos que
Oyarzábal había conocido a Henry Irving, Ellen Terry o Anna Paulova en
Inglaterra y que por ello había tenido conocimiento de primera mano de las
opiniones de estos acerca del mundo teatral y artístico.
Una de las inquietudes de la autora en este sentido fue la adecuación en el
vestuario, en cualquier tipo de obra, pero sobre todo en las de época. Para la autora,
el vestuario y la puesta en escena eran elementos de primordial importancia para
dotar a la obra de la emoción estética que se deseaba transmitir al público:
“Hasta hace poco tiempo la dirección escénica de nuestros teatros se
preocupaba más- en las obras de época- de la propiedad y carácter de cada
traje que del efecto y entonación del conjunto, cosa esta última tan
indispensable como la primera para la realización del ideal estético.
Actualmente, una visión más amplia y comprensiva del arte teatral ha traído
consigo una reconstrucción, sino más fiel, más acertada y bella de ambientes
pretéritos”.887
En una crónica posterior siguió la línea de estas ideas: por un lado, alababa el
decorado de la obra de Lope de Vega, El castigo sin venganza, que estaba inspirado
en el Renacimiento italiano, en la estética de Tintoretto, Tiziano o Boticelli, pero a
la vez, y con motivo de la crítica al estreno de La importancia de llamarse Ernesto, de
Oscar Wilde, comentaba:
“Convendría que todos los artistas que se dedican a hacer obras extranjeras
se preocuparan un poco más de los detalles que caracterizan precisamente la
modalidad de cada país. Ningún hombre de sociedad en Inglaterra saluda a
una señora con los guantes puestos. Y como esta podríamos citar otras
minucias que restan fuerza y realidad a los tipos que pretenden crearse”. 892
Podríamos comparar este último comentario con un curioso artículo escrito dos
años antes y titulado “Los pequeños abusos” en el que la autora se lamentaba de la
costumbre de anunciar una obra de teatro como si fuera un jabón, hecho que
desconcertaba a las familias que quisieran acudir al teatro. Cada crítico valoraba
una obra de manera contraria a sus colegas, por lo que el padre de familia se veía
impelido a comprar las entradas para toda la familia haciendo caso a alguno de sus
miembros que a su vez seguían el criterio de otros. Al final todo el mundo acababa
decepcionado en sus expectativas por el nulo interés de la obra, por lo que la autora
terminaba asegurando que “la cosa es lamentable y lógica al propio tiempo; el arte
dará grandes chascos mientras como a arte no se le respete y sostenga”.896
Por último, habremos de señalar dos artículos: en el primero de ellos, titulado “El
arte de la comedianta”897 se informaba de que la Asociación Nacional de Mujeres
Españolas898 había enviado una instancia para que se reconociera el esfuerzo de las
actrices, que “ennoblecen un arte que tanta significación tiene en la vida espiritual
de un pueblo”. En concreto, proponía entregar a María Guerrero la Gran Cruz de
Alfonso XII, distinción que había sido creada para honrar a hombres y mujeres de
letras. A la vez, se preguntaba por qué no se había distinguido con este
reconocimiento a nadie del mundo del teatro. Este gesto mostraba el interés no
solo de Isabel Oyarzábal, sino, en general, de las intelectuales de la época por
ennoblecer esta manifestación del arte, tradicionalmente tan denostada.
El segundo artículo, titulado “El comunismo en el teatro”, mostraba de nuevo la
preocupación de nuestra autora por la mejora de la situación laboral de los actores
y se trataba de un artículo posterior a otro con el mismo título en el que se hacía
eco de la llegada de las ideas igualitarias a todos los ámbitos de la vida y también al
arte escénico.899 Abogaba por la unión de los artistas del teatro “en pro de sus
intereses y en contra de la rapacidad de los empresarios industriales” y ponía como
ejemplo a los artistas franceses:
“[…] Ha sido preciso para ello, que el artista abandonara el falso pedestal
sobre el que pretendió erigirse cuando se creyó superior al resto de la
humanidad por su arte, olvidando que el arte no se manifiesta sino por el
esfuerzo, y que el esfuerzo implica labor, esta, trabajo, y que la condición de
obrero, de trabajador, es precisamente el motivo de su superioridad. […] Así
176-179.
403
900 “Crónicas femeninas”, El Sol, Madrid, 7-5-1919, p. 3. Este artículo ha sido analizado por
Quiles Faz, A., Mujer, voto…, op. cit., pp. 186-189.
901 Sánchez, J. A. (ed.), La escena moderna. Manifiestos y textos sobre teatro de la época de las
903 La autora comenzó su participación en Blanco y Negro en 1925 con la sección “La mujer
y la casa”.
904 Palencia, I. de, “La mujer actual. Su opinión acerca del teatro”, Blanco y Negro, Madrid,
Theresa Helburn y con la dirección artística de otras notables mujeres, como Anita
Brock. Oyarzábal también se congratulaba de la existencia en todo centro docente
o universidad de una cátedra de arte dramático, con el fin de infundir en los jóvenes
el gusto por la belleza y de entre todos, los que más éxito tenían eran aquellos
regidos por mujeres. Por último, lamentaba que esta inclinación hacia el arte
teatral no se hubiera extendido a nuestro país.905
5-6.
907 La crisis matrimonial se produjo debido a la infidelidad de Ceferino Palencia, lo cual
Antoine abogaba por un teatro literario y económico, un teatro popular pero con criterios
de calidad. Se proponía asimismo, estrenar una nueva obra cada quince días. El Thèâtre
Libre de París fue fundado en 1887, para llevar a la práctica escénica los presupuestos
naturalistas de Zola. Siguiendo la estela de esta agrupación nacieron otras en Europa,
406
malestar que sentían por el rumbo que estaba tomando el mundo teatral, y al igual
que nuestra autora, consideraban que el teatro en ese momento se caracterizaba
por la frivolidad y el mal gusto, por lo que no podían sustraerse a la idea de elevar
el gusto del público:
“El gran actor, Gémier, estaba igualmente desconsolado acerca de sus
esfuerzos para elevar el gusto de la gente a través del drama elegante. Pensé
en mi propia, aunque corta, experiencia en Madrid. Evidentemente era igual
en todas partes. ¿Podía ser que el teatro estuviera definitivamente
condenado?”909
Por su parte, Jacques Copeau era uno de los hombres de teatro más notables en
Francia y de importante influencia también en Inglaterra y América. Fundó un
nuevo teatro en 1913, Théâtre du Vieux Colombier Copeau, en el que apostó por
redescubrir el verdadero sentido del arte teatral en un momento en el que este
estaba en su punto más bajo.910 Los Palencia-Oyarzábal habían visitado el Vieux
Colombier en su estancia en París:
“Una de las cosas que más disfrutamos durante nuestra estancia fue el teatro
Vieux Colombier. Era muy bueno, arte verdadero. Jacques Copeau, no
obstante, me dijo que estaba muy descorazonado. […]
‘Los turistas vienen a vernos’, dijo, ‘pero no quiero que el teatro sea una
pieza de espectáculo. Quiero que atraviese el actual mal gusto y frivolidad
hacia el corazón de la gente”.911
como la Die Freie Bühne, fundado por Otto Brahm en Berlín en 1899; el Independent
Theatre londinense de Greim, entre 1891 y 1897; el Teatro de Arte de Moscú, creado por
Stanislavsky y Danchenko, en 1897. Rubio Jiménez, J., “Valle-Inclán y los teatros
independientes de su tiempo”, Letras de Deusto, 20 (1990), pp. 49-71.
909 Oyarzábal de Palencia, I., I must have…, op. cit., p. 87.
910 El pequeño teatro de Vieaux Colombier se ubicaba en la calle del mismo nombre en
Jacques Copeau mantuvo contactos con Gordon Craig912 en Italia y con Adolphe
Appia 913 en Suiza para comparar con ellos sus ideas sobre el futuro del teatro,
considerándose los impulsores de la innovación teatral europea.
Copeau sentía la necesidad de establecer un verdadero arte popular y notaba que
el teatro se estaba quedando atrás respecto a otras artes ante el nuevo siglo.
Abogaba por un teatro que pudiera competir con el comercial, pero limitado en
cuanto al público y prefería un teatro íntimo que se mantuviera puro. La Vieux
Colombier alternaba producciones clásicas semanales con la reposición de éxitos
contemporáneos y nuevas obras y para ello, elegía a autores que tenían en común
ser poetas. La compañía contó con actores jóvenes, sin experiencia y Copeau se
dejaba llevar por su intuición para elegirlos considerando solo que su única
ambición fuera servir al arte.914
912 Edward Gordon Craig (hijo de Ellen Terry y actor en la compañía de Henry Irving)
proponía, como Copeau, volver a las antiguas tradiciones, pero no compartía su concepción
teatral. Tampoco estaban de acuerdo en lo relativo a la función del director artístico, que
Copeau consideraba relativa, no absoluta, como la juzgaba Craig. Sin embargo, sí
compartían su visión del actor como un elemento plástico más, “el actor no es un artista”.
Vid. Rudlin, J., Jacques Copeau, Director in perspective, London, Cambridge U. Press, 1986.
913 Adolphe Appia, junto con Craig, fue uno de los artífices de la innovación teatral europea.
Para Appia el arte dramático llegaría a ser un acto social en el que todo el pueblo
participaría. Abogaba por la eliminación del decorado ilusorio, bidimensional, tan común
en el teatro naturalista, construyendo elementos tridimensionales entre los que concedía
gran importancia a la luz. Rechazaba toda decoración inanimada en la escena, pues la
escenografía se debía basar en la presencia del actor. Otra de sus ideas consistía en romper
las barreras entre la sala y la escena. En sus ideas se basa el teatro moderno, desde Copeau
a Artaud. Appia, A., “Cómo reformar la puesta en escena (1904)”, en Sánchez J. A. (ed.), La
escena moderna…, op. cit., pp. 55-64.
914 El trabajo teatral había de ser sólido, concienzudo, bien intencionado, incluso más que
el original. Debía ser de modestas proporciones, tan conveniente y bien presentado como
fuera posible, sin grandes lujos o excesiva decoración, con cierta apariencia adusta. En la
compañía no tenían cabida las estrellas y los actores debían afrontar el trabajo con
absoluta disciplina.
La maquinaria debía ser lo más rudimentaria posible, de manera que obligara a
concentrarse en el verdadero significado de las emociones de los personajes: la escena
desnuda. Había compartido con Gordon Craig la posibilidad de adoptar una “escena móvil”
en la representación. Los ensayos se llevaban a cabo en un ambiente propicio para crear
una atmósfera en la que el actor pudiera desarrollarse como hombre y como artista. Una de
las novedades de la compañía era la dedicación de un tiempo del ensayo a la improvisación.
Muchas de las escenas estaban basadas en improvisaciones, composiciones musicales,
simultaneidad de escenas, mezclando palabra y mímica. El actor era un elemento plástico
más de la representación, en este sentido, por influencia de Henry Irving y, después de un
encuentro con Gordon Craig, Copeau empezó a usar máscara en los ensayos con los
actores: la máscara neutra.
Otro de los aspectos que nos interesa destacar era su gusto por la commedia dell’Arte, por
la relación que el grupo El Mirlo Blanco tuvo con este género. Proyectó con un grupo de
actores la creación de una nueva comedia del arte, “comédie nouvelle”, con otros
personajes y mediante la improvisación. Su intención era volver a popularizar la comedia
408
Estos autores que Isabel Oyarzábal conoció y que, sin duda, tuvieron una
influencia decisiva en la concepción teatral de la autora, compartían un afán común,
la renovación de la escena y la experimentación de nuevas formas que se alejaran
del teatro realista del momento. Todos ellos se relacionaron y conocieron,
mostrando un horizonte distinto en las tablas de toda Europa.
Todas estas consideraciones se vertieron en uno de los proyectos más
innovadores de renovación teatral de principios del siglo XX en España,
capitaneado por el dramaturgo y director de escena Cipriano Rivas Cherif,
heredero de la concepción teatral de los autores mencionados y en el que también
participó Isabel Oyarzábal, cuyo teatro muestra la influencia de los dramaturgos
europeos más innovadores, como se evidencia en sus Diálogos con el dolor.
del arte, cuyos personajes habían perdido vigencia. Vid. Rudlin, J. Jacques Copeau…, op. cit,
pp. 95 y ss.
915 Rubio Jiménez, J., “Tendencias del teatro poético en España (1915-1930)”, en
Dougherty, D., y Vilches de Frutos, M. F., (coord.), El teatro en España: entre la tradición y
la vanguardia 1918-1939, Madrid, CSIC, 1992, pp. 255-264.
916 Espina, A., “Las dramáticas del momento”, Revista de Occidente, 30 (1925), p. 327.
409
917 García Lorca, F., “Charla sobre teatro”, en Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1954, p. 34.
Cit. en Dougherty, D., “Talía convulsa. La crisis teatral de los años 20”, Cuadernos de la
Cátedra de la Universidad de Murcia, 11 (1984), pp. 87-94.
918 Vid. Dougherty, D. y Vilches, M. F., La escena madrileña entre 1918 y 1926. Análisis y
documentación, Madrid, Fundamentos, 1990; La escena madrileña entre 1926 y 1931. Un lustro
de transición, Madrid, Fundamentos, 1997.
919 Dougherty, D. y Vilches, M. F., La escena madrileña entre 1926 y 1931…, op. cit., p. 15.
920 Pérez Galdós, B., Nuestro teatro. Obras inéditas, Madrid, Renacimiento, 1923, p. 196.
921 Araquistáin analizaba cuál era el público que acudía al teatro: la pequeña burguesía. “A
atraerla y mimarla se dirigen los afanes de casi todos los teatros españoles. El teatro que
410
hecho, las obras más representadas, como veremos, eran subgéneros de la comedia
que estaban dotadas con frecuencia de elementos “líricos” (música, canto, baile). Las
formas más exitosas eran la comedia sentimental, el juguete cómico, la zarzuela, el
sainete lírico y la revista.
La intelectualidad abominaba del teatro que se hacía: “Lo consideraban
ignominioso para la salud de la patria y para su porvenir vital”.922 Y. a pesar de las
intenciones de renovación, no existían verdaderos planes de reforma: “A nadie se le
ocurrió pensar que si no se modificaba el modo de producción teatral existente, era
imposible que un teatro con motivaciones estéticas y sustentador de ideologías
progresistas, pudiera difundirse y construir su espacio propio en el tejido social”.923
Fue una constante, en la crítica de la época, la convicción de que el teatro estaba
en crisis. De hecho, Azorín achacaba tal crisis a un cambio en la organización del
“negocio” teatral. Para Azorín, el hecho de que se hubiera impuesto una función de
tarde por criterios económicos, habría llevado al fin de las obras largas, densas,
pues ni los actores, ni el público serían proclives a sobrellevar tres horas,
multiplicadas por dos funciones y en muchos casos por tres: una función se
realizaba a las cuatro de la tarde, otra a las siete y otra a las diez de la noche:
“Toda la literatura dramática actual tiende a la ligereza, a la rapidez. Y ya
que, por tantas causas, se impone esta modalidad, tal forma debe ser
aprovechada por las generaciones nuevas para la empresa necesaria de renovar
el arte escénico. A los escritores jóvenes toca esa obra; si en la novela y en la
poesía lírica han entrado ya con ímpetus innovadores, entren también en el
teatro”.924
El crítico Luis Araquistáin en La batalla teatral afirmaba que el público que acudía
al teatro era escaso, incluso eran siempre los mismos y pertenecían a la clase
burguesa. Una de las razones era la carestía del precio de la entrada y finalizaba
que: “el ‘verdadero pueblo’ acude al cinematógrafo”. No obstante, también
pp. 524-525.
929 Dru Dougherty resume en ocho los factores en los que residía el problema: los autores,
evolucionar al teatro imitando los recursos del cine. 933 Unamuno, por su parte,
pronosticaba que, para ganar la batalla al cine, el teatro tendría que volver a su
primitiva desnudez clásica. 934 Para otros, la escenografía en España también se
había quedado anticuada, y no debía copiar la realidad, sino crear un contexto que
invitara al ejercicio de la imaginación y la fantasía.
Otro de los factores que ayudaban al declive del teatro eran los actores a quienes
se les achacaba falta de preparación profesional y excesivo “divismo”, propiciado
por la idiosincrasia de las compañías que se fundaban alrededor de una figura. Por
último, aquellos que se encargaban de realizar la crítica teatral tampoco se libraban
de ser desacreditados: se les achacaba falta de objetividad en sus crónicas, debido a
la amistad con autores y actores o falta de criterio intelectual o de cultura teatral.
En definitiva, se debía devolver al teatro su significación religiosa -tal como
propugnaba André Antoine- y civil; tal y como aseguraba Cansinos-Assens, el
teatro se concebía como un fenómeno orgiástico “en un pueblo propenso a
sugestionarse voluntariamente y retornar a la inconsciencia del instinto”. 935 A este
respecto analizaba Araquistáin:
“Los abastecedores del arte dramático sueñan con que una comedia alcance,
por lo menos, cien representaciones seguidas, y como está confirmado que solo
cinco o seis autores son capaces de esa hazaña, en ellos piensan las compañías
teatrales.
La organización económica del teatro contemporáneo necesita también en
España un capital enorme, y no quiere estar a merced de ensayos más o menos
extravagantes, de éxitos problemáticos y de autores todavía poco o nada
populares. La creciente industrialización del teatro obliga a reducir al mínimo
el riesgo de los estreno. La firma del autor ha de ser una garantía casi absoluta
contra el fracaso, si no por la calidad de la obra, por el respeto que al público le
merecen los cinco o seis comediógrafos favoritos. No son los autores
consagrados, como suelen creer los inéditos, los que les cierran el paso de la
gloria y de la taquilla, sino el temor explicable de las empresas ante todo novel
y la probada eficacia de las viejas firmas, que por este motivo se ven asediadas
a solicitudes de obras y forzadas a una constante y fatal sobreproducción para
todas las temporadas y casi todos los días: la crisis teatral, esa famosa crisis
teatral que nadie se explica en España, donde es tan grande la producción de
comedias y tan arraigada la afición al teatro”.
Otro de los factores que apuntaba Araquistáin era la supremacía del actor, ya
que el público muchas veces acudía al teatro a ver a los actores más que las
obras.937 Esto supuso que las obras se escribían para ellos y la inercia provocaba
que el resultado final fueran obras de mediana calidad. Por último, valoraba la
labor del director de escena, sin el que no podía haber renovación, como ejemplo
Antoine. En Europa, sobre todo en Gran Bretaña, no así en España, se extendían
los teatros de repertorio, “para combatir los vicios inevitables del gran teatro
industrial”.938 En el mismo sentido se expresaba Cipriano de Rivas Cherif, uno de
los artífices de los intentos más exitosos de renovación del arte teatral:
“Mientras subsista la organización actual de la sociedad, corresponde al
artista mantener el fuego sagrado del arte puro, es decir, trascendente. […]
Para ello es preciso luchar sin tregua contra el rebajamiento industrial del
teatro. Hay que orear la escena, organizar espectáculos al aire libre, fundar
cooperativas de cómicos y autores en sustitución de las empresas explotadoras
del negocio teatral, reeducar al cómico y al espectador libertándolos de los
hábitos adquiridos en una rutina ayuna de ideal”. 939
pp. 113-119. Cit. en Aguilera Sastre, J. y Aznar Soler, M., Cipriano de Rivas Cherif…, op. cit.,
pp. 88- 89.
416
Para la autora, la clave era la cooperación que había llevado, en muchos lugares
del mundo, a la creación de grupos de aficionados. En este sentido, analizó el
funcionamiento del Gremio de Arte Dramático (Theatre Guild) de Estados
Unidos,941 fundado en 1919. Explicaba que cuantos formaban el Gremio, desde el
primer actor al último tramoyista, trabajaban por un mismo ideal, siendo todos
necesarios, pero ninguno indispensable, de manera que se acababan con los
“irritantes privilegios del divo, que ha sido una de las causas primordiales de la
decadencia teatral”.942 A decir de nuestra autora, para que el teatro desarrollase su
alta misión educadora, era necesario que estuviera al alcance de todos, para ello
debía ser económico, y si era económico no cubría gastos. Este problema había sido
solventado por el Gremio americano mediante la compra de acciones y abonos por
parte del público. Oyarzábal se preguntaba si un tipo de gestión similar, que
940 Palencia, I. de, “La civilización industrial en el teatro”, Abc, Madrid, 26-7-1928, pp. 11-
14.
941 En Europa también surgieron proyectos similares: el Freie Volksbühne de Berlín,
mantenido con suscripciones o el Abbey Theater de Dublin. Enrique Díez Canedo recorrió
los teatros de este tipo que surgieron en Europa y Estados Unidos tras el ensayo del
Vieaux Colombier de Copeau, que había fracasado económicamente, pero había provocado
una estela seguida en otros lugares. Así, Díez Canedo destacaba a Jouvet, Dullin, Baty y
Pitoeff. Señalaba el crítico y escritor que del fracaso de uno de estos teatros, nacía otro.
Este tipo de teatros estaban concebidos como laboratorios de experimentación de obras
dramáticas de acceso difícil a las escenas regulares. Por último, destacaba en nuestro país
El Teatro mínimo en Las Palmas, capitaneado por Josefina de la Torre. “Hace falta, cada
día más, la disciplina del pequeño teatro, aunque sea tan pequeño que para acentuarlo se
llame ‘mínimo’ ”. Cfr. Díez Canedo, E., “El teatro mínimo”, El Sol, Madrid, 2-11-1928, p. 8.
942 Recordemos que además de su función actoral, el primer actor normalmente realizaba
las funciones de director de escena, por lo que la factura de la obra quedaba en sus manos.
En el afán de conciliar las exigencias mercantilistas y los ideales del arte fue fundamental
la moderna concepción del director de escena, que venía a garantizar la calidad estética de
la representación. Esta se basaba en la labor de los grandes directores de escena europeos:
Gordon Craig, Antoine, Reinhardt, Gemier… y que venía a contraponer valores de
carácter estético a otros de índole comercial. Cfr. Dougherty, D., “Talía convulsa…”, art.
cit., pp. 103 y ss.
417
Luis Araquistáin alabó los intentos de Adriá Gual en Barcelona en este sentido y
consideraba que sería posible el sostenimiento en el tiempo de este tipo de teatros
en Madrid. Efectivamente, existieron en Madrid propuestas, aunque breves, que
muchas veces no repercutieron más allá del entorno familiar y de amistades que los
protagonizaban.944 Era un teatro aficionado que celebraba funciones esporádicas y
que tenía el apoyo de asociaciones benéficas o sociales. Tampoco hay que olvidar
las representaciones del teatro social, llevadas a cabo en las Casas del Pueblo y en
el Ateneo de Madrid, con importante influencia extranjera en cuanto a obras
estrenadas.
943 Adriá Gual definió lo que entiendía por teatro de arte en el primer número de su revista
teatral Teatrón: “El Teatre Intim hoy, como ayer, como mañana, es un teatro de excepción,
un laboratorio de arte, en donde estudiamos y buscamos las nuevas formas o en las formas
de ayer las de mañana”. Cfr. Dougherty, D., “Talía convulsa...”, art. cit., p. 111.
944 Hormigón, J. A. “Los teatros íntimos y experimentales…”, art. cit., p. 120.
418
945 Realizó dos campañas una en 1908 y 1911. Su pretensión era, crear un teatro de arte al
lado del teatro industrial, un laboratorio donde se pusieran en práctica las nuevas formas
de arte. Supuso la representación, por primera vez en España, de obras de Oscar Wilde,
George Bernard Shaw o Gabriele D’Annunzio. Ibidem, p. 120.
946 Fue creada por Manuel Núñez de Arenas en 1919 quien le encargó a Rivas Cherif las
actividades teatrales. Su fin era acercar los principios de un teatro de élite a la clase
proletaria, siguiendo la estela del Teatre Intim de Adrià Gual en Barcelona. Pretendía
promover un teatro social y quiso reproducir los principios de Firmin Gèmier y Otto
Brahm. Su primera representación tuvo lugar en junio de 1920, con Un enemigo del pueblo
de Ibsen, con motivo del congreso de la UGT. Después de largos avatares reapareció en
marzo de 1921 y logró dar una breve serie de programas, en los que se escenificaron La
guarda cuidadosa de Cervantes, Jinetes hacia el mar de John B. Synge, El rey y la reina de
Rabindranath Tagore, Manolo de Ramón de la Cruz y Compañerito de Luis y Agustín
Millares. Participaron, junto a Rivas Cherif, que fue el director de escena del teatrito,
Magda Donato, su principal colaboradora, Francisco Vighi, Francisco Mantecón, Fernando
García Bilbao, José de Benito, Pepita Serrano, Asunción Ruiz Medrano, Adela y Mercedes
Barrio, Pablo Luis Mendizábal, Fernando Ballestero, Esther Azcárraga, Otilia Solera, etc.
Las representaciones tuvieron lugar en el Ateneo y en el salón de actos del hotel Ritz. El
pequeño teatro fue cerrado por orden gubernativa y por dificultades económicas
insalvables. Cfr. Aguilera Sastre, J., “La labor renovadora de Cipriano de Rivas Cherif en el
teatro español: El Mirlo Blanco y El Cántaro Roto (1926-1927)”, Segismundo, 39-40 (1984),
pp. 233-245.
947 Hormigón, J. A., “Los teatros íntimos y experimentales…”, art. cit ., pp. 120 -121.
419
todos estos proyectos de renovación teatral, El Mirlo Blanco constituyó uno de los
más innovadores y un proyecto experimental excepcional.948
Junto a otros proyectos como El Cántaro Roto o El Caracol, constituyó un teatro
de minorías que pretendía ponerse a la altura de la escena europea, con escasos
medios económicos, pero de los que surgieron posteriormente directores, autores y
actores que renovarían el teatro comercial. Hormigón949 apunta la relación entre
aquellos y los actuales teatros experimentales. Desde el principio se concibió como
un proyecto de equipo con un objetivo común: el arte. La crítica especializada
afirmó sobre El Mirlo Blanco que: “el hogar de los Baroja, en que todas las artes
han hallado siempre cultivo, se ha convertido en un laboratorio dramático”.950
Sin embargo, hay que destacar que este tipo de grupos no constituían los típicos
de aficionados de barrio que representaban los éxitos comerciales. El Mirlo Blanco
fue “un pequeño teatro de arte en casa del escritor Pío Baroja, su hermano y
cuñada”. Era un teatro amateur en el que todo el mundo que lo desease podía
“contribuir con una obra de un acto y actuando en él, a menos que el director
creyera que era imposible”.951
Su origen tuvo lugar en las tertulias de la residencia de los Baroja en el número
34 de la calle Mendizábal, donde y a causa del “aburrimiento dominical”, germinó
la idea de representar alguna comedia,952 y se representó el Tenorio, donde Valle-
Inclán, envuelto en un paño negro, daba vida a doña Brígida.953 Carmen Baroja de
Caro recordaba el carácter lúdico del proyecto en un artículo de La Gaceta Literaria
en la que afirmaba que las mejores obras eran, para los integrantes del grupo,
aquellas que más les divertían preparar.954 Posteriormente, en febrero de 1926,955
948 Hurtado, A., “Prólogo”, en Carmen Baroja y Nessi. Recuerdos de una mujer…, op. cit., pp.
24-25.
949 Hormigón, J. A., “De El Mirlo Blanco a los teatros independientes”, Cuadernos
afirmaba que El Mirlo Blanco “llevó a casa de los señores Baroja a toda la intelectualidad
madrileña, y fue poco a poco abriendo surco y marcando una estela en el precario ámbito
teatral de Madrid”. Marquina, R., “El Mirlo Blanco”, Heraldo de Madrid, 27-3-1926, p. 4.
951 Oyarzábal de Palencia, I., I must have…, op. cit., p. 189.
952 “Ricardo nos leyó algún ensayo dramático de sus Minerva, y ello fue causa de que a mí
génesis, sino algo después y Melchor Fernández Almagro la sitúa al final de su andadura.
Cfr. Aguilera Sastre, J. y Aznar Soler, M., Cipriano de Rivas Cherif…, op. cit., p. 110.
954 Baroja, C., “Memorias íntimas de un teatro de cámara. Desde el nido del Mirlo Blanco”,
se iniciaron otros proyectos en tono más serio, lo que fue recordado por Carmen
Baroja:
“Aquel año, que debió de ser el 25, debimos ir Carmen [Monné] y yo a París
y a Londres. Al volver de Vera en el otoño, se le ocurrió a Ricardo que debía
representar en su casa alguna comedia. La idea fue acogida por los contertulios
con verdadero entusiasmo y empezó a reunirse gente por las tardes, todos
muy ilusionados con representar. [...] Comenzaron los ensayos, en donde
Rivas era el alma de todo”.956
El nombre, como afirmaba Cipriano de Rivas Cherif, parodiaba los de los teatros
de arte europeos, especialmente los rusos y alemanes, que elegían nombres de
pájaros para sus proyectos y así con el nombre de El Mirlo Blanco se le conoció a
partir de la segunda función, el 7-2-1926.957
Por tanto, lo que en su origen fue una divertida ocurrencia, se convirtió, en poco
tiempo, gracias al talento de los participantes en ella, en un magnífico escenario
colectivo de experimentación e investigación teatral. Ello se logró, sin duda debido
a la gerencia de Cipriano de Rivas Cherif, para quien El Mirlo Blanco supuso “la
iniciación de un género de arte teatral ajeno a las prácticas en vigor y que exige
cierta libertad artística, incompatible con el llamado profesionalismo”, 958 y las
colaboraciones de Ricardo Baroja, Carmen Monné, Ramón María del Valle-Inclán,
Pío Baroja, Edgar Neville, Claudio de la Torre, Magda Donato, Azorín, Enrique
Díez Canedo, Manuel Azaña, Natividad González, Josefina Blanco, además de
Isabel Oyarzábal.
Se trataba de un verdadero teatro de cámara, hecho por y para intelectuales,
donde las localidades, que se ponían al precio de 20 pesetas, eran escasas, y nunca
956 Baroja y Nessi, C., Recuerdos de una mujer…, op. cit., pp. 84-85.
957 Hurtado, A., “Memorias de un teatro: El Mirlo Blanco, Madrid, 1926-27”, en Los Baroja
en Madrid, Museo Municipal de Madrid/Círculo de Lectores, 1997, p. 128.
958 Rivas Cherif C. de, “El teatro ¿es arte o industria? Aficionados y profesionales”, Heraldo
de Madrid, 24-7-1926. Rivas Cherif era amigo de Ricardo Baroja. Según contaba él mismo
le introdujo en casa de los Baroja su amigo Juan Bautista Amorós (Silverio Lanza). Las
pretensiones del teatro eran en principio muy inferiores a las de otros intentos, por su
carácter casero y familiar. Fue un verdadero teatro de cámara. Pero las representaciones
tuvieron tal eco en la prensa que incluso llegó a ocupar un lugar propio en las páginas de
crítica teatral de los periódicos más importantes. No hay que olvidar que muchos
colaboradores y asistentes al teatro tenían secciones de crítica teatral a su cargo en varios
periódicos. Cfr. Aguilera Sastre, J., “La labor renovadora de Cipriano de Rivas Cherif…”,
art. cit, pp. 233-245.
421
superaban las cincuenta butacas.959 El proyecto, que tuvo gran acogida entre la
intelectualidad madrileña, obtuvo grandes elogios también en la prensa
especializada, como comprobaremos en este trabajo.
Cipriano de Rivas Cherif fue, sin duda, una de las figuras que aglutinó las ideas
renovadoras que en Europa se estaban desarrollando, mientras que Isabel
Oyarzábal tuvo una participación directa en los distintos proyectos del infatigable
autor, director de escena y, ocasionalmente actor, además de artífice de las más
exitosas empresas que se llevaron a cabo en la escena española durantes las tres
primeras décadas del siglo XX. Fue un profundo conocedor de las teorías teatrales
de los principales renovadores de la escena europea, se familiarizó en Italia con la
obra de Gordon Craig, que Cherif considera su evangelio y el de los principales
directores europeos.960 Gordon Craig había publicado en 1905, El arte del teatro, y
Cherif conoció su concepción del teatro a través de los artículos de la revista The
Mask. Craig defendía, frente al naturalismo y el realismo, el simbolismo en la
escena, la estilización teatral.961 Esta necesidad de estilización escenográfica llevó a
Rivas Cherif a vincular a sus grupos experimentales a artistas plásticos con sentido
renovador, tal fue el caso de Ricardo Baroja, Carmen Monné y Mignoni en El
Mirlo Blanco. La regeneración del teatro se había de conseguir a través de un
cambio en la perspectiva: la materialización del texto en la escena se hallaba por
encima del texto teatral, y en este sentido, el director de escena era el creador del
espectáculo. Rivas Cherif coincidía también con Craig en la importancia de la
decoración y en la necesidad de hacer desaparecer las acotaciones, pues si el
director de escena sabía su oficio, estas eran innecesarias.962
El autor español sostenía que Copeau era el más peculiar realizador de las teorías
de Gordon Craig y tomó el teatro de Vieaux Colombier como modelo para su
proyecto en España. La principal innovación de Copeau consistía en desnudar la
escena, simplificar lo accesorio en el escenario. Además, en el teatro parisino, el
escenario incluso había cambiado su disposición, eliminando la separación que la
elevación del tablado, la batería, las bambalinas y los bastidores determinaban la
división entre la sala y el palco escénico, deshaciéndose de todo lo arbitrario y
superfluo. En Vieux Colombier los cambios de ambiente se lograban solo con el
959 Aguilera Sastre, J. y Aznar Soler, M., Cipriano de Rivas Cherif…, op. cit., p. 110.
960 Ibidem, p. 21.
961 Ibidem, p. 62.
962 Ibidem, pp. 21-29.
422
4.
966 Sánchez Casado, M. J., “Ideas teatrales de Don Cipriano de Rivas Cherif”, Teatro:
968 Ibidem, p. 5.
424
La segunda obra de este primer espectáculo fue Marinos vascos de Ricardo Baroja,
obra perdida durante la guerra, estando aún inédita, y en la que intervinieron el
propio autor, Francisco Vighi, Sindulfo de la Fuente y Fernando García Bilbao, a
los que seguía un coro dirigido por Carmen Baroja y Juan de Echevarría. Con esta
obra terminó la primera parte del programa.
En la segunda se representó solamente una obra, Adiós a la bohemia de Pío Baroja,
estrenada con anterioridad en el teatro Cervantes y que fue interpretada por él
mismo, en el papel de “el señor que lee el Heraldo”, su hermano Ricardo, Sindulfo
de la Fuente, Francisco Vighi, Natividad González, Gustavo Pittaluga (hijo), quien
tocó al violín unos fragmentos de la Cavalleria rusticana de Mascagni que
interrumpían el diálogo en un momento de la obra; María A. de Abréu y Rivas
Cherif. El origen de la obra es el cuento Caídos de Vidas sombrías del mismo Pío
Baroja. Fue estrenada también en el teatro Cervantes y publicada en El Cuento
Semanal en 1911.
La única escena de la obra tenía lugar en un café madrileño donde, un artista
fracasado, que volvía al pueblo del que salió ilusionado, y su antigua amante, se
habían citado para verse por última vez. Recordaban el pasado y decían adiós a la
bohemia, símbolo de la juventud y los sueños irrealizados.
Para la representación de El Mirlo Blanco se pretendió dar un carácter realista, de
café fin de siglo, a la decoración. La imaginación suplía la falta de espacio ya que
mediante efectos visuales se sugerían amplios espacios después del primer plano.
El Mirlo Blanco causó expectación y obtuvo muy buenas críticas por parte de los
periódicos más relevantes: El Sol, La Voz, Abc o el Heraldo de Madrid. Y en este
sentido, Enrique Díez Canedo, después de la primera representación definía así al
grupo:
“Porque se trata, en verdad, de un teatro que no es teatro de aficionados.
Más bien es todo lo contrario. Los aficionados son personas muy simpáticas y
respetables que gustan de poner privadamente en escena lo mismo que se
aplaude en público a las compañías formales. El teatro que podía salir de la
repetición de unas cuantas fiestas como las de los señores Baroja sería,
969 Caro Baroja, J., Los Baroja, Madrid, Taurus, 1972, p. 187.
425
cabalmente, un teatro apenas representado, desdeñado un poco, tal vez, por los
teatros grandes. Sería, al pronto, entretenimiento de unos cuantos, y quizá
luego el círculo se ensanchara lo bastante para permitir, frente al teatro
grande, y sin disputarle su vuelo industrial, ni aún sus propios atractivos, un
teatro pequeño, libre, vivo, que fuera germen de públicos más exigentes en
materia de arte que los grandes públicos de ahora”.970
970 Díez Canedo, E., El teatro español de 1914 a 1936. Elementos de renovación teatral, México,
Joaquín Mortiz Ed., vol. IV, 1968, p. 150.
971 José Cordón daba como fecha del estreno, el 11 de marzo, pero todos los periódicos del
Madrid, 11-5-1926, p. 4.
973 Marquina, R., “El Mirlo Blanco”, Heraldo de Madrid, 27-3-1926, p. 4: “Esbozo de
Junto a estas obras se representó Trance de Rivas Cherif, cuadro de gran guiñol
publicado anteriormente por La Pluma e interpretado por el propio autor en el
papel de profesor y Carmen Juan de Benito en el de neófita.975
Cerraba el programa una obra de Pío Baroja, Arlequín, mancebo de botica o Los
pretendientes de Colombina, actualización del esquema de la commedia dell’arte italiana.
La obra estaba protagonizada por Colombina, a quien daba vida Raymonde de Back
de Goldenberg, después de la negativa de Natividad González a participar en ella.
El papel de Arlequín estaba protagonizado por Rivas Cherif, cuyo traje había sido
diseñado por el famoso Mignoni, escenógrafo de gran renombre en el teatro de la
época. El resto del reparto era: la duquesa Sermonetta, Carmen Baroja de Caro; la
señora Petra, María Arisqueta de Abreu; Brígida, Isabel Oyarzábal de Palencia; el
señor Pantalón, Pío Baroja; el Sargento, Fernando García Bilbao; el veterinario,
Francisco Vighi; Don Perfecto, Sindulfo de la Fuente; el doctor Bartolo, Ricardo
Baroja; el lacayo de la duquesa, Gustavo Pittaluga y Pío Baroja, como el Licenciado
Pantalón, en un papel hecho a su medida, según comentó José Ortega y Gasset y
cuya interpretación fue objeto de especial atención en las reseñas de prensa. El
director de escena fue Rivas Cherif, el decorado corrió a cargo de Carmen Monné y
Ricardo Baroja, el vestuario y el atrezzo fueron obra de Carmen Baroja de Caro y el
apuntador fue José de Benito.
“Pío, muy entusiasmado con la intérprete de su obra [Nati González],
escribió una mañana el sainete Arlequín Mancebo de botica, o los pretendientes de
Colombina, para que la colombina fuera esta misma señorita, y Arlequín fuera
Rivas Cherif; pero ella, un poco asustada por el éxito que había tenido, y otro
poco por las frases algo atrevidas que tenía que oír de boca del enamorado
Arlequín, se negó a hacerlo.
Íbamos a trabajar toda la compañía. Pío se había hecho, según decía Ortega y
Gasset, un papel a medida, con latines y todo; había varias levitas y fracs viejos
preparados, chalecos floreados, corbatas de muchas vueltas; yo tenía un
flamante vestido de mi abuela, ¡pero no teníamos Colombina!
En casa de Salaverría encontré una de aquellas tardes a la preciosa señora de
Goldemberg, Raymonde de Back. Me dijo que había leído algo de estas
representaciones y que le divertiría tomar parte en ellas; en seguida fue
llamada por la empresa y pasó a hacer la más bonita de las Colombinas.
Teníamos otra dama joven de extraordinario mérito, Marichu Arisqueta de
Abreu, pero, según ella, no encajaba bien en la hija del Licenciado Pantalón y,
en su modestia, prefirió hacer un papel insignificante de vieja; aun así, los
espectadores apreciaron mucho su labor, y, más tarde, hizo un papel
delicadísimo en El Viajero, de Claudio de la Torre”.976
respondía claramente a la teoría de Pío Baroja de que solo era posible crear teatro
sobre personajes “teatrales”:
“Una obra siempre es más fácil de hacer cuando los personajes son más
falsos y amanerados. Una obra es más difícil de hacer cuando los personajes
están copiados de la realidad. [...] Pensar que se pueden llevar figuras de
hombres reales al teatro, creo que es una ilusión con que se engaña un poco a
la gente joven”.978
Otros diarios, como el Abc también elogiaban la obra de Pío Baroja y la actuación
del autor.980 Por su parte, el periódico El Sol destacaba la obra de Oyarzábal como
“apunte dramático muy esquematizado”, 981 mientras que el Heraldo de Madrid
también destacaba la obra de nuestra autora:
“Se ofreció la primera representación de Diálogo con el dolor, esbozo de
esquema de intento de teatro sintético, de una emoción contenida y de un
fuerte humor polémico, que con sobriedad notable interpretó la autora Sra.
Isabel de Palencia (Beatriz Galindo)”.982
Uno de los críticos más importantes del momento, Enrique Díez Canedo,
apuntaba que los participantes en la obra se habían revelado como actores de
mérito: “Un mérito muy sencillo, al parecer, aunque bastante raro: el mérito de
saber lo que dicen, que es, acaso, más de la mitad del arte perfecto”.983
La tercera serie de representaciones se estrenó el día 8 de mayo de 1926,
organizada a beneficio del Lyceum Club Femenino, y en ella solo se incluía una
obra nueva, Ligazón “Auto para siluetas”, de Ramón María del Valle-Inclán, escrito
expresamente para el teatro de los Baroja.984 Julio Caro Baroja recordaba de los
actores: “En cambio, Carmen Juan, mi ‘antigua’ profesora de párvulos, haciendo de
moza en Ligazón, de Valle-Inclán, y la mujer de este, Josefina Blanco, y Ela
Palencia haciendo de comadres, obtuvieron éxito señalado. La decoración que pintó
mi tío contribuyó también mucho a él”.985 La puesta en escena de Ligazón, que
posteriormente también fue representada a cargo del grupo teatral El Cántaro
Roto, supuso la reivindicación por parte de Valle Inclán de un teatro experimental,
poético, simbólico e intelectual.986
Juan G. Olmedilla comentó la puesta en escena que hizo Rivas Cherif en la reseña
del estreno: “escrupulosamente respetuoso como director de escena”. En este “auto
para siluetas”, drama epitalámico, el director de escena otorgó dos dimensiones de
la silueta a los personajes, sacrificando el mayor lucimiento corpóreo
tridimensional de los actores que, por fortuna, “pertenecen a un mundo escénico en
el que, con dos dimensiones solamente, se logra dar vitalidad intensa e imborrable
a lo que otros miles de actores, aún poseyendo la inaccesible cuarta dimensión del
hombre bicuadrado, no lograrían jamás”.987 Ligazón, junto con otras obras como
Trance de Rivas Cherif, Arlequín, Mancebo de botica, de Ricardo Baroja o El gato de la
Mère Michel, de Carmen Baroja, surgieron en el contexto del “Gran Guignol”: obras
que mezclaban lo truculento y lo cómico. Valle-Inclán se mostraba interesado en
esta estética, que surgió en 1896, con la fundación por parte de Maurice Magnier
en París, del Thèâtre du Grand Guignol.988
Madrid, 11-5-1926, p. 4.
988 Rubio Jiménez, J., “Valle-Inclán y los teatros…”, art. cit., pp. 49-71.
430
Los actores en esta ocasión fueron Carmen Juan de Benito, Josefina Blanco de
Valle-Inclán, Beatriz Galindo, Fernando García Bilbao y el propio Cipriano de
Rivas Cherif. Ricardo Baroja se ocupó de la escenografía, que consistía en un fondo
con paisaje nocturno, una tapia y una casa en primer término, con una puerta y una
ventana, tras de la cual se veía una habitación en la que ocurría una de las escenas.
Los efectos de luz y sombra, tan importantes en este auto para siluetas, los realizó
Carmen Monné y González Olmedilla destacó que la obra tenía en su concisión y
simplicidad, las características superiores de “nuestro teatro primitivo”.
El programa repuso Marinos Vascos, estrenada en el primer espectáculo, al tiempo
que en el intermedio, Rivas Cherif recitó poesías de Valle-Inclán y Francisco Vighi
y otras de su propio repertorio. Tras la representación de Ligazón también
recitaron algunos poemas Antonio Riaño y Herminia Peñaranda de Grau y se
terminó esta serie de representaciones con Arlequín, mancebo de botica de Pío Baroja,
que volvió a obtener un gran éxito.
Los días 20, 21 y 22 de junio de 1926 tuvo lugar el cuarto espectáculo de El
Mirlo Blanco, que anunciaba una etapa de descanso para el verano, lo que convirtió
esta en la última serie de representaciones de la temporada. Se estrenaron tres
obras: La primera, El viajero, cuento en dos cuadros de Claudio de la Torre,
interpretado por Herminia Peñaranda, María A. de Abréu, Carmen J. de Benito,
Raymonde de Back, Carmen Baroja, Cipriano de Rivas Cherif, Fernando García
Bilbao y Gustavo Pittaluga, con decorados de Ricardo Baroja y de su esposa
Carmen Monné, como casi todos los anteriores.
“La acción tiene lugar a mediados del siglo último; se reúnen hasta siete
personas en escena; es decir, en un rincón de la parte reservada a los actores
en la sala que hace las veces de teatro; este seudoescenario, que está en el
mismo plano que el resto de la habitación, es de tan exiguas dimensiones que
tiene de fondo apenas lo que puede abarcar un hombre con los brazos
extendidos; la batería no existe, naturalmente; los juegos de luces (¡y hay hasta
una aparición irreal!) son los que pueden llevarse a cabo en cualquier casa
particular; los trajes de época, hasta las levitas de los hombres, han sido
confeccionados a domicilio con tejidos modestos. Los cuadros y miniaturas que
adornan la estancia romántica son figurados y han sido pintados con toda
ingenuidad sobre el papel de embalaje que sirve de pared; los muebles se
431
reducen a un diván, dos o tres sillas o butacas, una chimenea con un par de
floreros y una mesita sobre la cual aparece… ¡una lamparita eléctrica!” 989
La segunda obra del programa era Eva y Adán de Edgar Neville de un solo acto,
con tres personajes: los protagonistas (la señora Goldenberg y Gustavo Pittaluga)
y un ángel (Ricardo Baroja). La obra fue reseñada por Enrique Díez Canedo:
“Eva y Adán es un capricho humorístico a grandes brochazos, en el que los
tres personajes obligados, Eva (señora de Goldenberg), Adán (G. Pittaluga) y
el Ángel (R. Baroja), representan el acto primero de la tragedia de la
humanidad. La intervención del guardián del Paraíso, que sorprende en delito
de contravención a la primera pareja, da a este apunte sus mejores matices
cómicos. El diálogo desenfadado y ocurrente, salva todos los peligros, incluso
el de las más amenazadoras reminiscencias”.990
Una reseña de esta obra apareció en Blanco y Negro tiempo después, tras una
representación en el hotel Ritz: “Se trata de una farsa muy ingeniosa escrita con
989 Donato, M., “Lo decorativo en la escena. El Mirlo Blanco”, Heraldo de Madrid, 26-6-1926,
p. 4.
990 Díez Canedo, E., Artículos de crítica teatral…, op. cit., p. 153.
991 Caro Baroja, J., Los Baroja, op. cit., p. 187.
432
gracia y soltura por la hermana del insigne autor de El gran torbellino del mundo,
que es a juzgar por las muestras, digna del nombre que lleva, largamente
ovacionada”.992
El descanso veraniego se prolongó hasta marzo del año siguiente y el 28 de
marzo de 1927 tuvo lugar la última representación en Madrid, en la que
colaboraron el escritor mexicano Eduardo Villaseñor con El café chino, drama
sintético, y Ricardo Baroja con dos obras, El maleficio y El torneo. Esta última era
una escenificación del prólogo de Idilios y Fantasías de su hermano Pío, publicada
por Blanco y Negro:
“El maleficio, avispado diálogo de Ricardo Baroja, en dos actos y tres cuadros,
sostenido entre dos personajes, que permitió a Raymonde de Back de
Goldenberg y a Cipriano de Rivas Cherif mostrar su excelente porte de
actores comprensivos y eficaces, y El torneo, un acto del mismo autor […] que
interpretaron admirablemente la señorita Consuelo Treviño y los señores
Baroja (R.), López Rubio, Vighi, De la Fuente, Pittaluga, Gorbea, Bilbao y
Rivas. Las decoraciones de ambas obras, pintadas por el señor de la casa,
situaron perfectamente la atención; y es de advertir que uno de los actos de El
maleficio ocurre a orillas del mar, en una plaza transportada sin omitir detalle
al reducido ámbito de aquel escenario minúsculo. Con decorado y atrezo de
Carmen Monné se representó asimismo El café chino, drama sintético del joven
escritor mexicano Eduardo Villaseñor, episodio sombrío en el que el efecto
principal está encomendado a la sugestión de ambiente y al gesto y actitud de
los actores, más que a la palabra. Las señoras de Peñaranda y De Back, y los
señores Bilbao, De la Fuente, Gorbea y Baroja le dieron adecuada expresión
[…]”.993
992 “Una fiesta de arte angloamericana”, Blanco y Negro, Madrid, 13-2-1927, pp. 56-57.
993 Díez Canedo, E., Artículos de crítica teatral…, op. cit., pp. 154-155.
433
El Mirlo Blanco contaba con un espacio tan exiguo que el escenario era un “poco
más alto que un hombre puesto en pie”997 y el fondo era apenas lo que abarca un
hombre con los brazos extendidos,998 tal y como Carmen Baroja lo describía:
“El escenario, pequeñísimo y en muy malas condiciones, no tiene salidas ni
puertas laterales, la única entrada es la de la embocadura. Por esta tienen que
pasar todos los actores antes de empezar el acto, con la luz apagada, para no
perder el efecto de la caracterización. En un rincón de un metro escaso hemos
estado hasta seis personas, asfixiadas de calor, esperando el momento de salir a
escena. Todas estas molestias, lejos de incomodar, han divertido mucho a la
complaciente compañía”.999
996 Caro Baroja, J., Los Baroja, op. cit., pp. 183-184 y 187.
997 Díez Canedo, E., Conversaciones literarias (Tercera serie 1924-1930), México, Joaquín
Mortiz, 1964, p. 157.
998 Donato, M., “Lo decorativo en la escena…”, art. cit., p. 4.
999 Baroja de Caro, C., “Memorias íntimas…”, art. cit., p. 5.
1000 Rey Faraldos, G., “Pío Baroja…”, art. cit., pp. 111-127.
1001 Magda Donato afirmaba que solo en El Mirlo Blanco se encontraba la esencia y que
consistía en: “la compenetración con el espíritu de la obra” que permitía que este cobrase
forma plástica. Donato, M., “Lo decorativo en la escena…”, art. cit., p. 4.
435
1002 Aguilera Sastre, J. y Aznar Soler, M., Cipriano de Rivas Cherif…, op. cit., p. 111.
1003 Hurtado, A., “Memorias de un teatro…”, art. cit., p. 126.
1004 Donato, M., “Lo decorativo en la escena…”, art. cit., p. 4. Las modernas teorías teatrales
1007 Díez Canedo, E., Artículos de crítica teatral…, op. cit., pp. 150 y ss.
1008 Baroja de Caro, C., “Memorias íntimas…”, art. cit., p. 5.
1009 Caro Baroja, J., Los Baroja, op. cit., p. 185. Julio Caro Baroja nombraba también a los
autores de más éxito comercial: Jacinto Benavente, los hermanos Álvarez Quintero, Carlos
Arniches y Pedro Muñoz Seca.
1010 Hurtado, A., “Memorias de un teatro…”, art. cit., p. 125.
437
las declaraciones del propio autor sobre la condición arcaica del teatro moderno:
“El crear algo nuevo en el teatro me parece imposible […] El teatro […] ha
agotado su materia;[…] desde hace mucho tiempo, ha dejado de inventar para
repetirse”.1011
Por su parte, Carmen Baroja no olvidaba la autocrítica y valoraba cuáles fueron
las obras más exitosas, a la vez que aludía también a la consabida crisis teatral:
“Algunos salieron bien, de duración, variados y animados. Las obras que
mejor resultan son, en general, las de un acto. En cuanto a su mérito artístico,
nosotros no podríamos juzgar, porque aquellas que más nos han divertido en
los ensayos, preparación, etc., son las que nos parecen las mejores.
Proyectos, creo que hay muchísimos, y en cuanto a la crisis teatral, nosotros
no la notamos porque siempre está la sala llena.
¡Cómo, pues, no tener entusiasmo por el Mirlo Blanco!”1012
A pesar de las limitaciones del proyecto, El Mirlo Blanco constituyó uno de los
grupos teatrales más exitosos de cuantos surgieron al abrigo de esta nueva
concepción dramática. Rivas Cherif ensalzaba la labor del grupo que había supuesto
la iniciación de un género de arte teatral, basado en la libertad artística y, por
tanto, incompatible con el profesionalismo.1013
Pero El Mirlo Blanco no fue el único proyecto que se llevó a cabo en este
contexto. En noviembre de 1926, se puso en marcha El Cántaro Roto, grupo
liderado por Valle-Inclán y Rivas Cherif. La iniciativa pretendía trasladar el
espíritu de El Mirlo Blanco a un lugar de mayor proyección pública, siendo el
elenco de actores básicamente el mismo que en aquel.1014 El escenario en el que se
llevarían a cabo las representaciones sería el Círculo de Bellas Artes, de mayor
envergadura que el escenario de la casa de los Baroja, pero más apropiado para
conciertos que para la representación de obras teatrales.1015
1011 Palabras de Pío Baroja citadas en Monleón, J., El teatro del 98 frente a la sociedad
española, Madrid, Cátedra, 1975, p. 186.
1012 Baroja de Caro, C., “Memorias íntimas…”, art. cit., p. 5
1013 Aguilera Sastre, J. y Aznar Soler, M., Cipriano de Rivas Cherif…, op. cit., p. 112.
1014 Rivas, García Bilbao, Vighi, Bartolozzi, López Rubio, Carmen de Juan, Isabel de
Palencia, Herminia Peñaranda, Josefina Blanco, etc. Cfr. Hormigón, J. A., “Los teatros
íntimos y experimentales…”, art. cit., p. 122.
1015 El reducido escenario solo era apto para representaciones de teatro clásico lopesco o
shakesperiano y para nuevos intentos artísticos. Cfr. Aguilera Sastre, J. y Aznar Soler, M.,
Cipriano de Rivas…, op. cit., p. 115.
438
El Cántaro Roto solo logró dar dos espectáculos, el primero de los cuales se
celebró los días 19 y 20 de diciembre de 1926, en que se representaron Ligazón, y
La comedia nueva o El café de Leandro Fernández de Moratín. La decoración corrió
a cargo de Salvador Bartolozzi y Francisco López Rubio y actuaron Carmen Juan
de Benito, Isabel Oyarzábal de Palencia, Salvador Bartolozzi, Josefina Blanco y
Eduardo de Gorbea, entre otros. Posteriormente, el día 23, se realizó un recital de
poesía y música y el día 28 tuvo lugar la última representación de El Cántaro Roto,
poniendo, de nuevo en escena La comedia Nueva y El Arlequín de Pío Baroja, con
idéntica presentación a la que habían hecho en El Mirlo Blanco, aunque la labor de
Valle-Inclán se redujo prácticamente a la obra de Moratín, porque las otras dos
fueron ensayadas y estrenadas ya bajo la dirección de Rivas Cherif.
Días después, en el Heraldo de Madrid apareció una nota en la que se anunciaba la
suspensión de las funciones, pues el director del Círculo de Bellas Artes había
negado a Valle-Inclán la posibilidad de representar cada obra más de una vez.1017
Así terminó la andadura de El Cántaro Roto y con ella el intento de aumentar el
número de espectadores para un teatro que, en su modesta presentación, se
1016 “¿Un teatro escuela? Los ensayos de Valle-Inclán en el Círculo de Bellas Artes”,
Heraldo de Madrid, 18-12-1926. Cit. en Aguilera Sastre, J., op. cit., pp. 115 y ss.
1017 Heraldo de Madrid, 31-12-1926, p. 6.
439
autocalificó de “ensayo de teatro”, pero que para más de un crítico fue “teatro
integral y modelo de buen teatro”.
Poco después de finalizadas las actividades del Cántaro Roto, Rivas Cherif sufrió
un ataque de reúma neurasténico, mal de carácter nervioso, y le recomendaron
reposo. Con posterioridad, pensó dirigir su trabajo hacia horizontes más
consistentes, consciente de las limitaciones de El Mirlo Blanco, que como había
señalado Rafael Marquina, era cada día más “un juego de artistas” y avisaba del
peligro: “No son para todas las manos ni para todas las imaginaciones”. 1018 El
Caracol -Compañía Anónima Renovadora del Arte Cómico Organizado
Libremente- hizo su presentación en un local llamado Rex, de la Calle Mayor, el 24
de noviembre de 1928, convencido el artífice de que después de sus tres ensayos
anteriores, El Teatro de la Escuela Nueva, El Mirlo Blanco y El Cántaro Roto, lo
único que le faltaba a sus proyectos era un local apropiado. Según sus propias
palabras, solo se necesitaba una sala pequeña donde la conferencia, el concierto de
cámara y el teatro íntimo tuvieran lugar adecuado. Para llevar a cabo su propósito
pidió la colaboración de sus amigos escritores y artistas: Ramón María del Valle-
Inclán, los Baroja, Azorín, Ramón Gómez de la Serna, Manuel Azaña, Isabel de
Palencia, Pastora Imperio. También contó con la cooperación de Magda Donato,
Esther Azcárate, Natividad Zaro, Carmen de Juan, Regina, Josefina Hernández,
Salvador Bartolozzi, Eusebio de Gorbea, Felipe Lluch, Ernesto Burgos y Antonio
Ramón Algorta para conformar un grupo teatral renovador. Azorín inauguró la
“Sala Rex”, llamada así por el apellido del empresario que les cedió el local, Rey, y
por las siglas de lo que se pretendía lograr: Repertorio de Experimentos
X=infinito.1019 Entre sus logros se pueden mencionar las representaciones de Un
duelo -El oso en otras versiones castellanas- de Antón Chejov, el prólogo y dos
obritas de Lo invisible de Azorín (Doctor Death de 3 a 5 y La arañita en el espejo),
Orfeo de Jean Cocteau, Asclepigenia, diálogo filosófico-moral de Juan Valera, Dúo de
Paulino Masip, Si creerás que es por mi gusto de Jacinto Benavente y Un sueño de la
razón del propio Rivas Cherif. 1020
1018 Aguilera Sastre, J. y Aznar Soler, M., Cipriano de Rivas Cherif…, op. cit., p. 120.
1019 Rivas Cherif, C. de, “El mito de la compañía de Azorín e historia fabulosa de un cierto
‘Caracol’ cifrado en Rex”, Heraldo de Madrid, 5-11-1928, p. 5. Cit. en Aguilera Sastre, J. y
Aznar Soler, M., Cipriano de Rivas Cherif…, op. cit., p. 123.
1020 Otras obras programadas por el grupo fueron: El terno del difunto de Ramón María del
Valle-Inclán; Los libreros de viejo de Pío Baroja; A las puertas del cielo de Jacinto Benavente;
La criolla de Joaquín Zugazagoitia; La curiosa imaginación de César Falcón; Ifigenia de
Alfonso Reyes; El rapto de las Sabinas de Leónidas Andreiev y obras sin determinar de
440
Otros grupos surgidos al abrigo del éxito de El Mirlo Blanco fueron: Fantasio
(1928), de Rafael Martínez Romarate y Pilar de Valderrama, por impulso de
Carmen Monné y Carmen Baroja y que nació como teatro para niños. Se trataba de
un teatro también familiar que estaba situado en Rosales, junto al Guadarrama y
para poner en marcha el proyecto Martínez Romarate y Pilar de Valderrama
derribaron la pared del fondo del salón biblioteca, en donde cabían cien
espectadores, a la que unieron otra estancia con el escenario. La primera obra
representada fue El príncipe que todo lo aprendió en los libros de Jacinto Benavente,
que acudió al estreno y en la que los actores fueron los tres hijos del matrimonio y
otros jóvenes, confirmándose un rotundo éxito. Según Díez Canedo, lo más
George Bernard Shaw, Molière, Carlo Goldoni, August Strindberg, Eugene O’Neill, etc.
Ibidem, p. 123.
1021 La Voz, Madrid, 13-11-1928, p. 2.
1022 Aguilera Sastre, J. y Aznar Soler, M., Cipriano de Rivas Cherif…, op. cit., p. 90.
441
reseñable de Fantasio fueron los efectos de luz y los juegos escenográficos 1023 y
por su parte, el crítico Luis Araújo-Costa consideraba que este junto a El Mirlo
Blanco y El Caracol, mantenían “los principios verdaderos del arte y la belleza en el
teatro”.1024
Un tercer grupo teatral fue Anfístora (1932), que tuvo siempre como meta la
dignificación del teatro. Anfístora era la sección femenina de Cultura Cívica
(dirigida por María Martínez Sierra y María Rodrigo), que a su vez procedía de la
escisión del Lyceum Club, cuyo objetivo era democratizar, de alguna manera, el
acceso a este tipo de asociaciones permitiendo que las socias con menos recursos,
pero con interés por la cultura, pudieran tener acceso a la universidad.1025 Pura
Maortúa de Ucelay y Federico García Lorca fueron los directores y promotores de
dicha sección teatral. El empuje de Pura Maortúa Ucelay consiguió rescatar de la
censura y llevar a la escena Amor de don Perlimpín, que se representó junto con La
zapatera prodigiosa el 5 de abril de 1933. También representaron Peribáñez y el
comendador de Ocaña de Lope de Vega, Liliom, de Ferenc Molnar, Los títeres de
cachiporra, que fue puesta en escena de forma póstuma después del asesinato del
autor granadino y también se ensayó Así que pasen cinco años y que, sin embargo, no
se llegó a representar. 1026
Durante la República, y con el objetivo de llevar la cultura a todos los pueblos de
España, surgieron sucesivos proyectos teatrales: la TEA (Teatro Escuela de Arte),
que fue uno de los proyectos más duraderos en el tiempo -estuvo en marcha hasta
1937-, auspiciado por la República y cuyo artífice, Rivas Cherif concibió la idea de
crear una escuela de arte teatral como base para la creación de un Teatro Nacional
en 1931, poniéndola en marcha al año siguiente con la colaboración de la compañía
Xirgú-Borrás, y que no sin dificultades, llevaría a escena numerosas obras clásicas
españolas y extranjeras. 1027
Otro importante proyecto fueron Las Misiones Pedagógicas, proyecto
materializado a raíz de la promulgación de un decreto de creación el 29 de mayo de
1931, y que surgió como necesidad del gobierno de la República de promover la
cultura en todos y cada uno de los pueblos de España, por muy alejados que se
1028 Fernández, J. R., “Años de primavera”, Revista Ade Teatro, 77 (octubre de 1999), pp.
127-128.
1029 Paco, M. de, “Un nuevo público para una nueva escena: Los teatros de la República”,
ensayos de La Barraca: Una entrevista olvidada de Lorca”, Boletín Fundación García Lorca,
16 (diciembre de 1994), pp. 44-63.
1031 Torres Nebrera, G., “Las guerrillas del teatro (urgencia, propaganda, compromiso)”,
Agrupación Nueva Escena, del que formaban parte Rafael Alberti, María Teresa
León, Felipe Lluch y miembros de la TEA, La Barraca o el Teatro del Pueblo.1032
El primer programa se presentó en el teatro Español de Madrid el 20 de octubre de
1936, formado por La llave de Ramón Sender, Al amanecer de Rafael Dieste, y Los
salvadores de España de Rafael Alberti y su propósito era dar cabida a la poesía civil,
incluir una pieza dramática actual que ejerciera un saludable influjo sobre el pueblo,
así como divulgar la labor de los ejemplos más renovadores del momento.1033
Otro de los grupos surgidos fue el Teatro de Arte y Propaganda, fundado a raíz
de la creación del Consejo Central del Teatro, el 22 de agosto de 1937, dirigido por
el pintor Josep Renau y cuyos vicepresidentes fueron Antonio Machado y María
Teresa León -a título honorífico-, y como vocales actuaron Jacinto Benavente,
Margarita Xirgú, Enrique Díez Canedo, Cipriano de Rivas Cherif, Rafael Alberti o
Alejandro Casona, entre otros. Instalado en el teatro de La Zarzuela, durante la
temporada 1937-38 se estrenó el teatro político antifascista de mayor calidad de la
España republicana.1034 Y, por último, por nombrar los proyectos más importantes,
nos referiremos a Las Guerrillas de Teatro, creado el 14 de diciembre de 1937, bajo
los auspicios del Consejo Central del Teatro, que abrió un concurso público para
conseguir un repertorio de obras que contribuyeran a exaltar el espíritu de la lucha
antifascista 1035 aunque, de hecho, funcionaban ya como compañía de teatro a
instancias de María Teresa León, actuando en los frentes, la retaguardia, las
fábricas o los palacios.1036
10.3.2. El Tingladillo
Ya en 1924, los hijos de Isabel Oyarzábal habían participado en un evento teatral
llevado a cabo en el teatro del Conservatorio a beneficio del Taller de Nuestra
Señora de Lourdes -Asociación de Santa Rita-, celebrada el 31 de diciembre de
1924 y consignada al día siguiente por el periódico Abc. 1037 El periódico, que
observaba que la compañía de niños había eclipsado a muchos profesionales,
apuntaba también que en la función actuaron tanto Marissa, como Cefito, junto a
otros niños de su edad.
1038 Hormigón, J. A., “Los teatros íntimos y experimentales…”, art. cit., p. 124.
1039 Oyarzábal de Palencia, I., I must have…, op. cit., p. 116.
445
y actrices, o bien representaban sus propios textos, o bien daban voz a otros
autores que se apartaron del teatro convencional, como en Ligazón de Valle-Inclán;
Dúo de Paulino Masip; Un sueño de la razón de Rivas Cherif; Orfeo de Cocteau o
Amor de don Perlimpín de Federico García Lorca.1040
Existía, asimismo, otro factor que no se daba en los teatros comerciales:
solidaridad entre los distintos grupos. Por ejemplo, el dinero en las funciones de El
Mirlo Blanco se remitía al grupo teatral del Lyceum y Carmen Monné organizó
funciones y rifas de cuadros para recaudar fondos para dicho Club.
La existencia de estos grupos de teatro al margen de los comerciales provocó la
visibilidad de la mujer en un género que, por tradición, no había sido cultivado por
ella. Efectivamente, era inhabitual que las escritoras se dedicaran al teatro, por
razones sociológicas -dependencia familiar o matrimonial, bajo nivel educativo,
escasa participación en la esfera extradoméstica- y también por razones inherentes
a la actividad teatral, como su carácter empresarial. Así lo afirmaba Cristóbal de
Castro en su obra Teatro de mujeres: “Los hombres de teatro […] consideran a las
autoras, como Schopenhauer, ‘sexu sequor’. Pese a todas las conquistas sociales,
políticas y económicas del feminismo, ellos persisten en que la mujer es, como
autora, algo inferior, por no decir algo imposible”. 1041 Cristóbal de Castro se
refería, elocuentemente, a los obstáculos que las autoras noveles tenían que salvar
para ver su obra representada:
“¿Hemos de referir ‘el calvario de las autoras’? Tan público y notorio es que
huelga exponerlo. Más aún si se trata […] de escritoras ya conocidas:
entonces el ‘calvario’ es peor. Todavía las absolutamente inéditas pueden,
aprovechando la ocasión, colocar una obra, siempre a título de rareza o de
extravagancia y siempre ‘por una sola vez’. Porque con estas no hay cuidado.
Mas las escritoras de firma ofrecen ya serios peligros. ¿Y si, por dejarlas
entrar, se avecindan definitivamente? […] Ante tanta dificultad para estrenar
sus obras, no les queda sino un camino: publicarlas. Puesto que el empresario
no busca a las autoras, las autoras por medio del libro, van en busca del
empresario”.1042
1040 Sánchez Casado, M. J., “Dramaturgas sin generación…”, art. cit., pp. 7-9.
1041 Cit. en Nieva de la Paz, P., “Mujer, sociedad y política en el teatro de las escritoras
españolas del primer tercio de siglo (1900-1936)”, Boletín de la Fundación Federico García
Lorca, 19-20 (1996), pp. 87-105.
1042 Castro, C. de, Teatro de Mujeres. Tres autoras españolas, Madrid, Aguilar, 1934, pp. 10-11.
Cristóbal de Castro también abogaba por la creación de un teatro de mujeres, que tuviera
446
Es por ello que muchas autoras se unieron a las propuestas renovadoras del
teatro de arte. Entre ellas y junto a Isabel Oyarzábal se encontraban Carmen
Baroja, Zenobia Camprubí o Magda Donato.
Pero también hemos de referirnos a otras muchas autoras como: Pilar de
Valderrama, Pilar Millán Astray -una de las autoras de mayor éxito-, Sofía Blasco,
María de la O Lejárraga (María Martínez Sierra), Abedel (Adelina Aparici Ossorio),
Halma Angélico (M. Francisca Clar Margarit), Dolores Ramos de la Vega, Carmen
Monné, Matilde Ras, Carmen Díaz de Mendoza, María Teresa León, Ernestina de
Champourcín, Concha Méndez Cuesta, Pilar Algora de Dupous… Mujeres autoras
que desafiaron los obstáculos para dedicarse a la creación teatral.
Entre las causas de la escasa dedicación de las mujeres al género dramático, se
podrían aducir la influencia de la falta de modelos femeninos en un género en el
que la presión por la oferta y la demanda era mayor que en otros; la tendencia
como centro “la tragedia biológica de la mujer” y sus derivados de toda índole: problemas
de amor, problemas del hogar, problemas de la economía, problemas de la política… Cit.
en Nieva de la Paz, P., Autoras dramáticas españolas entre 1918 y 1936…, op. cit., pp. 25 y ss.
1043 Bueno, M., “Teatro femenino”, Abc, Madrid, 7-6-1934, p. 14.
447
1044 Mañueco Ruiz, A., La mujer en el teatro español de la II República, Madrid, Publicaciones
de la Asociación de Directores de Escena de España, 2008, pp. 492 y ss.
1045 Sánchez Casado, M. J., “Dramaturgas sin generación…”, art. cit., pp. 7-9.
1046 Nieva de la Paz, P., “Tradición y vanguardia en las autoras teatrales de preguerra:
1936)”,
http://digital.csic.es/bitstream/10261/9377/1/LAS%20AUTORAS%20TEATRALES%
20ESPA%C3%91OLAS.pdf, 1992, pp. 129-139.
1048 Nieva de la Paz, P., Autoras dramáticas españolas…, op. cit., p. 301.
448
129-139.
449
para niños, en relación con sus compañeros masculinos, siendo menor la dedicación
de estas autoras al drama y la tragedia, así como a las piezas de un acto:
monólogos, diálogos, farsas, apropósitos, revistas, pasos, entremeses…
En definitiva, y a pesar de que algunas autoras actuales han renegado de la
concepción de un teatro especial hecho por mujeres, bien es cierto que la
contribución de las mujeres al teatro nacería de la propia identidad, de “la mirada
que lancemos a ese mundo intentando desentrañar sus riquezas, sus carencias, sus
conflictos, etc”. 1052 Si bien los temas vértice de la “esencialidad” femenina eran
familia, matrimonio y maternidad, amor, con sus variantes: celos, infidelidad,
separación, esterilidad, adopción…, no se trataba de temas exclusivamente tratados
por las autoras. 1053 Así Araquistáin, en su obra La batalla teatral, se extrañaba, por
ejemplo, de que los hermanos Álvarez Quintero, solteros empedernidos,
glorificaran la vida matrimonial y familiar.1054
1052 Serrano, V., “Hacia una dramaturgia femenina”, Anales de la Literatura Española
Contemporánea, 19, 3 (1994), pp. 343-364.
1053 Nieva de la Paz, P., “Mujer, sociedad y política…”, art. cit., pp. 87-105.
1054 Lentzen, M., “En torno a la discusión sobre el teatro en España a principios de los años
Leyenda, 1944.
1056 Oyarzábal de Palencia, I., Diálogos con el dolor. Ed. Carlos Rodríguez Alonso, Madrid,
maternos femeninos para introducir a las mujeres españolas en una dimensión más
social. Para Isabel Oyarzábal, la condición de madre llevaba a las mujeres a trabajar
por la justicia social, por la igualdad, contra la guerra, en un contexto en el que las
grandes guerras sufridas en la primera mitad del siglo XX hacían temer a las
madres por la vida de sus hijos, como ocurría en la obra de la autora, La cruz del
camino. Por tanto, y dado que la maternidad iba indefectiblemente unida a la
esencialidad femenina, el feminismo trataba de vincular aquella a la actividad de la
mujer en el seno de la vida social.1060
Oyarzábal no se centró, sin embargo, en los problemas sociales concretos de las
mujeres, que sí se trataron ampliamente en el teatro escrito por otras autoras. El
planteamiento de Diálogos con el dolor era de tipo antropológico y exponía
problemas existenciales y políticos de manera general. De hecho, las piezas
teatrales que conforman el tomo son denominadas “ensayos dramáticos”, en los que
la autora planteaba distintas tesis, relacionadas con el dolor y la mujer y cuyas
protagonistas se encontraban ante situaciones existenciales extremas.1061
De este modo, nuestra autora ofreció en este conjunto de obras una visión
positiva de la mujer y de su valiosa influencia en la esfera social. Así, la mujer
contribuiría, como madre, al mantenimiento de la paz, argumento utilizado por el
feminismo y su lucha por el voto y la participación política. No olvidemos que,
además, Oyarzábal fue una activa defensora del pacifismo.1062 La modernidad de los
planteamientos de la autora se observa también en la exposición del tema de la
construcción de la identidad personal, núcleo del diálogo La ceguera. Así pues, nos
encontramos ante un conjunto de obras dramáticas, que más allá de su aspecto
formal, temáticamente conformaron una concepción transformadora de la visión
tradicional del papel de la mujer en la sociedad.
1060 Nieva de la Paz, P., “Cambios y permanencias de la maternidad en Diálogos con el dolor
(1944), de Isabel Oyarzábal Smith”, Estreno, 37.1 (2011), pp. 42-56.
1061 Ibidem, p. 46.
1062 Isabel Oyarzábal militó en la Liga por la Paz y la Libertad y su pacifismo se hizo
Lo cierto es que durante las primeras décadas del siglo XX se produjo una
revitalización del subgénero que se mantuvo durante toda la centuria, debido al
1066 Paco, M. de, “El auto sacramental en el siglo XX: Variaciones escénicas del modelo
calderoniano”, www.uclm.es/centro/ialmagro/publicaciones/pdf/.../11_2000/16.pdf, pp.
365- 388.
1067 Valbuena Prat, Á., “Los autos sacramentales de Calderón: Clasificación y análisis”,
Revue Hispanique, LXI (1924), pp. 301-302. Cit. en Paco, M. de, “El auto sacramental…”,
art. cit., pp. 365-388.
1068 Ibidem, p. 383.
1069 Azorín, “Dos autos sacramentales”, en Ante las candilejas. Obras Completas, IX, Madrid,
Aguilar, 1954, pp. 154-155. Cit. en Paco, M. de, “El auto sacramental…”, art. cit., pp. 365-
388.
1070 Oyarzábal de Palencia, I., Diálogos…, op. cit., p. 27.
454
1076 “Cuadrito de sencillez esquemática, de emoción muy directa”, La Época, Madrid, 22-3-
1926, p. 1; “Apunte dramático muy esquematizado” en El Sol, Madrid, 23-3-1926, p. 2.
1077 Heraldo de Madrid, 27-3-1926, p. 4.
1078 Marinetti, F. T., “El teatro futurista sintético (1915)”, en La escena moderna…, op. cit.,
pp. 121-127.
1079 Hormigón, J.A. (dir.), Autoras en la Historia del Teatro Español (1500-1994), Volumen 2,
comprender el dolor ajeno, pero no así “La que le ama”, que en su primera
intervención señalaba, en relación al dolor que el hombre sufría: “cada nervio de su
cuerpo es un conductor de dolor en lugar de ser un transmisor de energías”.1081
El médico recordaba que la misión de la ciencia era conservar la vida y tan solo
pretendía lograr nuevos conocimientos con la vida del moribundo. “La mujer que le
ama” clamaba por una muerte digna para el enfermo, sosteniendo que los latidos de
su corazón no conducían a nada, sino a prolongar una existencia sin finalidad y
defendiendo así una idea muy próxima a la que hoy se entiende como eutanasia
pasiva: “El conocimiento en el terreno de la medicina, cuando se ha perdido toda fe
en el alivio de un mal debe emplearse para evitar sufrimientos y no para poner un
cerco al lecho de un moribundo e impedir que huya” (p. 80). Mientras que El
sacerdote, por su parte, sostenía que “la ciencia no sirve de nada sin la voluntad
omnipotente de Dios, que conserva la vida para sus altos fines” (p. 80).1082
Los personajes de la obra tienen un significado simbólico y categorial, seres
genéricos que carecen de individualidad, hecho que se aprecia ya en su
denominación. Son meros conceptos que materializan una serie de dicotomías que
se ven reflejadas en la obra: amor/desamor, religión/ciencia. 1083 Esta última
dicotomía encuadraba la obra, haciéndose patente al principio de ella, pero también
al final, con el lamento del médico y el sacerdote: el primero, tras la muerte del
enfermo, se lamentaba de que no había podido realizar el último experimento, el
segundo, de que había muerto sin confesión. Ambos, junto con “La que él ama”
demostraban la dureza de sentimientos, la falta de empatía que solo mostraba “La
que le ama”, haciéndose pasar, incluso, por el otro personaje femenino, que se
revelaba egoísta e insensible.1084
1081 Oyarzábal de Palencia, I., Diálogos con el dolor, op. cit., pp. 79. A fin de evitar excesivas
notas en este apartado, todas las referencias a Diálogos con el dolor, se señalarán en el
cuerpo, anotando las páginas correspondientes de la edición a cargo de Carlos Rodríguez
Alonso.
1082 La concepción de la religión en la autora, como exigencia máxima de justicia y verdad
se aparta totalmente de que exponen las autoras más conservadoras. En sus obras, la
religión se presenta como incontestable argumento para rebatir innovaciones legales o de
conducta que atentan contra las normas tradicionales. Para la mujer la religión es el
bálsamo para soportar mejor las desgracias. Cfr. Nieva de la Paz, P., Autoras dramáticas
españolas…, op. cit., pp. 143-144 y 145.
1083 Ibidem, p. 273.
1084 Muchas autoras ponen el énfasis en mostrar la diferenciación de los distintos tipos de
En este sentido, se recoge en la obra una visión clásica de la evolución del amor
de pareja hacia el maternal, más profundo.1085 El amor maternal, simbolizado por
“La que le ama” se contrapone al amor pasional, egoísta, representado por “La que
él ama”, quien declaraba:1086 “Por eso puedes perdonar; pero el amor, tal como yo lo
entiendo, no es eso. No es abnegado, es absorbente, es egoísta. Ese es el que yo
quiero sentir […] El tuyo…es un amor maternal” (p. 83).
La obra finalizaba con “La que le ama” arrullando en sus brazos al enfermo, ya
difunto cual si se tratase de un niño y mostraba una expresión, efectivamente,
maternal: “Duerme, mi niño, duerme” (p. 84).
En cuanto al marco espacial, este es igualmente esquemático. Se trataba de una
estancia pintada de blanco, con una cama encuadrada en cortinas blancas y el
resplandor del sol entrando por la ventana y en él la luz jugaba un papel
importante, pues a la claridad que se advertía en la estancia, se contraponía la
oscuridad que, a pesar de ello, percibía “El enfermo”, como símbolo de su cercana
muerte, a la vez que la levedad y fragilidad de su existencia se hacía notar en la
descripción que del personaje hacía la autora, dibujándolo como una silueta.
En la representación realizada por El Mirlo Blanco los días 20 y 21 de marzo de
1926, todos los detalles se cuidaron con verdadera precisión, y recordemos cómo
causaron estupor entre los asistentes a la representación por su realismo. Y de
hecho, por su esquematismo en el espacio y la naturaleza simbólica de los
personajes, la obra ha sido comparada con la obra de Azorín, Doctor Death, de 3 a 5,
que forma parte de la trilogía Lo invisible (1928).1087
1085 La transferencia del amor filial al hombre amado, es tema común en obras de autoras
de la época. Son mujeres enérgicas, que buscan cumplir la función maternal. Cfr. Mañueco
Ruiz, Á., La mujer en el teatro español…, op. cit., p. 69.
1086 Nieva de la Paz, P., “Cambios y permanencias de la maternidad…”, art. cit., pp. 42-56.
1087 Nieva de la Paz, P., Autoras dramáticas españolas entre 1918 y 1936…, op. cit., p. 273.
1088 Este “diálogo con el dolor” apareció publicado en la revista Blanco y Negro, Madrid, 22-
8-1926, pp. 87-88, bajo el título La mujer soltera, más explícito, aunque menos poético. El
texto es básicamente el mismo que el que apareció en la colección de las obras, si bien, el
personaje de la madre era denominado, en este caso, “La matrona” y la intervención de “La
soltera”, que cerraba la obra variaba, aunque con el mismo sentido que la versión definitiva.
El texto se acompañaba de un dibujo de Méndez Bringa.
458
1089 La autora declaró que uno de sus diálogos había sido puesto en escena en 1936. En él
demostró sus extraordinarias facultades la gran actriz María Casares, que contaba con
trece años, y que tuvo que luchar contra la voluntad de su madre, que insistía en que era
muy pequeña para la actuación. Excelsior, México, 29-7-1953, s. p. Archivo Nacional de
Cataluña. Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith (Inventario núm. 687, Registro 1812).
1090 Oyarzábal de Palencia, I., Diálogos con el dolor, op. cit., p. 60.
1091 Declaraciones de la autora en la publicación Excelsior, art. cit., s. p.
459
1092 Oyarzábal de Palencia, I., I must have…, op. cit., pp. 190-191.
1093 Aftonbladet, Estocolmo, 31-10-1937, p. 1.
1094 Hormigón, J. A. (dir.), Autoras en la Historia…, op. cit., pp. 976-987.
1095 Quiles Faz, A., “Soltera tenía que ser…”, art. cit., pp. 185-201.
1096 Martín Gaite, C., Usos amorosos del dieciocho en España, Barcelona, Anagrama, 1987, p.
115.
1097 Nelken, M., La condición social de la mujer…, op. cit., pp. 51-52.
1098 Nieva de la Paz, P., Autoras dramáticas españolas…, op. cit., p. 111.
460
1099 Quiles Faz, A., “Soltera tenía que ser…”, art. cit., pp. 185-201.
1100 Nieva de la Paz, P., “Cambios y permanencias…”, art. cit., pp. 42-56.
1101 Mañueco Ruiz, Á., La mujer en el teatro español…, op. cit., pp. 70-74 y Nieva de la Paz, P.,
campanas pues ella no amaba y los sonidos que percibía eran expuestos en
gradación: tan solo oía el viento, cuervos y carros:
“¿Por qué oyen ellas lo que yo no distingo? ¿Campanas que anuncian dolor?
¿Campanas que avisan males? ¿Por qué a mí nada me dicen…? ¿Será que se
me han atrofiado los sentidos, como atrofiadas tengo las entrañas porque no se
me ofreció, con el amor… la ocasión de ser madre? Fui joven; pero en mi
corazón no llegó a florecer, jamás, una esperanza. […] Quiero vivir en otras
vidas y transmitirles el vigor que atesoré para los hijos… que no me dieron.
Quiero que otras existencias dependan, en parte al menos, de la mía; […]
porque adivino que solo de esta manera…se vive… (Se echa totalmente sobre
la tierra)” (p. 65).
De repente, “La soltera” oyó las campanas y salió corriendo, dejando la carga que
llevaba, correlato de la liberación del lastre que le suponía no ser madre, gritando
los nombres de “sus hijos”, de aquellos que le necesitaban. Además, la tierra
adquiría en esta obra la importancia que tenía para la autora, tal como se apreciaba
también en la obra narrativa En mi hambre mando yo:
“LA NIÑA. -¿Y de quién es la era, madre?
LA MADRE.- Es de todos y de ninguno; porque su amo es el pueblo” (pp. 61-
62).
1103 Oyarzábal de Palencia, I., Diálogos con el dolor, op. cit., p. 28.
1104 Nieva de la Paz, P., Autoras dramáticas…, op. cit., pp. 273 y ss.
1105 Oyarzábal de Palencia, I., Diálogos con el dolor, op. cit., p. 31:
1106 Una versión primigenia de la obra apareció publicada en Blanco y Negro, Madrid, 28-3-
1926, pp. 50-54. El título de la obra era en la publicación, “Las mujeres del Evangelio”, en
un número dedicado a la Semana Santa. El texto reproducido tenía una estructura
narrativa, hecho que parece haber influido en la versión definitiva, pues la pieza teatral se
halla en la frontera entre lo narrativo y lo teatral. En la versión impresa de Blanco y Negro
“El hijo del hombre” no tomaba la palabra salvo al final del relato, ni aparecían los
personajes de Lázaro, Juan o Nicodemus, tan solo las mujeres que significaron algo en la
vida del Cristo. En definitiva, una versión menos desarrollada que la teatral.
1107 Nieva de la Paz, P., “Cambios y permanencias…”, art. cit., p. 42-56.
463
1108 Recordemos en este mismo sentido, las declaraciones de la autora en una larga
entrevista en la prensa mexicana: “El hambre es la causa por la que avanza el mundo o por
la que retrocede. Lo que hace avanzar a la gente es el hambre. Hay muchas hambres
distintas: de alimentos, de dinero, de hijos, de gloria. Lo que nos hace retroceder es el
miedo y el que tiene hambre no tiene miedo.” Excelsior, México, 29-7-1953, s. p. Archivo
Nacional de Cataluña. Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith, Inventario núm. 687,
Registro 1812. Esta idea también se apreciaba en la novela de la autora En mi hambre
mando yo.
1109 Nieva de la Paz, P., “Cambios y permanencias…”, art. cit., p. 42-56.
464
1110 Nieva de la Paz, P., “Cambios y permanencias…”, art. cit., pp. 42-56.
1111 Marinetti, F. T., “El teatro futurista sintético (1915)”, art. cit., p. 124.
465
10.5.1.4. La ceguera
Esta pieza teatral se desarrollaba en un hospital donde una mujer recientemente
operada de la vista era interpelada por el doctor quien le recomendaba reposo
absoluto durante las siguientes cuarenta y ocho horas que serían decisivas para su
curación. En la habitación se hallaban también el hijo, la hija y la hermana de la
enferma y más tarde el marido, justo antes de que el médico les aconsejase a todos
que abandonaran la habitación para dejar descansar a la mujer, que, ya en soledad,
expresaba sus cuitas, que recibían respuesta de “La oscuridad”. Se iniciaba así un
diálogo en el que este personaje simbólico intentaba tranquilizarla ante el miedo
que sentía de que la ceguera fuera para siempre: aunque así fuera, los sentidos que
le quedaban se acuciarían compensando la pérdida de la vista. Para la mujer, nada
podría compensar ese vacío y no entendía su existencia sin el sentido de la vista:
“Nada podría compensar este vacío, este apartamiento de todo. Yo no
concibo la vida así. No quiero vivir si no puedo ver al sol inundando de alegría
los campos y el mar zalamero e inquieto, misterioso en sus terribles cambios
como en su profunda quietud. En los días de tormenta como en los de
bonanza. Yo no puedo vivir si no veo todos los tonos que la luz hace surgir de
lo que nos rodea” (pp. 91-92).
1112 Oyarzábal de Palencia, I., Diálogos con el dolor, op. cit., p. 33.
466
explorado en sus diversas vertientes por la autora en estas obras, aparece aquí
relacionado con el aspecto físico, y el personaje abstracto intervenía como
interlocutor en la soledad de la protagonista para guiar ese camino de
evolución.1113 Por otro lado, se ponía de manifiesto en la obra la necesidad de la
mujer de encontrar su espacio personal al margen de su vida familiar. Es decir, la
ceguera de la protagonista provocó su necesidad de resolver el conflicto que se
planteaba en su vida ante una situación tan crítica. La autora proponía en esta obra
la idea novedosa de que la maternidad debía ser conjugada con el desarrollo
personal de la mujer: “Quiero estar sola. Necesito pensar, encontrarme a mí misma
en este mundo extraño. Estoy segura de que encontrándome yo, encontraré todo lo
que, hasta hace unos instantes creía haber perdido. Marchaos. Marchaos y volved
luego” (pp. 93-94).1114
La ceguera eventual servía a la protagonista para asumir una nueva situación
vital, que se comparaba con la venida al mundo de un recién nacido:
“Este deseo de estar sola ¿os sorprende? Se me antoja que este afán deben
experimentarlo también los recién nacidos, los que entran en un mundo
ignorado, cuando la presencia de otros seres, aun los más próximos y más
queridos; los más afines, aumentan la confusión” (p. 93).
costera.
1116 Hormigón, J. A., (dir.), Autoras en la Historia…, op. cit., p. 984.
467
1117 Capdevila-Argüelles, N., “Isabel Oyarzábal…”, art. cit., pp. 91-92. Oyarzábal habría
escrito esta obra como respuesta al esencialismo de Gregorio Marañón, quien ante el
estreno de Casa de muñecas de Henrik Ibsen en Madrid había comentado en prensa que el
público español no entendía la decisión de Nora de marcharse de su hogar, abandonando
también la misión esencial de la mujer española.
1118 Hormigón, J. A., (dir.), Autoras en la Historia…, op. cit., p. 984.
1119 Oyarzábal de Palencia, I., Diálogos con el dolor, op. cit., p. 35.
468
proporcionar, mientras que la mujer que dejó de amar admitía que la razón de vivir
era el amor, aunque provocara sufrimiento:
“La idealista.- El amor también es belleza.
La escéptica.- Cuando no es molestia, humillación y dolor.
La idealista.- (Alzando la cabeza). Aun siéndolo. Quizá más aún por ser todo
eso.
La que dejó de amar.- Tiene razón. A pesar de todo, yo antes vivía; pero ahora
todo ha cambiado dentro de mí” (p. 98).
La escéptica iba más allá, y sostenía que el amor no era sino una dolencia del
espíritu y del cuerpo. El diálogo finalmente quedaba abierto, enmarcado por una
sentencia del personaje que daba nombre a la obra y que refrendaba la tesis de la
autora: “Sí, sufrir mil veces antes que este no ser; este seguir existiendo después de
haber muerto” (p. 103).1120
10.5.1.6. La vejez
Traducida al inglés, esta obra se caracteriza, de nuevo, por la simbología. En este
caso, el protagonista era un anciano que, falto de fuerzas, esperaba en un valle a
que alguien le ayudase a subir a la cima, pues el sol era el único que podía curar sus
males y reconfortar su cuerpo aterido. Una madre y su hijo alcanzaron al hombre
que les pidió ayuda. Ante la curiosidad del niño que estaba a punto de ofrecerle su
hombro para que subiera con ellos, la madre le apremió para que continuaran su
marcha, instándolo a que olvidase al viejo. El hombre maldecía su suerte, cuando
apareció un poeta que también ignoró al viejo y corrió en busca de la mujer y el
niño. La pieza terminaba con un monólogo del anciano lamentándose de la
juventud perdida.
Este es el primer diálogo de los estudiados hasta aquí, en el que el protagonista
no es femenino y más aún, en el que, claramente, el personaje femenino reúne los
valores negativos de la obra. La maternidad no es aquí considerada como símbolo
de generosidad y de transmisión de valores humanos, pues la mujer no hizo caso a
las súplicas del viejo y fue especialmente dura en su concepción de la vejez,
explicada al niño para saciar su curiosidad:
“¿Ser viejo? Ser viejo es no servir para nada. Andar y no avanzar nunca.
Tener brazos y necesitar valerse de los otros. Cuerpo y no poder gozar,
corazón y no lograr despertar amores. Ojos y no ver. Boca y no poder reír.
(Con tono autoritario). Pasa de largo, hijo mío” (p. 108).
1122 Oyarzábal de Palencia, I., Diálogos con el dolor, op. cit., p. 38.
470
Las palabras de la mujer estaban llenas de dramatismo ante la pérdida del hijo:
“Quedé vacía por nutrir al mundo […] Y ahora también el mundo está vacío” (p.
121).
Efectivamente, para la madre, el mundo se había quedado vacío con la muerte del
hijo, no quería desprenderse de él y era reconfortada por “El campesino”, quien
comparaba la tierra que iba a albergar su cuerpo con una madre, símil que también
aparecía en la novela En mi hambre mando yo:
“La mujer.- (Palpando la tierra también e indicando el hoyo) ¿Ahí? (Con voz
lastimera) Tendría frío.
El campesino.- (Con convencimiento) Nada hay tan caliente como la tierra.
La mujer.- ¿Más que las entrañas de una madre?
472
Carlos Rodríguez Alonso ha calificado la obra como una de las más bellas de la
producción teatral de la autora. Los diálogos, compuestos en un tono de dramático
lirismo, contienen resonancias trágicas y las figuras arquetípicas de otras obras se
transforman en personajes de profunda raíz humana, golpeados por un sentimiento
de dolor del que surgen con fluidez las palabras y reacciones. Es sobre todo
destacable el personaje femenino, cuya evolución psicológica presentaba a un ser
complejo, cuyos primeros diálogos, centrados en la ensoñación de que su hijo
dormía, evolucionaban hacia la aceptación del dolor y la esperanza futura a través
del amor maternal.1123
1123 Oyarzábal de Palencia, I., Diálogos con el dolor, op. cit., pp. 39-40.
473
1124 Oyarzábal de Palencia, I., Diálogos con el dolor, op. cit., p. 40. Recordemos en la
1126 Oyarzábal de Palencia, I., Diálogos con el dolor, op. cit., p. 41.
1127 Hormigón, J. A., (dir.), Autoras en la Historia…, op. cit., pp. 976-987.
475
También se abordaba el tema del abandono de los hijos, que no había sido tratado
en ninguna de las obras anteriores, pues uno de los personajes, María Gracia, fue
abandonada por su madre. Tal como sucediera en La mujer que no conoció el amor en
relación con el tema de la esterilidad, la autora lo resolvía magníficamente, pues el
personaje había optado por otorgarle la categoría de “madre” a María de la Cruz:
“María de la Cruz.- ¿No me llamas a mí madre?
María Gracia.- (Nuevamente sombría). Por darle el nombre a alguien, y… ¿a
quién mejor que a ti? Yo que nunca tuve madre, porque no lo es la que deja a
su hija abandonada” (p. 136).
Para Oyarzábal, como para otras mujeres de la época, la maternidad debía ser
objeto de especial protección, pues los hijos constituían el futuro de la nación y de
la humanidad y venían al mundo para cumplir una misión de mejora de la raza:
“María Gracia.- Esperar ¿a qué?
María de la Cruz.- (Titubeando) A que cumplan su misión…A que terminen la
obra…” (p. 140).
conducía una ambulancia vivió el peligro de un ataque en la sierra de Madrid, sin que ella
pudiera hacer nada salvo esperar que estuviera a salvo. Oyarzábal de Palencia, I., I must
have…, op. cit., p. 19.
476
Más adelante, cuando, a pesar del peligro, María Gracia había decidido
permanecer en el pueblo por si volvía el hijo de María de la Cruz, reiteraba la idea:
en el fondo de su corazón sabía que el hijo no volvería porque había de cumplir su
destino, hecho que la madre aceptó con resignación: “No vendrá, hija mía…No
vendrá…Tiene que cumplir su destino y…” (p. 142).
“Matan los cuerpos pero no las almas… (Dirigiéndose otra vez a la voz y sin
mirar a María Antonia que abrazada a sus hijos permanece junto al cadáver de
María Gracia). Cuanto has dicho carece de fundamento. Yo sé que todo sigue
subsistiendo. Sí, mi hijo y los hijos de los demás; los cuerpos destrozados y las
cabezas erguidas de los que creyeron en la verdad, siguen subsistiendo. Están
asentados sobre la piedra de la Justicia. Tú no puedes verlo porque lo oculta de
tu vista ese garabato; pero yo sí lo veo. Ellos siguen en pie como lo estaban
antes y cada uno trae dentro del corazón una llama encendida. (Con aire de
iluminada). La llama que no se apaga, porque se nutre de lo inmortal, de lo que
no se acaba, de lo que no tuvo principio. De lo que estaba vivo, mucho antes de
que tú nacieras” (p. 155).
1130 Oyarzábal de Palencia, I., Diálogos con el dolor, op. cit., p. 42.
478
personajes que “tienen querencia por el mar”, Yann, Marta, Adrián, Miguel,
gozaban de la simpatía de la autora, que incluso eran diferenciados de los
personajes de tierra en su vestimenta y así, las mujeres de la tierra aparecían
caracterizadas con una vestimenta oscura, mientras Marta, mujer de mar, vestía
con brillantes colores.1134
Marta estaba envuelta en un halo de espiritualidad y más que una mujer de carne
y hueso, parecía hecha, en palabras de Antonio, “de luz de luna”, e incluso de agua,
hecho refrendado por las palabras de este que, ya al principio de la obra, exponía a
su tía Dolores que las olas del mar era las que le quitaban a Marta. La vinculación
de Marta con el mar, más allá de una simple preferencia por él, solo era
comprendida por su padre y luego por su hijo. Marta, en su primera intervención,
relataba una ensoñación a su padre, quien la comprendía perfectamente por haber
vivido también experiencias similares, ante la perplejidad de Dolores, mujer de la
tierra:
“Marta (Acercándose con paso lento y aire de iluminada): Es que vengo de la
Roca Negra, padre. ¡Se han desbocado los caballos del mar!
Yann: ¿Los caballos del mar? ¿Tú los has visto, hija?
Dolores (Estrujando los bordes de la falda de Marta): ¡Válgame la Virgen! ¡Si
estás chorreando!...
Marta: ¡Sí, los he visto yo! Salieron en busca de la sirena rubia y la trajeron a
la roca.
Yann (Con exaltación): ¿De veras la viste, hija?
Dolores: ¿Ya empiezan ustedes con los cuentos de siempre?
Marta (sin hacerla caso): La vi. Levantó los brazos del agua. ¡Blancos los tiene
como rayos de luna!...”
Más adelante, Yann confesaba a su hija que había visto en numerosas ocasiones a
las sirenas, que a su juicio, alejaban del peligro a quien las avistase:
“[…] Las sirenas son como la luz, son como la verdad, que cuando se oculta
nos deja a todos rodeados de peligro. (Exaltado) Y yo no quiero que a ti te
amenace ninguno, hija. ¿Será verdad que la viste? Di, ¿será verdad?
1134 Al igual que en las obras de Henrik Ibsen, el mar embrujaba a los personajes y al igual
que el autor, Isabel Oyarzábal contraponía los personajes de la tierra a los personajes del
mar, que recibían todas las cualidades positivas, al contrario que los de la tierra.
482
Marta (Riendo): No lo sé, padre. Cuando entré aquí sí me parecía cierto todo lo
que contaba, y ahora se me antoja que han sido figuraciones…”
La mujer no comprendía la fijación que Marta sentía por el mar que, sin
embargo, suponía la vida para ella y su padre, como ponía esta de manifiesto
cuando aquella le proponía vender la barca dado que iba a vivir tierra adentro:
“Marta: ¡Vivir mejor lejos del mar!... Señora Dolores usted no sabe lo que se
dice. Mi padre se moriría si le alejáramos de aquí…
Dolores: ¿Y cómo ibais a dejarlo solo? Antonio no conoce estos oficios, es
hombre de tierra.
Marta (con cierta repugnancia): ¡Hombre de tierra!...”
La perspectiva del casamiento con Antonio no solo alejaba a Marta del mar
físicamente, sino también espiritualmente. Tal sensación se observa también
cuando escuchaba el caramillo que tocaba Antonio cuando bajaba de la tierra y que
provocaba a la protagonista un sentimiento de tristeza. Tampoco Yann veía con
buenos ojos que Marta se casara con Antonio, precisamente por ser un hombre de
tierra, apuntando la contraposición entre la espiritualidad que representaba el mar,
frente a la materialidad de la tierra:
“Yann: ¿El sobrino de Dolores? ¿Uno de la aldea? (Marta asiente con la
cabeza y él, furioso) ¡Ah no! ¡No puede ser! La tierra es eso…tierra…Espíritu
el mar (Sacudiendo la cabeza) No puede ser. ¿No comprendes que labrarías tu
desgracia como yo lo hice?”
Yann también explicaba a su hija la peculiaridad de carácter de los hijos del mar:
“Eres todavía muy joven; pero cuando seas mayor tendrás el carácter que
tenemos los hijos del mar; el del mar mismo. Piensa cómo esas olas que ríen y
cantan en torno a la tierra algunos días, otros se enfurecen y se lanzan sobre
ella destrozándola. Eso hacemos nosotros hija, con aquellos que se oponen a
nuestro deseo porque no nos comprenden”.
Incluso, el propio Antonio aludía a la naturaleza dispar de ambos con una bella
metáfora: “Pues y ¿tus carnes?... Míralas junto a las mías. Tú eres de nácar… yo de
madera…”
484
El simbolismo que impregna toda la obra se hace patente también en los diálogos
que, por otro lado, parecen anticipar el trágico final. Así, Marta había echado raíces
cuando decidió casarse con Antonio:
“Yann: Ven, que es Miguel quien te llama.
Marta: (Poniéndose de pie, de puntillas y torciendo el cuerpo mientras
extiende los brazos a Yann). ¡Padre! ¡Padre! No puedo; si parece que he echado
raíces en la tierra.
Yann: ¿Raíces en la tierra? ¿Es que reniegas de tu casta? Infeliz de ti”.
Así terminaba el primer acto, mientras que el segundo marcaba una elipsis de
dieciocho años, en el que Marta, ya casada con Antonio, tenía un hijo de 17 años,
Adrián. Este, hijo de la mar, discutía vehementemente con su madre el deseo de
hacerse pescador:
“Marta (meditabunda): ¡Qué mala, qué dura es la vida del pescador!
Adrián: Dura y mala es… pero con todo y eso, yo quiero serlo; madre…
(Impulsivo) ¡Quiero vivir en el mar!
Marta: (Aterrorizada, bajando la voz) ¿Otra vez la misma querencia?
¿Sabiendo que a tu padre le disgusta?
Adrián: No puedo remediarlo. ¡Convence tú a papa. (Suplicante) Mira que si no
me deja… si me obligáis a quedarme aquí…voy a morirme de pena. Tú no
sabes la angustia que siento cuando me veo aprisionado por estas montañas,
el asco que me da la tierra cuando arando, la revuelvo… (Con pavor). Hay días
en que me acuerdo de que entierran en ella a los muertos y me parece que
huele a su carne podrida…que todo el campo está amasado con ella”.
Este sentimiento era compartido también por Marta que, sin embargo, se había
resignado a vivir lejos del mar y se comprometía a hablar con Antonio para
convencerle de que dejara a su hijo hacerse a la mar. Pero la negativa del marido
tenía visos de ser rotunda, pues en el pasado ya había utilizado la fuerza contra él.
Cuando marido y mujer discutían sobre el tema, la propia Marta le confesaba que
se sentía encarcelada:
“Marta: Ni Adrián ni yo estamos contra ti, pero los dos tenemos ansias que
tú no conoces y queremos satisfacerlas.
Antonio (Celoso): ¿Ansias? ¿De qué? Mira bien lo que dices…
485
Marta: ¡De aire!... ¡De luz!... ¡De libertad!... Aquí estamos encerrados entre
montes, como en una cárcel. Hasta tu cariño me tiene presa…
Antonio (Con infinito dolor): ¡Padre! ¿Has oído?
José: ¿Como en una cárcel?
Antonio: Es decir, que has estado conmigo a la fuerza, ¿verdad? (Rencoroso y
con pasión) ¿Que nunca has sido de veras mía?
Marta (Sin hacerle caso): ¡He estado sin saber lo que pasa por el mundo! ¡Sin
oír y sin ver que es peor que tener sed y hambre! ¡Y que yo padezca…bien
está! ¡Pero que padezca mi hijo…!”
Finalmente, Antonio sentenciaba que mataría a su hijo antes que dejarle marchar.
En el acto tercero se producía el enfrentamiento entre Antonio y Miguel y una
vez que Miguel se había llevado con él a Adrián, la acción se interrumpía con el
cuadro segundo, ajeno a la trama de la obra. Este cuadro se debía representar a
telón corrido, y los personajes eran una anciana y una joven, abuela y nieta. La
abuela no quería volver a casa hasta que viera asomar a la luna y le cantaba para
que saliera pues, de lo contrario, la tierra no podría dormir y el mar no se
amansaría.
En el cuadro tercero, la acción seguía en la choza de Yann. Marta había vuelto
desmadejada del mar, pues, según sus propias palabras, las sombras de la tierra le
acechaban. Dolores, José y las vecinas la seguían, acusándola de haber provocado el
ahogamiento de Antonio, acusación ante la que ella se defendía: “¡No!, es que él
quería impedir que se fuese Adrián en la barca de Miguel, luego…
(Misteriosamente) ¡El mar lo llamó y hubo que dárselo!”
Ante la acusación, Yann defendía a su hija con fiereza, mientras Marta sostenía
que el mar se lo había llevado, declarando que, finalmente, Antonio era suyo y del
mar: “No está allí… Ahora ya no es de la tierra. Lo tiene el mar, se lo he dado yo.
(Soñadora) Ahora sí es mío… ¡Es mío y del mar! (A los vecinos)”.
Caballero.
486
Pero los hijos no eran propiedad de las madres, como sostenía, a veces
vehementemente, Marta:
“José: En esta vida nada es de nadie. Nadie puede decir que cosa alguna es
suya.
487
Del mismo modo que en otras obras, la autora identificaba en esta los conceptos
madre/tierra:
“Antonio (Con ira reconcentrada): Y los campos que se sequen, ¿verdad?
Que se sequen y se pierdan, y que los sudores y fatigas que yo he echado en
ellos queden enterrados sin dar su fruto como el cuerpo de la mujer que no ha
podido dar hijos. ¡Pues no, y no!
[…]
Antonio (Exaltado): ¿Asco?... ¿Asco la tierra? ¡Que no lo diga delante de mí!
¡Asco lo que nos da pan y vino para nuestra fortaleza, árboles para nuestra
sombra, y flores para nuestro recreo? ¿Acaso lo que ha de ser nuestro
488
descanso cuando muramos? ¿Lo que es como una madre? ¡Como una madre,
sí!”
El siguiente diálogo resulta elocuente, pues observa la dura situación que sufrían
las humildes mujeres de la clase trabajadora que, como en el caso de “La mujer 3ª”
desconocía dónde se encontraban sus hijos, que habían marchado del pueblo para
ganarse la vida:
(Ante la muerte de Pepe el Cajero).
“Josefa: ¡Quedarse viuda!
Mujer 3ª: Se queda viuda pero…tiene a sus hijos…
Dolores: ¡Mujer!
Mujer tercera (Con acento de reproche): ¿Y la que se queda sin ellos como me
ha pasado a mí?
(Marta la escucha con atención, hasta entonces ha estado paseando nerviosa y
Dolores ha hecho señal a las otras de que no está buena de la cabeza).
Mujer 2ª: Eso es verdad…
Dolores: ¿Dónde están los tuyos ahora?
Mujer 3ª: ¡Qué sé yo! (Con rabia) Donde quiso su padre.
Dolores: ¿Y sabes de ellos?
489
Mujer 3ª: Sé por cartas (Súbitamente furiosa) ¿y qué es eso?... ¿qué es eso?
Papeles que ni ellos escriben, ni yo leo porque ninguno sabemos leer ni
escribir.
Dolores: ¡Mujer, por Dios!
Mujer 3ª: Entre carta y carta. ¿Quién sabe lo que puede pasar? (Llorosa) Hay
veces que creo que no voy a volver a verlos. Y todo porque tienen que ganar.
¡Por el maldito dinero!”
Al final de la obra, ambos sonidos se solapaban. Sin embargo, el ruido del remo se
hacía más patente, mientras el del caramillo se iba desvaneciendo. En el desenlace
del acto, el sonido del caramillo se apagaba por completo y el remo retumbaba,
mientras por la ventana entraba un rayo de sol, ahondando en la importancia que la
autora otorgaba a la luz en sus obras teatrales.
La obra nunca fue representada aunque la autora sí había hecho gestiones para
ponerla en escena, como lo demuestra una entrevista en la que la autora señalaba
que “escribió un drama que pensaba poner Margarita Xirgu, Sangre del mar”.1136
Otra de las referencias a Lo que se llevó el mar o Sangre de mar se encuentra en una
carta personal dirigida a la autora por el famoso artista Miguel de Molina, fechada
en Buenos Aires en enero de 1955, en la que lamentaba que, en esa coyuntura y
debido a la vanidad y esnobismo imperantes en el ambiente teatral, las compañías
no se embarcaban en producciones que no fueran infalibles, sobre todo de autor
conocido, a la vez que la animaba comentando que a una actriz amiga suya, le había
encantado la obra.1137
Otra de las alusiones a la obra la encontramos también en la correspondencia
personal de la autora. Esta vez se trata de una carta fechada un 21 de agosto, sin
especificar el año, remitida por Julio César Rodríguez Fernández, el actor y
director español, casado con la famosa actriz mexicana, María Tereza Montoya. En
ella se refería a la magnífica impresión causada por la obra y la intención de que en
la primera oportunidad que tuvieran la valorarían para su representación y
apuntaba que María Tereza había quedado “presa” de la atracción del mar.1138
Ibidem.
1137
Los personajes son Paulina, esposa de Daniel, mujer bella y elegante, de carácter
firme, pero que otorgaba demasiadas concesiones a los deseos de su marido, Daniel
Salazar, hombre delicado de salud, un intelectual. Ambos estaban resueltos a
alcanzar el éxito profesional, y para ello, Paulina estaba dedicada a escribir cuplés,
que les catapultarían a la fama y les sacarían de la modesta situación económica en
la que se encontraban. Al inicio del primer acto, Roberto Laguardia, cirujano y
amigo del matrimonio, charlaba con Paulina, acerca de la idoneidad de sus planes.
Roberto sostenía que un género tan “ligero” como los cuplés eran un desperdicio
del talento de Paulina y le confiaba la impresión de que le hacía demasiadas
concesiones a su marido confesando que siempre había creído que su marido era
mucho más débil que ella. A pesar de estas confidencias, Paulina no se sentía
merecedora de las alabanzas de Roberto a su talento y firmeza y le reiteraba que el
de los cuplés era un medio para conseguir popularidad, y que les llevaría al éxito
económico. Tras tres años desde la boda de Paulina y Daniel, Roberto creía que
habían perdido mucho tiempo en el terreno profesional y ella le confesaba que no
habían albergado la posibilidad de tener hijos. Después una conversación que
derivaba por diversas consideraciones sobre el arte, la escena segunda comenzaba
con una llamada telefónica de Daniel para comunicarle a Paulina que había
Agradezco a Carlos Rodríguez Alonso quien amablemente me cedió una copia del
1139
manuscrito.
492
saludar, pero Luz sufrió un desmayo, después del cual el doctor que la atendió les
comunicó que estaba embarazada. En ese instante, Daniel confesaba a su esposa
que él era el padre y Paulina, desesperada, reclamaba al hijo de Luz como propio.
En el enfrentamiento, Daniel culpaba a su esposa de haberle echado a los brazos de
la joven Luz y ambos se marchaban juntos. En la última escena Roberto intentaba
consolar a Paulina, que se lamentaba profundamente de haber sacrificado su
maternidad por la vanidad profesional y se consideraba autora del delito de haberse
robado a sí misma y a Daniel la posibilidad de tener un hijo.
Escrita al final de su vida, compartimos con Carlos Rodríguez Alonso la idea de
que la obra se resiente en la presentación de los hechos y el uso recurrente de
escenas entre Paulina y Roberto con carácter meramente informativo. Para el
investigador, Oyarzábal acudía con demasiada frecuencia a unos diálogos cargados
de prolijidad, con un lenguaje convencional que los hace poco verosímiles, lo cual
constituye su mayor lastre. La obra no suscita el mismo grado de interés que las
anteriores pues, la autora no hace gala de la misma pericia que en el resto de su
dramaturgia.1140
A pesar de estas apreciaciones, creemos que la obra hacía un guiño irónico a
varios aspectos de la vida de la autora y, en general al mundo del arte. Para su
expresión, son habituales los diálogos entre Roberto y Paulina, más que entre
Paulina y su marido Daniel y versaban sobre el mundo del teatro y, por extensión,
del arte, defendiendo la verdad y autenticidad que había de presidir cualquier
manifestación artística cuando, por ejemplo, Paulina y Daniel admitían
francamente que escribían canciones para montar un espectáculo que les salvara del
estancamiento económico:
“Paulina: No comprendes Roberto. Esto de los “cuplés” no es una finalidad, es
sencillamente un medio para darnos a conocer, él como Director y
Compositor, y yo como escritora y con ello salir, del estancamiento económico
en que nos hallamos”.
1140 Oyarzábal de Palencia, I., Diálogos con el dolor, op. cit., p. 97.
494
1141“ ‘No sé lo que voy a hacer’, me dijo un día (Ceferino). ‘Me han dicho que nadie puede
llegar a ser un gran artista, a menos que sufra. Me esfuerzo por ser infeliz, pero no logro
conseguirlo’. Le tranquilicé. El sufrimiento, le dije, te llegará en el mejor momento, sin
tener que pedirlo. Me pregunto si este habrá sido su caso”. Oyarzábal de Palencia, I., I must
have…, op. cit., p. 71.
495
Paulina: (reflexiona) Tal vez tengas razón, pero lo cierto es que todos los que
hoy se dedican al arte, tienen necesidades que antes solo acosaban a los que
contaban con buenos medios económicos.
[…]
Roberto: Y carecían de lo más esencial, el poder creador. (Suspirando) Desde
luego, pero esa armonía ya no existe, la lucha se hace cada vez más despiadada
y el único remedio, por lo visto, es el dinero.
[…]
Paulina: (interrumpiendo) Lo has dado a entender y créete que siento en el
alma el que no esté conforme con nuestros propósitos. Claro tú tienes medios
de fortuna y no puedes darte cuenta de lo feroz que es hoy la lucha para
sobrevivir en medios como el nuestro. Los medios artísticos… (Con tono
burlón) el maravilloso ambiente del arte en el que los que triunfan son los que
menos consideración guardan para su arte. […]
[…]
Roberto: ¿Crees que esa joven podrá tener la belleza y talento bastante para
triunfar?
Daniel: Por Dios Roberto, hoy en día el talento sobra”.
Una vez que la obra estaba en marcha, Roberto era quien hacía ver a Paulina que
los cambios que Daniel había propuesto para el texto eran un error, que la verdad
que inspiraba su obra era la que había de inundar el espíritu de cualquier obra
teatral y que esta ahondaba en los sentimientos humanos que era lo que hacía el
arte verdadero, pues el teatro debía interpretar la vida, representando sentimientos
y pasiones reales:
“Paulina Desde luego fue una suerte el que vinieras porque nadie al parecer se
había enterado de que la cosa no marchaba, de que ninguno de los intérpretes
se había dado cuenta del significado de su papel. Yo no comprendo a qué se
debía eso.
Roberto: (sonriendo) ¿Cómo que no lo comprendes? Tu obra tal y como la
escribiste y como ha vuelto a quedar ahora es magnífica. Te lo digo yo que he
visto mucho teatro y si no hubieras dejado que Daniel pusiera en ella sus
497
En este mismo sentido, Roberto y Daniel mantenían una discusión sobre las
distintas concepciones que ambos tenían del teatro:
“Daniel: (Complacido y algo vanidoso) Bueno es que yo veo el teatro en una
forma muy ¿cómo diríamos?
Roberto: (Interrumpiendo) Muy disparatada.
Daniel: (Un poco dolido) ¿Disparatada? No distinto a lo que se ha hecho
durante años y años. ¿Qué quieres? Lo moderno es lo que yo siento. Soy
hombre de mi tiempo y en cambio para ti, Roberto, es malo todo aquello que
no huela a viejo.
Roberto: Estás muy equivocado. Para mí el arte verdadero no tiene edad. No
puede clasificarse como viejo ni como nuevo. Lo único que sí tiene que ser es
bueno.
498
[…]
Roberto: Naturalmente. Hoy lo mismo en teatro que en pintura; en la danza y
en la literatura lo que llaman nuevos es sencillamente un remedo de lo viejo,
de lo arcaico.
Daniel: También en ello puede haber mérito.
Roberto: Sí cuando es auténtico y cuando por su autenticidad es eterno, pero
no cuando se la aprovecha arrancándole su verdad”.
Luz: Hay veces en que por el contrario siento que ella llegará a dominarme a
mí.
Daniel: Buen augurio. Es que tu personalidad desaparece frente a la del
personaje. ¿Qué escenas son las que hasta ahora encuentras más difíciles?
[…]
Daniel: ¿No te aburrirá el repetir las mismas frases noche tras noche?
Luz: No lo creo; porque siempre que las repito me parecen nuevas”.
En el tercer acto de la obra, que coincidía también con el tercero de la obra que
representaban los personajes, el público refrendaba con sus aplausos el éxito
conseguido, lo cual permitía a Oyarzábal ensalzar la interpretación de los actores
mexicanos:
“Pepa: La obra decían, ahí afuera, que es de lo mejor.
Mamá: ¿Y qué me dice de la interpretación? Para que vengan artistas del
extranjero a enseñarnos.
Pepa: ¿A enseñarnos? (Burlona) y lo mismo ocurre con todo lo que traen.
Mamá: Son unos pretenciosos y tienen que enterarse que aquí en México, a
Dios gracias, no nos falta nada de nada”.
Para Paulina su obra era como un hijo, es decir, de alguna manera suplía la
ausencia de hijos en su matrimonio con su obra literaria, hecho que al final de la
pieza teatral se mostraba tan fútil, como vana su unión a Daniel y de lo que, en otro
momento, hablaba con la mayor amargura, adelantando así la resolución del drama:
“Paulina: Ya me intranquiliza bastante el entregarla indefensa al capricho del
público (de pronto tomando a Roberto del brazo). Si vieras Roberto cuán
extraño es el sentimiento que me inspira esta obra.
Roberto: ¿Extraño?
Paulina: Sí, siento por ella algo de lo que toda mujer debe sentir por un hijo.
Por ese algo que nace dentro de una, algo al que le damos forma y que luego
se desprende de nuestro ser y queda en posesión de gente extraña.
Roberto: (Conmovido) Entre todos defenderemos este fruto de tu inteligencia.
Paulina: (Medio ausente) Así lo espero.
Roberto: (Titubeando) Bueno y ¿por qué estando tan deseosa de emplear en
algo tu caudal de amor maternal no has tenido un hijo?
Paulina: (Se detiene y guarda silencio mirando a Roberto fijamente) Daniel
nunca lo ha querido. Nuestra vida según dice es demasiado insegura para que
traigamos a otros seres a padecer en ella.
Roberto: Y tú estás conforme?
501
sentido del deber de mantener a salvo su hogar,1142 una infidelidad que en el caso
de Daniel era doble, puesto que a la seducción de Berta, se unía la deslealtad ante la
idea de vida en común que él y Paulina habían proyectado. Lo sorprendente y
novedoso en la obra es la resolución del conflicto que proponía nuestra autora.
A pesar del carácter de Paulina, más firme, decidida e inteligente que su marido,
él había dispuesto de su vida, quebrantando su lealtad y fidelidad hacia ella.
Afortunadamente, Roberto reconocía la superioridad de Paulina:
“Roberto: Sí, tú lo has dicho. Sin conocerte a fondo, pero adivinando en ti, la
firmeza que le falta a él.
[…]
Roberto: Sí, no te hagas la inocente. Acaso no sientes y sabes que tu cerebro es
mucho más sólido que el de Daniel, y que tú eres capaz de realizar cosas de
más importancia que las que él te propone”.
Daniel, al final, había rehecho su vida deshaciendo a la vez la de Paulina tal como
intentara hacer con la obra que habían de representar, demostrando así su egoísmo,
que tanto le reprochaba a su mujer y la inconsistencia de su compromiso con ella y,
por ende, de su proyecto de vida. Por otro lado, Daniel parecía alejarse de su mujer
a medida que se demostraba la superioridad de esta en todos los aspectos en los que
podían contender. El matrimonio fracasó cuando Paulina dejó de depender de él,
era un matrimonio equilibrado hasta que Paulina tuvo éxito y la deslealtad de
Daniel remitía a otro tema de la obra, el engaño, del que la autora tenía
conocimiento en carne propia. Por boca de Paulina, consideraba la infidelidad como
una derrota y como el más cruel de los delitos, en palabras de la protagonista de la
obra que ensayaban:
“Paulina: Ten cuidado…no te dejes dominar por la vanidad de hacer una…
(Con intención) una conquista…
Daniel: ¿Una conquista?
Paulina: Así llamáis los hombres a ciertos lances que en realidad son derrotas.
[…]
Irene: (a Lorenzo) Di ¿por qué me engañaste? El engaño es el peor, el más
cruel de los delitos”.
1142 Mañueco Ruiz, Á., La mujer en el teatro español…, op. cit., pp. 211 y ss.
504
1143Nieva de la Paz, P., “Mujer, sociedad y política en el teatro de las escritoras…”, art. cit.,
p. 95.
505
1144 Oyarzábal de Palencia, I., Diálogos con el dolor, op. cit., p. 47.
1145 Hermeregildo, A., “Más allá de la ficción teatral: el metateatro”, Teatro de Palabras.
Revista sobre teatro áureo, 5 (2011), pp. 9-16.
1146 Ibidem, p. 1.
1147 Ibidem, p. 4.
1148 Larson, C., “El metateatro, la comedia y la crítica: Hacia una nueva interpretación”, en
traducción de la obra de O’Neill, Anna Christie.1149 Ese mismo año y durante la gira
de conferencias que la autora impartió en Cuba, fue entrevistada y entre sus obras
nombraba Yo quiero vivir mi vida, comedia que se estrenaría en breve y que ya había
sido traducida al inglés.1150
Dos años más tarde, en 1930, Cipriano de Rivas Cherif anunciaba la creación de
la Compañía Clásica de Arte Moderno junto con la actriz Isabel Barrón. Además de
los clásicos, proyectaron la puesta en escena de obras “correspondientes a la
sensibilidad contemporánea”. Entre ellas, Yo quiero vivir mi vida de Beatriz Galindo,
que finalmente no se llevó a las tablas.1151
La presentación de la compañía fue anunciada como inminente en provincias a
finales de enero de 1930. Concretamente el debut estaba previsto en Salamanca el
20 de febrero, en el teatro Liceo, con La moza de cántaro de Lope de Vega. Además
se incluían en el repertorio, Sombras de sueño de Miguel de Unamuno; Pitusa
(Blanchette) de Eugéne Brieux, traducida por el propio Rivas Cherif; Señorita gata de
Agustín Ramón y Roberto Gache; Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas; La
corona de Manuel Azaña; La frontera de Paulino Masip; La casa de naipes de
Eduardo Ugarte y José López Rubio; Tic, tac de Claudio de la Torre; La obsesión de
Mariano Benlliure; La criolla de Joaquín de Zugazagoitia; Yo quiero vivir mi vida de
Isabel Oyarzábal de Palencia (Beatriz Galindo) y Laberinto de Rivas Cherif.1152 La
compañía se disolvió meses después, por discrepancias entre Barrón y Rivas Cherif
en lo referente a la selección de obras que poner en escena y poco después, el
director inició otro proyecto con Margarita Xirgú, sin que la obra inédita de
nuestra autora llegara a ver la luz.
El proyecto con Xirgú se prolongó desde 1930 a 1936, y además de las cinco
temporadas en el teatro Español, la compañía realizó giras por provincias. En la
temporada de 1932, que se inició el 20 de febrero, Rivas Cherif ofrecía novedades,
ya que, además de los espectáculos teatrales, se programó un ciclo cultural,
propuesto a instancias de Margarita Xirgú. El ciclo incluía conciertos y
160-162.
1152 Abc, Madrid, 6-2-1930, p. 12.
507
conferencias, entre las que Isabel Oyarzábal daría su conferencia sobre el traje
español.1153
pp. 307-308.
1155 Díez Canedo, E., “Anna Christie de Eugène O’Neill, traducción de Isabel O. de Palencia”,
perdón por parte de Mat por el pasado de Anna, y de Anna, para con su padre, por
haberla abandonado.
La versión de la obra en castellano traducida por Isabel Oyarzábal se estrenó el
20 de enero de 1931 en el teatro Fontalba, a cargo de la compañía de Lola
Membrives y se ofrecieron doce representaciones. 1156 Lola Membrives
representaba el papel protagonista, Anna Christie; Ricardo Puga, el del padre,
Chris Christopherson; Luis Roses, actuó en el papel de Mat Burke y Amparo
Astort representaba a una prostituta ligada al padre de Anna. Otros actores que
participaron en distintos papeles fueron José Marco Davó y Enrique Suárez. La
escenografía, uno de los éxitos de la obra, corrió a cargo de Fernando Mignoni.
La traducción de la obra se había realizado algunos años antes, y se mantenía a la
espera de ser representada, tal como revelaba un artículo de prensa,1157 en el que la
actriz María Palou anunciaba que uno de sus inmediatos proyectos sería la
representación de la obra traducida por Isabel de Palencia, que obraba en su poder
desde hacía dos años pero que, a pesar de sus deseos, no había estrenado todavía.
Díez Canedo en el mismo sentido, lamentaba que la versión cinematográfica,
estrenada en 1930, con Greta Garbo como protagonista, se hubiera conocido antes
que la traducción de Oyarzábal, a pesar de haber anunciado en alguna ocasión su
estreno y que esto había dificultado la aceptación del papel por parte de la actriz
encargada de interpretar a la protagonista.1158 En la comparación con la película,
algunas críticas consideraban la versión teatral española superior a aquella, pues el
crítico aducía que seguía estrictamente las acotaciones escénicas de O’Neill, en vez
de recrear la obra y se lamentaba de la abundancia de diálogos con cámara fija,
aunque alababa el trabajo de Greta Garbo, quien había protagonizado la cinta. 1159
La propia Isabel Oyarzábal destacaba el valor de la dramaturgia del autor y la
cantidad de matices en el lenguaje de sus obras:
“Puesta la mano sensible sobre el pulso del Mundo, atento a sus latidos más
fuertes como a los más débiles, Eugéne O’Neill ha ido desgarrando
violentamente todos los velos con que la hipocresía o la reserva puritana había
tratado de ocultar y disimular el verdadero ritmo del sentir americano. Que es
1156 Dougherty, D. y Vilches de Frutos, M. F., La escena madrileña 1926-1931…, op. cit., p.
395.
1157 “El nuevo teatro Muñoz Seca y los proyectos de María Palou”, Abc, Madrid, 4-9-1930,
p. 14.
1158 Díez Canedo, E., “Anna Christie…”, art. cit., p. 5.
1159 Díaz Plaja, G., Heraldo de Madrid, 24-1-1931, p. 5.
509
lo mismo que decir mundial, ya que está formado con pulsaciones de los
hombres más diversos.
La desconcertante algarabía de su obra ‘El mono velludo’, la magnífica
estructuración de caracteres en ‘Anna Christie’, la tajante sordidez del
ambiente en ‘El deseo bajo los álamos’, la trágica belleza de ‘Más allá del
horizonte’, la emoción humorismo de ‘Marco Millions’, la novedad e intensa
poesía de ‘Lázaro se rió’, el humorismo de ‘Emperor Jones’, el terrible
patetismo de ‘Antes del desayuno’ y el desgarrador afán de indagación de ‘El
extraño interludio’, ‘La paja’ y otras muestran bien a las claras el desbordante
afán de revelación, el ansia de verdad que padece el autor. […] Respecto del
lenguaje es incalculable el tesoro de matices que encierra la obra del gran
dramaturgo.
El acre acento del americano del norte, el habla dulce y plañidera del hombre
de color, la inmensa variedad de vocablos que son materia desgajada y
corrompida de todos los idiomas, acuden a la pluma de Eugene O’Neill con
una precisión extraordinaria, dando vida a sus personajes, enriqueciendo y
aumentando el valor de su producción literaria y uniendo a esta más
estrechamente con el resto del Mundo…”1160
La primera traducción de una obra de O’Neill, The Emperor Jones había sido
realizada en España por Ricardo Baeza en 1929, y apareció en la Revista de
Occidente.1161 Antes de ello, O’Neill solo había aparecido en la prensa asociado a sus
innovaciones teatrales. En 1928, fue considerado por el Abc como el único autor
norteamericano que había triunfado en la escena europea y el creador del drama en
los Estados Unidos y Anna Christie fue definida como una lucha para establecer una
“filosofía de la conciliación”. Enric Gallén observó que Anna Christie fue también la
primera obra de O’Neill estrenada en Barcelona el 17 de mayo de 1924 y, con
posterioridad, tan solo una obra más del autor había sido puesta en escena, el
monólogo en un acto Before Breakfast, traducido por Ricardo Baeza, que fue
producido en 1934, primero por Elvira Morla y más tarde, por el grupo Teatro
Escuela de Arte, dirigido por Cipriano de Rivas Cherif.1162
Dougherty y Vilches señalan que no fue una sorpresa que Anna Christie fuera la
primera obra de O’Neill estrenada en Madrid ya que se ajustaba a los gustos del
público y como había observado Ricardo Baeza esta era la primera obra del autor
que terminaba bien. El público madrileño gustaba de dramas y comedias que no
defraudaran sus expectativas y, por tanto, el “final redentor” de Anna Christie
proporcionaba un clímax que llenaba de satisfacción los corazones de la audiencia.
Sin embargo, algunos de los críticos de la época fueron más contundentes respecto
del estreno de esta obra de O’Neill y por ejemplo, Bernardo G. de Candamo
lamentaba que esta obra no ofrecía al público ninguna de las innovaciones técnicas
del autor:
“No ofrece la obra de O’Neill que Isabel de Palencia ha traducido en enjuta y
sobria prosa castellana, ninguna de las novedades de técnica teatral a que tan
aficionado es el dramaturgo americano, con obras como El emperador Jones o
El extraño intermedio”. 1163
1167 Díaz Plaja, G. “Teatro cinematográfico [Anna Christie]”, Heraldo de Madrid, 24-1-1931,
p. 5.
1168 El Sol, Madrid, 21-1-1931, p. 5.
1169 Abc, Madrid, 21-1-1931, pp. 41-42.
1170 Véase la relación con la obra Sangre de mar de nuestra autora.
513
inacabables días de calma, las jornadas que nunca terminan, en espera de que
el viento abombe las velas en una curva de fecundidad. Rechaza Conrad la
imagen del mar que es como un recién nacido a cada amanecer. “No es cierto -
escribe, aproximadamente-, jamás el mar me ha producido una sensación de
cosa juvenil, siempre me pareció viejo”. Y viejo, torvo y malhumorado le
parece al padre de Anna Christie, que en todo momento le amenaza y maldice,
y que es suyo, del mar, como su esclavo irredimible.
En la comedia que hemos visto representar anoche, el mar limpia las almas
pecadoras a manera de un agua bautismal”.1171
¡Si O’Neill estuviera aquí, a pesar de sus exigencias estoy segura de que se
mostraría encantado. ¡Es admirable esta Lola, como actriz y como directora de
escena!
Llevo aparte al palco del marqués a la traductora, que me dice:
- Por su obra de artista, una de las más interesantes y trascendentales de la
literatura dramática universal; por su audacia de pensamiento y su hondura de
concepción; acaso también por afinidad étnica, ya que O’Neill y yo tenemos un
común origen céltico, pues él es hijo de un irlandés y yo de una escocesa, yo
venero a Eugene O’Neill, y le he puesto el mayor fervor en la versión de su
obra Anna Christie.
Técnicamente, además, es de una gran dificultad el traducirla, pues no puede
darse el trasunto fiel, sino la equivalencia, ya que el autor ha puesto en ella no
solo tipos de distintas razas, sino modalidades distintas en el diálogo. Todos
hablan inglés en su obra; pero cada personaje se expresa en un inglés propio,
con los defectos y el acento de su torpe versión mental y fonética a su peculiar
idioma. Así, Christopher Christopherson, el padre de Anna Christie, habla el
inglés de Norteamérica como un sueco que es. (Por cierto que también es
estupenda la creación escénica que del personaje hace Ricardo Puga). Y Anna
Christie, hija de sueco, pero criada en Norteamérica y en contacto con los
peores medios sociales habla otro inglés distinto, aunque respondiendo
también en el fondo a la morfología escandinava. (No quiero decirle a usted
nada de la intérprete, porque pudiera parecer interesado mi elogio; pero ya lo
está usted viendo: portentosa de caracterización, de ademanes, de voz. Parece
una auténtica muchacha de los bajos fondos norteamericanos.) En cambio
Marta, la amigota del padre -que valdrá seguramente un gran triunfo personal
a Amparo Astort- habla con el acento yanqui auténtico, y Mat Burke (muy
bien visto por su intérprete Luis Roses) es un marinero irlandés que, sin dejar
de ser irlandés, tiene el dejo cosmopolita de los hombres de mar que viajan
mucho… ¡Póngase usted a traducir con fidelidad todo esto!
El propio O’Neill ha querido que sea Anna Christie la primera obra suya que se
conozca por los públicos de lengua española, ya que le parece la menos
anglosajona, la de valores más universales, por la claridad con la que están
dibujadas en ella las almas y lo definido de los caracteres. No se trata -ya lo
saben muchos de nuestros lectores- de una obra de vanguardia ni tampoco de
515
1174 Díez Canedo, E., “Anna Christie de Eugène O’Neill, traducción de Isabel O. de
Palencia”, El Sol, Madrid, 21-1-1931, p. 5.
1175 Vilches, M. F. y Dougherty, D., La escena madrileña 1926-1931…, op. cit., pp. 281 y ss.
1176 Ibidem, p. 277. Otros autores son: Luigi Pirandello, Lenormand, Edouard Bourdet,
traducir y adaptar tanto obras maestras del repertorio universal, como algunos
ejemplos del teatro más renovador.1177 Durante el lustro que analizan en su obra
apuntan que los profesionales del teatro buscaron los textos más idóneos del teatro
extranjero para llamar la atención sobre los cambios sociopolíticos que se estaban
gestando y denunciar la grave situación española, sin perjuicio de que se
representaran también obras con un lenguaje escénico renovador.1178
1177 Luis Araquistáin tradujo Volpone de Ben Johnson; Manuel Azaña, La carroza del
Santísimo de Prosper Merimée; Azorín, Maya de Simon Gautillon y El doctor Frégoli o La
comedia de la felicidad, de Nicolai Evreinov; Ricardo Baeza, Oriente y Occidente de W.
Somerset Maugham y Antes del desayuno de Eugene O’Neill; Enrique Díez Canedo,
Siegfried de Jean Giraudoux; Benjamín Jarnés, Volpone de Ben Johnson y La voz humana de
Jean Cocteau; Gregorio Martínez Sierra, Topacio de Marcel Pagnol; Francisco Viu,
Casanova de Lorán Orbok; Joaquín Montaner, Los fracasados de Herin-René Lenormand;
Corpus Barga, Orfeo de Jean Cocteau, etc. Ibidem, pp. 266 y ss.
1178 Ibidem, p. 286.
1179 “Sección de rumores”, Heraldo de Madrid, 31-7-1929, p. 5.
1180 Archivo Nacional de Cataluña. Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith, Inventario
Isabel Oyarzábal se hacía eco en esta novela de una problemática, tratada, por
supuesto, en los estudios médicos, pero silenciada casi por completo en la literatura
europea -aunque existieron algunas novelas en Europa con esta temática- y
absolutamente ignorada en la española.
Havelock Ellis en el tomo sexto de Estudios de psicología sexual,1184 traducido por
Oyarzábal, citaba al venerólogo francés Jean Alfred Fournier, quien consideraba la
sífilis, el alcoholismo y la tuberculosis como modernas plagas y a Arthur
Schopenhauer quien pensaba que la primera había envenenado la vida e introducido
elementos hostiles e incluso diabólicos en la relación entre los sexos, que afectaban
indirectamente a las relaciones sociales.
Ellis destacaba que la importancia de la sífilis no radicaba solo en los efectos que
producía en el enfermo, ni tan siquiera en las personas contagiadas por vía sexual,
sino también en los que provocaba en la descendencia y en la posibilidad de tenerla.
La enfermedad atacaba a hombres y mujeres en la etapa central de su vida y
provocaba esterilidad, aborto o enfermedades en el concebido, para concluir que la
sífilis era, probablemente, la mayor causa del debilitamiento de la raza. Apuntaba
que del 5% al 20% de la población europea a comienzos del siglo XX estaba
contagiada por la enfermedad y más aún, en Nueva York, un estudio revelaba que
al menos un tercio de los hijos de familias acomodadas habían tenido sífilis.
La gonorrea, otra de las enfermedades venéreas más extendidas, resultaba menos
dañina y frecuente que la sífilis y en una época fue casi totalmente ignorada. Esta
producía esterilidad en ambos sexos y enfermedades inflamatorias en los órganos
genitales de la mujer; en el caso de los recién nacidos, una de las consecuencias era
la ceguera y su frecuencia era mayor entre las clase trabajadoras que entre la clase
alta.
Estas eran consideradas enfermedades vergonzantes y sus afectadas femeninas -
en su mayoría prostitutas- vistas como culpables y no como víctimas. Sin embargo,
los médicos aseguraban que la mejor forma de prevenirlas era dejar de estigmatizar
a las enfermas y hacerles ver que eran enfermedades ordinarias que se podían
tratar y curar. En cualquier caso, Ellis exponía los datos de un estudio realizado en
Estados Unidos que revelaba que el 50% de las mujeres contraían sífilis de manera
1184Hemos traducido el capítulo dedicado a las enfermedades venéreas de Ellis, H., Studies
in the psicology of sex, vol. 6, http://www.readcentral.com/chapters/Havelock-
Ellis/Studies-in-the-Psychology-of-Sex-Volume-6-of-6/011
523
1185 Capdevila-Argüelles, N., “Isabel Oyarzábal de Palencia…”, art. cit., pp. 53-94.
1186 Nelken, M., La condición social de la mujer…, op. cit., p. 122.
525
El nombre de la localidad elegida para ubicar la acción fue Medina de las Torres.
La pequeña ciudad ofrecía datos sobre los hábitos sexuales de la época, como el
lapso de seis meses entre el anuncio de un compromiso y el matrimonio para
asegurar la honorabilidad de la novia. A pesar de ello, Capdevila-Argüelles observa
en la sociedad descrita por Oyarzábal, cierto grado de modernidad y cambio,
representados en la protagonista y Spencer, el amigo extranjero y confesor de la
protagonista. Estos “ecos de cambio” se aprecian en el gusto por la lectura de la
protagonista, el tedio que provocaba en ella el matrimonio y la moderna
preocupación por la delgadez.1187
Mónica, también compartía rasgos con la autora malagueña. Su madre, Doña
Margarita Russel, de origen irlandés, estaba casada con el cabeza de familia, Don
Florencio González de la Roca, un terrateniente arruinado, aristócrata y caballero
de la Orden de Santiago. Huérfana de madre desde muy pequeña,1188 padre e hija
compartían casa y vida con Doña Rosario González de la Roca, tía de Mónica.
Debido a la situación precaria de la familia, Mónica se vio abocada a casarse con
Felipe Sáinz, apuesto joven heredero de un acaudalado comerciante. Además de su
propia familia, las relaciones personales que había establecido la protagonista eran,
fundamentalmente, con las hermanas y madre de Felipe y dos queridas amigas de
la infancia: Cristina y Solita Lacuesta, además, del primer pretendiente de Mónica y
primo, a la sazón, José María, que jugaba un papel preponderante en la novela.
Como cabía esperar, la protagonista no encajaba con la personalidad resignada y
dócil que se pudiera esperar de una mujer de su época. Su descripción destacaba la
compleja sensibilidad de Mónica:
“(…) mezcla de exaltación mística y meditabunda inclinación, de rebeldes
impulsos y de sumisa aceptación para todas aquellas enseñanzas que en su
Mónica y José María habían mantenido una breve relación que acabó
abruptamente por una razón nada común, probablemente ideada por la autora para
crear aún más contraste con el desenlace final de la obra: tras un tiempo de mutua
admiración idealizada, ella sucumbió a los encantos del joven y dejó a un lado el
“pesado fardo de consideraciones abstractas que hasta entonces fueron la norma de
su vida”, hasta que el primo besó a la muchacha y esta inició, quizá con el fin de
expiar la culpa del acercamiento carnal, una cruzada para catequizar y convertir al
primo, de manera que, o el chico claudicaba y aceptaba lo que la fe de sus mayores
le exigía, o terminaban sus relaciones, como ocurrió finalmente. A raíz de esta
ruptura fue cuando Mónica comenzó a frecuentar la sociedad medinense, que
culminaría en su casamiento con Felipe.1190
Mónica siempre había tenido una inclinación especial hacia la religiosidad y ya en
el internado, ella y su amiga Cristina se enviaban cartas llenas de exaltación
religiosa. Cartas que “dejaban entrever una candorosa tendencia a la vanidad y en
las que declaraban estar dispuestas a emprender las más arduas y espinosas
empresas, llegar hasta el martirio si necesario fuera”. 1191 La actitud de la
protagonista era paralela a la de nuestra autora en cierto momento de su vida:
“…comprendió que aquella caridad, como las mortificaciones corporales que
voluntariamente se imponía en aquella época de misticismo, eran muchas veces
consecuencia de un sentimiento de soberbia, disfrazado tras continuas y
aparatosas protestas de humildad. En el fondo habíase creído entonces
superior a otras chicas de su edad...” (p. 41).
1189 A fin de evitar excesivas notas en este apartado, todas las referencias a la obra El
sembrador sembró su semilla, se señalarán en el cuerpo, anotando las páginas
correspondientes.
1190 La figura de Felipe representaba al “caduco patriarca español” que consideraba que
cualquier juicio que emitiera su esposa era inaceptable. Cfr. Capdevila-Argüelles, N.,
“Isabel Oyarzábal…”, art. cit, p. 77.
1191 “Mónica recordaba, un poco avergonzada de la efímera fuerza de aquellos sus juveniles
propósitos, los días en que, ya fuera del colegio, había empleado el tiempo en visitar
enfermos y remediar sus necesidades, y lo íntimamente que había gozado cuando por
casualidad se veía obligada a desempeñar, para con ellos, los más penosos y humildes
menesteres, y eso que algo serenado su criterio luego, comprendió que aquella caridad,
como las mortificaciones corporales que voluntariamente se imponía en aquella época de
misticismo, eran muchas veces consecuencia de un sentimiento de soberbia, disfrazado tras
continuas y aparatosas protestas de humildad” (pp. 40-41).
527
Del mismo modo, el personaje de Felipe había reaccionado ante las dudas de la
novia de semejante manera a como lo hiciera Ceferino: “-¡Mónica!... ¿Me dejarás
que te quiera?... […] –Si no me dejas que te quiera, no sé que va a ser de mí.
Tengo miedo de volverme loco, hacerme malo…”1193
Las dudas que asaltaron a Mónica no solo se circunscribieron a su boda con
Felipe, sino al concepto de matrimonio tal como era sobrellevado por las mujeres
de la época, de modo que, las palabras de la protagonista resultaban una proclama
feminista bastante elocuente:
“Después de todo -replicó Mónica escandalizada de aquel prosaísmo-, no
siempre es una suerte casarse […] Antojábanse cada vez más incomprensibles
y contrarias a la ética pura, los preceptos que rigen a la sociedad, sobre todo en
lo concerniente al matrimonio. […] El matrimonio en aquella forma, era
En general, la visión que los caracteres femeninos de la obra tenían acerca de los
hombres no era muy halagüeña, como lo demostraban las palabras de doña Rosario
para quien eran egoístas, mandones y “más aficionados a dar que hacer que un
alguacil” (p. 253).
Una vez casada, Mónica recordaba las impresiones que le habían provocado su
nueva situación. Tal como manifestaba Isabel Oyarzábal en su autobiografía, las
mujeres contraían matrimonio sumidas en la ignorancia incluso en lo referente a
los aspectos cotidianos de su existencia.1194 En este sentido, no debemos olvidar la
importancia que Havelock Ellis concedía a la información a los jóvenes acerca de
los asuntos sexuales, a fin de evitar inconvenientes posteriores:
“Cuando años más tarde Mónica, presa entonces de angustioso afán, quiso
repasar los incidentes de aquella jornada, buscando una justificación a su
1194 “Como la mayoría de las mujeres de aquella época en España, me habían mantenido en
una ignorancia total acerca de los hechos básicos de la vida, de hecho, me mantuvieron al
margen de este tipo de información hasta la fecha de mi matrimonio. Incluso después de
convertirme en esposa, muchas cosas siguieron ocultas en la oscuridad, cosas tales como
enfermedades concretas y aberraciones de todo tipo. Havelock Ellis me abrió los ojos de un
modo tan repentino, que durante meses estuve muy impactada e impresionada”. Oyarzábal
de Palencia, I., I must have…, op. cit., p. 61. A este respecto, avisaba Margarita Nelken: “…
pues de nada han de servir dispensarios, gotas de leche, y hasta cursos especiales de
higiene infantil, si las muchachas siguen llegando al matrimonio con la idea de que es
deshonesto -cuando no pecado- pensar siquiera en ciertas cosas”. Nelken, M., La condición
social…, op. cit, p. 118.
529
Por otra parte, la maternidad es, por supuesto, un tema sustancial en la obra, una
maternidad fallida, debido a la enfermedad que portaba Felipe, y que cambió por
completo la vida de la protagonista. La autora trató este tema desde varios puntos
de vista. En primer lugar, abordaba el malestar que en Mónica provocaba la
posibilidad de ser una mujer estéril, tal como se abordaría con posterioridad en
Yerma de Federico García Lorca:1195
“Mónica inclinó la cabeza, anonadada por la impresión que en ella producía
aquella manifestación de universal preñez, frente a la que sentíase, mujer
estéril aún, reducida a la ínfima condición de átomo desprendido del bloque
macizo, de acorde que pierde contacto con la general armonía, de esfuerzo
aislado que se apartó del plan trazado por una sola voluntad. Honda y
1195 Capdevila-Argüelles, N., “Isabel Oyarzábal…”, art. cit., p. 78. Muchas de las imágenes
1196 Tal malestar, como se sabrá luego, no era sino el contagio de la enfermedad.
531
Mónica piensa a veces que el deseo de tener un hijo surgió en ella con el
primer brote de su conciencia razonadora.
Pero antes de ver lograda su aspiración, tiene que sufrir, que padecer un
tormento corporal inenarrable, según unos; según otros, llevadero como todo
aquello que no violenta las leyes naturales.
Cierto que los que tal opinión sostienen: Felipe, los médicos, la comadrona,
Pepita..., no pueden fundar sus palabras en la experiencia personal. De todos
modos, sea como sea, ella se siente con fuerza para afrontar cualesquier peligro
y dolor, a cambio de ver realizados sus anhelos” (p. 256).
la materia, y esto no se consigue con la exaltada serenidad con que toma forma
en nosotros la obra del espíritu, ni siquiera con el resignado aplanamiento que
precede a la liberación por la muerte, sino con agresiones brutales, con la
ferocidad y empuje de una fuerza primitiva que todo lo arrastra, y arrolla, y
descuaja para llegar a su término. Cada nuevo dolor hace temblar la cama
sobre la que Mónica se retuerce con animal abandono” (p. 270).
El dolor en el parto habría sido dado por bueno si su hijo hubiera nacido sano.
Pero a las pocas horas de vida, el recién nacido murió. El dolor de la madre fue aún
mayor, si se tiene en cuenta que le ocultaron la muerte de su propio hijo y además,
cuando hubo conocido la noticia, se mostró convencida de que ello no habría
ocurrido si hubieran dejado que ella misma atendiese a su hijo, pero le había sido
arrancado de los brazos justo al nacer.
Es en este punto en el que se desarrolla la tesis de la novela, que, por otro lado,
ya había sido apuntada mucho antes: ante la boda de su amiga Solita con un
hombre enfermo, Mónica había hablado del tema sin sospechar que ese era su
propio destino:
“¡Cómo alegrarse de una boda en la que era razón primordial el deseo de
resolver el porvenir y entrañaba además un peligro de contagio para Solita y
para los hijos que de ella nacieran!” (p. 134)
tratamiento social que debían tener este tipo de enfermedades, postulados que
estaban lejos de la ocultación y el silencio:
“Cosas que pasan…Ya ves tú como la niña de Solita; males que se heredan…
[…]
- ¿Qué se heredan? Pero ¿qué mal puede haber heredado mi hijo?
- Cosas de hombres, hija mía… ya puedes suponer, cosas de hombres -bajando
mucho la voz-. Para mí que no hay uno que esté sano.
-¿Cómo? ¡Tía! ¿Qué dice usted? ¿Felipe enfermo? Y de…-vagas ideas de una
mal terrible y misteriosos se agolpan a su mente; mas no es eso lo que la
importa saber ahora…- Pero ¿y esto lo sabíais?...- y sin esperar la contestación
de su tía, cerciorada por lo que la dice el rostro asaz expresivo de doña
Rosario-. ¿Desde cuándo?- pregunta con gesto duro, dominante. […]
- Y me dejasteis tener un hijo- la voz de Mónica se alza amenazadora-. ¡Para
matarle! […] Tenéis la culpa todos. […] Lo que sé es que me habéis dejado
tener un hijo para matarle… ¡Mi niño!... ¡Mi niño! […]
- ¿La voluntad de Dios? ¡Hipócritas!, si no lo ha mandado. Él ¿cómo iba a
mandar esto? -mirando con infinita compasión al niño-. Si hemos sido
nosotros, nosotros, que le hemos dejado nacer para matarle…” (p. 208).
1201 Ena Bordonada, Á., “Jaque al ángel del hogar: escritoras en busca de la nueva mujer del
siglo XX”, en Porro Herrera, Mª J. (ed.), Romper el espejo: La mujer y la transgresión de
códigos en la literatura española: Escritura. Lectura. Textos, Universidad de Córdoba, 2001,
pp. 90-110.
1202 O. de Palencia, I., El sembrador sembró…, op, cit., p. 297. La Lobina era una perra a la
que los colonos de la finca que poseía Mónica en Gazul ahogaban a los cachorros de la
primera camada, por la creencia de que contraían la rabia. La autora narraba prolijamente
535
este episodio para poner de manifiesto el dolor de la madre al perder a sus crías (pp. 208-
210).
536
1203 Se llamaba “los de la manteca” a los extranjeros que vivían en Málaga y podían
permitirse comprar mantequilla de Hamburgo, que adquirían en la tienda Hodgson en una
zona de Málaga llamada Puerta del Mar. “El extranjero en su patria imprime carácter a
toda una clase, cuya mayoría constituye lo que el vulgo ha bautizado con el nombre de la
Manteca, que en su tierra es el alto comercio y que constituye una especie de patriciado en
la población, de ahí que ese término sea el nombre con el que el pueblo malagueño ha
bautizado a estos extranjeros”. Cerda Gariot, E. de la, Tipos de mi tierra, op. cit., p. 60.
Citado por Quiles Faz, A., Málaga y sus gentes…, op. cit., p. 95.
1204 O. de Palencia, I., El sembrador sembró su semilla…, op. cit., p. 14. Esta práctica
endogámica entre las clases pudientes era una costumbre habitual en la tierra natal de la
autora.
537
Otra muestra de la rebeldía de Mónica era su gusto por la lectura, actividad que
no era del agrado de su familia política:
“Unas veces eran las máximas de los Santos Padres, San Agustín, San
Ambrosio y San Isidoro, las que se adueñaban de su mente; otras, las
sentencias del coloso del pensamiento y de la forma; las que, encarnadas en un
Hamlet, un Otelo o un rey Lear, la embriagaban de belleza o acicataban su
imaginación.
Tanto Felipe como su madre se inquietaron sobremanera por estas nuevas
aficiones de Mónica, a las que inmediatamente pretendieron poner coto.
-No hay que dejarla, no hay que dejarla -repetía de continuo doña Mercedes a
su hijo-. Tanta lectura puede serle muy dañina y aumentar su nerviosidad.
[…] Pues te advierto que no le conviene tanta sabiduría. Las mujeres,
mientras menos enteradas están de las cosas, más felices y, sobre todo, más
buenas son” (p. 172).
política de Mónica y así, de las calumnias opinaba que: “La persona que comenta la
calumnia, aún negándola, se hace cómplice de ella porque la propaga” (p. 138) y
exponía sus ideas sobre la reputación de la mujer:
“Esa es siempre la disculpa de la maledicencia. Pero, aparte de todo, resulta
incomprensible y absurdo el que se dé tanta importancia a la buena reputación
de una mujer para luego con una frase arrebatársela. No he visto jamás
contradicción más ridícula” (p. 143).
No es extraño pues, que una mujer como Mónica que no era del tipo conformista,
y a la luz de lo anterior, se sintiera ahogada en Medina de las Torres y, que para
escapar de esa atmósfera hubiera instalado temporalmente su residencia en sus
tierras de Gazul, donde se sentía más feliz. En cierta forma este sentimiento es
paralelo al que en un momento de su vida, experimentó Isabel Oyarzábal cuando, la
sociedad malagueña se le figuraba un corsé que la constreñía, por lo que decidió
marcharse a Madrid.
Los personajes artífices de la densa atmósfera que ahogaba a la protagonista eran
el propio Felipe, su suegra y su cuñada Pepita. Esta última le provocaba tal
animadversión que pensaba: “¿Vería el extranjero lo que ella en el rostro de su
cuñada? ¿Adivinaría su falta de delicadeza moral y la inclinación hacia el vicio, mal
contenido por una incesante vigilancia?” (p. 198).
Y, por otro lado, uno de los personajes que le proporcionaba a Mónica ciertas
dosis de libertad y bienestar era Spencer, un inglés que vivía en Medina de las
Torres, con quien hablaba abierta y sinceramente y con el que llegó a tener una
sincera amistad:
“Por primera vez habla libre de todo escrúpulo y temor con un hombre, e
insensiblemente le revela, más de lo que piensa tal vez, acerca de su estado de
ánimo, del desconsuelo que la produce la falta de hijos y la incomprensión que
existe entre ella y su marido” (p. 180).
Pedro le había explicado que en una ocasión se había empeñado en tener un haza
de tierra, en la que estuvo trabajando, descuidando todo lo demás, pero por más
que sembraba en ella, nada crecía, hasta que tuvo que malvenderla. En sus
conversaciones, Pedro daba cuenta de una sabiduría tal, que resulta el ser más
espiritual y sabio de la novela.
El personaje de José María también tiene un peso específico en la obra. Constituía
la encarnación del amor que, finalmente, le fue vedado a la protagonista, el único
que había provocado en la protagonista la pasión, tal como revela el siguiente
fragmento:
“Del amor mundano, el que nos revela nuestra capacidad para el mal y para
el bien; el que pujante, avasallador, nos impulsa a realizar las más formidables
empresas, y transforma toda la razón de ética y de derecho, porque puede, en
nosotros, más que todas las fuerzas acumuladas por la experiencia y el saber,
540
Ya casada con Felipe, Mónica había sentido celos de los requiebros que, a su
parecer, José María lanzaba a Pepita, proceder que desconcertaba a Mónica, lo que
demostraba que sus sentimientos por el joven no habían desaparecido (p. 217). Sin
embargo, y a pesar de este sentimiento amoroso, después de la muerte del hijo y su
propia enfermedad, había vetado cualquier posibilidad de relación con él.
La ignorancia y la necesidad de erradicarla subyacen en toda la obra; un tema que
preocupaba a la autora profundamente y que daba muestras de su afán
regeneracionista:
“Ese azote maldito de la humanidad, causa de casi todos nuestros males.
[…] La ignorancia fomenta el desarrollo de todas las malas inclinaciones;
permite nefastas complicidades; hasta impide el aprovechamiento de las
fuerzas de Dios -exclama el inglés con exaltado ademán y prosiguiendo-. Es
motivo de que se malbaraten los esfuerzos más nobles, de que se desvirtúen los
más altos conceptos. Si desterrásemos la ignorancia -prosigue en vista de que
nadie le contesta-, si la substituyésemos con la sinceridad más escueta, con la
verdad bajo todos los aspectos: en la fe, en la ciencia, en el arte y en la moral…
yo estoy seguro de que no tardaríamos en ver implantado el reino de la
justicia. Ahora no es posible; nuestra ignorancia nos hace cómplices
inconscientes, los unos de los otros. Estamos rodeados de vallas
infranqueables, envueltos en una red tejida por la superstición y el miedo, y no
podemos defendernos… Es cruel… cruel…” (pp. 232-233).
1209 Ibidem, pp. 69 y ss. El capítulo se titula “¡A los toros!”. Recordemos que la autora fue
Madrid, 3-3-1923, p. 4 y Abc, Madrid, 2-3-1923, p. 24. El diario El Sol, Madrid, 6-3-1923, p.
4, resumía las palabras de María de Maeztu, quien tomó la palabra en el acto, para destacar
la importancia de la novela: “María de Maeztu historió la labor que en la prensa extranjera
y nacional ha realizado Beatriz Galindo, y destacó con singular acierto el valor literario y
social de la novela motivo de la fiesta. Hizo un llamamiento a la mujer española para que
alcance el grado de cultura indispensable, con el fin de que no puedan repetirse dramas
como el que sufre la protagonista de El sembrador sembró su semilla, víctima no sólo de
prejuicios y tradiciones, sino también de su propia ignorancia. Terminó diciendo que el
estado no ‘pensiona’ a las mujeres porque éstas se casan y no producen ciencia; pero
debiera pensionárselas, y precisamente a las que se casan, porque con ello, al aumentar su
cultura, las pondría en mejores condiciones para la crianza de los hijos, y lo que no dieran a
la ciencia lo darían a la raza”. El acto aparecía también consignado en el diario Abc, Madrid,
6-3-1923, p. 9 y en el diario Heraldo de Madrid, 6-3-1923, p. 1, donde aparecían los
nombres de algunos de los asistentes: los señores Hernández-Catá, Eugenio Hermoso,
Zaragoza, Juan Ignacio Luca de Tena, Rivas Cherif, Pérez de Ayala, Benlliure y Tuero,
Ruiz de Velasco, Goy de Silva, Araquistain, Diego San José, Mateo Inurria, Wenceslao
Fernández-Flórez, Ballesteros de Martos, Verdugo, García Lara, Soldevilla, Ceferino
Palencia (padre), Romero y el director general de Bellas Artes, D. Fernando Weyler y
María de Maeztu.
En el Archivo Nacional de Cataluña se conservan las invitaciones al té, que en su parte
posterior, contienen una serie de nombres, que suponemos constituyen la lista de invitados
al mismo, así como notas manuscritas de aquellos que no pudieron asistir al evento.
Algunos de los nombres destacados que aparecen en ellas, son: Benita Asas Manterola,
545
Victoria Kent, Luisa de Gorostidi, Mabel Pérez de Ayala, Trudi Araquistain, Concha
Espina, María de Hazas, Pilar Navarro, etc. Gracias a estas invitaciones conservadas
conocemos también el menú del agasajo: Té, café, chocolate, sándwiches, churros
madrileños, patisserie parisiense, biscuit glace boheme y Jerez.
1215 Cabeza, F., “Escritoras españolas. Beatriz Galindo”, La Unión Ilustrada, Málaga, 15-7-
1923, p. 8.
1216 The Saturday Review of Literature, 18-4-1925, p. 696: “Esta novela de Isabel O. de
Palencia, quien está en nuestro país en una gira de conferencias por distintas
universidades, no dejará de suscitar debate. Tratando como lo hace de la influencia de la
herencia, será uno de los primeros impulsos a una campaña sanitaria que acaba de empezar
en España. ¿Debía haberse escrito El sembrador sembró su semilla? ¿Debía haber sido escrita
por una mujer? Aquellos que crean que debe favorecerse el conocimiento de un mal y sus
consecuencias para que sea erradicado, afirmarán que la Señora Palencia ha conseguido un
noble trabajo contando la historia de Mónica y Felipe. Desafortunadamente, hay en todas
partes tipos como los protagonistas, que llevan vidas desgraciadas y engendran hijos que
heredan el mismo mal, no solo en España, sino en todo el mundo. El estudio de la higiene
no es todavía tan común como debería para disuadir a las huérfanas y necesitadas Mónicas
de casarse Felipe, rico pero enfermo, tipo que se puede encontrar en cualquier ciudad,
incluso en un país preparado como el nuestro. Felipe, el devoto hijo de unos padres que
habían hecho dinero con el comercio, cortejó a Mónica, y el noviazgo había sido apoyado
por el padre y la tía de Mónica con quienes vivía. Todo ocurre en Andalucía, y a medida
que la historia se desarrolla, con las fascinantes descripciones del paisaje, con el retrato de
la vida en los pueblos pequeños y las pintorescas quintas o haciendas, el que ha viajado a
España revive sus impresiones. La historia comienza como un simpático cuento sobre la
vida española, y a medida que avanza, aumenta en intensidad y se convierte en una
tragedia potente. Revela de manera dramática una intensa pasión de amor maternal. Por su
índole poco convencional, no se le podrá nunca calificar deshonrosamente como
victoriana”.
546
1218 Lohengrin de, C., “Frívolas. Beatriz Galindo”, Excelsior, México, 1-6-1928. Archivo
Nacional de Cataluña. Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith, Inventario núm. 687,
Registro 1812. Había sido invitada por la Institución Hispano-Cubana para impartir una
serie de conferencias. La autora participó también en un mitin de la Sociedad Española de
Abolicionismo que defendía la necesidad de establecer leyes que penaran la transmisión de
enfermedades. Vid. “El delito sanitario”, La Libertad, Madrid, 16-3-1926, p. 5.
1219 Archivo Nacional de Cataluña. Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith, Inventario
Por último, nos referiremos a una de las tías de la autora, cuya firma resulta
ilegible, que ensalzaba la descripción de la maternidad y el parto que “están
descritos tan admirablemente y con tanta realidad que llegan a todas las
inteligencias y puede conmover cualquier corazón”.
1220 Matilde Eiroa apunta que en una carta de 22 de junio de 1959, enviada por Isabel
Oyarzábal a su amigo Luis Araquistáin (conservada en el archivo del autor), la autora
financió parte de la edición. Cfr., Eiroa San Francisco, M., Isabel de Palencia. Diplomacia…,
op. cit., p. 141.
1221 Bados Ciria, C., “Isabel Oyarzábal Smith: la escritura como…”, art. cit., pp. 125-147.
1222 Martínez Gutierrez, J., Las intelectuales de la Segunda República…, op. cit., p. 46.
1223 Arias Careaga, R., Escritoras españolas (1939-1975): poesía, novela y teatro, Madrid,
1960. Dice estar dividida en cuatro partes, con un prólogo y un epílogo. En el año 2005 la
novela fue reeditada por la editorial Mono Azul y es la versión a la que vamos a hacer
referencia.
1227 La autora pasaba temporadas en la casa familiar de Alhaurín. Su conocimiento del
1228 Oyarzábal Smith, I., En mi hambre mando yo, Madrid, Mono azul Editora, 2005, pp. 20-
21.
1229 A fin de evitar excesivas notas en este apartado, todas las referencias a la novela En mi
-Tú ambicionas el tener tierra porque ella puede darte pan -dijo hermano
Juan- de modo que viene a ser igual: hambre de comida.
-No lo es… No lo es…-gritó Antonio- yo no quiero que la tierra me dé nada.
La quiero por lo que es. Porque está ahí para que se la abra en surcos y la
fecunde el sol y el arado permita que entre en ella la semilla para luego dar
fruto y eso -dijo con infinito desprecio- es lo que “el amo” no deja hacer. ¿Para
qué la quiere entonces? ¿Por qué no deja que hagan otros lo que no hace él?
¿Por qué no nos la da a mí y a otros para labrarla? Usted dice que cree en
Dios. ¿Hizo Dios las bardas que rodean a las tierras? ¿Hizo las leyes que a
unos dan y a otros no? A mí me parió una mujer como una mujer parió al amo
y los dos nos pudriremos algún día de la misma manera. ¿Por qué no es lo mío
lo que no quiere él? ¿Lo que a él le sobra…? […]
Levantó los ojos y [Diana] se dio de repente cuenta de que algo indefinible
y misterioso, un lazo, una corriente de súbita comprensión, la unía a Antonio y
los lanzaba a entrambos hacia la misma meta” (p. 34).
Nacional de Cataluña.
554
Don Jaime era otro tío de Diana, hermano de don Clemente, un hombre bien
posicionado que llegaría a tener un puesto importante a raíz del alzamiento militar.
Era completamente opuesto a don Clemente, caracterizado este como un hombre
de ciencia, una mente científica que opinaba que había cosas que importaban más
que el dinero y que había necesidades más hondas que la falta de pan. (p. 69). Así se
expresaba ante la insistencia de su hermano de que comercializase unas fórmulas
que le harían muy rico. Finalmente, claudicó y las vendió, lo cual favoreció de
manera decisiva a los intereses políticos de su hermano y provocó una espiral de
locura y desequilibrio en el anciano.
Don Jaime personificaba la posición más reaccionaria, contraria a que la situación
de miles de campesinos cambiara. En una ocasión se había reunido con tres
campesinos que clamaban por la tierra, mientras él se reía:
“No obstante, lo que le decían no era para inspirar risa. Que la situación era
grave y que los trabajadores tenían ‘hartura de hambre’.
-Es mucha hambre ya…-le repetían.
-Pues nada, yo veré a los diputados por este distrito, los reuniremos y veremos
lo que puede hacerse.
¿Los diputados…? ¿Todos…? No le creyeron. De sobra conocían las
martingalas con que el jefe político de don Jaime trataba de evadir los
compromisos adquiridos en las campañas electorales.
-Lo que querríamos que nos dijesen esos diputados amigos de usted, es cuándo
van a permitir que se repartan las tierras.
Por el rostro de don Jaime pasó un gesto de incredulidad que se convirtió en
otro burlón. [...]
Diana sintió un profundo dolor, ansias de llamarles y de estrechar sus
manos; pero se detuvo y se volvió a mirar a don Jaime, que en aquel momento
se le antojó más que nunca la personificación de la buena vida”. […]
“-Están en juego muchas cosas de interés -dijo de pronto- y necesitamos
dinero.
-¿Qué cosas?
-El orden y la prosperidad de España; el bienestar del pueblo y, sobre todo, la
propiedad privada.
-No comprendo…
555
-¡Claro! Eres mujer…-insinuó su tío como si ello fuera suficiente disculpa para
aquella ignorancia- y has vivido alejada de nuestros centros políticos; pero no
puede ocultarse a tu buen juicio, que hay gran inquietud en todo el país. […]
-Sin embargo -interrumpió don Jaime- no es posible ignorar que nos hallamos
al borde de un abismo. -Luego muy serio, agregó-: Escucha Diana, ha llegado
el momento de que hagamos algo. Se acerca la hora de que nosotros, los
hombres fuertes, inteligentes y enérgicos nos encarguemos de dirigir el país.
Para ello estamos dispuestos a los mayores sacrificios. Se trata de la sagrada
causa de España. […]
Lo único que puedo adelantarte es que hay preparado un alzamiento y se
necesita mucho dinero” (pp. 77-79 y 89-90).
que con ellos celebrara en casa de don Clemente, y que correspondía a la que
según se decía estaban adoptando los campesinos de otros lugares del país.
‘Ingratos, levantiscos, soberbios…’ había dicho y luego: ‘Quieren ser los amos
y no tienen ellos la culpa sino quienes los soliviantan, quienes les prometen
que se les dará la tierra’. […] ¿Por qué no habían de tener tierra los que la
deseaban? ¿Por qué aquellos labriegos de blancas camisas y requemada piel
tenían, por fuerza, que padecer hambre? (p. 86).
Don Jaime y los suyos se oponían a estas reformas, pues les molestaban las
reivindicaciones de los campesinos y la posible nacionalización de los bancos. En el
ánimo de la gente, se había instalado la creencia de que si Falange perdía las
elecciones habría guerra. Frente a la opción conservadora, para quienes la
izquierda era “la canalla” (p. 130), se levantaba un sentimiento de adhesión a la
causa republicana que era representado por Diana, y que nuestra autora comparaba
con el amor maternal:
“¿Ella? ¿Qué podía hacer? Todo. Lo podría todo; porque súbito sintió nacer
dentro de sí una fuerza inesperada y desconocida. Una fuerza que era a la vez
tierna y firme. “Como el sentimiento maternal” se dijo. Amor de madre no por
una sola criatura, sino por algo vasto e impalpable que la hacía creerse
invencible. Ese sentimiento parecía unirla más íntimamente a Ramón” (p. 143).
1232 Oyarzábal de Palencia, I., I must have…, op. cit., pp. 120-121.
557
En los capítulos VI y VII se producía una elipsis narrativa de varios meses, que
colocaba la acción en el desarrollo de la guerra. La autora se centraba, al comienzo
del capítulo, en los bombardeos alemanes que castigaban a la ciudad de Madrid:
“Los aviones de bombardeo alemanes, al servicio del general Francisco Franco,
hacían certeros blancos a diario en la antes risueña capital española” (p. 149). Tal
como había pronosticado uno de los personajes de la obra, Don Jaime había dado
dinero a la Falange y ya era uno de sus prebostes que se encontraba en Salamanca,
una de las ciudades bastión del ejército rebelde.
En el capítulo siguiente, el gobierno republicano ya estaba en Valencia. Isabel
Oyarzábal recreaba también la milagrosa resistencia de la capital madrileña, en la
que sus habitantes se mostraban esperanzados, a pesar de la amenaza y de la
escasez de medios para combatir. Lo cierto era que la República estaba siendo
defendida con uñas y dientes por los demócratas que carecían de cualquier ayuda de
los países extranjeros, mientras ya habían aterrizado las tropas procedentes de
Marruecos y cuyo ataque había sido impedido por el pueblo madrileño:
-Y lo estamos haciendo casi solos -exclamó-. Cierto que en todos los países
hay muchos simpatizadores con nuestra causa, miles de seres que tratan de
aliviar los sufrimientos de nuestro pueblo con envíos de comidas y
medicamentos; incluso hay quienes toman las armas y se unen a nuestras
tropas formando una Brigada Internacional y muchos de ellos han muerto;
pero ¿los Gobiernos? Salvo México, todos nos han abandonado. Es
vergonzoso el que países que se llaman demócratas, se nieguen incluso a
dejarnos adquirir las armas a las que tenemos derecho por la ley internacional”
(pp. 164-165).1233
1233 Isabel Oyarzábal inició una gira por Estados Unidos en octubre de 1936, acompañada
de Marcelino Domingo y el padre Sarasola, con el fin de recabar apoyos para la República
española.
558
A pesar de las dificultades, de la situación dramática que les tocaba vivir, de las
penalidades a las que tenían que hacer frente en el cotidiano vivir, los madrileños se
mostraban generosos y gallardos:
“Nunca como entonces, se había mostrado la gente tan generosa. Lo que era
de unos era de todos, ya fuese ropa, comida, utensilios de casa o leña. […] Los
combustibles faltaban a tal extremo que había que apelar a los medios más
primitivos e inesperados para poder guisar. Hasta estiércol seco se empleaba a
veces al objeto de conseguir una llamita sobre la que colocar el menguado y
pobre guiso. […] Admiraba verdaderamente el que dado el frío reinante, las
gentes no asaltaran las bibliotecas públicas, ni quemaran los muebles de las
casas que habían quedado abandonadas.
Los ateridos habitantes de Madrid se mostraban en verdad respetuosos con
exceso para los enseres caseros de aquellas personas que habían salido de
España, luego de poner a salvo sus fortunas, sin preocuparse de la suerte que
pudieran correr los que quedaban atrás.
A tal punto llegó, en fin, la escasez de combustible en Madrid, que tan pronto
como terminaba un bombardeo, las gentes se lanzaban a la calle para recoger
la madera, todavía humeante, de los edificios destruidos por el ataque aéreo”
(p. 172).
¡Dios! ¡Hay que pensar en lo que están aguantando en ese frente del Ebro. Y
resisten todavía; pero ¿qué más se va a hacer sin medios, sin artillería ni
aviación?” (p. 193).
Finalmente, Barcelona, que era, sin duda, uno de los últimos bastiones
republicanos, cayó en manos fascistas. A la derrota se unió el bloqueo de armas en
la frontera francesa, lo que provocó que la lucha fuera aún más desigual e injusta:
“Ramón se hallaba en Albacete cuando llegó allí la noticia de la caída de
Barcelona. Comprendía que, con ello, la situación se agravaba mucho, pero no
creía que, necesariamente, hubiese de ser el fin de la guerra. Madrid y Levante
podían resistir, por lo menos, seis meses más, siempre que los leales recibiesen
las armas y aviones que Francia tenía detenidos en la frontera” (p. 207).
1234 Tanto Isabel Oyarzábal como Constancia de la Mora ejercieron como periodistas,
traductoras y corresponsales a favor de la II República. Vid. I must have liberty de nuestra
autora, Mora, C., de la, Doble esplendor, op. cit., Quiles Faz, A., “Dos mujeres modernas…”,
art. cit., pp. 93-117.
1235 Oyarzábal Smith, I., En mi hambre…, op. cit., p. 285: “Como que parece ser -añadió en
voz baja- que los que detienen a los republicanos y los mandan matar son los de esa policía
alemana que no sé cómo les llaman.”
561
Esta disyuntiva había sido expresada con anterioridad por la autora respecto a su
propia vida en Rescoldos de libertad, pues había experimentado la sensación de que,
de alguna manera, los que se habían marchado habían abandonado la lucha aunque
esta hubiera sido infructuosa:
“Nosotros y todos los que escapamos vivos y libres hemos tenido que pagar un
alto precio. Durante años no se nos ha permitido habitar en nuestra tierra
natal. Algunos nunca volverán. Pero el más alto precio es el sentimiento,
latente o activo en nuestros corazones, de que abandonamos a España”.1236
enterramiento. ‘En una barranca con otros’, le habían dicho unos confidentes y
en seguida su propia salida de España para preparar a Diana y acompañarla
para su futura residencia en México.
Poco tiempo después se instalaban Diana y Sagrario en la bella y luminosa
capital del único país del mundo que había mantenido y seguía manteniendo
las leyes internacionales en lo referente al conflicto de España. ¡México!, sí;
¡México! Allí había dicho Ramón que fueran… allí donde quería que naciera lo
que él había depositado en sus entrañas. ¡Su hijo! Y así fue…” (p. 347).
Por otro lado, los personajes de la novela están perfectamente dibujados y, entre
ellos, es destacable la figura de Sagrario, miembro de la Falange, movimiento
político que merecía toda la repulsa de la autora 1237 y que, sin embargo,
personalizado en la hermana de Ramón, se humaniza y adquiere significación al
contraponerse a la figura de Ramón quien sostenía ideas totalmente antitéticas a
las de su hermana. De alguna manera, Sagrario ahondaba en la idea de la guerra
fraticida.1238
Sagrario aparecía en escena en la segunda parte de la novela para ayudar a su
hermano, pues dada su posición dentro del partido, podía ofrecerle cierta cobertura
para no ser descubierto por los correligionarios del movimiento, quienes eran sus
propios compañeros. Se sentía consternada por la terrible represión que sufría el
bando republicano después de la derrota, puesto que la prosperidad que habían
prometido los dirigentes del partido se había esfumado y solo existía miseria y
destrucción. Sagrario se mostraba avergonzada de lo que ella llamaba “el fracaso de
la victoria” (p. 272). Aún así no culpaba exclusivamente a los “directores del
movimiento”, sino a la policía alemana que infligía crueles escarmientos a los
derrotados. Para Sagrario, la Falange se había fundado para servir al país y
confesaba que muchos de los afiliados a la causa se habían apartado de ella y otros
muchos la habían traicionado (p. 328). Tal era su descontento, que Ramón le pidió
que les acompañara al exilio:
“-Pero ¿para qué quedarte aquí? El movimiento ha fallado Ha fallado -
añadió- desde el punto de vista tuyo. Nada de lo que hoy se hace aquí es lo que
esperabas. El día menos pensado, España se ve envuelta en una guerra
Por último, la mayor preocupación de Sagrario era el hambre que había dejado la
guerra, el hambre que representa el tema principal de la novela:
“Sagrario tenía, por fuerza, que saber que la deuda contraída con los
alemanes y los italianos era causa de la horrenda pobreza y hambre de los
españoles. […] Lo que más me preocupa es el hambre -exclamó Sagrario
disponiéndose a marchar-. El hambre y el odio. ¡Si supieras lo que sufro viendo
565
Tal como ya se ha consignado, para Isabel Oyarzábal, el hambre era la causa que
hacía avanzar el mundo y esta se manifiestaba en múltiples facetas, muchas de las
cuales están representadas en cada uno de los personajes de la novela:
“Diana le dejó ir sin decir palabra. Se había marchado con su hambre. ¿Sería
verdad lo que había dicho?... Sí… era cierto que las gentes padecían de afanes
y hambres distintas… Los labriegos de Alhaurín tenían hambre de pan,
Antonio de tierra, don Clemente de ciencia. Jaime de poder y Lucas de dinero.
¿Y Lucila? Lucila estaba hambrienta de amor carnal. ¿Ramón? Antonio lo
había dicho. Ramón estaba hambriento de justicia y quizás Sagrario
también…a su manera; en cambio otras personas que estaban hartas, solo
tenían miedo, como tía Dolores y sus hijas y muchas más. ¿Y ella?, Diana ¿de
qué tenía hambre?
Aquella extraña sensación dolorosa que con frecuencia experimentaba ¿a qué
obedecía? Era hambre de Ramón o de otro ser más vago, impalpable. Un ser
que podría provenir de Ramón. Ser él y no él…Diana no quiso en aquel
momento pensar más en ello” (p. 159).
Otro personaje digno de mención es Vicenta, la nana de Diana que llegaba a ser
una segunda madre para la protagonista. Vicenta se podría comparar con el
personaje de doña Rosario en El sembrador sembró su semilla y representa la figura
maternal y cierta sabiduría popular, junto a la tozudez que en ocasiones adornaba a
este tipo de mujeres de gran carácter y escasa formación.
Otro de los personajes más destacados y que más simpatía provoca en el lector es
Antonio, por su verdad y la sabiduría de sus palabras y gestos. Era Antonio quien
explicaba la tesis de la novela:
“En mi escasa sabiduría he llegado a la conclusión de que no hay más que
una cosa en el mundo que haga valientes a los hombres. Y a las mujeres
también. Una cosa que nos empuja hacia adelante sin temor y hasta sin pensar
si se podrá perder.
-¿Y qué es eso? -preguntó Vicenta que asistía a la conversación y estaba
deseando meter el cuezo.
- Pues es…el hambre…
-¡Ave María!... ¿El hambre? ¡El hambre mata, Toñico!- exclamó Vicenta.
-No; el hambre nos empuja para adelante y sólo cuando queda satisfecha se
siente miedo. ¿Por qué están siempre asustados los ricos y los que están
hartos? Pues porque no tienen hambre. En cambio el hombre que no tiene que
567
comer se expone a todo. […] Sólo que… -añadió Antonio- hay muchas
hambres. Y no es la peor la que pide de comer. Yo, por ejemplo, no le pondría
la mano encima a nadie por llenarme la barriga. En cambio, cuando pienso en
la tierra me vuelvo loco. […] Y mientras las gentes tengan hambre, habrá
lucha y habrá odio-prosiguió-porque hay hambres que pueden quedar
satisfechas, pero otras… […] -Si quedaran satisfechas todas las hambres… -
¿Y cuándo será eso, señorita Diana? Si llegase ese día no se lucharía porque
habría justicia y el hambre de justicia es la que más hace sufrir de todas. Eso
tardará en llegar pero cuando sea se lo deberemos a los que han sabido mandar
en su hambre. A los que no traicionaron su conciencia. A los que fueron más
grandes y más fuertes que su hambre y porque no se entregaron a ella y no se
quedaron hartos, no tuvieron nunca miedo” (pp. 157 y ss).
Ramón había conocido a Diana después de haber salido esta del internado y había
iniciado una relación que era mal vista debido a sus ideas. Como sabemos, la pareja
había roto y vuelto a encontrarse tiempo después de que Diana hubiera enviudado.
Ambos siguieron unidos hasta el final de la vida de Ramón, aunque muchas veces
separados por la lucha política del protagonista. El hambre de Ramón era hambre
de justicia, libertad y humanidad:
“-Te diré- contestó Ramón, luego de reflexionar- lo que siento por ellos y
por ti es en cierto modo lo mismo y al propio tiempo diferente. No sé
explicarme bien. Cuando de ti se trata, eres toda tú, tu alma y cuerpo lo que
deseo. Cuando pienso en…-dijo remendando la frase de Diana- ‘esa gente’ lo
que me embarga, lo que me domina y corroe el corazón es su hambre” (p. 120).
569
Para Ramón, Diana se hallaba entumecida por todas las ideas que le habían sido
inculcadas. Sus palabras se podrían extrapolar a la mayoría de las mujeres de la
época:
“-No sé lo que me pasa- murmuró Diana.
-Yo sí. Estás toda tú hecha un nudo. Has tenido atado el cerebro, la voluntad y
el corazón a la voluntad, el cerebro y el corazón de otras personas, y el único
remedio es que te desligues totalmente de todas ellas.
-¿Yo?
-Si nadie puede hacerlo por ti, ¿por qué permites que seres ajenos traten de
imponer su criterio al tuyo? Nadie sino tú puede ser responsable de lo que
hagas” (p. 118).
En ese momento, Ramón fue retenido y sospechaba que sería fusilado junto con
otros de los republicanos que esperaban a un barco que nunca llegó. Quiso hacer
llegar a su familia el reloj de su padre y preguntó cómo y, por fortuna, al nombrar a
Don Jaime de la Vega, marido de su hermana, fue liberado inmediatamente.
Este hecho, junto con el sentimiento de derrota por la pérdida del último bastión
republicano en Valencia, provocó una reacción entre la aflicción, el coraje y las
ganas de lucha por la libertad. Este sentimiento podría extrapolarse a todos
aquellos que habían luchado por ella:
“Con ímpetu arrollador surgió de pronto dentro de su ser el instinto de
conservación. Había escapado hasta entonces; pues bien, afrontaría lo que
fuese, lucharía, se defendería y lograría, tal vez, la libertad. ¿La libertad?
570
Aquella palabra trajo consigo el recuerdo punzante de los que, hasta hacía
poco tiempo, habían estado con él y habían seguido su camino hacia la muerte.
¡Ah, no! Aunque él se salvara no podría ser feliz nunca ya. Nunca; porque no
serían ellos los únicos; había cientos y cientos de miles, los que por diversos
caminos serían conducidos a los campos de la muerte. ¿No sería preferible
morir también? No tener que seguir viviendo con el peso de tales recuerdos”
(p. 249).
1240 Ibidem, p. 49. Sobre la visión de la solterona en la sociedad de la época, véase Quiles
Faz, A., “Soltera tenía que ser: una imagen…”, art. cit. pp. 185-201.
1241 Capdevila-Argüelles, N., “Isabel Oyarzábal…”, art. cit., p. 11 y ss.
572
Pero Diana sufrió también en propia carne el hambre física en los peores
momentos de la guerra en Madrid y observó, conmovida, cómo quienes la
rodeaban, padecían más hambre aún:
“¿Que qué hay…? -contestó Diana con pasión- ¡Hambre… ama, hambre…!
¡Solo que tú no te das cuenta! […] ¡Qué espantoso tener esa hambre! -dijo
Diana mientras los beneficiados por su generosidad se retiraban a toda prisa”
(pp. 299 y 341).
El exilio para Diana, como para tantos y tantos hombres y mujeres suponía la
libertad, pero también la pérdida de identidad y raíces: “Claro es que, en su caso,
esa libertad no suponía el volver a lo suyo. Significaba el destierro” (p. 328).
A pesar del dolor, los exiliados mantendrían la esperanza de volver a la tierra por
la que lucharon. Sagrario estaba convencida de que su hermano volvería algún día,
“España necesita de hombres como él” (p. 328). Y así, en el párrafo final de la
1242En este sentido, Soledad, la otra madre de la historia, con gran dignidad, expresaba, al
igual que lo hiciera la autora en su autobiografía, sus temores por el incierto futuro del hijo:
“-¿Mi hijo? ¿Este?- dijo golpeándose el vientre-. No quiero tenerlo. ¿Lo oyes? ¿Crees que
merece la pena tener un hijo para que lo maten? Te digo que no quiero tenerlo. No
quiero…no quiero…” Ibidem, p. 208. Texto que se podría comparar con I must have liberty,
donde la autora recordaba los sentimientos que le había inspirado el nacimiento de su hija
Marissa: “Solía mirar a la cunita con su pequeña ocupante y pensaba que, como mujer, mi
niñita tendría que superar, quizá, grandes pruebas. Tendría que sufrir el dolor para dar
vida, pero, al menos no estaría obligada a perder su vida para dar muerte a otros en la
guerra.” Oyarzábal de Palencia, I., I must have…, op. cit., p. 69.
Pero Soledad, el personaje más desafortunado y desposeído de la novela, también alude a
la dignidad que todo ser humano debe tener: “¿Tú crees que está bien que algunos tengan
nombre y otros no?” (p. 190).
573
destacaba el valor humano de los personajes de una obra que debía ser leída por los
desterrados como “recordatorio espiritual, como un revulsivo que haga tengamos
presente lo que no debemos olvidar.”
En una reseña posterior se daba cuenta del homenaje en el que la autora había
agradecido con unas palabras las del doctor d’Harcourt y se enumeraban a los
asistentes al acto: José Luis de la Loma y esposa; el ingeniero Felipe C. Mauriño,
Arturo S. de Calzada y esposa, Luis de Tapia, Daniel Tapia y esposa; Álvaro
Custodio, doctor José García Borrás, profesor Manuel Castillo e hijos: Hernández
Barroso, Manuel Díaz de Lizaúr y esposa; licenciado Manuel Álvarez del Río,
doctor Acosta y esposa: doctor Palencia, doctor Alaña Hez, Bernardo Giner de los
Ríos, doctor Somolinos y esposa y otros muchos.
Las reseñas de la obra coincidían en destacar la humanidad de los personajes, así
como la emoción y la vida que surgían de las páginas de la novela. También se
subrayaba que el argumento de la novela mostraba la retaguardia de la guerra, la
vida de aquellos que habían sufrido su desarrollo y consecuencias y que la
importancia de la novela radicaba en el hecho de mostrar la lucha de un pueblo, y
aunque escrita veinte años después, una lucha que no debía ser olvidada.
En la misma línea se expresaba la reseña aparecida en el Suplemento de El
Nacional en la que se destacaba que la obra constituía una acusación contra el
régimen que esclavizaba a España. También se subrayaba la maestría de la autora
en las descripciones y el diálogo que había sido capaz de transmitir emoción a
través de la acción y agradecimiento hacia México, único país que había respetado
las leyes internacionales en lo referente al conflicto español. En mi hambre mando yo
estaría entre las obras más importantes sobre la tragedia republicana española.
“Se ha dicho que la historia la escriben los vencedores; esto podrá ser de
aplicación a la historia oficial, pero afortunadamente también los vencidos
pueden escribir la historia, como en este caso, y dejar oír su voz de verdad en
contra de la falsedad de los que, atropellando la razón, quieren sin embargo
decir que cuentan con ella, que tal fuerza tiene”.1244
maestra los hechos de los que había sido testigo y había sabido imprimirles la
fuerza necesaria, dotando a los personajes de gran humanidad.
Otras críticas se habían mostrado menos entusiastas con la novela, aunque no
podían sino reconocer su mérito. Así, el suplemento de Novedades (27-6-1959),
reconocía la sobriedad y equilibrio en la narración de ciertas escenas, aunque
consideraba que se trataba de una novela de corte tradicional y que los
protagonistas a veces actuaban con cierto engolamiento teatral. El periódico
Excelsior (11-7-1959), calificaba la obra de romántica y sostenía que su final
imprevisto imprimía un rasgo trágico en una novela ya trágica. La última crítica de
la que nos ocupamos clasificaba En mi hambre mando yo dentro de las novelas
amorosas, reconociendo la valía de los personajes que exhalaban el heroísmo de
aquellos que estuvieron en la retaguardia de la población civil.1245
Los amigos de la autora que valoraron la novela fueron numerosos. 1246
Destacaremos algunas de las cartas que le escribieron, bien por la notoriedad del
remitente, bien por el interés propio de la valoración. La primera de ellas es una
misiva de José Bergamín fechada en enero de 1946 (trece años antes de la
publicación del libro), con membrete de la editorial Séneca que él mismo fundó, en
la que hacía una concienzuda crítica a la obra, y en concreto a los personajes. A
Bergamín, Sagrario le parecía estar pintada con mucha más viveza y simpatía que
Ramón, quizá como un reproche involuntario de la autora hacia la causa
republicana. Pese a ello, “…su lectura [le hizo] el efecto del sol cuando nos abre
antiguas lesiones cicatrizadas reavivándolas. Y esto, bueno o malo, me parece, en
este caso, sobre todo ahora, en vísperas de nuestra vuelta a España, eficacísimo”.
A su vez y por su curiosidad, destacamos también un fragmento de la carta
remitida por Miguel de Molina considerando la autenticidad de los caracteres y
situaciones planteadas en la novela:
“He gozado y he sufrido por la gran similitud de situaciones exactas vividas
por mí. Sus personajes maravillosos, encuadrados de mano maestra, mi
preferido a pesar de ser episódico Antonio, de una autenticidad que inunda
ternura a pesar de su seca reciedumbre. […]
Cataluña. Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith, Inventario núm. 687, Registro 1812.
576
Por su parte, la escritora Margarita Nelken señalaba en una carta fechada el 4-8-
1959, la emoción que le había producido “la evocación tan nuestra y tan de lo
nuestro” que brotaba de cada página de En mi hambre mando yo. No solo la
consideraba una buena obra, sino una obra buena, pues revivía una situación que
merecía recordarse y obtener la adhesión de cuantos llevaban dentro una España
que perduraba a pesar de aquellos que habían intentado desvirtuarla y venderla.
La esposa de Bernardo Giner de los Ríos destacaba, en una carta fechada el 1-7-
1959 desde Middlebury (Vermont), la verdad de los personajes, como figuras de
carne y hueso:
“Has logrado, mi querida Isabel, no solo mantener el interés creciente de la
obra desde la primera a la última página, sino pintar de mano maestra
ambientes tan opuestos como el de Alhaurín y el Madrid de la guerra y el
espeluznante de la noche de Alicante. Todo le llega a una al alma, porque lo ha
vivido, pero estoy segura que ha de llegar al alma de todo lector, por la belleza
de la exposición del tema y porque el tema, por desdicha, a nadie es ajeno.
Creo, Isabel que has escrito una gran obra y que has hecho también una buena
obra al recoger tan fidedignamente hechos y personas y estados de ánimo muy
peculiares”.
1247 Carta de Miguel de Molina a Isabel Oyarzábal, fechada en enero de 1955 desde Buenos
Aires.
1248 Es el caso de Matica, profesora de español en la universidad sueca y amiga con la que
coincidió en durante su estancia en el país escandinavo, que en una carta fechada el 1-10-
1959, además concluye: “al leer el libro da la impresión de que usted ha escrito no un par
de novelas sino un par de docenas”.
1249 Carta de Pedro Urbano González, fechada en México, el 18-7-1959.
577
11.3. Amellali
Se trata de un manuscrito inédito y que no ha sido citado hasta ahora en los
estudios sobre la autora.1251 De marcado carácter autobiográfico, comienza con las
siguientes palabras:
“Breve relato de un rancho situado en el estado mexicano de Michoacán base
de iniciación en los problemas de la tierra para quienes no habiendo nacido en
ella, obligados a salir de su patria se habían trasladado allá buscando un
refugio”.1252
1250 Tal es el caso de una carta firmada por Pablo, del que se desconoce el apellido, con
fecha de 20-1-1961, desde Ginebra.
1251 Amellali, ms., Archivo Nacional de Cataluña. Fondo documental Isabel Oyarzábal
“Lo que ahora a nosotros nos interesa es narrar las experiencias de una
familia arrojada a esta hospitalaria tierra mexicana por sucesos políticos que le
arrebataron con la libertad de pensar, su patria, su cuna y sus derechos” (p.
22).
1254 Experiencia vivida por el hijo de la autora, Cefito, quien fue confinado al campo de
1255 Parece evidente que, dadas las fechas consignadas en la narración, esta abarca al menos
una década de la vida de la autora, desde 1949, fecha en la que se adquirió el rancho hasta,
al menos 1961, última fecha que aporta la autora.
580
Son numerosas las alusiones a la tierra, lugar común tanto en la narrativa como
en la obra dramática de la autora. A ella se refería en un doble sentido, por un lado,
incluía distintas alusiones a la tierra como ser vivo que, a su vez, otorgaba vida y
por otro, aludía a la tierra mexicana que había proporcionado a la autora y a su
familia un lugar en el que plantar sus raíces. En este sentido, afirmaba que en el
exilio habían hallado un lugar “muy nuestro”, recordando, al tiempo, a aquellos
que, como ella, tuvieron que abandonar su tierra:
“Un lugar en tierra ajena en el que las raíces de nuestro origen y de nuestro
sentir perviven y renacen en pruebas fehacientes y en emociones que ayudaron
a formar su actual contextura y su esencia. […] Por lo que se refiere al propio
Estado de Michoacán en el que se halla enclavado Amellali, rico en
sustanciosos recuerdos y muy nuestro porque nada hay que tanto ate, o por lo
menos deba atar, los sentimientos posesivos como un trocito del ‘vasto mundo’
en el que uno pueda fincar su casa, chica o grande, modesta u opulenta pero
SUYA. […] Hoy en día existen millones de seres que por la fuerza del destino
se han marchado del lugar adonde debían de haber alcanzado madurez: que se
han apartado voluntaria o involuntariamente de la tierra que creían siempre
suya” (pp. 23, 65 y 177).
582
pues refleja la reconfortante seguridad del útero materno. Moi, T., Teoría literaria feminista,
Madrid, Cátedra, 1988, p. 126.
583
quedaran depositados los puñados de maíz portadores de las esperanza del mañana”
(p. 39).
Pero este no era el único plan de trabajo para la finca. El clima de Michoacán
brindaba la posibilidad de una “siembra ubérrima de vegetales y frutas” que, sin
embargo, no encontraban la demanda esperada en el mercado de Zitácuaro. Tras
un primer intento de criar gallinas, se decidieron a venderlas y, como en el
imperecedero cuento de la lechera, pero con un final diametralmente opuesto,
compraron vacas que posteriormente fueron excluidas de la actividad económica,
pues su leche no les proporcionaba beneficios, dado que la gente de la zona no
podía costearla. Más tarde criaron cerdos, otra vez gallinas, esta vez con las
condiciones adecuadas para el mejor desarrollo de la crianza y sembraron naranjos,
tomates, etc.
Las dificultades fueron siempre numerosas. A los intentos, a veces fallidos, de
nuevas actividades, se unían los reveses vitales. Así, por ejemplo, la postración en
cama de Alejandro debido a una afección reumática provocó que los sostenedores
del rancho perdieran, en cierta medida, su ilusión por él, aunque enseguida
renacieron nuevas esperanzas. Más adelante, confesaba que el rancho había sido
abandonado durante un tiempo por sus dueños, debido a varias razones, entre ellas
una enfermedad que afectó a Marissa (p. 132).
A pesar de ello, la vida del rancho se hallaba llena de la fuerza de las personas que
lo habitaban y trabajaban en él. Isabel Oyarzábal desvelaba detalles de la vida de
sus hijos y nietos, sin olvidar a los vecinos que ayudaban en las tareas agrícolas y
ganaderas: Silvestre Soto y su esposa Carmen, su hijo Beto y Juan Baca, el
hortelano.
Tampoco olvidaba a los amigos que les acompañaron en diversos momentos en el
rancho, en visitas que eran muy del agrado de los propietarios. Les frecuentaron
importantes personalidades tanto mexicanas como españolas. De ellas destacaron
las de Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí; Cantinflas, quien era oriundo de
Michoacán; el pintor, Rufino Tamayo quien les regaló un poco de tierra de España;
el doctor Santiago Villanueva y su esposa; Paquita Velasco; el arquitecto Arturo
Calzada y su esposa; Ramón Araquistáin, hijo de Trudy, quien había muerto en
Londres; la actriz de teatro mexicana Blanca de Castejón; la bailarina Tamara
Gavina; Julio Álvarez del Vayo; el poeta Emilio Petere, colaborador de la OIT;
Luis Buñuel y su compañera Jeanne; Gloria de los Ríos; Ricardo Téllez, ingeniero
586
También dedicó unas páginas a su nieto Jan, que había estudiado Medicina. Creó
un consultorio en San Felipe e instruyó a varias jóvenes para que ejercieran la
enfermería, organizó bibliotecas y salas de lectura en el pueblo, hechos por los
cuales era muy apreciado por los paisanos, quienes, cuando Jan dejó estas
dedicaciones le dedicaron un corrido, que la autora reproduce en el manuscrito y lo
interpretaron en su despedida del pueblo el 14 de diciembre de 1961 (p. 165).
587
Respecto a las reflexiones que vertió en la narración, hay que considerar que la
autora se encontraba en la etapa final de su vida -tenía alrededor de ochenta y tres
años-, una etapa ya de serenidad en la que, sin duda, la autora podía echar una
mirada retrospectiva y descubrir que, a pesar de todos los contratiempos y el dolor,
había cumplido con su deber:
“Si miles y miles de seres, invisibles para el hombre emiten día tras día
tenues vibraciones de esperanza, de dolor o desesperación los que aún cuando
nosotros carecemos de sensibilidad para advertirlo mantienen vivo el
ambiente, perforado y disuelto el silencio. Unidos están todos los elementos de
la creación. Nada ni nadie puede romper esa cadena. ¿Nuestro deber? Hacer lo
que el arroyo del rancho: avanzar cantando. La vida así sería más agradable
para los demás” (p. 97).
1258 La referencia a este sentimiento se halla reflejada en sus obras teatrales, Diálogos con el
dolor o en sus conferencias, como la titulada “La mujer en nuestro tiempo en el amor y el
dolor”, impartida en Cuba bajo los auspicios de la Institución Hispano- Cubana de cultura.
Cfr. Eiroa San Francisco, M., Isabel de Palencia…, op. cit., p. 107.
588
1259Isabel Oyarzábal fue miembro de la Liga por la Paz, enviada por España a la Liga de
Naciones y fueron numerosos los artículos que escribió sobre la paz mundial, como los que
escribió para los distintos periódicos con los que colaboró, de los que los titulados “El
feminismo y la paz” (El Sol, Madrid, 17-12-1917, p. 3) o “Apostillas al Congreso Católico.
No se ha hablado en él del más alto concepto de la moral cristiana: la paz” (Heraldo de
Madrid, 28-11-1929, p. 12), son solo dos de los muchos textos de la autora.
589
Justo es respetar este, dejar también en reposo papel y pluma y gozar de ese
inapreciable don que solo nos procura la sensación del deber cumplido, la
grata esperanza de que surgirán otros motivos para alejar de todos el excesivo
afán de quietud. Pero el aguijón de la conciencia no tardará en inquietarnos, en
presentarnos tentadoras ofertas de más conocimientos, más logros y… a la
postre nuevos descansos” (p. 163).
11.4. Alcayata
Alcayata es el título del cuento que fue publicado junto a las obras teatrales en el
tomo Diálogos con el dolor.1260 Se trata de una breve narración en cuya portada la
autora afirmaba que se trataba de: “La historia de dos almas que se equivocaron al
elegir morada corporal”.1261 Por su léxico grotesco y dramático, Concepción Bados
lo sitúa en la línea del naturalismo del siglo XIX.1262
El texto narraba la desgarradora historia de Basilio, un muchacho corcovado,
cuyo apodo desde la infancia es “Alcayata” por el defecto físico que le caracterizaba:
“El buen hombre [el padre] no sufría, por lo visto, en su orgullo paternal
ante el espectáculo que ofrecía aquel cuerpecillo desmedrado, encogido bajo el
peso de la enorme chepa entre cuyas protuberancias emergía, con dificultad, la
cabeza de pelos raídos y rostro envejecido prematuramente…” (p. 121).1263
1260 La obra apareció publicada con el mismo nombre en El Imparcial de Madrid, el 12-12-
1926, p. 6. Calificada como novela corta, su argumento es el mismo, aunque la autora no
desarrolló el final del relato, y en el caso que nos ocupa, los personajes de Basilio y Luisa
apenas comenzaron su noviazgo, cuando ella le mostró su predilección por Antonio.
1261 Oyarzábal de Palencia, I., Diálogos con…, op. cit., p. 120.
1262 Bados Ciria, C., “Isabel Oyarzábal Smith: La escritura…”, art. cit., pp. 125-147.
1263 A fin de evitar excesivas notas en este apartado, todas las referencias a Alcayata, se
Basilio no pudo aguantar más la visión y se marchó del lugar. Los pensamientos
le atormentaban, mientras la fiebre se apoderaba de su cuerpo:
591
1266 Palencia, I. de, Saint Anthony’s Pig, Nueva York, Longmans, Green and Co, 1940.
Edición en inglés que ha sido traducida por mí. El libro está ilustrado por Ceferino
Palencia y dedicado al nieto de ambos, Juan o Jan, como era llamado por la familia. El
contrato de los derechos del libro para la publicación tiene fecha de abril de 1940 y aparece
firmado también por Ceferino Palencia. Le pagaron por adelantado 100$ y cada ejemplar
se vendió por 75 centavos. Cfr. Archivo Nacional de Cataluña. Fondo documental Isabel
Oyarzábal Smith, Inventario núm. 687, Registro 1812.
1267 Era una costumbre muy extendida por los pueblos de España que aún perdura hoy en
día, por ejemplo en La Alberca (Salamanca). A esta tradición, la autora malagueña no era
ajena, pues en Málaga la tradición consistía en la cría de un cerdo durante un año y su
venta posterior para celebrar el día de San Antón, como se conoce a San Antonio Abad, el
santo protector de los animales, el 17 de enero. Cfr. Quiles Faz, A., Málaga y sus gentes…, op.
cit., p. 295.
593
que hablaban de que la vieja Antonia mataría pronto al cerdo y vendería su carne
por la que le darían mucho dinero. Ante los quejidos de los animales por la noticia,
Antonia salió de su casa y los animales, asustados, salieron espantados hacia la
cima de la colina. Pinky comunicó a sus compañeros su decisión de huir si es que
iban a matarle y acordaron que huirían todos. Después de todo, no se marcharon,
porque esa noche Duckie puso un precioso huevo marrón e hizo tanto ruido que
Antonia salió a ver qué pasaba. Cuando los vio allí a todos, los abrazó una y otra
vez y comprendieron que nunca había tenido intención de matar a ninguno de
ellos. Algunos días después, Pinky se convirtió en la madre de nueve cerditos.
Antonia mostró los cerditos con orgullo a los vecinos, cogió el lazo morado que
Pinky había llevado en su cuello y lo ató al llamador de la puerta, así todo el mundo
sabría que la buena suerte había llegado a ella a través del regalo del cerdo de San
Antón.
En los personajes de este sencillo cuento habitan los valores que la autora quería
transmitir a los más jóvenes lectores: la camaradería, la generosidad y la
solidaridad encarnados en unos personajes que, a pesar de presentarse
desprotegidos en la narración, se apoyaban y conseguían superar las circunstancias
más adversas. Así, Pinky que fue separado de su familia; Kitti, cuya madre no podía
proporcionarle alimentos; el pato Duckie, hambriento y huérfano y la solitaria
tortuga Slowpace, se ligaban a Antonia, que a pesar de su pobreza no dudaba en
proporcionar a los animales cobijo y alimento, constituyendo una suerte de familia.
Diversas reseñas del cuento aparecieron en periódicos de Estados Unidos, entre
ellas, la del Herald Tribune que destacaba el carácter alegre del relato y los dibujos
de Ceferino que ayudaban a crear para los niños la atmósfera de un pueblecito
español.1268
Por su parte, The Argonaut 1269 destacaba los mismos aspectos y Library
Journal1270 resaltaba que estaba escrito para ser leído en alto para niños de cuatro a
seis años, o de ocho, si lo quisieran leer por ellos mismos; The New York Times
reseñaba el libro con similares apreciaciones, mientras que The Boston Herald,1271
bajo una foto de Isabel Oyarzábal con otros autores, Hilda van Stockum, Richard
1268 “St. Anthony’s Pig”, Herald Tribune, Nueva York, 1-9-1940. Archivo Nacional de
Cataluña. Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith, Inventario núm. 687, Registro 1812.
1269 “This little pig”, The Argonaut, Los Ángeles, 13-9-1940. Archivo Nacional de Cataluña.
1270 Mullan, Eunice G., “Saint Anthony’s Pig”, Library Journal, Boston, 1-9-1940, s. p.
1271 The Boston Herald, Boston, 10-12-1940. Archivo Nacional de Cataluña.
594
1272 Palencia, I. de, Juan: son of the fisherman, Nueva York-Toronto, Longmans, Green and
Co., 1941.
1273 Se trata de novelas de formación, concepto al que remite el término, en las que el
El tío tenía una pequeña plantación de olivos, razón por la cual, los niños no
comenzarían inmediatamente a ir a la escuela, ya que habían de ayudarle en la
recogida de la aceituna. La autora demostraba su conocimiento sobre la vida rural,
como lo hiciera en otras obras, como En mi hambre mando yo.
Joselito, el primo de Juan, era muy aficionado a los toros, pormenor que
desencadenaría el desenlace de la historia. De hecho, estaba obsesionado con los
toreros y, en concreto admiraba, como todo el pueblo, a Don Alonso, dueño de la
1276 Fernán Caballero, años antes, había plasmado este ambiente beatífico de una familia
finca en la que su padre tenía el olivar, y que en su día había sido torero. Antonio,
portador de las ideas de nuestra autora al respecto, estaba en contra de la fiesta:1277
su madre le había enseñado que había que ser bueno con los animales. Ambos,
padre e hijo, mantenían la reiterada discusión en nuestro país acerca del asunto:
Joselito defendía que los toreros eran los hombres más valientes ya que a veces
morían a mano de los toros, lo cual se contraponía a las ideas de su padre.1278
Juan, mientras tanto, en su primer día de trabajo, había trabajado como el que
más, pues sabía que tenía que hacerlo si quería ser un hombre. Y los hombres que
trabajaban la tierra eran tan grandes y fuertes como lo eran los pescadores. La
reciedumbre y sobriedad de los hombres de campo se reflejaba en su alimentación:
a mediodía solían comer un poco de pan con aceite: “Con esto, y una granada y un
racimo de uvas y la bendición de Dios, podemos decir que somos afortunados” (p.
58).
Cuando volvió a casa, Juan entró cojeando y su abuela lavó sus pies con agua
salada mientras le decía: “Tu tío me ha dicho que has trabajado muy bien. […]
Quizá has averiguado para qué sirven tus pies” (p. 62).
Juan echaba de menos el mar y a los pescadores y no entendía a los hombres de la
tierra, pues solo hablaban de toros y toreros. Ante la admiración que don Alonso
despertaba por su valentía, el niño le había preguntado a Joselito si había salvado a
mucha gente de morir ahogada, pues eso era lo que se consideraba valiente en su
pueblo natal. Sin embargo, el torero era valiente porque se había salvado a sí
mismo miles de veces con una sola estocada de su espada. Juan no veía nada
valiente en el hecho de matar animales. Para él, su propio padre era la encarnación
de la valentía y ante estas dudas, el niño había preguntado a su abuela que, como
mujer sabia, conocía todas las respuestas importantes de la vida. Efectivamente, su
padre fue valiente y sabía para qué le había sido dado su corazón.
Juan vivió experiencias que nunca había vivido antes en El Olivar. Acudió al
pueblo vecino a ver la fiesta de la vendimia o celebró por primera vez la Navidad,
festividad para la que su tía Dolores hacía dulces que vendía a los únicos hombres
1277 De igual modo, Fernán Caballero era contraria a los toros, tal como lo expresa en La
Gaviota. Vid. La gaviota, Madrid Castalia, 1990, pp. 193-201.
1278 Isabel Oyarzábal era contraria a la fiesta de los toros y recordemos que perteneció a la
del pueblo que se podían permitir celebrar fiestas: el cura, el médico y el boticario y
ganaba así algún dinero que compartía con aquellos que le ayudaban. Fue a la
escuela también por primera vez, e incluso participó junto a Joselito la aventura de
“torear”, simulando una corrida de toros en la que Juan fue herido.
Tras cantar en una fiesta, el cura se fijó en él y le propuso ir a Sevilla, a la escuela
de la catedral, con el fin de entrar en el coro y convertirse en “seise”. Nadie en el
pueblo sabía lo que eso significaba y por ello su abuela creía que debía ser algo
importante. Juan le preguntó si volvería a ver el mar, quizá cuando fuera mayor:
“Juanito, tus pies te han llevado sobre la arena para tirar del copo y ayudar a
Pedro, y sobre los caminos y campos para ayudar a tu tío. Por eso pienso que
debes saber que te fueron dados para correr por los demás. Tus manos han
agarrado las amarras de los pescadores y han enganchado los bueyes para
Pedro y has limpiado de maleza los campos de olivos para Antonio y me has
llevado a la iglesia cada domingo. Por eso debes saber que tus manos están
hechas para trabajar para los demás. Tu voz… Debes averiguar ahora para
qué sirve. Es por lo que vas a Sevilla.
¿Y mi corazón, abuela? ¿Y mi corazón? Preguntó Juan.
¡Ah, eso será lo último que sepas!
Pero, ¿Cuándo?
Cuando lo sepas, serás un hombre” (pp. 121 y ss).
Juan marchó a Sevilla y fue acogido Don Andrés, quien era canónigo de la
catedral de esa ciudad. En Sevilla se sentía muy solo y era la primera vez que
pasaba tanto tiempo encerrado. Tan solo había congeniado con un viejo zapatero,
también llamado Pedro, que arreglaba zapatos en la parte trasera de la casa donde
Juan vivía y que le enseñaba muchas cosas. También encontraba afecto en la criada
de la casa, Eulalia, quien era muy buena con él.
Las lecciones de canto iban bien, y pronto tendría el honor de cantar en el coro el
día de la Inmaculada Concepción, en calidad de “seise”. Llegado el día de la fiesta, el
director del coro les dijo que era el mejor grupo de seises que había tenido jamás y
que Juan era el mejor de todos. En una carta de su abuela, escrita por el cura del
pueblo, le refería que Pedro el pescador conservaría su barca para Juan, porque
tarde o temprano, tenía que volver a su pueblo. Pero, ¿cómo iba a volver si estaba
en Sevilla y se esperaba de él que fuera cantante o canónigo? Decidió que tenía que
convertirse en un hombre y la única forma de hacerlo era averiguar para qué le
598
había sido dado su corazón. Cuando volvió a El Olivar en verano, todo había
cambiado. Se sentía muy solo y no le dejaban hacer lo que había hecho tiempo
atrás, porque ahora era un “seise”.
De vuelta en Sevilla, un día encontró que Joselito se había escapado y estaba en
su casa. José Manuel, uno de los hombres de la cuadrilla del torero Miguel
González, le había invitado a Sevilla para verle torear y retado a bajar a la arena.
Joselito estaba dispuesto a ello, pues no quería trabajar toda su vida en el campo,
como lo hacía su padre. Sería torero y Juan le acompañaría a la plaza, quien el día
de la corrida tuvo miedo al pensar en lo que iba a hacer, pero decidió que tenía que
ser valiente, pues seguramente eso era para lo que su corazón le había sido dado.
Joselito y él saltaron a la plaza, y, casi inmediatamente, les sacaron a los dos de la
arena. Un torero había sido herido por su culpa y la policía estaba decidida a
llevarlos a sus casas. Juan dijo que su casa estaba en Bellavista, a donde les
escoltaron, les dejaron en una posada y unos pescadores les acompañaron a la
aldea. Se acercaba una gran tormenta y lo primero que hizo Juan fue preguntar por
Pedro, que en esos momentos se encontraba en el mar en medio de la tormenta.
Juan sintió que debía ayudar a Pedro para que no terminara como su padre y, sin
dudarlo, se echó al agua, repitiéndose que debía tener mucho valor. Una ola cubrió
su cabeza y cuando despertó estaba en la cama, junto a la que se encontraba Pedro.
Este le preguntó por qué había arriesgado su vida, pero Juan solo quería tener
mucho valor y convertirse en un hombre. Pedro estaba seguro de que podría
manejar la “Santa María” mejor de lo que él lo había hecho. Antonio y Dolores
traerían a su abuela a Bellavista, pues nunca había sido feliz en El Olivar y ahora
vivirían junto al mar, pues Juan era ya mayor para cuidar de ella. Al día siguiente
se levantaría temprano para ayudar a tirar el copo, ya que había demostrado para
qué servía su corazón.
Es esta una novela de aprendizaje en la que el protagonista abandonaba
definitivamente la infancia, ayudado de otros personajes como Pedro, el pescador o
Pedro, el zapatero, pero sobre todo gracias a la figura de su abuela.
Se trata, sin duda, de una obra escrita para lectores de habla inglesa,
desconocedores de las costumbres más populares de nuestro país, la mayoría de
ellas relacionadas con el mundo rural. Así, la autora relataba los trabajos
relacionados con la cosecha de trigo, las celebraciones después de la siega (pp. 111-
112), las fiestas navideñas, tal como se vivían en las zonas rurales, la recogida de la
599
1280 Hartford, Conn. Courant, 31-8-1941; “Books for young people”, New York Herald
Tribune Books, 12-10-1941; “Spanish Fisherman’s Son”, Springfield Sunday Union-
Republican Springfield, Mass, 12-10-1941; Catholic University Bulletin, 31-10-1941; “For Boys
and Girls”, Tellegram Worcester Mass, 28-12-1941. Archivo Nacional de Cataluña. Fondo
documental Isabel Oyarzábal Smith, Inventario núm. 687, Registro 1812.
1281 “A Spanish Boy”, NY Times Book Review, 2-11-1941. Archivo Nacional de Cataluña.
Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith, Inventario núm. 687, Registro 1812.
1282 Palencia, I. de, “Spanish Harvest”, American Junior Red Cross News, octubre 1941.
1283 Palencia, I. de, Alexandra Kollontay, Ambassadress from Russia, Longman, Green and Co.,
Hay que tener presente también que este no era el primer acercamiento a la
figura de Alexandra Kollontay, pues ya habían sido publicadas las obras de Louis
Bryant, John Reed y Catherine Anthony sobre su implicación en la revolución rusa,
hecho que señalaba Isabel Oyarzábal en su obra, al tiempo que destacaba la
colaboración en la biografía de amigos de Kollontay, como el profesor Silva
Herzog, con quien la diplomática rusa coincidió en México.
La obra consta de dos partes, la primera de las cuales trataba sobre la infancia y
adolescencia de Kollontay a lo largo de cuatro capítulos, desde 1872 hasta 1905 y
1286 Las cartas que Alexandra Kollontay dirigía a Isabel Oyarzábal se encuentran en el
Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith, Inventario, número 687, Registro 1812, del
Archivo Nacional de Cataluña. Se extienden desde 1939 hasta 1948.
1287 Kollontay fue una de las pocas mujeres que aunaron feminismo y marxismo y la única
política bolchevique que los integró dentro de la lucha revolucionaria. Cfr. Paz Torres, O.,
“La ‘mujer nueva’de Alexandra Kollontay: aproximación a través de su biografía, Isabel
Oyarzábal Smith”, en Suárez Suárez, C. (ed.), Maternidades (De) construcciones feministas,
Oviedo, KRK Ediciones, 2009, pp. 91-108.
1288 La traducción es mía.
602
1289 Bados Ciria, C., “Isabel de Palencia y la escritura en México: la biografía de Alexandra
1978, p. 75.
1291 Palencia, I. de, Alexandra Kollontay…, op. cit., p. 25.
1292 Kollontay, A., Autobiografía de una mujer…, op. cit., p. 76.
1293 En este sentido, es curioso que la madre de Kollontay apoyaba a las autoridades
médicas que luchaban contra los corsés de las mujeres. Palencia, I. de, Alexandra
Kollontay…, op. cit., p. 27.
1294 Ibidem, p. 30.
1295 Ibidem, p. 28.
603
“Mis padres eran personas adineradas. En casa no había lujos, pero nunca
supe lo que significaba renunciar. Y sin embargo, veía cómo otros niños tenían
que renunciar; a este respecto, los que más pena me daban eran los pequeños
campesinos, por entonces mis compañeros de juegos (vivíamos casi siempre en
el campo, en la finca de mi abuelo, que era finlandés). Yo criticaba ya de
pequeña la injusticia de los adultos. […] Tempranamente adquirí clara
conciencia de las injusticias sociales que imperaban en Rusia”.1296
Su hermana, muy admirada por Alexandra, fue obligada a casarse con un hombre
de sesenta años, hecho que afectó enormemente a Alexandra quien, en 1893 se casó
por amor, lo cual constituyó un primer enfrentamiento a las normas sociales de la
época, por lo que significaba de desobediencia al padre y desatención a las
conveniencias sociales. Sin el consentimiento familiar, se casó con un primo
segundo, el ingeniero Vladimir Kollontay, del que tomó el apellido.
La rebeldía de la joven se dirigió, pues, hacia la lucha contra la injusticia social y
la mejora de la condición de la mujer, en una sociedad en la que esta se hallaba
desprovista siquiera de personalidad civil.1298
Oyarzábal apuntaba que Kollontay nunca fue muy aficionada a las cuestiones que
tradicionalmente se consideraban femeninas, como el matrimonio o el amor y que
prefería el estudio. En su autobiografía, precisaba que el amor y el matrimonio
estuvieron ahí, pero si se unía a alguien, un sentimiento inconsciente le hacía huir
para no perder su propio yo.1299
Al año siguiente de su casamiento, nació su hijo y afloraron las primeras
diferencias con su esposo. Sobre la maternidad, aclaraba que: “[...] aunque yo
misma eduqué a mi hijo con gran empeño, la maternidad nunca fue el punto central
de mi existencia”.1300
Alexandra Kollontay no quiso renunciar al cometido que creía tener y finalmente
decidió separarse de su marido en 1897. Se centró en el estudio de la Psicología
infantil y la educación, sobre lo que tenía sus propias convicciones: el desarrollo del
niño tenía relación con lo que le rodeaba y no con sus características innatas. Un
estudio sobre los principios de la educación apareció en la revista Educación.
Tanto, Isabel Oyarzábal en el relato de la vida de la revolucionaria rusa, como la
propia Alexandra señalaban como hecho decisivo en su vida la visita en 1896 a
Narva, una fábrica textil en Krengolm, que “decidió su destino”. Allí comprobó las
condiciones deplorables de doce mil trabajadores e hizo que se uniera a un grupo
de escritores interesados en las doctrinas marxistas, cuyo líder era “un joven
Lenin”. Todavía Alexandra no era marxista en el sentido estricto de la palabra,
pero creía que era la solución a los problemas que el capitalismo y la revolución
industrial habían provocado.
Tras una estancia en Zurich, donde junto con su amiga Zoja Sharduskaja estudió
Economía, Política y Estadística bajo la dirección del profesor H. Herkner, volvió a
Rusia y puso sus conocimientos al servicio del partido socialista al que se unió
oficialmente.1301
Sus escritos sobre Economía, en esa época, causaron sorpresa y confusión, pues
tuvo que convencer a la audiencia e incluso a algún editor, de que ella era la autora,
tan inhabitual era que una mujer escribiera sobre Economía.
Pasado el tiempo, su compromiso con la revolución proletaria en Rusia se hizo
cada vez más firme, a la vez que lo era también con su lucha por la emancipación de
la mujer. En 1906, formó junto con un grupo de camaradas el primer club para
mujeres de San Petersburgo. Tras la revolución de 1905, su actividad política se
incrementó. Afiliada ya al partido socialdemócrata, sin embargo, tomó conciencia
de lo poco que este se interesaba por el destino de las mujeres de la clase
trabajadora y por la liberación de la mujer. 1302 Después de la represión que
comenzó en 1908, se vio forzada al exilio, con el que daba comienzo la segunda
parte de la obra. Isabel Oyarzábal aseguraba que no solo escapó de la policía, sino
también de algo que podía ser más peligroso para ella: de las ataduras familiares y
de las tradiciones que estaban en franca oposición con los principios que había
adoptado. Viajó a Stuttgart, aparentemente como turista, pero en realidad, lo hizo
como delegada del Congreso Internacional de Mujeres Socialistas y de la
Conferencia Internacional Socialista y allí colaboró con el periódico Gleichheit de la
mano de Clara Zetkin.1303
A partir de ese momento creció la fama de Kollontay como oradora y pronto se
convirtió en uno de los más conocidos miembros del movimiento ruso. Viajó por
toda Europa defendiendo el antimilitarismo, difundiendo las ideas socialistas ante
la inminencia de la I Guerra Mundial y trabajando por la mejora de las condiciones
de trabajo y vida de las mujeres.
Fue después de la Revolución en su país, cuando comenzó la etapa de mayor
actividad política. El 8 de noviembre de 1917, después de la Revolución de Octubre
y depuesto el gobierno de Kerensky, se estableció un nuevo gabinete soviético y
Alexandra Kollontay fue nombrada comisaria de Bienestar Social, puesto que
desempeñó hasta marzo de 1918.
Kollontay empezó a trabajar, pero el Ministerio de Bienestar Social era
especialmente difícil de gestionar. Debía ocuparse de las pensiones de las viudas y
la asistencia de los inválidos de guerra, la caja de pensiones, los asilos de ancianos,
hospitales y orfanatos, talleres de fabricación de prótesis, clínicas de ginecología y
la administración de las fábricas de naipes, cuyos beneficios eran destinados para el
sustento del fondo de bienestar social.
Su tarea principal como comisaria del pueblo fue mejorar, mediante un decreto, la
situación de los inválidos de guerra, suprimir la enseñanza de la religión en los
colegios de chicas que dependían del Ministerio, trasladar a los curas a actividades
civiles, transformar los antiguos orfanatos en residencias estatales para niños, crear
los primeros alojamientos para pobres y niños vagabundos y organizar un comité
de médicos para elaborar un sistema de sanatorios gratuitos en todo el país. Pero el
trabajo que siempre consideró más importante fue la constitución legal de una
central para la protección de la maternidad y del recién nacido.1304
Otro de sus proyectos, que fue saboteado, fue la creación del Palacio de la
Maternidad. El Consejo de Comisarios aprobó una medida según la cual las madres
tendrían cuidados gratuitos antes, durante y después del embarazo. El proyecto
que estaría ubicado en un antiguo palacio, fue incendiado. Sus esfuerzos en este
campo despertaron, como otras muchas veces, los ataques contra ella y tuvo que
soportar insidias que hablaban de la “nacionalización de las mujeres rusas”. Los
huérfanos y escuelas públicas, fueron objeto de sus siguientes proyectos, pues
Alexandra aspiraba a que todos los niños en Rusia tuvieran una educación.
Uno de sus esfuerzos más importantes se concentró en la creación de un hogar
para los inválidos de guerra, para lo que encontró que el monasterio de Alexander
Nevsky era el lugar idóneo. Los simpatizantes del antiguo régimen y la Iglesia
montaron en cólera, a pesar de que los monjes estaban de acuerdo. Este hecho fue
utilizado por los contrarrevolucionarios contra los bolcheviques y los soviets.
Kollontay tenía además otras ocupaciones: era miembro de gobiernos locales,
primero, de la República de Siberia, después y Comisaria de Propaganda del pueblo
en el Gobierno Ucraniano.
Además de estas tareas y otras que tenía por delante, había una acuciante para
ella y, en palabras de Oyarzábal, era la de interesar a las mujeres rusas por la vida
pública.1305 No era lo que se suele llamar feminista, quería más bien que hombres y
mujeres trabajaran juntos como camaradas. Consideraba que, excepto en la
cuestión de la maternidad, las mujeres debían ser absolutamente iguales a los
hombres. Organizó el primer Congreso de Mujeres Campesinas y Trabajadoras, el
19 de noviembre de 1918, en el que Lenin dio un histórico discurso sobre los
derechos de las mujeres.1306 En este sentido, en junio de 1919, Lenin afirmó que en
ningún país se había hecho más por las mujeres que en un año de gobierno
comunista.1307
En un artículo en Pravda, el 6 de noviembre de 1919, Lenin afirmaba: “para
conseguir una completa emancipación de la mujer y hacerlas realmente iguales a
los hombres, se ha de conseguir una economía social y la participación de la mujer
en el trabajo productivo. Entonces la mujer tendrá el mismo sitio que el hombre”.
convocó congresos y conferencias, estableció las bases para el trabajo con las mujeres del
Este (mahometanas), organizó en Moscú dos conferencias mundiales de mujeres
comunistas y fue dictada una ley que eximía de castigo al aborto. Cfr. Kollontay, A.,
Autobiografía de una mujer…, op. cit., p. 111.
607
emanaba de lo profundo de la sociedad donde la lucha era muy dura y donde las
necesidades humanas de todas clases ejercían una presión lo suficientemente
poderosa como para que hubieran prevalecido maneras de pensar y sentir que
habían reprimido a las mujeres durante siglos. La acción colectiva, el sentimiento
de camaradería se desarrollaba más fácilmente entre las mujeres de la clase obrera
que entre las de la burguesía.
En palabras de Oyarzábal, que el ideario de Kollontay estaba en lo cierto fue
ampliamente confirmado después, pues la URSS no hubiera alcanzado su desarrollo
sin la cooperación generosa de las mujeres.
Oyarzábal dedicaba un capítulo a la concepción que Alexandra Kollontay tenía de
la familia comunista.1309 Paralelamente a los esfuerzos expuestos, intentaba hacer
ver no solo a su país, sino al mundo, lo que el régimen soviético quería transformar
en relación a otros aspectos de la vida humana, y entre ellos, la institución social de
la familia. Kollontay escribió El comunismo y la familia que fue publicado por la
Federación de Trabajadores Socialistas de Londres. Lejos de destruir la familia, lo
que pretendía era fortalecer la institución mediante un reforzamiento de la moral
de las mujeres y del bienestar de los niños:
“La vida está cambiando ante nuestros ojos. Algunos hábitos y costumbres
están desapareciendo y toda la existencia de la familia proletaria está siendo
organizada de una manera diferente. La familia en la que la mujer no tenía
nada pertenece al pasado. […] No debemos asustarnos de la idea de que
nuevas formas sean introducidas en la relación entre el hombre y la mujer.”
1313 Según sus propias palabras, comenzaba en Rusia “el periodo oscuro”. Debido a las
diferencias de opinión con la política que se estaba llevando a cabo, renunció al cargo de
Comisario del Pueblo y poco a poco fue relevada de otros cargos. Se puede decir que sus
puestos diplomáticos eran una manera de mantener lejos a un elemento incómodo. Centró
sus fuerzas, entonces, en lograr la emancipación de la mujer. Cfr. Kollontay A.,
Autobiografía de una mujer…, op. cit., pp. 107-108.
1314 Palencia, I. de, Alexandra Kollontay…, op. cit., p. 184.
1315 Fue la primera embajadora de la historia.
611
Una de las actividades que más disfrutaban las dos diplomáticas eran sus paseos
por los alrededores de Estocolmo. Ambas compartían el amor por la naturaleza y a
este respecto, Oyarzábal reproducía una conversación que mantuvo uno de esos
días con la diplomática rusa, en la que nuestra autora le confesaba que había sufrido
cambios fundamentales en su actitud hacia la naturaleza. Hasta entonces Isabel se
había tenido por una amante de la gran madre de los hombres y se había
emocionado a menudo, más que con ninguna otra manifestación de la belleza -
incluso con las relacionadas con el arte-, con algunas expresiones especiales de la
naturaleza. Pero cuando se desarrolló la tragedia en España y el sufrimiento del
pueblo se hizo más y más agudo, parece que perdió ese sentimiento hacia el mundo
exterior que tanto había significado para ella.
Alexandra Kollontay trataba de animarla y cuando, las muchas obligaciones de
ambas lo permitían, iba a buscarla a la embajada en su coche y daban un paseo
durante las semanas de junio sin noche, o en los ríos días de invierno, conversando
y acercando posturas sobre temas en los que tenían posicionamientos divergentes:
“ ‘Sí, es todo muy bello’, como si estuviera tratando de examinar un trabajo de
arte de acuerdo a las reglas establecidas para el análisis. ‘Pero, ahora mismo no
significa nada para mí, me siento como si estuviera atada por dentro’. ‘Te
sientes como un barco atrapado en el hielo, pero algún día ese hielo se
derretirá’, era invariablemente su respuesta”.1319
Otro asunto que se planteaba Oyarzábal era si la diplomacia era una actividad
interesante. Con frecuencia se le atribuía a la vida en una embajada cierto glamour,
pero para la autora, esta podía ser terriblemente aburrida o extremadamente
interesante. Todo dependía de la misión que se tuviera que desempeñar.
Teniendo en cuenta que Alexandra Kollontay fue la primera mujer europea
dedicada a la labor diplomática e Isabel Oyarzábal la primera mujer española y una
de las primeras del continente, obviamente se encontraron con la barrera de la
prevención hacia las mujeres que desempeñaban cargos públicos de
responsabilidad. Tanto una como otra coincidían en pensar que los prejuicios hacia
una mujer que desempeñaba una labor diplomática eran muy fuertes y que a veces
podían ser un serio obstáculo y, por tanto, su labor les suponía un mayor esfuerzo
que al hombre. A pesar de ello, Oyarzábal reconocía que no fue consciente de estos
prejuicios en propia carne, pues sus colegas nunca mostraron que hubiera
diferencias entre ella y ellos y, además, contaba con la total confianza de su
gobierno, opinión que compartía su homóloga rusa. De todas formas, Isabel
reconocía que una mujer debía cuidar de cada mínimo detalle y que cualquier
aspecto de su imagen podía ser objeto de crítica. 1321 Lo cierto es que los países
escandinavos, quizá por sus auténticas tendencias democráticas y pacifistas, quizá
por tratarse de pequeños países, fueron considerados el campo de pruebas de lo que
fue llamada “la diplomacia femenina”.1322
Otro de los aspectos que revelaban la profunda amistad entre las dos
diplomáticas lo constituía el hecho de que Kollontay fue quien ayudó a Oyarzábal a
decidir el lugar del exilio. En principio, y como recordaba la propia autora, se
negaba a ir donde algún aspecto le recordara su “ahora inaccesible lugar de origen”,
pero Kollontay le recomendó justo lo contrario, un destino en el que se hablara su
idioma, a la vez que le relató algunas de sus vivencias durante su estancia en
México. Oyarzábal se inclinaba por un país que estuviera cerca de su tierra natal,
para paliar, en la medida de lo posible, la inevitable añoranza, pero Alexandra le
Oyarzábal hacía un repaso por las mujeres destinadas en las legaciones de los países del
1322
norte de Europa: las jefas de misión designadas por USA: Mrs. Ruth Bryan Owen Rhode y
Mrs. J. Borden Harriman, enviadas a Escandinavia, la primera a Dinamarca y la segunda a
Noruega; Alexandra Kollontay, de Rusia; la señorita Palma Guillén de México a
Dinamarca, mientras que el gobierno republicano envió a nuestra autora a Suecia y
Finlandia. Ibidem, p. 214.
614
Tuya siempre.
Alexandra
conferencias por Estados Unidos,1334 y ese mismo año, había estado postrada en
cama por un problema en un pie,1335 que un año después, meses antes del 5 de julio
de 1943, fecha de la carta, sufrió un terrible accidente mientras limpiaba las
manchas de un traje con gasolina y cuyas graves quemaduras que casi le costaron
la vida.1336
Una epístola fechada en Saltsjöbaden, el 20 abril de 1944 informaba de que Isabel
le había pedido datos para su biografía, y que había estado dando conferencias por
Estados Unidos1337 y por último, en carta fechada en Moscú, el 18 de junio de 1946,
Alexandra le anunciaba que I must have liberty había tenido un gran éxito allí.1338
Tras un éxito diplomático de Kollontay, que se zanjó con la petición de un
armisticio a Rusia por parte de Finlandia, su compromiso de ruptura de relaciones
con Alemania y la aceptación de las condiciones de Rusia, el 4 de septiembre de
1944, prácticamente acababa la carrera de Alexandra Kollontay.1339 Después de un
descanso, por otra recaída en su salud, volvió a ocupar el puesto de jefe de la
Misión Rusa en Estocolmo. Pronto fue ascendida a embajadora y, de nuevo,
condecorada. Poco después de que Isabel Oyarzábal terminara el manuscrito del
libro, otro ataque al corazón hizo que el gobierno ruso le invitara a descansar
definitivamente de sus tareas políticas.
Las últimas páginas del libro estaban dedicadas a valorar la figura Alexandra, “la
rosa roja de la revolución”, como se la llamaba, otra de las mujeres que
contravinieron las reglas del juego y lucharon por la dignidad y progreso de la
mujer:
“Me encanta imaginármela como envuelta en una atmósfera conciliadora,
pues creo que el deseo de paz ha sido una de las dominantes pasiones de su
1334 Carta del 16 de junio de 1942. Ibidem, p. 281. Kollontay aprovechaba también para
alabar la autobiografía, I must have liberty.
1335 Carta fechada en Estocolomo en noviembre de 1942. Ibidem, p. 281.
1336 Ibidem, p. 282. También daba cuenta del inicio de una serie de exposiciones de pintura
francés e inglés decía: “Para estar más cerca de ti he leído por tercera vez I Must Have
Liberty. Y cada vez, el libro me revela nuevas e interesantes páginas. (Aún no tengo tu
segundo libro sobre España, aunque me lo prometiste). Esta vez me ha cautivado el modo
en que evocas un sentimiento tan fuerte sobre España y su valiente lucha por la
democracia sin perder la línea de una apasionante autobiografía. El dramatismo de tu amor
por España y la inquebrantable confianza en la victoria de la democracia son maravillosas
y emocionantes. Te siento muy cerca cuando leo [I must have] Liberty y hablo contigo
desde el cariño y la admiración”. Carta procedente del Archivo Nacional de Cataluña.
Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith, Inventario núm. 687, Registro 1812.
1339 Ibidem, p. 286.
618
vida. […] Alexandra nunca ha sido lo que el todo el mundo supone que tiene
que ser un revolucionario, un hombre o mujer que se implica en acciones
subversivas con actitud encolerizada o en un frenesí de desesperación.1340 […]
El hambre y el frío no habían mordido sus entrañas, como les pasó a otros,
sino que le urgieron a luchar por conseguir cambios en la estructura social y
económica, no para ella, sino para otros. […] No le movió la fama, sino que
luchó para conseguir las mismas oportunidades para todos. 1341 Su ardiente
deseo de justicia y de equilibrio de la riqueza de todos los seres humanos es la
principal característica de Kollontay, el factor determinante en el que su
personalidad está basada.1342 […] Como mujer ha demostrado una y otra vez,
que se siente orgullosa de ser una de ellas, no sufre ningún complejo de
inferioridad y es firme en creer que las mujeres pueden ser femeninas sin ser
débiles, inteligentes sin ser pedantes, tiernas sin ser sensibleras. […] Estas
cualidades, y su energía y experiencia, se necesitarán mucho, cuando el mundo
comienza a recobrarse de los terribles golpes que ha sufrido. Aquellos que la
conocen bien saben que ni la enfermedad ni el cansancio la apartarán de la
primera línea donde la mujer debe encontrarse con el hombre para construir
una nueva era de justicia y paz”.1343
1345 Defendía la imagen de la diplomática, por ejemplo, al referir que fue retratada por la
prensa como símbolo del amor libre y desmentía el uso que le atribuían de joyas y pieles.
Era mostrada como inspiración de otras mujeres, como Julia Lathrop y Grace Abbott,
quienes lucharon por mejorar la vida de los niños.
1346 Es el caso de la crítica en el Newark Evening News, el 2-9-1947.
1347 Olga Paz Torres destaca también este hecho, recordando dos ejemplos en la literatura
En una nueva entrega Margarita sentía una terrible soledad, mientras veía a los
amigos de su hijo jugando un partido de tenis: ella que siempre había sido, hasta
ese momento, el centro de atención. Uno de los amigos de su hijo le había relatado
una confidencia y ella se había sentido apenada por no ser el objeto amoroso del
muchacho.1351
Más adelante, la protagonista se encontraba enferma, por unos achaques de
índole psicológica. El médico que la visitaba era su único apoyo y le confesaba que
ella era la única comparable al otoño; afirmación que la había llenado de alegría al
comprobar que interesaba a alguien en “su edad otoñal”. Se lamentaba, sin
embargo, de que se acercara el invierno, su invierno, y que quizá no volvería a
despertar ningún sentimiento.1352
En otro capítulo, Margarita había envejecido, una realidad a la que se resistía. A
pesar de su edad, aún era bella y se afanaba por renovar sus esfuerzos para
aparentar juventud. Además, la nuera de Margarita iba a ser madre y, por tanto,
1349 Galindo, B., “Las edades del amor”, Elegancias, Madrid, septiembre de 1924, p. 51.
1350 Palencia, I. de, “Las edades del amor”, Elegancias, Madrid, mayo de 1925, p. 17.
1351 Palencia, I. de, “Las edades del amor”, Elegancias, Madrid, septiembre de 1925, p. 43.
1352 Palencia, I. de, “Las edades del amor”, Elegancias, Madrid, diciembre de 1925, p. 58.
621
1353 Palencia, I. de, “Las edades del amor”, Elegancias, Madrid, 1-2-1926, p. 35.
12. I must have liberty y Smouldering Freedom
625
Exile, Longmans, Green and Co., Inc. New York-Toronto, 1945. De la obra se ha
publicado mi traducción al español: Rescoldos de Libertad, Málaga, Alfama, 2009.
1357 Eiroa San Francisco, M., “Una visión…”, art. cit., pp. 363-380.
1358 Lejeune, P., El pacto autobiográfico y otros estudios, Madrid, Megazul-Edymion, 1994, p.
50.
1359 Ciplisjauskaité, B., La novela femenina contemporánea (1970- 1985). Hacia una tipología de
1366 También coincide en este punto Ciplisjauskaité, B., La novela femenina…, op. cit., p. 34.
1367 Moi, T., Teoría literaria feminista, op. cit., pp. 43-69.
1368 Ibidem, p. 126.
1369 Es una teoría de Julia Kristeva sobre la marginalidad, citada por Moi, T., Teoría
Universidad de La Rioja, 2004, pp. 77-79 y 95-98. Para ver la nómina de autobiógrafos en
el exilio y trabajos a este respecto, véanse los trabajos de Romera Castillo, J., “La memoria
histórica de algunas mujeres antifranquistas”, http://www.uned.es/centro–investigacion–
SELITEN@T; Alberca Serrano, M., “Autobiografías del 27. Memorias del exilio”, en
Cuevas C., (coord.), El universo creador del 27. Literatura, Pintura, Música y Cine, Málaga,
Publicaciones del Congreso de Literatura Española Contemporánea, 1997, pp. 289-306 o
Lizárraga Vizcarra, I., “Isabel Oyarzábal Smith: Autobiografía y memoria”, Brocar, 35
(2011), pp. 39-63.
1371 Alberca Serrano, M., “Autobiografías del 27…”, art. cit., pp. 289-306.
1372 Puertas Moya, F. E., Los orígenes de la escritura…, op. cit., pp. 99-101.
628
importantes.1378 Más aún, aquellos que narran sus experiencias en los represivos
años después de la derrota democrática poseen cierto “ansia de poseer la historia”
para hallarle un sentido al mundo. Y de esta manera, la memoria no solo serviría
para recuperar su identidad, sino para dotar al sujeto de una especie de plenitud
moral.1379
En los primeros años de la dictadura franquista se publicaron fuera de España
algunas autobiografías escritas por mujeres, como las escritas por Constancia de la
Mora o Isabel Oyarzábal. 1380 De estas mujeres, algunas consiguieron llegar
enseguida a América: Constancia de la Mora, María Teresa León, Silvia Mistral o
Isabel Oyarzábal mientras que otras sufrieron reclusión en campos de
concentración franceses. La mayoría pertenecía a la clase acomodada y al círculo
cultural de Madrid y refieren en sus relatos vitales ciertos rasgos comunes. Así, es
común en todas ellas la temprana concienciación de su propia singularidad,
destacando las restricciones a las que eran sometidas como miembros de una clase
social determinada y la referencia a su interés por la lectura y la actitud de la
familia ante tal hecho, ante su determinación de tomar la rienda de sus vidas y los
obstáculos a los que hacían frente por el hecho de ser mujeres. También es una
constante en ellas la toma de conciencia de la desigualdad y del “hambre social”.
Fueron mujeres que iniciaron relaciones de camaradería con sus compañeros
masculinos, lo cual contribuyó a favorecer colaboraciones que hicieron del
ambiente intelectual y cultural del Madrid de la época un momento irrepetible.1381
Las autobiografías escritas por mujeres recogen experiencias diferentes a las de
los hombres dado que, tradicionalmente y, debido a la los esquemas patriarcales, ha
existido una rigurosa división de las esferas pública y privada. 1382 De hecho,
constituyen la subversión de la convención patriarcal, aunque parcial, por las
limitaciones culturales que siempre favorecieron a la posición masculina. 1383 Se
distinguen también de las autobiografías masculinas por un distinto tratamiento
que se instalaron en países con cuya cultura y lengua tenían alguna familiaridad. Cfr.
Alberca Serrano, M., “Autobiografías del 27…”, art. cit., pp. 299-300.
631
1389 Alberca Serrano, M., “Autobiografías del 27…”, art. cit., pp. 300-304 y Niemöller, S.,
Cárdenas, fundó la Casa de España en 1938 en el Distrito Federal que se convirtió en 1940
en El Colegio de México, donde los intelectuales españoles pudieron reunirse. La capital
de México fue uno de los núcleos más importantes de la vida intelectual española en
América y se establecieron varias editoriales de prestigio que perviven hasta nuestros días.
Se fundaron varias organizaciones culturales y refundaron otras de las que existían en
España antes de la guerra, como el Ateneo de Madrid y no hay que olvidar que en México
se estableció la sede del gobierno español en el exilio, bajo el liderazgo de Indalecio Prieto
entre 1939 y 1950. Cfr. Mangini, S., Recuerdos…, op. cit., p. 170.
632
literario fuera un espacio casi exclusivamente masculino, por lo que el interés por
las obras de estas mujeres es más histórico-testimonial que literario.1394
1394Ibidem, pp. 9-10 y 19. A pesar de ello, Anna Caballé afirma que “el memorialismo del
exilio tuvo voz femenina”. Cfr. Caballé, A., “Memorias y autobiografías escritas por
mujeres (siglos XIX y XX)”, en Zavala, I. M. (coord.), Breve historia feminista de la literatura
española (en lengua castellana), V, Barcelona, Anthropos, 1998, pp. 111-137.
1395Mangini, S., Recuerdos…, op. cit., p. 26.
1396 La obra también fue traducida al sueco: Jag máste ha frihet, Estocolmo, Albert Bonniers
Fórlag, 1941.
1397 Martínez Gutérrez, J., “I must have liberty. Para una arqueología sobre la recepción
internacional de la Guerra Civil”, en Aznar Soler, M. (ed.), Escritores, editoriales y revistas del
exilio republicano de 1939, Sevilla, Renacimiento, 2006, pp. 807-813.
1398 Alberca Serrano, M., “Autobiografías del 27…”, art. cit., pp. 289-306. Francisco Ayala
se preguntaba quién era el destinatario de los escritos del exilio, teniendo en cuenta que la
Guerra Civil lo había desdibujado. Ayala, F., “Para quién escribimos nosotros”, Cuadernos
Americanos, 1 (1949), pp. 46-58.
633
extraña, pero libre y esa libertad se aprecia desde las primeras líneas de la obra y a
lo largo de toda ella.1399
El contrato entre la editorial Longmans Green & Co. e Isabel de Palencia se
materializó el 3 de mayo de 1940, cinco meses antes del comienzo de la II Guerra
Mundial, lo cual convierte a esta obra en una de las más tempranas que
compusieron las escritoras exiliadas. El ambiente propicio para una obra de estas
características se debió a la labor de los intelectuales y la prensa norteamericana
que popularizaron la causa republicana. I must have liberty fue presentada ante el
público estadounidense en un momento en que su horizonte de expectativas exigía
una obra de este tipo.1400 Tal fue la repercusión de la obra que obtuvo menciones en
decenas de publicaciones periódicas de diversa ideología a lo largo y ancho del
subcontinente norteamericano.1401 De entre ellas: Democrat and Chronicle Rochester
N.Y., 24-11-1940; Springfield Mass, 26-11-1940; The New York Times, 27-11-1940;
The New York World Telegram, 28-11-1940; The New York Sun, 28-11-1940;
Republican Herald, 28-11-1940; The New Yorker, 30-11-1940; Buffalo N.Y. News,
30-11-1940; New York Herald Tribune, 30-11-1940 y 1-12-1940; Philadelphia
Record, 1-12-1940; Dallas Times Herald, 1-12-1940; St. Louis Post-Dispatch, 6-12-
1940; NY Post, 6-12-1940; New York Times Book Review, 8-12-1940; Roanoke, VA.
Times, 8-12-1940; Los Angeles Times, 8-12-1940; The Towsman Wellesley Mass, 13-
12-1940; The Saturday Review, 21-12-1940; PM’S Weekly, 22-12-1940; Boston
Transcript, 28-12-1940; Baltimore Sunday Sun, 29-12-1940; Houston Post, enero de
1941; Worcester Sunday, 12-1-1941; The Nation, 25-1-1941; The Wellesley Magazine,
febrero de 1941; Kansas City Star 11-1-1941; The H.W. Wilson Company NY, mayo
1941; Boston Mass Christian Science Monitor, 30-10-1943 y Chicago Tribune, 12-12-
1943.
Asimismo, la autora fue objeto de una recepción en el hotel Savoy Plaza de Nueva
York, (27-11-1940) y de un almuerzo, junto con otros autores en el hotel Astor de
Nueva York, (11-3-1941) y, en ese mismo mes, el día 14, fue invitada a The
Women’s National Book Association and The Bookseller’s League of New York.
También, recibió misivas del periodista Marquis Childs, quien elogiaba la obra; de
1399 Capdevila-Argüelles, N., “Isabel Oyarzábal de Palencia (1878-1974)…”, art. cit., pp.
53-94.
1400 Martínez Gutiérrez, J., Las intelectuales… op. cit., p. 26, citando a Jauss, según las
Nos encontramos, por tanto, ante una autobiografía apologética, escrita con fines
políticos, 1405 en defensa de la República por una mujer republicana en el exilio,
intentando evidenciar a la opinión pública que la guerra española no había sido sino
una invasión de las potencias fascistas alemanas e italianas, favorecida por la
política no intervencionista de Reino Unido, Francia y Estados Unidos, que se
vieron después abocadas a luchar contra ellas. Isabel Oyarzábal apelaba con su obra
a la sensibilidad de la opinión pública para que reaccionara ante la inminente
amenaza fascista, convencida de que “la democracia es el único sistema político bajo
el cual el pueblo puede ser feliz”.1406 Además del compromiso político y ético a la
hora de dejar su testimonio al público de la época y de los lectores de generaciones
futuras, Isabel Oyarzábal, a través de su autobiografía, presenta la reconstrucción
de su propia personalidad,1407 llevada, como sucede en los exiliados, por un “ansia
de poseer la historia” para encontrar un sentido al mundo y así, los recuerdos no
solo aseguran la continuidad del sujeto, dado que el exilio supone la muerte de la
vida anterior, sino que le otorgan una suerte de plenitud moral.1408
El vínculo que une a los escritores exiliados es “la urgente voz solitaria del
testimonio colectivo”1409 y la de Isabel Oyarzábal comparte con las autobiografías
de otras escritoras algunos elementos comunes, tales como el origen familiar
elevado, el malestar que les provocaba su limitada vida como señoritas de principio
de siglo, las restricciones que la sociedad les imponía y el hecho de que muchas de
las autobiógrafas tuvieran una educación políglota, que en el caso de nuestra autora
favoreció su faceta como escritora y conferenciante en los países de habla inglesa.
Otro rasgo común a todas ellas, pero que, sin embargo, no compartió Oyarzábal es
la imposibilidad de estudiar o trabajar, para lo cual siempre tuvo el apoyo de su
madre Ana Smith.1410
I must have liberty está narrado siguiendo un orden lineal, con escasas
discontinuidades, en la que la faceta más íntima de la vida de la autora no
1405 No se trata de la primera autobiografía de este tipo escrita por una mujer. Josebe
Martínez nombra otros dos ejemplos: el Libro de la vida, de Santa Teresa, escrita a
instancias de sus confesores para defender la vida de la mujer religiosa y la de Leonor
López de Córdoba, que trataba de justificar desde prisión sus luchas y las de su familia al
servicio del rey Pedro I. Cfr. Martínez Gutiérrez, J., Las intelectuales…, op. cit., pp. 27-29.
Martínez la considera un “proyecto patriótico”. Cfr. Martínez Gutérrez, J., “I must have
liberty…”, art. cit., p. 810.
1406 “Current Biography”, The H.W. Wilson Company NY, mayo 1941.
1407 Paz Torres, O., Isabel Oyarzábal Smith…, op. cit., p. 391.
1408 Tébar Hurtado, J., “Biografías, autobiografías…”, art. cit.
1409 Mangini, S., Recuerdos de la Resistencia…, op. cit., p. 175.
1410 Niemöller, S., “Recuerdos de un sueño…”, art. cit., pp. 74-79.
636
1411 Alberca Serrano, M., “Autobiografías del 27…”, art. cit., p. 305.
1412 Hurtado, A., “Mirando con lentes el certificado que prueba que nació…”, art. cit. La
autora señala también las autobiografías de Carmen de Burgos, Carmen Baroja o María
Martínez Sierra.
1413 Mangini, S., Recuerdos de…, op. cit., p. 186.
1414 Martínez Gutiérrez, J., Las intelectuales de la Segunda República…, op. cit., p. 129.
637
1415 Oyarzábal de Palencia, I., Smouldering Freedom…, op. cit. En adelante, seguiremos la
traducción realizada por mí: Oyarzábal Smith, I., Rescoldos de Libertad…, op. cit. El contrato
establecido con la editorial Longmans, Green & Co., está fechado el 27 de diciembre de
1944 y establece unos honorarios de 750 dólares para la autora. Archivo Nacional de
Cataluña, Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith (Inventario núm. 687, Registro 1812).
Se publicó también en Londres en 1946 y se tradujo al holandés y fue publicado por la
editoral Uitgeverij Elmar.
1416 Así opina también Lizárraga Vizcarra, I., “Isabel Oyarzábal Smith…”, art. cit., pp. 39-
63.
1417 Mangini, S., Recuerdos de…, op. cit., p. 186.
1418 Lizárraga Vizcarra, I., “Isabel Oyarzábal Smith…”, art. cit., p. 58.
638
febrero de 1936 habían sido ilegales, incluyendo cartas del Arcipreste de Toledo y
reseñas de prensa. Entre ellas se encontraba la que contenía unas palabras de
Franco en la Revue Universelle, que reconocían la victoria de los partidos de
izquierdas. Otro aspecto muy controvertido en la opinión pública mundial fue la
afirmación de que el Parlamento y el Gobierno republicanos estaban formados por
comunistas, ante lo que Oyarzábal recordaba que tan solo 15 diputados de 474 eran
comunistas en el Parlamento español y que ni estos ni socialistas y tan solo dos
republicanos formaban parte del Gobierno. En este sentido, Oyarzábal recordaba
los extendidos rumores de que Franco estaba llevando a cabo una guerra cristiana
contra el comunismo ateo y, en relación con ello, desmentía, por medio de
testimonios de escritores extranjeros, las informaciones que hablaban de
destrucción de iglesias y matanzas de sacerdotes y monjas a manos de los
republicanos. La autora recordaba cómo habían sido los primeros días de la
rebelión y la terrible represión de la población civil, así como la censura impuesta a
la prensa, que incluía arrestos a periodistas extranjeros y asesinatos de reporteros
españoles, y aún más, para ahondar en su argumento, reproducía una entrevista
realizada a Franco en la que aseguraba que avanzaría hacia Madrid a cualquier
precio.
Otro de los aspectos en los que insistía la autora y que ya había manifestado en I
must have liberty era la convicción de que la guerra había sido una invasión
extranjera en la que, a la indiferencia, cuando no complacencia de las potencias
democráticas, se unía el apoyo italiano y alemán a las fuerzas franquistas. Así,
Alemania tenía el control completo sobre las defensas antiaéreas y el material de
guerra y el número de soldados era mucho mayor que el ejército republicano, por
ejemplo, la proporción en relación al material de guerra era de uno contra siete a
favor de las potencias fascistas. Para la autora, el Comité de No-Intervención fue
contrario a la ley internacional, provocando la II Guerra Mundial a la vez que se
produjeron claras violaciones del Pacto por parte de Alemania e Italia, mientras la
República española luchaba sola, pues si bien Rusia aportó ayuda al ejército leal,
esta llegó muy poco a poco.
En las páginas siguientes Oyarzábal hacía una crónica de la guerra, destacando la
heroica resistencia de Madrid y deteniéndose en la fecha del 1 de mayo de 1938,
cuando el gobierno republicano redactó un programa conocido como los “Trece
puntos de Juan Negrín”, que contenía los objetivos por los que luchaban los
republicanos. Por último, hacía alusión a la última sesión de las Cortes republicanas
639
1419 Lizárraga Vizcarra, I., “Isabel Oyarzábal Smith…”, art. cit., p. 58.
640
peligro de ser denunciados, pues los republicanos estaban siendo sometidos a una
cacería y tratados como criminales. La razón de la persecución que aducía la autora
era que la Quinta Columna francesa estaba esperando subirse al carro del Eje y
Franco aprovechaba la situación para instar a Francia a que detuviera a los
republicanos que hubieran ostentado algún cargo político y se los entregara.
Finalmente, su hijo y yerno llegaron a Suecia. El gobierno sueco informó a la
autora de que la prohibición de practicar la Medicina a los médicos extranjeros iba
a ser levantada y que, por tanto, su hijo y Germán podían hacerlo. Sin embargo, la
imposibilidad de aprender el idioma antes de un año de estancia en el país, les
disuadió de la idea, pues necesitaban ponerse a trabajar a la mayor brevedad
posible, ya que Franco había mandado confiscar todos los bienes de los
republicanos y, por tanto, la situación económica de la familia era acuciante. Fue
por todo ello que decidieron aceptar la oferta de México. Saldrían hacia el nuevo
continente cuando, inevitablemente, Suecia reconociera al gobierno franquista,
hecho que se produjo en abril de 1939. Paralelamente, Isabel Oyarzábal se las
arregló para liberar a su sobrino Juan Oyarzábal de un campo de concentración en
Túnez quien, en una carta a su tía anterior a la liberación, afirmaba que no tenía
miedo al futuro y que lo único que quería era vivir como un hombre libre. Por
último, la autora aludía a los niños, los más damnificados de la guerra, que Franco
quería captar para su causa, trasladándolos desde los campos de Francia para ser
educados bajo el ideario franquista. La autora hacía alarde de su carácter pacifista
al desear que esos niños pudieran construir junto con aquellos que sufrieron
después la II Guerra Mundial, un mundo nuevo y pacífico.
El capítulo tercero, “Es este nuestro refugio”, comenzaba con la descripción de
los campos de concentración en el sur de Francia. La autora hacía alusión a los
remordimientos que sentían los exiliados españoles y explicaba su motivación:
“¿Remordimiento por lo que ni podía haber evitado, ni prevenido? No, no
por eso. Lo que motivaba el remordimiento que tantos de nosotros aún
sentimos es el hecho de que poseemos lo que otros han perdido. […]
Nosotros y todos los que escapamos vivos y libres hemos tenido que pagar un
alto precio. Durante años no se nos ha permitido habitar en nuestra tierra
natal. Algunos nunca volverán. Pero el más alto precio es el sentimiento,
latente o activo en nuestros corazones, de que abandonamos a España”.1420
1422 Ibidem, pp. 104-105. Recordemos que la sensación de estar viviendo en un lugar
cercano al exiliado, se repite en otros refugiados. Así, Juan Rejano afirmaba que al
contemplar Veracruz por primera vez, no pudo evitar ver su Córdoba natal”. Cfr. Alberca
Serrano, M., “Autobiografías del 27…”, art. cit. pp. 299-300. Por otro lado, Oyarzábal
declaraba en una entrevista en prensa que su primera impresión de México fue negativa, ya
que venía de Suecia y los signos de pobreza, indiferencia, y general desorden en México
eran deprimentes e instaba a Estados Unidos a que ayudara a México a desarrollarse.
Archivo Nacional de Cataluña, Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith (Inventario
núm. 687, Registro 1812).
1423 Mangini, S., Recuerdos…, op. cit., p. 173.
643
contra la confusión dentro de su propio corazón, pero una cosa era cierta: la
primera consideración era y debía ser la libertad de España”.1424
Bajo el tílulo “El domino fascista en España” comenzaba el capítulo cinco de las
memorias, en el que antes de tratar la terrible represión que Franco estaba
ejerciendo sobre los republicanos, señalaba la impresión que causó en la autora la
ciudad de Veracruz: “Veracruz nos hizo sentir como si estuviéramos soñando. El
azul mar que baña sus costas, el español hablado en tono alto y rápido, que tan
característico es del sur de España, me recordaban a Málaga”.1425
La impresión de estar en un lugar familiar aumentaba gracias a la cantidad de
conocidos que recalaron en México. La familia Palencia-Oyarzábal alquiló un
apartamento con vistas a las colinas, con dos terrazas, una de las cuales era de uso
casi exclusivo de Jan, y con vistas a los dos volcanes que rodean la ciudad.
A México llegaban las noticias de las ejecuciones que Franco utilizaba como
instrumento de represión, en un ambiente en el que se alentaban las denuncias y
delaciones. Cientos de intelectuales fueron asesinados por el resentimiento de la
Falange hacia la superioridad intelectual. La autora ejemplificaba estos hechos con
la referencia a dos ejecuciones, la del rector Leopoldo Alas, rector de la
Universidad de Oviedo e hijo del famoso escritor asturiano, asesinado en 1937 y la
de Federico García Lorca, del que aseguraba que murió, entre otras razones, por
las envidias de escritores menores. Isabel Oyarzábal narraba un episodio en el que
Lorca le firmó una petición para frenar el ataque de Italia en Abisinia. El objetivo
de los fascistas era destruir la cultura desde su raíz y, de ahí, la persecución que se
perpetró contra profesores de los que un sesenta o setenta por ciento fueron
encarcelados y la mayoría de ellos ejecutados. Como contraposición, la autora
recordaba la fundación en 1938 en México de la Casa de España, dirigida por
Alfonso Reyes y Daniel Cosío Villegas con el fin de extender la cultura española.
Los intelectuales que la formaban eran científicos y eruditos que habían visto
peligrar sus vidas y que después fueron miembros del Colegio de México, una
fuerte organización intelectual, cuya editorial, el Fondo de Cultura Económica, se
convirtió en el instrumento de cultura más importante de Iberoamérica.
Mientras, en España, la represión se extendía rápidamente a todos los sectores de
la cultura y la ciencia, donde incluso los médicos eran perseguidos y se habían
propuesto a nuestra autora que escribiera un libro para niños y preparaba una gira
de conferencias. 1426 William B. Feakins le estaba organizando una tourné por
Estados Unidos y debido a que empezaban a asentarse, la familia no quería en esos
momentos la separación que suponía la gira de conferencias, pero la autora
reconocía que eran ocho personas que mantener y no tenían nada, ya que todas sus
posesiones les habían sido confiscadas en España. El Tribunal de
Responsabilidades Civiles había condenado a Ceferino Palencia a la pérdida de
nacionalidad, al exilio durante quince años y al pago de una multa de diez millones
de pesetas, que incluía la confiscación de todos los bienes para cubrirla. Isabel
Oyarzábal se planteaba la “maliciosa intención” de la elevada cantidad de la multa,
que a su juicio no era otra sino inducir a pensar a la opinión pública que ellos, como
otros republicanos, habían robado. Y así llegaron las primeras navidades en el
exilio, sin duda las más duras para la familia:
“En casa decidimos que no nos dominarían los recuerdos de otras
Nochebuenas en nuestra querida España; en su lugar consideramos las
primeras navidades en el exilio como el punto de partida de nuestro regreso.
¡Constituiría el paso inicial hacia la reconquista de España!”.1427
pudimos dedicarnos a esta primera empresa conjunta para Jan. Este pequeño
libro fue seguido por otro libro para niños, Son of Fisherman, después de lo
cual, Longmans & Green me encargó escribir mi autobiografía”.1433
1433Ibidem, p. 163.
1434Son muchas las reseñas de prensa que se publicaron acerca de la gira de ese año. Así,
The Winter Park Herald, 16-2-1940, señalaba que la señora Palencia había disertado sobre
la lucha que las mujeres habían llevado a cabo por sus derechos en España. La autora había
terminado su conferencia declarando que el odio es creado por el miedo y, por tanto, había
que desterrar el miedo para salvar la democracia. Otra reseña fechada en febrero de 1940,
apuntaba que la autora hablaría para el Winter Park Woman’s Club el 21 de febrero sobre
las costumbres y vestuario españoles. Había sido llevada a Florida bajo los auspicios de la
sección de Florida del Spanish Institute. Otra de las reseñas, The Sunday Sentinel Star, 18-
2-1940, de Orlando daba cuenta del mismo acto. El rotativo Times Herald, 12-3-1940,
destacaba los actos en honor de Isabel Oyarzábal quien iba a dar una conferencia esa noche
para recaudar fondos para los refugiados y que ya contaba con cuatrocientas reservas. En
una de las reseñas conservadas en el Archivo Nacional de Cataluña, que no conserva el
nombre de la publicación y en la que aparece el año de 1940, se señalaba que viajaría con
posterioridad a Boston y Nueva York. Otra de estas reseñas que lamentablemente no
conserva el nombre de la publicación, pero está fechada en 1940, apuntaba que Mrs.
Roosevelt, había sido invitada al evento para recaudar fondos para los refugiados españoles
en el National Press Club, y aunque no había podido acudir, había mandado su aportación.
El artículo concretaba que los fondos favorecerían el traslado de los refugiados desde los
campos de Francia a los países latinoamericanos. The Washington Post, 13-3-1940 indicaba
que la autora había disertado ante una audiencia de cuatrocientas personas ante el National
Press Club. Ese mismo periódico había informado el día anterior de que cuarenta mil
soldados habían sido ejecutados por Franco después de haber sido expulsados de los
campos de refugiados franceses. The Arizona Daily Star, 12-10-1940, reseñaba la
conferencia disertada por Oyarzábal, titulada “La verdad sobre España”. The Milwaukee
Journal, con fecha de octubre de 1940, destacaba las palabras de la autora, henchidas de
optimismo y fe en la democracia. Milwaukee Post, 31-10-1940, subrayaba algunas de las
declaraciones de la autora, relacionadas con la lucha que aún se estaba llevando a cabo en
las regiones montañosas de España y con el error que había cometido Inglaterra al
denegar su ayuda al gobierno legal en España. Además informaba al público americano de
la situación de sus compañeros de la gira que realizó por los Estados Unidos en 1936,
Marcelino Domingo y el padre Sarasola, del que indicaba que estaba exiliado en un
monasterio en Cuba. Un artículo en el Christian Science Monitor, fechado en 1940, resaltaba
el papel de la coeducación y que había sido eliminada de la educación española. También
señalaba que Oyarzábal sería la invitada de honor de la cena que se llevaría a cabo en el
Women’s City Club, auspiciado por el Comité para España de Amigos Americanos. En el
periódico Woman’s Centennial Congress, fechado en 1940, la autora valoraba la lucha por los
derechos de la mujer en España y su situación durante la guerra. Destacaba que Franco
gobernaba España junto con Hitler y Mussolini. Había declarado: “No tengo tierra. No
tengo hogar, pero estoy absolutamente henchida de esperanza y fe por el futuro”. El New
York Post, 1940, presentaba la conferencia que la autora impartiría en el Rockefeller Centre
sobre el traje español y en la que se mostrarían trajes regionales y mantillas coleccionados
por la autora, su madre y suegra durante generaciones. Además, en varias de estas notas de
prensa se apuntaba que Oyarzábal estaba terminando un libro sobre su vida como
diplomática en Suecia.
649
que en la mayoría de los lugares donde iba a disertar, preferían asuntos que no
tenían que ver con la causa que defendía, sobre todo en el caso de la conferencia
titulada “La verdad sobre España”, que siempre figuraba en lugar prominente entre
las demás y con la que la autora quería prevenir al público americano de los
peligros del fascismo. Los temas favoritos en esa ocasión habían sido “Las mujeres
en la diplomacia”, 1435 “El mundo hoy” y “Mujeres de nuestro tiempo, sus
esperanzas y problemas”.
A su vuelta, la autora reconocía que su familia se hallaba bien instalada a
excepción de Cefe hijo, así que, finalmente, decidieron abrir una pequeña farmacia
que gestionaría junto a Juan con el dinero que había conseguido Isabel Oyarzábal
de sus conferencias y libros. Desafortunadamente, el negocio no fue satisfactorio y
hubieron de cerrar la tienda, reconociendo que ella, personalmente, no volvería a
dedicarse a los negocios. Por suerte, Juan se reincorporó a su trabajo anterior y
Cefe comenzó a trabajar en el Departamento de Investigación Médica de México,
dirigido por el doctor Ruiz Castañeda.
El capítulo finalizaba con la preocupación por la caída de los Países Bajos y el
temor ante el futuro acuciante.
El capítulo décimo, “La derrota de Francia”, glosaba la rendición del país vecino
en junio de 1940. Oyarzábal mostraba su admiración por los soldados republicanos
españoles que habían formado una legión de combatientes y habían luchado en el
frente francés. También manifestaba su preocupación por los amigos que se
hallaban en Francia: Cipriano Rivas Cherif y su mujer, Carmen, que vivían en la
zona ocupada por los alemanes; Victoria Kent, Picasso y Adelaida Segovia, que
vivían en París, así como, Rafael Altamira o Largo Caballero, entre otros exiliados.
Varios de los españoles que se hallaban en campos de concentración habían sido
tratados como animales de trabajo y de nuevo México había vuelto a tenderles la
mano, consiguiendo que los españoles de la zona de Vichi fueran puestos bajo la
protección de la bandera mexicana. Cuando Francia fue ocupada ya había doce mil
1435Una reseña del boletín Wellesley College, 23-11-1939, destacaba la conferencia que daría
la autora al día siguiente en Pendleton Hall, con el título “Las mujeres en la diplomacia” y
anunciaba que el 1 de diciembre abandonaría Wellesley hacia Nueva York, después de lo
cual volvería a México a pasar la Navidad y volvería en enero donde comenzaría una gira
por el sur y el medio oeste impartiendo conferencias en distintas universidades. También
revelaba que estaba ultimando un libro titulado La mujer diplomática, describiendo su vida
en Suecia y que esperaba publicar en primavera. Durante su estancia en Wellesley tuvo
ocasión de pasar unos días con su hermana Anita y algunos amigos norteamericanos.
Archivo Nacional de Cataluña, Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith (Inventario
núm. 687, Registro 1812).
650
aquellos que así se despedían de sus seres queridos antes de la muerte revelaban un
ánimo y una falta de temor encomiables y todos hacían un llamamiento a los
destinatarios de las misivas al perdón y a la serenidad. Como cierre del capítulo,
Oyarzábal no daba tregua a la desesperanza:
“La República española será reinstaurada una vez más- por tercera vez- por
la voluntad del pueblo. Nunca, ni siquiera en los felices días de abril de 1931,
cuando pensábamos que España se liberaría al fin del dominio autocrático
estuvo esto tan fuera de duda como ahora.
No son necesarias elecciones, pues nunca el voto del pueblo ha sido
expresado por tantos como en los últimos años. En las cárceles, en tierra
extranjera, ante los pelotones de fusilamiento, el grito es unánime:
¡Viva la República! ¿No es esto una votación?”1437
Ibidem, p. 193.
1437
Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith (Inventario núm. 687, Registro 1812).
652
vez con más asiduidad, el tema de la cuestión española y su conferencia “La verdad
sobre España”:
“Fuera de mi lista de temas, la petición del titulado ‘La verdad sobre España’
era entonces casi unánime. Era reconfortante ver cómo en Los Ángeles y San
Francisco, Minneapolis y San Pablo, Milwaukee y Chicago, Kansas City y
Detroit, Boston, Washington y Nueva York, la gente decía: ¡Oh, cuánto me
alegro de saber al fin la verdad!”1439
1439 Oyarzábal de Palencia, I., Rescoldos de libertad…, op. cit. p. 204. Una reseña sin título,
fechada en marzo de 1941, anunciaba la conferencia “La verdad sobre España” en Evanston
Collegiate Institute, con motivo de su 10º aniversario. El New York Herald Tribune, 12-3-
1941, anunciaba un almuerzo en su honor organizado por la American Booksellers’
Association. New York World Telegram, 26-3-1941 reseñaba la conferencia de Oyarzábal
sobre los refugiados españoles. El Boletín de Barnard College, con fecha de 8-4-1941,
destacaba la conferencia de la autora “La mujer en nuestro tiempo”. El New York Herald
Tribune, 19-5-1941, entrevistaba a Oyarzábal en el marco de la gira de conferencias en la
que estaba inmersa. En ella, expresaba su convencimiento de que el pueblo era unánime al
pensar que algo debía cambiar y que quizá se establecería en Europa una federación de
estados, en el que ninguno desempeñara una posición de supremacía y que nacería un gran
movimiento espiritual o quizá surgiría un nuevo líder espiritual. Declaraba que no tenía
ninguna intención de participar en la política mexicana. Archivo Nacional de Cataluña,
Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith (Inventario núm. 687, Registro 1812).
653
1440 Quiles Faz, A., “Dos mujeres modernas…”, art. cit., pp. 93-118.
654
1447Ibidem, p. 269.
1448 El Archivo Nacional de Cataluña, Fondo documental Isabel Oyarzábal Smith
(Inventario núm. 687, Registro 1812) conserva varias reseñas en prensa de las conferencias
657
y del paisanaje, pero destacaba sobre todo el arte popular que había podido
contemplar. Ello le había llevado a recordar la estupenda colección de cerámica
popular que su familia tenía en España, quizá la mejor colección privada, a decir de
la autora, y que había sido expuesta en parte en la feria de París en 1938, donde
había permanecido. Del resto de la colección nada sabía, pues su casa en Madrid
había sido ocupada por un oficial franquista del Cuerpo de Aviación.1449
Un hecho que llenaba de orgullo a la autora era que su conferencia “La verdad
sobre España” era cada vez más solicitada, como demostraba el hecho de que Irita
van Doren, quien le había pedido por segunda vez que acudiera a los almuerzos de
“El libro y su autor” del Herald Tribune de Nueva York, le había asegurado “España
es de lo que quieren oír hablar”.1450
Los años 1943 y 1944 habían sido años muy fructíferos para los grupos de
refugiados españoles, que habían levantado editoriales y librerías españolas en
México y habían llevado a cabo estudios y proyectos culturales de importancia tal,
que muchas de las ediciones realizadas por los exiliados eran publicadas de manera
espuria en España, omitiendo los datos de los autores.
El capítulo décimo noveno, “Los maquis españoles” narraba la liberación de
Francia en junio de 1944, en la cual habían participado los maquis, que habían
desfilado por París después de liberar muchas ciudades fronterizas. 1451 Esto
impartidas a partir de 1942. Así The Montreal Gazette, 4-11-1942, destacaba su conferencia
sobre trajes regionales; The Montreal Daily Star, 3-12-1942, reseñaba “La verdad sobre
España” y señalaba que esa misma noche hablaría sobre “España y el mundo hoy” y al día
siguiente sobre “Trajes y costumbres españolas”; St. Paul Pioneer Press, 3-12- 1942,
detallaba la conferencia impartida para el Women’s Institute of St. Paul ante diez mil
mujeres; Minneanapolis Star Journal, 8-12-1942, la calificaba como la más grande
comunicadora en el mundo; Chicago Daily News, 27-11-1943, se hacía eco de la formación
de un gobierno provisional en el exilio y su postulado para ser reconocidos por las
Naciones Unidas, declaraciones que había formulado Isabel Oyarzábal en una charla ante
el Consejo para las Relaciones Internacionales de Chicago; El St. Paul Pioneer Press, 8-12-
1943 recordaba las palabras de la autora en un almuerzo organizado la Foreign Policy
Association, quien apostó por un plebiscito para instaurar la democracia; Milwaukee
Sentinel, 21-3-1944 reseñaba la conferencia “The truth about Spain”; The New York Herald
Tribune, 5-4-1944, refería una conferencia organizada por el periódico y la Asociación de
Libreros, en la que Oyarzábal aseguró que la única esperanza para el pueblo era poder
elegir libremente su sistema de gobierno cuando acabara la guerra; el Kansas City Star,
fechado en 1944, entrevistaba a la autora con motivo de la conferencia “The truth of Spain”.
En ella, la autora señalaba el creciente descontento con las políticas franquistas en España.
1449 El gusto por la artesanía se extendía a otras de sus coetáneas como Constancia de la
Mora y Zenobia Camprubí, quien regentaba una tienda en Madrid. Cfr. Mora, C. de la,
Doble esplendor…, op. cit., p. 125.
1450 Oyarzábal de Palencia, I., Rescoldos de libertad…, op. cit., p. 278.
1451 Victoria Kent también describió este capítulo de la posguerra. Kent, V., Cuatro años en
alentaba las esperanzas para España, aumentadas también por las misivas recibidas
en clave por la autora, que se hacían eco de rumores que aseguraban que Franco
iba a abandonar España. La esperanza en una España libre de fascismo se
acrecentaba con estas últimas noticias:
“Tenemos mucho que hacer antes de que acabe la lucha. Intento pensar que
nuestro pueblo ‘continúa’ en muchos, muchos países. En escuelas y
universidades, en hospitales, clínicas y centros de investigación, en estudios y
editoriales, en plantas eléctricas, en minas o en granjas, están haciendo lo que
es mejor para España y la República”.1452
El capítulo vigésimo, “La lucha por España”, abordaba la necesidad de que, ante
el desarrollo de la guerra, los republicanos estuvieran preparados para una nueva
España. Indalecio Prieto había intentado el año anterior formar un comité,
siguiendo las líneas del Comité de Liberación francés, que no había sido bienvenido
por todos, pues excluía a comunistas y miembros de CGT. Isabel Oyarzábal
aseguraba que para que este tuviera éxito debía ser una organización
multipartidista. De hecho, cuando fue presentado como gobierno español en el
exilio con derecho a recibir el reconocimiento internacional se plantearon diversos
problemas, pues había conseguido representación de la mitad de los grupos
catalanes, de un tercio de los republicanos de izquierda, de la mitad del PSOE, de
menos de un tercio del movimiento sindical y el rechazo de los comunistas, del
PNV o del Partido Federal Republicano. Paralelamente, una formación
multipartidista se había constituido en España para derrocar a Franco, la Unión
Nacional que incluía a la CEDA, los monárquicos y los católicos. Un tercer grupo
veía a Juan Negrín y su gobierno multipartidista como representante
constitucional de la República española. Oyarzábal era partidaria de este tercer
grupo ya que Negrín reunía las cualidades necesarias para asumir el liderazgo del
gobierno en el exilio. La autora reiteraba a lo largo de todo el capítulo la necesidad
y su propio anhelo de que los republicanos españoles se unieran para liberar a
España del yugo franquista y veía como única solución razonable para España que,
en el ámbito internacional, se le concediera reconocimiento al gobierno en el exilio
y tanta ayuda como fuera compatible con el derecho internacional.
A finales de 1944 fue anunciado un intento de acuerdo promovido por Miguel
Maura, hijo de Antonio Maura, con apoyo de algunas potencias extranjeras como
1945, cuya reseña destacaba que era el primer documento que narraba los hechos
desde la Guerra Civil hasta ese momento y señalaba que el lector echaría en falta
más experiencias personales de la autora que había omitido en pos de una mayor
claridad para ofrecer un claro retrato de la lucha de los españoles por la libertad y
contra las fuerzas que habían intentado destruirla en el mundo; Tulsa Daily World,
23-9-1945; The New York Times Review, 23-9-1945; Nashville Tenessean, 30-9-1945;
Sthartford Courant, 7-10-1945; Boston Evening Globe, 17-10-1945; Coast Artillery
Journal, sep-oct-1945; The American Mercury Review, nov. 1945; The Courier Journal
Louisville, 4-11-1945; San Jose News, 6-11-194 o la reseña radiada del Book of the
month Club de Nueva York, 1-10-1945.
1455 New York Post, 24-9-1945. Archivo Nacional de Cataluña, Fondo documental Isabel
Oyarzábal Smith (Inventario núm. 687, Registro 1812).
1456 Excelsior, México, 29-5-1974. Fue enterrada en el cementerio español en México. El
acta de defunción reveló que había muerto en su domicilio a las 3’20 horas del día 28 de
mayo de 1974 y como causa de la muerte se aducía un edema pulmonar agudo. Libro 2/a
del Registro Civil, hora 246. Archivo Nacional de Cataluña. Fondo documental Isabel
Oyarzábal Smith (Inventario núm. 687, Registro 1812).
13. Conclusiones
665
13. Conclusiones
La figura de Isabel Oyarzábal Smith es, sin duda, una de las más interesantes y
polifacéticas del panorama español del siglo XX. En este sentido, y partiendo de la
premisa de que un análisis del personaje en profundidad en todas esas facetas es
harto complicado y rebasa los límites de un único trabajo, en este estudio, hemos
analizado sus datos autobiográficos y, sobre todo, su obra literaria, un aspecto
escasamente abordado en los trabajos de investigación que nos han precedido. Y
así, partiendo de su propia autobiografía I must have liberty hemos intentado arrojar
luz sobre aquellos momentos de la vida de la autora que no se hallaban ordenados
cronológicamente o aparecían confusos, tal vez por la separación temporal entre
los hechos y su narración o tal vez por la falta de interés de la autora en
consignarlos en la línea del tiempo. Ello ha sido posible, sobre todo, gracias a la
prensa, gracias a la cual hemos podido fijar dichos datos cronológicos, analizando
cuatrocientos cincuenta artículos de la época y doscientos catorce de la autora.
En primer lugar y en referencia al primer apartado titulado “Infancia”, hemos
analizado los hechos más relevantes de los primeros años de la autora, así como las
especiales características de su familia. Sus padres constituían un matrimonio
mixto, poco habitual en la España del momento y supusieron una influencia
decisiva en su personalidad, y más concretamente, el temperamento indisciplinado
de la madre, Ana Smith Guthrie, quien, en buena parte, forjó la rebeldía de la hija
ante las normas impuestas. Otro de los aspectos dignos de tener en cuenta en la
vida de Isabel Oyarzábal lo constituye su paso por el internado religioso en el que
pasó su infancia y pubertad, hasta los catorce años, por lo que se hacía
imprescindible conocer las condiciones de la institución religiosa en la que estuvo
ingresada siete años de su vida. Este tipo de formación y la religiosidad de la
familia paterna, que provocó la conversión de Ana Smith al catolicismo, marcaron
la personalidad de la autora, si bien, más que un ferviente catolicismo fraguaron en
ella un humanismo cristiano, aspecto apreciable en sus obras y concretamente en
algunas de sus piezas teatrales. La imposibilidad de formación académica posterior
a los catorce años provocó, por un lado, un total autodidactismo, digno de encomio,
pues le llevó incluso a aprobar unas oposiciones a la Inspección de Trabajo, sin
perjuicio de otros cargos institucionales que desempeñó y para los que tuvo que
prepararse con denuedo y, por otro, su preparación para la vida burguesa, para lo
cual fue introducida en las fiestas de su círculo social y de las que la prensa de la
666
época también dio buena cuenta, a través del cronista de la burguesía malagueña,
José Carlos Bruna.
A partir de un análisis de la educación de la mujer en el sentido más amplio de la
palabra: formación académica, creación de instituciones, prensa femenina, etc., se ha
expuesto cómo Isabel Oyarzábal estuvo a la vanguardia de todas las acciones
feministas con el fin de alcanzar un progreso que estaba siendo tan demandado en
España. En este sentido, el feminismo de la autora sobrepasó las aspiraciones de
este, pues su mayor preocupación fue la mejora de las condiciones sociales,
jurídicas, educativas y políticas de la mujer, pero con el fin de lograr una mejora
global de la sociedad de su tiempo, no solo a nivel nacional, sino también a nivel
internacional.
A partir de 1913, fecha en la que la autora se involucró definitivamente en el
movimiento feminista, Oyarzábal trabajó en muy diversos ámbitos con el fin de
hacer realidad sus reivindicaciones y así, trabajó para la mejora de los derechos
políticos y más concretamente el derecho al voto femenino, los derechos civiles, en
cuanto al matrimonio y al divorcio, la protección de la maternidad, los derechos
reproductivos y la infancia, la abolición de la prostitución y el avance en los
derechos laborales.
En este sentido, fueron muchas las intervenciones de la autora y, en relación a la
reivindicación del derecho al voto de la mujer, se han plasmado en este trabajo
muchos ejemplos de ello. Así, hemos de destacar su intervención en la serie de
conferencias programadas por la Agrupación Femenina Socialista de Madrid en
1919 para apoyar la petición de voto. Fue un 28 de noviembre de ese año y bajo el
título de “Responsabilidad de la mujer ante el sufragio”, cuando Oyarzábal expuso
los argumentos que demostraban que la mujer española estaba tan capacitada como
el hombre para ejercer el derecho de sufragio, resaltando también la necesidad de
emancipar a la mujer de la tutela a la que estaba sometida, la promulgación de leyes
protectoras de la maternidad y la infancia, la implantación del divorcio para
determinados casos y la idéntica remuneración del trabajo del hombre y la mujer.
También es destacable la participación de la autora en la ANME, asociación que
llegó a entrevistarse con el dictador Primo de Rivera en 1923 para solicitar el
sufragio femenino, así como su presidencia en el Consejo Supremo Feminista de
España o en el Lyceum Club, en calidad de lo cual, concedió una entrevista a
Concha Espina en 1932 en la que aseguraba que “el derecho a ejercer el sufragio es,
de todas las reivindicaciones femeninas, la más necesaria y elemental; sin él
667
esta postura en su manifiesto fundacional y sus artículos periodísticos desde los que
se lamentó de la hipocresía de la sociedad ante el asunto, como el publicado en el
Heraldo de Madrid, titulado, “El desnudo El pudor. La hipocresía” (16-8-1929).
Otro de los compromisos más fervientes de la autora fue con la paz, tal y como se
hizo evidente en su participación en los congresos de Ginebra y Roma, y donde los
concurrentes visibilizaron la necesidad de crear una Alianza Internacional que
promoviera una legislación para evitar conflictos armados. A ello se sumaron sus
militancias en la Liga por la Paz y la Libertad, fundada en 1929 y en la
organización Mujeres contra la Guerra y el Fascismo en 1933, su participación en
la comisión de Expertos en Esclavitud de la Liga de Naciones, así como sus
artículos periodísticos en favor de la paz mundial.
Por último, hemos de destacar la defensa destacada de la autora hacia la
preservación y protección de la naturaleza. Ello se evidenció en su participación en
la Federación Ibérica de Sociedades Protectoras de Animales y Plantas en 1926, de
cuya Junta directiva formó parte con el cargo de bibliotecaria y participó en mítines
como el que tuvo lugar ese mismo año en contra de las corridas de toros. Fruto de
este compromiso fue su colaboración en la publicación del libro La fiesta taurina y su
urgente e inexcusable dulcificación, firmado por Luis Lozano Rey, en el que la autora
afirmaba que “España no sería una nación culta hasta que no fueran dominados los
instintos perversos y crueles que llevaban a celebrar las fiestas taurinas”, o su
nombramiento en 1932 como Vocal del Patronato Central para la Protección de
Animales y Plantas.
En definitiva, una vida dedicada al activismo y a la lucha en pro del progreso, no
solo de las condiciones de vida y derechos de las mujeres, sino de todos sus
conciudadanos, labor que culminó en 1931, con su nombramiento en diversos
puestos de relevancia dentro del gobierno republicano, llegando a ser su
representante en la Liga de Naciones y diplomática en Suecia, labor que,
lamentablemente, se vio interrumpida con el golpe militar que provocó su salida de
España.
Otro de los apartados del presente trabajo lo constituye la labor periodística de la
autora, y en el que hemos analizado sus colaboraciones en las principales
publicaciones de la época y que nos han servido para poner de manifiesto las líneas
principales de la lucha ideológica que llevó a cabo durante su vida. De este modo,
además de analizar la revista La Dama y su continuación La Dama y La Vida
Ilustrada de las que fue editora, publicadas desde 1907 a 1911, hemos investigado
670
Con todo ello, nos encontramos ante la figura de una mujer comprometida, de
gran sensibilidad, pero sobre todo valiente, pues supo romper todas las barreras
que por su posición, formación y la época en que le tocó vivir, se habían erigido
frente las mujeres. Y así, en su obra I must have liberty afirmaba que el miedo era
una de las maldiciones de su tiempo:
“El miedo a sufrir, el miedo a morir, el miedo a perder, el miedo a tener que
resistir, el miedo del miedo en sí mismo, ha llevado al mundo al caos. La
recomendación ‘lanzar el miedo fuera de nuestros corazones’, muestra que esta
es una de las grandes debilidades del hombre y, cuando se permite que enraíce
no en un corazón, sino en millones, el resultado es catastrófico”.
Sirvan para concluir las palabras de Ceferino R. Avecilla sobre Isabel Oyarzábal
Smith:
“Es quizá la mujer más interesante de España. […] Cultiva la inteligencia con
la perseverancia de las gentes del Norte. […] El día en que hayamos de
ofrecerla un homenaje yo no propondré ni una fuente, ni una lápida, ni siquiera
un árbol con su nombre. No. Yo propondré que se regale a las mujeres de
España unos espejos. Y que en estos espejos se escriba el nombre de Beatriz
Galindo”. 1457
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Pese a que la autora firmó sus artículos de diversas formas: Beatriz Galindo, Isabel de
Palencia, I. de Palencia, etc., hemos considerado unificar todos sus artículos bajo el nombre
de Isabel Oyarzábal de Palencia, para evitar la dispersión. Del ingente corpus de artículos
de Isabel Oyarzábal, consignamos solo aquellos que son soporte de este estudio.
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15. Índice
1. INTRODUCCIÓN 9
2. INFANCIA 17
2.1. Los orígenes de “una pequeña rebelde” 17
12.2. Smouldering Freedom. The Story of the Spanish Republicans in Exile 637