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La historia universal es la exposición del proceso del Espíritu, en sus formas supremas; la
exposición de la serie de fases a través de las cuales el Espíritu alcanza su verdad, la
conciencia de sí mismo. Las formas de estas fases son los espíritus de los pueblos históricos,
las determinaciones de su vida moral, de su constitución, de su arte, de su religión y de su
ciencia. Realizar estas fases es la infinita aspiración del Espíritu universal, su irresistible
impulso, pues esta articulación, así como su realización, es un concepto. (...). Los principios
de los espíritus de los pueblos, en una serie necesaria de fases, son los momentos del Espíritu
universal único, que, mediante ellos, se eleva en la historia (y así se constituye a una totalidad
i que se comprende a sí misma . (...).
El valor de los individuos descansa, pues, en que sean conforme al espíritu del pueblo, en
que sean representantes de este espíritu, pertenezcan a una clase en los negocios del conjunto.
(...). La moralidad del individuo consiste, además, en cumplir los deberes de su clase. Y esto
! es cosa fácil de saber; los deberes están determinados por la clase. Lo sustancial de semejante
\ relación lo racional, es conocido; está expreso en aquello que se llama precisamente el deber,
i Es inútil investigar lo que sea el deber (...). Todo individuo tiene su clase y sabe lo que es
i una conducta justa y honrada. (...). Los individuos tienen su función asignada y, por tanto, su
: deber señalado, y su moralidad consiste en portarse conforme a este deber.
(...). Los sujetos activos tienen fines finitos e intereses particulares en su actividad; pero
i son también seres cognoscentes y pensantes. El contenido de sus fines está, pues, entrelazado
i con determinaciones universales del derecho, del bien, del deber, etc. Los simples apetitos, la
I barbarie y la rudeza de la voluntad caen fuera del teatro y de la esfera de la historia universal,
i Esas determinaciones universales, que son a la vez directivas para los fines y las acciones,
tienen un contenido determinado. Todo individuo es hijo de su pueblo, en un estadio
determinado del desarrollo de este pueblo. Nadie puede saltar por encima del espíritu de su
pueblo, como no puede saltar por encima de la tierra. La tierra es el centro de gravedad.
Cuando nos representamos a un cuerpo abandonando este centro de gravedad, nos lo
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imaginamos flotando en el aire. Igual sucede con los individuos. Pero el individuo es
conforme a su sustancia por sí mismo. Ha de traer en sí a la conciencia y ha de expresar la
voluntad de este pueblo. El individuo no inventa su contenido, sino que se limita a realizar en
sí el contenido sustancial.
(Tomado de sus Lecciones sobrefilosofíade la historia, 1837.)
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