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Intervenciones Farmacológicas en APS

Titular: Prof. Lezama Luis.


Asistente: Prof. Olivero Fernando.

Introducción

El objetivo de este anexo teórico es ofrecer información analizada y tomadas de otros textos
para integrarla a su formación. El futuro licenciado aplica de forma directa fármacos para
resolver problemas de salud de las personas intentando mejorar su calidad de vida. En otros
casos realiza intervenciones kinesicas sobre personas con problemas de salud bien
diferenciados que no tienen una intervención kinesica identificada aun. Trataremos con
estas actividades ubicadas en la materia patología médico kinesica de profundizar aspectos
relacionados con el uso de fármacos en AP. Pero para ello deberemos recordar conceptos
trabajados en otras asignaturas de la carrera y en esta materia.

La unidad didáctica de un vistazo


Aclarando Confusiones...

La conferencia de la OMS-Unicef de Alma-Ata definió la Atención Primaria de Salud


(APS) como: «La asistencia esencial, basada en métodos y tecnologías prácticos,
científicamente fundados y socialmente aceptables, puesta al alcance de todos los
individuos y familias de la comunidad, mediante su plena participación, y a un coste que la
comunidad y el país puedan soportar, en todas y cada una de las etapas de su desarrollo,
con un espíritu de autorresponsabilidad y autodeterminación. La Atención Primaria es parte
integrante tanto del Sistema Nacional de Salud, del que constituye la función central y el
núcleo principal, como del desarrollo social y económico global de la comunidad.
Representa el primer nivel de contacto de los individuos, la familia y la comunidad con el
Sistema Nacional de Salud, llevando lo más cerca posible la atención de salud al lugar
donde residen y trabajan las personas y constituye el primer elemento de un proceso
permanente de asistencia sanitaria.»
Esta larga y densa definición de APS contiene de forma genérica todos los elementos que la
caracterizan y sitúan como la pieza fundamental del sistema sanitario para alcanzar un nivel
adecuado de salud de la población, en el seno de la estrategia general de la OMS definida
en el lema «Salud para todos en el año 2000» y contenida en sus 38 objetivos. A pesar de
que esta estrategia y definición fue aprobada de forma unánime por más de 140 países, la
realidad es que los responsables de la política sanitaria de muchas naciones desarrolladas
no han hecho los esfuerzos precisos para potenciar la APS. Una primera y superficial
lectura de los contenidos de la definición expuesta puede llevar a pensar que su aplicación
es prioritaria solamente para los países subdesarrollados y que en los restantes ya se
cumplen ampliamente todos o la mayor parte de sus postulados. Sin embargo, en estos
últimos países, con sistemas sanitarios de potente infraestructura, también es necesario
corregir sus desviaciones conceptuales y organizativas para adaptarlos a las directrices de la
APS. También es frecuente la interpretación restrictiva de los contenidos de la definición en
el sentido de considerarla equivalente a la medicina general o familiar (general practice,
family medicine) o a la asistencia médica ambulatoria o primaria (primary medical care).
Los dos primeros términos hacen referencia únicamente a la actividad desarrollada por este
tipo de profesionales, destacando en el segundo de ellos la importancia de la estructura
familiar como objetivo de actuación. La atención médica primaria( a diferencia de APS),
aunque no en todos los países, es entendida como la asistencia de primer contacto que
prestan a la población los médicos y otros profesionales sanitarios. Estas diferencias se ven
ampliadas si se considera que las actividades propiamente sanitarias son sólo una parte de
las básicas de la APS.
El equipo de salud (de Atención Primaria) es la estructura organizativa y funcional
constituida por el conjunto de profesionales sanitarios y no sanitarios que desarrollan de
forma continuada y compartida las funciones y actividades de la APS en el seno de una
comunidad determinada.
En el equipo de Atención Primaria el profesional médico tiene un papel primordial pero, a
diferencia de lo que sucede en la asistencia médica ambulatoria desarrollada por un solo
facultativo, no es el único protagonista de la actividad sanitaria sino que, en todos los
niveles de actuación, comparte sus responsabilidades y tareas con los otros componentes
del equipo.
La constitución de un verdadero equipo de salud no se logra mediante la mera
yuxtaposición física de sus componentes y actividades; es necesario que asuman unos
objetivos comunes y que se establezcan entre ellos vínculos funcionales que posibiliten un
desarrollo armónico y conjunto de sus tareas, basado en la división funcional del trabajo y
de las responsabilidades de acuerdo con la capacitación técnica de los profesionales que lo
integran y no en una línea jerárquica vertical.

Contenidos de la Atención Primaria de Salud

Idealmente la APS ha de estar dirigida hacia la resolución de las necesidades y problemas


de salud concretos de cada comunidad, que deben ser abordados a partir de actividades
coordinadas de promoción, prevención, tratamiento y rehabilitación, potenciando al mismo
tiempo la autorresponsabilidad y la participación comunitaria.
Siguiendo a Vuöri, se pueden analizar los contenidos de la APS desde cuatro perspectivas
diferentes:

1. Como un conjunto de actividades: las actividades de muchos de los


actuales sistemas sanitarios son sólo una parte del conjunto de aquéllas
de la APS y, aunque a primera vista pudiera parecer que en los países
industrializados muchas de ellas ya están resueltas de forma satisfactoria,
un análisis con profundidad revela que en bastantes ocasiones esto no es
así: el suministro de agua potable o el de medicamentos esenciales
pueden ser adecuados pero no por ello deja de ser significativa la
contaminación de los cursos naturales de agua y de las playas o la
proliferación injustificada de preparados farmacéuticos idénticos o el
aumento del número de intoxicaciones accidentales y los trastornos por
hipernutrición en la infancia. Éstos y otros datos indican que la estrategia
de la APS no es un proyecto adecuado exclusiva ni principalmente para
los países subdesarrollados sino que ha de ser asumido también por las
naciones ricas e industrializadas, introduciendo los matices lógicos
derivados de su situación concreta respecto a los distintos grupos de
actividades propias de la APS.
2. Como un nivel de asistencia: implica su consideración como primer
punto de contacto individual y comunitario con el sistema de salud, con
independencia de las restantes subdivisiones organizativas establecidas
en él. Esta primera toma de contacto ha de ser mutuamente interactiva,
en el sentido de que no se limite el acceso de la persona enferma a los
cuidados proporcionados por el sistema, sino que también sea éste el que
promueva los contactos con los componentes sanos y enfermos de la
comunidad y potencie el autocuidado y autorresponsabilización respecto
a la propia salud, a través de actividades realizadas en consultas,
domicilios y otras instituciones propias de la comunidad.
Un problema importante en este aspecto es el planteado por las muchas
veces difíciles y complejas interrelaciones que existen entre la APS y el
nivel hospitalario; estas relaciones deben estar basadas en intercambios
bidireccionales en condiciones de igualdad y en los que ambas partes
aporten su visión de los problemas y colaboren coordinadamente en su
resolución. El hospital es, sin duda, una institución clave del sistema
pero no por ello ha de atribuírsele una importancia superior a la de la
APS. En el nivel profesional, el médico de Atención Primaria es
considerado muchas veces como de «segunda fila» respecto al
hospitalario. Se considera falsamente que el profesional brillante y de
éxito es el del hospital y que los que no trabajan en él son, en cierto
modo, unos fracasados que se han quedado a mitad de camino en su
progresión y a los que no cabe más remedio que resignarse a un ejercicio
profesional de categoría inferior y desprovisto de interés científico y
técnico.
El hospital debe permeabilizarse progresivamente respecto a la APS y
sus profesionales y ha de llevarse a cabo en el marco de las estructuras
de planificación, gestión y organizativas de ámbito territorial (áreas de
salud) de las que forman parte. Para que progresen los cambios de los
distintos niveles del sistema sanitario y se pueda responder
correctamente a las necesidades y demandas de salud de la población es
imprescindible que el hospital y la APS trabajen coordinadamente y
participen de todas las fases de los programas asistenciales, docentes y
de investigación diseñados para el conjunto del área de salud. En esta
línea, es necesario potenciar los mecanismos institucionales de
interrelación y los contactos profesionales en la atención de patologías y
pacientes concretos y promover actividades asistenciales, formativas y
de investigación que impliquen a ambos niveles del sistema de salud.
3. Como una estrategia: de organización de los servicios sanitarios hace
referencia a la necesidad de que éstos estén proyectados y coordinados
para poder atender a toda la población y no sólo a una parte de ella, ser
accesibles y proporcionar todos los cuidados propios de la Atención
Primaria. Al mismo tiempo, los servicios sanitarios deben mantener una
relación adecuada coste-beneficio en sus actuaciones y resultados y estar
abiertos a la colaboración intersectorial. Potenciar la estrategia de la APS
en un país significa proceder a una adecuada redistribución de los
recursos totales (humanos, materiales y financieros) empleados en el
sistema sanitario.
4. Como una filosofía: implica el desarrollo de un sistema sanitario que
asuma el derecho a la salud en el marco de los derechos fundamentales
de las personas, que garantice su defensa prioritaria y responda en todo
momento a criterios de justicia e igualdad en el acceso y disfrute de este
derecho por todos los ciudadanos, con independencia de cualquier otro
factor.

Actividades preventivas: terminología

La enfermedad es el resultado de un proceso dinámico en el que los agentes etiológicos y


factores de riesgo interaccionan con el huésped. Entre el inicio de la exposición a los
agentes y factores y el comienzo de la enfermedad existe un período de
inducción/incubación, que suele ser corto para las patologías agudas (infecciosas) y
accidentes y largo para las crónicas.
En la historia natural de las enfermedades suelen distinguirse tres períodos, prepatogénico,
patogénico y de resultados (fig. 24.1).

El primero comienza con la exposición a los factores etiológicos o de riesgo y en él


desempeñan un papel importante los elementos que favorecen la susceptibilidad del
huésped para padecer la enfermedad. Los factores de riesgo, definidos como «cualquier
exposición, condición o característica que está asociada a una mayor probabilidad de
desarrollar la enfermedad», pueden ser no modificables (edad, sexo) o, por el contrario, ser
susceptibles de cambios inducidos por actuaciones de prevención primaria, que pueden
llegar a eliminarlos o, al menos, conseguir un descenso significativo de la exposición del
sujeto a ellos.
En el período patogénico se distinguen habitualmente dos estadios o fases: presintomática
(sin síntomas ni signos de enfermedad) y clínica. Durante la primera de ellas ya se han
iniciado los cambios anatomopatológicos inducidos por el agente causal y, en la segunda,
estas alteraciones orgánicas ya son lo suficientemente importantes como para dar lugar a
manifestaciones en el paciente.
La historia natural de las enfermedades acaba en un período de resultados, consecuencia del
avance, detención o retroceso de las alteraciones orgánicas inducidas por los agentes
causales (muerte, incapacidad, situación de enfermedad crónica o curación).
Los distintos niveles de actuación preventiva están en íntima relación con estas fases de la
historia natural de las enfermedades:
Las actividades de prevención primaria son el conjunto de actuaciones dirigidas a impedir
la aparición o disminuir la probabilidad de padecer una enfermedad determinada. Su
objetivo es disminuir su incidencia. Este grupo de actividades se desarrolla en el período
prepatogénico, antes del inicio de los estímulos inducidos por los factores etiológicos que
provocarán la enfermedad. Dentro de las actividades de prevención primaria se incluyen
generalmente las de promoción de la salud (dirigidas a las personas) y las de protección de
la salud (realizadas sobre el medio ambiente).
Las actividades de prevención secundaria pretenden detener la evolución de la enfermedad
mediante actuaciones desarrolladas en la fase preclínica, cuando aún los síntomas y signos
no son aparentes, pero existen en estado embrionario o subclínico y, por ello, permiten
detectar precozmente el proceso patológico y poner en práctica las medidas necesarias para
impedir su progresión. La prevención secundaria pretende reducir la prevalencia de la
enfermedad. El núcleo fundamental de las actividades de prevención secundaria lo forman
los programas de cribado o detección.
Las actividades de prevención terciaria se definen como aquellas que están dirigidas al
tratamiento y rehabilitación de una enfermedad ya previamente establecida, enlenteciendo
su progresión y con ello la aparición o agravamiento de complicaciones e invalideces e
intentando mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Otra manera de clasificar las actividades preventivas y de promoción de la salud es a partir
de la consideración del tipo de acción a desarrollar (US Task Force): Cribado
(«screening»), consejo e inmunización/quimioprofilaxis. Ya se ha señalado que las del
primer grupo están incluidas en el epígrafe de las de prevención secundaria, mientras que
las de los dos restantes pertenecen al ámbito de la prevención primaria.
También se pueden clasificar las actividades de acuerdo con el sexo y la edad de las
personas en que se aplican (infancia-adolescencia-adulto-anciano), los grupos de
patologías o problemas que pretendemos prevenir (cardiovascular, neoplasias, infecciones,
etc.) o los tipos de exámenes o pruebas que pensamos utilizar. Las actividades preventivas
y de promoción de la salud pueden ser recomendadas de forma sistemática para un grupo
poblacional concreto o indicarse de forma individualizada, de acuerdo con el perfil de
riesgo de un sujeto determinado.

Entonces...
- Debemos diferenciar los niveles de complejidad; De los de prevención, remarcando
que la estrategia de APS utiliza intervenciones multiprofesionales en los diferentes
niveles de complejidad a lo largo de la historia natural de las dolencias que afectan a
las personas, incluyéndolas en este proceso.
- Además es necesario que todos los profesionales que integren equipos de salud
manejen un lenguaje común, y un conocimiento mínimo de las intervenciones que
realizan para que las mismas sean eficaces y efectivas.
- Recordar que la mayoría de los efectos estudiados y causados por los
medicamentos fueron obtenidos en condiciones controladas y randomizadas, es decir
de laboratorio, patrimonio de la investigación básica, y nosotros tenemos la obligación
de extrapolar esos resultados a nuestra practica.

El término problema de salud es todo aquel que requiere una intervención por parte del
profesional, independientemente si se tiene o no un diagnostico etiológico. Este término es
acuñado desde una perspectiva de abordaje integral de la persona, ya que las personas viven
sus padecimientos de forma muy compleja, es lo que analizaremos brevemente mas
adelante y se denomina Representación Social De La Salud.
No debemos omitir el echo entonces en que el sujeto que padece la dolencia y su familia
deben estar implicados tanto o mas que los profesionales actuantes para que la efectividad
de la intervención aumente.
Aparece aquí el concepto de intervención, la misma representa toda acción sustentada por
la mejor evidencia disponible y que beneficiara al paciente produciendo el menor daño. La
intervención debe respetar de manera obligatoria algunos aspectos básicos obtenidos de la
investigación empírica.
Por ello las intervenciones terapéuticas llevadas a cabo por cualquier profesional deben
combinar aspectos de la investigación básica y la experiencia con el objeto de mejorar la
calidad de vida de las personas.
En este caso los medicamentos utilizados por los licenciados en kinesiología en los
distintos momentos de la historia natural de la enfermedad, deben respetar las pautas
obtenidas de la investigación científica para garantizar su eficacia, coincidiendo en una sola
la información dispensada independientemente del profesional para aumentar su efectividad
y mejorar su eficiencia.
Los profesionales de los equipos de Atención Primaria realizan actividades preventivas,
curativas y rehabilitadoras para atender los problemas de salud con que se enfrentan a
diario. Para ello, emplean un amplio abanico de recursos terapéuticos: ofrecen soporte
psicológico, hacen pequeña cirugía, aconsejan regímenes dietéticos, medidas higiénicas,
cambios de estilos de vida o indican tratamientos físicos o farmacológicos. A pesar de que
existen grandes similitudes entre países o regiones, se aprecia una variabilidad en el patrón
de respuesta ante los problemas de salud. Así, por ejemplo, el protocolo de actuación ante
un aborto espontáneo cambia desde países que pautan sistemáticamente un legrado-biopsia,
a otros que exclusivamente recomiendan el soporte psicológico a la madre que ha sufrido la
pérdida. Las otitis medias se medican sistemáticamente con antibióticos en el sur de
Europa, mientras que en Holanda generalmente se tratan con medidas físicas. En España
los médicos de Atención Primaria especialistas en medicina de familia y comunitaria tienen
unos hábitos de prescripción distintos de los que no han recibido esta formación. El perfil
del usuario también influye en la decisión. Se observa que los hijos de madres ansiosas
reciben más tratamientos antibióticos que los de aquellas que no lo son. Éstos son algunos
de los ejemplos que ilustran la complejidad de la actuación preventiva, terapéutica y
rehabilitadora, de la que la prescripción farmacológica forma parte. El análisis de la
utilización de medicamentos en Atención Primaria no puede restringirse al acto asistencial
de un médico y un paciente ni enmarcarse en el tradicional proceso de demanda-
diagnóstico-tratamiento. Los fármacos son uno de los instrumentos terapéuticos y
preventivos más valiosos, pero su efectividad y uso están inevitablemente condicionados
por factores culturales, sociales y económicos que deben ser forzosamente considerados.
Este capítulo aborda el tema de la utilización de medicamentos en su globalidad, analiza las
peculiaridades de la prescripción en Atención Primaria, revisa los sistemas de medición del
empleo de medicamentos, y propone instrumentos que permitan optimizar su utilización
para aplicarse en el ámbito de la administración sanitaria, del profesional y del propio
paciente.
La variabilidad en el consumo de medicamentos entre países y regiones que no
queda justificada por diferencias en la morbimortalidad, confirma que existen
múltiples factores que influyen sobre la prescripción. Sin ánimo de ser
exhaustivos, se valorará el entorno de la prescripción farmacéutica.
En Argentina, como la mayoría de países , cuenta con una generosa oferta de
medicamentos. Pueden prescribirse 5.000 especialidades, muchas de ellas conteniendo los
mismos principios activos o incluso productos cuya eficacia sigue estando poco
demostrada, a pesar de que se han introducido importantes medidas de racionalización.
Existe la necesidad de investigar cuales son los medicamentos con eficacia comprobada
para regular esta oferta (nuevas moléculas de la misma familia que no reportan ventajas
farmacológicas evidentes, o los conocidos como me-again, productos con la misma
molécula a la que se han introducido pequeñas variaciones de tipo farmacocinética o
farmacodinámico, a menudo, sin relevancia clínica). Una estrategia a nivel nacional fue
llevada adelante a través del programa REMEDIAR.

Factores determinantes del empleo de medicamentos

Las diferencias en el consumo farmacológico entre poblaciones no quedan explicadas tan


sólo por variaciones en la morbimortalidad. Se observa que se asocian a factores
relacionados con las características demográficas y culturales de los pacientes, el perfil de
los profesionales y el ámbito de trabajo, entre otros. Los principales determinantes de la
utilización de medicamentos se presentan a continuación:

Características de la población. La edad es el factor que invariablemente se encuentra


asociado a un mayor consumo, lo que aumenta el riesgo de que aparezca yatrogenia, dado
que los ancianos emplean más fármacos de escaso valor intrínseco y presentan más
pluripatología. El bajo nivel socioeconómico, y un elevado índice de mortalidad
estandarizada se han relacionado con un mayor nivel de utilización, aunque la influencia de
las variables relacionadas con la salud desaparece cuando se estandariza por otros factores
(Catalán, 1995; Benavent, 1996; Roberts, 1993; Baker, 1991; Morton-Jones, 1993). No hay
resultados concluyentes sobre la relación entre consumo de medicamentos e índice de
desempleo. (Benavides, 1994; Pringle, 1994).

Perfil del profesional. Tradicionalmente se ha atribuido al médico de Atención Primaria la


responsabilidad de la prescripción farmacéutica. Actualmente se conoce que hasta casi el
40% de las recetas que extiende son repeticiones de tratamientos iniciados por otros
profesionales, básicamente especialistas, o demandas directas de los pacientes, la
denominada «prescripción inducida». Algunos estudios hallan una asociación positiva entre
el volumen de recetas y la edad del profesional (Cabedo, 1995). Los mayores prescriben
más, bien por falta de una adecuada formación continuada o porque su edad se asocia a la
de sus pacientes. Los que han recibido una formación previa en medicina de familia y
comunitaria tienden a recetar menos y con más calidad (Cunillera, 1993; Catalán, 1995).

Ámbito de trabajo. En un estudio realizado en España, los centros rurales y los que cubren
a una población menor están asociados a un mayor consumo de medicamentos, mientras
que los que disponen de un equipo de profesionales a plena dedicación, más personal
auxiliar, menor frecuentación y menos pacientes por médico, tienen un nivel de
prescripción más reducido y de mayor calidad (Catalán, 1995). La experiencia británica
muestra que la responsabilización de los profesionales respecto al presupuesto de farmacia
no contribuye a mejorar la prescripción a largo plazo (Coulter, 1995).
Diversos autores han analizado modelos matemáticos que explican el consumo
farmacéutico de un territorio. No obstante, la variabilidad del mercado no ha permitido
utilizar estas fórmulas para realizar predicciones presupuestarias. La gran movilidad del
consumo, más relacionado con la oferta de medicamentos y las novedades tecnológicas que
con las variaciones de la morbilidad, invalida los modelos a muy corto plazo (Benavent,
1997).

Práctica clínica en Atención Primaria

La variabilidad en la práctica clínica es un aspecto sobradamente conocido. Su importancia


ha aumentado recientemente por las implicaciones económicas y de planificación que
supone el adoptar distintas alternativas terapéuticas ante un mismo problema. Si bien es
cierto que esta variabilidad se minimiza cuando se introducen controles adecuados para las
características del paciente y del diagnóstico, siguen apareciendo diferencias debidas al
ejercicio de la libertad en la toma de decisiones clínicas. Parece que existen estilos de
ejercicio profesional relativamente estables, con umbrales de prescripción personales. Es
más fácil modificar el tipo de prescripción que la decisión de recetar o no. La
discrecionalidad del médico es más marcada en aquellos aspectos más alejados del núcleo
clínico de la decisión de prescripción (elección de una asociación o un genérico), mientras
que los criterios diagnósticos son los factores más importantes en la selección del grupo
terapéutico (Davis, 1997).

Sistemas de medición del empleo de medicamentos

La medicina moderna tiene a su disposición un arsenal terapéutico más poderoso del que
disfrutaba décadas atrás, lo que le proporciona la capacidad de mejorar la atención
sanitaria, pero entraña también un mayor riesgo de aparición de efectos adversos, de los que
ningún medicamento se encuentra exento.
La necesidad de evaluar los riesgos asociados al empleo generalizado de medicamentos
más allá de los identificados en cada paciente individual, dio lugar al desarrollo de una
nueva disciplina conocida como farmacoepidemiología. Uno de sus pioneros, Brian L.
Strom (1994), la define sencillamente como «el estudio del uso y los efectos de los
medicamentos en un gran número de personas». También se ha definido como «la
aplicación de los conocimientos, métodos y razonamientos de la epidemiología al estudio
de los efectos (positivos y negativos) y usos de los fármacos en grupos de poblaciones»
(Porta, 1987).
La farmacoepidemiología utiliza tanto estudios observacionales (EUM) como
experimentales, dentro de los cuales tiene especial importancia el estudio clínico en fase IV
(en fase de poscomercialización), ya que su principal actividad es vigilar los medicamentos
una vez que se hallan en el mercado. Recientemente han adquirido relevancia otras áreas
relacionadas con los medicamentos como son la farmacoeconomía o las medidas de
calidad de vida relacionadas con la salud, lo que ha ampliado el campo de acción de la
farmacoepidemiología. A continuación se tratan estos conceptos, diferenciando el análisis
del empleo de medicamentos propiamente dicho de la evaluación del impacto de las
intervenciones farmacológicas preventivas o terapéuticas.

Estudios de utilización de medicamentos


En su informe técnico de 1977 la OMS define la utilización de medicamentos como «la
comercialización, distribución, prescripción y uso de medicamentos en una sociedad con
especial énfasis en las consecuencias médicas, económicas y sociales resultantes» (Comité
de expertos de la OMS, 1977). Los objetivos generales de los estudios que la analizan
(EUM) son: la identificación de problemas relacionados con el empleo de fármacos, el
análisis de dichos problemas en relación con su importancia, causas y posibles
consecuencias, así como la propuesta de soluciones y la evaluación de su impacto.
Los EUM pueden ser cuantitativos y cualitativos (tabla 20.1).
Estudios clínicos

Se considera ensayo clínico (EC) a toda evaluación experimental de


una sustancia o medicamento, a través de su aplicación a seres
humanos, orientada hacia alguno de los siguientes fines:

1. Poner de manifiesto sus efectos farmacodinámicos o recoger


datos referentes a su absorción, distribución, metabolismo y
excreción en el organismo humano.
2. Establecer su eficacia para una indicación terapéutica, profiláctica
o diagnóstica determinada.
3. Conocer el perfil de sus reacciones adversas y establecer su
seguridad.

Fase I. Constituyen el primer paso en la investigación de un nuevo


medicamento en humanos. Son estudios de farmacocinética y
farmacodinámica que proporcionan información preliminar sobre el
efecto y la seguridad del producto en sujetos sanos o en algunos
casos en pacientes, y orientan la pauta de administración para
ensayos posteriores.

Fase II. Se realizan en pacientes que padecen la enfermedad o


entidad clínica de interés y persiguen el objetivo de proporcionar
información preliminar sobre la eficacia del producto, establecer la
relación dosis-respuesta del mismo, conocer las variables empleadas
para medir eficacia y ampliar los datos de seguridad obtenidos en la
fase I.

Fase III. Destinados a evaluar la eficacia y seguridad del tratamiento


experimental intentando reproducir las condiciones de uso habitual y
considerando las alternativas terapéuticas disponibles, se realizan en
una muestra más amplia y representativa de pacientes que en la
fase anterior. Son preferentemente controlados y aleatorizados.

Fase IV. Son los realizados con un medicamento después de su


comercialización. Son preferentemente controlados y aleatorizados.

Representaciones sociales de la salud: Influencia sobre el uso de


fármacos.

En esta arena tan compleja entran en juego las representaciones sociales de la personas, echo
complejo que es necesario describir por que de este dependen las representaciones sociales de las
personas.
Existen varios capitales que construyen el valor social de la salud en las personas, entre ellos el
capital social, este es un bien no económico pero adquirido en el contexto de desarrollo de la
persona. Por ejemplo : A Anita le indicaron disparos mas Kinesioterapia, la madre comento esto
con una amiga y dice, pero esos puff producen adicción y hacen mal, por lo cual la mama de Anita
no sigue las prescripciones correctamente. Cuando el uso de aerosoles es difundido en la Tele el
uso de aerosol es una cultura independientemente de su eficacia, el mercado ingreso en la cultura
de las personas por lo tanto aquel profesional que no este informado correctamente carecerá de ese
bien cultural de la población que asiste con lo cual sus intervenciones se verán afectadas. Este
capital es el cultural. El reconocimiento de la persona a aspectos de las personas construye el
capital simbólico de la misma, y es el valor que le da cada persona a ciertos aspectos. Por ultimo
debo nombrar el capital económico(oferta de bienes y servicios) que es el mas conocido por
nosotros y que no merece ser ampliado.

Este breve resumen pretende describir que las personas estarán presentes en el proceso de las
intervenciones terapéuticas y no debemos desconocer los hechos que reforzaran o debilitaran
nuestra intervención.

Las intervenciones medicamentosas son más efectivas cuando se comparten con el usuario,
mas aun cuando los profesionales del equipo transmiten y refuerzan la misma información a
sus pacientes, la yuxtaposición de roles profesionales evitando la lucha disciplinar mejoran la
utilización de los fármacos y otras intervenciones terapéuticas.

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