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En todo y siempre

Por Carlos Peñaloza

En la nota introductoria a la sección “Oraciones y aforismos de San Vicente


Pallotti” del libro Oramos en comunidad del Generalato de la SAC, se nos dice de los
textos, a propósito de la antología que los reúne, que “por lo general, no quieren ser
reflejo de la literatura religiosa o de la piedad popular del siglo XIX.” (p. 361). Me
llama la atención el ‘por lo general’, que inmediatamente invita a pensar que algún texto
‘en particular’ sí puede ser reflejo de tal literatura. Y no hay duda de que algunos textos
que se conservan de nuestro santo patrono bien pueden ser considerados como poesía
mística o literatura religiosa, aunque sabemos que Vicente no fue precisamente escritor,
y mucho menos, poeta; no obstante esto, al enfrentarnos a algunos de sus textos, nacidos
de momentos de oración, de comunicación profunda con el Señor, podemos darnos
cuenta de que un halo poético los reviste. Basta con leer solo un poco de sus textos,
para darnos cuenta de que tienen un innegable carácter de literariedad; más allá de que
el pulso literario de su obra sea débil, o que fuera inconsciente.
La nota introductoria antes mencionada continúa, y nos recuerda que los textos de
Vicente “son los pensamientos y los movimientos de un alma sola ante Dios que, en el
coloquio con el creador, descubre todo lo que quisiera ser para complacerle a él.” Esta
idea podemos usarla para confirmar que, en efecto, no hay intención literaria en la
gestación de sus textos. Escribir literatura no era lo que Pallotti perseguía; lejos de ello,
su escritura no era sino su diálogo franco con Dios, la expresión de su alma en estados
de arrobamiento espiritual; y esto último, sobre todo, es posible constatarlo a través de
las repeticiones incesantes de alguna palabra o frase en las que el yo poético, creador del
texto, se desvanece hacia el silencio (o más seguramente hacia el infinito). Gracias a las
palabras/frases repetidas, junto al desorden de su caligrafía, podemos hacernos una idea
del grado de abstracción que tuvo Pallotti en sus momentos de oración. Muchos de sus
textos nacieron del éxtasis espiritual.
Tenemos claro entonces que los textos de Vicente Pallotti no tenían intención
literaria. Sin embargo, y teniendo en cuenta que la escritura que sobrevive los embates
del tiempo es siempre susceptible de literariedad, podríamos plantearnos que, ‘en
particular’, algunos textos de Vicente Pallotti pueden (y deben) ser considerados
literatura religiosa, inclusive poesía mística. Y ahora he de aventurarme a decir algo
que, bien visto, no resulta nada extraordinario tratándose de Vicente Pallotti: La
literatura religiosa de Vicente Pallotti no podría ser, de ningún modo, reflejo de la
literatura religiosa ni de la piedad popular del siglo XIX. Su literatura (al igual que su
pensamiento espiritual) escapa a su tiempo y lo acerca a las vanguardias del siglo XX.
Vicente Pallotti es un escritor del siglo XX. Pero esta idea la desarrollaremos en nuestra
siguiente edición.
El poema (oración) que ahora reproducimos, es el recordatorio de una creatura
enamorada de su creador, de un ser que se recuerda a sí mismo que nada hay más
importante que Dios; que no existe nada equiparable con el Señor.

¡Dios mío…!
No el entendimiento, sino Dios.
No la voluntad, sino Dios.
No el alma, sino Dios.
No la vista, sino Dios.
No el oído, sino Dios.
No el olfato, sino Dios.
No el gusto y el habla, sino Dios.
No el aliento, sino Dios.
No el tacto, sino Dios.
No el corazón, sino Dios.
No el cuerpo, sino Dios.
No el aire, sino Dios.
No el alimento y la bebida, sino Dios.
No el vestido, sino Dios.
No los bienes temporales, sino Dios.
No las riquezas, sino Dios.
No los honores, sino Dios.
No las distinciones mundanas, sino Dios.
No las dignidades, sino Dios.
No las promociones, sino Dios.
¡Dios en todo y siempre!

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