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Introducción
Los escritos aquí reunidos discuten la relación que, guardadas las limitaciones de
una metáfora, presenta algunas características presentes en las relaciones conyugales.
De cualquier forma es una relación de riesgo (menos para la ciencia que para la
Educación Física). Eliminar la indentidad de uno de los polos de esta relación (de
casamiento), transformando uno en otro, confundiendo los dos, o subordinando una
identidad a otra (en el caso, la EF a la ciencia) puede, así como en el casamiento, tener
resultados desastrosos.
Aunque hoy la ciencia continúe siendo un gran “partido”, ella perdió mucho de
su glamour; la imagen de la racionalidad científica está mucho más raída hoy de lo que
estaba hace veinte años. Muchas voces, en función de este cuestionamiento, hablan hoy
de la necesidad del divorcio o del rompimiento del noviazgo.
1
La crisis de identidad de la EF fue entendida entonces, como resultado de la
incapacidad de la EF de concretar el casamiento. Hoy, por el contrario, algunos
entienden que su ligazón con la ciencia ya ha sido fuerte/larga por demás y que sería
preciso rescatar otros valores que le son propios para que pueda superar su crisis de
identidad. En esa óptica, un casamiento tal no sólo no superaría la crisis de la Educación
Física, sino que desvirtuaría sus características más importantes.
Otros, como es nuestro caso, abogamos para la EF una relación con la ciencias
que es al mismo tiempo de proximidad y de distanciamiento. Esto significa que las
identidades de los “compañeros” no se confundan. Sólo con esta condición la relación
parece ser productiva. Esto significa reflexionar sobre las posibilidades, pero también,
sobre las limitaciones de la ciencia, exactamente para no tomarla como un dogma.
Cabe, en este momento, agradecer a las varias instituciones y a los colegas que
fueron fundamentales para el desarrollo de estas reflexiones; al Consejo Nacional de
Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq), que por algún tiempo colaboró mediante
la concesión de una bolsa de investigación; a la UFES, que me acogió como docente; a
los colegas de trabajo del LESEF; a los colegas de diálogo que no nombro para no
cometer injusticias olvidando a alguien.
2
Primera parte
En este capítulo tomamos como foco de atención la construcción del campo académico
de la Educación Física en el Brasil, con especial atención en el período que va del final
de la década de los 60 hasta nuestros días.
Es importante desde luego, resaltar que nuestra atención recae sobre la producción
académica del “área”, vale decir, la teorización que envuelve y acompaña esta práctica
social que convenimos en llamar de Educación Física, o sea, es un estudio sobre el
pensamiento de la EF brasileña y sobre cómo ella se viene pensando. Específicamente,
perseguimos la cuestión de cómo fueron pensados los límites/contornos de este campo,
quién de él participa legítimamente, cuáles problemáticas son privilegiadas y
reconocidas como pertenecientes al campo, o sea, cómo a partir de este conjunto de
prácticas se forja el propio campo.
Otro aspecto que considero necesario aclarar desde luego, dadas las posiciones
que vengo defendiendo en relación al uso del término Educación Física (Bracht, 1992 y
1995), es que entiendo a esta, fundamentalmente, como una práctica que tematiza con
intención pedagógica las manifestaciones de la cultura corporal de movimiento. Este
entendimiento, sabemos, está lejos de ser unánime. Ella convive con varios otros que
entienden el significado del término para, por ejemplo, todas las manifestaciones de la
cultura corporal de movimiento, y entonces, como es más común, para todos los campos
de actuación del profesional de EF. Es nítido que a lo largo del desarrollo del campo
académico de la “EF”2 no siempre fue ese el entendimiento, muy por el contrario, los
límites de este campo siempre estuvieron difusos (y confusos). Así, cuando parta de la
posición arriba aclarada, será preciso, para analizar la construcción del campo
académico de la EF, adentrar y enfocar las producciones que se colocan como
pertenecientes al campo, pero que parten de otra visión de cuáles son sus contornos.
1
Este texto fue inicialmente presentado en el IV Encuentro Nacional de Historia del Deporte,
Lazer y Educación Física (Belo Horizonte/MG, 1996)
2
Coloco comillas exactamente para llamar la atención de que es una denominación provisoria,
porque concurre con denominaciones (y propuestas) como las de Ciencias del Deporte, Ciencia del
Movimiento Humano o Ciencia de la Motricidad Humana.
3
Esos cambios están anclados en el complejo proceso de cambios sociales más amplios, pero que
no serán discutidos aquí.
3
sistematización de los llamados métodos gimnásticos cuyo discurso científico
fundamentador era predominantemente derivado de las ciencias biológicas, siendo los
intelectuales que construían ese discurso, del campo médico y también del pedagógico,
siendo, en este último caso, la fundamentación fuertemente marcada por presupuestos
biológicos. Otra institución importante y que fue orientadora de la elaboración teórica
de la EF, es la militar.
4
Es importante resaltar que los intelectuales activos en el ámbito de la gimnasia escolar o EF,
trabajaban más en la perspectiva de la recepción de los métodos gimnásticos que en la construcción
fundamentada de estos. Quien sabe, la única iniciativa en este sentido en la época haya sido el concurso
promovido en 1942 para la elaboración de un método nacional de EF (Ministerio de Educación y Salud,
1952).
4
académica o científica. Cuestión levantada en función de una presión externa para que
la EF se legitimase en el campo científico, que tienen en las universidades su “locus”
privilegiado.
Un factor determinante para esa nueva onda cientificista en la EF, fue el enorme
desarrollo que sufrió, luego de la II Guerra Mundial, el fenómeno deportivo y cómo fue
absorbido o se impuso en la EF.
5
Evidencias de eso pueden encontrarse en los documentos: Diagnóstico de la EF y de los
Deportes en Brasil (Costa, 1971); Plan Nacional de EF y Deportes 1976-1979 (Brasil, 1976) y en
Goncalvez, J. A. P. Subsidios para implantación de una política nacional de deportes. Brasilia, 1971, entre
otros.
5
investigaciones que se ocupan de él, son las que tienen mejores chances para ser
reconocidas en el campo y fuera de él6. O sea, es la importancia social y política del
fenómeno deportivo (o del desempeño deportivo del país en el nivel internacional) lo
que confiere legitimidad al propio campo académico de la EF o de las Ciencias del
Deporte7 o EF y Ciencias del Deporte (EF & CD).
6
Como señala Bourdieu (1983, p. 124), “es inútil distinguir entre determinaciones propiamente
científicas y las determinaciones propiamente sociales de las prácticas esencialmente sobredeterminadas”
7
Según Paiva (1994), la iniciativa de “elevar”la profesión de EF a la condición de Ciencias del
Deporte tiene su punto máximo en la publicación de la editorial de la RBCE 2 (2), donde se lee: “el
profesor de EF no puede ser más representado como un hombre fuerte e buena voluntad […]; en resumen,
él, hoy, no es más un `profesor de gimnasia´, sino un maestro en ciencias del deporte”.
6
Esto ocurre porque el sistema deportivo solamente apela a la categoría educación
como forma de buscar legitimidad social. Estando, sin embargo, orientado por otros
principios, mantiene la cuestión educacional apenas como recurso retórico. Lo que le
importa al mismo es la medalla! Esto no significa que no tenga efecto educativo, al
contrario. Significa, esto sí, que la lógica que define las acciones en el campo deportivo
(que determina lo que está en juego en el campo) ignora y no es influenciada por el
resultado educativo –el campo o el sistema deportivo es indiferente al resultado
producido en términos educacionales. Las acciones en el sistema deportivo no serán
redefinidas en función de un mejor o peor resultado educacional y, sí, en función de un
mejor o peor resultado deportivo8.
Es a partir del contacto con las Ciencias del Deporte y con el debate pedagógico
brasileño de las décadas del 70 y 80, que los profesionales del campo de la EF pasan a
construir objetos de estudio a partir de la mirada pedagógica. Independientemente de la
matriz teórica que esos profesionales van a adoptar, lo que caracteriza sus reflexiones es
que están orientadas por las ciencias humanas y sociales y eso por vía del discurso
pedagógico10.
8
De a poco el sistema deportivo se va sintiendo fuerte y suficiente para abandonar el discurso de
la promoción de la educación y de la salud. El presidente de la Confederación Brasileña de Natación,
Coaracy Nunes Filho, afirmó, en entrevista a la revista Veja, que la educación no tiene nada que ver con
el deporte, aunque el deporte también sea educación. (Nunes Filho, 1995, p.8)
9
Algunos de los más influyentes en el área: Vítor Marinho de Oliverira, Joao Paulo Subirá
Medina, Apolunio Abadio do Carmo, Lino Castellani Filho y Carmen Lucía Soares.
10
Eso también va a redundar en una cierta fragilidad teórica de esa producción.
7
Esa vertiente va a representar no sólo un polo de resistencia política en el campo,
defendiendo intereses no-dominantes a los intereses ligados al sistema deportivo, sino,
también, ofreciendo resistencia académica al cientificismo de las Ciencias del Deporte.
Más recientemente, algunos autores (Colectivo de Autores, 1992; Bracht, 1992; Betti,
1992) vienen reforzando la necesidad de construcción de una teoría de la EF, entendida
ésta como una práctica pedagógica, o sea, una repedagogización del teorizar a la EF,
una vez que esa práctica pedagógica fue casi alejada del campo en cuanto a objeto. La
construcción de un cuerpo teórico con base en un discurso pedagógico, que pueda filtrar
y reconvertir, a la luz de la lógica de ese campo, la influencia “externa” del sistema
deportivo, es elemento importante para la construcción de autonomía (pedagógica) de la
EF. Es claro que, en el momento en que la educación y el magisterio están en una
situación caótica en nuestro país, sólo pensando en la perspectiva de la resistencia es
posible alimentar esa necesidad.
Consideraciones finales
Nos parece claro, por ejemplo, que los cursos de bachillerato en deporte sean ya
el resultado de esa presión (del mercado). Los dirigentes deportivos, cada vez más
claramente, reivindican una formación universitaria específica para los profesionales del
campo deportivo, argumentando incluso que las actuales facultades de EF no resuelven
sus necesidades: “Quiero una universidad de deporte para formar técnicos, en vez de las
actuales facultades de EF” (Nuzman, 1996, p.8)
11
En el CNPq el área es tratada como la subárea EF y es parte de las ciencias de la salud. En la
Sociedad Brasileña para el progreso de la Ciencia (SBPC) el área es denominada de Ciencias del
Deporte/Motricidad Humana y es parte de las ciencias aplicadas.
8
Otro elemento indicador es que el ex-ministro extraordinario de los Deportes,
Edson Arantes do Nascimento (Pelé), reivindicó una línea de financiamiento de
investigación específica para las Ciencias del Deporte junto al CNPq. Además de eso, el
Instituto Brasileño de Desarrollo del Deporte (INDESP) dispone de dotación para
investigaciones y publicaciones de Ciencias del Deporte.
Si, por un lado, eso indica una autonomización del campo académico de la EF en
relación al sistema deportivo e indica el sentido del surgimiento de un campo académico
que estaría orientado para teorizar específicamente esta práctica social, sin tener como
eje central lo pedagógico, ubica cuestiones para la EF, como la de obtener,
urgentemente, legitimidad en el interior del campo pedagógico, en cuanto práctica y
disciplina académicas, bajo el riesgo de tener su propia existencia amenazada y eso no
simplemente en el sentido de la extinción, sino de simple sustitución por el deporte (en
la escuela).
12
Este texto (Bracht, 1997) fue originalmente publicado en V. 5 de Ensayos: Educación Física y
Deporte, de Carvalho & Maia (p. 5-17)
9
El campo académico de la Educación Física
13
No estoy desconociendo o ignorando la influencia griega sobre algunos filántropos, que en el
final del siglo XVIII y en el inicio del XIX buscaban legitimar la gimnástica o la ejercitación corporal en
sus escuelas a partir del ideal de la “armonía entre cuerpo y espíritu”. A pesar de esa influencia, varios
estudios demostraron (Cachay, 1988; Krüger, 1990) que las ciencias naturales luego se impusieron como
elemento fundamentador, como base legitimadora de esas prácticas.
10
En este punto debo decir que entiendo a la EF como aquella práctica
pedagógica que trata/tematiza las manifestaciones de nuestra cultura corporal y que esa
práctica busca fundamentarse en conocimientos científicos, ofrecidos por los abordajes
de distintas disciplinas. O sea, el campo académico de la EF se viene constituyendo a
partir de la absorción y/o incorporación de prácticas científicas fuertemente marcadas
por abordajes monodisciplinares del fenómeno del movimiento humano o de la
actividad física.
11
investigaciones tienen su identidad epistemológica basada en las ciencias madre y no en
la EF, o sea, la EF no es capaz de ofrecer/proveer una identidad epistemológica 15 propia
a esas investigaciones. La investigación en fisiología del ejercicio no es ciencia de la EF
y, sí, ciencia fisiológica, así como la historia del deporte no es Ciencia del Deporte y, sí,
ciencia histórica.
Bien, en principio hallamos que la ciencia nos auxilia en esa tarea. Existe (o existió) el
entendimiento de que la ciencia haría que tuviésemos respuestas más
seguras/verdaderas para esas cuestiones. Pero, ¿qué es conocer científicamente la
realidad? ¿Por qué ella nos ofrecería un conocimiento o una base más segura?
15
Identidad epistemológica significa la forma propia con que cada disciplina científica interroga y
explica la realidad, lo que es determinado por el tipo de problema que releva, por los métodos de
investigación y por el lenguaje que desarrolla y utiliza.
12
La ciencia moderna parte del presupuesto de que las explicaciones de la
realidad están contenidas en la misma, o sea, rompiendo con el pensamiento mítico,
entiende que las explicaciones de lo que acontece en la naturaleza no precisan apelar a
fuerzas externas a ella (como la voluntad divina). Existen leyes internas que determinan
el movimiento de las cosas. El descubrimiento de esas leyes permite prever el
comportamiento de los cuerpos o de las cosas de forma universal. O sea, la realidad
contiene regularidades y posee un orden. La ciencia está interesada en la regularidad, la
rutina, lo que es común en la realidad, para controlarla (develar, quitar la venda a la
realidad, descubrir las leyes que la rigen).
16
Por cierto, M. Sergio coloca la Ciencia de la Motricidad Humana en el ámbito de las ciencias
del hombre, pero, en ningún momento reporta qué significa esto, epistemológicamente; por lo menos, no
se refiere al aludido debate epistemológico y no toma posición al respecto, de manera que queda sin saber
las consecuencias (metodológicas) que tal vinculación/clasificación, tendría.
13
humano, el conocimiento producido dirá algo del movimiento humanos pero se
“callará” en relación a una serie de aspectos de ese mismo movimiento. Así, no serán
parte de ese conocimiento los aspectos ligados a la afectividad del sujeto que se mueve,
los aspectos sociales ligados al contexto en que se realiza el movimiento y qué lo
influencia, etc. Lo mismo sucede en relación a las otras disciplinas científicas; no existe
un abordaje global que “agote” la realidad.
17
Es interesante observar que, a pesar de la flagrante necesidad de mediación entre los saberes
disciplinares presentes en la EF, los especialistas en las diferentes subdisciplinas de nuestro campo no
consiguen dialoga, o sea, a partir de su especialidad interactuar con otras, como quedó claro en el IX
Congreso Brasileño de Ciencias del Deporte (Vitória/ES, Set. 95).
14
cuanto a que la EF es la Pré-ciencia de la Motricidad Humana es sustentable apenas en
la medida que bajo esa denominación ese campo académico se constituya; resta,
mientras tanto, demostrar que esa constituye hoy la forma de una nueva disciplina
científica o de una nueva ciencia. En principio, la tesis de que la EF 18 sería el ramo
pedagógico de la Ciencia de la Motricidad Humana me parece altamente cuestionable.
En ningún momento, además, los autores que refrendan esa tesis explican lo que
significa para la EF (o Educación Motora) ser la rama pedagógica de una tal ciencia
(partiendo del presupuesto de que tal ciencia existe). ¿Significa que esa práctica
pedagógica tematiza los conocimientos oriundos de tal ciencia? ¿Significa que los
fundamentos de esa práctica pedagógica provienen de esa misma ciencia? ¿Las otras
ciencias también poseen una rama pedagógica? ¿Acaso la enseñanza de la biología se
constituye en la rama pedagógica de la Biología? ¿O lo que se enseña en la biología es
el conocimiento biológico? Lo que se enseñaría en la EF o educación motora, ¿sería el
conocimiento de la Ciencia de la Motricidad Humana? Esas son cuestiones que están
esperando merecer una respuesta.
18
El autor de la tesis, M. Sérgio, prefiere denominar a la EF como educación motora, lo que es
seguido por un grupo de profesores brasileños, principalmente actuantes en la Facultad de Educación
Física de la UNICAMP. En el libro, que fue publicado como resultado de un simposio sobre educación
motora (De Marco, 1995), algunos autores, en vez de hablar de educación motora (ex EF) como ramo
pedagógico de la Ciencia de la Motricidad Humana, hablan en el plano pedagógico de teoría de la
motricidad humana, sin justificar, en tanto, el porqué de esa opción por teoría, en vez de ciencia.
15
Es preciso considerar los límites de la propia racionalidad científica, en
cuanto a la provisión de los fundamentos de nuestra práctica. Como sabemos, la práctica
pedagógica envuelve siempre una dimensión ética de carácter normativo, o sea, si la
ciencia se atiene a lo fáctico, la práctica pedagógica opera también en el plano de lo
contrafáctico (del deber ser). Otra dimensión importante, presente en el ámbito
pedagógico es la dimensión estética. Sin extenderme en el asunto, diría que el teorizar
en la EF precisa sobrepasar las limitaciones de la racionalidad científica, para integrar
en su teorizar /hacer, la dimensión de lo ético y de lo estético.
19
Artículo originalmente publicado en la Revista Paulista de Educaçăo Física. Supl. 2, 1996, p.
23-8.
20
Gamboa (1994) entiende que la EF, así como la pedagogía, estarían situadas en lo que llama
“nuevos campos epistemológicos”, cuya característica específica sería exactamente la dimensión de la
“acción” (que estoy llamando de “intervención”); para ese autor, la EF es una ciencia de y para la acción.
16
de la EF, pensamos en un saber específico, en una tarea pedagógica específica, cuya
transmisión/tematización y/o realización sería atribución de ese espacio pedagógico que
llamamos EF.
21
Aquí estamos frente a una avenida de dos manos: la función atribuida a la EF determina el tipo
de conocimiento buscado para fundamentarla y el tipo de conocimiento predominante sobre el
cuerpo/movimiento humano determina la función atribuida a la EF. Mientras tanto, ni uno ni otro son
auto-explicativos; ellos precisan ser analizados integradamente como componentes de un movimiento
más general y complejo de la sociedad.
22
No es necesario rescatar aquí el tipo de educación (física) que es postulado y acontece a partir
de ese conocimiento. Basta recordad que ella fue conocida como una perspectiva biologicista de EF.
17
cuerpo entero, de Freire (1992). La base teórica deviene, fundamentalmente, de la
psicología del aprendizaje y del desarrollo, una con énfasis en el desarrollo motor y la
otra en el desarrollo cognitivo.
23
Y “naturalmente social”.
24
Como diría Assmann (1993): “no son simplemente festejos diferentes del lenguaje”
25
De allí la importancia del artículo de Mauro Betti (1994) que remite a nuevos horizontes de
estudio del movimiento humano o de las manifestaciones de la cultura corporal de movimiento a través de
la semiótica.
18
concepción progresista de educación, porque el concepto de cultura puede ser definido y
orperacionalizado en términos sociales y políticamente conservadores. Es preciso, por
lo tanto, articular un concepto de cultura que se correlacione con los presupuestos
sociofilosóficos de la educación crítica.
Una de las razones para entender nuestro objeto valiéndonos del concepto
de cultura es el hecho de que ella es una categoría clave para el emprendimiento
educativo de manera general. La relación entre educación y cultura es orgánica. Como
recuerda Forquin (1993),
26
Desculturalizados en el sentido de que los movimientos, los juegos y las brincaderas utilizados
en esos abordajes no emanan del universo cultural -por ejemplo, Freire (1992) valoriza sobremanera la
cultura infantil- pero, sí, en el sentido de que los criterios a partir de los cuales son sistematizados y
tratados pedagógicamente devienen, exclusivamente, del análisis del desarrollo infantil,
descontextualizados social e históricamente.
19
a) “la educación ´realiza` la cultura como memoria viva, reactivación incesante
y siempre amenazada, hilo precario y promesa necesaria de la continuidad
humana” (Forquin, 1993, p. 14);
27
Otras cuestiones además de esta, como: ¿qué es posible enseñar/aprender cuando trato
pedagógicamente esa parcela de la cultura? ¿Cuáles son los criterios para seleccionar y sistematizar esa
dimensión de la cultura?
20
Un desdoblamiento o una vertiente de esa ambigüedad se refiere a la
relación naturaleza-cultura, que es una cuestión que afecta al entendimiento general del
ser humano y que se aguza sobremanera cuando hablamos de cuerpo y movimiento.
28
Anotaciones personales de la disertación de C. Cullen durante el II Congreso Argentino de
Educación Física y Ciencia (La Plata, octubre/1995)
21
“Detectando en el movimiento, en la “práctica corporal”, elementos no
deseables, acaban por tomarlos como la propia y exclusiva esencia del
movimiento y, en consecuencia, concluyen que es preciso que `alguna cosa de
afuera´ venga a acrecentarle criticidad, venga a liberarlo, liberando a su
practicante. Esa cosa exterior es el discurso, que puede tener carácter
sociológico, antropológico, político, etc. […] El aula de EF se convierte en un
aula sobre el movimiento y no es más un aula con movimiento. Entonces, un
aula con el movimiento en las condiciones de la EF `tradicional´ agregada al
estudio y discurso crítico” (p. 197-8)
Me parece que aquí la EF es llevada a una encrucijada o una paradoja: racionalizar algo
que, al ser racionalizado, se descaracteriza. O sea, existiría una dimensión de las
experiencias/vivencias humanas pasibles de ser propiciadas también por el moverse (en
las más diferentes formas culturales) que “resiste las palabras”, o, dicho de otra manera,
no es posible pedagogizarlas por vía de su descripción científica; fuera de control, de la
previsión (de la ciencia); son, de cierta forma, únicas, singulares. Además, para
Nietzsche, citado por Naffah Neto (1991, p. 23),
29
Ghiraldelli Júnior (1990) entiende que ambas corrientes quedan a medio camino y propone una
visión alternativa basada en una lectura dialéctica materialista. En nuestro entendimiento, la búsqueda de
la contradicción interna, por vía de la historización, acaba circunscribiendo la propia perspectiva
racionalista, no superando, por lo tanto, el impase identificado por el autor.
30
Hay, en esa interpretación, una reducción de la posibilidad del lenguaje, lo que es reconocido
por Naffah Neto (1991), que va, en seguida, a discutir esa cuestión a partir de Merleau-Ponty, con su “uso
creativo del lenguaje”.
31
Precisamente en Goiania, en el año 1991.
22
Es preciso ampliarlo, abarcando la dimensión estética. En relación a esto, Carlos R.
Brandao, en el VIII Congreso Brasileño de Ciencias del Deporte (Recife/1987), afirmó
que, para él, crítico sólo podría ser un sujeto amoroso, aquel que tiene la capacidad de
sensibilizarse con el drama del mundo. Es preciso, valiéndome de Assmann (1993),
ampliar el concepto de lenguaje a todo tipo de activaciones de la corporeidad 32.
Parafraseando a Chauí (1994), podríamos decir que, en la filosofía y en las ciencias,
hablamos de “movimiento y pensamiento” (un discurso filosófico y científico sobre el
movimiento), pero que, en la EF, deberíamos hablar de movimiento-pensamiento.
Por algún tiempo pensé y hablé (en los círculos más próximos) en una
“epistemología del movimiento”. Al contrario de las conocidas taxonomías del dominio
psicomotor, se trataba, pensaba yo, de identificar el tipo de conocimiento de la realidad
que el moverse humano puede propiciar, que tipo de lectura de la realidad esa forma de
comunicación con el mundo puede propiciar y cuáles conocimientos y lectura de la
realidad de determinadas formas culturales de moverse propiciarían. Estoy inclinado a
complementar esa propuesta con una “fenomenología/hermenéutica del movimiento”,
una vez que la expresión epistemología está excesivamente comprometida con una
postura racionalista en el sentido cognitivista, que no abre espacio para la ampliación
del concepto de verdad. Como pregunta Gadamer, citado por Herman (1990, p. 147):
32
Recuerdo aquí las palabras de Benedito Nunes (1994, p. 403), discurriendo sobre la “poética del
pensamiento”. Vale la pena citarlo: “La poesía-canto desobjetifica al lenguaje, lo retira del ámbito de la
visión práctica, de la acción y del intercambio cotidiano, al que sirve de instrumento de comunicación,
para darle apertura, temporal e histórica. Del mismo modo que en el arte la tierra se vuelve tierra, y no es
propiamente usada, la contrario de lo que sucede con el instrumento material, absorbido en su propio
empeño, la poesía usa la palabra como palabra, sin gastarla, liberando su poder de nombrar, de fundar o
ser, de destaparla en el poema. Lo que distingue al poeta del pensador es que la revelación en aquel
alcanza lo que excede la comprensión del ser en torno del cual, lo último gravita: lo sagrado, indecible,
extraño al pensamiento”.
33
Coloqué el término entre comillas para demostrar, por un lado, que reconozco la falta de un
término que supere el dualismo inevitablemente presente en nuestro lenguaje cuando usamos la palabra
“cuerpo”, pero, por otro lado, necesito reconocer, también, que él es fruto de la posibilidad que tenemos
de reconocer nuestra existencia corporal.
34
Dejo a cargo de los preciados lectores la interpretación de porqué aglutiné la palabra
“pensamiento” a la palabra “movimiento” y no, por ejemplo, “sentimiento”. Tal vez, ambiguamente,
intuitiva-racionalmente, esté contraponiendo las posturas relativistas que postulan una pluralidad radical
de la razón, sin jerarquía de ningún tipo.
23