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La historia de un sueño hecho realidad

RUMBO A LA MUNICIPALIZACIÓN

No sólo dudaban de la legitimidad de la idea, sino también del grupo que la proponía, dado que había
manifestado abiertamente que simpatizaba con el M-19, un movimiento político que tuvo su origen en
la insurgencia. «Nos decían locos, guerrilleros, pelagatos, una cantidad de cosas… nadie creía en
nosotros», manifiesta Argemiro Córdoba.
Por: Jairo Alberto Fuentes Fuentes
jairosky.fuentes@gmail.com

La creación de Florencia como un nuevo municipio del departamento del Cauca obedece a un
proceso histórico de lucha y de desarrollo que se materializó cuando un grupo de líderes visionarios
decidió apostarle a la municipalización de su corregimiento. Aunque al principio la duda y la
incredulidad invadieron al pueblo florenciano, la unidad generada en torno a un sueño en común
determinó que se llegara a un final satisfactorio. Hoy, Florencia es un municipio con veintidós años de
vida y más de un siglo de historia. Como «un homenaje al pasado para estímulo del presente y del
futuro», esta crónica cuenta, con la voz de sus actores, el proceso que llevó a Florencia rumbo a la
municipalización.

La idea surge en un baile

Inicialmente es importante saber cuándo y cómo surgió la idea. Se sabe que toda obra humana tiene
su génesis en una idea que determina una meta y se constituye como una guía del actuar para
conseguirla. La idea de la municipalización, aunque sorprenda, surgió en un baile organizado por sus
precursores, a saber: Leidy Amparo Muñoz, Marco Navia, Marino Luna, Argemiro Córdoba, Silvio
Guerrero, Nancy Gualguán, Hermis Erazo, Rangel Solarte, Gabriel Erazo, Bernardo Erazo y Jaramillo
Moncayo.

Era un miércoles 30 de octubre de 1991 en la que hoy es la casa del señor Mario Rodríguez, en el
barrio La Cadena, en la que entonces vivía el señor Gabriel Erazo y que era el sitio de encuentro de
un grupo de jóvenes líderes que habían descubierto una nueva alternativa política en el Movimiento
19 de abril, mejor conocido como M-19, y que tenía como uno de sus representante al señor Carlos
Pizarro, con quien ellos simpatizaban.

En el lugar de encuentro los líderes se reunían a celebrar victorias y derrotas. Al respecto, Argemiro
Córdoba comenta: «Nosotros celebrábamos todo. Una derrota la celebrábamos, un triunfo lo
celebrábamos». El 27 de octubre de 1991 habían tenido lugar las elecciones legislativas en un
momento histórico importante para Colombia, donde surgía la actual Constitución Nacional.

El mayor tema de conversación de este grupo de jóvenes era el inconformismo que sentían por el
abandono gubernamental que sufría Florencia como corregimiento de Mercaderes. En la reunión que
precedió al baile en cuestión, los jóvenes debatieron la idea que habían obtenido de la profesora de
inglés Leidy Amparo Muñoz, quien les había sembrado la inquietud de proponer la municipalización
de Florencia. «La idea surgió por el inconformismo por la no presencia estatal», dice Nancy
Gualguán, y continúa: «En ese momento despertamos y nos dimos cuenta de que nosotros
merecíamos algo mejor, teniendo en cuenta que nosotros aportábamos votación, y votación
importante, que se demostró cuando Oscar Ramiro Muñoz fue alcalde de Mercaderes».

Cuando Oscar Ramiro Muñoz, un florenciano, fue alcalde de Mercaderes, la señora Nancy Gualguán,
siendo su secretaria, notó que las administraciones pasadas habían sido injustas con Florencia, pues
él sí direccionó recursos para el corregimiento. «Antes no llegaba nada. Siendo la secretaria de él me
di cuenta de que sí se podía, y que los alcaldes anteriores no lo habían hecho», finaliza la señora
Gualguán.

La idea de la profesora Muñoz fue debatida y aprobada por los miembros locales de la Alianza
Democrática M19 (AD M-19) y el baile empezó, aunque también un camino de lucha interna y externa
por hacerla realidad.

La socialización de la idea

Cuando el grupo de jóvenes empezó a socializar la idea, todos los florencianos pensaron que habían
enloquecido. La consideraban una idea demasiado pretensiosa y casi imposible de conseguir.

El señor Silvio Guerrero recuerda la actitud negativa de muchas familias: «Uno de los líderes políticos
de ese momento me dijo que si no habían podido ellos en 50 años, menos íbamos a poder nosotros
que éramos tan pocos y mucho menos perteneciendo a un movimiento de izquierda. Me dijo que era
imposible».

No sólo dudaban de la legitimidad de la idea, sino también del grupo que la proponía, dado que había
manifestado abiertamente que simpatizaba con el M-19, un movimiento político que tuvo su origen en
la insurgencia. «Nos decían locos, guerrilleros, pelagatos, una cantidad de cosas… nadie creía en
nosotros», manifiesta Argemiro Córdoba.

En medio de tanta incredulidad y señalamientos, los esfuerzos de este grupo de jóvenes visionarios
aumentaron y empezaron a socializar la idea manifestando que su realización sería una gran
oportunidad para el desarrollo de Florencia y su posicionamiento a nivel departamental. Jamás
desistieron.

El primer paso: un candidato único florenciano a la alcaldía de Mercaderes

La primera idea que tuvieron los jóvenes fue postular a un candidato que representara los intereses
de Florencia ante la alcaldía de Mercaderes. Era un objetivo difícil, pues en Florencia reinaban los
partidos políticos tradicionales: liberales y conservadores, y sería dificultoso unirlos en torno a una
meta en común. Sin embargo, había que hacer el intento.

«Queríamos quitarles votación a los partidos tradicionales que defendían sólo su color, pero no un
ideal. Entonces aparecimos como alternativa», afirma el señor Hermis Erazo, y enfatiza: «Ahí se
empezó a pensar en un candidato único de Florencia. Para eso tocaba convencer a los dos partidos
tradicionales para que se unieran a la causa. Primero nos tocó ir a hablar con Oscar Muñoz. Otra
comisión fue donde doña Fidelina, que eran los dos polos: conservadores y liberales. Y concretamos
reunirlos a todos ellos donde doña Fidelina y darles la idea de un candidato único. De ahí sale el
Movimiento Cívico Florenciano».

No era fácil hacer coincidir a los dos partidos tradicionales, pues llevaban a cuestas una larga historia
de disputas políticas. Sin embargo, dada la insistencia del grupo de líderes y la claridad de sus
ideales, lograron reunirlos en varias ocasiones para armar una coalición que representara a Florencia.
Al respecto, el señor Silvio Guerrero expresa con jocosidad: «Los que no se habían podido unir entre
ellos, nosotros los unimos», y Argemiro Córdoba agrega: «En las reuniones ellos no se atrevían a
mirarse de frente; permanecían agachados mientras nosotros les expresábamos la idea».

Después de varios diálogos, y cuando los líderes de los partidos políticos tradicionales por fin habían
cedido, se constituyó el Movimiento Cívico Florenciano, del cual saldría el candidato que
representaría a Florencia en las elecciones para alcalde de Mercaderes, y quien desde ese cargo
facilitaría el proceso de municipalización. El problema ahora era seleccionar al candidato.
En busca del candidato

Argemiro Córdoba recuerda el proceso de selección: «Para eso se barajaron muchos nombres:
Dagoberto Benítez, Augusto Ortega, entre otros». Nancy Gualguán recuerda que su nombre estuvo
entre los postulados; sin embargo, consideraba prematura la idea: «A mí me propusieron, pero uno
debe ser honesto y admitir que en ese tiempo era muy prematuro. Estamos hablando del 92. Yo era
sólo una bachiller. Y no me creía menos, pero uno debe ser honesto. Era prematuro por no tener aún
un estudio, ni recursos para una campaña, y por el enfrentamiento con los candidatos de Mercaderes,
porque eran duros».

Después de contemplar muchas opciones y de enfrentar la indecisión de muchos postulados,


finalmente se eligió al ingeniero Libio Ortega como el candidato florenciano. Las palabras del señor
Libio al aceptar la postulación fueron: «Nunca he hecho algo por Florencia. Este es el momento para
hacerlo».

Hermis Erazo considera este suceso como el momento coyuntural del proceso de municipalización.
«Con el candidato propio ya se venía gestando la idea de la separación de Mercaderes. Si
ganábamos las elecciones, el primer compromiso de Libio era que nos separábamos», expresa
Erazo. Y Argemiro Córdoba agrega: «Convencimos a los partidos tradicionales para que se unieran a
nosotros diciéndoles que nosotros éramos un nuevo partido que salía pero con propósitos sociales,
no con unos fines burocráticos».

El florero de Llorente

A pesar de la gran confluencia de los florencianos alrededor de la candidatura del ingeniero Libio
Ortega, éste salió derrotado en las elecciones. La nueva alcaldesa de Mercaderes fue la señora
Nuren Sánchez de Perdomo. El día en que esto sucedió, los florencianos se enfurecieron, y fue en
ese momento cuando las razones que sustentaban la iniciativa de municipalización aumentaron. Ese
suceso fue el catalizador del proceso. Al respecto, el señor Silvio Guerrero hace una analogía con el
florero de Llorente, asimilando la municipalización de Florencia con la independencia de Colombia:
«Cuando Libio perdió las elecciones fue como el florero de Llorente», expresa el señor Guerrero.
«¡Ahí sí nos emberracamos!», agrega Nancy Gualguán.

En aquel entonces, aunque la mayoría de florencianos estaba de acuerdo con la municipalización,


hubo familias que aún mostraban su desacuerdo, quizá por conveniencias políticas. «Incluso algunas
personas votaron por Nuren porque no estaban de acuerdo con la municipalización. Fueron cinco
familias que no apoyaron a Libio», manifiesta la señora Gualguán, reservándose para sí los nombres,
que no vienen al caso.

La lucha continúa

Después de que Libio Ortega perdiera las elecciones, el grupo de jóvenes, ahora con muchos aliados,
continuaron el proceso con mucha más fuerza. «Nosotros empezamos el proceso en la alcaldía de
Nuren, cuando perdió Libio. Ella era otra que nos desafiaba», recuerda Nancy Gualguán.

Armado el grupo de trabajo, se empezaron a formar comisiones que viajarían a la ciudad de Popayán
para dialogar con los Diputados de la Asamblea Departamental y con el Gobernador del Cauca para
solicitar su cooperación. Una ventaja era contar con el apoyo del Diputado Francisco Fuentes y del
Gobernador Temístocles Ortega Narváez, con quienes, en sus respectivas campañas, se había
hecho previamente el compromiso de colaboración. Nancy Gualguán asegura que «ese momento fue
la hora precisa. A Temístocles Ortega se le pidió un compromiso de que si ganaba las elecciones
para gobernador nos ayudara, y a Francisco Fuentes también, que era candidato a la Asamblea
Departamental. Todo se nos prestó». Por su parte, Argemiro Córdoba manifiesta: «Nosotros
empezamos a buscar contactos a nivel departamental y nacional. Y aquí hacíamos actividades:
empanadas, rifas… porque necesitábamos plata y a nosotros nadie nos colaboraba. Hacíamos
diversas reuniones, en las que nos visitaban personas del departamento y de la nación, como el
delegado de planeación nacional, el señor Oswaldo Mejía, que vino gracias a la gestión del doctor
José Toribio Paz, que era el encargado de hacer los trámites burocráticos en Bogotá».

La venida del delegado de Planeación Nacional fue un paso importante. Muchas personas lo
ayudaron y acompañaron en su trabajo durante su permanencia en Florencia, en la que verificaría
que el pueblo contaba con los requerimientos necesarios para ser municipio: que tenía suficiente
población, territorio y producción agrícola, incluso para abastecer a municipio aledaños como El
Bordo, Bolívar, La Unión, Mercaderes, San Pablo y Cali.

Las comisiones siempre estuvieron activas. Viajaban constantemente a Popayán para cerciorarse de
que el proceso iba por buen camino. Cada vez que llevaban algún material solicitado preguntaban
cuál era el siguiente requisito y empezaban a trabajar de inmediato en él. Dos requisitos importantes
eran la determinación de la población florenciana, para lo cual se recolectaron firmas en un censo
realizado por los mismos habitantes divididos en comisiones. Para este proceso se visitaron una a
una las veredas, incluso se visitaron veredas de otros municipios para inflar el censo. Tal fue el caso
de Portachuelo, Esmeraldas, Santander y Los Alpes, que manifestaban estar de acuerdo con la
municipalización. Además, se delimitó geográficamente el municipio para determinar su territorio y
sus límites. Aquí fue importante la ayuda del presbítero Manuel Romo, quien brindaba su
acompañamiento a las veredas, la del señor Gerardo Escobar, que siempre tuvo su carro a
disposición para viajar adonde fuera necesario, y la de los señores Nectario Daza y Tito Moncayo,
dos líderes del Movimiento Cívico Florenciano.

Cuando el delegado de Planeación Nacional visitó Florencia todos trabajaron para que su estadía
fuera amena y se llevara la mejor impresión del trabajo en equipo de los habitantes de este pueblo.
Para alegría de todos los florencianos, el concepto del señor Oswaldo Mejía fue satisfactorio. Sus
palabras fueron: «En Florencia está todo listo. Ahora todo depende de Mercaderes».

Soñar no cuesta nada

Lo que parecía ser la tarea más difícil resultó ser la menos complicada. Se precisaba de un visto
bueno expedido por la alcaldesa de Mercaderes, la señora Nuren Sánchez, quien desde un principio
se había mostrado reacia a la iniciativa de la municipalización de Florencia. Cuando se le solicitó la
constancia, donde se debía manifestar que la segregación de Florencia del territorio mercadereño no
los afectaba en ningún sentido, la señora Nuren Sánchez no tuvo ningún reparo en otorgarla. Su
actitud siempre fue incrédula y burlona. «Cuando ella nos firmó el visto bueno dijo: ‘soñar no cuesta
nada’. Ella nos dio la constancia riéndose», manifiesta Nancy Gualguán.

Hermis Erazo también recuerda los comentarios despectivos de la señora Sánchez: «Ella decía: ‘Los
de Florencia dicen que esto va a ser municipio. Hay que dejarlos, ellos también tienen derecho a
expresarse’. Pero tocaba aguantarse, porque sin ese permiso, que era un requisito, el proceso no
podía seguir».

Después de tener el visto bueno de Mercaderes, el sueño de municipalización empezaba a


materializarse. Se trabajaba de día y de noche. Se hacían reuniones y visitas constantes con las
autoridades departamentales. La señora Nancy Gualguán comenta una anécdota: «Nosotros
pasábamos por Mercaderes de noche y decíamos ‘¡cuando Mercaderes duerme, Florencia trabaja!’».

Ahora, los que en un principio consideraron la idea loca e imposible trabajaban a la par con los demás
para lograr el anhelado sueño. «Lo que determinó que la gente empezara a creer en la idea fue la
gran votación que se logró cuando Libio Ortega se postuló a la alcaldía de Mercaderes», señala
Nancy Gualguán. Y Hermis Erazo añade: «Se demostró que Florencia unido trabajaba mejor que por
separado. En ese tiempo ya se empezó a mirar que el doctor Oscar venía a visitar a doña Fidelina. Y
antes no se podían ni ver. Se instituyó el respeto político y la amistad. Porque había algo en común
que nos identificaba a todos».

Un parto normal

Desde la venida del delegado de Planeación Nacional y del visto bueno de la señora Nuren Sánchez,
el proceso tardó nueve meses para hacerse realidad, por lo cual el señor Argemiro Córdoba lo llama
«un parto normal».

Uno de los últimos requisitos fue la realización de una monografía donde se relacionaran todas las
características y potencialidades del naciente municipio, pues en el departamento no había ninguna
reseña de Florencia. En este proceso fue importante la colaboración del profesor Segundo
Parménides Ortega, quien se encargó de la redacción de este documento técnico.

Después de presentado el proyecto de ordenanza para la creación del municipio de Florencia, la


Asamblea Departamental la debatió los días 22, 23 y 24 de diciembre de 1992, siendo aprobada por
unanimidad. Por su parte, el gobernador la sancionó el 4 de enero de 1993. Estas fechas se
inmortalizaron en la memoria de los habitantes de Florencia y están impresas en el escudo del
municipio.

La fiesta fue frenética. El júbilo de los florencianos no tenía límites. De Florencia viajaron varios carros
y chivas hasta Popayán, donde esperarían la decisión de la Asamblea. La aprobación se conoció en
la madrugada. El municipio había quedado vacío, pues de las veredas y de la cabecera se habían
desplazado hacia Popayán con el fin de retornar en una nutrida caravana. Se comió lechona, se
echaron cuetes y se bebió aguardiente. La fiesta inició en Popayán y terminó en Florencia, aunque es
preciso anotar un hecho anecdótico: el día en que Florencia fue municipio, en el retorno de Popayán
a Florencia, ¡uno de los carros se varó justo en Mercaderes!

Un último reto: elegir a un alcalde para el municipio de Florencia

La primera alcaldesa encargada del naciente municipio de Florencia fue la señora Zenaida Valdés
Tejada, nombrada por el Gobernador Temístocles Ortega Narváez. Su mandato transcurrió entre los
meses de enero a junio de 1993. Entonces, era el deber de los florencianos realizar sus primeras
elecciones populares para elegir al que sería el primer alcalde de Florencia elegido por voto popular.

Al igual que al momento de elegir al candidato único de Florencia, este fue un momento de indecisión.
Muchos fueron los propuestos, pero muy pocos los que tenían la voluntad de postularse.

Dado que el señor Oscar Ramiro Muñoz Fuentes tenía experiencia en la administración pública, un
grupo de representantes del Movimiento Cívico Florenciano, conformado por los señores Silvio
Guerrero, Emilio Luna, Bernardo Erazo y Bolívar Solarte, le propuso la candidatura para ser alcalde
de Florencia. Sin embargo, el señor Muñoz no quiso comprometerse, pues manifestaba que Florencia
sin plata no se podía administrar. El mismo grupo también contempló como posibles alcaldes de
Florencia a los señores Lorenzo Moncayo y Dagoberto Benítez, pero tampoco aceptaron la
postulación. «A los potenciales candidatos les faltaba ser visionarios», manifiesta Argemiro Córdoba.
«Y eso que era para aquí, que éramos poquitos. Ya no era como Libio que se enfrentó a todo
Mercaderes», añade Nancy Gualguán.

Después de una consulta popular en la que se pactó que el elegido como candidato oficial del
Movimiento Cívico Florenciano tendría todo el apoyo de los demás, resultó como ganador el señor
Álvaro Gentil Erazo Bolaños, quien entonces se desempeñaba como contador público en la
Cooperativa Indígena del Cauca y cuyo nombre fue propuesto por el señor Silvio Guerrero. Después
de esta elección, el señor Lorenzo Moncayo, que inicialmente había rechazado la postulación, decidió
lanzarse como candidato propuesto por el Movimiento Cívico Campesino y ser oponente del señor
Erazo Bolaños en la contienda electoral, siendo éste un incumplimiento al pacto inicial. Según Silvio
Guerrero y Nancy Gualguán, si Dagoberto y Lorenzo no se hubieran negado inicialmente, quizá
alguno de ellos dos hubiera sido el primer alcalde de Florencia. Sin embargo, resultó elegido el señor
Álvaro Gentil Erazo Bolaños, quien tuvo la oportunidad de ser el primer alcalde elegido por voto
popular que llevara las riendas del municipio de Florencia. Los primeros miembros del Concejo
municipal fueron Silvio Guerrero Narváez, Argemiro Córdoba, Modesto Luna, Idelfonso Morales, Flor
Erazo, Álvaro Luna, Joselías Muñoz, Sacarías Pérez, Serafín Morales, Reimundo Chelo Ortega y
David Vásquez. Desde entonces han sido siete los alcaldes elegidos por elección popular para
administrar el nuevo municipio: Álvaro Gentil Erazo Bolaños, Oscar Ramiro Muñoz Fuentes, María
Ángela Muñoz, Isaías Ordóñez, Evelio Muñoz Cerón, José Miguel Paz Ballesteros y José Agustín
Murcia Vásquez.

El día en que el gobernador visitó Florencia para entregar el nuevo municipio a sus habitantes,
expresó lo siguiente: «Florencia es un ejemplo en el Cauca… Aquí vendrá gente a dividirlos, pero
ojalá que la unión que tienen ahora prevalezca por siempre».

Alguna vez el licenciado Pablo E. Ordóñez Fernández dijo: «los pueblos quedan y seguirán tejiendo
su historia a tramos, unos de auge y otros de decadencia». Ciertamente, el proceso de
municipalización fue un tramo de historia determinante para el desarrollo de nuestro pueblo. Ahora, lo
que todos esperamos es que el devenir de Florencia siga siendo de auge, siga siendo construido,
como en un principio, con la unión de todos alrededor de un sueño en común.

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