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Tema 2 OBJETIVOS Y MÉTODOS DE LA INVESTIGACIÓN LINGÜÍSTICA.

OBJETIVOS

Definir explícitamente las dicotomías conceptuales Lengua/Habla y Competencia/Actuación, así


como todas las precisiones teóricas que de tales dicotomías se derivan.
Planificar la descripción lingüística en los diferentes niveles de análisis, que deberán estar
semióticamente justificados.
Sentar las bases metodológicas del análisis lingüístico, dejando claro que la lingüística es una
ciencia, y como tal ajena a argumentaciones de carácter impresionista o subjetivo.

ESQUEMA

0. Introducción.

1. Lengua y Habla.
1.1. Sistema, Norma y Habla.
1.2. Lengua y Tipo.

2. Competencia y Actuación.
2.1. Competencia gramatical.
2.2. Competencia léxica.

3. Lingüística del habla y competencia comunicativa.

4. Niveles de análisis lingüístico.


4.1.La estructura interna del signo lingüístico y lo niveles de análisis.
4.2. El principio de funcionalidad.

CONTENIDOS BÁSICOS

Vistas en el tema primero las características generales del lenguaje humano, ha de entenderse
ahora que tal capacidad universal del ser humano tiene múltiples y variadas concreciones que constituyen
los objetivos o ámbitos de la ciencia del lenguaje. El lenguaje humano se nos presenta como una realidad
pluridimensional, pues, por una parte, el lenguaje se nos muestra como realidad externa al propio
individuo concretado en lo que entendemos como lenguas, con toda su diversidad -a la que atenderemos a
continuación-, y que constituyen el capítulo central del análisis lingüístico; y por otra parte, el lenguaje
humano se nos ofrece como realidad individual, concretada en cada uno de los hablantes como saber
individual y como proceso de aprendizaje por el que el individuo ha de pasar; es decir, el lenguaje
humano se nos muestra como realidad psicológica; lo que propicia el desarrollo de una serie de
disciplinas que globalmente constituyen el ámbito de los estudios psicolingüísticos. Se trata pues, en este
tema de sistematizar los distintos ámbitos propios de la Lingüística como ciencia.

1. LENGUA Y HABLA

Mantenida directa o indirectamente desde la antigüedad, la distinción entre Lengua y Habla es, sin
duda alguna, uno de los pilares en los que se asienta la lingüística del siglo XX. En términos genéricos se
entiende por lengua cada uno de los sistemas semióticos de naturaleza lingüística históricamente
configurados y que constituye el saber lingüístico propio de una comunidad. La lengua se manifiesta en
cada una de las realizaciones individuales de los miembros de una comunidad que la utilizan como código
común y compartido sobre el que tienen un conocimiento, al menos, parcialmente idéntico. En los
albores de la lingüística del siglo XX se insistió reiteradamente en que la lingüística debería ser una
ciencia de la lengua; es decir, una ciencia centrada en el análisis y descripción de esta realidad que hemos
definido como supraindividual y de carácter histórico, ya que los hechos de habla son realizaciones
puntuales sometidas a una infinita variabilidad y por lo tanto sin interés para la abstracción científica. Sin
embargo, esta dicotomía tan estricta ha sido perfeccionada posteriormente por varios autores. Seguimos la
teoría desarrollada por E. Coseriu en distintos trabajos en los que llega a diferenciar entre Sistema,
Norma, Tipo y Habla, según el siguiente esquema:
4 - tipo lingüístico

técnica virtual 3 - sistema

2 - norma
Lengua funcional

técnica realizada: 1 - habla

Entiende Coseriu por sistema el nivel en el que se consideran las unidades de la lengua en cuanto que
su valor viene determinado por el principio de funcionalidad, donde cada unidad es definida por el
conjunto de rasgos distintivos que la oponen a otras del mismo sistema de valores y que fijan el propio de
esa unidad; así, por ejemplo, en el plano morfológico derivativo el sistema de la lengua prevé como
posible la palabra “musiquero”, lo mismo que “carnicero” o “peluquero”. Ahora bien, entre el sistema,
como conjunto de posibilidades abstractas, y el habla, o realizaciones concretas, Coseriu distingue la
norma como nivel de la aceptación social de los usos lingüísticos; “musiquero” puede ser
sistemáticamente posible pero no es “normal”, es decir, queda excluido por la norma social. La relación
entre sistema y norma es particular, pues en un sentido las posibilidades del sistema de la lengua son
mayores que las realmente explotadas ya que el sistema de la lengua abarca posibilidades no explotadas
por la norma constituyendo así un fondo de creatividad y productividad; incluye todo aquello que sería
posible en una lengua; Coseriu lo define como “técnica abierta” que “virtualmente contiene hechos no
realizados todavía”; en este sentido los elementos de una lengua serían no sólo aquellos cuya realización
sea empíricamente comprobada, sino también aquellos elementos simplemente posibles en usos futuros,
con lo cual la lengua siempre es una realidad con futuro o con una proyección de futuro, preñada, por
tanto, de rentabilidad.

En otro sentido la norma, que contiene todo aquello que es realización tradicional no justificado
sistemáticamente, es más amplia que el sistema; por ejemplo, un hecho de norma en el ámbito léxico sería
el que “negro” signifique “luto”, pues este contenido semántico ha de entenderse adherido al lexema por
condicionamientos socioculturales, y no es un valor deducido de las posibles relaciones de oposición que
“negro” mantiene con otros elementos del sistema de la lengua. En este sentido, dice Coseriu, el sistema
“es menos amplio que la norma y está contenido en ella”, lo que esquemáticamente dicho autor representa
de este modo:

Norma

Sistema

La descripción de una lengua ha de atender necesariamente a estos dos niveles, puesto que se trata de
la diferencia real entre las posibilidades del sistema y la realidad fijada en los usos establecidos; los
únicos, por otra parte, que son empíricamente observables. En este sentido también han de distinguirse las
distintas variaciones lingüísticas según éstas identifiquen diferencias lingüísticas dentro de una lengua
geográficamente localizadas, también denominadas diferencias diatópicas (lo que comúnmente llamamos
dialectos); diferencias lingüísticas asociadas a diferencias socioculturales o diferencias diastráticas
(jergas o sociolectos); diferencias lingüísticas asociadas a usos o situaciones llamadas diferencias
diafásicas (fasolectos como el habla familiar, coloquial, culta); y diferencias individuales o conjunto de
particularidades que identifican lingüísticamente al individuo también conocidas como diferencias
idiolectales (idiolecto, que viene a ser lo que entendemos por estilo).

Por tipo lingüístico se entiende un nivel en el que varias lenguas se consideran conjuntamente en
la medida en que comparten una serie de características comunes; las tipologías lingüísticas se establecen
sobre la base de identidades formales, y no sobre la base de antecedentes históricos. En el tema
correspondiente se establecerá de forma detallada todo lo referente a los estudios tipológicos.
En cuanto al Habla, ya hemos señalado cómo en la tradición estructuralista procedente de
Saussure, queda excluida de los intereses inmediatos de la lingüística; sin embargo, pronto se desarrollo
un tipo de estudios que se centraron, precisamente, en el estudio de las leyes del habla, en cuanto que la
propia lengua contiene subsistemas, los que tienen que ver con cuestiones como la determinación, la
categoría de la persona o los elementos deícticos entre otros, que no se entienden adecuadamente sino
como mecanismos propios del hablar; con el paso del tiempo esto daría como resultado el establecimiento
de una rama de la lingüística, la Pragmática, que se ha desarrollado en la segunda mitad de siglo como
una plena Lingüística del Habla, y de la que también nos ocuparemos en el tema correspondiente.

2. COMPETENCIA Y ACTUACIÓN

En la tradición lingüística norteamericana, desde los trabajos iniciales de N. A. Chomsky se


introduce la dicotomía competencia/actuación. La “competencia” se define como la capacidad que tiene
el hablante normalmente desarrollado de emitir y entender un número potencialmente infinito de
oraciones diferentes bien formadas en una lengua; es decir, de comportarse con normalidad comunicativa
lingüística. La “actuación” sería cada realización o concreción de esta capacidad, sometida a la
variabilidad infinita que puede llegar incluso a distorsionar la competencia abstracta. Tiene, por tanto, el
concepto de competencia, un sentido más psicológico por cuanto se entiende como capacidad del
individuo; y su proyección inmediata es la sintaxis o la oración, pues el saber lingüístico pleno consiste en
saber construir oraciones gramaticales y aceptables; saber que incluye el léxico, la morfología y la
fonología, como subcomponentes del componente sintáctico central que es la sintaxis.

3. LINGÜÍSTICA DEL HABLA Y COMPETENCIA COMUNICATIVA

Ya hemos señalado más arriba que en la segunda mitad del siglo XX se ha desarrollado una rama de
la lingüística centrada justamente en el habla, que en principio había quedado fuera de los intereses de la
lingüística más estrictamente formalista, pues se suponía que al estar sometida a una variabilidad infinita
no cabría hacer ciencia sobre ella. Pero en la segunda mitad de siglo se va afianzando la idea de que la
explicación del comportamiento lingüístico no termina con la descripción de los sistemas de signos que
son las lenguas, sino que el hablar es una actividad que supone la lengua y un conjunto de habilidades de
carácter constante que regulan el uso de la misma. De esta forma se abren paso los grandes temas de la
Pragmática lingüística tales como: el estudio del contexto en la comunicación lingüística, las relaciones
interpersonales establecidas en la comunicación, las intencionalidades del hablar, etc.

4. NIVELES DE ANÁLISIS LINGÜÍSTICO

La planificación del análisis de las lenguas ha de partir y ha de justificarse en una adecuada teoría de
la unidad fundamental de las lenguas. En la tradición teórica europea la Lingüística nace vinculada a la
Semiótica, o ciencia general de los signos. En la concepción saussureana, la Lengua es un sistema de
signos, y la Lingüística no es sino una parte de la Semiótica. En este sentido, las escuelas estructuralistas
y funcionalistas suelen deducir de la estructura interna del signo los diferentes niveles de análisis
lingüístico. Así, por ejemplo, en el análisis que la Glosemática de L. Hjelmslev hace de la estructura
interna del signo encontramos perfectamente encajadas y justificadas las parcelas de una Lingüística
decriptiva. Veamos:

Sustancia ¿Semántica?
Contenido
Forma Morfología, Sintaxis y Lexicología.
Forma Fonología
Expresión

Sustancia Fonética

El esquema de Hjelmslev plantea múltiples interrogantes y cuestiones sin resolver, que no


trataremos con detenimiento en este momento, pero valga de ejemplo, y sería desde nuestro punto de
vista la principal objeción, la supuesta simetría o isomorfismo entre el plano del contenido y el plano de la
expresión. Creemos, sin embargo que, por otro lado, dicho esquema resulta útil para dar cuenta de la
localización razonada de los diferentes niveles de análisis lingüístico. Así, la Fonética sería el estudio de
las unidades fónicas en cuanto realidades sustanciales o materiales; es decir, la descripción de las
dimensiones físico-acústicas, articulatorias y auditivas de los sonidos del lenguaje. La Fonología sería el
estudio del valor funcional de los sonidos y unidades fónicas. En el plano del contenido, las formas de
contenido serían las unidades morfológicas, las unidades sintácticas y los lexemas, respectivamente
estudiados por Morfología, Sintaxis y Lexicología. Llegados a este punto hemos de hacer una precisión
a propósito de la simetría o estructura isomórfica del signo; pues en otras teorías la cuestión de la
estructura del signo se plantea de otra manera que parece más adecuada.

La lingüística funcional de A. Martinet considera el signo lingüístico como una unidad producto
de un doble proceso articulatorio, en el que las unidades de la primera articulación, o monemas, estarían
constituidas por las unidades mínimas significativas del signo, debiendo distinguirse entre aquellas que
configuran inventarios abiertos o lexemas, y aquellas que en la lengua pertenecen a inventarios cerrados o
morfemas; con lo cual quedan identificadas las unidades del plano del contenido como unidades también
semánticas. Y por otra parte, cada unidad de la primera articulación está, a su vez, articulada en unidades
mínimas sin contenido semántico pero con valor distintivo o diferenciador de significados: los fonemas.

A conclusiones parecidas se llega desde teorías más recientes como las procedentes de la
Gramática Liminar de A. López, que explícitamente define el signo lingüístico como realidad asimétrica,
por exigencias metalingüísticas; pues, mientras que el significante puede ser analizado por sí y en sí
mismo, el significado no existe sino vinculado definitivamente a ciertas secuencias significantes,
resultando el siguiente esquema del signo lingüístico:

Ste.

Ste. + Sdo.

Esto queda justificado por el hecho de que aunque haya zonas de intersección entre los diferentes
niveles lingüísticos, lo cierto es que el análisis del plano del contenido, Fonética y Fonología, se lleva a
cabo sin tener en cuenta las unidades de los otros niveles lingüísticos; es más, sobre una misma palabra la
identificación de las unidades fónicas constituyentes de la misma no tiene en cuenta las unidades de
contenido de la misma palabra. Así, una elemental segmentación e identificación de las unidades fónicas
de la palabra antiparasitario ofrecería la siguiente segmentación de las unidades significantes o unidades
fónicas:

An-ti-pa-ra-si-ta-rio, que a su vez se segmentaría a-n-t-i-p-a-r-s-i-t-a-r-i-o

Es decir, obtenemos la segmentación en sílabas y fonemas como unidades independientes del


significado, o de las unidades con significado. Mientras que la segmentación en unidades o formas de
contenido sería ésta:

Anti - parasit - ario

Siendo en este caso necesario para la identificación de las unidades de contenido considerarlas
alojadas en una secuencia fónica concreta.

En el estructuralismo analítico y en la lingüística funcional son centrales cuatro principios


manifestados en los planteamientos teóricos y en la práctica analítica de manera más o menos explícita; y
son éstos:

- Principio de funcionalidad.
- Principio de oposición.
- Principio de sistematicidad.
- Principio de neutralización.

El principio de funcionalidad se refiere a las unidades mismas que constituyen una lengua, y
según tal principio, son elementos constitutivos de una lengua, del significante o del significado, aquellos
que tengan un valor funcional; es decir, que las diferencias materiales o sustanciales entre hechos
lingüísticos de cualquiera de los planos del signo lingüístico son unidades de la lengua si tales diferencias
conllevan diferencias en el plano opuesto. De forma que en la lingüística contemporánea es una constante
distinguir entre unidades funcionales, (-emas: fonemas, morfemas, lexemas), y variante contextuales de
esas unidades funcionales (alo- : alófonos, alomorfos).

El principio de oposición afecta a la manifestación de la funcionalidad de las unidades en el


sistema de la lengua, de manera que de las relaciones de oposición que masculino y femenino mantienen
en la lengua proviene el valor de cada una de estas categorías morfológicas; en la relación de oposición
entre ir y venir, proviene el valor semántico de cada uno de los términos; en palabras de E. Coseriu, a
quien seguimos en este punto, “... se puede decir que una unidad A existe como tal en una lengua, en la
expresión o en el contenido, si se halla en oposición con otra u otras: si en la misma lengua existe al
menos una unidad B que, distinguiéndose de A por medio de un elemento funcional, se le opone como
otra unidad”; lo que esquemáticamente el autor representa así:

a b

a c
B

Por ejemplo, en español los fonemas /t/ y /d/ tienen unos rasgos comunes: consonantes,
oclusivas y linguodentales, y un rasgo diferenciador: una es sorda y la otra sonora; la funcionalidad
consiste en que son unidades distintas porque son capaces de diferenciar significados, no porque sean
sustancialmente distintas; así ocurre en nata y nada, dime y time.

El principio de sistematicidad afecta al modo de existir las unidades de la lengua en el sistema; y


viene a coincidir con la característica ya repetida en otros momentos de la rentabilidad y economía de los
códigos lingüísticos.

En cuanto al principio de neutralización, supone una restricción importante a los principios


anteriores, pues las oposiciones previstas en el sistema de la lengua no siempre funcionan como tales; es
decir, como la posibilidad de elección entre una de las unidades en relación de oposición. Ocurre que en
algunos contextos no se produce la elección de un elemento por el valor opuesto a otros del sistema,
justamente, porque en dicho contexto tal unidad puede actualizar el valor propio más el valor del
elemento al que se opone en el sistema. Así, una expresión como febrero tiene veintiocho días supone la
neutralización, en ese contexto determinado, de la oposición día/noche prevista en la lengua, y de donde
procede el valor semántico de cada uno de los dos términos. El elemento que presenta el rasgo diferencial
en este tipo de oposiciones, se llama término marcado, y el elemento que engloba al término marcado
sería el elemento no marcado. Esquemáticamente Coseriu lo presenta así:

masculino femenino día noche


BIBLIOGRAFÍA BÁSICA COMENTADA

Sobre el concepto de competencia, y la concepción de la lingüística en la gramática generativa


han de verse los trabajos de N. CHOMSKY Conocimiento del lenguaje, Alianza, Madrid, 1989 y El
lenguaje y los problemas del conocimiento, Visor, Madrid 1989. Sobre los conceptos de lengua , norma y
tipo, son clásicos los trabajos de E. COSERIU “Sistema, Norma y Habla”, en Teoría del lenguaje y
Lingüística General, Gredos, Madrid, 1967, págs. 11-113, y “Sistema, Norma y tipo”, en Lecciones de
lingüística General, cap. XII, Gredos, Madrid, 1981; esta obra en su conjunto es de lo más valioso que
tenemos como introducción a la lingüística del siglo XX, especialmente recomendada para iniciarse en la
lingüística general y en la teoría del lenguaje. Cada vez tienen más presencia en el mundo de la
lingüística contemporánea los principio teóricos y metodológicos de la lingüística perceptiva de A. LÓPEZ
GARCÍA, del que resaltamos para los que estén especialmente interesados su profunda obra Fundamentos
de Lingüística Perceptiva, Gredos, Madrid, 1989. Por último citamos a J. C. MORENO CABRERA, Curso
Universitario de Lingüística General, tomo I. Teoría de la Gramática y sintaxis general., cap. IV,
Síntesis, Madrid, 1991.
TEXTOS DE APOYO

La lengua es un sistema de signos que expresan ideas y por eso comparable a la escritura, al
alfabeto de los sordomudos, a los ritos simbólicos, a las formas de cortesía, a las señales militares, etc.,
etc. Sólo que es el más importante de todos estos sistemas.
Se puede, pues, concebir una ciencia que estudie la vida de los signos en el seno de la vida
social. Tal ciencia sería parte de la psicología social. Nosotros la llamaríamos semiología (...). ella nos
enseñaría en qué consisten los signos y cuales son las leyes que los gobiernan. ...La lingüística no es más
que una parte de esta ciencia general. Las leyes que la semiología descubra serán aplicables a la
lingüística, y así es como la lingüística se encontrará ligada a un dominio bien definido en el conjunto de
los hechos humanos.
F. DE SAUSSURE, Curso de Lingüística General, pág.

Uno de los componentes del signo, la imagen acústica, constituye su significante; el otro, el
concepto, es el significado. Entre el significante y el significado el nexo no es arbitrario; al contrario, es
necesario. El concepto (“significado”) “boeuf” es por fuerza idéntico en mi conciencia al conjunto fónico
significante böf. ¿Cómo iba a ser de otra manera? Los dos juntos han sido impresos en mi espíritu; juntos
se evocan en toda circunstancia. Hay entre ellos simbiosis tan estrecha que el concepto “boeuf” es como
el alma de la imagen acústica böf. El espíritu no contiene formas vacías, conceptos innominados.

E. BENVENISTE, “Naturaleza del signo lingüístico”, en Problemas de lingüística General I, pág. 51.

...el principio de funcionalidad se funda en el postulado de la solidaridad entre el plano de la


expresión y el plano del contenido: una serie de variantes de la expresión representan una unidad
funcional si les corresponde un mismo significado, y una serie de variantes del contenido representan una
unidad funcional (un significado) si les corresponde una misma expresión. Pero esto debe entenderse
estrictamente como condición de la existencia de las unidades funcionales de forma o de contenido y de
la delimitación de las mismas con respecto a sus variantes, y no como criterio infalible para diferencias en
todo caso las unidades de ambos planos a la vez... En efecto, es sabido que hay formas idénticas a las que
corresponden dos (o más) significados (casos de “homofonía”) y significados únicos a los que
corresponden dos o más formas propiamente tales, es decir, no determinadas, como variantes, por los
contextos fónicos (“sinónimos”).
E. COSERIU, Lecciones de Lingüística General, pág. 199.

La lingüística no puede ser ajena a los problemas epistemológicos de su tiempo y el nuestro ve la


ciencia como una pluralidad teorética, cualquiera que sea su explicación racional y las consecuencias que
de ello se deriven. Más aún: si la ciencia natural puede, hasta cierto punto, inhibirse de las preocupaciones
filosóficas (...), la lingüística las refleja necesariamente pues su objeto de estudio, el lenguaje humano, es
absolutamente histórico.

A. LÓPEZ GARCÍA, Fundamentos de Lingüística perceptiva, pág. 31

Algo que debemos tener en cuenta es que si una teoría lingüística tiene como objeto el lenguaje
humano, una gramática tiene como objeto una manifestación particular de ese fenómeno, es decir, una
lengua determinada. Pero hay que ser conscientes de que toda descripción gramatical que realicemos de
una lengua presupone una determinada teoría del lenguaje humano, es decir, una teoría lingüística. No es
posible hacer descripciones gramaticales neutrales, que no supongan teoría lingüística alguna. Esto
significa que tenemos que ser conscientes de que conceptos de teoría lingüística estamos dando por
sentados para que podamos controlar la índole teórica de nuestra gramática.

J. CARLOS MORENO, Curso universitario... t. I, pág. 55.


TEST DE AUTOEVALUACIÓN

1. Un enunciado como “ganaron de tres puntos”, ha de entenderse


a. Como una trasgresión de lo previsto en la norma social.
b. Como una trasgresión de lo previsto en el sistema y en la norma social.
c. Como una trasgresión del sistema pero aceptado por la norma social.
d. Como una trasgresión del sistema cada vez más aceptada por la norma social.

2. Desde el punto de vista metalingüístico, es posible


a. Hablar de los significados en sí mismos.
b. Hablar de los significantes en sí mismos.
c. Hablar de los significados sin pensar en los significados.

3. El que el plural de los nombres y adjetivos se construya en la región murciana abriendo y alargando
la última vocal
a. Es un defecto síntoma de incultura.
b. Es una particularidad sociológico cultural.
c. Es una trasgresión de la norma lingüística.
d. Es una particularidad dialectal.

4. El fenómeno de la polisemia es
a. Una trasgresión del principio de funcionalidad.
b. Una figura retórica.
c. Una anomalía semántica.

5. Lengua y competencia
a. Son conceptos idénticos.
b. Son conceptos complementarios.
c. Son conceptos distintos en todo.
d. Son conceptos diferentes por el marco teórico al que pertenece cada uno.

6. La gramaticalidad
a. Es un juicio academicista sobre el modo de halar.
b. Es el concepto fundamental de la Lingüística estructural.
c. Es lo mismo que funcionalidad.
d. Es la valoración de la adecuación de las oraciones procedente de la competencia del hablante.

7. El nivel de la norma lingüística


a. Tiene más mismas posibilidades expresivas que el sistema.
b. Tiene más posibilidades expresivas que el sistema.
c. Tiene menos posibilidades expresivas que el sistema.

8. El habla es
a. Absolutamente puntual e irrepetible.
b. Regida por sus propias leyes.
c. Reflejo puntual de la lengua.

9. La lingüística como ciencia


a. Ha de contar con la observación de todos los datos para poder ser segura en sus juicios.
b. Ha de contar sobre todo con la intuición del lingüista.
c. Ha de usar el propio saber lingüístico y los datos observados.

10. La expresión “Los alumnos de primero están en al aula 25”


a. Es manifestación del carácter machista de la lengua española.
b. Es una expresión adecuada según el principio de neutralización.
c. Supone uno de los errores del habla.

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