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Dijo ella, dijo él - El diálogo

"El diálogo quita solemnidad a lo que se escribe. (...) Los diálogos


confieren más naturalidad a los personajes. Los cambios de ritmo
entre la narración del escritor y lo que se dice en los diálogos
aligeran la lectura". Bioy Casares, A la hora de escribir.

-darle vida a los personajes haciéndolos hablar

Al hacer que los personajes hablen los volvemos más reales.


Pensemos en la cantidad de información que nos llega cuando una
persona abre la boca para hablar. Su idioma, su tono de voz, su
intención, las palabras que elige, el modo en que las pronuncia...
Podemos deducir una cantidad de cosas con solo escuchar a esa
persona. A veces no entendemos del todo a un personaje hasta que
lo escuchamos hablar.

El salto de la narración al diálogo permite que irrumpa la acción,


sin el filtro del autor.

-evitar las acotaciones extravagantes

Es mejor poner "dijo él, "dijo ella", o quizá "preguntó", "contestó",


acotaciones directas y simples. Cuando empezamos a adornar el
diálogo con expresiones como "espetó", "prorrumpió", "exclamó",
"ironizó", se nota mucho nuestra intención como autores y eso
rompe la ilusión de intimidad en la escena, la sensación del lector
de estar casi espiando a esas personas que hablan.
Las acotaciones, cuando son simples y directas, casi no se leen, no
estorban y sirven para guiar al lector indicándole quién dice la
frase. No hace falta aclarar en cada línea quién habla, pero sí hay
que evitar que el lector vuelva atrás contando las líneas para ver
quién dijo esa frase. Conviene cada tres o cuatro líneas de diálogo,

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aclarar quién habló.

-hacer diálogos algo intrigantes

Se dice que los buenos diálogos empiezan tarde y terminan


temprano. Es decir, empiezan cuando ya los personajes se
saludaron y van al grano. Y evitan las despedidas. Sobre todo hay
que evitar lo obvio. No repetir datos que ya sabemos. Ir directo al
conflicto o al propósito de los personajes. Ej:

-¿Lo trajiste? -preguntó él cuando la saludó al bajar del tren.


-Sí, lo tengo acá- le contestó ella apretando la cartera contra su
cuerpo.

La intriga por saber qué trajo ella en la cartera nos atrapa. Los
personajes hablan a medias, no son explícitos, dan información
pero no son informativos. La gente en general ya se saludó, ya
habló por teléfono. Salvo que dos personas se estén poniendo al día
porque hace mucho que no se ven, mejor evitar los diálogos donde
los personajes se cuentan la vida.

-mostrar la imperfección de los diálogos

La gente no siempre se comunica al hablar. A veces no se


entienden, hay muchos equívocos, por las diferencias
generacionales, o por los presupuestos culturales distintos, o
simplemente porque hay ruido en la calle o porque andan mal los
teléfonos. Las llamadas se cortan, se oye mal. Hoy día con Skype
por ejemplo la gente dialoga de manera extraña, filmándose desde
ángulos que no los favorecen, con la laptop en las rodillas y la

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cámara que los enfoca desde abajo como desde la perspectiva de la
mascota de la casa, alguien acota algo a los gritos desde el fondo...
La gente habla mucho, pero no siempre se entiende.

Conviene evitar las frases inolvidables y perfectas. Puede haber


alguna que otra contestación genial (de esas que solo tenemos
cuando ya la situación pasó y estamos bajando en ascensor), pero
no puede ser todo el diálogo así porque se vuelve artificial. Y ese
es el gran desafío de los diálogos: la naturalidad. Esa naturalidad
se logra acercando el habla de los personajes al habla cotidiana, sin
que por eso sea como una grabación donde incluimos todas las
vacilaciones los "eh.... " , los "o sea", etc.

"Hablamos de Invasión: BIOY: «Uno de sus principales defectos


son los parlamentos, demasiado concluidos, correctos,
sentenciosos. En el próximo film, vas a tener que contenerte. Si no
podés, lo escribimos como quieras y después lo corregimos; pero
lo corregimos de un modo contrario al habitual: cortando y

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estropeando las frases que salieron demasiado bien». BORGES:
«Shaw ha demostrado que el teatro tolera perfectamente largos
monólogos... ». BIOY: «En primer lugar, el cine no es el teatro;
después, buena parte de los parlamentos de Shaw tienen un tono
menos impecablemente terminado que los tuyos». BORGES:
«Parece que Shakespeare escribía dos textos para cada pieza; uno
para darse el gusto de escritor y otro para la representación, el
acting text; se cree que de Macbeth sólo sobrevive el acting text y
de las demás piezas el primero, el literario. Por eso Macbeth es la
mejor de sus piezas».
Como Borges es muy rápido para inventar y redactar, cuando
aparece la ocasión de escribir un purple patch* me da mucho
trabajo, porque ya acuña su frase memorable antes de que yo
empiece a armar mi renga alternativa. Como por lo general
consigue resultados brillantes, no sé bien cómo persuadirlo de que
los sacrifique: parecería que prefiero mi frase imperfecta porque
es mía; comparadas, ¿quién vacila entre una y otra?, pero no se
trata de comparar las frases, sino de que sean aceptables en el
drama. Me atrevo también a decirle que su milonga no debió
cantarse íntegramente en el film: «Cuando empezaron a cantarla
me conmoví; cuando acabaron ya estaba impaciente. En un film no
hay que cantar una pieza entera; si cantan una pieza entera la
escena se convierte en número, se distingue de la trama, la
interrumpe. Por excelente que sea tu milonga, debieron
interrumpirla sin lástima, dejarla inconclusa. Solamente en las
operetas o films musicales puede un actor cantar impunemente una
pieza íntegra». "

( Borges, Bioy Casares)

Invasión, escena Milonga, película de Hugo SantiagoMuchnik


https://youtu.be/Vf8ZrOgVN08

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Es muy difícil comunicarse. A veces los personajes quieren hablar
y solo intercambian unas palabras vacías. En esta escena de la
película Taxi Driver, el personaje del taxista joven, Travis, quiere
contarle al taxista viejo, el Mago, su preocupación (está alienado,
pensando en matar a un candidato político). Pero solo logran cruzar
estas palabras:

TRAVIS
Te puedo hablar un segundo?

MAGO
Sí...

TRAVIS
Ya sé que nosotros dos no hablamos mucho... Pero como
vos conocés la cosa quizá podés...

MAGO
Dale, largá, si por algo me dicen el Mago.

TRAVIS
Tengo... Lo que pasa es que tengo... Tengo...

MAGO
Te bajoneaste?

TRAVIS
Sí.

MAGO
Nos pasa a todos.

TRAVIS
Me bajonée mucho. Quiero salir a hacer una cosa... De
verdad, hacer una cosa...

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MAGO
La vida de taxista decís?

TRAVIS
Sí, pero... No, es que... No sé. Quiero salir y... Y de verdad...
De verdad quiero... Tengo unas ideas horrendas en la
cabeza. Sólo quiero...

MAGO
Mirálo así: conseguís un trabajo, y te convertís en ese
trabajo. Sos eso. Yo por ejemplo soy taxista hace 17 años. 10
manejando de noche. Todavía no tengo mi propio taxi.
Sabés por qué? Porque no quiero. Eso debe ser lo que
quiero. Estar en el turno noche manejando el taxi de otro.
Entendés. Quiero decir, te convertís... Conseguís un trabajo
' te convertís en ese trabajo. Un tipo vive en Brooklyn, otro
viven en Sutton. Está el abogado. El otro es doctor. El otro
se muere. El otro se mejora. La gente nace. Yo envidio tu
edad, tu juventud. Salí, cojé, emborrachate. Hacé algo. No
tenés opción igual. Quiero decir, estamos todos jodidos.
Algo así, entendés.

TRAVIS
No sé... Esa es una de las estupideces más grandes que
escuché en mi vida.

MAGO
Bueno, no es Bertrand Russel, pero ¿qué querés? Soy
taxista. Qué se yo. Ni sé de qué me estás hablando.

TRAVIS
Por ahí yo tampoco sé.

MAGO
No te preocupes tanto. Relajá. Vas a estar bien. Yo sé, vi
mucha gente...

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TRAVIS
Gracias. Supongo...

MAGO
Vas a andar bien.

Escena de la película Taxi Driver:


https://youtu.be/rDgXeYlpbOE

-no limitarse solo al diálogo cara a cara

Hoy día cada vez hay menos encuentros cara a cara. Incluir los
sistemas actuales de comunicación puede ser natural si queremos
mostrar una escena cotidiana.

Al otro día la busqué en Facebook y la agregué. Chateamos.


Entender sus mensajes era todo un laburo. Escribía apurada, sin
comas, sin puntos, sin signos de pregunta, pifiando o agregando
letras, o escribiendo varias palabras como si fueran una sola. Le
conté que estaba de novio y un rato después le dije que desde la
vez que nos habíamos encontrado en lo de Mariano había pensado
mucho en ella. “Leandro, t gusto”. “Sí”. “Q t gusat de mi”. “Q
estas loca”. “Eso”. “Y q estas buena”. “nada mas”. “Y como
fumas”. “Fumar hace maal”. “Ya se”. “Entonces t gust q m haag
mal”. “Solo m gustas vos”. “Q gay”. “Quiero verte”. “Yo no”.
“Porq?”. “Porq no”.
Cuando se despidió me puso un emoticón con forma de corazón.
(Matías Lucadamo, Vos sos mi secreto)

-dejar que haya silencios


No siempre sabemos qué responder, o qué decir. A veces hay
silencios entre la gente. En la literatura esos silencios suelen ser
significativos, y en general tensan el relato. Veamos este fragmento
de Hemingway donde un hombre y una mujer esperan el tren en
una estación en España.

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-¿Tomamos otra?
-Bueno.
El viento cálido empujaba contra la mesa la cortina de cuentas.
-La cerveza está bien fría -dijo el hombre.
-Está perfecta -dijo la muchacha.
-En realidad se trata de una operación muy sencilla, Jig -dijo el
hombre-. En realidad no es una operación.
La muchacha miró el piso donde descansaban las patas de la mesa.
-Yo sé que no te va a afectar, Jig. En realidad no es nada. Sólo es
para que entre el aire.
La muchacha no dijo nada.
(Ernest Hemingway, Colinas como elefantes blancos)
Lo que sucede en este cuento es que él está tratando de convencer
a esa chica de que se haga un aborto, pero la palabra aborto no
aparece nunca en todo el relato. Sin embargo se entiende que es así,
sobre todo por el silencio de ella, por lo no dicho.

-empezar o terminar con un diálogo

Puede ser una buena manera de iniciar o de cerrar un texto. Alguien


dice algo que da intriga al comienzo, o alguien cierra el relato con
una frase rotunda. Veamos el comienzo de "Distancia de rescate",
de Samanta Schweblin:

Son como gusanos.


¿Qué tipo de gusanos?
Como gusanos, en todas partes.
El chico es el que habla, me dice las palabras al oído. Yo soy la
que pregunta. ¿Gusanos en el cuerpo?
Sí, en el cuerpo.
¿Gusanos de tierra?
No, otro tipo de gusanos.

O el final de la novela breve de García Márquez "El coronel no


tiene quien le escriba":

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Si el gallo gana —dijo la mujer—. Pero si pierde. No se te ha
ocurrido que el gallo puede perder.
—Es un gallo que no puede perder.
—Pero suponte que pierda.
—Todavía faltan cuarenta y cinco días para empezar a pensar en
eso —dijo el coronel.
La mujer se desesperó.
—Y mientras tanto qué comemos —preguntó, y agarró al coronel
por el cuello de la franela. Lo sacudió con energía—. Dime, qué
comemos.
El coronel necesitó setenta y cinco años —los setenta y cinco
años de su vida, minuto a minuto— para llegar a ese instante. Se
sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder:
— Mierda.

-actuar los diálogos

Para saber si un diálogo logra cierta naturalidad, conviene actuarlo,


aunque sea mínimamente, leyéndolo para uno en voz alta,
poniéndose en el lugar de cada personaje, como si nos
desdobláramos en dos. De hecho los fragmentos de diálogo son los
momentos más cercanos al teatro que tiene la narrativa. Los
personajes actúan, hacen algo al hablar: mienten, traicionan,
confiesan, insultan, prometen, humillan, tranquilizan, se
disculpan... No hay que perder nunca de vista el drama que
involucra a los dialogantes, incluso si están teniendo la charla más
liviana del mundo.

-usar palabras vivas

Las palabras de los personajes tienen que ser acordes con sus
características. Sin caer en lugares comunes, pero logrando
verosimilitud en las formas en que cada uno se expresa. El habla
callejera está llena de expresiones muy efectivas, graciosas y duras,

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que pueden servir al diálogo. Sin embargo intentar imitar con faltas
de ortografía el habla popular, comiéndose las eses por ejemplo
suele quedar paternalista y antipático. Mejor usar tonos y dichos,
pero no emular la dicción exacta.

– Mi prima tiene una voz indiscreta –hice notar- . Una voz llena
de … - Dudé un momento.
– Una voz llena de dinero –dijo Gatsby de repente.
El Gran Gatsby, Scott Fistzgerald
(“Her voice is full of money,” Gatsby said suddenly.)

Qué le vas a hacer, ñato, cuando estás abajo todos te fajan. Todos,
che, hasta el más maula. Te sacuden contra las sogas, te encajan
la biaba. Andá, andá, qué venís con consuelos, vos. Te conozco,
mascarita. (Torito, Julio Cortázar)

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Sobraba el tiempo entre los turnos de cavar. Cavaban de mañana,
para que el viento tapase el ruido de las rocas. Hablaban:
-¿Qué querrías vos?
-Culear.
-Dormir.
-Bañarme.
-Estar en casa.
-Dormir en cama blanca, limpio.
-Culear.
-Comer bien… ¡Te imaginás un asadito...!
-Ver a mis viejos.
No lo podían creer. Verificaron:
-¿A tus viejos?
-Sí, y culear y bañarme -dijo el de los viejos, seguro que para no
pasar vergüenza.
-Vos, Tano?
-Dormir en cama limpia.
-¿Y vos?
-Yo estar bien, lejos, con calor.
En el calor todos estuvieron de acuerdo.
Uno dijo:
-Culear y ser brasileño.
-¡Qué!, ¿negro?
-Cualquier cosa. ¡Pero brasileño!

(Fogwill, Los Pichiciegos)

-observar el lenguaje gestual cuando la gente habla

Cuando hablamos hacemos cosas: nos rascamos la cabeza, nos


inclinamos hacia delante o hacia atrás, movemos las manos,
levantamos las cejas, sonreímos, jugamos con el celular sobre la
mesa, o con las llaves, etc. Este tipo de detalles mínimos pueden a

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veces ser relevantes para mostrar qué está pasando entre personas
que hablan.

-sugerir o mostrar lo que hay bajo la superficie

A veces un diálogo puede incluir lo que no se dice. Puig, por


ejemplo, en Boquitas pintadas subraya las diferencias sociales y a
su vez el deseo que desobedece las diferencias. El personaje de
Mabel es la chica de clase alta que vive en la casa junto a la
comisaría. Ahí trabaja Pancho, un policía de clase baja, que está
estudiando para ser suboficial. El tapial que los separa es muy fácil
de saltar. En una escena se encuentran y Puig nos hace oír el deseo
como subtítulos por debajo del diálogo.

—Ya que está ahí ¿no me cortaría unos higos? cáscara


aterciopelada verde, adentro la pulpa de granitos rojos dulces los
reviento con los dientes
—Buenas tardes, no la había visto, el pie las uñas pintadas asoman
de la chancleta, piernas flacas, ancas grandes
—Buenas tardes

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—Perdone que ande por este tapial, que si no ponemos una antena
no oímos la radio, y los presos se me van a andar quejando, los
presos no ven nunca a una mujer
—Y usted también querrá escuchar, no diga que no... negro barato,
le brillan el cuello y las orejas, se lava para blanquearse
—Para qué voy a decir que no... ¿Le saco los más maduros, nomás,
o medio verdes también? mi uniforme de gabardina y botas que
brillan
—No, maduritos nomás, otro día yo vengo con un palo y volteo los
que se hayan puesto más morados, me los como, uno por uno, y me
tiro en el jardín, no me importa que me piquen los bicharracos del
pasto
—Llámeme a mí, pongo la escalera del otro lado y ya estoy subido
al tapial, me trepo, salto, subo, bajo, la toco

Escena en la película de Torre Nilsson


https://youtu.be/hso0LrkmNh0

-el diálogo dentro del párrafo


Se puede incluir el diálogo dentro del párrafo, siempre y cuando no
sea confuso. Salvo que queramos ser confusos a propósito para
mezclar el diálogo y que no se sepa quién dice qué. Matías
Lucadamo usa muchas veces los diálogos dentro del párrafo sin
diferenciar las líneas y de todas formas se entiende:

El novio volvía tarde. Nos sentamos en el comedor. Yanina puso


música. Después fue a la cocina y volvió con un Fernet para mí y
un vaso de agua para ella. ¿Agua? Yanina sonrió. Después me
dijo: Tu camisa me encanta. Me la sacó. Empezó a besarme el
pecho, la panza. Me llevó a su pieza. Yo me saqué el pantalón y
después la desvestí. Era suave. Tenía aroma a crema. Le besé todo
el cuerpo. En un momento me levanté y fui a buscar la billetera.
¿Qué hacés? El forro. Ella me hizo un gesto dolorido. No, quiero
que me acabes adentro. La miré. Yanina me dijo: Estoy tomando
pastillas. No lo pensé más. Estaba a punto de entrar cuando Yanina
me frenó en seco: Despacio. ¿Puede ser? A mí me gusta despacio.

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Después cerró los ojos y abrió la boca. Yanina dejó de estar ahí.
Dejó de estar conmigo. Me abrazaba tan fuerte que era como si se
quisiera abrazar a ella misma. Acabé enseguida. No me alcanzó el
alma para preguntarle si también había acabado ella. ¿A qué hora
vuelve tu novio? Por eso no te preocupes. Me relajé. Encendí un
cigarrillo. Yo tampoco estoy enamorado de mi novia. ¿La querés?
Mucho. No la dejes. No la voy a dejar, pero quiero seguir viéndote.
A mí también me gustaría seguir viéndote. ¿Pero no vas a seguir
viéndome? No. ¿Por qué? Es un secreto. Le agarré una mano:
¿Qué secreto? No me gustan los secretos. Yanina se largó a reír,
mirando el foco de la lámpara apagada en la mesita. Vos, nene.
Vos sos mi secreto. Se levantó sin darme tiempo a nada. Cuando
volvió del baño tenía la cara lavada, el flequillo mojado, los ojos
brillantes. En el umbral del edificio la abracé. Vos me gustás
mucho. Perdoname, me contestó. Me dio un beso en la boca.
Después cerró la puerta. Lloviznaba. Pero me fui caminando sin
apuro. Tenía tiempo de sobra para volver a casa.

-dar una idea del espacio que los rodea


Nadie habla en el vacío. Todos están en algún lado, incluso cuando
hablan por teléfono. Dar de vez en cuando algún indicio de qué
sucede alrededor, mientras los personajes hablan, puede ayudar a
situar la acción de una manera visual.

-evitar los parlamentos largos


Mejor que los personajes se interrumpan, acoten, se hagan
preguntas. Hay que evitar los parlamentos largos. Hay que tratar de
que cuando los personajes discuten, los dos tengan razón. De lo
contrario se nota nuestra intención, o bajada de línea.

-el teléfono
Cuando alguien habla por teléfono se puede oír ambos lados del
diálogo o también un solo lado, cómo en la obra La voz humana de
Cocteau, donde se oye solo lo que una persona dice al teléfono pero
se intuye la voz del otro lado.

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¿Sabes? Alguna vez, cuando estábamos acostados y apoyaba mi
cabeza en tu pecho, oía tu voz exactamente igual que esta noche en
el teléfono.
¿Oiga? Oigo música... Digo que estoy oyendo música... Pues
deberías dar golpes en la pared e impedir que tus vecinos pongan
el gramófono a estas horas... Es inútil. Además, el médico de Marta
volverá mañana... No te preocupes... Por supuesto. Ella te dará
noticias mías. ¿Qué? ¡Oh, sí, mil veces mejor! Si no hubieses
llamado, yo ya estaría muerta. (...) Perdóname. Sé que esta escena
es intolerable y que tienes mucha paciencia, pero, entiéndeme,
sufro, estoy muy mal. Este hilo es el último que nos sigue uniendo...
¿Antes de ayer por la noche? Dormí. Me dormí junto al teléfono...
No, no. En mi cama... Sí, lo sé. Resulto ridícula, es cierto, pero
tenía el teléfono metido en la cama; a pesar de todo estamos unidos
por él. Porque tú me hablas. Hace ya cinco años que vivo de ti, que
eres el único aire que respiro, que paso mi vida esperándote,
creyéndote muerto si llegas tarde, muriendo por creerte muerto,
volviendo a la vida cuando entras y estás aquí, muriéndome por
miedo a que te marches... Ahora respiro porque me estás
hablando..
.

Ni una sola palabra de amor, corto de El Niño Rodríguez basado


en grabaciones de un contestador automático:
https://youtu.be/sNkzk95uAP0

También hay grandes cuentos que son solo conversaciones


telefónicas, donde escuchamos ambos lados de la línea, como el
cuento de Salinger Linda boquita y verdes mis ojos.
https://ciudadseva.com/texto/linda-boquita-y-verdes-mis-ojos/

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