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Adicciones y género.

El problema de la equidad en la adherencia al


tratamiento
XII Jornadas Nacionales de Debate Interdisciplinario en Salud y Población: “Salud,
sexualidades y derechos: cruces entre investigación, políticas y prácticas” 3, 4 y 5 de
Agosto de 2016, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias
Sociales, UBA. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.

Autora: Mgter. Vanesa Jeifetz

Introducción

Este trabajo corresponde a una tesis de Maestría en Salud Pública, de la Universidad de


Buenos Aires. El mismo se inscribe dentro de la perspectiva de la salud colectiva (De
Almeida-Filho, N., Silva Paim, J., 1999) el campo de la subjetividad (Bleichmar, S., 2009) y
los estudios de género (Gamba, S., 2007).

Existe consenso acerca de que la adherencia al tratamiento, constituye uno de los


principales problemas dentro de la problemática de las adicciones a las drogas y
especialmente para las mujeres, en quienes se observa a menudo que permanecen menos
tiempo en los tratamientos, con lo cual no lograrían una buena adherencia a los mismos,
con el consecuente agravamiento de la problemática.

En este sentido, “aproximarse a la complejidad del problema de la adherencia, requiere de


un análisis que permita descifrar los núcleos de sentido que intervienen en los modos en
que (...) las condiciones sociales, políticas y económicas de la enfermedad, la percepción y
los procesos de reinscripción biográfica, la trayectoria del padecimiento y la dimensión
simultáneamente biológica y social del cuerpo, se articulan en las experiencias individuales
y colectivas de gestión del tratamiento” (Margulies, S., et al., 2006).

En cuanto al concepto de adicciones utilizado en este trabajo, se considera la definición de


drogadependencia, propuesta por Oriol Romaní.

La misma consiste en “un conjunto de procesos a través de los cuales se expresan ciertos
malestares más o menos graves, que pueden tener causas diversas (así como otras
manifestaciones) pero cuyo síntoma principal sería la organización del conjunto de la vida
cotidiana de un individuo alrededor del consumo, más bien compulsivo, de determinadas
rogas” (Romaní, O., 2004).
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Por otro lado, “(...) los Estudios de Género implican el reconocimiento de las relaciones de
poder que se dan entre los géneros, de que estas relaciones han sido constituidas social e
históricamente y son constitutivas de las personas y que atraviesan todo el entramado
social y se articulan con otras relaciones sociales, como las de clase, etnia, edad,
preferencia sexual y religión” (Gamba, S., 2007).

La perspectiva de género en salud “implica incorporar el modo en que las asimetrías


sociales entre varones y mujeres determinan diferencialmente el proceso salud-
enfermedad-atención de ambos grupos genéricos. Dichas asimetrías sociales “establecen
vulnerabilidades diferenciales relativas a los roles sociales que mujeres y varones pueden y
deben cumplir en el marco del patriarcado, lo cual determina modos diferentes de vivir,
enfermar, consultar, ser atendidos/as y morir” (Tajer, D., 2012).

Los principales objetivos de esta investigación, han sido explorar los grados de equidad de
género en relación a la adherencia al tratamiento, en un servicio de internación de un
hospital público e identificar los modos en los cuales las diferencias entre los géneros
pueden transformarse en inequidad en salud, en el tratamiento de esta problemática.

Se trata de una investigación de carácter exploratorio-descriptivo, en la que se utilizó


metodología cualitativa para la recolección y análisis de la información, la cual ha sido
escogida por su congruencia con el objeto de estudio.

A continuación, se desarrollarán las principales conclusiones del estudio

Conclusiones

En relación a los profesionales entrevistados, cabe señalar que la mayoría posee


representaciones que incluyen los principios de la equidad de género, pero esto no se
refleja de manera sistemática en las prácticas que llevan adelante.

Distinguen algunos aspectos específicos de cada género, que atienden adecuadamente,


como se observó en lo relatado por algunos/as profesionales en cuanto al vínculo con
los/as pacientes, en el que describen prácticas que intentan ser más equitativas en el trato
con las mujeres, así como algunos ejemplos de prácticas que toman en cuenta la
perspectiva de género en la atención de los/as pacientes.

Por otro lado, el servicio contempla entre sus objetivos la equidad en la permanencia en el
tratamiento, pero no articula acciones sistemáticas que la garanticen, dado que entre otras
cosas, el tipo de tratamiento ofrecido se adecua más a las necesidades de los varones,
siendo éstos consecuentemente los que presentan mayor adherencia al tratamiento y no
considera de manera sistemática, las necesidades en la atención y los modos de enfermar
específicos de las mujeres.

Por su parte, los/las pacientes refirieron barreras en el acceso al tratamiento para las
mujeres, debido a: escasez de camas para ellas, así como barreras culturales relativas a no
mostrar la problemática a la familia, no solicitar ayuda y por lo tanto, no realizar una
consulta en forma oportuna. Si bien se observa una perspectiva de género en sus
representaciones, ésta no se refleja en sus prácticas, en cuanto a la posibilidad de los/as
pacientes, de intentar modificar esta situación de inequidad en el acceso al tratamiento para
las mujeres.

En relación a la permanencia de los/as pacientes en el servicio, también se relevaron


diferencias desiguales e injustas entre mujeres y varones, como que las mujeres cuenten
con un menor apoyo familiar durante el tratamiento (cuestión que está íntimamente
relacionada con la posibilidad de la adherencia) y que en relación al tipo de tratamiento
recibido, manifiesten la necesidad de tener tratamientos separados de los varones y/o que
contemplen sus necesidades, como tener grupos para hablar de cosas “de mujeres”, de la
maternidad, etc.

En cuanto a la identificación de los modos en los cuales las diferencias entre los géneros,
se transforman en inequidad en salud, se concluye que:
▪ Se han relevado diferencias injustas en la accesibilidad simbólica de las mujeres a los
tratamientos, debido a que las adicciones resultan más sancionadas socialmente en ellas,
ya que contradicen los estereotipos del género femenino y de este modo, las mujeres
cargan con el estigma de ser vistas como locas, malas madres, prostitutas, etc., lo que las
lleva a no tener la posibilidad subjetiva de solicitar tratamiento de manera oportuna (Comes,
Y., 2008). Esto se refleja luego, en la poca cantidad de consultas recibidas de mujeres en el
servicio, que mencionan los/as profesionales.

▪ Del mismo modo, se han observado diferencias injustas en las rutas críticas que
atraviesan varones y mujeres para dar respuesta a su problema de salud, dentro del
sistema.

Se han señalado como obstáculos: la escasez de instituciones que atienden mujeres, la


casi inexistencia de instituciones intermedias donde las mujeres puedan continuar su
tratamiento, la insuficiente disponibilidad de camas de internación para ellas y el hecho
de estar cursando un embarazo, al momento de querer internarse. Por lo cual, se
considera importante que los servicios de internación en adicciones, puedan crear
dispositivos específicos que incorporen esta necesidad de las mujeres.
Por todo lo antedicho, las mujeres suelen terminar en un reinicio del consumo de drogas,
con el consiguiente agravamiento de su situación.

▪ En cuanto a los criterios de alta del tratamiento, no aparecen diferencias de género en las
representaciones de los/as entrevistados/as, refiriendo que dichos criterios se relacionan
con el cese del consumo de drogas, con cierta inclusión social y trabajo vincular con la
familia. Se considera que las diferencias de género se encuentran invisibilizadas y se
manifestarían en qué entienden los/as profesionales por inclusión social y vínculos
familiares, para varones y mujeres, teniendo en cuenta desde una perspectiva de género,
que “los modos en que varones y mujeres instituyen sus prácticas laborales y amatorias, se
despliegan de manera diferente” (Fernández, A.M., 2000).
Dichas diferencias de género se pueden observar en las prácticas del servicio, en la escasa
cantidad de altas de tratamiento de mujeres en relación a los varones, considerándose que
estas diferencias se constituyen en una inequidad. Esto se explica porque subyace un
criterio de alta, que refuerza los estereotipos de género, intentando que las mujeres
“naturalmente” cumplan con un rol materno, que debido a su situación de salud, resulta muy
difícil de alcanzar; situación que obstaculiza que las mujeres puedan cumplir con los
criterios de alta del tratamiento y que muchas veces las lleva a la interrupción del mismo.

▪ En el vínculo de los/as pacientes con el equipo de salud, los/as profesionales reconocen


mayores dificultades en la relación con las mujeres. Si bien se han relevado algunas
prácticas que intentan ser equitativas, persisten otras que serían manifestaciones de
inequidad en el trato con las mujeres. Las mismas se refieren, a la dificultad de los/as
profesionales para la empatía con las mujeres, con la consiguiente escasa contención hacia
ellas, al tener éstas un modo de presentación que contradice los estereotipos y valores de
género que nuestra sociedad valida para las mujeres y que los/as mismos/as profesionales
portan; produciendo esto un impacto negativo en la adherencia al tratamiento de las
mismas.

▪ Las mujeres permanecen menos tiempo en el tratamiento que los varones, pero esta
diferencia se transforma en inequidad, cuando no se incluye al interior del tratamiento la
perspectiva de género, para trabajar por ejemplo la culpa que suelen sentir las mujeres por
no haberse ocupado de sus hijos/as y que al tiempo de sentir una mejoría en el tratamiento,
quieren hacer, lo cual suele terminar en el abandono del mismo; siendo un ejemplo de un
trato que refuerza los estereotipos de género (Pittman, P., Hartigan, P., 1996) (Tajer, D. y
Col., 2010).

Asimismo, el lugar de las mujeres dentro del tratamiento y las prácticas que en general
se tienen hacia ellas, desde sus transgresiones a las normas hasta su sintomatología,
que suelen ser de menor tolerancia que hacia los varones, quienes tienen un
comportamiento más tranquilo, adaptándose mejor al encuadre de tratamiento;
evidencian un sesgo de género en el trato hacia las mujeres, de las cuales se espera que
se comporten como los varones, en su tránsito por el tratamiento 1.

▪ Los varones cuentan con un mayor apoyo familiar durante el tratamiento que las mujeres,
tanto de sus familias de origen como de sus parejas, lo cual influye positivamente en la
posibilidad de la adherencia al tratamiento de los mismos. Este hecho se atribuye en parte a
la representación social aún muy presente en nuestra sociedad, que considera a las
adicciones como un problema que afecta a los varones. Por otro lado, se atribuye a los
estereotipos de género que operan en las familias, que sancionan en mayor medida a las
mujeres que a los varones adictos, ya que las mismas suelen contradecir lo que
socialmente se espera de ellas, que sean dóciles, pasivas eróticamente, tranquilas, buenas
madres, que inhiban su hostilidad, etc. (Fernández, A.M., 1994).

▪ Por último, dentro del tipo de tratamiento ofrecido, se observan algunas diferencias entre
los géneros que constituyen inequidad, ya que no consideran de manera sistemática, las
necesidades en la atención de las mujeres, tales como: la posibilidad de ingresar elementos
de perfumería femeninos como tinturas y/o esmaltes y tener acceso a los métodos
anticonceptivos que garanticen el respeto por sus derechos reproductivos, tal como señala
la Ley básica de salud de la Ciudad de Buenos Aires No153.
1 Cuestión que se ha descripto como Síndrome de Yentl. “El mismo refiere al ‘costo
de género’ en la atención de la salud que se les presenta a las mujeres por vivir en una
sociedad patriarcal que trata más ‘seriamente’ los problemas de salud de los varones. Para
ser atendidas con altos niveles de calidad, las mujeres ‘deben’ enfermarse, comportarse y
consultar ‘como hombres’ (...)” (Tajer, D., 2009).

Reflexiones finales

Se espera que esta investigación, que no pretende generalizar sus resultados y


conclusiones a todos los varones y mujeres adictas/os, sino profundizar en el estudio de las
singularidades de un servicio de salud, en relación a la adherencia al tratamiento desde una
perspectiva de género, visibilizando las representaciones y prácticas de sus actores; pueda
servir como insumo para otros servicios de internación en esta problemática, aproximando
la investigación a los servicios de salud, allí donde se encuentran o desencuentran
profesionales y pacientes.
Asimismo, que pueda servir para la reflexión de sus protagonistas, sobre la adherencia al

tratamiento desde una perspectiva de género, con el objeto de mejorar los modelos
actuales de

atención de las adicciones, alcanzando mayores grados de equidad en el acceso y atención


de

todas las personas que atraviesan esta dolorosa


problemática.

Referencias bibliográficas ▪ Bleichmar S. Acerca de la subjetividad. En: Bleichmar S. El


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