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Introducción
La misma consiste en “un conjunto de procesos a través de los cuales se expresan ciertos
malestares más o menos graves, que pueden tener causas diversas (así como otras
manifestaciones) pero cuyo síntoma principal sería la organización del conjunto de la vida
cotidiana de un individuo alrededor del consumo, más bien compulsivo, de determinadas
rogas” (Romaní, O., 2004).
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Por otro lado, “(...) los Estudios de Género implican el reconocimiento de las relaciones de
poder que se dan entre los géneros, de que estas relaciones han sido constituidas social e
históricamente y son constitutivas de las personas y que atraviesan todo el entramado
social y se articulan con otras relaciones sociales, como las de clase, etnia, edad,
preferencia sexual y religión” (Gamba, S., 2007).
Los principales objetivos de esta investigación, han sido explorar los grados de equidad de
género en relación a la adherencia al tratamiento, en un servicio de internación de un
hospital público e identificar los modos en los cuales las diferencias entre los géneros
pueden transformarse en inequidad en salud, en el tratamiento de esta problemática.
Conclusiones
Por otro lado, el servicio contempla entre sus objetivos la equidad en la permanencia en el
tratamiento, pero no articula acciones sistemáticas que la garanticen, dado que entre otras
cosas, el tipo de tratamiento ofrecido se adecua más a las necesidades de los varones,
siendo éstos consecuentemente los que presentan mayor adherencia al tratamiento y no
considera de manera sistemática, las necesidades en la atención y los modos de enfermar
específicos de las mujeres.
Por su parte, los/las pacientes refirieron barreras en el acceso al tratamiento para las
mujeres, debido a: escasez de camas para ellas, así como barreras culturales relativas a no
mostrar la problemática a la familia, no solicitar ayuda y por lo tanto, no realizar una
consulta en forma oportuna. Si bien se observa una perspectiva de género en sus
representaciones, ésta no se refleja en sus prácticas, en cuanto a la posibilidad de los/as
pacientes, de intentar modificar esta situación de inequidad en el acceso al tratamiento para
las mujeres.
En cuanto a la identificación de los modos en los cuales las diferencias entre los géneros,
se transforman en inequidad en salud, se concluye que:
▪ Se han relevado diferencias injustas en la accesibilidad simbólica de las mujeres a los
tratamientos, debido a que las adicciones resultan más sancionadas socialmente en ellas,
ya que contradicen los estereotipos del género femenino y de este modo, las mujeres
cargan con el estigma de ser vistas como locas, malas madres, prostitutas, etc., lo que las
lleva a no tener la posibilidad subjetiva de solicitar tratamiento de manera oportuna (Comes,
Y., 2008). Esto se refleja luego, en la poca cantidad de consultas recibidas de mujeres en el
servicio, que mencionan los/as profesionales.
▪ Del mismo modo, se han observado diferencias injustas en las rutas críticas que
atraviesan varones y mujeres para dar respuesta a su problema de salud, dentro del
sistema.
▪ En cuanto a los criterios de alta del tratamiento, no aparecen diferencias de género en las
representaciones de los/as entrevistados/as, refiriendo que dichos criterios se relacionan
con el cese del consumo de drogas, con cierta inclusión social y trabajo vincular con la
familia. Se considera que las diferencias de género se encuentran invisibilizadas y se
manifestarían en qué entienden los/as profesionales por inclusión social y vínculos
familiares, para varones y mujeres, teniendo en cuenta desde una perspectiva de género,
que “los modos en que varones y mujeres instituyen sus prácticas laborales y amatorias, se
despliegan de manera diferente” (Fernández, A.M., 2000).
Dichas diferencias de género se pueden observar en las prácticas del servicio, en la escasa
cantidad de altas de tratamiento de mujeres en relación a los varones, considerándose que
estas diferencias se constituyen en una inequidad. Esto se explica porque subyace un
criterio de alta, que refuerza los estereotipos de género, intentando que las mujeres
“naturalmente” cumplan con un rol materno, que debido a su situación de salud, resulta muy
difícil de alcanzar; situación que obstaculiza que las mujeres puedan cumplir con los
criterios de alta del tratamiento y que muchas veces las lleva a la interrupción del mismo.
▪ Las mujeres permanecen menos tiempo en el tratamiento que los varones, pero esta
diferencia se transforma en inequidad, cuando no se incluye al interior del tratamiento la
perspectiva de género, para trabajar por ejemplo la culpa que suelen sentir las mujeres por
no haberse ocupado de sus hijos/as y que al tiempo de sentir una mejoría en el tratamiento,
quieren hacer, lo cual suele terminar en el abandono del mismo; siendo un ejemplo de un
trato que refuerza los estereotipos de género (Pittman, P., Hartigan, P., 1996) (Tajer, D. y
Col., 2010).
Asimismo, el lugar de las mujeres dentro del tratamiento y las prácticas que en general
se tienen hacia ellas, desde sus transgresiones a las normas hasta su sintomatología,
que suelen ser de menor tolerancia que hacia los varones, quienes tienen un
comportamiento más tranquilo, adaptándose mejor al encuadre de tratamiento;
evidencian un sesgo de género en el trato hacia las mujeres, de las cuales se espera que
se comporten como los varones, en su tránsito por el tratamiento 1.
▪ Los varones cuentan con un mayor apoyo familiar durante el tratamiento que las mujeres,
tanto de sus familias de origen como de sus parejas, lo cual influye positivamente en la
posibilidad de la adherencia al tratamiento de los mismos. Este hecho se atribuye en parte a
la representación social aún muy presente en nuestra sociedad, que considera a las
adicciones como un problema que afecta a los varones. Por otro lado, se atribuye a los
estereotipos de género que operan en las familias, que sancionan en mayor medida a las
mujeres que a los varones adictos, ya que las mismas suelen contradecir lo que
socialmente se espera de ellas, que sean dóciles, pasivas eróticamente, tranquilas, buenas
madres, que inhiban su hostilidad, etc. (Fernández, A.M., 1994).
▪ Por último, dentro del tipo de tratamiento ofrecido, se observan algunas diferencias entre
los géneros que constituyen inequidad, ya que no consideran de manera sistemática, las
necesidades en la atención de las mujeres, tales como: la posibilidad de ingresar elementos
de perfumería femeninos como tinturas y/o esmaltes y tener acceso a los métodos
anticonceptivos que garanticen el respeto por sus derechos reproductivos, tal como señala
la Ley básica de salud de la Ciudad de Buenos Aires No153.
1 Cuestión que se ha descripto como Síndrome de Yentl. “El mismo refiere al ‘costo
de género’ en la atención de la salud que se les presenta a las mujeres por vivir en una
sociedad patriarcal que trata más ‘seriamente’ los problemas de salud de los varones. Para
ser atendidas con altos niveles de calidad, las mujeres ‘deben’ enfermarse, comportarse y
consultar ‘como hombres’ (...)” (Tajer, D., 2009).
Reflexiones finales
tratamiento desde una perspectiva de género, con el objeto de mejorar los modelos
actuales de