Está en la página 1de 16

Iluminación Bíblica: Romanos 10,9-10

“Porque te salvarás si confiesas con tu boca que Jesús es Señor


y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos.
La fe del corazón te procura la verdadera rectitud, y tu boca,
que lo proclama, te consigue la salvación.”

Motivación:

«Conocer y reconocer a Jesús, adorarle, seguirle»:


sólo así el Señor estará verdaderamente «en el centro
de nuestra vida». Y para hacer esto existen algunos
pequeños gestos al alcance de todos: tener siempre
consigo una edición de bolsillo del Evangelio para
poderlo leer fácilmente cada día, junto a la oración de
breves oraciones de adoración como el Gloria, pero
estando bien atentos a no repetir las palabras «como
papagallos». Estas son las coordinadas de la «sencillez
de la vida cristiana» —efectivamente no se necesita
recurrir a «cosas extrañas o difíciles»— que el Pontífice
volvió a proponer en la misa celebrada el lunes por la
mañana, 9 de enero, en la capilla de la Casa Santa Marta.
El tiempo litúrgico que acabamos de vivir, hizo notar
enseguida el Papa, «tenía en el centro la espera de
Jesús y después la llegada de Jesús: el nacimiento y los
39
misterios del nacimiento
hasta el bautismo».
Así «hoy comienza un
nuevo tiempo litúrgico –
explicó– y la Iglesia nos
hace ver en el centro
de este inicio también
a Jesús». Entonces «el
centro de la liturgia de
hoy es Jesús: Jesús como la primera y última palabra del
Padre». Efectivamente «Dios, que muchas veces y en
diversos modos en los tiempos antiguos había hablado
a los padres por medio de los profetas, últimamente,
durante estos días, nos ha hablado a nosotros por medio
del Hijo que ha establecido heredero de todas las cosas
y mediante el cual ha hecho también el mundo: Jesús el
Hijo, el Salvador, el Señor, Él es el Señor del universo».
«Ha sido un largo camino para que llegase este momento
de la manifestación de Jesús que hemos celebrado
durante el tiempo de la Navidad» afirmó el Pontífice.
Pero, añadió, «sigue siendo el centro de la vida cristiana:
Jesucristo, Hijo del Padre, Salvador del mundo. No hay
otro, es el único». Y «es esto el centro de nuestra vida:
Jesucristo que se manifiesta, se hace ver, y nosotros
estamos invitados a conocerle, a reconocerle en la vida,
en las muchas circunstancias de la vida».
He aquí la cuestión: «Reconocer a Jesús, conocer a Jesús».
Y si es un bien conocer «la vida de ese santo, de esa santa o
incluso las apariciones de allí y de allá», no hay que perder
nunca de vista el hecho de que «el centro es Jesucristo: sin
Jesucristo no hay santos». Claro, precisó Francisco, «los
santos son los santos, son grandes», son «importantes»,
pero «las apariciones no son todas verdaderas».

40
Desde esta perspectiva, sugirió el Papa, es oportuno
plantearse una «pregunta: ¿El centro de mi vida es
Jesucristo? ¿Cuál es mi relación con Jesucristo?». Francisco
hizo notar que al inicio de la celebración, durante el rezo
de la oración colecta, «hemos pedido la gracia de ver, la
gracia de conocer qué hacer y la gracia de tener la fuerza
para hacerlo». Pero «la primera cosa que debemos hacer
es mirar a Jesucristo». Y «hay tres cosas, digamos tres
tareas, para asegurarnos de que Jesús está en el centro
de nuestra vida».
«Antes de nada –explicó el Papa– reconocer a Jesús,
conocer y reconocerle. En su tiempo, el apóstol Juan,
al inicio de su Evangelio, dice que muchos no le
reconocieron: los doctores de la ley, los sumos sacerdotes,
los escribas, los saduceos, algunos fariseos». Es más, «le
persiguieron, le mataron». Es decir, «la primera actitud
es conocer y reconocer a Jesús; buscar cómo era Jesús:
¿a mí me interesa esto?». Se trata, afirmó Francisco, de
«una pregunta que todos nosotros debemos hacernos:
¿a mí me interesa conocer a Jesús o quizás interesa más
la telenovela o las charlas o las ambiciones o conocer la
vida de los demás?».
En fin, se debe «conocer a Jesús para poderle reconocer».
Y «para conocer a Jesús está la oración, el Espíritu Santo,
sí»; pero un buen sistema es «tomar el Evangelio todos
los días». Tanto que el Papa declaró tener «ganas de
preguntar: ¿Cuántos de vosotros toman el Evangelio cada
día y leen un pasaje? Y deciros levantad la mano: pero
no lo haré, ¡estad tranquilos!». Es importante, dijo, llevar
siempre consigo una copia del Evangelio, quizás «el de
bolsillo, que es pequeñito, para llevarlo en el bolsillo, en el
bolso, siempre conmigo». Se narra, prosiguió el Pontífice,
que «santa Cecilia tenía el Evangelio cerca de su corazón:

41
¡cerca, cerca!». Y así, teniéndolo siempre al alcance de la
mano, se puede «leer todos los días un pasaje del Evangelio:
es el único modo de conocer a Jesús», de saber «qué ha
hecho, qué ha dicho».
Es fundamental, prosiguió el Papa, «leer la historia de Jesús,
sí, el Evangelio es la historia de Jesús, la vida de Jesús, es
Jesús mismo, es el Espíritu Santo que nos hace ver a Jesús
ahí». Por esta razón Francisco quiso renovar su consejo: «Por
favor, haced esto: todos los días un pasaje del Evangelio,
pequeñito, tres minutos, cuatro, cinco». Precisamente
leyendo el Evangelio se entiende; «Y esto trabaja por
dentro: es el Espíritu Santo quien hace el trabajo después.
Esto es la semilla. Quien hace germinar y crecer la semilla
es el Espíritu Santo».
Si la primera es la de «reconocer a Jesús, conocer a Jesús», la
segunda tarea sugerida por el Papa se encuentra propuesta
también en la «liturgia, al inicio, antes de la oración colecta, y
después en el Salmo: ¡adorar a Jesús, es Dios!». Es necesario
«adorar a Jesús» afirmó el Papa, añadiendo: «En el salmo
hemos rogado: “Adoremos al Señor junto a sus ángeles”»
(Salmo 96). Y si «los ángeles le adoran» de verdad, está bien
preguntarse «si le adoramos nosotros también». La mayor
parte de las veces, dijo Francisco, nosotros rezamos a
Jesús para pedirle algo o darle las gracias por algo. Y «todo
esto está bien», pero la verdadera pregunta es si nosotros
adoramos a Jesús.
«Pensemos en dos modos de adorar a Jesús» propuso
enseguida Francisco. Está «la oración de adoración en
silencio: “Tú eres Dios, tú eres el hijo de Dios, yo te adoro”».
Esto es «adorar a Jesús». Pero luego también debemos
«quitar de nuestro corazón las otras cosas que “adoramos”,
que nos interesan más». Debe estar «sólo Dios, las otras
cosas sirven si están dirigidas a Dios, sirven si yo soy capaz
42
de adorar sólo a Dios». Por eso debemos «adorar a Dios,
adorar a Jesús, conocer a Jesús con el Evangelio, adorar a
Jesús».
A este propósito el Papa no dejó de ofrecer otra sugerencia
práctica: «Hay una pequeña oración que nosotros rezamos,
el Gloria —“Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo”—
pero muchas veces la decimos mecánicamente como
papagallos». Sin embargo «esta oración es adoración,
gloria: yo adoro al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo». He ahí,
entonces, la sugerencia del Papa de «adorar, con pequeñas
oraciones, con el silencio ante la grandeza de Dios, adorar a
Jesús y decir: Tú eres el único, tú eres el principio y el final y
contigo quiero permanecer toda la vida, toda la eternidad.
Tú eres el único». Y así también «alejar las cosas que me
impiden adorar a Jesús».
«La tercera tarea que os sugiero para tener a Jesús en el
centro de nuestra vida —prosiguió el Pontífice refiriéndose
al pasaje de Marcos (1, 14-20)— es el que nos dice el
Evangelio de hoy: seguir a Jesús». Cuando el Señor «ve a
Pedro y a Andrés que trabajaban, eran pescadores, les
dice: “venid detrás de mí”». Debemos «seguir a Jesús, las
cosas que Él nos ha enseñado, las cosas que nosotros
encontramos todos los días cuando leemos ese fragmento
del Evangelio». Y preguntar: «Señor ¿Qué quieres que haga?
Indícame el camino».
Para concluir, Francisco repitió que lo esencial es tener
siempre a «Jesús en el centro». Y «esto significa conocer,
reconocer a Jesús, adorar y seguir a Jesús: es mucho
más simple la vida cristiana, pero necesitamos la gracia
del Espíritu Santo para que despierte en nosotros esas
ganas de conocer a Jesús, adorar a Jesús y seguir a Jesús».
Precisamente por esto, subrayó, «hemos pedido al Señor,
al inicio de la oración colecta, conocer qué debemos hacer
43
y tener la fuerza de hacerlo». Y, ha deseado, «en la
sencillez de cada día —porque cada día para ser
cristianos no son necesarias cosas extrañas, cosas
difíciles, cosas superfluas, no, es simple— que el Señor
nos dé la gracia de conocer a Jesús, de adorar a Jesús
y de seguir a Jesús». (Homilía de la misa matutina del
papa Francisco, El Evangelio en el bolsillo, del lunes 9
de enero de 2017, capilla de Santa Marta).

Lectio Divina: Deuteronomio Mateo 7,21-29

yy ¿Qué es el Señorío de
Jesús?

yy Al leer cada una de las siguientes afirmaciones ¿Qué


pensamientos se cruzan por tu mente?

¡Jesús el gran vencedor! ______________________________


________
¡Jesús es el Señor de todos! __________________________
_________
¡Jesús es exaltado! ___________________________________
_______
yy En las siguientes áreas: ¿Qué lugar ocupa el Señor?
Califícate de 1 a 10, marcando un circulito:
Familia 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Tiempo 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Trabajo 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Dinero 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

44
• PREGUNTAS PARA EL
DIÁLOGO COMUNITARIO

yy ¿Cómo te diría Jesús cuál es su voluntad?


yy ¿En qué área de tu vida se te hace más difícil vivir el
Señorío de Jesús?
yy ¿Por qué y para qué vivir el Señorío de Jesús?

45
Iluminación Bíblica: Isaías 44,3

“Derramaré agua sobre el suelo sediento y los riachuelos


correrán en la tierra seca. Derramaré mi espíritu sobre tu raza
y mi bendición cubrirá tus descendientes.”

Motivación:

“El Espíritu Santo nos enseña: es el Maestro interior. Nos guía


por el justo camino, a través de las situaciones de la vida. Él
nos enseña el camino, el sendero. En los primeros tiempos
de la Iglesia, al cristianismo se le llamaba «el camino»
(cf. Hch 9, 2), y Jesús mismo es el camino. El Espíritu Santo
nos enseña a seguirlo, a caminar siguiendo sus huellas. Más
que un maestro de doctrina, el Espíritu Santo es un maestro
de vida. Y de la vida forma parte ciertamente también el
saber, el conocer, pero dentro del horizonte más amplio y
armónico de la existencia cristiana.
El Espíritu Santo  nos recuerda, nos recuerda todo lo que
dijo Jesús. Es la memoria viviente de la Iglesia. Y mientras
nos hace recordar, nos hace comprender las palabras del
Señor.
Este recordar en el Espíritu y gracias al Espíritu no se reduce

46
a un hecho mnemónico, es un aspecto esencial de la
presencia de Cristo en nosotros y en su Iglesia. El Espíritu
de verdad y de caridad nos recuerda todo lo que dijo
Cristo, nos hace entrar cada vez más plenamente en el
sentido de sus palabras. Todos nosotros tenemos esta
experiencia: un momento, en cualquier situación, hay
una idea y después otra se relaciona con un pasaje de
la Escritura... Es el Espíritu que nos hace recorrer este
camino: la senda de la memoria viva de la Iglesia. Y esto
requiere de nuestra parte una respuesta: cuanto más
generosa es nuestra respuesta, en mayor medida las
palabras de Jesús se hacen vida en nosotros, se convierten
en actitudes, opciones, gestos, testimonio. En esencia, el
Espíritu nos recuerda el mandamiento del amor y nos
llama a vivirlo.
Un cristiano sin memoria no es un verdadero cristiano:
es un cristiano a mitad de camino, es un hombre o una
mujer prisionero del momento, que no sabe tomar en
consideración su historia, no sabe leerla y vivirla como
historia de salvación. En cambio, con la ayuda del Espíritu
Santo, podemos interpretar las inspiraciones interiores y
los acontecimientos de la vida a la luz de las palabras de
Jesús. Y así crece en nosotros la sabiduría de la memoria,
la sabiduría del corazón, que es un don del Espíritu. Que
el Espíritu Santo reavive en todos nosotros la memoria
cristiana. Y ese día, con los Apóstoles, estaba la Mujer
de la memoria, la que desde el inicio meditaba todas
esas cosas en su corazón. Estaba María, nuestra Madre.
Que Ella nos ayude en este camino de la memoria.”
(Papa Francisco, homilía Solemnidad de Pentecostés,
domingo 8 de junio de 2014).

47
Lectio Divina: Ezequiel 36,25-28

yy ¿Qué significa que el


Espíritu Santo es la
Promesa?

yy ¿Cuáles son las dos cosas que Dios nos prometió a


través del profeta Ezequiel 36,26-27?
yy Escriba una reflexión personal acerca de todo lo que
encierra la promesa del Espíritu Santo.

• PREGUNTAS PARA EL
DIÁLOGO COMUNITARIO

yy ¿Cuál es la Promesa del Padre?


yy ¿Qué hacer para que se cumpla la Promesa de Dios?
yy ¿Para qué prometió Dios un Espíritu Nuevo?

48
Iluminación Bíblica: Hechos 1, 5.8

“Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados


en el Espíritu Santo dentro de pocos días. Pero recibirán
la fuerza del Espíritu Santo cuando venga sobre ustedes, y
serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría
y hasta los extremos de la tierra”.

Motivación:

“El Espíritu Santo nos enseña, nos recuerda, y —otro


rasgo— nos hace hablar, con Dios y con los hombres.
No hay cristianos mudos, mudos en el alma; no, no hay
sitio para esto.
Nos hace hablar con Dios en la oración. La oración es
un don que recibimos gratuitamente; es diálogo con Él
en el Espíritu Santo, que ora en nosotros y nos permite
dirigirnos a Dios llamándolo Padre, Papá, Abbà (cf. Rm
8, 15; Gal 4, 6); y esto no es sólo un «modo de decir»,
sino que es la realidad, nosotros somos realmente hijos
de Dios. «Cuantos se dejan llevar por el Espíritu de Dios,
esos son hijos de Dios» (Rm 8, 14).
Nos hace hablar en el acto de fe. Ninguno de nosotros
puede decir: «Jesús es el Señor» —lo hemos escuchado
49
hoy— sin el Espíritu Santo. Y el Espíritu nos hace hablar
con los hombres en el diálogo fraterno. Nos ayuda a
hablar con los demás reconociendo en ellos a hermanos
y hermanas; a hablar con amistad, con ternura, con
mansedumbre, comprendiendo las angustias y las
esperanzas, las tristezas y las alegrías de los demás.
Pero hay algo más: el Espíritu Santo nos hace hablar
también a los hombres en la profecía, es decir,
haciéndonos «canales» humildes y dóciles de la
Palabra de Dios. La profecía se realiza con franqueza,
para mostrar abiertamente las contradicciones y las
injusticias, pero siempre con mansedumbre e intención
de construir. Llenos del Espíritu de amor, podemos ser
signos e instrumentos de Dios que ama, sirve y dona la
vida.
Recapitulando: el Espíritu Santo nos enseña el camino;
nos recuerda y nos explica las palabras de Jesús; nos
hace orar y decir Padre a Dios, nos hace hablar a los
hombres en el diálogo fraterno y nos hace hablar en
la profecía.” (Papa Francisco, homilía Solemnidad de
Pentecostés, domingo 8 de junio de 2014).

Lectio Divina: Hechos 2,1 - 4

yy Numera del uno al


cinco, según el orden de
importancia las funciones
del Espíritu Santo:
Nos hace hablar en lenguas.
Nos hace criaturas nuevas.

50
Es principio de resurrección en Cristo y en nosotros.
Nos capacita para amar.
Cambia nuestro corazón.

yy San Pablo dice en romanos 8,5 que


Los que viven según el Espíritu desean…………………………..
Los que viven según la carne……

• PREGUNTAS PARA EL
DIÁLOGO COMUNITARIO

¿Qué acciones realiza el Espíritu Santo en tu vida personal?


¿Qué es más importante: los signos inmediatos o los efectos
permanentes del Espíritu Santo?
¿Qué significa Koinonía?

51
Iluminación Bíblica: Hechos 11, 17

“Si ellos creían en el Señor Jesucristo y Dios les comunicaba


el mismo don que a nosotros, ¿quién era yo para oponerme
a Dios?»”

Motivación:

“El Espíritu Santo, aparentemente, crea desorden en el


Iglesia, porque produce diversidad de carismas, de dones;
sin embargo, bajo su acción, todo esto es una gran riqueza,
porque el Espíritu Santo es el Espíritu de unidad, que no
significa uniformidad, sino reconducir todo a la armonía.
En la Iglesia, la armonía la hace el Espíritu Santo. Un Padre
de la Iglesia tiene una expresión que me gusta mucho: el
Espíritu Santo “ipse harmonia est”. Él es precisamente la
armonía. Sólo Él puede suscitar la diversidad, la pluralidad,
la multiplicidad y, al mismo tiempo, realizar la unidad. En
cambio, cuando somos nosotros los que pretendemos la
diversidad y nos encerramos en nuestros particularismos,
en nuestros exclusivismos, provocamos la división; y
cuando somos nosotros los que queremos construir la
unidad con nuestros planes humanos, terminamos por
imponer la uniformidad, la homologación.

52
Si, por el contrario, nos dejamos guiar por el Espíritu, la
riqueza, la variedad, la diversidad nunca provoca conflicto,
porque Él nos impulsa a vivir la variedad en la comunión
de la Iglesia. Caminar juntos en la Iglesia, guiados por los
Pastores, que tienen un especial carisma y ministerio, es
signo de la acción del Espíritu Santo; la eclesialidad es una
característica fundamental para los cristianos, para cada
comunidad, para todo movimiento. La Iglesia es quien me
trae a Cristo y me lleva a Cristo; los caminos paralelos son
muy peligrosos. Cuando nos aventuramos a ir más allá
(proagon) de la doctrina y de la Comunidad eclesial – dice
el Apóstol Juan en la segunda lectura - y no permanecemos
en ellas, no estamos unidos al Dios de Jesucristo (cf. 2 Jn v.
9). Así, pues, preguntémonos: ¿Estoy abierto a la armonía
del Espíritu Santo, superando todo exclusivismo? ¿Me dejo
guiar por Él viviendo en la Iglesia y con la Iglesia?” (Papa
Francisco, homilía Solemnidad de Pentecostés, domingo
13 de mayo de 2013).

Lectio Divina: Hechos 2,37/41

yy ¿Estoy dispuesto a aceptar


las “sorpresas de Dios”? 

yy ¿Estoy decidido a recorrer los caminos nuevos que la


novedad de Dios me presenta o me atrinchero en
estructuras caducas, que han perdido la capacidad de
respuesta?
yy Escriba tres situaciones que te llamen la atención del
Sistema Integral de Nueva Evangelización.
yy ¿Perteneces a algún ministerio en tu parroquia? ¿Por
qué si o por qué no?
53
• PREGUNTAS PARA EL
DIÁLOGO COMUNITARIO

yy ¿Me dejo guiar por el Espíritu Santo viviendo en la


Iglesia y con la Iglesia?
yy ¿Qué signos de la nueva evangelización se perciben
en tu comunidad parroquial?
yy ¿Para ti qué significa la expresión “Nuevo Pentecostés?
yy ¿Cuáles son algunos de los frutos del Concilio Vaticano
II?

54

También podría gustarte